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TEMA 8
ESTADO Y NACIÓN. NACIONALISMO. IDENTIDAD E IDEOLOGÍA
Docente:
I. Introducción
El nacionalismo es una ideología política basada en el principio de que cada nación tiene
derecho a formar su propio Estado para realizar los objetivos sociales, económicas y
culturales de un pueblo, sobre todo el logro de un estado independiente. Esta ideología se
caracteriza ante todo por el sentimiento de comunidad de una nación, derivado de unos
orígenes, religión, lengua e intereses comunes. Es una forma de pensar que defiende una
nación o una región por encima de todo, incluso por encima de las personas. Como
consecuencia de la revolución francesa se produjo en Europa una extraordinaria difusión
de sentimientos nacionalistas opuestos al principio del legitimismo dinástico, según el cual
los países no eran sino propiedades patrimoniales de los reyes.
En otras zonas de Europa el nacionalismo surgió en parte debido a los mismos ideales
liberales que transmitió dicha revolución, y también por la influencia de las doctrinas
idealistas y románticas que comenzaron a desarrollarse en Alemania desde finales del
siglo XVIII.
Desde principios del siglo XIX el ideal nacionalista, se extendió paulatinamente por todos
los pueblos del mundo, y paso así a constituir uno de los elementos ideológicos
fundamentales de las sociedades humanas. Los habitantes de un país ya no serían meros
súbditos de un rey sino ciudadanos de una nación cuyas esencias culturales confrontaban
el propio ser de cada individuo.
II. Objetivos
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III. Contenidos específicos del tema
En el siglo XIX va a aparecer con una fuerza incontenible el fenómeno nacionalista que a
la larga transformará la vieja Europa. El Antiguo Régimen había sido internacionalista, es
decir, no se subrayaban las peculiaridades nacionales que diferenciaban a unos países de
otros. El nacionalismo, por la influencia de las ideas de libertad y nación de la Revolución
Francesa por un lado y del romanticismo por otro, va a surgir como una fuerza potente,
las naciones sometidas a otros estados lucharán por sacudirse el yugo y lograr su
independencia, y en los casos en que la nación esté dividida, luchará por lograr su unidad.
Una tercera manifestación se da en las naciones ya unidas (Francia, Gran Bretaña...) y el
nacionalismo va a ser el soporte de un proceso de expansión territorial que llevará a la
ocupación de territorios lejanos y a la formación de los imperios coloniales a finales del
siglo XIX y principios del XX.
Por último, señalar la importancia y trascendencia del fenómeno y su vigencia hoy en día,
tanto en Europa (desintegración de Yugoslavia, fragmentación de Checoslovaquia,
desintegración de la Unión Soviética...) como en España (ascenso y pujanza de los
nacionalismos vasco y catalán), fenómenos todos ellos difíciles de explicar sin el
componente nacionalista.
Nacionalidad. Son una serie de rasgos y factores objetivos de tipo económico, social y
cultural que definen a la población de un territorio. Lo normal es que los pertenecientes a
una nacionalidad no pasen de reivindicaciones culturales. Para otros autores, por el
contrario, nacionalidad es el conjunto de esencias básicas sobre las que se asienta la
nación.
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Nacionalismo. Sería el movimiento político que pretende activar y realizar los objetivos
que la nación se plantea en todos sus aspectos, normalmente el logro de un estado
independiente.
Una vez visto esto haremos una diferencia entre nación y Estado. Puede darse el caso de
que los dos términos coincidan con un único territorio: Portugal, Italia, Polonia... son
territorios muy homogéneos donde casi toda la población tiene los mismos rasgos:
lengua, religión, pasado común... Pero puede darse el caso de que no coincidan y una
nación esté dividida entre varios estados: por ejemplo los kurdos que actualmente viven
repartidos entre Siria, Turquía, Irak e Irán; o que en un estado convivan varias naciones
distintas (Bélgica está compuesta por dos naciones: los valones de lengua francesa y los
flamencos de lengua neerlandesa u holandesa; España que sería una nación de naciones
(reconociendo naciones específicas a Cataluña, el País Vasco y Galicia), en este caso
hablamos de estados plurinacionales.
Fuente: perseo.sabuco.com/historia/nacionalismo.pdf
Como afirma Miquel Caminal, “El nacionalismo es una ideologías con unas características
muy distintas a otras ideologías que podríamos calificar como “clásicas”. El nacionalismo
responde a la pregunta de quienes son los individuos que componen que componen la
sociedad, fijando una relación de identidad ente el individuo, la sociedad-nación y el
estado”.
Por otro lado, Pérez Serrano, en su Tratado de Derecho Político, afirma “Son muchas,
muchísimas las definiciones que de la Nación se han dado. Nos limitaremos a transcribir
dos, la de Mancini, que pasa por ser la primera, y la de Hariou, muy interesante. Mancini,
en el discurso con que inauguró en el año 1851 sus lecciones de Derecho Internacional
en la Universidad de Turín, la definió así: <Sociedad natural de hombres, con unidad de
territorio, origen, costumbres e idioma formada por la comunidad de vida y de conciencia
social>. Hariou dice: “Agrupación de formaciones étnicas primarias en que la convivencia
prolongada en un mismo País, unida a ciertas comunidades de raza, lengua, religión y
recuerdos históricos ha engendrado una comunión espiritual, base de una formación
étnica superior”. Más completa esta última, tuvo sin embargo inmensa resonancia la
primera, por el tono político que la alienta; no en balde era un arma en manos de la
italianità aun sojuzgada, pero ya amenazadora, y se apresuró Austria a pedir que se
prohibiera el curso, como a su vez el Rey de Nápoles confiscó los bienes del autor.
La dificultad de precisar el concepto de Nación que permita reconocer cuándo existe ésta,
obedece a la misma naturaleza del fenómeno, que surge en el rápido e incesante fluir de
la Historia, tiene mucho de subjetivo, responde más bien a un determinante contenido de
conciencia y lleva en sí un principio dinámico. Tiene razón Jenillek al hacer notar que se
trata de una manifestación moderna, inconciliable con la tesis del Derecho natural, por
ejemplo, ya que esta Escuela partía del individuo humano abstracto, y que, además,
exigía una contraposición con otros grupos semejantes, por contraste con los cuales es
como mejor se afirma.
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Pérez Serrano indica varias teorías respecto al factor característico de la Nación. Veamos
- Teoría de la raza. Solía refutarse más bien que exponerse. La alegación de que no hay
razas puras, y de que en todos los Estados hay población mezclada, servía para descartar
este elemento, reputándolo inadecuado. Pero no es admisible tal simplismo. En primer
lugar, la comunidad de origen y ascendencia, real o mítica, juega un papel importantísimo
en la formación nacional. En segundo término, ya Klemm y Gobineau subrayaron el
carácter político de la idea de raza. Por último, las corrientes antisemitas y sobre todo el
movimiento nacional socialista alemán, dieron nueva importancia al tema.
- Teoría de Burges. Esta doctrina puede considerarse como combinación de las dos
anteriores. En efecto, la Nación para Burges se concreta en una población dotada de
unidad étnica y que habita en un territorio dotado de unidad geográfica. La Nación
constituye un todo de significación étnica; en cambio, el Estado implica una significación
jurídica y política. Con este motivo realiza dicho Autor un recorrido de Europa y América
para puntualizar las unidades geográficas (a la cabeza de las cuales figura la Península
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Ibérica) y las étnicas, sacando consecuencias de muy vario linaje, pues si algunas son
acertadas, (las que se refieren a Francia e Italia, por ejemplo), otras adolecen de
megalomanía racial inexplicable: tales las que vinculan en la raza germánica la aptitud
para crear Estados nacionales, o las que entrañan consejos prácticos para lograr que la
coincidencia de lo étnico y lo geográfico de margen a la unificación política que
caracteriza al Estado.
- Teoría del idioma nacional. Lingua gentem facit se ha dicho. Y se ha agregado que
“quien tiene el idioma tiene la llave que nos libera de cadenas”; o que “un pueblo que
recobra su lengua se recupera a sí mismo”. No cabe negar la influencia del lenguaje, que
nos permite incluso entendernos para poder ponernos de acuerdo; pero si el idioma fuese
el único principio en la materia, pocas naciones habría en el mundo, pues se reduciría
éste a no mucho más que varias estirpes lingüísticas capitales (español, inglés, francés,
italiano, portugués, alemán, ruso). De otra parte, Bélgica y Suiza son naciones, a pesar de
la variedad de idiomas nacionales.
La cultura común. Siendo insuficientes por sí, tomados aisladamente, los elementos
examinados, se ha sugerido la idea de otro, complejo, constituido por la unidad de cultura,
especialmente moral (y también jurídica, consuetudinaria, etc.). Merced a este sentimiento
de coincidencia, a esa manera de reaccionar por modo igual ante un cierto hecho, se ha
buscado el fundente que no proporcionaban ni fronteras, ni raza, ni idioma, ni religión en
países que ofrecen un verdadero mosaico geográfico, étnico, lingüístico y confesional
(Suiza, por ejemplo). Sin negar la realidad del caso, su imprecisión le resta fuerza, sobre
todo si se desconecta de consideraciones históricas, cuyo peso suele ser decisivo en la
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suyo propio cuanto concierne al territorio en que habita y a los hombres con quienes vive,
la Nación viene a ser un todo orgánico, a cuya grandeza nos debemos, sin reparar en
sacrificios”.
Fuente: Nicolás Pérez Serrano, Tratado de Derecho Político, Civitas, Madrid 1976, pp.
110-113.
Bibliografía obligatoria:
Recursos:
Video: www.youtube.com/watch?v=rGmJqlEaFoc