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ROAN PARRISH
RIVEN
Serie Riven 1
2
Nota a los lectores
Nuestras traducciones están hechas para quienes disfrutan
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3
Traducción
Klaus
Armando R. Chavez
Jeny82
Corrección
Lelu
Maqueta
Klaus
4
DEDICATORIA
5
AGRADECIMIENTOS
Empezar de nuevo es aterrador y maravilloso y a veces
necesario. Gracias a todos los que me han ayudado a empezar
las cosas de nuevo.
6
SINOPSIS
Theo Decker puede ser el cantante principal de Riven, pero
odia ser una estrella de rock. Los paparazzi, los recorridos
interminables, ser reconocido en todos los lugares a los que va,
todo lo hace retorcerse. Lo único que no odia es la música.
Sentir la energía de una audiencia mientras se pierde en la
música de Riven es una carrera diferente a cualquier otra
cosa... Hasta que conoce a Caleb Blake Whitman. Caleb es
hosco y está dañado, pero sus dedos en su guitarra son pura
poesía. ¿Y sus manos sobre Theo? Son todo lo que él puede
soñar. Pero Caleb no es un fanático… y una noche con él no
será suficiente.
7
Capítulo Uno
Theo
Theo Decker: Reacia estrella de rock.
8
La reacia estrella de rock no era precisamente correcto.
Más bien, la Estrella de Rock, que ama actuar con pasión
ardiente, pero odia ser famoso más de lo que jamás había
esperado. Solo que eso no era un titular muy apropiado.
9
—Está bien, ve —ordené al Theo Decker en el espejo y
empujé la puerta para unirme a mi banda.
10
La multitud. Tronó a mi alrededor, con sus pisadas y
gritos al ritmo de mi propio latido del corazón, su energía corría
a través de mí como la sangre. Estos eran los momentos por
los que vivía. Estos eran los momentos que hacían, que
cualquier miserable fama, mereciera la pena.
11
cuando estaba tramando algo; Ethan asintió y Ven se inclinó
hacia adelante, con los codos en las rodillas.
Ella continuó:
12
Pero no podría decir nada de eso a la banda. Ellos vivían
para esta gira. Después de todo, era para lo que siempre
habían estado trabajando, mucho antes de que me conocieran.
—Yo…
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Estuvimos un día y medio de regreso en Nueva York para
reunir nuestras cosas antes de volar a Europa. Era tiempo
suficiente para recordar todas las formas en las que la gira no
era la vida real, pero no lo suficiente como para sentirse
realmente descansado antes de partir de nuevo. En el
momento en que el coche me dejó en mi apartamento, me
acosté, tan aliviado de saber que nadie llamaría a mi puerta o
trataría de interrumpirme, que dormí varias horas antes de
despertar, hambriento, alrededor de las 10 P.M.
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vaqueros, Chucks y mi camiseta, me parecía un centenar de
tipos cualquiera.
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dio una palmada en la espalda. Fue entonces cuando supe que
no esperaban que yo fuera tan bueno, que me necesitaran para
las canciones que podía ofrecer, sin pensar en cómo sería
tenerme cerca. Me quitó el aliento, ya que me habían
perseguido por la banda una sola vez.
16
escuchar más. No podía ver quién estaba tocando, así que
caminé hasta la puerta de entrada, esperando encontrar una
multitud, pero el lugar estaba casi vacío, solo un par de tipos
solitarios repartidos por el bar.
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Él asintió.
—Gracias hombre.
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—Solo lo probé de dos maneras diferentes. Me gustó más
esa.
—Soy Theo.
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una banda gruesa y lisa de metal que parecía el tipo de cosa
que nunca te quitas.
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Capítulo Dos
Caleb
Era el jodido Theo Decker, cantante principal de Riven.
En el sucio bar de Huey. Y él solo me había escuchado tocar,
algo que solo me permitía hacer en la presencia de Huey en
estos días. Accidentalmente, y solo, nadie escuchando a quién
le importara; nadie alrededor que me recordara. O quien solía
ser, de todos modos.
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¿Atractivo? No. El hombre que estaba de pie frente a mí
era hermoso. Tenía una de esas caras que estaba
perfectamente combinada y en lugar de parecer simple o falso,
era un tipo diferente de belleza desde todos los ángulos. No
llevaba el delineador negro con el que a menudo se lo veía, pero
sus gruesas pestañas negras enmarcaban unos de los ojos más
hermosos que jamás había visto. Estaban atrapados entre el
azul y el gris, como la escarcha sobre el agua, un sorprendente
color plateado que parecía llamativo contra sus cejas oscuras
y una caída de cabello negro hasta los hombros.
22
ganas de besarle la boca con un buen beso y tocarlo de una
forma que me haría saber si todavía sonaba como terciopelo
cuando gemía.
23
Él era ridículamente follable, y yo quería verlo retorcerse
mientras lo tocaba, oírlo gemir contra mi boca. Quería ver su
cabello descuidado enredado después de ser follado en la
cama.
Él bufó.
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Unas manzanas más tarde, dijo:
—Aja.
—Bueno.
—¿Qué aquí?
—A nadie le importará.
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—Entonces, es... —Empezó a tocar, sin decir nada, su
pie derecho tocando la parte de percusión que debió haber
escuchado en su cabeza. Tarareó lo que claramente era el
coro—. Entonces, aquí lo tengo, vuelve a… —Repitió el verso,
el estribillo, luego entró en un puente que lo invirtió y luego
volvió al coro. Era una buena melodía, una estructura fuerte.
Podría estar en la radio tal como estaba. Pero tenía razón en
que le faltaba algo. Algo plano donde debería haber subidas.
—¿Título?
1
Man of the Crowd. El hombre de la multitud es un cuento breve escrito por el
estadounidense Edgar Allan Poe, en el que un narrador sin nombre persigue por simple
curiosidad a otro hombre, durante dos días seguidos, a través de un populoso Londres.
Se publicó por primera vez en 1840.
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para el último coro y sueltas el instrumento al final. O
simplemente tener percusión y voz, como pasos.
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—Sí. —Suspiró—. Estoy frito, sin embargo. No estoy
seguro de poder hacer tres semanas más. Mi voz está tensa y
solo estoy... —Se interrumpió, sacudiendo la cabeza—. Jesús,
parezco un idiota, quejándome de que me paguen por tocar
música. No me escuches.
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en un bar donde tocamos. Ella era demasiado amable para
decirle que era feo, pero te garantizo que esa cosa no está
colgada sobre la barra como prometió.
29
—Sí, me encanta la guitarra. Sin embargo, Coco es mejor
que yo, y Dougal dijo que, de todos modos, no necesitábamos
una segunda guitarra en los conciertos. Toco casi la mitad de
las pistas en los álbumes.
—¿Quién es Dougal?
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Pero la palabra malcriado envió un terremoto de lujuria
a través de mí. Podría imaginarlo de esa manera en la cama.
Malcriado y exigente de todo lo que quería de mí. Le haría rogar
primero y luego se lo daría todo.
31
Capítulo Tres
Theo
—¿Vienes? —Intenté sonar informal cuando llegamos a
mi edificio—. Puedes pasar, si quieres. —Ya que has pasado
casi dos horas caminando con un completo desconocido cuando
ibas a dormir en el sofá de alguien. Caleb me dirigió una mirada
que decía que era muy consciente que eso no era lo único que
quería. Me recorrió con una mirada cargada de promesas que
me hizo estremecer.
—Sip.
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aquí algún día. Nombre corto, potencialmente punible…
prácticamente obvio.
—¿Dobro?
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la tocas así. —Levantó su caja de guitarra e hizo un gesto para
ponerla de rodillas—. Con un slide2.
Asentí.
—Gracias, hombre.
Verde oscuro. Pude ver ahora que sus ojos eran de color
avellana y verde oscuro.
2
El slide o bottleneck es una técnica de guitarra en la cual se toca una nota, y luego se
desliza el dedo a otro traste, hacia arriba o abajo del diapasón. Esta técnica es utilizada
para producir sonidos evocativos, llorosos, melancólicos o chillones.
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Ahora que sabía que estaba seguro que le gustaba, lo
deseaba muchísimo. Miré sus hermosos ojos y me lamí los
labios, luego miré su boca. Se quedó sin aliento y levantó una
mano, tocando mi labio inferior con su áspero pulgar.
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—Jesús —dijo, y desenvolvió mis piernas de su cintura.
En protesta, me aseguré que cada centímetro de nosotros
entrara en contacto mientras me deslizaba por su cuerpo hasta
el suelo. Los ojos de Caleb se oscurecieron.
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—Mierda, el capitán de un barco —murmuré,
recordando lo que me había parecido la primera vez que lo vi.
—¿Hmm?
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su caliente excitación era dulce en mi lengua. Entonces,
respirando pesadamente, él alejó sus caderas y me empujó
contra la cama, besándome tan fuerte como si pudiera chupar
su propio sabor de mi boca.
—¿Tienes un condón?
38
Después de un minuto, aparté su mano y decidí que su
risa baja e indulgente se estaba convirtiendo rápidamente en
uno de mis sonidos favoritos. Levanté mi rodilla, y me giré para
mirar por encima de mi hombro, lanzándole una mirada que
esperaba agilizara las cosas.
39
calor de Caleb detrás de mí, su miembro me estaba jodiendo
como si no me hubieran follado... demonios, tal vez nunca.
Había algo primitivo y sucio en la forma en que usaba mi
cuerpo, la forma en que arrojaba su fuerza para darme
exactamente lo que quería. Lo que ambos queríamos.
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de la mano por la espalda sudorosa y le dio una palmada a mi
bien usado culo. Luego presionó un beso en mi hombro. Me
estremecí ante la combinación de sexy y dulce.
41
anónimamente, o a ligues de una noche que estaban fuera de
sí, o a aventuras intermitentes que no tenían interés en nada
más que en el evento principal.
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—Sí —suavemente contra mi cabello, y lo solté. Creo que
deslizó otro dedo dentro de mí, pero había dejado de notar sus
toques, solo entregándome a ellos. De repente, con el roce de
un dedo y el giro de una mano me corrí, derramando lo que
parecía ser una reserva de lujuria dentro de mí que nunca
había sido explorada. Hice un sonido quejumbroso, mi cuerpo
temblaba con la fuerza del placer, pero era incapaz de moverme
ya que estaba acostado encima de Caleb. Cuando sus manos
se sacudieron hasta el último escalofrío del orgasmo, y yo me
quede temblando y flotando, él me envolvió con sus brazos y
me apretó pegándome más a él.
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Capítulo Cuatro
Caleb
Planté zanahorias, maíz, pepinos y pimientos. Decidí ir
por el brócoli también, aunque llegué un poco tarde a
plantarlo. Con el calentamiento global causando estragos en
todo, quien sabía incluso si vendría el invierno. Resolví que
mañana plantaría calabazas. Era el momento adecuado para
plantarlos si los quería antes de Halloween.
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se oscurecía de marrón a amarilla a una burlona absenta
verde, mientras la nieve se derretía y las hojas podridas se
hundían en el suelo. Observé cómo se reunía la luz,
moviéndose de débil difusión a intenso calor, convenciendo a
cada ser vivo de que volviera a la vida.
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No era la música, no realmente. Era todo lo que le
rodeaba. Era la forma en que una ciudad donde nadie me
conocía me hacía sentir que podía hacer cualquier cosa y luego
alejarme de allí. La forma en que las secuelas de cada
espectáculo se sentían como una fiesta, así que actuaba como
si estuviera en una. Cómo ser visto en el escenario me hacía
sentir, de alguna manera, como si estuviera a salvo. Como si
no pudiera cometer un error tan grande que no pudiera
repararlo.
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pasillo de los paquetes de semillas en una bruma, sin saber
nada de las horas para plantar o las épocas para cosechar,
pero decidí que saldría con la promesa algo por lo que
preocuparme.
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conteos regresivos y el desvanecimiento del metro. Pero,
aunque había notado la belleza de Theo, la de toda la banda
en realidad, y había capturado fragmentos de la música aquí y
allá, nunca la había escuchado realmente.
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En un video, filmado por alguien de pie justo al borde del
escenario, Theo cantaba con los ojos cerrados, una mano
extendida hacia la multitud, moviéndose con la música, la nota
final sostenida, una delicada cosa cristalina haciendo eco a
través de la sala. Parecía feliz, muy feliz. Entonces comenzó el
rugido de la multitud, y pude ver, incluso en un video
tembloroso, el momento en que abrió los ojos pintados de
negro, regresando de donde fuera que iba cuando cantaba y se
convirtió en otra persona. Él parpadeó solemne, con los ojos
muy abiertos y sorprendidos, luego pareció registrar a la
multitud, sonrió tímidamente por solo un segundo y luego se
alejó de la cámara como si no pudiera soportar ser visto por
más tiempo.
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hombros caídos para evitar chocar contra las cosas. Su cabello
rubio oscuro estaba descuidado, y sus ojos eran el azul claro
de los glaciares de las montañas. No era exactamente guapo,
pero tenía una confianza que le hacía más estimulante que
hermoso.
—Aw, vamos, no seas así. Sabes que los amo a los dos
—trató de rodearme con sus piernas cuando pasé junto a él
para coger una cuchara de madera.
50
La cautela en sus ojos me mató. Era una cautela con la
que estaba familiarizado, por supuesto que sí. No se puede
decepcionar a la gente una y otra vez sin estar muy
familiarizado con esa expresión.
—Huevos.
51
Estaba trabajando en un nuevo álbum, su primer álbum
en solitario, y quería que yo escribiera y grabara cuatro de las
canciones con él.
—Bien.
52
—Uhhhhh, sabes que no me gusta juzgar, hermano,
pero tú nueva obsesión es un poco... ¿diferente?
—¿Mi qué?
53
diferentes ciudades, las canciones cobraban vida. Era un baile,
una llamada y respuesta, una conversación continua. Y cada
canción, cada banda, cada sonido que encontraba tenían el
potencial de transformar una canción, darle otra versión de sí
misma.
54
—No eres tú, Rhys, es...
55
delgadas piernas en jarras. Su cabello negro había sido una
nube de tinta contra las sábanas blancas y no había podido
resistirme a empujar un poco a un lado para dejar al
descubierto el negro corte de su ceja, el barrido de pestañas
oscuras, el pómulo agudo y la afilada nariz. Y esa boca
deliciosa, suavizada en el sueño hasta hacer un mohín.
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Capítulo Cinco
Theo
Me arrastré a lo largo de la sinuosa carretera, mis oídos
todavía zumbando por la gira, viendo el punto azul en mi
teléfono acercarse a la marca de destino, y por enésima vez en
una hora, consideré dar la vuelta.
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de él, me excitaba y me quedaba así todo el día. Finalmente,
cuando estaba claro que no iba a dejar de pensar en él, lo
busqué en Google, poniendo “Caleb” y todas las palabras clave
sobre la música que pude, hasta que lo encontré.
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auriculares puestos, para poder acercar su voz lo más posible
a mi oído como lo había estado la noche que pasamos juntos.
—Sí, así es, té. —La repentina sonrisa de Caleb fue para
el barman, pero me desgarró. Tocó dos canciones más
intercaladas con sorbos de té con miel (a lo que generosamente
le aplicó el whisky que tenía en el escenario) antes que su voz
fuera apenas un rasguño.
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hizo un guiño, y la cámara lo atrapó en un ángulo como si
estuviera guiñándome a mí.
60
ciclo de veinticuatro horas en las habitaciones de nuestro hotel
en la gira.
61
Pasé semanas pensando en este hombre, escuchando su
música, pero ahora me parecía ridículo estar aquí. Que
hubiera rastreado la dirección de alguien que me había dejado
en la cama después de follarme, sin siquiera un número de
teléfono o una nota.
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—Quería estar cerca de ti —fue la joya confusa que se
cayó de mi boca, y Caleb alzó las cejas—. Oh Jesús, no me
jodas. Eso fue tan acosadoramente espeluznante. No es lo que
quise decir. —Era exactamente lo que quise decir.
Mordí mi labio.
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gemelos de desapasionamiento helado. La noche que sugerí a
Ven, Ethan y a Coco que nos juntáramos para la cena después
de una sesión de escritura, y ellos intercambiaron miradas de
asombro, como si no hubiesen esperado que tener un nuevo
miembro de la banda significara tener que salir con él.
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sospechas. Quería que fuera deseo, pero pensé que podría ser
miedo.
65
Otro asentimiento, y los ojos de Caleb me estaban
mirando tan profundamente que era como si pudiera sentirlos
en mi piel.
—Está bien.
66
Capítulo Seis
Caleb
Cuando abrí la puerta para encontrar al hombre, en
quien había pensado y sobre el que vi videos durante las
últimas semanas, de pie en la puerta de mi casa, tuve un
momento de dislocación tan fuerte que fue como despertar en
la gira y darse cuenta que estaba en una ciudad diferente de
la que creías que estabas, las cosas eran lo suficientemente
similares como para que pensaras que eran familiares cuando
solo eran cosas distintas.
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Y yo... lo dejé entrar. Abrí la puerta y dejé que se
deslizara dentro tan agudo y dulce como una aguja. Lo dejé
entrar porque la idea de rechazarlo era más de lo que podía
soportar. El aislamiento tranquilo de este lugar había sido una
precaución necesaria; luego un bálsamo, cuando todos mis
nervios estaban agudos y cada sensación se sentía como un
amplificador llevado a 10. Miré a Theo de pie allí, sus ojos
plateados esperanzados y avergonzados, todo ángulos agudos
y cabello desordenado y labios mordidos, para dejarme sentir.
Realmente lo sentí. Y lo que sentí fue una ola de deseo tan
fuerte que casi me golpeó en el culo.
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había plantado a treinta centímetros de distancia, con tallos
visibles—. Uh, ¿qué hago con esto?
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importarle. En el momento en que le di permiso para quedarse,
que le mostré que era bienvenido, había perdido la piel
pegajosa por la incomodidad que había estrangulado nuestra
conversación anterior, y volvió a ser el hombre que había
conocido esa noche en Nueva York. Expresivo y abierto,
caviloso de un tema a otro, y contando historias sembradas
con pequeñas gemas de detalle que me daban una idea de
cómo funcionaba su cerebro.
70
—Parece justo que te quedes a cenar —dije una hora
más tarde cuando volvimos a entrar a la casa, sudados, sucios
y arrastrando una gran cantidad de productos—. Después de
todo, ayudaste a obtenerlos.
71
moviéndose bajo la caída de la ducha donde me había sacudido
pensando en follar con él al menos diez veces desde la noche
en que sucedió.
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algunas cosas desde que había venido y probablemente
debería mandarle un mensaje de texto para decirle que tenía
cosas para que él escuchara.
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piel oscura era impecable y tenía el tipo de rasgos
perfectamente simétricos y pómulos altos que parecían casi
irreales. Ethan Duskie era blanco, con cabello castaño claro y
ojos azules, y parecía un anuncio de yates cobrando vida.
Venedictos Petros era griego, con brillantes ojos oscuros,
cabello oscuro y resplandeciente, y lustrosos dientes blancos
que centelleaban contra su piel aceitunada.
—¿Genéricas? —ofrecí.
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—De alguna manera lo odio —dijo en voz baja. Cuando
levantó la mirada hacia mí, sus ojos eran severos, su expresión
era un delicado equilibrio de dolor y enojo.
—¿Odias a la banda?
—¿Qué?
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lo que pensaba que sería. Y segundo… —deslicé mi mano en
Theo y apreté— …se te permite sentir como te sientes. No
admitirlo no hace que los sentimientos desaparezcan.
—¿Te gustó?
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algunos compases de “Down at the Heels”—. Esa canción me
atormenta, amigo. De hecho, debo haberla escuchado diez
veces tratando de descubrir cómo es que... joder, cortas el tono
de lado, no sé. Y tu voz es... sexy como el infierno.
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párpados se volvieron pesados. Prácticamente podía sentir la
lujuria saliendo de él, y definitivamente me afectaba—. Me fui
porque me haces querer cosas y es más fácil no querer nada.
Más seguro.
Bufé tristemente.
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Me aparté de él un poco, como si la distancia tuviera alguna
esperanza de sofocar la tensión del aire entre nosotros—. Solo
necesito pensar un poco. Asegúrame de hacer una elección.
Puedes quedarte, si quieres. Es un largo viaje de regreso a la
ciudad. Pero yo me quedaré en el sofá. Dios sabe que lo he
hecho con bastante frecuencia antes. ¿Está bien?
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las estrellas como lo había hecho yo tantas veces en el último
año.
—¿Te molesta?
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algunas palabras murmuradas que no pude entender. Todo
sobre él se abría paso debajo de mi piel, como una bala que
lentamente se abría camino hacia mi corazón.
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Capítulo Siete
Theo
Caleb recibió una jodida llamada de teléfono para ir a
Stormville, pero nos enviábamos mensajes de texto a menudo.
Y cuando recibí un mensaje de texto a las dos de la mañana y
se hizo evidente que tenía muchos problemas para dormir,
comencé a llamarlo tarde, y hablábamos, vagando por mi
departamento porque no podía quedarme quieto y él hacía lo
mismo buscando una mejor cobertura. Una vez, cuando lo
escuché maldecir, le pregunté dónde estaba, y me dijo que
estaba de pie en el huerto de calabazas y que había pisado el
rastrillo.
82
porque tenía que usar un abrigo encima, pero siempre lo
olvidaba hasta que llegaba la hora de irme. O me decía a mí
mismo que tal vez este año no haría tanto frío.
—¿Creciste en Ohio?
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Resultó que una pelea con mis padres por dejar la
escuela había sido el catalizador de todo lo que vino después,
con Riven.
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El resto, como dicen, es historia.
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Unos días más tarde, recibí un mensaje de texto de
Caleb que decía que estaría en la ciudad esa noche para ver
un espectáculo que iba a tocar un amigo suyo.
¿Conoces su música?
86
Le devolví un Emoji sonriente y estaba camino de la
ducha cuando me llegó un mensaje.
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—¿Estás bien? —preguntó, y yo me incliné, queriendo
olerlo.
Él bufó.
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—Jodido filtreador —dijo, pero sus ojos sonreían y él no
apartó la mirada.
—Depende —soltó.
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Los ojos de Caleb me quemaron. Jesús, él era la persona
más intensa que había conocido. Y conocí a algunos hijos de
puta intensos. Su mano subió para ahuecar mi mejilla, y
presionó su pulgar contra mi boca. Luego, deliberadamente,
negó con la cabeza, y de hecho sentí que mis ojos se nublaban
por la intensidad de mi decepción. Por lo mucho que quería
sentir su boca sobre la mía. Qué desesperadamente horrible se
sentía la distancia que había puesto entre nosotros.
90
Como intérprete, nunca había tocado frente a una
multitud como esta. Me encantaba el enamoramiento eléctrico
de nuestras multitudes de los conciertos. Pero era como si nos
hubiéramos perdido un paso intermedio. La mayoría de las
bandas comenzaban pequeñas, ganaban éxito local y tocaban
en conciertos progresivamente más grandes. Nosotros
habíamos empezado a la velocidad del rayo, arrancados de la
multitud antes de haber tocado en muchos shows y haber
llegado a un acuerdo con una gran discográfica.
91
alrededor con pánico a medida que la costa se alejaba con cada
ola.
92
Si bien su música original era buena, me sorprendió su
ejecución de algunos de los estándares, y algunas versiones
que convirtieron de pop rock en baladas o rumbling blues.
Cuando terminaron su segundo set, tuve que aplacar mi
entusiasmo a propósito, así que no me llamó la atención sobre
lo mucho que quería animarlos. Caleb me lanzó una mirada
divertida y me hizo un gesto hacia el backstage.
93
pie detrás de él. Empecé a decirle cuánto me había encantado
el espectáculo cuando cambió su expresión.
94
—Bueno, ¿qué fue esa mierda, entonces? ¿Me echaron
un vistazo y nos dijeron que nos fuéramos? —Golpeé mi puño
contra el ladrillo, dándome cuenta que lo que sentía era más
humillación que enojo. Estos eran músicos profesionales y
talentosos, que me miraron y vieron basura. Basura vendida
con la que no tenían interés en hablar.
—¿Entonces, qué?
95
mano, y comenzó a hablar sobre la técnica de cómo se llamase
el contrabajo. Me frotaba el estómago y rozaba los dedos contra
los brotes apretados de mis pezones mientras se inclinaba para
señalarme algo a través de mi ventana. Cuando él puso su
mano en la parte posterior de mi cuello y comenzó a jugar con
mi pelo, gemí. No me dejaba tocarlo, desviando cada intento
con un golpe juguetón y la insistencia de que no era seguro.
Después de algunos desaires, comencé a hacerlo a propósito
porque sus golpes comenzaron a sentirse como caricias.
96
En el aparcamiento de mi edificio, intenté saltar sobre él
tan pronto como paró el coche, pero me agarró contra la puerta
de la camioneta por mis antebrazos y se inclinó, lamiendo
lentamente a lo largo de mi cuello, luego gruñó:
—¿Sientes eso?
Asentí tan rápido que casi solté las llaves, y Caleb pasó
los labios por mi cuello con enloquecedora dulzura,
mordiéndome la nuca cuando la puerta finalmente se abrió.
97
que me estaba obsesionando rápidamente, y un torso que
quería lamer, morder y quedarme dormido con la mejilla
puesta encima. Nunca había sido muy aficionado a las barbas,
pero la de Caleb simplemente destacaba las líneas limpias de
su cara y cabello perfectamente, y de alguna manera hacía su
desnudez más dramática.
98
Me dio la vuelta sin esfuerzo, y me tendió en la cama. Lo
escuché agarrar un condón y el lubricante de la mesita de
noche, pero me sentí como si estuviera en una niebla de
excitación demasiado gruesa para procesar cualquier cosa
excepto el toque de sus manos y el aroma de su piel.
—Mi culo.
99
Me palmeó el trasero otra vez, como si estuviese
evaluando lo que era suyo, y me dio unas palmadas, mi culo
rebotando tras cada una de ellas. Había algo sucio y
humillante en dejarlo hacer esto, pero aunque mi cara estaba
en llamas, quería que continuara para siempre.
100
cuerpo, gimió y me apretó el hombro. Presioné hacia él,
rebotando mi culo un poco sobre su polla. Él golpeó como un
rayo. En un abrir y cerrar de ojos, me abrió de par en par de
nuevo, con la cara entre las sábanas, los brazos extendidos,
mientras Caleb me golpeaba con movimientos largos y
profundos. Se sentía como si corriera una carrera consigo
mismo: ¿podría hacerme llegar antes que perdiera el control?
101
que su leve toque se sintió como un golpe—. Joder, sí, estás
tan caliente. Retorciéndote mientras me tomas. —Apretó mi
polla un poco más fuerte y mis caderas se volvieron locas,
tratando de empujar hacia delante para obtener más de su
mano, tratando de presionar hacia atrás para obtener más de
su pene, y gemí de frustración atrapado entre los dos.
102
Capítulo Ocho
Caleb
—¿Qué diablos te pasa, hermano?
—Muy esclarecedor.
103
—Lo siento. Estas todo... en las nubes o algo así.
Distraído. Y como soy totalmente encantador, tenía que
preguntarte.
—He estado... hay un tipo. Y soy tonto con él, pero creo
que es un desastre. Y otro desastre es lo último que necesito
en este momento. Pero no puedo parar... de pensar en él.
Quiero estar cerca de él.
—Sí, bueno.
104
—Su nombre es Theo. Y esa es la cuestión, claro, es que
él es…
105
que sea que decidas sobre mi álbum —me dio un codazo—
todavía tienes la música. No sé lo que harás con eso todavía,
pero no hay manera de que Caleb Blake Whitman deje de hacer
música. Prácticamente la irradias. ¿Qué estabas cantando en
el jardín, eh?
—¿Eh? Yo no estaba...
—Marinar.
106
que decir sobre todo, y tenía opiniones fuertes sobre las cosas
más suaves.
107
cosas o interrumpiéndose a sí mismo para garabatear letras o
progresiones de acordes o partes de una melodía en el
cuaderno que llevaba, o enviándose notas en su teléfono. Lo
respeté.
108
—Cuando estaba en la escuela media, aprendí otras
cosas. Guitarra, bajo, el puto banjo, porque había uno en la
sala de música. Violín. Toqué eso en la orquesta en la escuela
secundaria porque ya tenían suficientes personas tocando el
teclado.
—¿Aún tocas?
109
vivía en un barrio de mierda en Queens que también albergaba
un sitio ilegal de un carnicero que vendía carne en su balcón),
él no hacía nada... típico de las estrellas de rock y era una
consecuencia natural del hecho que él realmente no pensaba
en sí mismo de esa manera, excepto en los momentos en que
se veía obligado a esconderse de la prensa o ser reconocido.
110
más importante, la prueba de que no solo habían sido las
drogas las que me habían convertido en el músico que era.
111
Theo entró corriendo a través de la puerta principal
cuando yo estaba tirando de la ropa después de una ducha.
—¿Yo… Qué?
112
—Caleb, yo no... ¿qué hice?
113
Capítulo Nueve
Theo
—Diablos, Decker, ese eres tú. De nuevo.
114
porque era todo lo que nos habían dado el presupuesto, y no
conocíamos nuestro sonido lo suficientemente bien como para
experimentar. En nuestro segundo álbum, entramos con las
canciones sólidamente construidas, y las grabamos por partes,
añadiendo pistas más adelante cuando las necesitábamos.
Desde el punto de vista de producción, el álbum había
funcionado bien, pero las canciones no poseían el alma de
tocar en vivo. Odiamos lo perfectas que sonaban, lo ingeniosas.
115
—Lo siento chicos —dije por centésima vez—. Voy a
tomarme diez minutos.
116
Que él estaría bien sin mí. Era un sentimiento
asquerosamente familiar.
—¿Caleb?
117
—¿Qué estás haciendo aquí? —preguntó, con voz baja y
ronca por el sueño.
—¿Puedo entrar?
—Estás dentro.
118
cara, echó la cabeza hacia atrás contra el respaldo del sofá y
se pasó las manos por la cara, la barba y el cabello.
—¿Por qué?
119
para cepillarme el pelo—. Lo siento —dijo de nuevo, tan
suavemente que era solo aliento.
—Fui con Rhys unos días, pero después de eso supe que
Matt quería que me fuera. No puedo culparlo. Yo estaba
gruñón, y Rhys y yo no hacíamos más que hablar de todo. Eso
es lo que hacemos. Pero Matty no es así. Él es un tipo sensible.
Se mete debajo de la piel, así que tuve que irme. Y cuando volví,
simplemente... comencé a trabajar en algunas cosas, y lo he
estado haciendo desde entonces. No puedo dormir mucho.
—¿Qué pasa?
120
hablando con Antony. Oye, debería escribir una canción
llamada “Crossword Puzzle Blues” y dedicársela a él.
121
—Eso es increíble —le dije—. Gracias.
—¿Caleb?
—Hmm.
122
Capítulo Diez
Caleb
Theo estaba encerrado conmigo en la granja. Llamó a la
banda y les dijo que solo necesitaba un cambio de escenario,
pero que si le daban una semana, les prometía que volvería y
que iba a ir con dos nuevas canciones. Incluso se ofreció a
pagar por la cancelación del estudio de esa semana de su
propio bolsillo, un gesto que decía mucho sobre cómo se veía
a sí mismo en relación con la banda.
123
Rhys, aunque estaba bastante seguro de que iba a decirle que
me sumaba al proyecto.
124
—¿Está tu chico aquí? —preguntó, señalando por
encima del hombro hacia donde estaba estacionado el coche
de Theo.
125
Theo intentara retroceder, y casi pisó el teclado. Lo agarré del
brazo y lo liberé del agarre de Rhys, cerrando una mano
alrededor de su cadera en el proceso.
126
que había tocado cuando era más joven, le producía alegría, e
incluso con el teclado Casio no podía disimular eso. Cuando
terminó, levantó los dedos de las teclas de una manera que
parecía ritualista y apoyó las manos sobre las rodillas, y luego
vi lo que no había visto con su pelo en la cara. Sus ojos estaban
cerrados. Cuando se abrieron de golpe, eran soñadores, más
plateados que azules, y vi la autoconciencia en él.
127
Gary era un guitarrista que tocaba en el Ruby Slipper en
Memphis, y había traumatizado a Rhys por tener un ataque de
pánico después que Rhys no dejara de hacerle preguntas sobre
cómo usaba su agudo. Resultó que el ataque de pánico tenía
poco que ver con el intenso enfoque de Rhys, pero Rhys se
había sentido muy mal al respecto. En realidad, era un oso de
peluche, y le molestaba cuando su volumen e intensidad se
interpretaron como agresivos en lugar de lo inverso.
Yo resoplé.
—No.
128
mi abuelo cuando vivía aquí. Luego tuvo un derrame cerebral
y se fue a vivir a una casa de retiro cuando yo tenía trece años.
Pero recordé cómo miraba a mi madre, a mi hermana y a mí,
sorprendido, como si él tampoco estuviera acostumbrado a
tener a alguien en la casa. Tal vez ese era el tipo de lugar en el
que se encontraba: un lugar para un solo hombre, ya fuera
claustro o ataúd.
129
que Theo se había quedado dormido, cuando comenzó a
presionar pequeños besos en mi hombro, luego enterró la cara
en él.
—¿Estás bien?
130
—Bien. Ella siempre está bien.
131
—¿Te dije que en realidad no son mis padres?
132
haciendo los movimientos por segunda vez. Ya habían tenido
su propio hijo y se suponía que no debería estar allí, pero
hubiera sido escandaloso deshacerse de mí. No habría sido
apropiado. Lo que sea.
133
—¡Caleb! Ca... Oh, mierda —dijo la voz de Theo desde
afuera, interrumpida por el sonido de él tropezando con algo.
Sonreí a las papas que estaba cortando.
—En la cocina.
134
registramos ambas pistas hoy, y joder, estoy muy aliviado. Y
cansado. Y hambriento. Y muy caliente. Además, ¿te saludé?
135
húmeda, esos labios perfectos estirados a mi alrededor, y sus
mejillas ahuecadas.
—Oh, joder.
136
El calor húmedo de la boca de Theo se sentía como
terciopelo a mi alrededor, el placer agudo y limpio.
137
Al verlo, con los ojos cerrados, la lengua fuera, lo agarré
y lo besé con fuerza, saboreándome en su boca, y luego lo llevé
al suelo, alcanzando su polla. Gritó cuando lo tomé en mi
mano, dando tumbos contra el linóleo en una caída de pelo y
codos y rodillas.
—Básicamente.
138
Capítulo Once
Theo
Caleb y yo estábamos en su cama, la luz del sol entrando
por la ventana e iluminando el castaño rojizo en su cabello y
barba oscuros. Tenía sus dedos en mi cabello y todavía estaba
dormido, y yo lo miraba con somnolencia, deleitándome con la
sensación de su piel, su olor, el peso de su pierna sobre la mía.
139
Vi que era mi llamada de agente, y también vi que eran
solo las 7:30 de la mañana. Pero cuando apagué el teléfono,
Lewis volvió a llamar y tuve un mal presentimiento en la boca
del estómago.
—Uhhh. ¿No?
—¿Dónde estás?
140
—Lo siento, ¿qué?
141
rígido en mi contra y supe que había mirado hacia la laptop—
. ¿Qué demonios es esto?
Él no me miró.
142
—Mira, esta es la razón... —dijo Caleb al suelo—. Es por
eso que no podemos tener una relación.
143
y cada clic y risita me atravesaba como un martillo en un
espejo. Mis nervios estaban destrozados y todo lo que quería
era la comida tailandesa en la bolsa de plástico que colgaba a
mi lado, pero no sabía cómo llegar a casa. El bloque y medio
entre mi puerta y yo parecía dilatarse indefinidamente con
cada persona que miraba hacia mí.
144
La comida se había ido y otro episodio había comenzado
automáticamente, y yo simplemente me senté allí, sin saber
qué hacer. No había nada que hacer, de verdad. Me fui de lo
de Caleb la otra mañana porque claramente quería que me
fuera y porque tenía que ir al estudio de todos modos. Pero
desde entonces, no había tenido noticias suyas y no lo había
llamado. Es por eso que no podemos tener una relación, había
dicho. No fue mucho más claro que eso.
—Hola —dije.
—Bueno, lo hiciste.
—Lo sé.
145
—No lo hice a propósito. Ni siquiera sabía que había
alguien allí.
—Lo sé también.
—Cariño, yo…
—No hagas que parezca que estoy evitando algo así como
lavar la ropa. No tienes idea de lo que estoy pasando, ni idea
de lo difícil que es para mí pasar el día a veces. No me hagas
pasar por un pequeño imbécil.
146
—Podríamos encontrar una manera —me atraganté—.
Resuélvelo.
—Fui muy bueno. Ahora no soy nada. —Su voz era vacía,
arrepentida y odiosa. Pero sobre todo, era una certeza. Ya
había decidido que era demasiado difícil, demasiado
arriesgado, no valía la pena.
147
Capítulo Doce
Caleb
Durante tres días, me enfurecí con la granja, limpiando
y destruyendo alternativamente todo lo que entraba en
contacto conmigo. Limpié el suelo de la cocina solo para
romper botellas de ketchup y mostaza sobre él. Me comí una
caja entera de cereales que encontré en el armario y no
recordaba haber comprado, solo para vomitar cuando me
revolvió el estómago. Estaba buscando algo que pudiera infligir
a mi cuerpo que no dejara espacio para pensar. Pasé horas
sacando piedras de la tierra, hasta que mis hombros y espalda
me dolían tanto que apenas podía moverme. Luego me tendí
en la bañera hasta que el agua se enfrió, demasiado cansado y
disgustado como para arrastrarme a la cama.
148
Los hechos eran estos. En algún momento durante las
últimas semanas, comencé a vivir de nuevo sin darme cuenta.
Empecé a pensar en la música de nuevo. Me había despertado
y mi primer pensamiento no siempre había sido ansia o miedo.
El lado cursi de mí quería decir que Theo me había devuelto a
la vida, como el príncipe en un cuento de hadas. Pero no era lo
que había hecho, era estar cerca de él lo que me había hecho
sentir.
Esperanza.
149
Matt salió de la habitación en algún momento, todavía
medio dormido, con el cabello revuelto y su delgado torso
envuelto en una de las sudaderas de Rhys, y Rhys lo besó y lo
envió a la cama con una explicación en voz baja. Pensé en
Theo, en el calor somnoliento de él en la oscuridad,
despertando lentamente como una orquídea en floración
nocturna, sus extremidades extendidas tan tiernas y sinuosas
como pétalos púrpura magullados. Y sentí un aguijón que me
había perdido, alojado en algún lugar entre mi estómago y mi
corazón, me sacudí, quedándome vacío y dolorido pensando en
la forma que se sentía en mis brazos.
150
hombre, peleaba con él, me reía con él, soñaba con él. Me
agarré fuerte, probando el dolor como una lengua hurgando en
un diente dolorido: ¿esto todavía dolía? ¿Todavía me estaba
castigando a mí mismo? Pero el dolor estaba centrado en otra
parte. Estos no eran los brazos en las que quería dormirme;
este no era el hombre con el que quería reírme, con el que
quería soñar, demonios, incluso luchar. Porque él no era Theo
Decker.
—¿Rhys?
151
acuerdo, entonces. —Pasó al modo negocios—. ¿Qué tal si me
enseñas una canción en.… dos semanas? ¿Trato?
—Estupendo.
152
otra persona, los detalles de lo que decían ahogados por las
tostadas y las risas y conversaciones.
153
ponía a un lado, me caía, donde antes de pisar en la oscuridad,
los dedos se cruzaban para que la cuerda estuviera allí.
154
—Creo que eso es lo que me asustaba tanto con Theo.
Estaban todas las cosas de la fama. Lo peligroso que parecía,
ser absorbido por ese estilo de vida, el escrutinio. Pero sobre
todo es... cuánto le quería, de la forma en que lo quería. Se
sentía demasiado cerca de ese deseo, ¿sabes? Me sentí
demasiado cerca para estar cómodo.
155
Asentí. Así era como me sentía. Como en el último mes,
escudriñé cada detalle de mi vida, sostuve a cada uno frente a
la luz y me pregunté si eso me perjudicaba o me ayudaba.
—No lo creo.
Él asintió.
156
Imagínate si tuvieras que consumir y tuvieras que hacerlo solo
una cantidad determinada todos los días y no salirte de los
rieles, pero sin abandonarlo. Imagina tener que mirar esa
aguja frente a tu cara, en el desayuno, el almuerzo y la cena.
—Joderrrrrrr.
—¿Que?
—Nada.
—Habla.
157
La expresión de Huey era feroz, pero él no era un
farsante.
—Huh.
158
Capítulo Trece
Theo
DOS MESES DESPUÉS
159
noche, me sumergía en la música como si pudiera atrapar un
rayo en mi mano extendida y esgrimirlo como un látigo en el
escenario.
160
mostrador en mi camerino, con sus manos y su liberación
dejando manchas en el espejo.
161
se transformó en algo completamente diferente. Comencé a
escribir sobre cuando las cosas habían cambiado desde la
emoción sobre nuestro primer álbum hasta llegar a las listas
de éxitos, al temor que ahora sentía cada vez que salía de la
casa o del hotel, o iba a cualquier parte donde fuera probable
que me reconocieran. Ese pavor se había arrastrado
lentamente hacia mí, tan lentamente que casi no me di cuenta
hasta que me comprendí que ir a la granja de Caleb me
liberaba de eso.
162
Mi corazón comenzó a palpitar a un ritmo que me dejó
mareado y tragué compulsivamente a través de la lengua seca
como si fuera un hueso.
163
—¿Cómo has estado? —pregunté, rodando mis ojos
internamente ante el mal diálogo de “oh hola, hagamos
conversaciones pequeñas”.
164
—Quiero volver a intentarlo —dijo, haciendo sonar el
suave timbre del viento sobre el agua—. Espero que me des
otra oportunidad.
165
Sabía que había cosas que tendríamos que resolver. Pero
ahora solo había una cosa que importaba.
166
—No lo haré. No de esta manera. Te tengo. —Para
subrayar eso, él nos presionó tan fuertemente que pude sentir
su corazón latir al ritmo del mío.
167
pollas, apretando con fuerza. Grité y empujé, el calor
aterciopelado de su polla y la aspereza de su mano era el
contraste perfecto.
168
—Solo dímelo —dije.
169
—¿Dónde estaba tu manager en todo esto? ¿O Lewis?
—Café.
Mordí su hombro.
170
asideros metódicamente como un escalador, otras veces
saltaba de un lado a otro de una manera que parecía
caprichosa pero que debía significar algo para él. Mi enfoque
era diferente: encontraba una nota o una progresión que me
parecía correcta y luego la desarrollaba a partir de ahí. Pero
nos entendíamos el uno al otro. Podía ver lo que Caleb estaba
tratando de captar, de la misma manera que podía sentir lo
correcto de lo que yo encontraba, aunque no pudiera
explicarlo.
171
Capítulo Catorce
Caleb
—¡No, Lewis, no voy a hacer eso! ¡Absolutamente no! —
Theo estaba gritando por su teléfono, paseando por el porche
donde la señal era mejor—. Bueno, si eso sucede, supongo que
aceptaré que soy una mierda en mi trabajo, ¿no? Porque no
sincronizare mis labios y no puedo creer que me lo estés
pidiendo.
172
Ya había vivido lo suficiente, y visto lo suficiente, que
cualquier pedazo de ingenuidad sobre este negocio debería
haber sido despojada de él. Pero me estaba dando cuenta de
que pasaba gran parte de su tiempo sintiéndose como un
intruso en Riven, a menudo se perdía la parte en la que, en
comparación con el mundo, era una estrella. Lo sacudía
cuando recibía un tratamiento especial, lo hacía sentir
incómodo cuando las personas le hacían deferencias, y lo
enojaba cuando la gente pensaba que él sabría mejor que nadie
sobre cualquier cosa que no fuera música.
173
cuando quisiera, pero no pude evitar pensar que guardarlo
aquí significaba una razón más por la que tenía que venir.
Él se encogió de hombros.
Theo se rió.
—Bien.
—Gracias.
174
—Sip, pero, uh... —Sus ojos se lanzaron a su bolsa—.
No me mates, pero traje… —Rebuscó en la bolsa y sacó una
pila de cajas de macarrones con queso Kraft—. Me encanta lo
que cultivas y lo vamos a comer… pero estoy muy... muy
cansado de comer tortilla —dijo en tono de disculpa.
Me reí.
175
alguna manera, los rasgos faciales se mezclaban y los cortes
se combinaban para que su calabaza pareciera el cadáver de
un anciano o un bebé muy feo. En realidad era un poco
horroroso.
Él resopló.
176
—¿Qué? No, está bien. El mío probablemente colapsará
e incendiará toda la casa de todos modos. O traumatizara a los
animales que pasen.
177
Se relajó cuando vio que no me ofendía y volvió a tocar,
esta vez otra cosa. Algo que no reconocí. Algo oscuro y rastrero.
—¿Eh?
Mi pulso se aceleró.
178
—Simplemente son diferentes. Las otras canciones se
sienten como para Rhys, pero estas no. Son... más rudas, más
profundas. Se sienten como tú.
179
Apisoné mi cigarrillo en el porche y lo empujé hacia
adentro. La mano de Theo me atrapó mientras caminaba hacia
la cocina.
—No. No es el mismo.
180
haberles contado cualquier cosa y hubieran aplaudido porque
era algo que Caleb Blake Whitman hizo.
Me alejé de él.
181
Era como si el mundo se hubiera centrado en Theo
utilizando una palabra como travesuras para describir el
vertido total del desastre que era mi vida, e hice una nota
mental para contárselo a Huey. Le encantaban los eufemismos
que la gente usaba en las reuniones para describir su
comportamiento, y le encantaba decirles que ‘llamaran la
mierda por su nombre’ cuando los usaban.
182
Ahuequé su rostro en mis palmas y bajé la frente para
presionarla contra la suya. Podía sentir su aliento, cálido
contra mi rostro, y sus brazos se curvaron sobre mis hombros,
como dos jugadores de fútbol, acurrucados antes de nuestra
próxima jugada.
183
Capítulo Quince
Theo
Era la extraña sensación de escuchar rumores sobre
alguien y luego darse cuenta de que uno sabe de quién está
hablando todo el mundo. Estaba acechando en los tableros de
mensajes y páginas de fans de Caleb Blake Whitman, leyendo
historias, mirando fotos y tratando de ver si la gente todavía se
preguntaba cuándo saldría el siguiente álbum.
184
conocían íntimamente, y Caleb no lo ocultó. Pero en las fotos
de ellos actuando juntos, su amor estaba claro.
185
Estaba empezando a tramar un plan.
—No, lo sé.
186
la usemos. Parece agradable, ¿verdad? no tener que
preocuparse por eso.
—Pero... te he visto.
187
Siempre imaginé al resto de mis compañeros de banda
viviendo vidas similares a las mías. Tener que esconderse en
lugar de mostrar sus rostros en público, necesitando planificar
las rutas menos pobladas para llegar a donde iban, sopesando
el estrés de lidiar con cualquier drama público inesperado que
pudiera surgir en contra del deseo de hacer un recado o ver un
espectáculo. Me imaginé que conocían algún tipo de secreto
que yo no conocía. Que estaban haciendo bien las cosas y que
yo era el único que, por alguna razón, no sabía cómo lidiar con
eso de ser una estrella de rock cuando no estaba actuando.
—Oye, ¿Ethan?
188
El coche se refería al servicio de limusina que Dougal
había puesto para nosotros. Solo lo había usado cuando todos
nos dirigíamos al aeropuerto para realizar giras.
189
cabeza y me miró de arriba abajo—. ¿Por qué diablos te
preguntarían eso? Usas lo mismo todos los días.
190
En la última hora me había dado cuenta que se había
abierto una especie de abismo entre Ethan y yo, no, que
aparentemente había habido un abismo que no sabía que
estaba allí. Y estábamos hablando el uno con el otro a través
de él. Me sentí terriblemente incómodo porque me miraba
como si yo tuviera algo que él quería. Y no podría decir que el
deseo fuera en ambos sentidos.
—¿Qué?
—¿Qué personaje?
191
Nos metimos en una cafetería en la esquina, y cuando la
gente comenzó a hacer fotos mientras esperábamos nuestras
bebidas, Ethan me miró, pero no dijo nada. Cuando nuestros
cafés estuvieron listos, él simplemente me llevó fuera y
comenzamos a caminar de nuevo. Me obligué a relajarme, y
saqué el sombrero del bolsillo y me lo coloqué sobre la cabeza.
—Pero yo…
—¿Qué?
192
—Se mordió el labio—. Entonces, de todos modos, te lo digo,
en caso de que esta sea una de esas cosas que aleatoriamente
no sabes. Eres un cantante asombroso y un compositor
realmente excepcional. Punto.
193
solo te costará el doble. De todos modos, de dónde sacas tus
vaqueros, amigo. Hacen eso que siempre se ven increíbles.
194
Capítulo Dieciséis
Caleb
Algo era diferente sobre Theo, pero estaría condenado si
pudiera decir lo que era. Llegó a la casa hace media hora y yo
lo miré entrecerrando los ojos, tratando de descubrirlo.
Finalmente, cruzó los brazos sobre el pecho y ladeó una
cadera, todo irritado y espinoso.
—¿Qué?
195
Theo puso los ojos en blanco, parecía avergonzado.
—¿Esa no es tu ropa?
—¿Qué?
—Huele a mierda.
Asentí.
—Sí, no es mi favorito.
196
Más tarde esa noche estábamos acostados en la cama.
Theo, afortunadamente, olía como Theo otra vez, y yo estaba
jugando con su cabello.
197
Sentí una oleada de afecto por él. Era ingenuo por su
parte no darse cuenta de los celos detrás del resentimiento de
sus compañeros de banda. No tener idea de que el batería de
Riven no atraería tanta atención como su cantante principal.
Lo hacía. Pero también era muy, muy Theo.
198
—Si fuiste honesto con ellos y no te creyeron, ¿qué más
pudiste haber hecho?
—¿Qué piensas?
—No lo sé. Todos son más extrovertidos que yo, así que
después de los shows salían y yo todo lo que quería hacer era
irme a dormir. Pero supongo que sí me invitaron. Mierda.
199
Se sentó y miró a la oscuridad. A la luz de la luna, tenía
la piel pálida moteada de tatuajes y un halo de pelo negro.
—Tal vez.
—Dispara.
200
—Lo siento, no tienes que contármelo.
—¿Los ves?
201
—Mi papá es alcohólico. —Salió amargo y duro. Como si
estuviera en una mala posición para juzgar—. No puedo estar
cerca de él, ahora. Antes, bueno... después que se divorciara
realmente no quería tener mucho que ver conmigo o Kate. Él
no era desagradable, solo desinteresado. Tenía un modelo
totalmente nuevo que estrenar. Una segunda oportunidad. Y
su esposa, Dana, ella es... digamos que podría hacerlo mucho
mejor con mi padre y es deprimente como el infierno de ver.
202
conduje hasta el bar más cercano. Me emborraché y anoté en
el baño y regresé a casa a tiempo para desmayarme en el sofá.
Cuando me desperté en la mañana, las luces de ese árbol
patético brillaban con desesperada alegría, y mi madre estaba
sentada en la silla mirándome. Seguí su mirada hacia mi
brazo, donde mi manga todavía estaba enrollada y la nueva
marca del pinchazo estaba clara. Y sentí la desesperación del
fracaso agravada por tener un testigo de ello.
203
Terminamos la canción que habíamos empezado a
escribir juntos en su apartamento también, y me desperté y
encontré a Theo tendido boca abajo a mi lado, apoyado en los
codos y escribiendo en su cuaderno. Esbocé una mano por la
hermosa curva de su columna vertebral y él se estremeció, pero
su rostro permaneció atrapado en el cuaderno.
204
—¿Es eso lo que los chicos dicen hoy en día? —
reflexionó, acariciándome.
—Umm.
—¿Oh? Cuéntamelo.
205
—Supongo. De todos modos, estuvo leyendo un libro
durante la mayor parte del espectáculo. Lo recuerdo porque las
luces parpadeaban debajo de la barra y lo veía con la nariz en
un libro, ignorándonos por completo. Y a los clientes.
—¿Sí?
—Sigue hablando.
206
Theo respiraba pesadamente, su cara y cuello estaban
enrojecidos, sus pezones sonrojados por mis dedos, y su
erección goteaba. Estaba deslumbrante. Recogí una gota de su
esencia en mi dedo y se la acerqué a la boca. Se abrió para mí,
chupando mi dedo, con esos inquietantes ojos azules y
plateados cerrándose de placer mientras pasaba su lengua por
mi dedo.
—¿Necesitamos esto?
—¿Estás bien?
—Estoy bien.
207
encendió entre nosotros. Pero la dulzura todavía estaba allí.
Tanta jodida dulzura que apenas podía soportarlo.
208
músculos se cerraron sobre mí mientras disparaba entre
nosotros. Él gritó, luego mordió mi hombro mientras su culo
se apretaba alrededor de mi polla, sacando los últimos
resquicios estremecedores de mi orgasmo y dejándome
temblando contra él.
209
Capítulo Diecisiete
Theo
Washtub Prophecy, eran nuestra apertura para la
segunda etapa de la gira, tenían todo lo que odiaba de la
industria de la música. Se preocupaban más por el espectáculo
que por la música, más por la publicidad que por las
canciones, y de alguna manera lograban ser realmente buenos.
Por eso acordé tenerlos, solo había escuchado su álbum. Ven
no tenía esa excusa, ya que conocía a Abel Mailer, su cantante
principal.
210
era increíble, y aunque no había llegado a conocer al resto de
la banda, Mari, Aruna y Leah habían sido amables e
interesantes cada vez que pasaba tiempo con ellas. Era parte
de lo que hizo que la primera etapa de la gira se sintiera bien.
211
Nunca antes me había sentido así. Con nadie. Y saber
que Caleb estaba allí, en Stormville, en su cómoda cama, con
el olor de las hojas, el suelo recién removido, el humo del
cigarrillo entrando por la ventana rajada, el sonido de él
cantando bajo mientras rasgueaba la guitarra y probablemente
una sartén de ese maldito revuelto en la cocina... me hacía
sentir ridículo.
—Hola.
212
—Nunca las he probado, no sé. Sin embargo, tienen un
hermoso color. Ese rojo sobresaturado. Pero el color rojo se
desvanece.
Sonreí.
213
—¡A él le gusta, Oye, Mikey4!
—Mm, ¿qué?
4
Referencia a un comercial de cereales de la década de los ‘70.
214
—Sí. Te compraré todos los beignets que puedas comer
si vienes a pasar el rato conmigo. —Mantuve mi voz ligera, pero
contuve la respiración.
—Escucha, Theo...
215
—No, solo necesito llamar a Huey muy rápido. Te
llamaré enseguida, ¿vale?
—Vale.
¡Maldición!
—¿En serio?
216
Hicimos planes y cogí mi Tablet para hacer la reserva.
217
El aire era suave y espeso, pero cuando entramos por las
puertas estábamos en una gruta oscura y fría, abierta al aire
pero a la sombra de los árboles. Flores exuberantes que no
reconocí florecían en los arbustos que rodeaban una pequeña
cascada decorativa que se derramaba sobre la pizarra y se
acumulaba en un estanque de losas sobre el que te podías
sentar al borde. Había algunas mesas de café instaladas en el
patio, y donde las calles habían sido ruidosas, allí estaba
silencioso y tranquilo.
218
Caleb asintió y me apretó la mano.
Ese era mi plan. Usar la ciudad que Caleb una vez llamó
hogar para volver a ponerlo en el radar de la gente.
219
—Esta ciudad te ama. Tienes muchos seguidores aquí.
Si lo aprovechamos... sería una forma de decir que todavía
estás aquí. Y luego, si alguna vez grabas alguna de esas
increíbles y malditas canciones que has escrito, podrías sacar
un nuevo álbum. Si quieres.
220
Caleb dijo que este era su club favorito de “antes”. Lo
interpreté como que tenía otros que le gustaban a medida que
avanzaba la noche, porque ya eran las diez cuando llegamos
allí.
221
—Desearía no haber sido así —dijo en voz baja—.
Desearía poder hacer lo que quisieras. Llevarte donde quieras.
—Bueno.
Caleb resopló.
222
—Eso de tocar.
—¿Quién es tu amigo?
223
—Hola —dije, llegando a estrechar su mano. Su agarre
prácticamente me aplastó e hice una mueca. Ella me lanzó una
pequeña sonrisa.
224
En el escenario, una mujer cantaba y tocaba el piano, la
música burbujeaba como magma, su rostro se retorcía como
si hubiera abierto una vena. Su voz era sedosa, etérea, el piano
suave y oscuro. Ella cantó con la cabeza inclinada hacia atrás,
sin mirar las teclas ni a la multitud. No podía quitar mis ojos
de ella.
Caleb asintió.
225
Capítulo Dieciocho
Caleb
—Dios, extrañaba esto —gemí, lamiendo azúcar en polvo
de mis dedos. Estábamos sentados junto al río, bebiendo café
con una bolsa de beignets calientes entre nosotros. Los muslos
de Theo, vestidos de jean negro, habían sido moteados con
azúcar en polvo de inmediato, y ahora había vetas en las que
había tratado de limpiarlo. Murmuró molesto y sostuvo el
beignet a la derecha, girando torpemente para darle otro
bocado y casi derribando su café.
—Oh. Gracias.
226
El aroma terroso del Mississippi, la mordedura de la
achicoria, el fuerte estallido de azúcar en mi lengua. Cada
sentido estaba lleno con un lugar tan familiar para mí como mi
propia cama. Solo que, por primera vez, había pasado la noche
en un club de jazz, no tropezando hasta casa a las tres de la
mañana, y no me sentía como una mierda. Estaba un poco
cansado, pero no con resaca, ni nerviosismo, sin buscar en mi
memoria lo que podría haber hecho que no debería haber
hecho.
—Blasfemo.
227
Efectivamente, me sentí ligeramente mareado unos
minutos después, y bebí el resto del café y me incliné, con los
codos sobre las rodillas, mirando al río.
228
bien siendo su ancla. Algo que sostener mientras sus sentidos
vagaban.
229
—Ja, tú como una groupie. Divertidísimo. Voy a guardar
eso para burlarme de ti más tarde.
—Sí.
—No.
—Bien, ¿entonces?
230
pequeño cuando él me obligaba a hacerlo. Pero no podía negar
que era bastante efectivo.
Huey esperó.
5
Frank Patrick Herbert fue un escritor estadounidense de ciencia ficción, conocido
principalmente por la serie de libros de Las crónicas de Dune.
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Theo caminaba hacia mí y pude ver por su sonrisa que
estábamos listos. Mientras me ponía de pie, me sentía pesado
pero mareado.
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Theo me estaba mirando como si fuera un perro rabioso
al que tenía miedo de acercarse. No era de extrañar, desde la
última vez que me preguntó si yo estaba bien con una voz dulce
y preocupada, con una mano apoyada en mi hombro, le dije
bruscamente que se alejara. Él había levantado sus manos y
retrocedido lentamente, y me sentí inmediatamente culpable.
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Joder, lo amaba tanto.
—¿Puedo besarte?
—Siempre —dije.
Arrojó sus piernas sobre las mías, así que estaba medio
sobre mis rodillas, y yo asentí, enterrando mis dedos en su
cabello mientras hablaba suavemente, sus labios casi tocando
los míos.
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Theo hizo una señal a Coco y los técnicos cerca de ella
mientras yo agarraba mi guitarra. Theo la sostuvo suelto en su
mano izquierda y tomó mi mano con la derecha.
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acuerdo? Pero recordar, tendréis que aplaudir a Riven, no a
Theo.
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balcones y la cabina de sonido acurrucada en medio de la
multitud.
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Y lo hicieron.
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posterior de su sudada camiseta para sentir el crudo calor de
su piel, y él se aferró a mi cuello, chupando con fuerza. Gruñí
al saber que abordaría el avión al día siguiente con la evidencia
de su deseo grabado en mi piel.
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—Eres perfecto —no era un accidente, entonces. Puso
su lengua en mi oído y me estremecí ante la sensación de
escalofrío que recorrió mi espina dorsal—. Perfecto —murmuró
de nuevo. Luego me besó con fuerza, nuestras lenguas se
enredaron y nuestras manos forcejearon mientras rodábamos
sobre la cama—. Quiero follarte —jadeó, apretando mi culo y
empujando su dura polla contra la mía.
—¿Ansioso?
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—Quiero que hagas lo que quieras, Theo. Pero joder haz
algo.
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hinchados y húmedos, y sus ojos azul oscuro de lujuria. Su
polla estaba goteando, estaba sonrojado, y su cabello era un
desastre. Joder, lo quería.
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respiramos el mismo aire calentado dos veces y Theo me folló
más duro y más rápido, mientras nos mirábamos a los ojos.
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opresión en mi vientre. Theo pasó su pulgar sobre la punta de
mi polla y me jodió duro, rastrillándome la próstata hasta que
fue casi demasiado. El placer subió más y más, y Theo lo vio
todo. Se mordió el labio con determinación. Luego, con un giro
de su mano sobre mi polla, un tirón en mi pelo, y un último
golpe profundo, estaba llegando tan fuerte que grité, cada
músculo se apretó, mis ojos se cerraron mientras mi culo se
convulsionaba y disparé en la mano de Theo.
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me miró con ojos sorprendidos mientras se hinchaba dentro
de mí.
Lo hice una y otra vez, hasta que estuve seguro que mis
músculos se rendirían, y Theo se retorció contra mí,
poniéndose cada vez más duro hasta que estuvo jadeando y
arañando mi pecho.
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—Oh, Dios mío —murmuró, como si no pudiera creer lo
que estaba sucediendo y luego lo sentí estremecerse,
presionándose dentro de mí mientras se corría. Esta vez su
gemido fue casi torturado, y su mejilla contra mi cuello estaba
muy caliente—. Por favor, cariño —murmuró en mi oído, y me
acarició suavemente, como si pudiera detenerlo con un
susurro.
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Capítulo Diecinueve
Theo
Cuando le di un beso de despedida a Caleb en el
aeropuerto de Nueva Orleans, me pareció que me estaban
arrancando algo. De alguna manera, aunque habíamos pasado
incontables horas juntos en la granja, o en mi departamento,
estar con Caleb en el mundo, haciendo cosas con él, me había
hecho sentir como si estuviéramos juntos. Como un equipo.
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Me sentía más solo con él fuera de lo que lo había hecho antes
que él llegara.
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lleno de objetos extraños extraídos de los estómagos de la gente
durante la cirugía, y dispuestos en cajones: soldados de metal,
clavos, alfileres, botones, muebles de casa de muñecas, y así
sucesivamente.
—Sí, gracias.
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Realmente no quería, pero me sentí bien al sentarme con
ellos y simplemente relajarme. La pizza no sabía nada en mi
boca, y no tenía idea de lo que estaba sucediendo en La Ley y
el Orden, pero podía ver totalmente lo que Ven quería decir
sobre el bajista, un tipo musculoso que nunca hacia contacto
visual y realmente no hablaba con cualquiera menos los
técnicos, pero era mágico con su instrumento.
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—Increíble —dijo Coco—. ¿Podemos escucharlas?
Coco asintió.
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—Es realmente buena, amigo. Pero... ¿qué mierda?
¿Para Riven? Eso no es nuestro sonido, no es... no se parece
en nada a nuestra marca.
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—Sí. Puedo trabajar totalmente con eso —dijo—.
Además, ¿no dijiste que escribiste más de una? Tal vez las
demás estarán mejor calificadas de inmediato, para que
toquemos en vivo, y entonces ¿en este momento podemos
empezar a trabajar cuando lleguemos a casa?
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estaba acostumbrado a intercambiar ideas con la banda.
Había aprendido a despojarme de la aspereza de Ven para
llegar a la raíz de sus comentarios, a ser paciente con Ethan
porque le gustaba resolver todo en su cabeza antes de que
pesara, para no criticar a Coco por considerar todas las
posibilidades antes de decidirse sobre algo.
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Le envié un mensaje de texto a Caleb desde el backstage
antes de seguir:
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trabajo, de impresionarlos, con la esperanza de hacerlos sentir
orgullosos de mí. Solo que no eran solo ellos, era toda la
multitud. Si pudiera impresionar a toda la multitud, tocarlos
con nuestra música, y mis padres vieran eso, estuvieran
rodeados de eso, ¿cómo podían dejar de estar orgullosos de mí?
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recuerdo una y otra vez en mi cabeza. Yo estaba solo en mi fila,
mirando a la noche, viendo como nubes pasaban por mi
ventana, blancas como la seda en el cielo oscuro. Odiaba que
todavía me doliera pensar en mis padres. Eso fue hace años, y
con cada medida de nuestro éxito, pensé que podría dejar atrás
un poco el dolor. Pintarlo con algo brillante, resplandeciente,
feliz.
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fuerza. Su palma se deslizó por mi espalda, su otro brazo
envolvió mi cintura, y enterró su rostro en mi pelo.
—¿El qué?
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—Lo odio, Caleb —insistí—. Me hace miserable el
ochenta por ciento del tiempo. ¿Quién querría hacer algo que
solo ama el veinte por ciento de las veces? Por ejemplo, si le
dices a la gente que te sientes así sobre tu trabajo, ¿sabes lo
que te dirían?
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—¿Qué quieres decir?
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la boca abierta, los ojos enloquecidos, salió de debajo de mí y
se levantó, cruzando los brazos sobre el pecho y sacudiendo la
cabeza.
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—Estoy hablando de eso contigo. Al menos estoy
tratando de hacerlo. Yo... Yo quiero esto, Caleb. Quiero poder
caminar contigo, como lo hicimos en Nueva Orleans, y no tener
que preocuparme de que termine en los tabloides. Quiero tener
una vida que se trate de música, pero también de otras cosas,
no de que me pregunten a qué fiestas voy después de los
malditos Grammys. Y quiero... te quiero —le dije, a pesar de
que tenía ganas de abofetearle.
—¡No dije que fue por ti, dije que lo hiciste posible! Y eso
es todo: la banda no es todo. No quiero que lo sea. Estás tú,
y…
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será suficiente y lo arruinaré todo? Porque lo he hecho antes.
Lo he hecho todo el tiempo.
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Capítulo Veinte
Caleb
Estaba en un pozo oscuro, profundo, y nadie me
encontraría nunca. El sol salió y se puso y se elevó otra vez, y
me sostuve de las uñas, diciéndome a mí mismo que al día
siguiente, al siguiente, sería entonces cuando sería mejor.
Soportable. Pero me estaba ahogando y lo sabía.
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Al día siguiente, apareció con comestibles. Una bolsa
con solo lo básico: huevos, pan, mantequilla de maní, queso,
pavo y algunas verduras y papas (—Dios no puede evitar que
hagas revueltos —explicó). Pero la otra bolsa estaba llena de
dulces, mezcla para pasteles, latas de glaseado, patatas fritas,
queso en aerosol y helado.
—¿Qué?
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—¿Lo arruinaste con Theo porque...? —preguntó.
—Él me ama.
—Umm.
—Umm. Nada.
—Guau, hijo.
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respondiste, sino que te metiste en una gran pelea, te
asustaste y luego te escapaste.
Jodida vida.
Rhys resopló.
Los ojos de Rhys eran tan familiares que mirarlo era casi
como mirarme en un espejo. Él estaba aquí para mí, lo sabía.
Lo que sea que dijera, lo colgaría.
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vivo. Y él me impresionó. Había artistas con voces increíbles, y
artistas con una gran presencia escénica, artistas que podían
envolver a una multitud alrededor de sus dedos, y artistas a
los que les encantaba cantar incluso si la multitud no estaba
con ellos. Theo era todo esto y más. Su voz sonaba clara, rica,
resonante, luego grave en el registro inferior, con notas agudas
y cortante como el cristal.
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Puse los ojos en blanco.
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llegaba? ¿Cómo podría mantener a Theo a raya cuando ni
siquiera yo sabía si alguna vez llegaría?
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muy mal. —Me guiñó un ojo—. Pero no tenías miedo conmigo
porque la idea de perderme no te destrozaba. ¿Lo entiendes?
—Tal vez.
Miré a Rhys.
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—¿En serio estás llevándote mis patatas?
—Vete a la mierda.
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Era más fácil olvidar un anhelo con otro anhelo de lo que
era sentarse y mirar cosas que no podrías tener.
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Cogí algunas cosas de la bolsa de Matty y comencé a
hacer una tarta. Necesitaba pensar, pero necesitaba algo que
hacer con mis malditas manos que no fuera fumar. Parecía que
casi todas las personas que conocía en recuperación tenían al
menos un hábito de un paquete diario. Pero si iba a tratar de
hacer esto de nuevo, entonces necesitaba mi voz. Además,
agregó una pequeña voz en el fondo de mi mente, Theo te
patearía el culo si tuvieras cáncer de pulmón.
Si quería hacer una vida con todas las cosas que amaba
en el centro, entonces necesitaba una forma de recuperar a
Theo.
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—Whit. —Huey asintió solemnemente hacia mí.
Demasiado solemne.
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—No es sombrío —dijo Huey, frunciendo el ceño
profundamente, y yo sonreí—. Acabo de escuchar las noticias
sobre tu chico y no estaba seguro de si hubo algún... escándalo
o lo que sea que los músicos hagan.
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—Joder —dije, deslizando el teléfono de regreso a Huey—
. No sabía que lo había hecho.
—¿No?
—¿Ahora?
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Capítulo Veintiuno
Theo
De camino a la reunión con Riven y todos los abogados
de la ciudad de Nueva York, tomé el metro y fue tan, tan malo.
Había bajado en la calle Treinta y Cuatro porque la gente
seguía hablando conmigo en el tren, sólo para ser acosado en
las afueras de Penn Station porque pasé por delante de ella,
como un imbécil.
6
The Cloisters es un museo situado en Fort Tryon Park, de Nueva York. El edificio, que
es una subsede o rama del Museo Metropolitano de Arte, es producto de una
reconstrucción de la década de 1930 a partir de los elementos arquitectónicos de varias
abadías medievales europeas.
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que debería entrar, si quería, y pagó por los dos. Mantuvo su
distancia, pero pude sentir que me estaba mirando desde lejos.
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Él me dio una sonrisa, luego se alejó. Caminé afuera y
me senté en un banco en el jardín, tirando de mi abrigo para
protegerme del frío.
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—¿Deberíamos desafiarlo o esperarlo? —preguntó Dave.
Asentí miserablemente.
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porque quería un poco de aire fresco y caminar un poco antes
de llegar a casa. En la oscuridad, no pensé que sería probable
que me reconocieran.
Sin Riven.
—¿Estás bien?
—Um, Sr. Decker, yo... me tomé una libertad que tal vez
no debería haber tomado.
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—No estoy seguro de si quiere que le diga o quiere que
esto se desarrolle. Es difícil de saber con este tipo de gestos.
—¿Quién?
Tragué saliva.
Un apretado asentimiento.
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solo estaba haciendo lo que hacía: entrar en pánico y luego
hablar. Era todo lo que había estado guardando.
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Cuando abrí la boca, no salió nada, así que solo levanté
la nota, vagamente consciente de que el alivio que me había
barrido realmente me estaba mareando. Caleb cerró la
distancia entre nosotros en tres pasos, tirando de mí contra su
pecho y abrazándome fuerte. La nota se arrugó entre nosotros.
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Nos despertamos horas después, adoloridos y pegados,
y después de una ducha muy necesaria, llevé a Caleb a la
cocina, a pesar de que era la mitad de la noche. Tenía tanta
hambre que estaba mareado, y recorrí la cocina buscando algo
comestible. Como era de esperar, dado que no había ido a la
tienda ni había pedido comestibles, no había mucho. Encontré
algunas galletas, un tarro de mantequilla de maní y una de
mermelada, hice sándwiches PB & J, y me prometí a mí mismo
que conseguiría algo de comida mañana.
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cantante y compositor. ¿Podría una banda incluso regresar de
eso?
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Sabía que estaba enojado, decepcionado, molesto, y
probablemente no se creía la mitad de ellas, pero aun así
cortaron.
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deslizaron hacia los míos, y se aclaró la garganta—. Fue...
difícil después que peleamos. ¿Ya sabes? Mi culpa, lo sé —dijo
rápidamente— pero realmente difícil.
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distraerme. Y mientras lo hacía, estaba pensando: ‘Este pastel
es un poco asqueroso, pero cuando Theo llegue a casa, él
querrá un poco’. Y me imaginé que comerías una pieza y luego
otra al día siguiente, pero luego el pastel sería demasiado
grande, así que lo pondrías en la nevera. Pero entonces no
habría espacio para la comida de verdad, así que la pondrías
en el congelador y lo comerías a mordiscos, ¿sabes? Cuando
quieres algo dulce. Y yo…
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—Tal vez... tal vez si todavía no puedes confiar en ti
mismo, puedes confiar en mí. Confía en que creo en ti, y te
amo, y.… mierda que suena tan cursi, yo solo... yo... te amo.
Te amo a ti y a todo lo que eso significa.
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Pero ese había sido el momento. Sentí una punzada de
miedo que se congeló en mi pecho, dándome cuenta que esto
ya podría haber ido en una dirección con la que no iba a poder
vivir. Pero lo había enterrado, apreciaba que mis amigos me
respaldaran y no lo mencionaran.
7
Video trasmitido por internet muchas veces con sala de chat para interactuar.
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Lo consideré por un momento.
Le di un codazo.
—¿Huh?
—Viudo —dije.
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—Oh. Mierda. Le dije que entendía si no me podía dejar
pasar y que podía esperar en el vestíbulo o algo así, pero me
dijo que podía usar el ascensor de servicio. Sin embargo,
cuando aparecí, tenía a Huey conmigo, y Antony lo miró y me
dijo que solo yo podía subir a tu departamento.
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inflando globos y dejándolos sueltos, el color y la flotabilidad
reemplazando el minimalismo y el espacio.
Él asintió.
—Es hermosa.
295
Epílogo
Caleb
SEIS MESES DESPUÉS
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mientras caminábamos, o se sentaba al sol mientras hablaba
con la gente.
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Theo no preguntó qué le estaba dando Barry, solo lamió
la cuchara.
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Me había tomado por sorpresa, la forma en que esta
comunidad nos había reunido, nos había tomado tan pronto
como la gente había visto que queríamos ser parte de ella.
Cuando me mudé aquí, no había sido capaz de dar más que
un asentimiento distraído a nadie. La primera vez que Theo y
yo habíamos venido al mercado de agricultores, hace meses,
estaba nervioso de que supieran quién era yo. Sabía que lo
hacían. Todos aquí conocían a todos. Sabrían dónde estaba
viviendo y por qué. Era solo el camino de las cosas.
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nuevos arreglos. No podía soportar tirar nada que todavía
tuviera belleza para ofrecer.
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lo había dicho, pero iba a usar la foto que me hizo en Nola,
apoyado en la pared de Wolf's Howl, para la portada.
—¿Sí?
—¿Qué deseas?
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—Quiero que me toques. Quiero mirarte. Te amo —
añadió, cerrando los ojos mientras pasaba mi mano por la
delicada piel del interior de su muslo.
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Se corrió con un grito silencioso, el calor se derramó
entre nosotros, su aliento dulce contra mi rostro. Su cuerpo se
estremeció debajo de mí, a mi alrededor, y no pude aguantar
más.
Theo
—Oh, Dios mío, voy a vomitar —apreté la mano de Caleb
con tanta fuerza que hizo una mueca. Se inclinó para darme
un beso, para calmarme, pero le dije—: No, en serio. Voy a
vomitar en serio. —Y retrocedió, con los ojos muy abiertos y
una sonrisa compasiva. Gracias a Dios que fue paciente,
porque yo había sido un manojo de nervios durante días.
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semana en la que la amplia libertad del infinito hizo que no
pudiera escribir nada, pero luego volví a mi rutina habitual de
escritura, y me sentí mareado, como un niño. Bueno, un niño
en la vida de otra persona, ya que incluso de niño, nunca había
sentido que podía hacer lo que quería.
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y todos los argumentos que parpadeaban a través de él, así que
puse una mano sobre su boca y dijo:
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—Distráeme, por favor.
—Leche arruinada8.
—Eres horrible.
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La broma se pierde al español, juegan con el significado de las palabras pampered:
mimado, consentido y spoiled: malcriado, arruinado, echado a perder por lo mucho que
se lo ha consentido.
9
El teniente general sir Oliver " Daddy " Warbucks es un personaje ficticio del cómic
Little Orphan Annie. Trataba de un hombre muy rico que mantenía a otras personas.
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—No sé, no he llegado tan lejos. Tal vez ... bueno,
quisiera que solo fueran personas que realmente no pudieran
permitirse hacerlo ellos mismos. ¿Tal vez podrían enviar una
canción en línea y una cosita sobre sus objetivos y esas cosas?
¿Al igual que la gente solicita becas o lo que sea? Podría elegir,
¿o supongo que podría contratar a alguien para que lo haga?
Debería preguntarle a Clarissa. De cualquier manera, solo
quiero que sea gente haciendo buena música. Cosas que sean
diferentes a las que ya existen. Y también sería gente
interesada en hacerlo ellos mismos, ya sabes, porque serían
ellos quienes lanzarían sus propias cosas.
Finalmente, dije:
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Él me dejó ir y alcanzó la computadora.
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—Está bien, bueno, silencio y déjame escuchar.
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Cuando comenzaron las primeras notas de la canción,
contuve la respiración. Era una canción muy personal, una
canción muy privada. Al principio, ni siquiera había querido
que fuera parte del álbum. Pensé que solo la traería a casa para
Caleb. Lo sorprendería con eso en nuestra cama. Pero luego
pasaron los días y aún no la había tocado para él. Luego, una
semana, y no la mencioné. La había subido para que fuera la
última canción del álbum, y mientras miraba cómo terminaba
la barra, sentí un revoloteo en el estómago y supe que era
correcto.
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Fin
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Roan Parrish
10
Una canción de antorcha es una canción de amor sentimental, típicamente una en la
que el cantante lamenta un amor perdido o no correspondido, ya sea cuando una parte
ignora la existencia de la otra, donde una de las partes ha seguido adelante, o donde
una aventura romántica ha afectado al relación. El término proviene del dicho, ‘llevar
una antorcha para alguien’, o mantener encendida la luz de un amor no correspondido.
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