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Esta traducción fue realizada por el foro Midnight Dreams, por favor respeten este
trabajo hecho por Fans para Fans, no quiten los créditos de quienes nos esforzamos
para brindarles está historia traducida. Esta no es una traducción realizada por una
editorial o autopublicada por los mismos autores en habla hispana.

Esperamos disfruten de esta historia.

Atte. Midnight Dreams

2
Staff
Moderadora de Traducción

NataliCQ

Traductoras

NataliCQ

Mariela

Pily

Tris17
3
Rihano

America_12

Majo

Emmie

Corrección & Revisión Final

Jazmín

Diseñadora

Yeeis.M
Índice
Sinopsis

Prologó

Capítulo 1

Capítulo 2

Capítulo 3

Capítulo 4

Capítulo 5

Capítulo 6

Slow Body Rock


4
Sobre la Autora
Sinopsis
Ella pensó que estaba entrando a la fama.

Conocer a Drezden Halifax debería haber sido un sueño. Pero los sueños se
supone que son dulces, cosas frágiles que te hacen desaparecer. No monstruos
hechos de dedos rígidos, cuerdas vocales ásperas y una voz tan poderosa que
podían marchitar mi coraje.

Tal vez mi corazón, también.

Convertirme en la guitarrista de Cuatro Lápidas y Media era todo lo que


necesitaba.

Qué lástima que el cantante de la banda este haciendo todo lo posible para
arruinar todo lo que soy.

Él pensó que ella resolvería sus problemas.


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Lola Cooper, maldita Lola Cooper. Ella era la guitarrista perfecta, dedos que
podían convocar a una dulce canción o perforar un acorde. Se supone que salvaría
mi banda, nos haría salir de esta gira en una sola pieza...

Pero sólo quiero romperla en pedazos.

Nadie debería hacerme sentir de esta manera. Una mirada, un aroma, y sabía
que tenía que tenerla. Me hace cosas que me alteran. Me dan ganas de follarla en
una pared y escuchar sus gritos: ansiosos o temerosos, no importa.

Soy un monstruo...

Y ni siquiera me importa.

Hard Body Rock #1


Prologó

Drezden
Traducido por NataliCQ

El cigarrillo cuelga de mis labios, la punta de color rojo preparándose para caer
a la tierra. Si me movía, la ceniza caería. Tomaría muy, muy poco romper ese
perfecto cilindro desafiante de la gravedad.

Mis hombros se movieron, llevando mis nudillos directamente a la boca de


Johnny. El final de mi cigarrillo se disipó, cayendo con mi brusco movimiento. 6
Johnny cayó, derramándose en el duro suelo y llevándose algunas sillas con él.
A mí alrededor, oí gritos de asombro, especialmente los dulces gritos de las
groupies que habían estado con él como moscas.

—¿¡Qué mierda, hombre!? —gritó, tendido allí en estado de conmoción.


Conmoción, y dolor.

Pensaba darle más de lo segundo.

—Whoa, hombre, ¡Detente! —La voz venia de mi izquierda, un familiar y


agudo traqueteo. Colt, el baterista de mi banda. Era un buen tipo, pero de ninguna
manera iba a poner una mano sobre mí.

Mirando de reojo, vi cómo se ponía de pie, sus dedos extendidos como si se


hubieran congelado antes de agarrarme.

No, Colt no me detendría.

Dándome vuelta, me di cuenta de que Johnny estaba dando marcha atrás por
el suelo. Era una habitación privada en un bar, al contrario de difícilmente privado;
el único andrajoso entorno disponible después de nuestro show.

Johnny siguió moviéndose sobre sus manos y rodillas. Él no llegaría lejos


haciendo eso, no con mis largas piernas caminando sobre las sillas.
—¡Ya, hombre! —gritó, luchando con mis muñecas mientras lo levantaba del
suelo. Quería escapar, ¿quién no?—. Drez, hombre, ¡détente maldita sea! ¿Cuál es
tu problema?

Era ligero, yo era fuerte. Levantarlo al nivel de mis ojos fue un asunto sencillo.
Nuestras narices casi se tocaron, la sangre en sus dientes con olor a moho.

—Sabes cuál es mi maldito problema, Johnny. Será mejor que malditamente lo


sepas.

Los centros de sus ojos eran diminutos agujeros. Luchó una vez más, la
mancha carmesí goteando en su camisa creciendo cuando le di una fuerte sacudida
en respuesta.

—Yo... ¿de qué diablos estás hablando?

Él ya estaba en camino de estar todo orinado de cerveza, su aliento apestando.

—Fuiste un maldito desastre ahí esta noche —le espeté. Sólo de pensar en
cómo había votado su guitarra a mitad de nuestra canción de apertura hizo que mi
cuello se tensará.

—Oh, vamos —dijo riendo, mirando a la sala de personas comprendidas como


si ellos pudieran estar de acuerdo con él—. Toqué unas notas equivocadas, eso no
es nada para ser tan…
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No terminó la frase; el ruido sordo al pegarlo en el piso lo hizo por él. Johnny
tosió, luego jadeó mientras presionaba mi zapato sobre su pecho.

—Jodiste cada canción, Johnny. Has sido un desastre durante semanas. He


terminado con esto.

Me aparté, ignorándolo cuando agarró mi tobillo. —¡Espera! ¿Qué demonios


significa eso? —Las duras líneas de su boca se torcieron en una sonrisa nerviosa—.
Suena como que me estás echando de la banda, hombre, pero no puedes hacer eso.
Sabes que no puedes hacer eso. —Johnny se puso de rodillas, riéndose a mis
espaldas, riéndose de la gente que aún se quedó mirando—. No puedes hacer eso,
no podrías… ni siquiera es una opción.

Buscando en mi bolsillo, deslicé un nuevo cigarrillo entre mis labios. Todo el


mundo me decía que dejara de fumar, que era una idea terrible para un cantante
fumar. Sólo lo hago cuando estoy enojado, o estresado. Lástima que es todo el puto tiempo
últimamente.

—¡Oye! —Johnny ya no se estaba riendo. Escuché a la gente murmurando, a


continuación, un grito. Era fuerte, mezclando con el estruendo de vidrio
rompiéndose cerca de mi rostro. La botella dejó una mancha húmeda en el borde
de la puerta, no estando fuera de lugar con el resto de la suciedad—. ¡Vuelve aquí
pendejo de mierda, no puedes hacer esto!

Sacando el cigarrillo de mi boca, miré hacia atrás. Iba a decir algo sobre cómo
podía echarlo, acababa de hacerlo, de hecho. En su lugar, vi a Johnny con su brazo
retorcido hacia atrás. Tenía otra cerveza, preparándose para lanzarla a mi indefenso
rostro.

Hubo un segundo donde me pregunté si podía esquivarlo, o, sino, tal vez los
fans podrían saber de mis nuevas cicatrices. Afortunadamente, no llegó tan lejos.

Un hombre grande, incluso más grande que yo, envolvió su brazo alrededor de
la garganta de Johnny. No me había dado cuenta que Porter estaba aquí. El
baterista de mi banda no era de los que bebían demasiado. Usualmente sólo venía a
las ostentosas afterparties.

Tenía a nuestro antiguo guitarrista en el suelo en un instante. Johnny había


sido golpeado un par de veces en nuestra carrera juntos. Era poco probable que
fuera la última vez, también. —¡Dos malditos años! —gritó Johnny—. ¡Dos
malditos años juntos! ¡Vete a la mierda, vete a la mierda Drez!

Era como si el sueño se hubiera roto, despertando a todos en un abrir y cerrar


de ojos. Las groupies, las camareras, todo el mundo comenzó a moverse. Algunos
ayudaron a Porter a someter a Johnny. Estaba seguro de que vi a siete chicas en sus
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teléfonos.

¿Blogueando sobre esto, o llamando a la policía?

Con quién estaba bromeando. Fui lo suficientemente cínico para saber que era
lo primero.

Irrumpiendo en el aire de la noche, cerré la puerta de atrás y me apoyé en la


fría pared del edificio. Mi chaqueta sonaba como papel de aluminio cuando me
deslicé hacia abajo, sentándome en el asfalto con un gruñido. Estaba oscuro, la
única luz era una sola farola parpadeando cerca. La iluminación naranja me
recordó a mi cigarrillo sin encender.

Testeando en busca de mi encendedor, levanté la vista cuando la puerta crujió a


mi lado. —Estar al borde de la muerte por una botella voladora seguro te hace
querer apresurarte en contraer cáncer pulmonar, ¿eh?

Riéndome, hablé por un lado de mi boca, todavía buscando mi encendedor.

—Me quedo con el tabaco más que con una conmoción cerebral en cualquier
momento.

Porter se agachó a mi lado, su propio encendedor parpadeando a la vida.


Inclinándose, le dejé volver la punta de mi cigarrillo a rojo.
—Es curioso —reflexionó—, no sabía que sólo había dos opciones aquí.

Inhalando profundamente, cerré mis ojos mientras el humo flotaba a nuestro


alrededor. —Seguro parece ser mi destino.

El intimidante hombre empujó su rodilla contra su pecho, con el ceño fruncido


hacia el cielo brumoso. Las estrellas no estaban visibles. —Así que, es enserio lo de
deshacerse de Johnny.

Sacudiendo la ceniza, me quedé mirando las manchas de sangre en mis


nudillos. —Sí.

—Supongo que eso significa que necesitamos un nuevo guitarrista, ¿eh?

—Sí.

Porter se rascó la cabeza, sus dedos no haciendo mella en su cabello rubio con
su corte imitación de halcón. —Bueno, a la mierda. Sabes que Brenda va a estar
molesta sobre esto.

Tenía razón, y lo sabía. Nuestra manager iba a enloquecer cuando oyera que
había echado a Johnny. Lo más probable era, que ya lo hubiera escuchado a través
de los tweets y blogs de nuestros fans.

Ella había tratado con una serie de cosas en nuestra gira. Bueno, no era sólo 9
nuestra gira, no del todo. Era fácil pensar que lo era.

Supongo que las otras bandas no causan tanto alboroto como nosotros, sin embargo.

Porter movió sus manos en frente de él, dramatizando esbozar un titular de un


periódico. —¡Cuatro Lápidas y Media se convierte en Tres Lápidas y Media! ¡El
cantante es un maníaco, mata a su guitarrista!

Ondeé el humo lejos de mis ojos. —No maté a Johnny.

—Pero seguro parecías que querías.

—Quería —le dije, metiendo el cigarrillo en la esquina de mi boca.

Eso le hizo reír, lo cual me hizo sonreír a pesar de todo. Mi mano estaba
ardiendo desde el puñetazo, mi estado de ánimo oscuro cuando me imaginaba
buscando a un nuevo guitarrista.

—A quienquiera que consigamos —murmuré—, vamos a necesitarlo


rápidamente. Tenemos dos días antes del próximo show.

—Eso es jodidamente rápido.

Apagando el cigarrillo en el suelo, miré a Porter pensativamente. —Tendrá que


ser confiable, y no una maldita broma como nuestro último chico.
—Nuestro último chico no estará yéndose probablemente satisfecho.

La parte de atrás de mi cabeza golpeó la pared. —Por lo tanto, tendrá que ser
resistente, confiable, talentoso, y no importarle que nuestro último chico pueda
resentirse con él sin siquiera conocerlo.

Porter extendió la mano, apretando mi rígido hombro. —Como he dicho antes,


Brenda va a estar furiosa contigo. De ninguna manera vamos a encontrar a alguien
así, no aquí, hombre. ¡Estamos de gira maldición! —Me moví alejándolo, pero
apretó con más fuerza. La forma en que sus delgadas cejas, casi blancas
descendieron, me hizo dudar—. Drez, ¿crees sinceramente que reemplazar a
alguien como Johnny es posible en esta etapa del juego?

Suavemente, alejé sus dedos de mí. Poniéndome de pie, sacudí mis jeans y le
mostré a Porter el aspecto más serio que pude. —Sí.

Mi respuesta fue simple.

Si sólo la situación pudiera serlo, también.

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Lola
Traducido por NataliCQ

—Cuidado con eso —gruñí, alcanzando a estabilizar un altavoz que había sido
arrojado a la parte trasera de la camioneta—. ¡Este es un equipo costoso!

El niño (y era definitivamente un niño, tenía que ser más joven que yo, y yo
sólo tenía diecinueve años) simplemente puso los ojos en blanco. Como todo el
mundo hasta el momento en esta gira, no iba a darme ni un poco de respeto.

Morderme la lengua era mi única solución. Estoy empezando a adivinar lo que


vendrá en esta maldita gira, pensé con amargura. 11
Metiendo otra maleta en la furgoneta, limpié mi frente y suspiré. Cada vez que
hacíamos las maletas, preparándonos para movernos a la siguiente ubicación, me
preguntaba si mis músculos resistirán. La gira sólo había durado cuatro días, hasta
el momento, pero había montado y desmontado el set de la banda de mi hermano
tres veces.

Había conseguido un par de miradas por hacerlo, pero esa gente podía saltar
desde un jodido acantilado. ¿Por qué no podía una mujer ayudar con el trabajo
duro?

Echándoles un vistazo a los chicos merodeando cerca, rodé mis ojos. Soy la
única haciendo algo, en realidad. Podría hacer todo tan bien como ellos lo hacen, pero el
tamaño de mis músculos no aguantarían.

Aparte de mí, había un grupo de chicos groupies que estaban mayormente


merodeando a un lado con la esperanza de atrapar un coño.

Había visto eso, la forma en que se aprovechaban después de cada espectáculo,


atrapando a las chicas a las que se les había sido negado tiempo privado con las
bandas.

Algunos incluso lo habían intentado conmigo, hasta que derribé a uno tan
fuerte que su mandíbula se hinchó como una toronja.
La mayoría habían dejado de coquetear después de eso.

Cerrando las puertas de la furgoneta, sentí un poco de alivio al saber que no


necesitaríamos deshacer todo por dos días. El tiempo de conducción a la siguiente
ubicación, las montañas soleadas de Colorado, sería mi tiempo para relajarme.

Debería ir a asegurarme de que Sean no necesité nada más de mí antes de que lleguemos
a la carretera.

Caminando al lado del asfalto, pasando coches y autobuses, traté de echar un


vistazo a cualquiera de las otras bandas. Si fuera honesta conmigo misma, no era
mucho mejor que una groupie. La oportunidad de ver a un miembro de las bandas
más grandes, como la de Silver Sideways, Backwater Till Sunday, o el cielo me
ayude, Cuatro Lápidas y Media... Bueno.

Me tenía entusiasmada.

Especialmente Cuatro Lápidas y Media.

La noticia de la pelea de anoche se había extendido a través de la caravana.


Sitios web estallaban con rumores sobre todo eso, defendiendo las afirmaciones de
que el cantante, Drezden Halifax, había golpeado a Johnny Muse hasta convertirlo
en una sangrienta masa. Había oído cosas que van desde homicidio a Drezden
siendo el que había tenido una paliza. 12
No había habido noticias sólidas sobre algo de eso. Tenía la esperanza de ver a
alguien, algo, que me lo dijera.

Si Drezden y Johnny pelearon, ¿qué significará para la gira?

Cuatro Lápidas y Media estaban encabezando todo. Si estuvieran en una lluvia


radiactiva o tuvieran que cancelar, ¿qué pasaría con las otras bandas?

¿Tendría la banda de mi hermano que salir?, ¿nunca obtendrían la apertura que están
buscando? Era una terrible posibilidad. Púas de fuego había sido extático al ser
invitado a abrir en la gira. Sean me había asustado con la llamada telefónica, al no
parar de gritar y enloquecer.

El recuerdo me hizo sonreír.

Y aquí estoy, buscando ayuda. No es mi sueño, es cierto, pero quién sabe. Tal vez voy a
llegar a conocer a un agente o alguien que me dirija en la dirección correcta.

Vi el autobús de la gira de Púas de Fuego adelante en el lado de la carretera.


No era tan elegante como los otros autobuses, apenas lo suficientemente grande
para que los miembros estuvieran. Era el por qué se necesitaba la molesta furgoneta
para el equipo.

Golpeando mis nudillos sobre la puerta, la abrí y me asomé por las escaleras.
—¡Oye, Sean! ¿Estas aquí?

Era una pregunta estúpida. Supe que él estaba allí cuando lo vi, encorvado en
uno de los asientos y rodeado por el resto de la banda. Era sólo la forma más casual
para preguntarle si estaba bien si entraba. Era horrible siendo directa.

Sean levantó la cabeza, su ceja perforada alzándose. —Lola, estaba a punto de


ir a buscarte.

—¿Sí? —Cerrando la puerta, disfrutando del aire acondicionado, puse mis


manos en dos asientos y balanceé mis piernas hacia adelante. Aterricé en frente del
grupo con una gran sonrisa—. Venía a ver si querías que hiciera algo más antes de
continuar nuestro camino.

Mi hermano mayor dio un vistazo a los otros miembros, su silencio


repentinamente incómodo. Me preguntaba lo que había sacado a flote.

—¿Escuchaste lo que pasó anoche, sobre el cantante de Lápidas y su


guitarrista?

—Sí, por supuesto que sí —me reí—. Un montón de rumores vuelan en la web,
fuera de las caravanas, en todas partes. —Nadie más estaba sonriendo. Mis labios
rápidamente derivaron en una delgada línea—. Está bien, tengo la sensación de que
estás a punto de decirme algo importante. Algo malo. —Mierda, eran ciertos los 13
rumores, ¿alguien fue golpeado hasta la muerte?

Sean alejó su flequillo de sus ojos, cayendo hacia atrás en el asiento.

—En realidad es potencialmente una buena noticia.

Fue difícil para mí alejar mi mirada del rostro de mi hermano.

—Potencialmente. Dime lo que está pasando.

Me invitó a sentarme, así que me dejé caer en el borde del cojín de cuero
diagonal de él. —Lola, anoche Drezden echó a Johnny Muse.

—Lo echó —repetí con incredulidad—. ¿Lo echó de la banda? —La idea me dejó
alucinada. Me alegré de que ya estuviera sentada—. ¿Por qué iba a hacerlo…
¡maldita sea, santa mierda! ¡Eso es una locura!

El corpulento baterista, Shark, me dedicó una amplia sonrisa. A pesar de su


nombre, sus dientes no eran afilados. —¿Verdad? ¡Es una locura! Yo estaba en el
lugar, sin embargo, ¡vi toda la cosa! Amigo, se volvió loco, sólo golpeó a Johnny.

Mi mente evocaba una imagen de Drezden, de cómo los músculos de sus


brazos se flexionaban cuando estaba cantando en el escenario. Parecía el tipo de
persona que podría romper la cara de un hombre con facilidad.
—Jesús —susurré.

Sean se deslizó más profundamente en su asiento, pateando a Shark en la


rodilla. —Cálmate, no fue tan malo como eso. Vi a Johnny anoche, también, antes
de que lo arrastraran afuera para evitar que tirara más botellas a la gente. Él estaba
enojado, pero bien. Drezden no “lo molió”. Sí lo echó, sin embargo.

Doblé mis manos en mi regazo, cruzando mis rodillas. Una zapatilla de color
rosa y negro golpeando nerviosamente. —Eso sigue siendo una locura. Si Cuatro
Lápidas y Media no tiene un guitarrista, ¿qué van a hacer?

—Van a tener que encontrar uno nuevo, y rápido —dijo mi hermano.

—Sí, rápido. —Alisé mi oscuro y desordenado cabello. La humedad lo había


convertido en una melena salvaje—. Realmente rápido. ¿Dónde van a encontrar un
guitarrista antes del próximo show?

Nadie dijo nada. Desconcertada, levanté mis ojos, mirando de cada miembro al
siguiente. Sean estaba sonriendo, eso hizo que mi estómago girara.

—Oh, no —le dije, enderezándome en mi asiento—. ¡De ninguna manera! ¡No


puedo, no soy ni de cerca lo suficientemente buena para estar en su banda!

Sean se levantó de su asiento, empujando a Shark a un lado mientras lo hacía. 14


—Lola, vamos. ¡Eres la hermana del guitarrista principal de Púas de Fuego! Te
enseñé todo lo que sabes. —Se paró sobre mí, agarrando mis hombros como si eso
me calmara.

No estaba dispuesta a mantener la calma.

—Jesús —le dije a nadie en particular—. Santo Jesús. —Me encontré con los
ojos de mi hermano, ojos tan azules como los míos. Teníamos mucho en común, él
no estaba bromeando cuando dijo que me había enseñado todo lo que sabía. La
ventaja de ser la hermana menor de un talentoso guitarrista era que podías aprender
mucho. ¿La desventaja? Bueno, no podíamos ambos ser al mismo tiempo el
guitarrista principal de la misma banda. Nunca tocaría con Púas de Fuego, lo más
cerca que había estado ayudándoles era fuera de los shows—. Jesús —dije de
nuevo. Estaba diciéndolo mucho.

Dándome un apretón más, me dio unas palmaditas tan toscamente que sacudió
mi cráneo. —Las audiciones son hoy. Ya fui y hablé con su manager cuando me
enteré de lo que estaba pasando. Tienes una gran oportunidad aquí, Lola.

¿Una gran oportunidad? Sequé mis sudorosas palmas en mis pantalones vaqueros
rasgados. Tiene razón, es una oportunidad increíble. Conozco todas sus canciones de
memoria, pero... no hay forma de que sea lo suficientemente buena, hay mucho más que ser
capaz de repetir una canción. Si hago la audición, voy a lucir como una idiota.
—… una hora. —Estaba diciendo, mi cerebro tan confuso que me perdí el
inicio de su oración—. Sé que trajiste tu guitarra, tómala y llévala contigo.

—Lo siento, ¿qué?

—Tienes una hora para estar lista, lo están haciendo antes de que todos
conduzcamos a la próxima parada por gasolina.

—Sean —espeté, parándome en un apuro—. Oye, espera, no puedo hacer esto.

Su piercing brilló cuando arrugó su frente. —¿Qué? ¿Por qué?

—Sólo… ¡vamos! —dije, riendo incómodamente—. ¡Soy yo, no soy una estrella
de rock!

—Has tocado en bandas antes —dijo.

—Bandas de garaje, bandas de broma, nada serio.

—Y te he visto escuchando a Cuatro Lápidas y Media desde que empezaron.

No podía dejar de sacudir mi cabeza.

Sean abrió la boca, y luego se detuvo. Mirando a los demás miembros, señaló
con la cabeza hacia la puerta. —Dennos un minuto, chicos.
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Salieron, dejándome sola con mi hermano. El aire en el bus se sentía tensó.

—Sean…

—Lola —me interrumpió, hundiendo las manos en sus bolsillos—. ¿Es que no
lo entiendes? Esta es una gran oportunidad, ¿por qué estás saboteándote?

Dejé que mis manos cayeran a mis caderas. —No lo estoy, sólo estoy... —Estoy
asustada—. Hay alguien más aquí que va a obtener el puesto, alguien mejor.

—No lo entiendo —murmuró, mirando a todas partes, pero no a mí—. Pensé


que querías hacer música, convertirte en una estrella. Me imaginé que era el
maldito punto de todo esto.

—¡Lo quiero! Sean, de verdad, sólo no estoy preparada para ello. No en este
momento.

Apretando la mandíbula, mi hermano pasó junto a mí. —Tienes razón —dijo,


su lengua recubierta en ácido—. Supongo que no lo estas. —Me dejó sola en el
autobús, sin mirar atrás.

Por unos momentos, me quedé detrás de él. Mi mente estaba tan desordenada
como mi estómago. Agarrando el asiento, aplasté el material resbaladizo hasta que
chirriaba.
Había querido poner una excusa cuando sugirió que me atreviera a audicionar
para Lápidas. Quería simplemente correr, o vomitar en sus manos y que aceptara
que no estaba lista.

¿Por qué me sentía tan mal después de que él había hecho exactamente eso?

Pateando mi talón en el lado de una pequeña mesa, apreté mis molares. Maldita
sea. Maldita jodidamente sea.

¿Estaba en lo cierto? ¿Estaba dejando una oportunidad? No, sería una


oportunidad si hubiera alguna posibilidad de poder conseguir el puesto, pero... Sean no puede
realmente pensar que está a mi alcance.

Pero entonces, ¿por qué contarme sobre eso si no lo hacía?

Mi sien estaba matándome. Estar en el autobús era demasiado, el aire


asfixiante. Saliendo por las puertas, tomé una respiración profunda hasta que mis
costillas dolieron.

A mí alrededor, oí a la gente riendo, hablando casualmente mientras se


preparaban para el viaje que seguía. Hacía calor, y estaba sudando, pero no estaba
pensando en el clima.

Dijo que tengo una hora. Una hora para decidir si voy a tomar la oportunidad de
convertirme en la guitarrista de Cuatro Lápidas y Media.
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Una banda con la que había estado obsesionada desde el principio.

Tal vez tengo una oportunidad. Esta gira, estas personas, esto no es como un anuncio en
todo el mundo con los solicitantes procedentes de todas partes para audicionar. ¡Podría...
podría tener una oportunidad aquí!

Quitando el cabello de mis ojos, comencé el viaje de regreso hacia la furgoneta


de Púas de Fuego.

Si iba a hacer algo...

Necesitaría mi guitarra.
Habían alquilado la habitación de atrás de una gasolinera cercana. La fila de
personas saliendo de la puerta era como un faro.

Por un lado, me dije a mí misma, no necesitaba ir a preguntarle a Sean por direcciones


de donde estaba ocurriendo la audición. Sin embargo, parece que cada persona que pueda
sostener una guitarra apareció. Y algunos que no pueden. Frotando mi cuello, enganché
mi correa por encima de mi hombro, tratando de actuar informal mientras llegaba a
la fila.

Todo el mundo estaba hablando, el ambiente emocionado y extravagante. Oí


pequeñas partes de la pelea, comentarios de personas que estaban allí sólo por la
oportunidad de conocer a la banda.

Con el sol cayendo sobre mis hombros, empecé a cuestionar mi decisión. A este
ritmo, voy a salir antes de que consiga entrar. Jesús, no hay manera de que le gane a todas
estas personas.

Un movimiento en la puerta de la estación de servicio atrajo mis ojos. Había


una mujer, su cabello de rizos rojos salvajes hacían su piel fantasmal. La mayor
parte de ella estaba oculta bajo un sombrero gigante, gafas de sol más grandes que
los ojos de una mosca de tamaño natural. Sobre unos tacones hasta los tobillos sin
precedentes, fue avanzando lentamente por la fila, susurrando en los oídos de las
personas reunidas. 17
No sabía lo que estaba diciendo. Inclinándose, ya sea para garabatear en un
portapapeles en sus brazos, o para echar personas.

Murmullos crecieron mientras la fila se acortaba. Hombres y mujeres


disgustados se fundieron a un segundo plano mientras el misterio de cabeza roja
pasaba.

¿Qué está pasando, que está diciendo? ¿Por qué se están yendo personas? Cuanto más
se acercaba a mí, más apretado mi estómago se ponía. El presentimiento estaba
volviendo mis nudillos blancos, tuve que dejar mi guitarra en mi cadera. Joder, no
vengas aquí, no me hables. De alguna manera, estaba segura de que si me hablaba, me
diría algo que me hiciera irme.

Ella arruinaría mi oportunidad.

La mujer le susurró al chico frente a mí, un tipo larguirucho que escuchaba...


entonces susurro de vuelta. Una sola palabra, pensé, pero no la comprendí.

Ella se enderezó, asintió, le preguntó su nombre y garabateó algo. Él se quedó


donde estaba, y ella fijó esas gafas gigantes en mí.

Me veía a mi misma en el reflejo. Lucia más pálida de lo que incluso lo hacia


ella. Cálmate, simplemente relájate.
Sus labios, rubíes perfectos, abiertos en una pequeña sonrisa. Siempre me he
preguntado cómo algunas mujeres lograban lucir tan sensatas. Inclinándose, sus
tacones haciéndola más alta que yo, sentí su aliento cosquillear mi oído.

—Hola —susurró—. Necesito preguntarte algo. Realmente rápido. ¿Está bien?

Tragando, le di un guiño. —Uh, sí, pregúntame algo. —No sabía quién era,
pero obviamente estaba trabajando para la banda en algún ámbito. ¿Podría ser su
manager? Estaba familiarizada con la música de la banda, no sus detalles del
negocio.

—Correcto —dijo, el lápiz tocando su portapapeles—. Esto es sólo para que


podamos eliminar a las personas que Drezden no quiere escuchar. Responde
honestamente, una palabra, si puedes. ¿Qué crees que es lo más importante que
tiene que tener un buen guitarrista?

Oh, mierda, pensé rápidamente. ¿Por qué no escuché al chico delante de mí? Mierda,
mierda, mierda... ¿cuál es la cosa más importante que necesitas para ser un buen guitarrista?
¿Qué clase de pregunta es esa?

Me miraba fijamente, sin sonreír. La impaciencia estaba escrita en sus suaves


rasgos, la grava crujía bajo sus tacones inquietos. Tenía que decir algo, y tenía que
hacerlo pronto.
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Pero, ¿qué podía querer escuchar?

No, ¿qué podría Drezden querer escuchar? ¿Mi respuesta será algo que él apruebe,
podría meterme en esa audición? Mi cráneo se sentía hinchado, demasiadas
preocupaciones burbujeando. La respuesta que diera me arruinaría o me
recompensaría.

No sé mucho de Drezden más allá de cómo sonaba cuando estaba cantando.


Bueno, sé que golpeó a Johnny Muse anoche. Eso no me ayuda. Mi mente estaba en
blanco. No podía representar lo que había que decir.

Mirando a la pelirroja, lamí mis labios con mi lengua seca. La palabra que salió
tenía mente propia, escapando de mi subconsciente antes de que pudiera tratar de
detenerla.

—Honestidad.

La forma en que torció su boca, inclinándose lejos de mí, hundió mi corazón.


Esa no era la mirada de alguien que estaba contento con mi respuesta.

—Lo siento, ¿qué quieres decir?


Sudor se deslizó por mi columna vertebral. Incluso se fue extendiendo
incómodamente bajo mis pechos. ¿Qué es lo que quise decir? Simplemente acababa de
salir, pero... Pero es verdad, me dije a mí misma. Es realmente cierto.

—Uh, bueno. Creo que un buen guitarrista es alguien que es honesto con sí
mismo, con la música. ¿Si eso tiene sentido?

Su ceño dijo que no lo hacía. —Hm. Drezden me pidió que buscara otra cosa.

Mi piel estaba fría. Derrota fue antiparasitaria en mi interior; había jodido mi


respuesta, destruido mi oportunidad. Estaba segura de que lo había hecho.

—Oh. ¿Yo… puedo contestar de nuevo?

Vaciló, la pluma torciéndose entre sus elegantes dedos. —¿Cuál es tu nombre?

—Lola Cooper.

—Cooper —dijo, levantando sus gafas entrecerró los ojos hacia mí—. Eres la
hermana de Sean, ¿no es así?

Levantando mi guitarra, asentí. —Sí, lo soy. —Bien, ¿él no dijo que habló con el
manager de la banda antes? ¡Esta debe ser ella!

Considerándome bajo una nueva luz, no estaba segura de que le gustaba, 19


deslizó sus gafas de sol de nuevo en su nariz. La pluma fue más ruidosa cuando
escribió algo.

—Quédate aquí, me tomará unos veinte minutos antes de hacerte entrar.

Mi mandíbula se abrió cuando lo comprendí. Quería darle las gracias, pero ya


estaba moviéndose en la fila que se había formado detrás de mí. Muchas más
personas serían expulsadas antes de que lo hiciera.

Realmente voy a entrar ahí, estoy haciendo esto, pensé con asombro. Una risa se me
escapó, haciéndome cubrir mi boca para sofocarla. Mierda. Esto está realmente
sucediendo.

Había estado tan nerviosa, tan insegura acerca de ir a la audición. Fue


divertido, pensando sobre la discusión con mi hermano sobre siquiera molestarme
en intentarlo. Pero cuando había aparecido esa mujer, cuando mi oportunidad
parecía que se apagaba, sentí auténtica tristeza.

Estaba feliz con el lugar donde estaba, incluso si eso significaba estar de pie en
el sol hirviendo durante un tiempo más.

¿Cómo podía haber casi dejado pasar esta oportunidad?


2
Drezden
Traducido por Mariela

Moví mis dedos en la mesa, estudiando la venda alrededor de las heridas en mi


piel de la noche anterior. Tal vez debería envolver mi otra mano, también. La gente ya está
actuando como si molí a golpes a Johnny, podría bien aprovechar eso.

—¿Drez?

Alzando mi mirada, me encontré con los ojos de Porter. Estaba mirando hacia
mí, recordándome lo que se suponía que debía estar haciendo. En medio de esta
sucia habitación, el chico cuyo nombre ya había olvidado estaba de pie allí con una
sonrisa estúpida, ansioso por escuchar lo que tenía que decir acerca de su forma de
20
tocar. Había tocado por unos minutos, pero me había formado mi opinión sobre
sus habilidades en el primer punteo.

Aun así le dejé seguir adelante. Tal vez eso había sido cruel.

—Drez —dijo Porter nuevamente, provocándome—. ¿Cómo piensas que toca


Renold?

Renold, cierto. Supongo que ese es el nombre del chico. —Siguiente. —No era una
palabra dura, era todo lo que necesitaba decir.

El rostro del guitarrista se transformó, desganándose mientras salía por la


puerta. Al instante, mi banda estaba sobre mí.

—¿Qué demonios, hombre? —preguntó Colt, su puño golpeando sobre la


mesa—. ¡El tipo era bueno!

—En serio —suspiró Porter, flexionando sus brazos desnudos mientras los
doblaba apretadamente. Incluso con tatuajes cruzando su oscura piel, se veía como
un niño haciendo pucheros—. Tenemos que ensayar, ¡escoge ya un jodido
guitarrista!

—Ninguno de ellos ha estado bien —dije, metiendo mi mano en mi bolsillo por


cigarrillos. Una mirada con ira de Porter me detuvo—. Mira, lo siento, pero ya dije
que no podemos reemplazar a Johnny con cualquier maldito chico que pueda tocar
algunas notas.

Colt resopló, deliberadamente volteando su cabeza así podía ver su vendaje en


su oreja. Alguien había conseguido rasgar una de sus expansiones en la pelea al
someter a Johnny.

—Necesitas encontrar a alguien, Drez. Me gustaría que mi único trofeo de esta


gira no resultara ser una puta cicatriz.

Arrugando mi nariz, iba a discutir, pero un toque en la puerta nos interrumpió.


Habíamos estado audicionando personas durante más de una hora. Sabía que
necesitábamos acabar. También me pregunte si estábamos llegando al término de
las audiciones. ¿Era esto realmente lo mejor que la caravana de grupies y roadies
tenían por ofrecer? ¿Está Brenda eliminando chicos que pudiéramos usar solo para estar
gastando mi tiempo?

—Adelante —gruñí.

La niña que se deslizó por puerta se veía joven. Era delgada en todos los
lugares correctos, redondeada en el resto. Había un toque de rosa en sus hombros
desnudos a causa de mucho sol. Mi mirada se fue al lugar donde sus jeans se
ajustaban apretadamente, pero por último, miré el estuche de guitarra.
21
—Uh, hola —dijo, ojos cristalinos parpadeando entre todos nosotros, uno a
uno—. Estoy aquí para una audición… supongo que es obvio, sin embargo. Uh, sí.

Porter me dispara una mirada, luego se inclina hacia adelante sobre la mesa
donde todos estamos situados. La habitación era lo suficientemente pequeña para
que la mujer no estuviera a más de cuatro, cinco metros de distancia.

—¿Cuál es tu nombre?

—Lola —dijo, abriendo el estuche en el suelo. La guitarra dentro era de color


violeta, una Fender Stratocaster que sacó, y encendió, con casual familiaridad. Por
un segundo miro a todos lados, perdida. Colt siguió sus movimientos.

El baterista se levantó, enchufando la guitarra al amplificador cercano.

—¿Has estado tocando por un tiempo?

Lola se encogió de hombros, sus dedos deslizándose sobre las cuerdas,


ajustándolas fácilmente. Su primer rasgueo mientras sintonizaba me hizo sentarme
más derecho.

—Supongo que sí. He estado tocando desde que era pequeña, mi hermano me
enseñó mucho.
—¿Sí? —preguntó Colt, dejándose caer de nuevo a mi lado. Su rostro era
indulgente, nostálgico—. También aprendí de mi hermano. Muy bien, debes
saberte una o dos de nuestras canciones. O eso espero. ¿Tienes alguna preferencia
de lo que quieres tocar?

La joven mujer miró en mi dirección, mirándome con una sonrisa nerviosa.

—En realidad —dijo Lola—, me se todas sus canciones. ¿Quieren escoger?

Sentí a Colt mirándome, pero yo estaba ocupado mirando a Lola. Era una
afirmación audaz, diciendo que conocía todas nuestras canciones. Alentador, pero
charlar no es suficiente aquí.

—Muy bien —dijo Colt, entrecerrando sus ojos. Sospechaba que se estaba
volviendo curioso como yo sobre esta niña—. Supongo que eso hace que sea más
fácil. ¿Qué sobre tocar el principio de Black Grit…

—Tuesday Left Behind. —Fue con intensidad vigorosa que corté a mi


baterista. Entrelazando mis dedos, me incliné sobre la mesa. El azul en los ojos de
Lola aumento, hundiéndome en ellos—. Toca esa.

Los labios de Lola se curvaron, terminando en un leve puchero. —Esa es una


de sus primeras.

Asentí con la cabeza, un movimiento escaso. —Dijiste que las conocías todas.
22
—No me gustaba la gente que se jactaba pero que no podía respaldarlo. ¿Estaba
mintiendo? Imágenes, chicos como ella, viniendo aquí y tratando de impresionarnos con
alguna mierda como esa… Mierda.

Lola rozó su pulgar sobre las cuerdas de su guitarra. Esperaba que admitiera
que no se sabía la canción. No me habría sorprendido, era del primer disco que
habíamos lanzado como una banda. Difícilmente nuestra canción más popular.

Su uña se deslizó, dedos moviéndose sobre las cuerdas para reproducir la


primera nota de Tuesday Left Behind. Era claro, yaciendo en el aire con la cantidad
perfecta de anticipación.

Luego, Lola empezó a tocar.

Sus ojos estaban cerrados, escondiendo sus profundos zafiros de mi mirada


analizadora. Con perfecta facilidad, tocó la canción que le había pedido. Tocó tan
bien como Johnny lo había hecho.

Mejor de como él había estado tocando últimamente, en realidad.

Las manos de Lola abrazaron el cuello de su guitarra, deslizándose a lo largo


para forzar a hacer piezas de música que se hundieron en mis oídos.
Profundizándose dentro de mi, extendiéndose a través de mi piel y muy dentro de
mis huesos.

Ella era buena. Era malditamente buena.

Me di cuenta que estaba apretando mis muslos debajo de la mesa.


Moviéndome, vi a Colt y a Porter mirándome. Eran miradas afiladas, miradas que
decían ‘‘santa mierda, ¿estás escuchando esto?’’.

Lo estoy, estoy escuchándolo, pero quería más que sólo un imitador. Mover mis manos
para que se detuviera me lastimó de una manera divertida.

—Es suficiente, muy bien.

Vaciló, preocupación mostrándose como una sombra en su suave mandíbula.


La canción todavía reverberando en mi carne.

—Lo siento, ¿hice algo mal? —preguntó.

El resto de la banda estaba mirándome. Estaban enojados porque corte a la


chica, pero no me importaba. Había más de lo que quería aquí. Estaba desesperado
por saber si Lola era por lo que estaba esperando. Impaciencia me desgarró para
saberlo rápidamente.

—Conoces nuestra música, bien. Quiero que toques algo más. 23


—¿Yo… algo más?

Porter tensó su mandíbula. Él y Colt ya habían decidido que esta niña era lo
que necesitábamos. No era tan simple, sin embargo. No para mí.

—Quiero que toques cualquier cosa que quieras. Sólo tienes que hacerlo,
enséñame que hace que quieras tocar música en primer lugar.

Eso me hizo sonar jodidamente loco, estaba seguro de eso. Estaba listo para
que abriera su boca y fallara. Tal vez incluso que se hubiera volteado y salido por la
puerta.

Tengo mis razones, sin embargo. Esto sería lo que separaría aquellos que
jugaban de los que tocaban. Johnny había sido bueno, nunca había dicho lo
contrario. Cuando necesitaba a alguien para nuestro primer gran show, cuando
tocar la guitarra yo mismo a la vez que cantaba se volvió complicado, él apareció.
Había matado en esa audición, siendo el comienzo de algo real para todos nosotros.

Sólo que él nunca tuvo la unidad. Eso fue lo que le impidió hacer una
interpretación mejor de lo que podía para cada show. A él no le importaba tocar
música.

Él bastardo sólo quería estar en el escenario. Veremos si esta chica es diferente.


Lola estaba viéndome. No con la mirada de ciervo encandilado que esperaba,
no. Sus ojos estaban brillando como escarcha nueva, el rostro de una mujer que
estaba emocionada.

Era contagioso.

Antes que comenzara, note que me estaba inclinando hacia adelante y


conteniendo mi respiración.

Sus dedos bajaron, rozando las cuerdas. Fue un movimiento brusco, sonido
estalla en mi cerebro como una naranja fresca. Justo cuando estaba sintiendo mi
pulso acelerar, para adaptarme a la intensidad de sus rasgueos. Lola volvió a la
vida.

Profundamente, la canción que tocaba puso mi vello de punta. Bajo y más bajo
fue, perforando tan fuerte dentro de mi cuerpo que tuve que moverme en mi silla.

Era buena. Tan malditamente buena, estaba cayendo dentro de la trampa de su


música. Me envolvió apretadamente, tentándome a hundirme y dejarle continuar.

Los ojos de Lola estaban cerrados, su labio inferior ligeramente metido en sus
dientes. Estaba viviendo el momento como si fuera el último. Conocía esa mirada.
El lenguaje corporal de alguien en su propio trance creativo.

Cada pequeño movimiento que hizo fue intencional. Ella viajo a través de su
24
guitarra, una tierra que había estado viviendo toda su vida. No había rol del
instrumento, la canción, era un misterio.

¿Quién es esta niña? Me pregunté, notando que estaba agarrando el borde de la


mesa lo suficientemente fuerte para volver mis dedos blancos. Su estabilidad era
una distracción, espalda se arqueo rápidamente. Los músculos en sus antebrazos
flexionados deliciosamente con cada nota. Un oscuro, intrincado tatuaje se retorcía
en su brazo derecho.

Estaba fantaseando acerca de como sus miembros podrían flexionarse en otras


situaciones. Tal vez el rincón oscuro en un callejón, su cabeza inclinada hacia atrás
y su aliento humeante en el aire de la noche.

Joder, cálmate, me dije. Sacudiendo mi cabeza, solté mis dedos y rompí el


hechizo que Lola había puesto en nosotros. Poter y Colt estaban abiertamente
embobados, y peor, aplaudieron cuando su último rasgueo se desvaneció.

—¡Santa mierda! —gritó Porter, saltando con sus manos en su cabeza—.


¡Mujer, eres jodidamente asombrosa! Estás dentro, estas seriamente dentro…

—Porter —espeté.

—… de la banda, no me importa que tiene que decir Drez sobre eso, eres…
—¡Porter! —Pero estaba ignorándome, y también lo hacía Colt. Estaban muy
ocupados alabando a la niña, dándole palmaditas en la espalda y riendo.

Para su crédito, Lola sólo tenía ojos para mí. Ella no le había dicho ni una cosa
a los otros dos.

—¿Qué piensas? —me preguntó, implorando.

Pateando hacia atrás mi silla, me puse de pie sin problemas. —Eres buena.
Colt, ve a decirle a Brenda que eche a todo el mundo.

No perdió el tiempo. Había hecho mi decisión, algo que él y Porter habían


dudado que alguna vez hiciera. El fornido baterista desapareció por la puerta,
dejándonos a los tres detrás.

Lola parecía a estar al borde del pánico. —Espera. Espera, santo infierno.
¿Significa esto lo que creo que es?

—Brenda conseguirá los papeles y mierdas legales. Prepárate para dos días de
extenuante ensayo con la banda. —Rió Porter.

Rodeando la mesa, extendí mi mano, dándole a la chica una sonrisa de lado.

—Quieres estar en la banda, ¿cierto?


25
—¡Por supuesto! —Su asombro fue… puro. Incluso la forma en que tomo mi
mano, sus músculos estaban inquietos, era genuino.

El calor en su piel extendió una emoción por mi columna vertebral. Agarrando


a Lola fuerte, atrapé un destello de confusión en sus ojos, la solté. No sabía si me
gustaba lo rápido que estaba haciendo latir mi corazón.

No era normal que alguien me atrapará. Me obligué a hablar plano, luchando


por indiferencia. —Bien. Será un trabajo duro, pero si no te importa eso, estarás
bien.

—¡Por supuesto que no me importa! —Su exuberancia nos sorprendió a ambos.


Frotando su nuca, lanzó miradas tímidas—. Esto es loco. Nunca… sólo santa
mierda. Espera hasta que Sean lo escuche.

Algo se extendió a través de mí. No sé que era, pero era caliente y me estaba
quemando mordazmente. —¿Quién es Sean? —Y ¿por qué mierda me importa?

Lola se agachó, jugueteando con su guitarra, guardándola. —Mi hermano, él


era quien me estaba incentivando a hacer esto.

Hermano, oh. Eh. Eso es reconfortante. Espera, ¿por qué es… joder. Contrólate.
Aclarando mi garganta, iba a preguntar por más.
La puerta se abrió de golpe. Brenda entró en sus tacones afiladamente mortales,
voces airadas retumbando afuera.

Me dio una sonrisa llena de veneno y vinagre. Que no llegó a sus ojos.

—Está bien, tu ganas. Dijiste que conseguirías a alguien para remplazar a


Johnny, y lo hiciste. Te debo un trago, pero aún me debes una disculpa.

Mis dedos buscaron la cajetilla de cigarrillos, tocándolos, no sacándolos.

—No ahora. Sólo dale a la niña los papeles, quiero ensayar.

Rodando sus ojos, mi manager se acerca a Lola con sus relucientes dientes de
porcelana. Había aparecido, siempre con la imagen profesional. Nunca encaja
realmente con el ambiente de las bandas, de la gira, pero a Brenda no le importaba.
Era como yo, hacia las cosas a su manera.

Eso era por lo que siempre nos enfrentábamos.

—Primero, felicidades —dijo ella, sus uñas con manicura presionando en el


hombro de la chica, conduciéndola a la mesa de plástico barato.

Sonriéndole amablemente: ¿o estaba sólo emocionada por la noticia? Lola se


fue con ella. Tenía una mano en su bolsillo de mezclilla, la otra en su cabello
espeso. ¿Estaba Brenda poniéndola nerviosa? ¿Lola es sólo tímida? 26
Eso no importa maldición, ¿a quién le importa? Inhalé bruscamente cuando atrape a
Brenda trazando el antebrazo de Lola, al comentar sobre su tatuaje, desvié mi
mirada. Me encantaba la tinta en una mujer. Especialmente alguien viéndose tan
inocente como Lola. ¿Qué podría una chica como ella estar haciendo en un rumbo
como este, en una mugrosa gira; en las oscuras partes de esta vida? Estoy curioso.
Mierda. Detente. No te encantes de este rostro sólo porque pertenece a un cuerpo con
habilidades.

Un grandioso, cuerpo caliente.

Mierda.

—Firma aquí —instruyó Brenda, apuntando abajo en la pila de papeles.

—¿No puedo leerlo primero? —preguntó ella, el malestar en su tono atraen a


mis ojos nuevamente. Estaba entrecerrando sus ojos, volteando las páginas.

Brenda se cruzó de brazos, impaciencia volviendo sus comentarios afilados.

—Es todo estándar. Sé que esta no puede ser la primera vez que has visto un
contrato.

¿Qué diablos significa eso?


Su rubor era como el champán, tentador. Necesito un cigarrillo.

Inclinándose, Lola se rió nerviosamente. El sonido de los garabatos de pluma


sobre el papeleo enviando mi sangre volando en mis venas. Estaba hecho, ella sería
parte de mi banda.

Estaba hecho.

—Bueno —dijo la niña, encontrándose con los ojos de Brenda y ofreciéndole el


contrato—, para ser justa, Sean nunca realmente compartió ese lado de las cosas
conmigo.

Sean… su hermano Sean. Espera, espera.

Mi manager se acercó y sus sinuosos y elegantes dedos estaban sobre los de


Lola, dándole un fuerte apretón de manos. —No todo el mundo es tan abierto,
supongo. No importa. Le puedes mostrar el tuyo después. —Eso hizo a Lola
sonreír, sus ojos brillando hacia los míos sobre el hombro de Brenda.

—Bienvenida a Cuatro Lápidas y Media, Lola Cooper.

Lola Cooper. Adrenalina y fría ansiedad inundaron mis entrañas, Cooper. Santa
mierda, es la hermanita de Sean Cooper.

Como un golpe en mi cara, todo tuvo sentido. Era la hermana de Sean Cooper, 27
el guitarrista de Púas de Fuego. ¿He hecho justamente algo increíblemente
estúpido, como dejar entrar a la hermana de un hombre que una vez había
audicionado para mí en el pasado y siendo negado?

¿Acaso Lola sabe de eso? Tenía que, sin duda tenía que hacerlo. Al instante
estaba sospechando.

Lola me miraba con tanta auténtica delicia que fijó mi corazón en un redoble
de tambor.

Ella estaba en mi banda ahora. Era mía. Negándoselo no resolvería nada. La


necesitó, no hay nadie más. Ella había firmado los papeles. Tan preocupado como
debería estar…

Estaba hecho.
3
Lola
Traducido por Pily & NataliCQ

No lo podía creer. No podía jodidamente creerlo.

Era la nueva guitarrista de Cuatro Lápidas y Media. Mierda. ¿Cómo pude ser
tan afortunada?

La mirada en el rostro de Sean cuando sostuve los papeles ante él era una
prueba, pero mi sonrisa boba lo dijo todo mucho antes de eso.

—Hija de puta —exhaló, tomando el contrato. Entrecerró sus ojos, entonces,


agitó los papeles como si fueran una bandera—. ¡Lola! ¡Oh mi dios, mierda! 28
¡Realmente lo hiciste!

Juntos nos reímos, y por primera vez en... ¿siempre? Sean me tomó en un
abrazo que me rompió las costillas. Estábamos de pie justo dentro del autobús de la
gira, los motores retumbando. Todo el mundo estaba a punto de rodar,
necesitábamos darnos prisa para ponernos en camino.

Frotando mi nariz, doblé el contrato y lo metí en mi bolsillo trasero.

—¿Impresionado?

—Diablos, sí —dijo, flexionando los músculos sobre sus brazos cruzados—.


¿Cómo fue? ¿Cómo fue Drezden y el resto?

El recordatorio del cantante, sus penetrantes ojos verdes, calentó mis mejillas.
¿Cómo fue? No puedo explicarlo. Las sensaciones y emociones en mi mente y
cuerpo eran demasiado agitadas.

Drezden tenía tanto que me asustaba y me intrigaba. Estar cerca de él era como
estar en un tornado.

—Era un hombre… estaba bien. Me pidieron que tocara una de sus canciones,
y al parecer pensaron que era buena. —Traté de hacer caso omiso, pero
casualmente estaba brillando demasiado para él. Estaba jodidamente orgullosa de
mí misma—. Sean, estoy en su banda. ¡Estoy en la gira!

—Lo sé, lo sé. —Riéndose, miró hacia la parte delantera del autobús—. Debes
tomar tus cosas y rápido. Van a irse sin ti.

El recuerdo de Brenda diciéndome que estaría viajando con ellos, ayudándolos


a prepararse, fue edificante.

—Yo... sí. Por Dios. Realmente estoy haciendo esto.

Sean asintió profundamente, sus ojos brillando con algo que no pude
identificar.

—Lo haces. Haz que se sientan orgullosos, pero lo más importante, haz que yo
me sienta orgulloso. No seas vaga, y cuando tengas tiempo, quiero que me digas
todo lo relacionado con los ensayos. ¿Está bien?

La solicitud no se sentía rara, solo la intensidad en la forma en que me lo pidió.

—Uh, sí. No hay problema.

Su abrazo, el segundo, fue más ligero.

—Está bien, lárgate de aquí, estrella de rock. —Me estaba tomando el pelo, 29
pero sonaba como un insulto.

Estando con extraña inquietud, le apreté el hombro, levanté mi bolso y la


guitarra, y salí por las escaleras. ¿Había algo mal con él? No podía explicarlo. La cosa
era que había conocido Sean toda mi vida.

Sabía cuando estaba siendo extraño.

Me preocuparé de ello más tarde, decidí. Mi caminar fue demasiado pronunciado,


rozando mi paranoia. Tenía más en que pensar que en mi hermano.

Estaba en una banda de real.

Algunas personas me miraban mientras caminaba hacia el gigante autobús


negro de Cuatro Lápidas y Media. Anota eso, yo la poco impresionante Lola
Cooper, era la nueva guitarrista de la famosa banda. Era difícil no sonreír ante las
miradas de adoración.

Incluso los más enojados me miraron.

La escalera estaba abierta delante de mí, las puertas corredizas de vidrio. El


conductor era un hombre mayor, su cuerpo luchaba por encajar en el asiento. Me
ofreció una mirada impaciente, señalando con la barbilla sobre su hombro.

—Dese prisa, señorita, tenemos que seguir.


—Lo siento, tuve que buscar mis cosas.

Mi estado de ánimo se desinfló, desintegrado con fuerza por la acidez. Que


pronto se desvaneció, también, una vez que me subí en el interior. Fue mi primer
contacto con los verdaderos beneficios de ser parte de la famosa banda.

Terciopelo, cuero, y no hay duda alguna, seda, también... el interior del


autobús era un tesoro. Cada asiento era enorme, para hundirse en él y nunca
sentirse incomoda. Vi un mini bar y botellas apiladas.

A diferencia de lo caliente que el autobús de Púas de Fuego conseguía estar aun


cuando el aire acondicionado fallaba, este vehículo estaba frío. El sol que quemaba
en el exterior no podía entrar.

Maldición, pensé con asombro, mirando sin pestañear. Esta es la ventaja de ser una
real estrella de rock. Sean estaría tan celoso si me viera. Se me ocurrió que en realidad ya
podría saberlo. Eso me inquieta, pensando en él sabiendo en lo que me estaba
metiendo, como de increíble era.

Mucho mejor que lo que ellos tienen.

Mi culpa fue alejada cuando escuché una voz familiar. Era muy aguda, que
coincidía con el chico pálido y flaco que estaba al otro lado del pasillo en la parte
posterior. 30
Colt, el baterista.

Me vio, una sonrisa calentó sus rasgos demacrados.

—¡Oye! ¡Lola! Gracias a Dios, te estábamos esperando.

El conductor escuchó las palabras y el autobús comenzó a moverse.

Fui empujada, fijando mis cosas en un asiento y agarrándome para no perder el


equilibrio.

—Lo siento, solo necesitaba mis cosas. ¿Debo ponerlas en alguna parte?

Se encogió de hombros, e hizo un gesto con la cabeza hacia atrás desde donde
había venido.

—Probablemente deberías venir aquí y tomar una litera.

¿Una litera? Mi pecho vibraba ante la idea. ¿Tienen camas de verdad aquí? ¿No
dormiría con mi cuello aplastado contra una ventana? Equilibrándome con el giro del
autobús, pase junto a una cortina negra.

La parte trasera del vehículo era tan sorprendente como el resto. Había huecos
a lo largo del pasillo, la mayoría cubiertos por cortinas. Habitaciones pequeñas,
pero eran grandes comparadas con las que había estado durmiendo. Cada una tenía
una cama lo suficientemente grande para una persona.

—Deja tu bolso allí, pero conserva tu guitarra —dijo. Asintiendo con la cabeza,
acomodé mis cosas en el colchón. Colt hizo un gesto, así que lo seguí más adentro.

Lo que encontré me dejó alucinada.

Toda la parte trasera del autobús estaba creada como un estudio. No era muy
grande, aproximadamente del mismo tamaño que había sido la pequeña habitación
de la gasolinera.

El resto de la banda estaba esparcida alrededor, jugando con su equipo. A mi


llegada, todos los ojos se voltearon hacia arriba. Sintiéndome extraña, saludé con la
mano.

—Uh, hey.

La rubia cabeza de Porter brillaba a la luz del sol con su corte imitación de
halcón.

—Bienvenidos a la fiesta —gruñó.

Drezden no dijo nada, girando una botella de agua en sus palmas. Al otro lado
de su rodilla vi un cable, el micrófono colgando como una fruta madura. La 31
intensidad a su alrededor, incluso con los demás tan cerca, hizo que mi garganta se
apretara.

Tiene los ojos como un asesino, noté. Eso me recordó la charla sobre Johnny
Muse, cómo de golpeado el chico había sido. Basta, cerebro. Nunca lo vi, no tengo esas
imágenes espeluznantes. Aun así, sangre roja llenó mi mente.

—¿Quieres algo de beber? —preguntó Colt, moviéndose a mi alrededor hacia


un refrigerador. Al asentir, me tiró una botella. La atrapé, apretándola contra mi
pecho. Se dejó caer en su batería, manos expertas yendo a los lisos palos—.
Debemos ser francos contigo, Lola.

Estaba tranquilo, esperando mi respuesta. Parpadeé, me senté en un banco


contra la pared, lo más alejada de Drez que pude estar.

—Claro. Está bien, adelante.

Colt abrió sus labios, pero fue Drezden quien habló primero. Era suave, ligera;
una brisa de otoño.

—Tenemos apenas dos días hasta la próxima parada de la gira. Necesitamos


que estés lista, o nos vamos a ver como unos idiotas en el escenario. ¿Me captas?
—Sí —chillé, entonces lo intenté de nuevo—. Sí. Lo entiendo, no te preocupes.
Estoy dispuesta a hacer lo que sea para estar lista.

El baterista torció su cuello, manómetros sonando en sus oídos.

—Eso dices ahora. Esperemos a que estemos practicando, entonces vamos a


ver qué tan lista estás.

Eso me molestó.

—Voy a estar bien —le dije, tomando mi guitarra para afinarla. Apreté las
cuerdas demasiado fuerte produciendo dolor en mi piel. ¿Piensan que soy una patética
novata?

Ruidos susurrantes me hicieron mirar hacia arriba. Drezden estaba allí, de pie
junto a mí, así que estaba al nivel de su cintura. Se inclinó, ofreciéndome algunos
papeles, llenándome con el aroma de tabaco y naranjas.

Mierda, olía bien.

—Aquí —dijo, agitando las páginas. Por primera vez me di cuenta de la venda
sobre sus nudillos—. Notas musicales para nuestras canciones. Debes seguirlas, aun
si consideras que ya las conoces. Empezaremos con Black Grit.

Me ruboricé, ¿por qué me estaba sonrojando? Él tenía un ambiente que era 32


abrumador. Me asfixiaba, no me atrevía a respirar o a dejarme deslumbrarme.

Mierda, enfócate, toma las partituras.

Mis dedos temblaban cuando lo hice.

¡Cálmate de una puta vez! Grité en mi cabeza, luchando con las emociones en
conflicto. Estaba actuando como una grupie, pero ¿por qué? Porque es Drezden, es por
eso. Has escuchado su música, bailado con ella, gritado, dormido con ella. Sabes lo talentoso
que es, lo poderoso que es.

Eso tenía que ser.

Eso es todo lo que tenía que ser.

Se alejó, moviendo sus piernas desanimadamente. Sin sentarse, tomó el


micrófono.

—El volumen será menor, o nuestros oídos nos dolerán. Ten eso en cuenta.

Asentí, me ajusté en el banco, las partituras de música mis rodillas. Las


partituras se movieron ligeramente por mis estremecimientos; forcé a mis pies a
tranquilizarse para sostenerlas.
Colt tamborileó con sus palillos, Porter tocaba brevemente y Drez tomó un
trago de agua.

Entonces comenzaron. Era mi propio espectáculo privado con Cuatro Lápidas


y Media.

Un espectáculo del que formaba parte.

—Me enfrentas —comenzó Drezden, sus palabras como la arena mojada—.


Acorralándome en una esquina con tus manos, ¡y no puedo mantenerme erguido! —Cantó
en vibraciones bajas, su voz sumergiéndose desde mi núcleo hasta mi vientre.

Casi se me olvida tocar mis notas.

Es tan bueno, pensé con temor. Nació para cantar.

Drezden había cerrado sus ojos, la textura de su voz deslizándose sobre mi


garganta, en mis oídos, como si perteneciera.

—¡Enfréntame, ódiame, mátame!

Colt hizo hincapié en los gritos con sus platillos, mi mundo convirtiéndose en
una antigua guerra de metal y humo.

Era lo único que podía hacer para enfocarme. 33


—Enfréntame —gruñó Drezden—, una noche más hasta que caigamos. Lucha con
uñas y dientes. —Sus ojos se abrieron, fijándose en mí, sus verdes profundidades en
un mar de deseo caliente—. Enfréntame, y yo no puedo mantenerme erguido.

Titubeé, el acorde desafinado en mis oídos. Con mi rostro ardiendo, agaché la


cabeza y seguí adelante. La forma en que canta, no puedo concentrarme. Si Drezden
hubiera puesto sus manos sobre mis hombros, podría haber llegado al borde.

¿Qué estaba mal conmigo?

El calor en mi estómago me advirtió que esto era más que admiración o nervios
de estrella. Sentí un tirón hacia Drezden que solo había sentido leyendo sobre
personas a través de las revistas.

El novio que había tenido fue breve, y había roto justo después de la
graduación. Harold, había sido su nombre. Caliente Harold, lo había molestado,
porque siempre había querido follarme... pero yo siempre había tenido demasiado
miedo.

Nunca me había decidido a estar así con él, y, no debería estar pensando así, pensé
desesperadamente. ¡Estoy aquí por una razón seria! Tengo que hacer que esto funcione, es
una gran oportunidad.
Tal vez la única que conseguiré.

Estaba avergonzada, y cuando fusionabas eso con mi desconcertante


excitación, perdí mi concentración. No pude tocar como usualmente hacía.

Y todo el mundo lo sintió.

—¡Alto! —El grito de Drezden me sobresaltó, mis dedos tocando notas


equivocadas de nuevo. El chillido frágil de la música volvió mis pelos de punta.
Peor aún, fue más la forma en que me estaba mirando con sus cejas fruncidas—.
Maldición, todo el mundo pare. Tú —espetó—, ¿qué carajos fue eso?

—Yo… que… solo…

—Cállate —gruñó, aplastando el micrófono hasta que sus nudillos se pusieron


blancos. Imaginé que lo que deseaba era mi garganta—. ¿Quieres jodernos?

—¡No!

—Entonces pon tu cabeza en su lugar y vuelve a intentarlo —dijo, deslizando


su cabello hacia atrás. Porter saltó cuando Drezden le señaló—. Toca No Más
Estrellas.

El bajista frunció el ceño, desafiando a Drezden con la mirada.


34
—Claro hombre, cálmate.

Nadie dijo nada, el silencio interrumpido por Colt tamborileando con sus
palillos con inquietud.

Donde antes había habido anticipación, ahora había una tensión creciente y
poderosa. Estos chicos se habían impresionado conmigo cuando audicioné. Su
admiración se estaba derritiendo.

Me irritaba imaginar la versión que les había presentado, una pieza hecha a
mano que había parecido un prodigio. Ahora, me convertí en un accidente
decepcionante.

No soy un accidente, sé tocar, me recordé.

Voy a recordárselos, también.

Tensé mis dedos bruscamente a lo largo de las cuerdas de mi guitarra. No Más


Estrellas era una canción que comenzaba con una advertencia. Notas subiendo,
construyéndose con aprensión que se volvía más rápida, más fuerte, extendiéndose
para dar espacio a las palabras que se dispararían en el medio.

Huecos profundos surgieron de la batería. Nosotros tres, estábamos allí para


anunciar el nacimiento de las letras de Drezden.
Esa vez, cuando cantó, cerré mis ojos. No lo arruinaría nuevo. Sin importar
qué tan buena era su voz, o cómo se metía en mis costillas y deleitaba a una parte
de mí que nunca debería flaquear.

Separó sus labios, pero yo no lo miraba.

—En la oscuridad, puedes caminar conmigo. En la oscuridad —gritó—, nunca ves. A


pie y sin sangrar, te alejas y soy... soy liberado.

Cerré mi mano, acordes fuertes en el breve silencio. Juntos, todos tocamos al


unísono.

—¡No más estrellas! —gritó Drez, pura potencia que apuñaló mi núcleo. Era una
demanda, me forzó a abrir los ojos. Drezden era un accidente que tenía que
presenciar, aunque sabía que no me iba a traer nada más que horror.

Centros verdes salvajes me encontraron, su cara enrojecida, sus labios dejaban


sus dientes al descubierto. El rostro de un hombre que quería pelear, huir o follar.

Energía pura.

Ni siquiera llegó a la segunda parte del coro antes de que perdiera mis notas.
La fuerte explosión, por la fuerza del sonido, hizo gritar a Porter.

Drezden se quedó inmóvil, dejando el micrófono delante de su mandíbula 35


apretada. Ya no estaba confundida por su expresión. Esa cara decía "lucha" en cada
pliegue de piel fruncida.

Maldita sea, era todo en lo que podía pensar. Me alegré de no dejar escapar
accidentalmente las palabras.

La última nota dolorosa se desvaneció. Drez dejó caer su brazo, y por un


terrible segundo, pensé que acababa de dejar caer el micrófono por completo.

Se adelantó, eliminando el pequeño espacio entre nosotros. No vi la mano, solo


sentí que me levantaron. Estábamos frente a frente, con restos de sudor llenando mi
cabeza.

—¿Estás haciendo eso a propósito? —gruñó.

—¡No! —Tosí, tocando su muñeca. Mis dedos eran la única cosa firme. ¿Era
realmente mucho más alto que yo?—. ¡No, lo siento! Estoy solo…

—¿Solo qué? —Espetó, y me sacudió.

Me hubiera gustado que su rabia ayudara a que el aleteo en mi corazón se


disipara. En cambio, sentí un destello de calor. Los tendones de sus brazos
flexionados bajo mi toque nervioso.
¡Él está haciéndome tan difícil pensar! Tengo que salir de esto, de él, yo...

—Drez.

Era Colt quien había hablado, metiéndose entre nosotros. Era fuerte,
demasiado; todo tendón y hueso. El cuerpo de un nadador, que incluso tenía un
cuero cabelludo liso, libre de vello. Lo vi mirarme, empujándome hacia atrás. Caí
en el banco como si estuviera hecha de fideos húmedos.

—Deja a la niña en paz. Solo está nerviosa, es mucha presión.

Deja de llamarme niña, pensé en un momento de rabia, ¡no soy mucho más joven
que ustedes!

Era un manojo de temblores. Nunca, ni en mis momentos de rabia en los que


escupía fuego, las peleas que a veces había tenido, un hombre se atrevió a hacer
conmigo lo que hizo Drezden.

La forma en que el cantante resopló, burlándose de mí, me heló el estómago.

—¿Sí? ¿Nervios? ¡Ese no es el problema! ¡No es como si fuera a tener que


actuar frente a una inmensa multitud de mierda en un día!

—Cálmate —dijo Porter desde la esquina. Mirando hacia arriba, vi cómo el


hombre más grande me estaba mirando. Ojos marrones oscuros, llenos de 36
compasión.

Odiaba eso.

Frotando mi frente, mi cuello, me levanté. Tenía la esperanza de que no vieran


mis rodillas temblando.

—Estoy bien. Colt tiene razón, son solo nervios. Lo superaré, solo tengo que
seguir practicando.

—Sí, vas a seguir practicando —dijo Drez. Su espalda ancha dirigida a mí, con
sus manos buscando algo en su bolsillo trasero—. Voy a ir a fumar un cigarrillo.
Toquen sin mí.

—Drez… —Comenzó Porter, pero ya era demasiado tarde. Todos vimos al


cantante saliendo de la sala, alejándose del autobús de la gira. Suspirando, Porter
me miró de nuevo. La pena se había ido. La simpatía no era mucho mejor—. Lo
siento por eso. Drez no es el hombre más paciente.

Negué con la cabeza, tocando mi pecho suavemente. Mi corazón está aliviándose,


gracias a Dios. ¿Por qué demonios estaba tan nerviosa? Tenía que ser la cercanía de
alguien tan famoso como Drezden, eso tenía que ser.
—Está bien. Él no está equivocado, tengo que seguir practicando. ¿Podemos
tratar con No Más Estrellas de nuevo?

Quería hacer algo con mis manos. Picaban por sentir algo.

O alguien.

—Sí —dijo Colt, regresando a su batería—. Que se joda Drez, vamos a tocar
sin él por ahora.

Mi sonrisa era débil, pero estaba ahí. Escuchar su casual reprimenda hacia su
líder hizo que las cosas se sintieran menos profesionales. Me recordé tocando con
bandas más pequeñas, de estar rodeada de chicos que no tenían la presión de una
gigante gira sobre sus cabezas.

Cuando tocamos la canción una segunda vez, mis dedos no fallaron ni una vez.

Era evidente que estaban contentos. Se impresionaron cuando toque tres tandas
más.

Acomodando su bajo, Porter vino hacia mí a una velocidad alarmante. Brazos


gigantes se enrollaron a mí alrededor, aplastándome a mí y a mi guitarra.

—¡Mierda! ¿Estabas molestando a Drezden?


37
—No. Por supuesto que no. —Liberándome, ajusté mi camiseta. Porter podría
romper costillas si quisiera.

—¿Entonces por qué estabas mucho mejor? —preguntó Colt, tomando un poco
de agua. Estaba sudando por tocar su batería.

Mi boca se abrió, y la cerré rápidamente. ¿Cómo lo explico? ¿Puedo incluso


explicarlo? Me salvé de intentarlo cuando Drez se abrió paso hacia el interior.

Echando un vistazo hacia mí, fijándose en mi cuello y mejillas sonrojadas, se


cruzó de brazos. El olor de los cigarrillos era más pesado de lo habitual en él.

—Podía oír todo. —Sorprendentemente, sentí un destello de culpa. Drez se


quedó mirándome, sus ojos severos con... algo. ¿Desconfianza? ¿Orgullo?—.
Nervios o no —dijo—, estabas tocando mucho mejor.

—Sí. Gracias. —No sabía qué más decir.

Inclinó la cabeza, mirando de mí a los demás miembros de la banda. —Vamos


a darle a una más.

Había alguien inquieto. Alguien que estaba de mi parte.

—¿Seguro? Tal vez deberíamos tomarnos un descanso —murmuró Porter.


Drez ya tenía el micrófono en su mano, apretándolo firmemente.

—Una canción más. Entonces vamos a descansar.

—Es fácil para ti —dijo Porter en voz baja—, acabas de tomar un descanso
para fumar.

Instalándome en el banquillo, esperé nerviosamente. ¿Iba a joderlo de nuevo?


¿O podría eliminar cualquier parte de mí que estaba convirtiéndose en papilla
cuando Drez cantaba tan cerca?

Había poco tiempo para preguntármelo.

—No Más Estrellas —exigió Drez, sus ojos pasando sobre nosotros. En
respuesta, Colt tamborileó con sus palillos, y Porter tocó una nota débil en su bajo.

Estaba resbaladiza por el sudor cuando toqué. Incluso el aire acondicionado no


pudo resolver el problema del calor dentro de mí. Pero no estaba tocando a tientas,
no todavía. Incluso con Drez mirándome, esperando (¿que estaba esperando?) mi
fracaso, me estaba controlando a mí misma.

Podría manejarlo.

Mis tripas se retorcieron como serpientes cuando Drezden humedeció sus


labios. Su primer susurro se deslizó en mis costillas, se enredó y se quedó cerca de 38
mi corazón. —En la oscuridad, puedes caminar conmigo. En la oscuridad, nunca vez…

El aire en mis pulmones se escapó. Me alegré de que no fuera la que tenía que
cantar.

Mi boca estaba seca y líquida de alguna manera a la vez. Empujando mi lengua


en la parte posterior de mis dientes, fui un paso más allá y mordí. El dolor me dio
concentración, aunque no estaba orgullosa del método.

El recuerdo fue demasiado, demasiado cerca de un recuerdo de la áspera


adolescencia, donde al infligir dolor resolvías todos los problemas.

Esta es la única solución, noté. Saboreando el fuerte sabor a cobre, escuché con
asombro mi propia música. Contra la vanguardia de las letras de Drezden, estaba
dando forma a un fondo que era impecable.

El aire de la habitación estaba tenso. Todos estábamos conteniendo nuestra


sorpresa. Al levantar la vista, vi cómo Drez me comía con los ojos. No se inmutó,
como si verme era todo lo que siempre quiso hacer.

Sonrojándome acaloradamente, mordí con más fuerza.

—¡No más estrellas! —gritó Drez, rompiendo la colgante nota. Todos tocamos
nuestros instrumentos, creando una melodía que era salvaje, ambiciosa.
Este era el sonido de Cuatro Lápidas y Media. Un sonido del que ahora
formaba parte.

El final de la canción se extendió por la habitación. Drez tenía ambas manos en


el micrófono, sosteniéndolo cerca de sus curvados labios. —Aléjate y no sangraras,
aléjate y soy... soy liberado. —Él había cerrado los ojos, no sabía cuándo. Sólo supe
que estaba mirándome otra vez, haciéndome estremecer.

Lo último de la hermosa música se desvaneció; siendo fantasmas en nuestros


oídos.

—Bueno, mierda —dijo Porter elocuentemente. Ajustando su bajo, miró


nuestros rostros. La sonrisa era lenta mientras aumentaba, pero cuando lo hizo, sus
dientes estaban mostrándose—. La niña puede hacerlo. ¿Convencido ahora, Drez?

Colocando el micrófono a un lado, abrió otra botella de agua y tomó una


cuarta parte de la misma. Limpiándose la boca con el brazo, se encogió de
hombros.

—Supongo que eran nervios después de todo.

Retorciéndome, agarré el cuello de mi guitarra. La mirada que Drezden


disparó hacia mí me dijo que no estaba tan convencido como declaraba. Es
peligrosamente observador. 39
No creo que fueran los nervios, tampoco.

—Hora del descanso. Necesito un poco de aire. —Colt se empujó fuera de la


batería, sonriéndome mientras pasaba—. Vamos, Lola. ¿Tienes hambre?

Agarrando mi estómago, me levanté. —Sí, en realidad yo… ¡oh! —Saliva y


sangre se deslizaron de mi boca. Juntando una palma sobre mi mandíbula, tragué.
Quería ocultar la evidencia de mi brutal mordedura.

Levantando los ojos, mi paranoia reveló sólo a Drez mirándome. Porter y Colt
estaban pasando junto a la cortina, riendo juntos sobre algo.

¿Él lo vio? No estaba moviéndose, simplemente allí de pie con los brazos
cruzados. Mierda. ¿Qué tanto me mordí la lengua? Pero necesitaba eso, ¡funcionó! Toqué la
canción finalmente. Mi corazón estaba latiendo en mi garganta.

—¿Qué tan malo es? —Me preguntó.

Negué con la cabeza, mi voz ahogada por mi propia mano.

Frunciendo sus cejas, Drez se acercó más. Eso me congeló en el acto. No luché
cuando agarró mi muñeca, tirando de mi mano. Me miró, no como lo haría un
médico. Era más como un médico forense examinando un cadáver. Me estudió,
pero sin un nivel de cuidado.
—Abre —dijo rotundamente.

Para mi asombro, dudé. Drez estaba sorprendido también, sus ojos brillando a
la vez de que se fueron ampliando. Eso fue reemplazado por un conjunto sombrío
de dientes.

—Dije abre, niña. —Sin esperar, me apretó la boca, su pulgar tocando un lado
y sus dedos el otro. Eso dolió, mis labios se separaron con mi gemido de dolor.

—¡Déjame! —dije, alejándome, ruborizándome con demasiadas sensaciones a


la vez. Mi lengua ardía, pero mis mejillas rivalizaban con ella. ¿Qué estaba
pensando Drez, tocándome así? No tenía derecho a estar tan cerca de mí. Me hizo
enojar...

Y me hizo marear.

—Mordiste realmente fuerte tu lengua. —Fue una observación casual, sus


manos soltándome y apretando sus caderas—. ¿En qué estabas pensando?

Secando mis labios, vi la mancha de color rosa en mi brazo. —Estaba


pensando en terminar una canción, eso es todo.

Resoplando, Drez me dio una mirada mordaz una vez más. —Hay mejores
maneras que morderte a ti misma. 40
Es fácil para ti decirlo. No hablé de mi frustración, pero mi mirada debió haber
delatado eso. La vi reflejada en sus ojos.

Se alisó el cabello hacia atrás, mirando a otro lado. No hubo halagos falsos en
su voz cuando habló. —Eres buena en la guitarra, pero eres una mierda con tu
compostura. Esa lesión tiene que doler.

Ardía, de hecho. Seguí el roce en mis dientes como si fuera un hormigueo de


un rasguño. ¿Realmente es tan malo? El sangrado se está deteniendo, creo. —Me duele un
poco, pero he tenido peores.

Eso le hizo arquear una ceja hacia mí. —¿Qué demonios se supone que estás
tratando tan difícilmente de hacer? ¿Impresionarme?

El aire desapareció de mi. Estaba tratando de impresionarlo. Más aún, estaba


tratando de conseguir que me dejase en paz. Me avergonzó haberme hecho la
autolesión. No era nada de lo que enorgullecerse, pero no podía explicar eso.

No a él.

—Vamos —dijo, buscando en su bolsillo. Su teléfono era negro, brillante como


un escarabajo—. Voy a llamar a Brenda, ella puede echarte un vistazo.

Ahora estaba humillada.


—¡No! —Drez se detiene, mirándome con expectación—. No... simplemente
no la llames. Esto no es un gran problema.

Sostuvo el teléfono como un arma. —¿No quieres que la llame? Bien. Déjame
echar un vistazo a lo mucho que te mordiste, y no lo haré.

Eso es jodidamente chantaje. Mi mente daba vueltas. Antes de que pudiera pensar
en un argumento, él estaba cerca, tocándome. Nuestros pechos estaban a un respiro
de rozarse entre sí, y pude ver motas de oro en sus ahumados ojos verdes.

—Abre —susurró.

Así que lo hice.

Drezden tomó mi barbilla, manteniéndome quieta. Hilarantemente, comencé a


preocuparme de si mi aliento apestaba. Qué cosa tan estúpida sobre la que pensar, me
reprendí a mí misma. Tenía más cosas de que preocuparme. Cosas como: cómo sus
dedos se sentían tan firmes, y la forma en que olía tan maravilloso que hizo que mi
cerebro luchara para pensar.

La sangre en mis venas fluía muy fuerte, estaba segura de que él podía oírla
derramándose. —No es tan malo como pensé —dijo. La parte superior de su dedo
pulgar pasó por encima de mi labio, luego rozó mis dientes. Fue tan repentino, me
convencí de que fue un accidente. 41
Me dejo ir, alejándose y dejándome apoyada en la pared. Ya estaba
avergonzada. No necesitaba desmoronarme y empeorarlo. Mis dedos rozaron mis
labios, luego más allá, tocando el lado de mi lengua. Hice una mueca, pero el dolor
estaba desvaneciéndose ahora.

—¿En realidad no es malo?

—Deberías saberlo, es tu propia lengua. —Drez rascó su cuello, la extraña


atracción entre nosotros se convirtió en una fría pared. Él estaba mirando a la
salida—. Tengo hambre. Vamos.

Y solo así, se cerró. ¿Por qué no podía hacer eso cuando estaba cantado? No habría
tenido que morderme la lengua si él hubiera estado tan distante y desinteresado
entonces.

Siguiéndole a través del autobús, encontramos a los chicos sentados, cervezas


goteando por la condensación en sus regazos. Porter me saludó con la mano,
ofreciéndome una botella.

—Aquí, antes de que Colt las beba todas.

—No podría aunque lo intentara. —Se rió. Acabado su tragó, tomó otra.
Ambos estaban sentados uno frente al otro en medio del gran autobús.
Drezden se acomodó en un asiento frente a ellos, tomando una cerveza sin
decir nada. Me recordó a mi hermano y su banda. El pensamiento era
reconfortante, aunque me hizo mirar por una de las ventanas tintadas,
imaginándolos en su desbaratado vehículo al final de la caravana.

—¿Estás bien? —preguntó Porter.

Sus palabras me sorprendieron. —Sí, sí. —Mi sonrisa era débil, traté de
cubrirla con un trago de cerveza. El fuego ardió en mi herida y me hizo hacer una
mueca.

Colt se rió entre dientes, agitando su cerveza en el aire. —No puede saber tan
mal, niña.

Sabe bien, pensé en silencio. Mejor que piense que estaba haciendo una mueca por el
sabor, sin embargo, y no por la lesión. Estableciéndome en uno de los asientos detrás de
la pareja, pero más allá de Drez, me obligué a sonreír. —Uno pensaría que ustedes
tendrían algo mejor, ya que encabezan todo.

—¡Se unió a nosotros por nuestra cerveza! —gritó Porter, su falsa ira
desapareciendo rápidamente—. Lo supe todo el tiempo.

—Me pregunto si incluso tiene la edad suficiente para beber —bromeó Colt,
mirándome de arriba abajo. No la tenía, pero menores bebiendo era muy común en 42
las giras, no me esperaba tener que defenderme—. De cualquier manera, no lo
tendrás todo —declaró, terminando su botella para probar un punto—. ¡Voy a
llegar primero!

Todos nos reímos, la opresión en mi cuello suavizándose. Mirando por encima,


vi a Drez con una sonrisa de lado. Sus ojos se posaron en los míos, manteniéndolos
un momento. —Debes comer algo.

Me senté más erguida.

—De hecho —suspiró, lanzando una mirada a los dos hombres—, todos
ustedes deberían. No se emborrachen antes de la cena, no estoy tratando con eso de
nuevo.

Colt rodó los ojos, bajando su botella con fuerza. —Mierda, nunca tuviste que
cuidar de mi, Drez. Todos sabemos que fue siempre Johnny, y que se ha ido ahora,
así que cálmate.

El silencio de Drez era sofocante. Sentí cómo miraba a Colt, observé al baterista
marchitarse bajo su mirada. —Maldita sea —dijo Colt en voz baja—. Lo siento, no
quería traerlo a la conversación. No es un secreto sucio o algo así, sin embargo.

Todos me dieron una significativa mirada. Aclarando mi garganta, hablé con


cuidado alrededor de mi lengua hinchada. —Todo el mundo sabe acerca de
Johnny. Algo así, de todos modos. ¿Puedo... puedo preguntar lo que realmente
sucedió? Las historias son bastante salvajes. —La historia de Shark sobre el
incidente ondeó en mi memoria.

Drezden se hundió en su asiento, con los pies levantándose sobre la pequeña


mesa. —No es mucho para ser una historia. Johnny simplemente la jodido
demasiadas veces. Quería que se fuera, no le gustó eso. No es exactamente salvaje.

—Trató de asesinar a Drez con una botella —dijo Porter, dejando un vacío
como si fuera el arma real que ha mencionado.

Drezden repentinamente se inclinó hacia delante, su cerveza todavía llena en


su mano. Hizo pequeños círculos con ella sobre la superficie de la madera, manchas
húmedas fueron dando vueltas y vueltas mientras hablaba.

—No trató de asesinarme. Así es como comienzan los jodidos rumores, Porter.

El hombre más grande inclinó la barbilla hacia abajo. —Lo siento. Johnny
estaba muy enojado, sin embargo. Creo que te habría herido si hubiese tenido la
oportunidad.

No me había dado cuenta de que había empezado a inclinarme hacia adelante.


Casi fuera de mi asiento, hablé con curiosidad desenfrenada. —Entonces, ¿qué le
pasó realmente? 43
Drez continuó dándole vueltas a su cerveza. —Fue echado por los de seguridad
eventualmente.

—No, antes de que algún imbécil lastimara mi oído, sin embargo —murmuró
Colt. Señaló su oreja para dar énfasis.

—Honestamente, no sé dónde diablos está ahora. No me importa, tampoco —


dijo Drez.

—¿No estás preocupado de que vuelva, tratando de empezar algo? —Le


pregunté.

El cantante levantó los ojos, mostrándome un atisbo del feroz animal viviendo
en su cabeza. La cerveza se detuvo, su voz fue un murmullo bajo y seco. —Johnny
sabe que si alguna vez muestra su rostro ante mí otra vez, voy a romper su maldita
mandíbula.

Porter comenzó a decir algo. Una dura y significativa mirada de Drez detuvo lo
que sea que fuera que iba a decir.

¿Sabían algo que yo no?

—Así que —continuó Drez. Levantando su cerveza, poniendo fin a los círculos
interminables, tomó un largo trago—. No. No estoy preocupado por él.
Mi respiración vino, aguda y fuerte. Me había olvidado de que necesitaba
oxígeno. Había estado tan envuelta en las palabras de Drezden y las tangibles
emociones. No dudé de él ni por un segundo, si dijo que arruinará a Johnny si
regresaba, le creí. Era el tipo de promesa que debería haberme hecho reír. En los
labios de alguien más, la amenaza habría sido cursi; patética.

Drezden, sin embargo... lo decía en serio.

Un estremecimiento recorrió mi columna vertebral, cosquilleando la parte


posterior de mi cerebro y garganta. Su pasión convirtió mi interior en mantequilla.
Eso me preocupó.

Colt rompió el humor. —Así que, comida. ¿Deberíamos llamar a Brenda, y ver
donde podemos parar?

Bostezando, Porter estiró sus fornidos brazos sobre su cabeza. —Mientras que
no sea pizza de nuevo. Estoy tan harto de la pizza.

Drezden empujó su teléfono en su oreja. —Tenemos que parar y reabastecer


combustible pronto. Le diré que queremos estirar las piernas y tomar un bocado. —
Su atención se disparó hacia mí, y al instante, apreté la cerveza con fuerza—. ¿Qué
quieres comer? ¿Alguna preferencia?

—Uh. —Logré decir—. Realmente no me importa. Comeré cualquier cosa. 44


Arrugando su frente, sin compartir sus pensamientos conmigo, Drez se levantó
de la silla. Su silencio implicaba que había dicho algo sucio, me hizo sonrojar.

—Hey —dijo en el teléfono—. Tenemos hambre. ¿Cuándo es la próxima


parada? —Esperó, escuchando—. No, no más maldita pizza. Uh, huh. Brenda, sólo
debes elegir un lugar donde podemos conseguir un cuarto privado así no nos
acosaran.

Sonriendo, imaginé a una arreglada mujer y sus argumentos para Drezden.


Estaba recibiendo la impresión de que ella se frustraba mucho con él.

Estaba empezando a conocer el sentimiento.

—Sí, bien. Si, ¡está bien! Brenda, sólo… sí. —Volvió la mirada hacia mí,
pensativo—. Está bien, vamos a estar bien. Aún mejor si podemos comer algo antes
de que todos muramos de hambre. Entonces no tendrás banda en absoluto. —Me
guiñó un ojo, que de todas las cosas hasta ahora, me puso los pelos de punta al
máximo.

¿Está tratando de ser amable? ¿Es un acto?

Mostrándonos su espalda, Drez asintió con la cabeza como si Brenda pudiera


verlo. —Está bien. Suena bien. Hasta pronto. —Empujando el teléfono en su
bolsillo, nos dio a todos un pequeño encogimiento de hombros—. Cuarto privado
en algún lugar llamado bar Grill y Griffin. A una hora más o menos. Es lo mejor
que puede hacer.

Colt se puso de pie, por lo que la mesa y las botellas de cerveza se sacudieron.

—¿Un restaurante real? ¡Gracias a Dios!

—A Brenda no le gustó la idea, ¿verdad? —Porter frotó su nariz, igualando la


diversión en el rostro de Drez.

El cantante se encogió de hombros otra vez, lanzándome una mirada desde la


esquina de su ojo. —A ella nunca le gustan mis ideas. Espero que estés lista para
hacer frente a toda esta mierda, Lola.

Sólo podía preguntarme a qué se refería.

45
4
Drezden
Traducido por Tris17 & Rihano

Esta niña.

Esta maldita niña.

¿Cómo podía una niña volverme loco? Primero me devasta con su talento, sus
malditas inocentes sonrisitas y reacciones genuinas.

Ahora está dejando caer notas y haciéndose un lio como si fuera su primera vez
en un escenario. ¡Y ni siquiera estábamos sobre un escenario!
46
Frotando la cara interior de mi brazo, miré a Lola de reojo. Después de decirle
que pararíamos a conseguir comida, ella se había ido a usar las duchas del autobús.

Mi labio tembló ante el recuerdo de cuan alto sus cejas se habían alzado. Ella
había balbuceado, no creyendo que incluso tuviéramos duchas hasta que Colt fue a
mostrarle.

Ahora la joven guitarrista estaba en uno de los grandes sofás. Su cabello estaba
rizado, un húmedo acabo-de-salir-de-la-ducha look. El top gris fue reemplazado por
un jersey negro de manga larga, demasiado delgado para dar algo de calor, y lo
suficientemente elegante para revelar la curva de sus pechos.

Me di cuenta de que estaba mirando su esbelto cuerpo, y como si me sintiera,


Lola alzó sus ojos azules. Sus ojos encontraron los míos y se quedaron allí.

Fui el primero en apartar la mirada.

Mierda, pensé enojado, Necesito un poco de tiempo. Ha sido demasiado tiempo desde
que he estado cerca de alguien que me atrajera, eso es todo. Eso tenía que ser todo. Decirme a
mí mismo que parara de quedarme envuelto en los ojos de la chica o en sus labios,
o en como sus manos se movían como aves a través de una tormenta cuando
tocaba no era suficiente. Necesito una distracción. ¿Por qué demonios estoy tan interesado
en esta niña?
Quería culpar a su talento. Sin embargo, sabía que no era por eso. Lola era
malditamente buena con la guitarra. Había más de ella que eso, tenía que admitirlo.
Sexy y con una boca hecha para besar. Pensé en cómo había sostenido su rostro. Era un
recuerdo extraño.

Mordió su lengua, me recordé a mí mismo. Eso fue tonto y perturbador al mismo


tiempo. Si me dijera a mí mismo que Lola estaba enferma de la cabeza, ¿eso me
quitaría el interés? No, tú también estás jodido. Mis dedos se enterraron en mi rodilla.
Quería alejar la imagen de su boca húmeda y amplios ojos de mi cráneo.

Mis intentos de dejar de pensar en Lola eran contraproducentes.

Soy un tipo lo suficientemente inteligente para saber que este no era un buen camino por
el que ir. Demasiadas variables existen. Brenda jode mi cabeza constantemente con lo
de como de importante eran los fans. La ultima cosa que necesito es un puto drama sobre
a quién decido follar.

Drama, correcto. Ese era otro inconveniente. Había visto bandas hechas
pedazos porque los miembros se peleaban. Las relaciones no pertenecían a una
banda. Una mala ruptura, y boom. El show llegaba a su fin.

Literalmente.

Porter dijo algo. Lo que sea que fuera, hizo a Lola reír. El sonido era como 47
azúcar en mi boca. Mi lengua hormigueaba mientras la miraba de nuevo, atrapado
mirando su larga garganta y ojos chispeantes. Estoy ignorando el problema, más
importante, ¿no es cierto?

Nada de lo que pensara o sintiera importaba si no le gustaba a Lola. ¿Podría ser


eso el final de todo esto? Si la chica era casta o sólo yo no le atraía, mi problema se
resolvería.

Me miró de nuevo. Una vez más, rompí el contacto. Eso es lo que tendré que
esperar. Una solución que no me involucre en absoluto. Si Lola ni siquiera era una
opción, estaba destinado a superar mi… mi lo que sea que tenía por ella.

—¡Estamos aquí! —la voz era áspera. Nuestro conductor, Gerald, era un
hombre gruñón. Todo lo que me importaba era que él era el conductor más
confiable que había visto.

Balanceándome en mi silla, ajusté la sudadera con capucha que me había


puesto sobre mi camiseta sin mangas. La había dejado abierta, los dienten de la
cremallera a través de la delgada y blanca tela debajo. —Venga, vamos a conseguir
algo de comida. —Necesitaba hundir mis dientes en algo.

Una comida caliente tendría que bastar.


El aire afuera estaba fresco. Estaba años luz del calor que había más temprano
ese día, pero todavía estaba maravillado de lo rápido que había cambiado el
tiempo. Todavía estábamos a un día y algo hasta salir de Colorado, ¿Podía el calor
desvanecerse tan fácilmente como el tiempo desapareció?

Estirando mi cuello, vi la línea de carros estacionados detrás de nosotros y a


través de la calle. El restaurante estaba a punto de ser arrasado por los groupies que
agrupaba la gira.

Sentí un destello de orgullo por saber que nos podíamos esconder en nuestro
cuarto privado y evitar la mayor parte de ello.

—¡Wow! —Lola había aparecido detrás de mí, manos profundamente metidas


en sus bolsillos—. Estoy tan acostumbrada a estar al final de esta caravana. Mira
todos esos faros —su atención se lanzó hacia mí, haciéndome consiente de su
cercanía, de como de espesas eran sus pestañas—. Es un poco intimidante ¿huh?

Mi corazón se clavó en mis costillas. ¿Intimidante? No, lo que es malditamente


intimidante es cuanto necesito confiar en alguien como tú para estar seguro de que el resto de
mis shows en esta gira mantengan a todos felices. Ese conocimiento me hacía sentir
nervioso. Y lo nervioso, bueno.

Me molestaba. —Si piensas que eso da miedo —dije en un tono bajo—. Te


orinarás encima cuando toquemos para ellos después. —Rozándola al pasar, hice
48
una línea recta directa hacia la puerta frontal del edificio.

Vestida en una apretada chaqueta negra y unos jeans a juego, casi no vi a


Brenda. Había llegado antes que nosotros, un guardia de seguridad del bar “Griffin
y Grill” junto a ella.

—Drezden, ¡hey! —Su brazo se agitó de lado a lado.

No me contengo al poner mis ojos en blanco. —Hey. ¿Todo bien para que
entremos?

—Fue un aviso de corto plazo —dijo, haciendo malabarismos con el teléfono


hasta su oreja para dar énfasis—. Y no tengo ni idea de cuantas personas van a
terminar aquí. ¿No podrían solamente dejarme ordenar algo del catering y que lo
lleven al autobús?

La familiaridad de su exasperación trajo una sonrisa a mis labios. Era


reconfortante, el estatus quo regresaba en mis recientes turbulentas emociones.

—Lo siento, estábamos enfermos de toda esa pizza rancia y sándwiches.

—Como sea, como sea —su suspiro era dramático, el pesado maquillaje
recubriendo sus pestañas apuntándole al guardia—. ¿Puedes mostrarles el cuarto
del fondo?
Algo me empujo amablemente; Porter se abría camino impacientemente dentro
de la seguridad.

—¡Si! Muéstranos. Me estoy muriendo de hambre. ¡Vamos!

Formamos una descuidada línea a través del restaurante. A nuestros lados, vi y


oí flashes de cámaras de teléfonos celulares. Probablemente éramos las más grandes
estrellas que el lugar había tenido en algún tiempo.

Queriendo ver la reacción de Lola, miré hacia atrás. No pude emitir sonido. La
guitarrista estaba hablando con Brenda, Brenda, quien había descuidadamente
puesto su largo brazo alrededor de sus afilados omoplatos. La pelirroja estaba
hablando en su oído, diciendo quien sabe qué.

Helada frustración me golpeó profundamente. No, detente, me dije a mi mismo.


Esto es bueno. Deja que Brenda se convierta en la amiga íntima y confidente.

Dudaba que Brenda hiciera mucho más que chismosear con la chica. Ella
probablemente estaba consiguiendo su dosis de sentirse importante, informando a
Lola sobre esto o aquello mientras nos movíamos a través de un mar de gente
emocionada.

Mi atención fue atraída por sus uñas clavándose en el costado de Lola. Tomó
todo lo que tenía arrancar mis ojos de ellas y mirar hacia adelante. Deja de estar… 49
¿Qué? ¿Celoso? Brenda sólo está siendo amigable. ¿Estoy tan irritado porque me molesta que
pueda tocar a Lola como si nada y yo no puedo? ¿Desde cuando me pongo malditamente
celoso?

Ahora no era el tiempo de meditar.

El guardia nos guio a un cuarto contiguo, una puerta bloqueándola


completamente del restaurante. Había un área de juegos incluida, una mesa de
villar y algunas pantallas planas.

A lo largo de una pared había una serie de mesas. Porter se dejó caer en una
silla, agarrando un menú del centro. Alguien, probablemente el propietario, había
colocado una botella de champán en un cubo para nosotros.

No retuve mi bufido. —¿Quién pensó que beberíamos esto?

—Es champán —dijo Brenda, paseándose y liberando a Lola de su agarre.


Tocó el cuello de la botella verde—. La guardaré si no la tocan.

Fue Colt el que alejó el cubo de ella, sentándose al frente de Porter —Oh no, yo
la tomaré. Hará un muy buen papel de postre.

—O podríamos compartirla —el bajista llegó, recuperando la botella. Ignoró la


mala cara de Colt—. Tenemos una excusa para celebrar.
Creo que la tenemos, pensé silenciosamente. Como un grupo, todos volteamos a
mirar a Lola.

Ella cambió su peso de un pie a otro —¿Qué, por mí?, vamos, no me hagan
sonrojar.

Una hambrienta parte de mí se emocionó ante la simple idea de hacer que sus
mejillas brillaran sonrojadas. Estaba cercano al anhelo que tenía por el tabaco
cuando las cosas me estresaban.

Caminando hacia adelante, tomé la botella de Porter. En mi otra mano tenía


agarrada una copa de champán vacía. La mesa estaba puesta para nosotros, algo
que normalmente no me importaría.

—Todos —dije—. Tomen una copa.

Lola se movió nerviosamente mientras me acercaba —Técnicamente no estoy


permitida a beber, quizás debí haber dicho eso antes. —La inclinación de sus labios
en las esquinas envió pinchazos sobre mis hombros. La chica reaccionaba a mí tan
abiertamente. ¿Eso era lo que me estaba atrayendo de ella? ¿La manera en la que
proyectaba sus emociones en su encantador rostro?

—Nadie te va a decir nada, no en este grupo. —Se rió Colt.

—Aquí, toma esto —empujé la copa hacia Lola hasta que la tomó.
50
—En serio —dijo, amargura danzando en su lengua—. No necesitamos hacer
esto.

El sonido del estallido del corcho la hizo estremecerse.

—Si, si tenemos —levantando una ceja, retándola a detenerme, llené su copa.


Como si estuviéramos en una burbuja, el resto del grupo rondaba cerca, no
acercándose demasiado.

Mirando a Lola fijamente, el champán burbujeando en su copa, esperé. No


sabía lo que estaba esperando.

—¡Hey! —dijo Colt, codeándome y rompiendo el momento. Lo que sea que


fuera—. Comparte esa cosa, Drez.

Después de que llené sus copas, tomando una para mí, abandoné la botella en
la mesa. No había necesidad de explicar nada. Levanté mi trago, todos me
imitaron.

Incluso Lola.

Mirando a sus ojos, dije mi parte—: Salud por una nueva guitarrista que no
dejará caer su guitarra en el escenario.
Todos rieron. Bien, todos excepto Lola. Ella solo miró hacia otro lado, un
delicioso calor rojo extendiéndose por su cuello. Allí. Eso era lo que había querido.

¿Por qué carajos necesitaba eso?

Finalizamos nuestro brindis, lo cual pareció darle a las dos meseras el coraje
suficiente para asomar sus cabezas en la habitación finalmente. La de pelo largo
color ónix habló primero.

—Um, ¿Chicos podemos conseguirles algo de tomar?

El ceño fruncido de Brenda nos hizo sonreír a todos de nuevo. —Tomaré un


Vodka Tonic —dijo con falsa y azucarada dulzura.

Tirando de una silla, me senté en el borde, alejado de Colt y Porter. La manera


en la que las chicas me estaban mirando me era familiar.

—Lo que sea que fuera cerveza.

El chirrido de otra silla, justo en frente mío, me hizo levantar la mirada. Lola se
sentó con su mirada baja. Quería ver en su cabeza, para saber lo que estaba
pensando. ¿Está siendo tímida, o está nerviosa de que le pidan su identificación a pesar de lo
que dijo Colt? Dudaba que alguien se molestara. El restaurante estaba feliz de que
estuviéramos aquí, si dijeran algo sobre Lola no teniendo 21, se arriesgarían a que
nos fuéramos.
51
Querían hacer negocios más de lo que temían que una chica menor bebiera en
un cuarto privado.

—Uh, supongo que pediré lo mismo que ella —dijo Lola, mirando a la mesera
de pelo oscuro. Solo se relajó cuando la mesera asintió, garabateando algo.

Las chicas siguieron la fila, hablándoles a los otros miembros. La silla debajo
de mí chirrió cuando me incliné hacia Lola.

—Asumo que Brenda te ha sacado toda la información antes, pero todo esto
sobre no ser lo suficientemente mayor para beber…

—Tengo diecinueve —dijo, sus puros ojos azules observando mis ojos verdes.
Entonces, como el agua en aceite, los deslizó de vuelta al menú de la mesa—.
Tendré veinte en cuatro meses.

Diecinueve, eso se siente hace una eternidad para mí. Solo tenía diecisiete cuando
empecé a incursionar en el mundo de la música en serio. Un encuentro casual a los
dieciocho había sido el comienzo de mi ascenso a la fama.

Mirando de reojo a Lola, estudié la parte superior de su cabeza. Tenía su nariz


casi tocando el menú. Es raro pensar que ella era alguna quinceañera cuando yo estaba
afuera lidiando con tanto, aprendiendo cómo funcionaba el mundo.
No muy seguro de que decir a continuación, o si había siquiera algo que
decirle. La imité y miré mi menú. El restaurante tenía todo tipo de cosas. Mi
hambre se había disminuido con la chica estando cerca de mí.

Para el momento en el que la mesera regresó con nuestros tragos, no había


decidido que quería. No, eso no era cierto. Sabía qué quería.

Solo que ella no era una opción en el menú.

Levantando el menú para que la chica de cabello oscuro pudiera tomarlo,


encontré su punzante mirada.

—Solo dame lo que te guste.

—Yo… ¿lo que me guste?

Agarrando el vaso frío de cerveza color caramelo, le di una media sonrisa.

—Sí, tu comida favorita, lo que sea que comerías aquí. Dame eso.

Sacudiendo su cabello hacia atrás, claramente disfrutando la mirada celosa de


su compañera mesera. La chica soltó una risita. —Está bien, puedo hacer eso. Soy
Scarlett, por cierto.

—Scarlett —repetí. El nombre sonaba falso, pero ¿Quién era yo para juzgar?—. 52
Supongo que debería presentarme, soy…

—¡Drezden! —espetó, su sonrisa tan grande como la luna—. Eres Drezden


Halifax. Si. Lo sé.

Por supuesta que lo sabía.

Escondí mi sonrisa detrás de mi cerveza, el fresco y amargo líquido refrescando


mi garganta. Atrapé a Lola observándome a escondidas por encima de su menú.

—¿Vas a ordenar? —le pregunté.

Parpadeó, y Scarlett se dio cuenta de que estaba ignorando al resto de la mesa.


Dándome una sonrisa coqueta final, se movió hacia la joven morena.

—Lo siento por eso. ¿Qué te puedo traer?

—Solo algo de carne blanda y papas fritas —dijo Lola. Miró a Scarlett asentir,
luego la observó mientras se movía fuera de la habitación, caderas balanceándose.
Estaba seguro de que estaba haciendo eso por mí. Miré a Lola curiosamente. ¿Qué
pensaba sobre ese comportamiento?

—Es linda —dije planamente, calibrando su reacción.


—Oh, uh. Supongo que si —las puntas de sus dedos se pusieron blancos sobre
su vaso de cerveza. Eso no me dijo nada.

¿Tiene celos del coqueteo o no? ¿Por qué esa información no está estampada en…

—¡Mierda! —escupió Lola, cubriendo su boca y alejando la cerveza—. ¡Es


fuerte!

Se me escapó una risa. No pude haberme detenido si quisiera. Pero, mierda. Se


sintió bien. —Tiene esa sensación. Aun así, ¿Qué es esto, la primer cerveza de la
bebé?

Rodando sus ojos, Lola deslizó el trago más cerca a sí misma. —¡No! He
bebido alcohol antes, no soy una mojigata o algo así.

—Oh, lo siento —alzando mis palmas en una simulación de protección, le di


una sonrisa arrogante—. Tú eras la que decía que no deberías estar bebiendo. Pensé
que eso significaba que todo esto era nuevo.

—Es sólo ese trago, eso es todo —inquieta, me miró con recelo—. Es fuerte.

—Lo sé —dije. Levantando mi barbilla, tomé un largo y profundo trago. Fue


un movimiento estúpido, completamente fanfarrón. ¿Por qué estaba actuando
como un creído? Colocando el vaso de nuevo pesadamente, arqueé una ceja a la
expresión estupefacta de Lola.
53
Quizás quería probarle algo. No podía estar seguro. Todo lo que sabía era que
la chica procedió a imitarme, resoplando tomó la mitad de su enorme vaso. Miré
boquiabierto su yugular que palpitaba.

Se las arregló para no toser, sus ojos aguados desafiándome después de que
hubiera puesto el vaso contra la mesa más fuerte que yo.

—Bueno —murmuré, deslizando mis dedos sobre la parte superior de mi


húmedo trago—, ¿no eres ya una niña grande?

El rubor de Lola era más dulce que el trago.

—Deja de burlarte de ella —Brenda se estiró en la silla junto a Lola. El Vodka


Tonic en sus finos dedos ya estaba a medio camino de desaparecer. Tan profesional
como era, nunca la había visto detener su amor por los tragos. Ella sabía demasiado
bien que tenía un día entero para recuperarse antes del siguiente show.

La pelirroja se acercó, levantando la bebida de Lola y tomando un sorbo


rápido. Le di una mirada mordaz. —Ella tiene razón. Es bastante fuerte —dijo,
ignorando mi ceño fruncido.
—Le creí —la cerveza calentó mi sangre. Eso estaba bien, la vigorizante
irritación por Brenda apareciendo en el momento que necesitaba para apagarlo—.
No necesitas protegerla, eso realmente no ayudará a su imagen.

Rodó sus ojos, pero fue Lola la que habló primero. —No es cosa de la imagen.
Si, está bien, no bebo mucho. Lo que mi hermano solía tener era barato y leve.

Cierto, su hermano. Fije mi atención en Brenda. La que acababa de posar sus


labios regordetes en el borde de su bebida.

—Sobre eso. Sean Cooper, ¿es en realidad tu hermano mayor?

—Claro —dudó Lola, mirando entre mi manager y yo—. ¿Por qué? ¿Es eso un
problema?

Puede serlo. —No —dije, tomando un trago de mi vaso—. Si Brenda no piensa


que lo es, entonces no. —Ella lo sabía, no había manera de que no se diera cuenta cuando
supo su nombre.

Hielo tintineó de repente en el vaso vacío de Brenda. Lo empujó a un lado,


haciéndolo obvio para la mesera cuando pasara de nuevo para rellenar los vasos.

—No, no lo hago, y no.

Brenda se inclinó hacia Lola. Para mi placer, Lola casualmente trató de 54


incrementar la distancia entre ellas. —Drez sólo está siendo paranoico.

—¿Sobre qué? ¿Qué hay de malo con mi hermano?

—Nada —dijo Brenda rápidamente. Arrugó su nariz ante mí, y sabía que
odiaba que el tema se diera en absoluto.

Pero tenía que hacerlo.

Mirando hacia Porter y Colt, observe cómo de ocupados estaban riéndose de


algo que no había oído.

—Lola —empecé, preguntándome cuanto sabía o no—. Tu hermano no tiene


una muy buena historia conmigo.

—No pensé que tuvieran una historia —Lola se estiró hacia adelante, confusión
retorciendo sus facciones—. Lo que más me dijo Sean sobre ti era que bajara tu
música si la tenía muy alta.

Eso me hizo sonreír. —¿Así que él en realidad nunca te dijo sobre cómo
audicionó hace dos años?

Los dedos de Lola estaban húmedos de tanto apretar su vaso. —¿Él qué? Yo…
¿Por qué no me diría eso?
Fue Brenda quien habló primero. —Drez, detente. Dijiste que si yo pensaba
que estaba bien, entonces estaba bien. No importa lo que hizo Sean, él no está
manteniendo ningún rencor contra ti.

Mi mente cosquilleó, recordando como Sean había derribado uno de mis


amplificadores después de que le había dado las malas noticias. Sabía cómo lucía el
odio. Había lidiado con el toda mi vida. ¿Podría un chico como ese dejar ir ese rencor tan
fácilmente? La cara de Johnny apareció detrás de mis ojos.

—¿Por qué estás tan segura?

Apoyó su mejilla en su puño. —Porque vino a mí esta mañana, pidiéndome


que consideráramos a nuestra amiga Lola aquí presente para la vacante.

Mis dedos viajaron a mis jeans, buscando mi paquete de cigarrillos. —¿Él vino
a verte esta maldita mañana? —La bola dura que eran mis tripas sólo se pusieron
peor cuando ví a Lola morderse el labio inferior. Una idea horrible me golpeó—.
¿Tú le dijiste que hiciera eso por ti, Lola?

Ella sacudió su cabeza rápidamente, sintiendo la desconfianza saliendo en olas


de mí. Estaba seguro de que tenía que sentirla. Estaba hirviendo con una sensación
de traición. ¿Todo esto había sido de alguna manera orquestado sin mi
conocimiento?
55
—No sabía de la audición hasta que Sean me lo dijo. Dijo que había hablado
con tu manager, sin embargo. —Esos encantadores ojos azules se fijaron en
Brenda.

—Drezden. Cálmate —su voz era una gruesa y dura línea. Brenda no tenía
paciencia para mis cambios de humor, nunca la había tenido—. Estas teniendo esa
mirada en tus ojos.

―¿Qué mirada? ―gruñí, bebiendo mi cerveza. Estaba vacía de alguna manera.


¿Cuando la había terminado? El zumbido caliente en mi cráneo no tenía respuestas.

Estirando una mano por encima, deslizó sus uñas cuidadas sobre el hombro de
Lola. ―Esa mirada dice que estás a punto de decir o hacer algo estúpido. Lola no
te engañó, Sean no hizo nada. Incluso si ellos de alguna manera habían arreglado las
cosas, todavía estaba en ti elegirla para la banda. ¿Cómo podrían obligarte? ¿Qué
ganarían?

Ella tiene razón, pensé sombríamente. Estoy mirando esto del modo equivocado. La
chica no hizo nada, y ¿cómo podría haber una conspiración en absoluto? Mirando
fijamente al rostro de Lola, sentí un tirón en mi vientre. Es inocente, no es su culpa que
su hermano mayor sea un imbécil. Sucedió hace dos años, incluso. Estoy siendo paranoico.

―Escucha ―dijo la guitarrista, su voz suave y frágil―. No sé sobre Sean y tú,


o por qué él nunca me dijo de, bueno eso. La cosa es que, si no fuera por él, yo ni
siquiera estaría aquí. ―Su encogimiento de hombros era suplicante, su mirada aún
más. Tomó todo lo que tenía enfrentar sus profundidades azules y la suave curva de
los bordes de su ceño fruncido.

Frotando mi cuello, odiando lo mucho que estaba sudando, gruñí. ―Está bien.
No te preocupes. Probablemente estoy siendo el verdadero pendejo aquí, la cosa
con tu hermano fue hace mucho tiempo, apuesto a que no te lo mencionó porque lo
olvidó. ―Mi sonrisa no era realmente sincera, ni tampoco lo eran mis palabras.

No había manera de que Sean hubiera olvidado ese día. Pero, las posibilidades
de que conspirara contra mí estaban en el nivel de malvada intriga que sólo ocurría
en las películas.

La sonrisa de Lola creció. Eso me congeló, peor de lo que mi enojada sorpresa


lo había hecho. Ella era tan jodidamente real. Nunca había conocido a alguien que
pudiera sonreír tan honestamente. Su sonrisa tocó sus ojos, convirtiéndolos en un
mar en calma.

Quería ahogarme en ellos.

―Sí ―dijo, bebiendo de su cerveza―. Además, él tiene otras cosas de qué


preocuparse. Es el guitarrista principal en Púas de Fuego, ¿sabes?

Por supuesto que lo sabía. ―Bien. Me alegro de que esté lográndolo por sí 56
mismo. ―A decir verdad, no me importaba una mierda. A Lola si, y si mis
comentarios podían hacerla sonreír como lo estaba haciendo, ¿cuál era el
problema?

Además, pensé para mí mismo, creo que estoy disfrutando de verla sonreír. Mi boca
se torció para coincidir con la de la chica. Mierda, ¿qué me está pasando?

Atrapé a Brenda mirándome. Volteándome, visualicé a las camareras y la


comida, alivio me inundó. Esto era un cambiador de tema instantáneo.

―Eso se ve muy bien ―dije, dándole a Scarlett con un guiño.

Casi dejó caer la bandeja. ―¡Oh! ¡Oh, gracias! Es nuestro Pollo Paraíso. ―Sus
mejillas estaban sonrojadas cuando lo puso delante de mí―. Es mi favorito, como
pediste.

Inhalando el olor de las piñas y el fuerte olor de especias, asentí. ―Me alegro
de haberlo hecho. Gracias por tu consejo.

La joven camarera parecía perdida. Su amiga le dio un codazo, recordándole a


Scarlett que todos necesitábamos utensilios. Las chicas pusieron la mesa, y con los
sonidos de Porter y Colt animando mis oídos, me sentí relajado.
Masticando el pollo dulce, mis ojos se movieron hacia Lola. Estaba tomando
su segunda cerveza. Con sus labios tocando el borde, llevó su atención hacia mí.

Había un río de fuego extendiéndose lentamente a través de mis venas. La


marea estaba subiendo, tenía ganas de culpar al alcohol. Me costaba mucho
conseguir emborracharme, pero la cerveza fuerte estaba haciendo su trabajo.

Bajó la copa lentamente, moviendo sus dedos. ―¿Qué? ¿Qué es? ―preguntó.

Apartando mi cabello hacia atrás, me recosté en mi silla.

―Sólo estoy preguntándome cómo está tu comida.

Lola empujó el plato hacia mí. ―Es sólo papas fritas y pollo, pruébalo.

Agarrando una de lo ofrecido, le di un mordisco a la punta. La papa crujió, el


sonido de ramas rompiéndose. El sabor se propagó sobre mi lengua. ―No está mal
en absoluto. Un poco salado, tal vez.

Su sonrisa fue silenciosa. ―Me gustan las cosas saladas. ―A pesar de sus
palabras, su plato aún estaba casi lleno.

Por qué está comiendo tan poco si… Oh, pensé, correcto. Su lengua. Apuesto a que la
sal lastima esa herida que se hizo. Pensando en ese momento en el autobús, mis dedos
sostuvieron sus mejillas para sostenerla… 57
Con las fosas nasales dilatadas, empecé a cortar mi pollo. ―Aquí, prueba algo
de lo mío. ―Ofreciéndole el tenedor, el trozo de carne blanca y piña brillaba entre
nosotros. Esperaba que ella tomara el utensilio.

Lola se inclinó sobre la mesa, sus dientes arrancando la comida justo al final de
mi tenedor. Mi mandíbula cayó, y fue un milagro que el tenedor no lo hiciera,
también.

El hecho de que ella lo había tomado como lo había hecho, que estuviera
masticando ahora con una pequeña media sonrisa, estaba enviando temblores a mis
huesos. ¿La chica está jodiendome ahora? Ella había hecho algo que estaba destinado
para amantes, no nuevos conocidos de banda.

Aclarando mi garganta, me moví en la silla. Sus labios rosados y mejillas más


rosadas habían hecho a mis vaqueros muy ajustados. El interior de mi cremallera,
incluso con mis calzoncillos, se estaba convirtiendo en un enemigo cruel.

―Está, eh, bien. ¿Te gusta?

Lola asintió, limpiándose la boca con el dorso de su mano. ―Un poco


demasiado azucarado, pero sigue estando bueno.
Mi plato se deslizó hacia ella, mis dedos traicionándome. ―Aquí, sólo ten el
mío entonces.

―Yo… ¿qué?

Su plato apenas comido aún estaba caliente. Jalándolo hacia mí, le di una
palmada alejando su mano cuando la estiro, buscándolo.

―Solo cambia conmigo. ―Alzando una ceja, le di una mirada significativa. La


esquina de mi ojo me dijo que Brenda estaba mirándonos, sorprendida, a ambos―.
Esa cosa azucarada será más fácil de tragar, ¿lo comprendes?

Personalmente, no me importaba si Brenda averiguaba cómo ella había


mordido su lengua. Había tratado con peores. Había una buena oportunidad de que
rodara sus ojos y pensara que Lola lo hizo accidentalmente, sino, simplemente
sacudiría su cabeza para indicar que no era su problema.

Pero Lola importaba. Una mirada a su rostro pálido hacía eso obvio.

Tragando con fuerza, comenzó a cortar la comida con movimientos


deliberados. ―Ah. Gracias, Drezden.

En respuesta, comí una fritura.

La mayor parte de la noche fue como esperaba. Comimos, bebimos, e incluso 58


hubo algunas risas. La mayoría eran de Porter y Colt, pero todavía contaban.

Scarlett mantuvo mi cerveza llena, mucho después de que dejé de tomarla. Mi


cráneo estaba hormigueando con el cálido ardor del alcohol. No me había
emborrachado en mucho tiempo.

La camarera de pelo oscuro dijo algo, inclinándose mientras lo hacía.

―¿Qué? ―pregunté. Su olor era de grasa y empalagosa lavanda. No dudaba


que ella había estado de turno durante horas.

―Dije ―susurró, agachándose para decirlo en mi oído―. Que salgo en treinta


minutos. ¿Qué estarás haciendo después de esto? Mataría por ver tu autobús de
gira.

Mi sonrisa era débil. Frente a mí, encontré a Lola mirándonos fijamente.


Brenda estaba balbuceándole, sin embargo, ella estaba sobre mí como hielo fresco.

¿Estaba celosa?

Los dedos de Scarlett se deslizaron hacia abajo, tocando mi rodilla. Agarré su


delgada muñeca antes de que se atreviera a ir más allá. ―Escucha. ―Mi voz no
estaba ni siquiera tensa; había pasado por esto antes. Enfrentarme con admiradores
después de una presentación era mucho más difícil―. No puedo.
―¿No puedes? ―Se puso rígida, su mirada moviéndose de mi cara, a mi
agarre, luego de vuelta.

Soltando a la camarera, me incliné lo justo para que sólo ella pudiera oírme.

―Lo siento. Quise decir que no. ―Arrastrando la silla hacia atrás, me puse de
pie―. Colt, ¿quieres jugar algo de billar?

―Joder sí ―él baterista se rió, casi cayendo de su asiento―. Te voy a vencer,


de nuevo, esta vez.

Aunque camine en línea recta hacia la mesa de billar en la habitación, no pude


evitar mirar hacia atrás. Sólo una pequeña y rápida mirada.

Había dos pares de ojos mirándome. Uno, los pozos oscuros de una chica que
había sido rechazada.

Y dos...

Los profundos ojos zafiros de Lola estaban perfectamente aliviados. Esto envió
una emoción a mi centro. Una que fue reemplazada demasiado pronto por
músculos tensos.

Quería creer mucho que ella estaba feliz de que me hubiera negado a la chica.
No, me dije, tomando un palo de billar de la pared. Podría haberlo roto con mi 59
marea de emociones confusas. Deja de emocionarte ante la perspectiva. Estás mostrando
señales de que te gusta, cuando deberías estar gastando tu energía resistiéndote al mismo
concepto.

Aplastando demasiada tiza en la punta del taco, me quedé mirando la parte de


atrás de la cabeza de Lola. Algunas veces, incluso si era la decisión correcta,
escoger a la música sobre las otras cosas me hacia sentir hueco.

No podía arriesgar a la banda por sobre un maldito par de lindos ojos azules,
que convertían mi sangre en plata líquida.

Era demasiado imprudente.

Para ellos...

Y para ella.
5
Lola
Traducido por America_12, Rihano & Majo

Había demasiado alcohol en mi sangre. Pero lo que es peor... se estaba


convirtiendo en algo más. No tenía un nombre para eso. Sólo sabía que estallaba
cuando él estaba demasiado cerca.

Cuando Drezden Halifax se acercaba a mí, algo ardía desde mi centro. Brenda
estaba riendo, entrelazándose en mi brazo y diciendo algo sobre yo pareciéndome a
mi hermano mayor. Porter y Colt estaban teniendo una discusión sobre quién
realmente había ganado en el billar.

Con cuatro (¿o fueron cinco?) Cervezas en mí, me había perdido a Drez
60
desvaneciéndose en horas de la noche.

Sólo quería escapar.

—Discúlpenme —dije, alejándome de Brenda y su boca se tuerce. El rojo de


sus labios me recordó mucho a los falsos, dulces de halloween.

Me dejó ir, su mano flotando en el aire. —Espera, ¿a dónde vas?

—Sólo a tomar algo de aire. —La migraña necesita más que aire fresco, pero se
desvanecería al salir del restaurante.

Brenda frunció el ceño, sin moverse para detenerme. —Si tienes que salir, usa
esa puerta. —Señalando, dirigió mis ojos a una salida en la esquina más alejada.
Era más para escapar de los incendios. Ya era bastante el calor aquí que casi
parecía apropiado.

Me preguntaba por qué no habíamos entrado por ese camino. Si hubiéramos


querido evitar la locura de los aficionados que estaban en el lugar, hubiera sido
lógico. Me dolió mucho pensar. En su lugar, le di una breve inclinación de cabeza y
camine hacia la puerta de metal.

El cielo era violeta y negro. Me recordó a Drezden, al centro de sus ojos


cuando se enojaba…
O apasionaba.

Detente, deja de pensar en él de esa manera. Es extraño y perverso.

No había nubes, estrellas se extendían por sobre mi. Inhalando hasta que mis
nervios amenazaban por romperse, contuve la respiración. ¿Podría simplemente
flotar y desaparecer para siempre en ese vacío y no tener que lidiar con la locura
creciente en mi corazón?

Cerrando mis párpados, vi un destello de un recuerdo. Drez, ofreciéndome un


tenedor con comida. Y yo, imaginándome a mí misma desde afuera, pretendiendo
tomarlo como un patético perro.

¿Qué me hizo hacer eso?

No podía darle sentido a nada.

Mis pulmones ardían, respiré rápidamente. Podía oír el zumbido suave de la


gente a la vuelta de los bordes del edificio.

Con las piernas temblorosas, caminé hasta que vi a la multitud de groupies y


roadies, todos los que no podían caber dentro del restaurante. Camine tratando de
enfocar mi vista, esperando que se lanzaran hacia a mí. Pero no lo hacían, noté. Nadie
sabe que soy un miembro de Cuatro Lápidas y Media... Todavía no. En realidad, todavía no. 61
Para estas personas, en la oscuridad de la noche iluminada sólo con algunas
lámparas y pequeños estaños encendidos, era una cara en blanco en la multitud.

Quizás, después de que me vean en el escenario…

¿Quería ese tipo de atención? Una parte de mí estaba entusiasta ante la idea. El
resto de mí estaba ocupado con la agitación de la confusión sobre cómo estaba
actuando alrededor Drezden.

Incluso entonces, cuando este en el escenario, si hago un desastre como antes, estas
personas me recordarán por todas las razones equivocadas.

Mis dientes duelen por apretar la mandíbula.

Esta noche fue tan extraña. Drez era frío, luego, era un imán, entonces, se aleja de nuevo.
Coqueteando con esa chica, hablando de Sean como si hubiera algo más.

Alcanzando mi bolsillo, busque mi teléfono. Sean me había dicho que hablara


con él después de todo. Estaba segura de que estaba por ahí, posiblemente incluso
en el restaurante, esperando encontrarse conmigo.

Tomar el frío aparato no era reconfortante. Estaba cansada, un poco borracha,


y no estoy segura de incluso que decir. Sí Sean, la jodi hoy en mi primer ensayo. ¿Por
qué? Porque que me volví un desastre alrededor de Drezden. Realmente la jodi. Oh, no te
preocupes, mejoré. ¿Cómo? Solo mordiendo mi propia lengua.

Sean estaría cabreado, o peor, decepcionado si se enteraba de que había


recurrido a autolesionarme. Después de todo lo que había trabajado para
controlarme como adolecente, no podía manejar el ver su rostro avergonzado.

Mañana. Voy a hablar con él mañana.

Pasando junto a la risa de gente borracha, me dirigí hacia el autobús. Habían


unos hombres de pie cerca de la puerta, hombres que no había visto antes. Me
vieron, con sus brazos cruzados para transformarlos en firmes muros de músculo.

—¿Qué quieres, señorita? —preguntó uno de ellos.

Casi le dije que se comiera una polla. Los bordes de mis labios estaban secos,
los lamí un poco. Mi estado casi de borracha hizo a mi cerebro confuso.

—Tengo que entrar.

Sus risas se extendieron profundamente. —¿Sí? Seguro que sí. Piérdete antes de
que te ayude a hacerlo —dijo un guardia particularmente gordo.

Sacudiendo mi cabeza, luchado contra una ola de frustración.


62
—Mierda déjame entrar —gruñí, avanzando—. Sólo quiero ir a dormir...

Sacudiendo mi cabeza, mi espalda golpeo el duro cemento. Por encima de mí,


fui bendecida por el reflejo de luz estelar. Todo se sentía irreal. ¿Alguien me acaba de
empujar?

Hincándome, ignorando el ardor de mi piel, me quedé mirando a los guardias.


¡Realmente me habían empujado!

—¿Qué demonios? —Tosí, tomando aire. Moviéndome, me paré—. ¿Qué fue


eso?

No existía simpatía en los ojos de esos hombres. Detrás de mí, el mar de gente
era un fondo de ignorancia sin emociones. Nadie se preocupaba por lo que me
estaba pasando, nadie daba una sola mierda por mi.

Moviéndome hacia delante, arremetí contra uno de los hombres. No tenía un


plan; estaba repleta de rabia que no sabia como eliminarla.

Fácilmente, el guardia me esquivó. Otro par de manos me sujetaron y


empujaron hacia los lados. A mi alrededor los hombres se echaron a reír. Se sentía
demasiado como si fuera un trompo en una montaña rusa.
Aterrizando duro, mis palmas ardiendo contra el suelo, no estaba orgullosa
cuando vomité. Sobre mis manos y rodillas, temblando de vergüenza, me quedé
mirando mi vómito mientras tosía.

Mi cerebro ardía, recordando una época en que estaba en la escuela secundaria.


Cómo había empezado una pelea con algunas niñas, para luego terminar así. Rota,
un desastre.

En aquel entonces, la única persona a quien le importaba era... era a Sean. Levantando
los ojos, luche a través de mi aturdimiento y esperaba ver el rostro de mi hermano
mayor.

Una mano descendió, posándose en mi cuero cabelludo. Alzándome, clavé un


codo en uno de ellos y grité—: ¡Déjame ir!

En respuesta, mi cabeza se tiró hacia atrás. No pude ver el cielo en ese


momento. No importaba. Detrás de mis ojos, estrellas de colores florecieron.

No, nadie se preocupaba por mí.

Caí de nuevo, desmoronándome en el asfalto. Bilis se deslizó por mi barbilla;


me sentí aliviada de que no fuera sangre. Sobre mí, las voces eran fuertes, esos
hombres riéndose de mí en el lugar en el que caí.

Iban a echarme, ahora. Y nadie iba a hacer algo al respecto.


63
El sonido metálico de las puertas del autobús abriéndose se extendió, incluso
en mi estado de confusión. Alzando mi mirada los guardias contemplaban la silueta
de un gran hombre. Un hombre que, en tan sólo un camiseta sin mangas y
pantalones vaqueros, era más intimidante que el grupo de guardias que me
rodeaban.

Los ojos de Drezden ardieron como el ácido. —¿Qué demonios está pasando
aquí?

Mi estómago se tensó, era nuevamente miserable. Genial, ahora está aquí para
verme así. Era justo lo que necesitaba. Mi vergüenza estaba completa.

—Lo siento, señor —dijo una voz grave. Dedos duros agarraron mi brazo,
parándome. A pesar de mí misma, di un grito de dolor—. El problema usual, sólo
otra perra borracha tratando de entrar. La escoltaremos lejos de usted.

Mi barbilla se movió, alcancé a ver nubes negras por encima de mi. Te alejas y
no sangraras, te alejas y soy... soy liberado. No más estrellas, pensé amargamente.

Alguien me sostuvo, inclinándome contra su pecho. Almizcle y tabaco llenaron


mi mundo. —Malditos idiotas —dijo Drez sobre mí—, ¿están ciegos? Ella es Lola
Cooper, nuestra nueva guitarrista. Jesucristo, ¿qué le hicieron?
Suave tela se presionó en mi mejilla. Me estoy inclinando contra Drezden. Fue una
realización impresionante. No, él me está sosteniendo contra él. Alzando mi mirada, vi
un leve rastrojo en su mandíbula inferior. No podía ver su rostro, aunque el
disgusto en su voz dijo suficiente.

Los guardias tartamudearon, hablando sobre el otro. —Pero ella…

—Cállate, sólo detente —espetó Drez. Suavemente, me incito a seguirlo—.


Tendré a Brenda hablando con su jefe. Debí haber adivinado que algunos matones
a sueldo no tienen ni idea de a quien detener y a quién dejar entrar.

Mi canilla tocó el último escalón del autobús. Drezden me alzó, ayudándome a


entrar en el autobús. El ''zumbido'' suave de las puertas al cerrarse detrás de
nosotros fue reconfortante.

Avanzando, me dejé caer en uno de los asientos. Mi visión era borrosa, no me


centraba en nada. La mano de Drez tomó mi mandíbula, obligándome a mirarlo.
Ojos verdes se clavaron en los míos.

Entonces, sentí aclararme.

—¿Estás bien? —Me preguntó, su frente arrugada por la preocupación.

Parpadeé. Luego, volví a parpadear. ¿Estoy bien? No estaba realmente segura.


Mi cabeza se sentía como si alguien la hubiera utilizado para jugar a la pelota, mis
64
entrañas estaban dolorosamente vacías.

Recordando cómo vomité fuera del autobús, me sonrojé acaloradamente. Mi


boca aún tenía el sabor amargo. —Necesito un vaso de agua —dije, moviéndome
para estar de pie.

Volvió a sentarme, no fuerte, pero sin lugar a preguntas. —Siéntate. Voy a


traerlo por ti.

El cantante me soltó, liberándome de su aura seductora. Encargándose, mi


cerebro empapado de alcohol comenzó a trabajar. Estudiar la sensación de ardor en
mis brazos reveló que, la caída que había tenido a manos del tipo de seguridad,
había roto los codos de mi camiseta. La piel allí estaba roja, expuesta.

Drez regresó, ofreciéndome un vaso de agua fría. Lo tomé, los dos viendo
claramente mis dedos temblando.

Beber me hacía doler la garganta, preocupándome de que podría vomitar de


nuevo mientras el agua fría golpeaba mi estómago vacío. Temblando, limpié mi
boca. El único otro daño era mi orgullo.

Eso no podría ser arreglado tan fácilmente.


Se sentó frente a mí, entrecerrando sus ojos con tanta fuerza que no podía dejar
de retorcerme. ―¿Estás realmente bien?

―Estoy bien ―dije en voz baja, mirando los rasguños en mis palmas. Todas
eran cosas de menor importancia. Entonces, ¿por qué me siento tan mal? Echándole un
vistazo a Drezden, bebí mi agua. Estuve siendo intimidada. Ese debe ser el por qué me
siento tan humillada. Golpeada, a nadie alrededor importándole.

Mis dedos apretaron el cristal. No, eso no es cierto. Mirando a través de mis
pestañas a Drez, sentí una oleada de enrojecimiento en mis mejillas. A alguien le
importaba.

Sacudiendo mi cabeza, miré al cantante, manteniendo mi voz firme. Esta


todavía sonaba como si hubiera estado comiendo rocas. Si él no me hubiera salvado,
podría haber estado acabada antes de que la noche hubiera terminado, en realidad.

―Escucha, necesito darte las gracias.

―Van a ser despedidos por esto ―dijo, mostrándome su perfil. Era como si no
me hubiera oído, estaba hablando con él mismo―. Montón de idiotas. Le he dicho
a Brenda, que si vamos a contratar seguridad independiente, hay que prepáralos
para que no hagan mierda como esta.

En mi pecho, mi corazón se estrelló contra mis costillas. ―Escuchaste… dije 65


que gracias. Gracias por salvarme ahí.

Volviéndose, Drez me observó por un largo momento. ―No fue nada.

―Podrías fácilmente no haberte molestado.

―¿Fácilmente? ―Su palma golpeó la mesa, forzándome a saltar―. ¿De verdad


crees que podría haber ignorado fácilmente lo que estaba pasando? Joder, el sonido
de ti vomitando solo era...

Mordiendo mi lengua, la aparición del dolor contorsionó mi rostro.

El ceño fruncido de Drezden provocó profundas líneas junto a su fuerte


mandíbula. ―Deja de hacer eso. De todos modos, olvídate de lo que hice. Tal vez
la próxima vez, sin embargo, bebe un poco menos.

Terminando el agua, baje el vaso vacío con un golpe. ―Gracias por el consejo.

Nos sentamos en silencio. Era tensó, y me habría salido si no estuviera


preocupada acerca de enfrentar a cualquiera que pudo haber atestiguado la escena.
¡Nueva guitarrista de Lapidas vomita en la gira! Realmente oré porque nadie hubiera
tomado una fotografía. Es divertido, más temprano estaba más enojada porque nadie
parecía estar dándose cuenta de lo que me estaba pasando.

―Así que ―comencé―, ¿vas a decirle a Brenda?


―Por la mañana. Será inútil esta noche. ―Extendiendo su mano, sujetó mi
antebrazo. Estaba muy sorprendida para luchar contra él cuando volteó mi
extremidad, localizando el ardiente raspón carmesí y la tela desgarrada―. Mierda,
déjame buscar algo para que esto no se infecte.

Tiré de mi brazo hacia atrás, pero el daño estaba hecho. Su toque tenía a mis
venas bombeando. ―No es nada. Son soló raspones.

―¿Lo son? ―preguntó, mirando fijamente mi otro brazo―. Vamos, ven


conmigo al baño.

Al verlo pararse, apreté el borde de la mesa. ―Cálmate, no es nada.

Drezden no era un hombre con el que discutir. Extendiendo su mano,


entrelazó sus largos dedos en el cuello de mi camiseta y tiró.

―Ponte de pie. Ahora.

La tela estaba cerca de desgarrarse. Mi instinto dijo que peleara, pero un


vistazo al calor en sus ojos derritió mi resistencia. Estaba mareada cuando me puse
de pie.

―Listo ―dije―, ¿feliz?

Rodando sus ojos, Drez no la soltó. La camiseta se apretó en mi garganta, su 66


fuerza exigiendo que lo siguiera mientras me llevaba por el pasillo, como si
estuviera encadenada a él. Si la tela no hubiera estado arruinada ya por los
agujeros, Drez la habría destrozado ahora estirando el cuello.

El baño estaba justo antes de la habitación en que habíamos practicado. Pensar


en nuestra sesión me hizo luchar incluso menos. Era un recordatorio de mis
fracasos, mi lento desmoronamiento en presencia de Drezden.

Y ahora me está alejando, exigiéndome que obedezca, y yo ni siquiera estoy tratando de


luchar.

¿Quién era yo?

Me empujó hacia el baño, finalmente liberándome.

―Levanta tus brazos ―dijo.

Insegura de qué más hacer, levanté mis manos. Agarrando los puños, Drezden
rasgó mi camiseta quitándomela. Mi cabello se alborotó por el movimiento, mi
cerebro deslumbrado por el movimiento repentino. En sólo mi sujetador blanco, me
quedé boquiabierta ante su audaz acción.

Drezden no parecía estar tan sorprendido. Buscando en un gabinete, puso un


poco de algodón y vendas en el borde del lavabo. ―Siéntate un minuto.
Esa era una petición fácil. Pararse era difícil con lo nublada que se sentía mi
mente. Casi cayendo sobre la tapa del inodoro, me estremecí ante la pálida luz de la
sencilla bombilla blanca. Había estado sin camiseta alrededor de otras personas
antes, pero esto se sentía... diferente.

Allí, sentada bajo la sombra de Drezden, estaba expuesta. Sus ojos me


estudiaron casualmente, sin parecer afectado por las mismas emociones
desconcertantes que yo tenía.

El agua corrió brevemente en el lavabo. Se agachó, un trapo húmedo en su


mano. ―No te muevas ―dijo, tan rápido que claramente no esperaba que
discutiera.

Como un ciervo delante de un coche, me senté obedientemente. Sus fuertes


dedos levantaron mi brazo, frotando la tela sobre mi herida. El dolor me envolvió,
abrasador y haciéndome gruñir.

―Duele, ¿verdad? ―preguntó.

―No ―dije sobre mi lengua entumecida―. En absoluto.

Su sonrisa de lado hizo crecer un brote de calor en mi sangre. ―Siempre


actuando tan ruda.

Vi la vena palpitando a lo largo de su cuello. Cuando frotó mi herida, inhalé.


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―No es un acto.

―¿No? ―Encontrando mi mirada, sin parpadear, pasó el paño caliente por mi


otro brazo. Mi grito me hizo sonrojar; su risa fuerte fue peor. Eso aumento mucho
más la furia dentro de mi―. La gente que se pone una fachada me cabrea.

Tengo que actuar de esta manera. Sin decir nada, lo vi vendar mis codos. A tu
alrededor, tengo que ser mucho...

Mucho más insensible.

Sin colocar algún tipo de muralla, ¿quien sabía lo que pasaría entre Drezden y
yo? Desde luego, no tenía ni idea. Ese era el por qué estaba tan jodidamente
nerviosa. Esta cosa entre nosotros, o era adoración fanática o idolatría o... o alguna
otra cosa que no quería nombrar...

Solo que no tenía ningún plan para tratar con esto.

Mi única opción era poner una barrera y ocultarme.

Drezden aún sostenía mi antebrazo. Inclinándose cerca, sus deltoides se


flexionaron. Eso me recordó su fuerza, cuán fácilmente me había ayudado en el
interior del autobús. Cómo me había salvado de los guardias.
El latido de mi corazón era una distracción. Amenazaba con subir hasta mi
garganta y salir por mi boca. Pensé, que si hablaba, acabaría tartamudeando.

―Este tatuaje ―dijo él―, ¿qué significa?

Centrándome en mi propio brazo, examiné el hermoso e intrincado diseño. Era


un castillo, una sola torre de piedra envuelta en enredaderas de hiedra. Todo
marcado en negro y gris, por el que había tenido que sentarme durante unas
cuantas sesiones para terminarlo. ―No es nada.

Drezden apenas se movió. Su pequeña sonrisa era un reflejo de su duda. Nunca


fui una gran mentirosa. ―Esto significa claramente algo.

Por supuesto que sí. Significaba todo sobre mi vida, sobre ese espacio de
tiempo donde había dejado que todo el mundo me hiriera. Cuando la escuela se
había llenado de matones crueles y maestros más crueles. El cambio que me forzó
por el camino de cortarme, dejándome hueca.

Era la imagen de mi restauración. Los muros que había construido para dejar
de sentirme lo suficientemente frágil, para evitar ceder ante la tentación pecaminosa
del dolor. La hiedra, el manto de arte y música que me mantenía unida.

Ni siquiera podía tratar de explicarlo.

―No te ves bien ―murmuró. Su aliento movió un mechón de mi cabello sobre


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mi frente. Entonces, enderezándose puso su mano sobre mi piel. Él era cálido, yo
estaba ardiendo.

Lamiendo mis dientes, ambos oímos mi silbido estrangulado. ―¡Estoy… estoy


bien! ―Balbuceé, retorciéndome lejos en un estado de pánico. Mierda, me tocó.
Mierda, mierda, mierda sentí eso en mi centro. Había sido como si hubiera llegado justo
dentro de mí y acariciado mi corazón. Excepto... excepto que más agradable.

Más crudo y salvaje.

Estaba agotada, sudando y pálida. Me vi a mí misma en el espejo; mi piel del


color de la leche. Drezden fue a sujetarme, diciendo algo acerca de no moverme tan
rápido. Sin escuchar, cómo podría hacerlo incluso con mis oídos pulsando, empuje
firmemente su pecho.

Su tobillo pateó el mío, intencional o no. Pasé de empujarlo a lidiar con sus
brazos, mi mundo volteándose cuando perdí el equilibrio. Estaba demasiado
cansada, demasiado agotada por el esfuerzo del día y el esfuerzo de mi lucha
borracha.

―¡Cuidado! ―gritó, buscando agarrar algo para estabilizarnos. Juntos caímos,


mis piernas por encima de mi cabeza casi cómicamente. La porcelana de la bañera
cercana me sorprendió.
Drezden estrellándose sobre mí robó mi aliento. Mis costillas crujieron, mi
garganta adolorida por la conmoción. ―Mierda ―gemí―, ¿qué... ―El golpe seco
de un cráneo golpeando la pared junto a mí, exigió que me concentrara.

Parpadeando, miré a la cara pacífica del cantante de Cuatro Lápidas y Media.


Su peso era pesado, pero de alguna manera reconfortante sobre mí. La marca roja
en su sien mostró donde había golpeado su cabeza.

Se ve tan... relajado. Mirándolo fijamente, estaba demasiado nerviosa para


moverme o respirar. No quería arruinar el momento, tan horrible como fuera.
Había una posibilidad de que Drezden estuviera herido. Sin embargo, para mí, fue
la primera vez que habíamos estado tan cerca sin que él me paralice con esos
intensos ojos verdes suyos. Él no estaba gritando o gruñendo, no estaba enviando
escalofríos hacia mis miembros.

Presionada bajo su calidez, no estaba asustada. Un brazo estaba atrapado entre


nosotros. El pulso del corazón de Drezden se extendía hasta mi piel. Alcanzándolo
con mis dedos, toque el frente de su mandíbula. Tengo que ver si está bien.

—¿Drezden? —Le susurré, con voz rasposa—. Drez, despierta.

El cantante no se movió.

Mi boca sabía a baterías. Los extremos de mis dedos temblaron, queriendo 69


desesperadamente posarse en su mejilla. Si lo hiciera, me arriesgaría a acabar con
todo; ese momento podría seguirme por siempre. Un poco de tiempo me permitió
disfrutar de la intensidad de Drezden Halifax, su belleza y calor, sin convertirse en
pequeños e inútiles trozos.

Podría estar realmente herido, me di cuenta. Toda tranquilidad se desvaneció a la


vez. Con sólo una mano libre, deje caer mi palma para apretar su hombro desnudo.
Era tibio, suave como el cristal.

—¡Drezden! ¡Drezden, despierta! ¿Estás bien? ¡Háblame!

Respirando por la nariz de repente, el hombre estrecho sus ojos y me miró.


Bien podría haber sido Medusa. —¿Qué demonios estás haciendo?

Abriendo mis labios, me encontré con... nada. Sin palabras. La situación se


había transformado de nuevo en mi contra, el débil fan fingiendo ser digna de la
gloria de Drezden. Y él, un puto dios del rock quien ponía pensamientos perversos
en mi solo por estar cerca.

Sólo por estar vivo.

Se movió, maldiciendo mientras se agarraba su cráneo. Su peso contra mí,


frotando sus vaqueros en mi pelvis. La sensación era maravillosamente horrible. La
parte baja de mi vientre se sacudió, mi lengua se adormeció.
Mirándome, Drezden se detuvo. La mirada en sus ojos pasó de sorprendido, a
acusatorio. Prefería que la primera expresión se desvaneciera.

Lo sentí, ¿no? Me había dado cuenta poco después de que había caído sobre mí.
Distrayéndome a mí misma con su lesión había servido un poco, pero ahora... bajo
el arma de su mirada caliente, su fuerte aroma y cuerpo en movimiento, yo era muy
consciente de lo que estaba sucediendo.

Mis muslos se tensaron por mantener la posición que tenía durante tanto
tiempo. No me atrevía a moverme, sin embargo. El resultado de todo lo que había
estado tratando de negar quedó atrapado entre Drezden y yo.

Se acomodó de nuevo, poco a poco en ese momento. La presión de su vientre


yaciendo sobre mí era una tortura. Su erección presionándose en mi fue suficiente
para hacerme querer encontrar a esos guardias de nuevo, sólo para que golpearan
mis sentidos. Para permitirles que me golpearan hasta que me olvidara de este
momento.

Un hormigueo se levantó a través de mi esternón. Mis pezones se tensaron en


mi sujetador, traicionándome con su reacción. Las pequeñas tiendas de campaña
eran evidentes a través de la fina tela. Sintiendo el signo puro de atracción de
Drezden me estaba haciendo cosas a las que no estaba preparada.

Oh mierda, ¿qué hago? Pensé salvajemente. Volviendo mi barbilla, me quedé


70
mirando la pared donde Drezden había golpeado su sien. Quite mi mano,
dejándolo presionado en la pared. —Es… ¿estás bien? —Me atraganté.

—Estoy bien —dijo, extendiendo las rodillas fuera de sus pantorrillas mientras
se sentaba. Todavía no me atrevía a mirarlo. Su sombra cayó sobre mí en el
pequeño espacio.

—Pero te pregunte algo. ¿Qué coño estás haciendo?

Su pregunta me recordó a nuestros cuerpos enredados. —¡Lo siento, no fue mi


intención botarte conmigo!

Sus callosos dedos duros ahuecaron de repente en mi barbilla. Drezden me


sujeto, me obligó a mirarlo de frente. En sus profundidades esmeraldas, vi mi
propia expresión reflejada. —Podrías haber roto tu cuello, maldición —dijo entre
dientes—. ¡Deja el mío tranquilo! ¿Por qué siempre me contradices?

Un millón de razones se deslizaron en la punta de mi adolorida lengua. Debido


a que conviertes mis piernas en papilla, porque haces que me olvide de mi nombre, porque me
asustas demasiado con la forma en que me haces sentir.

No podría decir ninguno de ellos. —Porque —susurré—, sigues tratándome


como a una niña.
Observándome, Drezden finalmente me dejó ir. Mi mandíbula picaba donde
me había sujetado. —¿Prefieres que te trate como algo más?

—¡Por supuesto! —La incredulidad estalló en mí—. ¡No soy una maldita niña,
por dios, Drez! Tengo diecinueve años, tú no eres mucho mayor que yo, dejar de
actuar como si lo fueras.

—¿Qué? —preguntó, su peso presionándose sobre mí. Jadeando, me retorcí a


pesar de mi situación. ¿Estaba moviéndose intencionalmente sobre mí? No, no
podía ser. No lo haría—. ¿Actuar como si fuera mayor que tú, actuando maduro?

Sólo mi rabia todavía intensa me permitió hablar tan rotundamente.

—Sí, ese sería un buen comienzo.

Algo humano se deslizó por su rostro. Una indirecta bajo la superficie de una
parte de Drezden que sólo había vislumbrado cuando cantaba. —¿Quieres que te
trate como si fueras mi igual? ¿Tan experimentada como yo?

La tensión se arrastró por mi columna vertebral. Él estaba demasiado serio, e


hizo que los vellos de mi piel se alzaran. Con ambos brazos libres, me aferré a la
pared y al borde de la bañera. La advertencia en el tono de Drez, sus palabras, me
aconsejaron que escapara.

Fácilmente, se presionó sobre mí. La parte de atrás de mi cabeza rebotó en la


71
porcelana. No me dolió, pero me dejó aturdida. Tela áspera se presionó contra mi
sostén, en la parte superior de mis pechos. —¿Qué demonios estás haciendo? —Me
quedé sin aliento.

—Tratándote como una adulta —dijo, las palmas de sus manos sobre mis
hombros—. ¿Quieres ser tan experimentada como yo, quieres que deje de tratarte
como si pudieras romperte?

Mi mundo estaba girando. Incluso si no me hubiera golpeado la cabeza, me


habría aturdido. ¿Qué está diciendo? ¡Esto es demasiado, demasiado íntimo... demasiado
extraño!

Estar atrapada bajo el firme, ardiente cuerpo de Drezden Halifax no era algo
que había esperado alguna vez.

¡Me gustaría que mi corazón dejara de latir! Lamiendo mis labios nerviosamente, lo
vi mirándome como si fuera un depredador. —Drez, hey. No… no deberías estar
haciendo esto.

Su ceja se alzó. —No he hecho nada aún.


Aún, pensé, luchando contra una oleada de deseo. Cada segundo que pasaba
con el hombre, mi bajo vientre se tensaba, traicionándome. Estaba más excitada de
lo que había estado con alguien en toda mi vida.

—Lola —susurró, y el hambre puro en su voz me hizo apretar la mandíbula y


cerrar los ojos—. ¿Qué demonios es esto? ¿Qué me estás haciendo?

¿Haciéndole? Lo único que pude hacer fue sacudir la cabeza. Me moví tan lento,
atrapada en un mundo espeso. Era Drezden el que estaba haciendo que esto
suceda. No había manera de que yo lo estuviera causando.

Sus dedos expertos se deslizaban por mis brazos, tanto como pudo en nuestros
estrechos confines. Yaciendo sobre mí, movió sus caderas; un solo movimiento que
hizo que mis pulmones se contrajeran.

No podía pensar, no podía hablar. Todo a mí alrededor estaba conformado por


Drezden. Mis oídos lo buscaban, mi nariz se ahogaba en su olor. Podría haber
desaparecido por completo en esa bañera si él no se hubiera tensado para luego
pararse.

Confundida, abrí los ojos para ver lo que miraba por la puerta, esforzándome
mientras él escuchaba. Entendí el por qué cuando una voz gritó—: ¿Drez? ¿Estás
aquí?
72
Porter, me di cuenta.

En un torbellino de extremidades, el cantante salió de encima de mí. Ni


siquiera miro atrás, sólo se lanzó hacia la puerta y la cerró suavemente detrás de él.

Parpadeando, me quedé mirando el techo blanco. Era un lienzo perfecto para


mi mente; en blanco, sin rasgaduras.

¿Qué acaba de pasar?

¿Imagine todo eso?

Con mi oído en la bañera, oí los ecos metálicos de personas que hablaban en la


distancia. El familiar tono agudo de Drezden, el barítono de Porter. Escuché por
algún tiempo, permaneciendo quieta como si moverme haría todo real.

Él iba a... ¿a qué? Recordando al hombre delgado presionándose sobre mi, toqué
con mis dedos mi pecho. Los lugares en los que me había sostenido se sentían
igual. Eso me frustraba, porque sabía que había cambiado de alguna manera.

Bajando mi mano por mi estómago, la deslice a la unión de mis muslos, donde


su polla había estado frotándose a través de sus vaqueros. Sonrojándome ante la
realidad, me senté con cautela.
Tomé mi camiseta, pasándola por encima de mi cabeza sin cuidado. El espejo
reflejaba un sonrojado rostro, mi desordenado cabello. Tocando mis labios, recordé
lo cerca que Drezden había estado de... ¿de qué? ¿Besarme? Basta, no seas estúpida.
¿Pero era estúpido? Él se había sentado sobre mí, obligándome a estar abajo, habló
de tratarme como si fuera tan experimentada como él.

Todo mi cuello quemaba con la idea de lo que hubiese ocurrido. ¿Con cuántas
mujeres ha estado? Tiene veintiún años, podrían ser muchas... ¿Era eso lo que quería decir?
Pensando en el famoso cantante siendo tan libre con sus deseos sexuales todo este
tiempo me hizo ponerme de mal humor.

Nunca había oído hablar de Drezden siendo el tipo de hombre que buscaba un
coño después de los shows. ¿Podría alguien esconder algo así?

¿Y yo que?, me pregunté, entrecerrando los ojos en el espejo. Siempre pensé que


sabía quién era yo. Ahora, no estoy tan segura. Mi cuerpo y mi mente no parecen estar
sintonizados.

Abriendo la puerta, me asomé por el pasillo. Voces todavía estaban hablando,


un murmullo amistoso hacia la parte delantera del autobús. Con las piernas
temblorosas, salí del baño y pasé a través de la cortina de la litera que había
escogido.

Tan sola como podría estar en el autobús, me deje caer pesadamente sobre mi
73
cama. Mis manos enredadas en mi cabello, mi barbilla cayendo a mi clavícula.

Cuando me habían dicho en la mañana que me reuniría con Cuatro Lápidas y


Media, estaba segura de que sería el mayor cambio en mi vida.

Ahora, con el sabor almizclado de Drezden Halifax en mi nariz... la forma en


cómo sus manos se habían sentido en mi piel desnuda...

Estaba segura de que había cambiado aún más.


6
Drezden
Traducido por Emmie

Soy un maldito idiota.

Aunque sonreí y asentí, me apoyé en el asiento del autobús con tanta


indiferencia y escuché a Porter divagar, mi mente estaba en otra parte. Yacía en
una bañera de porcelana, atrapada por las decisiones increíblemente estúpidas que
había hecho.

Realmente soy un gigante idiota, pensé, viendo a Porter sonriendo y fingiendo que
me hizo gracia lo que había dicho. ¿Cómo he podido dejarlo ir tan lejos? Lola me había 74
dado un desafío en el baño. Había tratado de salir, sólo para tropezarnos en esa
maldita bañera.

Suavemente toqué el punto sensible en mi sien. Esperaba que no me deje un


moretón.

—Oye, ¿hola? —se inclinó Porter, agitando su mano hacia mí—. ¿Estás bien
Drez? Te ves distraído.

No tienes ni idea. Pero sólo le di un gesto de disculpa. —Lo siento, ha sido un


día muy largo. —Sentí como si hubiera vivido un año entero en la presencia de
Lola. Un año largo y tortuoso. ¿Cómo iba a despertar y comenzar todo de nuevo?

—Tienes razón, ha sido largo. —De pie con un bostezo, se estiro haciendo
sonar su espalda—. Podría solo ir a acostarme. ¿Has visto a Lola? —Me tensé y
contuve la respiración—. Ella se fue, y no la vi cuando estaba afuera con Colt.

Pensando en los pechos casi expuestos de Lola, apreté los puños en mi regazo.

—Regresó hace un tiempo. Creo que ya está durmiendo.

La frente de Porter se arrugó. —Huh. Bien entonces. Está probablemente más


agotada que todos nosotros. Ha sido un día de locos para ella.
Mi barbilla apenas se movió cuando asentí. Porter tenía más razón de la que
sabía. El cuchillo se giró en mi contra, culpa inundando mis sentidos. Lola había
experimentado un día lleno de cosas que nunca imaginó, y para algunas de ellas, yo
era el culpable.

Al mirar por la ventana, miré través del cristal tintado. Los guardias estaban
todavía allí, la fiesta sólo empezando a terminarse. Vi un parpadeante resplandor
rojo y me pregunte si la policía alejaría a la multitud.

Caminar a mi pequeña habitación fue corto. Había escogido la cama más


alejada del pasillo, más cercana a la habitación de práctica. Abriendo la cortina de
carbón pesado, me dejé caer sobre mi litera.

Estaba oscuro, había cubierto la pequeña ventana con un trozo de espuma


gruesa. Mi insomnio tan malo como era, odiaba la idea de que el sol se filtrara a
través del cristal antes de que estuviera listo para despertar.

Deslizando mi camisa sobre mi cabeza, la dejé caer descuidadamente. Mi


cinturón seguiría después. En su lugar, tocando el metal frío, el recuerdo de cierto
cuerpo debajo de mí en la bañera surgió.

A pesar de mí mismo, tome aire a través de mis dientes. Lola se había retorcido
debajo de mí, tan cálida, tierna y suave a la vez. Mayormente suave, murmuré. Mi
erección pudo notarse a través de mis pantalones.
75
En ese momento, cuando me encontré sobre ella, había dejado de pensar en
todas las razones que había hecho para mantenerme alejado. Su pecho vibraba
contra el mío, nuestros corazones retumbando. Sentirla, ver sus reacciones y
sabiendo que yo tenía que ser la causa, solo... había empezado a ceder.

Lola lo había hecho demasiado fácil. Yaciendo debajo de mí, sus ojos azules
tan amplios y seguros, había sentido su hambre cuando ella ciertamente había
sentido la mía.

Quise atraerla, aplastar mi boca contra la suya hasta que me rogara que
siguiera o me suplicara que me detuviera. ¿Qué quería de ella? ¿Y hubiera obedecido si
no era la respuesta que yo anhelaba?

Ajustando mi propia erección creciente, golpee mi cabeza. Ese mundo de


porcelana había sido tan perfecto. También me había tentado de una manera que
me dejó una sensación de vacío.

Condenado.

Me dije a mí mismo que me mantendría alejado de ella. ¡El peligro de atrapar a Lola era
obvio, es obvio! Con el ceño fruncido, baje mis jeans hasta mis tobillos. El bulto
hinchado en mis boxers era un recordatorio constante de que lo que pensaba que
era racional no estaba de acuerdo exactamente con el resto de mí.
Acostado en mi cama, me quedé mirando el techo. No habría ninguna clave
allí para romper mi rompecabezas. Aún así, me quedé mirando sin pestañear. Me
preguntaba antes si le me interesaba a la niña o no. Mi polla pálpito. Supongo que lo sé,
ahora. A menos que la reacción fuera de temor o algo así. Rodé los ojos. Incluso ahora,
estaba buscando excusas para evitar meterme con Lola.

La forma en que me tocó cuando pensaba que estaba herido... y la forma en que se aferró
a mí cuando la salvé de los guardias... Debería haber sido insignificante. En cambio,
todo servía para aumentar mi deseo de estar más cerca de Lola Cooper.

Cerrando los ojos, recordé de nuevo como tenía problemas para encontrar mi
mirada. Cómo se había enrojecido tanto, retorciéndose debajo de mí, mi erección
presionada en su vientre.

Joder, había querido besarla tanto. Estirándome, deslicé mis dedos sobre mis
labios. ¿Por qué soy tan débil ante ella? Si Porter no hubiera aparecido, asustándome hasta
la mierda, no creo que me hubiera detenido. Hubiera cedido, dejado caer mis paredes y
tomado un bocado de Lola Cooper.

Mis dedos se presionaron contra mi boca violentamente. Soy horrible, un maldito


monstruo. El hecho de que ella podría haberme aceptado, me habría arriesgado a arruinar
todo por tomar lo que quería de ella más rápido de lo que estaba preparada.

La chica aún tenía problemas para mirarme a los ojos. Si me hubiera dejado
76
ceder y estar con Lola, ella probablemente me odiaría.

Probablemente habría abandonado la banda.

Mis músculos se tensaron ante la idea. Era tan egoísta. Inhalando


profundamente, aun pensaba que podía olerla.

Tan malditamente egoísta.

Trazando mi estómago, las líneas de mis abdominales, acuné mi furiosa


erección. Bien, soy egoísta. Soy codicioso y terrible, y todo lo que quiero hacer es probar a
Lola, oír sus jadeos y gritos por mí.

Apretando la cabeza de mi polla a través de mis boxers, gemí. Era cierto. Todo
era cierto. Estaba horrorizado de acercarme, de ceder a mis deseos por la mujer de
ojos azules, debido al riesgo. No el riesgo por la banda, a pesar de que era real. No
el riesgo por los sentimientos de Lola, aunque eso era todavía un problema. No,
estaba aterrado porque si me dejaba llevar, no habría vuelta atrás.

No podía manejar la posibilidad de bajar mis barreras si eso significaba que ella
no fuera ni siquiera un premio potencial. Y pensaba que si mantenía las cosas
profesionalmente, estaría bien. Podría controlarme.

Cuando me empujo a la bañera, todo había cambiado.


Un espeso gruñido se levantó en mi garganta. Metí mi mano debajo de la tela,
trazando la piel caliente de mi polla. Estaba dolorosamente erecto, tan tenso como
mi mente estaba.

Lola era todo lo que podía ver en mi cabeza. Su rostro aturdido, sus exquisitos
dedos. Mis oídos se inundaron con el recuerdo de la música que tocaba. Estaba
desesperado por hacer que escribiera una nueva canción para mí. Una canción a
partir de las notas de su respiración, puntuadas por sus gritos y gemidos
apasionados.

Quería hacer a Lola Cooper una parte de mí. Y podría haberme jodidamente
resistido, si no hubiera aterrizado sobre ella en esa tina de baño.

Era divertido, cuán blanca era la porcelana. Esa sombra de inocencia fue el
escenario de mi punto de ruptura hacia el pecado.

Jadeando suavemente, moví mi puño sobre mi polla. Los movimientos no eran


lentos, carecían del control que me representaba. Lola se fue filtrando en todo lo
que yo era. Incluso ahora, en privado, mi compostura se descompuso debido a ella.

Si no me hubiera dado cuenta de lo que podía hacer con ella... Mis dientes apenas
detuvieron un gruñido. Si sólo me hubiera mantenido al margen, no haberla salvado, no
haberla ayudado ni tocado ni visto ni olido o... o... o... Un estremecimiento de placer
eléctrico bailó en mi vientre. Mezclándose con la última parte de mi decisión.
77
Si nunca hubiera conocido a Lola Cooper...

No estaría necesitándola tanto.

Temblando, la presión acumulada en mis bolas. Mi puño apretado haciendo


presión, exigió que saltara por encima del borde de la liberación.

Mientras estaba tendido allí, sudor recubriendo mi manta y viva necesidad


arruinando mis pensamientos, tuve un pensamiento final con claridad antes de
volcarme en el terreno hormigueante del orgasmo.

Soy un maldito idiota.

Gritando, amortiguando el sonido con mi almohada, me vine sobre mis dedos.


Sofocados flashes causaron una presión en mis sienes. La liberación fue gloriosa. A
decir verdad, todavía le faltaba algo para saciarme por completo.

En la parte de atrás de mis párpados, colores bailaban. Entre los puntos, vi su


rostro perfecto. Ceder a lo que quería sentir fue ciertamente bueno. Fue... liberador.

Lola podría no saber lo que le esperaba, pero no me importaba. Ya no. Todo lo


que quería era a ella.
Ahora que sabía que me quería, aunque fuera sólo en algún nivel subconsciente
físicamente ella estaba apenas aprendiendo sobre... la tentación.

Haría todo lo posible para hacerla mía. Y, mientras estuviera en mi banda, era
claro que tenía bastante tiempo para hacer que todo eso sucediera.

Abrí los ojos y miré al techo de nuevo. Me imaginé a Lola, preguntándome si


estaba haciendo lo mismo. Lo que podría estar pensando después del día que
habíamos tenido juntos.

Cuando me dormí esa noche, soñé con ojos de zafiro, codos vendados, y la
primera nota de No Más Estrellas cuando era tocada por alguien que entendía lo
que la canción realmente quería decir.

No Más Estrellas era una canción que comenzaba con una advertencia. Si
hubiera hecho algo por Lola, algún favor... Había tratado de advertirle que se
alejara de mi. En cada mirada, en cada palabra, le advertí de lo que estaba en mi
interior. Lo que yo era.

Ahora, ella tendría que caminar hacia la oscuridad conmigo y verlo.

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Slow Body Rock
Él sabía que era adicto.

Pensé que sería fumar lo que me mataría.


Lola es más adictiva de lo que el tabaco podría
esperar ser.

Después de sentir su cuerpo caliente, tocar


su piel... incluso si fue un accidente, me he
dado por vencido.

El monstruo dentro de mí va a consumirla.

Estoy demasiado cansado para luchar


contra eso.

Y, sinceramente, no quiero.
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Ella sabía que estaba arriesgándolo todo.

¿Por qué él está tratando de arruinar mi


única oportunidad en el éxito?

¿Mi maldita existencia?

No puedo manejar esta atracción entre nosotros... una gravedad que quiere
entrelazar nuestros cuerpos y fundirme.

Arruinada.

Pensé que Drezden se preocupaba por su banda, que no se atrevería a hacer


nada que pueda romperlos a ellos, y a mi.

¿Cuando me convertí en la única cosa por la que vale la pena perderlo todo?

Slow Body Rock #2


Sobre la Autora
La autora del USA Today Bestselling,
Nora Flite ama escribir romance new adult
(¡especialmente del tipo dramático, rudo!)
Inspirándose en acontecimientos
complicados y experiencias salvajes de su
propia vida, ella quiere compartir esas
historias con su público.

Nacida en el estado más pequeño,


viniendo desde lo que es esencialmente
sucio, ha aprendido a aceptar y apreciar
todas las oportunidades que el mundo le da.

Ella también, quizás, es adicta al café y al sushi. 80


No al mismo tiempo, por supuesto.

Echa un vistazo a su blog: Noraflite.blogspot.com

Serie Body Rock:

Hard Body Rock #1

Slow Body Rock #2

Flawed Body Rock #3

True Body Rock #4


¡Visítanos!

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