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REVISTA DIGITAL DEL CENTRO DE INFORMACIÓN Y DOCUMENTACIÓN CARNAVAL DE BARRANQUILLA

No.1 Barranquilla, enero, 2014


CARRUS NAVALIS
CARRUS NAVALIS
Revista del Centro de
Información y Documentación
Carnaval de Barranquilla CIDCAB.

Carla Celia Martínez-Aparicio


Directora Ejecutiva
Fundación Carnaval De Barranquilla

Alberto Gomez Struss


Director de Proyectos Especiales

CLENA
Concepto

Diana Rodríguez Suárez


Coordinadora Editorial

Mercedes Cartilla Marrugo


Corrección de Estilo

Diseño
Alfredo Miranda Daconte
Hernando Arteta De Alba

Nro. 1 Barranquilla, enero de 2014.


Carrus Navalis o una noción de carnaval
Miguel Iriarte

La música del caribe colombiano y el Carnaval de


Barranquilla
Juventino Ojito

Carnaval y literatura
Ariel Castillo Mier

Redefiniendo la gestión cultural como instrumento de


cambio
Ana Elizabeth Patiño Ortiz

Carrus Navalis es una publicación del Centro de


Información y Documentación Carnaval de Barranquilla
(Cidcab) que pone al alcance de la comunidad escritos
especializados de la fiesta más importante del Caribe
colombiano. Se autoriza la reproducción total o parcial
de su contenido citando la fuente. El Cidcab no se
hace responsable por los conceptos emitidos por los
colaboradores.
4 CARRUS NAVALIS

Carrus Navalis o una noción de carnaval


Por:Miguel Iriarte
Pero definitivamente en el caso de carrus navalis (carro na-
val) casi toda la literatura historiográfica del carnaval la
considera como la palabra de más arraigo semántico, y
en un sentido histórico moderno, la más ligada a la histo-
ria del carnaval. No solo porque deriva de las saturnales
romanas, fiestas documentadas desde la más remota An-
tigüedad como una manera de simbolizar el año nuevo o
la primavera, que era el renacimiento de la naturaleza, sino
porque está más cercanamente referida a una noción de
carnaval reconocible en el mundo contemporáneo.
En todo caso, lo importante es precisar que en la historia
de imperios como el griego, el romano y en los territorios
germánicos y celtas, estas fiestas tenían como elemento
escénico móvil en sus desfiles y procesiones un barco con
rueda, es decir, un carro naval desde el cual se ejecuta-
ban danzas promiscuas, mascaradas y se cantaban can-
ciones satíricas y obscenas. Hoy por hoy este elemento es

P
or lo general, esta expresión latina, que significa literal- un componente común a casi todos los carnavales que se
mente carro naval, es en verdad la acepción etimoló- realizan en el mundo occidental, en función del cual la ex-
gica más aceptada de la palabra carnaval; las otras presión carrus navalis está vinculada en mayor grado con
dos son: ¡Carne vale!, o ¡adiós a la carne!, utilizada para una noción de las fiestas de carnaval de las sociedades
referirse a la excesiva libertad y promiscuidad permitida modernas.
antes del tiempo penitencial eclesiástico. Por tanto, un carro naval es así una carroza, y metafórica-
Y la tercera acepción etimológica viene del título aplicado mente una carroza es también un medio de comunicación;
por el papa san Gregorio el Grande al domingo anterior a algo que vehicula un mensaje, o que trae un contenido:
la Cuaresma, que él llamó “dominica ad carnes levandas”, en este caso, relacionado con el carnaval; de la misma
expresión de la cual se deriva entonces la palabra Carne- manera que lo hace un centro de documentación de esta
levamen, que, a su vez, significa supresión, levantamiento fiesta, y en razón a que lleva consigo implícita la idea de
o privación de las carnes “(de aquí que también se diga la historia, la revista que la moviliza bien pudiera llamarse
que carnestolendas viene de care (carne) y tollenda (que Carrus Navalis.
se ha de quitar)”.

La música del caribe colombiano y el Carnaval de Barranquilla


Por: Juventino Ojito
Decir que la región Caribe colombiana ha sido históricamente zona de in-
tercambio y convivencia es reafirmar su condición de sitio ideal para el en-
cuentro multicultural.
En el Caribe colombiano los cantos y ritmos negroides heredados de África,
los bailes indígenas milenarios y las músicas autóctonas resultantes de múlti-
ples transculturaciones, subsisten al lado de expresiones musicales y dancísti-
cas llegadas de muchos puntos del planeta.
En ese contexto, los aportes de todas esas expresiones multiétnicas se con-
jugan de manera única y particular entregándole forma y contenido a las
manifestaciones que distinguen socioculturalmente a la región.
En este lugar —donde existe un continuo devenir de sucesos de intercambio
y confluencias— surge la música de la región Caribe colombiana: conjun-
to de expresiones y géneros musicales diversos, resultado de la mezcla de
innumerables elementos, portadora de una invaluable riqueza folclórica y
patrimonial, producto de un logro colectivo.
En estos saberes, moldeados durante un largo proceso, están involucrados,
según sea la etapa, diferentes aspectos étnicos, artísticos, socioeconómicos,
Revista Digital del Centro de información y documentación del Carnaval de Barranquilla 5

culturales e históricos; un gran torrente sonoro, que confluyen


en las innumerables corrientes musicales folclóricas y popu-
lares —tradicionales y contemporáneas— autóctonas de la Carnaval y literatura
región. Este inmenso movimiento artístico-cultural ha ganado Por: Ariel Castillo Mier
espacios dentro de la cadena de la industria musical en el Las fecundas relaciones entre la literatura y el carnaval se
mundo y agrupa más de medio millón de intérpretes, en su remontan a la Antigüedad clásica grecolatina y la época
mayoría residentes en los ocho departamentos de la costa helenística, pasan por la Edad Media y el Renacimiento,
Caribe de Colombia y en Bogotá, si bien el acelerado cre- su momento de esplendor, y se extienden hasta nuestros
cimiento y desarrollo comercial que se observa en los últimos días, algo disminuidas en Europa, pero con un dinamismo
cien años, está definitivamente vinculado con el propio de- incesante en América Latina, especialmente en el área del
sarrollo de Barranquilla. Caribe y Brasil, donde el espíritu popular del carnaval se
No en vano la ciudad tiene una gran capacidad de convo- mantiene vivo.
catoria regional e históricamente cumple un papel aglutinan-
te de las manifestaciones culturales caribe-colombianas, gra- En el presente texto nos centraremos en la presencia del car-
cias al indiscutido liderazgo que se deriva de su privilegiada naval en nuestra narrativa (cuento y novela), pero queremos
localización geográfica, su desarrollo económico-industrial y dejar previa constancia de la necesidad de un trabajo más
por la celebración del Carnaval de Barranquilla. amplio que aborde la poesía popular de las letanías, así
como las reflexiones sobre la fiesta por parte de los más
En su época republicana, a finales del siglo XIX y durante destacados escritores de la ciudad o residentes en ella des-
gran parte del siglo XX, la ciudad de Barranquilla acogió de José Félix Fuenmayor y Ramón Vinyes hasta Ramón Illán
inmigrantes procedentes del exterior e interior del país y de Bacca, Eduardo Márceles Daconte y Heriberto Fiorillo .
las subregiones de la costa Caribe colombiana.
Estos nuevos habitantes llegaron dispuestos a vincularse efec- El carnaval en la novela y el cuento
tivamente al crecimiento industrial y comercial de la ciudad;
pero también trajeron consigo su música y tradiciones uni- La desposada de una sombra
das a las celebraciones de sus propias fiestas populares,
importantes expresiones culturales que hoy día se recoge, e
incluso, se recrea en el Carnaval barranquillero. La primera recreación del
carnaval en nuestra litera-
De esa manera, el Carnaval de Barranquilla es reflejo del tura la realiza Abraham
conjunto de obras colectivas derivadas de la tradición de Zacarías López-Penha, en
una fiesta traída a América por los colonizadores europeos, su novela La desposada
que a través del tiempo ha sido enriquecido por los aportes de una sombra. El autor,
de los nativos costeños, ribereños, caribes, africanos y otros, un judío sefardita nacido
y nutrido por la fuerza de la música de la región, que define en Curazao en 1865 y
el propio espíritu de la celebración. residente en Barranquilla
Esta música se ha constituido en baluarte cultural y eje temá- desde 1887 hasta 1927,
tico central de la celebración del Carnaval de Barranquilla e año de su muerte, es con-
ícono representativo de su identidad. siderado el introductor del
Es precisamente esa identidad regional caribeña, reflejada modernismo en Colombia.
en sus expresiones artísticas y culturales autóctonas, en ge- Librero, editor de revistas,
neral, la que hace únicos y diferentes a sus habitantes den- poeta, novelista, traductor,
tro del contexto social nacional: “Desde el Darién hasta boticario, empresario de
el Cabo de la Vela, de San Andrés hasta los Montes de cine, erudito, misántropo
María, el mismo sol alumbra nuestros días y levantamos la y neurótico. López Penha
misma bandera”. (1903: 7-12) pinta el últi-
Canción institucional, ¨Aniversario de TELECARIBE 2.012 mo baile de las rumbosas
fiestas del carnaval en la
Entonces, el Carnaval de Barranquilla debe ser ese necesa- industriosa ciudad de B.,
rio e imprescindible escenario natural y permanente de im- “el delirio al cabo de un
pulso al desarrollo de la música contemporánea autóctona año de abstinencia, de
de la región Caribe, sitial reservado al protagonismo de sus prosa y de rutina” (7).
nuevas generaciones de músicos y grandes maestros, templo
abierto a la inevitable asistencia de la contemporaneidad El carnaval que López Penha registra es el telón de fondo
inmersa en las nuevas propuestas regionales, espacio de- para una acción fantástica con visos esotéricos. El carnaval
dicado a la preservación y difusión de la tradición musical aquí descrito no es el de las clases populares, sino el de la
caribe hoy resguardada gracias al colosal empeño de sus élite . Al escenario, un teatro con doble hilera de palcos e
avezados forjadores, creadores e intérpretes. interminables asientos, en el que se baila el valse y se sirve
Fragmento del proyecto FESTICARNAVAL, Festival de las Mú- un bufé, se llega en carruaje, y a la entrada, pese a la
sicas del Carnaval, UNINORTE 2010. profusión de focos eléctricos, “hacíase imposible ver claro
por entre la compacta muchedumbre de casacas, tuxedos
6 CARRUS NAVALIS

y toda la curiosa variedad de trajes negros o fantásticos” quien “bailó como patoja y con la lengua afuera para
(10). remedar a la perra Merveille, provocando la hilaridad de
la concurrencia, que no alcanzaba a tenerse de pura risa,
El protagonista, un médico contemplativo y soñador, tiene sin excluir a Mister Johns, que se le cayó la baba y hasta la
escasos veinte días de haber llegado a la ciudad, y más pipa de yeso” (188). En esta recreación se inicia una cons-
que participante es un observador. No obstante, reconoce tante en la narrativa de nuestro carnaval: la de la protago-
que “gracias al Carnaval, vime en pocos días perfectamen- nista femenina que parece encarnar la visión del mundo,
te relacionado con casi todo lo que hay de más granado la esencia de la fiesta.
en la ciudad” (8). Sin embargo, no disimula su rechazo al
viejo y barbado Viloux que “resollaba como pudiera hacer- Desolación
lo alguna enorme ballena, y apestaba tan horriblemente a
alcohol, que era una lástima no hubiese a mano alguna Este cuento de Olga Salcedo de Medina, incluido en su
sociedad de temperancia” (9) y al verlo que “tambaleaba libro En las penumbras del alma (1947), destila cierto ro-
sobre sus larguísimas zancas; y a fin de acortar tan grata manticismo folletinesco. El relato ocurre frente a la plaza de
entrevista, no tuve (¡qué remedio!) sino alargarle algunas un barrio de arrabal de calles tristes, sórdidas y estrechas.
pesetas para que buenamente se fuera… a cualquier par- En una casucha de aquel lugar, forman una destacada
te” (10). pareja carnavalesca la funeraria La Comodidad y el ca-
fé-bar El Torbellino, de luz anémica e intermitente, roja y
Fruta tropical azul; colinda con ellos, la cocina popular de Juana, quien,
pintada, coquetona, con un escote audaz y un heliotro-
Autor colombiano de origen alemán, nacido hacia 1870 po en la oreja, rodeada así de hombres que la devoran
en Barranquilla, y muerto en Europa en 1924, Adolfo con la mirada como de niños y perros, ha encendido su
Sundheim escribió en 1919 la novela Fruta tropical, pu- anafe al caldero donde fríe chorizos, butifarras, morcillas
blicada en España en 1921. A medio camino entre la y pechugas, muslos y menudencias de gallina que luego
novela picaresca y el cuadro de costumbres con pincela- sirve sobre la mesa sin escurrirles la manteca. El calabazo
das satíricas, la novela relata las hazañas de un abogado de la plaza está vestido de serpentinas, caretas, másca-
bogotano afanoso de atesorar dinero sin ningún escrúpu- ras, tiras de papel brillante y letreros alusivos al carnaval.
lo, quien haciéndose el muerto escapa de la cárcel en El propietario de la funeraria se ha disfrazado de médico
donde estaba preso accidentalmente, mediante la argucia y bebe ron blanco; a su vez, el hijo del dueño del bar
de presentar un cadáver, en complicidad con una admi- personificando la Muerte persigue con una guadaña a
radora. Después de cambiarse el nombre y el apellido se los transeúntes; la comadrona es Cleopatra, y el profesor,
traslada a Barranquilla, “la tierra clásica del camarón y Napoleón, mientras que el zapatero utiliza una totuma con
la hicotea”, (80) donde inicia un periodo de prosperidad cuerdas para ofrecer un concierto a los zapatos. El mundo
a punta de chanchullos, que culmina con una inesperada al revés se impone:
conversión al catolicismo y su matrimonio con la negra An-
gélica, casta fruta tropical. En su emotiva exaltación de la Por obra y gracia del car-
ciudad se refiere a “la temporada festiva de antruejo que naval impera la mentira
todo lo trastorna en Barranquilla” (Sundheim, 1921: 117) y todos realizan aquello
y recrea el 20 de enero, día de san Sebastián, “principio que alguna vez han so-
obligado de la serie de saturnales con que sueña durante ñado. Las niñas son se-
muchos meses el pueblo más divertido quizás de la meri- ñoritas de alto mundo,
dional América” (186). El protagonista organiza una fiesta princesas, artistas de
para sus amistades en la “que hubo diversiones para rato, cine. Las viejas, niñas.
haciendo el gasto en el ramo de carnestolendas los ado- Algunos hombres ―fe-
radores del soñoliento Momo, que se dan por carretadas nómenos del subcons-
en los patios y corrales de dicha buena tierra” (186). En ciente― son señoritas.
la fiesta se hacen presentes la comparsa de indias farotas Hay mariposas, gitanos,
al “son melancólico de las dulces gaitas, siempre ganosas árabes, pendencieros,
de repetir, hasta la saciedad, esa rara melancolía Caribe” bailarines, Pierrots y Co-
(187), los belicosos gritos indígenas con la palma de la lombinas. Ladran los pe-
mano en la boca, una cumbiamba “al son de esa música rros de dos patas… Ru-
popularísima conocida por Gallo giro, en la que la flauta gen los tigres… Embisten
lleva la voz cantante con un acompañamiento de bombo, los toros… Las danzas de
tambor y maracas” y el baile que Nacha, la doméstica, pájaros y de diablos gi-
una “avispadísma negra” de espíritu carnavalero, “mujerci- ran sobre sí, entre cantos
ta de alma noble y retozona, capaz de ahuyentar el humor y coplas. Y todos rinden
más negro, llevando la alegría a todo corazón sumido en pleitesía a su Majestad
la tristeza… pues parecía haber nacido para payaso, sien- Lastenia Primera, la rei-
do como era capaz de comprender y sentir las finuras de na electa en votación
la antigua comedia italiana, en la que con poco esfuerzo popular (Salcedo 1947:
habría hecho un Arlequín de primissimo cartello” (185), 49-50).
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En una casa, al final del barrio se encuentran Carmelo y carnaval, el cuento no solo enumera algunas de sus danzas
su mujer. Aquel ha llegado de la calle, ensimismado, a ―los Diablos, los Collongos, los Patos cucharos, los Doce
sentarse silencioso en su mecedor. La mujer, intranquila, pares de Francia, los Gallinazos y el Toro―, sino que de la
intenta conversarle y el hombre la manda a callar; viene de Danza de los pájaros describe el acompañamiento musical
rogarle a su patrón que le dé trabajo o un préstamo, pero y la vestimenta y cita los versos del papayero, el pitirri, el
se lo han negado. Tras maldecir, Carmelo sale curvado por
la angustia. Al día siguiente, a las 10 de la mañana, una
ambulancia con dos policías, rodeados de vecinos trasno- canario, la paloma y el
chados, trae el cadáver de Carmelo, quien se había lan- gavilán. Por otra parte,
zado al río. La mujer, que ha perdido la casa y el marido, uno de los personajes
abrazada al ataúd al momento del entierro, se pregunta manifiesta su preocupa-
para dónde va a coger, mientras siente en sus entrañas el ción por una tradición
remezón del hijo por nacer y se escuchan, a lo lejos, los amenazada, la Danza
gritos, las gaitas y los tambores del martes de carnaval. de los diablos, pese a
sus esfuerzos: “Yo me he
Se destaca en el cuento el contraste entre la indolencia, puesto a buscar jóvenes
la mezquindad y el pragmatismo del patrón y la alegría para enseñarlos. Con-
y la solidaridad de los vecinos parranderos y, aunque al seguí algunos pero se
parecer el relato recrea el ritual de la muerte que cede el fueron cuando les puse
puesto a un nuevo nacimiento, característico del carnaval, las uñas de hojalata y
el final del cuento es ambiguo: ¿la vida del niño que viene las espuelas de puñales”
a sustituir al padre tras el patético suicidio representa una (Fuenmayor, 1994: 72).
esperanza o la inminencia de un nuevo desastre?
El cuento, como bien
El cuento de Olga Salcedo continúa una tradición de muer- lo vio García Márquez
tes violentas en tiempos de carnaval que había iniciado en 1950, es una buena
José Francisco Socarrás en 1944 con su cuento “Al tercer muestra de cómo se pue-
día de carnaval” cuyo escenario, no obstante, es la zona de recrear la realidad re-
bananera. gional sin incurrir en lo
irrisorio del costumbris-
Un viejo cuento de escopeta mo cerril: el relato es una indagación que, sin quedarse
en lo pintoresco de la anécdota, está impregnada de su-
Anunciado como el primero de una serie que evoca a la perstición religiosa sobre el tema del mal, al tiempo que su
vieja Barranquilla, este cuento de José Félix Fuenmayor se minuciosa observación del orden doméstico abarca la me-
publicó en la revista Crónica del 27 de mayo de 1950. Un dicina popular y la culinaria caribe, todo desde la perspec-
par de ancianos, Martín ―alto y huesudo― y Petrona ― tiva del hombre del campo. El tratamiento de la escopeta
bajita y débil― deciden mudarse del campo a la ciudad. es una muestra temprana de ese realismo mágico que des-
Venden su finca con todo y se trasladan a la incipiente cubre cómo las cosas tienen vida propia y sólo es cuestión
urbe ―ella en burro; él a caballo―, pero se traen una vie- de despertarles el ánima. La perspectiva de extrañamiento
ja escopeta adquirida mediante el trueque por una carga del carnaval por parte de un campesino candoroso que
de yuca a un desconocido. Como la escopeta les genera nunca lo ha experimentado y la exploración de un tono co-
temores y quieren deshacerse de ella, Martín, al escuchar loquial de cuentero oral y de las situaciones humorísticas le
que los miembros de un grupo del carnaval, la Danza de confieren credibilidad al tratamiento del tema y constituyen
los pájaros, necesitan una para su representación, decide una lección que aprendieron y aprovecharon sus discípulos
regalársela, pero estos solo la aceptan prestada. Durante Álvaro Cepeda Samudio y Gabriel García Márquez.
seis carnavales consecutivos la escopeta es la sensación
hasta cuando en una ocasión al escenificar la muerte del Domingo de carnaval
gavilán por el cazador en defensa de la paloma, se dis-
para y da muerte al danzante. En la confusión aparece un En su libro Guineo verde (1966), Néstor Madrid Malo in-
extraño en busca de Martín para que recoja el arma, y su cluyó este cuento en el que narra la historia del disfraz del
mujer cree ver que ese hombre es el mismo vendedor que, hombre acuchillado al que el público le celebra la persuasi-
según su intuición, no es otro que el diablo que carga las va representación de su agonía. Estimulado por el éxito, el
escopetas. disfrazado diversifica la intensidad de su dramatismo, pero
el público prestándole atención a otros disfraces, lo ignora.
El cuento recrea, pues, esa creencia tras la cual subyace Más tarde el disfrazado regresa con mayor realismo en el
la idea de la fatalidad y la desgracia asociadas al espíritu tono y en los gestos, pero el público se fastidia. Solo cuan-
del mal. El narrador logra crear un clima con visos mági- do lo ven que cae al suelo boca abajo entre espasmódicas
cos alrededor de la escopeta que va transformándose con contracciones, el público retoma el interés en el disfraz,
el tiempo, y el percance final, acompañado de un previo elogia la fidelidad de la imitación, y lo aplaude. Atribuyen-
proceso de inapetencia y deterioro en la salud de Martín, do la inmovilidad del hombre a su completa embriaguez,
pareciera enjuiciar ese embeleco de abandonar el campo alguien se le acerca, para ayudarlo a levantarse, pero al
por la ciudad, dominio del demonio. Ambientado en el
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moverlo descubre que esta vez la sangre no es de anilina calculado su matrimonio con la misma perspicacia que le
ni el cuchillo falso: el hombre está muerto. servía para comprar negocios en quiebra y en un año sa-
carlos a flote” (Moreno, 1980: 109); y, por el otro lado,
Aunque por momentos pareciera que lo central en el cuento víctima de los prejuicios de su madre, incansable centinela
no es el carnaval en sí, sino las dramáticas relaciones entre de una virtud hipócrita. Laura, deprimida por la conclusión
el artista y su público, los riesgos mortales del narcisismo; a la que ha llegado, a la hora del crepúsculo, un sábado
pese a que el narrador se refiere al “multicolor vaivén del de carnaval, después de escuchar el pausado campaneo
Carnaval” (Madrid Malo, 1966: 32) y a su “policromo de La Inmaculada, cuando las danzas que acompañaban
rondel de extravagancias” (33), el final de terror del rela- la carroza de la reina, entre el resonar de los tambores y
to, revela un oscuro, macabro humor y una visión sombría la queja alegre de las gaitas, debían de estar, en pleno
del carnaval al advertir acerca de los riesgos del disfraz Paseo Bolívar, se toma varios puñados de tranquilizantes y
cuando se confunde la realidad con la ficción. Se trata, somníferos.
en fin, de una visión bastante negativa del Carnaval como
funesta farsa, como simulación aciaga, que sin la menor Este cuento parece la otra cara de la moneda de Deso-
duda distancia a este cuento del sano regocijo que marca lación. Si en aquel, los personajes pertenecían a la clase
la tradición de la literatura carnavalesca. baja, aquí son de la élite; si en aquél se suicidaba un
hombre, aquí lo hace una mujer. Y en ambos, se escucha
El emperador africano a lo lejos el resonar ronco de los tambores y el lamento de
las gaitas. En los dos cuentos, escritos por mujeres que de-
En 1974 se publicó en el Suplemento del Caribe este nuncian la sociedad patriarcal, el carnaval es un telón de
cuento de Álvaro Medina que también reflexiona acerca fondo para contrastar la expansión de la alegría popular
de la esencia del disfraz, pero su solución es sustancial- con el fracaso personal y la insensibilidad de los otros. La
mente diferente: mientras que Madrid Malo parece desca- banda sonora del carnaval es un marco irónico para reve-
lificarlo, Medina apunta al aspecto mágico que esconde lar la otra cara ―de pesadilla― de un pueblo carnavalero
el acto de disfrazarse. Una frase pronunciada de repente en cuya vida diaria se imponen la injusticia, la ausencia
por un personaje “en Carnaval los mejores disfrazados no de la alegría, la represión constante, el miedo al placer, la
están disfrazados: en esos días no representan como en el agresión anuladora y los prejuicios religiosos.
resto del año, sino que son lo que son”, sirve de punto de
partida a un relato que culmina fantásticamente, como el La noche feliz de Madame Yvonne
de José Félix Fuenmayor: el personaje Meco, disfrazado
de pájaro, vuela y se posa en el guante de la reina del En 1977, para darle cuerpo y cerrar la edición de su pri-
Carnaval y luego se encarama en el espaldar de su silla mer libro de cuentos, Marvel Moreno escribió La noche
y amenaza a sus amigos con el pico. Este cuento explora feliz de Madame Yvonne, un cuento que se aparta del tem-
el clásico motivo carnavalesco de la metamorfosis con un ple habitual de la narrativa de la autora en la que resuena,
tono sostenido que le confiere su eficacia: “la vaina debió si bien plenamente asimilado, el fuelle trágico de Faulkner.
ser tan clara como una noticia bien redactada y nada fue El cuento ocurre un sábado de carnaval en el patio An-
oscuro, pero nadie entendió” dice el cuento al comenzar daluz, sitio donde concurre la crema y nata de la ciudad.
y así prosigue hasta el fabuloso final. La proliferación de Allí confluyen esa noche diversas nacionalidades, idiomas,
apreciaciones acerca del hecho ofrece una visión comple- clases sociales, posiciones políticas, sexos, licores, comi-
ja del mismo. La de Medina es la primera narración que das, músicas, culturas, autoridades y saberes, cuando la
nombra lugares reales de la ciudad ―la calle Cuartel, la ex prostituta y ex presidiaria marsellesa Yvonne, que ahora
verbena de una candidata del barrio Boston, las botellas como lectora del tarot, las cartas y la bola de cristal, en
de Fala, el paseo Bolívar, la estatua de Bolívar, el bar La Siape, el barrio de las queridas de los adinerados de la
Cueva, la Emisora Atlántico y el locutor Carlos Fernández
Garay. ciudad, conoce al dedillo de
Algo tan feo en la vida de una todas las intimidades ―secre-
tos, infidelidades, traiciones,
señora bien maledicencias, miedos― de
la sociedad barranquillera,
Dieciocho años después de haber sido reina del Carnaval se emborracha, se trepa en la
de Barranquilla, como Marvel Luz Primera, Marvel Moreno tarima, agarra el micrófono y
narra en este cuento las horas finales de la esposa de Ernes- suelta la lengua, ante el estu-
to Urueta, hombre de empresa, ex presidente de los clubes por de la concurrencia, para
Country y Rotario. Laura, quien ha cuadrado perfectamente cantarle algunas verdades al
las cosas para quedarse sola en su mansión, tras un minu- magnate de la ciudad, hasta
cioso repaso de su vida que la lleva a descubrir su íntimo cuando la policía la apresa
fracaso y a sentirse, por un lado, sometida, anulada (como y se la lleva a su casa en el
la mosca en esos instantes atrapada en su habitación, entre auto del gobernador.
una ventana de vidrio cerrado y una cortina) y usada por Las inusitadas perspectivas
su marido, “aquel industrial de ojos tranquilos, que había de la borrachera lúcida de la
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bruja y de la mirada extrañada y forastera de su amigo y pregunta obsesivamente por él. El narrador acude, medio
europeo (como ocurría en Fuenmayor con el campesino borracho todavía y con el cansancio de tres días de viaje y
Martín), estructuran y confieren tensión al cuento a medida fiestas y apenas tres horas de sueño, pero al ver al padre,
que va desplazando, como un cámara, el punto de vista se le activa todo el resentimiento acumulado de hijo ilegíti-
hacia variados personajes, hombres y mujeres, de diversas mo que únicamentes ha recibido dinero, pero no afecto, y
profesiones y distintos intereses: el playboy, el capitalista decide, cuando lo dejan solo, ahogarlo con la almohada.
mayor, un mesero terrorista que sueña con las venganzas
que se tomará cuando sea comisario, el siquiatra loco de De ahí en adelante la narración se convierte en un alud
la ciudad, el pintor de vanguardia, el cantante guerrillero, vertiginoso de acciones matizadas por los recuerdos, las
una modelo en desgracia, una ejemplar madre de familia reflexiones y los sueños del protagonista, un ser amoral, sin
cuyo hijo de dos años todavía no camina, la esposa de un el menor sentido de culpabilidad, extranjero en su tierra,
aristócrata tarado y millonario, etc. ajeno a reglas y valores que, simultáneamente, inicia una
nueva existencia de continuas contravenciones al tiempo
El gran acierto del cuento está en el personaje Yvonne, que emprende un viaje al fondo de la noche de su pasado.
quien por el conocimiento que tiene de los papeles que
cada uno representa en la vida cotidiana, puede ver y Esta nouvelle es una auténtica fiesta de carnaval en la que
revelar lo que se oculta detrás de los disfraces y presentar se cumple una vez más el rito central del derrocamiento
una visión amplia y compleja del Carnaval y de la vida del rey de burlas como una manera simbólica de superar
de la ciudad. Yvonne, ajena a las reticencias, encarna, situaciones tiranas que entristecen la vida del hombre du-
por un lado, la voz interior del carnaval que quiere llamar rante trescientos sesenta y un días del año. La novela recrea
la atención sobre la vida verdadera que se pierde en la la idea concreta, sensible, de la decadencia de todo y su
rutina diaria y huye “en cada palabra no dicha, en cada consecuente sustitución, la muerte y el renacimiento: nada
deseo no realizado” (Moreno, 1980: 193). Su meta es permanece, nada es absoluto, ni la naturaleza ni las insti-
que la vida sea para todos un eterno sábado de carna- tuciones ni el poder. Como en el carnaval, en el relato se
val, (194), el brillo permanente del sol. Asimismo, Yvonne, vive una experiencia de libertad en la cual las reglas se
con su mirada clarividente permite que fluya ese otro rasgo infringen y se eliminan el miedo, la razón, las convencio-
del carnaval que Olga Salcedo mencionaba y que, en nes, se liberan los deseos, los impulsos y los sueños más
palabras de un personaje, podría definirse como el “aflora- profundos, y se goza a plenitud del placer de lo prohibido.
miento de lo que para bien de todos estaba reprimido. La Villalba, sin temores ni tapujos ni respeto por los valores es-
licencia, la situación que permite a la mujer sacar a la luz tablecidos, asume un comportamiento excéntrico que pone
sus más ocultos deseos” (148). Por otro lado, Yvonne per- el mundo al revés. No hay ya fronteras de género ―los
sonifica esa cara rebelde, casi subversiva del carnaval, al hombres se visten y se comportan como hembras y vice-
dirigirse con franqueza extrema al mandamás de la ciudad versa―, se abandona el tiempo cronológico de la produc-
para decirle lo que quizá todos querían expresarle, pero ción y se asume el tiempo mítico en el que se confunden
nadie se atrevía. Cuando se llevan a Yvonne, la gente la la vida y la muerte, el presente y el pasado, el placer y el
aplaude. El cuento, crítico de la realidad, revela también dolor, la realidad y la ficción, el machismo y la maricone-
las libertades relativas del carnaval puestas de manifiesto ría, el potentado y el desposeído.
cuando el portero no quiere dejar entrar al salón a un pin- Una escena clave en esta obra ocurre de noche, cuando
tor invitado, por ser negro. el protagonista se dirige al centro, compra ron y se pone a
Como en Medina, el narrador nombra los lugares de la bailar, en una tarima, con una prostituta y vive una especie
ciudad, las calles, los restaurantes, los sitios de estudio, las de epifanía en la que experimenta una suerte de disolu-
marcas de los cigarrillos, los periódicos, los licores, los per- ción en la colectividad y un reencuentro con sus ancestros
fumes, dándole al cuento ese carácter de reportaje perio- africanos: “Y de repente siento cómo una parte de mí, una
dístico sobre la actualidad polémica, típico de la literatura parte atávica, algo que clama en mi sangre desde muy
carnavalesca. lejos, desde más allá de mi madre y mis abuelos, arriba,
allá en su ancestro en África, me posee y me hace girar.
El cadáver de papá Yo estoy borracho, pero, más que nada, ebrio de un nuevo
conocimiento interno de mí mismo. Y entonces comienzo
El cadáver de papá (1978) es quizá la más intensa de las a bailar, primero con reticencia, luego abandonándome
obras de autores barranquilleros que exploran el tópico del completamente a la música, a sus cadencias, perdiéndome
carnaval. Difícilmente encontraremos otra obra en la litera- entre los laberintos de sonidos” (Manrique 1978: 92-93).
tura colombiana en la que ocurra tantas cosas tan disímiles Al rato decide marcharse y le entrega a la mujer un billete
y transgresoras en tan poco tiempo: 26 horas. El hijo bas- que esta rompe, mientras lo insulta porque ella no es mer-
tardo del político Villalba, de unos treinta años, huérfano cancía para usar y tirar.
de madre desde niño, quien ha retornado de los Estados
Unidos donde ha cursado con brillantez su carrera de Es- Ámbito de la profanación y del cuerpo grotesco, en el
tudios Internacionales y ejerce como cónsul en una ciudad libro prolifera el procedimiento técnico de la degradación,
de La Florida, recibe, a las seis de la mañana del martes es decir, el énfasis en el contacto con las partes bajas
de carnaval, la llamada del médico, para que se acerque del cuerpo y las secreciones ―semen, sangre, lágrimas,
a la clínica porque su padre se encuentra en estado crítico sudor―, así como el uso de un lenguaje en el que abun-
dan los insultos, los gritos y las plebedades. Es significativo
10 CARRUS NAVALIS

que la obra culmine el aprovecha su experiencia periodística para ofrecernos un


martes de carnaval, día fresco vivo del sábado de carnaval —los ruidos, el sol vio-
del entierro de Joselito, fi- lento, los olores, los colores— y con mirada y oído certeros
nal de la fiesta, pues de va registrando los disfraces y las frases más significativos,
esta manera se resalta el los que expresan a plenitud la visión del mundo carnava-
fin de una época de do- lesca. Desfilan allí: una tropa de muchachos vestidos con
minio y el inicio de una uniformes militares y metralletas de madera, barbudos, con
nueva era, un cambio en un letrero que decía: “Viva el sipotudo baile los guerrilleros
el poder. Tras su veloz de la 42; los cabezones de la cafetería Almendra; falsos
inmersión en el pasado, indios, maquillados con grasa de motor, haciendo gestos
Villalba inicia una nueva obscenos y con flechas de palos de escoba; un hombre
etapa de su vida, libera- vestido con una pesada gabardina negra con una falsa
da de autoritarismos, en cámara fotográfica que al accionarle un resorte dispara
la que asume de manera una “larga y monda verga tallada en corcho, venosa, cruel
autónoma su existencia y y pintada de rojo” (106); un señor vestido con pañales em-
decide comenzar su ca- pinándose un tetero lleno de ron con una mueca de bebé
rrera política, pues consi- satisfecho; un enjambre de adolescentes persiguiendo a
dera que ha dejado de unas palenqueras para agarrarles el fondillo; “máscaras
ser niño y está prepara- de mico, caras de queso, capuchones de satín verde y
do para mandar y actuar amarillos, cabezas untadas de azul de metileno, sobacos
sin escrúpulos, saltar por húmedos y cabelleras moradas” (108), entre otros disfra-
encima de lealtades y ces. Pero lo que más llama la atención del narrador son
usar los disfraces y las “las casetas donde hombres y mujeres bailaban, pegados
máscaras necesarios para preservar el poder. los unos a los otros por el sudor y la vibración de la música
como si tuvieran la pelvis soldada o fueran hermanos sia-
Uno de los méritos más importantes del libro de Manrique meses” (108); “las parejas movían muslos y caderas con
es la representación amplia del carnaval que abarca tanto los ojos fijos en un punto invisible, desplazándose difícil-
las fiestas en los clubes como las celebraciones populares mente, golpeándose suavemente los unos a los otros, las
en las calles y la plaza pública. rodillas entrando entre las piernas, los brazos en torno al
cuello, las manos en la cintura. Había ese olor agrio que
Los domingos de Charito no sólo era humo de parrillas y fritanga sino también amon-
Dos apariciones registra el carnaval de Barranquilla en esta tonamientos, frote, carne, deseos” (109). Pero el Miércoles
novela de Julio Olaciregui. La primera recrea el comienzo de Ceniza, los parranderos se enteran de la muerte del
de la fiesta: amigo ladrón cuyo nombre sale “por primera y última vez
en letras de imprenta”.
Toda la gente salió a la puerta de la calle porque estaba
pasando una carroza vacía. Apenas era mediodía pero la La segunda aparición del carnaval se da cuando Augusto,
retahíla de las emisoras, los buses repletos, las carreras de el esposo abandonado por Charito, sale vestido con las ro-
los niños, los camiones pintados (ME 109 CITO) y aquel pas de ella, pese a que desde la muerte del amigo ladrón
palacio de cartón bri- le había perdido el gusto a los Carnavales pero ello no le
llante subiendo lento por impedía desaparecer de su casa durante los últimos cuatro
la calle Murillo eran el días del mundo, eso eran para él esas fiestas; salía desde
comienzo del Carnaval. el sábado a mediodía después de santiguarse y echarse
“Se formó el coge-coge” agua de colonia por todas partes y comenzaba de verdad
(Olaciregui, 1986: 105). a sentirse más vivo que nunca, a beberse a cántaros todo
A diferencia de Marvel, el licor de caña y los ríos de cerveza que se le atravesa-
quien recrea el carnaval ban, sudando y buscando el sudor, el húmedo y antiguo
de la clase alta, en Ola- gozo de echar un polvo, harina de maíz, cal viva. El mar-
ciregui encontramos el de tes por la noche regresaba a la casa exprimido y triste,
la clase media baja, re- [pero] contento de haber sudado y mordido, mojado y
presentada por un grupo reseco, hediondo a pachulí y a vómito (187).
de amigos que alquila un Pero Augusto no regresa a casa. Guiado por “un ‘doloroso’
carro de mula y lo ador- apego a lo de abajo, al placer, al sol, a la comida, al
na con palmas y trapos sueño, a la farsa, a la risa, a la mentira, a la procacidad y
viejos y le cuelga una ba- por qué no decirlo, a la prosa” (188), en el camino se in-
cinilla desportillada que terpone un arroyo que lo arrastra acompañado de todo el
al rozar el suelo suelta basural y los excrementos citadinos. Una vez más, como en
chispas y produce risas. Olga, Marvel y Madrid Malo, el carnaval se asocia con
Con un gran despliegue la democrática muerte que no respeta las clases sociales.
sensorial, Olaciregui
Revista Digital del Centro de información y documentación del Carnaval de Barranquilla 11

En diciembre llegaban las brisas samente expuesta a sus ojos y ofrecida a su admiración,
como mágico espejo de donde huía toda miseria para re-
Esta novela amplía la visión del Carnaval que Marvel Mo- flejar la ilusión de penetrar al mundo de quienes la habían
reno había desarrollado en sus cuentos. Aquí la mundana elegido” (118).
Divina Arriaga, de belleza insolente y espíritu lúdico ha-
bitado por los duendes del desorden, con el desparpajo La última batalla de flores
de una mujer emancipada hace de su vida un desafiante
desacato en busca de la utopía de la libertad, del deseo La novela de Hipólito Palencia transcribe los manuscritos
y del erotismo. Divina enriquece esa tradición de mujeres que el mafioso paisa Orlando Montenegro le entrega a
emblemáticas del carnaval que afirman la vida en medio Polo, un amigo barranquillero, un sábado de carnaval en
del caos y son sinónimo de transgresión y escándalo, pues el que se salvó de un atentado criminal por parte de sus
dinamitan conceptos, religiones, ideologías y tabúes y asu- colegas. El texto es un
men su sexualidad sin vergüenzas como una experiencia recuento de la violencia
fabulosa al tiempo que ponen en evidencia la fragilidad que acosa a su familia
de las convenciones creadas en función del poder y, contra desde los abuelos, en
todo fatalismo arraigado, defienden la posibilidad de mo- la época de la Guerra
dificar la vida a través de una acción. Divina hace de su de los Mil Días, hasta su
casa en Puerto Colombia un laberinto que, también como madre, prostituta y narco-
el carnaval, permite a cada uno de los visitantes encontrar traficante asesinada en
su verdad más profunda, romper el orden y divertirse. Divi- Miami, sin olvidar a los
na debe salir de la ciudad porque hizo entrar al Country antepasados quimbayas
una comparsa de ochenta personas disfrazadas de mane- aniquilados por los con-
ra equívoca en la que quistadores españoles. En
toda una vida de priva-
había de todo en una irreverente amalgama: monjas de ciones y desplazamientos
caridad empujando co- y muertos, para el prota-
checitos de niños dentro gonista solo existe un día
de los cuales dormitaban feliz: el de la llegada con
hombres cubiertos de un su madre a Barranquilla,
simple pañal, las peludas un sábado de carnaval:
piernas al aire y un bibe-
rón de whisky en la boca; “Hoy comienza el carnaval, cuatro días de desorden”, se
colegialas en el uniforme le adelantó el chofer del taxi a mi madre, “pero aquí el car-
del Lourdes perseguidas naval dura todo el año y esta es la semana cuando más se
por viejos que les tiraban acentúa, ya usted va a ver cómo a la gente no le importa
las trenzas con sonrisitas sino parrandear”; se había dado cuenta que éramos del
maliciosas; travestidos interior y terminó alabándonos: “Aquí la gente no trabaja,
acicalados coqueteándo- no es como en el interior del país, yo creo que lo que los
le descaradamente a los mantienen en pie la economía de esta ciudad son los tur-
espectadores; cuatro Ma- cos y los paisas que vienen a trabajar y a hacer fortuna…”
dres Católicas vestidas (Palencia, 1993: 89).
de “mamasantas”, [que La experiencia vivida allí con sus primos de una ciudad
fueron] generando un am- en la que se respira música, con un ritmo de tambor que
biente de disipación en el acelera las cosas y canciones que se chocan unas contra
club de manera que en la otras, la visión de los disfaces de El Zorro, Supermán, el
pista de baile las parejas luchador enmascarado, el indio negro, los monocucos, las
se abrazaban al grado marimondas, la existencia de una batalla de flores, de ale-
de sus deseos y no de sus gría y no de muertes, las nubes de maicena, las romerías
vínculos conyugales y los borrachitos habían organizado de encapuchados, las verbenas de los barrios, las papa-
frente a la piscina el concurso del chorro de pipí más largo yeras, las carrozas, el hombre sin cabeza, el ahorcado del
y abundante mientras [que los demás (…)] se batían a pes- carro de mula, la araña gigante, el bebé inmenso con los
cozones [a medida que destrozaban (…)] las primorosas pañales cagados, las flores, los confetis, los cabezones, los
matas del jardín (Moreno 1987: 108). enanos, la muerte con su garrocha, la danza de los labios,
Cuando años después Divina regresa a Barranquilla con su los negros de carbón y achiote, la danza del garabato, la
hija Catalina, continuadora de su legado de independen- del paloteo, de los goleros, de los pájaros, las Ánimas, la
cia, y candidata a un reinado del periodismo, la narrado- Burra Mocha, los congos con sus machetes de madera, los
ra presentando una reflexión desengañada de la fiesta se duelos de picós, “el gigantesco aparato por donde salía la
refiere a “ese pobre pueblo acostumbrado a recibir cada música tan grande como un escaparate, pintado con co-
año, junto con cuatro días de licencia y mucho ron, a una loridos dibujos” (97), el velorio de Joselito, la radio a todo
reina del Carnaval como mensajera intocable, pero gracio- volumen, constituyen para el personaje una “omnipotente
12 CARRUS NAVALIS

fantasía que convertía […] fantasmas, [o (…)] temores en la ciudad, así como la recreación del habla barranquillera
alegría” (93). Marcado por esta vivencia, Orlando regresa con su léxico típico, sus dichos, sus piropos y hasta sus ple-
cada vez que puede y es paradójica la reacción de sus bedades y avisos en verso en los baños. Como la mayoría
dieciséis guardaespaldas matones que al recibir la primera de los textos mencionados, el carnaval está ligado a la
nube de maicena en los camperos Toyota se quejan de la muerte, pero asociado con un nacimiento. Aunque Juana
exagerada violencia (11). muere feliz y gozosa, deja un Zabuloncito, hijo de la Gua-
cherna, que nace en octubre.
La noche de la guacherna
Si Hipólito Palencia se vale de la peculiar mirada de un
El pez en el espejo
paisa, Alfonso Hilarián escoge a Zabulón Zarid, nativo de En 1984, el mismo año en que el lunes de carnaval un dro-
Estambul, para presentar su mirada sorprendida del carna- gadicto que cursaba octavo semestre de Medicina les quitó
val, y quien viene al Caribe colombiano por recomenda-
ción de un médico amigo a fin de llegar a Palenque, lu-
gar donde le han dicho que puede encontrar la mujer que la vida a trancazos a tres mu-
resista el tamaño colosal de su falo que privó de espanto jeres, Alberto Duque López
a Farina, la paisana con quien se casó en su tierra. No publicó la novela El pez en
obstante, por casualidades del destino, se encuentra con el espejo que desde la porta-
Juana Candor que padece el problema contrario: es tal la da resaltaba las conexiones
profundidad de su vagina, que su esposo la abandona el con el crimen. No obstante,
día de la boda porque está “desfondada” (Hilarión, 1993: la presencia del carnaval en
60). Juana sobrevive a veinte años de soledad hasta cuan- esta novela es prácticamente
do una tarde llega de compras al almacén La Perla de nula, no va más allá de una
Estambul del libanés Mustafá, en la plaza de San Nicolás, simple localización temporal.
en el momento en que llega Zabulón vestido con una bata El personaje mismo es ajeno
y al saludar de abrazo a a la fiesta: “Nos quedamos
su paisano y le deja ver callados, yo la miro a usted,
la solución ideal para su Olga, ahí sentada muy quie-
problema. Tras una minu- ta con la cabeza hundida
ciosa búsqueda de vida por uno de los golpes que le
o muerte, Juana logra di cuando usted dijo que qué
encontrar en la noche de raro que no se sintiera nada
Guacherna de 1989 al en la calle, que dónde se
alicaído Zabulón, cuyo había metido la gente un do-
viaje a Palenque había mingo de carnaval por la noche, que si era que la alegría
sido una nueva frustra- de Barranquilla estaba desapareciendo y usted se volteó
ción. Juana se lo lleva a hacia mí, Olga y me preguntó: Tú qué opinas?, yo la miré
su casa en el barrio Aba- y le dije: A mí de fiestas no me pregunte porque prefiero
jo y nueve meses después otras cosas” (Duque, 1984: 55). En esta obra, el suceso
nace Zabuloncito. Para la criminal es un pretexto para desplegar cierta destreza técni-
Guacherna siguiente deci- ca en el manejo de los monólogos interiores, en el cambio
den celebrar, pero Juana de los puntos de vista temporal y espacial y del narrador,
pone una condición: que libre de las ataduras del realismo, lo que le permite poner
Zabulón le introduzca el a hablar a los cadáveres. Aunque se apoya en la crónica
pene completo, lo que no roja, el autor se aparta de los sucesos reales, y se despreo-
había hecho por temor a cupa por completo de los móviles del asesinato: lo único
hacerle daño. Juana mue- que parece interesarle es la reiteración pueril hasta el can-
re en el acto. sancio de las imágenes de sangre, maltrato y destrucción.
La truculenta anécdota, La muerte no triunfó aquí
de por sí carnavalesca, no parece más que un pretexto
para celebrar la ciudad, sus habitantes y sus carnavales. Esta obra de teatro de Mario Zapata, finalista en el Premio
Se nombran allí con nombre y apellido a las familias adi- Nacional de Dramaturgia, cuyos jurados fueron Santiago
neradas, a los locutores, a los futbolistas, a los músicos. García, Griselda Gambaro y José Sanchis Sinisterra, se
No obstante, también se cuestionan con contundencia las desarrolla en un barrio de clase baja de Barranquilla, con
corruptas costumbres políticas de la urbe. Sorprende cómo música de verbena al fondo. El protagonista, Chachachá,
este escritor del interior, que además fue alcalde militar un joven a quien solo le interesan la música, la pachanga y
en la época de Laureano Gómez, capta y festeja con hu- la buena vida, el sexo (“polvo que se deja pasar, es polvo
mor la esencia del carnaval. Asimismo llama la atención que se pierde”) y los sábados para bailar y salir, un don-
la plasticidad de las descripciones de los diversos eventos juán profesional que no trabaja y vive un romance apasio-
de la fiesta, de las costumbres y de numerosos lugares de nado con la Cubi, una muchacha desparpajada (“la vida
Revista Digital del Centro de información y documentación del Carnaval de Barranquilla 13

es una sola y hay que gozarla”), que tiene ritmo y cadencia flexiona sobre él. Ramón
en los movimientos, pretendida por el turco Isaías, el aco- Bacca (1998: 185-200)
modado del barrio, quien intenta seducirla con dinero y quien ya había adelan-
mediante la presión sicológica de Rosendo, un homosexual tado un lúcido y ameno
que se le pasa vigilando la vida ajena y difundiendo chis- estudio sobre las relacio-
mes, y que le propone a Isaías contactar al profesor Yurini nes entre la literatura y el
para que invoque a la Muerte y le quite a Chachachá del carnaval en Barranquilla,
medio. La Muerte llega por el joven, pero este hábilmente incorpora aquí algunas
la seduce con suavidad y encanto y entusiasmo y ganas de de sus observaciones al
vivir y la emborracha para que bote el bendito garabato y tiempo que asimila los
eche una canita al aire. Su novia acude en su ayuda y viste aportes anteriores desde
de adornos a la Muerte con collares y pañoletas. Ante el Abraham López-Penha
fracaso de la Muerte en su misión, llega el Diablo medio hasta Guillermo Henrí-
enfermo con mareo y ahogo y pide una cerveza para que quez. Esta novela es un
se le pase la maluquera. El Diablo insulta a la Muerte y texto que indirectamente
se la lleva, aun cuando no puede impedir que esta le tire se autoanaliza y provee
besitos a Chachachá. En la obra participan asimismo dos al lector las claves para
disfraces típicos del carnaval: las negritas puloi y las mari- su comprensión como un
mondas. Por el humor desplegado, por la afirmación vitalis- “coctel de Ibsen y Freud”
ta, por la celebración del gozo, la alegría y la jocosidad, (94), una “película de
por la irreverencia frente a las autoridades y lo establecido, acción que termina en
por la sensualidad de los jóvenes, por su triunfo sobre los melodrama” (150) o una fusión de tragedia griega y cine
mayores, esta obra de Zapata constituye una interesante y mexicano que oscila entre la onda espiritual y la fragan-
válida traducción del espíritu carnavalesco al arte. cia del pecado (18) con la eclosión de ecos anticlericales
contra los traumas generados por la religión, aunados a
A lo oscuro metí la mano un aire de insurrección política, con el fondo musical de la
Sonora Cordobesa con compases de Vivaldi.
Incluido en el libro Sin brujas ni espantos (1996: 111-
119), este cuento de Guillermo Henríquez ahonda en un Pero el Carnaval de Barranquilla, “la ciudad del caimán”
motivo enunciado, pero nunca abordado en la narrativa de Ramón Bacca no es lo público y evidente de cuatro
del carnaval: la homosexualidad masculina. El relato ocu- días con sus disfraces de senadores romanos y filósofos
rre en el burdel La Ceiba en cuyos alrededores merodean daneses. El autor le apunta a lo otro, a lo íntimamente
curiosos “en procura de algo que no se sabe” (111). Ro- escondido, a lo que surge posteriormente, pues “después
berto, que acaba de llegar a la ciudad, se encuentra con del carnaval lo que vale es el disfraz” (202): el carnaval
que su amigo Julio le ha conseguido pareja para toda la metafísico de temores y temblores. A Bacca le interesa ese
temporada de carnavales: el capuchón azul 8558. Al sen- carnaval permanente de la vida secreta (aquí vista como
tarse en la barra ve a través del espejo el disfraz de número la verdadera), la de los personajes que en su rutina diaria
sicalíptico, acompañado de otro de malla negra. Después viven en licencia ininterrumpida una doble vida con sus
de un rato de baile apretado, Roberto siente un bulto sobre disfraces invisibles: la vida de las sex-escapadas, el sibari-
su muslo y le pregunta a la pareja si se trata de un arma tismo, la promiscuidad, el Eros incesante, las perversiones,
o un liguero. Mientras su acompañante se retira con el las culpas, los pecados capitales, los tumores ignotos, los
pretexto de ir al baño, Roberto se acerca al cantinero para temores, el voyerismo, el sonambulismo, el bestialismo, la
aclarar la situación cuando este le revela que “aquí no misoginia, el racismo, las pasiones insaciables, las redes
vienen mujeres, y en carnaval menos. Lo mejor es que sigas de mentira, los embarazos histéricos, los pesos en la con-
divirtiéndote”. Roberto entiende que ni el capuchón ni Julio ciencia, la bestia velada, las esterilidades ignoradas, la
lo han engañado, porque el número capicúa lo dice todo disfunción eréctil, el cáncer secreto y las frases imprudentes.
y “esa chica aún le gusta”. El relato está lleno de equívocos
y de humor, tal y como lo prevé un verso de la canción que La vida burdelesca de Barranquilla, nocturna y cosmopolita
sirve de título al cuento, “A lo oscuro/ yo hice mi lío”; el del barrio chino con sus muchachas egipcias, los futbolistas
relato apunta al ocho, a situaciones circulares, a las que un brasileños, el Shangai, el salón Carioca, el Bar-Bar-O es
erotismo creciente signa. uno de los hilos conductores de esta novela que por mo-
mentos abruma con la desbordada y delirante imaginación
Disfrázate como quieras y el humor incesante. Pero no se trata de una historia frívo-
la: detrás de la epónima familia Altapuya, la impostura de
Esta novela de Ramón Bacca publicada en 2002 es quizá los atridas en el Caribe, está una metáfora de la ciudad,
la más ambiciosa y sutil de cuantas se han escrito con esta de la región, del país (tan monstruoso como el engendro
fiesta como motivo del carnaval, pues en ella confluyen el que para Laureano Gómez definía al liberalismo, esa mez-
carnaval como tema y como visión del mundo y lenguaje: cla, en un mismo cuerpo, de violencia, oligarquía e ira),
por un lado, se describe sobre tamboras, comparsas, dis- expuesta al vaivén de las bonanzas pasajeras y a la esta-
fraces, danzas mientras se narra el carnaval; por el otro, bilidad de la corrupción política.
se representa, se recrea (se encarna en la escritura) y se re-
14 CARRUS NAVALIS

Rebolo en Carnaval sabroso y ardi- un momento dado se ve bailando con una mujer disfraza-
da de felina a quien no logra identificar, aunque por el olor
ente que corre por las venas a lirios le recuerda a Susana. La armonía de los cuerpos en
Periodista integrante de la Danza del torito, Fabio Osorio el baile, el estímulo de la música, el calor de la multitud y
ha abordado en tres libros, Rebolo en Carnaval (1999), las incitaciones de una pareja de gordos disfrazados que
Carnaval sabroso y ar- le dan ron y le sugieran con gestos obscenos el encuentro
diente (2001) y Carnaval sexual con la pareja, excitan a Roberto y lo llevan a propo-
que corre por mis venas nerle a su acompañante la salida del salón hacia un sitio
(2004) el tópico del car- de mayor intimidad, el cual resulta ser un motel de mala
naval de Barranquilla en muerte en el que, tras consumar su relación con la tigresa,
uno de sus barrios popu- se queda dormido. Al día siguiente Roberto despierta solo,
lares emblemáticos: Rebo- y cuando las gentes van a misa por el inicio de la Cua-
lo. En una serie de textos resma, emprende el regreso a su casa agradecido con los
que incluyen el cuento, la mejores amigos del mundo: los disfrazados Cepeda, que
crónica, el relato autobio- han facilitado el encuentro inconsciente y feliz con Susana.
gráfico, Osorio muestra el
universo del barrio cuya Esa gordita sí baila. (Sancocho de
vida gira todo el año en
torno al carnaval hasta tal capuchón y arroz de monocuco)
punto que en diciembre
las gentes dejan de com- La poetisa Lya Sierra in-
prar ropa y aplazar nece- cursionó en la narrativa
sidades básicas como la en 2004 con una no-
alimentación, el arriendo, vela, que trae minucio-
la educación y los útiles samente el lenguaje de
escolares para ponerse la bacanería barranqui-
disfraces nuevos. El ámbi- llera: su léxico, dichos,
to de las verbenas, la no- comparaciones, metá-
che, los picós, los bares, foras, insultos, refranes,
las putas, el bordillo, los bacanes, las danzas de carnaval apodos, piropos, jue-
y los disfraces son los motivos recurrentes de sus textos, en gos de palabras y letras
los que se aprecia la recreación del lenguaje popular. Que- de canciones, al tiempo
dan aquí retratados los valores de una comunidad en los que registra las costum-
que el machismo, la homofobia, la violencia, los traseros bres y lugares habitua-
femeninos, la droga, el alcohol y las “malas palabras” son les de la clase media
una constante. Testimonio crudo, pero ameno de un mundo baja. El texto encarna la
marginado al que estos textos intentan darle voz a través visión del mundo de un
de personajes que nunca la han tenido. Sin embargo, el personaje emblemático
esquematismo y cierta superficialidad impide al escritor la de la ciudad y su carna-
experiencia de transformar el conocimiento revelando al val, la Gordita, a quien
lector lo no dicho, lo invisible, que le confiere trascenden- solo le interesan la comi-
cia a un relato. da, el baile, el combo,
el ambiente, el sexo, las telenovelas y la salsa, pues la vida
Tras el antifaz hay un aroma es una sola y no existen repuestos. En sus relaciones familia-
res y afectivas, en el trabajo, en los buses, en la política, en
Entre febrero y marzo de 2003, en tres entregas consecu- el baile, en el café, en la cama, en el exterior, en las verbe-
tivas, dos impresas y una virtual, Guillermo Tedio publicó nas, en los desfiles del carnaval, en el estadio de fútbol, el
este cuento que celebra y recrea con precisión e imagina- retrato de la Gordita es presentado como arquetípico del
ción los elementos identificatorios del carnaval y la efica- barranquillero común, con sus virtudes y defectos: aficiona-
cia de sus rituales, una situación típica del festejo: el baile do al Junior, lector del horóscopo y de las páginas de cine
con una persona desconocida puede conducir a sorpresas y deportes, cara limpia y entrón, impuntual y amiguero.
terribles. El narrador, Roberto, sostiene con cierta lucidez Novela de formación que recrea la educación sentimental
una relación venida a menos con Susana, su esposa, y que de una joven que se forja a punta de tropezones, esta obra
en cuanto a sus constantes desavenencias es muy similar a ahonda sin pedantería en la significación del carnaval,
la de sus vecinos de piso, los Cepeda, aunque con una di- incluso, en particular, en las dolorosas relaciones entre el
ferencia de forma: mientras estos viven sumidos en el escán- carnaval popular y la pobreza, encarnadas en un disfraz
dalo, Roberto y su mujer naufragan de manera silenciosa. perenne, el de las culebras cobradoras que amargan todo
El martes de carnaval el narrador se concede en una licen-
cia, sale de su casa sin avisar, se interna en el carnavalero el año la vida de quienes se divierten los cuatro días de
barrio Abajo, que le es desconocido, se emborracha y en carnaval a costa de 361 días de penalidades.
Revista Digital del Centro de información y documentación del Carnaval de Barranquilla 15

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16 CARRUS NAVALIS

Redefiniendo la gestión cultural


como instrumento de cambio
Por: Ana Elizabeth Patiño Ortiz

La cultura es el gran tema de nuestra época; un concepto social desempeñe su papel actuando en favor de su futuro.
con una amplia historia y con una gran relevancia actual,
por cuanto se relaciona con problemáticas y preocupacio- La alternativa cultural mejor diseñada es aquella que ve
nes del presente como la identidad, el patrimonio cultural, a las comunidades y grupos sociales de cada nivel de la
la democracia, el desarrollo, la educación, las artes, la sociedad participando y organizando su proyecto de vida
ciencia y la tecnología, las comunicaciones, la solidaridad, de acuerdo con su propia visión del mundo, en defensa de
entre otros temas. su identidad y valores culturales, de cara a otros diferentes
o similares.
Como un modo de organizar el movimiento constante de
la vida cotidiana, la cultura es el elemento propulsor de los Al interior de una cultura, de un pueblo, hay muchas cultu-
cambios; es en ese lugar de encuentros donde se desa- ras, a veces contradictorias, que tratan de legitimarse; por
rrolla y alcanza su carácter diverso, fluctuante, mezclado. eso el campo de lo cultural es un espacio de conflictos
Hablamos que somos y construimos culturas híbridas. donde se validan ciertas expresiones y prácticas. No hay
un estado idílico, sino tensión interactuante, vigorosa, que
Pero no la estudiamos únicamente en calidad de produc- se impone, resiste, se expresa, se vive. Las culturas tratan
to de un aprendizaje ilustrado, o posesión privilegiada de de imponer lo que somos, o lo que creemos y queremos
unos conocimientos y saberes librescos cultivados con or- ser. […] No existen pueblos como unidades cerradas. Una
nato y refinamiento; tampoco la aceptamos como la única cultura se define no solo por el intercambio con otras, sino
respuesta del pasado, de una herencia social, o cierto por las mismas contradicciones que la constituyen. Por las
estilo de vida para conservar y proteger. pugnas y las batallas que en ella se dan.
La cultura como el sentido práctico de la vida es el mismo La cultura para el cambio arraiga la construcción de la paz,
devenir y el cambio. Ella se va creando, va siendo. Dis- la reformación de modelos de trabajo cultural, de forma tal
curre, lucha, se impone; propone un destino personal y que se logren trasformaciones y condiciones objetivas para
colectivo, discute y construye futuro. un desarrollo incluyente, sostenido y más humano.
La propia especificidad de la cultura y su expresión como Se trata de la construcción de una cultura de la conviven-
características sintéticas del desarrollo de los individuos, de cia y el respeto que vaya trasformando paulatinamente los
los grupos y la sociedad, la dotan de una extraordinaria rasgos negativos en la vida cotidiana de las comunidades
complejidad que se expresa no solo en el crecimiento y sociales. Aparece entonces una cultura de lo público, la
valoración del pasado y del presente, sino, además en de todos, que amplía el crecimiento del tejido social y la
el impulso trasformador que nos mueve hacia el progreso reconstrucción de la sociedad civil.
como vínculo permanente entre el pasado y el futuro.
Por tanto, los interrogantes sobre el Carnaval de Barranqui-
Se trata de volver a concebir y entender la cultura según lla como Patrimonio Oral e Inmaterial de la Humanidad
la referencia de su significado etimológico. O mejor aún, deben ser:
entenderla en plural como culturas, “cultivos”; semillas de
vida que van siendo formas y maneras de ser, hábitos y • ¿Qué se debe rescatar del olvido, la homogenización,
maneras de pensar y hacer que apuntan a nuevos modos la frivolidad para ser conservado y protegido?
de ver el mundo. • ¿Qué creencias nos identifican, arraigan; y cuáles nos
Concebir la cultura como instrumento para el cambio im- inmovilizan o limitan el crecimiento?
plica un proceso de creación desde las iniciativas de las • ¿Qué dimensiones de la vida de la comunidad mere-
comunidades, que deben asumir la responsabilidad de su cen promocionarse o impulsarse?
futuro y redefinir los fines humanos de cada actividad so-
cial, así como adoptar nuevas alternativas de origen ciuda- • ¿Qué dimensiones y prácticas nuevas merecen introdu-
dano, que con autonomía y libertad se responsabilizan de cirse para dinamizar procesos comunitarios de contacto
su futuro. y relación con otros espacios, lugares, país y mundo?
Esto requiere decisión, voluntad para trabajar en función Sobre la base de estos presupuestos, crece la conciencia
de las trasformaciones que partan de la fuerza y de la acerca de la necesidad de abordar la gestión para el de-
capacidad humana para la búsqueda de soluciones. Se sarrollo del Carnaval de Barranquilla desde una perspecti-
trata de analizar a fondo los problemas, las causas que los va que sitúa al hombre en el centro del proceso, dándole
originan, que cada hombre y mujer, grupo humano y clase un valor real a la definición de un proyecto, de un proyecto
Revista Digital del Centro de información y documentación del Carnaval de Barranquilla 17

de vida, donde Carnaval de Barranquilla se asuma como sector cultura hacia ámbitos que antes no le eran propios y
un instrumento para el cambio dirigido a crear nuevos mo- en los que cada día adquiere una mayor relevancia y po-
dos de ser y de vivir. sicionamiento. Esta nueva situación es la que ha motivado
el reconocimiento y la necesidad de una función gerencial
Si de la cultura de lo que somos, nace el desarrollo que en la cultura, diferente a la creativa; espacio que ocupa la
queremos, su gestión implica profundizar ambos aspectos, gestión cultural.
para encontrar el camino y la dirección del desarrollo del
Carnaval de Barranquilla. Así, ayudando a construir el te- Inicialmente, la noción de gestión cultural ingresa al discur-
jido social, se crean las condiciones para que las comuni- so cultural en América Latina hacia la década de los ochen-
dades se organicen cada vez más y trabajen por su propio ta tanto en las instituciones gubernamentales como en los
bienestar. grupos culturales comunitarios, como una propuesta distinta
de actividad cultural a la realizada por “animadores cul-
Lo que nos ocupa entonces es el desarrollo social y cultural turales”, “promotores culturales”, “trabajadores culturales” o
del Carnaval de Barranquilla; la capacidad de movilizar a “administradores o gerentes culturales”.
las comunidades para que asuman la fiesta como un espa-
cio vital de participación, organización y decisión. Los roles de animadores y promotores culturales poseían
una tradición importante en España, que les permitía incre-
La dinámica de la vida cotidiana es la gestora de la cultura mentar y fortalecer la mediación entre los productores y los
y ya lo que importa es enriquecer la experiencia cotidiana receptores de cultura. Como lo plantea Víctor M. Quintero,
de la gente, ampliar su visión del mundo, acrecentar su los animadores y promotores culturales, ejes fundamentales
tolerancia, su capacidad de convivir democráticamente, es de los desarrollos culturales en los municipios y regiones,
decir, buscar su dignidad y calidad de la vida. Y esto administraban las organizaciones culturales (bibliotecas,
exige no solo administración, gerencia y planeación, sino museos, grupos culturales) con un corte empírico y comuni-
gestión. tario que enriquecía la construcción de identidad y región.
La cultura tiene una función, organización y un sistema que La concepción de trabajadores culturales fue una recreación
utiliza lógicas, reglas mediante los cuales es posible estu- latinoamericana, posiblemente de las ideas del marxista
diar y entender su dinámica de cambio. Por eso se habla italiano Antonio Gramsci, en busca de acercar el trabajo
de gestión cultural como el desarrollo que busca la parti- material al espiritual y el desarrollo intelectual orgánico.
cipación, convivencia, organización y decisiones que con-
vengan y sirvan para el momento y el futuro. La noción de administradores o gerentes culturales, con un
peso significativo en los Estados Unidos y Francia, acen-
La gestión cultural es hoy una profesión visible y desea- tuaba la posibilidad de organizar la actividad cultural con
ble gracias a una práctica real sostenida desde finales principios y criterios empresariales. Se les llamó ingenieros
del siglo XX, que se ha ido concretando con el tiempo y culturales cuando el Estado disminuía su tamaño, y se les
los acontecimientos. Ha cobrado cada día mayor impor- daba a las organizaciones no gubernamentales la contra-
tancia, no solo por ser el resultado de un planteamiento tación y ejecución de programas y proyectos auspiciados
teórico elaborado en algún estado, institución o programa, por el gobierno. Para garantizar su efectividad, el Estado
sino por el mayor reconocimiento de la dimensión cultural les trasladaba directa y mecánicamente los conceptos y las
y su articulación con el tejido social. técnicas de la microeconomía, de la administración de em-
Las nuevas formas de relación globalizada, las múltiples presas y de la ingeniería industrial al ámbito de lo cultural.
formas de intervención en cultura han creado la necesidad Era el reino de la economía empresarial, entendida como
de especializarse o de formarse en áreas como las de ad- la administración de recursos destinados a la promoción y
ministración y gerencia, mercados, redes, comunicación y difusión.
nuevas tecnologías, […] basta solo alguna de estas, para Con el ingreso discursivo en los años ochenta de la noción
atender con mayor eficiencia y dominio las necesidades y de gestión cultural, se plantearon por lo menos tres tesis de
las demandas de bienes y servicios culturales. cambio.
Al masificarse la utilización del término “gestión cultural” es Primero, la sostenida por el escritor peruano Jorge Cornejo,
importante definir sus contenidos e identificar quienes la que plantea que la gestión cultural incluye las denominacio-
desarrollan. Se deben establecer unos consensos mínimos nes anteriores (ante todo la de animador y promotor), pero
acerca de su definición, su entorno, los agentes que inter- sin oposiciones ni modificaciones significativas entre ellas.
vienen, las funciones que ellos cumplen, las metodologías
de trabajo, las técnicas apropiadas y consecuentemente En segundo término aparece la necesidad de preservar
sus responsabilidades en la búsqueda de resultados y satis- las nociones anteriores, ya que la inclusión de la gestión
factores en una colectividad determinada. pretende borrar las fronteras entre los procesos culturales
y las actividades económicas, razón por la cual algunos
La gestión de la cultura es la respuesta contemporánea al sectores rechazan el término gestión como una intromisión
espacio cada vez más amplio y complejo que la cultura excesiva de lo económico en la dimensión cultural.
ocupa en la sociedad. Las relaciones que hoy se estable-
cen entre cultura y economía, sociedad, territorio, comuni- Y, por último, están quienes defendiendo la pertinencia del
cación (mass media y TIC) dan idea de la ampliación del concepto, y apoyados en tesis del investigador Néstor Gar-
18 CARRUS NAVALIS

cía Canclini, consideran que, por la situación actual de la En este sentido, el gestor cultural administra organizaciones
cultura, sí existen modificaciones relevantes, planteamiento desde esa noción extensa de cultura donde se desenvuel-
contrario al de Cornejo. ven organizaciones sobre patrimonio, tradición, folklore,
Surge entonces la necesidad de definir si gerencia, direc- arte, y en general sobre todo aquello que hace la comuni-
ción, administración y gestión son sinónimas, o si hay que dad y enriquece su cultura.
diferenciar estos conceptos. En todo caso, estos términos El gestor cultural es aquella persona que tiene la responsa-
pueden utilizarse para identificar la labor de los diferentes bilidad de favorecer el desarrollo cultural en su calidad de
momentos del proceso de intervención de la cultura, mas mediador entre los fenómenos expresivos o creativos y los
no son necesariamente equivalentes, aunque envuelvan
una relación concurrente que dificulta su diferenciación. públicos que conforman la comunidad social. Su objetivo
principal es establecer canales que promuevan la partici-
Dirigir es liderar, o gerenciar, y gestionar pación de las personas en la dinámica cultural territorial,
Gestionar implica todo un proceso orientado a crear con- la cual, a la vez retroalimenta y estimula la creación y los
diciones para el desarrollo, punto común entre la creación hábitos culturales.
artística y la población, entre las dinámicas sociales, eco-
nómicas y políticas que buscan el desarrollo, el crecimiento “En últimas, lo que tienen en común el administrador y el
y la calidad de la vida humana. gestor cultural, es que ambos usan herramientas de admi-
nistración de empresas para gerenciar la organización cul-
Desde la Economía Empresarial a la Economía de la Cultu-
ra se avanza más allá de la administración óptima de to- tural, pero mientras un estilo las aplica automáticamente,
dos los recursos de la organización cultural y se sobrepasa el otro las cierne y promueve sus ajustes, precisiones, dina-
la sola ejecución de programas o provisión de recursos. Es mismo y, sobre todo, su factibilidad social” (Víctor Manuel
la mirada con perspectiva y proyección a fin de intervenir Quintero).
positivamente en lo público.
Esa responsabilidad de intervenir en lo colectivo obliga a
Así, gestar es hacer un trabajo con sentido y organización. respetar la independencia del hecho cultural, a reconocer
Un ejercicio sistémico, que interpreta e integra, a partir lo que es manejable de la cultura, incluso a defender los
de una visión-misión que define políticas; traza propósitos
y metas; identifica estrategias; concreta planes y proyec- límites de su actuación y a imponérselos en materia de
tos; vigila y evalúa resultados, logros e impactos, y sobre respeto y defensa de la libertad y autonomía del propio
todo visualiza un futuro posible, viable. Dicho ejercicio tiene desarrollo de la cultura, y de evitar la degradación de la
sentido social porque afecta e incide en la comunidad, y cultura por efecto de intereses especulativos, ya sean mer-
requiere de investigación, participación y discusión en un cantilistas, mediáticos o electoreros.
mundo plural y dinámico. Gestar proyectos y servicios culturales nos lleva a buscar
Eso significa que el gestor(a) cultural debe intervenir en nuevas rutas, caminos de encuentro, interacción y socializa-
una, algunas o todas las fases del ciclo de vida de la cul- ción cada vez más cooperativos, junto con el manejo de
tura: desde que se inicia hasta que deviene del dominio
público. Estas fases son: la creación, la producción, la dis- recursos factibles con el mejor grupo humano posible; nos
tribución, la difusión, el uso y consumo. lleva a pensar en centros, entidades y empresas, cuyos pro-
cesos de organización, planeación, dirección y evaluación
Por eso, además de gerenciar organizaciones culturales, de sus planes, programas y proyectos estén al servicio de
el gestor cultural identifica las distintas culturas en el espa-
cio donde habita, promueve lugares para que la vida co- la comunidad y promueva su bienestar.
tidiana tenga lugares de encuentro y se construyan tejidos Por último, se puede concluir que el objetivo de este ensayo
sociales y comunidades felices que conviven, participan,
toman decisiones sobre qué hacer, cómo hacerlo, cuándo es revisar técnicas y herramientas de la administración de
y con quién o con quiénes. empresas que deben ser tenidas en cuenta en el quehacer
cultural y en su gestión; el diseño, creación, desarrollo y
El gestor cultural comunitario (Arango, 1996) conoce y par- evaluación de proyectos, programas, eventos y actividades.
ticipa en los espacios y procesos culturales de los grupos
y las comunidades con quienes realiza su trabajo. Sabe Especialmente busca dar respuestas a situaciones concre-
de cultura; la entiende como sector, como área, como di- tas, demandas comunitarias o problemas, carencias y limi-
mensión, facilitando con dicho saber escenarios y procesos taciones del quehacer de los actores del Carnaval, recono-
donde las organizaciones culturales promueven la búsque- ciendo y atendiendo, por supuesto, las especificidades y
da del sentido colectivo que en el grupo y la comunidad requerimientos particulares de ellos mismos, de sus grupos
se le da a la vida, así como las relaciones con el mundo
en que se vive. y colectividades locales.
Revista Digital del Centro de información y documentación del Carnaval de Barranquilla 19

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20 CARRUS NAVALIS

Indice de Autores
Ana Elizabeth Patiño Ortiz Miguel Iriarte
Licenciada en Educación, Filosofía y Letras y Magíster Poeta, publicista, periodista cultural, gestor cultural y cate-
en Administración Financiera de la Universidad Santo drático de Semiótica y Comunicación de la Universidad
Tomás de Aquino. Bogotá, Magíster en Administración del Norte. Nació en Sincé Sucre en 1957 y reside en
y Supervisión Educativa (Convenio Universidad Francis- Barranquilla desde hace 30 años. Licenciado en Filología
e Idiomas de la Universidad del Atlántico, Especialista en
co de Paula Santander y Universidad Externado de Co- Gerencia y Gestión Cultural de la Universidad del Norte;
lombia), Diplomada en Gestión Cultural, Universidad In- Magíster en Comunicación de la Universidad del Norte.
dustrial de Santander, UIS. Postgrado en Cooperación Ha sido director del Instituto Distrital de Cultura de Barran-
Cultural Iberoamericana, Beca del Convenio Andrés Be- quilla, Secretario de Cultura y Patrimonio del Atlántico, di-
llo, Universidad de Barcelona, España. Diplomado en rector de la Biblioteca Piloto del Caribe, director y editor
Cooperación Internacional y Desarrollo Social, Fundación de la revista de investigación, arte y cultura Víacuarenta,
Norte Sur, Bucaramanga. Coordinadora Área Cultural director de la Revista Oral Astrolabios; y actualmente es
asesor cultural de la Corporación LuisEduardo Nieto Arteta
del Banco de la República, sede Cúcuta y Bucaraman- de Barranquilla.
ga. Jefe del Teatro Amira de la Rosa, Área Cultural del
Banco de la República. Gestora Cultural independiente.
Juventino Ojito
Ariel Castillo Mier
Productor, arreglista, compositor, intérprete y director musi-
Escritor, ensayista y crítico literario nacido en Barranquilla. cal colombiano, nacido en Polonuevo, Atlántico. Ha par-
Doctor en letras hispánicas del colegio de México. Coor- ticipado en la grabación y realización de fonogramas en
dinador de la especialización en literatura del Caribe co- múltiples géneros musicales, junto a reconocidos artistas
lombiano de la Universidad del Atlántico y del programa entre los que se encuentra Álvaro José “Joe” Arroyo, Checo
Acosta, Carlos Vives, Corraleros de Majagual, Gabino
Cátedra Caribe del Observatorio del Caribe. Sus escritos Pampini, entre otros. Reconocido intérprete del saxofón, el
han sido publicados en revistas colombianas y extranjeras, clarinete y la flauta; Director, productor y arreglista de ¨Ju-
ganador del Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar ventino Ojito y su Son Mocaná”. Docente y conferencista
al Mejor Artículo Cultural en 2002 y Mejor Libro sobre en temas de Emprendimiento Cultural, de la música popu-
Vallenato en los últimos años en 2011. Miembro del colec- lar y folclórica de la Región Caribe colombiana. Productor
tivo de investigación literaria Gilkarí de la Universidad del de Exaltación a la Música del Caribe Colombiano, FESTI-
Atlántico. Editor de la revista Aguaita del Observatorio del CARNAVAL, Carnaval de Tradición y Barranquilla Sabe
Caribe Colombiano. Cantar. Ha recibido varios reconocimientos por su labor
artística y cultural.

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