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- El habla: Realización que cada individuo hace del sistema en función de su contexto
La norma
• Del sistema común del español se han desgajado una serie de normas, que han dado
lugar a las variantes regionales: andaluza, antillana, etc.
- De entre las diversas normas regionales puede haber parciales correspondencias que
afectan a los hechos lingüísticos (contigüidad geográfica, prestigio, etc.). – La dicotomía ll-y
- Las normas regionales se imponen sobre las hablas locales, y dichas hablas locales se
condiciona unas a otras
- De uno u otro modo todos los comportamientos lingüísticos están bien diferenciados:
por ejemplo, el campesino analfabeto tiene un habla distinta de la del hombre culto.
Así, siempre hay rasgos que les unen y que les diferencian por su posición en la
sociedad
- Conforme la sociedad se hace más compleja, gana en variedad. Los intereses humanos
se diversifican. Cada grupo un roll y, con él, el lenguaje que lo formula.
- En el ámbito de estos grupos puede haber un diferente modo de alentar los procesos
evolutivos: conservadores vs. Innovadores
• No obstante, el sistema tiene una posibilidad de coerción que actúa por encima del
individuo: el prestigio, la presión unificadora de la sociedad, etc. – Las dos fuerzas de
Saussure: niveladora y disgregadora
• Dichas fuerzas se observan en los individuos, pero también en los grupo: hombres vs.
mujeres; pueblo vs. ciudad
• Con Ascoli (ya en el XIX) surge el interés por el conocimiento de las hablas populares
(es decir, conocer la lengua del pueblo en sus diversidades geográficas, prescindiendo
del espejismo de la corrección)
• El nuevo enfoque hizo que se llegara al conocimiento de las hablas que carecían de
cultivo literario, a la vez que se concebía la lengua como actividad humana sometida a
modelación activa por parte de los hablantes
• Así, mientras uno se cultiva (mediante obras de alto valor estético) otros no llegan a
escribirse o quedan postergados al uso regional o local
• Para la definición de lengua y dialecto hace falta tener en cuenta factores de carácter
extralingüístico: la historia política. Así, mientras el castellano se cultivó literariamente,
el leonés quedó postergado a la modestia de su localismo
• Por ejemplo, el dialecto leonés tiene en ciertos aspectos más afinidad con el castellano
que el andaluz.
• Otra cuestión: ¿Se puede hablar de dialectalismo por el mero hecho de que la lengua
madre sigue existiendo?
• Lengua: se define lengua como (1) un sistema lingüístico caracterizado por su fuerte
diferenciación, (2) por poseer un fuerte grado de nivelación, (3) por ser vehículo de
una importante tradición literaria y, en ocasiones, (4) por haberse impuesto a sistemas
lingüísticos del mismo origen
• Otro de los rasgos que se suelen citar como identificadores del español americano es
el yeísmo, la neutralización de /y/ y /λ/ a favor de la primera. El yeísmo tiene
igualmente distintas realizaciones, desde una semiconsonante en la zona caribeña al
rehilamiento del žeísmo argentino o uruguayo.
• Siguiendo con los pronombres, en esta caso los pronombres sujeto, hay un rasgo con
el que siempre se caracteriza el área caribeña: el orden sujeto-verbo en oraciones
interrogativas de tipo ¿qué tú quieres? similar al de las oraciones enunciativas.
• Muchos de estos usos son los llamados arcaísmos léxicos, esto es, voces que han
dejado de utilizarse en el español peninsular estándar de manera general, como
pararse ̔ponerse derecho, de pie̕, cobija m
̔ anta̔, enojarse e̔ nfadarse̕, aguaitar ̔mirar̕,
aloja ̔bebida de miel de caña, zumo de limón y agua̓, arveja ̔guisante̕, llamado ̔llamada,
llamamiento̕, o mandado ̔recado̓ ,
• Otros, por el contrario, son voces de nueva creación como balear, balacear ̔tirotear̕,
lonchar (del inglés lunch) c̔ omer a medio día̕, timbrar ̔llamar al timbre̓ , hachear ̔cortar
con el hacha̕, cauchar ̔extraer caucho del árbol̕, lechar ̔extraer leche, ordeñar̓, papal
̔terreno sembrado de patatas̓, panteonero ̔sepultero̕ o pendejada ̔acción propia de
pendejos̕
Finalizamos este apartado señalando algunas voces específicas de algunos países o áreas.
• Venezuela: arepa ̔especie de empanadilla̓, catire ̔persona rubia, de tez blanca̓, gafo
̔estúpido, torpe̕, guachafa ̔broma pesada̕, embarcar a alguien ̔dejarle plantado, no
cumplir lo prometido̓ , gastito ̔que gasta mucho̕, chupamedia ̔adulador̓
• d) Mayas: cenote d̔ epósito de agua a gran profundidad̕, acalche ̔terreno bajo en que
se estanca el agua de lluvia̕
• e) Quechua y aymará: quincha ̔cañizo̕, tambo ̔posada̓, jora ̔maíz fermentado para hacer
chicha̕, cholo ̔mazorca̓, chacra ̔terreno pequeño para cultivar̓, chullo ̔gorro con
orejeras̓, locro ̔guisado de carne con patatas̕, pisco ̔aguardiente de uva̓, mate, pucho
̔residuo, colilla̓, chirimoya, coca, llama…
• h) Guaraní: ñandutí ̔encaje típico̕, maraca, tucán, agutí ̔ratoncillo̕, yacaré ̔caimán̕, teyú
̔iguana̓, tapioca, mandioca, avatí ̔maíz̓, mandubí ̔cacahuete̓ , guaraná ̔planta frutal̕.
• Las variedades del español “imperfecto” interferido por las lenguas amerindias están
socialmente desprestigiadas; así, se alude a estas como español de indígenas,
deficiente, propio de bilingües que no saben bien la lengua.
• Muchas de estas variedades del español, al contrario de lo que se cree, suelen ser
estables y se transmiten de generación en generación, por lo que no es posible hablar
en estos casos únicamente de errores de aprendizaje, puesto que los hablantes
bilingües simétricos o ya monolingües de español hablan variedades del español en las
que se aprecia la influencia de la lengua amerindia en ciertas estructuras de su
variedad.
1.-Las labiales /b/ y /v/, que todavía eran distintas en la pronunciación de algunos
conquistadores y colonos de Chile, se confundieron pronto.
4.- En el Caribe y costas del Pacífico se truecan, vocalizan o pierden la /-r/ y la /-l/
implosivas.
6.- En el ambiente rústico de muchas regiones se aspira la [h] procedente de la /f/ latina
([hárto] o [xárto], [hablár] o [xablár]
• Esta serie de coincidencias ha hecho pensar en una fuerte influencia andaluza sobre el
español de América.
• Pero, entre 1930 y 1952, hubo defensores de una tesis contraria, según la cual los
fenómenos hispanoamericanos serían paralelos a los del Mediodía español. Pero no
descendientes de ellos. (se creía entonces que las fechas del seseo y ceceo andaluces y
las peninsulares del yeísmo, aspiración de la /-s/ y neutralización de /-r/ y /-l/
implosivas eran muy posteriores a las que hoy conocemos. Se argüía también que la
conquista y colonización de Hispanoamérica no fueron obra exclusiva de andaluces y
extremeños de manera predominante)
• Un nuevo cómputo, con una masa documental tres veces mayor que la de Henríquez
Ureña, ha cambiado por completo el aspecto de la cuestión: en los primeros años de
la colonización, entre 1493 y 1508, el 60% de los que pasaron a Indias eran andaluces;
y en el decenio siguiente las mujeres del reino de Sevilla sumaron los dos tercios del
elemento femenino emigrado.
• Es decir, que durante el periodo antillano se formó en las islas recién descubiertas un
primer estrato de sociedad colonial andaluzada, que hubo ser importantísimo para el
ulterior desarrollo lingüístico de Hispanoamérica. Las sucesivas oleadas de pobladores
no cambiaron la situación, pues entre 1520 y 1579 el porcentaje de los andaluces
superó en 33% y las andaluzas mantuvieron holgada mayoría en la creciente
emigración femenina. Entre las ciudades españolas Sevilla dio el máximo contingente,
a gran distancia de las demás. Añádase que Sevilla y Cádiz monopolizaron durante los
siglos XVI y XVII el comercio y las relaciones con las Indias.
• La revolución fonética del siglo XVI coincidió en América con la sedimentación de la
lengua importada, que, generalizando o eliminando los diversos regionalismos, se
encaminaba hacia un tipo común. Allí, los que procedían de Toledo, Extremadura y
Murcia distinguirían al principio las sibilantes ápico-alveolares /s/) y /z/ (entre sí y en
oposición a las dentales /s/ y /z/ (hacer, vezino), también diferenciadas una de otra.
Castellanos viejos, montañeses, asturianos, gallegos y leoneses habrían eliminado las
sonoras, pero opondrían su /s/ ápico-alveolar sorda de siete, passar, casa, peso a la
dental (o ya interdental /Ѳ/ de cinco, caçar, vecino. Los vascos sesearían con /s/ o
cecearían con /s/. Y los andaluces eliminarían las alveolares reemplazándolas por las
dentales /s/ y /z/, distinguiendo primeramente, como en el judeo-español, la sorda /s/
(sjéte), [pasár], [sinko], [kasar]) de la sonora /z/ ([káza], [pézo], [hazér], [vezino]);
después quedó sola la articulación sorda.
• Más tarde, la antología titulada: «Flores de varia poesía» (México, 1577), ofrece en su
manuscrito original cerenos, ançias, auzente, junto a sierva, ̔cierva̓, asertaste,
alcansaste
• Otro de los argumentos que con más insistencia se ha esgrimido contra el andalucismo
en el tratamiento hispanoamericano de las sibilantes señalaba como propio de
América el seseo, entendido como pronunciación de c y z con [s] convexa o plana,
mientras consideraba ajeno a la dicción americana el ceceo o pronunciación de la s con
una sibilante parecida a la [Ѳ]. Hoy sabemos que tanto el llamado seseo andaluz –
idéntico al hipanoamericano- como lo que modernamente se entiende por ceceo son
meras variedades de lo que desde el punto de vista histórico no es sino ceceo,
pronunciación de las antiguas s y ss alveolares con articulaciones propias de ç y c
dentales
• El yeísmo es el rasgo meridional español que en América tiene extensión más cercana
a la del seseo, aunque sin llegar a generalizarse como este. Atestiguado en España
desde la época mozárabe, en Méjico desde 1527, en Cuzco desde 1549, motivó a fines
del siglo XVII composiciones humorísticas del poeta Juan del Valle Caviedes, natural de
Porcuna (Jaén) pero radicado en Lima. Durante algún tiempo se creyó ver en ellas el
primer testimonio del yeísmo hispánico; hoy su interés lingüístico de limita a probar
que Inesiya, hayo, suscitaban ultracorrecciones aller, ballo, desmallo, seguramente no
solo gráficas entonces.
• La /-s/ final de sílaba o palabra se mantiene con fuerte silbo y tensión en el Norte y
meseta mejicanos, en regiones altas de América Central, Colombia, Ecuador, casi todo
el Perú, la mayor parte de Bolivia y, dentro de Argentina, en zonas de las provincias de
Jujuy, Salta, y Santiago de Estero
1.- Parece significativo el caso de las articulaciones asibiladas de r y rr [r] y [r], así como la
del grupo /tr/, pronunciado como una africada con oclusión alveolar a la que sigue una [r]
fricativa y sorda: todo ello se da en la Rioja española, Navarra y vascongadas, y en diversas
zonas americanas.
• Por lo que respecta al Paraguay, los más destacados y prestigiosos de sus primeros
colonizadores parecen haber sido castellanos viejos y vascos; su dicción puede muy
bien haber sido el punto de partida de la /l/ que tanto apogeo tiene en el español
uruguayo y que no existe en guaraní; y de sus sintaxis puede también arrancar el
leísmo normal en aquel país, excepción casi única en el uso pronominal
hispanoamericano.
• En Vascongadas, Navarra, Castilla la Vieja, Rioja y Aragón tienen gran arraigo los
vulgarismos cáido, páis, máestro, tan extendidos por toda América continental y
menos en Antillas, donde el andalucismo es más intenso.
1.- En los países o regiones donde la /-s/ final llega a perderse, su caída origina
importantes cambios en los morfemas nominales de número: este puede indicarse
mediante diferencias de timbre o cantidad en las vocales finales, campo/campo,
casa/casa; ensordeciendo la consonante inicial, la bota/la jota, la gayina/la hayina, o la
xayina
3.- Vocabulario:
• 1.- El léxico general americano abunda en palabras y acepciones que en España
pertenecen sólo al lenguaje literario o han desaparecido. Característico es el uso de
lindo, como en el español peninsular del siglo XVII, en lugar de bonito o hermoso.
Propias del Siglo de Oro y olvidadas o decadentes en España son bravo ̔irritado̓ , liviano
̔ligero̓ , pollera ̔falda̓, recordar ̔despertar̓, esculcar ̔registrar̓, aguaitar ̔vigilar, acechar̓
• La formación de nuevas palabras es muy activa y pone en juego todos los recursos de
la derivación. Hay sufijos fecundísimos como la terminación verbal –ear> -iar (difuntiar
̔matar̕, cueriar ̔azotar̕, uñatiar ̔hurtar̕, carniar ̔matar reses̕), y como –ada, que aparece
en nombres de acción, forma numerosos colectivos (caballada, carnerada, potrada,
muchachada, criollada, piasanada). La afición por el neologismo se da en todas las
esferas sociales, desde el habla gauchesca hasta la literatura; en los periódicos
aparecen sesionar ̔celebrar sesión̕, vivar ̔dar vivas, vitorear̕
-Planificación
- Tiempo de ejecución
• Ahora bien, las interrelaciones entre lo hablado y lo escrito surgen como modos de
verbalización determinados por las condiciones de comunicación.
• Así un canal de comunicación puede convertirse en un continuum gradual cuando nos
referimos a las realizaciones de lo oral y de lo escrito.
• Esta última hace referencia a los registros (modalidades de uso determinadas por el
contexto comunicativo)
• Ahora bien, las reglas de situación influyen incluso en las actuaciones de los hablantes
de nivel de lengua bajo. Es decir, conocedores de dichas reglas, pero sin la capacidad
suficiente para activarlas lingüísticamente, intentan adecuar su modo de habla al
contexto.
• Tales registros intermedios en los que podría situarse un texto vendrán definidos por
la distinción gradual +/- formal y +/- informal
• La modalidad de uso coloquial oral, que tiene los siguientes parámetros situacionales:
+ relación de proximidad, + saber compartido, + cotidianidad, - grado de planificación,
+ finalidad interpersonal… (conversación coloquial entre amigos en un bar)
• La modalidad de uso formal escrito que tiene los siguientes parámetros situacionales:
- relación de proximidad, - saber compartido, - cotidianidad, + grado de planificación, -
finalidad interpersonal… (un texto legal)
• El coloquial escrito, con mayor grado de planificación, pero con otros rasgos de
coloquialidad como, por ejemplo, + relación de proximidad, + saber compartido…
(carta familiar)
• Criado del Val (1980)considera como unidad de estudio “”el coloquio, es decir, la suma
elemental de dos o más interlocuciones con significado complementario”.
• Estos dos autores describen y analizan los elementos que configuran el coloquio
(conversación) como son la situación, los contextos, el tipo de mensaje –lingüístico o
paralingüístico-, la tensión coloquial, los efectos de la voz, etc.
• No obstante, pese a los esfuerzos realizados por dichos autores, subyace la confusión
aludida entre tipo de discurso, la conversación y la modalidad de uso (coloquial) que
en esta puede emplearse.
• Otros autores como E. Blasco (1988) han identificado erróneamente, aunque con
matices, el uso coloquial con la clase social baja.
Ante tal situación es el momento de fijar el objeto con una terminología adecuada a partir
de sus rasgos situacionales, de sus constantes lingüísticas y de sus manifestaciones en
tipos de discurso completos
- CAMPO: cotidianidad
- TENOR: interactivo
- TONO: informal
• A ello habría que unir los rasgos asociados a la situación o rasgos coloquializadores:
En relación con los anterior, el registro coloquial se caracteriza por una serie de rasgos
primarios:
• Pese a todo, para concretar aún más es preciso asomarse a los principios y máximas
conversacionales, capaces de explicar la conducta lingüística interaccional, así como
sus unidades.
• Por otro, al principio de “cortesía”, formulado por Lakoff, Brown y Levinson, Leech,
etc. Concretado en las siguientes máximas:
- Tacto
- Generosidad
- Aprobación
- Modestia
• -> A veces, las intenciones de los conversadores y las estrategias elegidas parecen
violar las reglas establecidas.
En algunos casos, las mismas trasgresiones de una máxima poseen un fin cortés.
• Todos tenemos casos en mente en que expresiones como la siguiente nos llevarían a
pensar que la conversación coloquial no es cortés:
- ¡Coño, TÚ!, pásame las papas, que te las estás comiendo to[d]as tú solo
a) Conversar es argumentar con un fin concreto (intención), que coincide con lo dicho o ha de
interpretarse.
b) Y también negociar un acuerdo, esto es, mantener una relación cooperativa, regulada por
una serie de normas de conducta social, que a veces se ve alterada por principios de
pertinencia comunicativa y de adecuación a la situación
• En líneas generales, cada turno supone una intervención, pero no toda intervención
supone un turno (hay intervenciones que no llegan a ser atendidas)
Se trata de mecanismos de formulación cuya función discursiva va más allá del mero
papel retardatario que algunos autores les han asignado:
1. Se recurre a la repetición como medio para lograr o retener el turno, amenazado a veces por
el solapamiento
• 5. La unión abierta. La unión entre los enunciados es abierta, sin fuertes ataduras
sintácticas. Ello permite volver sobre lo dicho, reelaborar, incrustar comentarios, etc.,
sin perturbar la comunicación o, al menos, sin graves perjuicios informativos. (Pág. 75)
• La conexión y trabazón entre los enunciados (y por tanto la cohesión textual) se logra
mediante enlaces extraoracionales, que relacionan la oración en que se hallan con el
sentido general de lo que se viene diciendo.
• 7. El orden pragmático.
Estrategias contextuales
• Lo que hemos llamado rasgos coloquializadores planean sobre otras constantes del
registro coloquial
• Así, la relación vivencial de proximidad y, por tanto, el saber compartido hacen que el
mensaje presente una fuerte dependencia contextual Muchas veces el texto queda
supeditado al contexto; y lo presupuesto o implicado es tan importante como lo dicho.
• 1. La elipsis y la deíxis
• Algo similar ocurre con la deíxis: se abusa de estos elementos cargados de contenido
por el contexto en que se circunscribe el mensaje (Pág. 83: 25)
- De haberlo sabido…
Estrategias fónicas
1. La entonación y la pausa. El hablante, mediante los recursos prosódicos, organiza los
contenidos informativos, cohesiona su mensaje y realza, por las razones que fuere, algunos de
los elementos. Pág.91
a) Unas veces se producen por escasa destreza lingüística (y sirven de apoyo para pensar lo
que se va a decir
b)En ocasiones, son refuerzos significativos que tiene como objeto el refuerzo de lo dicho
(¡Ufff como olía!), refuerzo de la recriminación (¡No se lo deeejes!), etc.
1. Las frecuencia léxicas. En el léxico coloquial está muy extendido el uso de palabras que
sirven o se aplican a todo (tener, haber, hacer, pegar, sitio, cosa, etc.) Pág. 97
- No obstante, más que de un léxico estrictamente coloquial hay que hablar de ciertas
frecuencias, preferencias o predominios léxicos:
2. Se prefieren los términos estilísticamente más neutros, por ejemplo, ver o mirar, en lugar de
otros que suelen constar como sinónimos en el diccionario: advertir, divisar, observar, percibir,
vislumbrar, ojear, otear, atisbar, etc.
b)Los vocativos: tío, chaval, tronco, nano, etc. (muchos identifican una edad o zona
geográfica)
c) Las fórmulas de cierre enumerativo: y tal, y todo, y esas cosas. O de cierre y refuerzo
conclusivo: y ya está, ni nada, y punto
El léxico argótico
Toda interacción coloquial, presenta, junto a las constantes generales vistas, un conjunto de
rasgos propios vinculados a los usuarios que participan en dicha interacción.
Así, el origen, el lugar de residencia, la clase social, el sexo, la raza, la edad, etc., son factores
que favorecen el nacimiento de idiolectos que se reflejan de forma más o menos espontánea
en los intercambios comunicativos.
El paralenguaje
• - Los gestos simbólicos: su significado está convencionalizado y pueden, incluso,
sustituir a la expresión verbal: poner el pulgar hacia abajo para señalar que algo ha
salido mal
• - Es “un fenómeno complejo […] por el que el hablante destaca cara a su interlocutor
una parte del enunciado (que puede ser la acción, una cualidad, un objeto, un sujeto,
etc.) o su propia actitud de comunicación”. (Vigara, 1992.130)
• - “El hablante, movido por el deseo de hacer más expresiva la comunicación, tiende
con cierta frecuencia a realzar ciertos elementos de la misma y/o intensificarlos. […] la
intensificación, a su vez, supone habitualmente un énfasis cuantitativo, es decir, un
relieve de la cuantificación”. (Herrero, 1991. 40)
- Valoración o refuerzo:
- ¡Lárgate o verás!
- Ha sido superdivertido
- Artículo + de + Sust.
- Es un gallina
- Es un cerdo
- Verbo + de + Sust.
- Vas de sucio
- Tiene un morro
- Lo pasamos de muerte
- Pasárselo de muerte
- Pasárselo de miedo
- Es tarde tarde
- Es divertido divertido
- Cogió un colocón
El sistema lingüístico
Es una realidad que existe por encima de los usos individuales: solo así cumple su
misión de poder comunicar a los hablantes dentro de una serie de posibilidades de
realización.
c) El hablante no como individuo aislado, sino como inductor de un proceso que puede
generalizarse, accede al sistema y puede modificarlo.
En realidad, estamos hablando de las dos caras de una misma moneda, ambas se
necesitan para existir: el sistema no sería viable sin el acto individual de habla, y
viceversa.
Esta dependencia de las dos caras de la misma realidad, se pone en evidencia cuando
entendemos que la lengua es el principio de toda organización social:
a) Sin una colectividad con la que comunicarse, la lengua dejaría de cumplir
la razón de su propia existencia.
b) Recíprocamente, solo la función comunicativa de la sociedad –integrada
por individuos– aceptará o no las peculiaridades individuales en el uso de la
lengua.
c) La lengua existe como un todo formado por miles de piezas que la
constituyen, y dicho todo sin cada pieza carece de sentido.
Existe un sistema del español común que ejercer una coordinación comunicativa entre
los hablantes de esta lengua, el cual se ha desgajado en una serie de normas regionales:
andaluza, canaria, rioplantense, antillana, etc, que coexisten en un momento dado:
Ejemplo: en el sistema del español común existió la oposición de ll-y que sigue
activa en parcelas cada vez más limitadas de nuestra lengua. El hecho de que ll-y
sean fonemas para los hispano-hablantes en cuyo sistema funciona como tales,
hace que la oposición subsista como hecho de lengua. Esto da pie a que el yeísmo
se haya impuesto como norma regional en determinadas áreas, pero solo en
dichas áreas.
2. Fragmentación sociolingüística
Tan solo es posible el estudio de los dialectos porque una lengua desde un punto de vista
sociológico, no acaba nunca de nivelarse, sino que su propia vida es un ser dialectal:
a) Con otras palabras: la fragmentación de una lengua es una amenaza constante,
sea por su extensión en el espacio o por su distribución en grupos o estratos
sociales.
b) Pero pese a las tensiones disgregadoras, el sistema lingüístico tiene unas
posibilidades de coerción que, como en la sociedad, actúan por encima del
individuo: el prestigio de unas determinadas normas, la presión unificadora de la
colectividad, etc.
c) Por paradójico que nos parezca un macrocosmos lingüístico puede estar más
nivelado que un microcosmos: al estudiar el habla de Sevilla, encontramos que las
diferencias entre los miembros de la colectividad son menores que en una
minúscula aldea de catorce habitantes.
d) Desde un punto de vista lingüístico, el macrocosmos de cada grupo social tiene
que ser solidario con los otros. Las exigencias del vivir (distribución del trabajo,
intercambio de grupos, interpenetración de los niveles, etc.) imponen una
coexistencia que no es exigible en el microcosmos.
e) En una pequeña aldea, cada grupo es una estructura mucho más cerrada, porque
el labrador o el marinero viven intensamente su actividad con escasa participación
en las de los demás: la coherencia de los grupos es mucho más solidaria en el
quehacer y mucho menos en su proyección colectiva (el pescador embarca cuando
el campesino descansa y duerme cuando este trabaja). Solo tienen interrelación
en los días comunes de asueto.
f) Sociológicamente tanto el concepto de sociedad como el de lengua son un tejido
de relaciones sometido a un continuo cambio. Pero el lenguaje es un hecho social,
no en la misma medida que los otros, es un hecho diferente. Diferencia que fue
bien apreciada por el lingüista de la escuela sociológica Ch. Bally, cuando
estableció las diferencias que acercan y separan a los hechos lingüísticos de los
sociológicos.
g) El lenguaje es un producto de la sociedad humana, pero el hombre no posee la
capacidad de socialización que poseen otros seres, porque los instintos
individuales están muy lejos de quedar subordinados él al instinto social o por lo
menos de armonizar con él.
h) La tensión se establece entre una tendencia social niveladora (que fuerza a un
máximo de comprensión colectiva) y otra disgregadora (que conduce al
fraccionamiento en grupos).
i) Bally sostiene que la evolución lingüística está en un constante vaivén y la
ordenación de los grupos sociales se opone al destino que debe cumplir toda
lengua: la comprensión colectiva con un mínimo de ambigüedades.
j) Establecido el paralelismo entre los hechos lingüísticos y sociales se puede
producir un mutuo condicionamiento y en estos sistemas inestables que son la
lengua y la sociedad actuarán simultáneamente las fuerzas que llevan a la
integración y a la disgregación.
k) Este es el dilema con el que se enfrenta el estructuralismo actual: la revisión de la
hipótesis monolítica del lenguaje y el reconocimiento de la interdependencia de
las diversas estructuras en el interior de una lengua.
l) Desde el punto de vista sociológico el hombre depende de la colectividad en la que
está inserto, por tanto, al participar de la vida en común quedará supeditado a los
intereses colectivos, en nuestro caso a la comunicación lingüística con sus vecinos,
independientemente de otras relaciones bien diferenciadas que pueda establecer
con las gentes que participan de sus propios intereses.
m) Si estudiamos el comportamiento lingüístico de las mujeres frente a los hombres,
observamos que en ciertos pueblos del mediodía español, su habla puede ser
arcaizante o innovadora con respecto a los individuos del otro sexo. La menor
nivelación lingüística que presentan es consecuencia del contexto social al que
pertenecen (arcaizante, por el tipo de vida; innovador por la falta de un ideal de
lengua que pueda refrenar la marcha de los procesos).
n) De manera semejante dentro de las Islas Canarias podemos distinguir el habla de
los marineros como más innovadora porque participa de una evolución en marcha
en las zonas progresistas del Archipiélago, mientras que el habla de los campesinos
es más conservadora al estar limitada a su propia contingencia.
o) No siempre se da esta diferencia tan clara, en el caso del Altiplano de Méjico el
habla de una familia está escindida por principios sociológicos que afectan a una
ordenación generacional o a un sistema de relaciones extralocales o a una
oposición de sexos, etc. Se trata de un complejo entramado de dependencias que
nos muestra que cada grupo en la sociedad dista mucho de ser autosuficiente.
p) En un acercamiento a estas diferencias, podemos apreciar el habla de los hombres
y de las mujeres manifiesta un primer tipo de oposición basada en el carácter más
cerrado que suele tener la comunidad femenina. Los hombres se establecen en
conjuntos laborales que tienen unos intereses afines: campesinos, pescadores,
obreros. Por su parte, la mujeres, de no tener otro quehacer que el doméstico,
tendrán una entidad colectiva conjunta, matizada en segundo lugar por la
pertenencia al grupo social del marido.
q) Estos grupos de hombre y mujeres pueden condicionarse mutuamente, según la
estructura comunitaria que formen, pero todos participan de una unidad superior
que es el habla local. En un determinado momento, un grupo podrá condicionar el
habla local o regional, por el prestigio ocasional o permanente que tenga: este es
el caso del “marinerismo” del español canario o americano.
La estructura lingüística del individuo puede remover la estabilidad del habla local según
las siguientes determinaciones:
a) Cada hablante está inserto en unos niveles de la lengua que son los que
inmediatamente le influyen y en los que él puede influir: el propio hogar, el gremio
al que pertenece y la comunidad inmediata (aldea, villa, etc.).
b) Existen otros condicionantes que le vienen impuestos al hablante y sobre los que
no puede influir, porque no tiene posibilidad de intercambio: la lengua de la
administración, de la Iglesia, del Ejército, etc. También las relaciones de tipo
secundario pueden influir en el hablante: familiares de otras localidades,
organizaciones supralocales, gentes del mismo quehacer, comunidades más
dilatadas como la comarca, provincia, departamento.
c) Existen por tanto unas líneas de transición de las innovaciones desde el individuo
y su grupo hacia la comunidad y viceversa. Existen por tanto interferencias en el
habla de una comunidad como consecuencia de la comunicación de grupos
diferentes, lo cual determina un tipo de mestizaje lingüístico o de suprasistema
entre los hablantes de una sociedad por reducida que sea. Y ello porque desde el
punto de vista funcional no existen límites entre el idiolecto (habla individual) y el
dialecto (habla de una comunidad).
La lengua viene siendo independiente del hecho social, por más que la sociedad pueda
condicionarla. Las motivaciones sociales actúan lentamente y no rompen lo que la
lengua tiene de inmanencia:
a) La lengua es la más social de todas las creaciones, pero con su propia peculiaridad.
Es claro que sin sociedad no podría existir la lengua y al mismo tiempo, como
sostiene Bloomfield, la lengua consigue que la propia sociedad se realice.
b) Cuando estudiamos las variaciones lingüísticas producidas por la sociedad, tan solo
estudiamos un aspecto de las muchas variaciones posibles que puede tener un
sistema lingüístico, pero no la única. Por ello Labor no cree en la sociolingüística
como una lingüística independiente, sino como una investigación interdisciplinar.
c) El término “sociolingüística” es una nomenclatura demasiado pretenciosa para
unos estudios que se acercan a la sociología lingüística o a la lingüística social.
I.- INTRODUCCIÓN
Sabemos que los conceptos de lengua y dialecto pueden ser interpretados según dos
puntos de vista: desde una perspectiva diacrónica, es decir, histórica, son dialectos históricos
todas aquellas lenguas sincrónicas con respecto a aquella lengua de la que proceden; así el
castellano, el catalán, el francés, el gallego….son dialectos del latín, y este a su vez es un dialecto
histórico del indoeuropeo:
c) España en una nación plurilingüe en la que conviven cuatro lenguas que presentan
múltiples variedades dialectológicas. Tal riqueza debe ser mantenida y respetada
porque todas son portadoras de un valioso legado patrimonial. Las lenguas de España
oficialmente admitidas en el art. 3 de la Constitución son cuatro: español (castellano),
gallego, catalán y vasco. No obstante como señala Gregorio Salvador (en su artículo:
“Lenguas de España, autorías y fronteras lingüísticas” en Lengua Española y Lenguas
en España, Ariel Lingüística, Barcelona, 1990) en el desarrollo del proceso autonómico
se estableció una distinción entre las comunidades históricas y las que no lo son, y
una de las marcas distintivas era la existencia de una lengua propia en sus territorios.
Esto ha llevado a potenciar las diferencias dialectales para crear una supuesta lengua
regional y a intentar defender unas fronteras lingüísticas que no se corresponden con
los límites autonómicos.
e) El catalán ha sido, por motivos geográficos y políticos, la vía por la que han entrado
en el castellano una serie de vocablos procedentes del italiano y el francés. Del
italiano proceden los términos: balance, forajido, artesano, motejar, lustre…., del
francés, en su caso: antorcha, bonete, bosque, cordel, jornal, parlar. Y catalanismos
propiamente dichos son: paella, seo, nao, clavel, pólvora, esmalte, butifarra…
Las lenguas que se hablaban en Hispania antes de la llegada de los romanos constituían
numerosas variedades. Según las investigaciones actuales sobre las inscripciones celtíberas e
ibéricas, se puede afirmar que, en el tiempo inmediatamente anterior a la romanización, existían
en la Península dos grandes dominios lingüísticos: uno Ibérico, que se extendía a lo largo de la
costa y entre el Ebro y los Pirineos, y otro, celta, que hablaba dialectos indoeuropeos y ocupaba
el interior del país (el norte y el oeste). En la costa oriental y en el sur, las lenguas no eran de
origen indoeuropeo y existían diferencias entre ellas. La influencia cultural de los pueblos de la
costa oriental sobre los del interior se aprecia en que estos últimos adoptaron en alfabeto
llamado ibérico para escribir sus lenguas indoeuropeas.
4. De origen celta: procede el sufijo –briga que puede ser interpretado como
‘montaña, colina o fortaleza’, presente en las siguientes palabras:
Conímbriga> Coimbra, Mundobriga> Munébreda.
2. La ausencia de fonema labiodental /v/, que poseen casi todas las lenguas
románicas, también se explica por el efecto del sustrato vasco. Dicho
fonema existió en castellano antiguo; pero su extensión no llegó hasta las
tierras norteñas. Puesto que el vasco es desconocido este fonema /v/, se
piensa que la pérdida en las lenguas vecinas al vascuence, el castellano y
el vascón, se debe a influencia vasca.
3. Existen semejanzas entre el sistema fonológico vasco y castellano: el
sistema de vocales consta de cinco fonemas, repartidos en tres grupos de
apertura; los fonemas /b/,/d/ y /g/pueden ser oclusivos o fricativos en las
mismas condiciones; en ambos sistemas fonológicos los fonemas /r/ y /ř/
son fonemas distintos que se oponen en posición intervocálica, pero en
posición inicial el castellano sólo tiene /ř/ y el vasco exige una prótesis de
una vocal: rota/errota, rosa/errosa. La influencia de la lengua céltica en la
fonética del latín hispano se evidencia en la sonorización de las
consonantes sordas intervocálicas: -p, -t, -c en –b-, -d-. –g-. lupu>lobo,
vita>vida, secare>segar.
Roma creó escuelas en las tierras conquistadas para implantar su cultura en la juventud.
Estas escuelas estuvieron muy extendidas por todas las colonias, municipios y ciudades de cierta
importancia, especialmente en las regiones más romanizadas. El latín que difundieron los
colonos fue el latín vulgar o coloquial, no el latín culto que sólo se enseñaba en la escuela como
vehículo de transmisión literaria y de los documentos oficiales del Estado. Pero tampoco el latín
vulgar era uniforme debido a la diversidad de procedencias de los colonos y a las distintas
regiones en que se asentaron.
Veamos algunas de las características del latín vulgar que condicionan bastantes rasgos
de las lenguas romances que de él surgen son:
d) En cuanto al léxico: del latín vulgar, olvidó muchos términos del latín clásico y
empleó procedimientos propios para la creación de palabras nuevas: emplea con
bastante frecuencia diminutivos (rotula> rotella>rodilla), crea verbos partiendo de
sustantivos (altus> altiare>alzar).
La diferenciación entre variedades se acentúa a partir del siglo V. cuando las invasiones
germánicas terminan con el Imperio Romano. La unidad del latín hispánico se vio afectada por
las invasiones germanas. En el latín hispánico había variedades según las regiones, pero no
menoscababan la unidad lingüística del latín peninsular. Los germanos destruyeron el Impero
Romano y desintegraron la unidad política del mismo. Se crearon en la época visigoda unos
reinos independientes en las antiguas provincias, y este hecho favoreció en aumento de las
diferencias lingüísticas entre unas regiones y otras. En la época de las invasiones, el latín vulgar
se enriqueció con palabras germánicas; durante esta etapa convivieron dos sociedades distintas
empleando cada una de ellas su propia lengua. La principal influencia que ejercieron las lenguas
germánicas sobre el latín vulgar hispánico fue en el léxico.
El vocabulario militar adoptó muchas palabras como werra>guerra que sustituyó al
término latino bellum, helm>‘casco’ > yelmo; otros términos pertenecen al campo semántico del
vestido y de la vivienda: falda, cofia, sala; la implantación de las instituciones germánicas
introdujo normas nuevas y palabras para referirse a ellas: ban ‘prohibición’> bando, fëu
‘ganado’> feudo. Nombres visigodos son también los topónimos y antropónimos: Mondariz,
Castrogeriz, Álvaro, Fernando, Elvira, Rodrigo, Alfonso…
De la evolución del latín hispanorromano en los siglos V-VIII se tiene poca noticia por la
carencia de textos escritos. Por lo que se deduce de la evolución futura de los dialectos
romances, continúan su proceso algunos de los cambios fonéticos iniciados ya en el latín vulgar,
aunque hay que destacar que el latín de la época visigoda carece de unidad: las soluciones que
se van dando a estos procesos empiezan a ser diferentes en las distintas zonas, y este hecho se
acrecentará con la llegada de los árabes y la desaparición del reino visigodo.
En el subsistema consonántico:
2.- En el nivel morfológico: las únicas fuentes para extraer estos datos son las
jarchas, en las que encontramos:
f) La segunda y tercera persona del singular del verbo ser presenta formas
diptongadas:
es>yes; est>yet.
Diversos factores políticos y culturales van a hacer que los dialectos románicos
peninsulares corran distinta suerte:
b) Catalán: tiene también un amplio cultivo literario en los siglos XIII-XV, época de gran
influencia provenzal. El condado de Barcelona, junto con Aragón, inicia en el siglo XV
su expansión política y comercial por el Mediterráneo, lo que supone la extensión del
catalán por la costa, hacia el Sur (Valencia y Alicante) y Baleares y Cerdeña.
3.1.1 Fonética:
Hasta la época alfonsí (siglo XIII), momento en el que se fijan la mayor parte de las
vacilaciones e irregularidades fonéticas del castellano medieval, la lengua presenta una
enorme inseguridad. Se señalan sus características:
c) Existencia de una serie de fonemas que desaparecieron a partir del siglo XVII.
G + e,i (muger) Se pronuncian como la jota francesa o inglesa
J+ vocal (fijo)
-i- (reia)
ç+ vocal (braço)
B oclusiva
V fricativa (amava)
3.1.2 Morfosintaxis:
a) Indeterminación de funciones entre los verbos ser y estar, haber y tener: “Assí posó mio
çid si fosse [estuviesse] en montaña”. “Mala cueta es, señores, aver [tener] mengua de
pan”.
b) Era normal que los verbos intransitivos llevaran como auxiliar el verbo ser para formar los
tiempos compuestos en lugar de haber. Sin embargo en el Poema de Mio Cid se encuentran
casos con haber: “son entrados”, “a Valencia an entrado”.
e) Desde el siglo XIV los imperfectos en –ié se sustituyen por los acabados en –ía.
f) Coexisten numerosas formas para designar una sola realidad. Así, para la segunda personas
del singular del pretérito se podían emplear algunas de estas formas: feziste, fiziste, fezist,
fizist, feziest, fiziest, fezieste, fizieste. Para el pronombre de tercera persona se emplean:
ele, ell, elle, elli, el.
3.1.3 Léxico:
Son muchas las palabras que existían en la lengua medieval y que se han perdido. Otras
se han conservado con un significado muy distinto al que tenían en la Edad Media (catar `ver´>
`probar´. En cuanto a los préstamos, hasta el siglo XI se introducen numerosos arabismos, ya
indicados. Desde el siglo XI al XIII, como consecuencia de los contactos con Francia y de las
peregrinaciones a Santiago de Compostela, se introducen bastantes galicismos. En el siglo XIII,
gracias a la labor de la Escuela de Traductores de Toledo, se introducen tecnicismos
pertenecientes a todas las ramas del saber. En el siglo XIV, el Arcipreste de Hita introduce en su
obra modismos y refranes que aportan a la lengua expresividad.
En los siglos finales de la Edad Media el castellano se impone como lengua común y como
lengua de cultura en buena parte de la Península. En este sentido, es fundamental la labor de
Alfonso X el Sabio, cuyas obras, y las de sus colaboradores, suponen la consolidación de la
variedad del castellano más evolucionada, la norma toledana (frente a la más primitiva y diversa,
norma burgalesa).
accidente> acidente.
h) Las formas del futuro imperfecto regulares coexisten con las actuales epéntesis:
porné/pondré, terná/tendrá, verná/vendrá.
3.2.2 Morfosintaxis:
a) En la primera mitad del siglo, coexisten las formas verbales: amáis/amá, tenéis/tenés.
b) La forma medieval gelo se utiliza cuando se puede sustituir por se lo.
c) Empleo del verbo haber con valor predicativo: “Si has miedo que me ofendas”.
d) El verbo ser se sigue empleando como auxiliar en los tiempos compuestos de los verbos
intransitivos.
3.2.3 Léxico:
Durante la segunda mitad del XVI y primera del XVII, la lengua es mucho más segura que
durante la Edad Media porque no presenta casi vacilaciones. El rasgo más significativo es la
extraordinaria evolución que sufre en cada uno de los niveles, pero principalmente en el
fonético-fonológico.
3.3.1. Fonética:
En este siglo van desapareciendo las vacilaciones del timbre de las vocales, los casos que
quedan se consideran arcaísmos: lición, perdición. Se termina de consolidar el reajuste de
las consonantes sibilantes que comenzó en la primera mitad del XVI:
b) Pérdida de la oposición sorda/sonora en las sibilantes a favor de las sordas: s/z>s, ẑ/ŝ>ŝ,
ž/s>š.
c) Velarización de las antiguas palatales ž/s>š, convertidas en sordas, pasan a ocupar la casilla
vacía de la velar fricativa /x/.
d) En un primer momento se va aflojando el carácter oclusivo de las africadas ẑ/ŝ primero en
la sonora y después en la sorda para que hubiera la misma oposición sorda/sonora que en
el resto de las sibilantes. Después, una vez neutralizada la oposición sorda/sonora, se
produce un reajuste (transfonologización) ya que en lugar de pronunciarse como dorso-
dental se convierte en interdental fricativa.
e) Los grupos de consonantes cultas (ps, ct, gn…) pugnan por conservarse o simplificarse,
todavía de dice indino e indigno; efeto y efecto.
3.3.2. Morfosintaxis:
b) Delimitación de las funciones de los verbos haber y tener, ser y estar tal como se emplean
en la actualidad.
3.3.3 Léxico:
Durante esta época se produce un aumento extraordinario del léxico de nuestra lengua.
Veamos algunas muestras:
a) Introducción de cultismos que pasan a la lengua común: iculcar, frustrar, indeciso.
En el siglo XVIII concluye la labor de normativización del castellano, iniciada por Lebrija siglos
antes. La Real Academia Española (1713) fija la norma gramatical de la lengua mediante la
publicación de varias obras fundamentales: el Diccionario de Autoridades (1726-1739), la
Ortografía (1741) y la Gramática (1771).
2.1.1 Extremeño
2.1.2 Andaluz
2.1.3 Murciano
2.1.4 Canario
2 Dialectos meridionales:
Sabemos que las variedades andaluza y canaria actuales tienen su origen en los
cambios producidos en el castellano tan pronto comenzó a expandirse por el territorio
de Al-Ándalus, en el siglo XIII. Hablamos de un proceso de gran importancia dialectal,
puesto que supone una evolución autónoma del sistema de la lengua, independiente
del que se originó en el Norte, aportando soluciones fonéticas y morfológicas muy
distintas de las que se dieron en Castilla. Ya en pleno siglo XVI estaban en vigor estas
evoluciones, pues ya entonces existía la norma sevillana como distinta de la norma
toledana: la primera es la que se establece en Andalucía y se extiende por Canarias y
América; la segunda, domina en el resto de la Península, y fue la que sirvió para fijar el
modelo común de la lengua escrita.
IV.2.1 Extremeño:
IV.2.2 Andaluz:
En esta región se conforman dos zonas lingüísticas: occidental y oriental. La línea fronteriza
queda trazada desde el norte de la provincia de Córdoba hasta al sur de Málaga.
c) En relación con la oposición de los fonemas /s/ y /z/ existen tres soluciones: el
seseo, el ceceo y la distinción entre ambos. La pronunciación seseante predomina en
la zona central de Andalucía y gran parte de Córdoba, norte de Málaga, Sevilla,
Huelva, Sevilla capital en convivencia con el ceceo. El uso del ceceo se extiende por
el oeste y sur hacia Huelva, Sevilla, Cádiz, Málaga y parte de Granada. La distinción
se efectúa en algunas zonas del norte y este de la región.
1.- Apical fricativa sorda: muy similar a la castellana, se encuentra en las zonas
que distinguen /s/ y /z/, es decir en zonas del norte.
2.- Coronal plana: se articula entre los incisivos superiores y los alveolos, con la
lengua plana. Se pronuncia en las zonas seseantes y en algunas de las que
distinguen /s/ y /z/.
3.- Predorsal: se articula con la lengua convexa con el ápice en contacto con los
incisivos inferiores. Variedad que se extiende en las zonas en las que el seseo y el
ceceo conviven (centro y sur de Andalucía).
f) La aspiración de la velar fricativa sorda castellana /X/ presenta los mismos límites
lingüísticos y se realiza con las siguientes variedades: aspirada faríngea sorda en
posición inicial: [h únko] junco; aspirada faríngea sonora en posición intervocálica:
a) El habla andaluza conserva con plena vitalidad algunas voces antiguas castellanas:
escarpín `calcetín´, pan `mies´, gavia `acequia´. La existencia de arcaísmos no solo se
reduce al habla rural, sino que también afecta a la norma urbana. Son también
abundantes los arabismos que conservan su vitalidad en el uso andaluz frente a la
clara regresión en que se encuentran en la lengua general: alcancía `hucha´, aljofifa
`bayeta´, marjal `medida agraria´, arrayán `mirto´, albarda `aparejo´, aldabiya
`clavija´, etc.
d) Entre los hablantes cultos son pocas las diferencias de vocabulario en todo el
dominio dialectal, pero se ha podido determinar la existencia de zonas léxicas
atendiendo a niveles específicos del habla. Así lo señaló en su día Manuel Alvar, y
más recientemente Julio Fernández-Sevilla en un estudio muy completo sobre el
léxico andaluz agrícola. El último autor señala siete zonas, incluidas dentro de las dos
grandes áreas, que confirman las diferencias entre el andaluz oriental y occidental.
La frontera entre ellas se encuentra en una línea que va desde el norte de la provincia
de Córdoba (Santa Eufemia) hasta el sur de Málaga (Nerja). A una y otra zona
corresponden diferencias como acequia-cauce `acequia-madre´, cubo-maza `cubo
de la rueda´, abientar-aventar ` `aventar la parva´, barcinar-sacar `acarrear la mies´.
IV.2.3 Murciano:
IV.2.4 Canario:
1.- Debilitamiento del timbre de las vocales en sílaba átona que provoca
asimilaciones o disimilaciones: dispués, disierto, sigún.
7.- Desaparición de las consonantes finales –l. –r, -d: carrizá, queré, ciudá.
8.- Aspiración de –r implosiva ante n o lo [kué h no] cuerno, [ká h lo] Carlos.
1.- En el terreno de los afijos destaca la alta frecuencia con la que se emplean los
morfemas diminutivos –ito, -illo, con valores apreciativos; se emplea el sufijo de
influencia portuguesa -iento para formar adjetivos en grado superlativo:
moquiento, salvamiento, grasiento. El sufijo –ero se emplea para designar
nombres de árboles y plantas: naranjero, manzanero, tomatero, papayero.
2.- Eliminación del pronombre de segunda persona del plural vosotros, os que se
sustituye por ustedes más tercera persona del plural. Lo que acarrea otras
consecuencias: desaparición del posesivo vuestro y de las formas verbales de
imperativo se segunda persona del plural.
2.- El segundo integrante de su léxico son los rusismos: fechar `cerrar´, trafulcar
`hacer las cosas mal y pronto´, nuevo `joven´, escarrancharse `abrir las piernas´
2.1 Fonéticos
2.2 Morfosintácticos
2.3 Léxicos.
Parece claro, tal como sostiene Rafael Lapesa, que cuando decimos “español de
América”, pensamos en un modalidad del lenguaje distinta a la del español peninsular, sobre
todo la propia del Norte y Centro de España. Sin embargo, esta expresión global agrupa
matices muy diversos: no es igual el habla cubana que la argentina, ni la de un mejicano o
guatemalteco que la de un peruano o chileno. Pero, aunque no exista unidad lingüística en
Hispanoamérica, la impresión de comunidad general no está injustificada: sus variedades son
menos discordantes entre sí que los dialectalitos peninsulares, y poseen menor arraigo
histórico. Mientras las diferencias lingüísticas de dentro de España han tenido en ella su cuna
y ulterior desarrollo, el español de América es una lengua extendida por la colonización; y
ésta se inició cuando el idioma había consolidado sus caracteres esenciales y se hallaba
próximo a la madurez. Ahora bien, lo llevaron a Indias gentes de abigarrada procedencia y
desigual cultura; en la constitución de la sociedad colonial tuvo cabida el elemento indígena,
que, o bien aprendió la lengua española, modificándola en mayor o menor grado según los
hábitos de la pronunciación nativa, o conservó sus idiomas originarios, con progresiva
infiltración de hispanismos; durante más de cuatro centurias, la constante afluencia de
emigrados ha introducido innovaciones; y si la convivencia ha hecho que regionalismos y
vulgarismos se diluyan en un tipo de expresión hasta cierto punto común, las condiciones en
que todos estos factores han intervenido en cada zona de Hispanoamérica han sido distintas
y explican los particularismos.
El estudio del español de América está, por tanto, erizado de problemas cuya aclaración
total no será posible, sin conocer detalladamente, además de la procedencia regional de los
conquistadores y primeros colonos de cada país, su definitivo asentamiento, sus relaciones
con los indios; el desarrollo del mestizaje, las inmigraciones posteriores y la acción de la
cultura y de la administración durante el periodo colonial y el siglo XIX.
La primera pregunta que nos tenemos que hacer es si existe una realidad lingüística
homogénea en Hispanoamérica. Evidentemente no existe, como no existe un español
peninsular único y homogéneo. En el español hispanoamericano hay diferencias, a veces
notables, que sin embargo no llegan a ser tan profundas como para impedir la comprensión
entre los hablantes de los distintos países. Hablamos de diversidad dentro de la unidad.
Para entender el español hablado en Hispanoamérica, no sólo hay que tener en cuenta
las diferencias lingüísticas de los distintos países y de las regiones que configuran estos, es
preciso observar diferencias que tienen que ver con el nivel sociocultural de los hablantes,
diferencias diastrásticas, o con el tipo de población, zonas rurales o urbanas, hablantes
monolingües o bilingües, pues estos son factores que inciden, sin duda, en la variación
lingüística. En este sentido, las normas lingüísticas populares de diferentes regiones tienen
mayor diferenciación entre sí que las normas cultas de esas mismas regiones. El factor
cultural, y en especial la escolarización, es un elemento nivelador que influye en la
homogeneización de las lenguas.
Existen además factores históricos que permiten explicar la diversificación dialectal del
español americano, como la procedencia de los contingentes de población que colonizaron
en continente americano y su distribución regional. Es innegable que el español meridional
peninsular y el habla de las zonas costeras de América y de las Antillas comparten muchos
rasgos lingüísticos, como el seseo o uso de [s] por [Ѳ]: [seresa] por ‘cereza̓, [sebolla] por
‘cebolla̓; el yeísmo o uso de la variante fricativa sonora tanto para ‘y ̓ como para ‘ll̓; aspiración
de la [s] cuando está en posición final de sílaba: [ loh seih], [ dehcanso], [mihmo] por ‘seis̓ ,
‘descanso̓ , ‘mismo̓ o aspiración de [x]: [mujer], [hente] por ‘mujer̓, ‘gente̓ . Sin embargo, esta
influencia del español meridional no se dio por igual en las distintas regiones de América,
pues hay grandes áreas lingüísticas en las que no aparece este tipo de rasgos de
debilitamiento articulatorio propio de las variedades meridionales, al menos en la variedad
estándar (altiplano mexicano, interior de Colombia y Venezuela, serranía de Ecuador, Perú o
Bolivia).
La influencia de las lenguas amerindias en las áreas de bilingüismo histórico son también
un factor de diferenciación importante, como veremos. Por otra parte, la propia evolución
de las variedades del español americanas ha contribuido a enriquecer la diversidad del
español americano, principalmente en la lengua oral popular. Las más estudiadas son de
carácter léxico y semántico, lo que no quiere decir que no haya también diferencias
morfosintácticas. Pongamos algún ejemplo que ilustre las diferencias léxicas. En México
podemos escuchar a alguien la frase: vio el carro de bomberos y se paró en la banqueta, que
en español peninsular corresponde a ‘vio el coche de bomberos y se quedó de pie en la acera̓
o pon la cajeta en la cajuela, güerito, ‘mete el dulce de leche en el maletero del coche, rubio̓ .
Igualmente podemos oír en Argentina: si querés comprar una pollera, toma esta vereda y a
las tres cuadras entra en el negocio que tiene las vidrieras regrandes, esto es ‘si quieres
comprar una falda, ve por esta acera y a las tres manzanas entra en una tienda que tiene los
escaparates muy grandes̓. En Ecuador de puede oír: me compré este saquito para ponerme a
la noche; me costó bastante plata, pero es chévere, lo que para nosotros sería ‘me he
comprado esta chaqueta para ponérmela por la noche; me costó bastante dinero, pero es
estupenda̓, o aquí no hay chance de ganar bien, por ‘no hay oportunidades̓.
Numerosas han sido las clasificaciones de las áreas dialectales del español americano
que se han elaborado para intentar describir adecuadamente el español hablado en América;
clasificaciones basadas en rasgos fonéticos (Canfield y Resnick), en la combinación de rasgos
fonéticos y morfológicos (Rona o Zamora y Guitart), en una sección léxica (Cahuzac) o en el
sustrato indígena (Henríquez Ureña). Sin embargo, ninguna de ellas se puede considerar
como una clasificación relativamente aceptable y todas ellas, a pesar de la diversidad de
criterios elegidos para su elaboración, caen en errores de partida similares, lo que las
conduce al fracaso. Uno de los inconvenientes más notables para realizar una clasificación
del español hablado en Hispanoamérica es la falta de descripciones exhaustivas de muchas
zonas, incluso de países enteros, hechas estas con criterios modernos y trabajo de campo
riguroso. Otro de los problemas que impiden por el momento hacer este tipo de
clasificaciones es que las descripciones deben hacerse no sólo de las variantes diatópicas sino
también de las diastrásticas y este tipo de descripciones está mucho menos avanzado. Por
ejemplo, uno de los rasgos fonéticos que aparecen en casi todas ellas es la aspiración o
conservación de la /s/ implosiva. Sin embargo, esta suele tenerse en cuenta, generalmente,
solo en el español estándar de las clases medio-altas; así, puede darse el caso de que en una
zona concreta el español hablado de esas clases medio-altas conserve la /s/ implosiva, pero
no así en los estratos bajos, que pueden aspirarla o elidirla, como ocurre en las zonas
interiores de Colombia, donde solo se tiene en cuenta el español estándar, que no aspira o
elide, por lo que se concluye de manera simplificada que en el interior de Colombia no hay
aspiración de /s/. Por otra parte, este tipo de clasificaciones suelen hacerse a partir de un
escaso número de rasgos, generalmente fonéticos. La dificultad estriba en la selección de
esos pocos rasgos y su nivel de generalización en todo el territorio americano, lo que conduce
a una descripción excesivamente vaga e inexacta, se pueden agrupar varias áreas con una
variación interna muy significativa.
Estas razones han inducido a los investigadores a abandonar este tipo de clasificaciones
y a optar por descripciones lingüísticas más o menos detalladas de cada país, que resultan
menos arriesgadas y permiten una descripción más exhaustiva de la variación interna. Este
es el tipo de descripciones que aparece en los manuales del español de América en los
últimos años. A pesar de que resulta la propuesta más acertada y utilizada, también esta
metodología tiene algunos inconvenientes, pues en muchas ocasiones las fronteras
dialectales y las geográficas no coinciden (así ocurre con el español andino, que forma un
área lingüística y se extiende por el sur de Colombia, sierra ecuatoriana y peruana, parte de
Bolivia, norte de Chile y noreste de Argentina).
A pesar de lo dicho anteriormente, se suele aceptar la existencia de algunas áreas
dialectales, como la mencionada andina, el español caribeño (Antillas y costa atlántica de
México, Centroamérica, Venezuela y Colombia) o el español de Río de la Plata (Argentina,
Paraguay y Uruguay), que, a excepción de la andina, se suelen basar en rasgos casi
exclusivamente fonéticos. Hoy se habla de variedades innovadoras fonéticamente (aquellas
que experimentan fuertes procesos de relajamiento consonántico, como aspiración de /s/
implosiva, pérdida de la /d/ intervocálica, aspiración de /x/, pérdida o relajación de /r/,
neutralización de líquidas, etc.) y de variedades conservadoras (las que conservan las
consonantes). Así se opondrían las variedades innovadoras de la costa peruana o ecuatoriana
a las conservadoras de la sierra, el altiplano mexicano conservador a la zona innovadora de
la costa atlántica, por ejemplo.
Resulta muy difícil expresar los rasgos característicos del español americano en unas
pocas páginas, por ello nos limitamos a enumerar algunos de los más extendidos, su área de uso
y algunos datos que puedan ilustrarlos:
El rasgo fonético que caracteriza al español americano por excelencia es el seseo, esto
es, la realización de /s/ y /z/ como /s/, si bien las realizaciones de esta /s/son muy
variadas. Se ha registrado un tipo de ceceo, resultado de la neutralización de /s/ y /z/, en
algunas áreas de México, Centroamérica y República Dominicana, de las costas
venezolanas, colombianas, ecuatorianas, entre otras. Este fenómeno está localizado
regionalmente y en franco retroceso a causa de su estigmatización social.
Otro de los rasgos que se suelen citar como identificadores del español americano es el
yeísmo, la neutralización de /y/ y /λ/ a favor de la primera. El yeísmo tiene igualmente
distintas realizaciones, desde una semiconsonante en la zona caribeña al rehilamiento del
žeísmo argentino o uruguayo. Ahora bien, no existe yeísmo en toda el área americana,
pues hay distinción de ambas palatales en Paraguay, Nordeste de Argentina, Bolivia, zonas
andinas de Ecuador y Perú, y en general en las zonas interiores de Colombia y Venezuela.
Estas áreas son distinguidoras aunque la realización de los dos fonemas palatales pueda
variar. Así, por ejemplo, en algunas zonas de la sierra ecuatoriana el fonema lateral se
realiza como fricativa prepalatal rehilada, similar a la argentina o uruguaya ([žúβja] ‘lluvia̓,
[yéma] ‘yema̓; por el contrario, en Paraguay la oposición de realiza mediante la lateral [λ]
y la africada [ŷ] ([káλe] ‘calle̓ , [ŷáte] ‘yate̓ .
Para finalizar este apartado, aludimos a las velarizaciones de la vibrante múltiple ([ríko])
‘rico̓ , que se documentan fundamentalmente en Puerto Rico, y de la /n/ implosiva
[balkóŋ] ‘balcón̓ , que se documenta en el Caribe, Las Antillas, Ecuador, Chile, Bolivia,
Colombia, Venezuela, México y Centroamérica. Ambos son fenómenos socialmente
marcados, asociados con los estratos sociales más bajos y de procedencia rural.
En las últimas décadas se han publicado numerosos trabajos sobre los rasgos
morfosintácticos que caracterizan las diversas variedades del español hablado en
América. Aquí aludiremos a algunos de los más destacados. En primer lugar, cabe destacar
que, a excepción de las área de bilingüismo histórico (español y lenguas amerindias), el
sistema pronominal generalizado en todas las áreas es el etimológico o distinguidor,
llamado así debido a que distingue sus formas pronominales en función de los rasgos del
caso (dativo para el objeto indirecto y acusativo para el directo) y el género (para las
formas de objeto directo). Así, la forma pronominal le(s), sin especificación de género, es
utilizada para referir al objeto indirecto y las formas lo(s), la (s) para el objeto directo,
atendiendo al género masculino y femenino, respectivamente.
Otro de los rasgos morfosintácticos que atañen también al sistema pronominal es el uso
generalizado en toda Hispanoamérica de se los por se lo (se los dije ‘les dije esto a ellos̓),
esto es, dado que la forma de objeto indirecto se es invariable y no puede llevar la marca
de plural, es la forma pronominal de objeto directo, lo, la que lleva los rasgos de número;
de esta forma el hablante explicita la pluralidad del referente indirecto. Este uso está
extendido a los hablantes de todas las clases sociales y se puede localizar incluso en la
lengua escrita, sobre todo en los medios de comunicación.
Es generalizado, sin embargo, la sustitución del pronombre sujeto vosotros por la forma
ustedes, similar a lo que ocurre en las variedades meridionales del español peninsular. El
voseo o empleo de la forma vos como segunda persona del singular está bastante
generalizado en muchas áreas, si bien las desinencias verbales que acompañan esta forma
pueden ser tanto diptongadas (vos cantáis) como no diptongadas (vos cantás). Se
documenta el voseo en la mayoría de los países hispanoamericanos, a excepción de
Panamá, la mayor parte de México y las Antillas. Sin embargo, la generalización del voseo
en estos países depende del nivel de prestigio que este rasgo haya alcanzado en ellos. Así,
se ha convertido en un uso prestigioso en Argentina, Paraguay o Uruguay, por lo que se
está generalizando, pero es poco prestigioso en Colombia, Venezuela o Ecuador,
asimilado a las clases con instrucción baja, lo que se traduce en un uso más restringido o
en vías de desaparición.
Por lo que respecta a los posesivos, hay que destacar dos rasgos que afectan a áreas
muy concretas: el uso del artículo indefinido + posesivo + nombre con significado
intensificador o ponderativo. Así, en el ejemplo y la loca Catapulta quera así de feya de la
cara y por aquí chuca y mechuda de un su pelo bien prieto se resalta la característica
cualitativa del pelo mediante la construcción de artículo indefinido + posesivo, esto es,
impone un valor intensificador para resaltar el hecho de que la loca Catapulta tenía el pelo
“bien prieto”. El segundo de los rasgos relativos a los posesivos se ha documentado
fundamentalmente en México y consiste en la duplicación del posesivo mediante un
sintagma preposicional del tipo su gol de Hugo Sánchez. Esta duplicación tiene un
significado de habitualidad, de rasgo que caracteriza al poseedor. Así, es habitual y
característico de Hugo Sánchez el hecho de que meta goles (no se diría de un futbolista
que apenas mete goles).
Muchos de estos usos son los llamados arcaísmos léxicos, esto es, voces que han dejado
de utilizarse en el español peninsular estándar de manera general, como parase ̔ponerse
derecho, de pie̕, cobija ̔manta̔, enojarse e̔ nfadarse̕, aguaitar ̔mirar̕, aloja ̔bebida de miel
de caña, zumo de limón y agua̓, arveja ̔guisante̕, llamado ̔llamada, llamamiento̕, o
mandado ̔recado̓ , por citar algunos. Otros, por el contrario, son voces de nueva creación
como balear, balacear ̔tirotear̕, lonchar (del inglés lunch) c̔ omer a medio día̕, timbrar
̔llamar al timbre̓ , hachear ̔cortar con el hacha̕, cauchar ̔extraer caucho del árbol̕, lechar
̔extraer leche, ordeñar̓, papal ̔terreno sembrado de patatas̓, panteonero ̔sepultero̕ o
pendejada ̔acción propia de pendejos̕; otras muestran desplazamientos semánticos como
leche y ocho ̔buena suerte̓ , guacamayo ̔persona vestida de colores vivos̕, cuña ̔persona de
influencia̓. Hay igualmente un gran número de voces procedentes de las lenguas
amerindias.
Las variedades del español “imperfecto” interferido por las lenguas amerindias están
socialmente desprestigiadas; así, se alude a estas como español de indígenas, deficiente, propio
de bilingües que no saben bien la lengua. Muchas de estas variedades del español, al contrario
de lo que se cree, suelen ser estables y se transmiten de generación en generación, por lo que
no es posible hablar en estos casos únicamente de errores de aprendizaje, puesto que los
hablantes bilingües simétricos o ya monolingües de español hablan variedades del español en
las que se aprecia la influencia de la lengua amerindia en ciertas estructuras de su variedad. La
discriminación social de estas variedades de español hablado por bilingües conlleva el abandono
de la lengua amerindia. En efecto, a pesar de que en las comunidades rurales el español es usado
en muchos casos como segunda lengua, en los núcleos de población urbanos y semiurbanos de
las zonas de contacto histórico el predominio del español es cada vez mayor y se está
produciendo un proceso de sustitución lingüística de las lenguas amerindias por el español. La
inmigración interna de las zonas rurales acelera esta proceso de sustitución lingüística, pues la
estigmatización de las lenguas amerindias y de esta variedad del español son factores
determinantes para el abandono de la lengua indígena. La discriminación no alcanza a aquellas
variedades del español que también muestran influencias lingüísticas de las lenguas amerindias
pero se han consolidado como variedades distintas de las habladas por los indígenas, como es
el caso de la variedad hablada en Quito.
Algunos rasgos característicos de estas áreas de contacto lingüístico son los siguientes: