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LICENCIATURA EN RELACIONES INTERNACIONALES

CÁTEDRA: INTEGRACIÓN Y COOPERACIÓN LATINOAMERICANA

EJERCICIO Nº 1

COMISIÓN MAÑANA

Battocchio, Laila Sol (3° año, aceptada);

Fava, Mercedes (3° año, aceptada);

Malagoli, Valentina (3° año, aceptada);

Mansilla, Martina (3° año, aceptada);

Marchetti, Gianna (3° año, aceptada);

Olivera, Sol Carina (3° año, aceptada);

Sapp, Lucila Karla (3° año, aceptada);

Trezzi, Iara Serena (3° año, pendiente).

AÑO 2023
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En el presente trabajo, nos encargaremos de analizar el caso de la Asociación


Latinoamericana de Libre Comercio (ALALC), creada el 18 de febrero de 1960 mediante
el Tratado de Montevideo, y compuesta por Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia,
Ecuador, Panamá, Paraguay, Perú, Uruguay y Venezuela. Dicha asociación se caracterizó por
haber sido un organismo regional, latinoamericano, que existió durante un período de 20
años, comprendido entre 1960 y 1980. Fue la primera propuesta de integración económica
latinoamericana para el desarrollo de las naciones; poseía un carácter gradual y asociativo, y
fue promulgada por Argentina, Brasil y México (ALADI, s.f).

Posteriormente, ha sido reemplazada por la Asociación Latinoamericana de Integración


(ALADI) instituida por el Tratado de Montevideo (1980), que sustituyó al suscrito en 1960 y
que continúa vigente hasta el día de hoy. Está compuesta por Argentina, Bolivia, Brasil,
Chile, Colombia, Cuba, Ecuador, México, Panamá, Paraguay, Perú, Uruguay y Venezuela
(ALADI, sf.).

En Latinoamérica, la integración evolucionó en tres diferentes etapas (Malamud, 2010). En


nuestro caso de estudio, la Asociación Latinoamericana de Libre Comercio (ALALC de aquí
en más) tuvo lugar en el primer esquema de regionalismo -denominado "regionalismo
cerrado"-, caracterizado por los esfuerzos para reducir las barreras comerciales
intrarregionales a la par de la aplicación de medidas proteccionistas extrarregionales, con el
fin de superar los obstáculos al desarrollo nacional y regional. Esta visión surge en el marco
de la CEPAL, bajo el liderazgo de Raúl Prebisch, quien fue el principal precursor de la
corriente estructuralista, que plantea como estrategia de desarrollo una combinación de
industrialización de sustitución de importaciones con una efectiva integración regional (Birle,
2018).

Hemos de destacar que el objetivo inicial del ALALC era establecer una zona de libre
comercio entre sus miembros dentro de doce años. A pesar del éxito inicial, este fin pronto
desapareció de la vista a causa de la insatisfacción de los países más pequeños con los
resultados de la integración económica regional, lo que condujo a esfuerzos de integración
subregionales, como el Mercado Común Centroamericano (MCC) y el Pacto Andino (Birle,
2018).

Sumado a lo previamente mencionado, en la década de los 80 se producen distintos sucesos


que resultan en la parálisis de la ALALC y de varios otros procesos de integración
subregionales, como lo fueron la rápida atomización de los mercados regionales, las
dificultades para profesionalizar y aplicar desarrollos tecnológicos a la industria, entre otros
(Bogado Bordazar, Esposito, Bono, 2020). Si bien con la ALALC hubo un incremento del
comercio regional, sus problemas se debieron a una falta de coordinación económica y a la
rigidez en los plazos y mecanismos que no permitían otras formas de negociación. Por
ejemplo, una limitación importante fue sólo referirse al intercambio de bienes y no incluir,
como sí se logró en el Tratado de Roma del 1957 de la Comunidad Económica Europea,
materias como servicios, infraestructura, inversiones extranjeras, políticas agrícolas, balanza
de pagos, arancel exterior común u otras posibles pautas de coordinación económica, social o
política.

Es por todo lo expuesto anteriormente, que la experiencia de la ALALC fracasa de forma


rotunda en su primer intento, culminando con el período de 12 años suscripto en el Tratado de
Montevideo de 1960. A raíz de este hecho, y por un período de 8 años, se realizaron
diferentes rondas de conversaciones con el fin de reestructurar a la Asociación. Este proceso
finaliza con la creación de la Asociación Latinoamericana de Integración (ALADI), instituida
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por un nuevo Tratado de Montevideo firmado en el año 1980. Este nuevo organismo subsiste
hasta nuestros días , y persigue el fin de crear un mercado común (Bogado Bordazar et alt,
2020).

La ALADI surge en un contexto donde la estrategia de industrialización propuesta por la


CEPAL ya no era la más adecuada a aplicar, y la misma empieza a alentar medidas de
liberalización de las economías. A diferencia de la época en la que nace el ALALC, la
ALADI se caracteriza por haber tenido su origen en un mundo signado por la transición y la
crisis: la década del 80, en América Latina, tuvo como eje principal la deuda, y la posterior
aplicación de medidas neoliberales para su resolución, de la mano de Estados Unidos y
diversos organismos internacionales. Por esto, la ALADI se enmarca en una transición hacia
un regionalismo abierto, cuya nueva mirada de integración apunta a una inserción en el
mundo a partir del favorecimiento de la competitividad en las economías latinoamericanas, a
través de una mayor liberalización de las barreras extrarregionales (Briceño Ruíz, 2018)

El marco jurídico de la ALADI se establece sobre el Tratado de Montevideo del 12 de agosto


de 1980, dicho tratado estableció los siguientes principios:

- Pluralismo en materia económica y política;


- Convergencia progresiva de organismos subregionales y acuerdos bilaterales hacia la
formación de un mercado común latinoamericano;
- Tratamientos diferenciales con relación al nivel de desarrollo de los países miembros;
- Multiplicidad en las formas de concentración de instrumentos comerciales.

Habiendo ya expuesto el surgimiento de tanto el ALALC como la ALADI, consideramos


prudente concentrarnos en sus características como grupos. Vale destacar, en primer lugar,
que ambos organismos son claros ejemplos de instancias de integración económica.
Siguiendo a Bela Balassa (1961), y diferenciándola de la cooperación, la integración -desde
una perspectiva económica-, es la “abolición de la discriminación entre unidades
económicas”.

El ALALC, retomando al Tratado de Montevideo de 1960, se encarga de la “eliminación


gradual de las barreras al comercio intrarregional, que constituye condición fundamental para
que los países de América Latina puedan acelerar su proceso de desarrollo económico, en
forma de asegurar un mejor nivel de vida para sus pueblos”; esto un claro ejemplo de la
búsqueda de eliminación de barreras comerciales. Si analizamos el caso de la ALADI,
también es una instancia de integración desde una perspectiva económica, esencialmente por
el mismo motivo que su antecesor. La ALADI promueve la integración mediante mecanismos
como la Preferencia Arancelaria Regional, Acuerdos de Alcance Regional y Acuerdos de
Alcance Parcial (ALADI, s.f).

Relacionado a lo anterior, la Escuela Económica Liberal distingue niveles de integración


económica según su grado de institucionalización: el Área Preferencial, el Área de Libre
Comercio, la Unión aduanera, el Mercado Común, Unión Económica y Unión Económica
Total (Benedetto, 2015). El ALALC, en un principio, fue un intento de área de libre
comercio con un programa de liberalización comercial multilateral y mecanismos auxiliares,
y buscó eliminar las barreras al comercio. Esto se encuentra estipulado en el Tratado de
Montevideo de 1960: “las Partes Contratantes eliminarán gradualmente, para lo esencial de
su comercio recíproco, los gravámenes y las restricciones de todo orden que inciden sobre la
importación de productos originarios del territorio de cualquier Parte Contratante”.
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Sin embargo, frente a su fracaso y posterior reestructuración como ALADI, pasa a ser una
área económica preferencial, que busca reducir las barreras al intercambio entre los
miembros, y está integrada por un conjunto de mecanismos que ofrecen múltiples opciones
operativas a los países miembros, a través de cuya convergencia será posible avanzar hacia
etapas superiores de integración, como lo es el Mercado Común (ALADI, s.f).

Ambas instancias tienen un bajo nivel de institucionalización, puesto que ninguna tiene una
institución de carácter comunitario, es decir, una aduana. Por otro lado, hemos de subrayar
que ambas asociaciones no poseen una organización demasiado extensa, puesto que, en el
caso del ALALC, sólo se componía de dos órganos: la Conferencia de las Partes Contratantes
y el Comité Ejecutivo Permanente. Mientras que la ALADI, está formada por tres órganos
políticos, como lo son el Consejo de Ministros de Relaciones Exteriores, la Conferencia de
Evaluación y Convergencia y el Comité de Representantes; y por un órgano técnico: la
Secretaría General (ALADI, s.f).

Ahora bien, a lo largo del siglo XX, diversos autores han formulado enfoques, desde
Latinoamérica, que permitirían explicar tanto el contexto de la región en determinadas épocas
y sus características generales -como lo es, por ejemplo, la institucionalidad-. Como ya
hemos mencionado más arriba en este trabajo, Prebisch era un estructuralista que formuló la
teoría cepalina. Dicha teoría permitiría explicar el surgimiento del ALALC por dos motivos
primordiales: en primera instancia, la asociación y la teoría surgieron en la misma época; fue
el estructuralismo quien inicialmente postuló una integración, -incluso mucho antes que
Europa-. El segundo y último punto radica en que la teoría cepalina mostraba un gran
entusiasmo por la integración en la región, y por eso buscaba un grado medio-alto de
institucionalidad, con la creación de un mercado común que fomente la producción de bienes
intermedios y de capital mediante la creación de industrias. Si bien el ALALC sólo llegó a la
instancia de Área de Libre Comercio -y fracasó en ello-, también cargó un gran optimismo en
su creación, siendo la primera experiencia latinoamericana de integración. La
institucionalidad no sólo fue baja en materia de inexistencia de instituciones económicas, sino
que también se le sumó la falta de medidas y organismos políticos. Se buscaba fomentar el
crecimiento económico y no resolver desigualdades entre estados o regiones.

A diferencia de la experiencia europea, en América los procesos de integración se han


caracterizado por debilidades organizacionales, poca autoridad para tomar decisiones y
estrecho margen de acción, como vimos en el caso del ALALC. Las políticas exteriores de
los países latinoamericanos siguen caracterizándose por el predominio de la diplomacia
presidencial, dejando poco espacio para las aspiraciones supranacionales (Birle, 2018).
Destacamos que si bien las teorías europeas se suelen aplicar de forma acrítica y sin tener en
cuenta el contexto espacial y temporal (como fue el caso del neofuncionalismo para explicar
el ALALC), y que existe la posibilidad de caer en un eurocentrismo, (Briceño Ruiz, 2018)
propone y afirma que la teoría intergubernamentalista puede ser utilizada para explicar los
procesos de integración en América Latina, sobre todo a partir de fines de la década del ‘80,
es decir, en el marco del surgimiento del ALADI. Esta teoría, “concibe a la integración
regional como el resultado de la decisión soberana de un grupo de Estados”, donde las
instituciones regionales son vistas únicamente como mecanismos que facilitan la
implementación de acuerdos, y no como actores autónomos (Malamud, 2010); lo que puede
explicar el bajo grado de institucionalización -y una presunta ineficacia- de los procesos de
integración latinoamericanos, en este caso, el ALADI, que ha pesar de mantener postulados
proclives a aumentar el grado de integración, no parece haber logrado ningún resultado
concreto en esta materia.
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Esta visión coexiste con el enfoque neo-estructuralista, cuya expresión da lugar al período del
regionalismo abierto, explayado anteriormente. La ALADI surge primordialmente en dicho
contexto, donde se privilegiaron las instancias económicas frente a las políticas. Por ese
motivo, los intentos de integración que surgen entre la década del ‘80 y del ‘90 se
caracterizan por una mayor consecución de objetivos económicos (como fue el ejemplo del
Mercosur) y se deja de lado el aumento de igualdad entre los países. Si bien la ALADI posee
más cantidad de órganos que el ALALC, el número no asegura su eficacia. Hay una menor
institucionalidad por la debilidad de los procesos.

Si retomamos a Buxeda (1993), es posible afirmar que la integración que se dio en el ALALC
y la ALADI era entre países subdesarrollados, por lo que pertenecería a un tercer tipo de
integración.

A modo de finalización, como dato llamativo, consideramos pertinente mencionar que la


ALADI es una importante proveedora de material académico a lo largo y ancho de la región
debido a sus múltiples observatorios. Por ejemplo, uno de ellos es el observatorio de estudios
de América Látina y Asia-Pácifico, que se desarrolla en conjunto con la CEPAL y el CAF. El
Secretario General de la ALADI, Carlos Álvarez, señaló que "la relación con el Asia
Pacífico, la región hoy económicamente más dinámica del mundo, nos presenta retos y
desafíos de carácter estratégico tanto respecto a los modelos de desarrollo de nuestros países
como a nuestra inserción en la economía mundial" (CEPAL, s.f).

Además, desde la página oficial de la organización se ofrecen oportunidades laborales para


estudiantes avanzados o con títulos de grado tales como analista de sistemas, asistente
administrativo para el departamento de apoyo a los países de menor desarrollo económico
relativo y analista de datos, entre otros. De esta manera, da cuenta de su gran interés por
promover la cooperación académica entre los países que la integran. El objetivo del
observatorio es brindar una mirada sistemática, plural e interdisciplinaria de las relaciones
económicas entre ambas regiones y promover la cooperación y los vínculos (ALADI, s.f).

Al día de hoy, la ALADI deja su huella en la historia siendo el organismo de integración más
amplio y antiguo que existe en la región latinoamericana hasta el momento. A pesar de los
desafíos y obstáculos que ha atravesado dicho organismo en el permanentemente cambiante y
complejo contexto de las últimas décadas, -en el que no ha logrado alcanzar los niveles de
integración esperados-, encontramos sumamente importante recalcar que sí ha resultado
efectivo en materia de cooperación en pos del desarrollo y el bienestar de sus poblaciones,
como lo son la educación y la salud, sobre todo a raíz de la reciente crisis sanitaria de
COVID-19.
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Referencias

- ALADI. (s.f). Sitio web: https://www.aladi.org/sitioaladi/ . Recuperado el 15/04/23.

- BALASSA, Bela. (1961). “The theory of economic integration”. En MALAMUD,


Andrés. “Conceptos, teorías y debates sobre la integración regional”.

- BENEDETTO, Sabrina. (2015). Cuaderno de cátedra “Los procesos de integración


regional en perspectiva, jurídica, económica y política”. (pp. 2).

- BIRLE, Peter. (2018). “Cooperación e integración regional en América Latina: entre


la globalización y la regionalización”. (pp. 251, 259).

- BOGADO BORDAZAR, Laura; ESPÓSITO, Julia; BONO, Laura M. (2020).


“Antecedentes, actualidad y desafíos de los procesos de integración regional en
América Latina analizados desde diversas corrientes de pensamiento”. (pp. 286, 297).

- BRICEÑO RUIZ, José. (2018). “El Estudio de la integración regional y del


regionalismo en América Latina: entre la influencia europea y el pensamiento
propio”. (pp. 54, 55, 56, 67).

- CEPAL. (S.f). Sitio web:


https://www.cepal.org/es/comunicados/caf-cepal-aladi-firman-acuerdo-la-constitucion
-observatorio-america-latina-asia-pacifico . Recuperado el 15/04/23.

- FRAMBES-BUXEDA, Aline. (1993). “Teorías sobre la integración aplicables a la


unificación de los países latinoamericanos”. (pp. 287, 299, 300).

- MALAMUD, Andrés. (2010). “Conceptos, teorías y debates sobre la integración


regional”. (pp. 5).

- TRATADO DE MONTEVIDEO. (1960). Sitio web:


https://www.aladi.org/sitioaladi/alalc/ . Recuperado el 15/04/23.

- TRATADO DE MONTEVIDEO. (1980). Sitio web:


https://www.aladi.org/sitioaladi/normativa-institucional/tratado-de-montevideo-1980-t
m80/ . Recuperado el 15/04/23.

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