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Modelo de prescindencia
En cuanto a los medios de subsistencia, el prototipo en este modelo está marcado por ser
objeto de caridad y sujeto de tutela. Durante largos períodos las sociedades estaban
marcadas por grandes pestes y epidemias, y con ello el miedo al contagio era un común
denominador de pequeñas y grandes comunidades. Las políticas de aislamiento eran
habituales en estos contextos, a las personas con discapacidades también eran
destinatarias. El trato a las personas con discapacidad oscila entre lo misericordioso y de
caridad, y el tratamiento cruel y marginador.
Según este modelo las causas no son religiosas, sino científicas: la persona con
discapacidad es aquella donde su integración social, educacional se encuentra disminuida
a causa de una discapacidad congénita, física, mental y sensorial. Entre los dos modelos se
da un pasaje del pecado a la enfermedad, lo que en los hechos posibilita mejorar la calidad
de vida de la persona que “padece la discapacidad”. Es un ser humano que se encuentra
desviado de una supuesta norma estándar, identificando la discapacidad con la enfermedad.
A diferencia del modelo de la prescindencia, las vidas de las personas con discapacidad sí
pueden valer en tanto puedan acercarse a patrones de normalidad a través de la
rehabilitación. Pueden hacer aportes a las sociedades en un camino de rehabilitación –
integración. Al igual que el viejo modelo, la discapacidad está en la persona (y esta es la
principal razón para hablar de una continuidad entre un modelo y otro). En el modelo médico
rehabilitador, el fin primordial es normalizar a las personas con discapacidad.
En cuanto a los Medios de subsistencia –una de las categorías analíticas utilizadas por
Palacios- además del desarrollo de la asistencia social a través de la entrega de pensiones
no contributivas y subsidios estatales, se destaca el surgimiento del trabajo protegido. La
creación de talleres protegidos de producción y experiencias similares en distintos países se
esgrime como respuesta a la exclusión del mercado laboral. El empleo protegido ilustra
claramente el modelo rehabilitador: en un contexto segregado – especial, las personas con
discapacidad desarrollan tareas laborales y/o de capacitación, por lo cual reciben honorarios
casi siempre simbólicos. Si bien el objetivo suele ser la capacitación para la posterior
inclusión en el empleo abierto (rehabilitación/normalización para la integración) en la mayoría
de los casos se convirtieron en espacios permanentes sin movilidad.
Asimismo, la ayuda estatal no guarda un sentido de restitución material por los mayores
gastos que afrontan las personas con discapacidad por las condiciones sociales y del
entorno en el que viven (transporte inaccesible, exclusión por barreras actitudinales,
prejuicios, etc.) ni implica el reconocimiento de la persona con discapacidad como titular de
derechos. Las pensiones no contributivas y otros tipos de subvenciones se basan en la
“invalidez” o “incapacidad laboral” atribuida a la persona con discapacidad desde una
prescripción médica. Porque “no pueden” trabajar. Y por lo tanto, considerada como persona
con necesidades, merecedora beneficiaria de la ayuda.
Modelo social
Orígenes y conceptualización
Los activistas con discapacidad y las organizaciones de las personas con discapacidad se
unieron para condenar su estatus como ciudadanos de segunda clase, reorientaron la
atención hacia el impacto de las barreras de la sociedad -como las actitudes discriminatorias,
edificios, transporte, estereotipos culturales negativos- que “discapacitan” a las personas con
discapacidad. Este modelo condena la segregación e institucionalización de las personas
con personas con discapacidad.
En relación a los niños y niñas con discapacidad, el modelo social destaca que deben tener
las mismas oportunidades que los niños sin discapacidad incluyendo no sólo educación y
salud sino las actividades de ocio y todos los ámbitos de desarrollo de la niñez y
adolescencia. Criticando la fórmula “rehabilitación para integrarse” y sus variaciones
(“formarse para insertarse en la sociedad”, “la escuela especial está preparada para dar una
mejor educación para chicos con discapacidad y que luego puedan incluirse en la sociedad,
etc.) el Modelo Social plantea que todos los servicios, productos, programas y políticas sean
accesibles y pensadas para niños y niñas en general independiente de la diferencia
funcional. La nueva visión de inclusión desafía a la normalidad, sosteniendo que la
normalidad no existe, sino que es una construcción impuesta sobre una realidad donde sólo
existe la diferencia.
Finalmente la idea de dependencia (en este caso material) es parte de la naturaleza humana
y no debe relacionarse directamente con la diversidad funcional, puede darse una sin la otra
y viceversa.
En cuanto a la respuesta social desde el modelo social se lucha por la inclusión en el marco
de la diversidad funcional, valorada como parte de la diversidad humana sobre la base de
tres principios: en primer lugar toda vida humana con independencia de la naturaleza de la
diversidad funcional goza de igual valor en dignidad; toda persona cualquiera sea la
naturaleza o complejidad de su diversidad funcional debe tener la posibilidad de tomar
decisiones que le atañe en su desarrollo como persona, y por ende debe promoverse ese
ejercicio. En segundo lugar la independencia tiene que ver con la toma de decisiones para
su propia vida, independientemente si las personas son o no dependientes para actividades
de la vida diaria. Y en tercer lugar las personas con discapacidad gozan del derecho a
participar plenamente en todas las actividades económicas, políticas, sociales y culturales
en definitiva en la forma de vida de la comunidad del mismo modo que sus semejantes sin
discapacidad.
“Desde este modelo las personas con discapacidad pueden elegir vivir fuera de instituciones,
tienen los mismos derechos de las personas sin discapacidad, deben contar con acceso a
los mismos servicios del resto de la comunidad. Las personas con discapacidad no es a
quien se debe normalizar sino la sociedad es el ambiente que debe ser adaptado y
normalizado para que las personas con y sin discapacidad puedan acceder a ellos”.
Fuentes consultadas: