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La variación en la lengua

El sistema lingüístico o lengua


• Es una realidad que existe por encima de los usos individuales
• Permite la comunicación de los hablantes dentro de una serie de posibilidades de
realización

• Por lo tanto, equilibrio entre dos tensiones:

- El sistema le viene impuesto

- El hablante puede inducir un proceso de cambio

• Ello enlaza con conceptos básicos:

- El sistema como abstracción (conjunto de reglas que rigen la lengua)

- La norma: realización de ese sistema en un determinado momento, región o grupo

- El habla: Realización que cada individuo hace del sistema en función de su contexto

Ahora bien, el sistema no subsistiría sin habla, y el habla sin sistema

La lengua como principio de organización social


- La lengua es el principio de toda organización social

● Sin una comunidad de uso la lengua no tendría razón de existir

● Solo la función comunicativa de la sociedad da pie a las peculiaridades individuales y al


proceso dinámico de la lengua

La norma
• Del sistema común del español se han desgajado una serie de normas, que han dado
lugar a las variantes regionales: andaluza, antillana, etc.

- Tales normas no pueden individualmente modificar el español común

- De entre las diversas normas regionales puede haber parciales correspondencias que
afectan a los hechos lingüísticos (contigüidad geográfica, prestigio, etc.). – La dicotomía ll-y

- Las normas regionales se imponen sobre las hablas locales, y dichas hablas locales se
condiciona unas a otras

El último peldaño: el habla individual (idiolecto)


- La uniformidad la representa la norma regional; frente a ella actúa la diversidad. Es
decir, partiendo de un individuo se generaliza en un grupo y de allí lucha por formar
parte de la norma

- Cada grupo de idiolectos se escinde en capas diastráticas (como, los cortes


generacionales o culturales)

- De uno u otro modo todos los comportamientos lingüísticos están bien diferenciados:
por ejemplo, el campesino analfabeto tiene un habla distinta de la del hombre culto.
Así, siempre hay rasgos que les unen y que les diferencian por su posición en la
sociedad
- Conforme la sociedad se hace más compleja, gana en variedad. Los intereses humanos
se diversifican. Cada grupo un roll y, con él, el lenguaje que lo formula.

- En el ámbito de estos grupos puede haber un diferente modo de alentar los procesos
evolutivos: conservadores vs. Innovadores

- En los niveles inferiores de la estructura social y en los núcleos más pequeños de


población es donde primero se observan las reordenaciones o discrepancias
lingüísticas, y, especialmente, en los ámbitos familiar, gremial.

El sistema lingüístico por encima del individuo. La fragmentación sociolingüística


• La fragmentación de una lengua siempre es una amenaza constante

• No obstante, el sistema tiene una posibilidad de coerción que actúa por encima del
individuo: el prestigio, la presión unificadora de la sociedad, etc. – Las dos fuerzas de
Saussure: niveladora y disgregadora
• Dichas fuerzas se observan en los individuos, pero también en los grupo: hombres vs.
mujeres; pueblo vs. ciudad

T. 2 (1) Lengua y dialecto. El español de España


• Desde la antigüedad hasta el siglo pasado, la lingüística tenía una orientación filológica
(guía para la correcta interpretación de los textos), o bien dogmática (gramáticas
basadas en criterio de autoridad).

• Con Ascoli (ya en el XIX) surge el interés por el conocimiento de las hablas populares
(es decir, conocer la lengua del pueblo en sus diversidades geográficas, prescindiendo
del espejismo de la corrección)

• El nuevo enfoque hizo que se llegara al conocimiento de las hablas que carecían de
cultivo literario, a la vez que se concebía la lengua como actividad humana sometida a
modelación activa por parte de los hablantes

• El reconocimiento de la dignidad de los dialectos y su estudio se debe al nacimiento de


la lingüística como ciencia histórica (de la filología a la lingüística)

• Ello desembocó en la idea, ya a mediados del XX, de la preeminencia de la lengua


hablada sobre el lenguaje escrito.

• Lo que denominamos lenguas literarias o lenguas de cultura no son en su origen más


que modestos dialectos (castellano, toscano, etc.)

• La diferencia entre lengua literaria y dialecto es un concepto derivado de la historia. –


Por razones sociales, políticas, etc., de los varios dialectos surgidos al fragmentarse
una lengua hay uno que se impone.

• Así, mientras uno se cultiva (mediante obras de alto valor estético) otros no llegan a
escribirse o quedan postergados al uso regional o local

La definición de dialecto, no es fácil


• Para Marouzeau, dialecto es la forma particular tomada por una lengua en un dominio
dado (definición diacrónica)
• Para Mattoso Cámara, los dialectos son lenguas regionales que presentan entre sí
coincidencia de rasgos lingüísticos esenciales (definición sincrónica)

• Para la definición de lengua y dialecto hace falta tener en cuenta factores de carácter
extralingüístico: la historia política. Así, mientras el castellano se cultivó literariamente,
el leonés quedó postergado a la modestia de su localismo

• Entre nosotros se ha hablado del español como complejo dialectal o de dialectos


internos del castellano

• El castellano no se ha segmentado, aunque presenta modalidades distintas en


diferentes regiones. ¿Son dialectos suyos? – La respuesta habrá de buscarse en
función de lo que entendamos por dialecto.

• Por ejemplo, el dialecto leonés tiene en ciertos aspectos más afinidad con el castellano
que el andaluz.

• Otra cuestión: ¿Se puede hablar de dialectalismo por el mero hecho de que la lengua
madre sigue existiendo?

• -―› probablemente habrá que pensar en dos tipos de dialectos: los


arcaizantes (aragonés, leonés) y los innovadores (andaluz, español de
América).

• Parece evidente que la segmentación territorial es un factor decisivo en la


creación de los dialectos

• Pero diferenciación no quiere solo decir fragmentación histórica y geográfica; hay


también dialectos verticales (fragmentación diastrática)

• Las diferencias, además, pueden ser tanto diacrónicas como sincrónicas

• De esta idea del polimorfismo lingüístico surge el concepto idiolecto: “concepto de


hábitos lingüísticos de un individuo en un momento determinado”

• Lengua: se define lengua como (1) un sistema lingüístico caracterizado por su fuerte
diferenciación, (2) por poseer un fuerte grado de nivelación, (3) por ser vehículo de
una importante tradición literaria y, en ocasiones, (4) por haberse impuesto a sistemas
lingüísticos del mismo origen

• Dialecto: sistema de signos desgajado de una lengua común, viva o desaparecida;


normalmente, con una concreta limitación geográfica, pero sin una fuerte
diferenciación frente a otros de origen común.

Dialectología y cuestión de prestigio


• Prestigio es lo que se trata de buscar para elevar la consideración de una modalidad
lingüística. Ahora bien, ese “prestigio” significaba una aceptación lograda más por
conveniencia que por imposición (aunque pueden darse una y otra forma)
Variedades del español hablado en América
2.1.- Rasgos fonéticos:
• El rasgo fonético que caracteriza al español americano por excelencia es el seseo, esto
es, la realización de /s/ y /z/ como /s/, si bien las realizaciones de esta /s/son muy
variadas.

• Se ha registrado un tipo de ceceo, resultado de la neutralización de /s/ y /z/, en


algunas áreas de México, Centroamérica y República Dominicana, de las costas
venezolanas, colombianas, ecuatorianas, entre otras. Este fenómeno está localizado
regionalmente y en franco retroceso a causa de su estigmatización social.

• La realización de la /s/ implosiva es otro de los rasgos que caracterizan el español


americano. Así, las variedades más innovadoras aspiran o eliden la /s/ en esta posición
(área caribeña y Antillas, Centroamérica, costas de Colombia, Venezuela y Ecuador,
Chile, Argentina, Uruguay, Paraguay y Oriente de Bolivia). En estas zonas la aspiración
suele ser ya la norma lingüística y alcanza a todos los estratos sociales.

• Para finalizar con las realizaciones de la /s/, mencionamos la sonorización de la /s/


intervocálica o ante consonante sonora en la sierra ecuatoriana, rasgo generalizado
que afecta a los distintos estratos sociales y que se ha convertido en norma lingüística
([lazóras] ‘las horas̓, [mizmo] ‘mismo̓ .

• Otro de los rasgos que se suelen citar como identificadores del español americano es
el yeísmo, la neutralización de /y/ y /λ/ a favor de la primera. El yeísmo tiene
igualmente distintas realizaciones, desde una semiconsonante en la zona caribeña al
rehilamiento del žeísmo argentino o uruguayo.

• La realización de la /r/ final es otro rasgo destacable en el español americano por la


diversidad de sus distintas pronunciaciones, desde su pronunciación como vibrante
alveolar similar a la castellana (México, Argentina a excepción del nordeste, sierra
ecuatoriana, Perú, Bolivia, interior de Colombia y Venezuela) hasta su aspiración o
elisión en la zona caribeña y de costas de Centroamérica, Ecuador, Colombia,
Venezuela, Uruguay y Paraguay.

• Otro de los fenómenos fonéticos rescatables que afectan a la vibrante es la


neutralización de /r/ y /l/, que se extiende fundamentalmente por el Caribe y las
Antillas, aunque este fenómeno también se documenta en los estratos sociales sin
instrucción en el Chile, Perú, Paraguay o Ecuador.

• Para finalizar este apartado, aludimos a las velarizaciones de la vibrante múltiple


([ríko]) ‘rico̓ , que se documentan fundamentalmente en Puerto Rico, y de la /n/
implosiva [balkóŋ] ‘balcón̓ , que se documenta en el Caribe, Las Antillas, Ecuador, Chile,
Bolivia, Colombia, Venezuela, México y Centroamérica. Ambos son fenómenos
socialmente marcados, asociados con los estratos sociales más bajos y de procedencia
rural.

2.2.- Rasgos morfosintácticos:


• En primer lugar, cabe destacar que, a excepción de las área de bilingüismo histórico
(español y lenguas amerindias), el sistema pronominal generalizado en todas las áreas
es el etimológico o distinguidor, llamado así debido a que distingue sus formas
pronominales en función de los rasgos del caso (dativo para el objeto indirecto y
acusativo para el directo) y el género (para las formas de objeto directo). Así, la forma
pronominal le(s), sin especificación de género, es utilizada para referir al objeto
indirecto y las formas lo(s), la (s) para el objeto directo, atendiendo al género
masculino y femenino, respectivamente.

• Otro de los rasgos morfosintácticos que atañen también al sistema pronominal es el


uso generalizado en toda Hispanoamérica de se los por se lo (se los dije ‘les dije esto a
ellos̓), esto es, dado que la forma de objeto indirecto se es invariable y no puede llevar
la marca de plural, es la forma pronominal de objeto directo, lo, la que lleva los rasgos
de número

• Un rasgo más restringido dialectalmente (su uso se documenta en Argentina y en áreas


de bilingüismo histórico) que también atañe al sistema pronominal es la duplicación
mediante clíticos del objeto directo del tipo lo veo al niño.

• Siguiendo con los pronombres, en esta caso los pronombres sujeto, hay un rasgo con
el que siempre se caracteriza el área caribeña: el orden sujeto-verbo en oraciones
interrogativas de tipo ¿qué tú quieres? similar al de las oraciones enunciativas.

• Es generalizado, sin embargo, la sustitución del pronombre sujeto vosotros por la


forma ustedes, similar a lo que ocurre en las variedades meridionales del español
peninsular. El voseo o empleo de la forma vos como segunda persona del singular está
bastante generalizado en muchas áreas, si bien las desinencias verbales que
acompañan esta forma pueden ser tanto diptongadas (vos cantáis) como no
diptongadas (vos cantás).

• Se documenta el voseo en la mayoría de los países hispanoamericanos, a excepción de


Panamá, la mayor parte de México y las Antillas. Sin embargo, la generalización del
voseo en estos países depende del nivel de prestigio que este rasgo haya alcanzado en
ellos

• El segundo de los rasgos relativos a los posesivos se ha documentado


fundamentalmente en México y consiste en la duplicación del posesivo mediante un
sintagma preposicional del tipo su gol de Hugo Sánchez. Esta duplicación tiene un
significado de habitualidad, de rasgo que caracteriza al poseedor. Así, es habitual y
característico de Hugo Sánchez el hecho de que meta goles (no se diría de un futbolista
que apenas mete goles).

• La anteposición de la preposición de ante que completivo (opino de que Juan ya no


vendrá), el llamado dequeísmo, está bien extendida en Colombia, Venezuela, Chile,
Perú, Uruguay o Ecuador, incluso entre los estratos de población con nivel de
instrucción alto. Al contrario de lo que ocurre en España, no es un uso estigmatizado y
tampoco parece un fenómeno en regresión

• Otro rasgo que tampoco está estigmatizado y muy generalizado en toda


Hispanoamérica es el que afecta a las formas impersonales de haber, esto es, se
produce la concordancia de haber con el objeto directo, que pasa entonces a ser el
sujeto de la oración (hubieron muchas personas). Parece que se está extendiendo
incluso en estratos de la población con nivel de instrucción alto
• Con las formas impersonales de hacer se da una estructura similar de concordancia
del verbo con el sintagma nominal que lo acompaña (hacían muchos años), y, aunque
este fenómeno esté peor considerado socialmente que el anterior, está muy
generalizado sobre todo en las clases sociales más desfavorecidas.

• Otro fenómeno generalizado dialectal y sociolectalmente es la sustitución de


imperfecto de subjuntivo por el presente de subjuntivo (él me dijo que lo haga, ‘el me
dijo que lo hiciera̓). Esta sustitución introduce en la frase un matiz de probabilidad de
que la acción se realice mucho mayor del que podría pensarse en la construcción con
subjuntivo.

• Para finalizar, aludimos a un fenómeno cuyo ámbito de expansión es más local. El


cambio de régimen preposicional con verbos de movimiento (voy en Asunción), que se
documenta en Paraguay, Uruguay, Costa Rica y en algunas zonas de Argentina. El
español antiguo (en la actualidad se mantiene su uso en variedades peninsulares
rurales: voy en casa de mi abuela) tenía la posibilidad de indicar la dirección (voy a) o
la meta (voy en).

2.3.- Rasgos léxicos:


• El léxico panamericano es relativamente abundante; si bien es difícil determinar qué
regiones o países comparten ciertos usos léxicos. En este apartado enumeramos una
mera muestra de la divergencia léxica del español americano con respecto a la
variedad peninsular, Así, carro ‘coche̓ suele estar extendido por toda Hispanoamérica,
al igual que cuadra ‘manzana̓, departamento ‘piso᾽, computadora ‘ordenador ,̓
camioneta o camión ‘autobús̕ funciona en México y Centroamérica, ómnibus se
restringe más bien al cono sur americano, jugo ̔zumo̓ , cachetes ̔mejillas̕, durazno
̔melocotón̓ , tanque d ̔ epósito de gasolina̕, boleto ̔ billete̓ , pizarrón ̔pizarra̓, manejar
c̔ onducir̕, tomar ̔beber̓, botar ̔echar ̓ o colmado ̔ tienda de comestibles̕.

• Muchos de estos usos son los llamados arcaísmos léxicos, esto es, voces que han
dejado de utilizarse en el español peninsular estándar de manera general, como
pararse ̔ponerse derecho, de pie̕, cobija m
̔ anta̔, enojarse e̔ nfadarse̕, aguaitar ̔mirar̕,
aloja ̔bebida de miel de caña, zumo de limón y agua̓, arveja ̔guisante̕, llamado ̔llamada,
llamamiento̕, o mandado ̔recado̓ ,

• Otros, por el contrario, son voces de nueva creación como balear, balacear ̔tirotear̕,
lonchar (del inglés lunch) c̔ omer a medio día̕, timbrar ̔llamar al timbre̓ , hachear ̔cortar
con el hacha̕, cauchar ̔extraer caucho del árbol̕, lechar ̔extraer leche, ordeñar̓, papal
̔terreno sembrado de patatas̓, panteonero ̔sepultero̕ o pendejada ̔acción propia de
pendejos̕

• otras muestran desplazamientos semánticos como guacamayo ̔persona vestida de


colores vivos̕, cuña ̔persona de influencia´

Finalizamos este apartado señalando algunas voces específicas de algunos países o áreas.

• Las Antillas: pechudo ̔descarado, audaz̕, lechero ̔afortunado̓ , botador ̔derrochador̕,


echador ̔ fanfarrón̕.
• México: ejote ̔vaina de frijol tierna̓, bolsa de dormir ̔saco de dormir̕, elote ̔maíz tierno̓ ,
pesero ̔autobús̓, chueco ̔que está torcido, fig. persona falsa̕, checar ̔verificar,
comprobar la validez de algo̕, pilón ̔pequeña cosa que se añade como regalo̓ .

• Venezuela: arepa ̔especie de empanadilla̓, catire ̔persona rubia, de tez blanca̓, gafo
̔estúpido, torpe̕, guachafa ̔broma pesada̕, embarcar a alguien ̔dejarle plantado, no
cumplir lo prometido̓ , gastito ̔que gasta mucho̕, chupamedia ̔adulador̓

• Argentina, Paraguay y Uruguay: vereda ̔acera̓, pollera ̔falda̓, remedios ̔medicinas̕,


moracho ̔de piel morena̕, gaucho ̔campesino̕, chacra ̔huerta, sembrado̕

III.-ZONAS DE CONTACTO LINGÜÍSTICO: ESPAÑOL Y LENGUAS AMERINDIAS.


• La variedad dialectal del español de Hispanoamérica es enormemente rica. Esa riqueza
no respeta las fronteras de los países, de tal manera que dentro de un mismo país
pueden darse diferencias más profundas que entre dos países diferentes. Pongamos,
por ejemplo, la variedad dialectal de un país como México. En el Yucatán mexicano se
observan fenómenos desconocidos en el resto del país. Bástenos señalar uno muy
significativo: la pronunciación de [p] por [f] empermo por e̔ nfermo̓ . Mencionamos a
propósito la región de Yucatán en México porque en ella el español convive con
lenguas indígenas amerindias como la maya. Este mismo fenómeno fonético se
documenta también en Guatemala, justo en las áreas bilingües de español y lenguas
mayas.

• La diversidad de lenguas indígenas americanas, algunas extinguidas y otras en uso, es


un factor de determinación en español americano. No cabe duda de la influencia de
estas en el léxico del español general. Esta entrada de indigenismos es la influencia
que se aprecia más directamente. Algunos de estos son:

• a) Arahuaco-taíno: guacamayo, iguana, ají, batata, maíz, maní, hamaca, huracán,


cacique, caoba, maguey, pita, carey.

• b) Caribes: canoa, caribe, caníbal, manatí, caimán, piragua.

• c) Náhuatl: petate, tiza, chocolate, tomate, cacao, coyote, chicle.

• d) Mayas: cenote d̔ epósito de agua a gran profundidad̕, acalche ̔terreno bajo en que
se estanca el agua de lluvia̕

• e) Quechua y aymará: quincha ̔cañizo̕, tambo ̔posada̓, jora ̔maíz fermentado para hacer
chicha̕, cholo ̔mazorca̓, chacra ̔terreno pequeño para cultivar̓, chullo ̔gorro con
orejeras̓, locro ̔guisado de carne con patatas̕, pisco ̔aguardiente de uva̓, mate, pucho
̔residuo, colilla̓, chirimoya, coca, llama…

• f) Chibcha: chicha, chaquira ̔abalorio̕.

• g) Mapuche: echona ̔hoz̕, laque ̔boleadoras̕, cahuín ̔comilona acompañada de


borrachera̓, guarén ̔rata grande̓ , quila ̔tipo de caña̓.

• h) Guaraní: ñandutí ̔encaje típico̕, maraca, tucán, agutí ̔ratoncillo̕, yacaré ̔caimán̕, teyú
̔iguana̓, tapioca, mandioca, avatí ̔maíz̓, mandubí ̔cacahuete̓ , guaraná ̔planta frutal̕.

• Más allá de la incorporación de indigenismos en el español existe otro tipo de


influencias fonéticas y morfosintácticas en determinadas áreas hispanoamericanas,
donde el contacto del español y las lenguas amerindias ha sido, y es, más profundo.
Son áreas de contacto lingüístico histórico en las que la influencia de las lenguas
amerindias en el español local es considerable. Esta influencia es variable en función
de factores bien distintos como la intensidad del contacto, el bilingüismo o
monolingüismo de los hablantes, el grado de adquisición del español, si es adquisición
formal o informal, los factores socioculturales que rodean a las diversas comunidades
indígenas, el nivel de escolarización, el aislamiento geográfico o el nivel
socioeconómico, entre otros.

• Estos factores regularán la intensidad y el tipo de influencias; no obstante, estas


influencias también se dan entre hablantes monolingües de zonas de contacto
histórico donde la mayoría de la población es monolingüe, como es el caso de Quito.

• Las variedades del español “imperfecto” interferido por las lenguas amerindias están
socialmente desprestigiadas; así, se alude a estas como español de indígenas,
deficiente, propio de bilingües que no saben bien la lengua.

• Muchas de estas variedades del español, al contrario de lo que se cree, suelen ser
estables y se transmiten de generación en generación, por lo que no es posible hablar
en estos casos únicamente de errores de aprendizaje, puesto que los hablantes
bilingües simétricos o ya monolingües de español hablan variedades del español en las
que se aprecia la influencia de la lengua amerindia en ciertas estructuras de su
variedad.

• La discriminación social de estas variedades de español hablado por bilingües conlleva


el abandono de la lengua amerindia. En efecto, a pesar de que en las comunidades
rurales el español es usado en muchos casos como segunda lengua, en los núcleos de
población urbanos y semiurbanos de las zonas de contacto histórico el predominio del
español es cada vez mayor y se está produciendo un proceso de sustitución lingüística
de las lenguas amerindias por el español.

• La inmigración interna de las zonas rurales acelera esta proceso de sustitución


lingüística, pues la estigmatización de las lenguas amerindias y de esta variedad del
español son factores determinantes para el abandono de la lengua indígena. La
discriminación no alcanza a aquellas variedades del español que también muestran
influencias lingüísticas de las lenguas amerindias pero se han consolidado como
variedades distintas de las habladas por los indígenas, como es el caso de la variedad
hablada en Quito.

• En definitiva, en los procesos de bilingüismo histórico, la influencia de la lengua


indígena se hace notar; así, ciertos patrones de esta última se transfieren al español, lo
que produce variaciones significativas en este.

• Estos fenómenos lingüísticos de contacto son complejos y no permiten


generalizaciones sin trabajos de campo rigurosos, dado que las situaciones de contacto
son igualmente complejas.

• Los resultados lingüísticos inmediatos son: cambio de código, mezclas de lenguas en


Ecuador (léxico español y estructura quechua), préstamos de elementos amerindios
léxicos, morfológicos o sintácticos, transferencia de estructuras o procesos de
convergencia lingüística.
• Hay áreas de influencia lingüística en México y Guatemala (áreas bilingües); en la zona
Guajira de Venezuela y Colombia; en el sur de Colombia, zonas serranas de Ecuador,
Perú, Bolivia, noreste de Argentina y norte de Chile (español andino); en Paraguay y
nordeste de Argentina y este de Bolivia (el español de áreas guaraníticas); en áreas
mapuches de Chile y Argentina o en la Amazonía donde el español está en contacto
con las lenguas amazónicas.

• Sin embargo, la mayoría de estas áreas, generalmente rurales, carece de descripciones


serias sobre el grado de bilingüismo y la influencia de las lenguas amerindias en el
español local de la zona. Frente a la relativa abundante documentación bibliográfica
sobre Perú, Ecuador, Paraguay o Argentina, el resto de las áreas apenas si tienen
estudios descriptivos, que generalmente suelen tratar aspectos parciales y no ofrecen
una visión de conjunto; algunas otras, como las áreas amazónicas, Centroamérica o
zonas de influencia mapuche, han sido prácticamente excluidas de la atención de los
investigadores

• En cualquier caso, la carencia de estudios en estas zonas de contacto, basados en


trabajos de campo serios y rigurosos, deja demasiadas generalizaciones sobre el
español hablado en estas zonas bilingües. Sólo con la elaboración de estudios
empíricos podremos comenzar a conocer más profundamente el español de amplias
áreas hispanoamericanas.

Algunos rasgos característicos de estas áreas de contacto lingüístico son los


siguientes:
• Fonética: pronunciación glotal de la /k/ de poblaciones indígenas de Guatemala
(bilingües y monolingües) o de Perú, tendencia a la reducción del sistema vocálico
(morosidad) en Perú, sustitución de los fonemas vocálicos españoles /i, u/ por la sexta
vocal guaraní /ŷ/, uso de la oclusión glotal prevocálica o intervocálica en la
pronunciación de palabras en español (Paraguay), realización del fonema español /b/
en posición inicial como [mb] (Paraguay (en guaraní no existe en fonema /b/).

• Morfosintaxis: discordancia de género y número, reestructuración del sistema


pronominal, usos anómalos del gerundio y las perífrasis de gerundio (Ecuador),
reestructuración de los tiempos verbales de pasado (Ecuador), aparición de modales
evidenciales o moralizadores, formas de atenuación en imperativos. Alteraciones del
orden de constituyentes, cambio del régimen preposicional o elisión de elementos
como artículos, cópula verbal o preposiciones. Los rasgos más locales, más
fuertemente interferidos, sólo aparecen entre bilingües y en las clases menos
instruidas, pues la escolarización supone una nivelación que elimina los rasgos más
llamativos, los que se apartan en mayor medida del español estándar.

• Lexico: préstamos léxicos referidos tanto a realidades conocidas como a desconocidas


para el mundo hispanohablante (zona andina: chullo ̔gorro̓ , guagua ̔niño̕ , guano
̔estiércol̓, taita ̔padre, señor̕, chumpí ̔cinturón̓ , huaca ̔seres mágicos religiosos̕, runa
‘hombres̓, longo ‘indio̕, chompa ‘cazadora, anorak̓; zona guranítica: yaguar ‘jaguar̕,
yacaré ‘cocodrilo̓ , chipa ̔especie de pan̓ , mita ̔niño̓ , aguti ̔roedor̓, kururu ̔sapo̓ , kuñatai
̔señorita̓, kure ̔cerdo̕, ka´a ̔yerba mate̕, terere ̔infusión de yerba mate̓ ; zona mapuche:
curiche ̔persona de piel muy morena̕, pilco ̔mote cocido con maíz̓, pichiruche ̔de escaso
valor̓, ahuincarse ̔convertirse en chileno no mapuche̕, culén ̔hierba medicinal̓, quillay
̔árbol de gran tamaño de cuya corteza se hace jabón̕, huemul ̔cérvido que aparece en el
escudo de armas de Chile̓ .

IV.- EL INFLUJO DE LOS MERIDIONALISMOS PENINSULARES EN EL ESPAÑOL DE


AMÉRICA
Introducción:

- El andalucismo del habla hispanoamericana:

1.-Las labiales /b/ y /v/, que todavía eran distintas en la pronunciación de algunos
conquistadores y colonos de Chile, se confundieron pronto.

2.- El seseo (históricamente ceceo)

3.- La /l/ se ha deslateralizado y se ha fundido con la /y/.

4.- En el Caribe y costas del Pacífico se truecan, vocalizan o pierden la /-r/ y la /-l/
implosivas.

5.- La pronunciación de la j como [h] aspirada.

6.- En el ambiente rústico de muchas regiones se aspira la [h] procedente de la /f/ latina
([hárto] o [xárto], [hablár] o [xablár]

• Esta serie de coincidencias ha hecho pensar en una fuerte influencia andaluza sobre el
español de América.

• Pero, entre 1930 y 1952, hubo defensores de una tesis contraria, según la cual los
fenómenos hispanoamericanos serían paralelos a los del Mediodía español. Pero no
descendientes de ellos. (se creía entonces que las fechas del seseo y ceceo andaluces y
las peninsulares del yeísmo, aspiración de la /-s/ y neutralización de /-r/ y /-l/
implosivas eran muy posteriores a las que hoy conocemos. Se argüía también que la
conquista y colonización de Hispanoamérica no fueron obra exclusiva de andaluces y
extremeños de manera predominante)

• Un nuevo cómputo, con una masa documental tres veces mayor que la de Henríquez
Ureña, ha cambiado por completo el aspecto de la cuestión: en los primeros años de
la colonización, entre 1493 y 1508, el 60% de los que pasaron a Indias eran andaluces;
y en el decenio siguiente las mujeres del reino de Sevilla sumaron los dos tercios del
elemento femenino emigrado.

• Es decir, que durante el periodo antillano se formó en las islas recién descubiertas un
primer estrato de sociedad colonial andaluzada, que hubo ser importantísimo para el
ulterior desarrollo lingüístico de Hispanoamérica. Las sucesivas oleadas de pobladores
no cambiaron la situación, pues entre 1520 y 1579 el porcentaje de los andaluces
superó en 33% y las andaluzas mantuvieron holgada mayoría en la creciente
emigración femenina. Entre las ciudades españolas Sevilla dio el máximo contingente,
a gran distancia de las demás. Añádase que Sevilla y Cádiz monopolizaron durante los
siglos XVI y XVII el comercio y las relaciones con las Indias.
• La revolución fonética del siglo XVI coincidió en América con la sedimentación de la
lengua importada, que, generalizando o eliminando los diversos regionalismos, se
encaminaba hacia un tipo común. Allí, los que procedían de Toledo, Extremadura y
Murcia distinguirían al principio las sibilantes ápico-alveolares /s/) y /z/ (entre sí y en
oposición a las dentales /s/ y /z/ (hacer, vezino), también diferenciadas una de otra.
Castellanos viejos, montañeses, asturianos, gallegos y leoneses habrían eliminado las
sonoras, pero opondrían su /s/ ápico-alveolar sorda de siete, passar, casa, peso a la
dental (o ya interdental /Ѳ/ de cinco, caçar, vecino. Los vascos sesearían con /s/ o
cecearían con /s/. Y los andaluces eliminarían las alveolares reemplazándolas por las
dentales /s/ y /z/, distinguiendo primeramente, como en el judeo-español, la sorda /s/
(sjéte), [pasár], [sinko], [kasar]) de la sonora /z/ ([káza], [pézo], [hazér], [vezino]);
después quedó sola la articulación sorda.

• La variedad no suponía, como en la Península, repartición geográfica, sino mezcla y


anarquía, ya que en cada punto se reunían gentes de distinto origen. La convivencia
niveló los particularismos generalizando la reducción de las cuatro sibilantes históricas
a un solo fonema, /s/ convexa ([s]) o plana [s], no cóncava como la /s/ del Norte y
Centro peninsulares. Esta solución, extensión atlántica de la andaluza, se documenta
profusamente en el Nuevo Mundo desde 1521 y 1523.

• Más tarde, la antología titulada: «Flores de varia poesía» (México, 1577), ofrece en su
manuscrito original cerenos, ançias, auzente, junto a sierva, ̔cierva̓, asertaste,
alcansaste

• Otro de los argumentos que con más insistencia se ha esgrimido contra el andalucismo
en el tratamiento hispanoamericano de las sibilantes señalaba como propio de
América el seseo, entendido como pronunciación de c y z con [s] convexa o plana,
mientras consideraba ajeno a la dicción americana el ceceo o pronunciación de la s con
una sibilante parecida a la [Ѳ]. Hoy sabemos que tanto el llamado seseo andaluz –
idéntico al hipanoamericano- como lo que modernamente se entiende por ceceo son
meras variedades de lo que desde el punto de vista histórico no es sino ceceo,
pronunciación de las antiguas s y ss alveolares con articulaciones propias de ç y c
dentales

• El yeísmo es el rasgo meridional español que en América tiene extensión más cercana
a la del seseo, aunque sin llegar a generalizarse como este. Atestiguado en España
desde la época mozárabe, en Méjico desde 1527, en Cuzco desde 1549, motivó a fines
del siglo XVII composiciones humorísticas del poeta Juan del Valle Caviedes, natural de
Porcuna (Jaén) pero radicado en Lima. Durante algún tiempo se creyó ver en ellas el
primer testimonio del yeísmo hispánico; hoy su interés lingüístico de limita a probar
que Inesiya, hayo, suscitaban ultracorrecciones aller, ballo, desmallo, seguramente no
solo gráficas entonces.

• La /-s/ final de sílaba o palabra se mantiene con fuerte silbo y tensión en el Norte y
meseta mejicanos, en regiones altas de América Central, Colombia, Ecuador, casi todo
el Perú, la mayor parte de Bolivia y, dentro de Argentina, en zonas de las provincias de
Jujuy, Salta, y Santiago de Estero

• No obstante, la influencia culta ha impuesto como norma en Buenos Aires y provincias


del Sur una /-s/ menos tensa, aunque en ambientes populares abunden la aspiración o
la pérdida, desestimadas en otros niveles sociales. En Chile la /-s/ final de sílaba «es
comúnmente semiaspirada en el habla culta», que la aspira muchas veces, «y del todo
aspirada o muda en la lengua popular». En el resto de Hispanoamérica es general la
aspiración (ehcuela bohque, otroh), que se asimila con frecuencia a la consonante
siguiente (mihmo >[mímmo] y a veces le quita la sonoridad (resbalar >[rejjalár]>
[réjalár], máh barato> má farato,

• La neutralización de /-r/ y /-l/ implosivas o su omisión se encuentran atestiguadas


desde los siglos XII y XV y en América desde 1525 y 1560 respectivamente. Pese a la
riqueza de ejemplos antiguos, estos fenómenos no constituyen hoy rasgo general del
español americano: alcanzan principalmente a territorios insulares y costeños, dejando
libre el interior de Méjico, del Ecuador y del Perú, Bolivia y Argentina (salvo la región
del Neuquén, de rasgos fonéticos chilenos, donde en el habla rural se oyen argún,
arquién,úrtimo). Como en España, hay repartición geográfica de variedades, o al
menos de preferencias por unas u otras: dentro de la inseguridad de las informaciones

• De lo expuesto se desprende que en las Antillas y región de Chile es donde más se


estrechan las semejanzas fonéticas con el habla de Andalucía, sin duda como
consecuencia del predominio migratorio andaluz durante el siglo XVI y de la continua
relación con Canarias.

• Más fácil se presenta la cuestión en el Continente: el habla de las altiplanicies se


aproxima a la de Castilla mucho más que la de los llanos y costas, donde están más
acentuadas las semejanzas con Andalucía; en las mesetas, como se ha indicado,
subsiste la /-s/ implosiva, no se confunden ni pierden /-r/ y /-l/ finales de sílaba o
palabra y, salvo en Colombia y América Central, la j se pronuncia fricativa oral, no
aspirada faringea.
• Para explicar esta repartición se ha supuesto que los castellanos se instalarían en las
tierras altas, mientras que los andaluces y canarios preferirían las llanuras y el litoral,
buscando unos y otros el clima más afín a las regiones españolas de procedencia. En
tanto que se encuentre confirmación histórica para tal posibilidad, hay que pensar en
el efecto lingüístico de la doble visita anual de la flota que salía de puertos andaluces y
a ellos regresaba; y sobre todo en el influjo cultural de las ciudades de México y Lima,
importante centros de la vida universitaria y administrativa durante la época colonial..

3.- Posibles dialectalismos del español norteño en América:


• Las coincidencias fonéticas del español americano con dialectos peninsulares norteños
no alcanzan a un conjunto de fenómenos comunes, como sucede con los
meridionalismos, ni cuentan con tan fuertes apoyos para establecer relación de
dependencia.

1.- Parece significativo el caso de las articulaciones asibiladas de r y rr [r] y [r], así como la
del grupo /tr/, pronunciado como una africada con oclusión alveolar a la que sigue una [r]
fricativa y sorda: todo ello se da en la Rioja española, Navarra y vascongadas, y en diversas
zonas americanas.

• Por lo que respecta al Paraguay, los más destacados y prestigiosos de sus primeros
colonizadores parecen haber sido castellanos viejos y vascos; su dicción puede muy
bien haber sido el punto de partida de la /l/ que tanto apogeo tiene en el español
uruguayo y que no existe en guaraní; y de sus sintaxis puede también arrancar el
leísmo normal en aquel país, excepción casi única en el uso pronominal
hispanoamericano.
• En Vascongadas, Navarra, Castilla la Vieja, Rioja y Aragón tienen gran arraigo los
vulgarismos cáido, páis, máestro, tan extendidos por toda América continental y
menos en Antillas, donde el andalucismo es más intenso.

OTROS FENÓMENOS LÉXICOS, MORFOLÓGICOS Y SINTÁCTICOS


• El voseo. Eliminación de «vosotros». En la España de 1500 tú era el tratamiento que se
daba a los inferiores, o entre iguales cuando había máxima intimidad; en otros casos,
aun dentro de la mayor confianza, se hacía uso de vos. Al generalizarse vuestra
merced>usted como tratamiento de respeto, tú recobró terreno a costa de vos en el
coloquio familiar, hasta eliminarlo durante el siglo XVII y quizás parte del XVIII.

• Como el andaluz occidental y el canario, el español de América ha eliminado la


distinción entre vosotros y ustedes, empleando ustedes tanto para el tratamiento de
respecto como para el de confianza. La diferencia con Andalucía estriba en que en
América el verbo está siempre en tercera persona (ustedes hacen, ustedes se sientan),
sin las mezcolanzas ustedes hacéis, ustedes os sentáis

Otros fenómenos morfológicos y sintácticos:


En la morfología y en la sintaxis del español de América se mantienen arcaísmos, pero
también se realizan innovaciones que el español peninsular están menos desarrolladas, o
inicia por su cuenta otras independientes:

1.- En los países o regiones donde la /-s/ final llega a perderse, su caída origina
importantes cambios en los morfemas nominales de número: este puede indicarse
mediante diferencias de timbre o cantidad en las vocales finales, campo/campo,
casa/casa; ensordeciendo la consonante inicial, la bota/la jota, la gayina/la hayina, o la
xayina

• En cuanto al género, si en España se forjan a menudo terminaciones femeninas para


nombres que por su forma escapan a la distinción genérica (huéspeda, comediante,
bachillera), o masculina para los terminados en /-a/ (modisto), en distintos países de
América se dice antigualla, hipócrita, pleitisto, feroza, serviciala, federala, suejeta,
bromista, pianisto, etc. En los sustantivos postverbales es de notar la preferencia
americana por el vuelto, el llamado, según uso español clásico, en vez de la vuelta (de
una cantidad superior al precio), la llamada. Normales hoy en la Península.

3.- Vocabulario:
• 1.- El léxico general americano abunda en palabras y acepciones que en España
pertenecen sólo al lenguaje literario o han desaparecido. Característico es el uso de
lindo, como en el español peninsular del siglo XVII, en lugar de bonito o hermoso.
Propias del Siglo de Oro y olvidadas o decadentes en España son bravo ̔irritado̓ , liviano
̔ligero̓ , pollera ̔falda̓, recordar ̔despertar̓, esculcar ̔registrar̓, aguaitar ̔vigilar, acechar̓

• .- Desde fecha muy temprana se observan cambios semánticos que muestran la


adaptación del vocabulario español a las condiciones de la vida colonial. Ya en el
primer asentamiento de los conquistadores españoles en suelo americano aparecieron
estancia ̔granja̕, quebrada ̔arroyo̕, aparte de la aplicación de los nombres españoles a
la fauna y flora de América. Muy importante es la huella de las navegaciones en el
léxico hispanoamericano: del lenguaje marinero procede el empleo de abra ̔puerto de
mar̕(< francés havre) para designar el paso entre montañas, así como el uso
metafórico de flete por c̔ aballo̕; mazmorra ̔ galleta̕, aplicado a los puches de maíz que
hacían los indios; los viajeros se embarcan en el trem, ensenada equivale a c̔ erco,
corral̕ y playa a e̔ spacio llano̕, por ejemplo, el destinado a aparcamiento de
automóviles

• La formación de nuevas palabras es muy activa y pone en juego todos los recursos de
la derivación. Hay sufijos fecundísimos como la terminación verbal –ear> -iar (difuntiar
̔matar̕, cueriar ̔azotar̕, uñatiar ̔hurtar̕, carniar ̔matar reses̕), y como –ada, que aparece
en nombres de acción, forma numerosos colectivos (caballada, carnerada, potrada,
muchachada, criollada, piasanada). La afición por el neologismo se da en todas las
esferas sociales, desde el habla gauchesca hasta la literatura; en los periódicos
aparecen sesionar ̔celebrar sesión̕, vivar ̔dar vivas, vitorear̕

Lo oral y lo escrito. Registros y tipos de discurso

- Transmisión oral (fónica) y transmisión escrita (gráfica). Características en relación con:

-Planificación

- Tiempo de ejecución

- Presencia o ausencia de contexto inmediato

No obstante, hay trasvase de manifestaciones de lo escrito en lo oral y viceversa.

• Así, la disyuntiva “se habla” o “se escribe” se refiere exclusivamente al canal de


comunicación que se utiliza.

• Ahora bien, las interrelaciones entre lo hablado y lo escrito surgen como modos de
verbalización determinados por las condiciones de comunicación.
• Así un canal de comunicación puede convertirse en un continuum gradual cuando nos
referimos a las realizaciones de lo oral y de lo escrito.

- La tensión entre oralidad y escrituridad la encontramos en multitud de textos


en uno y otro canal: textos periodísticos, literarios, discusiones técnicas, obra teatral,
etc.

Situación y uso. Adecuación. Los registros.


• Ya sabemos que la lengua varia en el tiempo (variación diacrónica), según las
características de los usuarios (variedad diastrática) y la situación de comunicación
(variedad diafásica).

• Esta última hace referencia a los registros (modalidades de uso determinadas por el
contexto comunicativo)

• Tal contexto de comunicación regula las conductas lingüísticas de los hablantes,


quienes suelen acomodar en mayor o menor grado sus actos de comunicación a la
situación precisa en que tienen lugar (→ sujeción a las convenciones sociales).

• La falta de adecuación entre el uso y la situación provocaría desajustes no tanto


informativos como de conducta lingüística esperable (→ rotura de expectativas).
• Lógicamente, el dominio y empleo adecuado de estas modalidades (registros) es
proporcional al nivel de lengua de los usuarios: a mayor nivel, mayor dominio de
registros.

• Ahora bien, las reglas de situación influyen incluso en las actuaciones de los hablantes
de nivel de lengua bajo. Es decir, conocedores de dichas reglas, pero sin la capacidad
suficiente para activarlas lingüísticamente, intentan adecuar su modo de habla al
contexto.

• Convencionalmente se pueden distinguir dos tipos de registros: el formal y el informal-


coloquial.

• Entre ambos extremos existe un continuum de manifestaciones de habla según la


situación de la comunicación

• La situación en la línea formalidad-coloquialidad de un textos vendría establecida por


condiciones de producción y recepción del texto tales como la relación de proximidad
entre los participantes, su saber y experiencia compartidos, cotidianidad, el grado de
planificación, la finalidad de la comunicación (interpersonal, estético estilística,
informativa, etc.).

• Tales registros intermedios en los que podría situarse un texto vendrán definidos por
la distinción gradual +/- formal y +/- informal

• Por ejemplo, en una declaración amorosa se conjugan aspectos próximos a la mayor


formalidad (planificación) con otros próximos a una mayor informalidad, como son
derivados de la relación de familiaridad, del saber compartido, etc.

Las manifestaciones de los registros en lo oral y en lo escrito


• Los registros (+ formal / + coloquial) son usos que pueden manifestarse tanto en lo
oral (fónico ) como en lo escrito (gráfico), pese a que en la escritura existe siempre un
mayor grado de formalidad.

• De este modo pueden distinguirse al menos cuatro realizaciones discursivas:

• La modalidad de uso coloquial oral, que tiene los siguientes parámetros situacionales:
+ relación de proximidad, + saber compartido, + cotidianidad, - grado de planificación,
+ finalidad interpersonal… (conversación coloquial entre amigos en un bar)
• La modalidad de uso formal escrito que tiene los siguientes parámetros situacionales:
- relación de proximidad, - saber compartido, - cotidianidad, + grado de planificación, -
finalidad interpersonal… (un texto legal)

• El coloquial escrito, con mayor grado de planificación, pero con otros rasgos de
coloquialidad como, por ejemplo, + relación de proximidad, + saber compartido…
(carta familiar)

• El formal oral, con – relación de proximidad, + planificación, - cotidianidad… (juicio


oral)

Lo coloquial. En torno al nombre


• Incluso las personas no versadas en lingüística reconocen un uso coloquial del lenguaje
y dicen ser capaces de señalar intuitivamente ciertos fenómenos como coloquiales. Se
refieren a ellos como “coloquialmente”, “el español hablado”, “el español de la calle”,
“como se dice vulgarmente”, etc.

• Incluso muchos reconocen intuitivamente muchos de sus rasgos: familiar, espontáneo,


informal, cotidiano, subjetivo, fuerte expresividad, léxico peculiar, vulgar, propio de la
clase baja, conversacional, etc.

• El señalar el carácter espontáneo y cotidiano, y su tono informal son aciertos; no así

- la confusión de lo coloquial con lo vulgar

- Identificar el registro coloquial con un tipo de discurso, la conversación

- reducir el español coloquial a lo léxicamente pintoresco, peculiar, fraseológico o


idiomático.

• En el reconocimiento de la conversación como registro destacan las aproximaciones de


E. Lorenzo (1977) a la lengua española coloquial.

• Criado del Val (1980)considera como unidad de estudio “”el coloquio, es decir, la suma
elemental de dos o más interlocuciones con significado complementario”.

• Estos dos autores describen y analizan los elementos que configuran el coloquio
(conversación) como son la situación, los contextos, el tipo de mensaje –lingüístico o
paralingüístico-, la tensión coloquial, los efectos de la voz, etc.
• No obstante, pese a los esfuerzos realizados por dichos autores, subyace la confusión
aludida entre tipo de discurso, la conversación y la modalidad de uso (coloquial) que
en esta puede emplearse.

• Otros autores como E. Blasco (1988) han identificado erróneamente, aunque con
matices, el uso coloquial con la clase social baja.

Sobre la definición de “coloquial”


• W. Beinhauer (1991:9) definía el español coloquial como:

“El habla tal como brota, natural y espontáneamente en la conversación diaria, a


diferencia de las manifestaciones lingüísticas conscientemente formuladas, y por tanto
más cerebrales, de oradores, predicadores, abogados, conferenciantes, etc., o las
artísticamente moldeadas y engalanadas de escritores, periodistas y poetas”

Ante tal situación es el momento de fijar el objeto con una terminología adecuada a partir
de sus rasgos situacionales, de sus constantes lingüísticas y de sus manifestaciones en
tipos de discurso completos

• Según Briz, 1996, podemos destacar los siguientes rasgos:

– Es un registro (a nivel de habla).

– No es exclusivo de una clase social, aunque es el único registro que dominan


los hablantes del nivel sociocultural bajo.
– No es uniforme ni homogéneo. Varia en función de los dialectos y sociolectos
de los usuarios.
– Refleja un sistema de expresión que parece sustentar el modo pragmático de
la comunicación humana.

– Además de ser oral, puede reflejarse en un texto escrito.

– Aparece en varios tipos de discurso, si bien es en la conversación donde más


auténticamente se manifiesta.

Características del registro coloquial. Su contexto de uso.


• Según los criterios que se manejan para definir los registros: campo, modo, tenor y
tono, tendríamos:

- CAMPO: cotidianidad

- MODO: oral espontáneo

- TENOR: interactivo

- TONO: informal

Además de por los rasgos asociados al usuario (geográficos, sociales…)

• A ello habría que unir los rasgos asociados a la situación o rasgos coloquializadores:

- Relación de igualdad entre los interlocutores (ya sea social o funcionalmente)

- Relación vivencial de proximidad (conocimiento mutuo, saber compartido)

- Temática no especializada, al alcance de cualquier individuo

En relación con los anterior, el registro coloquial se caracteriza por una serie de rasgos
primarios:

- Ausencia de planificación (o planificación sobre la marcha), que favorece la


espontaneidad

- Finalidad interpersonal (fin comunicativo socializador, la comunicación por la


comunicación)

- Tono informal (es el resultado de todos los rasgos mencionados)

La conversación como tipo de discurso. Rasgos identificadores

- La conversación se caracteriza por tratarse de:

1.- Una interlocución en presencia

2.- inmediata, actual (aquí y ahora)

3.- Con toma de turno no predeterminada

4.- Dinámica (el cambio de turno y/o temática es inmediato y no preestablecido)


5.- Cooperativa (tanto del tema de la conversación como sobre la intervención del
otro)
• Así pues, podemos reconocer la conversación como tipo de discurso, y el registro
coloquial como una modalidad de uso posible de la lengua.

• Rasgos primarios: conversaciones coloquiales prototípicas vs. periféricas

• Pese a todo, para concretar aún más es preciso asomarse a los principios y máximas
conversacionales, capaces de explicar la conducta lingüística interaccional, así como
sus unidades.

Principios y máximas reguladoras de la conversación


• Ciertas aproximaciones discursivas han pretendido fijar los principios que controlan y
explican el desarrollo de la conversación como conducta social:

- H.P. Grice (1975 y 1978) propuso el principio de cooperación.

- H. Lakoff (1973) y S. Levinson (1978), propusieron el principio de cortesía.

- D. Sperber y D. Wilson (1986) introducen el principio de pertinencia

- J. Ascombre y O. Ducrot han insistido en los principios argumentativos que rigen el


encadenamiento de los enunciados en el discurso.

Principios y reglas. Delitos conversacionales


• Conversar es interactuar, negociar, argumentar para conseguir el acuerdo.

• Los interlocutores tienden a respetar cooperativamente las reglas, pero también


juegan a ganar.

• El oyente colabora, mueve pieza mostrando acuerdo o desacuerdo con la actuación


anterior

• En la conversación actúan una serie de mecanismos que regulan los intercambios


(cooperación y cortesía) y explican el valor de algunos signos más allá de lo que
aparentemente significan (relevancia).

• Así, por un lado tenemos las reglas de cooperación (Grice):

1. Máxima de la cantidad: ni más, ni menos información de la necesaria

2. Máxima de la cualidad: no digas lo que sea falso

3. Máxima de relación: di cosas pertinentes o que tengan relación con lo anterior

4. Máxima de modalidad o manera: sea claro

• Por otro, al principio de “cortesía”, formulado por Lakoff, Brown y Levinson, Leech,
etc. Concretado en las siguientes máximas:

- Tacto

- Generosidad

- Aprobación
- Modestia

- Simpatía: No te impongas al receptor, dale opciones; en resumen, sé cortés (o


estratégicamente cortés).

• No obstante, no es infrecuente la trasgresión de dichas máximas, en la


conversación coloquial. A veces, ni somos tan breves, ni somos tan claros, ni somos tan
sinceros, ni pertinentes, ni corteses.

• -> A veces, las intenciones de los conversadores y las estrategias elegidas parecen
violar las reglas establecidas.

A: - ¿Me das un cigarro?

B: - Eres un gorra. Ahí tienes un estanco

• Ahora bien, la violación de dichas reglas en ocasiones no supone la negativa de los


interlocutores a cooperar, sino que se ponen en marcha otras reglas superiores: las de
relevancia. (Pags. 46 y 45)

• El principio de relevancia o pertinencia está en la base de las máximas de cooperación;


y acerca lo que se dice a lo que se comunica. Las implicaturas (interpretación de los
supuestos previos).

- Hace calor, ¡qué calor hace aquí!

La comunicación no es solo codificar o descodificar información, sino inferir lo que nuestro


interlocutor desea comunicar.

Cuando no se acierta a descifrar el mensaje en el proceso de inferencia se produce el fracaso


conversacional.

En algunos casos, las mismas trasgresiones de una máxima poseen un fin cortés.

Así, es común la atenuación de cualidades negativas de alguien conocido (y más aún si es


nuestro interlocutor:

- Es pequeñita / caderas anchitas /poquita cosa

- Estás como muy despistadillo

• La atenuación es bastante común para evitar colisión con el interlocutor y suavizar la


comunicación. Veamos 2 ejemplos:

- En relación con una petición: ¿Te molesta que me siente?

- En relación con una recriminación a nuestro interlocutor: Estáis un poco dormidillos,


¿no?

• Todos tenemos casos en mente en que expresiones como la siguiente nos llevarían a
pensar que la conversación coloquial no es cortés:

- ¡Coño, TÚ!, pásame las papas, que te las estás comiendo to[d]as tú solo

• Para muchos especialistas, la cortesía o descortesía en usos coloquiales se interpreta


de otro modo, es decir, con un nuevo marco en torno al principio de situación (lo que
permitiría la intensificación de una petición sin caer en la descortesía)
• Así pues, la conversación es una negociación

a) Conversar es argumentar con un fin concreto (intención), que coincide con lo dicho o ha de
interpretarse.

b) Y también negociar un acuerdo, esto es, mantener una relación cooperativa, regulada por
una serie de normas de conducta social, que a veces se ve alterada por principios de
pertinencia comunicativa y de adecuación a la situación

La estructura de la conversación: las unidades conversacionales


La alternancia de turnos no predeterminados es uno de los rasgos definidores de la
conversación. Dichas intervenciones es lo que se denomina “enunciados”. Y pueden ser de dos
tipos:

• 1. De inicio, es decir, intervenciones que provocan habla posterior (preguntas, juicios,


invitaciones, reproches, peticiones, etc.)

• 2. De reacción, (respuestas, conformidades, aceptaciones, excusas, valoraciones, etc.)

• En líneas generales, cada turno supone una intervención, pero no toda intervención
supone un turno (hay intervenciones que no llegan a ser atendidas)

• Así pues, una alternancia de turno supone siempre un intercambio

• La combinación de intercambios sucesivos da lugar al diálogo


• Un acto iniciativo, es el destinado a provocar una reacción del otro. Puede ser de dos
tipos:

- 1) Directo: ¿Quién te lo ha dicho?

¿Tu hermano no viene, ¿verdad?

-2) Indirecto: -La cena ha sido estupenda de verdad

- Esto es muy caro


• Los actos reactivos (de respuesta) son manifestaciones de acuerdo o de desacuerdo,
de aceptación, de reprobación, de rechazo, etc.

Constantes y estrategias del registro coloquial en la conversación


• Una situación comunicativa como la que se da en el uso de la modalidad coloquial está
en relación y favorece ciertos hechos lingüísticos verbales y extraverbales (fónicos,
morfológicos, sintácticos, léxico-semánticos, de carácter gestual, etc.) que suponen las
constantes de dicho registro.

Las estrategias sintácticas o de construcción


La obligación de una rápida planificación y el tono informal determinan una sintaxis no
convencional y una estructura gramatical específica.

1. La sintaxis concatenada. Se suele producir una acumulación de enunciados, no


necesariamente independientes. Ejemplo:
a) En Jávea las vacaciones voy a pescar por las tardes/bueno algunos días/los que puedo
y me deja mi mujer
b) Durante las vacaciones en Jávea, los días que puedo y me deja mi mujer voy a pescar
por las tardes.

2. La parcelación. Como resultado de la acumulación de enunciados, el modo de glosar se


presenta parcelado, aunque trabado. Pág. 69

3. El rodeo explicativo. Todo lo anterior favorece la paráfrasis, los continuos rodeos,


consecuencia de lo cual la información avanza de forma lenta, a diferencia del modo
rápido en que el mensaje se enuncia. Pág. 71

4. La redundancia. El repetir es un recurso de cohesión, una marca de continuidad a


partir de la cual se logra recuperar el hilo de la comunicación tras una interrupción
momentánea del mismo.

Se trata de mecanismos de formulación cuya función discursiva va más allá del mero
papel retardatario que algunos autores les han asignado:

1. Se recurre a la repetición como medio para lograr o retener el turno, amenazado a veces por
el solapamiento

2. A menudo, la repetición supone, también, un refuerzo argumentativo, especialmente si se


hace como conclusión

En ocasiones esta redundancia permite también reelaborar el mensaje con la llegada


de la nueva palabra, mejorar la concordancia, etc.

• 5. La unión abierta. La unión entre los enunciados es abierta, sin fuertes ataduras
sintácticas. Ello permite volver sobre lo dicho, reelaborar, incrustar comentarios, etc.,
sin perturbar la comunicación o, al menos, sin graves perjuicios informativos. (Pág. 75)

• 6. La conexión a través de conectores pragmáticos.

• La conexión y trabazón entre los enunciados (y por tanto la cohesión textual) se logra
mediante enlaces extraoracionales, que relacionan la oración en que se hallan con el
sentido general de lo que se viene diciendo.

• Así destaca el empleo de conectores pragmáticos (conectores argumentativos,


ordenadores del discurso). Es decir, la atadura sintáctica se convierte en atadura
semántico-pragmática. Pág 76 - 15, a, b)

• 7. El orden pragmático.

• La comunicación al instante, propia de la conversación coloquial, explicaría que el


orden de palabras responda a la función pragmática de la topicalización y al realce
informativo de los elementos. Las palabras se adelantan a ideas que se pretenden
desarrollar

- Y al pueblo ; ¿cuándo decís que vais?

• Este desorden pragmático también puede darse hacia la “derecha” (Catáfora):

- yo los tengo muy bien; los dientes


● En ocasiones es el resultado de una reformulación:

-Es de Madrid/ de un pueblo

Según lo anterior, el orden regular de las unidades comunicativas es de carácter psicológico y,


sobre todo, pragmático.

Estrategias contextuales
• Lo que hemos llamado rasgos coloquializadores planean sobre otras constantes del
registro coloquial

• Así, la relación vivencial de proximidad y, por tanto, el saber compartido hacen que el
mensaje presente una fuerte dependencia contextual  Muchas veces el texto queda
supeditado al contexto; y lo presupuesto o implicado es tan importante como lo dicho.

• 1. La elipsis y la deíxis

• El contexto y lo presupuesto que caracteriza al lenguaje coloquial es el culpable de que


se elida mucha información en el mensaje (información que a juicio del que profiere el
mensaje es innecesaria)

• Algo similar ocurre con la deíxis: se abusa de estos elementos cargados de contenido
por el contexto en que se circunscribe el mensaje (Pág. 83: 25)

• 2. El yo como centro deíctico. Frecuentemente se ha aludido al carácter egocéntrico


del español coloquial. Y efectivamente, la estricta actualización en la conversación
coloquial hace del YO-AQUÍ-AHORA el centro deíctico personal, espacial y temporal.
• 3. El tú. Junto al yo, centro del discurso coloquial, aparece la voz del “tú”. Casi siempre
se apela a él de forma directa. Duele aparecer con intensificación de la orden y con
atenuación del reproche (pág. 85: 28-29)

• 4. Los enunciados suspendidos. Se trata de una construcción sintáctica característica.


tienen valor ilocutivo completo al ser “llenados” por el oyente. No son por tanto cortes
en lo comunicado.

- De haberlo sabido…

- Si me lo hubieran dicho antes…

Estrategias fónicas
1. La entonación y la pausa. El hablante, mediante los recursos prosódicos, organiza los
contenidos informativos, cohesiona su mensaje y realza, por las razones que fuere, algunos de
los elementos. Pág.91

2. La pronunciación marcada, enfática. Con frecuencia, las pronunciaciones enfáticas aportan


información a lo comunicado:

- Te he dicho que NO-LO-TO-QUES

3. Los alargamientos fónicos.

a) Unas veces se producen por escasa destreza lingüística (y sirven de apoyo para pensar lo
que se va a decir
b)En ocasiones, son refuerzos significativos que tiene como objeto el refuerzo de lo dicho
(¡Ufff como olía!), refuerzo de la recriminación (¡No se lo deeejes!), etc.

Constantes y estrategias léxico-semánticas


En uso, una unidad léxica no es un significado, hay varias voces tras ella, unos usuarios, unos
estilos, una situación, una historia y, casi siempre, un propósito

1. Las frecuencia léxicas. En el léxico coloquial está muy extendido el uso de palabras que
sirven o se aplican a todo (tener, haber, hacer, pegar, sitio, cosa, etc.) Pág. 97

- No obstante, más que de un léxico estrictamente coloquial hay que hablar de ciertas
frecuencias, preferencias o predominios léxicos:

Mejor por “preferible”

Así por “de este modo”

Casi por “apenas”

Dejar por “permitir”

2. Se prefieren los términos estilísticamente más neutros, por ejemplo, ver o mirar, en lugar de
otros que suelen constar como sinónimos en el diccionario: advertir, divisar, observar, percibir,
vislumbrar, ojear, otear, atisbar, etc.

• Sobre la marcación léxica, conviene recordar el común empleo de:

- De lexemas intensificadores. Ya sea mediante semas [+ intensidad] o mediante


sufijos: horrible, pesadez, montón, cantidad, barbaridades, etc.

- De exclamaciones que actúan como intensificadores de actitud. Algunas aparecen


marcadas diatópica o diastráticamente: ¡me cago en la leche!, ¡hostia!, ¡no te jode!, ¡qué
cabrón!, ¡qué guay!, ¡claro!...
- De interrogaciones exclamativas (muchas de ellas retóricas): ¿¡Qué te iba a decir!?,
¿¡y tu dices que la conoces!?, ¿¡Pero tu has visto lo bueno-a que está ese-a tío-a!?
- De frases y expresiones metafóricas de la vida cotidiana: hay que coger el toro por los
cuernos, estar más chupado que la pipa de un indio, llover a cántaros, ser un libro abierto,
costar un ojo de la cara, por los pelos, etc.

• - A veces, el léxico general y polivalente se combina con ciertas especializaciones


semánticas: meter por “dar” (le metió un tortazo que ni te cuento); clavar por “cobrar
de forma abusiva” (le han clavado casi 100 euros); enrollarse por “entablar relaciones
amorosas” (Luis se ha enrollado con mi prima)

• Ciertas voces, tras la pérdida de significado original, se convierten en reguladores


fáticos, llamadas de atención o refuerzos argumentativos:

a) Los verbos de percepción: mira, y otros como saber: ¿sabes?

b)Los vocativos: tío, chaval, tronco, nano, etc. (muchos identifican una edad o zona
geográfica)
c) Las fórmulas de cierre enumerativo: y tal, y todo, y esas cosas. O de cierre y refuerzo
conclusivo: y ya está, ni nada, y punto

El léxico argótico
Toda interacción coloquial, presenta, junto a las constantes generales vistas, un conjunto de
rasgos propios vinculados a los usuarios que participan en dicha interacción.

Así, el origen, el lugar de residencia, la clase social, el sexo, la raza, la edad, etc., son factores
que favorecen el nacimiento de idiolectos que se reflejan de forma más o menos espontánea
en los intercambios comunicativos.

El individuo y los grupos sociales imponen, dependiendo del grado de influencia en su


comunidad, ciertos usos que pueden acabar siendo socialmente aceptados: neologismos del
argot juvenil, los pasotas, las tribus urbanas, etc.

En la mayoría de los casos se trata de léxico, no de hechos de gramática: cutre, alucinado,


mogollón, cubata, bocata, abrirse, currar, pillar, basca, etc.

El paralenguaje
• - Los gestos simbólicos: su significado está convencionalizado y pueden, incluso,
sustituir a la expresión verbal: poner el pulgar hacia abajo para señalar que algo ha
salido mal

• - Los gestos icónicos: cuyo significado es dependiente, se extrae del contexto y de la


expresión verbal a que acompañan: “ven conmigo” acompañado del movimiento del
dedo índice

Estrategias de producción y recepción. Los intensificadores y los atenuantes


• Intensificación (o énfasis):

• - Es “un fenómeno complejo […] por el que el hablante destaca cara a su interlocutor
una parte del enunciado (que puede ser la acción, una cualidad, un objeto, un sujeto,
etc.) o su propia actitud de comunicación”. (Vigara, 1992.130)

• - “El hablante, movido por el deseo de hacer más expresiva la comunicación, tiende
con cierta frecuencia a realzar ciertos elementos de la misma y/o intensificarlos. […] la
intensificación, a su vez, supone habitualmente un énfasis cuantitativo, es decir, un
relieve de la cuantificación”. (Herrero, 1991. 40)

• Y es que, en efecto, la conversación coloquial es particularmente afectiva y enfática:

- Le juro Ud. que creí que estaba sola

- Está un rato cansado

- Eso no es bueno, te lo digo yo

• Desde un punto de vista pragmático, el yo utiliza el intensificador para reforzar la


veracidad de lo expresado y, en ocasiones, para hacer valer su intención de habla.

- Valoración o refuerzo:

- Es un tío estupendo, de verdad


- Persuasión o recriminación:

- ¡Lárgate o verás!

• Los intensificadores, en su función de realce, pueden colaborar cooperativa y


cortésmente, tanto como incumplir dichas máximas, en virtud de su valor estratégico
concreto en cada acto de comunicación:

- Tienes muchísima razón

- ¡Mira que eres idiota!

La intensificación se logra mediante recursos morfológicos, sintácticos, léxicos y


fonéticos y, con frecuencia combinando ambos de estos:
• Intensificación por modificación interna (sufijos aumentativos o intensificadores como
so, requeté, etc.:

- So bestia, que me estás haciendo daño

- Ha sido superdivertido

- Había un huevo de gente

- Me ha pegado un susto de muerte

• También puede lograrse la intensificación mediante diferentes recursos sintácticos:

- (prep.) articulo lo +Adj./Adv, + que

- (con) lo bueno que es

-(Prep.) art. + que + V.

- Lo que estudiaba el tío

- Para lo que dice….

- Artículo + de + Sust.

- la de leche que bebe

- Art. + un + Sust. (valorativo)

- Es un gallina

- Es un cerdo

- Verbo + de + Sust.

- Va de gente a esa verbena…

- Vas de sucio

- Empleando modos de expresión cuasi consecutivos:

- Está que se sube por las pareces, que muerde, etc.

- Con suspensión del segundo término:


- Se armó una

- Tiene un morro

• El frecuente uso de algunas de estas expresiones favorece los procesos de


lexicalización.

- Había la mar de cosas

- Había gente a punta y pala

- Lo pasamos de muerte

También muestran un grado de cohesión importante algunas construcciones formalmente


consecutivas.

- Le dieron una paliza que pa que

- Pillamos una que no veas

• Lo mismo puede decirse de unidades sintagmáticas verbales, algunas de las cuales


pueden estar marcadas sociolingüísticamente:

- Estar para parar un tren

- Está que no veas

- Está para chuparse los dedos

- está que te cagas

- Pasárselo de muerte

- Pasárselo de miedo

• También funcionan como intensificadores recursos léxicos como la repetición:

- Es tarde tarde

- Es divertido divertido

- Eres bobo más que bobo

- Tu hermano es más borde que borde

O con frases o lexemas [+ intensos]

- Cogió un colocón

- Las empanadillas me chiflan


TEMA 1.- La variación en la lengua

El sistema lingüístico

Es una realidad que existe por encima de los usos individuales: solo así cumple su
misión de poder comunicar a los hablantes dentro de una serie de posibilidades de
realización.

El hablante tiene que lograr un equilibrio entre dos tensiones:

a) Recibe una lengua como sistema que le viene impuesto

b) Realiza ese sistema en cada acto comunicativo del habla

c) El hablante no como individuo aislado, sino como inductor de un proceso que puede
generalizarse, accede al sistema y puede modificarlo.

Por eso nos movemos entre dos corrientes:

a) Si atendemos al sistema como una abstracción de relaciones interpersonales,


atentamos contra la propia condición social de la lengua y contra la posibilidad de
explicar los cambios lingüísticos.
b) Si atendemos solo al individuo considerado aisladamente, como tal cuenta con una
libertad frente al propio sistema lingüístico de la que carece la colectividad.

En realidad, estamos hablando de las dos caras de una misma moneda, ambas se
necesitan para existir: el sistema no sería viable sin el acto individual de habla, y
viceversa.

La lengua como principio de organización social:

Esta dependencia de las dos caras de la misma realidad, se pone en evidencia cuando
entendemos que la lengua es el principio de toda organización social:
a) Sin una colectividad con la que comunicarse, la lengua dejaría de cumplir
la razón de su propia existencia.
b) Recíprocamente, solo la función comunicativa de la sociedad –integrada
por individuos– aceptará o no las peculiaridades individuales en el uso de la
lengua.
c) La lengua existe como un todo formado por miles de piezas que la
constituyen, y dicho todo sin cada pieza carece de sentido.

Vamos a considerar la existencia de un sistema lingüístico común, que en nuestro caso


es el español medio, para descender en un segundo paso a un nivel más bajo: la
realización del habla individual. Podemos realizar el recorrido de forma descendente; es
decir; de la lengua común o suprarregional hasta las hablas locales o viceversa.

Existe un sistema del español común que ejercer una coordinación comunicativa entre
los hablantes de esta lengua, el cual se ha desgajado en una serie de normas regionales:
andaluza, canaria, rioplantense, antillana, etc, que coexisten en un momento dado:

a) Las normas regionales no pueden individualmente modificar el español común,


porque si lo hieran dejarían de ser regionales y se convertirían en el sistema
unificador.
b) Entre las diversas normas regionales puede haber, y de hecho las hay, parciales
correspondencias que afectan a los hechos lingüísticos (contigüidad geográfica, el

prestigio en un momento dato, etc.)

Ejemplo: en el sistema del español común existió la oposición de ll-y que sigue
activa en parcelas cada vez más limitadas de nuestra lengua. El hecho de que ll-y
sean fonemas para los hispano-hablantes en cuyo sistema funciona como tales,
hace que la oposición subsista como hecho de lengua. Esto da pie a que el yeísmo
se haya impuesto como norma regional en determinadas áreas, pero solo en
dichas áreas.

c) Pero el proceso de neutralización está en marcha y es irreversible, el día que todas


las normas regionales participen de él será el momento en el que el yeísmo habrá
pasado a ser un elemento del sistema.
d) Las normas regionales se imponen con carácter imperativo sobre las hablas locales
que a ellas pertenecen (seseo, yeísmo, aspiración o pérdida de s final, etc.),
asumiendo para ellas un papel semejante al que el sistema común desempeña
para las normas regionales.
e) El hecho local ascenderá a la norma regional cuando se haya aceptado por los n
sumandos que la constituyen.
f) Las hablas locales se condicionan mutuamente dentro de su propia contigüidad
geográfica, y dentro de los límites de cada área se puede pasar de un habla local a
otra mediante la convergencia de ciertos fenómenos: ejemplo, la emigración que,
salvo desplazamientos masivos, acaba con la absorción del elemento extraño.
Hablamos de zonas-límite en las que pueden surgir fórmulas de compromiso o lo
que tradicionalmente llamamos dialectos de transición o cruces de dialectos.
g) En el último peldaño está el habla local o el habla del individuo, sin que por ello
pensemos que en el municipio se halla la unidad mínima nuclear en que podamos
ubicar el comienzo de la vida lingüística.
h) El individualismo choca con la pluralidad, pues para poder estudiar las influencias
de cualquier comportamiento social sobre el lenguaje, partimos de la idea de la
diversidad.

Relaciones entre geografía lingüística y sociedad

En un determinado ámbito geográfico (provincia, comarca, demarcación, etc.) existe la


uniformidad representada por la norma regional, contra ella actúa la diversidad, que por
muy aislada que nazca –fruto de suma de individuos– se propaga dentro de un
determinado conjunto social:
a) Cada idiolecto particular está conectado con otros idiolectos particulares, los
cuales constituyen el habla del grupo.
b) Este grupo diatópico está escindido a su vez en capas diastrásticas como son los
cortes generacionales, culturales, etc.
c) Es bien posible que conozcamos todos los idiolectos de una localidad, pero la
estructura lingüística está por encima de cada uno de esos elementos de la
disgregación, imponiendo la mutua inteligibilidad entre los hablantes,
d) En una u otra medida todos los comportamientos lingüísticos están bien
diferenciados, el del campesino analfabeto que tiene un habla distinta de la del
hombre culto. Pero a la hora de comunicarse cada idiolecto viene a ser la mezcla
de sistemas, tanto más aislados cuanto mayores sean las diferencias entre los
grupos sociales. Todas las gentes que viven en una ordenación social, en ella
encuentran su realización humana, a través de la lengua. La lengua les une.
e) A medida que una civilización gana en variedad, los intereses humanos se
diversifican: cada grupo social adquiere una psicología distinta, y con ella el
lenguaje que la formula.
f) Estas ideas ya fueron expuestas por Bréal en su tratado de semántica, y siguen
siendo válidas no solo desde un punto de vista léxico, sino también fonético, ya
que el problema no reside únicamente en la adquisición del léxico, sino –además-
en el comportamiento semántico del hablante: frenando sus procesos evolutivos
cuando chocan los otros interlocutores o acelerando una pronunciación que puede
ser arcaizante por estacionaria.
g) La escuela lingüística francesa ha subrayado cómo la lengua evoluciona en función
de otros hechos sociales
h) Es en los niveles inferiores de la estructura social y en los núcleos más pequeños
de población donde se producen las primeras ordenaciones y discrepancias
lingüísticas.
i) Los sociólogos señalan que la primera forma de asociación es aquella en que un
corto número de personas se encuentran “cara a cara” para darse compañía, para
ayudarse mutuamente, para tratar de alguna cuestión que las concierne a todas
ellas o para el hallazgo y puesta en ejecución de una de conducta común.
j) Podemos, según ello, considerar el municipio como unidad mínima de población a
la hora de realizar nuestras comprobaciones. Dentro de cada municipio podemos
buscar ordenaciones más pequeñas en las que broten ciertos grados de oposición
o escisión frente a la colectividad: agrupaciones basadas en el sexo, edad o en el
oficio de los hablantes.
k) Pero los cambios lingüísticos se producen en unidades menores que el municipio,
en células menores desde las que pasan a la comunidad superior. Es decir, que sin
la familia, el gremio, el grupo social de cualquier índole los cambios lingüísticos no
podrían generalizarse en un nivel superior.

2. Fragmentación sociolingüística

El sistema lingüístico por encima del individuo

Tan solo es posible el estudio de los dialectos porque una lengua desde un punto de vista
sociológico, no acaba nunca de nivelarse, sino que su propia vida es un ser dialectal:
a) Con otras palabras: la fragmentación de una lengua es una amenaza constante,
sea por su extensión en el espacio o por su distribución en grupos o estratos
sociales.
b) Pero pese a las tensiones disgregadoras, el sistema lingüístico tiene unas
posibilidades de coerción que, como en la sociedad, actúan por encima del
individuo: el prestigio de unas determinadas normas, la presión unificadora de la
colectividad, etc.
c) Por paradójico que nos parezca un macrocosmos lingüístico puede estar más
nivelado que un microcosmos: al estudiar el habla de Sevilla, encontramos que las
diferencias entre los miembros de la colectividad son menores que en una
minúscula aldea de catorce habitantes.
d) Desde un punto de vista lingüístico, el macrocosmos de cada grupo social tiene
que ser solidario con los otros. Las exigencias del vivir (distribución del trabajo,
intercambio de grupos, interpenetración de los niveles, etc.) imponen una
coexistencia que no es exigible en el microcosmos.
e) En una pequeña aldea, cada grupo es una estructura mucho más cerrada, porque
el labrador o el marinero viven intensamente su actividad con escasa participación
en las de los demás: la coherencia de los grupos es mucho más solidaria en el
quehacer y mucho menos en su proyección colectiva (el pescador embarca cuando
el campesino descansa y duerme cuando este trabaja). Solo tienen interrelación
en los días comunes de asueto.
f) Sociológicamente tanto el concepto de sociedad como el de lengua son un tejido
de relaciones sometido a un continuo cambio. Pero el lenguaje es un hecho social,
no en la misma medida que los otros, es un hecho diferente. Diferencia que fue
bien apreciada por el lingüista de la escuela sociológica Ch. Bally, cuando
estableció las diferencias que acercan y separan a los hechos lingüísticos de los
sociológicos.
g) El lenguaje es un producto de la sociedad humana, pero el hombre no posee la
capacidad de socialización que poseen otros seres, porque los instintos
individuales están muy lejos de quedar subordinados él al instinto social o por lo
menos de armonizar con él.
h) La tensión se establece entre una tendencia social niveladora (que fuerza a un
máximo de comprensión colectiva) y otra disgregadora (que conduce al
fraccionamiento en grupos).
i) Bally sostiene que la evolución lingüística está en un constante vaivén y la
ordenación de los grupos sociales se opone al destino que debe cumplir toda
lengua: la comprensión colectiva con un mínimo de ambigüedades.
j) Establecido el paralelismo entre los hechos lingüísticos y sociales se puede
producir un mutuo condicionamiento y en estos sistemas inestables que son la
lengua y la sociedad actuarán simultáneamente las fuerzas que llevan a la
integración y a la disgregación.
k) Este es el dilema con el que se enfrenta el estructuralismo actual: la revisión de la
hipótesis monolítica del lenguaje y el reconocimiento de la interdependencia de
las diversas estructuras en el interior de una lengua.
l) Desde el punto de vista sociológico el hombre depende de la colectividad en la que
está inserto, por tanto, al participar de la vida en común quedará supeditado a los
intereses colectivos, en nuestro caso a la comunicación lingüística con sus vecinos,
independientemente de otras relaciones bien diferenciadas que pueda establecer
con las gentes que participan de sus propios intereses.
m) Si estudiamos el comportamiento lingüístico de las mujeres frente a los hombres,
observamos que en ciertos pueblos del mediodía español, su habla puede ser
arcaizante o innovadora con respecto a los individuos del otro sexo. La menor
nivelación lingüística que presentan es consecuencia del contexto social al que
pertenecen (arcaizante, por el tipo de vida; innovador por la falta de un ideal de
lengua que pueda refrenar la marcha de los procesos).
n) De manera semejante dentro de las Islas Canarias podemos distinguir el habla de
los marineros como más innovadora porque participa de una evolución en marcha
en las zonas progresistas del Archipiélago, mientras que el habla de los campesinos
es más conservadora al estar limitada a su propia contingencia.
o) No siempre se da esta diferencia tan clara, en el caso del Altiplano de Méjico el
habla de una familia está escindida por principios sociológicos que afectan a una
ordenación generacional o a un sistema de relaciones extralocales o a una
oposición de sexos, etc. Se trata de un complejo entramado de dependencias que
nos muestra que cada grupo en la sociedad dista mucho de ser autosuficiente.
p) En un acercamiento a estas diferencias, podemos apreciar el habla de los hombres
y de las mujeres manifiesta un primer tipo de oposición basada en el carácter más
cerrado que suele tener la comunidad femenina. Los hombres se establecen en
conjuntos laborales que tienen unos intereses afines: campesinos, pescadores,
obreros. Por su parte, la mujeres, de no tener otro quehacer que el doméstico,
tendrán una entidad colectiva conjunta, matizada en segundo lugar por la
pertenencia al grupo social del marido.
q) Estos grupos de hombre y mujeres pueden condicionarse mutuamente, según la
estructura comunitaria que formen, pero todos participan de una unidad superior
que es el habla local. En un determinado momento, un grupo podrá condicionar el
habla local o regional, por el prestigio ocasional o permanente que tenga: este es
el caso del “marinerismo” del español canario o americano.

3.- Los condicionamientos del habla individual

Influencia de la estructura lingüística del individuo en el habla local

La estructura lingüística del individuo puede remover la estabilidad del habla local según
las siguientes determinaciones:

a) Cada hablante está inserto en unos niveles de la lengua que son los que
inmediatamente le influyen y en los que él puede influir: el propio hogar, el gremio
al que pertenece y la comunidad inmediata (aldea, villa, etc.).
b) Existen otros condicionantes que le vienen impuestos al hablante y sobre los que
no puede influir, porque no tiene posibilidad de intercambio: la lengua de la
administración, de la Iglesia, del Ejército, etc. También las relaciones de tipo
secundario pueden influir en el hablante: familiares de otras localidades,
organizaciones supralocales, gentes del mismo quehacer, comunidades más
dilatadas como la comarca, provincia, departamento.
c) Existen por tanto unas líneas de transición de las innovaciones desde el individuo
y su grupo hacia la comunidad y viceversa. Existen por tanto interferencias en el
habla de una comunidad como consecuencia de la comunicación de grupos
diferentes, lo cual determina un tipo de mestizaje lingüístico o de suprasistema
entre los hablantes de una sociedad por reducida que sea. Y ello porque desde el
punto de vista funcional no existen límites entre el idiolecto (habla individual) y el
dialecto (habla de una comunidad).

4.- La condición de la sociología lingüística: vinculación e independencia

Límites y contactos entre hecho lingüístico y sociedad

La lengua viene siendo independiente del hecho social, por más que la sociedad pueda
condicionarla. Las motivaciones sociales actúan lentamente y no rompen lo que la
lengua tiene de inmanencia:

a) La lengua es la más social de todas las creaciones, pero con su propia peculiaridad.
Es claro que sin sociedad no podría existir la lengua y al mismo tiempo, como
sostiene Bloomfield, la lengua consigue que la propia sociedad se realice.
b) Cuando estudiamos las variaciones lingüísticas producidas por la sociedad, tan solo
estudiamos un aspecto de las muchas variaciones posibles que puede tener un
sistema lingüístico, pero no la única. Por ello Labor no cree en la sociolingüística
como una lingüística independiente, sino como una investigación interdisciplinar.
c) El término “sociolingüística” es una nomenclatura demasiado pretenciosa para
unos estudios que se acercan a la sociología lingüística o a la lingüística social.

Tema II : El español de España

Formación y evolución de las lenguas peninsulares. Variedades dialectales

ESQUEMA GENERAL DE CONTENIDOS

1.- Introducción: las lenguas de España

2.- El proceso de formación de las lenguas peninsulares

2.1 Las lenguas prerrománicas: creación y extensión

2.2 El latín hispánico: influjo e importancia

2.3 El latín en la España visigoda: nacimiento del romance

2.4 Los romances históricos. El influjo de los arabismos


3.- La evolución de los romances: la expansión del castellano

3.1 Periodo medieval

3.1.1 Cambios en fonética

3.1.2 Novedades en Morfosintaxis

3.1.3 Aportaciones léxicas

3.2 Periodo renacentista: 1ª mitad del siglo XVI

3.2.1 Cambios en fonética

3.2.2 Novedades en Morfosintaxis

3.2.3 Aportaciones léxicas

3.3 Periodo prebarroco: el siglo de Oro

3.3.1 Cambios en fonética

3.3.2 Novedades en Morfosintaxis

3.3.3 Aportaciones léxicas

3.4 El español normativo

I.- INTRODUCCIÓN

Sabemos que los conceptos de lengua y dialecto pueden ser interpretados según dos
puntos de vista: desde una perspectiva diacrónica, es decir, histórica, son dialectos históricos
todas aquellas lenguas sincrónicas con respecto a aquella lengua de la que proceden; así el
castellano, el catalán, el francés, el gallego….son dialectos del latín, y este a su vez es un dialecto
histórico del indoeuropeo:

a) Desde una perspectiva sincrónica, el dialecto es la manifestación de las diferencias


diatópicas de una lengua que configuran tipos regionales de esa lengua común. Estas
diferencias pueden consistir en rasgos de pronunciación, léxico propio y
construcciones características, pero no impiden la comunicación entre los hablantes
de diversos dialectos de una misma lengua. Desde esta misma perspectiva, el
concepto de lengua es definido por Gregorio Salvador como “cualquier sistema
lingüístico lo bastante diferenciado con respecto a otro u otros, del mismo o de
distinto origen, como para impedir la intercomunicación entre sus respectivos
hablantes”.
b) Otro criterio que se establece para determinar si un sistema lingüístico es considerado
lengua o dialecto es si existe un cultivo literario que fije un modelo ideal de lengua en
código elaborado, que los hablantes cultos y los escritores lo reconocen y lo adoptan.

c) España en una nación plurilingüe en la que conviven cuatro lenguas que presentan
múltiples variedades dialectológicas. Tal riqueza debe ser mantenida y respetada
porque todas son portadoras de un valioso legado patrimonial. Las lenguas de España
oficialmente admitidas en el art. 3 de la Constitución son cuatro: español (castellano),
gallego, catalán y vasco. No obstante como señala Gregorio Salvador (en su artículo:
“Lenguas de España, autorías y fronteras lingüísticas” en Lengua Española y Lenguas
en España, Ariel Lingüística, Barcelona, 1990) en el desarrollo del proceso autonómico
se estableció una distinción entre las comunidades históricas y las que no lo son, y
una de las marcas distintivas era la existencia de una lengua propia en sus territorios.
Esto ha llevado a potenciar las diferencias dialectales para crear una supuesta lengua
regional y a intentar defender unas fronteras lingüísticas que no se corresponden con
los límites autonómicos.

d) Entre las distintas lenguas y dialectos de la Península ha existido una constante


relación que ha dado lugar a influencias recíprocas. Es cierto que el castellano, debido
a su carácter de lengua oficial, ha influido sobre las demás, pero también ha recibido
el influjo de ellas. El vasco es la lengua que más ha influido sobre el castellano. La
explicación de este hecho se encuentra en la ubicación fronteriza del reino de Castilla
con las tierras vascas en los primeros años de la Reconquista, etapa de formación de
la lengua romance. Esta influencia se deja sentir en el primer texto escrito en
castellano, las Glosas Emilianenses, en el que hay un par de anotaciones en vasco. En
el apartado de las lenguas prerromana indicaremos la influencia que la lengua vasca
ha ejercido sobre el castellano.

e) El catalán ha sido, por motivos geográficos y políticos, la vía por la que han entrado
en el castellano una serie de vocablos procedentes del italiano y el francés. Del
italiano proceden los términos: balance, forajido, artesano, motejar, lustre…., del
francés, en su caso: antorcha, bonete, bosque, cordel, jornal, parlar. Y catalanismos
propiamente dichos son: paella, seo, nao, clavel, pólvora, esmalte, butifarra…

f) Al gallego-portugués debe el castellano palabra como: morriña, chubasco, caramelo,


almeja, mejillón, marejada. Los navegantes de esta zona introdujeron una serie de
palabras procedentes de Extremo Oriente: charol (lengua china), bonzo, biombo
(japonés) catre, bambú, mandarín. Por su parte, leonés y el aragonés han influido en
el castellano. La procedencia dialectal de muchos textos literarios ha sido la causa de
entrada al castellano de muchas voces leonesas y aragonesas.
II. PROCESO DE FORMACIÓN DE LENGUAS PENINSULARES

García de Diego (García de Diego, V. Gramática histórica española, Gredos, Madrid,


1970) ha calificado a España como “un camino y encrucijada de invasiones”. Este carácter del
suelo español ha condicionado el desarrollo histórico de los pueblos que se asentaron sobre él.
La realidad histórica de España ha influido en las lenguas que se conservan en su territorio:
vascuence o euskera, castellano, gallego y catalán. La situación geográfica de la Península Ibérica
ha contribuido a que haya sido, la lo largo de su historia, punto de contraste de dos civilizaciones
totalmente distintas; es decir, Hispania ha sido considerada como puente entre Europa y el norte
de África. Desde la época prerromana, los distintos pueblos que llegaron a la Península la
denominaron con palabras diferentes: Iberia e Hispania. Aún en la actualidad existe el doble uso
de estos vocablos como podemos apreciar en expresiones como Iberoamérica o
Hispanoamérica.

II.1 Las lenguas prerromanas:

Las lenguas que se hablaban en Hispania antes de la llegada de los romanos constituían
numerosas variedades. Según las investigaciones actuales sobre las inscripciones celtíberas e
ibéricas, se puede afirmar que, en el tiempo inmediatamente anterior a la romanización, existían
en la Península dos grandes dominios lingüísticos: uno Ibérico, que se extendía a lo largo de la
costa y entre el Ebro y los Pirineos, y otro, celta, que hablaba dialectos indoeuropeos y ocupaba
el interior del país (el norte y el oeste). En la costa oriental y en el sur, las lenguas no eran de
origen indoeuropeo y existían diferencias entre ellas. La influencia cultural de los pueblos de la
costa oriental sobre los del interior se aprecia en que estos últimos adoptaron en alfabeto
llamado ibérico para escribir sus lenguas indoeuropeas.

Estas lenguas condicionaron el desarrollo del latín y contribuyeron a la fragmentación


lingüística de la Península Ibérica. El influjo de estas lenguas prerromanas se manifiesta en el
vocabulario, en la toponimia y en algunas evoluciones fonéticas del latín de España. Veamos
algunas muestras de lo dicho:

a) El vocabulario prerromano: parece ser que existen voces de procedencia


puramente hispana incorporadas a la lengua latina, pues no se encuentran en otra
lengua prerromana, por ejemplo: formaceos ‘paredes’, serralia, ‘lechuga silvestre’,
bostal, ‘establo de bueyes’.

b) Topónimos prerromanos: en nuestra lengua quedan restos de topónimos


procedentes de las diversas lenguas prerromanas que existieron en la Península.
Indicamos aquí algunos de ellos:
1. De origen fenicio: se conservan Gádir ‘recinto amurallado’ > Cádiz, Málaka
‘factoría’> Málaga, Abdera> Adra, y hay quien sostiene que puede ser de
origen fenicio Hispania < i-se-phanim ‘costa de conejos’.

2. De origen cartaginés: Cartago > Cartagena, Portus Moganis > Mahón.

3. De origen íbero: se documenta la palabra Iberia ya en el siglo VI a.C. Iber


era el nombre de un río que no se refería al Ebro, sino a uno más pequeño
cerca de la actual Huelva. En vasco se conservan las palabras ibai ‘río’ e
ibar ‘ría.

4. De origen celta: procede el sufijo –briga que puede ser interpretado como
‘montaña, colina o fortaleza’, presente en las siguientes palabras:
Conímbriga> Coimbra, Mundobriga> Munébreda.

5. Topónimos compuestos con la palabra sego ‘victoria’: Segontia> Sigüenza,


Segovia> Segovia.

6. El sufijo céltico –acu: aparece en los siguientes topónimos: Luzuaga,


Buitrago, Sayago.

c) El influjo prerromano en la fonética latina: el más significativo es el debido al influjo


del vasco, el cual se observa en los siguientes rasgos:

1. La pérdida de f- inicial latina; se atribuye al influjo de las lenguas ibéricas,


a través del vasco, sobre el castellano medieval de los siglos XI y XII en la
zona limítrofe con el País Vasco: norte de Burgos, La Montaña
santanderina y La Rioja. La f- inicial latina pasó a pronunciarse en
castellano con una aspiración y en un nuevo avance evolutivo se perdió en
el habla de Castilla; no obstante, esta aspiración se conserva en algunas
hablas dialectales. La conservación de la f- inicial latina en las restantes
lenguas románicas de la Península contrasta con la ausencia que ofrece en
castellano en esa posición.

2. La ausencia de fonema labiodental /v/, que poseen casi todas las lenguas
románicas, también se explica por el efecto del sustrato vasco. Dicho
fonema existió en castellano antiguo; pero su extensión no llegó hasta las
tierras norteñas. Puesto que el vasco es desconocido este fonema /v/, se
piensa que la pérdida en las lenguas vecinas al vascuence, el castellano y
el vascón, se debe a influencia vasca.
3. Existen semejanzas entre el sistema fonológico vasco y castellano: el
sistema de vocales consta de cinco fonemas, repartidos en tres grupos de
apertura; los fonemas /b/,/d/ y /g/pueden ser oclusivos o fricativos en las
mismas condiciones; en ambos sistemas fonológicos los fonemas /r/ y /ř/
son fonemas distintos que se oponen en posición intervocálica, pero en
posición inicial el castellano sólo tiene /ř/ y el vasco exige una prótesis de
una vocal: rota/errota, rosa/errosa. La influencia de la lengua céltica en la
fonética del latín hispano se evidencia en la sonorización de las
consonantes sordas intervocálicas: -p, -t, -c en –b-, -d-. –g-. lupu>lobo,
vita>vida, secare>segar.

d) La influencia de la morfología prerromana en las lenguas romances se reduce a


algunos afijos como los despectivos -arro, -orro, -urro, -asco (peñasco, borrasca,
cazurro); las terminaciones en -z, -az, -ez, -oz de origen ligur (Sánchez, Muñiz…).
Del céltico queda el sufijo -iego (palaciego, mujeriego, solariego). Lapesa atribuye
al sustrato prerrománico, pero no especifica a qué pueblo, la extraña tendencia a
crear derivado átono con vocal a, LAMPO> relámpago, cieno>ciénaga.

II.2. El latín hispánico:

La romanización consiguió, por primera vez, la unidad de las lenguas peninsulares al


imponerse el latín como la única oficial. La cultura romana se propagó por medio de la extensión
de la lengua latina y a través de la progresiva pérdida de las lenguas autóctonas. Por tanto, el
proceso de romanización tuvo una etapa de diglosia: la vida social se desarrollaba en latín
(documentos, decretos, leyes, calendarios…) mientras que en la vida privada era habitual
emplear las lenguas prerromances. El emperador Claudio ordenó no conceder la ciudadanía
romana a quienes no hablasen latín. No obstante, se puede asegurar que durante el siglo II d. C.
aún se hablaban las lenguas prerromances como lo atestiguan las inscripciones escritas en tales
lenguas, aunque con caracteres latinos. Sin embargo, la romanización, intensa y temprana en la
Bética y en la Tarraconense, fue tardía e incompleta en el Noroeste. Estas diferencias en el
proceso explicarán algunas de las peculiaridades en la evolución del latín peninsular y en la
formación de las lenguas romances.

Roma creó escuelas en las tierras conquistadas para implantar su cultura en la juventud.
Estas escuelas estuvieron muy extendidas por todas las colonias, municipios y ciudades de cierta
importancia, especialmente en las regiones más romanizadas. El latín que difundieron los
colonos fue el latín vulgar o coloquial, no el latín culto que sólo se enseñaba en la escuela como
vehículo de transmisión literaria y de los documentos oficiales del Estado. Pero tampoco el latín
vulgar era uniforme debido a la diversidad de procedencias de los colonos y a las distintas
regiones en que se asentaron.
Veamos algunas de las características del latín vulgar que condicionan bastantes rasgos
de las lenguas romances que de él surgen son:

a) En el nivel fonético-fonológico: destaca la pérdida de la cantidad vocálica latina


prevaleciendo el acento de intensidad, de este modo el sistema vocálico del latín
pasó de diez fonemas a siete en el latín vulgar y el hispánico. Completando el
proceso el romance castellano diptongará la ę en ie y la ǫ en ue. En sílaba átona,
las siete vocales se redujeron a cinco cuando sin iniciales de palabra y a tres (a,e,o)
cuando son finales. Además hay una tendencia clara a la monoptongación AE>e
(scaena>scena), OE> e (amoenus><amenus). Las consonantes sordas
intervocálicas sufren el contagio progresivo de la sonoridad de las vocales
inmediatas. Otro fenómeno que afecta al consonantismo es la asimilación y
absorción de los grupos consonántico; /ns/>/s/ (mensa>mesa), /rs/> /ss/>/s/
(sursum> susum, /pt/>/tt/> t (apatare>attare> atar).

b) En el nivel morfológico: el aspecto más importante es la reducción de la


declinación nominal: las desinencias se reducen al nominativo para la función de
sujeto y al acusativo precedido de preposición para los demás casos. Hay una
tendencia a expresar mediante perífrasis aquello que el latín clásico indicaba
mediante una forma sintética: el superlativo que se generaliza en plus grandis en
lugar de grandior, la forma simple de futuro se sustituye por la compuesta
(cantabo> cantare habeo, se sustituye la pasiva en –or por la perifrástica.

c) En cuanto a la sintaxis: el aspecto que más destaca es la ausencia del hipérbaton


debido a la pérdida de los casos.

d) En cuanto al léxico: del latín vulgar, olvidó muchos términos del latín clásico y
empleó procedimientos propios para la creación de palabras nuevas: emplea con
bastante frecuencia diminutivos (rotula> rotella>rodilla), crea verbos partiendo de
sustantivos (altus> altiare>alzar).

II. 3 El latín en la España visigoda. Los germanismos

La diferenciación entre variedades se acentúa a partir del siglo V. cuando las invasiones
germánicas terminan con el Imperio Romano. La unidad del latín hispánico se vio afectada por
las invasiones germanas. En el latín hispánico había variedades según las regiones, pero no
menoscababan la unidad lingüística del latín peninsular. Los germanos destruyeron el Impero
Romano y desintegraron la unidad política del mismo. Se crearon en la época visigoda unos
reinos independientes en las antiguas provincias, y este hecho favoreció en aumento de las
diferencias lingüísticas entre unas regiones y otras. En la época de las invasiones, el latín vulgar
se enriqueció con palabras germánicas; durante esta etapa convivieron dos sociedades distintas
empleando cada una de ellas su propia lengua. La principal influencia que ejercieron las lenguas
germánicas sobre el latín vulgar hispánico fue en el léxico.
El vocabulario militar adoptó muchas palabras como werra>guerra que sustituyó al
término latino bellum, helm>‘casco’ > yelmo; otros términos pertenecen al campo semántico del
vestido y de la vivienda: falda, cofia, sala; la implantación de las instituciones germánicas
introdujo normas nuevas y palabras para referirse a ellas: ban ‘prohibición’> bando, fëu
‘ganado’> feudo. Nombres visigodos son también los topónimos y antropónimos: Mondariz,
Castrogeriz, Álvaro, Fernando, Elvira, Rodrigo, Alfonso…

De la evolución del latín hispanorromano en los siglos V-VIII se tiene poca noticia por la
carencia de textos escritos. Por lo que se deduce de la evolución futura de los dialectos
romances, continúan su proceso algunos de los cambios fonéticos iniciados ya en el latín vulgar,
aunque hay que destacar que el latín de la época visigoda carece de unidad: las soluciones que
se van dando a estos procesos empiezan a ser diferentes en las distintas zonas, y este hecho se
acrecentará con la llegada de los árabes y la desaparición del reino visigodo.

II.4 Los romances hispánicos. Los arabismos

La fragmentación de latín a lo largo de la Edad Media origina la creación de las lenguas


románicas en Europa. En la Península este proceso de formación está condicionado por la
ocupación de la mayor parte del territorio por los árabes (s. VIII) y la creación en la franja norte
de una serie de reinos cristianos independientes, en cada uno de los cuales se desarrollará una
lengua romance distinta:

a) En el oeste de Galicia hasta Cantábria: se extiende el reino leonés por la zona


montañosa que nunca llegó a ser ocupada por los árabes. Inicia pronto su
expansión hacia el Sur, hasta el Duero. Desde el punto de vista lingüístico, el reino
carece de unidad: existen una serie de dialectos que con el tiempo irán
expandiéndose también de Norte a Sur:

 El gallego: más conservador y con fuete influencia del sustrato celta.

 El astur-leonés: dialecto de integración, que recoge elementos


conservadores e innovadores. –por la posterior influencia de Castilla- y de
las otras hablas mozárabes.

 El castellano: conjunto de hablas diversas, características de una zona


poco romanizada y muy abierta a influencias vecinas, que se unifican al
constituirse el reino, con capital en Burgos. El castellano se convierte en la
variedad romance más innovadora.

b) En el Pirineo oriental y central se forman los reinos de Navarra y Aragón. El dialecto


navarro-aragonés, con marcado carácter de transición, mantiene en este tiempo
afinidades con el asturleonés y recibe también influencias del vasco, que está muy
extendido en Navarra y La Rioja. Los contactos con el catalán también son intensos.
c) En el Este como una parte del impero carolingio y, por tanto, ligada cultural y
políticamente a Francia, se encuentra la Marca Hispánica, que ocupa ambas
vertientes de los Pirineos orientales, donde se habla catalán, variedad romance de
grandes semejanzas con el provenzal o lemosín.

d) El mozárabe: conjunto de variedades romances, de fuerte carácter conservador,


habladas por la población hispanorromana que estaba bajo el dominio musulmán.
Presentaba un uso familiar y popular y se encontraba en situación de diglosia
frente al árabe. Fue eliminado poco a poco por el influjo de esta lengua y por la
imposición de la misma por los conquistadores sobre la población vencida. Los
textos que poseemos para conocer las características de estas hablas son escasos
y se encuentran escritos con grafías árabes. Muchos de los pasos intermedios del
latín al castellano se documentan en este dialecto. Sobre el mismo podemos
señalar los siguientes rasgos:

1.- Nivel fonético-fonológico:

En el subsistema vocálico presentan las siguientes peculiaridades:

a) Diptongación de ŏ tónica en > ue


b) Diptongación de ĕ tónica inicial de palabra y ante palatal. El sufijo – ĕllu
presenta cuatro soluciones: -ello (tomillo), -iello.
c) Vacilación entre la conservación o pérdida de la –o final: fornu> forn, forno.
d) Conservación de los diptongos decrecientes: ai, ei, au, ou; pandair
(pandero), escalaria (escalera), sabatair (zapatero).

En el subsistema consonántico:

a) Conservación de la f- inicial: faba, formiga, fico.


b) Conservación de las consonantes g-, -j seguidas de vocal palatal: jenuariu>
yenar (enero)
c) Conservación de los grupos iniciales pl-, cl-, fl-, (plantain>llantén)
d) Palatalización de la l- inicial: lengua> yengua.
e) Conservación del grupo latino –mb-; columba>colomba.

2.- En el nivel morfológico: las únicas fuentes para extraer estos datos son las
jarchas, en las que encontramos:

a) Participio con la –t- latina: (tornato)


b) Alternancia del artículo el con al, este último se encuentra fundido en algunas
palabras como alcornoque, alpiste, alcayata, almena.
c) Se emplean las formas meu, ma como adjetivos determinativos posesivos
para el masculino y femenino respectivamente:

d) El infinitivo mantiene la –e final: volare, matare.

e) La tercera persona verbal conserva la –d de la desinencia que procede del


morfema -t latino: quéred (quiere), éxid (sale) vernád (vendrá).

f) La segunda y tercera persona del singular del verbo ser presenta formas
diptongadas:

es>yes; est>yet.

Junto a estas variedades romances, se hablaban en la península, el vasco,


probablemente en retroceso geográfico y en situación de bilingüismo en Navarra, La Rioja y
norte de Burgos, y el árabe en el Sur. La sociedad árabe y su lengua convivieron con el romance
peninsular durante ocho siglos, fruto de esta convivencia son los cuatro mil arabismos que
permanecen en el castellano. La invasión árabe provocó que los cristianos se replegaran hacia
el norte de la Península y que crearan pequeños reinos. Dichos reinos contribuyeron con su
independencia política a la formación de las lenguas romances y a la ruptura de la unidad
lingüística del latín hispánico. Señalamos algunos de los arabismos que se encuentran en
distintos campos de nuestro léxico:

a) Guerra: adalides, zaga, adarga, alzcazaba, alférez, acicate, albarda, jáquima.

b) Agricultura: acequia, aljibe, alberca, noria, alquería, almunia, alcachofa, alubia,


zanahoria, azafrán azúcar.

c) Oficios y comercio: taza, jarra, alfarero, badana, guadamacil, almacén, zoco,


alhóndiga, aduana, tarifa, arancel, arroba, quintal, fanega.

d) Topónimos: Alcalá, Alcolea, Calatayud, Benidorm, Guadalquivir, Guadina.

e) Comidas: albóndigas, almíbar, arrope, alfeñique.

f) Urbanismo: aldea, arrabal, zaguán, alcoba, azotea, alarifes, tabique, azulejo,


alcantarilla.

El influjo árabe también se percibe en la terminación –í como propia de adjetivos (baladí,


jabalí, muladí) y sobre todo para formar gentilicios: marroquí, iraní, etc.
III. Evolución de los romances: la expansión del castellano.

Diversos factores políticos y culturales van a hacer que los dialectos románicos
peninsulares corran distinta suerte:

a) Gallego-portugués: (con una variedad conservadora al Norte, y otra que irá


diferenciándose en el naciente reino de Portugal) conoce su época de esplendor en
los siglos XIII y XV. A partir del XV, el desgajamiento del gallego-portugués en dos
lenguas está muy avanzado.

b) Catalán: tiene también un amplio cultivo literario en los siglos XIII-XV, época de gran
influencia provenzal. El condado de Barcelona, junto con Aragón, inicia en el siglo XV
su expansión política y comercial por el Mediterráneo, lo que supone la extensión del
catalán por la costa, hacia el Sur (Valencia y Alicante) y Baleares y Cerdeña.

c) Castellano: en el centro de la Península, se impone con fuerza en un doble


movimiento: hacia el Sur por las tierras de Al-Andalus conquistadas, y, a partir del XIV,
se expande horizontalmente hacia los reinos cristianos vecinos, que se castellanizan
completamente. El éxito del castellano se debe sin duda a la expansión militar y
política de las gentes que lo hablaban. Pero existe también una razón lingüística de
peso: frente al conservadurismo y vacilaciones de los demás dialectos, el castellano
optó desde muy temprano por las soluciones innovadoras y fijó con relativa rapidez y
precisión las formas definitivas.

3.1 Etapa medieval:

3.1.1 Fonética:

Hasta la época alfonsí (siglo XIII), momento en el que se fijan la mayor parte de las
vacilaciones e irregularidades fonéticas del castellano medieval, la lengua presenta una
enorme inseguridad. Se señalan sus características:

a) Vacilación entre el mantenimiento y la pérdida de la –e final. A partir del siglo XV la apócope


desaparece.

b) Vacilación del timbre de las vocales tónicas.

c) Existencia de una serie de fonemas que desaparecieron a partir del siglo XVII.
G + e,i (muger) Se pronuncian como la jota francesa o inglesa

J+ vocal (fijo)

-i- (reia)

X+ vocal (dixo, exir) Se pronuncia como /č/ francesa o sh inglesa

-S- (cosa) Se pronuncia como s sonora francesa

-SS-, S- (sopiesse) Correspondía con la s sorda francesa

C+ e, i (Cid) Se pronunciaban como ts en inglés

ç+ vocal (braço)

Z+ vocal (fazer, razon) Se pronunciaba como ds

B oclusiva

V fricativa (amava)

H- <F- latina Se pronunciaba aspirada en los siglos XV y XVI,


aunque ya debía aspirarse antes. Desde el siglo XV
se empieza a generalizar en la escritura la h

3.1.2 Morfosintaxis:

En este nivel la lengua medieval presenta numerosas vacilaciones e irregularidades.


Destacamos las más importantes:

a) Indeterminación de funciones entre los verbos ser y estar, haber y tener: “Assí posó mio
çid si fosse [estuviesse] en montaña”. “Mala cueta es, señores, aver [tener] mengua de
pan”.

b) Era normal que los verbos intransitivos llevaran como auxiliar el verbo ser para formar los
tiempos compuestos en lugar de haber. Sin embargo en el Poema de Mio Cid se encuentran
casos con haber: “son entrados”, “a Valencia an entrado”.

c) Inseguridad de funciones de los modos y tiempos verbales y de las conjunciones. Así, en


oraciones subordinadas que exigen subjuntivo se emplea el futuro: “cuando el día verná”.
La conjunción cuando puede ser empleada con valor causal: “denme mis espadas quando
mios yernos no son”. El nexo que se emplea con numerosos valores: final, causal,
competido, etc.
d) Generalización de sufijo –illo y desplazamiento de –iello a partir del siglo XIV.

e) Desde el siglo XIV los imperfectos en –ié se sustituyen por los acabados en –ía.
f) Coexisten numerosas formas para designar una sola realidad. Así, para la segunda personas
del singular del pretérito se podían emplear algunas de estas formas: feziste, fiziste, fezist,
fizist, feziest, fiziest, fezieste, fizieste. Para el pronombre de tercera persona se emplean:
ele, ell, elle, elli, el.

g) En cuanto al orden de las palabras, la lengua medieval prefiere la vivacidad y la


espontaneidad; por ello es casi un reflejo de la lengua hablada: supresión de nexos,
desplazamientos de palabras, palabras sobreentendidas…

3.1.3 Léxico:

Son muchas las palabras que existían en la lengua medieval y que se han perdido. Otras
se han conservado con un significado muy distinto al que tenían en la Edad Media (catar `ver´>
`probar´. En cuanto a los préstamos, hasta el siglo XI se introducen numerosos arabismos, ya
indicados. Desde el siglo XI al XIII, como consecuencia de los contactos con Francia y de las
peregrinaciones a Santiago de Compostela, se introducen bastantes galicismos. En el siglo XIII,
gracias a la labor de la Escuela de Traductores de Toledo, se introducen tecnicismos
pertenecientes a todas las ramas del saber. En el siglo XIV, el Arcipreste de Hita introduce en su
obra modismos y refranes que aportan a la lengua expresividad.

En los siglos finales de la Edad Media el castellano se impone como lengua común y como
lengua de cultura en buena parte de la Península. En este sentido, es fundamental la labor de
Alfonso X el Sabio, cuyas obras, y las de sus colaboradores, suponen la consolidación de la
variedad del castellano más evolucionada, la norma toledana (frente a la más primitiva y diversa,
norma burgalesa).

3.2. Primera mitad del siglo XVI:

En este siglo, como consecuencia de la unidad política y religiosa, de la política


expansionista de los Austrias y del auge de nuestra literatura, el español se convierte en
lengua con expansión universal. Es a partir de estos momentos cuando la denominación de
español se impone a la de castellano, y se convierte en la lengua oficial utilizada de manera
exclusiva en la administración y en las relaciones exteriores. El Humanismo renacentista, es
su empeño por dignificar las lenguas romances, contribuye enormemente a su fijación
(Gramática de Lebrija), defensa (Diálogo de la lengua, de Juan de Valdés) y enriquecimiento
(constantes aportaciones de neologismos latinos), lo que permite que pueda llegar a ser
empleada como instrumento fundamental de la expresión del pensamiento y la transmisión
de cultura, desplazando al latín. La imprenta colaboró también decisivamente en la
uniformación de la lengua en todos sus niveles. La colonización de América le permite salir
fuera de sus fronteras naturales y expandirse por el mundo. El español, se convierte pues, en
una lengua de gran prestigio, arrinconando al resto de las lenguas del reino y dejando
considerables huellas en otras lenguas europeas.
3.2.1 Fonética:

Los principales rasgos fonéticos de esta época son:

a) Desaparición de las vacilaciones de timbre en las vocales no acentuadas.

b) Desaparición fonética y gráfica de la F- inicial latina. En Castilla la Vieja no se pronuncia ya


en el siglo XVI, pero sí en Castilla la Nueva y en zonas meridionales, como una aspirada.
Entre 1560 y 1620 desaparece la aspiración en toda España, excepto en las zonas más
meridionales.
c) En la primera mitad del siglo se mantienen algunos grupos consonánticos: cobdiciar, cobdo,
dubda.

d) Comienza el paso del sistema fonológico medieval al moderno. Se produce el


ensordecimiento paulatino de las sibilantes:

 -S- , -SS- y S- convergen en el fonema /s/ alveolar, fricativo y sordo.


 G, J, X se reducen en el fonema /x/ velar, fricativo y sordo.
 Z, Ç se simplifican en /Ɵ/ interdental, fricativa, sorda.

La confusión en determinadas zonas de Andalucía, de la Z y la Ç con S y la SS dio lugar al


çeçeo cuyas variantes son el ceceo y el seseo.

e) Simplificación de los grupos consonánticos latinos: concepto>conceto, magnífico>manífico,

accidente> acidente.

g) Asimilación de r final del infinitivo con el pronombre átono: decillo, sufrillo.

h) Las formas del futuro imperfecto regulares coexisten con las actuales epéntesis:
porné/pondré, terná/tendrá, verná/vendrá.

3.2.2 Morfosintaxis:

Las peculiaridades más destacadas en este nivel son las siguientes:

a) En la primera mitad del siglo, coexisten las formas verbales: amáis/amá, tenéis/tenés.
b) La forma medieval gelo se utiliza cuando se puede sustituir por se lo.
c) Empleo del verbo haber con valor predicativo: “Si has miedo que me ofendas”.
d) El verbo ser se sigue empleando como auxiliar en los tiempos compuestos de los verbos
intransitivos.
3.2.3 Léxico:

Durante esta época entran en el español préstamos de diversas procedencias:

a) Italianismo: (escopeta, escolta, terceto, novela)


b) Galicismos: (servilleta, ujier, damisela)
c) Rusismos: (payo, soledad…)
d) Americanismos: (tabaco, patata, chocolate, canoa…)

En cuanto a la situación lingüística de la Península, el portugués conocer también en este


tiempo su máximo esplendor, con la expansión americana y su consolidación como lengua
de una rica literatura. Los otros romances peninsulares pierden terreno bajo la imparable
presión del castellano. El leonés y el aragonés quedan confinados como hablas rurales,
carentes de unidad y uso escrito. El gallego pervive en su territorio histórico, aunque el
proceso de castellanización irá reduciendo progresivamente su uso a las zonas rurales. En
Cataluña, tras el declive del comercio catalán en el Mediterráneo, también el castellano se
comienza a utilizar cada vez más. Por su parte, el vasco continúa hablándose en su territorio,
y, aunque diversificado, es la lengua oficial de la población rural. En el XVI aparecen los
primeros textos cultos escritos en vaso que se conocen, son tratados de carácter religioso.

3.3 El Siglo de Oro:

Durante la segunda mitad del XVI y primera del XVII, la lengua es mucho más segura que
durante la Edad Media porque no presenta casi vacilaciones. El rasgo más significativo es la
extraordinaria evolución que sufre en cada uno de los niveles, pero principalmente en el
fonético-fonológico.

3.3.1. Fonética:

En este siglo van desapareciendo las vacilaciones del timbre de las vocales, los casos que
quedan se consideran arcaísmos: lición, perdición. Se termina de consolidar el reajuste de
las consonantes sibilantes que comenzó en la primera mitad del XVI:

a) Desfonologización de la distinción oclusiva/fricativa b/v a favor de la oclusiva.

b) Pérdida de la oposición sorda/sonora en las sibilantes a favor de las sordas: s/z>s, ẑ/ŝ>ŝ,
ž/s>š.

c) Velarización de las antiguas palatales ž/s>š, convertidas en sordas, pasan a ocupar la casilla
vacía de la velar fricativa /x/.
d) En un primer momento se va aflojando el carácter oclusivo de las africadas ẑ/ŝ primero en
la sonora y después en la sorda para que hubiera la misma oposición sorda/sonora que en
el resto de las sibilantes. Después, una vez neutralizada la oposición sorda/sonora, se
produce un reajuste (transfonologización) ya que en lugar de pronunciarse como dorso-
dental se convierte en interdental fricativa.

e) Los grupos de consonantes cultas (ps, ct, gn…) pugnan por conservarse o simplificarse,
todavía de dice indino e indigno; efeto y efecto.

3.3.2. Morfosintaxis:

A continuación señalamos las peculiaridades más destacadas en este ámbito:

a) Las asimilaciones en los grupos infinitivo más pronombre se pusieron de moda en la


literatura (macello por hacerlo, sufrillo por sufrirlo).

b) Delimitación de las funciones de los verbos haber y tener, ser y estar tal como se emplean
en la actualidad.

c) Desaparece el futuro de indicativo en las oraciones condicionales sustituido por el pretérito


imperfecto de subjuntivo.

d) Comienza a producirse el desajuste pronominal que supone el leísmo, salvo el


Extremadura, Andalucía y Aragón.

e) Se empieza a emplear el pronombre usted como fórmula de tratamiento en sustitución de


otros tratamientos como vuestra merced. La fórmula tú se restringe a la intimidad familiar
o para tratar a inferiores.

f) El sistema verbal se regulariza, desaparecen las vacilaciones entre: esto/estoy,


trayo/traigo.

g) La consolidación y arraigo del superlativo –ísimo tomado del latín.

h) La generalización de los pronombres nosotros, vosotros.

3.3.3 Léxico:

Durante esta época se produce un aumento extraordinario del léxico de nuestra lengua.
Veamos algunas muestras:
a) Introducción de cultismos que pasan a la lengua común: iculcar, frustrar, indeciso.

b) Adopción de palabras extranjeras:


 Italianismos: (escopeta, esbozo, fachada)
 Galicismos: (manteo, batallón)
 Lusismos: (mermelada, manina)
 Americanismos: (patata, chocolate, cacique)

c) Admisión de tecnicismos en el lenguaje corriente: privilegio, argumento, humor, arbitro.

3.4. Normativización del castellano:

En el siglo XVIII concluye la labor de normativización del castellano, iniciada por Lebrija siglos
antes. La Real Academia Española (1713) fija la norma gramatical de la lengua mediante la
publicación de varias obras fundamentales: el Diccionario de Autoridades (1726-1739), la
Ortografía (1741) y la Gramática (1771).

Tema II: Los dialectos meridionales: El español de


Andalucía y el español de Canarias

2. Modalidades dialectales del castellano

2.1 Dialectos meridionales

2.1.1 Extremeño

2.1.2 Andaluz

2.1.3 Murciano

2.1.4 Canario

2 Dialectos meridionales:
Sabemos que las variedades andaluza y canaria actuales tienen su origen en los
cambios producidos en el castellano tan pronto comenzó a expandirse por el territorio
de Al-Ándalus, en el siglo XIII. Hablamos de un proceso de gran importancia dialectal,
puesto que supone una evolución autónoma del sistema de la lengua, independiente
del que se originó en el Norte, aportando soluciones fonéticas y morfológicas muy
distintas de las que se dieron en Castilla. Ya en pleno siglo XVI estaban en vigor estas
evoluciones, pues ya entonces existía la norma sevillana como distinta de la norma
toledana: la primera es la que se establece en Andalucía y se extiende por Canarias y
América; la segunda, domina en el resto de la Península, y fue la que sirvió para fijar el
modelo común de la lengua escrita.

Los rasgos que se adjudican al castellano meridional tienen sus peculiaridades y


responden a dos tendencias: la simplificación del sistema consonántico y la relajación
articulatoria. Además hay que subrayar que cada uno de los rasgos tiene diferente
extensión geográfica, por lo que no es fácil fijar las fronteras entre el castellano del
norte y las variedades meridionales. Dichos rasgos son: el yeísmo, la aspiración de la –
-s implosiva, neutralización de /l/ y /r/ en posición final de sílaba, relajación de
consonantes sonoras intervocálicas y relajación de las consonantes /ts/ y /x/.

IV.2.1 Extremeño:

Es considerado un habla de tránsito, se la denomina habla lateral y extrema junto con el


Riojano y el Murciano. Es un habla arraigada en Cáceres y con más influencia andaluza en
Badajoz. De fuerte influjo leonés, de cuyos rasgos mantiene los siguientes: el cierre de las
vocales finales –o,>-u, -e>-i, y la conservación del grupo –mb. Los rasgos andaluces son:
aspiración de f- inicial, la neutralización de –r y –l implosivas y la pérdida de la -d-
intervocálica.

IV.2.2 Andaluz:

Reconocemos el hecho de que la variedad lingüística andaluza no es la continuación


evolutiva del latín peninsular, sino que es el resultado del castellano establecido en el sur
por los repobladores y conquistadores. No existe una unidad lingüística del andaluz, pues
domina una gran diversidad. Lo cierto es que la geografía y la historia de esta región
configuran un modo de hablar que se diferencia del español estándar y presenta aspectos
claramente diferenciados, por lo que podemos afirmar la existencia de las hablas andaluzas.

En esta región se conforman dos zonas lingüísticas: occidental y oriental. La línea fronteriza
queda trazada desde el norte de la provincia de Córdoba hasta al sur de Málaga.

A.- Características fonéticas:

a) La aspiración de la -s implosiva. La –s final ofrece tres soluciones: mantenimiento,


aspiración, pérdida total. Se mantiene como rasgo muy poco extendido en
localidades fronterizas con otras regiones. La aspiración tiene un marcado carácter
oriental, frente a la zona occidental en la que desaparece la aspiración y puede
permanecer la abertura de la vocal que esta provoca o también desaparece la
distinción entre vocales abiertas o cerradas.

b) La aspiración y pérdida de –s final ha provocado que las vocales finales se articulen


con una abertura superior a las castellanas. La oposición entre vocales abiertas y
cerradas, el alargamiento del tiempo de articulación de la vocal y la abertura del
resto de las vocales de la palabra, para diferenciar el singular del plural y la segunda
y tercera persona de los tiempos verbales, no afecta a toda la región de forma
similar. Se diferencian dos zonas muy claras: una oriental, en la que la oposición
cerrada/abierta se mantiene, y corresponde con casi toda la provincia de Córdoba,
la zona más oriental de Sevilla, Jaén, Granada, Almería y algunas zonas de Málaga.
La zona occidental no establece grados de abertura y comprende Huelva, Cádiz,
centro y occidente se Sevilla y zona occidental de Málaga.

c) En relación con la oposición de los fonemas /s/ y /z/ existen tres soluciones: el
seseo, el ceceo y la distinción entre ambos. La pronunciación seseante predomina en
la zona central de Andalucía y gran parte de Córdoba, norte de Málaga, Sevilla,
Huelva, Sevilla capital en convivencia con el ceceo. El uso del ceceo se extiende por
el oeste y sur hacia Huelva, Sevilla, Cádiz, Málaga y parte de Granada. La distinción
se efectúa en algunas zonas del norte y este de la región.

d) Las variedades que presenta el fonema /s/ son las siguientes:

1.- Apical fricativa sorda: muy similar a la castellana, se encuentra en las zonas
que distinguen /s/ y /z/, es decir en zonas del norte.

2.- Coronal plana: se articula entre los incisivos superiores y los alveolos, con la
lengua plana. Se pronuncia en las zonas seseantes y en algunas de las que
distinguen /s/ y /z/.

3.- Predorsal: se articula con la lengua convexa con el ápice en contacto con los
incisivos inferiores. Variedad que se extiende en las zonas en las que el seseo y el
ceceo conviven (centro y sur de Andalucía).

e) La aspiración de la f- inicial latina divide a la región en dos zonas: oriental y


occidental. La occidental, conquistada por castellanos y leoneses, aspira (Huelva,
Cádiz, Sevilla, Córdoba, y mitad sur de Granada); en la oriental, conquistada por
castellanos ha desaparecido la aspiración (Jaén, Almería y norte de Granada).

f) La aspiración de la velar fricativa sorda castellana /X/ presenta los mismos límites
lingüísticos y se realiza con las siguientes variedades: aspirada faríngea sorda en
posición inicial: [h únko] junco; aspirada faríngea sonora en posición intervocálica:

[ká h a ] caja, además de un sonido intermedio entre la aspiración y la fricación velar


que se da en los lugares fronterizos en la zona de aspiración.

g) El uso del yeísmo consiste en la neutralización de la oposición de los fonemas /y/


/λ/ en /Y/. No es un rasgo común de todos los hablantes andaluces, puesto que todas
las provincias hay restos de distinción entre consonantes.

i) Consonantes en posición final de sílaba tienden a un debilitamiento en su


producción, el cual se acusa más en la modalidad andaluza:
* Aspiración de consonante [koré h to] correcto [á h to] apto

* Asimilación a la consonante siguiente [ énniko] étnico, [nará h a] naranja


* Desaparición en posición final de palabra: [lápi] lápiz, [comprá] [řeló]

j) La neutralización de /r/ y /l/ en posición implosiva interior presenta dos soluciones:


en /R/ la más frecuente [suérdo], [Ɵuérdo] sueldo, o en /L/ más rara [saltén] sartén.

B.- Rasgos morfológicos:

El rasgo más común de las hablas andaluzas es su poliformismo, es decir, la


coexistencia y alternancia de diversas variantes de una misma forma. Es debido a la
inestabilidad y falta de unidad en la pronunciación. El rasgo fonético que más
repercute en la fonología es el debilitamiento y desaparición de la –s final. Para
distinguir el singular del plural se emplean mecanismos morfológicos: empleo de
determinantes que presentan formas distintas para cada número (el/los),
determinantes numerales, concordancia con el verbo en los casos en los que el
sustantivo funciona como sujeto, empleo de elementos morfológicos que repiten la
persona gramatical [bọi a saludárlo a eyo] voy a saludarlos a ellos.

En la zona occidental andaluza (Huelva, Sevilla, Cádiz, gran parte de la provincia de


Málaga, de la capital al sur de la provincia de Córdoba) se ha perdido la indistinción
del plural de cortesía y el de familiaridad ustedes/vosotros, empleándose ustedes
para ambas situaciones. Dicho pronombre cuando funciona como sujeto puede
concordar con el verbo en tercera persona (ustedes (se) van a ir), o en segunda
(ustedes) (os, sus,sos) vais a ir.

En la misma zona en que sucede el fenómeno anterior, los hablantes tienden a no


emplear el posesivo vuestro y lo sustituyen por la construcción analítica ustedes. Esta
construcción se encuentra también con las demás personas: Va a llegar un pariente
de nosotros.

C.- Rasgos léxicos:

No hay un léxico específicamente andaluz, entendido como inventario completo de


palabras que responda a todas las necesidades de expresión. Existen ciertas
particularidades en el vocabulario:

1.- Preferencias léxicas: arcaísmos, neologismos, arabismos, etc.

2.- Préstamos que el andaluz ha recibido y que no se han generalizado en


español.

3.- Creaciones espontáneas, que se manifiestan en la incorporación de algunas


palabras jergales o en ciertos cambios de significado.

a) El habla andaluza conserva con plena vitalidad algunas voces antiguas castellanas:
escarpín `calcetín´, pan `mies´, gavia `acequia´. La existencia de arcaísmos no solo se
reduce al habla rural, sino que también afecta a la norma urbana. Son también
abundantes los arabismos que conservan su vitalidad en el uso andaluz frente a la
clara regresión en que se encuentran en la lengua general: alcancía `hucha´, aljofifa
`bayeta´, marjal `medida agraria´, arrayán `mirto´, albarda `aparejo´, aldabiya
`clavija´, etc.

b) En el andaluz de la Baja Andalucía dominan los préstamos del occidente peninsular


(leonesismos, portuguesismos, etc.) como fusilazo `relámpago´. En el andaluz
oriental son numerosos los términos de procedencia aragonesa, y en menor medida,
catalana y levantina. Son aragonesismos: babero, bardo, `barro´ farfolla y farfolla
`hojas de mazorca´, boira `niebla´, etc.

c) El andaluz muestra una gran capacidad expresiva, lo que se muestra en la aparición


de numerosas voces de origen jergal que se generalizan en el dialecto: camelo y
camelar, jindama `miedo´, menda `yo´, gilí `tonto´, etc, algunas de ellas se
encuentran en el habla madrileña y no pocas se han generalizado en español,
conservando su carácter andaluz. Como ejemplo de esta capacidad de creación de
léxico propia del andaluz, Manuel Alvar cita la existencia de más de veinte términos
para denominar el `botijo´: búcaro, pipo, nomames, caliche, etc. Por ello, la riqueza
sinonímica es uno de los rasgos más destacados del andaluz coloquial y familiar.

d) Entre los hablantes cultos son pocas las diferencias de vocabulario en todo el
dominio dialectal, pero se ha podido determinar la existencia de zonas léxicas
atendiendo a niveles específicos del habla. Así lo señaló en su día Manuel Alvar, y
más recientemente Julio Fernández-Sevilla en un estudio muy completo sobre el
léxico andaluz agrícola. El último autor señala siete zonas, incluidas dentro de las dos
grandes áreas, que confirman las diferencias entre el andaluz oriental y occidental.
La frontera entre ellas se encuentra en una línea que va desde el norte de la provincia
de Córdoba (Santa Eufemia) hasta el sur de Málaga (Nerja). A una y otra zona
corresponden diferencias como acequia-cauce `acequia-madre´, cubo-maza `cubo
de la rueda´, abientar-aventar ` `aventar la parva´, barcinar-sacar `acarrear la mies´.

IV.2.3 Murciano:

En el murciano se encuentran características castellanas, aragonesas, andaluzas y


valencianas. Se habla en la provincia de Murcia y parte de las de Alicante y Albacete, y
en los partidos de Orcera (Jaén), Huéscar (Granada) y Vélez-Rubio (Almería). Es un habla
de transición:

a) Al andaluz le debe la articulación relajada de las consonantes: caeza `cabeza´.


Pérdida de la -d- intervocálica, neutralización de –r y –l implosivas, aspiración de
–s final, el seseo, yeísmo en las ciudades, frente a las zonas rurales que
distinguen.
b) Del aragonés, valenciano y catalán toma la conversión de l- inicial en ll- (llampar
`lampar´, la conservación en ciertas ocasiones de los grupos pl- , cl, fl, (
flamaradas `llamaradas´. También es corriente el sufijo diminutivo típico
aragonés: -ico.

IV.2.4 Canario:

El castellano llega a las Islas Canarias en el siglo XV y la conquista y repoblación del


archipiélago se realizó desde puertos andaluces; por ello, el habla canaria participa de
los fenómenos dialectales típicos del andaluz. Es un territorio que durante siglos ha sido
zona de tránsito entre España y América, lo que concede a Canarias un papel esencial
en la expansión y evolución del castellano en suelo americano. Por ello las similitudes
entre la variedad canaria y el español hablado en la zona caribeña son evidentes, tal es
el caso de la presencia de americanismos que no existen en las variedades del español
peninsular.

A.- Rasgos fonéticos:

Destacamos como más sobresalientes los siguientes:

1.- Debilitamiento del timbre de las vocales en sílaba átona que provoca
asimilaciones o disimilaciones: dispués, disierto, sigún.

2.- Diptongación de hiatos: albiar (albear), rial (real).

3.- Aspiración de –s implosiva.

4.- Sonorización de consonantes oclusivas sordas en posición inicial e


intervocálica: pegueño, garbeta (carpeta).

5.- Pérdida de –d- intervocálica-

6.- Neutralización de –r y –l en posición implosiva con dos soluciones /L/ asal,


Javier, o /R/ gorpe, cormillo, durce.

7.- Desaparición de las consonantes finales –l. –r, -d: carrizá, queré, ciudá.

8.- Aspiración de –r implosiva ante n o lo [kué h no] cuerno, [ká h lo] Carlos.

9.- Aspiración de la h- procedente de f- inicial latina: [ h igo] higo, [h aƟé] hacer.

10.- Reducción del grupo fonético en muchas palabras: [e h maĵáo] desmayado,


[bían] habían, [i h pues] después.

B.- Rasgos morfosintácticos:

1.- En el terreno de los afijos destaca la alta frecuencia con la que se emplean los
morfemas diminutivos –ito, -illo, con valores apreciativos; se emplea el sufijo de
influencia portuguesa -iento para formar adjetivos en grado superlativo:
moquiento, salvamiento, grasiento. El sufijo –ero se emplea para designar
nombres de árboles y plantas: naranjero, manzanero, tomatero, papayero.

2.- Eliminación del pronombre de segunda persona del plural vosotros, os que se
sustituye por ustedes más tercera persona del plural. Lo que acarrea otras
consecuencias: desaparición del posesivo vuestro y de las formas verbales de
imperativo se segunda persona del plural.

3.- El pronombre posesivo su pierde el carácter anafórico de tercera persona y se


emplea para designar respetuosamente al receptor, para indicar la posesión de
la tercera persona se emplean las formas analíticas de él, de ella. También se
emplean las formas analíticas para la tercera persona del plural: de nosotros, de
ustedes.
C.- Rasgos léxicos:

1.- El caudal léxico pertenece al español normativo, pero pueden presentar


acepciones diferentes (arcaicas o neológicas): bravo `enfadado´, embelesado
`medio dormido´, pararse `ponerse de pie´.

2.- El segundo integrante de su léxico son los rusismos: fechar `cerrar´, trafulcar
`hacer las cosas mal y pronto´, nuevo `joven´, escarrancharse `abrir las piernas´

3.- Encontramos restos de palabras pertenecientes a los pueblos que habitaban


el archipiélago en el siglo XV, los guanchismos se refieren esencialmente al
ámbito campesino: bafio `cabrito´, gofio `harina de grano tostado´, letame
`risco´, jaira

`cabra doméstica´, además de la toponimia.

Variedades del español hablado en América

1.- Variedades del español hablado en América.

1.1 Problemas generales

1.2 Unidad y diversidad lingüística

1.3 Áreas dialectales del español de América

1.4 Las lenguas indígenas y su influencia.

2.- Rasgos lingüísticos característicos

2.1 Fonéticos

2.2 Morfosintácticos

2.3 Léxicos.

3.- Zonas de contacto lingüístico: español y lenguas amerindias.

4.- El influjo de los meridionalismos peninsulares en el español de América

4.1 El andalucismo del habla hispanoamericana. El seseo (históricamente ceceo)

4.2 Otros meridionalismos peninsulares en el español de América.

4.3 Posibles dialectalismos del español norteño en América.

5.- Otros fenómenos léxicos, morfológicos y sintácticos

5.1 El voseo. Eliminación de “vosotros”

5.2 Otros fenómenos morfológicos y sintácticos


5.3 Vocabulario

5.4 Vulgarismos y norma culta.

I.- VARIEDADES DEL ESPAÑOL HABLADO EN AMÉRICA:

1.1.- Problemas generales:

Parece claro, tal como sostiene Rafael Lapesa, que cuando decimos “español de
América”, pensamos en un modalidad del lenguaje distinta a la del español peninsular, sobre
todo la propia del Norte y Centro de España. Sin embargo, esta expresión global agrupa
matices muy diversos: no es igual el habla cubana que la argentina, ni la de un mejicano o
guatemalteco que la de un peruano o chileno. Pero, aunque no exista unidad lingüística en
Hispanoamérica, la impresión de comunidad general no está injustificada: sus variedades son
menos discordantes entre sí que los dialectalitos peninsulares, y poseen menor arraigo
histórico. Mientras las diferencias lingüísticas de dentro de España han tenido en ella su cuna
y ulterior desarrollo, el español de América es una lengua extendida por la colonización; y
ésta se inició cuando el idioma había consolidado sus caracteres esenciales y se hallaba
próximo a la madurez. Ahora bien, lo llevaron a Indias gentes de abigarrada procedencia y
desigual cultura; en la constitución de la sociedad colonial tuvo cabida el elemento indígena,
que, o bien aprendió la lengua española, modificándola en mayor o menor grado según los
hábitos de la pronunciación nativa, o conservó sus idiomas originarios, con progresiva
infiltración de hispanismos; durante más de cuatro centurias, la constante afluencia de
emigrados ha introducido innovaciones; y si la convivencia ha hecho que regionalismos y
vulgarismos se diluyan en un tipo de expresión hasta cierto punto común, las condiciones en
que todos estos factores han intervenido en cada zona de Hispanoamérica han sido distintas
y explican los particularismos.

El estudio del español de América está, por tanto, erizado de problemas cuya aclaración
total no será posible, sin conocer detalladamente, además de la procedencia regional de los
conquistadores y primeros colonos de cada país, su definitivo asentamiento, sus relaciones
con los indios; el desarrollo del mestizaje, las inmigraciones posteriores y la acción de la
cultura y de la administración durante el periodo colonial y el siglo XIX.

1.2. Unidad y diversidad lingüísticas:

La primera pregunta que nos tenemos que hacer es si existe una realidad lingüística
homogénea en Hispanoamérica. Evidentemente no existe, como no existe un español
peninsular único y homogéneo. En el español hispanoamericano hay diferencias, a veces
notables, que sin embargo no llegan a ser tan profundas como para impedir la comprensión
entre los hablantes de los distintos países. Hablamos de diversidad dentro de la unidad.

Para entender el español hablado en Hispanoamérica, no sólo hay que tener en cuenta
las diferencias lingüísticas de los distintos países y de las regiones que configuran estos, es
preciso observar diferencias que tienen que ver con el nivel sociocultural de los hablantes,
diferencias diastrásticas, o con el tipo de población, zonas rurales o urbanas, hablantes
monolingües o bilingües, pues estos son factores que inciden, sin duda, en la variación
lingüística. En este sentido, las normas lingüísticas populares de diferentes regiones tienen
mayor diferenciación entre sí que las normas cultas de esas mismas regiones. El factor
cultural, y en especial la escolarización, es un elemento nivelador que influye en la
homogeneización de las lenguas.

Existen además factores históricos que permiten explicar la diversificación dialectal del
español americano, como la procedencia de los contingentes de población que colonizaron
en continente americano y su distribución regional. Es innegable que el español meridional
peninsular y el habla de las zonas costeras de América y de las Antillas comparten muchos
rasgos lingüísticos, como el seseo o uso de [s] por [Ѳ]: [seresa] por ‘cereza̓, [sebolla] por
‘cebolla̓; el yeísmo o uso de la variante fricativa sonora tanto para ‘y ̓ como para ‘ll̓; aspiración
de la [s] cuando está en posición final de sílaba: [ loh seih], [ dehcanso], [mihmo] por ‘seis̓ ,
‘descanso̓ , ‘mismo̓ o aspiración de [x]: [mujer], [hente] por ‘mujer̓, ‘gente̓ . Sin embargo, esta
influencia del español meridional no se dio por igual en las distintas regiones de América,
pues hay grandes áreas lingüísticas en las que no aparece este tipo de rasgos de
debilitamiento articulatorio propio de las variedades meridionales, al menos en la variedad
estándar (altiplano mexicano, interior de Colombia y Venezuela, serranía de Ecuador, Perú o
Bolivia).
La influencia de las lenguas amerindias en las áreas de bilingüismo histórico son también
un factor de diferenciación importante, como veremos. Por otra parte, la propia evolución
de las variedades del español americanas ha contribuido a enriquecer la diversidad del
español americano, principalmente en la lengua oral popular. Las más estudiadas son de
carácter léxico y semántico, lo que no quiere decir que no haya también diferencias
morfosintácticas. Pongamos algún ejemplo que ilustre las diferencias léxicas. En México
podemos escuchar a alguien la frase: vio el carro de bomberos y se paró en la banqueta, que
en español peninsular corresponde a ‘vio el coche de bomberos y se quedó de pie en la acera̓
o pon la cajeta en la cajuela, güerito, ‘mete el dulce de leche en el maletero del coche, rubio̓ .
Igualmente podemos oír en Argentina: si querés comprar una pollera, toma esta vereda y a
las tres cuadras entra en el negocio que tiene las vidrieras regrandes, esto es ‘si quieres
comprar una falda, ve por esta acera y a las tres manzanas entra en una tienda que tiene los
escaparates muy grandes̓. En Ecuador de puede oír: me compré este saquito para ponerme a
la noche; me costó bastante plata, pero es chévere, lo que para nosotros sería ‘me he
comprado esta chaqueta para ponérmela por la noche; me costó bastante dinero, pero es
estupenda̓, o aquí no hay chance de ganar bien, por ‘no hay oportunidades̓.

En definitiva, el español hablado en América se muestra como un extenso complejo de


variedades dialectales que contribuyen a enriquecer la lengua española.

1.3.- Áreas dialectales del español de América:

Numerosas han sido las clasificaciones de las áreas dialectales del español americano
que se han elaborado para intentar describir adecuadamente el español hablado en América;
clasificaciones basadas en rasgos fonéticos (Canfield y Resnick), en la combinación de rasgos
fonéticos y morfológicos (Rona o Zamora y Guitart), en una sección léxica (Cahuzac) o en el
sustrato indígena (Henríquez Ureña). Sin embargo, ninguna de ellas se puede considerar
como una clasificación relativamente aceptable y todas ellas, a pesar de la diversidad de
criterios elegidos para su elaboración, caen en errores de partida similares, lo que las
conduce al fracaso. Uno de los inconvenientes más notables para realizar una clasificación
del español hablado en Hispanoamérica es la falta de descripciones exhaustivas de muchas
zonas, incluso de países enteros, hechas estas con criterios modernos y trabajo de campo
riguroso. Otro de los problemas que impiden por el momento hacer este tipo de
clasificaciones es que las descripciones deben hacerse no sólo de las variantes diatópicas sino
también de las diastrásticas y este tipo de descripciones está mucho menos avanzado. Por
ejemplo, uno de los rasgos fonéticos que aparecen en casi todas ellas es la aspiración o
conservación de la /s/ implosiva. Sin embargo, esta suele tenerse en cuenta, generalmente,
solo en el español estándar de las clases medio-altas; así, puede darse el caso de que en una
zona concreta el español hablado de esas clases medio-altas conserve la /s/ implosiva, pero
no así en los estratos bajos, que pueden aspirarla o elidirla, como ocurre en las zonas
interiores de Colombia, donde solo se tiene en cuenta el español estándar, que no aspira o
elide, por lo que se concluye de manera simplificada que en el interior de Colombia no hay
aspiración de /s/. Por otra parte, este tipo de clasificaciones suelen hacerse a partir de un
escaso número de rasgos, generalmente fonéticos. La dificultad estriba en la selección de
esos pocos rasgos y su nivel de generalización en todo el territorio americano, lo que conduce
a una descripción excesivamente vaga e inexacta, se pueden agrupar varias áreas con una
variación interna muy significativa.

Estas razones han inducido a los investigadores a abandonar este tipo de clasificaciones
y a optar por descripciones lingüísticas más o menos detalladas de cada país, que resultan
menos arriesgadas y permiten una descripción más exhaustiva de la variación interna. Este
es el tipo de descripciones que aparece en los manuales del español de América en los
últimos años. A pesar de que resulta la propuesta más acertada y utilizada, también esta
metodología tiene algunos inconvenientes, pues en muchas ocasiones las fronteras
dialectales y las geográficas no coinciden (así ocurre con el español andino, que forma un
área lingüística y se extiende por el sur de Colombia, sierra ecuatoriana y peruana, parte de
Bolivia, norte de Chile y noreste de Argentina).
A pesar de lo dicho anteriormente, se suele aceptar la existencia de algunas áreas
dialectales, como la mencionada andina, el español caribeño (Antillas y costa atlántica de
México, Centroamérica, Venezuela y Colombia) o el español de Río de la Plata (Argentina,
Paraguay y Uruguay), que, a excepción de la andina, se suelen basar en rasgos casi
exclusivamente fonéticos. Hoy se habla de variedades innovadoras fonéticamente (aquellas
que experimentan fuertes procesos de relajamiento consonántico, como aspiración de /s/
implosiva, pérdida de la /d/ intervocálica, aspiración de /x/, pérdida o relajación de /r/,
neutralización de líquidas, etc.) y de variedades conservadoras (las que conservan las
consonantes). Así se opondrían las variedades innovadoras de la costa peruana o ecuatoriana
a las conservadoras de la sierra, el altiplano mexicano conservador a la zona innovadora de
la costa atlántica, por ejemplo.

Más allá de las clasificaciones, lo importante es tener descripciones rigurosas y


pormenorizadas de cada país, diatópicas y diastrásticas, pero esta es una tarea aún pendiente
en muchas regiones (por ejemplo, se sabe muy poco del español hablado en Bolivia o en
Chile, en Ecuador, Honduras, El Salvador o Guatemala) sin lo cual no podemos describir
convenientemente el español americano.

1.4.- Las lenguas indígenas y su influencia:

a) Las relaciones históricas y lingüísticas entre el español y los idiomas aborígenes de


América responden a las más diversas modalidades que pueden presentarse en el
contacto de lenguas o, con terminología más vieja, pero más exacta, en los conflictos de
lenguas y de cultura. Existen fenómenos y problemas de superestrato o influjo de la
lengua dominante sobre la dominada; en nuestro caso, penetración de hispanismos en el
nahua, en el zapoteco, en el quechua, en el guaraní, etc. Hay hechos y problemas de
adstrato o mutua influencia de lenguas coexistentes, ya por bilingüismo en determinado
territorio, ya por vecindad de las áreas respectivas; entran aquí desde el simple trasvase
de elementos fonéticos, morfosintácticos o léxicos de una lengua a otra, hasta la
formación de lenguas híbridas. Se dan, por último, manifestaciones y problemas de
sustrato o influjo de una lengua eliminada sobre la eliminadora mediante la supervivencia
de caracteres y hábitos que actúan de manera soterrada, a veces en estado latente
durante siglos. Claro está que todo fenómeno atribuible a la acción de un sustrato a tenido
que ser en su origen fenómeno de adstrato, por lo cual son muy borrosos los límites entre
una y otra categoría. En todos los casos se trata de hechos de transculturalización. Para
mayor complejidad, la situación de unas lenguas indias respecto de otras no fue de
paridad antes y después de la conquista por los españoles; los dos grandes imperios
prehispánicos, el azteca y el incaico, habían impuesto respectivamente el nahua y el
quechua a pueblos sometidos que hablaban antes otras lenguas. Junto a las lenguas
generales, como conquistadores y misioneros llamaron a las más extendidas, hubo y hay
infinitas lenguas tribales que subsisten por debajo o al margen de aquellas.
b) Las principales zonas bilingües y las dominantes o casi exclusivamente amerindias se
extienden hoy sin continuidad por el Sur de México, Guatemala, Honduras y El Salvador,
la costa del Pacífico, desde Colombia al Perú, las sierras y altiplanos de los Andes, las selvas
del Orinoco, Amazonas y sus afluentes, el Chaco, Paraguay, regiones colindantes
argentinas y el área del araucano en Chile, con alguna penetración en Argentina; pero hay
multitud de pequeñas zonas dispersas por toda Hispanoamérica. El número de lenguas y
variedades lingüísticas amerindias es elevadísimo: sólo para América del Sur “alrededor
de dos mil tribus y nombres de dialectos pueden ser inventariados en 23 secciones que
comprenden 173 grupos”. No pocas de estas lenguas han desaparecido; así el taíno de
Santo Domingo y Puerto Rico; así, más recientemente, las que se hablaron en las regiones
centrales de Argentina. En 1959 se pudieron comprobar las características del vilela –
lengua del Chaco- oyéndolas a una viejecita india, “última hablante calificada de aquel
idioma”. Frente a las lenguas extinguidas o en vías de extinción, resalta la pujanza de
otras: en primer lugar, el quechua, extendido por el Sur de Colombia, Ecuador, Perú, parte
de Bolivia y Noreste argentino, con mas de 4 millones de hablantes y declarado cooficial
en el Perú desde hace pocos años; le sigue, con más de dos millones, el guaraní, que goza
de carácter oficial, junto al español, en el Paraguay y que además se habla en parte del
Nordeste argentino; viene a continuación en náhuati o nahua, la principal lengua india de
México, con cerca de 800.000 usuarios; otros tantos cuenta el maya-quiché del Yucatán,
Guatemala y comarcas vecinas; el aimara de Bolivia y Perú, y el otomí de México tienen
aproximadamente medio millón cada uno; el zapoteco, tarasco y mixteco, también
mejicanos, y el araucano de Chile y zonas limítrofes argentinas alcanzan de 200.000 a
300.000 hablantes. En total, pueden calcularse en menos de 20 millones los hablantes de
las lenguas amerindias, pero muchos de ellos son bilingües; en 1950, estadísticas
mejicanas referidas a toda la nación cifraban solo en un 3,6 % de la población el número
de quienes ignoraban el español, mientras que los bilingües llegaban al 7,6 %y los
hablantes exclusivos del español sumaban el 88,8%. Las proporciones son muy distintas
atendiendo sólo al Sur del país, en cuyo estado de Oaxaca hablaba lenguas indias el 48,4%
de los hablantes, el 43,7 % en Quintana Roo y el 63,8%, en Yucatán, y donde los
monolingües vernáculos llegaban al 13,7% en Chiapas, al 17,7 % en Oaxaca. En igual fecha
del censo en Paraguay registraba un 40% que sólo hablaba guaraní, un 55% bilingüe y un
5% sólo hispanohablante; por entonces también en la región Sur de los departamentos
peruanos de Ayacucho, Apurimac y Cuzco el 98% de la población hablaba quechua; el 80%
no hablaba español, los bilingües hacían el 18% y los hispanófonos que desconocían en
quechua no pasaban del 2%. Dentro del bilingüismo hay distintos grados, desde el
conocimiento incipiente del español hasta un empleo con el mismo dominio que el de la
lengua vernácula.

c) Es muy discutido el posible influjo de las lenguas indígenas en la pronunciación del


español de América. Su más destacado defensor fue Rodolfo Lenz, quien, estudiando el
habla vulgar de Chile, llegó a afirmar que era «principalmente español con sonidos
araucanos». Pero su tesis ha ido perdiendo terreno; en realidad, casi todos los hechos
alegados como pervivencia o resultado de la fonética india corresponden a fenómenos
similares atestiguados en España o en otras regiones de América; y, por tanto, es lógico
suponer que haya habido desenvolvimientos paralelos dentro del español, sin necesidad
de recurrir al sustrato indio. Conforme ha mejorado el conocimiento de la pronunciación
hispánica, normal y dialectal, ha sido rechazado el supuesto araucanismo de las fricativas
[b], [d], [g], del paso de /-s/ final a [h], de la existencia de [j] bilabial por /f/ labiodental y
de otros rasgos que Lenz creía característicos de Chile. Más tarde se ha demostrado que
la conversión de /r/ y /r/ en fricativas asibiladas o chicheantes, señalada también como
araucanismo ([róto], [ótro], [pondré] de la pronunciación chilena o guachesca), es un
proceso de relajación espontánea que se registra en casi toda América y en Navarra,
Aragón, Álava y Rioja. Tampoco se deben al sustrato indio ciertas peculiaridades que son
desarrollo autóctono de posibilidades latentes en los fonemas españoles: en Chile la
articulación de g, j ortográficas en /e/, /i/ no corresponden a la velar /X/ castellana, ni a
la aspiración faríngea de la [h] meridional, pues se pronuncia como [y] sorda mediopalatal
y suele desarrollar a continuación una especie de /i/ semiconsonante ([yéfe] o [yjéfe]
‘jefe̓ ,
[muyér] o [muyjér] ‘mujer̓; paralelamente la articulación de la /g/ ante /e/, /i/ no es velar,
sino fricativa mediopalatal sorda, más hacia el interior de la boca y más estrecha que la
/y/ normal española, pero semejante a ella ([yéra] ‘guerra̓, [iyéra] ‘higuera̓. A primera
vista, el doble cambio recuerda el desplazamiento análogo de [c] y [g] en latín vulgar y
parece atribuible a la simple atracción ejercida por la vocal palatal siguiente; sin embargo,
las grafías limeñas mexior, dexiara, moxiere de 1559 y la pronunciación mediopalatal o
postpalatal de la j en gran parte de América hacen pensar que la [y] chilena representa un
grado intermedio en la evolución de la /s/ prepalatal del español antiguo hasta sus
resultados modernos velares o faríngeos. Ese grado intermedio se conservó en Chile ante
vocal palatal, mientras que ante otras vocales la [y] continuó su proceso, haciéndose
postpalatal ([X]) ante /a/ y /postpalatal o velar ante /o/, /u/ ([Xáro] ‘jarro̓ , [dexa] ‘deja̓ ,
[óXo]. Tal distribución de alófonos hubo de influir en la palatalización – no documentada
hasta época reciente- de la /g/ seguida de /e/, /i/. Por último no cabe explicar como
araucanismo la conversión del grupo /dr/ en /gr/ (piedra, vigrio, pagre, lagrillo en Chile,
Argentina, Uruguay y Paraguay); se da en zonas tan alejadas de Arauco como son Nuevo
Méjico y Méjico, donde se oyen magre ‘madre̓ , lagrar ‘ladrar̓; y esto aconseja considerarlo
producto de simple equivalencia acústica, como los peninsulares mégano , párpago
‘médano , párpado̓ .
II.- RASGOS LINGÜÍSTICOS DEL ESPAÑOL DE AMÉRICA.

Resulta muy difícil expresar los rasgos característicos del español americano en unas
pocas páginas, por ello nos limitamos a enumerar algunos de los más extendidos, su área de uso
y algunos datos que puedan ilustrarlos:

2.1.- Rasgos fonéticos:

El rasgo fonético que caracteriza al español americano por excelencia es el seseo, esto
es, la realización de /s/ y /z/ como /s/, si bien las realizaciones de esta /s/son muy
variadas. Se ha registrado un tipo de ceceo, resultado de la neutralización de /s/ y /z/, en
algunas áreas de México, Centroamérica y República Dominicana, de las costas
venezolanas, colombianas, ecuatorianas, entre otras. Este fenómeno está localizado
regionalmente y en franco retroceso a causa de su estigmatización social.

La realización de la /s/ implosiva es otro de los rasgos que caracterizan el español


americano. Así, las variedades más innovadoras aspiran o eliden la /s/ en esta posición
(área caribeña y Antillas, Centroamérica, costas de Colombia, Venezuela y Ecuador, Chile,
Argentina, Uruguay, Paraguay y Oriente de Bolivia). En estas zonas la aspiración suele ser
ya la norma lingüística y alcanza a todos los estratos sociales. En algunas zonas del interior
de Colombia, Venezuela y México también se registra la aspiración o elisión entre los
estratos sociales más bajos y suele ser un rasgo socialmente rechazado.

Para finalizar con las realizaciones de la /s/, mencionamos la sonorización de la /s/


intervocálica o ante consonante sonora en la sierra ecuatoriana, rasgo generalizado que
afecta a los distintos estratos sociales y que se ha convertido en norma lingüística
([lazóras] ‘las horas̓, [mizmo] ‘mismo̓ .

Otro de los rasgos que se suelen citar como identificadores del español americano es el
yeísmo, la neutralización de /y/ y /λ/ a favor de la primera. El yeísmo tiene igualmente
distintas realizaciones, desde una semiconsonante en la zona caribeña al rehilamiento del
žeísmo argentino o uruguayo. Ahora bien, no existe yeísmo en toda el área americana,
pues hay distinción de ambas palatales en Paraguay, Nordeste de Argentina, Bolivia, zonas
andinas de Ecuador y Perú, y en general en las zonas interiores de Colombia y Venezuela.
Estas áreas son distinguidoras aunque la realización de los dos fonemas palatales pueda
variar. Así, por ejemplo, en algunas zonas de la sierra ecuatoriana el fonema lateral se
realiza como fricativa prepalatal rehilada, similar a la argentina o uruguaya ([žúβja] ‘lluvia̓,
[yéma] ‘yema̓; por el contrario, en Paraguay la oposición de realiza mediante la lateral [λ]
y la africada [ŷ] ([káλe] ‘calle̓ , [ŷáte] ‘yate̓ .

La realización de la /r/ final es otro rasgo destacable en el español americano por la


diversidad de sus distintas pronunciaciones, desde su pronunciación como vibrante
alveolar similar a la castellana (México, Argentina a excepción del nordeste, sierra
ecuatoriana, Perú, Bolivia, interior de Colombia y Venezuela) hasta su aspiración o elisión
en la zona caribeña y de costas de Centroamérica, Ecuador, Colombia, Venezuela,
Uruguay y Paraguay.
La vibrante suele tener en amplias zonas una realización asibilada (norte de Argentina,
Paraguay, Bolivia, Ecuador, Perú, Uruguay, Guatemala o Costa Rica). Nótese que en
muchas de estas zonas conviven distintas realizaciones de /r/, y este hecho se extiende a
otros fonemas, ya que, generalmente, suele haber una estratificación social en los
patrones fonéticos de estas áreas. Otro de los fenómenos fonéticos rescatables que
afectan a la vibrante es la neutralización de /r/ y /l/, que se extiende fundamentalmente
por el Caribe y las Antillas, aunque este fenómeno también se documenta en los estratos
sociales sin instrucción en el Chile, Perú, Paraguay o Ecuador.

Para finalizar este apartado, aludimos a las velarizaciones de la vibrante múltiple ([ríko])
‘rico̓ , que se documentan fundamentalmente en Puerto Rico, y de la /n/ implosiva
[balkóŋ] ‘balcón̓ , que se documenta en el Caribe, Las Antillas, Ecuador, Chile, Bolivia,
Colombia, Venezuela, México y Centroamérica. Ambos son fenómenos socialmente
marcados, asociados con los estratos sociales más bajos y de procedencia rural.

2.2.- Rasgos morfosintácticos:

En las últimas décadas se han publicado numerosos trabajos sobre los rasgos
morfosintácticos que caracterizan las diversas variedades del español hablado en
América. Aquí aludiremos a algunos de los más destacados. En primer lugar, cabe destacar
que, a excepción de las área de bilingüismo histórico (español y lenguas amerindias), el
sistema pronominal generalizado en todas las áreas es el etimológico o distinguidor,
llamado así debido a que distingue sus formas pronominales en función de los rasgos del
caso (dativo para el objeto indirecto y acusativo para el directo) y el género (para las
formas de objeto directo). Así, la forma pronominal le(s), sin especificación de género, es
utilizada para referir al objeto indirecto y las formas lo(s), la (s) para el objeto directo,
atendiendo al género masculino y femenino, respectivamente.
Otro de los rasgos morfosintácticos que atañen también al sistema pronominal es el uso
generalizado en toda Hispanoamérica de se los por se lo (se los dije ‘les dije esto a ellos̓),
esto es, dado que la forma de objeto indirecto se es invariable y no puede llevar la marca
de plural, es la forma pronominal de objeto directo, lo, la que lleva los rasgos de número;
de esta forma el hablante explicita la pluralidad del referente indirecto. Este uso está
extendido a los hablantes de todas las clases sociales y se puede localizar incluso en la
lengua escrita, sobre todo en los medios de comunicación.

Un rasgo más restringido dialectalmente (su uso se documenta en Argentina y en áreas


de bilingüismo histórico) que también atañe al sistema pronominal es la duplicación
mediante clíticos del objeto directo del tipo lo veo al niño. Siguiendo con los pronombres,
en esta caso los pronombres sujeto, hay un rasgo con el que siempre se caracteriza el área
caribeña: el orden sujeto-verbo en oraciones interrogativas de tipo ¿qué tú quieres?
similar al de las oraciones enunciativas. En esta misma área existe igualmente una mayor
presencia de los pronombres sujetos en contextos en los que el español estándar de otras
áreas los omitiría.

Es generalizado, sin embargo, la sustitución del pronombre sujeto vosotros por la forma
ustedes, similar a lo que ocurre en las variedades meridionales del español peninsular. El
voseo o empleo de la forma vos como segunda persona del singular está bastante
generalizado en muchas áreas, si bien las desinencias verbales que acompañan esta forma
pueden ser tanto diptongadas (vos cantáis) como no diptongadas (vos cantás). Se
documenta el voseo en la mayoría de los países hispanoamericanos, a excepción de
Panamá, la mayor parte de México y las Antillas. Sin embargo, la generalización del voseo
en estos países depende del nivel de prestigio que este rasgo haya alcanzado en ellos. Así,
se ha convertido en un uso prestigioso en Argentina, Paraguay o Uruguay, por lo que se
está generalizando, pero es poco prestigioso en Colombia, Venezuela o Ecuador,
asimilado a las clases con instrucción baja, lo que se traduce en un uso más restringido o
en vías de desaparición.

Por lo que respecta a los posesivos, hay que destacar dos rasgos que afectan a áreas
muy concretas: el uso del artículo indefinido + posesivo + nombre con significado
intensificador o ponderativo. Así, en el ejemplo y la loca Catapulta quera así de feya de la
cara y por aquí chuca y mechuda de un su pelo bien prieto se resalta la característica
cualitativa del pelo mediante la construcción de artículo indefinido + posesivo, esto es,
impone un valor intensificador para resaltar el hecho de que la loca Catapulta tenía el pelo
“bien prieto”. El segundo de los rasgos relativos a los posesivos se ha documentado
fundamentalmente en México y consiste en la duplicación del posesivo mediante un
sintagma preposicional del tipo su gol de Hugo Sánchez. Esta duplicación tiene un
significado de habitualidad, de rasgo que caracteriza al poseedor. Así, es habitual y
característico de Hugo Sánchez el hecho de que meta goles (no se diría de un futbolista
que apenas mete goles).

La anteposición de la preposición de ante que completivo (opino de que Juan ya no


vendrá), el llamado dequeísmo, está bien extendida en Colombia, Venezuela, Chile, Perú,
Uruguay o Ecuador, incluso entre los estratos de población con nivel de instrucción alto.
Al contrario de lo que ocurre en España, no es un uso estigmatizado y tampoco parece un
fenómeno en regresión. Otro rasgo que tampoco está estigmatizado y muy generalizado
en toda Hispanoamérica es el que afecta a las formas impersonales de haber, esto es, se
produce la concordancia de haber con el objeto directo, que pasa entonces a ser el sujeto
de la oración (hubieron muchas personas). Parece que se está extendiendo incluso en
estratos de la población con nivel de instrucción alto. Con las formas impersonales de
hacer se da una estructura similar de concordancia del verbo con el sintagma nominal
que lo acompaña (hacían muchos años), y, aunque este fenómeno esté peor considerado
socialmente que el anterior, está muy generalizado sobre todo en las clases sociales más
desfavorecidas.

Otro fenómeno generalizado dialectal y sociolectalmente es la sustitución de imperativo


del subjuntivo por el presente de subjuntivo (él me dijo que lo haga, ‘el me dijo que lo
hiciera̓). Esta sustitución introduce en la frase un matiz de probabilidad de que la acción
se realice mucho mayor del que podría pensarse en la construcción con subjuntivo. Para
finalizar, aludimos a un fenómeno cuyo ámbito de expansión es más local. El cambio de
régimen preposicional con verbos de movimiento (voy en Asunción), que se documenta
en Paraguay, Uruguay, Costa Rica y en algunas zonas de Argentina. El español antiguo (en
la actualidad se mantiene su uso en variedades peninsulares rurales: voy en casa de mi
abuela) tenía la posibilidad de indicar la dirección (voy a) o la meta (voy en). Este último
uso es el que se ha conservado en estas zonas. En el caso de Paraguay o del Nordeste
argentino, este uso ha sustituido completamente al de dirección. En las otras zonas,
ambos usos coexisten.

2.3.- Rasgos léxicos:


El léxico panamericano es relativamente abundante; si bien es difícil determinar qué
regiones o países comparten ciertos usos léxicos. En este apartado tan sólo enumeramos
unos cuantos de estos, los cuales no pretenden ser una selección representativa sino una
mera muestra de la divergencia léxica del español americano con respecto a la variedad
peninsular, Así, carro ‘coche̓ suele estar extendido por toda Hispanoamérica, al igual que
cuadra ‘manzana̓, departamento ‘piso᾽, computadora ‘ordenador ,̓ camioneta o camión
‘autobús̕ funciona en México y Centroamérica, ómnibus se restringe más bien al cono sur
americano, jugo ̔zumo̓ , cachetes ̔mejillas̕, durazno ̔melocotón̓ , tanque d ̔ epósito de
gasolina̕, boleto ̔ billete̓ , pizarrón ̔pizarra̓, manejar c̔ onducir̕, tomar ̔beber̓, botar ̔echar ̓ o
colmado ̔ tienda de comestibles̕.

Muchos de estos usos son los llamados arcaísmos léxicos, esto es, voces que han dejado
de utilizarse en el español peninsular estándar de manera general, como parase ̔ponerse
derecho, de pie̕, cobija ̔manta̔, enojarse e̔ nfadarse̕, aguaitar ̔mirar̕, aloja ̔bebida de miel
de caña, zumo de limón y agua̓, arveja ̔guisante̕, llamado ̔llamada, llamamiento̕, o
mandado ̔recado̓ , por citar algunos. Otros, por el contrario, son voces de nueva creación
como balear, balacear ̔tirotear̕, lonchar (del inglés lunch) c̔ omer a medio día̕, timbrar
̔llamar al timbre̓ , hachear ̔cortar con el hacha̕, cauchar ̔extraer caucho del árbol̕, lechar
̔extraer leche, ordeñar̓, papal ̔terreno sembrado de patatas̓, panteonero ̔sepultero̕ o
pendejada ̔acción propia de pendejos̕; otras muestran desplazamientos semánticos como
leche y ocho ̔buena suerte̓ , guacamayo ̔persona vestida de colores vivos̕, cuña ̔persona de
influencia̓. Hay igualmente un gran número de voces procedentes de las lenguas
amerindias.

Finalizamos este apartado señalando algunas voces específicas de algunos países o


áreas como las Antillas: pechudo ̔descarado, audaz̕, lechero ̔afortunado̓ , botador
̔derrochador̕, echador ̔ fanfarrón̕. México ejote ̔vaina de frijol tierna̓, bolsa de dormir ̔saco
de dormir̕, elote ̔maíz tierno̓ , pesero ̔autobús̓, chueco ̔que está torcido, fig. persona falsa̕,
checar ̔verificar, comprobar la validez de algo̕, pilón ̔pequeña cosa que se añade como
regalo̓ . Venezuela: arepa ̔especie de empanadilla̓, catire ̔persona rubia, de tez blanca̓, gafo
̔estúpido, torpe̕, guachafa ̔broma pesada̕, embarcar a alguien ̔dejarle plantado, no cumplir
lo prometido̓ , gastito ̔que gasta mucho̕, chupamedia ̔adulador̓. Argentina, Paraguay y
Uruguay: vereda ̔acera̓, pollera ̔falda̓, remedios ̔medicinas̕, moracho ̔de piel morena̕,
gaucho ̔campesino̕, chacra ̔huerta, sembrado̕.

III.-ZONAS DE CONTACTO LINGÜÍSTICO: ESPAÑOL Y LENGUAS AMERINDIAS.

La variedad dialectal del español de Hispanoamérica es enormemente rica. Esa riqueza


no respeta las fronteras de los países, de tal manera que dentro de un mismo país pueden darse
diferencias más profundas que entre dos países diferentes. Pongamos, por ejemplo, la variedad
dialectal de un país como México. En el Yucatán mexicano se observan fenómenos desconocidos
en el resto del país. Bástenos señalar uno muy significativo: la pronunciación de [p] por [f]
empermo por e̔ nfermo̓ . Mencionamos a propósito la región de Yucatán en México porque en
ella el español convive con lenguas indígenas amerindias como la maya. Este mismo fenómeno
fonético se documenta también en Guatemala, justo en las áreas bilingües de español y lenguas
mayas.
La diversidad de lenguas indígenas americanas, algunas extinguidas y otras en uso, es
un factor de determinación en español americano. No cabe duda de la influencia de estas en el
léxico del español general. Esta entrada de indigenismos es la influencia que se aprecia más
directamente. Algunos de estos son: a) Arahuaco-taíno: guacamayo, iguana, ají, batata, maíz,
maní, hamaca, huracán, cacique, caoba, maguey, pita, carey. b) Caribes: canoa, caribe, caníbal,
manatí, caimán, piragua, curare. C) Náhuatl: petate, tiza, chocolate, tomate, cacao, coyote,
chicle. d) Mayas: cenote d ̔ epósito de agua a gran profundidad̕, acalche ̔terreno bajo en que se
estanca el agua de lluvia̕. e) Quechua y aymara: quincha ̔cañizo̕, tambo ̔posada̓, jora ̔maíz
fermentado para hacer chicha̕, cholo ̔mazorca̓, chacra ̔terreno pequeño para cultivar̓, chullo
̔gorro con orejeras̓, locro ̔guisado de carne con patatas̕, pisco ̔aguardiente de uva̓, mate, pucho
̔residuo, colilla̓, chirimoya, coca, quena, llama. f) Chibcha: chicha, chaquira ̔abalorio̕. g) Mapuche:
echona ̔hoz̕, laque ̔boleadoras̕, cahuín ̔comilona acompañada de borrachera̓, guarén ̔rata grande̓ ,
quila ̔tipo de caña̓. h) Guaraní: ñandutí ̔encaje típico̕, maraca, tucán, agutí ̔ratoncillo̕,
yacaré ̔caimán̕, teyú ̔iguana̓, tapioca, mandioca, avatí ̔maíz̓, mandubí ̔cacahuete̓ , guaraná ̔planta
frutal̕.
Más allá de la incorporación de indigenismos en el español existe otro tipo de influencias
fonéticas y morfosintácticas en determinadas áreas hispanoamericanas, donde el contacto del
español y las lenguas amerindias ha sido, y es, más profundo. Son áreas de contacto lingüístico
histórico en las que la influencia de las lenguas amerindias en el español local es considerable.
Esta influencia es variable en función de factores bien distintos como la intensidad del contacto,
el bilingüismo o monolingüismo de los hablantes, el grado de adquisición del español, si es
adquisición formal o informal, los factores socioculturales que rodean a las diversas
comunidades indígenas, el nivel de escolarización, el aislamiento geográfico o el nivel
socioeconómico, entre otros. Estos factores regularán la intensidad y el tipo de influencias; no
obstante, estas influencias también se dan entre hablantes monolingües de zonas de contacto
histórico donde la mayoría de la población es monolingüe, como es el caso de Quito.

Las variedades del español “imperfecto” interferido por las lenguas amerindias están
socialmente desprestigiadas; así, se alude a estas como español de indígenas, deficiente, propio
de bilingües que no saben bien la lengua. Muchas de estas variedades del español, al contrario
de lo que se cree, suelen ser estables y se transmiten de generación en generación, por lo que
no es posible hablar en estos casos únicamente de errores de aprendizaje, puesto que los
hablantes bilingües simétricos o ya monolingües de español hablan variedades del español en
las que se aprecia la influencia de la lengua amerindia en ciertas estructuras de su variedad. La
discriminación social de estas variedades de español hablado por bilingües conlleva el abandono
de la lengua amerindia. En efecto, a pesar de que en las comunidades rurales el español es usado
en muchos casos como segunda lengua, en los núcleos de población urbanos y semiurbanos de
las zonas de contacto histórico el predominio del español es cada vez mayor y se está
produciendo un proceso de sustitución lingüística de las lenguas amerindias por el español. La
inmigración interna de las zonas rurales acelera esta proceso de sustitución lingüística, pues la
estigmatización de las lenguas amerindias y de esta variedad del español son factores
determinantes para el abandono de la lengua indígena. La discriminación no alcanza a aquellas
variedades del español que también muestran influencias lingüísticas de las lenguas amerindias
pero se han consolidado como variedades distintas de las habladas por los indígenas, como es
el caso de la variedad hablada en Quito.

En definitiva, en los procesos de bilingüismo histórico, la influencia de la lengua indígena


se hace notar; así, ciertos patrones de esta última se transfieren al español, lo que produce
variaciones significativas en este. Estos fenómenos lingüísticos de contacto, en definitiva
cambios lingüísticos inducidos por el contacto, son complejos y no permiten generalizaciones
sin trabajos de campo rigurosos, dado que las situaciones de contacto son igualmente
complejas. Los resultados lingüísticos inmediatos son: cambio de código, mezclas de lenguas con
la media lengua en Ecuador (léxico español y estructura quechua), préstamos de elementos
amerindios léxicos, morfológicos o sintácticos, transferencia de estructuras o procesos de
convergencia lingüística.

Hay áreas de influencia lingüística en México y Guatemala (áreas bilingües); en la zona


Guajira de Venezuela y Colombia; en el sur de Colombia, zonas serranas de Ecuador, Perú,
Bolivia, noreste de Argentina y norte de Chile (español andino); en Paraguay y nordeste de
Argentina y este de Bolivia (el español de áreas guaraníticas); en áreas mapuches de Chile y
Argentina o en la Amazonía donde el español está en contacto con las lenguas amazónicas. Sin
embargo, la mayoría de estas áreas, generalmente rurales, carece de descripciones serias sobre
el grado de bilingüismo y la influencia de las lenguas amerindias en el español local de la zona.
Frente a la relativa abundante documentación bibliográfica sobre Perú, Ecuador, Paraguay o
Argentina, el resto de las áreas apenas si tienen estudios descriptivos, que generalmente suelen
tratar aspectos parciales y no ofrecen una visión de conjunto; algunas otras, como las áreas
amazónicas, Centroamérica o zonas de influencia mapuche, han sido prácticamente excluidas
de la atención de los investigadores. En cualquier caso, la carencia de estudios en estas zonas
de contacto, basados en trabajos de campo serios y rigurosos, deja demasiadas generalizaciones
sobre el español hablado en estas zonas bilingües. Sólo con la elaboración de estudios empíricos
podremos comenzar a conocer más profundamente el español de amplias áreas
hispanoamericanas.

Algunos rasgos característicos de estas áreas de contacto lingüístico son los siguientes:

a) Fonética: pronunciación glotal de la /k/ de poblaciones indígenas de Guatemala


(bilingües y monolingües) o de Perú, tendencia a la reducción del sistema vocálico
(morosidad) en Perú, sustitución de los fonemas vocálicos españoles /i, u/ por la sexta
vocal guaraní /ŷ/, uso de la oclusión glotal prevocálica o intervocálica en la pronunciación
de palabras en español (Paraguay), realización del fonema español /b/ en posición inicial
como [mb] (Paraguay (en guaraní no existe en fonema /b/).
b) Morfosintaxis: discordancia de género y número, reestructuración del sistema
pronominal, usos anómalos del gerundio y las perífrasis de gerundio (Ecuador),
reestructuración de los tiempos verbales de pasado (Ecuador), aparición de modales
evidenciales o moralizadores, formas de atenuación en imperativos. Alteraciones del
orden de constituyentes, cambio del régimen preposicional o elisión de elementos como
artículos, cópula verbal o preposiciones. Los rasgos más locales, más fuertemente
interferidos, sólo aparecen entre bilingües y en las clases menos instruidas, pues la
escolarización supone una nivelación que elimina los rasgos más llamativos, los que se
apartan en mayor medida del español estándar.
c) Lexico: préstamos léxicos referidos tanto a realidades conocidas como a desconocidas
para el mundo hispanohablante (zona andina: chullo ̔gorro̓ , guagua ̔niño̕ , guano
̔estiércol̓, taita ̔padre, señor̕, chumpí ̔cinturón̓ , huaca ̔seres mágicos religiosos̕, runa
‘hombres̓, longo ‘indio̕, chompa ‘cazadora, anorak̓; zona guranítica: yaguar ‘jaguar̕,
yacaré ‘cocodrilo̓ , chipa ̔especie de pan̓ , mita ̔niño̓ , aguti ̔roedor̓, kururu ̔sapo̓ , kuñatai
̔señorita̓, kure ̔cerdo̕, ka´a ̔yerba mate̕, terere ̔infusión de yerba mate̓ ; zona mapuche:
curiche ̔persona de piel muy morena̕, pilco ̔mote cocido con maíz̓, pichiruche ̔de escaso
valor̓, ahuincarse ̔convertirse en chileno no mapuche̕, culén ̔hierba medicinal̓, quillay
̔árbol de gran tamaño de cuya corteza se hace jabón̕, huemul ̔cérvido que aparece en el
escudo de armas de Chile̓ .
d) Tema II (4ª parte): El influjo de los meridionalismos
peninsulares en el español de América
e)
f)
g) IV.1 El andalucismo del habla hispanoamericana. El seseo (históricamente ceceo).
h) 1.- El español que pasó a América, en los primeros tiempos de la colonización, no podía
diferir mucho del que llevaron a Oriente los sefardíes. Pero mientras el judeo-español
quedó inmovilizado por el aislamiento y bajo la presión de culturas extrañas, el español
de América que no perdió nunca su comunicación con la metrópoli, experimentó la
mayoría de los cambios acaecidos en la Península. En primer lugar sufrió la
transformación consonántica consumada en el siglo XVI. Las labiales /b/ y /v/, que
todavía eran distintas en la pronunciación de algunos conquistadores y colonos de Chile,
se confundieron pronto. Las sibilantes sonoras /z/,/-z-/,/z/, (escritas respectivamente z,
-s-, g, j) se ensorderizaron y confundieron con sus correspondientes sonoras /s/, /-s-/y
/s/(c o ç, -ss- y x grafías); y la /z/, /s/representadas por g, j, x dejaron su articulación
prepalatal y la retrajeron, como en España, más hacia dentro de la boca. Dentro de estas
líneas generales, el español de América se separa del de Castilla en rasgos comunes con
el del Mediodía de España: el resultado de las cuatro sibilantes apico-alveolares y
dentales antiguas es un solo fonema, una /s/ de articulación muy varia, pero más
cercana, en general, de la andaluza que de la /s/ castellana y norteña. En extensas zonas
americanas la /-s/ implosiva se aspira y pasa por las mismas aspiraciones ulteriores que
en la mitad meridional de España. En la mayor parte de Hispanoamérica la /l/ se ha
deslateralizado y se ha fundido con la /y/. En el Caribe y costas del Pacífico se truecan,
vocalizan o pierden la /-r/ y la /-l/ implosivas. Área parecida –pero no igual- tiene la
pronunciación de la j como [h] aspirada. Por último, en el ambiente rústico de muchas
regiones se aspira la [h] procedente de la /f/ latina ([hárto] o [xárto], [hablár] o [xablár]
i) 2.- Esta serie de coincidencias ha hecho pensar desde antiguo en una fuerte influencia
andaluza sobre el español de América. Sin embargo, entre 1930 y 1952 hubo ilustres
defensores de una tesis contraria, según la cual los fenómenos hispanoamericanos serían
paralelos a los del Mediodía español. Pero no descendientes de ellos. Se creía entonces
que las fechas del seseo y ceceo andaluces y las peninsulares del yeísmo, aspiración de
la /-s/ y neutralización de /-r/ y /-l/ implosivas eran muy posteriores a las que hoy
conocemos. Se argüía también que la conquista y colonización de Hispanoamérica no
fueron obra exclusiva de andaluces y extremeños de manera predominante, sino que
contribuyeron todas las regiones de España, en especial las dos Castillas y León, siendo
asimismo considerable el número de vascos. Unas primeras estadísticas, las de Henríquez
Ureña, parecían rotundamente favorables al antiandalucismo, pues arrojaban que en el
siglo XVI los andaluces sobrepasaron en poco la tercera parte del total de emigrantes;
reuniendo andaluces, extremeños y murcianos, la proporción llegaba al 49.1 %. Un nuevo
cómputo, que opera con una masa documental tres veces mayor que la de Henríquez
Ureña y tiene en cuanta las variaciones de los porcentajes a lo largo del tiempo, ha
cambiado por completo el aspecto de la cuestión: en los primeros años de la
colonización, entre 1493 y 1508, el 60% de los que pasaron a Indias eran andaluces; y en
el decenio siguiente las mujeres del reino de Sevilla sumaron los dos tercios del elemento
femenino emigrado. Es decir, que durante el periodo antillano se formó en las islas recién
descubiertas un primer estrato de sociedad colonial andaluzada, que hubo ser
importantísimo para el ulterior desarrollo lingüístico de Hispanoamérica. Las sucesivas
oleadas de pobladores no cambiaron la situación, pues entre 1520 y 1579 el porcentaje
de los andaluces superó en 33% y las andaluzas mantuvieron holgada mayoría en la
creciente emigración femenil. Entre las ciudades españolas Sevilla dio el máximo
contingente, a gran distancia de las demás. Añádase que Sevilla y Cádiz monopolizaron
durante los siglos XVI y XVII el comercio y las relaciones con las Indias. En un momento
en que la pronunciación estaba cambiando rápidamente a ambos lados del Atlántico,
Sevilla fue el paso obligado entre las colonias y la metrópoli, de modo que para muchos
criollos la pronunciación metropolitana con que tuvieron contacto fue la andaluza.
Finalmente hay que tener en cuenta el influjo canario, tanto en la contribución
demográfica cuanto como enlace entre América y la Península.
j) 3.- La revolución fonética del siglo XVI coincidió en América con la sedimentación de la
lengua importada, que, generalizando o eliminando los diversos regionalismos, se
encaminaba hacia un tipo común. Allí, los que procedían de Toledo, Extremadura y
Murcia distinguirían al principio las sibilantes ápico-alveolares /s/ (siete, passar) y /z/
(casa, peso) entre sí y en oposición a las dentales /s/ (cinco, caçar) y /z/ (hacer, vezino),
también diferenciadas una de otra. Castellanos viejos, montañeses, asturianos, gallegos
y leoneses habrían eliminado las sonoras, pero opondrían su /s/ ápico-alveolar sorda de
siete, passar, casa, peso a la dental (o ya interdental /Ѳ/ de cinco, caçar, vecino. Los
vascos sesearían con /s/ o cecearían con /s/. Y los andaluces eliminarían las alveolares
reemplazándolas por las dentales /s/ y /z/, distinguiendo primeramente, como en el
judeo-español, la sorda /s/ (sjéte), [pasár], [sinko], [kasar]) de la sonora /z/ ([káza],
[pézo], [hazér], [vezino]); después quedó sola la articulación sorda. La variedad no
suponía, como en la Península, repartición geográfica, sino mezcla y anarquía, ya que en
cada punto se reunían gentes de distinto origen. La convivencia niveló los particularismos
generalizando la reducción de las cuatro sibilantes históricas a un solo fonema, /s/
convexa ([s]) o plana [s], no cóncava como la /s/ del Norte y Centro peninsulares. Esta
solución, extensión atlántica de la andaluza, se documenta profusamente en el Nuevo
Mundo desde 1521 y 1523. Más tarde, la antología titulada: «Flores de varia poesía»
(México, 1577), ofrece en su manuscrito original cerenos, ançias, auzente, junto a sierva,
̔cierva̓, asertaste, alcansaste; bien es verdad que en ella predominan los líricos sevillanos,
lo que hace suponer fuera recogida por un andaluz. Pero no es forzosa tal hipótesis, ya
que el poeta Fernán González de Eslava, nacido al parecer en Tierra de Campos, escribe
de su puño y letra en México (1574) mez ̔mes̓, desiséis, profesión, concejo ̔consejo̓ , e
iguala en sus rimas s y z finales, alguna vez intervocálicas. Eslava hubo de contagiarse del
seseo-ceceo en el Nuevo Mundo; el contagio era inevitable cuando conquistadores y
emigrantes no castellanos convivían en las travesías o en tierra firme con gentes como
aquellos tres pilotos con quienes hizo Bernal Díaz del Castillo uno de sus viajes: «el más
principal…se dezía Antón de Alamitos, natural de Palos, y el otro se dezía Camacho de
Triana, y el otro…se llamava Joan Álvarez, el manquillo, natural de Güelva», o como aquel
capitán Luis Martín, natural de Sanlúcar, que «çeçeaba un poco como sebillano». En
Nueva Granada hay constancia de un capitán y un fraile castellanos viejos y de un
predicador aragonés que a finales del siglo XVI o ya en el XVII contrajeron allí el ceceo,
documentado en aquel reino desde 1558 y practicado en 1586 por indios que muy
probablemente habían aprendido el castellano con tal pronunciación. Hacia 1600 el
cronista peruano mestizo Felipe Huaman Poma de Aya escribe comienso, ací ̔así,̓
corazones, ceremonias, tezorero, fiezta, zueños, zoberbia, etc. Tras esta abundancia de
testimonios no puede sorprender que en 1688 el historiados Lucas Fernández de
Piedrahita escriba mais, maisal, siénaga, y diga de los habitantes de Cartagena de Indias
que «mal disciplinados en la pureza del idioma español, lo pronuncian generalmente con
aquellos resabios que siempre participan de las gentes de las costas de Andalucía». Hacia
la misma fecha, la escritora mejicana Sor Juana Inés de la Cruz equiparaba eses y zetas
en alguna de sus rimas.
k) 4.- Otro de los argumentos que con más insistencia se ha esgrimido contra el
andalucismo en el tratamiento hispanoamericano de las sibilantes señalaba como propio
de América el seseo, entendido como pronunciación de c y z con [s] convexa o plana,
mientras consideraba ajeno a la dicción americana el ceceo o pronunciación de la s con
una sibilante parecida a la [Ѳ]. Hoy sabemos que tanto el llamado seseo andaluz –
idéntico al hipanoamericano- como lo que modernamente se entiende por ceceo son
meras variedades de lo que desde el punto de vista histórico no es sino ceceo,
pronunciación de las antiguas s y ss alveolares con articulaciones propias de ç y c
dentales. Pero la objeción carece de fundamento aun dando a «ceceo» el mismo sentido
que los objetantes, pues aun menos extendida que en Andalucía Occidental, la sibilante
ciceada se ha reconocido en diversos puntos de Puerto Rico y Colombia, así como en
zonas rurales de Argentina; es frecuente en El Salvador y Honduras, muy común entre
las clases populares de Nicaragua y bastante en las costas de Venezuela.
l) IV.2.- Otros meridionalismos peninsulares en el español de América:
m) 1.- El hallazgo de unas 600 cartas de españoles que, instalados en las Indias, quería llevar
allá a sus mujeres y otros parientes ha anticipado de manera sensacional las primeras
dataciones americanas de fenómenos que se creían mucho más tardíos. Están escritas
en su mayor parte por andaluces de escasa cultura y proceden de las más diversas
regiones de la América virrenal. Las que hasta ahora se han citado de interés por sus
andalucismos van del año 1549 al 1635. La búsqueda en otras colecciones documentales
ha contribuido también a anticipar testimonios. Paralelamente, la investigación española
ha documentado, para todos estos fenómenos, precedentes en el Mediodía peninsular,
algunos de los cuales remontan a los siglos X y VII. Estos nuevos datos hay que
relacionarlos ahora con los registrados en el habla actual por la dialectología
hispanoamericana y buscar solución para los contrastes que surjan.
n) 2.- El yeísmo es el rasgo meridional español que en América tiene extensión más cercana
a la del seseo, aunque sin llegar a generalizarse como este. Atestiguado en España desde
la época mozárabe, en Méjico desde 1527, en Cuzco desde 1549, motivó a fines del siglo
XVII composiciones humorísticas del poeta Juan del Valle Caviedes, natural de Porcuna
(Jaén) pero radicado en Lima. Durante algún tiempo se creyó ver en ellas el primer
testimonio del yeísmo hispánico; hoy su interés lingüístico de limita a probar que Inesiya,
hayo, bosquejayo, maravilla suscitaban ultracorrecciones aller, ballo, desmallo,
seguramente no solo gráficas entonces. En la actualidad la /l/ es de uso normal y
prestigioso en una franja interior de Colombia que comprende las ciudades de Bogotá y
Popayán; persiste – apoyada por el influjo de las lengua indígenas – en la parte sur de la
sierra ecuatoriana, en amplias zonas de las tierras altas y costa meridional de Perú, casi
toda Bolivia, parte de las provincias argentinas de San Juan y la Rioja, y, además, en las
limítrofes con el Paraguay y en todo este país donde connota independencia frente al
yeísmo rehilado porteño; en el sur de Chile quedan focos aislados. En el Norte y Centro
de la sierra ecuatoriana la /l/ no se articula como fricativa lateral, sino central rehilada,
[y] o [z] mediopalatal; el rehilamiento la distingue de la /y/, oponiendo caze ̔calle̕, estreza
̔estrella̕ a mayo, saya, con /y/ sin rehilar; en la pronunciación vulgar la [z] llega a
ensordecerse en [s]. La oposición entre [z] (</l/) y /y/ se da también en la provincia
argentina de Santiago del Estero.
o) En las regiones yeístas el resultado común de /l/ y /y/ ofrece variantes: aparte de la [y]
fricativa normal, existe otra más abierta, cercana a la [i] semivocal y la [j]
semiconsonante, que en Nuevo Méjico, Norte y Sur de Méjico y gran parte de América
Central llega a desaparecer entre vocales, sobre todo en contacto con /i/ acentuada
(gayina>gaínam siya>sía) pero también en detae ̔detalle̕, ceboa ̔cebolla̕, etc.; en San Luis,
(Argentina), arroíto, medaíta, semía, cuchío, estrea, aqueo y muchos más; la pérdida se
registra aisladamente en otros puntos. El refuerzo con rehilamiento se da en Oaxaca
(Méjico) y es general y característico del Río de la Plata (Uruguay y provincias argentinas
como Entre Ríos, Santa Fe, Buenos Aires, La Pampa y todas las meridionales); el prestigio
de Buenos Aires lo irradia hacia el exterior, extendiéndolo hacia ciudades como
Tucumán, Salta, y Jujuy. Ya existía a finales del XVIII y durante el XIX hay repetidos
testimonios de él, entre otros el del célebre arqueólogo francés Maspero (1872). Junto a
la [z] sonora de la dicción porteña consolidada, está cundiendo con pujanza creciente la
sorda [s] (case ̔calle̕, aser ̔ayer̕.
p) 3.- La /-s/ final de sílaba o palabra se mantiene con fuerte silbo y tensión en el Norte y
meseta mejicanos, en regiones altas de América Central, Colombia, Ecuador, casi todo el
Perú, la mayor parte de Bolivia y, dentro de Argentina, en zonas de las provincias de
Jujuy, Salta, y Santiago de Estero; la influencia culta ha impuesto como norma en Buenos
Aires y provincias del Sur una /-s/ menos tensa, aunque en ambientes populares abunden
la aspiración o la pérdida, desestimadas en otros niveles sociales. En Chile la /-s/ final de
sílaba «es comúnmente semiaspirada en el habla culta», que la aspira muchas veces, «y
del todo aspirada o muda en la lengua popular». En el resto de Hispanoamérica es
general la aspiración (ehcuela bohque, otroh), que se asimila con frecuencia a la
consonante siguiente (mihmo >[mímmo] y a veces le quita la sonoridad (resbalar
>[rejjalár]> [réjalár], máh barato> má farato, dihguhto>dihuhto o [discuto], etc). Cuando
la aspiración desaparece en el final de palabra, la tensión entre singular y plural o entre
la segunda y tercera persona verbales se hace en algunos países o regiones con igual
procedimiento que en andaluz oriental y murciano, esto es, mediante diferencias de
timbre y duración en las vocales finales; el hecho se ha registrado hasta ahora en Puerto
Rico (sing. campo frente a campq ̔campos̓; dise ̔dices̓), en los Llanos de Bolivia y en
Uruguay (libro, diente, sing. libro, diente, pero seguramente se encontrará en otras áreas.
Como en el seseo y en el yeísmo, la prioridad en documentar alteraciones de la /-s/
corresponde a España con la Sofonifa de Fernando Colón, que obliga a suponer larga
evolución previa; en América están registradas desde 1556. En Nuevo México, Colombia
y entre las capas sociales inferiores en Chile y de otros países, la sustitución de la /-s/
intervocálica ( pahar ̔pasar̓, cahah ̔casas̓, nohotroh ̔nosotros̓) y a la inicial (hiempre
̔siempre̓ , como en la hablas rurales de la Sierra de gata cacereña y ocasionalmente en
Andalucía ( cahino ̔casino̓ ).
q) 4.- La neutralización de /-r/ y /-l/ implosivas o su omisión se encuentran atestiguadas
desde los siglos XII y XV y en América desde 1525 y 1560 respectivamente. Pese a la
riqueza de ejemplos antiguos, estos fenómenos no constituyen hoy rasgo general del
español americano: alcanzan principalmente a territorios insulares y costeños, dejando
libre el interior de Méjico, del Ecuador y del Perú, Bolivia y Argentina (salvo la región del
Neuquén, de rasgos fonéticos chilenos, donde en el habla rural se oyen argún,
arquién,úrtimo). Como en España, hay repartición geográfica de variedades, o al menos
de preferencias por unas u otras: dentro de la inseguridad de las informaciones. En Cuba
ha habido juegos con palabras como «un hombre de malas purgas» y en la pronunciación
vulgar chilena se dan olor, mujel, querel. La pérdida en final de palabra se prodiga en
todas las regiones confundidoras (comprá, confesá, coló, Migué). La vocalización en [i],
registrada en Cuba, Santo Domingo, Puerto Rico, Colombia (cuai ̔cual̕, vueivo ̔vuelvo̓ ,
taide ̔tarde̓ , poique ̔porque̓ aiguien ̔alguien̓ ) figura ya en Lope de Rueda y se encuentra
en Murcia, Andalucía y Canarias.
r) 5.- La pronunciación de x y g, j antiguas como [h] aspirada consta en España desde 1519
y en América desde 1558. Hoy es norma en Antillas. Nuevo México, extremo norte de
México y parte septentrional de la península de California, costas mejicanas del Este y
Sur, Yucatán, América Central, Panamá, Colombia, Venezuela, costa del Ecuador y litoral
norteño de Perú. El resto de Hispanoamérica pronuncia una [X] menos velar que la
castellana, postpalatal [X] o mediopalatal [y] ante /e/, /i/. La [h] aspirada procedente de
/f/ se conserva con mayor o menor intensidad y en variable número de casos en el
español vulgar y rústico de toda América. Su pronunciación se atiene a la de j: [huir],
[hambre], [heder] donde son normales [huntár], [dehár], [hénte], pero [Xuír], [Xámbre],
[Xedér] o [yedér] donde se dice [Xuntár], [dexár] o [dexar], [Xente] o [yénte].
s) 6.- De lo expuesto se desprende que en las Antillas y región de Chile es donde más se
estrechan las semejanzas fonéticas con el habla de Andalucía, sin duda como
consecuencia del predominio migratorio andaluz durante el siglo XVI y de la continua
relación con Canarias. Más fácil se presenta la cuestión en el Continente: el habla de las
altiplanicies se aproxima a la de Castilla mucho más que la de los llanos y costas, donde
están más acentuadas las semejanzas con Andalucía; en las mesetas, como se ha
indicado, subsiste la /-s/ implosiva, no se confunden ni pierden /-r/ y /-l/ finales de sílaba
o palabra y, salvo en Colombia y América Central, la j se pronuncia fricativa oral, no
aspirada faringea. Para explicar esta repartición se ha supuesto que los castellanos se
instalarían en las tierras altas, mientras que los andaluces y canarios preferirían las
llanuras y el litoral, buscando unos y otros el clima más afín a las regiones españolas de
procedencia. En tanto que se encuentre confirmación histórica para tal posibilidad, hay
que pensar en el efecto lingüístico de la doble visita anual de la flota que salía de puertos
andaluces y a ellos regresaba; y sobre todo en el influjo cultural de las ciudades de México
y Lima, importante centros de la vida universitaria y administrativa durante la época
colonial. Ya en 1604, Bernardo de Balbuena alaba la dicción de México, «donde se habla
el español lenguaje más puro y con mayor cortesía»; la comedia urbana de Ruiz de
Alarcón es ejemplo de corrección y refinamiento. La influencia de Lima se extendió a todo
el virreinato peruano, del que formaba parte Bolivia. Añádase que, como en estas
comarcas abundaba la población india, la cual usaba sus lenguas nativas, el español debió
de hacerse allí aristocrático y purista, mientras que en las llanuras la vida dispersa y ruda
de los colonizadores favoreció su divorcio del lenguaje correcto.
t) IV.3.- Posibles dialectalismos del español norteño en América:
u) Las coincidencias fonéticas del español americano con dialectos peninsulares norteños
no alcanzan a un conjunto de fenómenos comunes, como sucede con los
meridionalismos, ni cuentan con tan fuertes apoyos para establecer relación de
dependencia. Sin embargo, aparece significativo el caso de las articulaciones asibiladas
de r y rr [r] y [r], así como la del grupo /tr/, pronunciado como una africada con oclusión
alveolar a la que sigue una [r] fricativa y sorda: todo ello se da en la Rioja española,
Navarra y vascongadas, y en diversas zonas americanas. La más extensa y continua
comprende Chile, el interior y Norte de Argentina, Oeste de Bolivia, con entrantes en el
Sur de Perú, y el dominio guaranítico, con su centro en el Paraguay. Dentro de esta amplia
zona está la provincia Argentina de la Rioja, cuya capital fue fundada en 1591 por el
gobernador de Tucumán, Juan Ramírez de Velasco, con el nombre de Todos los Santos
de Nueva Rioja, y una de sus sierras, la de Velasco. No debe olvidarse que en Chile fue
alta la proporción de castellanos viejos; entre 1540 y 1559, sumados a los vascos,
superaron el número de los andaluces. Por lo que respecta al Paraguay, los más
destacados y prestigiosos de sus primeros colonizadores parecen haber sido castellanos
viejos y vascos; su dicción puede muy bien haber sido el punto de partida de la /l/ que
tanto apogeo tiene en el español uruguayo y que no existe en guaraní; y de sus sintaxis
puede también arrancar el leísmo normal en aquel país, excepción casi única en el uso
pronominal hispanoamericano. En Vascongadas, Navarra, Castilla la Vieja, Rioja y Aragón
tienen gran arraigo los vulgarismos cáido, páis, máestro, pior, teatro, cuete tan
extendidos por toda América continental y menos en Antillas, donde el andalucismo es
más intenso.
v)
w) V.- OTROS FENÓMENOS LÉXICOS, MORFOLÓGICOS Y SINTÁCTICOS.
x)
y) V.1.- El voseo. Eliminación de «vosotros»
z) 1.- En la España de 1500 tú era el tratamiento que se daba a los inferiores, o entre iguales
cuando había máxima intimidad; en otros casos, aun dentro de la mayor confianza, se
hacía uso de vos. Al generalizarse vuestra merced>usted como tratamiento de respeto,
tú recobró terreno a costa de vos en el coloquio familiar, hasta eliminarlo durante el siglo
XVII y quizás parte del XVIII. Las cortes virreinales adoptaron y difundieron estos cambios
en las formas de trato social, que hoy casi son las únicas vigentes en casi todo México,
en la mayor parte de Perú y Bolivia y en las Antillas, donde influyó la acción cultural de la
Universidad de Santo Domingo, así como la mayor duración de la dependencia política
respecto a España. Pero en Argentina, Uruguay, Paraguay, América Central y el estado
mejicano de Chiapas domina el vos en la conversación familiar con intensa y espontánea
vitalidad; en Panamá, Colombia, Venezuela, Ecuador, Chile, zonas norteñas y Sur de Perú,
así como en el sur de Bolivia, alternan tú y vos.
aa) 2.- Vos concuerda ordinariamente con formas verbales que en su origen fueron de plural:
imperativos son d final (cantá, poné, vení), usados en España hasta el siglo XVII, y
presentes de indicativo sin diptongo en la desinencia (andás, tenés, salís, sos),
desechados aquí durante el XVI; pero con el verbo siempre en singular hau vos tienes,
vos sabes en el Norte de Perú y, alternando con el plural, en Bogotá, Ecuador y Chile. En
el presente de subjuntivo se vacila entre vos salgás, vos soltés y vos salgas, vos sueltes,
vos puedas, matizados en el uso bonaerense; en el futuro contienen vos sabrés y vos
sabrás, en el perfecto vos matastes y vos mataste; y existen multitud de formas
ambivalentes que en español general moderno pertenecen exclusivamente al singular
(das, des; estás, estés; vas, ves, eras, cantabas, ibas, tenías, pudieras, querrías, etc.), pero
en la Andalucía voseante son resultado conjunto del singular y de los antiguos plurales
(da(d)es,de(d)es,querria(d)es,va(d)es,ve(d)es, etc. Quedan formas con diptongo
desinencial (tenéis(s), hablái(s), pondréi(s) comíai(s),vierai(s), etc.) En islotes de
Colombia, en un área extensa del Noreste de Venezuela y en Chile (vos tomái(s),
comíai(s), comierai(s)), reliquias hoy vulgares de uso que antaño debió de ser el más
distinguido. El mantenimiento de vos no va acompañado por el de vos y vuestro, que han
desaparecido en América: al vos nominativo y término de preposición corresponden te
como pronombre afijo y tuyo, tu como posesivos (vos te volvés, vos tomás tu dinero,
guardáte lo que es tuyo, sentáte)
bb) 3.- La génesis del voseo americano es complicada. En el español medieval se da con
frecuencia el paso del tratamiento del vos al tú, o viceversa, en una misma frase o en
frases inmediatas: en el Cantar de Mío Cid se encuentra ya «mientra que visquiéredes
bien se fará lo to», m
̔ ientras vivereis, lo tuyo saldrá bien», con verbo en plural y posesivo
de un poseedor, antecedente del primer ejemplo americano conocido, que es un
«façételo vos» de Bernal Díaz del Castillo. Hasta el siglo XVIII abundan cambios como el
del Amadís «vos digo que si quieres fazer como dezis…». También hay en España durante
la Edad Media y el siglo XVI casos en que vos concuerda con formas verbales equívocas
(«dam [̔dad-me̕] vos», en Juan Ruiz; «vos, que eras tan bueno», en la Demanda del Santo
Grial). Pero en España desaparecieron las ambigüedades con la generalización del dad
eraus, ibais, cantabais, teníais, pudierais, querríais, mientras que en las regiones
americanas alejadas de las cortes virreinales se impusieron dame vos, vos eras, vos ibas,
etc., de igual modo que se formó un solo paradigma pronominal con vos, te, tuyo. En
España, el puntilloso cuidado matices de tratamiento impidió que las confusiones entre
tú y vos llegaran a crear norma; en la joven sociedad colonial prevaleció en sentido más
igualitario.
cc) 4.- Como el andaluz occidental y el canario, el español de América ha eliminado la
distinción entre vosotros y ustedes, empleando ustedes tanto para el tratamiento de
respecto como para el de confianza. La diferencia con Andalucía estriba en que en
América el verbo está siempre en tercera persona (ustedes hacen, ustedes se sientan),
sin las mezcolanzas ustedes hacéis, ustedes os sentáis. Vosotros, os y vuestro sólo existen
allí como expresión retórica y muy reverencial. El desuso de vuestro ha acarreado un
desajuste en el sistema de posesivos. Su, suyo, cuya excesiva carga de valores da lugar a
tantas anfibologías, tienen a evitarlas significando exclusivamente d ̔ e usted ,̓ mientras
cunden de ustedes, de él, de ella, de ellos, de ellas: «estuvo ayer en la casa de ustedes»,
«¿no ve, patrón, que les gusta dar qué hacer a las mujeres de ellos?», «le mataron en la
propia casa de él». También nuestro se halla en decadencia, sustituido frecuentemente
por de nosotros: «las penas y las vaquitas/ siguen en una misma senda:/ las penas son de
nosotros,/ las vaquitas son ajenas».
dd) V.2.- Otros fenómenos morfológicos y sintácticos:
ee) 1.- En la morfología y en la sintaxis del español de América se mantienen arcaísmos, pero
también se realizan innovaciones que el español peninsular están menos desarrolladas,
o inicia por su cuenta otras independientes. En los países o regiones donde la /-s/ final
llega a perderse, su caída origina importantes cambios en los morfemas nominales de
número: este puede indicarse mediante diferencias de timbre o cantidad en las vocales
finales, campo/campo, casa/casa; ensordeciendo la consonante inicial, la bota/la jota, la
gayina/la hayina, o la xayina; oponiendo ausencia o presencia de /-e/ final (</-es/I),
mujer/mujere, árbol/árbole, papel/papele; valiéndose del artículo o de otros
demostrativos antepuestos a nombres masculinos, el paje/le paje, ese perro/eso perro;
o se expresa únicamente con el morfema final de número la cosa ta buena/la cosa tan
buena. Todo esto ocurre igual en el Mediodía de España y en Canarias; pero en el español
dominicano el vulgarismo, extendido en los últimos decenios a niveles sociales antes
libres de él, ha ido más lejos: por una parte ha creado nuevos alomorfos de plural, como
el se pospuesto en gallínase, mucháchase, cásase, procedente de la oposición cru
̔cruz̓/cruse(s(, sofá/sofase(s), pie/piese(s), lapi/lápise(s), o como la aspiración o /-s/
protéticas de hamigo ̔amigos̓, soho ̔ojos̓, cuyo origen es la /-s/ de artículos y
determinativos en plural, pero antepuestas a sustantivos que no los llevan ( ocho
estudiante); por otra parte la concordancia numérica sufre graves y frecuente quebranto:
«los rayos del sol se iban haciendo cada vez más débil». En España sed suele preferir el
singular cuando varios sujetos realizan la acción verbal con el mismo miembro,
instrumento, etc., respectivo, o cuando la acción afecta a varios objetos en la misma
parte o pertenencia de cada uno («pidieron la palabra levantando el brazo», «doblaron
la rodilla», «aquellas quejas nos partían el alma». Pero en otro tiempo se usó más el
plural: doña Sol exclama en el Poema de Mío Cid «cortandos [̔cortadnos̕] las cabezas,
mártires seremos nós». En el español de América abunda mucho el plural: «los peones
movieron las cabezas y se miraron»; «los paisanos se quitaron los sombreros»; «y
volvieron a beber hasta que se les hincharon los vientres». En Argentina, Chile y El
Salvador – probablemente en otros países también – subsiste el plural las casas con valor
de l̔ a casa̓, e̔ l pago̓ ; la expresión por estos pagos es hoy corriente en España.
ff) En cuanto al género, si en España se forjan a menudo terminaciones femeninas para
nombres que por su forma escapan a la distinción genérica (huéspeda, comediante,
bachillera), o masculina para los terminados en /-a/ (modisto), en distintos países de
América se dice antigualla, hipócrita, pleitisto, feroza, serviciala, federala, suejeta,
bromista, pianisto, etc. En los sustantivos postverbales es de notar la preferencia
americana por el vuelto, el llamado, según uso español clásico, en vez de la vuelta (de
una cantidad superior al precio), la llamada. Normales hoy en la Península.
gg) 2.- No obstante, los sufijos –ada e –ida son en América muy productivos en nombres de
acción y efecto (atropellada ̔atropello̓ , insultada ̔insulto̓ , conversada ̔conversación̓ ,
asustada ̔susto̓ , encogida ̔contracción̓ , conseguida ̔consecución̓ , logro, obtención, etc.)
desconocidos en España. De los sufijos diminutivos españoles, -illo, -ete e ín apenas se
emplean como tales en América: abundan, si, en derivados cuya noción no es la misma
de los primitivos correspondientes, (tinterillo ̔abogado picapleitos̕, fritilla ̔fresa̓,
conventillo ̔casa de vecindad̕, gallineta ̔gallo parecido al plumaje de la gallina̓̓, volantín
̔cometa̕); y el que tiene verdadera vitalidad para formar diminutivos es –ito, usado con
gran profusión (patroncito, ranchito, platita, ahorita>aurita y orita, allicito, yaíta) e
incluso repetido para reforzar expresividad (ahoritita, toditito) En este refuerzo el habla
de las Antillas y Costa Rica, así como la de los indios del Ecuador, añade –ico al primer ito
(chiquitico, hinjitico, toditico>tuitico, ahoritica) por lo que los costarricenses reciben de
los demás centroamericanos el dictado de hermaniticos o ticos; también se agrega –ico
a palabras en cuya última sílaba hay una /t/ (zapatico, latica, potrico, ratico), y sin ella,
en los antropónimos antillanos Juanico, Manuelico; toitico se usa además en Venezuela
y Chile, y todico, junto a todito, en Ecuador; la inserción de infijos no se da siempre en
los mismos casos que en España (viejito, cuentito, mamacita, indiecito, rubiecita,
farolcito). El aumentativo –azo se prodiga con valor ponderativo y afectuoso (amigazo,
lindazo, paisanazo) y desde México a Chile y el Río de la Plata se emplea para formar
superlativos (venía cansadazo, la mujer estaba enfermaza, con la pocaza riqueza que
tenía). El adjetivo se usa como adverbio con más frecuencia que en España: «nos íbamos
a ir suavecito», «¡qué lindo habla», «fácil se va hoy de la capital a Flores», «caminaban
lento»
hh) V.3.- Vocabulario:
ii) 1.- El léxico general americano abunda en palabras y acepciones que en España
pertenecen sólo al lenguaje literario o han desaparecido. Característico es el uso de lindo,
como en el español peninsular del siglo XVII, en lugar de bonito o hermoso. Propias del
Siglo de Oro y olvidadas o decadentes en España son bravo ̔irritado̓ , liviano ̔ligero̓ , pollera
̔falda̓, recordar ̔despertar̓, esculcar ̔registrar̓, aguaitar ̔vigilar, acechar̓, escobilla ̔cepillo̕,
barrial ̔barrizal̕ vidriera ̔escaparate̓ . Como era de esperar abundan los andalucismos:
entro otros amarrar ̔atar̓, calderetero ̔calderero̓ , frangollón ̔el que hace las cosas deprisa
y mal̓, guiso ̔guisado̕, juma y jumera ̔borrachera̓, limosnero ̔pordiosero̕, ñoña ̔excremento,
panteón ̔cementerio̕. También es importante la contribución canaria, sobre todo en los
países del Caribe: atacarse ̔sentirse afectado por un dolor o enfermedad̓ , ensopar ̔mojar,
dejar hecho una sopa̕, botarate ̔manirroto, despilfarrador̕, cerrero ̔tosco, inculto,
retraído̕, parejero ̔el que se toma confianzas indebidas̕, mordida ̔mordisco̕ y otros
muchos. Gran cantidad de voces americanas procede del Oeste peninsular: leonesismos
seguros son: andancio, carozo, fierro, furnia, peje, piquinino; galleguismos o rusismos:
bosta, cardumen, laja; muy probablemente accidentalizados, botar ̔arrojar̕, soturno
(ambos existen en Canarias), fundo, buraco, pararse ̔estar de pie̕, etc. No debe
sorprender la importancia de esta contribución léxica occidental: el contingente de los
extremeños, leoneses, asturianos que pasaron a América hasta 1579 fue el segundo en
número, casi dos tercios del de andaluces y muy superior al de castellanos viejos, vascos
y navarros juntos; téngase en cuenta además que casi el 80% de los andaluces procedía
de Sevilla, Huelva, Cádiz y sus provincias, a donde llegan a través de Extremadura,
muchos leonesismos y rusismos abundan en el léxico canario.
jj) 2.- Desde fecha muy temprana se observan cambios semánticos que muestran la
adaptación del vocabulario español a las condiciones de la vida colonial. Ya en el primer
asentamiento de los conquistadores españoles en suelo americano aparecieron estancia
̔granja̕, quebrada ̔arroyo̕, aparte de la aplicación de los nombres españoles a la fauna y
flora de América. Muy importante es la huella de las navegaciones en el léxico
hispanoamericano: del lenguaje marinero procede el empleo de abra ̔puerto de mar̕ (<
francés havre) para designar el paso entre montañas, así como el uso metafórico de flete
por c̔ aballo̕; mazmorra ̔ galleta̕, aplicado a los puches de maíz que hacían los indios; los
viajeros se embarcan en el trem, ensenada equivale a c̔ erco, corral̕ y playa a e̔ spacio
llano̕, por ejemplo, el destinado a aparcamiento de automóviles. Cambios especiales han
tenido en diversos países vereda ̔acera̕, páramo ̔llovizna̓, invierno ̔tiempo lluvioso̓ , verano
̔tiempo despejado̓ , volcán ̔corrimiento de tierras, derrumbamiento̕, en
Centroamérica m ̔ ontón̕ («un volcán de maíz»). La adquisición de acepciones obscenas
hace que en algunas áreas ciertas palabras sean vitanas, mientras que en el resto del
mundo hispánico mantienen su limpieza: coger es malsonante en Argentina, México,
Venezuela y Cuba; acabar en Argentina, Chile y Nicaragua, por lo menos; concha en
Argentina, pico en Chile, bicho en Puerto Rico; por contrapartida, al Oeste del Atlántico
se emplean si referencia sexual algunas que en España la tienen. El eufemismo suscita en
América usos traslaticios para eludir la expresión directa de lo desagradable o temible:
ultimar, perjudicar, dejar indiferente, sustituyen a matar, moreno a negro, trigueño a
mulato; en Argentina se recomienda transpirar por sudar; la frecuencia de frases
ofensivas al padre o a la madre del interlocutor ha hecho que en muchas partes se
empleen papá y mamá fuera del ámbito familiar. La jerga hampona es distinta en cada
país y recibe diferentes nombres: en México, hasta hace poco, sirigonza; en Perú,
replana; en Chile coa; el lunfardo rioplatense ha adquirido mayor influencia en el
lenguaje popular y ha sido objeto de más estudios.
kk) 3.- La formación de nuevas palabras es muy activa y pone en juego todos los recursos de
la derivación. Hay sufijos fecundísimos como la terminación verbal –ear> -iar (difuntiar
̔matar̕, cueriar ̔azotar̕, uñatiar ̔hurtar̕, carniar ̔matar reses̕), y como –ada, que aparece en
nombres de acción, forma numerosos colectivos (caballada, carnerada, potrada,
muchachada, criollada, piasanada). La afición por el neologismo se da en todas las
esferas sociales, desde el habla gauchesca hasta la literatura; en los periódicos aparecen
sesionar ̔celebrar sesión̕, vivar ̔dar vivas, vitorear̕, etc. Todas estas particularidades,
juntas a la abundancia de voces indígnas, dan fisonomía especial al léxico americano. El
extranjerismo des muy abundante en el Río de la Plata, como consecuencia de la
inmigración de gentes de todos los países, principalmente italianos. En las Antillas, Nuevo
México, México, América Central y Panamá el influjo anglosajón ha introducido muchas
voces inglesas (overol ̔mono, traje de faena̕, <overall, chompa ̔cazadora̕ <jumper, cloche
̔pedal del embarque̕<clutch, troque ̔camión̕< truck, aplicación ̔solicitud̕<application, etc). Y la
orientación francesa que dominó en la cultura americana durante el siglo XIX ha dejado
un buen número de galicismos (masacre, usina, rol, etc.)
ll) V.3.- Vulgarismos o norma culta:
mm) 1.- Aparte de las peculiaridades antes enumeradas, el vulgarismo americano
tiene manifestaciones de igual carácter que las del habla popular y rústica española:
prencipio, suspirar, beile ̔baile̕, paine ̔peine̕, enriedo, ruempa, piaso ̔pedazo̕, tuavía, una
rastra de leña, maldá, mercé, auja ̔aguja̕, me usta ̔me gusta̕, juerza ̔fuerza̕, junsión
̔función̕, huérfano, virgüela ̔viruela̕, güano, tribunal, agüelo, dino, vitoria, Madalena,
aspeito, defecto, traiba, oiba, etc. Perduran arcaísmos como agora, asperar, atambor,
cuestión, emprestar, niervo, melecina, muncho, cañuto, ñublar, ñudo, silguero, tiseras,
anque.
nn) El hiato tiende a desaparecer, con las consiguientes alteraciones de acento y timbre; así
se confunden los sufijos -ear y –iar (pasiar, guerrear), lo que origina ultracorrecciones
como desprecear, maliciar. Mucho arraigo muestran desplazamientos acentuales como
páis, óido, dura ̔ahora̕, tráido, contráido. En 1720, cuando el limeño Pedro de Peralta
Barnuevo acentuaba así en los versos de su Rodoguna, tales dislocaciones no disonarían
gravemente en el lenguaje culto de la metrópoli, que también las admitía. En España
hubo después una reacción apoyada por la fuerza de la tradición literaria y se detuvieron
o rechazaron las pronunciaciones bául, cái, máestro, réido, el español vulgar de América
siguió usando las formas con desplazamiento acentual y dejó que éste afectara también
a las del imperfecto (créia o créiba ̔creía̕, cáia ̔caía̕, treíamos ̔traíamos̕); aun entre
americanos ilustrados de algunos países se oyen sinéresis tea-tro, gol-pear, que al
peninsular le suenan tiatro, golpiar. Por el contrario, la norma culta americana rechaza
vulgarismos que en España gozan de indulgencia o no se sienten como tales: la
pronunciación –ao por –ado es demasiado plebeya en México y Argentina, donde el uso
normal evita omitir la /-d/ y aún la refuerza con especial tensión (desgraciaddo); en
Argentina, para no suprimir descuidadamente la /-d/ final en paré, bondá, se llega a decir
paret, bondat. La acentuación peninsular grave de amoniáco, policiáco, cardiáco,
austríaco, es inaceptable para oídos cultos argentinos acostumbrados a los esdrújulos
amoníaco, policíaco, cardíaco, austríaco. No es exacto hablar de mayor o menor
vulgarismo a un lado u otro del Océano, sino de determinadas divergencias de forma
dentro de una norma general común. Tanto en América como en España los
dialectalismos y vulgarismos tolerados en la conversación no pasan a la escritura de
gentes medias, y menos todavía a la producción literaria, salvo en obras costumbristas o
de ambiente popular. Frente al criterio de libertad y abandono se levanta
poderosamente el afán de corrección. En cincuenta años las enseñanzas gramaticales de
Bello lograron aminorar el voseo entre las clases cultivadas de Chile.
oo) 2.- La extensión del español en América y sus ulteriores divergencias, tanto internas
como respecto al de España, han hecho pensar repetidamente en un futuro semejante a
la fragmentación del latín vulgar. Pero las circunstancias de nuestro idioma y de nuestro
tiempo no son como las de la Romania en el siglo V. No ha llegado a afectar a la unidad
del sistema lingüístico ninguna de las diferencias existentes entre el habla americana y la
española, ni entre la de unos y otros países hispánicos del Nuevo Mundo. En cuanto al
porvenir, los medios de comunicación actuales aseguran la continuidad e intensificación
del intercambio cultural, tanto dentro de América como en España. Se han disipado los
mutuos recelos que acompañaron y siguieron a la emancipación: las que fueron colonias
reconocen la excelsa labor civilizadora de nuestros antepasados, también suyos; en
España crece la estima por la vigorosa personalidad de las naciones hermanas; y la
conciencia del valor instrumental e histórico de la hermosa lengua común es la mejor
garantía contra el resquebrajamiento de su unidad. No se deben desoír, sin embargo, las
voces que han advertido peligros de fisura: las divergencias fonéticas, gramaticales y,
sobre todo léxicas serían una fuerte amenaza si no se tratase de contenerlas mediante
un esfuerzo de cooperación y buena voluntad.

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