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Introducción

Muchas personas consideran el neoliberalismo una etapa avanzada de la civilización,


evocando a los contemporáneos de Aristóteles que pensaban que la esclavitud era un derecho
natural y aquellos eruditos medievales que consideraban a la mujer un ser inferior al hombre.
Si hubo cambios, no fue jamás por benevolencia del poder. Entonces, ¿A quién perjudica el
sistema neoliberal? A la gran mayoría de la sociedad que se ve desplazada de las actividades
económicas lícitas que incrementan los enormes movimientos migratorios desplazando a
cientos de pequeños comerciantes y estos, a su vez, crean un mayor número de empleos entre
los pequeños comerciantes a sabiendas que las grandes corporaciones sustituyeron a sus
empleados por máquinas o robots. De ahí que el mayor defecto del sistema neoliberal es una
injusta distribución y apropiación de la riqueza y una enorme desigualdad.

Por otro lado, los neoliberales de la salud plantean la separación entre regulación,
financiación y provisión, dando lugar a formas contractuales con empresas externas que se
transforman en una nueva fuente de inequidad. Es decir, en vez de realizar una separación
técnica y racional entre los niveles macro, meso y micro de gestión a lo interno de la
institución de salud, se procede a crear modalidades de privatización en el suministro de
servicios de salud, a partir del traslado de la gestión a la supuesta sociedad civil y luego su
transferencia al sector privado de la salud, ya sea en forma directa, por subrogación de
servicios o compra de servicios externos.

Como se conoce que un bien es un valor que se le asigna a algo y es esta definición la
que nos sirven de base para poder ver la salud como un bien social, algo que se desea y
necesita. La salud la vemos como un bien al que le asignamos un alto valor, así los individuos
y la sociedad en su conjunto la ha valorizado, teniéndolo como uno de los elementos con los
cuales medimos la calidad de vida y el bienestar de las personas.

Sabemos que el Estado el actor central en esta actividad y es el único que puede
garantizar la provisión de salud como bien social. Si se deja de lado la concepción de salud
como bien social, se pierde la autonomía nacional para preservar y asegurar los insumos,
drogas y medicinas para abastecer al sistema público de salud, también se pone en peligro la
salud de la población.
Enfoque neoliberal de la salud

Los neoliberales de la salud introducen mecanismos de competencia entre el sector


público, para demostrar la ineficiencia de mismo, sin considerar la transición demográfica y
las características y mecanismos de la transición epidemiológica que conducen a cambios en
el perfil epidemiológico de los procesos de salud-enfermedad y sin tomar en cuenta los
criterios de la economía de salud, de costo-efectividad y de costo-utilidad.

El neoliberalismo de la salud reorienta el modelo prestador de servicios hacia los


hospitales, con el objeto de transferirlos posteriormente al sector privado de la salud, de suerte
que sea el Estado quien asuma los costos relativos a infraestructura, equipamiento de estos
centros de producción de servicios hospitalarios. En todo caso, la tendencia fundamental es
secuestrar recursos económicos debilitando de atención primaria; así esta última seria de baja
cualificación y orientada a los sectores socialmente más pobres. Esto lleva a definir una
canasta básica de prestaciones o programas básicos de atención para los pobres y otra canasta
básica de prestaciones para los sectores socialmente privilegiados, aunque formalmente se
habla de equidad y calidad en los servicios de salud.

En el terreno de la práctica clínica, el neoliberalismo de la salud se burla de los


aspectos éticos y morales en la relación médico-paciente, sustituyéndolos con criterios de
carácter mercantil (tales como el pago por acto médico o por servicios producidos que
cosifican a los pacientes en términos numéricos), y esto provoca la deshumanización de la
atención médica.

En este sentido, para los neoliberales de la salud, ésta ha dejado de ser un bien social
(con valor de uso) para transformarse en un bien individual (con valor de cambio) que permite
competir con otras personas, al margen de la organización social, política, económica de la
sociedad en su conjunto.

Así, el neoliberalismo de la salud se opone a cualquier modelo de gestión basado en la


participación social de los derechohabientes, en cuanto alegan razones de carácter técnico, de
eficiencia clínica, etc., negando así que el control social de los hospitales, policlínicas, sea el
instrumento más eficaz para la democratización y calidad de los servicios de salud.
La Salud como Bien Social

Nuestro interés es posicionar a la salud como un verdadero bien social pues solo sano
el individuo puede alcanzar todas sus potencialidades para lograr objetivos materiales y hasta
espirituales.

Aunque el término salud aparece en muchos discursos personales, sociales,


institucionales y políticos, no se le da su verdadera dimensión hasta que se pierde. Por
ejemplo, cuantas veces se ha escuchado en los propósitos de año nuevo discursos de “ahora
si mejorare en mi alimentación y hare ejercicio” y al poco tiempo se olvida hasta que se
debuta con una diabetes, se deprimen, nunca controlan sus niveles de azúcar y con el tiempo
ya no ven, le amputan una pierna o terminan con insuficiencia renal. Hasta que sobreviene la
muerte. Todo ello por las complicaciones.

¿Cuántos chequeos médicos se hacen al año con resultados fuera


de los rangos establecidos y solo alcanza la conciencia mientras se
sienten mal o se acaba la primera prescripción médica?

En realidad, son muy pocas las personas que llevan un estilo de vida saludable. Solo
basta recordar que somos un país de personas con sobrepeso y obesidad, con tasas de
enfermedades altas en comparación con otros países. Tal vez estas someras informaciones
sirvan para hacer conciencia qué tanto en lo individual como en el plano institucional, hay
mucho que hacer en cuanto a la salud como un bien preciado.

Todo esto ha incrementado la letalidad y la tasa de mortalidad por covid, es decir, las
condiciones prevalentes del individuo son las que han hecho más grave la enfermedad.

Es cierto que la inversión en salud los últimos años ha sido cada vez menor en
comparación con las recomendaciones de la OMS y por lo tanto la oferta de infraestructura
médica es menor para la demanda, a esto le sumamos que hay menor personal de salud para
atender a la población.

Desde esta perspectiva donde individuo, sociedad, empresas y gobierno tomen


conciencia y pasen a la acción para que se adopten estilos de vida saludable, se hagan grupos
de ayuda social para el impulso de la educación alimenticia y ejercicio, las empresas propicien
de manera profesional la salud de los trabajadores y el gobierno en base al diagnóstico
situacional impulse políticas de salud y proporcione los recursos suficientes para su operación
eficiente en el terreno de los hechos.
Conclusión

La escuela neoliberal posiciona al ámbito privado como responsable de las actividades


ligadas al cuidado de la salud y desliga al Estado como garante y financiador de la salud
poblacional, quedando solo bajo su jurisdicción los problemas de salud o los sectores no
cubiertos por el ámbito privado.

Todos sabemos que la globalización es un proceso objetivo que no puede detenerse


ni revertirse, pero actualmente ha pasado a su versión neoliberal. El neoliberalismo es una
corriente ideológica que defiende la libertad de empresa y una menor intervención del Estado.
De este modo, se fomenta la privatización de los factores de producción y la libertad del
mercado.

El subdesarrollo y la pobreza constituyen el denominador común de la mayoría de las


afectaciones en cuestiones de salud. La dirección causal que va desde la desigualdad social
hacia la salud está cada vez mejor establecida.

El objetivo primordial de una política de salud debe ser la reducción de las


situaciones de inequidad. La desigualdad hace ya infeliz al 80% de los habitantes de la tierra.

Siguiendo con nuestro recorrido vemos que el Estado el actor central en esta
actividad por las numerosas funciones que cumple y es el único que puede garantizar la
provisión de salud esta vez como bien social. Si se deja de lado la concepción de salud como
bien social, no sólo se pierde la autonomía nacional para preservar y asegurar los insumos,
drogas y medicinas para abastecer al sistema público de salud, sino que se pone en peligro la
salud de la población.

Es el Estado quien debe proveer herramientas necesarias para la promoción,


prevención y protección de la salud, y la ciudadanía, las ONG sean quienes ejerzan el control
sobre estos temas, ya que la población actúa como observador desde las gradas de los
problemas que acarrea nuestra sociedad, como lo es la falta de alimentación, acceso a los
servicios de salud y condiciones de medio ambientales.

Estas reflexiones representan un aporte necesario para ampliar el debate en torno a la


salud fuera del terreno técnico y elitista, para que la sociedad en su conjunto (trabajadores,
empleadores, gremios de la salud, de profesionales, universidades, etc.), definan hacia dónde
vamos y que queremos en el campo de la salud y seguridad social.

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