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El fin del principio, no el principio del fin

1) Un posible resumen del texto sería el siguiente:

El Gobierno ha sido engañado por las falacias separatistas, pero esto no va a


impedir la continuidad de España con nación histórica, democrática y libre. A pesar de
los acuerdos humillantes a los que ha llegado Pedro Sánchez para perpetuarse como
presidente y que vulneran tanto la separación de poderes como la soberanía nacional, los
españoles sobreviviremos a esta infamia. No sería la primera vez.

2) La tesis del texto es la defensa de la unidad de España frente a los avances


secesionistas. Para apoyar esta tesis, el autor se vale del argumento de autoridad de
Bismark en forma de cita textual indirecta: “Decía Bismarck que España es el país más
sólido del mundo porque los españoles llevan siglos intentando destruirlo sin éxito”.
Otro argumento es el de sabiduría popular: “Como indica el refrán, Pedro Sánchez va a
llevar la penitencia en el pecado”. Finalmente, se emplea un argumento analógico para
comparar dos momentos históricos: “Suena como si Francia y Prusia se fueran a reunir
en Ginebra para poner término a la guerra de 1870”.

3) Desde la época de los Reyes Católicos, en el siglo XV, la unión de Castilla y


Aragón constituyó el germen de una nación conocida en todo el mundo como España.
De hecho, el llamado Imperio español, tras la conquista de América, abarcaba
posesiones en todos lo continentes. También en aquellos tiempos surgieron conflictos
territoriales, pero se resolvían con el poder de la fuerza. Pensemos, por ejemplo, en la
emancipación de los países hispanoamericanos durante el siglo XIX y en las guerras a
que dieron lugar, por no hablar de de las víctimas que cayeron en defensa de unos
ideales.

En mi opinión, hoy en día no podemos valernos de la prepotencia para resolver


cuestiones territoriales. Ya no somos un imperio y el poder de la razón y del diálogo
deben prevalecer sobre la represión violenta. No obstante, conservamos el suficiente
orgullo de sentirnos españoles y, al mismo tiempo, andaluces, castellanos, gallegos, etc.
Creo que ese sentimiento de pertenecer a una nación está por encima de intereses
económicos y políticos catalanes. La riqueza que genera Cataluña es gracias a que
España en su conjunto ha concentrado allí toda la industria y el comercio del país y sería
injusto que no se beneficiaran todos los españoles de ella y, sobre todo, las autonomías
más pobres: Extremadura, Andalucía y Castilla La Mancha. ¿Quiénes contribuyeron con
su esfuerzo y trabajo a hacer próspera Cataluña? ¿Acaso no fueron andaluces,
murcianos, etc. en época de Franco? Si el Gobierno actual defiende la idea de que los
ricos paguen más impuestos que los pobres, ¿no es lógico pensar que la presión fiscal
sobre Cataluña debe ser mayor que la de otras regiones? En fin, no se trata de una
presunta identidad nacional, que nunca la tuvieron, ni de reivindicación cultural o
lingüística, que ya la tienen, sino de intereses puramente económicos de la burguesía
catalana (representada por Junts), modelo de egoísmo e insolidaridad.

6) Partiendo de que el léxico valorativo es el recurso de modalización más


utilizado en este texto, vamos a distinguir entre un léxico negativo dirigido a criticar el
separatismo y otro léxico positivo enfocado a la defensa de la unidad de España.
En el negativo entraría vocabulario como: “tópicos”, “falsificaciones”,
“chantaje”, “apaño”, “delincuentes”, “delitos”, “burla”, “embate”, “gravedad”,
“pesimismo”, “desánimo”, etc. Con la misma intención crítica, aparecen metáforas
como “chatarra ideológica” o “basura intelectual”. En cambio, dentro de un léxico
positivo, se incluiría términos como: “libertad”, “sólido”, “unidad”, “fortaleza”,
“legado”…

Otro de los recursos moralizadores es el uso de verbos modales intelectivos: “No


ignoro”, “digo”, en primera persona del singular. En primera del plural sirve como
deíctico que señala a los lectores: “no estamos ante un acuerdo”, “Hemos sufrido”,
“hemos edificado”, “tenemos libertad”, y también sobre todo para implicarlos mediante
perífrasis de obligación: “debemos mejorar”, “No hay que caer”, “ni dejarse llevar”.
Además, el empleo de comillas en “legitimidad popular” expresa lo falso que al emisor
le parece ese concepto.

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