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DIAGNÓSTICO Y HUMANIZACIÓN DEL SISTEMA SANITARIO

INTRODUCCIÓN:
La crisis actual en el sector de la salud ha puesto de manifiesto la necesidad
imperante de abordar no solo las cuestiones médicas, sino también aspectos
cruciales que a menudo pasan desapercibidos. En este contexto, la importancia del
tacto humano, la empatía y el compromiso médico emerge como un tema central
que demanda nuestra atención. A medida que avanzamos en un mundo cada vez
más tecnológico y centrado en la eficiencia, corremos el riesgo de perder el
elemento humano esencial en la atención médica. Además, México es un claro
ejemplo de un sistema roto, el cuál funciona con carencias en diversos ámbitos.
Este ensayo explora la crítica interconexión entre la situación actual en el sector de
la salud, la necesidad de revitalizar la relación médico-paciente, así como entre los
profesionales de la salud, a través de la empatía y el compromiso. En última
instancia, se busca arrojar luz sobre cómo podemos construir un sistema de salud
más humano, centrado en las personas y sostenible a largo plazo.

DESARROLLO:
DIAGNÓSTICO DEL SISTEMA DE SALUD
México posee de un sistema de salud tripartito, lo que significa que las
contribuciones para la atención proceden de tres fuentes diferentes: el Estado, el
empleador y la población. Sin embargo, podríamos decir que se divide en un
sistema público y un sistema privado, donde ambos comparten un porcentaje
parecido en cuánto a la cobertura de atención en salud.
Ya establecido el panorama en cuanto a la distribución de la cobertura en nuestro
país, es importante también enfatizar que esto está dado por el sistema económico
que impera actualmente, el cual es el capitalista.
El régimen de esta forma de organización económica favorece situaciones donde
se prioriza la obtención de capital en todos los ámbitos de nuestra vida, entonces
así, no se puede hacer algo que no sea rentable para el capital.
Esto de igual manera aplicar para el sector salud, ejemplos claros de esto son la
concepción de que al sistema de salud y a sus ejecutores no les conviene que la
totalidad de la población esté sana, ya que esto generaría poca demanda en
servicios.
El sector privado, encuentra beneficio ante las fallas del sector público. Pues las
deficiencias de este son cubiertas por el primero, perpetuando las carencias.
Es aquí donde entra la comparativa con otras naciones, es en ellas donde podemos
ver un reflejo o elementos a imitar, claro con la respectiva personalización del
entorno mexicano. Países como China o Japón, cubren hasta el 80% de los gastos
en cuanto a salud se refiere con el aparato del estado, España tiene una cobertura
del 100%, entonces la población no cubre nada. Incluso nuestros vecinos
sudamericanos se están dejando llevar por la tendencia colectivista antes que la
individualista.
Ahora, una vez mencionado el individualismo, es de relevancia mencionar que en
nuestra nación un hiperindividualismo promueve la narrativa sobre que la completa
responsabilidad cae en el individuo. Cuando no es así, pues el estado no nos
proporciona las condiciones materiales adecuadas para la prevención de
enfermedades y su manejo. Claro ejemplo es que la infraestructura no ha crecido a
la par con la demanda en atención o la poca educación en salud.

Otro punto para recalcar son las deficiencias del primer nivel de atención por parte
del sector público. Son las prácticas burocráticas, la saturación del personal, el
déficit en infraestructura lo que lleva a la población a recurrir al sector privado para
dicho nivel. Entonces, la cobertura pública en este estrato de atención
prácticamente es inexistente.
Dicho rezago en lo ya mencionado también es promovido por los profesionales de
salud. Muchos de ellos crecen una percepción equivocada sobre lo que es ser
empleado en primer nivel, entonces se desarrollan desde la licenciatura bajo un
modelo aspiracionista, donde ser especialista o subespecialista es lo máximo en la
profesión médica y lo que los llevará a generar mejores ingresos y reconocimiento
social. Esto precariza aún más las condiciones para aquellos que están en la
primera línea, los cuales son instrumentalizados por el sector privado para su mejor
beneficio, obligándolos a aceptar condiciones laborales no adecuadas con sueldos
que no son dignificantes.
También, la prevención en salud forma parte del primer nivel. Entonces ya habiendo
abordado el déficit en este, es claro obviar que la cuestión en prevención está de la
misma forma.

Pero no podemos dejar que la prevención sucumba ante lo ya mencionado, pues la


promoción de ésta representa una vía importante para poder mejorar nuestro
sistema. Con prevención, puede que haya un menor empleo del segundo y tercer
nivel de atención y así asignar más presupuesto para fortalecer el primer nivel.
Actualmente, es de vital relevancia eficientizar el sistema. El contexto nos obliga a
hacerlo, enfrentamos las consecuencias de lo que significó modificar todo para
poder atender la crisis de COVID-19. Lo cuál llevó a dejar de brindar atención a
parte de la población que habitualmente utilizaba el aparato del estado para sí en el
ámbito médico.
Así mismo, otra consecuencia es aquella población que por el confinamiento no
cuidó de su salud, exacerbando la crisis en enfermedades no transmisibles
(diabetes, obesidad, hipertensión) y poniendo en el escenario una variable nueva:
la depresión y ansiedad a raíz del confinamiento mismo.
El contexto abordado anteriormente es determinante para que los profesionales de
la salud no puedan ejercer óptimamente la atención en salud, deteriorando así sus
relaciones laborales, médico-paciente e intrapersonales. Es un escenario lleno de
estrés, burocracia, carencias, saturación y aunado a esto el papel de los pacientes
que desean algo resolutivo para sus padecimientos.
Entonces, por un lado, vemos a profesionales en un mal entorno, y por otro a
pacientes influenciados por este, ya que ellos también son víctimas de la crisis
socioeconómica y en salud.
Lo cual nos lleva a la pérdida de aquellos valores que nos hacen humanos: la
empatía, el respeto y el amor por los otros. Esto es gravísimo, porque para mejorar
el sistema el factor humano es indispensable.
CONCLUSIÓN:
La crisis actual nos ha recordado que más allá de los avances tecnológicos y la
eficiencia operativa, la esencia misma de la atención médica reside en el tacto
humano, la empatía y el compromiso. La falta de estos elementos no solo impacta
la salud y la experiencia del paciente, sino que también coloca una carga adicional
en los profesionales de la salud.
La búsqueda de soluciones debe abordar no solo aspectos estructurales, como la
implementación de programas de capacitación en empatía y la mejora de la relación
médico-paciente, sino también involucrarnos a nivel colectivo. Cada uno de
nosotros tiene un papel crucial en la creación de un entorno de atención médica
más humano, ya sea siendo pacientes informados y activos o profesionales de la
salud comprometidos con una atención centrada en la persona.
En última instancia, la mejora de la atención médica no solo es responsabilidad de
las instituciones y los gobiernos, sino también un llamado a la acción personal. Al
reconocer la importancia de la empatía y el compromiso humano en la atención
médica, podemos sentar las bases para un sistema de salud más eficaz, sostenible
y, sobre todo, humano. Es hora de recordar que detrás de cada diagnóstico y
tratamiento, hay una conexión humana que no debe perderse en la búsqueda del
progreso.

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