Está en la página 1de 317

1

Esta traducción fue realizada sin fines de lucro por la cual no tiene costo alguno.
Es una traducción hecha por fans y para fans.
Si el libro logra llegar a tu país, te animamos a adquirirlo.
2
No olvides que también puedes apoyar a la autora siguiéndola en sus redes
sociales, recomendándola a tus amigos, promocionando sus libros e incluso
haciendo una reseña en tu blog o foro.
SINOPSIS
Y
o, Makayla Alexander, estoy en una misión para reinventarme. Así
que, cuando un chico súper sexy sube al avión y enseña sus duros
abdominales, presto atención. Cuando se sienta a mi lado y me
ofrece sus nueces, no me puedo resistir. Pero cuando me atraganto con ellas y
me dice que tengo que trabajar en mi reflejo nauseoso, me doy cuenta que
podría ser demasiado para mí.
Antes de darme cuenta estamos en el lavabo, intentando unirnos al Club
de las Alturas. Déjame decir esto… cualquiera que te diga que es fácil hacerlo a
37.000 pies de altura no te está diciendo la verdad. Después que la azafata nos
critica por ponernos juguetones en el aire, lo único que puede aliviar mi
completa y absoluta mortificación es el simple hecho de que nunca más volveré 3
a verlo.
Horas después, no puedo evitar preguntarme si el destino alguna vez me
permitirá convertirme en una nueva versión de mí misma.
Porque el destino, es una perra voluble.
Caso en cuestión… mi compañero de asiento es mi nuevo vecino de al
lado.
Incluso con todo el asunto del destino que tenemos, no estamos
destinados a estar juntos. Es genial y sexy en esa clase de forma de hace el
amor, no la guerra. Chicos como él son peligrosos. Con ese cuerpo que te lleva-
de-rodillas, esa cara jodidamente hermosa, y esa sucia boca obscena, te
garantizo que una mirada de él deja húmedo los bikinis de todas las chicas.
Y luego estoy yo… la chica peculiar buscando reencontrarse en California.
Todo lo que quiero hacer es aprender a soltarme. Decir palabras como paz y
amor. Enterrar los dedos de mis pies en la arena. Quién sabe, tal vez incluso
tener sexo en la playa.
Incapaz de sacarlo de mi cabeza, contemplo pensar en ser más que solo
amigos. Sé que la idea es absurda. Y sin embargo, sigo adelante con ella. Verán,
Camden Waters me entiende. En realidad me entiende. Como ningún otro chico
lo hizo antes.
En este tramo del paraíso, decido mantener las cosas simples y solo
divertirme… eso hasta que el destino decide joderme, otra vez.
¿Pueden dos personas empeñadas en reencontrarse a sí mismas darse
cuenta que la búsqueda debería haber terminado el día que se conocieron?

Men of Laguna #2

4
1

Traducido por M.Arte

Corregido por Kish&Lim

S
olo la mera sugerencia del karaoke hace martillar el corazón de
todo el mundo. Ya sea de emoción o puro y ciego pánico, depende
del individuo y del estado de ánimo de esa persona en ese instante. 5
La verdad es que la mayoría de las personas cantan karaoke por las
mismas razones que van a los bolos, es una actividad divertida y pueden beber
mientras lo hacen.
Dicho eso, tal vez algunas de las personas que están aquí pueden
levantarse y cantar a todo pulmón su canción favorita en el mundo sin
preocuparse por los tímpanos que están perforando o las notas que están
destruyendo. Por desgracia, no soy una de esas personas.
Para ser honesta, no puedo creer que incluso haya aceptado hacer esto.
Por otra parte, el Bar On no es donde pensé que me encontraría esta
noche. Este salón de Chinatown puede estar lleno de clientes habituales
ansiosos por cantar, pero mis amigos y yo no somos de esas personas. Estamos
aquí por un capricho después de unos cuantos tragos en un restaurante en la
calle.
Arrastrando los pies entre la multitud, me detengo cuando alguien me
toca el hombro. Pensando que es uno de mis amigos, me doy la vuelta para ver
a una morena alta y de piernas largas con los ojos verdes más vibrantes
mirándome. Su rostro es impresionante. Se parece a Megan Fox. Por un
segundo, me pregunto si es ella.
Se cerca un poco más y enseguida puedo ver que esta mujer es un poco
más joven, de mi edad, diría yo.
—¿Te importaría? —pregunta con uno de esos tonos de ricos que
conozco muy bien de mis días en la escuela privada.
Definitivamente no es Megan Fox.
Sin esperar a que conteste, pasa empujándome y en su prisa, pisa
repentinamente mis dedos descubiertos.
¡Auch!
Fulmino con la mirada sus suelas rojas Louboutin mientras se dirigen al
frente del salón.
—Vamos. —Mi compañera de trabajo me mira por encima de su hombro,
para nada molesta por la mujer que también pasó junto a ella—, Sandra nos
encontró una mesa.
India lidera el camino y yo la sigo, asegurándome de no pisar ningún
6
dedo de la multitud. Finalmente se detiene en la única mesa lo suficientemente
grande para nuestro grupo, la cual está justo al frente del escenario.
Fantástico.
El banquillo de cuero blanco está inundado por la luz neón que emana de
las letras de tamaño humano que deletrean el nombre del establecimiento a lo
largo de la pared posterior. La luz es casi cegadora. Miro a Sandra.
—¿Estás seguras que quieres sentarse tan cerca?
Me da un menú de canciones.
—Sí, esto va a ser genial
“Pour Some Sugar on Me” está llegando a su fin y una vez que me he
deslizado por todo el banquillo, levanto la mirada para ver a un grupo de chicos
muy contentos saltando al escenario al unísono. Los aspirantes para Def
Leppard nos están mirando.
Este debió ser su lugar.
Todos de aspecto elegante, todos jodidamente sexys, todos de mi edad.
Inmediatamente, puedo decir por su andar que definitivamente son de Upper
East Side. Mi suposición sería: preparatorianos, tipos del club revoltoso
convertidos en lobos de Wall Street. Ya sabes, el tipo de chico del que tu madre
te advierte.
El tipo que debería haber evitado.
El chico más cercano a mí lleva una corbata roja y tiene su saco negro
colgando del hombro. Los demás también llevan trajes oscuros. Mmmm… bien
vestidos para una ocasión o aún bien vestidos después de la ocasión. No para
una boda, ya que es jueves por la noche. ¿Una fiesta de oficina tal vez? O tal vez
este grupo de hombres borrachos está aquí para una fiesta de despedida como
la mía. ¿Quién sabe? De todos modos, el tipo con la corbata roja nos lanza a las
ocho chicas una rápida mirada y una sonrisa, pero no se detiene.
Es lindo. Muy lindo.
Al menos a él no parece importarle que tomemos su mesa. Por otra parte,
también está enfocado en el tipo sin saco más alejado de mí.
—Cam —grita—. No te molestes con ella. —Sin embargo, su advertencia 7
llega demasiado tarde, porque el tal Cam, cuya camisa blanca y arrugada de
cabello oscuro son lo único que puedo ver, ya se está arrastrando lejos de su
grupo hacia esa imitación de Megan Fox que prácticamente me atropelló hace
un instante.
Fascinada por su asertividad, los observo. Tengo que estirar mi cuello
para verlos, y pronto, demasiado pronto, desaparecen entre la multitud.
Entrecierro los ojos, deseando haber cambio mis lentes de contacto sucios, y los
busco.
Sin embargo, en cuestión de segundos, no es mi mala vista sino Sandra
quien me impide localizarlos. Está delante de mí con una maldita sonrisa
enorme en su cara.
—¿Qué canción escogiste?
Dando un vistazo rápido a mis opciones, la primera que veo es la
perfecta.
—“Total Eclipse of the Heart” —espeto y la señalo con entusiasmo al
mismo tiempo. Conozco esta canción, y me la sé muy bien.
Sandra es mi vecina y es más que consciente de todos mis males. Esa
sonrisa triste que me da limita con la compasión.
Sin querer seguir siendo esa chica, a la que le rompieron el corazón,
agarro el brazo de Sandra antes de que se dirija hacia la cabina del karaoke.
—Sabes qué, olvida esa canción. ¿Por qué no eliges una que represente el
cambio que está por venir en mi vida?
Ante eso, sus ojos se iluminan.
Minutos más tarde, soy arrastrada hacia el escenario por mis amigas y
compañeras de trabajo y, según la pantalla, estoy a punto de cantar una versión
grupal de “Nueva York, Nueva York”.
Está bien, puedo hacer esto.
Me sé esta canción. No tanto como “Total Eclipse of the Heart”, pero al
menos la sé. Además, ¿qué tan difícil puede ser? La he cantado un millón de
veces, aunque lo cierto es que lo he hecho sobre todo cuando he estado
borracha.
Por otra parte, he bebido mucho esta noche. 8
La presión es latente. Las ocho nos reunimos alrededor del micrófono.
Las luces de la audiencia se atenúan y un reflector brilla sobre nosotras. Me
siento como una estrella. No, me siento como Frank Sinatra sin esos
penetrantes ojos azules. Pero cuando el DJ del karaoke pregunta:
—¿Están listas? —De repente, estoy petrificada. No hay ninguna maldita
forma en este mundo de que sea capaz de alcanzar las notas altas.
La música comienza. Es demasiado tarde para retroceder. Primero, es
solo el piano, pero luego se le unen la trompeta y el clarinete. Es curioso, pero la
familiaridad del sonido calma mis nervios. Cuando la letra aparece frente a mí,
todas mis preocupaciones desaparecen y ya no me importa.
Dejo que todos mis complejos se vayan y canto.
Esto, lo que estoy haciendo en este momento, es un destello de la vieja
yo. En algún lugar entre la universidad y el mundo real, perdí a esa chica
amante de la diversión, y espero poder encontrarla otra vez.
No te preocupes. Tengo un plan para lograrlo. No solo me iré de la ciudad
que he amado durante tanto tiempo, sino que también me voy a mudar muy,
muy lejos, sin tener idea de si alguna vez volveré.
Es así como espero encontrarme a mí misma.
Mis amigas me aprietan los hombros, y seguimos cantando la letra.
Inesperadamente, alteran las palabras, y en vez de hablar sobre Nueva
York, cuentan la historia de hacerlo en cualquier lugar, en mi caso, California.
Más que conmovida por este amable gesto, me trago la tristeza y me
muevo junto con ellas de una manera que no coincide con el tempo en absoluto.
Sin embargo, no importa, porque están en lo cierto: “Si puedo hacerlo aquí,
puedo hacerlo en cualquier lugar”.
Dios, espero que sea cierto.
Hay una pausa en el coro y la melodía del piano nos hace callar a todas.
Ahora estamos de pie en una línea recta en el escenario, balanceándonos hacia
adelante y hacia atrás.
Respirando por primera vez en tres meses, el arrepentimiento no es una
palabra que voy a permitirme pronunciar… en voz alta, de ninguna manera.
Sí, lo admito, tengo una personalidad tipo A, lo que me hace difícil
conocer personas y aún más difícil hacer amigos. Colocar la línea horizontal a 9
mis tes y poner el punto a mis íes siempre será importante para mí. Así como
llevar un calendario. Hacer listas. Y ser organizada. Pero nada de eso significa
que sea aburrida.
El aguijón de la palabra todavía duele.
Sebastian estaba equivocado. Está equivocado, no soy aburrida, y aunque
está fuera de mi vida, voy a demostrarle que está equivocado. No, tacha eso, voy
a probarme a mí misma que puedo vivir mi vida salvaje y libremente, porque, a
decir verdad, puede que no sea aburrida, pero estoy aburrida.
Necesito un cambio.
Para encontrarme a mí misma.
El coro comienza de nuevo y aunque cantamos acerca de venir a Nueva
York, todas lo hacemos sabiendo que me iré.
Todavía no puedo creer que esté haciendo esto.
Cuando mi mejor amiga, Maggie, sugirió por teléfono: “¿Por qué no
renuncias a tu trabajo y te mudas aquí conmigo?”, casi me dio urticaria.
Pensé: ¿Por qué haría eso?
Ya tenía una vida establecida. Tenía un buen trabajo, un departamento y
un prometido. Entonces recordé que mi jefe era un idiota, que mi apartamento
estaba subarrendado y mi prometido, bueno, ya no era mío.
Una vez que dejé que la idea de mudarme se asentara, pensé: ¿Por qué no
empezar nuevo? A los veinticuatro años y medio, puedo permitirme hacer un
cambio. Conseguiré un nuevo empleo. Dame un año. Quién sabe, tal vez incluso
me encuentre a mí misma.
No tengo nada que perder.
Si Laguna Beach no es el lugar para mí, entonces regresaré a Nueva York.
Y si tengo que hacerlo, me humillaré para volver a mi antiguo trabajo en la casa
de modas. Mi pronto-a-ser-ex-jefe puede ser un asno, pero sabe cuán valiosa
soy para la compañía como diseñadora.
Completamente ajena a cómo termina esta canción, la murmuro, riendo
todo el tiempo. Cuando termina, soy la primera en salir a trompicones del
escenario. Poco después, mis amigas me siguen, y todas nos reunimos. El grupo
de chicos de los cuales nuestras madres nos advirtieron han vuelto a ocupar sus
asientos, dejándonos sin hogar.
10
—Vamos a cantar otra —sugiere India, casi saltando ante la idea. India
es, no, a partir de hoy, fue mi compañera de trabajo en Kate von Frantzenberg.
Hemos sido amigas desde que ambas empezamos a trabajar ahí justo después
de salir de la universidad. Está casada con un tipo genial llamado Elvis, sí, Elvis.
Y tanto ella como Sandra, me vieron en los momentos oscuros después de mi
ruptura con Sebastian.
Otra canción suena divertida. El karaoke es adictivo. Sin embargo, mi
vejiga está a punto de estallar.
—Vayan y háganlo chicas —digo—. Voy a usar el baño y volveré en un
santiamén cuando termine.
—No te metas en problemas —me grita.
—No te preocupes, estaré bien —le digo y paso entre la multitud hacia
los baños.
Problemas.
Eso es una ridiculez.
Incluso si los fuera a buscar, nunca me encontrarían.
Aburrida.
Mi vida es así de aburrida.
Maravilla de maravillas, solo hay una fila muy corta. Feliz y aliviada
cuando finalmente atravieso la puerta del baño, me apresuro para encontrar un
baño vacío. La parte difícil viene después. Mi vestido es ajustado, demasiado
apretado para deslizarse por mis caderas. Con su gran cremallera plateada a lo
largo de toda la espalda, tengo que usar ambas manos para bajarla. Volverla a
subir es mucho peor que una molestia.
Un episodio de Sex and the City me viene a la mente. Uno en el que Carrie
Bradshaw finalmente acepta estar sola y descubre cómo cerrar su propio
vestido.
Si ella pudo hacerlo, yo también puedo.
Canalizando mi Carrie interna, todavía me toma unos cuantos minutos. Y
cuando salgo del cubículo, el baño está abarrotado. Espero mi turno para un
lavabo detrás de dos mujeres susurrando en voz alta sobre la tragedia de todo
esto y cómo no lo culpan por dejar la ciudad. Él. No sé de quién están hablando,
pero cuando las dos mujeres se van, incluso siento pena por aquel él. 11
Después de lavarme las manos y secarlas, sigo la afluencia de gente por el
pasillo débilmente iluminado. Hay habitaciones reservadas para fiestas
privadas y con mis pies matándome, me deslizo en una vacía para revisar mis
mensajes.
Las largas bombillas de neón de color rosa a lo largo del perímetro
emiten un destello casi con efecto estroboscópico en la habitación. Ignorando el
hecho de que eso está dañando mi visión, escojo una cabina fuera de la vista de
la puerta. Mi protector de pantalla se enciende cuando saco el teléfono de mi
bolso. Es de la Estatua de la libertad. Una foto que tomé el verano pasado
cuando Sebastian y yo estábamos perdiendo el tiempo un sábado en vez de
buscar lugares para bodas.
Debí tomarlo como una señal.
Resuelta a dejar de pensar en Sebastian, presiono contra la imagen y voy
directamente a Google. Una vez allí, busco una foto de algo que tendrá
significado en mi nueva vida.
¡Bingo!
Más que satisfecha con mi elección, la pongo como mi nuevo protector de
pantalla y comienzo a cantar la canción que me recuerda la brillante foto: “Si te
gusta la piña colada…”.
Con una sonrisa en mi rostro, termino ese verso y voy a mis mensajes.
Cuando lo hago, veo que tengo un texto.
Maggie: ¿Todavía sigues fuera?
Sintiéndome en la cima del mundo ante el hecho de que, sí, estoy fuera,
miro la hora y sonrío. Son las 12:35 a.m. Y todavía estoy afuera. Divirtiéndome.
Ves, no soy tan aburrida.
Entusiasmada con esto, tengo que volver a escribir mi respuesta tres
veces para conseguir la palabra correcta. Justo cuando presiono enviar, mi
teléfono se desliza fuera de mi mano.
Mierda.
Camuflada bajo el mantel negro, me inclino en el asiento y alcanzo el
suelo alfombrado. El suave material del banco de vinilo y el suave material de
mi vestido no se llevan exactamente bien, y de alguna manera termino cayendo 12
al suelo. Está más que un poco sucio y estoy más que un poco asqueada. Con los
dedos alrededor de mi teléfono, estoy a punto de salir de este repugnante lugar
cuando escucho el sonido de voces y la puerta de la habitación cerrándose.
Me congelo justo donde estoy.
Debajo de la mesa puedo ver dos siluetas. Un hombre. Y una mujer. No
puedo ver sus caras desde este ángulo, solamente sus cuerpos. Justo cuando
estoy a punto de anunciar mi presencia, mis ojos se posan en un par de zapatos
de hombre perfectamente lustrados y en un par de tacones muy familiares. Sé
por los Louboutins que la mujer es la imitación de Megan Fox.
Como un gato, mi curiosidad está de vuelta.
Y cuando empuja al hombre contra la puerta, siento que mi corazón
comienza a latir a toda prisa. El hombre probamente es Cam, el chico de cabello
oscuro que ella empujó contra mí al pasar y que luego se separó de sus amigos.
Obteniendo una mejor vista de él, puedo ver que su cuerpo está tenso. Un cable
de alta tensión, creo. Definitivamente es una trajeado tenso.
Confía en mí, conozco bien a los de su tipo.
Ahora es cuando debería anunciarme. Pero no lo hago. En su lugar, cubro
la pantalla de mi teléfono para cubrir el brillo y observo lo que ella va a hacer a
continuación. Tal vez gritar le grite. Llore. O incluso se divierta con él. Es una
mujer en una misión, y siento un extraño parentesco con ella porque he estado
allí antes.
Como si liberara su ira, desgarra la camisa para quitársela, y entro en
pánico cuando los botones saltan por el suelo alfombrado y aterrizan muy cerca
de mi mesa. Sin embargo, la pareja aún sigue sin notarme, porque la mujer ya
está deslizando las palmas por la suave y musculosa piel. Cuando se inclina,
creo que por un momento que podría morderlo o pellizcarlo y luego decirle que
se vaya al infierno, pero en cambio empieza a lamerlo.
¡Un momento!
Estaba enojada con él.
¿No era así?
¿Había malinterpretado por completo su lenguaje corporal?
Desde mi punto de vista, puedo decir que ella está trabajando su único
pezón duro. Las manos del tipo se clavan contra la puerta detrás de él como si
13
necesitara apoyo, pero sus gemidos de satisfacción me dicen que le gusta lo que
está sucediendo. Cuando Megan se mueve al otro lado de su pecho, mi mirada
cae en un tatuaje de la letra B justo sobre el lado derecho de su corazón, y creo
que Megan debe ser B.
¿Brittney?
¿Breanna?
¿Bailey?
Bethany, apuesto. Se ve como una.
Megan con una B traza la letra. Por alguna razón, no puedo llamarla
Bethany. Para mí ella es Megan. Me quedaré con ese nombre.
—Lo siento, Cam. Lo siento tanto —susurra.
—Solo cállate —susurra él, y desearía poder ver su rostro para poder
decir si está enojado o si le gusta lo rudo.
Mis pensamientos pronto quedan hechos polvo porque lo único que
puedo ver son las suelas rojas cuando ella cae de rodillas. Sorprendida, tengo
que usar la mano para cubrir mi jadeo. Esto no es lo que esperaba. De cualquier
manera, es demasiado tarde para decir una palabra.
Lentamente, desabrocha la fina tela del pantalón, y me quiero morir.
No puedo ver esto.
Sin embargo, lo hago.
Las luces rosas tintinean encima y alrededor de mí, y si alguno de ellos
mira hacia la esquina, pueden obtener un vistazo de mi gran y sumamente
audaz cremallera plateada. ¿Recuérdame por qué propuse este cambio al
diseñador? Retrocediendo lentamente, me aseguro de mezclarme con mi
atuendo negro.
—Te deseo —gime ella con voz áspera.
—No puedes tenerme —se burla de ella.
—¿Qué tal esto, entonces? —le pregunta mientras acaricia su polla, que
todavía está cubierta por su bóxer, y luego la besa.
Por el gemido que hace, parece que está luchando consigo mismo.
14
—No quieres hacer esto —responde, y algo en el sonido de su voz suave,
cremosas y atormentada, pone mi sangre a hervir.
Ella ignora su respuesta y baja sus pantalones y bóxer más allá de sus
rodillas. No se requieren pantalones para este acto. Y luego, sin más
preámbulos, ella lo toma con su boca y rodea con sus labios. No puedo ver su
polla, pero eso no significa que no la quiera.
En realidad, no soy una pervertida. Ni siquiera soy un poco fetichista. De
hecho, soy lo opuesto a fetichista. Me masturbo con los dedos. Me gusta el estilo
del misionero, en una cama, en la noche, en la oscuridad. Y no soy muy buena
con las mamadas. Usualmente vomito.
Hay un ruido sordo contra la puerta, y me imagino que es Cam inclinando
la cabeza por el placer a pesar del hecho de que está enojado con Megan con
una B.
¿Por qué está enojado?
¿Qué hizo?
¿Quién es ella?
¿Un polvo al azar?
¿Su novia?
¿Su prometida?
¿Su esposa?
Me voy con la novia. Siento como si la intimidad con la que trazo la letra
en el pecho significaba algo. No es la prometida o la esposa, no veo anillos, pero
supongo que si están en una pelea pudieron quitárselos. ¿Qué hizo ella para
molestarlo? ¿Gastar demasiado dinero? ¿Llegar borracha al almuerzo? ¿Negarse
a abrir las piernas cuando él quería que lo hiciera?
El acto continúa. Su cabello largo y oscuro se balancea. La parte baja de la
camisa prácticamente cubre la cabeza de ella. Y entonces la corbata se desliza a
través de la pizca de piel que puedo ver entre los pliegues de la tela, comienzo a
sentirme un poco acalorada. Nada de eso parece molestarla mientras lo trabaja
con las manos y la boca.
Arriba.
Abajo. 15
Arriba.
Abajo.
Mis ojos se sienten secos. Parpadeo unas cuantas veces. Malditos lentes
de contacto. El movimiento de mi cabeza hace que la joya alrededor de mi
cuello caiga y golpee un costado del pulso.
Tic.
Toc.
Tic.
Toc.
Como un reloj, se mueve hasta que la agarro.
De repente, B detiene lo que está haciendo y mira a Cam.
¿Lo escuchó?
Dejo de respirar.
—Te gusta cuando lo hago. Admítelo —ronronea.
Ufff. No escuchó nada.
Enfadado o no, sé que no imagino el sonido de la risa que él hace o la
mano que pone en el cabello de B mientras empuja su cabeza hacia abajo.
—En la condición en que estoy en esta noche, cariño, cualquier puta lo
haría.
¿Palabras mezquinas para lastimarla, o es solo su forma de hacerlo?
El uso de la palabra cariño me dice que se niega a llamarla por su
nombre. Megan con una B no parece importarle, porque muy pronto el ruido
húmedo de la boca contra la carne es el único sonido aparte mi respiración
pesada que puedo escuchar.
—Mierda, eso es bueno —gime Cam.
—Sé cómo te gusta —le dice B, levantando la mirada otra vez.
Está bien, así que al menos se conocen bien. Una vez más, me voy con la
novia.
Cam parece querer mirarla a los ojos, porque una vez más empuja su
cabeza hacia abajo.
16
—¿Quién no? —dice, y por primera vez, escucho el tono alcohólico en su
voz.
Fascinada por el intercambio delante de mí, soy más consciente de que
no debería estar viendo o escuchando este momento privado, pero quiero saber
si ser un idiota es la forma en que él se vienen, o si Cam realmente está enojado
con Megan con una B.
Una luz parpadea debajo de la mesa y agarro para mi teléfono. Es otro
texto de Maggie, igual al anterior.
Maggie: ¿Todavía sigues fuera?
Más ruidos suaves y húmedos cubren la vibración. Gracias a Dios que
cambié mi teléfono a vibración antes. Con la pantalla cubierta con la palma de
mi mano, intento no moverme o siquiera respirar.
Cam ahora está haciendo mucho más ruido. Gimiendo. Maldiciendo.
¿Por qué sus sonidos me excitan?
Haciéndome sentir de una manera en la que no debería, cierro los ojos,
incapaz de ver más, pero muy pronto otro golpe contra la puerta me hace
abrirlos justo a tiempo para ver la espalda arqueada de Cam.
Sé que se está viniendo por la forma en que su cuerpo está reaccionando:
los sonidos que está haciendo, la curva de su columna, los empujes repentinos
que hace en la boca de B.
—Así, justo así. No te detengas. No te detengas. Oh, mierda. Oh, mierda.
Megan con una B se traga hasta la última gota y, por lo que puedo ver, no
parece tener problema de náuseas.
Perra con suerte.
Justo ahora, estoy más que un poco excitada y molesta. Sé lo que voy a
hacer cuando llegue a casa para aliviar el dolor que estoy sintiendo.
El brazo de Megan se levanta y se limpia la boca. Desearía poder darle
una servilleta. Poco después, se pone de pie y ya no puedo ver nada más que la
parte trasera de su vestido rojo.
Ella es el diablo. 17
¿O tal vez él es el diablo?
—No —dice la voz muy masculina y borracha.
No.
¿No a qué?
Oh, Dios, espero que no quiera acostarlo en el piso y follarlo, porque si
eso sucede, estaré atrapada.
—¿No? —Megan con una B repite en un tono interrogativo.
—¡No!
—Espera. Déjame aclarar esto. ¿Me dejarás chuparte la polla, pero no me
dejarás tocar tu boca con mis labios?
Zapatos de Cam se mueven. Se abrocha la camisa y la acomoda. Cierra sus
pantalones, y luego se aleja de vestido rojo en zapatos de tacón y abre la puerta.
—Ya he terminado de dejarte hacer lo que sea, cariño.
Bueno, eso es simplemente grosero.
—Camden —dice en voz alta, sonando un poco frenética—. Dame una
oportunidad. Quiero compensarte. Haré lo que sea.
—No hay nada que quiera de ti, ese es el problema.
Cam. Abreviatura de Camden.
Me gusta bastante.
Lástima que Camden sea un idiota.
—Entonces ¿por qué me dejas hacer esto?
No hay ninguna respuesta, solo pies moviéndose fuera de mi vista.
—¡Eres un maldito imbécil —grita detrás de él!
Los zapatos pulcros y muy varoniles entran volando a la habitación.
No hay furia tal como un hombre despreciado.
Camina hasta estar muy cerca de ella. Me imagino que levanta su barbilla
para mirarla a los ojos, aunque no puedo ver tan alto.
—Solo para dejar en claro esto, no te debo nada —dice, y esta vez, 18
cuando sale de la habitación, no regresa.
¡Auch!
—Pero aún te quiero —susurra la mujer, más para sí misma.
Creo que está acostumbrada a conseguir lo que quiere, y este Cam es algo
que quiere. Me pregunto qué tan lejos irá para conseguirlo. Ojalá pudiera
averiguarlo.
Poco después, Megan con una B tropieza y luego se deja caer en el banco
de la mesa frente a mí. Puedo ver su rostro ahora.
Oh, Dios.
Oh, Dios.
Por favor, no pongas esa cara.
Si puedo ver su cara, ¿eso significa que ella puede ver la mía?
Está lo bastante oscuro en la esquina y espero que el resplandor de las
luces rosas me ayude a camuflarme, pero si se ve lo suficientemente claro, me
verá.
La tristeza la consume y su llanto es tan pesado como su respiración. No
está mirando a ningún lugar más que a su regazo. Siento un poco de pena por
ella. No sé lo que le hizo a Camden, pero debió haber sido muy malo, o es un
maldito buen juego sexual el que están interpretando.
Demasiado malo para mí, probablemente nunca lo sabré porque, como si
renaciera, limpia las lágrimas de sus ojos, toma una respiración profunda y se
levanta antes de salir de la habitación con un paso firme.
Chico, se recompone rápidamente.
Podría tomar una página o dos de su libro de "cómo hacerlo".
Es difícil de creer que acabo de hacer eso: ver a una chica darle una
mamada a un chico. Francamente, no vi mucho, solo la parte posterior de su
cabeza, pero, aun así, eso tiene que contar como algo más que tenso.
¿Verdad?
Cuando el camino está despejado, agarro mi teléfono y finalmente
presiono enviar con la palabra, sí, para responderle a Maggie y dirigirme al
salón. No hay señales de Megan con una B, y aunque no estoy segura de cómo
luce Cam, algo me dice que él también se ha ido.
19
“Happy” está sonando y mis amigas están en el escenario moviéndose
como Pharrell Williams. Prácticamente lanzándome hacia ella, subo al
escenario y me uno. Moviendo las caderas, chasqueando los dedos,
aplaudiendo, no tengo ningún problema para cantar esta canción.
—Clap along, if you feel like that’s what… —Termino la canción con una
nota alta, con mis manos juntas y la sensación de estar renaciendo.
Lo que vi en esa habitación me hizo darme cuenta que todo el mundo
tiene problemas, y todos tienen una forma de lidiar con ellos: suplicar, llorar,
enojarse, decir cosas que hacen daño, acurrucarse en posición fetal, e incluso
tener sexo. Independientemente de cómo lidies con ellos, al menos lo intentas, y
yo ya he hecho mi buena parte de todo eso.
Terminé de intentarlo.
Estoy lista para mañana.
Lista para comenzar de nuevo.
Ser un globo de aire caliente, como dice la canción.
Pocos minutos después de nuestro gran final, estoy borracha y
abrazando a mis amigas para despedirme.
—¡No olvides llamarnos! —gritan al unísono cuando entro en un taxi.
—No lo haré —respondo, cerrando la ventana y luego girándome para
decir adiós mientras el taxi se aleja.
Desplomándome contra la puerta, la realidad se acentúa. En menos de
veinticuatro horas estaré en un avión con destino al Condado de Orange.
No lo puedo creer.
En serio, lo estoy haciendo.
Nuevo comienzo.
Nueva vida.
Nueva yo.
California, allá voy.

20
2

Traducido por M.Arte

Corregido por Kish&Lim

L
21
a tentación es más que la inclinación al pecado.
Está persuadiendo, manipulando, induciendo, y en todas
partes. Hay veces que me niego a ceder. Veces en las que soy
víctima de ella. Veces en que la persigo. Mierda, incluso hay
veces en que solo la necesito para sentirme vivo.
Esta vez, sin embargo, es diferente. Es ella. Y aunque sé que no debo
seguirla, me encuentro persiguiéndola. La tentación es demasiado grande como
para resistirse. Voy a donde quiera que me lleve sin cuestionarme, pero como
siempre, cuando se abre una puerta, otra también lo hace, y otra, y otra.
Infinitas puertas sin respuestas.
Nunca se cierran.
Ya no puedo soportarlo.
Cuando se abra otra puerta, quiero a cerrarla de golpe y bloquearla con
un millón de llaves, pero esta vez no es un sueño.
Se siente real.
La más pequeña pizca de agua helada que cae en mi rostro me despierta
de la pesadilla que nunca puedo olvidar.
Parpadeo y abro los ojos, protegiéndolos del sol con mi brazo.
—¿Pero qué carajos, Amelia?
Mi hermana menor está de pie sobre mí con una sonrisa en su cara y una
botella de agua abierta en la mano.
—¿Pensé que te ibas esta tarde?
Rápidamente me siento en su sofá pequeño y miro alrededor en busca de
mi teléfono.
—Y lo haré. ¿Qué hora es?
—Pasada la hora de tu vuelo, hermano. Parece que te vas a quedar.
—¿Por qué no me despertaste?
Dejando caer su mochila en el suelo, me lanza una mirada.
—No soy tu despertador personal. Tenía exámenes finales, ¿recuerdas?
Apenas llegué a casa.
22
Al darme cuenta que estoy jodido, me relajo y decido tomar un vuelo más
tarde.
—Cierto. ¿Cómo crees que lo hiciste?
—Pasé con honores, como siempre. Parece que me graduaré de mi
Maestría en Administración de Negocios a fin de mes.
Odia que en realidad no esté haciendo lo que realmente quiere hacer,
pero es lo que nuestro padre ordena, le doy una mirada simpática y digo lo
único que puedo.
—Eso es genial.
Esa mirada que me da advierte que vienen problemas, y antes de que
pueda detenerla, vierte el resto del agua sobre mi cabeza.
Limpio mi cara y la fulmino con la mirada.
—En serio, Amelia, ¿cuándo vas a crecer?
Con un encogimiento de hombros, se acerca al tocado para recoger su
cámara y luego juguetea con la configuración.
—¿Me estás preguntando eso? ¿No eres tú quien entró a trompicones y
borracho anoche?
Mi cabeza palpitando es el único recordatorio que necesito de la
borrachera de anoche. Con la cabeza hecha una mierda, me rasco el cuero
cabelludo.
—Sobre eso. Lo siento si te desperté.
La cámara apuntando en mi dirección es algo a lo que estoy
acostumbrado cuando estoy en compañía de mi hermana.
Foto. Foto. Foto.
Si ese horrible presentimiento que tengo resulta ser cierto, si se va a
trabajar para mi padre en The Waters Group, le estará dando un beso de
despedida a su pasión por la fotografía. Quién sabe, sin embargo, podría
cambiar de opinión sobre trabajar para él. Y él podría, solo podría, liberarla,
aunque no estuvo dispuesto a hacerlo con mi hermano y conmigo. El hecho de
que estoy mirando su agradable apartamento de una habitación en Village que
paga mi padre, a pesar de que él odia que viva aquí, es el comienzo de que
Amelia es quien quiere ser, no la que él quiere que sea. 23
Según nuestro padre, debería estar viviendo en Morningside Heights
porque es mucho más seguro, y después de todo es donde él vivió, donde su
padre vivió, y donde mi hermano y yo vivíamos cuando asistíamos a la Escuela
de Negocios de Columbia.
Como todos los Waters desde el principio de los tiempos.
Sin embargo, de hecho me siento orgulloso de que mi hermana lo
enfrente y viva donde quiere, no donde él quiere que viva, no lo que es
conveniente para él.
Levanto la mano.
—Ahora no, por favor, el ruido del obturador es demasiado.
Foto. Foto. Foto.
—Amelia, dije por favor.
Eso la hace parar. Cuando aparta la lente de su rostro, sus ojos grises
muestran una inusual mirada de simpatía.
—Por cierto, no fuiste tú quien me despertó. Fue Vanessa, cuando no
dejó de molestar.
Me froto la nuca.
—¿De qué estás hablando?
Señala mi bolsa de viaje.
—Quería hablar contigo. Se conformó con dejarte un regalo.
—¿La dejaste subir?
—No tuve elección. Iba a despertar a todo el vecindario. Por suerte para
ti, estabas desmayado. Sin embargo, tengo que admitir que fue bastante
divertido verla intentando despertarte. Cuanto más lo intentaba, más enojada
se ponía. Tenía todo tipo de nombres para ti. No sé lo que hiciste, pero
realmente la hiciste enojar. Tanía tantas ganas de tomarle una fotografía y
luego publicarla por todas las redes sociales con el título “La reina del hielo
falla”.
Sacudiendo la cabeza, no puedo evitar reírme.
—Nunca te agradó.
24
—¿Cómo me iba a agradar? Siempre fue una perra engreída cuando
estaba a mi alrededor.
Levantándome, la ignoro y me dirijo al tocador, donde veo un álbum de
fotos negro.
—¿Este es tu último portafolio?
Amelia desliza sus delgados dedos sobre el revestimiento plateado.
—No, son fotos de nosotros tres.
Con eso, sé que es hora de irme.
—Voy a tomar una ducha. ¿Crees que podrías encontrarme otro vuelo al
Condado de Orange?
La cámara nunca está lejos de su alcance, la levanta de nuevo y comienza
a tomar fotos.
—¿Por qué no te quedas unos días más? Te echaré de menos.
Odio dejarla, pero al saber que tengo que hacerlo por mi propio bien,
trato de aligerar el estado de ánimo haciendo mueca. Saco la lengua. Pongo el
pulgar sobre la nariz y extiendo los dedos. Coloco las manos cerca de mis orejas
y las muevo. Todo el tiempo sin decir nada que responda a su pregunta. Sabe
que la respuesta es no.
—Sé serio —me dice.
—Tengo resaca y ni siquiera me he duchado. ¿Qué tan serio puedo ser?
—Al menos intentarlo.
Le lanzo una mirada y una sonrisa.
—¿Como esto?
Amelia baja la cámara.
—No mucho mejor. Ve a ducharte y te encontraré un vuelo. —Me inclino
y la beso en la mejilla—. Eres la mejor.
El afecto en realidad no es lo suyo ni lo mío, así que me empuja.
—Aléjate de mí. Hueles a alcohol y a ella. 25
Ella.
Cierto.
Mierda.
Agarrando mi bolso de lona, me dirijo al baño.
El vestido negro de Amelia está tirado en el piso, sus tacones junto a él.
Deslizo las manos por mi cabello.
Mierda.
Mierda.
Mierda.
Lo único que hace es recordarme ayer. Por qué he vuelto. Golpeando mi
mano contra la pared, estoy tan enojado que apenas y puedo respirar. Quiero
gritar: “por qué, por qué, por qué”, pero no le hará ningún bien a nadie.
Todos sabemos por qué, o al menos en parte.
Y como no quiero descender por ese camino oscuro, me quito la ropa de
ayer y entro al chorro de agua.
Apoyándome contra el azulejo frío, dejo que el agua fría se lleve mi
pesadilla. Necesito salir de Nueva York. Es tóxico para mí.
La barra de jabón es de lavanda perfumada y muevo la cabeza mientras
enjabono y elimino su aroma, la sensación de ella, la esencia misma de ella.
Vanessa no era lo que necesitaba anoche y no es lo que necesito ahora, o nunca.
A medida que el agua se vuelve más caliente, mi polla, un poco detrás en
el juego, debe darse cuenta que se perdió la oportunidad de follar esta mañana
y que el roce que podría recibir es mi esfuerzo por ayudarla a liberarse.
Desde que me mudé lejos de la ciudad en la última Acción de Gracias, he
tenido esta necesidad que nunca parece estar satisfecha. No importa cuántas
mujeres, cuántos polvos, nunca es suficiente.
El sexo es solo sexo.
Sin sentimientos.
No me malinterpreten, me gusta de esa manera. 26
Sin embargo, de vez en cuando, me gustaría que cuando estuviera
saliendo de una mujer murmurara: "Eso se sintió jodidamente increíble", y me
hiciera sentir esa emoción después de alejarme de ella.
Lo que sucede a continuación ocurre antes de que me dé cuenta de lo que
estoy haciendo. Cierro los ojos y me froto suavemente, primero alrededor de mi
polla, luego mis bolas.
Maldición, eso se siente bien.
Pronto, me estoy imaginando a una mujer sin rostro, un cuerpo sexy, otro
polvo. Me está agarrando. Firmemente. Causando suficiente dolor para
recordarme que estoy vivo. Le doy la vuelta e imagino que estoy metiendo mi
polla en su dulce coño, una y otra vez, y me dan ganas de venirme con fuerza y
rápido.
La idea hace que mi puño bombee a un ritmo más rápido y lamo el agua
en mis labios. La presión es profunda y un hormigueo irradia desde mi polla. A
medida que mi orgasmo empieza a construirse, también lo hacen las
contracciones, se siente como si la electricidad me recorriera. Mi polla se
mueve bruscamente y no puedo aguantar más. A medida que empiezo a
venirme, prácticamente tengo espasmos por el fuerte agarre, la increíble
sensación contrayéndose. Por último, me dejo llevar, cruzando ese umbral una
y otra vez hasta que estoy agotado. Mi pecho sube y baja, y me apoyo contra la
pared de la ducha.
Sí, eso se sintió jodidamente increíble.
Una vez que mi respiración vuelve a la normalidad, me enjabono una vez
más con el jabón de lavanda, lo enjuago y salgo de la ducha. No me molesto en
afeitarme.
Coloco una toalla alrededor de mi cintura, limpio el vapor del espejo.
Peino mi cabello hacia atrás y miro fijamente mis ojos grises, pensando que, por
un momento, me vi allí. El chico que solía ser. Mi mirada baja, y la tinta en mi
pecho es un recordatorio constante de las formas en que las cosas han
cambiado.
Para siempre.
Esa furia tan familiar me atraviesa y tengo que apartar la mirada.
Cuando busco mi ropa interior en el bolso, encuentro el presente del que
Amelia me habló.
27
Me había olvidado de esa pequeña cancioncilla.
Con un profundo suspiro, la saco. Vanessa ha escrito mi nombre
completo en la tarjeta. Camden Pearson Waters. Típico de ella que no pensara
en cuánto me escocería ver el nombre de mi padre, mi segundo nombre, en la
tarjeta.
La decisión de abrir el regalo proviene de la pura y maldita curiosidad.
Sinceramente, me pregunto qué clase de juguete sexual pensó en traerme esta
vez. Es como si pensara que el sexo es la clave a mi corazón. ¿Qué tan
superficial cree que soy? Además, experimentamos con juguetes solo unas
pocas veces en el dormitorio a lo largo de los años, y, en general, tengo que
decir que nuestra vida sexual era en su mayoría vainilla.
Ahora, de repente, después de nuestra separación, decide convertirse en
esta zorra descarada. Es casi risible. Los textos, mensajes y regalos necesitan
parar. Veamos, aparte de los mensajes de texto clasificados como X, los regalos
siempre son extremos. Me envió unas pinzas para pezones con la nota: “No
puedo esperar a que las uses en mí”. Me envió unas esposas con la nota: “Soy
tuya para que me tomes”, alrededor de ellas. Y me ha dado innumerables
artículos. Los que no terminaron en la basura, los use maliciosamente con la
siguiente chica que folle para mi placer.
Sí, admito que tengo problemas de ira.
No estoy seguro de qué podría dejarle, nada excepto la llave de su
trasero. Me estremezco cuando veo la foto enmarcada de mi hermano, ella y yo
en la graduación de mi hermano de Columbia hace dos años en la caja. Debajo
de la foto, grabado en la plata, está escrito: Los Tres Mosqueteros.
Incapaz de detenerme, la lanzo a la basura y veo cómo el vidrio se rompe
en cientos de pedazos pequeños.
Se necesita todo de mí para no llamarla y partirla en dos. Mierda. No le
daré la satisfacción de marcar su número.
Dado el tiempo que me lleva calmarme, jodidamente espero poder irme a
California esta noche.
Mientras me pongo unos vaqueros y una camiseta, intento olvidarme de
mi reacción y pasar el poco tiempo que me queda con Amelia.
El café está hirviendo en la olla cuando entro en la cocina, y mi hermana 28
está sentada a la mesa de la cocina con su portátil frente a ella. Tomo una taza y
la miro.
—¿Encontraste algo?
Amelia cierra la laptop y sonríe.
—Lo hice. JKF no tenía ninguno, pero esta noche hay un vuelo desde
Newark. Eso nos da un total de ocho horas juntos antes de que tengas que irte.
Así que, ¿qué quieres hacer?
—Primero vamos a reservar mi boleto y luego decidiremos. —Buscando
mi billetera, veo que está en la mesa de la cocina junto con mi teléfono y mis
llaves. Amelia debió sacarlos de mis bolsillos anoche—. Siempre cuidando de
mí. —Señalo.
—Alguien tiene que hacerlo. —Sonríe, metiendo un mechón de cabello
color turquesa detrás de su oreja. Solo una pequeña parte de la individualidad
que yo sé que oculta de nuestro padre cuando lo ve, pero es suficiente para que
se sienta como si estuviera tomando las riendas.
La dejé creer eso.
—Muy bien, entonces, ingresa la información de mi tarjeta de crédito y
vamos a buscar algo para comer. —Froto mi estómago—. Estoy hambriento.
—Sobre eso —dice, levantándose de la mesa—. Los únicos asientos que
quedaban eran de primera clase.
Por encima del borde de la taza, la estudio.
—Sabes que no puedo pagar eso.
Apoyándose contra el mostrador, cruza los brazos sobre su pecho.
—Sí, me imaginé eso, así que usé mi tarjeta.
Mirándola, bajo mi taza de café.
—Él no está pagando por mi vuelo.
Se acerca un poco más.
—Cam, querías volver esta noche y fue todo lo que estaba disponible.
Además, nunca lo sabrá. Nunca revisa mis declaraciones. E incluso si lo
descubriera, no le importará. Quiere ayudarte.
Con una respiración profunda, recuerdo que ella de hecho no lo entiende,
29
que no sabe, así que le resto importancia.
—Te enviaré el dinero tan pronto como lo consiga, y quiero que lo
deposites en tu tarjeta de crédito.
Pone los ojos en blanco
—Como sea.
—Sabes que quiero hacer las cosas por mi cuenta, sin su ayuda.
Amelia suspira como si estuviera molesta por mi búsqueda de la
independencia y me pregunto si no decirle fue la elección correcta.
—Está bien, entonces ya está arreglado —dice con una sonrisa—, vamos
a Balthazar y luego a Central Park para que pueda tomar algunas fotos. Todo
está en floración y con los finales, todavía no he podido capturarlo.
La miro con curiosidad.
—Estoy bien con el parque, pero ¿Balthazar? ¿En serio? —Uso los dedos
para dibujar unas comillas mientras agrego—: “No puedo manejar a toda la
gente esnob de allí”. ¿No es eso lo que siempre dices?
Su dedo medio apunta directamente a mi rostro.
Lo agarro y lo bajo.
Fingiendo dolor, sacude la mano.
—Tienen buena comida.
—Aun así, no te gusta el ambiente.
Mi hermana es pequeña, pero de vez en cuando se muestra feroz.
—Pero tú amas la comida, así que perseveraré. ¿También vas a decir
pestes de eso o puedo hacer algo bueno para ti porque quiero?
Si es o no cariñosa, ya sea que yo lo sea o no, la acerco para abrazarla y
besarle la parte superior de la cabeza.
—Sabes que te quiero.
En un comportamiento muy atípico de Amelia, me devuelve el abrazo.
—Y aunque eres un asno obstinado a veces, sabes que yo también te
quiero.
30
El poder de las palabras. Difíciles de decir. Más difíciles de decir otra vez.
Me rio entre dientes.
Luego hago lo que me dije que no haría y saco un tema que sé que no
debería.
—¿Te importa si invito a mamá?
Cuando se aleja con el ceño fruncido, sé que no está feliz.
—Sí, me importa.
Debí mantener mi trampa oculta. Aun así, tenía que intentarlo. Odio la
brecha entre ellas, la miro a los ojos y digo su nombre con un suspiro.
—Amelia.
Entrecierra lo ojos.
—Nada de Amelia. Ella es la que decidió no ser parte de nuestra familia.
Nos dejó cuando la necesitamos. Consiguió a un novio casi de la mitad de su
edad y se mudó a un desván artístico en Brooklyn.
No queriendo ir allí, y sin estar dispuesto a ir allí, decirle todas las formas
en que siempre le ocultamos la verdad, hago lo que siempre hago cuando mi
hermana y yo llegamos a este punto y alejo la mierda. Los motivos detrás del
divorcio de nuestros padres no son algo que yo deba decirle. Eso lo sé. Así que,
en vez de decir otra cosa, levanto las manos en señal de rendición.
—Está bien, olvida que dije algo.
—Olvidado
Lamentándome de haberlo dicho, toco su collar de piedras preciosas y
cambio de tema.
—Te gusta esto, ¿eh?
Baja la mirada.
—Me encanta. ¿Dónde lo conseguiste, de todos modos?
Jalo un mechón de su cabello
—De una amiga mía. Tiene un montón, su amiga los hace. Veré si tiene
uno turquesa y te lo enviaré.
31
—Oh, me encantaría. Gracias. Ahora vámonos antes de que nuestro
tiempo juntos termine.
Miro el reloj.
—Deberíamos tener tiempo suficiente.
—No, realmente. Después del parque, tenía la esperanza de ir a la cima
del Empire State. Tengo un nuevo lente y quiero tomar algunas fotos de la
ciudad para mi portafolio.
—No es que vaya a decir no, pero mierda, con todas las cosas que quieres
hacer hay una buena posibilidad de que pueda perder el avión.
Levanta una ceja.
—Tal vez ese es mi plan.
Demonio.
Le lanzo una sonrisa
—Lo siento, hermana, no va a suceder.
—¿Cuál es la prisa?
—Tengo un trabajo.
Amelia pone los ojos en blanco.
—Eres un salvavidas.
Acostumbrado a los golpes que le gusta hacer, la ignoro y la golpeo
levemente en el estómago.
—Sigue siendo un trabajo. Más de lo que puedo decir de ti. Además,
tengo todo ese sol y todas esas bonitas chicas esperándome.
Girando sobre sus talones, me dice sobre su hombro.
—Como sea.
—No, en serio, tengo que trabajar mañana.
—Lo entiendo. Lo entiendo.
Nueva York pudo haber sido una vez mi hogar, pero ahora estoy sin
hogar. Y California simplemente se siente como el lugar donde puedo imaginar
mi vida.
Al menos allí, no tengo ninguna preocupación, no hay distracciones, y no
32
tengo ninguna mierda con la que lidiar.
Eso es lo que me digo, de todos modos.
Y a veces casi lo creo.
Casi.
3

Traducido por Smile.8 y Lyla

Corregido por Kish&Lim

S
iendo la competente neoyorkina que soy, puede navegar por el
metro como nadie más, o llamar a un taxi con un silbido en un 33
segundo.
En serio, soy así de buena.
De pie frente a mi edificio de apartamentos con mis cuatro maletas, hoy
estoy prácticamente en llamas.
En pocos segundos de mi brazo moviéndose hacia arriba y mi mano
agitándose en el aire, un taxi se detiene junto a la acera. Luego mira todas mis
bolsas y se aleja.
—Oye, espera. ¡Necesito que me lleven! —grito.
Como si le importase. Ya hace rato que se ha ido.
Después de otros tres intentos fallidos, finalmente soborno a uno de los
conductores con una buena propina.
Mucho en cuanto a ser competente.
Maniobrando con mi equipaje, el reacio conductor se las arregla para
exprimir las dos maletas de gran tamaño en el maletero, una de las bolsas más
pequeñas en el asiento delantero, y la última en el asiento de al lado.
Cuando me meto, la muevo un poco para poder abrochar la hebilla de mi
cinturón de seguridad. Es entonces cuando el dobladillo de la falda queda fijado
al asiento de vinilo agrietado y tira de la tela un poco demasiado alto en mis
piernas desnudas.
No tan corta como para mostrar la ropa interior, pero cerca.
Afortunadamente, no parece que el conductor haya notado el destello
que le he dado.
—¿A dónde? —pregunta.
—Al aeropuerto de Newark —digo, y me apoyo en el asiento
sintiéndome un poco más triste de lo que pensé que lo haría.
Tan pronto como el conductor pisa el túnel Lincoln, comienzo a
repensarme mi decisión de salir de la ciudad en la que crecí. Desde la seguridad
económica de los primeros nueve años y prácticamente todo lo contrario
durante los últimos quince, todavía ha sido siempre una constante para mí.
Mirando el horizonte desvaneciéndose una vez que estamos fuera, no
puedo evitar recordar lo difícil que fue esa transición.
34
El dinero seguro cambia cómo actúa la gente a tu alrededor.
Mi padre había perdido todo en la burbuja de las puntocom. Era un
hombre que se hizo a sí mismo, que construyó un imperio, vivió la vida a lo
grande y, después nos dejó a mi madre y a mí cuando todo se desmoronó. A día
de hoy, no tengo ni idea de dónde está, ni me importa.
Por suerte para mi madre y para mí, el minorista de California, Simon
Warren, había decidido poner en marcha la división de mujeres en la costa este
alrededor de ese mismo momento y trasladó a su jefe de operaciones,
Katherine May, a la ciudad de Nueva York. Katherine estaba desesperada por
ayuda, y contrató a mi madre como su asistente personal.
Así es como conocí a Maggie, Katherine es su madre.
Una mujer tan increíble.
Entonces, cuando tenía dieciséis años, mi madre murió inesperadamente
de una disección aórtica, un aneurisma. Me quedé sola. Y fue la madre de
Maggie, quien se acercó y me tomó. No tengo ni idea de dónde habría ido si no
lo hubiera hecho. Lo más probable es que hubiera tenido que vivir con algún
pariente lejano malvado que nunca había conocido. Gracias a Dios que no
sucedió.
Me quedé con las Mays hasta la graduación en la escuela secundaria. Tan
pronto como Maggie y yo nos mudamos a los dormitorios de la universidad,
Katherine se dirigió de nuevo a Los Ángeles. Creo que se había quedado en la
ciudad durante más tiempo de lo que quería. Por Maggie y por mí. Le debo
tanto.
Justo cuando el taxista se acerca al aeropuerto, suena mi móvil y me saca
de mis recuerdos. Mientras lo agarro de mi bolso, el nombre de Maggie
parpadea en la pantalla.
—Hola —contesto.
—Hola —dice de vuelta—. ¿Dónde estás?
Bocinas pitan mientras el taxi acelera por el camino.
—En mi camino al aeropuerto —contesto con una sonrisa, y un secreto
de la noche anterior que decidí esperar a contarle en persona. Va a enloquecer
cuando le diga que estaba en la misma habitación con una pareja que estaba,
bueno, haciendo lo que hacían.
35
—Bueno, entonces tienes tiempo —dice.
Cautelosa, compruebo la hora en mi teléfono.
—No tanto —digo con un pequeño hipo. No debería haber tomado ese
trago de refresco que bebí por un poco de cafeína adicional justo antes de irme.
La carbonatación en realidad hace cosas raras a mi cuerpo.
Por alguna extraña razón, el sonido me hace pensar en Cam. ¿En serio era
idiota o Megan con una B hizo algo para herirle? Hay algo en él que no puedo
olvidar. Por un momento anoche, pensé que compartía parentesco con Megan
con una B, pero tal vez era realmente con Cam. Era el sonido de su voz,
enfadado y roto, al mismo tiempo, que no puedo dejar ir. Me recuerda a mí,
supongo.
Maggie se ríe y aleja de mi mente los pensamientos del hombre que
nunca conoceré.
—Está bien, creo que es seguro decir que tienes cinco minutos.
Mirando las miles luces traseras por delante, contesto con.:
—Estoy segura que sí. ¿Por qué?
—¿Hiciste la lista de reproducción que te dije?
Me muerdo la lengua para no hacer un comentario sarcástico.
—Sí, Maggie, hice la lista de reproducción.
Hay un ruido como de risa viniendo a través de la línea.
—Déjame escuchar una de las canciones.
Duda de mí.
Pero sé más que ella.
Maggie es una chica a la que nunca dices que no porque si lo haces, te
golpeará hasta que digas que sí.
Tocando mi pantalla, saco la inútil tarea que me asignó para ayudarme a
salir de mi estado raro, y luego pulso reproducir. Sonidos de Madonna llenan el
taxi. Un poco horrorizada, rápidamente lo paro.
—Oh, eso es bueno —dice. Luego añade—: ¿Espero que esa terrible
canción no esté incluida?
36
Ella se refiere a “Total Eclipse of the Heart”. No le digo que fue mi primera
elección en el karaoke anoche.
—No, no está, pero tengo que admitir, que fue difícil crear esta lista de
reproducción.
—¿Qué?
—Sé que es casi imposible creer que alguna vez fuera a poner las
palabras difícil y lista en la misma frase. —Por lo menos estoy admitiéndolo.
Casi con desconfianza, pregunta:
—¿Cuántas canciones tiene?
—Doce —digo en voz baja—. Y las podrás escuchar todas cuando llegue
allí.
Esta vez aplaude.
—Sí, no puedo esperar. Ahora es el momento de seguir adelante.
—¿Seguir adelante?
Oh no.
—Sí. Te enviaré un correo electrónico en breve, y quiero que empieces en
ello de inmediato.
Reticencia se mueve a través de mí.
—¿Qué es?
Maggie y yo no solo éramos amigas de la infancia, sino también
compañeras de habitación en el Fashion Institute of Technology. Opuestas de
muchas maneras, pero iguales en otras. Creo que es por eso que nos llevamos
bien, incluso después de estar separadas por miles de kilómetros en los últimos
doce meses. Lo que pasa es que ella no ha cambiado, pero yo sí, y no para mejor.
Maggie hizo todo lo posible para que funcionara después de la
universidad en la ciudad de Nueva York, pero en el fondo era una chica
californiana, y después de perder su décimo trabajo en ventas, se dio por
vencida y se mudó al bungaló desocupado que su abuela le había dejado en
Laguna Beach. Ahora, es salvavidas y vive la vida por diversión.
No exactamente del todo madura, pero funciona para ella, por ahora, de
todos modos. Y la amo sin importar nada.
37
No es solo mi mejor amiga, es mi más gran defensora. Pero eso también
significa que sabe todo sobre mí, y a veces tiene esta necesidad de empujarme
más allá de mi límite.
—He estado pensando en lo que dijiste —ofrece como cebo.
Sabiéndolo, no lo tomo.
—Eso es algo vago. He dicho mucho.
—Sabes a lo que me refiero, Makayla Alexander. Sobre que, te preocupa
que todos piensen que eres una chica tensa de la ciudad.
Suspiro profundamente.
—Oh, eso.
Se ríe.
—Sí, eso. Y tengo una solución para aliviar tus preocupaciones.
Esta vez me rio.
—¿Tienes una solución? ¿Qué? ¿Crees que vas a arreglarme?
—Makayla, no estás rota. Toda esta mierda está en tu cabeza por
Sebastian, ese cabrón.
Inclinando la cabeza, cierro los ojos y trato de no llorar ante la mención
de mi ex prometido.
—Maggie, hemos hablado de esto. No está en mi cabeza. Es un hecho, y
no importa lo que haga, todos lo van a averiguar.
No discute, pero su voz se vuelve más suave.
—Eso justo allí, señorita, es por lo que vas a demostrarte a ti misma que
no eres esa perra tensa que crees que eres.
El taxista aprieta los frenos y me sacudo hacia adelante. El abandono de
la ciudad tiene sus ventajas porque en este momento, sus locas habilidades de
conducción no me molestan en lo más mínimo.
—¿Y cómo exactamente voy a hacer eso? —pregunto con otro hipo.
Maldita gaseosa.
—Me alegra que hayas preguntado. Harás eso realizando cada ítem de la
lista. 38
—¿La lista? —Mis oídos se animan.
—Sí, la lista. —Puedo escuchar la sonrisa en su voz.
Me tenía con la palabra lista, y lo sabe.
—Te la estoy enviando por correo electrónico ahora. Búscala y prepárate
para hablar sobre eso cuando llegues. Te veo pronto. Adiós.
—Maggie, espera. —Es demasiado tarde. Se ha ido.
Momentos después recibo una notificación de que tengo un correo.
Justo en ese momento el taxista sale de la autopista, vuelo por el asiento
trasero y choco contra mi maleta. Mi teléfono cae al piso. No otra vez. Por favor
no de nuevo. Cuando finalmente logro encontrarlo en el piso mugriento y lo
recojo, abro el correo electrónico. Todo lo que el cuerpo dice es: “Puedes hacer
esto. Un mes. Así que puedes”.
Al hacer clic en el archivo adjunto, una lista bien numerada llena mi
pantalla.
Qué bien me conoce.
La leo.
Hundiéndome en el asiento avergonzada, muero un poco más con cada
ítem que pasa. La lista viene completa con notas. Bufo cuando las leo y me rio
un poco también. Tal vez incluso puse los ojos en blanco por aquí y por allá.
Cuando termino de leerla, cuestiono mi capacidad para completar todo, pero en
mi corazón sé que cada ítem es factible.
Especialmente después de anoche.
Con suficiente valor.
Y tal vez con un montón de vino, puedo lograr la mayoría de los ítems.
El conductor se detiene frente al aeropuerto. Cuando salgo y paso al frío
aire nocturno de mayo, respiro y sonrío.
Mientras espero que el conductor descargue mis maletas, miro hacia
abajo a mi teléfono. Esta lista está diseñada para demostrarme que soy
inteligente, sexy y capaz de hacer cualquier cosa que me proponga. También
tiene un montón de Maggie infundida en ella. Alguien a quien solía ser mucho
más parecida hasta que perdí de vista a esa chica en algún lugar entre la
universidad y el mundo real.
39
Una vez que le he dado una propina al conductor, reviso y descargo mi
equipaje, y entonces me tomo un minuto para sentarme.
Mudarse es un gran paso. Y lo estoy haciendo. En realidad, lo estoy
haciendo.
Con eso, leo la lista una vez más.

1. Usa un bikini (en público).


2. Ten relaciones sexuales con alguien que no conoces. (Se sentirá mejor
de lo que piensas).
3. Folla en la playa. (Los cangrejos no te morderán).
4. Únete al Club de las Alturas. (Es divertido y emocionante, además,
nunca volverás a ver al chico. Ahora que lo pienso, debería ser el número uno.
Hazlo esta noche. Aquí hay un pequeño consejo adicional: Marca a tu objetivo.
Haz contacto visual. Dale una pequeña sonrisa. Un guiño si es necesario. Luego,
cuando el avión esté en silencio, asiente en dirección al lavabo. El resto se
resolverá por sí mismo.).
5. Emborráchate y deja que otra persona se preocupe por cómo vas a
llegar a casa. (Y no yo, sabes que no soy responsable).
6. Dale a un chico la mejor mamada de su vida y asegúrate de que lo sepa
(Aquí hay un consejo: cuanto más tragas y más gimes, más te ayudará a
convencerlo).
7. Consigue un vibrador. (Úsalo).
8. No planifiques tu día para los próximos treinta días. (Prometo que
estarás muy ocupada).
9. Tómate una selfie desnuda. (Mírala cada vez que dudes de ti misma).
10. Lee una novela romántica erótica en público. (Puedes aprender una
cosa o dos, y no hay necesidad de avergonzarse).

Diez cosas para lograr en un mes.


40
¿Qué tan difícil puede ser?
Marcarlos en la lista, uno por uno.
Ningún problema.
Soy buena en eso.
La canción que canté anoche me viene a la mente y me encuentro
cantando:
—Aplaude, si sientes que la felicidad es la verdad.
Y lo hago.
¡Puedo con esto!
4

Traducido por LizC, Addictedread y Ashtoash

Corregido por Bella’

L 41
a seguridad del aeropuerto nunca ha sido mi amiga.
Mis pies descalzos sienten el frío de la baldosa industrial
mientras meto mis sandalias en el cesto y lo empujo a lo largo
del rodillo hacia la máquina de rayos X. Mi bolso de mano va a
continuación, que es lo suficientemente pequeño para guardar solo lo que
necesito en el avión. Antes de pasarlo, me quito mi suéter rápidamente y lo
agrego a la pila.
Mientras camino por el escáner, me sorprende cuando suena la alarma.
Es mi ropa.
¡Oh, Maggie! ¿Por qué te escuché?
Usar un vestido de tirantes y un sujetador push-up no es solo un error;
tiene que ser un mal augurio para el vuelo por delante. O bien la cremallera o el
arillo han activado el detector de metales.
Una vez que una varita se mueve de arriba hacia abajo por mi cuerpo y la
alarma aún suena, me dan dos opciones:
1. Puedo ir a una habitación privada y quitarme la ropa, lo que significa
desnudarme frente a un extraño, o
2) Puedo conceder una búsqueda de cuerpo completo, lo que significa
que una mujer tiene que poner sus manos sobre mí.
Ambas opciones apestan.
Forzada a elegir, elijo lo último a regañadientes.
Gracias a Dios, después de esa pesadilla, todavía tengo mucho tiempo
marcado en mi agenda para hacer una parada rápida en el puesto de periódicos.
Ansiosa por comenzar en esta lista, tal vez un poco demasiado ansiosa, compro
una novela romántica erótica, y luego me apresuro a la puerta.
Espero no estar demasiado tarde.
Sí, soy una de esas personas. Aquellas que siempre llegan antes que los
demás y piden abordar temprano. Hago lo que tengo que hacer para subirme a
ese avión. Mejorar. Pararme en línea mucho antes de la llamada de treinta
minutos. Nunca he fingido estar embarazada, pero si tuviera que hacerlo, lo
haría.
Podría ser difícil de entender, pero la organización del vuelo es una
necesidad absoluta para mí. Cada vez que vuelo, tengo que poder ver afuera, así
que elijo el asiento de la ventana. Abordo temprano para poder meter mi bolsa
42
de mano en el compartimiento superior directamente encima de mí. Una vez
hecho esto, coloco mi libro y mi iPod en el bolsillo del asiento que tengo delante
para acceder cómodamente una vez que estamos volando. Y luego me abrocho
el cinturón de seguridad antes de que alguien se siente a mi lado. A veces es
difícil encontrar la hebilla cuando alguien está a tu lado. El espacio puede ser
estrecho y atestado.
La rutina es una cosa de confort.
Hace que el vuelo sea menos angustioso.
Sin embargo esta vez, nada de eso es un problema, porque hice algo que
nunca hago y derroché un asiento de primera clase de Nueva York a California.
Ahorré suficiente dinero para sobrevivir el verano sin tener que preocuparme
por no tener trabajo. Y si algo pasa, mucho mejor.
Dentro de los cuarenta y cinco minutos de llegada a la puerta, estoy en el
avión y disfrutando de una copa de vino.
Esto es tan genial.
La idea de la turbulencia ni siquiera me molesta. Estoy de un humor
mucho más tranquilo de lo habitual cuando la masa de personas comienza a
congregarse en mi fila. En lugar de entrar en pánico, me recuesto contra el cojín
inmenso y me relajo.
En un intento por apaciguar a Maggie y tachar el número cuatro, ya
sabes, el ítem de unirse al Club de las Alturas, echo un rápido vistazo al avión. Si
soy sincera, después de lo de anoche me siento un poco cachonda.
Ha pasado un tiempo.
De acuerdo, entonces, para usar el término de Maggie, no hay un objetivo
a la vista. Los asientos vacíos están al otro lado del pasillo. Una anciana está
detrás de mí. Un anciano está diagonal a mí. Un hombre con un anillo en su
dedo está a unas pocas filas de distancia. Y una pareja que podría haberse
acabado de casar está frente a mí. Sin hombres solteros.
Parece que solo voy a volar, no despegar a las nubes, alto en el cielo.
Está bien.
De todos modos, esta cosa extraña me pone un poco nerviosa. Y eso no es
ser tensa, solo cautelosa.
43
¿Qué pasa si resulta ser un loco? Nunca sabes.
De cualquier manera, ahora mismo las cosas se ven realmente bien. Ya no
pasan personas por mi fila, la azafata me ha servido una segunda copa de vino y
tengo toneladas de espacio. Entonces, en lugar de preocuparme por marcar mi
objetivo, aprovecho el espacio extra. Alegremente, bajo la mesa de la bandeja
que pertenece al asiento vacío a mi lado y pongo mi copa sobre ella.
La puerta se cerrará pronto y nadie se ha sentado a mi lado todavía.
¿Qué afortunada soy?
Vaciando mi bolsa frontal, pongo mi iPod en el cojín vacío, tomo mi nueva
novela y estoy más que lista para el largo vuelo que tengo por delante.
Minutos después, estoy tan inmersa en la escena sexual humeante de mi
nuevo libro que creo que la voz baja y profunda que escucho le pertenece al
héroe de la historia.
Sin embargo, las palabras “Oye, lo siento, pero creo que este es mi
asiento” no son las que estoy leyendo.
Mi cabeza se alza de golpe.
Un escalofrío recorre mi espalda, y como una película puesta en pausa y
reproduciéndose al mismo tiempo, todo parece estar sucediendo en cámara
lenta.
Grito.
Bien alto y embarazosamente.
El libro en mi mano se cierra solo y cae al piso con un golpe.
Mi corazón se detiene. Mi respiración se detiene. Mi mente, por ese solo
momento, se detiene.
Y todo esto sucede porque un Adonis muy bronceado y con aspecto
playero está parado en el pasillo con una mano en el compartimento superior,
en un punto lo suficientemente alto como para levantar su camiseta y darme
más que un atisbo de su cuerpo esbelto.
Verlo a él, puras extremidades largas y musculosas, y su piel suave y
besada por el sol, arranca mi corazón a la vida.
Una franja de luz de luna se filtra a través de la pequeña ventana y resalta
44
las crestas de sus costillas. La llanura de su estómago. La definición de sus
abdominales.
En mi defensa, su torso está al nivel de mis ojos.
Y, sin embargo, no puedo evitar dejar que mi mirada baje aún más.
Vergonzosamente, mientras lucha para intentar guardar su equipaje en lo alto,
prácticamente estudio las líneas sexys que se desvanecen en la cintura de su
bóxer negro. Los cuales resultan caer bajos sobre sus caderas. Y como si eso no
fuera suficiente, me quedo mirando fijamente la protuberancia de los huesos de
sus caderas, y luego mis ojos se abren por completo cuando veo el débil rastro
de vello debajo de su ombligo en su cuerpo por el contrario sin vello.
El ruido sordo de mi corazón latiendo muy rápido tiene que escucharse
en todo el avión. Oh, espera, creo que es el ruido del aire acondicionado
dispersando el viento. Por otro lado, podría ser ambas cosas.
Algo brilla y mis ojos se clavan en el metal opaco de su hebilla. Me
pregunto por una fracción de segundo si sus vaqueros bajos permanecerían en
sus caderas sin ese cinturón desgastado.
Lamer mis labios ante el pensamiento es como un acto reflejo.
Por otra parte, vaqueros.
Él está usando vaqueros.
Y no son solo vaqueros cualquieras.
Estos vaqueros están desgastados, hechos jirones y rotos, y se ven
increíbles en él.
Al verlo luchar con sus cosas, la azafata rubia y alegre se precipita hacia
él. No puedo leer su etiqueta de nombre. Ella se ve como una Tiffany. Iré con
eso.
—Señor, ¿puedo ayudarlo? —pregunta Tiffany con una sonrisa coqueta y
un tono que me hace preguntarme si no está buscando también unirse al Club
de las Alturas.
Antes de volverse para mirarla, él mira hacia mí. Bajando la barbilla, me
observa por encima de sus lentes y levanta una ceja tan sexy como el infierno.
—Ella me llamó “señor” —dice con una sonrisa.
Sus palabras podrían haber hecho que mi estómago revolotee, pero es
esa sonrisa lobuna que hace que parezca que va a tomar vuelo. Estoy segura
45
que esa mirada hace que todas las mujeres sientan mariposas. No, estoy segura
que hace más que eso, porque en este momento me siento un poco caliente y
alborotada.
¿Qué demonios?
Como si estuviera acostumbrado a toda la atención, hay casi un aire de
arrogancia sobre él a medida que gira y dirige su atención a la azafata.
Por un momento, siento una sensación de déjà vu.
Incapaz de ubicarlo, empujo a un lado la sensación e intento retraer mis
colmillos. En realidad no tengo colmillos. Sin embargo, solo su movimiento
hacia ella, me hace desear tenerlos. Quiero agarrarlo y traerlo de vuelta hacia
mí.
Loco.
Él me sorprende cuando declina su ayuda.
—Gracias, pero tengo esto —le dice.
Una vez que Tiffany se aleja, continúa girando y empujando de tal
manera que no hace nada para ocultar lo sexy que es. Sin esperanza alguna,
intenta meter su bolsa en el compartimento superior. No va a pasar.
Finalmente, dándose por vencido, se dirige hacia el frente. Vaya. Su cuerpo. Es
asombroso. Allá adelante encuentra un lugar para su gran bolsa de lona, pero
está a más de unas pocas filas por delante de nosotros.
Espero que no lo olvide.
Ves, es por eso que abordo temprano.
El sonido de los motores encendiendo hace que sea difícil de escuchar y
no puedo entender lo que me está diciendo cuando regresa. Sin embargo,
mientras reproduzco el movimiento de sus labios una y otra vez en mi mente,
decido que suena mucho como:
—¿Te gusta lo que ves?
Atrapada con las manos en la masa, él sabe que he estado mirando.
Y me lo está echando en cara.
¿Quién hace eso? 46
La película a cámara lenta que tengo la sensación de haber estado
mirando en mi cabeza retorna a tiempo real. De repente, el dios playero se
transforma en un vagabundo playero, y aun así pienso en eso de la manera más
deliciosa posible.
¡Bastardo arrogante!
Aturdida por su arrogancia:
—¿En serio? ¿Hablas en serio? —Es todo lo que puedo manejar.
Esa mirada, la arrogante, permanece en su lugar.
—No, en realidad no —responde—. No me gusta tanto —agrega, y su
boca permanece curvada hacia arriba.
¡Pendejo altanero!
Tiene el ego tan grande que está buscando cumplidos indirectos, como si
fuera alguna fanática obsesiva que va a acariciar su ego y decir: “Oh, ¿qué no te
gusta?” o “Eres tan sexy, ¿cómo puedes decir eso?”.
Lo que sea.
Termino con él, me alejo.
—¿Puedo? —dice, bajando la voz como si compartiera un secreto.
Volviendo mi atención hacia él, noto que todavía está de pie en el pasillo.
Molesta, me toma un momento darme cuenta de lo que está haciendo.
Él señala la bandeja bajada en su asiento.
Rojo enciende mi cara como flores carmesíes, mientras corro para
agarrar mi copa de vino y cerrar la mesa de la bandeja de golpe. Una vez hecho
esto, levanto mi mirada de mala gana y, con su proximidad, puedo ver su rostro
mucho mejor.
Con una mirada de desconcierto, me está mirando y esa cara es tan
impresionante como el resto de él. Mandíbula fuerte. Sexys, sexys labios. Nariz
respingada y perfectamente formada. Tan masculino.
Hay un crujido en el altavoz:
—Amigos, hay un ligero retraso. Estamos terminando algunos trámites
de último minuto, pero debería estar en proceso en breve… —nos está diciendo
el piloto, y este dios de playa está hablando de nuevo. 47
No puedo escuchar al piloto.
¿Hay algún problema con el avión? No es por ser grosero, pero ¿por qué
este tipo no se callará? El anuncio puede ser importante. Para el momento en
que está hecho y me vuelvo a enfocar en él, no tengo idea de lo que está
diciendo.
En este momento, sin embargo, no tengo tiempo para preocuparme por
lo que viene de sus labios en movimiento. Ni siquiera trato de descifrar sus
palabras, porque estoy demasiado ocupado preparándome para combatir mi
furia.
Como si fuera a la guerra, cierro los labios y entrecierro los ojos al mismo
tiempo. Siempre he camuflado situaciones incómodas con enojo, que es una de
las razones por las cuales las personas piensan que soy una perra.
Esta vez no es diferente.
Y cuando disparo, lo hago con toda mi fuerza.
—Si no me hubieras sorprendido así, podría haber pensado en despejar
tu espacio. Un “disculpa” es todo lo que necesitas decir.
Soy ruidosa. Demasiado. Todos me miran. Y sale mucho más brusco de lo
que pretendía.
Ese cabello oscuro parece agitado por el viento, pero perfectamente
alborotado, y eso me molesta un poco. Tenía que tener el cabello así. Esta vez
cuando habla, puedo escucharlo.
—Dije eso. —Se ríe un poco tristemente—. Un par de veces, de hecho —
añade en un tono mucho más amable del que merezco.
La ira se transforma en pánico.
—¿Qué dijiste exactamente?
Él apunta a mi copa.
—¿Te refieres a cuando te pregunté si eso era para mí?
De acuerdo, así que no era te gusta lo que ves.
Mi habilidad de leer labios necesita mejorar.
Esto es malo.
En serio malo.
48
Mortificada, estoy esperando desesperadamente que no encuentre otro
asiento. De hecho, hago mi mejor esfuerzo para salir de esta incómoda
situación. Le doy lo que espero sea un adorable encogimiento de hombros, en
lugar de la ira que originalmente tenía la intención de otorgar. Honestamente,
lo que quiero hacer ahora es desaparecer en la grieta entre mi asiento y la
ventana.
—Lo siento, no te escuché.
La próxima vez que me revisen los ojos, creo que también necesito que
me revisen la audición. ¿La mala visión y el mal oído van de la mano con
envejecer? Casi tengo veinticinco. Será mejor que lo averigüe.
Obviamente optando por permanecer en su asiento asignado y no
moverse a través del pasillo hacia los asientos vacíos, ese cuerpo más sensual
que el pecado y ese cabello hermosamente arreglado, se dobla en el asiento
junto a mí, y tan pronto como ese fino trasero toca el cojín, él inclina la cabeza
hacia mí.
El escalofrío que corre por mi columna me sobresalta. No puedo recordar
la última vez que mi cuerpo reaccionó así frente a un extraño. Si tuviera que dar
con esa respuesta, tendría que retroceder mucho tiempo.
Esas oscuras cejas se elevan tanto que se arquean como alas de ángel.
—No te preocupes por eso. Pareces nerviosa.
La honestidad es lo mejor en este punto.
—Bueno, tal vez un poco.
De nuevo, con la ceja elevada, y puedo decirlo, él puede hacerlo
repetidamente. Es súper sexy.
—De acuerdo, volar me da mucha ansiedad —confieso.
—¿Eres de agarre con nudillos blancos?
¿Agarre de nudillos blancos?
¿No es eso un tipo de juguete sexual?
Impresionada de que me preguntara, frunzo el ceño.
49
—¿Cómo dices?
Se ríe, inclinando la cabeza con fuerza.
—¿Agarras el apoyabrazos durante al menos la mitad del vuelo?
Nada sucio. Sin embargo, tengo que pensar en su pregunta.
—¿Sabes qué? No estoy segura.
—Quiero saber para poder asegurarme de mantener mi brazo fuera de
alcance. Las marcas de arañazos no son realmente lo mío.
Así que sucio puede ser lo que él está buscando.
Frente a eso, levanto una ceja. Esto va a ser divertido. Solo necesito
quitarme la piel tensa. No conozco a este tipo. Él no me conoce. Nunca lo
volveré a ver. Con eso, me encuentro parloteando.
—Odio volar porque tengo miedo a las alturas… o más específicamente, a
caer. No me gustan los saltos en bungee, estar cerca de las cornisas o incluso
mirar hacia abajo desde un edificio alto. Me acelera el corazón y me da un poco
de vértigo. Y a veces en los puentes, necesito caminar por el interior de la acera
y mirar hacia el suelo para cruzar.
Ahora me mira con simpatía.
—Mi hermana tiene miedo a volar. Su solución es tomarse un Xanax tan
pronto aborda. Por lo general, la contiene hasta el aterrizaje.
—Lo pensé —admito.
Sus ojos todavía están ocultos por los marcos oscuros de sus Wayfarers, y
de hecho quiero verlos.
—¿Puedo traerte algo? —le pregunta la asistente de vuelo rubia. Por la
forma en que lo mira, me sorprende que no diga “¿Café, té o yo?”.
Mira hacia ella.
—Sí, seguro. Quiero una Corona con limón y un par de bolsas de maní.
Ella busca en su bolsillo y le entrega dos bolsas de Planters.
—Aquí tienes. Y volveré con esa cerveza.
Está fuera en un santiamén, como una coneja ansiosa.
—Señorita —la llama.
50
Ella se gira.
—Algo de chocolate, también, si tiene alguno.
Su asentimiento en respuesta es casi seductor.
—Gracias —le dice y empuja una de las bolsas en la funda del asiento que
tiene delante. El sexy extraño abre la otra bolsa y vierte algunos maníes en la
palma de su mano—. Aquí, toma algunos de mis maníes.
Una risa nerviosa brota de mí y, aunque nunca comería de la mano de un
extraño, pienso en probar sus maníes.
Sí, pensé eso.
La inclinación desenfrenada de sus labios me hipnotiza mientras
continúa extendiendo su palma.
—Vamos, sabes que quieres probar mis maníes.
¡Aja! Él está intentando ser sucio.
Aun así, me hace reír lo suficiente como para que mi copa de vino
comience a temblar en mi mano.
—Oh, no, ahí es donde te equivocas. Mi madre me enseñó a nunca tomar
comida de un tipo que no conozco.
Vaciando todos los maníes en su palma, él arruga la bolsa vacía y la
introduce también en la funda.
Odio cuando la gente pone su basura allí, pero no parece molestarme
ahora porque estoy un poco preocupada mirándolo.
Como si tuviera un secreto, sus labios se inclinan un poco más. Tiene la
mejor sonrisa. Inesperadamente, aprieta un maní y lo levanta.
—Es “no tomar dulces de extraños”.
Hay un silencio en el aire. Me lleva un momento encontrar mi aliento.
—Cierto. Ese es el dicho.
Su mano se acerca a mis labios.
—Antes que nada, esto no es dulce, es proteína, y dudo que tu madre te
haya dicho que no ingieras proteínas.
Mi respiración se detiene. 51
—No, no lo hizo.
—Y, en segundo lugar, no somos extraños. Somos compañeros de
asiento. No sé quién crees que soy, pero no le ofrecería mis maníes a cualquiera.
La risa me sale a carcajadas.
De alguna manera, se las arregla para evitar perderlo por completo. Con
su sonrisa en su lugar, está decidido a hacer que coma este maní, y mueve sus
dedos aún más cerca.
—Vamos, pruébalo. Sabes que quieres.
Tan sorprendente como parece, me encuentro abriéndola para él, y deja
caer la capsula de proteína directamente en mi lengua. Por un breve segundo,
imagino que tomo su mano y la sostengo en mi boca para poder lamer la sal de
sus dedos. Oh, Dios, ¿qué pasa conmigo? Anoche debo haber trabajado más de lo
que creía.
—Bueno, ¿verdad? —susurra.
Sintiéndome enrojecida de pies a cabeza, asiento mientras mastico, luego
trago.
Cuando lo hago, empiezo a ahogarme. El maní está atascado. Oh, esto no
puede estar pasando. Tosiendo profusamente, intento soltarlo y forzarlo.
La preocupación brilla en sus ojos.
—¿Estás bien?
Asiento y logro decir:
—Estoy bien. Acaba de bajar por la tubería incorrecta.
Ya no preocupado por mi seguridad, me pregunta.
—¿Problemas para tragar mi maní?
Todavía ahogada, no tengo más remedio que escupir el maní en mi
servilleta de cóctel.
Como una verdadera dama.
Sus ojos están en mí. Puedo sentirlos.
Cuando miro hacia arriba, hay coquetería en él.
Esa sonrisa se vuelve diabólica. 52
—Lamento que te hayas ahogado con mis maníes, pero es posible que
quieras trabajar en tu reflejo nauseoso.
Sucio, sucio, chico.
—¿Qué haría sin tu ingenio?
Él frunce una ceja y se sienta.
—Sabes que prefieres que me siente a tu lado que sentarte sola.
—Eso crees, ¿verdad?
—Lo sé. Quiero decir, vamos, ya has comido mis maníes y todavía
estamos en el suelo. Quién sabe qué pasará cuando estemos en el aire. Conmigo
a tu lado, no tendrás tiempo para pensar en ponerte nerviosa.
Siento un hundimiento en mi estómago y ni siquiera hemos despegado.
—Aquí tienes —dice la alegre rubia, dándole su botella y una bolsa de
M&M. Su etiqueta de identificación dice Jodie, pero para mí se quedará Tiffany.
El playero se vuelve hacía mí.
—¿Quieres un poco? Puedo conseguir un vaso —dice, ofreciendo su
botella.
Niego con la cabeza.
—No me agrada el sabor de la cerveza.
—¿En serio?
—En serio. Cualquier cosa carbonatada me arruina el estómago.
Encogiéndose de hombros, se mete todas las nueces a su boca y luego
toma los artículos de ella con un gracias. Quiero mencionar algo sobre él
comiendo sus propios manís, pero no puedo encontrar la cosa correcta para
decir.
Soy tan poco graciosa.
Una vez que bajo su bebida, coloca los dulces en su regazo y se quita las
gafas de sol. También van en la bolsa.
Tiffany está a su lado instantáneamente.
—Tomaré eso —dice—. ¿Te gustaría otra? 53
Le da su botella.
—Después de despegar sería genial. Y también otra para mi compañera
de asiento en ese momento. —Señala mi copa parcialmente llena y luego esa
mirada increíblemente sexy se posa en mí.
Claramente él sabe lo que me está haciendo, porque me mira de pies a
cabeza con sus abatidos ojos grises que lucen como dos nubes de tormenta.
Cuando su mirada se posa en la mía, nuestros ojos se conectan, y el aire
prácticamente cruje a nuestro alrededor. ¿Qué está pasando aquí? Maggie me
tiene toda exaltada con esta lista y ahora tengo sexo en el cerebro.
Su mirada se detiene en la mía, y juro que veo el ritmo de su respiración
aumentar.
Interiormente, estoy orgullosa de mí por tomarme el tiempo de peinarme
y no estar usando pantalones de chándal. Desafortunadamente, no tengo juego
y tiemblo bajo la intensidad de su mirada penetrante.
Cuando sus ojos caen a mis pies, señala hacia mi libro, el cual noto por
primera vez aterrizó de manera que muestra la portada y el título
perfectamente.
—Déjame ayudarte con eso —dice.
No.
No.
No.
Esto no está pasando.
Esto no puede estar pasando.
La foto de dos hombres y una mujer abrazados está a la vista, y el título,
Summer’s Ménage, y el nombre del autor, Sandy Cox, están claramente visibles.
—No, no, lo tengo —digo ansiosamente, lanzándome por el libro como si
fuera mi última comida.
Es demasiado tarde. Nuestras cabezas chocan y la pequeña cantidad de
vino que quedaba en mi copa se derrama sobre todo su cabello. Para empeorar 54
las cosas, cuando se sienta, tiene mi libro en la mano, la portada frente a él.
No. No. No.
Maggie, voy a matarte. ¡Matarte!
Esta vez, cuando me mira, siento que me está evaluando. Juzgándome.
Preguntándose qué tan pervertida soy.
—Sandy Cox1 —bromea con una ceja levantada.
Estoy muriendo.
Muriendo.
Obviamente un seudónimo con un juego de palabras sobre la locación del
libro. Extraño, no me había dado cuenta de eso antes.
Un millón de muertes pasan antes de que pueda mirarlo.
Confuso, se encoge de hombros con la sonrisa burlona más adorable dice:

1Cox al pronunciarse suena parecido a la jerga en inglés “cock”, la cual se puede traducir como polla
y/o verga, entre otros ejemplos. Sandy se puede traducir como arenoso
—Todavía no he leído este. ¿Qué tal está?
No hay palabras para la mortificación que estoy sintiendo en este
momento.
Intentar detener lo que sucede a continuación es completamente inútil.
Frotando su cabeza empapada de vino, me sonríe, y luego abre el libro.
Quiero quitárselo, pero eso solo empeorará las cosas, así que trato de
despistarlo.
—Lo siento por derramar mi vino sobre ti.
Hay un destello en sus ojos.
—No te preocupes, pero tengo que decirte no creo que me haya mojado
la cabeza tan temprano en el juego.
Temblando por su tono sugestivo, me digo para mí:
—¿Juego? —Luego lo asimilo y pienso: Está bien, sí, esto es un juego. Y
créelo o no, quiero jugar. Que empiece el juego.
—Tripulantes de la cabina, prepárense para el despegue. —La voz del 55
piloto se eleva por encima nuestras cabezas.
Tiffany está en nuestra fila y toma mi copa, un poquito tarde.
Tal vez pensando que ganó la primera ronda, mi compañero de asiento
empieza a leer la primera línea en voz alta.
—Gabe era salado. Owen era dulce.
Siento un extraño escalofrío.
Su voz es baja, profunda, fuerte, e irradiaba más y más atractivo sexual
mientras seguía leyendo.
—“El inicio del calor del verano significaba que las ventanas estaban
abiertas. Summer VanVoreen dejó que la brisa fresca flotara sobre ella mientras
se sentaba en su cama y examinaba sus decisiones. Había venido a Montauk
sola, como lo hacía cada verano. Y como cada verano anterior, sabía que no lo
iba a pasar sola. Esa vez, sin embargo, ella había ido a la ciudad y trajo dos
hombres a su aislada casa de playa, no solo a uno. Su mirada se movió entre los
dos. Primero fue a Gabe, que tenía un cuerpo estilo guerrero, y luego a Owen, a
quien creía lucía más como un rey. Ambos eran increíblemente guapos a su
manera y estaban muy en forma. Tenía una decisión que tomar, pero no podía
elegir solo a uno, así que decidió pasar el verano con ambos. En caso de que
ambos estén de acuerdo con su propuesta, por supuesto”.
El calor y el hormigueo de excitación se disparan a través de mi centro.
¿Cómo puede estar pasando esto? Estoy de miles de tonos de rojo y tengo un
millón de grados de temperatura al mismo tiempo. No puedo dejarlo continuar.
Se lo que viene a continuación.
Sexo.
Montones.
Una mujer.
Dos hombres.
Manteniendo la calma, mientras estoy muriendo internamente, pongo mi
mano sobre la página.
—Se acabó la hora del cuento, muchachito.
Su mano cubre la mía y juro que electricidad pasa a través de mí.
—Oh, apenas estoy empezando. Este libro servirá para hacer el vuelo 56
interesante.
Agarrándolo, lo guardo en la bolsa de mi asiento.
—No puedes leer este libro en voz alta. La gente está escuchando y este
vuelo es apto para todo público.
Se inclina hacia mí y su caliente aliento se arrastra a través de mi cuello.
—Entonces voy a susurrar.
—Damas y caballeros, me gustaría dirigir su atención a los monitores de
televisión. Presentaremos nuestra demostración de seguridad y nos gustaría
obtener toda su atención por un par de minutos.
Salvada por Tiffany.
Tomando una respiración profunda, lo suelto y dirijo mi atención a la
pantalla.
—Cuando se ilumine el letrero de cinturón de seguridad, debe
abrocharse su cinturón de seguridad. Inserte el metal… —Mi mente deambula a
mi compañero de asiento y su voz. Hay algo tan familiar sobre él.
Me da un codazo.
—Pon atención.
¿Cómo sabe que no lo estoy haciendo? Me vuelvo a concentrar.
—Hay varias salidas de emergencia en este avión…
Los minutos pasan lentamente.
—Oxígeno y la presión de aire están siempre están siendo monitoreados.
En caso de descompresión, automáticamente una máscara de oxígeno…
Nerviosa, tomo una respiración profunda. Si eso llegara a pasarme, no
estoy segura de cómo reaccionaría.
Mi compañero de asiento se mueve. Su calor corporal irradia cuando se
inclina más cerca de mí. Huele a lavanda y aire marino. Un aroma extraño. Aun
así, tomo otra respiración profunda.
Cuando termina la película de seguridad, el avión se está moviendo por la
pista.
—Maldición, eso fue aburrido. Devuélveme el libro. 57
Me rio, no debería de gustarme la forma en que la palabra maldición
suena saliendo de su boca, pero me gusta.
—De ninguna manera.
Su mirada se vuelve hacía mí.
—Pero quiero saber qué pasa.
Me muerdo el labio mientras reflexiono. La hora del cuento puede ser
divertida. Luego me llega la razón y murmuro:
—Tendrás que comprar el libro para averiguarlo.
El avión gana velocidad.
Agarro el reposabrazos.
Su mirada cae sobre mi mano y no dice nada más a medida que el avión
se mueve más y más rápido en la pista.
Se siente como que el color en mis mejillas finalmente está
disminuyendo. Creo que ahora estoy bien, aparte del hecho de que estoy
aterrorizada.
Contenta por el silencio, presiono mi cabeza al asiento y cierro mis ojos.
Muy pronto el avión está subiendo y siento que el aire dentro de mi cerebro
expandiéndose.
Demasiado vino.
Cuando mi cabeza empieza a girar un poco, aprieto el reposabrazos con
más fuerza.
Mis preocupaciones sobre el avión estrellándose parecen amplificarse en
mi estado pesimista, los que pasaría si están disparándose como misiles a
través de mi cerebro.
¿Qué pasaría si el piloto tiene que hacer un aterrizaje de emergencia en
un campo y no es lo suficientemente largo? ¿Qué pasaría si el avión empieza a
caer sobre agua y todos estamos sellados dentro? ¿Qué pasaría si chocamos
contra un edificio y nos incendiamos en un millón de llamas?
Qué pasaría si…
Qué pasaría si…
Qué pasaría si… 58
Su brazo toca el mío.
—Oye.
Lo miro a través de un ojo.
—Aprieta mi abrazo si es necesario —susurra.
Nos sonreímos el uno al otro, unidos por nuestro entendimiento mutuo
de mi miedo a volar.
—No quiero dejar marcas de rasguños —bromeo.
Se inclina más cerca.
—Adelante, deja tu marca. Puedo soportarlo.
A menos de que yo esté totalmente perdida, está hablando de algo más
que mi miedo a volar.
Cerrando mis ojos más fuerte, todo lo que puedo pensar es… Eso planeo.
5

Traducido por Smile.8 y Genevieve

Corregido por Bella’

59
C
onciliar el sueño siempre ha sido un reto para mí. Me quedo
despierta pensando en cosas que no siempre tienen sentido.
Reflexionando.
Preocupándome.
Preguntándome, ¿qué pasaría si…?
—Damas y caballeros, el capitán ha desactivado la señal de “atarse los
cinturones de seguridad” y ahora pueden moverse por la cabina.
Confundida, abro mis ojos.
De ninguna manera. Me quedé dormida… y en un avión.
Eso nunca ha sucedido.
Sin embargo, mirando alrededor, es obvio que el tiempo ha pasado. Las
luces de la cabina están atenuándose, los asientos se están reclinando, y la
azafata justo está acercándose a mi fila con una bandeja de bebidas.
Sorprendida por el silencio, miro hacia mi compañero de asiento. Sus
ojos están cerrados y su mano está agarrando el reposabrazos justo bajo la mía.
Hmmm… o está muy cansado o tampoco le gusta volar.
En contra de mi mejor juicio, me tomo este tiempo para estudiarlo con
mayor claridad. Sus pestañas oscuras y gruesas son hermosas. La barbita en su
cara se ve tan intencional como su cabello desordenado, y te hace caer la baba
igual.
Podría haber estado usando mis gafas de borracha antes, pero ahora sé
que es guapo.
—Aquí tienes. —La Tiffany burbujeante me da otra copa de vino.
—Gracias —respondo, intentando ser silenciosa mientras bajo mi propia
bandeja.
Los ojos de mi compañero de asiento se abren.
Tiffany le mira con una sonrisa enorme.
—Aquí está su cerveza, señor.
—Gracias —dice con una súper atractiva voz grave.
Considero si debería cerrar los ojos de nuevo y evitar cualquier 60
conversación más o hablar con él y ver dónde va esto, si es que va a algún sitio.
Justo en ese momento, tal vez todavía un poco aturdido, deja su botella
en mi bandeja y se estira. Dios, el poder que parece tener en este pequeño
espacio me tiene hormigueando de pies a cabeza. Y de nuevo, me encuentro
mirando ese cuerpo suyo.
Cuando sus brazos vuelven a sus lados, sus caderas se mueven adelante.
No puedo evitarlo. Mis ojos van directamente a su entrepierna. Oh, Dios mío,
¿qué está haciendo?
¿Ejercicios de Kegel?
¿Cuán malo es si me uno?
Uno.
Dos.
Tres.
El gemido que escapa de mi boca me devuelve a la realidad.
Suficiente es suficiente. Necesito desconectar de esta situación antes de
que ocurra cualquier otra cosa embarazosa.
Sin embargo, no puedo. Todo lo que puedo pensar es en borrar el
número diez de la lista… aquí está mi oportunidad de volver y marcar el
número cuatro en su lugar.
Y él tiene que querer hacerlo.
¿Verdad?
Después de todo, está haciendo los ejercicios pélvicos para mejorar su
resistencia en este juego. Dicen que se pueden hacer en cualquier lugar. Y
parece suscribirse a esa filosofía. Obviamente, no se da cuenta que le estoy
mirando.
Esa voz es suave como la melaza y me sobresalta de mis pensamientos
sexuales.
—Creo que esto te pertenece.
Mi mirada se dispara de sus caderas a sus manos.
Está sosteniendo mi iPod, que había estado bajo su trasero.
61
Bien, así que no estaba haciendo ejercicios de Kegels.
Me había olvidado sobre esa pequeñez.
Mi mente todavía está reproduciendo la forma en que sus caderas se
movían, y mi reacción retardada le da tiempo suficiente para encenderlo. Mis
auriculares todavía deben estar en su asiento, porque tan pronto como se
desliza por la pantalla, “Like a Virgin” resuena en la cabina.
En serio, ¿podría este vuelo volverse peor?
Mi compañero de asiento está sonriendo como el gato que se acaba de
comer al canario.
—¿Los ochenta? Vaya, no creía que alguien siguiera escuchando eso
todavía.
Para eso no tengo defensa, y la verdad es que suena mejor que cualquier
mentira inventada.
—Está en mi lista de Canciones Sobre Mí —admito.
Sonríe aún más mientras la canción sigue sonando.
Sin dudarlo, saco mi iPod de su agarre y lo apago.
—Qué puedo decir, me encanta Madonna. Cabello recogido en un lazo,
camisetas negras sin mangas, collares y pulseras son lo mío.
Los accesorios son lo mío.
Una ceja se levanta, un poco, pero la veo y esas pequeñas alas de
mariposa comienzan a moverse contra mi vientre de nuevo.
—Tu cosa, ¿eh? —Parece reflexionar sobre ello por un momento; o eso, o
está imaginándome cantando la canción.
Todo mi cuerpo se tensa ante la idea de hacer precisamente eso, para él.
Y ya sabemos que mis habilidades para el canto necesitan mejoras.
Inclinándose hacia mí, trata de arrebatarme el iPod de nuevo.
—¿Puedo ver qué más hay en tu lista de Canciones Sobre Mí? —Subraya
las palabras canciones sobre mí, pero no intentando burlarse de ello, más como
un tono de Estoy muy interesado en esto.
Niego. 62
—Vamos, dámelo. De lo contrario, ¿cómo voy a saber qué otra cosa es tu
cosa?
Con un ligero encogimiento de hombros destinado a ser atractivo,
contesto.
—Esa es información de alto secreto. Si te lo digo, voy a tener que
matarte. —Y entonces meto mi iPod, junto con mi libro, en el bolsillo del
asiento frente a mí.
Mi lado coqueto y descarado está de vuelta.
Me gusta.
—Ese es un riesgo que tendré que tomar. —Mi compañero de asiento
está determinado, y lanza su mano derecha por encima de mi bandeja, pero en
lugar de arrebatar mi iPod, toma mi libro.
La cabina está oscura, muy oscura, por lo que no me molesto en intentar
recuperarlo. No será capaz de leerlo. Pero como he dicho, parece decidido y
resuelve ese problema con bastante rapidez.
Encendiendo la luz del techo, agarra la bolsa de M&M, la abre, los
derrama sobre mi mesa, luego se inclina más cerca de mí.
Tomo un trago de vino y le miro mientras separa los M&M en dos
montones. Me gusta la forma en que se mueve con determinación. Es excitante.
Cuando ha terminado, toma su botella.
Miro hacia abajo y veo que me ha dado todos los M&M oscuros y ha
tomado todos los de colores para él.
—¿Quiero saberlo? —pregunto con diversión, señalando a los dos
montones.
Tomando un sorbo de su cerveza, sonríe.
—Solo me aseguro que no termines con cualquiera de los verdes. Ya
sabes lo que dicen de esos.
Mis ojos se fijan en la forma en que el líquido pasa por su garganta, la
forma en que su nuez se mueve mientras traga, la forma en que su pecho sube y
baja. Recogiendo uno de sus M&M verde, lo miro y me lo meto en la boca.
—Sé lo que dicen.
63
La ingesta de aire es inconfundible.
Poniéndose a mi lado, arroja unos pocos en su boca de mi pila y empieza
a leer.
—“Al no decirle a uno de los hombres que se fuera de su casa de la playa
esa noche, sabía que estaba invitándolos a ambos quedarse. Summer cerró sus
ojos al darse cuenta. Estaba bien con ello. Iba a hacerlo. En pocos segundos,
cuatro manos la cubrieron. No podía decir a quién pertenecían. No le
importaba. Juntos, los tres trabajaron en quitarse la ropa, y finalmente dejó que
los hombres le quitaran sus bragas. Completamente desnuda, Summer extendió
de buena gana sus piernas y permitió que los hombres la devorasen”.
Aprieto mis muslos. Vaya. ¿Quién habría pensado que un chico leyéndote
excitaría tanto?
Las mejillas de mi compañero de asiento se ven un poco enrojecidas. Su
voz suena un poco ronca, también, y, sin embargo, continúa leyendo. Al
terminar el capítulo uno, hace una pausa para tomar un sorbo de su botella y
luego me mira.
—Esto es bueno. Eres una persona muy interesante.
Con mi respiración un poco irregular, pregunto:
—¿Qué quieres decir?
Su risa es baja y lenta y un poco somnolienta.
—Pasar de una virgen a la pornografía en un instante.
Ahora mi sonrojo está subiendo por mi pecho y volviendo mi cara rosada.
—No es así. Estoy intentando encontrarme a mí misma. Quién quiero ser.
Quién debería ser. Quién soy realmente. Tal vez quién solía ser.
Debo añadir que esta novela es considerada erótica, no porno, pero no lo
hago. ¿En serio importa? De cualquier manera, el aire entre nosotros está casi
goteando con la tensión sexual.
Mi comentario parece golpear en algún lugar profundo dentro de sí
mismo. Por un momento, su cara se pone en blanco.
—Lo entiendo —dice antes de volver a su posición encorvada cerca de
mí. 64
Tan cerca.
Muy caliente.
Apenas puedo respirar.
Un poco de turbulencia ni siquiera me hace entrar en pánico. De hecho, el
viaje en avión ha sido un poco movido todo este tiempo y no me molesta en lo
más mínimo.
En medio minuto, nuestros brazos se tocan nuevamente y nuestros
rostros se mueven muy, muy cerca, mientras él me susurra. Cuando llega al
capítulo tres, cada uno de nosotros consumimos dos bebidas más y nos hemos
comido toda la bolsa de M&M.
Compartimos los verdes.
La voz de mi compañero de asiento continúa fundiéndome mientras
convierte simples palabras en caramelo.
—“Había sido un mes, no del verano, pero casi, y Summer se había
acostumbrado a tener dos hombres en su cama. Tomó la longitud de Gabe en su
boca, sus manos agarraban su base para marcar el ritmo. Ella siempre tenía el
control. Los dedos de él se retorcieron en su cabello pero nunca fueron
enérgicos. Los hombres conocían las reglas. Sin embargo, a Gabe le gustaba
ponerla a prueba. Y lo hizo cuando empujó sus caderas hacia adelante. Su polla
era más larga, pero no tan gruesa como la de Owen. Incluso con los ojos
vendados, Summer sabía que era él por este simple hecho. Además, siempre
estaba más ansioso. Secretamente complacida, aun así lo hizo esperar y movió
sus caderas hacia adelante. Mientras Owen enterraba su cara en su coño y la
comía como si estuviera festejando con ella, ella se tomó su tiempo con Gabe,
alargando su orgasmo hasta que suplicó”.
Tan loco como suena, me encuentro murmurando las palabras junto con
él. Deteniéndome justo antes de que Summer tenga su clímax, tengo que
lamerme los labios. Mi garganta se siente tan seca.
Nuestra respiración es muy fuerte. La suya y la mía parecen combinar y
posiblemente podría ser combustible.
Mi compañero de asiento hace un ruido y muerde su labio inferior. Capto
un destello de dientes cuando lo hace.
Su cabello también ha caído hacia adelante, y protege su mirada. Sentado
más recto, cierra los ojos y cierra el libro.
65
—Creo que deberíamos parar por un tiempo.
—Sí —le digo con voz ronca y baja que desearía que no temblara.
Esto que se desarrolla entre nosotros no puede ir a ninguna parte. Somos
extraños que nunca se volverán a ver. Aun así, siento que no importa. No quiero
preocuparme por eso. No quiero saber su nombre ni dónde vive. Solo quiero
vivir el momento.
Gratis.
Fácil.
Nunca la agresora, me encuentro siendo una. Me veo como Summer de la
novela y me inclino hacia mi compañero de asiento. Sus ojos están cerrados y
miro su hermoso perfil. Ya no lo toco, pero todavía puedo sentir su calor contra
mí. Así de cerca, puedo oler su aroma. Lo respiro por un momento y juro que
puedo saborearlo. El impulso de hacerlo nunca ha sido tan grande. Solo sacar la
lengua y lamerlo como una piruleta. ¿Me pregunto si le importaría? Oh, Dios, el
pensamiento me tiene jadeando por aire. El ruido que hago no es intencional,
pero lo suficientemente fuerte como para que abra los ojos.
Exhala.
—¿Quieres…? —Deja la pregunta colgando.
Sí. Yo quiero.
Trago. Asiento. Luego asiento de nuevo. Él se estremece. Me mira. Mira a
su alrededor. Nadie está frente a nosotros. Nadie puede vernos. Al cerrar la
mesa de la bandeja, me siento más cerca, atraída hacia él de una manera que no
puedo explicar. Aun así, él no se mueve. Sin saber si leí sus señales
correctamente, comienzo a recostarme en mi asiento.
Captura mi muñeca, y dejo que me acerque.
A solo centímetros, lo miro a los ojos y me aseguro que vea que quiero lo
que quiere. Sexo caliente y sudoroso, sin ataduras.
Alzando la mano, apaga la luz del techo. Ahora estamos en la oscuridad.
No puedo estar segura de quién inicia la siguiente parte. ¿Él? ¿Yo? ¿Quién sabe?
Todo lo que sé es que mi mano está sobre su polla y la suya está sobre mi mano.
Incluso debajo de la tela de sus vaqueros, puedo sentir su erección. Es tan
grande. Dura, larga y gruesa.
66
Y grande. ¿Mencioné eso?
Perdiéndome en la sensación de él, soy incapaz de hacer nada más que
seguir adelante. Hacer esto que nunca me había imaginado. No soy una
mojigata ni nada, pero generalmente espero hasta la tercera cita para hacer
algo por debajo de la cintura.
Moviéndome en la posición correcta para que nadie pueda vernos, toma
mi mano libre y la pone detrás de su cuello. Encuentro que mis dedos se
enredan al instante alrededor de sus suaves mechones. Y mis dedos parecen
tener mente propia, tirando un poco, y un poco más. Para nada yo. Summer
debe tenerme loca. Cuando vuelvo a tirar, aprieta los dientes y hace un ruido.
Esa sensación de déjà vu me golpea una vez más. No puedo ubicarla. No quiero
intentarlo. No me importa, porque nunca antes me había sentido así. Muy
poderosa. Como cada toque que hago despierta a este hombre cada vez más.
Una mano me cubre el pecho. Su palma es cálida. Él pasa un dedo por mi
pezón. Estoy muy excitada, creo que podría necesitar boca a boca. Cuando el
ritmo de mi respiración aumenta con su toque más leve, tengo que cerrar los
ojos.
—Mírame —exige.
En un instante, lo hago.
Los segundos pasan. Ninguno de nosotros se mueve. De alguna manera,
sentarse aquí en la cabina oscura, sin decir nada, con nuestros cuerpos en
contacto siento como si fuera la cosa más natural del mundo.
Mi mente está corriendo.
Me pregunto si la suya también.
Mi pulso late con fuerza.
Sé que el suyo también.
Quiero decir algo.
No lo hago.
El deseo corre por mis venas.
¿Qué hacemos a continuación?
Desearía que Maggie estuviera aquí para poder obtener su consejo.
Finalmente, hablo: 67
—¿Qué estamos —pregunto con voz temblorosa y temblorosa—,
haciendo?
Como si hubiera estado reteniendo todo el aire en sus pulmones, suelta el
aliento.
—Representar la escena en el libro. Eres Summer, y por qué no
pretendes que soy Gabe.
—¿No Owen? —digo con voz ronca, totalmente excitada en este
momento.
Su sonrisa me derrite.
—Es una elección difícil; me gustaría pensar que soy ambos hombres
combinados. ¿Qué tal si te dejo decidir?
En ese momento mi rubor se vuelve rojo escarlata. Sus palabras son tan
arrogantes, que debería reírme de él, pero en cambio me encuentro tan ansiosa
por averiguarlo.
Cuando se trata de hombres, literalmente no tengo movimientos. Pero
algo sobre los eventos de la noche se ha convertido en una locura temporal, de
todos modos, de mi lado, y no consigo dejar de pensar en tenerlo dentro de mí.
Al igual que la forma en que puedes estar parado en el borde de una
caída un segundo pensando en ti mismo, no puedo hacer esto, es demasiado alto,
y lo siguiente que sabes es que has superado tu miedo a las alturas y saltas sin
darte cuenta que saltaste… Me inclino para besarlo.
Lo sé bien.
Una chica nunca debería ser la primera en besar a un chico.
Todos saben eso.
Entonces, lo que sucede no debería sorprenderme. Justo antes de pasar el
umbral del reposabrazos, mi compañero de asiento se desabrocha
abruptamente el cinturón de seguridad y se levanta.
—Necesito usar el baño.
¿Es esa una señal?
Lo que Maggie me dijo que hiciera, ¿lo está haciendo?
68
Sin guiños ni asentimientos, sin “únete a mí”, pero aun así está cerca.
Espero unos minutos. Me aseguro que la costa esté despejada. Y luego me
paro y sigo su camino. Mi ansiedad se ha multiplicado por diez. Todo mi cuerpo
está temblando. Ni siquiera lo conozco.
“¡Ese es el punto!”, puedo oír la voz de Maggie gritándome.
Ella tiene razón. Esto es emocionante. Travieso incluso. Nunca he tenido
sexo en un lugar público. ¿Es malo que esté húmeda solo de pensar en eso? En
él.
¿Simplemente lo pensé?
Ahora estoy haciendo algo más que pensar, me estoy imaginando esa
gran polla que acabo de sentir, preguntándome si encajará dentro de mí.
¿Qué pasa si no lo hace? ¿O qué pasa si no tiene un condón? Peor aún,
¿qué pasa si leo las señales incorrectamente?
Al llegar al baño, el cartel dice: Ocupado
No puedo entrar
Tengo que esperar.
Estoy en una encrucijada… Puedo ir por el camino grande o el camino
angosto de soltarme el cabello y vivir.
Esperar a que abra la puerta o volver a mi asiento y fingir dormir el resto
del vuelo.
¿Cuál será?

69
6

Traducido por VckyFer y Ale Grigori

Corregido por Bella’

70
E
l destino algunas veces tiene formas de interceder cuando más lo
necesitas… o no.
Justo cuando doy un paso atrás, la puerta del cuarto de baño
de abre.
De pie allí, grande y tendido, mi compañero de asiento se ve tan
jodidamente sexy que mis rodillas se debilitan. Parpadea. No se mueve. Está de
pie enfrente de mí. Es más alto de lo que imaginaba ahora que en verdad estoy
de pie delante de él. Mis ojos lo escanean de cabeza a los pies. Las puntas de su
cabello están mojadas, debió haberse mojado la cara. Mi mirada va hacia abajo,
tomando todo de él, y aterriza en las desatadas botas de combate en sus pies
que no he notado antes.
Maldición, él es tan sexy.
—Hola. —Sonríe.
—Hola. —Mi voz cruje.
Nerviosa, y para ser honesta un poco asustada, tomo un paso más cerca.
El aire cruje entre nosotros mientras la distancia se cierra. Sé que esto es una
locura. Esto es tan loco. Nunca he hecho algo como esto antes.
Soy una chica buena. Sigo las reglas. Camino en línea recta. No entro a
zonas prohibidas. Y sin embargo, aquí estoy rompiendo una vida entera de bien
para probarme que no soy una estirada. Aunque aún mientras lo pienso, sé que
no es la única razón.
Quiero a este hombre. En realidad lo quiero. Y eso, también, nunca ha
sucedido. Lo quiero como nunca antes he querido a un hombre. De hecho, mi
estómago nunca se ha torcido con solo ver a un hombre ni se han mojado mis
bragas con solo pensar en ser tocada por alguien. Incluso ni mi prometido me
ha puesto así de caliente tan rápido. Lo que sea esto no es, sé lo que es, pura
lujuria en todo su camino.
Y voy a ir por ello.
Sin escrúpulos, él mira alrededor antes de tomar un paso atrás.
Yo, la chica que le tiene miedo a las alturas, está saltando del precipicio
una vez más y tomando un paso dentro del pequeño espacio. Mi corazón late
fuera de control cuando la puerta se cierra detrás de mí, y el sonido del clic hace
que mi boca se abra en un jadeo tanto de seguridad como de inseguridad.
—Es bueno encontrarte aquí. —Su suave risa hace cosquillas en mi 71
tímpano.
Le doy el mismo encogimiento de hombros coqueto que le di antes y
digo:
—¿Lo sé, cierto?
Esta vez, su respuesta es más blanda. Esos ojos lánguidos grises se ven
como medias lunas, largas pestañas barren sus mejillas, y esa sonrisa fácil me
derrite.
—¿Vienes aquí seguido?
En lugar de responder de inmediato, me giro y le pongo el seguro a la
puerta. Cuando me giro de regreso, reúno todo mi coraje y le doy un guiño.
—No demasiado.
Puedo sentir la llama de su mirada. Su mirada traza las líneas de mi
rostro, y juro que siento que su mirada caliente en mi piel. Loco. Íntimo.
Intenso. De repente, la turbulencia sacude al avión de nuevo.
Una vez más, no entro en pánico, y esta vez es porque él alcanza a tomar
mi brazo, y con él como mi ancla, el impacto repentino no me alarma o me
causa que me tropiece.
Incluso mientras el avión se nivela, él no me suelta.
Un poco más de turbulencia y su mano se desliza por mi brazo para
descansar en la curva de mi cintura. Un movimiento tan atrevido que me hace
atrapar mi respiración.
—Eres una buena chica… ¿Qué estás haciendo aquí conmigo? —susurra,
y sentir su respiración tibia contra mi rostro hace que envíe escalofríos por mi
columna.
—¿Quién dijo que soy una chica buena?
—Yo —susurra.
Un último paso es todo lo que él toma, y tan pronto y lo hace, estamos
alineados muslo contra muslo, estómago contra estómago.
Si muevo mi cabeza solo un poco, y él se inclina un poco, nuestras bocas
van a estar lo suficientemente cerca para besarse. 72
—No lo soy —protesto —. ¿Leo pornografía, lo recuerdas?
—Correcto. —Sonríe —. También recuerdo la canción de Madonna en tu
lista de canciones. Y eso me dice que es solo una novela al azar que escogiste en
el apuro del aeropuerto.
—¿Cómo sabes que acabo de comprar eso? Quizás es parte de las series
que he estado leyendo por siempre.
Se ríe un poco maníaco.
—El recibo se cayó cuando lo levanté. Vi la fecha de hoy estampado en él.
—Aun así, eso no significa… —No logro terminar de decirle que no soy
virgen, si eso es lo que él piensa. Luego, dudo que piense eso.
De repente, sus dedos están alrededor de mis muñecas, y me mueve
hasta que mi espalda golpea la puerta detrás de mí. Con mis brazos a mis
costados, él me está encerrando.
—¿Estás segura que quieres estar aquí adentro conmigo?
Mi corazón se estrella contra mis costillas, y no puedo controlar mi
respiración.
—Sí, estoy segura.
Luego sucede. Atrevido e inquebrantable, estrella su boca contra la mía.
Con nuestros labios sellados, se traga mi jadeo de sorpresa en un instante. Sus
labios son suaves, su legua está mojada, y nuestros dientes se estrellan como un
sello salvaje en nuestras bocas con un beso con droga.
Ondas de pasión me sobreponen y fluyen a través de mi cuerpo. Primero,
se centra en mis pezones, luego se derrite en mi estómago, y finalmente explota
entre mis piernas en una combustión de deseo.
Dios, lo quiero a él.
Sabiendo esto, sabiendo que esto es más que marcar un ítem de la lista,
me dejo ir. Cuando lo hago, nuestro beso se vuelve más desesperado. Buscamos,
demandamos, exploramos, lamemos y succionamos. Dejamos que nos consuma.
Jadeando, pasa esos labios por mi cuello y su olor de hombre, el calor de
su piel, y el sabor a él quedan en la punta de mi lengua, toda caliente y salvaje,
me sobrepone. Mientras el deseo continúa disparándose a través de mí desde la
73
cabeza hasta la punta de mis pies, se me ocurre que nunca había estado tan
encendida solo por besar a alguien.
En un momento, o quizás dos, suelta su agarre de mis muñecas y toma
una de mis manos antes de deslizar la otra por mi cadera.
Abajo.
Más abajo.
La excitación llena el aire cuando las puntas de sus dedos pasan por la
suave piel de mi muslo. Gracias a Dios estoy inclinada contra la puerta o mis
rodillas se hubieran debilitado al sentir esa larga y gruesa erección contra mí.
El gruñido que hace en respuesta a mis caderas contra él es uno que yo
quiero devorar.
—No tenemos mucho tiempo —susurra como una disculpa.
—Lo sé —susurro de regreso y comienzo a quitar su camisa por sobre su
cabeza.
Antes de que tenga su camisa fuera por completo de su cabeza, y antes de
que pueda elevar mi mirada de esos suaves y musculosos abdominales que
contemplaba antes, él gruñe:
—Date la vuelta.
Sí, en verdad gruñe.
Y oh Dios, ese sonido, causa una onda de excitación que fluya por mis
venas. Queriendo esto tanto como él, incluso más, abandono mi intento de
quitar su camisa y dejo que él termine de jalarla por su cabeza mientras me doy
la vuelta. Una vez allí, pongo mis palmas planas en el frio vidrio del espejo y
cierro mis ojos con fuerza.
Yo estoy haciendo esto.
En serio estoy haciendo esto.
Con nuestros cuerpos tocándose, el calor alrededor de nosotros arde.
Esto es tan increíblemente caliente, ni siquiera puedo recordar en donde estoy.
Lo cual puede ser una buena idea.
Recordando, dije que él es realmente grande, y no voy a mentir… estoy
74
un poquito preocupada.
Pero de repente la comprensión se derrite cuando él casi expertamente
desliza una mano bajo mi cadera hacia mi muslo, atrapando el dobladillo de mi
vestido de verano como si fuera de segunda naturaleza.
Las pequeñas cosquillas siguen en el despertar de su piel cálida mientras
él levanta la orilla arriba, arriba, arriba, arriba hasta que llega a que mis bragas
estén al frente y al centro.
—Oh, mierda —murmura.
Está bien, así que tengo que agradecerle a Maggie por insistir en que use
la tanga negra. Tan segura de cuán delgada es, me inclino un poco hacia
adelante para darle a él una mejor mirada.
Esos dedos talentosos están corriendo por el largo como un quarterback
intentando anotar un touchdown. Esperen… el, oh, ¡oh!, mariscal de campo no…
Salto.
Sus dedos se están elevando y luego… el ardor que baila a través de mi
carne me sorprende.
¿En serio no acaba de hacer eso?
Sí, lo hizo. Él jaló mi tanga.
Con los ojos abiertos, me giro a verlo.
—Lo siento, no pude resistirme. —Sonríe, y luego pasa su palma por
sobre mis nalgas, acariciando justo en el medio.
Sucio, sucio, chico.
Ocultando mi intenso gusto por este lado sucio, me doy la vuelta.
Tan pronto lo hago, él alcanza entre mis piernas y mueve sus dedos a la
curva hacia arriba para acariciar mi clítoris por fuera de mis bragas mojadas.
Se siente increíble.
Con mis ojos cerrados una vez más, presiono mi frente contra el espejo.
Esto es… estoy por follar a un extraño. Estoy por unirme al Club de Millas de
Altura. Y amo cada minuto de ello.
Cuando él desliza un pie entre mis muslos abiertos y presiona la abertura
un poco más, le ruego a Dios que la abertura no haga que me deslice y caiga al 75
suelo. Una vez que siento que la abertura no es muy grande, que no me van a
partir a la mitad, me estremezco en anticipación. Pero luego sus dedos hacen un
círculo contra mí y me estremezco de cuán locamente bien se siente.
Ha pasado mucho tiempo desde que tuve sexo, y mucho más desde que
alguien me ha hecho sentir tan bien.
Más que lista para lo que sigue, tomo una respiración dentro y dentro y
dentro, casi olvidando dejar salir el aire de mis pulmones hasta que se apresura
fuera como un fuerte gemido de éxtasis.
Eso no fue intencional.
Su respuesta no pasa desapercibida, sin embargo. Esa respiración
entrecortada. El ligero temblor en su toque.
La forma en que su cuerpo se presiona contra el mío.
A él le gustan mis ruidos.
Los tomo como una muesca, esperando que no suene como una estrella
porno.
Con un cambio en su peso, sus brazos serpentean a mi alrededor y él
llega a mi coño. Sus pesadas y callosas manos se deslizan por debajo hacia mi
estómago, y sus dedos fácilmente se deslizan dentro de mi tanga.
Esa boca sucia murmura otra maldición cuando toca mi piel, y yo tiemblo
por ambos, el delicioso toque y su sonido de excitación.
Oh Dios, sin que me dé tiempo para que me recupere, está acariciando
con un dedo sobre mi sexo, y una y otra vez, como si me gustara como se siente.
Hay una posibilidad muy real de que explote en anticipación por lo que
está por venir antes de que suceda realmente.
Los hombres mojan sus pantalones. ¿Las mujeres hacen lo mismo?
Su barbilla se presiona en mi hombro.
—Tú quieres esto.
No es una pregunta, sino una orden que exige una respuesta. Mi vientre
se aprieta de nuevo. Es la primera vez que alguien me ha hablado así, en una
situación de cama. Me gusta.
—Sí —susurro.
76
Pronto, escucho el pequeño ruido de una hebilla de metal siendo
desabrochada, seguido por el suave suspiro de un botón saliendo de su agujero,
y finalmente escucho el ligero ronroneo de una cremallera separándose.
Intento ver su reflejo en el espejo, pero mi cuerpo está cubriendo el suyo.
En ese momento, otra ronda de choques de turbulencia. Esta vez, el avión
comienza a temblar. No es una pequeña sacudida. Esto mece. Primero a la
derecha, luego a la izquierda. Nuestros cuerpos se balancean en el mismo
movimiento. A diferencia de la última vez, la turbulencia no pasa en un instante.
Las sacudidas son mucho más severas, y casi frenéticamente, intentamos
apoyarnos contra la pared.
—Señoras y señores, el capitán ha encendido el letrero de “abrochar el
cinturón de seguridad”. Ahora estamos cruzando una zona de turbulencia. Por
favor regresen a sus asientos inmediatamente y mantengan sus cinturones de
seguridad abrochados.
La turbulencia causa que el avión pierda altitud, y cuando cae, él trata de
agarrarme y yo intento agarrarlo. Necesitamos anclarnos el uno al otro hasta
que el avión se nivele.
Nuestros cuerpos se mueven y se mueven y es entonces cuando lo veo: la
letra B cursiva sobre su pecho. Es ahora que tengo un déjà vu. Este hombre a
quien cariñosamente he llamado señor Vagabundo Playero es el señor Estirado
Imbécil de anoche. Es Cam.
Quitando mis manos de su cuerpo, agarro lo que puedo. Me siento un
poco enferma porque estoy aquí con él. Dejó que una mujer lo hiciera venirse y
luego la desecho como si fuera basura. ¿Eso es lo que planea hacerme? Oh,
espera, no tendría que hacerlo, porque nunca nos volveremos a ver.
Necesito salir de aquí.
Ahora.
Sucede antes de que pueda detenerlo. Estoy sosteniendo la pequeña
palanca que asegura la puerta. Él intenta agarrar mi mano, y el movimiento del
avión hace que mi mano se tambalee hacia la derecha. Y justo así, salimos
volando por la puerta.
Ambos haciendo que suceda.
Lo culpo.
77
Horrorizada, ni siquiera puedo moverme. Estoy recostada con la nariz
sobre la alfombra y su cuerpo cubriendo el mío. Para aquellos que quieran ver
el espectáculo, estoy segura que no podrán ver mucho, pero lo sabrán.
Sabrán sin lugar a dudas lo que estábamos a punto de hacer allí.
Las palpitaciones que estoy sintiendo en mi corazón ya no son el
resultado de la lujuria, sino de la completa vergüenza.
—Necesitan llegar a sus asientos.
Mortificada, ni siquiera puedo levantar la vista para ver quién nos está
hablando.
Siento un tirón de mi vestido, abajo, abajo, hacia abajo. Es él. El
vagabundo playero. El imbécil. El hombrezuelo. El puto. Gracias a Dios el
material es algodón y no una cosa barata que se rasga fácilmente.
Labios suaves susurran en mí oído.
—Creo que estás bien para levantarte.
Independientemente de mí último descubrimiento, ahora mismo no
puedo estar enojada con él. Además, quería esto. Prácticamente, supliqué por
esto.
—¿Y tú? —susurro.
—No te preocupes por mí.
Una garganta se aclara.
Esto no puede estar sucediendo.
Atreviéndome a permitir que mi mirada se levante, sé mientras mis ojos
hacen camino por el cuerpo ante mí, que es Tifanny, la azafata que se enamoró
de mi compañero de asiento. Rápidamente, un ceño fruncido y un cabello rubio
aparecen en mi visión.
Sí. Tenía razón
El Club de las Alturas va a ser mi perdición.
La azafata está sentada en su asiento de tripulación y me mira
lascivamente.
78
—Las regulaciones de la administración Federal de Aviación exigen una
ocupación del baño de solo una persona. Voy a tener que reportar este
incidente al capitán.
Quiero abofetear esa sonrisa de su rostro, pero eso requeriría estar de
pie, no recostada horizontalmente con mi compañero de crimen, medio
desnudo, encima de mí.
Además de eso, empeorar las cosas con ella no me hará ningún bien. Si
me entrega, podría ser acusada de una violación de vuelo o incluso indecencia
pública.
Lentamente, el peso encima de mí desaparece. El hombre con el que
estaba a punto de tener relaciones sexuales, aumenta a más de metro ochenta.
Oh, Dios, sus pantalones. Sus pantalones. Están desabrochados y sin ese
cinturón asegurado, seguramente caerán tan pronto como se levante.
No rezo muy a menudo, pero por favor Dios, dame un respiro aquí.
—Esto es un total malentendido —le dice mi compañero de asiento a la
azafata, girándose para mirarla por encima de su hombro. Está tirando de su
camisa sobre su cabeza.
Debería preocuparme por lo que está pasando, pero justo ahora todo lo
que puedo pensar es que la letra B cursiva desaparecerá. Puff, se ha ido, como si
nunca hubiera estado allí. Pero lo estaba. Y sé quién es él. Lo que es: un
hombrezuelo, un puto, un jugador, cualquiera que sea el término que le
parezca.
Tifanny, o Jodie, o como se llame, se burla.
—No creo que haya ningún malentendido.
Dando la vuelta, levanta una mano como si se rindiera.
—¿Podemos al menos discutirlo antes de que hagas algo precipitado?
Estoy petrificada, ella va a rechazarlo, ni siquiera puedo levantar la
mirada para mirarlo ahora que él la está enfrentando, por miedo de que su
grande y gruesa polla, que nunca vi, pero oh como la sentí, esté afuera en
pantalla completa.
Finalmente, me atrevo a echar un vistazo. Uff, no está colgando afuera, o
saliéndose, cualquiera que sea el caso, para que todos la vean. De alguna
manera, en medio del caos, no solo logró bajar mi vestido sino también se subió
los pantalones
79
Si no lo odiara en este momento, podría besarle los pies. Creo que acaba
de sacarnos el cargo de indecencia pública al menos.
Lentamente, me levanto, más que consciente de que soy un desastre
caliente. Aun así, intento mantenerme cerca de él, protegerlo, darle tiempo para
que se cierre la cremallera y se abotone. Hacerse presentable.
La alegre azafata me está mirando.
Es como si estuviéramos en una confrontación.
Bueno, no retrocedo. De hecho, cuanto más estrecha su mirada hacia mí,
más recta me paro. Tengo que decirme a mí misma que no empuñe mis manos
por temor a dar el primer golpe. Probablemente sea el momento para
recordarme que nunca he estado en una pelea.
Cuando Tifanny o Jodie, o como se llame, continua frente a nosotros en
silencio, mi compañero de asiento le suplica.
—Por favor.
Aun con la mirada, esta vez cuando él habla, ella camina a mí alrededor.
—Bueno, supongo que podemos discutirlo. Tal vez entendí mal lo que
estaba sucediendo —le ronronea la azafata prácticamente a mi compañero de
asiento.
Ante eso, mi cabeza se inclina en su dirección. Oh, por favor, ella no
malinterpreto ni una maldita cosa. La turbulencia física puede haber pasado,
pero la emocional está comenzando a luchar dentro de mí. A pesar de que él no
tuvo tiempo para arreglarse, al menos su camisa está lo suficientemente baja
como para cubrir el hecho de que sus pantalones están desabrochados.
Gracias una mierda. No es una palabra que uso a menudo, pero es más de
lo que necesito en este momento.
—Por favor tome asiento —me ordena la azafata, pero no a mi
compañero de asiento.
Estrecho mi mirada hacia ella. Este comportamiento ciertamente no fue
cubierto durante la demostración de seguridad del vuelo.
Mi compañero de asiento asiente con su mandíbula más allá de la cortina
de primera clase.
—Toma asiento. Déjame hablar con ella, a solas.
80
Ahí está ese bastardo arrogante y dominante que recuerdo de anoche.
Furiosa, casi digo que no, pero luego recuerdo que estoy en peligro de ser
escoltada y esposada fuera del avión, así que como una buena niña, comienzo a
regresar a mi asiento.
—Un minuto —le dice la azafata sus reglas. Ahora este es su juego.
Me vuelvo para mirarla.
—Por favor, siéntese en la fila vacía frente a su asiento asignado. Voy a
tener que pedirle que se siente sola, por el resto del vuelo.
La mirada en la cara de mi compañero de asiento es de total
inexpresividad.
Entonces otra vez, ¿qué más sería?
Después de todo, el trabajo de un puto nunca termina.
Además, lo que pasó entre nosotros fue una conexión que salió mal.
Debería estar agradecida de que no soy más que otra marca en su cinturón.
Dejo que ese papel lo tome ella.
Alzando mi mentón con orgullo, miro a la falsa Tifanny a los ojos.
—No me gustaría sentarme de otra manera. Él es todo tuyo —resoplo.
Con eso, giró y marcho mi desastre caliente a mi nuevo asiento asignado.
Ansiosamente, prácticamente muerdo mi labio en carne viva esperando
el resultado.
Mi ex compañero de asiento regresa en cinco minutos. Quiero decir, “Eso
fue rápido”, pero me quedo callada.
Sé que no hizo nada con ella. Todavía. Debe haber tenido que hacer
alguna promesa sobre la próxima vez que ella esté de regreso en Santa Ana o en
la ciudad de Nueva York, dependiendo de dónde viva él. Nunca me molesté en
preguntarle, demasiado atrapada en mi inusual comportamiento. Era un
extraño y necesitaba permanecer así, por eso evite las preguntas personales.
Ahora, me siento deprimida porque nunca lo sabré.
—Oye ¿podemos hablar? —susurra al otro lado del pasillo.
Sintiendo su sincera preocupación, lo considero por un momento, pero
luego recuerdo cómo se comportó anoche y niego con la cabeza.
81
—Estoy cansada. Me voy a dormir —le digo. Le digo a Cam, claro. Y luego
cierro los ojos.
Parece que no sacaré el Club de las Alturas de mi lista hoy o en cualquier
momento en el futuro cercano.
Lastimosamente, eso no es lo que pone triste.
7

Traducido por LizC

Corregido por Indiehope

H 82
ay algunos títulos que obtienes y que nadie puede quitarte:
Madre. Veterano. Doctorados. Y, por supuesto, está el siempre
“codiciado” miembro del Club de las Alturas.
Sí, una vez que lo has hecho en el cielo, estás prácticamente preparado
para la vida cuando se trata de ganar siempre el juego de “yo nunca he…”.
Pero no te equivoques, unirse al Club de las Alturas no es tan simple
como puedes pensar.
O tal vez solo fui yo quien lo pensó.
En mi defensa, Maggie hizo que sonara increíblemente fácil.
Quizás para ella lo fue.
Para mí, no tanto.
De hecho, el intento fue francamente humillante.
Por otra parte, debí haberlo sabido. Maggie siempre hace que todo
parezca más fácil de lo que es.
Al otro lado del pasillo, la luz y la sombra lo iluminan.
No he dormido, pero he pretendido hacerlo. Aun así, cada vez que me
muevo o cambio un poco de posición, él capta mi rápido vistazo en su dirección,
y esta vez no es diferente.
—En serio lo siento —susurra por enésima vez.
Ni siquiera puedo mirarlo a los ojos.
En su defensa, él no entiende por qué. No sabe que lo vi recibir una
mamada anoche y luego tratar a Megan como a una P, como si fuera suciedad.
Claro, sentía que había una razón, pero después de hoy, me pregunto si esa es
solo su manera de ser con todas las mujeres.
Todavía increíblemente avergonzada por todo, miro hacia otro lado sin
decir una palabra. Las situaciones incómodas equivalen a comportamiento de
perra. Es como siempre he sido. No puedo evitarlo.
Al final se da por vencido, estira esas largas piernas suyas, y por el rabillo
del ojo puedo verlo apoyar su cabeza contra la ventana.
Cuando ya no puedo soportarlo más, me atrevo a echar un rápido vistazo
en su dirección.
83
Sé que no debería.
En ese instante que me toma enfocarme en él, mi corazón comienza a
latir furiosamente.
Alto, oscuro y guapo: las tres palabras perfectas para describirlo.
Como si no pudiera controlarme, también respiro más rápido.
Y luego, estúpidamente, comienzo a pensar que tal vez podríamos
intentarlo de nuevo. Esta vez con un volumen más bajo, un poco más de
discreción y mucha más coordinación.
No, me digo silenciosamente.
Al menos esta vez escucho.
Un momento embarazoso en este vuelo es suficiente, para toda la vida.
Con sus ojos cerrados, casi puedo fingir que nunca nos conocimos y que
lo que acaba de pasar nunca tuvo lugar.
Casi.
Excepto que, la sensación de sus labios en mi cuello aún perdura, y el
toque de sus dedos contra mi piel sigue ardiendo, y luego están mis partes
femeninas, que todavía están hormigueando violentamente hasta el punto de
ser irritantemente enloquecedor.
Castigándome incluso por haber escuchado a Maggie, y considerar alguna
vez unirme al Club de las Alturas, siento que quiero llorar, lo cual es estúpido.
Nunca. Volveré. A. Verlo. Otra. Vez.
El altavoz cruje y la voz del piloto retumba a través del espacio abierto.
—Estimados tripulantes, prepárense para el aterrizaje.
Suspirando, aparto mi mirada y luego muy silenciosamente abrocho mi
cinturón de seguridad y rezo para que el sonido no lo moleste. No puedo
soportar otro “lo siento” o “¿estás segura que estás bien?”.
Muy pronto, el avión comienza a descender y mi estómago cae con él. Me
encuentro clavando mis uñas en los apoyabrazos con tanta fuerza que mis
nudillos se ponen blancos.
Él tenía razón. 84
Y ahora tengo esta extraña sensación. Desearía estar sentada a su lado,
escuchando el sonido de su voz como de caramelo mientras me lee.
No. No. No, me digo, y sé que tengo razón. No necesito un hombre en mi
vida, y definitivamente no a un extraño que folla como pasatiempo.
A 37,000 pies en el aire, todo todavía se siente como una bruma
esponjosa y blanca, pero luego las luces del paisaje de abajo comienzan a
despejarse y también lo hace mi mente.
Estoy a punto de comenzar algo nuevo.
Y es emocionante.
Mirando por la ventana con anticipación, sé que hay aventuras
esperándome aquí. He visitado Laguna Beach muchas veces con Maggie a través
de los años, pero esto es diferente. Esta soy yo, haciendo una nueva vida, en una
ciudad nueva.
Estoy tan lista.
Tan pronto como aterriza el avión, la voz del piloto vuelve a aparecer por
los altavoces.
—Damas y caballeros, bienvenidos al aeropuerto John Wayne. La
temperatura es de sesenta y cuatro grados… —Continúa brindándonos
información, pero la desconecto. Solo quiero bajarme de este avión.
Atípico a mi comportamiento normal en un avión, me pongo de pie
inmediatamente después que se detiene, abro el compartimiento que se
encuentra por encima de él, de Cam, sin mirar en su dirección, y tan pronto
como se abre la puerta, salgo disparada por ella.
—Oye, espera —me llama Cam.
Ni siquiera sabe mi nombre, o que sé el suyo, y tengo que estar bien con
eso.
Es un extraño.
Una follada casi al azar.
Y nunca lo volveré a ver otra vez.
Debo estar bien con eso.
Me lo digo una vez más quizás así lo crea.
85
Después de todo, así son las cosas.
8

Traducido por Smile.8 y Lyla

Corregido por Indiehope

86

N
o hay tantas personas en la terminal.
De hecho, está bastante tranquilo. Pensándolo bien, es
uno de los últimos vuelos de la jornada.
Camino rápido, luego más rápido aún, prácticamente
corriendo sobre mis tacones de manera que Cam no me alcance. El suelo está
recién pulido y un poco resbaladizo, así que mis habilidades de la escuela
secundaria en la pista están un poco reducidas, pero tan pronto como
encuentro el primer baño, me meto en él.
Respirando lentamente para mantener la calma y estabilizarme, me
encierro dentro de un cubículo y me apoyo contra el metal frío hasta que la
amenaza de las lágrimas pasa. Entonces me paro frente al espejo. Mirando mi
reflejo, me doy una mirada evaluadora. Rímel corrido contra mi piel pálida.
Cabello marrón claro natural más rizado que ondulado. Mejillas manchadas y
una boca descolorida. Todas estas son las secuelas de una mujer asolada, labios
hinchados, cabello desordenado, mejillas encendidas.
Maggie lo verá a kilómetros de distancia.
Para combatir la imagen de “casi me acaban de follar”, me salpico agua en
el rostro, aliso mi cabello, me limpio bajo los ojos, me pongo un poco de brillo
de labios, y me empolvo el rostro.
Así, mucho mejor.
No, realmente.
Dejo de intentar mejorar lo que solo puede arreglar una ducha y
contemplo salir ahí fuera.
Las mujeres van y vienen, mientras paseo por la zona de lavado y espero
y espero y espero hasta que creo que es seguro. Hasta creo que Cam ha pasado
por la puerta de seguridad y ha entrado en la terminal principal. Por el tamaño
de su bolsa, dudo que tenga más maletas, así que no tendré que preocuparme
por verlo en el área de reclamo de equipaje.
Convencida de que la costa debe estar limpia, salgo del baño y voy a la
terminal principal, donde paso directamente a recoger mi equipaje. El plan es
enviarle un mensaje a Maggie una vez que lo obtenga y después ella estacionará
su auto junto a la acera para recogerme.
Tan pronto como llego a la terminal, la veo. Adiós a mi plan para ahorrar
87
tiempo. Está de pie junto a la estatua de John Wayne, hablando con alguien. No
puedo ver quién es. Aun así, ella es difícil de pasar por alto. Alta, rubia, y
hermosa. A pesar de que mi plan ha sido cancelado, sonrío para mí misma.
Estoy feliz de que me esté esperando. No me ve, sin embargo. Debería darle una
sorpresa.
Desacelerando mis pasos, me congelo cuando me acerco un poco más.
Oh.
Mi.
Dios.
La persona con la que está hablando es Cam.
No.
No.
No.
Esto no está sucediendo.
En realidad es un mujeriego. Intentando ligar con una chica en un
aeropuerto. Completamente patético.
Justo cuando estoy a punto de darme la vuelta y correr en la otra
dirección esperando que Maggie lo rechace, empieza a alejarse de ella. Eso fue
rápido. Por otra parte, no es su tipo. O el Cam del avión no lo es, de todos
modos. El de anoche es más su estilo. Tan flexible como es, siempre va por los
que llevan trajes. Incapaz de ver el rechazo en su rostro, veo ese cuerpo largo y
delgado desaparecer por la escalera mecánica hacia el garaje.
Es justo cuando la parte superior de la cabeza de Cam desaparece que el
grito hace eco en el gran espacio.
—¡Maakaayylaaa! —grita Maggie y viene corriendo hacia mí. Su largo
cabello rubio tiene la raya al medio y mechones contra su suelta y fluida
camiseta de seda. Lleva una Converse blanca y una negra y es rápida como el
viento en sus pantalones cortos. Verla en su atuendo estrafalario hace que
todas mis preocupaciones desaparezcan.
Maggie tiene esta cosa: odia combinar. No, espera, en realidad, piensa
que combinar es poner juntas piezas que no coinciden. Rayas con lunares. Botas
tachonadas con vestidos de volantes. Zapatos de tacón alto con pantalones
88
cortos casuales. Cuero y encaje. Es una comerciante de moda con su propio
sentido del estilo.
Lamentablemente, no muchos lo aprueban, por lo que fue despedida de
casi todas las principales boutiques del SoHo y ahora trabaja de socorrista.
—¡Maaggiiee! —grito de vuelta, sin preocuparme de quién me ve o lo qué
piensan.
Corriendo hacia la otra como podrías ver en una película, muy pronto
estamos abrazándonos y estrechándonos.
Maggie se aleja y me mira.
—No puedo creer que estés aquí. Te ves genial.
Sonriéndole, tomo un momento para recuperar el aliento.
—Estoy aquí. En realidad estoy aquí.
—No te vas a arrepentir. Te lo prometo. De hecho, ya he planeado
nuestro día.
Me rio.
—¿Ya has hecho un plan?
Agarra mi mano y se dirige hacia la escalera mecánica.
—Sí, lo hice. Tal vez quiero ser un poco como tú —dice con orgullo.
Hmmm… como yo. Por extraño que parezca, eso me hace sonreír.
—Me tomé el día libre —dice—. Vamos a ir a casa a dormir. Una vez que
despertemos, te ayudaré a desempacar, porque sé que no vas a descansar hasta
que las cosas estén organizadas. Una vez hecho esto, pasaremos el resto del día
en la playa. Y luego cenaremos con Derek.
Subiendo las escaleras mecánicas para ir a la zona de equipaje, la miro
por encima de mi hombro.
—¿Derek? ¿Estás viendo a alguien?
—No estoy segura de cómo llamarlo. No le hemos puesto una etiqueta
todavía.
—¿Y cuándo conociste a este Derek?
Se le pone esa mirada soñadora en sus ojos. 89
—Solo la semana pasada. No vamos en serio, pero en serio me gusta. Es
dueño de una tienda de surf en el pueblo, él y su socio de negocios amaron tus
pulseras y collares. Quieren hablar contigo sobre venderlos.
Doy un paso fuera de las escaleras mecánicas y busco mi cinta de
recogida de equipaje designada.
—Oye. Oye —repito.
Maggie me sigue.
—No estás enfadada, ¿verdad?
De repente, me giro hacia ella.
—¿Porque estás viendo a alguien? No, ¿por qué debería estarlo? Estoy
feliz por ti.
—No, no se trata de eso. Sabes que cambio de hombres con más
frecuencia que mi cepillo de dientes. Estoy hablando de mostrarle a Derek tu
trabajo. Las cajas llegaron cuando él estaba en casa un día, y sabía que le
encantaría tu material. Las piedras preciosas son increíbles. Y tenía razón, las
ama.
Encontrando mi cinta de equipaje designada, le agarro la mano.
—Pero dijiste que es dueño de una tienda de surf.
Sus largas zancadas son más rápidas que la mía.
—¿En qué cinta transportadora está tu equipaje?
Señalo la número cinco.
—Esa.
Desacelerando su ritmo, me mira.
—Es dueño de una tienda de surf, pero vende ropa y piezas de joyería
únicas también. Piensa que podría vender lo que enviaste en dos semanas.
Cuatro maletas negras muy grandes y solitarias con etiquetas brillantes
son todo lo que queda en la cinta.
—Me estás tomando el pelo.
Sus ojos están pegados a la cinta.
—No, no lo hago. Y por favor, no me digas que todas esas son tuyas. 90
Le doy una de mis sonrisas de ya me conoces.
—Sí, lo son.
Ve mi rostro y se ríe.
—Makayla, no van a entrar en mi pequeño auto.
—Claro que sí, tienen que hacerlo. Después de todo, tu tabla de surf
entra.
Sacude su cabeza.
—Esa va atada a la parte superior.
—Entonces las ataremos con correa a la parte superior si tenemos que
hacerlo —digo.
Su resoplido me preocupa.
—Relájate. Algo se nos ocurrirá.
Mi estrés es algo a lo que está acostumbrada.
—No. No. No. No se nos ocurrirá algo. Lo haremos. Tenemos que hacerlo.
Lo que queda de mi vida está en estas maletas.
Envié todo lo que pude antes de tiempo, incluyendo la mayor parte de mi
ropa y zapatos. Sí, tengo un montón de ellos. Por suerte, no tuve que pagar por
la mayoría. Trabajar en KVF tenía sus ventajas. El armario de muestras se abría
para los empleados al final de cada temporada. Y me abastecía.
Otros objetos preciosos para mí están también en estas maletas. Los
recuerdos de mi madre, las cosas que fui juntando durante los años, mis diarios,
mis listas, mis cajas de herramientas. Y sí, mi última incursión al armario de
muestras en mi último día.
Maggie me agarra de los hombros y sus grandes ojos azules miran
fijamente los míos de color avellana.
—Tienes razón; lo haremos funcionar. Siempre lo hacemos.
Aliviada, siento que puedo respirar de nuevo.
Y luego, juntas, levantamos las maletas de la cinta, avanzando con ellas
hasta que tenemos las cuatro a nuestro lado. Una vez que las hemos cargado en
un carrito de equipaje, comenzamos a caminar hacia el estacionamiento.
91
Me muerdo la lengua. Mi plan original de llevar su compacto todoterreno
BMW X1 hasta la acera hubiera sido mucho más fácil.
Dos viajes en el ascensor más tarde, estamos en el estacionamiento
temporal, turnándonos para empujar la carga hacia su auto. Es el turno de
Maggie, y mientras que yo jadeé y resoplé todo el camino por la inclinada
pendiente del garaje en mi turno, ella lo está empujando sin esfuerzo.
Ser salvavidas ha conseguido que tenga una condición física increíble.
Más allá de estar lista para hacer la pregunta, no puedo esperar más.
—Oye, ¿ese tipo que estaba hablándote antes trataba de ligar contigo?
Su cabeza se dirige hacia mí.
—¿Te refieres al hombre con el que estaba hablando en la terminal justo
antes de verte?
—Sí, él —respondo—. El que era sexy, alto, de cabello oscuro, con los
vaqueros desgastados. —Las palabras simplemente salen.
No quise ser tan descriptiva.
Deja salir una exhalación cómica.
—No, ese es Cam Waters. Trabajamos juntos. Le habría pedido que
esperara para conocerte, pero ya me había dicho que tenía que apurarse
porque tenía que llegar al trabajo para abrir.
Me resulta difícil respirar.
Esto no está sucediendo
Sorprendida, dejo de caminar por un momento y trato de comprender lo
que acaba de decir. Cuando puedo levantar mi mandíbula del suelo, la alcanzo y
siento la necesidad de aclararlo.
—Espera. ¿Lo conoces?
Completamente ajena a mi tormento, Maggie continúa rodando el carro.
Con su llavero en la mano, abre su baúl cuando nos acercamos a su auto.
Estoy congelada en el lugar.
Entonces ella se detiene y me mira. Maggie es perspicaz. Nada se le pasa.
Con una ceja levantada, dice:
92
—Creo que la pregunta es: ¿cómo lo conoces tú?
El vino que había bebido tantas horas atrás se siente como si estuviera
chapoteando desagradablemente en mi vientre y no puedo responderle.
Eso no parece molestarla.
—¿Lo conociste en Nueva York?
Lentamente, sacudo la cabeza y camino hacia ella. Aunque técnicamente
hablando, supongo que sí.
Maggie da un paso y estamos paradas cerca de la otra.
—¿Ustedes dos se conocieron?
Asiento, y no importa cuánto lo intente, no puedo cubrir mi reacción de
sorpresa.
Su mirada especulativa se fija en la mía.
—Tú… Él… ¿estaba en el mismo avión contigo?
Al no ver por dónde voy, casi choco con un auto.
—Sí —le digo, mi voz es tan baja que parece más un chillido.
Barrer todo esto debajo de una alfombra sería una gran idea. ¿Por qué,
oh, por qué mi mejor amiga tiene que ser tan perspicaz?
—¿Yyyyyy? —pregunta.
Un rubor me inunda, y en las brillantes luces del estacionamiento no hay
forma de esconderlo.
Sus ojos se abren como dos lunas llenas color azul.
—Oh, Dios mío, ¿te uniste al Club de las Alturas con Cam Waters?
A partir de ahí, voy en piloto automático. Me alejo y tiro de una de las
maletas del carrito.
—No, no exactamente.
Se para delante de mí y detiene mis movimientos.
—Deja lo que estás haciendo ahora y escúpelo, Alexander.
Paso por delante de ella y saco otra maleta del carrito.
93
—Lo vi por primera vez la otra noche en el club…
Cuando termino de contarle sobre lo de anoche, su impactada reacción
no tiene precio. Apenas puede hablar.
—Tú… Espera… Viste…
Haciendo una demostración de ello, asiento lentamente.
—Y luego lo volví a ver hoy en el avión, pero en ese momento no sabía
que era él.
—No, espera, retrocede. ¿Viste a un chico consiguiendo una mamada?
—Ya te dije que sí.
Me abraza.
—Estoy tan orgullosa de ti. Ya no eres más una estirada.
Quizás solo mi intento me haya curado. Ya me siento como si fuera mi
vieja yo. Nunca fui tan salvaje y libre como Maggie, pero tuve mi parte de
diversión y aventuras.
Rompiendo su agarre, me concentro en el tamaño de su auto y el de las
maletas. Esto va a ser feo.
Nos toma casi veinte minutos meter las cuatro maletas al auto. Solo dos
de ellas caben en el baúl, y afortunadamente una apenas cabía en el asiento
trasero, pero la otra tuvo que ser atada en la parte superior. Ninguna de
nosotras está segura que no vaya a caerse durante los treinta minutos de viaje
hacia el sur.
Puedo verlo ahora, mis bragas más extravagantes volando por el aire. Oh,
ahí también va la de estampado de leopardo y cebra. Todo lo que puedo hacer
es rezar para que todo se mantenga atado.
Me lleva mucho más tiempo contarle todo sobre Cam que cargar el auto.
Estamos por la 73 para el momento en que finalmente termino mi historia. Y mi
nivel de ansiedad se ha multiplicado por diez sabiendo que ella lo conoce. Que
trabajan juntos. Que hay una posibilidad de que lo vuelva a ver.
—Maldita sea —dice—, el universo te está jodiendo. Dos veces en tantos
días Eso es una locura.
Todavía falta horas para la salida del sol, pero el cielo es de un tono 94
púrpura muy hermoso, y una vez más me encuentro mirando hacia la noche.
—No, yo soy la loca por intentar algo así, y con un tipo como él.
Suspira.
—Honestamente, no sé qué decir. Él no es un idiota. De hecho, es un buen
tipo.
Todavía mirando por la ventana, giro mi cabeza hacia ella, horrorizada.
—¿Escuchaste algo de lo que te dije? La mamada en el bar la otra noche
con quien sea que él estuviese, la forma en que la trató, y luego la casi follada en
el baño conmigo. No es un chico muy agradable, Mags.
Un silencio pesado cae entre nosotras y ninguna mira a la otra.
—Lo conozco bastante bien, Makayla —dice finalmente—. Claro, folla
por ahí de vez en cuando, pero nada que se compare a su compañero de cuarto.
Ahora, Brooklyn James, él es un verdadero prostituto.
Mi cabeza se mueve en su dirección y mi estómago empeora otra vez.
—¡Espera! ¿No es Brooklyn el chico que me dijiste que protagonizó ese
programa de MTV, Chasing the Sun?
Sus manos están agarrando el volante con bastante fuerza.
—Sí, ese es él. Es el mejor amigo neoyorkino de Cam, el hermano menor
o medio hermano de Keen Masters, creo. No estoy muy segura de cómo va esa
situación.
Mi pulso comienza a latir con fuerza. Mis oídos comienzan a pitar. No hay
aire en este auto. No estoy segura de poder respirar. Una vez que abro la
ventana, me vuelvo en su dirección.
—¿Maggie?
Me mira con una sonrisa en su rostro.
—¿Sí, Makayla?
El diablo en dos zapatillas Converse diferentes es a quien estoy
estrechando mi mirada.
—¿Brooklyn no vive al lado tuyo?
95
Como si fuera toda inocencia, asiente.
—Sí, y Cam, también. Te conté sobre ellos. ¿Recuerdas?
Mis ojos se estrechan.
—Recuerdo que me contaste todo sobre Brooklyn y cómo decidió darse
un año para pensar en su vida después de graduarse en la UCLA. Me dijiste que
estaba intentando escribir un guion. Que quiere trabajar detrás de cámaras, no
delante de ellas. Me contaste mucho sobre él. Pero nunca mencionaste que tenía
un compañero de cuarto.
Se encoge de hombros.
—Podría haber jurado que lo hice. Cam se mudó hace casi seis meses.
Como dije, es genial. Pasamos el rato todo el tiempo.
Mirándola con completa incredulidad, me quedo muda.
Cam es su vecino, lo que ahora lo convierte en mi vecino.
Mi vecino.
¡Pasan el rato!
Oh, mierda.

96
9

Traducido por Addictedread y Ashtoash

Corregido por Indiehope

V 97
erlo en persona es como verlo por primera vez.
El pequeño bungaló de temática tropical que perteneció
a la abuela de Maggie ha sido transformado en una hermosa y
sofisticada casa de playa. El papel tapiz con flamencos ha
desaparecido y las paredes una vez de color malva, están pintadas de un blanco
puro, lo que hace que los muebles oscuros se destaquen perfectamente. Las
alfombras rosadas a juego de los años noventa han sido retiradas para revelar
hermosos pisos de madera.
Justo en Pacific Coast Highway, y a una cuadra del corazón del Village,
este lugar es más que magnífico. Situado en un lote a una calle de la playa, un
cobertizo doble ocupa ahora el espacio vacío en el que solíamos jugar cuando
éramos niñas, y proporciona un poco de privacidad de la carretera. El antiguo
garaje que servía como fachada de la casa fue demolido y reemplazado por un
espacio al aire libre en la planta baja, una nueva habitación y un baño en el piso
de arriba; completado con un balcón con vista a la ciudad y una pequeña
ventana lateral mirando hacia el agua.
Esa es mi habitación. Maggie tomó la habitación de su abuela que está en
el piso de abajo en la parte de atrás, la cual tiene hermosas puertas francesas
que se abren hacia una magnífica vista de la playa.
El lugar en sí es pequeño. Sin embargo, es suficiente para nosotras. Con
menos de cien metros cuadrados cubiertos, sigue siendo más grande que mi
apartamento en la ciudad de Nueva York. La mejor parte es el espacio al aire
libre y la vista, ambos son para morirse. Más allá de la pequeña pared
rompeolas, está la playa blanca como el cristal y el siempre azul Océano
Pacífico.
¿Qué más podría pedir una chica?
Pasando mi mano por el brillante granito negro en la cocina, miro a mi
alrededor con asombro. Fregadero de estilo campestre Franke, refrigerador
Sub-Zero, vitro cerámica y horno Wolf. Todo es nuevo. La única cosa que
permanece igual que antes es el suelo de madera maciza debajo de mis pies
descalzos. Cuando Maggie me dijo que su madre había remodelado el lugar con
la intención de venderlo antes de que ella decidiera mudarse aquí el año
pasado, nunca imaginé que se vería así. Katherine vive en Los Ángeles y nunca
quiso regresar a Laguna, es por eso que el bungaló quedó para Maggie.
Su madre, al igual que ella, fue hija única criada por una madre soltera. La
familia de la abuela de Maggie provenía del dinero hecho durante la Fiebre de
Oro en California, una época en la que las pepitas de oro se podían recoger del 98
suelo. El dinero había sobrevivido de generación en generación, pero para esta
generación casi se había acabado. Este bungaló es lo último de la riqueza de la
familia May. Afortunadamente, la madre de Maggie tiene un trabajo genial y
lleva una buena la vida.
Tomando unos momentos para asimilar todos los cambios en la casa no
puedo evitar pensar qué tan diferente es este lugar respecto a Manhattan. Por
una vez, el cambio no está haciendo que me aparezca urticaria.
Estoy más que de acuerdo con eso.
Avanzando de la única manera que conozco… sin arrepentimientos.
Después de desempacar y tomar una siesta durante algunas horas una
vez que llegamos del aeropuerto, Maggie insistió en que fuéramos a la playa. A
pesar que no estaba ni cerca de organizar mi habitación, me rendí y fui. El día
era cálido y soleado, y quería sentir el calor sobre mi piel y la arena entre los
dedos de mis pies. Y tal vez, solo tal vez, esperaba echar un vistazo a cierto
salvavidas de servicio. Caminamos por kilómetros.
Cada vez que pasábamos por una torre de salvavidas, echaba un rápido
vistazo al tipo con pantalones cortos rojos y camiseta blanca, pero ninguno era
Cam.
Para cuando volvimos y terminamos de hacer payasadas la una con la
otra usando la manguera que se encontraba al costado de la casa como
solíamos hacer cuando éramos niñas, necesitaba dormir un poco más, y
también Maggie. Sintiéndome más que agotada, fui desde la puerta de mi nueva
habitación hacia la cama en unos pocos pasos. Me despojé de mi vestido y me
sumergí en el suave colchón con su pila de mantas blancas y almohadas.
Sonriendo bajo las sábanas, miro alrededor. Tenía un lienzo en blanco para
decorar y hacer mío, todo a su debido tiempo.
Sin embargo, aunque estaba cansada, di vueltas en la cama.
Imágenes de Cam flotaban en mi mente.
Me preguntaba si era solo porque sabía que con el tiempo lo volvería a
ver. Era mi vecino, después de todo.
El sueño no llegó. Rara vez era fácil para mí, pero esta vez fue porque los
recuerdos de Cam me estaban causando que el dolor de cabeza que él había 99
creado tantas horas atrás latiera, casi dolorosamente. Deseaba ya haber
comprado ese vibrador que Maggie había puesto en la lista. Podría usarlo ahora
mismo.
Mi mano tendría que funcionar. No estaba segura si Maggie estaba
dormida, ¿y si la cama chirriaba? Pensé medio segundo en la vergüenza y la
arrojé a un lado por el bien de encontrar alivio.
¿El balance final? Estaba cachonda.
El recuerdo del gemido de Cam Waters se deslizó sobre mí y viajó a algún
lugar muy dentro mío, directo a mi clítoris. No hacía esto a menudo, pero sabía
cómo hacerlo rápido. Tener una compañera de cuarto durante tantos años me
enseñó eso.
Girándome hacia el costado, mis dedos rodearon mi dura protuberancia
y hundí uno dentro para follarme. Sudor se desliza por la línea de mi columna
vertebral y descansa justo sobre mis nalgas. Luego gotea un poco más, y se
siente como una lengua lamiendo mi piel, eso me acerca al maravilloso borde
del clímax. Me moví ligeramente contra mi mano; una, dos, tres veces.
Dulce tensión enroscada dentro de mi vientre. Antes de que pudiese
parpadear, mi sexo se apretó y mi cuerpo se tensó. Pronto, me encontré
cayendo más rápido que nunca ante la idea de ser yo la razón por la que Cam
hubiera hecho el sonido.
Me sacudí en silencio y luego giré más para enterrar mi rostro en la
almohada y sofocar mis propios gemidos.
Débil y saciada, después de eso, el sueño me encontró.
La casa estaba en silencio cuando desperté, y una vez que me duché,
desempaqué lo suficiente como para encontrar algo que ponerme para
reunirme con el chico no le hemos puesto una etiqueta todavía de Maggie.
Dudosa de si el aire de la noche que se acerca será frío, me decidí por un simple
vestido blanco envolvente de KVF y unas sandalias plateadas. Una vez que me
vestí, me coloqué un poco de maquillaje, me sequé el cabello y me escabullí al
balcón. Mirando hacia un lado, luego hacia el otro y de regreso; pasé más de
quince minutos mirando la casa a mi izquierda y la otra a mi derecha.
¿En cuál vive Cam?
Maggie está siendo evasiva y deliberadamente no habla de él. De 100
acuerdo, quizás no evasiva exactamente. Debería haberle dicho: “No quiero
hablar de él” y luego agregar: “Nunca más”.
Lo peor de todos es que soy muy curiosa y, por más que lo intento, no
puedo decir en qué casa vive.
Con el tiempo, me quebraré y preguntaré, pero por ahora voy a disfrutar
de un vaso de limonada con alcohol en una de las salas del patio que da al mar y
esperar a que se ponga el sol o a que Maggie se despierte, lo que suceda
primero.
Me quito las sandalias y me acomodo en la silla. Ojalá tuviera mi libro,
pero con la suerte que tengo, lo dejé junto con mi iPod, en el avión. Sí, yo,
Señorita Organizada, hice eso. En mi defensa, todo lo que me importaba en ese
momento era largarme de Dodge. Llamé al aeropuerto y no encontraron
ninguno de los dos.
Añado estas compras a mi lista de cosas por hacer. El iPod tendrá que
esperar, pero la próxima semana iré a la tienda y compraré otra copia de
Summer’s Ménage, aunque sea para fingir que Cam me la está leyendo.
No estoy segura de cuándo planea salir Maggie, y el ruido de mi
estómago me dice que debo levantarme y buscar algo para comer mientras
tanto. Hay algo de humus y zanahorias en el refrigerador, y creo que vi un poco
de queso completamente natural allí, pero no hay galletas en los armarios.
Maggie está en una onda minimalista saludable y compra acorde a eso.
Mañana estaré atacando la tienda de comestibles.
La idea de comida poco apetecible no es suficiente para motivarme a que
me mude de este lugar, así que decido esperar un poco.
El sonido de las olas y la sensación de la cálida brisa me hacen sentir más
relajada de lo que he estado en años.
—Hola. Pensé que podrías estar aquí afuera. —Maggie se encuentra al
final del sendero que está a lo largo del costado de la casa, que va desde el
camino de entrada al patio, vistiendo una gorra de béisbol roja, vaqueros
ajustados hasta los tobillos, zapatos de leopardo y un top sedoso sin mangas
blanco con un blazer de lentejuelas negro.
—Hola. —Me cubro los ojos para mirarla—. Ni siquiera sabía que te
fuiste. Estaba arrastrándome por la casa porque pensé que seguías durmiendo. 101
Se ríe.
—Salí corriendo a buscar comida para la cena.
—¿Vas a cocinar? —pregunto en completa sorpresa, y posiblemente con
una pizca de preocupación acerca de lo que podría preparar.
Se ríe de nuevo.
—No, Derek va a asar algo de pescado.
—¿Él cocina? —Pongo cara de impresionada.
Quitándose su chaqueta, la arroja sobre una de las sillas en la mesa para
cuatro al aire libre, y camina hacia la casa, pero hace una pausa para darse la
vuelta.
—No exactamente. Asa a la parrilla. El resto de la comida es del bar de
ensaladas Whole Foods.
Eso suena más como Maggie. Bajando mi bebida, coloco las piernas en el
suelo.
—Deja que me ponga las sandalias y te ayudaré a descargar el auto.
—No, está todo listo.
—Deberías haberme dicho que ibas a salir, te hubiera acompañado.
Maggie abre la puerta, similar a la de un granero, de la cocina.
—No seas tonta… estabas cansada y necesitabas dormir.
Una vez que me he colocado mis sandalias, empiezo a caminar hacia ella.
No es hasta que estoy a un paso que escucho dentro las fuertes voces
masculinas.
Voces masculinas.
Como de dos hombres.
Debieron entrar por adelante mientras ella vino por atrás.
Mis ojos se salen de mi cabeza.
—¿Maggie?
Se gira hacia mí y entrecierra los ojos. Aun así, puedo ver la mezcla de
culpabilidad y maldad sus ojos.
102
—¿Sí, Makayla?
—¿Quién está dentro?
Su sonrisa es tan brillante como el sol al ponerse.
—¿Recuerdas que te dije que Derek y su compañero querían hablar
contigo sobre vender tus diseños en su tienda de surf?
¡Voy a matarla!
—Sí, sin embargo, nunca me dijiste que eso era lo que estaríamos
haciendo esta noche. Me dijiste que querías que conociera a Derek y que
íbamos a cenar con él.
Antes de que pueda decir una palabra más, aparece en la puerta un muy
atractivo hombre rubio, con el cabello recogido en una pequeña coleta, una
apretada camisa blanca y pantalones negros. Un traje. Justo como lo pensé. No
obstante, es un traje de aspecto sexy. Es un hombre muy bronceado, muy alto y
muy bien formado.
Dios, él debe trabajar noche y día.
Maggie le sonríe y sus brazos se envuelven alrededor de su pequeña
cintura.
—Oye, bebé, ¿debería prender la parrilla?
¿Bebé?
La llama bebé.
Está bien, personalmente, creo que cuando esa palabra es usada, significa
que el estatus de la relación ha pasado la fase de no-etiquetas.
Permitiendo que un momento de ternura pase entre ellos, ella pronto
empuja su gran y ancho pecho, y agarra su mano para girarlo en mi dirección.
—Derek Helmsley, quiero que conozcas a mi mejor amiga en todo el
mundo, Makayla Alexander.
Su sonrisa es genuina, e inmediatamente tengo el presentimiento de que
él lo es también.
Extiendo mi mano, pero me sorprende con un beso en la mejilla.
—Así que eres la infame Makayla. He escuchado mucho de ti. 103
Aplastando mi irritación con Maggie, consigo formar una sonrisa cortes.
—Espero que no todo sea malo.
Su brazo se mueve para atraerla más cerca.
—No, nada que no sea bueno. Esta de aquí piensa que caminas sobre el
agua.
Está bien, está exagerando un poco, estoy segura, pero acumular puntos
extra nunca hace daño.
—Vas a hacerme sonrojar —bromeo.
Justo en ese momento aparece en la entrada un hombre usando una
camisa de botones gris y pantalones negros con un collar de algún tipo de cuero
alrededor de su cuello. Tiene una botella de vino en una mano y cuatro copas
altas entre los dedos. Cómo lo logró es una hazaña.
Este tipo podría ser incluso aún más alto que Derek, pero no es tan
ancho. Mientras que Derek es material de fútbol americano, él es más tipo
jugador de fútbol. Su cabello oscuro y peinado hacia atrás se acerca al color
negro. Supongo que es italiano o latino. Es atractivo, como del estilo “chico de al
lado”. Solo no el chico de al lado que yo, por alguna razón, quiero ver.
—Hola, ¿me estoy perdiendo las presentaciones? —Sonríe. Tiene una
gran sonrisa y dientes realmente blancos.
Maggie y Derek se apresuran a quitarle el vino abierto y las copas. Sin
preámbulo, Derek asiente hacía su compañero de negocios.
—Makayla, este es Andre Randle. Somos dueños de la tienda de surf en el
pueblo aquí en Laguna. También es dueño de otras tiendas de surf en toda la
costa del Pacífico.
Andre me da la mano y sus ojos se deslizan sobre mí.
—Encantado de conocerte, Makayla.
Su mano es cálida en la mía y su agarre es más fuerte de lo que estoy
acostumbrada cuando conozco hombres.
—Encantada de conocerte. —Sonrío.
Juntando mi otra mano con la suya, prácticamente nos hace tomarnos de
las manos. Como dije, es atractivo; solo no sé si estoy atraída a él.
104
—¿Vino, alguien? —pregunta Maggie, específicamente mirándome con
ojos de cachorrito que están gritando “por favor no te enojes conmigo”.
Mi mirada le dice que voy a matarla.
—Déjame conseguirte una copa —dice Andre.
Con una sonrisa dulce, contesto:
—Sí, seguro. Eso sería genial. —A pesar de que podría caminar el poco
más de un metro hacia la mesa para conseguirla yo misma.
Después de que el vino es servido, Maggie anuncia:
—Voy a preparar la comida.
—Te ayudaré —respondo intentando no apretar los dientes.
—No, de verdad, Derek y yo podemos hacerlo. Siéntate y relájate. El sol
está a punto de ponerse. Tus deberes de Cenicienta pueden empezar mañana.
Mi risa es forzada, pero esa broma siempre me atrapa y eventualmente
una risa real sale de mi boca. Sabe que amo limpiar. Es lo mío. Y como lo odia,
cuando vivimos juntas en el pasado, ella haría cualquier cosa para evitar
cocinar y limpiar.
Con una copa en cada mano, Andre me entrega una.
—¿Qué dices si nos sentamos en la playa y contemplamos esa puesta de
sol?
Las puestas de sol son hermosas especialmente en la playa. A eso, no
puedo decirle que no.
—Suena genial.
Andre me ofrece su brazo y yo entrelazo el mío con el suyo. Está bien, es
atractivo y encantador.
¿Qué tan mala puede ser esta noche?
Sentados en la arena que se encuentra por fuera de la pared rompeolas,
entablamos una fácil conversación.
—Así que, Maggie me dijo que trabajaste para una casa de modas en
Nueva York. ¿Qué hacías ahí?
105
Mi mirada se posa en la puesta de sol.
—Era diseñadora en el departamento de accesorios de Kate von
Frantzenberg.
—¿Te gustaba trabajar en Nueva York, con todo ese tráfico y toda esa
gente?
Hundo mis dedos de los pies en la arena y lo observo.
—Es el único lugar en el que he trabajado. No conozco otra manera.
Andre bebe su vino.
—Entonces —dice—, ¿qué te hizo renunciar y mudarte aquí?
El viento sopla y mi cabello se enreda frente a mi rostro. Lo aparto.
—Estaba lista para un cambio.
No aparta la mirada de mí.
—Por suerte para nosotros. Por cierto, vi tu trabajo. Creo que es algo
fantástico.
Sintiéndome orgullosa de lo que he creado, le sonrío.
—Gracias.
—¿Y si pudiera vender tus diseños en todas mis tiendas, no solo aquí?
¿Estarías interesada?
Mi corazón late emocionado.
—Sí, claro que lo estoy, pero hay algunas cosas que tenemos que discutir.
—¿Qué te preocupa?
Tomo un sorbo de vino.
—No estoy preocupada en sí, pero creo que todo se reduce a: ¿a cuánto
puedes venderlos, y cuál será tu porcentaje?
Niega con su cabeza con una pequeña sonrisa y traga un sorbo de vino.
—Algo me dice que puedo estar más dispuesto a negociar mis términos
contigo de lo que estoy con la mayoría de mis proveedores.
Con emoción en su voz, continúa contándome sobre sus tiendas. Lo que
vende, donde encuentra los productos, y como cada artículo es único, y como
106
incluso algunos de los productos son hechos en exclusiva para él. Es joven y
parece haberlo hecho muy bien por sí mismo.
Mirando hacia el resplandor amarillo que se desvanece, me levanto.
—Deberíamos volver, nos deben estar esperando.
Andre se levanta y toma mi copa de vino vacía.
—Espero no dar la impresión de ser insistente. En realidad creo que
tenemos algo que nos beneficiará mutuamente.
—No, para nada. Solo quiero asegurarme de que sea un trato que pueda
funcionar para ambos.
—Lo será —me asegura—. Necesitamos encontrar una manera de
producir tus piezas en masa.
El viento agita mi cabello en mi rostro y lo aparto.
—Esa es la cuestión. Están hechas a mano, eso es lo que las hace únicas.
Andre se gira hacia mí con una sonrisa.
—Maggie me dijo que serías difícil de convencer. Solo quiero que
mantengas la mente abierta. ¿Qué tal si acordamos discutir esto en otro
momento?
Las gaviotas graznan y veo hacia arriba y luego hacia él.
—Suena como un plan.
Caminamos lado a lado, y mis ojos van hacia la casa a la derecha y luego a
la que está a la izquierda.
Cam vive en una de esas casas. ¿Cuál? ¿Está en casa? ¿Me ve aquí afuera?
¿Qué hará cuando se dé cuenta quién soy? ¿Cómo voy a reaccionar cuando lo
vea? Solo el tiempo lo dirá.
—Aquí, toma estas —dice Andre entregándome las copas.
Una vez que hacemos el intercambio, abre la puerta de la playa al patio
privado de Maggie. Cuando paso, se detiene a mi lado y susurra en mi oído:
—No más charla de negocios esta noche, lo prometo.
Le sonrió y pienso que de hecho es encantador.
107
—Oh, bien, todo está listo. Siéntense —dice Maggie emocionada.
Como no puedo seguir enojada con ella, le sonrío y miro a mi alrededor.
Andre deja las copas en la mesa, cerca de mi limonada y se apresura a
sacar mi silla antes de sentarse a mi lado.
El sonido de neumáticos en la grava hace que mis oídos se despierten. En
todo el día no ha habido actividad en ninguna de las casas a la derecha o a la
izquierda de la nuestra. La de la derecha tenía las luces encendidas cuando
regresábamos de la playa, pero no vi a nadie afuera.
Esta es la primera señal de vida, y sé que el auto se detuvo en la casa de
la derecha porque la que está a la izquierda tiene la entrada pavimentada, no
piedras.
Después de intentar levantar mi cabeza, me rindo y decido que no puedo
ver nada desde aquí.
Tan pronto como pueda, me disculpare y subiré corriendo para echar un
vistazo.
—La comida está lista —dice Derek sacando el pescado de la parrilla.
Parece que va a tomar un tiempo.
Suspiro y decido poner mi mente a descansar. De todas formas,
probablemente no sea Cam, y aun si lo es, no es nadie en quien tenga que estar
pensando. Probablemente yo iba a ser solo otra muesca en su cinturón. Con esa
fría y cruda realidad, me propongo disfrutar de la noche.
Después de todo, Maggie trabajo duro en esto. Rock suave está sonando
de fondo; la mesa está puesta con platos reales, no de papel; más vino ha sido
servido, y las velas parpadean a nuestro alrededor.
Es casi romántico.
Lástima que el hombre a mi lado no es con el que quiero ponerme
romántica.
Pero entonces, pienso en la lista. Acerca de los diez puntos en ella y en
como Andre puede ayudarme a cumplir el número dos o el número tres.

1. Usa un bikini.
2. Ten relaciones sexuales con alguien que no conoces, ¿Andre?
108
3. Folla en la playa, ¿Andre?
4. Únete al Club de las Alturas.
5. Emborráchate y deja que otra persona se preocupe por cómo vas a
llegar a casa.
6. Dale a un chico la mejor mamada de su vida y asegúrate de que lo sepa.
7. Consigue un vibrador.
8. No planifiques tu día por los próximos treinta días.
9. Tómate una selfie desnuda.
10. Lee una novela erótica en público.

Con solo mirarlo puedo darme cuenta que es un mujeriego, así que no es
como que alguno de los dos va a salir herido cuando esto no vaya a ninguna
parte.
Además, ¿qué es eso que dicen? ¿Toma lo que puedes conseguir?
Miro a Andre, quien me está sonriendo.
Tal vez lo haga.

109
10

Traducido por Kalired y Elisabet_79

Corregido por VckyFer y Nanis

V 110
ivir con el famoso hermanito de tu mejor amigo no es tan bueno
como dicen.
De hecho, a veces es una mierda.
Después de que hago un turno doble para intentar ganar
algo de dinero extra para pagarle a mi hermana el boleto de avión, entro a la
casa y quiero cubrirme los oídos de inmediato.
—¡Oh, Dios, más rápido, más rápido, eso es, más rápido! —Es el grito de
otra chica desconocida igual que la anterior, y la que estuvo antes.
En serio, lo único que puedo hacer es reír. De nuevo. Porque él está
follando con otra chica. De nuevo. Y ella está gritando desde la azotea, no
literalmente, pero estoy dispuesto a adivinar que lo haría si pudiera.
No me malinterpreten, no soy un bloqueador de pollas, pero mierda,
cada chica con la que Brooklyn termina piensa que está lista para un papel
protagónico en su próxima serie. Y él no tiene ninguna intención de volver a
hacer otra, por lo que montaron un espectáculo sin saber que es para nada.
A veces siento pena por el tipo. El chico guapo que consigue un papel en
una serie de reality de MTV sobre surfistas adolescentes y, aunque el programa
ha terminado, todas las chicas todavía lo recuerdan de Chasing the Sun. Todos
quieren ser su protagonista en lo que sea que esté seguro de protagonizar a
continuación.
No es como si las atrae con eso. Él no miente. Les dice que no habrá una
próxima. Lo he escuchado; ellas simplemente no escuchan. La ironía de todo es
que soy yo quien termina escuchando.
Con mi cabeza todavía en la chica del avión (el sexo ardiente que
estábamos a punto de tener, el repentino descarrilamiento, y luego su
respuesta más-que-tensa a ser atrapada) simplemente no puedo manejarlo esta
noche.
Necesito salir de una puta vez de aquí, rápidamente salto en la ducha,
paso mis manos por mi cabello, me pongo unos vaqueros limpios y una
camiseta, y me detengo por un momento para sacudir la cabeza.
—Oh Dios, oh Dios, eso es, eso es, no pares. —Las líneas son todas
iguales. Estoy empezando a preguntarme seriamente si alguien no ha publicado
un guion en Internet para saber cómo interpretar el papel de la compañera de
follar de Brooklyn James.
Metiendo mis pies en las botas, hago una nota mental para hacer una 111
búsqueda sobre eso y luego me dirijo a casa de Maggie para tomar una cerveza
con ella.
El camino que baja por el costado de donde Maggie hasta la puerta de la
cocina está más húmedo de lo normal y mis botas se deslizan sobre los
peldaños.
Aligerando mi ritmo, estoy sorprendido de escuchar música. Cuando
miro hacia adelante, el patio tiene un tenue resplandor.
No puedo recordar la última vez que vi a Maggie afuera en el patio por la
noche; normalmente está en el sofá o en la playa.
—Oye, Maggie —le grité al doblar la esquina—, ¿qué tal una cerveza? —
Justo cuando estoy a punto de entrar a la puerta de la cocina y poner el paquete
de doce de mi mano en el refrigerador, me detengo en seco.
De ninguna jodida manera.
No me puedo mover.
¿Cómo llegó ella aquí?
Quizás el sol me afectó hoy y estoy viendo cosas. Parpadeo un par de
veces para estar seguro.
Aunque, no cambia nada. La imagen frente a mí sigue siendo la de ella. La
mujer del avión, la que pensé que nunca volvería a ver, la misma en la que no he
podido dejar de pensar.
Por un instante, nuestras miradas se cruzan. Sus ojos están muy abiertos,
no tan sorprendidos como los míos, pero casi, y su boca se abre. Hay palabras
por decir. Presentaciones por hacer. En este momento, sin embargo, parece que
no puedo hacer nada más que mirarla fijamente.
Desde el primer minuto que la vi por primera vez, había algo refrescante
en ella. Claro, es una belleza natural con todo ese cabello brillante de castaño
claro y ese cuerpo asesino, su nariz suavemente levantada y esos asombrosos
ojos color avellana. Ah, y tampoco puedo olvidar esas largas, largas piernas o
labios rosados. Sin embargo, no fue solo su aspecto lo que me atrajo de ella.
Fue su agudo ingenio, su habilidad para reírse de sí misma con la risa
más sexy que había escuchado alguna vez, y esa peculiar guardia que tenía y
luego retrocedió tan fácilmente. Lo cual era peligroso también, y maldita sea, lo
sabía. Por lo tanto, por qué no intenté esforzarme más en ir tras ella. No era
112
algo que ella necesitaba, y sabía que no era algo que necesitaba en este
momento en mi jodida vida.
Todos en la mesa ya se volvieron en mi dirección. Cuando mi mirada
recorre la disposición de los asientos, el vino, las velas, los platos vacíos y la
lista de invitados, siento una extraña sensación de indignación. La chica del
avión me dejó como si no fuera nada, y ahora se está poniendo cómoda con ese
idiota de Andre Randle.
Randle.
Maldito Imbécil Randle.
Un hombre de negocios de mierda con una mala reputación de follar a
cada chica que trabaja para él, y un poco violento, debo agregar. La palabra es
que su política de confraternización se aplica estrictamente de una manera que
se manifiesta como follarme o ser follada.
¿En que está pensando Maggie, acercándolo a su mejor amiga?
Por otro lado, ella podría no saber. Lo hago solo porque me enteré de lo
poco éticos que son sus negocios.
—Cam —responde Maggie con sorpresa, mirando a la chica del avión que
debe ser su mejor amiga.
¿Maggie sabe de su amiga y de mí?
¿Si es así, cómo?
No me invita a unirme a ellos. Entonces, tengo dos opciones aquí. Uno,
puedo ser cordial y decir "lo siento, no sabía que tenías compañía" y partir. O
dos, puedo sentarme y conocer oficialmente a la chica que Maggie ha estado
hablando con entusiasmo desde que me mudé a la casa de al lado hace seis
meses. La misma en la que tuve mi boca y mis manos por todas partes.
La primera es inaceptable. La segunda es audaz. Voy por esa.
—Oye —levanto mi brazo con la cerveza—, ¿les molesta si los
acompaño? Tengo suficiente para todos. —¿Cómo puede decir que no a eso?
¿Cierto?
Maggie se pone en pie de un salto, con la vista fija en su amiga.
—No, no toda. Tenemos sobras si tienes hambre. Déjame agarrarte un
plato. 113
Como dije, ella no diría que no.
Temblando en su asiento, la chica del avión parece que podría
desmayarse en cualquier momento.
Esto va a ser muy interesante.
Acercándome a la mesa, niego con la cabeza.
—Gracias, pero comí algo en la playa.
Derek se pone de pie y extiende su mano.
—Eh, hombre, ¿cómo estás?
Pongo el paquete de doce Coronas en el centro de la mesa, más cerca de
mí casi folla amiga que cualquiera de los otros tres, y luego le agarro la mano.
—Vivir el sueño, hombre, vivir el sueño.
Despejando el espacio para mí en la mesa, él y Maggie comienzan a apilar
algunos de los platos sucios.
—Cam, conoces a mi socio comercial, Andre Randle, ¿verdad? —dice.
El idiota se para y la chica del avión lo sigue.
Oh, bien, todos estamos parados alrededor de la mesa ahora. Perfecto.
Jodidamente fantástico. Tal vez podamos unir nuestras manos y decir una
pequeña oración.
—Sí, nos hemos visto. —Le ofrezco mi mano al idiota y las estrechamos.
—Camden Waters —dice Maggie, sonando más alegre que al principio—,
esta es mi mejor amiga, Makayla Alexander de Nueva York.
Makayla.
Me gusta.
Suena bien en mi lengua.
Ser un idiota no es algo que haga como un hábito, pero no hay manera de
fingir que casi no habíamos follado hace menos de veinticuatro horas. Decidido
a asegurarme de que ella no lo ha olvidado, me paso junto a Maggie y Derek y
me lanzo para besarle la mejilla, con mis manos agarrando sus brazos, tal vez
un poco demasiado fuerte mientras lo hago.
—Makayla —gruñí en su oído y luego retrocedí—. No pensé en volver a
114
verte. —Considerando la forma en que me atacaste, no me molesto en agregar.
Ella se estremece bajo mi toque y tan cerca, puedo ver el ascenso y caída
de sus hombros cuando su aliento se detiene.
—Maggie me dijo que eras su vecino —admite.
—¿Ustedes dos se conocen? —pregunta Derek, rellenando copas de vino
alrededor de la mesa.
—Sí, pequeño mundo, ¿verdad? Se conocieron en el avión —le dice
Maggie a Derek.
Le echo a Maggie una mirada confusa.
Ella se encoge de hombros.
—Makayla te vio hablando conmigo en el aeropuerto, y me preguntó si te
conocía. —Maggie parece un poco incómoda al hablar de eso.
Ella sabe.
Ella definitivamente sabe.
—Déjame traerte un vaso —le ofrece.
—No, yo me encargo —le dice Derek y se dirige hacia la casa.
—Oye, amigo, estoy bien con la cerveza —le llamo.
—Entonces déjame agarrar otra silla desde adentro.
—Gracias, cariño —le dice Maggie, sentándose.
Iba a ser una silla de la cocina o me recostaría sobre su cómoda mesa
para cuatro y me estiraría en ella. Tal vez no sea una mala idea después de todo.
Andre mira a Makayla y con su mentón, le indica que debería sentarse
también. La sangre hierve en mis venas cuando ella por su pedido silencioso
comienza a hacerlo. ¿Se conocen entre sí? No pueden.
Ella es nueva y debe desconocer su reputación, en los negocios y con las
mujeres.
Incapaz de controlarme, me acerco a empujar su silla.
—Aquí, déjame ayudarte —le digo, invadiendo su espacio.
Makayla se ve como si aún tuviera problemas para respirar. Estoy
115
dispuesto para hacer respiración boca a boca si lo necesita. Estoy certificado,
después de todo.
—Gracias, estoy bien —responde, su voz atrapando sus palabras.
Feliz con la reacción que provoqué, suelto la silla, agarro una cerveza, y
se la ofrezco a Maggie.
—Están frías.
Asiente, extendiendo su mano.
—Seguro, tomaré una.
Como el caballero que soy, saco la tapa y se la entrego. Levantando otra
botella, se la ofrezco a Andre incluso cuando no lo preferiría. No podía
soportarlo antes, realmente no puedo ahora. Levanta su mano rechazándola.
—Estoy bien con el vino blanco.
Sacando la tapa con el pulgar, inclino la botella hacia atrás para un trago
largo. Lo necesito.
Los ojos de Makayla están en mí, observándome, y su respiración parece
ir creciendo un poquito más en excitación cada vez que trago.
Momento de descubrir cuál es su rollo.
Determinando por qué demonios no, tomo el lugar de Derek.
—¿Querías una cerveza, Makayla? —pregunta Andre, fulminándome con
la mirada como si fuera el imbécil que él cree que soy.
—Ella no bebe cerveza —contesto—. Le sienta mal a su estómago. —Y lo
fulminé con la mirada, sabiendo que es el imbécil que creo que es.
Eso lo callará.
—Aquí tienes. —Derek está de pie cerca de la mesa, con una de las sillas
de cuero blanco de la cocina de Maggie en sus manos. Cuando ve que ya estoy
sentado, la coloca entre Maggie y Andre—. La tomaré.
Debería ofrecer cambiarnos, pero en este punto, ya está hecho, además,
estoy justo donde quiero estar.
Andre nos observa como si tratara de descifrarnos.
116
—Así que dime cómo se conocieron ustedes dos.
Ella parece haberse recobrado de a sorpresa de verme y se sienta un
poco más derecha, encuadrando sus hombros. Este no es el momento de estar
babeando por una chica, pero se ve sexy como la mierda en ese vestido blanco,
que abraza firmemente sus pequeños senos y los mantiene en el lugar perfecto.
Dudo este usando sostén, el pensamiento de deslizar mi mano dentro de la tela
me da lugar a sentarme más derecho.
Ella me mira con lo que parece un entrecejo fruncido. Cuando se gira y
dulcemente le sonríe a Andre, se retuercen mis entrañas. ¿Qué demonios?
—Nos sentamos uno junto al otro en el avión, eso es todo —le dice, no
sonando para nada convincente.
Sus ojos oscuros van de uno al otro sospechando y se detienen en sus
ojos avellana.
—Entonces déjame entender esto: ¿ustedes fueron compañeros de
asiento en el largo viaje desde Nueva York a California y durante todo ese
tiempo no descubrieron que iban a ser vecinos pronto?
—No, no lo hicimos. —Ella ríe—. Loco, ¿cierto?
Risas. Como si fuera jodidamente gracioso. Hay una cantidad de locura
demencial circulando por mi cerebro ahora mismo y no puedo evitar fruncir el
ceño. Es cualquier cosa menos gracioso. Si me hubiera hablado después de lo
del baño, quizás lo hubiéramos hecho.
El cretino se inclina más cerca de ella y tenso el agarre en mi botella.
—Supongo que no hablaste demasiado —dice con suficiencia.
Maldita sea. Eso es simplemente falso. Terminando otro trago de mi
cerveza, apoyo mis codos en la mesa.
—Seguro que lo hicimos, ¿verdad, Makayla? —le digo, o quizá lo siseó, no
estoy seguro.
Todo es un poquito rojo ahora mismo en mi niebla de ira.
—De hecho, nuestras bocas nunca dejaron de moverse —lanzo porque
puedo. Porque es verdad. Mi lengua se movió dentro de su boca, la suya dentro
de la mía, nos exploramos el uno al otro como si estuviéramos buscando
comida y no hubiéramos comido en días.
Bien, quizás todo es un poco verde, no rojo. Aun así, no estoy celoso. Solo 117
enfadado. Jodidamente enfadado como el infierno, en realidad.
Hay una parte de mí que quiere continuar y decirle que nos llegamos a
conocer tan bien que de hecho casi tuvimos sexo en el baño, pero cuando veo
que su cuerpo se tensa, me detengo.
Por el rabillo de mi ojo, pude ver a Maggie darle un empujón a Derek.
Segundos después, despeja su garganta.
—Oye, Andre, ¿qué te parece si llamamos a ese proveedor de México
para ver si tienen algunos contactos para conseguir los materiales que Makayla
necesita para sus collares? Me encantaría comenzar a venderlos.
Andre gira su mirada hacia Derek.
—Sí, esa es una gran idea. Lo haré mañana.
—Tengo un proveedor en Brasil que ofrece la mejor calidad en piedras.
Creo que me quedaré con él, pero gracias —dice Makayla.
Chica lista.
La sonrisa en mi rostro no es por nada.
—Así que, ¿estás pensando en vender esos collares de gemas localmente?
—le pregunto.
Makayla cambia su mirada hacia la mía y sus ojos son pequeñas ranuras
de feroz rabia. Vaya, está furiosa.
—Sí, lo estoy. Andre y Derek ya se han ofrecido a ayudarme —responde
secamente—. ¿Cómo es que sabes sobre ello?
Maggie levanta la mano.
—Esa sería yo. Le conté de tus collares y cómo pensaba que deberías
venderlos. Oh, le di uno para que se lo regalara a su hermana, también.
Andre se mete en este intercambio.
—Escucha, Makayla, sé que dije que no más negocios esta noche, pero en
serio deberías considerar el proveedor que tengo. Sus precios no pueden
mejorarse.
Andre es un bastardo insistente. Un poco agresivo, si me preguntan.
—Eso es porque su producto es una mierda —dejo escapar antes de que
Makayla le pueda contestar siquiera.
118
Las cabezas de todos alrededor de la mesa se giran en mi dirección.
Bueno, podría haber tenido un poco más de tacto.
El latino exaltado es un espectáculo. Se ve como si fuera a perderla, sobre
mí. Vamos, tráelo. Estoy tan listo para acabar con él. Pero cuando Makayla sisea:
—¿Cómo podrías saber algo al respecto? Eres unos guardavidas. —Siento
como si me hubiera abofeteado. Defensas arriba, lo diré como es.
—Lo sé porque está vendiendo tablas de surf hechas con la peor calidad
de resina y se están rompiendo mientras los sujetos están surfeando. Cinco
muchachos han tenido que ir al hospital en las últimas seis semanas.
Andre apunta su dedo hacia mí.
—No sabes de qué mierda estás hablando.
Me empujo de la mesa, listo para lanzarme al otro lado.
—Sí, lo sé.
Makayla sujeta mi brazo y me mira.
—Detente.
La miro de vuelta.
—Lo haré si hablas conmigo. A solas. Ahora mismo.
Dos opciones. Ignorarme y aprender que tan mal maneja este cretino su
negocio o hablar conmigo y retrocederé. Me observa con esos ojos avellana
llenos de rabia.
—Sí, hablar probablemente sea una buena idea.
Le doy un asentimiento. Es jodidamente el tiempo de que me diga lo que
sucedió en el avión. Makayla se gira hacia Andre y le susurra algo. Mis puños se
cierran a mi costado, listo para acabarlo. Él asiente y luego me mira.
—No hemos acabado aquí, Waters.
Arrancando la cerveza de la mesa solo para detenerme de golpearlo en
este segundo, lo miro de regreso.
—No, no lo hemos hecho, pero nuestra pelea es para otro lugar, Randle.
Miro a Maggie. 119
—Siento todo esto.
Ella me fulmina con la mirada, también.
Este humor mío me ha metido en toneladas de mierda.
—Ven a buscarme, en cualquier momento. Sabes dónde estoy —ladra
Andre.
—Lo haré —le digo, luego busco las puertas privadas que llevan a la
playa con Makayla pisándome los talones.
Las puertas se cierran detrás de ella y sigo caminando hasta el agua.
Cuando llego a la orilla, dejo caer la cerveza en la arena y me giro.
En unos momentos me alcanza. La luna y las estrellas arriba son nuestra
única iluminación, la playa esta silenciosa excepto por el sonido de las olas
rompiendo contra la orilla. Estamos solos. Completamente solos.
Makayla me apunta con su dedo.
—¿Por qué estás siendo tan imbécil?
Cansado de este juego, o lo que sea que es, doy un paso hacia ella y las
palabras se escapan de mi boca sin pensarlo.
—¿Por qué estás siendo una perra estirada?
La mirada en su rostro es como si la hubiera apuñalado. En lugar de
responderme, comienza a correr por la playa.
—Makayla, espera —la llamo.
—Vete al infierno.
Nena, ya estoy allí.

120
11

Traducido por Smile.8 y VckyFer

Corregido por Simoriah

N 121
i árboles, arbustos, paredes de ladrillo, autobuses o automóviles,
nada durante kilómetros y kilómetros. La playa es algo hermoso,
pero ahora mismo es mi ruina. No hay dónde huir. No hay dónde
esconderse.
“¿Por qué estás siendo una perra tan estirada?”. Las palabras que dijo
todavía hacen eco en mis oídos.
Zumbando.
Escociendo.
Causando demasiado dolor.
Las únicas ocho palabras en el mundo que podrían destruirme y él se las
arregló para encontrarlas. Solo sigue moviéndote, me digo. Hacías atletismo. Se
dará por vencido. Una sandalia, luego la otra, se pierden en la arena. No me
importa. Simplemente continúo. Mi corazón late tan rápido que está alcanzando
mi garganta y hace que mi cuerpo tiemble.
—Makayla, espera. —Su voz está cerca.
Corro más rápido. Brazos moviéndose. Piernas dando zancadas. Mi
vestido volando con el viento, arena arremolinándose a mi paso, el agua
salpicándome mientras me muevo a lo largo de la orilla.
—Makayla, detente. —Me está alcanzando.
Lo ignoro a él y a sus formas promiscuas, mujeriegas y de gigoló.
Una mano me agarra.
Furiosa porque me atrapó, quizás más porque él tocó un punto sensible
que yo quería mantener enterrado, pierdo el equilibrio y tropiezo. Antes de que
poder recuperar el equilibrio, estoy en el suelo. Boca abajo en la arena, y él está
sobre mí. De nuevo.
—¡Sal de encima! —grito, presionando los brazos contra la arena e
intentando levantarme.
Suavemente, él toma mis muñecas, e incluso más suavemente, susurra en
mi oído.
—No te voy a hacer daño; solo quiero hablar. Eso es todo.
Su olor, ya no a lavanda, pero tan extremadamente hombre, es
intoxicante. Sin embargo, es la sensación de tenerlo encima de mí la que me
congela. Mis músculos se aprietan y mi cuerpo se pone rígido. Lo extraño es que
no es el miedo lo que lo causa, es la excitación. Por todos los cielos, mi cuerpo 122
necesita conseguirse una vida. Giro el cuello hacia el cielo.
—De acuerdo —concedo—. Tienes cinco minutos.
Con eso, él se levanta de su posición boca abajo y se deja caer junto a mí.
Levantándome de la arena, me siento a su lado y limpio los gránulos de
mi cara y mis manos con toda la dignidad que puedo reunir. Una vez que siento
que puedo enfrentarlo, giro la cabeza hacia él.
Sus manos están detrás de él en la arena, las piernas estiradas frente a él,
ese cuerpo suyo largo y delgado.
—Eres rápida —dice, inhalando.
Haciendo caso omiso de los revoloteos en mi vientre de solo verlo, me
trago mi atracción y retomo mi expresión enfadada antes de fulminarlo con la
mirada.
—Hice atletismo en la escuela secundaria.
Esos ojos grises suyos están mirando hacia el océano.
—Puedo verlo.
Suficiente charla tonta. El tiempo pasa.
—¿De qué quieres hablar?
Su cabeza se vuelve rápidamente hacia mí.
—¿De qué quiero hablar? —Su tono está teñido de amargura.
Igualar su tono es fácil.
—Sí, eso es lo que pregunté.
Hay un ligero ruido similar a un gruñido de incredulidad escapando de su
garganta.
—¿Qué tal si empezamos con la forma en que te cerraste en el avión
después de que nos atraparon? No supuse que fueras… —Se detiene allí, sin
terminar la frase.
Lo hago por él.
—Una perra tan estirada, ¿verdad? Eso es lo que quieres decir. Después
de todo, es lo que me llamaste.
Él cierra brevemente los ojos.
123
—No debería haber dicho eso, lo siento, pero tampoco deberías haberme
llamado idiota.
Ira se enrosca en mis entrañas.
—Tienes razón; hay toda otra categoría de nombres que debería haber
utilizado.
Totalmente fuera de tema aquí.
Cam levanta la cabeza, los ojos calientes.
—¿De qué demonios estás hablando?
Mi boca tiembla con emoción. No estoy segura de por qué me importa la
manera en que trató a Megan con una B, pero en el fondo lo sé. ¿Es esa la
manera en que trata a todas las mujeres después de conseguir lo que quiere?
Para nada dispuesta a dejarlo pasar, lo pongo ahí sin pensar mucho en cuanto a
la muy poco agraciada luz que arroja sobre mí.
—Hace dos noches estuviste en el Bar On.
Su mandíbula se aprieta y la tensión es espesa entre nosotros.
—Sí, así fue. ¿Cómo lo sabes?
De acuerdo, así que cualquier dignidad restante que tenga está a punto
de ser arrastrada hacia el mar. Inhalo y decido hacer mi confesión tan rápida e
indolora como sea posible.
—Estuve ahí. Me había metido en una habitación privada para descansar
los pies y revisar mis mensajes. Se me cayó el teléfono y tuve que meter la mano
debajo de la mesa para recuperarlo. Ahí es cuando entraste con una mujer.
Esos ojos grises se arremolinan como nubes de tormenta en un huracán.
—¿Estabas en esa habitación?
La noche es cálida, pero mis piernas están mojadas y el viento que sopla
contra ellas me hace temblar.
—Sí. No estoy orgullosa de que no dije nada, pero todo sucedió tan
rápido. De todos modos, no puedo deshacer eso. Aun así, te vi con esa mujer.
Bueno, algo así. Nunca vi tu cara. Como dije, estaba bajo la mesa. Pero sí la vi
abrirte la camisa y, y… —Tropiezo con mis palabras y trago mi recuerdo—.
Vi tu tatuaje. Es muy característico.
124
Más que probablemente sin habla, porque estoy segura que lo estaría en
su posición, él simplemente me mira.
Sin nada más que hacer excepto continuar ahogándome en su mirada,
continúo.
—Entonces, cuando estábamos en el baño ayer por la noche, vi ese
mismo tatuaje. Hasta ese momento, no tenía idea de que eras el mismo tipo de
Chinatown. Y después de verlo, me asusté porque sentí que era simplemente
otra muesca en tu cinturón.
—¿Una qué? —gruñe.
—Ya sabes, otra conquista, otro encuentro de ámalas-y-déjalas, otra
muchacha con la que hacer lo que sea que hagas.
Esa mirada suya podía ser mortal.
—Sé lo que quisiste decir.
Sintiéndome ligeramente mal por la forma en que mi pequeña diatriba
enfadada salió, continúo.
—Quiero decir, obviamente sé que no te follaste a esa chica aunque ella
quería, así que supongo que eso significa algo.
Poniéndose de pie, me mira.
—No sabes una mierda de lo que estaba pasando. —Se aleja a grandes
pasos, dejándome con un sentimiento de culpabilidad.
Poniéndome de pie, lo persigo, preguntándome si presioné demasiado.
—Cam, espera… tú eres quien quería hablar, así que háblame.
Olas lamen sus botas y suben por la tela de sus vaqueros, pero no parece
importarle. Sigo sus pisadas, los dedos de mis pies hundiéndose en la arena
mojada con cada paso, recogiendo mis zapatos al pasar. Cuando alcanzamos el
punto donde empezamos, él toma una cerveza, la abre, y se sienta justo en la
orilla.
Siguiendo su ejemplo, hago lo mismo, cerveza y todo. El primer sorbo es
difícil de bajar, pero el segundo es un poco más fácil, y para el tercero, ya no
saboreo la carbonatación.
—¿Pensé que no podías beber cerveza? —Su voz es áspera, y me 125
recuerda de esa noche cuando pensé que él estaba roto.
Lo miro pintado en la sombre de la luna.
—No puedo, pero creo que ahora mismo es el momento perfecto para
arriesgarse a las consecuencias.
Encogiéndose de hombros, toma un largo trago de su cerveza.
—No que te deba una explicación, pero Vanessa y yo estuvimos juntos
durante más de cinco años. Nos conocimos en nuestro segundo año en la
universidad y luego fuimos a la Escuela de Negocios de Columbia juntos.
Bueno, así que ella no es B.
Sorprendida por su franqueza, siento mi propio muro deslizarse. Sé que
lo que viene después tiene que ser malo. No solo por su tono, sino también por
su comportamiento con ella esa noche.
—¿Quieres hablar acerca de ello?
Otro trago de cerveza y él deja caerla vacía en el soporte y agarra otra.
—¿Contigo? Creo que pasaré.
De acuerdo, me lo merecía.
Maldición, me hice quedar como una idiota refiriéndome a él como solo
un salvavidas. El solo reflexionar sobre ese comentario me hace sentir como
una perra maliciosa. Y no lo soy. No juzgo. Así que, ¿por qué lo dije? Porque la
situación era incómoda y actuó con ira cuando me encuentro en una posición
incómoda.
En realidad, necesito trabajar en eso.
Valor líquido. Necesito valor líquido. Bebo lo que queda de cerveza en mi
botella y, como él, agarro otra.
—Mira, lo siento ni siquiera puede comenzar a explicar cómo me siento
en este momento. Aun así, nos guste o no, somos vecinos. Puede que no seamos
amigos que se piden prestado azúcar entre sí, pero realmente tampoco quiero
que seamos enemigos.
Cuando me mira, me sorprende ver una sonrisa en su rostro.
—Amigos-enemigos tienen beneficios, ¿sabes?
La cerveza chapotea en mi vientre y juro que la siento burbujear. El 126
pequeño hipo que escapa de mi garganta no puede dejar de ser notado. Mi
mano vuela a mi boca y la cubre, repitiendo la palabra amigos-enemigos como
una pregunta alrededor de mis dedos.
Esta vez, cuando él termina su cerveza, no toma otra. En su lugar, estira
la mano y envuelve el cuello de mi botella con sus largos dedos. Nuestras
manos se tocan ligeramente y siento el leve impacto como un deseo
instantáneo. La forma en que su boca se abre me dice que él también lo nota.
—Has bebido suficiente. —Ríe, dejando caer mi botella junto a la suya—.
Y amigos-enemigos son amigos que son enemigos. No hablan mucho, tienen
dificultades para llevarse bien, y generalmente follan.
Esa palabra de nuevo, audaz y directa, pero tan condenadamente
atractiva.
Sin querer arruinar el ánimo, le sigo el juego.
—No estoy segura que los amigos que son enemigos necesariamente
follen como locos.
Esa ceja se eleva, la que quiero poner en repetición.
—Follarse como locos… es toda una imagen.
Me encojo de hombros sin comprometerme.
—Dije que no estoy segura que hagan eso. ¿Qué tal si todo lo que hacen
es discutir?
El viento sopla el cabello en mi cara, y él se acerca para apartarlo a un
lado.
—Si ése es el caso, eso sería una gran pena.
Respirando con dificultad, quiero inclinarme para darle un beso. Para
dejar todo esto detrás de nosotros y convertirnos en amigos-enemigos ahora
mismo.
—Así que Vanessa y yo —comienza a decir, y se inclina hacia atrás en
lugar de hacia adelante—, rompimos porque ella me engañó, con mi padre.
¡Oh Dios mío!
¡Esa perra!
El jadeo que emito no puede ser detenido. 127
Su risa es seca.
—Sí, claro. El todopoderoso Pearson Waters tenía que tener lo que era
mío.
Sé que ella debía importarle. Puedo oírlo en su voz, verlo en su rostro,
interpretarlo en las palabras que usa. El hecho de que llamó a Megan con una B
mía tampoco se me escapa.
Él acerca sus rodillas un poco más y deja caer la cabeza.
—Era el día de Acción de Gracias, y Vanessa y yo habíamos pasado el día
con mi madre en Brooklyn. Mientras estábamos allí, ella recibió una llamada del
trabajo, así que planeamos encontrarnos en su casa luego. Ella trabajaba para
mi padre y yo no pensé nada al respecto porque les sucedía a todos los que
trabajaban para él; te llamaban de día y de noche. Fue el primer Día de Acción
de Gracias sin… —se detuvo, inhaló y continuó—, desde el divorcio de mis
padres y mi hermana estaba en París con una pasantía, así que cuando dejé la
casa de mi madre, me sentí mal que mi padre hubiera pasado todo solo y decidí
pasar por su reino en Manhattan para verlo.
La luz de la luna se refleja en el agua y resalta su hermosa silueta. Quiero
estirarme y darle confort, tocarlo, calmarlo de alguna manera, pero algo me
dice que él no está buscando eso.
Otra inhalación. Una exhalación incluso más larga.
—Cuando llegué, usé mi llave y entré. Pensé que él podría estar
comiendo la cena del Día de Gracias solo, pero lo que encontré no era lo que
esperaba. Allí estaba él, claro, comiendo, solo que no pavo, y no estaba solo. Su
rostro estaba enterrado entre las piernas de Vanessa, y el trasero de ella estaba
plantado justo sobre la mesa del comedor.
Oh, mi Dios, ella de hecho era el demonio.
—Cam, lo siento tanto, tanto.
Levantando la cabeza en mi dirección, él me mira con ojos muertos.
Como si pensar en lo que ocurrió hubiera matado su espíritu. Lo entiendo.
Durante mucho tiempo, pensé que podría estar muerta por dentro, hasta que él
me tocó. Una vez más él emite una risa seca.
—La mierda sucede.
128
Hombre, no está bromeando.
—¿Quieres escuchar sobre la mierda que me pasó a mí? —pregunto.
Eso pone una pequeña luz en sus ojos.
—¿Acabas de maldecir?
—Oh, yo maldigo —digo con indignación.
Él se ríe.
—Lo hago. Como un marinero. Mierda. Infiernos. Maldita sea.
Cam emite un bajo silbido.
—Guau. Una rebelde total.
Entrecierro los ojos hacia él.
—Hablo en serio. De hecho, cuando mi mierda sucedió, lancé dos dedos
medios al aire justo en las calles de Manhattan.
Habiendo terminado de burlarse de mí, se pone serio.
—Dime más.
Sin coraje líquido, tengo que hurgar profundo para detener el ardor de
las lágrimas que intentan derramarse ante el recuerdo.
—Sebastian y yo nos habíamos conocido después de la universidad. Él
trabajaba para una pequeña y privada firma de manejo de la riqueza en Wall
Street. Nuestra relación progresó rápidamente y al año de habernos conocido,
me pidió que me casara con él.
—¿Estuviste comprometida?
Asiento.
—Durante cuatro semanas completas antes de que la mierda golpeara el
ventilador. Justo el tiempo suficiente para comenzar a planear la boda.
—¿Qué sucedió?
Mi vestido blanco ha tomado un raro tono de sucio, el agua está fría, el
aire de la noche se está enfriando, pero aun así el calor de su cuerpo tan cerca
del mío me entibia.
—Una noche decidí sorprenderlo.
Insegura de si debía continuar, si debía revelar toda la mortificación de
129
ello, me detengo.
—¿Sorprenderlo cómo? —insta Cam.
Esta vez soy yo quien ríe.
—De acuerdo, esto podría ser tan embarazoso como verte a ti recibiendo
sexo oral.
Cam hace una mueca.
—Al menos llámalo por su nombre, una mamada, ¿de acuerdo? Y por
cierto, ¿viste algo?
Sintiéndome un poco acalorada ante el pensamiento de realmente ver su
grande y gruesa polla, sé inmediatamente cuando mis pezones se tensan.
Genial.
—No, no vi nada. Solo la parte de atrás de la cabeza de Meg… —Me
detengo y me corrijo—. La cabeza de Vanessa.
Los ojos de Cam están en mis duros capullos en un instante. Para su
beneficio, vestida de blanco, debe ser muy difícil dejar de verlos.
—Bueno, no estoy seguro si eso es bueno o malo, para ti —dice—, pero
estamos saliéndonos del camino… termina tu historia.
Ignorando la energía sexual que nos rodea, fijo mi mirada en él y espero a
que sus ojos se levanten. Y espero. Y espero. Y espero.
—Cam —digo.
—Sí —responde él.
—¿Puedes mirar aquí arriba? —Señalo hacia mi cara.
Eso tiene efecto. Pero luego me distrae la pasada por sus labios de esa
lengua que tan experimentadamente había succionado y lamido mi cuello.
Riendo, él aclara su garganta.
—Lo siento, estoy bien ahora.
Me encuentro riendo con él por ninguna razón en específico,
especialmente considerando que estoy a punto de contarle una de las cosas más
dolorosas que me han pasado en la vida. Es extraño cómo de repente lo
encuentro bastante gracioso e incluso puedo reírme de mí misma, lo cual hago
mientras hablo. 130
—Así que, como dije, quería sorprenderlo. Él había estado trabajando
hasta tarde y no habíamos tenido mucho tiempo juntos. Esa noche de nuevo
trabajaba hasta tarde. Así que esperé hasta que supe que estaría en casa para ir
allí. Era una noche lluviosa, y usé mi abrigo y nada más.
El pecho de Cam se eleva y cae más y más rápido.
—Déjame ver si entiendo. Tú, la chica buena, ¿fuiste hasta la casa de tu
prometido desnuda?
Avergonzada, bajo la mirada hacia la arena y recojo una concha de mar.
Levantándola, la arrojo al océano.
—No desnuda. Te dije: estaba usando mi abrigo.
Hay una concha en su mano y él la está arrojando.
—Sí, entendí eso.
Con los dedos aún en la arena, los paso una y otra vez y observo al agua
borrar las marcas. Si tan solo las cicatrices de la vida desaparecieran tan
fácilmente. Quitando la bandita rápidamente, decido continuar y simplemente
decirlo.
—Cómo tú lo hiciste en casa de tu padre, yo usé mi llave para entrar. Él
estaba de pie en la sala al otro lado del sofá. Sintiéndome triunfante,
desabotoné mi abrigo, lo abrí y grité “sorpresa”. Imagina mi sorpresa cuando vi
que Sebastian estaba desnudo al otro lado del sofá, con alguien vestida de cuero
de rodillas. —Levanto mi mirada hacia él—. No te atrevas a bromear sobre que
viera otra, como tú amablemente dijiste, mamada.
Su mano cubre la mía en la arena.
—No se me ocurriría.
—Bien, porque a diferencia de ti, que estuviste con una ex novia, mi
prometido estaba con una prostituta. Después, me enteré de que su jefe lo había
estado presionando para que tomara un rol más de familia para ascender. Y yo
fui la que encajaba perfectamente para el rol de familia.
En lugar de ofrecerme lástima como la mayoría de las personas al
escuchar mi historia, Cam me sorprende cuando pregunta.
—¿No le estabas dando lo que él quería en la cama?
Sorprendida, aparto la mano y me pongo de pie de un salto.
131
—No soy una perra estirada.
Cam también se levanta, más mojado que yo en sus vaqueros.
—No dije que lo fueras.
Dándole la espalda, me dirijo hacia la casa.
—Bueno, Sebastian sí. De hecho, fue lo último que me dijo. —Lanzo las
palabras sobre el hombro.
Esta vez cuando Cam me alcanza, me hace girar para mirarlo a la cara.
—Te hice una pregunta.
Lo ignoro.
—Oye, solo pregunto porque no puedo entender cómo cualquier tipo
podría querer a alguien más cuando te tenía a ti.
Lágrimas calientes corren por mis mejillas.
—Si debes saberlo, él nunca me dio indicación alguna de que lo que
teníamos no era suficiente. Si él quería más solo tenía que pedirlo. Le hubiera
dado lo que fuera. Pero resulta que no podía darle lo único que él quería.
—¿Lo cual era?
—Una polla. La prostituta era un hombre vestido de mujer.
Su reacción fue soltar una lluvia de improperios.
—Entonces no tienes por qué estar disgustada. Fue todo él. Es un maldito
necesitado que obviamente no sabría lo que es bueno aun si lo mirara
directamente a la jodida cara.
En medio de la pesadez, me encuentro riéndome.
—¿Acabas de llamarlo necesitado? ¿Eso no es como del siglo pasado o
algo así?
Él se encoge de hombros.
—Ni maldita idea. Todo lo que sé es que usaba a la prostituta para sexo, y
eso lo hace uno.
Prácticamente doblándome de la risa, deseo tanto haber pensado en
decírselo. En llamarlo necesitado. Gritarlo desde el techo. Sebastian se hubiera
volcado de la vergüenza y probablemente le hubiera dado un ataque cardíaco.
No hubiera querido dañar su brillante imagen y todo. Nunca me enteré si
132
prefería a los hombres sobre las mujeres; dudo que lo hiciera. Creo que solo
estaba buscando aventuras. Honestamente, no quise saberlo.
Júbilo brilla en los ojos de Cam mientras me mira.
—Ambos definitivamente terminamos con dos personas muy jodidas.
Finalmente capaz de dejar de reír, lo miro de pies a cabeza.
—¿Y sabes qué le digo a eso? —le digo.
La sonrisa más sexy levanta las comisuras de su boca.
—¿Qué?
Levantando el brazo, giro hacia el este y saludo al cielo con mi dedo
medio.
—A la mierda.
—Demonios sí, esa es la forma de hacerlo, chica traviesa —dice, y me
imita—. ¡Vete a la mierda, Vanessa! —grita.
—¡Y vete a la mierda, Sebastian! —grito.
—Que tengas el peor sexo de tu vida por los siguientes cien años —
continúa Cam.
Ambos saludando a las personas que dejamos atrás en Nueva York, nos
reímos hasta que no podemos reírnos más.
Cuando bajamos los brazos, Cam pone sus manos en mis caderas y me
acerca un poco más. En momentos, sus dedos suben hasta mi cuello y luego se
detienen en mis mejillas. Sosteniendo mi rostro en sus palmas, sonríe.
—Con toda la charla de mamadas, no puedo dejar de pensar en ti
envolviendo mi polla con tu boca.
Temblando bajo su toque, digo lo que quiero decir sin preocuparme
porque suene demasiado atrevido.
—Y yo no he podido dejar de pensar en hacer justo eso, y darte la mejor
mamada de tu vida.
Sí, y qué si está en la maldita lista. Aún quiero hacerlo. Por mí. Y por él.
Si respuesta es mirarme con la más ardiente mirada que he visto jamás.
Caliente y todo. Y juro que puedo sentir el calor de todo ello en mi piel. 133
—Mamadas aparte por ahora, si empezamos esto de nuevo, esta vez
planeo terminar… dentro de ti. —La amenaza similar a un gruñido es tan
arrogante, tan emocionante y tan diferente a cualquier sonido masculino que
alguna vez haya escuchado.
Con el estómago revoloteando con millones de pequeñas alas, he
terminado de esperar. Queriendo lo mismo que él, cierro cualquier distancia
entre los dos y aplasto mis labios contra los de él. Succionando, lamiendo y
devorando tanto de él como puedo.
¿Quién dijo que una chica no puede besar a un chico primero, de todos
modos?
12

Traducido por Lyla, Knife y Genevieve

Corregido por VckyFer y Nanis

E 134
n general la línea es “¿tu casa o la mía?”
No en este caso. Incierto si Maggie todavía tiene
compañía, tomo la mano de Makayla y la llevo silenciosamente a
mi casa.
—Maldita sea —maldigo cuando la puerta de atrás está cerrada. Parece
que estamos yendo por el frente.
—¿Qué estás haciendo? —pregunta Makayla.
—Eso debería ser bastante claro… intentando llevarte a mi habitación.
—No podemos entrar así —susurra, mirando su cuerpo cubierto de
arena.
Miro hacia abajo a mi propia ropa, que está mucho peor que la de ella.
—Seguro que podemos.
Esa adorable sacudida de cabeza y actitud de regaño solo hacen que mi
polla palpite y duela por escape.
—Necesito quitarme esta arena, Cam. Como ahora.
Intentando no resoplar, cambio de dirección y me dirijo a la entrada de la
playa. Esta casa es de alquiler y ni por asomo tan bonita como la de Maggie. No
tiene valla o patio o parrilla incorporada. Nuestro espacio de vida al aire libre
consiste en una losa de césped con un par de sillones endebles, pero tenemos
una ducha al aire libre.
—Párate aquí —le digo a Makayla.
Mira hacia el pequeño cabezal de la ducha.
—¿Va a estar fría?
Quitándome la camiseta y los pantalones, los arrojo en una pila y me paro
frente a ella en mis calzoncillos blancos.
—¿Qué piensas?
Su mirada se arrastra sobre mí, y la mirada es caliente como el infierno.
—No me quitaré la ropa aquí afuera. Cualquiera puede ver.
—No te dije que lo hicieras, ¿verdad? Y además, todavía puedo ver
mucho a través de esa tela húmeda y blanca.
135
Sacude la cabeza.
—No solo tienes una mente sucia, sino que eres muy mandón, ¿lo sabías?
—Mandón, no. A cargo, sí.
Esta vez me pone los ojos en blanco.
Conteniendo mi risa, decido probarlo. Tomo la cadena y luego me siento
un poco mal cuando el agua helada rocía sobre nuestras cabezas.
—¡Ahhhhhhhhh, eso está helado, Cam! —grita, mirándome con esos ojos
en los que me quiero perder.
Necesitando tranquilizarla o tendremos a Maggie mirando por encima de
su valla, bajo la cabeza y capturo su boca con la mía. Nuestros labios se
encuentran, suavemente al principio, pero con suficiente presión que hay una
tensión en mi pene. El rápido latido de mi pulso no puede ser negado, al igual
que el sabor de ella en mi lengua que es diferente a todo lo que alguna vez he
tenido. El agua que fluye sobre mí puede estar fría, pero el hambre dentro de mí
está muy caliente y fuera de control. Perdido en el momento, la abro más y la
beso más rápido, más profundo y aún más fuerte.
Muy pronto, deja de agitarse, y aunque el fuego en mis venas humea y
arde mientras presiona su cuerpo contra el mío, sé que es hora de parar, aquí
fuera, de todos modos. Aun así, hacerlo es difícil con sus ligeras curvas
moldeadas contra mí, alineadas de tal manera que su coño está al ras contra mi
pene.
Temblando, se mueve, alejándose de mi boca. Incapaz de controlar la
atracción que tengo hacia ella, la arrastro hacia mí para sentirla una vez más
antes de dejarla ir. Así, todavía tan cerca, me encuentro gimiendo suavemente
en su cabello y siento mis músculos anudados en anticipación.
Cada nervio en mi cuerpo es consciente de ella. Quiero follarla tan duro,
terminar lo que empezamos y hacerlo todo de nuevo. Ahora más que listo para
salir de allí, le cepillo el cabello mojado y la beso detrás de la oreja.
—¿Crees que ya estás lo suficientemente limpia? —murmuro. Si dice que
no, tal vez tenga que lamer la arena.
Levanta la cabeza y me mira. Seguimos así, mirándonos fijamente,
inmóviles, su cercanía volviéndome loco hasta que finalmente dice:
—Sí, creo que estoy lo suficientemente limpia. Vamos. 136
Sonriendo, cierro el agua.
—Tenemos que ir al frente. No traje mis llaves para entrar por la puerta
de atrás.
Ya en la dirección correcta, lidera el camino, y yo la dejo.
—Está bien —dice, moviéndose rápidamente.
Una vez allí, se detiene.
De pie detrás de ella en el porche delantero, me inclino hacia abajo.
—Ahora escucha —le susurro al oído antes de abrir la puerta—, sé que
tiendes a que te gusten las exhibiciones sexuales públicas, por lo tanto esta es
una advertencia justa: mi compañero de cuarto tiene una invitada y suena como
una estrella porno, así que no intentes excitarme demasiado y atacarme hasta
que al menos lleguemos a mi habitación, o esta vez tú estarás en exhibición
pública si salen a la sala de estar.
Girando como un pequeño petardo, coloca sus palmas sobre mi pecho y
raspa hacia abajo sus uñas, ásperas, afiladas y excitantes.
—Te estoy dando una advertencia justa en este momento, tengo una
racha de enojo real que tiende a asomar su fea cabeza en situaciones
incómodas, y no creo que quieras estar al otro lado con los pantalones bajados.
Después de considerar usar mis manos para cubrir mi polla y mis bolas,
opto por levantarlas en señal de rendición.
—Vaya, abajo, chica, guárdalo para el dormitorio.
Una sonrisa muy malvada se extiende a través de sus labios de aspecto
delicioso.
—Di “abajo, chica” una vez más y ya no necesitarás pantalones nunca
más.
—Sabes, podrías arrojarme un hueso aquí —le digo, intentando no
reírme de su intento de asustarme.
Levanta una ceja.
—¿Qué eres, un perro?
Una sonrisa ilumina mi rostro.
137
—No he dejado de suplicar.
Fingiendo sorpresa ante la idea, o tal vez en serio sorprendida, se tapa la
boca con la mano.
—¿En serio acabas de decir eso?
Me acerco un poco más, fijándola contra la puerta y enjaulándola con mis
brazos a cada lado de ella.
—Me arrodillaré ahora mismo para demostrarlo.
—¿Cómo puedo rechazar esa oferta? —susurra caliente contra mi cuello.
Justo cuando estoy a punto de hacerlo, la puerta de entrada se abre y
Makayla va volando hacia atrás, chocando con Brooklyn y su último polvo.
Sosteniéndola para mantenerla erguida, él se ríe.
—Guau, hermano, ¿qué está pasando? —Brooklyn primero mira a
Makayla con su vestido blanco empapado y luego a mí de pie en mis bóxer,
también de color blanco, ambos dejando poco a la imaginación.
Makayla me sorprende cuando permanece derecha, se echa hacia atrás el
cabello y sonríe como si nada es fuera de lo común.
—Hola, Brooklyn, soy tu nueva vecina, Makayla Alexander.
Brooklyn le sonríe.
—Makayla, ¿como la mejor amiga de Maggie, Makayla?
Cuadrando sus hombros, extiende su mano.
—La única.
Como si toda esta escena fuera normal, él me mira, y luego a ella.
—Buenísimo, encantado de conocerte —dice y la atrae para un abrazo.
—Estoy toda mojada —le dice Makayla como si él no se hubiera dado
cuenta.
Retirándola hacia atrás, él le sonríe.
—Oh, los lugares a donde podría llevar eso, pero para no avergonzar a mi
chico Cam aquí, me abstendré.
138
—Aprecio eso, hermano.
La chica al lado de Brooklyn extiende su mano hacia mí.
—Soy Jennifer.
Con la esperanza de que se lavara las manos después de tocar la polla de
Brooklyn, la tomo.
—Cam —le digo.
Entonces, como si se olvidara de la chica que estaba parada a su lado,
Brooklyn gesticula en su dirección.
—Bien, todos, esta es Jennifer. Jennifer, esto es todo el mundo. Nos
dirigimos a buscar algo de comida. ¿Quieren venir?
Sí, quiero venirme, pero no con Brooklyn y su última fan. Apartando el
pensamiento por el momento, me hago cargo aquí y respondo por los dos.
—No, estamos bien, pero ustedes dos tómense su tiempo.
—Nos vemos —le dice a Makayla y cierra la puerta detrás de él. Consigue
ganar algunos puntos.
No la miró con ese vestido blanco transparente de ninguna manera que
lo hubiera atrapado.
Al menos tiene cerebro, si no juega.
—Lo manejaste bien. —Me rio.
Con ojos entrecerrados, arruga su nariz hacia mí.
—No como si tuviera muchas opciones. ¿Pensé que estaban haciendo
ruidos pornográficos?
—Oye, lo hacían cuando me fui para ir a casa de Maggie.
—Eso fue hace más de una hora.
Atrayéndola hacia mí, paso mis manos arriba y abajo por ese pequeño y
sexy cuerpo suyo.
—Nena, eso no es nada. Espero que no estés cansada. Planeo pasar toda
la noche contigo.
Muerde mi labio, casi lo suficientemente fuerte como para sacar sangre.
—¿Cuándo vas a cumplir con tu palabra, Camden Waters?
139
—Lo primero es lo primero —le digo, agarrando mi teléfono de la mesa
de café donde lo dejé cuando llegué a casa del trabajo y escribí un mensaje.
—¿Qué estás haciendo? —pregunta.
—Manteniendo a Maggie fuera de mi espalda.
Agarra mi teléfono cuando presiono enviar y lee el mensaje:
—Makayla no volverá a tu cena. Espero no haberte molestado
demasiado. Te lo compensaré en Pinkberry a finales de esta semana. Promesa.
Pinkberry. —Sonríe—. ¿Te gusta Pinkberry?
—No, preciosa; pero a tu mejor amiga sí le gusta.
—Espero que no estuvieras intentando ser territorial con ese texto.
Levantándola, tiro su culo inteligente sobre mi hombro.
—No, se trata de cumplir con mi palabra, Makayla Alexander.
Esos pequeños puños golpean mi culo.
—Bájame.
—Más duro, nena, más duro. —Me rio—. Me gusta duro.
Una vez el garaje, mi habitación está en la parte trasera de la casa detrás
de la cocina y por un pequeño pasillo. Al igual que con todas estas antiguas
casas de playa, se hicieron modificaciones para permitir más de un dormitorio.
Mi habitación no tiene vista al océano, pero es privada.
Pateando mi puerta, la ayudo a bajar lentamente por mi cuerpo.
Nuevamente, se quita el cabello de sus ojos.
—La próxima vez, seré perfectamente capaz de caminar.
Ese botón caliente suyo ciertamente es muy divertido.
—La próxima vez. —Alzo una ceja—. ¿Eso significa que quieres más de
mí?
Ante eso, ella cierra su boca.
—Bueno, mierda —digo—. Eso serie un no. Parece que será mejor que
pruebe que soy digno de volver a probar.
Tan pronto como las palabras salen de mi boca, sé que suenan tontas, 140
como si estuviera buscando más. Y no lo estoy.
O creo que no lo estoy haciendo.
Antes de que ella pueda hablar, le arranco la corbata en su vestido que sé
que revelará todo.
—Así que es así cómo ira esto. Primero, probaré tu dulce coño y te
comeré como si fueras mi última comida, y luego te follaré como si nunca
hubieras sido follada.
Ella jadea el ruido más sexy y sus ojos son como platos gigantes. Esos
jodidos ojos me hacen la polla más gruesa con solo un vistazo.
Vestido separado, ella se para frente a mí respirando pesadamente y
mostrándome solo un poco de su piel suave y pálida.
—¿Pensé que querías esa mamada de la que parece que nunca podremos
dejar de hablar?
Coloco mi dedo sobre sus labios abiertos.
—Quiero esta boca alrededor de mi polla más que cualquier otra cosa,
pero todo a su debido tiempo.
Aquí estoy prometiendo más cuando aún no ha tenido lugar aún. ¿Qué
carajo está mal conmigo?
Tomando aliento, empujo la tela húmeda de sus hombros y justo como
pensaba, está sin sujetador.
Tiro su vestido y cuando cae en la foto de mi hermano titubeo por un
momento. Exhalando, la miro de pie ante mí en nada más que una pequeña
tanga blanca, y trato de recuperar la compostura.
Pasan los momentos y luego recorre con sus manos su cuerpo, y creo que
podría explotar en este momento.
—Maldición, eres jodidamente sexy.
—Tienes una boca sucia.
—Y te gusta.
Antes de que pueda moverme, sus labios se deslizan sobre los míos.
—Quizás sí.
Rápido como un flash, encuentro esos dulces labios otra vez. Ella sabe a 141
mar y sus labios se sienten aterciopeladas, una deliciosa combinación.
Nos lamemos, chupamos y saboreamos como si nos conociéramos. Y en
cierto modo, lo hacemos. Paso a paso, la llevo conmigo hacia mi cama. Cuando
la parte posterior de sus piernas golpea el colchón, rompo el beso.
—Espera un segundo —le digo y tiro del edredón que cubre las sábanas.
Ella me sonríe.
—¿Qué?
—No te habría puesto en la clase de chico que deshace la cama antes de
tener sexo.
Levanto una ceja.
—Ya estás pensando en vincular, ¿lo estás? Tengo que ser honesto, las
artes dildo-ticas no son lo mío.
Puede haber un sonrojo subiendo por sus mejillas.
—¿Artes Dildo-ticas?
—Ya sabes, grandes penes falsos para estimular la glándula prostática.
Sus manos van a sus caderas.
—Eso no es lo que quiero decir y lo sabes.
—Quizás lo soy. Quizás no. ¿Por qué no vienes aquí y me dices el tipo de
chico que me crees? El tipo inclinado sobre el escritorio o el estilo perrito en
una cama.
Ella se encoge de hombros.
—Detente. Eso es suficiente.
Sin importarle realmente que no tenga una respuesta, la busco.
—Bueno, lo hice en caso de que tuvieras frío, sabelotodo.
Eso le da la razón para entrar en mis brazos extendidos y arrojar los de
ella alrededor de mi cuello.
—Creo que puedes calentarme bien.
—Tienes razón. —Mis manos se agarran a sus caderas, y cuando cierro la
última distancia entre nosotros, nos caemos en la cama en una maraña de
extremidades y risas. Carne a carne, y se siente tan jodidamente bien. 142
Empujándola hasta la parte superior de la cama, me arrastro sobre ella y
bajo la mirada a sus ojos caídos.
—Quiero saborearte.
Su respiración se levanta.
—Dios, yo también quiero eso.
Con las manos sobre ella, no puedo tener suficiente sensación de su piel
húmeda.
—Cam —susurra.
—Sí —digo mientras mi mirada viaja por su cuerpo.
Acercándome más, sus labios se deslizan por mi cuello para centrarse en
el pulso de mi garganta. Makayla chupa, suavemente, luego toma la piel entre
sus dientes. La mordida no duele, pero la sensación va directamente a mi polla.
—Por favor, no me hagas esperar. He esperado lo suficiente.
No creo que mi pulso haya corrido a un nivel incontrolable como este. Es
tan jodidamente hermosa debajo de mí con su largo cabello castaño abriéndose
sobre las sábanas de mi cama, sus pechos pequeños pero alegres, y su cuerpo
abierto y listo para mí. Tomando aire, tiro mis labios por su cuello y me detengo
en el hueco debajo de él. Mordiendo el sabor de su deliciosa piel, sumerjo mi
lengua dentro y fuera del espacio.
—Prometo que no lo haré.
Empujándome hacia debajo de su cuerpo, ella dice:
—Voy a pedirte que cumplas esa promesa.
Impulsado por la emoción, continúo hacia abajo y sobre las pequeñas
curvas de sus pechos y luego me detengo a chupar y lamer sus pezones ya
endurecidos.
Su espalda se arquea con ese sexy gemido y mi polla se mueve
bruscamente en respuesta. Cuando mis labios se deslizan sobre sus costillas y
se deslizan hasta su ombligo, me detengo solo para bajar sus diminutas bragas
blancas.
—Mierda —murmuro en reconocimiento cuando finalmente pudo ver lo
que solo que me había sentido por pocos segundos.
143
Un escalofrío sacude su cuerpo.
—Cuando dices esa palabra suena tan jodidamente sexy.
Sonriendo para mí, sé que la voy a estar diciendo a menudo.
Extendiendo sus piernas aún más, acaricio mi lengua con su suave coño
solo una vez. Sí, sabía que me iba a encantar esto. Me encanta que no tenga
nada, amo la falta de barreras entre nosotros, el hecho de que ella sea tan
sensible.
Un suave beso en su muslo, luego otro y otro. Remonto una media luna
alrededor de su coño de un lado a otro. Ella se retuerce y sus puños aprietan las
sábanas. Siento una sonrisa cruzada en mis labios cuando veo lo excitada que
está. Cuando llego al otro muslo, levanto la cara para mirarla.
—Mírame —le digo.
—¿Qué? —pregunta, casi confundida.
—Quiero que me veas hacerte venir.
Ella se apoya sobre sus codos.
Con sus ojos en mí, bajo rápidamente para cubrir su clítoris con mi boca,
Lo chupo inmediatamente y ella grita, enviando tiros de adrenalina a través de
mis venas. Luego, coloco un suave beso en el mismo lugar donde acabo de
invadir con mi boca y chupo de nuevo. Ella gime, alternando entre sonidos de
placer y dolor, los gemidos de dolor vienen cuando me detengo; los gemidos de
placer incrementan con cada succión. La llevo al borde y luego bajando el ritmo.
Deseando que disfrute completamente de esto, lo hago una y otra vez.
—Estás tan mojada —gimo, rodeando su clítoris antes de hundir mi
lengua dentro de ella.
—Oh, Dios —gime.
—¿Te gusta eso? —pregunto, sabiendo que lo hace.
—Sí —responde con los dientes apretados.
—¿Quieres que lo haga otra vez?
—Sí —grita, sus piernas se tensan con anticipación.
La volteo a ver.
—¿Estás segura?
144
Sé que quiere rodarme los ojos, pero en lugar de eso, dice “sí”, jadeando.
Con la luz de la luna brillando sobre nosotros, devoro cada centímetro de
ella. Sus dedos se enredan en mi cabello. Y cuando mis dedos la separan y mi
lengua se hunde muy adentro, ella tira de mis mechones.
Cuando sus rodillas se levantan y sus dedos se clavan en mis pantorrillas,
sé que ella está cerca. Necesito ver su cara, me detengo por un momento y
levanto la mirada.
—No, Cam. Por favor no te detengas —dice, sus palabras entrecortadas,
sonando como si estuviera teniendo problemas para hablar.
—No lo haré. Solo dime qué quieres que haga —gimo, mis palabras salen
con igual esfuerzo.
—¿Qué quieres decir?
—Dime lo que quieres.
—Quiero que me hagas venir, Cam. Hazme venir como nunca lo he hecho.
Una sensación de satisfacción se apodera de mí y sin pensarlo más, mi
boca cubre su dulce coño de nuevo. Esta vez, lamo y chupo al mismo tiempo, le
doy todo lo que tengo y la ayudo a encontrar su liberación.
—Oh, Cam, ¡sí! —grita—. Oh Dios, sí.
Mis manos encuentran sus dedos de los pies curvados en mis pantorrillas
y los agarro mientras ella monta otra ola de placer y luego otra. Con mi corazón
latiendo en mis oídos, me arrastro por su cuerpo. Inclinándome sobre ella, la
miro.
—¿Estás lista para más?
Sus manos se mueven para deslizar mis bóxer hacia abajo.
—Más que lista. Quítate esto —me dice. No, me ordena. Me ordena con
una voz tan linda que casi me rio a carcajadas.
Poniéndome en pie, me encuentro obedeciendo.
—Lo que sea que digas. —Me rio, incapaz de contenerme.
Levantándose sobre sus codos una vez más, sus ojos se clavan en mi
entrepierna.
145
—Quédate ahí un minuto, quiero ver tu polla.
Prácticamente asfixiado, no tengo palabras. Suelto una risa. Ninguna
chica me lo ha dicho alguna vez.
—No te rías. A diferencia de ti, no pude probar los productos antes.
Quiero verte. Acércate.
Oh sí, lo hago.
—Te he estado llamando una buena chica. ¿Eres una adicta al sexo?
Porque tienes movimientos que son definitivamente adictivos —digo. Y es tan
jodidamente cierto. Ya quiero probarla de nuevo. Quiero verla correrse otra
vez. La deseo de nuevo y aún no la he tenido. Ella es tan adictiva.
No es broma, mira mi polla y habla al mismo tiempo.
—Ojalá fuera cierto. —Se ríe.
—No sé, contigo me siento cómoda siendo honesta, diciéndote lo que
quiero. Raro, ¿verdad?
Me inclino y capturo su boca con la mía.
—No es extraño en absoluto. Dime lo que quieres en este momento: haré
que suceda.
Sus manos encuentran mi polla, y solo así, uno de sus dedos va
directamente a ese punto debajo de él.
—¿Que eres? ¿Un genio en la botella?
Mierda, si no estuviera listo para ella, lo que está haciendo ahora me
pondría duro al instante.
—Solo llámame Aladdin.
—Ponte sobre mí, Aladdin.
Cumpliendo, hago exactamente eso.
—Ah, eres una chica misionera, por lo que eres una buena chica —le
digo, estirándome y abriendo el cajón de mi mesita de noche con un dedo.
El movimiento acerca mi pecho a su boca y ella me lame. La sensación me
hace temblar. Esta chica es ardiente. ¿Cómo puede un hombre haberla
engañado alguna vez?
146
Agarrando un puñado de condones, me retiro y abro mi mano.
—Escoge.
Ella ríe.
—Esa es toda una colección. Déjame verlos.
Sentado, los abro, nada enorgullecido de que acabara de llamarlos una
colección.
Tomando el lote de mi mano, con una sonrisa, dice:
—No he usado condones por un tiempo. Nunca me di cuenta que había
tantas opciones.
Levantando su mentón para mirarme, pregunto:
—¿Cuándo fue la última vez que tuviste sexo?
Bajando su mirada para leer una de las etiquetas, responde:
—No desde que Sebastian y yo estuvimos comprometidos.
En mi caso, no puedo decir lo mismo. Desde que Vanessa me engañó, me
encuentro follando cuando quiero, porque puedo, porque nunca lo hice cuando
estaba con ella. Y sí, tal vez es una forma de desquitarme. Quién diablos sabe.
De todos modos, no le hago más preguntas a Makayla porque no soporto
que su nombre salga de su boca. No es que sea posesivo o territorial, porque no
lo soy. Odio al tipo por lo que le hizo. Eso es todo.
Redirigiendo mi atención hacia ella, la observo mientras mira sus
opciones.
Una sonrisa empuja sus labios.
—Vaya. Estriado, Ligero, Extra-Lubricado, Fresa o Brilla en la oscuridad.
Saco el condón de fresa de su pila.
—No este, ese salió gratis en una de las cajas —le digo y lo tiro a mi piso.
—Y este, tampoco —dice, tomando el paquete Brilla en la oscuridad y
tirándolo a un lado—. Eso es simplemente ridículo.
—Bueno, yo no diría eso.
147
Ella levanta una ceja.
—Está bien, tal vez un poco —concedo—. Comencemos con este. —Toco
el paquete Estriado.
Ella levanta la frente otra vez y se queda con un paquete en la mano.
—¿Comenzamos?
Colocando los demás en la mesita de noche, me ruedo sobre mi espalda y
coloco mis manos detrás de mi cabeza, con la polla levantada.
—Sí, comienza —digo, bastante desconcertado y más que listo.
Mirando el condón, ella dice:
—¿Quieres que lo haga?
—Absolutamente. —Sonrío.
Quizás nerviosa, y puedo decirlo por la forma en que le tiemblan las
manos, abre el paquete y se sienta a horcajadas sobre mis muslos. Cuando
acaricia mi erección, empujo mis caderas hacia adelante. No puedo evitarlo.
Ella lo hace de nuevo, y esta vez quito una mano de detrás de mi cabeza y
la deslizo entre sus piernas.
Su estremecimiento no pasa desapercibido.
Froto. Ella acaricia. Nos miramos y en cuestión de minutos los dos
estamos jadeando. Cuando deslizo mi dedo dentro de ella y siento lo
jodidamente mojada que está, suelto:
—No puedo esperar más.
—¿Puedes hacer esto? Nunca lo hice —pregunta.
Niego con la cabeza.
—Quiero que lo hagas.
—Bien —murmura y con las manos todavía temblorosas, finalmente
rueda el condón sobre mi polla bien preparada.
Agarro sus caderas.
—Mira, sabía que podrías.
Makayla se inclina hacia adelante y coloca sus manos sobre mis hombros.
148
—¿Creí que estabas listo?
La miro a los ojos y muevo su cuerpo ligeramente para que mi pene
quede alineado con su coño, y luego, lentamente, comienza a descender sobre
mí.
Oh, maldición. Ella se siente increíble.
Me mira y yo asiento. Poco después, baja más. Con oleadas lentas y
constantes, mis caderas suben y bajan. Momentos después, comienza a moverse
conmigo. Encontramos un ritmo casi de inmediato.
Mis manos agarran sus caderas. Cambia, y el cambio de ángulo hace que
cada empuje sea más profundo, más íntimo, más intenso. Miro sus ojos
cerrados, sus labios entreabiertos, la expresión de satisfacción en su rostro.
—Makayla.
Ella abre los ojos.
Mi lengua se escapa de mi boca para lamer mis labios.
—Me encanta follarte así... te ves tan sexy cuando tus tetas rebotan
arriba y abajo.
Mordiéndose el labio, arquea su espalda como si quisiera mostrarme
más.
Mis palabras vienen más rápido ahora.
—Tu coño envuelve mi pene con tanta fuerza.
—Sí, sí —jadea, cabalgando más fuerte, más rápido.
Tirando de los largos mechones de su cabello, tiro de su cabeza hacia la
mía. Le muerdo el labio con los dientes y ella me lo devuelve. Luego presiono mi
boca contra la de ella y la ataco con tanta hambre como me siento. Pronto, estoy
follando su boca con la mía.
Ella gime fuerte y grita mi nombre un par de veces y estoy bastante
seguro que está tan cerca como yo.
Deteniendo mi asalto en sus labios, le susurro al oído:
—Estoy tan dentro de ti, tan cerca, estoy listo para correrme… ¿Y tú?
149
Su respuesta es levantar su cuerpo y luego caer contra mi polla.
—Oh, maldición —murmuro—, ahora en serio voy a correrme.
Mojando sus labios con una sonrisa de satisfacción en su rostro, lo hace
de nuevo.
Mis caderas se aceleran para seguir su ritmo.
Su pecho sube y baja rápidamente.
—La respuesta a tu pregunta es sí —gime. La piel de gallina se forma a lo
largo de sus brazos y grita esta vez más frenéticamente—. ¡Sí, sí, sí!
A medio camino entre una oración y una maldición, grito una serie de
palabras que no tienen sentido y comienzo a correrme. Mientras le agarro
fuertemente las caderas, ella arquea su espalda y se inclina hacia atrás. Mierda,
eso se siente increíble. Me encuentro diciendo su nombre una y otra vez a
medida que la presión se profundiza, profundiza y profundiza más de lo que
puedo recordar. Cuando una sensación de hormigueo golpea la punta de mi
pene por la forma en que su coño lo aprieta, levanto mis caderas. Se siente
jodidamente increíble.
Makayla se mueve, inclinándose hacia adelante y presionando sus
palmas contra mi pecho, lo que hace que los espasmos solo se amplíen en
contracciones, y luego ese hormigueo se convierte en una corriente de
electricidad y se dispara desde mi pene a través de todo mi cuerpo. La increíble
sensación no se desvanece rápidamente, sin embargo, solo se desarrolla, y
cuando me dejo llevar, cruzo ese umbral de placer indescriptible una y otra vez
hasta que estoy agotado.
Con mis dedos apretando sus caderas con tanta fuerza que me preocupa
que pueda tener moretones, me relajo y extiendo una mano para enredarla en
su cabello. Sus ojos todavía están cerrados y tiro de las hebras para acercar su
boca a la mía.
—Ven acá.
—Lo estoy. —Se ríe—. No tienes que tirar de mi cabello.
—Te gusta un poco duro, puedo decir —le digo, dándonos la vuelta.
Suavemente, aparta el cabello que ha caído en mis ojos.
—Honestamente puedo decir que antes de esta noche lo habría negado
con vehemencia, pero el jurado ya ha deliberado. Mis labios hinchados y los
150
moretones en mis caderas podrían estar deliciosamente doloridos más tarde o
heridos como el infierno; te lo haré saber. —Su tono es juguetón, ligero,
relajado. Ella es así de fácil. Honestamente, no recuerdo la última vez que me
divertí tanto.
Todavía estoy dentro de ella y combinando su toque sensible, la beso
suavemente después de ese huracán que acabamos de tener. Eso se sintió
increíble. Esta vez, cuando lo pienso, tengo una extraña idea de que la sensación
no va a desaparecer pronto.
Por alguna razón, la idea me atrapa y ocupa mi mente por un tiempo.
Pero no por mucho tiempo porque es hora de encargarse de los negocios,
así que retrocedo.
Dándome una sonrisa perezosa, ella me mira. Creo que por primera vez
desde que la conocí, puedo ver en sus ojos lo que realmente siente. Están más
que desprotegidos, están desordenados, bien abiertos, y se ve increíblemente
vulnerable.
Una sensación de inquietud me recorre. Necesito tener cuidado y
proceder con precaución. Diversión. Solo estamos buscando divertirnos. Mi
vida está tan jodida que no puedo permitir que otra persona forme parte de
ella. Lo último que quiero hacer es lastimar a Makayla. Necesito descubrir quién
soy y qué voy a hacer antes de atreverme a cruzar esa línea.
Saltando de la cama, tomo unos pantalones cortos de gimnasio de un
cajón.
—Déjame usar el baño y ocuparme de esto. —Señalo con una sonrisa—.
Y luego te acompañaré a casa.
Ni idea de cuáles eran sus intenciones antes de mi pequeño anuncio, se
sienta y lleva la sábana con ella.
—Sí, se está haciendo tarde y tengo mucho que hacer mañana. Debería
volver. Sin embargo, no tienes que caminar conmigo, está justo al lado.
Sintiéndome como el idiota más grande por básicamente echarla de mi
cama, la miro antes de cerrar la puerta del baño.
—Quiero.
Ella me sonríe.
—Al menos somos vecinos cercanos, así que no es tan lejos.
151
—Y al menos no seremos enemigos —bromeo.
—Sí, creo que ahora puedo tomar esa azúcar. —Se ríe.
Riendo a medias con ella, cierro la puerta sintiendo que cometí un gran
error.
Mierda.
Mierda.
Mierda.
Soy un idiota
Cuando salgo, se ha ido y hay una nota en mi mesita de noche cerca de los
paquetes de condones no usados. Dice:
Me divertí, Cam. Nos vemos.
Sí, nos vemos, Makayla.
13

Traducido por Smile.8

Corregido por VckyFer y Nanis


152

S
iete largos días más tarde y todavía no he visto a Cam.
El hecho de que pasé el día después de que dormimos
juntos intentando averiguar si él conducía el Jeep o montaba en
moto —ambos estaban estacionados en la entrada de la casa a mi
derecha— no quería decir que no había estado ocupada.
Mis días han sido muy, muy ocupados. Desempacando. Un recorrido por
la zona. Vendiendo mi mercancía en la tienda de surf de Derek. Hablando con el
proveedor de Andre. Creando un sitio web con la ayuda de Maggie para poder
vender mis diseños más populares para cualquier persona que busque piedras
preciosas en línea. Y en busca de un auto.
Ocupada.
Ocupada.
Ocupada.
Y sí, esto cuenta como un plan, pero no puedo evitarlo. Maggie también lo
sabe, que es por lo que no me está juzgando.
Soy quien soy. Pronto, tal vez, seré un poco menos tensa, pero siempre
seré yo.
Andre me pidió salir, y al principio iba a decir que sí, pero no pude. Sabía
que no me gustaba de esa manera. Cuando dije que no, él estuvo bien con todo.
Obviamente, me quería tan poco como yo a él. Lo que era nada más allá de
considerar una posible amistad, pero más que probable que solo la relación de
negocios que estábamos construyendo.
Ya sabes lo que dicen, de todos modos, no mezclar el negocio con el
placer. Creo que es un buen consejo.
Aun así, incluso sin citas, como he dicho, he estado ocupada.
Ocupada.
Ocupada.
Ocupada.
Así que no es que he estado corriendo a mi balcón para ver si el Jeep de
Cam, que había averiguado que era su vehículo solo cuando Maggie finalmente
me lo dijo, es el que viene y va cada vez que escucho el sonido del crujido de la 153
grava.
Y definitivamente no es como si me importase que rápidamente finalizó
nuestra noche. Tengo una vida que empezar a vivir. Una lista por marcar. Estoy
muy ocupada.
Ocupada.
Ocupada.
Ocupada.
Demasiado ocupada como para preocuparme que pasó de caliente a frío
más rápido que la velocidad de la luz. El señor Necesitaremos Múltiples Paquetes
de Condones necesitó solo uno, y sé que no era porque no estuviera pasándolo
bien. Nadie podía falsear los ruidos de placer que estaba haciendo.
Lo que sea.
Y qué si fue el mejor sexo que he tenido.
Estoy soltera.
En un pueblo con playa.
Con una gran cantidad de hombres medio vestidos.
El sexo caliente volverá a suceder.
¿Verdad?
—No eres feliz. —Maggie hace esta observación sobre los sándwiches de
pavo en The Cliff. Es la hora del almuerzo y me pidió que nos encontrásemos
aquí.
—¿Por qué dirías eso?
Apunta a la comida.
—No estás comiendo.
Eso sería porque la comida tiene un sabor desagradable.
Pero no se lo digo que Maggie.
Doy palmaditas a mi estómago.
—Solo cuidando lo que como. Tengo que usar ese bikini. Ya sabes, el
número uno en la lista.
154
Se ríe.
—Tienes que comprar uno primero.
Mordisqueando el pan sin gluten que no sabe a nada, lo dejo en la mesa.
Desde lejos se veía muy bien.
—Para tu información, lo haré después del almuerzo. Y luego iré a mirar
autos.
Maggie está trabajando en Main Beach hoy, que se encuentra a diez
minutos a pie como mucho de nuestra casa, así que tengo su auto para hacer
recados. Mientras estoy fuera, me tomo un helado lleno de leche y chocolate
caliente.
De nuevo, no le digo a Maggie eso. Pinkberry es donde ella me dirigió. Un
yogur vegetariano, sin lactosa y elaborado con leche de coco. Se ve bien. Sabe
horrible. “Es para morirse”, son sus palabras, no las mías. Sin embargo, puede
que no esté tan lejos de la verdad. Podría morir si tengo que comer otro. Claro,
creo en el equilibrio.
Comer sano. Hacer ejercicio. Y una pequeña comida mala aquí y allá. Esa
no es la filosofía de Maggie. De hecho, todo en California es tan extremo.
Tomándose su trago de hierba de trigo de un trago, deja el vaso en la
mesa.
—Cam preguntó sobre ti esta mañana.
Exteriormente, me encojo de hombros, pero por dentro mi vientre
palpita.
—¿Y? —pregunto con indiferencia.
—Y nada. Eso fue todo. Solo quería saber cómo estabas. —Se limpia la
boca con la servilleta.
—Ah, bien.
Me mira fijamente durante mucho tiempo.
—¿Estás segura que no estás molesta por lo que pasó con él?
Muevo mi tenedor alrededor de mi plato de ensalada de col rizada.
Patatas habrían estado mucho mejor.
—No, no lo estoy. No debería estarlo, ¿verdad?
Se encoge de hombros.
155
—¿Hizo alguna promesa?
Asfixiada por un bocado de amargura, dejo mi tenedor sobre la mesa.
—No, no lo hizo.
Maggie frunce sus labios.
—Entonces no deberías estar molesta.
Suspiro.
—Pero ni siquiera me pidió mi número.
Se ríe.
—Vive justo al lado.
—Sí, pero, aun así, habría estado bien que me hubiera pedido mi número
de teléfono después de que abriera mis piernas para él, aunque nunca tuviera la
intención de usarlo.
Maggie se ríe de nuevo.
—Oh, no deberías quedarte con eso, me pasa todo el tiempo.
Entrecierro mis ojos hacia ella.
—Eso es una mentira. Eres la que nunca llama a los chicos de vuelta.
—Bueno, me conoces, es todo sobre pasárselo bien.
—Sí, cuando pienso en ello, lo pasamos muy bien.
—Y, además, hay un lado bueno.
—¿Y ese sería?
—Ayudó a tachar el número dos de la lista, tener relaciones sexuales con
un desconocido.
—Eso es cierto, pero para ser honesta, olvidarme sobre esa noche es más
difícil de lo que pensaba que sería.
Maggie frunce su ceño y empuja su plato a un lado.
— ¿Quieres que hable con él? ¿Averiguar dónde está él?
Mi estómago se voltea ante el pensamiento, y no le ha ido bien esta 156
semana pasada.
—No, Maggie, solo empeoraría las cosas. Somos vecinos. Quiero que
seamos cordiales, no incómodos. Todo será olvidado pronto. Las citas de una
noche siempre lo son.
Su cabello largo y rubio por el sol vuela con el viento de la ventana
abierta a nuestro lado, y lo ata con el elástico de su muñeca.
—¿Estás segura?
Asiento y miro hacia fuera al agua debajo.
—Mayormente segura.
—Está bien, entonces —me dice, alcanzando bajo la mesa en su bolso—.
Dos cosas. Primero, esto es para ti. —Deja caer una bolsa de color negro con el
nombre de Adam & Eve en ella y un esbozo de la mitad de una manzana
alrededor de la última e.
Mi radar de sospechas sube inmediatamente.
—¿Qué es esto?
Mete su dedo en lo que queda de salsa de algo tipo soja de su plato y
luego lo chupa.
—Un regalo.
Mirándola con escepticismo, me asomo a la bolsa, pero no puedo ver
nada más allá del papel rojo. Lentamente, hurgo en el interior como si una
gigante anaconda pudiera anunciar su presencia en cualquier momento.
Cuando he tocado suficiente papel, saco el artículo ligeramente. La pequeña
caja pone LELO Mia 2 Vibrador de Clítoris Recargable. Mi mandíbula cae y lo
empujo hacia el interior.
Maggie se sienta en la silla y cruza sus muy bronceadas y muy largas
piernas.
—El número siete en la lista —dice con una sonrisa—. Es pequeño y
portátil. Y puedes usar el USB de tu portátil para cargarlo.
Metiendo la bolsa en mi bolso cerca de mis pies, me siento y sorbo lo
último de mi batido de bayas.
—Vaya, gracias, Maggie, no deberías —digo entre dientes.
157
Sus grandes ojos azules brillan a la luz del sol con una inocencia que
haría que cualquier mejor amigo quisiera quitárselos. De acuerdo, eso no fue
agradable.
El camarero toma nuestro dinero para verificarlo y sé que el almuerzo
está llegando a su fin.
Casi me da miedo de preguntar, lo hago solo para sacarlo del camino.
—¿Quiero saber qué es lo otro?
Maggie comprueba la hora en su teléfono y se levanta.
—Vamos al Underground mañana por la noche. Es un club de baile, así
que mientras estás de compras tal vez debería escoger algo para llevar.
Tomando una respiración profunda, resoplo.
—Maggie, no quiero salir con Andre. Ya te lo dije. Es un chico agradable;
simplemente no me gusta.
Su metro y medio se cierne sobre mí en sus pantalones cortos de color
rojo y su camiseta blanca.
—Makayla, creo que lo entendí cuando le dejaste sentado en mi mesa
para ir a follar a Cam. Derek, tú y yo nos encontraremos con un grupo de
personas de la patrulla.
—¿La patrulla? —pregunto, sabiendo que se refiere a la gente con la que
trabaja.
—Vamos siempre y no tienes que preocuparte, Cam no viene con
nosotros. Las discotecas no son lo suyo.
—Creo que el karaoke sí. —Me rio.
Ella da un paso atrás.
—Sí, sobre eso: la próxima vez que hablen, deberías preguntarle por qué
acabó allí.
Me pongo de pie y me aseguro que la bolsa de Adam & Eve está enterrada
profundamente en mi bolso.
—Si lo sabes, ¿por qué no me lo dices?

casa.
—No puedo. Lo siento. Además, tengo que irme. Nos vemos más tarde en
158
Y así, la chica de California se ha ido.
Y la neoyorquina se queda sola para extender sus alas.
Mientras me dirijo hacia el auto, miro la bolsa en mi bolso. Tal vez
debería decir que me quedo sola para despejarme.
Solo mi vibrador y yo.
14
¿

Traducido por Ashtoash y Kalired

Corregido por Simoriah

D 159
etrás de mis lentes polarizados veo cada salpicadura, cada
chillido, cada onda. Desde lo alto de mi torre paso mi día
decidiendo si esa persona de allí ha estado demasiado tiempo
debajo, si esa al otro lado está flotando de espaldas o si realmente está en
problemas, o si aquella bien lejos está luchando o simplemente aprendiendo a
nadar.
Las decisiones que tomo son cruciales para salvar la vida de las personas,
sin embargo cada día que ha pasado de esta semana, este trabajo se ha estado
sintiendo cada vez más como eso, un trabajo.
Cada día ese anhelo que sentía por una carrera antes de que todo pasara
está empezando a volver un poco más. Y por primera vez, encuentro que la ira
hacia mi hermano disminuye un poco. Sin embargo, no digo que eso sea algo
bueno, porque no estoy seguro de dónde nos deja eso.
Cuando finalmente llego a casa después de un largo día, voy directo a mi
habitación, entro en la ducha, me cambio y entro a la cocina para agarrar algo
de comer.
Impresionado antes de siquiera llegar al refrigerador, casi estallo en risas
cuando veo a Brooklyn en el fregadero. Su cuaderno está tirado en la encimera
y en lugar de estar escribiendo como siempre, está lavando los platos, a mano.
—Oye, hombre, ¿se rompió el lavaplatos?
Soplando un puñado de espuma de su cara, se gira hacia mí.
—No, estoy haciendo esto por mi salud. ¿Qué crees?
La risa sigue saliendo de mí.
—Creo que vas a hacer una estupenda esposa para alguien.
Colocando el último plato en la encimera, saca el tapón y luego me
muestra el dedo medio.
—Voy a salir con Sasha Gomez esta noche y si todo sale bien, ella volverá
aquí conmigo. Solo pensé en acomodar.
Me apoyo en la encimera.
—Gracias por la advertencia.
Sasha es una cantante pop emergente que se inició en MTV. Brooklyn y
ella han sido amigos durante año. También han sido amigos con derechos
durante todo ese tiempo.
Brooklyn sonríe.
160
—Con gusto, hombre. Por cierto, hoy vi a Makayla en la tienda de surf
cuando pasé a comprar cera para mi tabla. Sus cosas son increíblemente
geniales. Me dio un par de piezas para dárselas a Sasha. Buena chica. No
deberías dejarla escapar.
Si su hermano mayor estuviera aquí, golpearía a Brooklyn en el brazo por
decir algo así. Keen Masters no tiene corazón, sin embargo, y no tiene un lado
suave en absoluto. Grandes bolas, siempre se lo digo. Él prefiere el
término polla de acero. Como sea.
Levantándome de la encimera, omito la idea de comida y abro la puerta.
—Nunca fue mía para dejarla escapar, hermano. Ten una gran noche.
—Malhumorado hijo de puta —exclama Brooklyn mientras me voy.
Yo, como respuesta, le enseño el dedo.
Justo cuando me dejo caer en la reposera, mi teléfono suena. Echo un
vistazo rápido a la pantalla.
Es mi madre.
Me ha llamado tres veces esta semana, y todavía no le he devuelto la
llamada. La semana pasada en Nueva York fue difícil, y simplemente no quiero
hablar al respecto. Aun así, esta vez debería contestar.
—Hola —contesto.
El sonido de estática y silencio me saluda. Luego.
—¿Camden?
Miro hacia el Pacífico y trato de absorber algo de su calma.
—Hola, mamá, lamento no haberte llamado. Trabajé un montón de horas
esta semana.
—Sé porque no me has llamado, y no tiene nada que ver con trabajo. Solo
quería escuchar tu voz. ¿Cómo estás?
Pasándome una mano por el cabello, quiero arrancármelo.
—Después del fiasco familiar del jueves pasado, honestamente no sé.
—Cam, cariño, creo que es tiempo de que dejes ir tu enojo. No es bueno
para ti cargar todo ese resentimiento. 161
Mis ojos se cierran y los aprieto fuertemente.
—Lo intento todos los días, mamá. En realidad, lo hago.
Ella suspira.
—Dime qué hay de nuevo allí.
—Todavía soy un salvavidas, si eso es lo que estás preguntando.
El sonido de la estática me hace pensar que hemos perdido la conexión,
pero luego ella está de vuelta en la línea.
—Sabes que no me importa lo que hagas mientras seas feliz.
—Es justo eso, no soy feliz. Aquí hay cientos de negocios que veo y
pienso, puedo arreglarlos, mejorarlos.
—Entonces hazlo, Cam.
—Sabes que no puedo. Eso necesita capital, y yo no tengo nada.
—Sí, sí tienes. Deja de ser terco. Tus abuelos te dejaron ese dinero. El
fideicomiso es tuyo para que hagas lo que quieras. No tiene nada que ver con tu
padre.
—No estoy listo para ir por ese camino.
—Entonces no estás listo. Está bien.
Miro hacia la casa de al lado.
—Conocí a una chica en el viaje de avión a California qué resultó ser la
mejor amiga de Maggie. Se mudó aquí de Nueva York.
—¿En serio? Mundo pequeño. ¿Cómo es?
—Es realmente genial. En la ciudad trabajaba para Kate von
Frantzenberg y se mudó aquí para diseñar sus propias joyas.
—Suena fascinante.
Fascinante. Esa es una buena palabra para describirla. Especialmente
porque todavía me siento increíble después de estar dentro de ella. De acuerdo,
necesito bloquear los pensamientos sexuales cuando estoy hablando con mi
madre. Parpadeo para intentar desaparecerlos y luego cambio rápidamente el
162
tema.
—Sí, de todos modos, aparte de eso, nada nuevo.
—Bueno, tengo noticias.
—Oh, sí, ¿qué?
—Josh y yo nos vamos a casar el fin de semana después del Día del
Trabajo. Sé que es apresurado, pero ambos queremos esto. Me gustaría que
regresaras para la ceremonia. Será pequeña. Solo su familia y la mía. Espero
que Amelia venga.
Inhalando, lo dejo salir.
—Estoy feliz por ti, mamá.
—¿Estás seguro?
—Sí. Mereces ser feliz.
—Y tú también, Camden —dice.
Sí, el problema es que ha pasado tanto tiempo, que ya no sé lo que eso
significa. Luego pienso en Makayla y cómo nos divertimos. Ella me hizo feliz.
El resto de la conversación se pasa hablando de los planes de boda y de
Josh. Josh es un tipo genial y me alegro que ella haya encontrado alguien que la
hace feliz. Se lo merece.
Una vez que termino la conversación con mi madre, contemplo el océano
por el más largo tiempo antes de decidir ver qué está haciendo Makayla esta
noche.
El sol está como a una hora de ponerse cuando miro por encima de la
cerca de Maggie. Nadie está afuera, pero sé que están en casa. Divisé el auto de
Maggie en la entrada. Bueno, divisé es un término ambiguo, ya que miré.
Ese movimiento de mierda que hice con Makayla me ha estado comiendo
toda la semana. Después de ir tras ella con todas las armas preparadas y luego
detener el fuego más rápido que en el O.K. Corral2, probablemente le deba una
explicación. Simplemente sacaré todo, le diré que es una buena chica y que no
merecía eso. Que estoy en un mal lugar en este momento. En este caso, todo el
asunto de “no eres tú, soy yo” es la completa verdad.
163
Hay un poco de felicidad ya filtrándose a través de la desolación que es
mi vida, es el fin de semana y por primera vez en meses, tengo libre hasta el
lunes en la mañana. Por lo tanto, hablar con Makayla debería ser fácil. Mucho
tiempo. Puedo invitarla a comer. Llevarla al cine. Algo, cualquier cosa, para
compensar mi trato de mierda con ella.
Si soy honesto, pensé que tal vez podríamos encontrarnos en algún
momento de esta semana, ya sea afuera o en uno de nuestros caminos de
entrada, o tal vez en la playa, pero nunca lo hicimos. Incluso intenté obtener
información de Maggie, pero sus labios estaban sellados.
Parece que ir a la casa de al lado es la mejor manera de hablar con
Makayla, y voy equipado con cosas que deberían hacerla sonreír, su libro y su
iPod. Los dejó en el avión y aunque intenté alcanzarla para devolvérselos, no
pude. En realidad, es muy rápida.

2 N. de T.: el tiroteo en el O.K. Corral fue un reconocido enfrentamiento armado entre forajidos y
oficiales de la ley ocurrido detrás de un corral de ganado en el pueblo de Tombstone, Arizona, Estados
Unidos, en 1881. Tuvo una duración de alrededor de 30 segundos.
Cerveza en una mano, una botella de vino en la otra, en mi hombro mi
mochila con sus cosas, tomo el camino hacia el patio y llamo a la puerta de la
cocina.
Se abre y Maggie está ahí, todavía vestida en su ropa de salvavidas.
—¿Acabas de llegar a casa? —pregunto.
Se hace a un lado para dejarme entrar.
—Hace aproximadamente una hora, pero decidí descansar y ver algo de
televisión antes de motivarme. Tengo que estar en el trabajo temprano en la
mañana y ya estoy agotada.
Mirando a través de la cocina a la sala de estar, no veo señal de Makayla.
—¿Qué estás viendo?
Ella toma una cerveza del paquete de seis y se dirige al sofá.
—Acabo de poner The Walking Dead. Ven a verlo conmigo.
Maggie y yo hemos visto todos los episodios juntos, dos veces. Otra ronda
no podría hacer daño. 164
Dejo el vino en el refrigerador y dejo caer mi mochila en la encimera,
tomo una cerveza para mí y la sigo.
—Seguro, por qué no.
Dejándose caer sobre el sofá, me mira.
—¿Tienes ganas de pedir pizza? Muero de hambre.
Cena. Eso es perfecto. Eso debería hacer que Makayla venga.
—Sí, claro —digo y hago la llamada.
Unos treinta minutos después, la pizza llega, mitad vegetariana, sin queso
para Maggie, la otra mitad pepperoni, salchicha y queso doble para mí.
—¿Derek no está aquí está noche? —pregunto, agarrando un trozo de la
caja y tomando un bocado.
Maggie pone un trozo en su plato.
—Tiene que cerrar la tienda. Va a venir más tarde.
Sigue sin decir nada de Makayla, ni le pregunta si quiere venir a comer
con nosotros. Justo cuando estoy a punto de sugerir que la llame, la puerta de la
cocina se abre.
Mierda.
Justo en el medio de mi centro de visión está Makayla en un bikini verde
brillante, luciendo más sexy que el infierno. Luciendo más quemada que
bronceada, deja caer una bolsa de conchas en el piso y me mira directamente,
atrapándome lamiendo mis labios.
—Hola —digo, intentando mantener mi voz normal pero sintiendo que
mi polla ascendente tomó todas las notas altas y me dejó con nada más que un
chillido. Oh, maldita sea, no tengo quince años.
—Hola. —Sonríe, e instantáneamente sus pezones se resaltan en la tela
de su top.
Ahí va mi polla, aún más alto. Debería haber usado vaqueros en vez de
shorts de ejercicio.
—Hola, Alexander. —Maggie deja el plato y se limpia las manos. Luego
con una ceja levantada y un tono coqueto, pregunta—: ¿Cómo estuvo tu
165
caminata? —Hay algún tipo de código oculto en la forma que dice las palabras.
Qué, no tengo idea.
—Genial, en serio genial —responde Makayla y se detiene a lavarse las
manos en el fregadero.
Con ella parada así, obtengo el perfil completo. Es suficiente para
succionar el aire de mis pulmones y hacerme mover en mi asiento. Ese cuerpo.
Es alta, no alta como Maggie, pero alta. Y en forma. De hecho, en forma. Y ese
cabello. Su cabello castaño claro es largo y ondulado. Despreocupado. Ella no
está demasiado arreglada como la mayoría de las chicas que conozco en Nueva
York. No hay nada falso sobre ella. Todo sobre ella es tan natural. Impecable es
la palabra, pienso.
Una vez que se ha secado las manos con la toalla, toma un vaso y saca un
poco de agua del dispensador. Bebiéndola, camina hacia Maggie y hacia mí y se
detiene para apoyarse contra la entrada de la sala.
—¿Qué están haciendo ustedes dos?
Así de cerca, todo lo que puedo ver es esa piel lisa que tuve en mis manos
hace apenas una semana. Con mis ojos pegados a ella, soy el primero en hablar.
—Solo estamos viendo algunos episodios viejos de The Walking Dead y
comiendo pizza. Hay vino en el refrigerador. ¿Quieres unirte a nosotros?
Maggie está discretamente volteando su mirada entre Makayla y yo con
aguda atención.
La habitación está configurada con el sofá frente a la televisión y una silla
a cada lado. Pasando junto a mí, Makayla se sienta informalmente en la silla
frente a mí, la que resulta estar a la mayor distancia de mí.
—Gracias, pero no puedo. Me voy a reunir con Eric Sullivan para la cena,
y además, ése no es mi estilo de televisión.
Esa mezcla de rojo y verde me nubla la vista. Nada como eso me había
pasado antes de la semana pasada. Será mejor que piense en ver a un oculista.
Aplaudiendo, Maggie prácticamente salta de su asiento. ¿Está tan
emocionada de que Makayla tenga una cita? En realidad, necesito ponerla de mi
lado aquí. Espera, no tengo un lado.
—¿Te devolvió la llamada? —pregunta.
Makayla luciendo igualmente emocionada hace que mi cuerpo se enfríe. 166
—Sí, ¿puedes creerlo?
Alivio me inunda cuando recuerdo quién es.
—¿Eric Sullivan, dueño de Gemstone Gallery en el Village? —pregunto.
Por cierto, es mayor, casado, con nietos, creo. Uf, nada de qué preocuparse.
—Sí, es él, y está buscando a alguien que administre la tienda a tiempo
completo. Cree que podría ser la persona adecuada —responde Makayla,
terminando su vaso de agua.
Maggie toma su plato y se sienta como indio en el sofá de cuero marrón.
—¿Administración? Pensé que estabas intentando venderle tus diseños.
Makayla asiente y deja su vaso.
—Lo estaba, pero no está interesado en eso.
Hay una preocupada mirada en los ojos de Maggie, como debería ser.
—Quieres trabajar para ti, ser práctica, ¿recuerdas? Administrar el
negocio de otra persona no te ayudará a cumplir tu objetivo.
Antes de agregar mi opinión, espero a que Makayla responda. No tiene
sentido cambiar el orden las cosas si no es necesario.
Inclinándose hacia adelante, Makayla pellizca un trozo de pepperoni que
ha caído del lado de la pizza.
—No, no lo hará, pero Eric no está buscando una diseñadora en este
momento; él mismo crea todas las piezas que vende. Sin embargo, sí tiene un
trabajo que me ayudará a aprender cómo conseguir lo que quiero algún día.
Después de unos pequeños bocados de sus verduras, Maggie hace una
mueca a Makayla.
—No quiero sonar aquí como Debbie la Depresiva, pero, ¿cuál es la prisa
por conseguir un trabajo? Ya estás vendiendo piezas en la tienda de surf, ¿por
qué no esperar y ver cómo va? Además, pensé que ibas a tomarte el verano
libre y relajarte.
Asumo por el comentario de Maggie que no le está cobrando nada a
Makayla por vivir aquí.
Cuando Makayla come el trozo de pepperoni en su mano, tengo este
impulso de lamer la grasa de sus dedos. Mierda, una vez más tengo que
167
moverme en mi asiento. Ella traga y mira a Maggie.
—No sé, siento que esta es una oportunidad que no debería rechazar.
Nunca se sabe a dónde podría llevar.
—No estoy tan seguro de eso —intervengo finalmente—. Si estás
buscando aprender los pormenores del mercado de piedras preciosas, Eric no
es tu tipo.
—¿Cómo lo sabes? —pregunta Makayla.
—Es la tercera generación y está buscando salir. Sé que ha hablado con
algunos compradores potenciales desde que me mudé aquí. Es un tipo
agradable, pero si está buscando contratar a un administrador a tiempo
completo, eso me dice que no estará mucho por aquí. Tiene un lugar en las
Bahamas y ya pasa mucho tiempo ahí.
Un pedazo de brócoli cae al plato de Maggie y ella lo recoge y se lo come.
Eso es simplemente asqueroso.
—Cam sabe todo sobre negocios en la ciudad. Es como la Cámara de
Comercio que camina y habla —le dice a Makayla.
Dios del sexo que camina y habla suena mejor.
—Gracias por avisarme, Cam. Es una buena información para tener
cuando hable con él esta noche. —Makayla sonríe y esa sonrisa me hace algo.
Dios, quiero a esta chica.
—Cuando quieras. —Sonrío y creo que debería haber dicho algo parecido
la semana pasada cuando la eché de la cama en lugar de la sensación de “nos
vemos luego” que le di.
—Él también sabe mucho sobre la gestión de un negocio, Makayla —
ofrece Maggie. No logro descifrarla.
Makayla observa a Maggie sacar verduras una a una de su pizza con la
misma mirada que le estoy dando.
—Eso es genial —me dice—. Podría tener algunas preguntas para ti tan
pronto como sepa que trabajar por mi cuenta es el camino para mí.
Levanto una ceja.
—Podría ser como tu maestro.
168
—¿Maestro? —Maggie ríe, ahogándose con un pimiento.
—Sí, maestro. Me gusta cómo suena eso.
Al instante, las mejillas de Makayla se ponen rosadas.
Maggie pone los ojos en blanco y se levanta.
—Bla, bla, bla. Suficiente de esta conversación aburrida. Ustedes dos son
demasiado maduros para mí. —Me mira y levanta su mano con la botella
vacía—. ¿Otro?
Me relajo en mi silla, aliviado de que esta situación no sea incómoda y
sintiendo que Makayla y yo podríamos ser capaces de seguir adelante. Tal vez
con todo el asunto del tipo sin compromiso.
—Claro, tomaré otro.
Solos en la habitación, estoy a punto de preguntarle a Makayla si quiere
salir a comer mañana por la noche cuando se pone de pie.
—Necesito tomar una ducha y prepararme, pero fue bueno verte, Cam.
Y así de fácil se va. Descartándome, bueno, como el imbécil que era,
supongo.
Algo dentro de mí no se siente bien, pero al mismo tiempo sé que es algo
que yo hice.
Con la pizza terminada, la cerveza desaparecida y el episodio de The
Walking Dead terminando, estoy recostado en el enorme sillón cuando escucho
el crujido de las escaleras desde el pequeño pasillo detrás del sofá.
Maggie, que ahora está acostada boca arriba en el sofá, se levanta para
mirarla.
—Oh, Dios mío, te ves fantástica. Yo te contrataría.
La tierra parece estar moviéndose un poco debajo de mis pies y me
pregunto si estos todavía están el suelo.
Makayla es una belleza. Está vestida con una ajustada falda negra y un
top que muestra un poco de sus abdominales. No exactamente un atuendo de
Wall Street. ¿Tal vez debería cubrirse? Sin embargo, supongo que para una
entrevista en la industria minorista es apropiado. La habitación todavía está
moviéndose bajo mis pies. Estoy comenzando a preguntarme si no estamos
169
experimentando un terremoto aquí. Me está costando trabajo mantenerme en
pie.
—Cam, ¿no se ve genial? —insta Maggie, y puedo decir que está
tramando algo. Ella quiere que sienta que podría haber arruinado lo mejor que
me pudo haberme pasado o quiere que vaya tras lo mejor que podría
sucederme. El jurado todavía está deliberando.
De cualquier manera, la mirada ardiente que le doy a Makayla no puede
ser evitada.
—Sí, te ves genial.
—Gracias, ustedes dos, deséenme suerte —dice y abre la puerta hacia el
camino de entrada. Y de nuevo, de esa manera, ella se ha ido.
¿Ustedes dos?
¿Ahora soy parte de ustedes dos?
—¿Helado de yogurt u otro episodio? —pregunta Maggie.
—Pasaré la mierda del helado de yogurt, pero podemos ver otro episodio
si quieres —murmuro, con la intención de esperar el regreso de Makayla de
todos modos, para poder invitarla a salir.
—Hmmm. —Maggie señala el control remoto en la televisión—. Estás de
mal humor esta noche.
Chica perceptiva.
Bien avanzado nuestro tercer episodio, Maggie se ha dado vuelta y está
profundamente dormida en el sofá. Son más de las diez y Makayla aún no ha
regresado. Optando por dejarle una nota, tomo papel y un lápiz de la cocina y
subo la escalera para entrar en su habitación. He estado aquí un millón de veces
ayudando a Maggie a cargar mierda. Sin embargo, eso fue antes de que fuera la
habitación de Makayla.
Miro alrededor.
Todo está tan limpio y ordenado.
Pero yo ya sabía cómo sería por su personalidad. Lo que me sorprende
enormemente, sin embargo, es el vibrador enchufado a su computadora
portátil.
170
La imagen de ella masturbándose con esa pequeña cosa es difícil de dejar
de lado. Ese dulce coño es todo en lo que puedo pensar ahora. Cinco jodidos
minutos es lo que tardo en moverme hacia su escritorio.
Justo cuando apoyo el papel para poder escribir mi nota, escucho el
motor de un auto en el camino de entrada.
Mierda.
Mierda.
Mierda.
Ojalá hubiera conseguido su número de teléfono para enviarle un
mensaje de texto.
Bajando apresurado las escaleras, no tengo más remedio que sentarme
en el sillón y fingir que estoy durmiendo. Si no lo hago, cuando ella entre, todo
lo que voy a hacer es sonreírle con satisfacción. La puerta se abre, y escucho
pasos.
Necesitando despertarme antes de que ella escape por las escaleras,
estoy a punto de fingir que abro los ojos atontadamente cuando escucho
sonidos húmedos, como besos.
Mis ojos se abren ante eso.
Derek está inclinado sobre Maggie.
—Hola, nena, siento llegar tan tarde.
Ella se sienta y se frota los ojos.
—No, está bien —le dice y le rodea el cuello con los brazos.
Agarrándola por el culo, él la levanta.
—¿Qué tal si te llevo a la cama?
Mi señal para salir corriendo de aquí. Me aclaro la garganta.
Derek se balancea con Maggie en brazos.
—Lo siento, pensé que estabas durmiendo, amigo.
Poniéndome de pie rápidamente, asiento hacia él. 171
—No te preocupes, hombre… es tarde y debería irme. Gracias por la
compañía, Maggie. Nos vemos, Derek.
—Está bien, Cam. Te veo mañana —me dice Maggie y luego agacha la
cabeza para encontrar los labios de Derek.
Agarrando mi mochila, salgo corriendo de ahí y me dirijo a mi casa. Paso
el resto de la noche en mi cuarto esperando oír el sonido de otro motor de auto
en el camino de entrada de la casa de al lado.
Ha pasado la medianoche cuando ese sonido llega.
Decidiendo que ser acosador no se ajusta a mi personalidad, opto por no
salir corriendo.
No.
No.
No.
Tengo algo mucho mejor en mente para devolver su atención hacia mí.
Mañana no puede llegar lo suficientemente pronto.
172
15
¿

Traducido por Elisabet_79, LizC y Lyla

Corregido por Nanis

L
a boca de Cam. Eso es lo que quiero en mi clítoris en lugar de
este vibrador. 173
Más que su boca. Quiero sus manos y dedos. Sus dientes y
lengua. Quiero sentir ser aplastada por su peso. Ver el susurro
de sus pestañas mientras cierra sus ojos para besarme. Escuchar los sonidos
que hace cuando se viene.
Quiero mucho.
Pero no siempre puedes obtener lo que quieres. Espera, ¿no es eso sobre
lo que los Stones cantaban? Creo que sí. Ahora, también estoy cantándolo. Otra
canción para agregar a mi lista de karaoke si alguna vez lo intento otra vez.
Al menos puedo decir que he marcado los números uno, dos, cuatro,
siete, nueve, diez de mi lista. Oh, y Maggie accedió a dejarme pasar el ocho.

1. Usar un bikini ✓

2. Ten sexo con alguien que no conoces ✓


3. Folla en la playa

4. Únete al Club de las Altura ✓


5. Emborráchate y dejar que alguien más se preocupe de como llegaras a
casa
6. Dale a un chico la mejor mamada de su vida y asegúrate de que lo sepa

7. Consigue un vibrador ✓
8. No planifiques tu día por los próximos treinta días

9. Tomate una selfie desnuda ✓

10. Lee una novela erótica en público ✓

Estoy contando los casi.


¿Por qué no?
No hay reglas sobre eso, después de todo.
En cuanto a la número nueve, me tomé una selfie desnuda esta mañana.
Está en mi iPhone. No que alguna vez la vaya a compartir con alguien. Ese es un
gran, gordo nunca. 174
Lista. Oh, lista. Estoy más que a la mitad de ella. Ya me siento mucho
menos mojigata. En serio está funcionando.
Mi vibrador también está funcionando. Cada una de mis terminaciones
nerviosas está en llamas. Estoy tan cerca.
Casi ahí. Casi. Un poco más. Solo un poco más. Empujo el dobladillo de mi
vestido de verano. Ajusto mi postura. Ya he intentado esto desnuda en mi cama.
El resultado fue deprimente. Lo intente en la ducha, otra vez en vano. Ahora me
he quitado las bragas, he subido una pierna en mi escritorio, estoy yendo al
pueblo con esta maldita cosa.
Bien, debo estar haciendo algo mal porque son las diez de la mañana y
aún sin orgasmo.
Intentando muy duro de entrar en la zona, casi me derrumbo cuando
“Like a Virgin” resuena a través de mi ventana abierta.
Apagando el aparato, vuelo sobre la ventana.
¡Oh, Dios mío!
Cam está recostado en una tumbona en su patio. Sin camisa. Leyendo un
libro. Espera un minuto. Abro la hoja de la ventana y me inclino hacia afuera.
Más lejos. Un poco más lejos aún. Un poco más y seré una pila de carne en el
techo del patio exterior de Maggie. Sin razón, el pequeño objeto fucsia en mis
manos se resbala, y abajo, abajo, abajo se va, aterrizando en nuestro patio
trasero.
¡Tienes que estar tomándome el pelo!
Sin preocuparme sobre esta cosa por el momento, agarro mi teléfono y
presiono la cámara. Necesitando asegurarme, hago zoom y saco una foto.
Alejándome de la ventana antes de perder algo más, miro la foto.
Oh, Dios mío es cierto.
Cam está leyendo Summer’s Ménage.
Ese bastardo tiene mi libro y mi iPod del avión.
¿Qué está tramando?
Después de lavar mis manos, no pierdo otro minuto antes de ir
pisoteando hacia allá y averiguarlo. Sí, hago una corta parada y meto el 175
vibrador bajo los almohadones de una de las tumbonas. Nunca se sabe si quizá
lo necesite otra vez.
Está sonando “Raspberry Beret” cuando cruzo el umbral desde la playa
hacia el pequeño cuadrado de césped en el patio trasero de Cam.
Siento un arrebato de calor a la vista de su pecho desnudo.
No es el momento para embobarse.
Con mis manos en la cadera, aclaro la garganta.
—¿Qué estás haciendo?
Haciendo sombra a sus ojos, los levanta hacia mí.
—Oh, hola, Makayla, pensé que leería un poco antes de que se ponga
demasiado caliente.
Maldita sea esa mueca de sus labios. Causa que un enjambre de
mariposas en mi vientre levante vuelo cada vez. Necesitando ignorar la
reacción de mí cuerpo hacia Camden Waters, estrecho mi mirada.
—Ese es mi libro. —Y luego hago un círculo con mi mano en el aire como
si la canción pudiera verse—. Y esa música es de mi lista de reproducción.
Cerrando el libro y dejándolo abajo, Cam se sienta. Sentándose así, no
hay como ignorar ese pack de seis o sus musculosos muslos.
—Sí, dejaste ambos en el avión. Los traje ayer para dártelos, pero estabas
más bien apresurada. Ya que estabas tan ocupada y eso, pensé en llevarlos otro
día y entonces esta mañana, bueno, me golpeo el ánimo de leer.
Actuar dulce o quizá abofetearlo, sonrío y digo:
—Podrías haberlos dejado en la encimera por mí.
Hay una botella de agua junto a él, mi iPod, un altavoz con Bluetooth que
está usando para emitir mi lista de reproducción Canciones Sobre Mí. Levanta
el agua y saca la tapa.
—Sabes, podría haberlo hecho, pero no se me ocurrió. Canción
interesante, por cierto. ¿Qué es lo que hay sobre ella que hizo que quieras
agregarla a tu lista?
Seguro, podría agarrar mis cosas e irme, pero está jugando conmigo, 176
jugando un juego, y decido devolvérselo.
—Siempre quise usar una boina frambuesa… y nada más.
Ahogándose con su agua, prácticamente la escupió.
—¿Dilo otra vez?
—Dije —grito—, siempre quise usar…
—Lo tengo —interrumpe Cam, entonces levanta el iPod y cambia la
canción—. Creo que esta es una de mis favoritas —me dice, “Black Coffee in
Bed” ahora resuena en su patio trasero.
Ahora completamente perpleja, digo entre dientes:
— Oh, claro, esa. Después de que rompí con Sebastian, salí con uno de sus
amigos.
Cam carraspea como si estuviera celoso. No puede estar celoso.
—¿Pensé que dijiste que no habías tenido sexo desde que rompiste con
ese imbécil prometido tuyo?
Puedo hacer esto todo el día entero.
—Oh, no lo hice. Eso no significa que no haya pensado sobre ello, sin
embargo. Esta lista de reproducción es más una lista de fantasía sobre mí,
supongo.
Otro cambio de canción. Esta vez para en “Dance For You.” No hace
absolutamente ningún comentario mientras cambia a la siguiente.
Más que entretenida, decido sentarme. No es hasta que estoy sentada en
la tumbona a su lado que recuerdo que no estoy usando bragas. Oh, mierda.
Pequeño detalle que con suerte no notara.
Cuando “S&M” comienza a sonar, debería estar avergonzada con la
sexualidad en mis canciones elegidas, pero estoy más allá de eso. Además, en
este punto, todo el humor en el comportamiento de Cam ha desaparecido,
parece que está luchando para mantener la compostura.
Bien.
Antes de seguir a la siguiente canción, lo apaga y me mira.
—Bueno, tus gustos en la música son interesantes, puede decirte eso. Soy
más del tipo de chico de Doors, Kinks, Grateful Dead, Radiohead.
177
Tomando mi iPod, bajo en la lista y encuentro otra.
—También me gustan esas bandas.
Se mueve para mirar por encima de mi hombro mientras coloco
“Rockaway Beach”.
—Los Ramones, bueno, esa sí es una banda para ti.
Sintiéndome un poco engreída, le disparo una mirada descarada.
—¿Qué puedo decir? Lo tengo todo.
Sonriéndome, murmura algo bajo que no entiendo.
Nos sonreímos por un momento, yo casi olvidando lo mucho que me hizo
alucinar después de follarme, y él, no sé lo que está pensando.
—Debería irme —le digo.
Él abre el libro que todavía está en su regazo.
—¿Por qué no te quedas unos minutos y descubres qué hacen Summer y
compañía?
Teniendo en cuenta que acaba de acortar mi lista de tareas pendientes
por dos elementos, ya que ya no necesito ir a la librería o comprar un iPod
nuevo, supongo que, por qué no.
—Claro, pero cuando me vaya de aquí, ese libro viene conmigo.
—Solo si prometes que solo lo leerás cuando esté cerca.
—¿Qué es esto, un club de lectura? —pregunto riendo.
—Puede ser lo que quieras que sea —responde en un tono mucho más
serio que el mío.
Todavía riendo, le doy un vistazo. Cuando lo hago, veo a un tipo un poco
perdido en la vida, no al imbécil que pensé que era después de que tuvimos
relaciones sexuales. Sintiendo ese espíritu afín otra vez, dejé ir mi animosidad.
Entonces, ¿qué? ¿Follamos? Quién sabe, tal vez lo haremos de nuevo. Quizás no
lo hagamos. De cualquier manera, mi compañero de asiento convertido en
vecino convertido en amante ahora quiere ser mi profesor y mi compañero del
club de lectura. Mientras siga con la cabeza bien puesta y recuerde que todo
esto es pura diversión, ¿qué tengo que perder?
Bajando la música, me siento en el sofá y levanto los pies, estirándolos y
178
poniéndome cómoda.
—Claro, me quedaré. Adelante, lee.
Absoluto y delicioso caramelo pegajoso sale de su boca. En realidad no,
pero juro que sí, su voz es baja, profunda y gruesa.
—“El verano fue sobre el placer. No solo para Summer, sino también para
los dos hombres con los que ella lo compartió. El día lo pasaron en la playa. La
regla de no tocar era lo primordial fuera de la casa. Todos estaban llenos de
tensión sexual reprimida cuando llegó la noche. Esa noche una tormenta estaba
sacudiendo contra las ventanas. La electricidad se había interrumpido y las
velas iluminaban la habitación. Era el momento perfecto para la diversión y los
juegos. Como de costumbre, Gabe se encontró de rodillas. A Summer le gustaba
verlo de esa manera. Sumiso y en problemas, los dos ingredientes más
perfectos para encenderlos a todos”.
Santo calor. Puedo sentir que me mojo cada vez más y me preocupa que
se vea a través de mi vestido.
La voz de Cam no vacila a medida que continúa.
—“Gabe había intentado besar a Summer en los labios. Eso simplemente
no estaba permitido. El castigo era necesario. Él la miró mientras ella envolvía
el extremo de la cuerda de seda primero alrededor de una muñeca, luego la
otra. Sonrió cuando ella la alzó y envolvió alrededor de su cuello. Y luego miró
hacia abajo cuando ella la rodeó en su polla ya dura. Cuando ella tiró una vez
más, él pareció devorar el dolor. El sonido del cuero deslizándose sobre su piel
no le era desconocido”.
Este libro está más allá de lo erótico. Mis partes femeninas están tan
calientes y agitadas como yo. Me encuentro retorciéndome.
Cam me mira y ríe un poco. Suena como jarabe, suave y dulce.
—¿Estás bien? —pregunta.
Apretando mis muslos entre sí, le sonrío.
—Súper grandioso.
Casi despreocupadamente, la mano que no sostiene el libro baja y sus
dedos hacen cosquillas en la piel desnuda de mi muslo.
Respiro profundo. 179
Él hace lo mismo y luego continúa.
—“Cuando Summer terminó sus ataduras contra los muslos desnudos de
Gabe, deslizó el dedo en su boca. Él lo mordió juguetonamente. Summer
inmediatamente se levantó y lo tomó con fuerza por la barbilla para hacerlo
inmovilizar. Acercó el rostro de Gabe hacia Owen, obligándolo a ver lo que
estaba a punto de hacer. Owen estaba parado quieto frente a la cama según las
instrucciones. Y como castigo adicional para Gabe, ella deslizó su dedo mojado
por el pecho de Owen y rodeó la cabeza de su erección, que estaba ya tocando
su vientre. Owen sabía que no debía hacer ningún sonido a menos que se lo
dijeran. Y porque él siguió las reglas, fue recompensado. Summer movió sus
manos hacia abajo para acunar sus bolas, y luego tiró. Ella sabía que Owen
amaba cuando lo tocaba así”.
Cam se detiene allí.
Mis ojos están en su torso desnudo, en ese tatuaje del que todavía no me
había hablado, y aún no había preguntado, y la forma en que subía y bajaba más
y más rápido con cada palabra.
Esto es peligroso. Leer algo como esto juntos.
Las hormonas están en todas partes, girando y arremolinándose a
nuestro alrededor, empujando esos pensamientos sexuales más allá de lo
amistoso. A estas alturas, podemos estar afuera, pero parece que todo el aire se
ha ido.
—Mierda —dice Cam—, esto se está poniendo intenso. No creo que
pueda estar en ninguno de los zapatos de esos chicos.
Necesitando agua, levanto su botella, aprovechando esta oportunidad
para moverme un poco de modo que sus dedos ya no me toquen.
—¿Te importa?
Él sacude la cabeza.
Después de tomar un sorbo, pregunto:
—Aunque, si tuviera que ser uno, ¿qué zapatos te pondrías?
—Te diré después de algunas páginas más —responde, reflexionándolo
por un momento.
—¿Por qué algunas páginas más?
180
—Cualquiera de los dos chicos con el que se acueste primero, sería quien
más le guste. Y ese es quien me gustaría ser.
Me rio.
—Está bien, sigo tu lógica. Creo que es Owen.
—Y yo creo que es Gabe.
Acerco mi silla para poder leer en silencio con él.
—Todo se trata del asunto del chico malo contra el chico bueno. ¿Lo
sabes, verdad?
La sonrisa que cruza sus labios es casi demasiado para mí.
—Solo lee para que podamos averiguarlo —le digo, intentando recuperar
fuerzas.
Ríe entre dientes el sonido más sexy del mundo y está tan cerca de mi
oído que no puedo evitar estremecerme.
—Por cierto —añade—, atar algo alrededor de la polla de un tipo, eso es
un gran no.
—Gabe se lo merecía. Él rompió las reglas.
—No sé si lo que hizo fue lo suficientemente severo como para invocar el
bondage. Me duelen las bolas solo de pensar en esa escena.
Riendo, le doy un codazo en el costado.
—Vamos, tienes que ver que él lo quería; por eso lo hizo.
Cam tiembla, a pesar de que el sol es cálido y brillante.
—Estoy de acuerdo en estar en desacuerdo —dice—. Casi tengo miedo
de ver qué hace después.
Haciendo todo lo posible para no abrazarlo, aun así me encuentro más
cerca de lo que sé que debería estar.
—“Summer se acercó a la cómoda en su liguero y sujetador lentamente y
después de abrir un cajón, se dio la vuelta. Tenía un regalo para Owen por su
buen comportamiento. Uno que nunca antes le había regalado a un hombre,
pero quería que Owen sintiera placer como nunca antes lo había hecho”.
—Ves —grito—, ¡a ella le gusta más!
181
—No lo sabemos con seguridad. Tal vez solo quiere mantenerlo ocupado
para poder follarse a Gabe.
—Solo sigue leyendo. —Suspiro, sintiéndome demasiado angustiada por
lo que está por venir.
—“Con un tapón de vidrio…” —Cam se atraganta un poco y reajusta su
cuerpo en el sofá.
—¿Estás bien? ¿Quieres que lea? —ofrezco con una sonrisa.
—No, estoy bien —contesta.
Necesitando averiguarlo, pregunto:
—¿En serio va a hacer lo que creo que va a hacer?
—Sí, hay una gran posibilidad de que ella vaya por el punto G masculino,
pero quién sabe, tal vez no.
Levanto una ceja.
—Se supone que la estimulación de la próstata se siente realmente bien,
por lo que he oído. —Mantener la expresión seria es difícil, y una pequeña de
risa escapa de mi garganta.
Disparándome una mirada asesina, comienza a leer una vez más.
—“Con un tapón de vidrio en una mano y una botella de lubricante en la
otra, Summer le ordena a Owen que se acueste en la cama”.
Ahora, no puedo contener la risa. Sí, Summer va por la estimulación
prostática. De repente, Cam se detiene.
Miro hacia él.
—Oh Jesucristo, si esto va hacia donde yo pienso que va, ese sería otro no
grande y gordo. Mi trasero se está agarrotando solo de pensar en lo que está a
punto de hacer.
—Vamos, Cam, vive un poco, no hay daño en experimentar —le digo con
un codazo.
—Está bien, chica buena, tendré que acordarme de recordarte tus
palabras la próxima vez que nos reunamos y sacaré el lubricante y el dildo de 182
vidrio.
Mis partes de chica también deberían estar agarrotándose. Pero no. El
solo hecho de que piense que habrá una próxima vez me emociona un poco. Y
me pregunto si realmente tiene un dildo de vidrio...
—Cállate y lee, Cam.
—Te hice pensar —dice, y continúa—. “Gabe todavía estaba arrodillado y
podía ver todo desde su posición. Summer le dio un tirón a su cuerda mientras
pasaba. Ella había establecido la escena de esta manera. Quería que Gabe la
viera mientras se sentaba a horcajadas sobre los muslos de Owen. Que mirara
cómo relaja el plug dentro de Owen, que viera la forma en que la curva apunta
hacia arriba, hacia su vientre. La base tenía un anillo para balancearse hacia
adelante y hacia atrás. Summer le dio un asentimiento a Owen, permitiéndole
vocalizar su placer, y luego tiró del anillo una vez. Él gritó en gemidos lujuriosos
y su pene empujó hacia arriba en el aire vacío.
»Summer se removió. Todavía no era su turno. Ella, sin embargo, llevó la
mano de Owen al anillo y lo dejó para usar el plug para su propio placer. Sabía
que su pene llamaría la atención pronto y, por ahora, estaba bien con su regalo.
Summer se volvió hacia Gabe y se puso de rodillas frente a él. Lo llamó un chico
muy malo. Él sonrió. A ella le gustaba cuando sonreía así. Luego se inclinó para
lamer el líquido preseminal de su erección. Una vez, dos veces, tres veces. La
restricción no era fácil para Gabe, pero quería que su boca lo rodeara más de lo
que a él le importaba alguna cosa”.
En este momento el hormigueo entre mis muslos es tan severo, sé que si
tuviera ese vibrador, solo necesitaría encenderlo por un segundo y me correría.
Cam se detiene y se limpia el sudor de la frente.
No puedo evitar mirarlo y ver la barba incipiente tan cerca de mi boca
que me encantaría lamer con mi lengua.
Como si escuchara mis pensamientos sucios, frota su mandíbula antes de
continuar.
—“Summer nunca dejaba a nadie fuera y no estaba por comenzar. A los
dos hombres no se les permitió follar su coño en la misma noche. Ella tenía sus
razones. Recompensa y castigo… tal vez. Tal vez no. Desenganchando a Gabe,
tiró de su anillo de pezón y lo llevó a la cama. Después del día que habían
tenido, estaba caliente por los dos esta noche. Le dio a Owen una opción. Podía
dejar el plug y le haría venirse con su boca o podría quitarlo y usarlo para sí 183
mismo en la mañana antes de devolvérselo. Normalmente, la masturbación y
los orgasmos solo se permitían en su presencia, pero este era su regalo. Él eligió
removerlo. Sabía que esta noche traería un placer que no podía dejar pasar.
Muy pronto, Summer tenía un hombre enfrente y otro detrás de ella”.
Eso hace que Cam deje de leer.
Está respirando pesadamente.
Yo también.
Mis ojos se posan en su boca.
Excitación me atraviesa, y aparto la vista rápidamente, temerosa de que
vea mi deseo. Cuando me siento un poco más tranquila, me doy vuelta y
encuentro sus ojos enfocados en mis labios.
Al darse cuenta que ha sido atrapado, vuelve a mirar el libro.
Mi boca se separa ante la idea de sus labios tocando los míos. En los
muchos besos que compartimos y lo buenos que fueron. Y en el recuerdo de las
cosas que le hicimos a los cuerpos del otro.
La mirada de Cam se alza para volver a la mía.
—Está bien, es hora de un descanso. ¿Qué dices de ir al agua?
Preferiblemente agua realmente fría.
Incapaz de estar cerca de él por otro minuto, me apresuro a ponerme de
pie, tan llena de lujuria que me preocupaba poder saltar sobre él en cualquier
momento. Mi voz es ronca y débil cuando agarro mi iPod y le digo que no, que
no puedo. Que tengo que irme.
—Espera —llama, levantando el libro.
—Quédatelo —le digo—. Terminaremos en otro momento.
—Makayla —llama, persiguiéndome.
Me detengo justo antes de que mis pies toquen la arena.
—Sal conmigo esta noche.
Cada hueso en mi cuerpo quiere decir que sí.
—No puedo. Tengo planes con Maggie y algunos de sus amigos para ir al
Underground. ¿Podrías venir?—sugiero.
Sacude la cabeza. 184
—Odio los clubes. Intento evitarlos siempre que puedo. Ya es bastante
malo cuando estoy en Nueva York y mi mejor amigo me arrastra. Pero ¿qué tal
mañana por la noche?
Bajo la mirada, pateándome a mí misma por sugerirle que venga esta
noche solo para que él me rechace.
Decidir que mantener las cosas entre nosotros como están es
probablemente lo mejor.
—No estoy segura de cuáles son mis planes todavía.
Se inclina hacia un lado hasta que encuentra mi mirada con la suya.
Me rio a carcajadas.
—¿Qué estás haciendo?
—Haciendo que me mires.
Para enderezarlo, coloco físicamente mis manos sobre sus costados para
moverlo. Tan pronto como mis palmas tocan su piel desnuda, electricidad pasa
a través de mi cuerpo. Esto es demasiado. La tentación es tanta.
Rápidamente, lo muevo a una posición vertical y dejo caer mi agarre.
—Está bien, lo estoy haciendo. ¿Ahora qué? —le pregunto.
Inclina mi barbilla para mirarlo y pienso en la forma en que Summer
inclinó la cabeza de Gabe. Sin embargo, su toque es mucho más suave. De todos
modos, el toque es chispeante y demasiado para soportar.
—Quiero invitarte a salir. Quiero una oportunidad de explicarme. Te
debo tanto —me dice, sonando cien por ciento sincero.
Sinceridad no es lo que necesito. Niego con la cabeza.
—No me debes nada.
—Eso no es cierto.
—Cam, no lo haces.
—Makayla, lo hago.
—Cam, detente. Vamos a dejarlo pasar y ser amigos.
Se acerca a mí.
185
—No creo que pueda hacer eso.
Con una risa baja, retrocedo.
—No depende de ti —le digo y me alejo.
Espero que no sea demasiado perra. En serio estoy trabajando en eso.
—Makayla, solo háblame.
No puedo hacer eso. Ya tuve una semana preguntándome qué demonios
pasó. En realidad, no debería someterme a otra. No ahora. No cuando estoy
intentando arreglar mi vida. Obviamente él está lleno de remordimientos y
confusión. Tampoco es algo que necesito en mi vida en este momento. Sin
embargo, de alguna manera, me pregunto si es así.
—No me rendiré —grita.
No puedo evitar sonreír para mis adentros.
En realidad, no estoy intentando hacerme la difícil.
Sacudiendo mi culo, sigo moviéndome. Sé exactamente hacia dónde me
dirijo. A conseguir ese maldito vibrador, lo metí debajo del cojín del salón y
espero por Dios que esta vez me funcione.
Miro hacia atrás.
Efectivamente, sus ojos están pegados a mi balanceo trasero.
Si él me desea, aparecerá esta noche.
Y lo tomaremos desde allí.
O no lo haremos.

186
16

Traducido por LizC y VckyFer

Corregido por Nanis

L
os clubes nunca han sido realmente lo mío.
187
Por muchas razones. Primero y principal, eran lo de mi
hermano.
Así que cuando entro a Underground, bien afeitado y de
algún modo vestido con mis vaqueros negros y camisa blanca de botones,
agradezco que no sea la noche de karaoke.
Un DJ está tocando algunas piezas, o lo que sea que hagan. La música de
baile está retumbando a través del gran espacio abierto. Como todo en Laguna,
este lugar tiene un ambiente fresco y relajado. Prefiero aprovechar el estilo de
vida de California. Es un tipo de lugar de “hacer el amor, no la guerra”. Sin
embargo, beber, hablar y follar es la forma de hacer las cosas en Nueva York
por decirlo de alguna forma. Lo mismo, supongo que no tan políticamente
correcto.
El gran espacio está iluminado en filas de azul y verde. Hay un montón de
gente aquí. La mayoría de ellos bailando. Algunos de ellos hablando en mesas
altas. Otros coqueteando en el bar. Nadie va a casa solo, eso es seguro.
Paso entre la multitud palpitante de personas y hacia la barra.
—Una Corona con lima —le digo al barman y tomo asiento. Él asiente y
se desvanece entre los gritos de los otros clientes sedientos. Mis ojos se
adaptan a la oscuridad a medida que miro alrededor. Las luces brillantes de los
letreros de neón en la pared iluminan las caras de la multitud, pero no la veo
por ningún lado. Hay un piso encima de nosotros donde puedo ver los pies
moviéndose y un piso directamente debajo de nosotros donde puedo ver las
partes superiores de las cabezas de las personas balanceándose con la música.
Tres pistas de baile albergando tantos cuerpos en movimiento.
Pronto, el barman regresa con mi cerveza. Una vez que le pago, me
levanto del taburete y voy en busca de Makayla.
Bebiendo mi cerveza, me tomo mi tiempo moviéndome por el bar. Al no
ver a nadie de nuestro grupo, bajo las escaleras. Tampoco a nadie que
reconozca aquí. Comienzo a preguntarme si cambiaron de planes.
Eso sería una mierda.
Tan pronto como llego al último piso, una corona de cabello rubio en el
centro de la pista de baile atrae mi atención. Los planes no fueron cambiados.
Es Maggie bailando como una reina del disco. Vestida con pantalones cortos de
cuero naranja y un top transparente blanco con volantes, se destaca por encima
188
de todos. Derek está balanceándose y frotándose detrás de ella y tengo que
mirar hacia otro lado. Verás, Maggie es como una hermana para mí, y verla con
un chico así me hace temblar. Aquí está la cosa: me gusta Derek; simplemente
no confío en él.
Toda la cosa de la vibra de surfista atrae a muchas chicas, y cada vez que
lo veo, él se está revolcando en la atención. No digo que no está bien, porque de
acuerdo con Maggie, no han puesto una etiqueta a su relación. Oye, si ella está
bien con eso, yo también.
Cuando mi mirada se aleja de la pareja, aterriza justo sobre Makayla,
quien está dando vueltas en el piso con Kurt, uno de los tipos del grupo.
Santa mierda.
Santa mierda.
Santa mierda.
¿Podría verse aún más sexy?
Con un ajustado vestido rojo, se está moviendo al ritmo. Todo lo que
puedo hacer es mirar. Considero quitarme la baba de mi barbilla cuando veo
que su atuendo no tiene espalda. En realidad, no hay mucho vestido sobre ella
en absoluto. Los tirantes delgados apenas sostienen la tela, y esos mismos
tirantes llegan hasta la curva de su espina dorsal. De ninguna manera está
usando sujetador. No puedo decir por qué, pero me encanta eso en ella. Es tan
excitante.
Igualmente tan sexy como lo es su cabello largo. Está suelto, y cae en olas
que se mueven junto con ella. Una vez que deja de girar, se levanta el cabello del
cuello como si estuviera acalorada y necesita enfriarse.
Me encantaría ayudarla con eso.
Pensamientos de deslizar esos tirantes hacia abajo y lamer el sudor de
sus hombros vienen a mi mente. ¿Qué carajo está mal conmigo? Ella me tiene
pensando de manera retorcida en una forma que no puedo explicar. Y luego se
me ocurre que no tengo idea de lo que estoy haciendo aquí.
Quedarse o irse. Quedarse o irse.
¿Qué diablos debería hacer?
“Nunca retrocedas” siempre ha sido mi lema, entonces, ¿por qué
cambiarlo ahora?
189
Mirándola de nuevo, ha dejado de girar, pero yo no. Aún sorprendido y
estúpido por verla, me tomo un momento recomponerme. Una vez que lo hago,
tomo el resto de mi cerveza, dejo el recipiente vacío sobre una mesa cercana y
avanzo hacia la pista de baile.
Kurt ahora tiene sus manos en las caderas de ella, y al menos es tan
ruidoso aquí que nadie puede escuchar mi gruñido.
Como si sintiera mi presencia, su cabeza se dirige en mi dirección.
Aunque su rostro permanece estoico, su cuerpo responde
instantáneamente al verme. Sus endurecidos pezones comienzan a brotar a
través de su ajustado vestido y no son la única señal. La piel de gallina en sus
brazos también me dice lo que ya sé: que siente la misma atracción que yo
cuando estamos juntos. No tiene sentido que ninguno de los dos intente
negarlo. Está allí. Al frente y en el centro. Con chispas y todo.
¿Quién hubiera pensado alguna vez que en realidad pensara que la
reacción cósmica es cierta?
—Hola —le digo a Makayla.
Con los ojos completamente abiertos, desliza su lengua para lamerse sus
labios.
—Cam. —Su voz suena como un chillido.
Por el bien de las sutilezas, me dirijo a Kurt.
—Hola, colega, ¿te importa si interrumpo?
Honestamente puedo decir que nunca antes he dicho esas palabras.
Kurt responde con un alegre:
—No, en absoluto, pero este es el último lugar donde esperaba verte.
Nunca saliste con nosotros las noches de los clubes de baile.
Haciéndome parte de su pareja, intento no pensar en ello como un trío.
Ya es hora de que se pierda, y pronto.
—Sí, lo sé. Usualmente solo salgo cuando hay una mesa de billar
involucrada, pero no pude evitarlo esta noche.
Dejo que mi mirada se desvíe hacia Makayla y devoro su cuerpo tan
cerca, desde la parte superior de su cabeza hasta la punta de sus sandalias de 190
tacón alto.
Jodidamente sexy.
Tal vez al darse cuenta del calor que hay entre nosotros, Kurt no dice
nada más y se da vuelta para bailar con otra persona del grupo. Es como si
fuera feliz con quien sea. Bien por él.
Ahora solo estamos Makayla y yo en la pista de baile. Ella sigue
moviéndose. Yo me quedo inmóvil. Mirando. Admirando. Maldita sea,
anhelando. Respirando fuerte. Mi corazón desbocado. Mi pene listo para el
ataque. Calma chico. Calma. Tengo que arrastrarme un poco antes. No estoy ni
seguro de que vaya a funcionar.
—Entonces —le grito por encima de la música—, olvidé preguntarte
antes, pero ¿aceptaste el trabajo?
Ella niega con la cabeza.
—No era el indicado para mí. Tenías razón. Él no iba a estar cerca. Solo
quería un gerente.
Todavía de pie allí, inmóvil, asiento.
—Encontrarás lo que estás buscando.
Quién sabe, tal vez también yo lo haga.
Continuando moviéndose, ella se inclina más cerca.
—¿Vas a bailar, o qué?
—No bailo —le digo, con mis ojos clavados en esos pequeños botones
sobresaliendo de su vestido. Dios, quiero tanto chuparlos.
Con un encogimiento de hombros, ella añade:
—Como quieras. —Y luego se da vuelta para bailar con quien sea que
esté cerca, justo como lo hizo Kurt.
¡Espera un minuto!
La canción cambia y aún más personas comienzan a moverse, saltar,
balancearse al ritmo.
Y no se da la vuelta.
Ella gana.
191
Maldita sea, ella gana.
Incapaz de evitar hacer un movimiento, pongo mis manos en sus caderas
y me apoyo contra su espalda. Ella se derrite en mi toque y me permite ajustar
nuestros cuerpos de modo que ya no forme parte de ningún otro grupo.
No estoy seguro que pueda llamarse bailar a lo que estamos haciendo.
Para mí es más como follar con la ropa puesta.
Empujando su cabello a un lado, le beso el hombro.
Ella se retuerce, y jadea mientras susurra:
—¿Pensé que no sabías bailar?
Lamiendo su cuello, encuentro su oreja.
—Dije que no bailo; no significa que no conozco cómo.
—Oh. —La pequeña voz que ella hace en respuesta causa que el calor
pase a través de mi cuerpo.
Girándola para enfrentarme, en un paso, la atraigo más cerca. Dos pasos,
mi mano va a su cintura, y se sienten como si estuvieran hechas para igualar sus
curvas. Tres pasos, y me deslizo entre los de ella.
Makayla se impulsa con sus manos sobre mis hombros y luego me mira
con esos ojos color avellana que de nuevo están sin romperse, pero el tiempo
en su lugar está corriendo, me encuentro perdidos en ellos.
El bajo golpear una y otra vez y nos movemos juntos. Cuando mi mano se
desliza hacia abajo en su caderas, ella se eleva y rodea mi cuello.
Ha pasado mucho tiempo desde que miré a los ojos de alguien y la dejara
que me viera, y la enormidad de esto, de mí dejando que ella me vea, se siente
correcto. Parece que es momento de dar un paso afuera del horrible campo en
el que he estado.
Bailando con una canción que no conozco, dejo que el ritmo de la música
sensual me guie.
Ella se siente bien en mis brazos.
Deslizo mis manos por su espalda desnuda para enredarla en su cabello.
192
Ella ladea su cabeza, mostrando su cuello para mí, pero cuando mi polla
se presiona con fuerza en su estómago, todo esto se vuelve demasiado.
Encontrando su cuello, lo beso y le susurro en el oído:
—¿Qué dices si regresamos a mi casa y bailamos?
Apartándose, ella me mira por el momento más largo, y luego sonríe.
—¿Qué? ¿Horizontalmente, con la ropa puesta?
Con un guiño, le digo:
—Eso no ha pasado por mi mente, pero si tú insistes.
—Mentiroso. —Ella sonríe.
Pasando mi mano por su trasero, le besé el cuello de nuevo.
—Bueno, quizás pueda que haya estado mintiendo un poco, pero en
serio, en serio quiero hablar contigo.
Ella pasa sus manos por mis costados sugerentemente.
—¿No eres de los tipos que piensan que hablar está sobrevaluado?
—Me suscribo a mi propia filosofía. Hay tiempo para hablar… y tiempo
para follar.
Dando un paso atrás, ella se dobla de risa.
—¿Qué es tan divertido? —pregunto.
Succionando una respiración para controlarse, ella dice:
—¿Estás intentando citar a Kevin Bacon en Footloose? Porque si lo estás
haciendo, él dice: “Hay un tiempo para reír… y un momento para llorar, un
momento para lamentarse… y hay tiempo para bailar.
Riéndome ahora también, engancho mi brazo alrededor de ella.
—Eso es cierto, “Nadie pone a Baby en una esquina”.
Ella me empuja con su brazo.
—Película equivocada. Ese es Patrick Swayze en Dirty Dancing.
—¿No bailo, no veo películas de baile, lo recuerdas?
—No sabes de lo que te estás perdiendo.
193
—Tienes razón —le digo a ella y lo digo en serio.
Su sonrisa no se desvanece.
Con eso, la jalo fuera de la pista de baile.
—Salgamos de aquí.
Justo cuando alcanzamos las escaleras, pasamos a Maggie, quien me
detiene en mi camino. Es casi imposible escuchar algo sobre la música, así que
ella susurra en mi oreja.
—Makayla no es tu típica conejita de playa, así que por favor ten cuidado
con ella.
Asiento entendiéndola y le doy a Maggie u rápido beso en la mejilla y le
digo que voy a llevar a Makayla a casa.
En el camino a mi Jeep, encuentro un lugar que tiene vista por el
acantilado y jalo a Makayla hacia allí. Me siento en la baranda. Makayla
permanece de pie y me mira, cruzando sus brazos por sobre su pecho.
—Te ves grandiosa —le digo.
Su cabello vuela con el viento.
—Gracias, pero yo no creo que use este vestido para ti.
Le sonrío.
—Correcto. Supongo que no, ya que te dije que no iba a venir, y todo eso.
Ella me mira.
—Lo use para mí.
—Sí, bueno, aún pienso que te ves genial.
Makayla cambió sus ojos a mi camino pero no dijo nada más.
Al principio me encuentro apartando la mirada, pero luego giro mi
cabeza para encontrar su mirada.
—Mira, realmente lo siento.
—¿Por qué?
—Por la forma en la que actué la semana pasada. No debí ignorarte.
Nuestros ojos se encuentran.
194
—Acepto tu disculpa, y para ser honestos, sí hirió mis sentimientos que
no vinieras en toda la semana a hablar conmigo.
Le di un encogimiento de hombros dudoso.
—Podría mentir y decir que estaba ocupado, pero la verdad es que mi
mente está en un lugar muy malo justo ahora y no estaba seguro de qué hacer.
—Lo entiendo, Cam, pero pensé que nos estábamos divirtiendo.
Inseguro de por qué, me expongo a mí mismo.
—Lo estábamos. Me refiero a que lo estamos. Me refiero a que lo quiero.
Es solo que, no me he sentido así con alguien en mucho tiempo, me asustó. —
Hago una pausa, aturdido conmigo mismo.
—Continúa —insiste.
—Después de que te fuiste me convencí de que nos encontraríamos por
fuera, y cuando no lo hicimos, comencé a preguntarme si me estabas evitando.
Ella me sonríe. Así que lo estaba haciendo.
Esta vez tomo el control y levanto una ceja.
—Mira, sé que la jodí, pero la verdad es que la semana pasada me di
cuenta que me divertí más contigo de que lo he hecho con alguien en mucho
tiempo.
Esa mirada traviesa que ella me da me dice que me cree.
Terminado con toda la cosa de los sentimientos, alcanzo su mano y la jalo
hacia mí. Con mis manos pasando por su cabello, tomo su boca y sello mis
labios con los de ella.
Sus manos en mi trasero me sorprenden.
Rompiendo el beso, me aparto.
—El hecho es, la ley dice que no puedes tocar.
—Oh, Dios mío, sí miras películas de baile. Viste Magic Mike.
Le doy una palmada en el trasero.
—Doble. Ten tus billetes listos, nena… vas a necesitarlos.
195
17

Traducido por Kalired y Knife

Corregido por LizC

C 196
onduciendo por la autopista costera el pacífico, miro en la
oscuridad y sonrío. La luna, las estrellas y los planetas podrían
estar iluminando el cielo, pero ahora mi universo está brillando
con Camden Waters.
Nunca en mis veinticuatro años salí de un club con un tipo que no era mi
novio; entonces, de nuevo, nunca había tenido una aventura de una noche,
tampoco. Simplemente no estaba en mi ADN. Toma nota: no lo era, porque
ahora lo soy.
No estoy exactamente borracha, pero estoy achispada, y Cam me está
llevando a casa. Eso significa que puedo cruzar el número cinco de la lista, creo
con una risita.

5. Emborracharse y dejar que otra persona se preocupe por cómo va a


llegar a casa ✓

—¿Qué es tan gracioso? —pregunta Cam.


Metiendo la mano en mi bolso, saco mi teléfono y levanto la lista que
Maggie me envió.
—Acércate… quiero mostrarte algo.
Levanta una ceja muy sexy.
—Si quieres mostrarme tus preciosas tetas, solo tienes que mostrarme
justo ahora. Prometo que conduciré más rápido para poder chuparlas durante
mucho tiempo tan pronto como lleguemos a casa.
Un chico tan sucio.
Solo para ver su reacción, considero mostrarlas, pero con este vestido
será casi imposible.
Entonces es cuando se me ocurre una mejor idea. Lo voy a ser difícil.
—¿Sabes qué? No importa; solo sigue manejando.
—De ninguna manera. Ahora tienes que decirme.
Niego con la cabeza.
—No está pasando.
—Dame tu teléfono.
197
—No.
—Vamos, dámelo —dice.
Cerrando la lista, hago lo que me pide. ¿Por qué no dejarlo pensar un
momento? Nunca encontrará el correo electrónico de todos modos. Y es
divertido burlarse de él.
Cuando Cam se ilumina, mira mi teléfono y presiona algunos botones.
—Mierda. —Silba—. Acabo de encontrar oro.
¡Oh Dios mío!
No.
No.
No.
—¡Dame eso! —grité, olvidando por completo mi pequeña sesión de
fotos esta mañana.
Sonriendo para sí mismo, presiona más botones y envía mensajes antes
de que pueda tomar mi teléfono de sus manos.
—¿Qué hiciste? —pregunto, horrorizada—. Por favor, dime que no has
publicado mi foto en el muro de Facebook o la has tuiteado o algo igual de
humillante.
La luz se pone verde y presiona el acelerador.
—Antes que nada, te agregué a mis contactos y necesitaba una foto para
poner. En segundo lugar, nunca te compartiría con nadie. Tercero, ya no tengo
cuentas de redes sociales. Eran un gran dolor en el culo. Y finalmente —
sonríe—, ¿te he dicho últimamente que eres tan jodidamente sexy?
Por dentro, bailo un poco; afuera, frunzo el ceño.
—Dame tu teléfono —le digo.
—De ninguna manera. —Él sonríe.
—Dámelo para que pueda borrar esa imagen.
—¿Ahora por qué iba a hacer eso?
—Porque estoy desnuda.
—¡Precisamente! De cualquier forma, ¿cuándo las tomaste? Espera, 198
déjame adivinar: cuando me estabas espiando esta mañana y te sentiste
caliente y mojada.
Mis rasgos se unen, algo aliviada, pero no realmente.
—No, no lo hice. De hecho, me la tomé esta mañana antes de espiarte.
Quiero decir, antes usaba mi cámara para descubrir qué libro estabas leyendo.
—Seguro —dice.
—Es verdad. Y si quieres saber, iba a mostrarle una lista de cosas que
quiero hacer, y como nos divertimos juntos, pensé que podrías ayudarme.
—Me encantaría ayudarte. —Hay sugestión en su tono, y no está muy
lejos de utilizarlo—. ¿Qué lista es esta? —pregunta—. ¿Tiene algo que ver con
tu lista de reproducción?
Sorprendida de que lo descubrió, solo puedo responder con la verdad.
—Sí, es una manera para probarme a mí misma que no soy la perra
estirada como me llamó Sebastian.
En un instante, abre la ventana.
—Jódete, Sebastian, Makayla no es una perra estirada. ¡Es francamente
maravillosa, eso es! —grita, mostrando el dedo del medio.
Riendo, no puedo evitar sentir una punzada en mi corazón que él me
entiende. Alguien me entiende. Él me entiende.
—¿Qué tengo que hacer? —pregunta una vez que la risa desaparece.
Colocando mi mano sobre su muslo, le doy un pequeño apretón y con una
voz entre juguetona y seductora, digo:
—Todo lo que tienes que hacer es seguir conduciendo.
Con una sonrisa deslumbrante que hace que mi corazón deje de latir y
mis labios cosquillean, ladea la cabeza y me mira.
—Conducir. ¿Eso es todo?
—Sí. Solo conduce. —Sonriendo, me inclino sobre la consola central y
agrego—: Y no pares.
Riendo roncamente, mira mi mano sobre su regazo y ambas cejas se
disparan.
199
Súper excitada por su reacción, empiezo a deslizar mi palma por su
pierna hacia el botón de sus vaqueros, deslizando mis dedos dentro de su
cintura.
Su respiración se acelera y gime cuando siente que mis dedos se mueven.
—Makayla, ¿qué estás haciendo?
Inclinándome de nuevo hacia él, le susurro al oído:
—Puede que quieras mantener la vista en el camino, o mejor aún,
detenerte tan pronto como puedas.
Su mirada recae en su regazo justo cuando desabrocho con éxito sus
vaqueros y empiezo a bajar su cremallera.
—Makayla, en serio, ¿qué estás haciendo?
Me hizo cosquillas ser capaz de impresionarlo, levanto la vista debajo de
mis pestañas.
—Cam, eres un tipo inteligente. Creo que sabes lo que estoy haciendo.
El ruido que hace es algo entre un gemido y un gruñido.
—Todavía no me conoces lo suficiente, pero nunca dejo que un punto
quede sin marcar en una lista si puedo evitarlo —susurro, seductoramente.
—¿Desnudarme en mi Jeep está en tu lista? —logra preguntar.
En este punto, le estoy besando el cuello, la mandíbula y el borde exterior
de la oreja.
—No, no está, pero darle a un tipo la mejor mamada de su vida sí.
—¿Un tipo?
—Tú, Cam. Tú. Voy a darte la mejor mamada de tu vida.
Prácticamente incapaz de hablar, murmura:
—¿No me prometiste eso una vez antes?
—Lo hice, pero escapaste antes de que pudiera entregarla. Ahora voy a
poner mi dinero donde está mi boca.
Casi incoherentemente, se ríe.
—Estaré feliz de que pongas tu boca en mi polla, pero no estoy seguro de
querer ser una marca.
200
Mis dedos palpitan y vacilan mientras logro sacar su polla. Es gruesa y
larga, reluciente en la cabeza con un líquido preseminal claro y dulce. Bajando
la cabeza para probarlo, lo lamo. Una vez. Dos veces. Tres veces.
Él grita, bajo y dolorido.
—Está bien, demonios, no me importa; adelante, úsame para marcar esa
casilla de tu lista.
Fuera el clima es frío. Aquí es ardiente.
—Es muy generoso de tu parte que me permitas usar tu pene para mi
lista.
Él ríe.
—Ahora que se solucionó el problema de tener mi pene, ¿qué tal si
esperamos hasta llegar a casa?
El placer me recorre, ardiente y eléctrico tan pronto como lo agarro en la
base.
—No. No creo que pueda esperar.
—Mierda. —Se mueve rápidamente desde el carril más externo hacia un
lado y reduce su velocidad.
Más que lista, arrastro su polla entre mis labios.
El auto se mueve y él se detiene.
Sentándome, miro a mi alrededor. Estamos en un estacionamiento vacío.
Esto es perfecto. Desabrochándome el cinturón de seguridad, lo miro. La noche
es oscura, pero la luna sobre sus cabezas arroja suficiente brillo como para
poder verlo. Su espalda está apoyada contra el asiento, sus párpados están
ligeramente entrecerrados, y sus ojos están llenos de deseo.
Mi corazón salta un poco. Estoy haciendo esto. En realidad, lo haré. Sin
pensarlo más, me acerco y paso un dedo por la dureza de los músculos de su
vientre para rodear un pezón cubierto de tela suave.
Todo su cuerpo tiembla, vibra y gime solo con mi toque y me siento
poderosa. Muy poderosa. Con su boca abierta solo un poco, vislumbro sus
dientes y su lengua. Esa mirada es más que sexy y su nombre se escapa de mis
labios con un gemido propio.
Rápido como el pecado, su mano va a la parte posterior de mi cuello y me
201
acerca hacia él. Los dedos se enredan y tiran de mi cabello mientras sus labios
rozan los míos, susurrando palabras sucias de lujuria. Él me acerca más. Me
muerdo el labio inferior, atrapándolo entre mis dientes y tirando de él hasta
que retrocede.
Respiro su aire. Ninguno de nosotros se mueve por unos largos
momentos; solo nos miramos. Siete largas noches he pensado en él. En tocarlo
así. Besarlo de nuevo. Envolviendo mi boca alrededor de su polla. Me pregunto
si él también lo ha hecho.
Debajo de mi palma, puedo sentir el latido del corazón de Cam volverse
más rápido y más rápido.
—Ven aquí —exige, con esa voz baja y áspera que pronto podría
enviarme al borde del orgasmo.
Una emoción me recorre. La emoción rebota y se mueve por mi piel. El
tono casi salvaje en sí mismo es suficiente para lanzarme al borde.
Sus caderas se elevan en posición vertical tan pronto como mi lengua se
lanza hacia esa deliciosa punta, girando una y otra vez para probarla antes de
bajar mi boca por su polla y volver a subir. Abajo y arriba. Y de nuevo.
Sus dedos me tiran del cabello un poco más fuerte, y esta vez, cuando lo
derribo, uso mis dientes.
Impulsado por esa chispa de deseo que surge entre nosotros, se impulsa
en mi boca. Dejando que mis músculos se relajen, lo tomo, llevándolo tan
profundo, todo el camino hasta la parte posterior de la garganta.
—Oh, mierda —grita, su voz profunda. Dura.
Moviendo mi boca, lo tomo de nuevo. Entonces, una vez más.
Mientras meto la carne caliente y gruesa a mi boca, luego la suelto, puedo
escuchar mi propia respiración errática, y coincide con la suya.
Una mano me toca la espalda y se sumerge en mi vestido. Esos dedos
largos acarician mis mejillas desnudas y luego se deslizan a lo largo de la
costura de mi tanga, presionando, aplicando un poco de presión en el camino.
Nadie me ha tocado allí. No como él lo está haciendo. Completamente
fuera de los límites hasta ahora, nunca esperé estar tan excitada por eso.
Mi clítoris palpita, dolorido, listo para estallar en el orgasmo, aprieto su
base con una mano y deslizo mi boca hacia abajo, hacia abajo, hacia abajo. Con 202
los músculos relajados, lo suelto y me encuentro tragándolo profundamente.
¿Quién hubiera pensado que fuera real?
Soltando mi cabeza, Cam agarra mi mano libre y comienza a chupar con
fuerza mi pulgar.
—Eres tan jodidamente sexy, Makayla.
La pasión burbujea dentro de mí mientras lo tomo en mi boca lo más que
puedo. Cuando su punta golpea la parte posterior de mi garganta, la mantengo
allí. Moviendo mi boca ligeramente, esta vez uso mis dientes, no mis labios.
—Oh, maldición, oh mierda. —Su respiración es ronca.
Apretando mis muslos, creo que podría correrme sin un solo toque. Mira,
no necesitaba ese maldito vibrador después de todo.
Empujándolo aún más lejos, con mi lengua, continúo lamiendo círculos
alrededor de su base. Lo siento estremecerse. Una vez. Dos veces. Tres veces.
La reacción de su cuerpo, sus gemidos, su respiración pesada, todos
están avivando el fuego que ya recorre mi cuerpo. Quiero que esto sea lo mejor
que haya tenido, así que chupo más y me muevo más rápido. Puedo sentirme
cada vez más húmeda con cada movimiento que pasa, tanto suyo como mío.
Con el más fuerte de los gemidos, tira de mi tanga, y causa una presión
contra mi clítoris que me hace sentir cometas cayendo sobre nosotros.
Tomándolo todo y tirando de él mientras froto mis dientes suavemente
contra su larga y dura longitud, lo hago una y otra vez con todo lo que tengo.
—Oh, mierda, Makayla —maldice y su cuerpo se pone rígido antes de
relajarse. Si pudiera verlo, apostaría a que está a punto de perder el control.
Deslizando mis labios hacia abajo de nuevo, encuentro sus bolas y las
acaricio.
—Oh, mierda, Makayla —repite. Gimiendo en voz alta, desliza su mano
por mi espalda, murmurando mi nombre una y otra vez.
Su respiración se acelera mientras meneo la cabeza hacia arriba y hacia
abajo. Su mano agarra mi culo tan fuerte que sé que tendré hematomas. No me
importa.
Oigo a Cam tomar algunas respiraciones rápidas entre dientes, sé que 203
está cerca de correrse. Cuando deslizo mi lengua por su punta, rodeándola,
chupando, él sisea:
—Maldición, va a suceder. Voy a correrme. Tienes que parar ahora.
—No, quiero probarte. Tragarte. Tomar todo lo que tienes que darme.
Cam casi jadea cuando su cuerpo se inmoviliza y sus músculos se tensan.
Puedo saborear la dulzura salada que fluye por mi garganta mientras trago.
Tomando unos momentos para dejarlo recuperar el aliento, paso mis manos
arriba y abajo de sus muslos.
Alzando la cabeza, me limpio la boca con la mano y no puedo evitar
sonreírle. Su respiración regresa lentamente a la normalidad. Contenta, me
lamo los labios, todavía puedo saborearlo, y sus ojos se abren.
—Santo cielo, creo que estoy viendo estrellas —murmura.
Le doy un rápido guiño.
—Bueno. Ahora apresurémonos y volvamos a casa de Maggie, porque en
serio necesito que me folles.
—¿Quieres volver a hacer eso mientras conduzco? —pregunta con una
mueca—. Definitivamente fue la mejor mamada que he tenido en mi vida.
Si no estuviera tan relajada en este momento, saltaría de alegría.
Lo hice.

204
18

Traducido por LizC y Elisabet_79

Corregido por Simoriah

L 205
a posición sexual más comúnmente usada en el mundo es el estilo
misionero. Aprendí esto en el octavo grado cuando lo busqué en
Google. Ni siquiera puedo decir por qué escribí esas letras en el
motor de búsqueda, no en voz alta, de todos modos. Solo la idea de mis
padres haciéndolo me hace desear vomitar.
Aunque normalmente evito esa posición si puedo, esta noche la elijo.
Estar cara a cara y piel con piel con Makayla es exactamente lo que quiero.
Necesito. Ansío. Por supuesto, la capacidad de controlar la profundidad de
penetración y la velocidad de empuje es una ventaja añadida. No por qué la
elegí en absoluto.
La desventaja de esta posición es que dificulta la retención de la
eyaculación debido a la fricción intensa y al empuje profundo. Aunque, nada de
qué preocuparse, tengo ese pequeño problema resuelto. Con la mente retorcida
como la mía, había discretamente apagado su vibrador y lo deslicé debajo de
una almohada en su cama.
Ahora, sintiendo que podría venirme demasiado pronto, me levanto para
crear espacio entre nosotros de modo de ponerlo de nuevo para ayudarla a
alcanzar el orgasmo conmigo.
El chirrido que hace tan pronto como lo enciendo, seguido por el golpe
del vibrador contra la pared, pone fin a esa solución más rápido de lo que había
anticipado.
Que el vibrador rosa descanse en paz.
Es genial, no te preocupes; tengo más trucos bajo la manga, o un culo
desnudo en este caso. No literalmente. La idea de eso en serio me da escalofríos.
Casi con urgencia, levanto su pierna izquierda para que su rodilla esté al
nivel de mi hombro derecho y le digo que mantenga la otra pierna plana sobre
la cama. Luego empujo hacia la parte interna del muslo de su pierna levantada.
Este ajuste obliga a una penetración más firme y más presión al clítoris. Es
brillante, realmente.
Todo entre nosotros ahora mismo es caliente. Empujo, más y más rápido.
Pronto, puedo sentir ese dulce coño de ella apretando contra mi polla. Ella
comienza a correrse, gritando mi nombre. Estoy justo allí, gritando su nombre.
Con la cara retorciéndose, los ojos cerrados con fuerza y los dedos aferrando su
cuerpo, me corro tan jodidamente duro. Cuando estoy agotado, arqueo la
espalda y ruedo sobre la almohada a su lado.
206
Ese pequeño y lindo gemido que hace me hace abrir los ojos un momento
después, y le sonrío. Cuando ella me devuelve la sonrisa, me estiro para enredar
mi mano en su cabello. Tiro de él, acercándola para besarla en la boca.
—Eso fue increíble —susurro.
—Lo fue. —Suspira, apoyando su cabeza a mi lado.
Perezosas olas de las réplicas lujuriosas me arrullan, pero no puedo dejar
que me hagan dormir, todavía no, de todos modos; tengo que ocuparme de
algunos asuntos. Separándome de ella, voy al baño a desechar el condón, esta
vez sin problemas. Como estábamos en su casa, ella no tenía opciones, y no
estuvo contenta con eso cuando saqué dos de los mismos de la billetera. La
próxima vez, estaré más preparado, le dije. Ella me guiñó un ojo y me dijo que la
variedad era la sal de la vida. Estaba totalmente de acuerdo con toda su
variedad.
La somnolencia posterior al sexo se aloja en mis ojos y todo lo que quiero
hacer es arrastrarme de vuelta a esa gran y suave cama suya con las sábanas
satinadas, atraerla hacia mí y quedarme dormido.
Cuando salgo del baño, Makayla está de pie a los pies de la cama en unos
apretados, súper apretados, podría añadir, camiseta sin mangas y bragas de
encaje, ambos negros, ambos transparentes, y ambos tan calientes como el
infierno.
Hace solo unos momentos podría haber pensado que estaba cansado,
pero mi polla tiene una idea diferente, ya elevándose de nuevo solo después de
correrme. Esto es jodidamente loco. Con ella en cualquier lugar cerca de mí,
parezco caminar con una erección constante.
Tan pronto como ella me ve, extiende su brazo. Entonces es cuando veo
mi ropa enganchada en su mano.
Mi ceño se frunce.
—¿Para qué son esos?
Prácticamente inexpresiva, inclina la cabeza y me da esa mirada sexy de
párpados bajos que me gusta tanto.
—Para que no camines desnudo a casa.
Mi sorpresa tiene que ser evidente en mi cara. 207
—¿Me estás echando?
Por alguna razón, pensé que me quedaría.
Aún con la cara de póquer, parece estar contemplando mi pregunta.
—No lo llamaría así —responde.
Después de unos segundos de silencio, pregunto:
—¿Y si me niego a irme?
En lugar de contestarme, se da vuelta para mirar la cama, su mano
volando hacia su boca y una risita escapando de su garganta.
—Entonces supongo que puedes quedarte —se las arregla para decir con
una fuerte risa.
Sí, me atrapó.
Estrechando mis ojos hacia ella, a pesar de que no puede verme, tengo
que tomar una decisión. Descubrir su plan e irme o darle la mejor recompensa.
Por supuesto, elijo lo último.
Abalanzándome sobre ella, la hago caer sobre la cama, le doy la vuelta y
sujeto sus muñecas por encima de su cabeza.
—Eso fue cruel, simplemente cruel.
Ella se muerde el labio y me mira.
—No pude evitarlo, pero la expresión de tu rostro no tuvo precio.
Tomo ambas muñecas con una mano y uso la otra para encontrar su
barriga.
—La venganza es una perra, cariño.
Esa sonrisa. Mierda, esa sonrisa.
—No, detente. Tengo cosquillas.
—No debiste haberme dicho eso —murmuro y le hago cosquillas desde
debajo de los brazos hasta muy abajo por su vientre.
—Detente, por favor, eso fue venganza por el vibrador.
—Di, “Camden Waters es un dios del sexo”, y me detendré.
208
Ese cuerpo suyo rebota, esa risa se vuelve más y más alta, y siento que
algo extraño sucede en mi pecho por eso.
—¡Misericordia! —grita.
Inclinándome para que así nuestras narices casi se toquen, respiro
caliente contra sus labios.
—Di, “Camden Waters es un dios del sexo”.
Si alguna vez hubo un maestro de las cosquillas, ése sería yo. Pregúntenle
a mi hermana. Solía enojarla tanto con las cosas que tenía que decir para
detenerme. Ningunas de naturaleza sexual, por supuesto, sino cosas que la
cabreaban, como: “Mi hermano siempre tiene la razón” o “Mi hermano es el
mejor de todos”. Fue muy divertido. Esto es igualmente así, y más.
Makayla resopla, lágrimas cayendo de sus ojos, y finalmente sale.
—Camden Waters es un dios del sexo.
—Lo siento, no te escuché.
—¡Camden Waters es un dios del sexo! —grita.
Satisfecho, me detengo.
—Creo que ahora todos lo saben.
Ella me golpea, y agarro su brazo otra vez, esta vez atrayéndola hacia la
cabecera de la cama y empujándola hasta quedar apretada contra mí, de
espaldas a mi frente.
Feliz de esta forma, me inclino para tirar de la sábana a nuestro
alrededor y luego besarla entre los omóplatos. Ella mete la mano debajo de su
mejilla.
Mi mano se desplaza de ida y vuelta sobre su cadera, moviendo la sábana
en un movimiento similar a las olas rodando en el océano.
Algún tiempo pasa y luego Makayla se da la vuelta para apoyar su cabeza
en mi hombro.
Le beso el cabello.
—No sé qué es esto entre nosotros, pero no puedo sacarte de mi cabeza.
—Yo tampoco lo sé, pero también lo siento.
209
Eso es todo lo que se necesita decir por ahora.
—Bien.
Las puntas de sus dedos danzan suavemente sobre mi piel y pronto traza
la B en mi pecho. Nunca me ha preguntado al respecto, pero sé que debe
preguntárselo.
Las palabras solo salen.
—Nos llamábamos los ABC: Amelia, Brandon y Camden. Brandon era el
mayor. Siempre fue el amante de la diversión. Yo era el niño del medio y el
responsable. Y Amelia, bueno, era nuestra pequeña princesa.
La mano de Makayla se detiene brevemente antes de seguir acariciando
mi pecho.
—Brandon, ¿es la B?
Asiento.
—Sí. Murió hace poco más de un año.
Su cabeza se levanta para mirarme.
—Háblame de él.
—Siempre fue el alma de la fiesta. Todos lo amaban. Tenía ese tipo de
atracción gravitatoria, ¿sabes?
Ella asiente en comprensión.
—Todo el mundo siempre quería estar cerca de él. Pero a medida que
pasaron los años, simplemente se negó a madurar y ser responsable. Ese fue
siempre mi papel: cuidarnos a los tres mientras nuestros padres pasaban sus
vidas discutiendo.
Makayla escucha sin hacer comentarios.
—Eso es lo que más me enfurece. Todo lo que él tenía que hacer era
hablar conmigo. Decirme lo que estaba sintiendo. Lo habría ayudado de
cualquier manera que pudiera. En cambio, ahora cada vez que miro en el jodido
espejo, me gustaría no haberme hecho este maldito tatuaje porque solo me
recuerda lo enojado que estoy con él.
Su cabeza se levanta, pero nuevamente no dice nada.
Cierro los ojos. 210
—La noche que me viste en Chinatown fue la noche de su servicio
conmemorativo. Uno que mi padre insistió en tener para tranquilizar su propia
conciencia o montar un espectáculo para sus amigos, quién sabe. Solo salí
intentando olvidarme de eso.
Ella se acerca más a mí.
—¿Por qué? ¿No querías ir?
Mis ojos se abren rápidamente.
—Maldición, no. Odio ir a cualquiera de los espectáculos de circo de mi
padre. Fui por mi madre y mi hermana.
—¿Qué hay de Brandon? —pregunta.
—Ya te lo dije… estoy jodidamente enojado con él.
—Pero Cam, es tu hermano.
—Era —aclaro.
—No, Cam, lo es. El que no esté vivo no lo cambia.
—A la mierda con eso. Tuvo una sobredosis y me dejó. Me dejó porque
no podía lidiar con el imbécil de nuestro padre o afrontar las demandas de
madurar. Al contrario que yo, Brandon nunca se enfrentó a nuestro padre. No
me di cuenta que trabajar para nuestro padre lo estaba haciendo tan infeliz. Si
lo hubiera hecho, hubiera ido a pelear por él contra el imbécil. —Me detengo un
momento antes de agregar—. Simplemente nunca supe cuán mal estaban las
cosas.
—¿Era un drogadicto?
—Sí, pero nunca lo supe. Solo pensé que le gustaba festejar. Era bueno en
esconder su adicción.
Con sus codos en mi pecho, ella pregunta:
—Pero Cam, eso es lo que los adictos hacen… esconder.
—Pero yo era su hermano; debería haberlo visto. ¿Por qué no pudo
hablar conmigo sobre su condición? Éramos los mejores amigos, demonios.
—¿Quizás no te quería agobiarte con eso?
Me siento, queriendo terminar con esta conversación. 211
Ella me envuelve con sus brazos. Cuando no me alejo, aprieta el abrazo.
—No es tu culpa. No tengo que conocer todas las circunstancias o
exactamente qué pasó, pero sé que las adicciones tienen una forma de tomar el
control de la vida de alguien. Y a veces es difícil para nosotros entenderlo desde
afuera.
Arrodillándome, me vuelvo para enfrentarla.
—Lo he escuchado todo antes —le digo.
—Entonces no estás escuchando. Las cosas malas suceden, Cam. Y
entiendo que ahora mismo odies a tu hermano por morirse, pero no te lo hizo a
ti. Murió de una sobredosis. Y quizás eso es en lo que deberías pensar porque
estoy segura que él no querría que te culparas.
—Lo sé —escupo.
—¿De verdad? ¿No es culpa lo que evita que hagas algo con tu vida que
realmente te importe?
Miro sobre el hombre con el ceño fruncido.
—No sabes de lo que estás hablando.
No hay lástima en sus ojos mientras me mira, solo una expresión
suavizada y quizás un poco de entendimiento. Suavemente, me besa el hombro.
—Sí, lo sé. Sé que quieres hacer más de lo que haces.
—¿Cómo sabes sobre eso?
—Veo tu mente trabajando cuando sea que hablas de los negocios locales
en los alrededores y cómo les está yendo. Siempre tienes una idea sobre cómo
mejorarlos. Ves lo que otros no. Necesitas avanzar, Cam. Deja de permitir que tu
odio por tu padre o tu enojo hacia tu hermano te retengan. Puede que nunca
seas capaz de perdonar a tu padre, pero tienes que perdonar a tu hermano.
Palabras audaces, y me golpean como un rayo.
Con un suspiro, trato de explicarme sin enojarme con ella.
—No lo entiendes. Eso es todo en lo que puedo pensar. Me gradué de la
Escuela de Negocios de Columbia cuatro semanas después que Brandon
muriera. Se suponía que fuera a trabajar para mi padre, pero no lo hice. La pena
de la muerte de mi hermano era demasiado. Vanessa fue a trabajar para él en 212
mi lugar y me tomé tiempo libre. No tengo idea de cuánto tiempo estuvo
follando con él antes de que los encontrara el Día de Acción de Gracias. Nunca
pregunté. Ella trató de decirme que el dolor de él la había afectado y que solo
quería reconfortarlo. ¿La pena de él? ¡La pena de él! ¿Puedes creerlo?
Makayla se arrodilla y pone sus manos en mis brazos.
—No, no puedo. No puedo creer que hayas tenido que lidiar con eso en
medio del duelo por tu hermano. Lo siento tanto.
—No lo sientas. Yo no lo hago. De hecho, atraparlos juntos podría ser lo
mejor que alguna vez me sucedió porque me trajo aquí. Salvavidas o no, mi vida
es mucho mejor que allí. Como te dije, mi madre piensa que estoy viviendo en
un mundo de fantasías y que me niego a tener un trabajo real porque quiero
lastimar a mi padre, y me dice tan a menudo como puede que estoy
lastimándome más a mí que a él.
Sus manos se deslizan hacia abajo y aprietan las mías.
—¿Crees que ella tiene razón?
Coloco mis manos en sus caderas y la acerco hacia mí.
—A veces sí. Últimamente, más de lo que solía.
Ella apoya la cabeza en mi hombro.
—Quizás eso significa que finalmente lo crees y estás listo para hacer
algo al respecto.
—No lo sé. —Exhalo un largo suspiro—. Todo lo que sé es que estoy listo
para dejar de hablar sobre esto.
Por un largo rato nos quedamos así. Mirándonos el uno al otro. Sin
movernos.
Habiendo tenido más que suficiente charla entre almohadas, la empujo
hacia la cama y me inclino para besarle la rodilla.
Ella suelta una risita.
—Eso hace cosquillas.
El sonido es entrecortado y ronco. Me gusta. Gustándome cómo se siente
su piel, deslizo los labios un poco hacia abajo para besar su pantorrilla, luego
aún más abajo para besar el hueso de su tobillo.
213
Sus dedos se mueven, y tomo su pie entre mis manos y comienzo a
masajearlo.
Ella se levanta sobre sus codos.
—Eso se siente tan bien.
Maniobrando los dedos, aplico un poco de presión.
—El verano después de la universidad fui de mochilero con mi hermano
y mi mejor amigo, Keen Masters. De alguna forma terminamos en un avión a
Singapur, porque Keen tenía esta idea en su cabeza que las mujeres en Singapur
eran como ninguna otra en la tierra.
Su sonrisa ilumina todo su rostro.
—¿Y lo eran?
Muevo mi cabeza de un lado a otro como si estuviera estirando los
músculos de la memoria.
—Eran hermosas, eso era seguro, y eran pequeñas, tan bajas y menudas.
Pero déjame decirte, tenían las manos más asombrosas. Los masajes que daban
eran definitivamente como ningún otro.
Ella se cubre la boca y finge sorpresa.
—Déjame adivinar… todos disfrutaron sus finales felices.
Levanto ambas cejas y las agito.
—Eso hicimos.
Ella se ríe y sacude la cabeza.
—Yo también doy un masaje bastante bueno, señor Waters.
Lamo su muslo hacia arriba.
—Definitivamente le tomaré la palabra sobre eso, señorita Alexander.
Sus pezones se tensan debajo su musculosa cuando mordisqueo el encaje
de su ropa interior, sé que tiene que estar mojada para mí.
—Cuando quieras, de día o de noche. —Me da un guiño.
Encuentro su mirada y el aire cambia.
—Sácate la camiseta —le digo.
Sin perder un minuto, ella se levanta y se la saca, luego engancha los
214
pulgares en los lados de sus bragas.
—Detente —le digo, y luego hago un movimiento giratorio con la dedo—.
Vuélvete.
Lo hace.
No es una tanga, pero la mitad de sus nalgas se ven. Tan jodidamente
sexy.
—Mierda, ¿cómo se llaman ésas?
—Brasileras —ronronea sobre el hombro—. Y no te atrevas a pedirme
que me ponga plataformas de quince centímetros y pretenda balancearme
alrededor de un caño.
Mi polla se levanta contra mi vientre y la acaricio suavemente.
—Eso podría ser divertido.
Por encima de su hombro, sus ojos aterrizan en mis manos y sus labios se
separan. Me acaricio un poco más duro, viendo cuanto la excita.
—Lo siento, no hay un caño aquí —dice.
—Eso puede arreglarse.
—No creo que Maggie lo aprecie.
—Shhh —ordeno—. Ven aquí.
Dándose la vuelta, se quita las bragas mientras camina y las arroja a
través de la habitación antes de unirse a mí en la cama.
La inhalo. La exhalo. La voz ahogada contra su carne, susurro:
—Fóllame.
Y ella lo hace.

215
19

Traducido por Ashtoash y Lyla

Corregido por Kish&Lim

¿S 216
abes cómo, algunas veces conoces a alguien con quien
simplemente haces clic?
Sí, en mi caso eso nunca sucede. No hasta ahora. No
hasta Cam. Él y yo hablamos de todo. Ningún tema está
prohibido. Es divertido y emocionante, y también, un poco aterrador. A veces
nuestros puntos de vista son los mismos, a veces diferentes. Los debates
siempre son bienvenidos. Y largas discusiones parecen pasar en un abrir y
cerrar de ojos.
Sé todo sobre su rango en el equipo de natación de la secundaria y cuál
es su equipo de fútbol americano favorito. Que le gusta el baloncesto más que el
béisbol y que este año quiere conseguir boletos de temporada para los Lakers.
Incluso compartió historias sobre su hermano y su hermana, como por
ejemplo cómo engañaban a su niñera para que los dejara en paz. Cómo solían
subir al metro sin que sus padres supieran y exploraban la ciudad por su
cuenta. Cómo siempre contaron el uno con el otro. Cómo hicieron todo juntos.
A su vez, él sabe que me gradúe como la mejor de mi clase. Que Maggie y
yo despreciamos a las porristas en la secundaria y que no perdí mi virginidad
hasta la universidad. Sí, recibí muchas críticas de Maggie sobre eso. Le conté
sobre la muerte de mi madre. Sobre cómo la madre de Maggie me acogió y es
cómo mi madre. Y sabe que diseñar joyas es mi sueño de toda la vida.
Creo que, cada hora, aprendemos un poco más el uno del otro.
No es como si hubiera estado llevando la cuenta en mi agenda o algo así,
pero nos hemos visto todos los días durante los últimos veintidós días. No
hemos pasado todas las noches juntos. Sin embargo, las noches que no nos
quedamos juntos, Cam se coló en mi cama durante las primeras horas de la
mañana para despertarme antes de irse al trabajo. Todo lo que puedo decir es
que el sexo es fantástico. Variado. Salvaje. Loco. Suave. Romántico. Caliente. La
lista sigue y sigue. Y si, no me mates, pero hice una lista de adjetivos para
describirlo.
Luego están sus mensajes de texto. Como un reloj, me envía un mensaje
durante el día cuanto está en su descanso, mensajes divertidos, mensajes
sucios, a veces mensajes francamente pornográficos. Siempre me hacen reír y a
veces me hacen sonrojar.
Intento ser lo más ingeniosa que puedo, pero cuando se trata de eso,
simplemente no soy tan graciosa como él.
217
Shhh… no le digas eso.
Mañana Cam regresa a Nueva York por la graduación de su hermana. Se
irá por una semana, y creo que podría extrañarlo.
Es extraño pensar que un chico que no he conocido por mucho tiempo
signifique tanto para mí.
Honestamente, he tratado de no pensar en eso demasiado. Tengo una
tendencia de pensar demasiado todo y me rehúso a pensar demasiado en
nosotros.
Cuando coloco mi llave en la puerta, un mensaje de texto suena en mi
teléfono.
Cam: Voy por almuerzo a la 1. ¿Quieres que nos veamos?
Yo: Acabo de llegar a casa. Déjame recoger algunas cosas y podemos
hacer un picnic. ¿Dónde te veo?
Cam: En la torre principal de salvavidas. Agarra el libro. Está en mi
mesita de noche al lado de los condones tachonados. Siéntete libre de traer
también uno de esos. Gabe no tiene nada a mi lado.
Yo: Sigue soñando
Tomando mi tiempo, entro y me quitó mi ropa de vestir para ponerme
algo más cómodo y tal vez un poco más sexy. Un vestido sin tirantes es perfecto.
Me recojo el cabello y agarro un par de sandalias. Mucho mejor.
Pasé la mañana llamando y visitando boutiques con mi portafolio para
intentar colocar mis diseños en sus tiendas. Nuevamente, sin mordiscos.
Resulta que no podía vivir sin un plan. Simplemente no soy yo. Amor
libre. Eso sí puedo hacerlo. ¿Pájaro libre? No tanto.
Lista completa o no, creo que sé quién soy. La misma vieja Makayla, solo
una versión mejorada.
Y me gusta quién es ella.
Aun así, necesito un plan. Las ventas en la tienda de surf no están
despegando del modo que Derek y Andre habían proyectado. Los precios son
muy altos, y no hay manera de rebajarlos y aun así obtener una ganancia
decente sin comprometer la calidad. Y no estoy dispuesta a hacer eso. Andre y
yo hemos dado vueltas y vueltas al respecto. Le está dando dos semanas más.
Pronto, estoy segura que estaré sacando mis diseños de sus tiendas.
218
Cam y Brooklyn esconden su llave de repuesto debajo del tapete del
frente. ¿Qué tan cliché es eso? Pero bueno, funciona cuando necesito entrar.
Abriendo la puerta, me apresuro por la cocina y me detengo cuando veo
una caja de regalo en la mesa.
Ahora, todos sabemos que la curiosidad mato al gato y que debería
pensarlo bien, pero de todas formas no puedo resistirme, y levanto la tapa
ligeramente. Hay algo plateado y brillante en su interior y resplandece a la luz
del sol. Ahora tengo que saber que es.
Sin la tapa, lo miro fijamente, casi estudiándolo, completamente insegura
de que es. Es un pedazo sólido de metal con tres perlas al final y un mango
curvo. Hay una tarjeta, así que la recojo. Dice: “Cam, aquí hay una varita
divertida, que puede ser usada vaginal y analmente, no necesariamente en
ese orden. Tráela cuando vengas a Nueva York y pasa por aquí. Sin
ataduras. Lo prometo. No puedo esperar para verte. Con amor, Vanessa”.
Como una papa caliente, la tiro a la caja y deseo nunca haber mirado
dentro. Ahora, solo tengo una imagen en mi mente de cómo funciona, pero con
Megan con una B usándola al frente de Cam para atraerlo de regreso.
Genial. Simplemente genial.
Saliendo de la habitación, corro hacía la suya. Tomando aliento, me
calmo. No tengo nada de qué preocuparme. Nunca me ha dado motivo para
preocuparme por Megan con una B. Solo porque ella haya estado con él y su
hermano todo el tiempo y comparten recuerdos de Brandon no significa que
quiera follarla. Solo porque lo vi ceder a ella una vez no significa que lo va a
hacer de nuevo.
Convencida de que tengo razón, agarro el libro y miro el paquete de
condones con una sonrisa. Cam compró un montón de paquetes absurdos, pero
este es de lejos el más gracioso. Pequeñas tachuelas plateadas cubren el
exterior con una grande al final. Se supone que estimula la sensación de un
piercing cuando está dentro de mí. Hasta el momento, he rechazado ese, pero
quién sabe, tal vez está noche me decida.
Sintiéndome mejor, me voy, intentando no pensar en la varita divertida,
en todo su brillo y los ángulos de placer que promete traer. Cam y yo no
219
necesitamos juguetes como ese para encontrar nuestro placer.
Emocionada por estar conduciendo mi primer automóvil, entro a mi Jeep
azul brillante. Lo había reducido a un Jeep de dos puertas, más pequeño que el
de Cam, o a un Ford Focus. Horrorizado ante la idea de que yo manejara
cualquier cosa que no fuera un auto convertible, Cam me convenció del Jeep. El
color no era su favorito. Femenino. Atrevido. Iba con la nueva yo perfectamente.
Deteniéndome en la única tienda de emparedados en Laguna Beach que
ofrece pan libre de gluten, ordeno dos de jamón y queso suizo sobre pan de
trigo integral, una bolsa de papas fritas vegetarianas (porque no tenían papas
de papa real), y dos aguas. Pintando una sonrisa en mi cara mientras todavía
estoy pensando en que va a hacer con ese regalo, me dirijo a la playa. Una vez
que estaciono mi auto, voy a buscarlo, intentando no pensar en el tipo de sexo
que tenía con Vanessa. Mientras que Sebastian y yo éramos totalmente vainilla,
¿Eran él y Megan con una B chocolate?
Oh, Dios, me estoy estresando.
Sin camiseta y con su pie apoyado, veo inmediatamente su cuerpo largo y
delgado. Está de pie fuera de la torre principal de salvavidas, la cual
extrañamente no se usa como una torre por su antigüedad.
Sin embargo, sigue firmemente plantada en Laguna porque es icónica.
Por lo menos eso es lo que Cam me ha dicho.
Desde lejos, lo veo estirarse y moverse. Siempre fascinada por las líneas
de su cuerpo, sus bajadas y hundimientos, me pregunto si me quedo congelada
aquí mismo, cuanto tiempo puedo mirarlo antes de que vea hacia mi dirección.
En cuestión de segundos, se vuelve hacía mí con una sonrisa tan amplia,
brillante y genuina que quiero besarlo fuerte. Quiero correr mis manos a través
del desorden de su cabello y alisar sus cejas con la punta de mis dedos, y trazar
las curvas de sus orejas con mi lengua. Quiero comerlo como a la manzana más
jugosa y dejar que gotee por mi mano, mi muñeca, mi brazo, y luego lamerlo
todo.
En cambio, Megan con una B es todo lo que puedo ver, la imagen de la
noche en el club cuando lo lamió entero, y todo lo que puedo reunir es el más
mínimo indicio de una sonrisa.
220
—Hola.
—Hola. —Me levanta y me da vueltas, ignorando o sin darse cuenta de mi
comportamiento distante.
—Te ves… genial —dice cuando me baja al suelo.
No respondo. En su lugar veo la canasta de picnic en mi mano que
empaqué, aunque honestamente, ni siquiera me importa si comemos.
—Nos conseguí una cabaña para la próxima hora —dice, señalando una
de las cinco cabañas.
La mano atenta en la parte baja de mi espalda mientras me quita la
canasta hace que mis rodillas se debiliten.
—Así que, está mañana tenía un niño cerca de mi torre que seguía
fingiendo ahogarse…
Contarnos sobre nuestros días es siempre algo que siempre espero, pero
en este momento todas las palabras parecen mezclarse. Paso a paso, lado a lado
en la arena, siento que podría reventar si no le pregunto sobre lo que vi.
Dentro de la cabaña hay un televisor, un sofá, un par de sillas y un mini
bar. Tengo que decir que es bastante agradable. Cam deja la canasta en la mesa
frente al sofá y se vuelve hacía mí con frunciendo el ceño.
—¿Estás enojada conmigo?
—¿Debería estarlo? —Presiono mis labios juntos y froto mi lengua en el
interior de mis dientes para mantener mi voz baja.
—Veamos, que yo sepa, nada ha pasado desde que te comí en el
desayuno —dice, tomando mis brazos con sus manos callosas y ásperas,
haciéndome estremecer.
La insinuación de una sonrisa en mis labios me enoja más. ¿Por qué
siempre me hace eso, me hace sonreír en cualquier situación, aun cuando no
quiero?
—¿Estás con la regla? —pregunta—. Porque si lo estas, podrías haberme
advertido. El SPM a veces convierte a las mujeres en otro ser. Mi hermana
siempre es una verdadera perra durante ese tiempo, así que sé cómo lidiar con
eso.
Mi boca se abre y las palabras salen volando.
221
—No, no estoy en mi período. ¿Pero sabías cómo lidiar con Vanessa
cuando ella estaba con la regla?
Parpadea un par de veces y luego creo que se da cuenta.
—Miraste la caja en la mesa de la cocina, ¿no?
Me encojo de hombros.
—Puede que sí.
Se ríe. En serio se ríe.
Quiero golpearlo. En cambio, retrocedo.
Cam me agarra y me abraza fuertemente.
—Vanessa me ha estado enviando juguetes sexuales desde que me mudé
aquí, como si fuera provocativo que me corteje.
—¿Y qué? ¿Te aferras a ellos?
Se ríe de nuevo.
—No, en el pasado, buscaba una chica y los usaba, ya sabes, como un
“vete a la mierda” a Vanessa. Pero esta vez, los iba a tirar hasta que Brooklyn
me detuvo. Quería que le gastara una broma a su amiga Sasha.
Todo mi cuerpo se relaja.
—Oh. —Es todo lo que puedo decir.
Esa risa se apodera del pequeño espacio y me jala hacia su cuerpo.
—¿Estás celosa?
Me alejo.
—No, ¿Debería estarlo?
Decidido, me empuja hacia atrás.
—No, solo te deseo a ti —susurra en mi oído mientras lo lame―. Ni
siquiera la voy a ver esta semana ya que mi hermana no puede soportarla. Pero
incluso si lo hago, no tienes nada de qué preocuparte.
La confesión de Cam me llena y me siento estúpida por estar celosa de
una mujer que lo lastimó tanto. 222
—Lo siento —ofrezco—, no debería haber reaccionado así.
Sus labios encuentran los míos.
—Nena, el verde te sienta bien, pero si te sientes culpable, creo que
puedo encontrar una buena manera de compensarme.
Muriendo por escuchar esto, me recuesto.
—¿Y que sería eso?
Me guiña un ojo.
—¿Qué tal si hablamos de eso después del almuerzo? —Y luego abre la
cesta de picnic.
Una vez que la comida es acomodada, nos sentamos uno junto al otro en
el sofá y comenzamos a comer. Desenvuelvo mi sándwich y agito un pequeño
paquete de mostaza sobre él. Cam me mira con gran interés. Le sonrío y se lame
los labios antes de comenzar a masticar su sándwich. Le doy un sorbo a mi
agua. Trago. Le da un mordisco a una papa frita y hace una mueca. Eso rompe
nuestro cómodo silencio.
—Saben a cartón —dice.
—Lo sé. Pero era eso o la ensalada de col rizada.
Se estremece y toma otro bocado.
—Me quedaré con el cartón.
Después de eso, las cosas vuelven a la normalidad entre nosotros y le
cuento sobre mi mañana. Un pequeño desvío, pero estamos de vuelta en el
camino.
Terminamos nuestra comida y Cam agarra el libro.
—Hora del club de lectura. —Sonríe y se estira sobre el cojín que no es
exactamente tan suave como un sofá, pero mejor que la arena en la que yacimos
la semana pasada cuando lo hicimos. Nos está tomando un tiempo terminar
este libro porque nos distraemos.
Me aprieto entre él y la parte posterior de los muebles al aire libre y
descanso mi barbilla en su pecho desnudo.
Incapaz de detenerme, mi mirada baja a su cuerpo. A sus abdominales,
que son parejos y tan marcados, tengo que trazar las hendiduras con un dedo.
223
Sus piernas son músculos sólidos, y empujo una de mis piernas entre las suyas
solo para sentir su fuerza contra mí.
Mis ojos se levantan hacia su pezón justo a mi lado y pienso en lo mucho
que le gusta cuando lo muerdo allí, luego en su cuello moreno, grueso y fuerte,
su manzana de Adán sexy mientras habla con esa voz profunda.
—Makayla. —Me da una palmada en el culo.
Me encuentro con su mirada gris.
—¿Estás lista? —Se ríe como si supiera exactamente lo que estoy
pensando.
—Lista. —Le sonrío y cierro los ojos.
Con su brazo estirado y el libro sobre nuestros cuerpos, esa voz de
caramelo es clara y fuerte.
—“Era pleno verano. La mitad del camino. Summer estaba en el centro de
su cama, mirando a los dos hombres. Conocía sus cuerpos tan bien como
conocía el suyo propio. Gabe era más alto que Owen y tenía tinta en su piel
pálida, mientras que Owen estaba bronceado y no tenía ninguno. Gabe había
llegado a Summer con anillos de pezón, y su reciente regalo de un piercing en
su pene le traía un placer infinito”. —Cam hace una pausa.
Pasando mi mano en su cálido pecho, lo miro.
—Todavía sigues pensando en eso, ¿verdad?
Se mueve un poco, haciendo que mi cuerpo cubra más el suyo.
—Ese piercing. Simplemente no puedo ni pensarlo. Tiene que doler como
un hijo de puta.
No puedo dejar de tocarlo, rodeando con mis dedos sus pezones.
—Él lo hizo por ella. Para su placer. Creo que es romántico.
Su cabeza se inclina hacia abajo.
—No lo sé. Las flores serían igual de románticas y mucho menos
dolorosas.
Le aprieto el pezón con fuerza.
—Solo sigue leyendo.
224
—Ouch —dice—. Haz eso de nuevo. Puedo soportar el dolor en nombre
del romance.
Esa risa envía escalofríos por mi cuerpo.
—Sigue leyendo, Romeo.
—Bien, bien. “Summer miró a Gabe y a Owen con gratitud. Conocían su
cuerpo tan bien como ella conocía el de ellos. Sabían lo que le gustaba y lo que
no. Cómo complacerla. Summer se incorporó sobre sus codos para ver los dos
pares de ojos fijos en ella. Dos hombres lamiendo su coño, acariciándola,
follándola con sus dedos, llevándola al borde del placer puro y sin diluir.
Abruptamente, Gabe detuvo sus atenciones y le dijo que se sentara. Toleró la
orden solo porque sabía que el olvido pronto sería suyo”. —Cam se detiene y
pasa su mano por mi cola de caballo.
Me vuelvo más caliente ante su caricia.
Con sus ojos clavados en los míos, dice:
―Gabe es obviamente el alfa, entonces ¿por qué continúa compartiéndola
con Owen? ¿Por qué no deshacerse de él?
El sudor nos calienta y prácticamente fusiona nuestros cuerpos. Con el
aire entre nosotros prácticamente crepitando, le respondo.
—Porque Owen le da a ella lo que Gabe no: Ternura.
Sus fuertes hombros, sus bíceps musculosos, sus duros y marcados
abdominales son, de repente, todo lo que puedo ver mientras sacude la cabeza
con incredulidad.
—¿Por qué un hombre no puede ser suficiente?
Veo un chorrito de sudor correr por sus abdominales marcados.
—Creo que, para la mayoría, uno lo es —digo, y me pregunto si está
pensando por qué Vanessa lo engañó.
Cam tira de mi coleta un poco con fuerza.
—¿Crees que tengo un poco de Gabe y un poco de Owen en mí?
Miro su mirada ardiente y necesitada.
—Sí, creo que sí, y eres más que suficiente para mí —le aseguro.
Inflando su pecho, se ríe.
225
—Eso sonó mucho como si estuviera sonsacando. Por favor, olvídate de
que incluso te lo pregunté.
Las puntas de mis dedos se arrastran por la parte superior de su muslo, y
me inclino para besar su pecho.
—No lo haré. Me gusta la idea de ser un poco buena y un poco mala.
Sacude la cabeza.
—Tú, Makayla Alexander, nunca dejas de sorprenderme con lo que dices.
Una pequeña lamida alrededor de su pezón hace que los míos se empujen
contra el algodón de mi vestido.
—Bueno. Entonces sé que siempre puedo mantenerte adivinando.
Con una sonrisa, Cam asienta su mirada en el libro.
—“Summer se movió hacia un lado de la cama y colocó ambos pies sobre
el piso. Gabe había gastado su control efímero y pasó una mano por su muslo
para deslizar un dedo sobre su coño mojado. Su cuerpo reaccionó con el menor
escalofrío y sonrió maliciosamente.
»Owen se deslizó detrás de ella, sentándose a horcajadas sobre su
espalda y tirando de ella para descansar contra ese pecho. Siempre era el dulce,
el gentil. Gabe se instaló entre las piernas de Summer y puso sus manos
bruscamente en sus caderas. El corazón de Summer latía con fuerza mientras
Owen le abrazaba las costillas justo debajo de sus pechos. Gabe se puso de pie y
agarró su polla en la base, guiándola hacia su abertura y empujando dentro de
ella. Con un rápido empuje, empujó dentro de ella hasta la empuñadura. El
piercing de metal provocando una sensación de placer que repercute a través
de ella”.
Ninguno de nosotros comenta, ambos extasiados por las actividades de
estos tres.
—“Con Owen detrás de ella, Gabe la folló lentamente por unos pocos
empujes, luego enganchó sus manos debajo de sus rodillas, doblándolas,
empujándola más fuerte contra Owen y profundizando el ángulo. Summer gritó
mientras él bombeaba dentro de ella y luego se detuvo, dando justo el tiempo
suficiente para que Owen la levantara y la bajara. Su cuerpo se movió para
poder entrar por detrás, y juntos los tres se balancearon. Piel abofeteada y
chupada. Alguien gimió. Otro gemido. El placer golpeó tan ferozmente que los
dejó sin aliento a los tres. Owen fue el primero en venirse. El calor resbaladizo
226
brotó de detrás de Summer. Gabe empujó dentro de ella una vez más con un
grito, y luego él también se corrió. Summer había empezado a correrse hace
mucho tiempo, y ahora se había perdido en las profundidades del olvido”. —
Cam cierra el libro y me pone completamente encima de él.
Lo miro desde debajo de mis pestañas.
Sus ojos se posan en mí.
Con la sensación de su erección caliente y tensa contra mi vientre, clavo
mi barbilla bruscamente en su pecho y lo miro, retorciéndome un poco.
—Oye, grandulón, ¿te excitaron un poco allí?
Bruscamente, Cam se sienta, y me arrastra para sentarme a su lado.
—Nunca te compartiría con otro hombre.
—Yo... yo nunca querría eso.
Parándose, me pone de pie.
—Bueno. Entonces sí, estoy realmente excitado y solo tengo veinte
minutos antes de tener que volver al trabajo. Ven conmigo.
Arrastrándome detrás de él, me resulta difícil seguirle el ritmo a medida
que mis chanclas se quedan atoradas en la arena.
No tengo idea de a dónde vamos.
Pero en realidad, no es como si no lo seguiría a cualquier parte.
Cualquier parte.

227
20

Traducido por Brisamar58

Corregido por Kish&Lim

P 228
lanificar para tener sexo en la playa elimina toda la espontaneidad
de la diversión.
Es por eso que Makayla y yo todavía tenemos que hacerlo.
Además, las patrullas en la playa por la noche disuaden a los criminales y ya
que soy parte de esas patrullas, ser atrapado me significaría un montón de
abucheos.
Sin embargo, hay un lugar que cumpliría el número tres de la lista de
Makayla y permitiría aliviar nuestras necesidades sexuales extremas. Además,
esperar hasta después del trabajo para entrar en ella sería una lástima después
de la escena que acabo de leer.
La torre se parece más a algo que perteneciera a un castillo medieval que
a una ciudad de playa del Condado de Orange. En un lugar que valora lo más
nuevo y lo último, la torre de salvavidas permanece en pie porque es icónica.
Inspirador, dicen. Representa el crecimiento de la ciudad y la necesidad
de expandir la fuerza de salvavidas. Representa cambio. Lo que de hecho
significa es que alguien pagó una mierda de dinero para mantenerlo aquí.
El edificio hexagonal permanece sin usar y cerrado. Por suerte para mí,
tengo una llave. Con gente, bancos, redes de voleibol y la bandera de los
Estados Unidos muy cerca, me apresuro a pasar junto a ellos y abrir la puerta,
metiendo discretamente a Makayla dentro y cerrando la puerta antes de que
nadie se dé cuenta.
He estado aquí varias veces, no para follar, sino para asegurarme de que
nadie haya entrado. A la gente le gusta quitar la cerradura y entrar por un
rapidito. Este es uno de esos lugares que le hicieron que nombren a Laguna
como mejor lugar para tener sexo en la playa. La torre, junto con Shaws Cove,
Moss Point y la Cueva de los Mil Pasos, es una excelente propiedad para
aquellos que prefieren escalar faldas para coleccionar conchas marinas.
En el interior hay un escritorio viejo, desgastado por años de uso, y nada
más. El espacio fue despojado de todos los suministros de salvavidas hace años.
Está caliente y mohoso, pero funcional, no obstante.
Las ventanas de abajo están tan sucias, nadie puede ver el interior, pero
arriba, en la torre, el sol brilla a través de ellas, audaces y brillantes.
Makayla me está dando la espalda.
—Este es el último elemento de tu lista, Makayla —digo.
—Lo es. —Se ríe y continúa recitando la lista:
229
1. Usar un bikini ✓

2. Tener relaciones sexuales con alguien que no conoces ✓


3. Follar en la playa: ¡se llevará a cabo pronto!

4. Unirse al Club de las Alturas ✓


5. Emborracharse y dejar que otra persona se preocupe por cómo vas a
llegar a casa ✓
6. Dale a un chico la mejor mamada de toda su vida y asegúrate de que lo
sepa ✓

7. Conseguir un vibrador ✓
8. No planificar tu día por los próximos treinta días

9. Tomar una selfi desnuda ✓

10. Leer una novela romántica erótica en público ✓


También me rio. Creo que también sé cada artículo de memoria. Estoy
feliz por ella No es que crea que la cambie en lo más mínimo, pero una vez más,
me gusta quién es y cómo es. Pero le hace sentir que ha logrado algo, y lo
entiendo.
Se da la vuelta.
—¿Es seguro aquí?
Jugando con ella, permito que mi mirada recorra en círculo el área llena
de nada más que paredes, y me rio.
—No creo que haya zombis escondidos en ninguna parte, a menos que
hayamos entrado en un apocalipsis en los últimos treinta minutos que
desconozco.
—No, ¿me refiero a limpio? ¿Libre de gérmenes?
Acechándola estilo zombi, la agarro y finjo morder su cuello, luego le
susurro al oído,
—Sé a qué te refieres, Makayla. No te preocupes, cariño, te inclinaré
230
sobre el escritorio para que no tengas que preocuparte por la suciedad en el
piso.
Echa la cabeza hacia atrás.
—Para con la basura de Walking Dead. Es espeluznante.
Me apoyo contra su cuerpo y la muevo hacia atrás.
—No hasta que logre que lo veas con Maggie y conmigo.
—Nunca —gime.
La tengo contra el viejo escritorio.
—Nunca digas nunca.
Sus manos se anclan y se inclina hacia atrás.
Tiro hacia abajo su top para exponer esos pechos, sabía que estarían
desnudos. El sudor es cálido en sus pechos, delicioso, y luego mis palmas viajan
por sus largas y suaves piernas, trayendo su vestido conmigo.
Algo extraño está sucediendo entre nosotros. No puedo dejar de tocarla,
sin importar dónde estemos. Casi había olvidado lo que era sentirse de esta
manera. Contento.
—Estás sonriendo. —Makayla me mira por debajo de los ojos
entornados—. ¿Quieres dejarme entrar?
—Una doble cartelera de los Yankees, March Madness, tiempo extra
durante las finales de hockey Frozen Four, los Jets ganan el Super Bowl.
Makayla mece sus caderas ligeramente.
—¿Eh?
—Cosas que me hacen feliz. —Sonrío mientras reflexiona sobre mi
comentario loco y choco mi boca con la de ella—. Tú —agrego.
Los dientes se estrellan y mientras nuestros cuerpos se amoldan el uno
con el otro, llevo el beso hasta el final. Profundo. Tan profundo, que mi cabeza
gira con el sabor de ella.
Todo acerca de nosotros es manos y bocas.
Mis manos están sobre sus pechos, tomándolos, acariciándolos, jugando
231
con pequeños puñados. Cuando gime, encuentro sus pezones, que ya están
duros para mí, y los muevo rudamente entre el pulgar y el índice.
Su boca está en mi garganta y su mordedura de respuesta es un poco
dura. No puedo sino sisear. No parece importarle el sonido y lame la
mordedura. No me importaría si lo hiciera de nuevo.
Riendo, la miro fijamente.
—Las mordeduras de zombis no me asustan.
Está respirando con dificultad.
—Te deseo.
La arrastro y le doy la vuelta.
—Me tienes, nena, me tienes.
Un sonido vertiginoso, parecido a un jadeo escapa de su garganta.
—Espera —digo.
Se agarra al borde del escritorio, que está a solo unas seis pulgadas de la
pared, justo lo suficiente para que se sujete.
Detrás de ella, levanto su vestido de nuevo y miro la tanga de leopardo
que lleva puesta, la que le compré como una broma cuando compré los
condones.
Condones
Oh, mierda.
No tengo billetera, lo que significa que no tengo condones.
—Lo usaste —gruño en su oído, pasando mis dedos por la delgada tira a
lo largo del pliegue de su culo.
Empuja su culo hacia mí.
—Creo que es sexy.
Mi dedo rodea esa zona prohibida.
—Lo es. Algún día, quiero esto —le digo.
Su cola de caballo se balancea y gira la cabeza para mirarme con esos
232
ojos de fóllame que hacen que mi polla se sienta como una barra de acero.
—Tal vez —susurra—. Tal vez algún día.
Mierda. Eso no fue un no.
—Puedo vivir con eso —digo—. Solo quiero un pedazo de ti que nadie
haya tenido antes.
Ese sonrojo que consigue de vez en cuando le pinta la cara.
—Tenemos un pequeño problema —admito, deslizando su tanga hacia
abajo y moviendo los dedos a lo largo de su coño liso, en realidad húmedo,
realmente listo para mí.
—¿Qué? —dice sin aliento, empujando su sexo en mi palma.
—Voy a hacer que te corras, pero eso es todo lo que podemos hacer por
ahora.
—¿Qué? —repite.
Deslizo un dedo dentro de ella.
—No tengo condones.
—Fóllame sin uno. Ambos nos hemos hecho pruebas. Estoy limpia. Estás
limpio. Estoy tomando la píldora.
Agrego otro dedo y los muevo hacia arriba y abajo.
—¿Estás segura?
—Sí —grita—. Solo hazlo ahora.
Un rugido repentino de fuego se extiende desde mis pies descalzos,
recorriendo todo mi cuerpo ante la idea de ir sin nada dentro de ella. Dentro del
dulce y pequeño coño de Makayla.
—Cam —incita.
Dándole una última follada con el dedo, retiro las manos y bajo mi
bañador. Luego separo sus piernas y con la polla en mi mano, encuentro su
entrada resbaladiza y me hundo dentro de ella. Oh, mierda, su coño es tan
cálido, tan apretado, y siento que podría vivir en ella así para siempre.
—Te sientes increíble —gruño mientras empujo.
233
Se mueve contra mis embestidas.
—Tú también.
Mi barbilla se presiona contra su hombro y mi boca acaricia debajo de su
oreja.
—Makayla.
Inclinando la cabeza hacia un lado, me permite un acceso completo a su
cuello.
—Makayla —murmuro contra su suave carne.
—Cam —gime como contestación.
Mis manos viajan desde sus caderas hasta su clítoris, y presiono mis
dedos hacia ella, aplicando presión.
—No voy a durar mucho.
—Yo tampoco —grita.
—Mierda. —Tomo mis manos y las pongo sobre sus caderas para poder
bombear más fuerte, más rápido.
—Mierda —grita, y eso solo me estimula. La niña buena tiene una boca
sucia cuando está excitada. Mierda, me encanta.
—Córrete para mí, Makayla —ordeno, mi voz ronca por la necesidad—.
Córrete alrededor de mi polla. Necesito sentirlo.
Esa dura demanda debe desencadenar su liberación porque grita mi
nombre una y otra vez.
Mis manos acarician la curva de su culo y mis dedos se clavan en sus
caderas mientras su coño se aprieta alrededor de mi polla. La sensación es
diferente a cualquier cosa que haya sentido antes y juro que mis ojos se vuelven
hacia la parte posterior de mi cabeza.
—Cristo, eres ardiente —murmuro—. Como el maldito sol.
Escucho voces desde afuera de la puerta, y luego el pomo de la puerta se
agita.
Duro y rápido me muevo. Mis dientes rozan su cuello, y amortiguo mi
protesta contra su suave carne. Mi polla se mueve dentro de ella y empujo una
vez más, lo suficientemente fuerte como para empujar el escritorio hacia
adelante.
234
Las voces desaparecen, pero no estoy seguro si la gente se fue cuando
salgo de esta tierra y me lanzo al clímax.
Makayla golpea su cabeza contra la pared de cemento.
—¿Estás bien? —pregunto, apretando mis manos suavemente contra sus
costados.
Comienza a reír.
—Estoy viendo estrellas.
A la mayoría de las personas no les gusta reír durante el sexo, pero
Makayla y yo parecemos deleitarnos con eso. Salgo de ella, deslizo sus bragas
por sus caderas delgadas.
—Ese fui yo, bebé. Todo yo.
Ella se da la vuelta y alisa su vestido, luego pasa una mano por mi pecho.
—Cuando estás dentro de mí, veo algo más que estrellas, veo planetas,
cometas y la luna.
Las voces han vuelto y no estoy seguro si es la patrulla de la playa o los
bañistas, así que coloco un dedo sobre sus labios para permanecer en silencio.
Todavía riendo, muerde mi dedo.
Negando con la cabeza hacia ella, aparto mi mano para atar la tira que
sostiene mis bañadores. Cuando termino, me inclino para morder su labio y
pienso… yo también, cariño
Yo también.

235
21

Traducido por Nix

Corregido por Bella’

N 236
o te preocupes, todo va a ser maravilloso y sorprendente.
No son mis palabras, de verdad, no lo son. Algo como
eso nunca saldría de mi boca. Es el lema del restaurante de
alimentos naturales que Maggie insistió en probar para
almorzar.
Con Cam en Nueva York, he tenido mucho más tiempo en mis manos y
Maggie se lo ha estado comiendo. Literalmente. Un restaurante vegetariano tras
otro.
Empujo mi cuchara a través de mi tazón de acai, que según el menú está
hecho con amor. De verdad no debería ser tan malo. Por otra parte, no pedí
semillas de chía, ni alimentos verdes en polvo, ni espinacas, ni nada de lo que
nunca hubiera oído hablar. Eso me deja con un tazón de bayas y yogurt. Y qué
tan malo podría ser eso, ¿verdad? De nuevo, está hecho con amor.
Maggie me da una pequeña sonrisa mientras deja su hierba de trigo y
toma su jugo de sandía.
—Deberías probar esto; en serio está bueno.
Fingiendo náuseas, sacudo la cabeza.
—Lo probé en el café donde cenamos la otra noche. No, gracias.
Toda esta alimentación saludable me va a ayudar a perder algo de peso.
No por los elementos nutricionales, sino porque simplemente estoy comiendo
menos. Honestamente, me está tomando un poco acostumbrarme a la comida
aquí en Laguna.
Entrecierro los ojos y miro a través de la mesa. Mis lentes de contacto
están sucios y deben cambiarse.
Aun así, no se necesita una visión clara para ver que algo no está bien.
Maggie no es su ser normal. Si bien cuando nos sentamos por primera vez,
pensé que podría haber sido yo, ahora creo que se ve triste. No había
considerado esa opción hasta ahora.
En su camiseta sin mangas blanca, Maggie no tiene ningún reparo en la
posibilidad de que gotee jugo rosado por su ella mientras sorbe la pajita extra
ancha. Observo mientras baja la taza y luego empuja su hamburguesa de frijoles
negros en su plato. Ni siquiera ha tomado un bocado. Ahora eso es muy
diferente en ella.
—¿Qué sucede? —pregunto, metiendo una cucharada de yogurt a mi
boca.
237
Me da un pequeño encogimiento de hombros.
—Le dije a Derek que habíamos terminado anoche.
No estoy segura si estoy en impactada o simplemente sorprendida,
rápidamente trago mi comida.
—Oh, Maggie, pensé que las cosas iban tan bien. ¿Qué pasó?
Mira fijamente su plato.
—Lo estaban. Tan bien que, lo creas o no, le dije que pensaba que
deberíamos ser exclusivos. —Hace una pausa y se ríe—. Y me dijo que le
gustaban las cosas tal como eran, sin etiqueta. En otras palabras, él quería
seguir solamente follando.
Su voz se rompe, y sé que la abrazadora necesita un abrazo.
Levantándome, me siento a su lado y la rodeo con mis brazos.
—Lo siento. Eso de hecho apesta, pero al menos fue honesto.
Apretándome, toma una respiración profunda.
—Sí. Pude haber seguido viéndolo, pero ya no me parecía bien. Estoy
cansada de dormir con hombres que están durmiendo con otras mujeres.
Tomando asiento, miro hacia ella a través de la mesa.
—Espera, Mags, no quiero arruinar tu fiesta de compasión, ¿pero eso no
es lo que haces todo el tiempo? ¿Duermes con otros hombres cuando ves a
otros? Esa es la definición de no ponerle una etiqueta, ¿verdad?
Ella lanza un profundo suspiro.
—Sí, lo sé, pero estoy tan cansada de eso. Ya no quiero hacerlo. Solo
quiero conocer a un buen chico, pasar el rato y divertirme. Ya sabes, como tú y
Cam.
Sonrío por eso.
—Puedes, Maggie. Hay chicos encima de ti todo el día. Tienes que
encontrar a alguien que sea un partido para ti.
—Sí, lo sé. Es mucho más fácil decirlo que hacerlo.
—Eso es muy cierto.
238
Se ríe.
—¿Qué?
—Mírate, dándome consejos de relaciones.
Pincho una baya de mi tazón y la tiro a mi boca.
—Bueno, oficialmente soy una estirada ahora que he terminado la lista.
Una servilleta vuela sobre la mesa hacia mí.
—Makayla, nunca fuiste estirada; es solo como te viste a ti misma por
Sebastian.
Podría discutir, pero quizás ella tenga razón. Estar con Cam me ha
permitido ser más divertida, ser más libre, y tal vez, solo tal vez, ser yo misma.
Finalmente, Maggie toma un bocado de su hamburguesa de frijoles
negros frita empujada alrededor de su plato.
—Mmmm… esto es tan bueno. Tienes que probarla —dice.
La tristeza por las rupturas dura poco en lo que respecta a Maggie y creo
que mi trabajo ya está hecho.
—No, estoy llena —le digo, y hago mi comida a un lado. Eso no era yogur,
por cierto—. Tengo que recoger a Cam en el aeropuerto.
Levantando su servilleta, la tira en su plato.
—Oh, está bien, casi olvido que regresa hoy a casa hoy. —Me señala—.
Debería haberlo sabido, teniendo en cuenta que el vestido tiene un factor
candente de alrededor de quince en una escala del uno al diez.
—Es viejo. —Me rio.
—¡Mentirosa! Es nuevo. Sé que mi madre te lo dejó el otro día cuando
pasó por aquí y no estabas. Te queda realmente bien, por cierto.
Empujo mi cabello detrás de mi oreja.
—Sí, entonces tal vez sea un Simon Warren y sea nuevo. Estoy en serio
emocionada de verlo y quiero lucir bien para él —admito.
Mientras estuvo fuera, no hablamos mucho por teléfono. Él ha estado
ocupado con su hermana y su madre. Sin embargo, envió algunos mensajes
sucios y algunos dulces. Y como pensé, lo he echado de menos.
Maggie de repente da una palmada.
239
—Oh, Dios mío, este es el momento perfecto. Brooklyn me pidió que le
cocinara un poco de curry y ustedes también pueden venir. Incluso invitaré a
otras personas. Será como una cena.
De acuerdo, nada de eso suena apetitoso, desde Maggie cocinando hasta
el curry.
—Espera, Maggie, retrocede. ¿Por qué vas a cocinar para Brooklyn? —La
miro sospechosamente.
Su mirada vaga como si buscara algo, pero luego me mira.
—Nada de eso. Sabes que solo somos amigos. Es guapo, pero un poco
demasiado joven y demasiado asertivo para mí.
Tengo que reír. Definitivamente le gusta mandar en la casa, por así
decirlo, y Brooklyn parece tener algunas tendencias alfa. Además, ella siempre
va por los sencillos. Siempre.
—Y él no me pidió que cocinara para él —continúa—. Estábamos
caminando por el centro de comando juntos el otro día, y vio a alguien
comiendo garbanzos al curry en la sala de descanso del restaurante indio en el
camino y me preguntó a qué sabía. No podía creer que nunca lo hubiera
intentado, así que le dije que lo haría para él.
—Pero no cocinas.
—Sabes —dice, con la taza en la mano y su mirada en la tienda en el
restaurante—, apuesto a que puedo encontrar todo lo que necesito aquí. Si no,
ya terminé de trabajar de todos modos, así que tengo tiempo de ir al mercado
indio.
Tan determinada como es, no hay forma de hablar con ella, así que
poniéndome de pie para irme, solo le sigo la corriente.
—Genial —digo, tomando mi liderazgo del logo en el menú—. Estaremos
ahí.
Tomando un último sorbo de su pajita, prácticamente ahoga su risa.
—Vete —se burla y ríe aún más fuerte.
Libre de ser estirada ahora, hago el signo de la paz mientras me dirijo
hacia la puerta.
—Esos son cuernos de rock —grita.
240
Oh, está bien, entonces necesito estudiar un poco más el dialecto hippie.
Aun así creo que soy un gatito genial.
¿O es gato?
Sí, es gato.
Soy un gato genial.
Correcto.
22

Traducido por VckyFer y Genevieve

Corregido por Bella’

E 241
l aeropuerto del Condado Orange está volviéndose demasiado
familiar.
El viaje en avión de regreso no era nada como en el
último, y el recuerdo de casi unirme al Club de las Altura solo
agranda el deseo de ver a Makayla. Laguna Beach y ella de alguna manera se
han asentado en mi corazón. Cada vez que regreso a Nueva York, siento menos
y menos que es mi hogar y más y más como que este lugar lo es.
Pasando la estatua de John Wayne, miro alrededor. Y alrededor. Y
alrededor. No está Makayla por ninguna parte. Este lugar no es tan grande
como LaGuardia, pero es lo suficientemente grande como para atraer una gran
multitud. Las familias están esperando su momento de abordaje. Un hombre en
traje de negocios está revisando su BlackBerry. Viejas señoras con sus bolsas
naranjas y camisetas de palmas están abrazando a sus nietos para despedirse.
Pero ninguno de ellos es Makayla.
Finalmente, atrapo un vistazo de su sonrisa y su largo cabello castaño
viniendo sobre la cima de las escaleras y se ve más sexy que nunca en un corto
vestido morado. No lo había visto antes. No tiene mangas y tiene cortes a los
lados. Ya estoy imaginado arrastrar mi lengua a través de las costuras y comer a
través de este hasta llegar a su dulce coño.
Me detengo justo donde estoy, intentando atrapar mi respiración como el
cobarde que soy. Justo cuando estoy por decir que se joda todo y vaya por ella
como lo hacen en las películas, ella camina adelante hacia mí. Está cerca de mí
antes de que me pueda mover en su dirección.
Atrapándola mientras se cuelga de mis brazos, la giro, justo como cada
feliz y dulce pareja que está en las películas. Mierda, estoy viendo demasiadas
comedias románticas. Es hora de un poco de miedo y gore.
Amando su olor y cómo se siente en mis brazos, entierro mi rostro en su
cuello y respiro. La aprieto con fuerza y ella me aprieta de regreso con la misma
fuerza.
Después de unos momentos me aparto para verla. Solo ha sido una
semana, pero al mismo tiempo ha sido demasiado. Tengo un collar de flores
alrededor de mi cuello que he traído de la tienda de regalos de LaGuardia. Es
para esas personas que desearon ir a Hawái pero terminaron en Nueva York,
supongo. ¿Ridículo, cierto? ¿Quién compraría algo como eso? Sin embargo me
encuentro a mí mismo haciendo justo eso. Lo quito de mi cuello y lo envuelvo
alrededor del de ella.
—Para ti —digo.
242
Ella mira hacia abajo hacia mí con una sonrisa.
—¿Esta es tu forma de decirme que quieres acostarte?
Habiendo extrañado su sentido del humor y descaro, la jalo hacia a mí de
nuevo, girándola una vez más solo porque quiero. Mientras lo hago, susurro en
su oído:
—Ese es el plan
Susurra de regreso:
—No puedo esperar.
Cuando la bajo de nuevo, la beso, primero suavemente, luego con mucha
más fuerza. Labios. Dientes. Lenguas. Manos. Cuerpos apretándose. Ahora esta
es una escena de una película.
—Maldición, te extrañé —le digo.
—También te extrañé. ¿Cómo estuvo Nueva York?
—Mucho drama familiar y mierdas, pero fue bueno pasar tiempo con mi
hermana.
Me inclino hacia adelante para besarla de nuevo, pero me detiene a una
distancia de un brazo, casi estudiándome.
—¿Quieres hablar sobre ello?
Tomo su mano y me dirijo para reclamar el equipaje. Dado al largo de mi
estadía, tuve que registrar una maleta. Odio tener que hacer eso.
—No especialmente.
—¿Lo harías? —pregunta.
La suelto primero y continuó.
—Las mejores noticias es que no hubo discusiones con mi viejo. Mantuve
mi distancia y él mantuvo la suya. Mi hermana estaba algo sospechosa y
comenzó a hacer muchas preguntas. Excepto por el funeral de Brandon, no
habíamos estado juntos desde que me enteré que él estaba follando a mi novia.
Makayla se estremece.
243
Tomando su mano hacia mi boca, la beso.
—Exnovia —aclaro—. Pero sí hablé con él a solas.
Ella da un paso fuera de la escalera y me espera.
—Fui a verlo por mi fideicomiso, le dije que lo quería formado para mí.
Créelo o no, él lo hizo… sin discusiones, no hizo preguntas acerca de lo que
tengo planeado con ello.
Ya le he dicho a ella del dinero. Como los padres de mi padre le dejaron a
cada uno de los tres niños una cantidad decente de dinero con una condición:
que lo usemos para invertirlo. Para hacer dinero. No para gastar en un estilo de
vida de mierda. Mi padre ha estado manejando nuestras cuentas. Lo que pasó
con el de Brandon, no tengo idea. De cualquier forma, él lo regresó. Tengo que
decirlo, estaba sorprendido.
Caminamos hacia la banda asignada de equipajes y cuando llegamos allí,
me giro para verla a ella.
—Maldita sea, Makayla, te extrañé tanto. Todo lo que quería hacer era
masturbarme con una foto desnuda tuya, pero de alguna forma me contuve.
Alza una ceja.
—¿Por qué?
Alzo una de regreso.
—Simplemente sabía que la cosa real sería mucho mejor.
Arroja sus brazos alrededor de mi cuello y susurra en mi oído:
—Me hice venir cada noche pensando en ti.
Cada músculo en mi cuerpo se tensa.
—¡No… no lo hiciste! ¿Compraste un vibrador nuevo?
—No. —Se ríe—. Solo usé mis dedos.
—Maldición —digo—. Cristo, eso es tan jodidamente ardiente. Quiero
verlo.
Presiona ese pequeño y caliente cuerpo contra el mío y respira en mi
oído:
—Llévame a casa rápido y mientras te masturbas enfrente de lo real, 244
quizás te enseñe cómo es que lo hice sin mi vibrador.
Santa jodida mierda. Busco mi banda. No puedo tomar mi maleta lo
suficientemente rápido.
Tomar el elevador hacia el garaje parece tomar millones de años. Mi polla
está dura como el acero y más que lista para irse. Una semana de celibato
después de un mes de sexo sin parar me tiene deseando contratar un
helicóptero para que nos lleve a Laguna de Santa Ana, o por lo menos, que
contrate un chofer.
Su brillante Jeep azul está estacionado en medio del garaje, rodeado de
docenas de autos. Tan pronto como llego al asiento del conductor, no es el auto
que enciendo, sino a ella.
Con la incontrolable necesidad de sentir su coño, me inclino hacia ella
para besarla. No es intencional, pero todo está acelerado, ni puedo parar la
reacción reflejo de correr mi mano por su muslo. Más arriba. Mucho más arriba.
Amo jodidamente que ella esté en un vestido.
Es fácil meter mis dedos en sus bragas.
Tan pronto como toco su piel, estoy perdido. Froto hacia abajo al centro
de su humedad. Solo una vez, me digo.
Makayla hace un sonido.
Y con ese sonido rodeando con mi respiración, no tengo otra opción más
que introducir mi dedo en ella.
—Tan hermosa, no puedo esperar estar aquí adentro —susurro en su
oído.
—Cam —dice, retorciéndose.
Removiendo mi dedo, dejo mi cuerpo de regreso en mi asiento pero dejo
mi mano justo donde pertenece.
—Nadie va a saber, nena. Solo siéntate y haz como si estamos teniendo
una conversación.
—No lo sé. No creo que pueda.
Froto en círculos sobre su clítoris con la huella de mi pulgar. Desearía
poner mi rostro en su regazo y comerla como si fuera mi última cena, atacar ese
vestido purpura y frotar mi cuerpo sobre este. Pronto, pienso. Pronto.
245
—Oh, Dios —gime.
—Eso es nena, solo háblame y deja a tu cuerpo irse.
Sus caderas comienzan a mecerse con el movimiento de mi mano.
Continúo.
El bulto en mis pantalones va a tener que esperar. No hay formar de
tratar con eso. De repente odio que le haya convencido de comprar un Jeep
abierto. Lo siento, amigo. Esto es acerca de justo aquí, justo ahora, y vas a tener
que esperar.
Abre sus piernas más ampliamente para mí.
Necesitando tener mis dedos buenos y húmedos, comienzo a follarla con
un dedo al principio. Luego otro, y finalmente un tercero.
Sus ojos brillan mientras la lujuria la invade.
Pronto, puedo sentir su coño apretando alrededor de mis dedos, y sé que
está a punto de quebrarse.
—Oh Cam, oh Dios, oh Dios —gime en el auto mientras se viene.
Listo para llevar esta pequeña bienvenida hacia adelante, me giro hacia
ella y lamo mis dedos.
—Ahora, voy a llevarnos a ambos a casa porque esto —apunto hacia
abajo—, necesita algo de atención.
Pasando sus manos por su rostro enrojecido y viéndose más que
satisfecha, me sonríe.
—Puedo encargarme de ti en nuestro camino a casa.
No piensen que la idea no ha cruzado mi mente.
—Bueno, si tú insistes —le digo con una sonrisa traviesa y planto un
beso en sus labios antes de sacar al Jeep en reversa.
Para el momento en el que llegamos a nuestra calle, me siento increíble.
Como en la cima del mundo y como si millones de dólares rodaran sobre mí. No,
me siento como un hombre que ha sido coronado rey de su propio reino.
En realidad, necesitaba eso.
246
Aunque la semana estuvo libre de drama, no estuve libre de estrés. Mi
hermana me hizo millones de preguntas, y odié no decirle la verdad, pero no
podía decirle sobre nuestro idiota padre, no ahora cuando estaba con la
resolución de nuestra madre. No la voy a dejar sin un padre a quien ir. Me niego
a eso.
La línea de autos tanto de mi entrada como la de la casa de Makayla es mi
primera pista de que hay una fiesta alrededor. Apunto hacia adelante.
—¿Qué está pasando?
Makayla comienza a reírse.
—Maggie rompió con Derek, y esta es su forma de pasar la relación.
—¿Con una fiesta? —pregunto, rascándome la cabeza.
—Bueno, me dijo que cocinaría comida india para Brooklyn e invitaría a
algunas personas.
—Algunas personas. —Me rio—. Eso podría ser toda la ciudad.
—Ya conoces a Maggie: hazlo bien o vete a casa.
Con una sonrisa, conduzco más allá de nuestras casas, doy la vuelta y
luego termino de estacionar al final de la calle. Quiero llevar a Makayla a la
cama lo antes posible. Al menos no tendré ni una erección de acero durante
toda la noche.
Dejando mis cosas en el auto, abro su puerta y robo un beso antes de
agarrar su mano.
—¿Acaso Maggie finalmente se hartó de que Derek follara con
cualquiera? —pregunto.
Su cabeza se gira hacia mí.
—¿Lo sabías?
La acerco más.
—No es seguro, pero todas las señales estaban allí. Por otra parte,
parecía genial con una relación sin ataduras. Es por eso que no dije nada.
La acera brilla con motas de arena mientras la recorremos.

con él.
—Sí, bueno, ella estaba lista para ser exclusiva, y él no, así que rompió
247
—Bien por ella —le digo.
—Oh, mira. —Makayla señala el Mercedes convertible rojo en el camino
de entrada—. Katherine está aquí.
La madre de Maggie tiene que ser una de las mujeres más geniales que
conozco.
Makayla está emocionada y se precipita más allá de la puerta y hacia la
entrada abierta.
De la mano, nos abrimos camino entre la multitud. La música está
sonando. Todos con los que trabajamos Maggie y yo estamos aquí. Hay botellas
de cerveza en todas partes. También botellas de vino. Toda una fiesta de último
minuto.
—No veo a Maggie ni a Katherine —me dice Makayla justo cuando
entramos a la cocina y vemos a Brooklyn, con el cuaderno metido en el bolsillo
delantero como si pensara que podría escribir, con lo que tiene que ser otro
aspirante a MTV. Todos ellos parecen iguales. Puedes verlos a una milla de
distancia con sus sonrisas falsas y tetas falsas para que coincidan. Siempre
bronceadas, con ropa de diseñador, no los puedes ignorar. Y esta tampoco lo es,
incluso cuando se aleja.
Brooklyn tiene un cuenco con algo desagradable en su mano.
—¿Qué diablos es eso? —pregunto.
—Garbanzos al curry —responde con un bocado de papilla.
Y luego me golpea, el olor a curry a nuestro alrededor.
—Amigo, eso es desagradable.
—No, es realmente bueno. Ten, prueba —dice, empujando el cuenco en
mi dirección.
Lo empujo de regreso.
Brooklyn se lo ofrece a Makayla.
Ella se ve horrorizada.
—Ummm… no gracias.
Esa mirada me hace reír. 248
—¿Tampoco eres fanática?
—De ninguna manera. Solo el olor me saca de quicio.
—Creo que te amo —le digo, sin darme cuenta de lo que he dicho hasta
que Brooklyn prácticamente deja caer el cuenco en sus manos—. Quiero decir
porque eres muy parecida a mí —aclaro, aunque no sea cierto. La amo.
Makayla me mira.
La miro y no digo nada para suavizar la incomodidad que creé.
—¿Qué tal una bebida? —pregunta.
Yo, no sé qué carajo hacer, así que como un idiota, digo:
—Sí, suena bien.
—Idiota —murmura Brooklyn.
Makayla camina hacia la nevera, me arroja una cerveza y luego arroja
una para Brooklyn. Vertiendo un vaso de vino, mira por la ventana.
—Maldita sea, hermano, creo que me gusta más que a ti —dice Brooklyn,
colocando su tazón para abrir su botella. Al menos sabe cómo manejar una
situación incómoda—. Si la quieres, díselo así de verdad, no lo tomes a la ligera.
—¿Me estás dando consejos sobre relaciones?
—Sí, lo hago, amigo, porque lo necesitas.
Cuando miro hacia Makayla, está saliendo por la puerta.
La sigo.
—¿A dónde vas?
—Vi a Maggie y Katherine en tu cocina. Voy a descubrir qué está
pasando.
—Iré contigo. —Agarro su mano y tomo la iniciativa, usando el camino
para llegar allí, que no solo es más rápido que la playa sino también más
privado.
Aproximadamente a mitad de camino de la escalinata, me detengo y la
empujo contra la casa.
249
—Sé que nunca hablamos sobre lo que está pasando entre nosotros, y no
tengo idea de cómo te sientes conmigo, pero quise decir lo que dije. Sé que fingí
como si no lo hiciera, pero lo hago. Te amo, Makayla Alexander. Te amo. —
Agarro su cara entre mis manos—. Te amo.
Las lágrimas corren por su rostro y cuando no dice nada, empiezo a
pensar que no siente lo mismo por mí. Me quedo allí parado y no consigo nada.
Nada. Debería estar bien con eso. Pero no. Me aparto de ella y la miro fijamente.
No sé por qué, pero empiezo a alejarme de ella.
Está parada allí inmóvil.
Me sigo moviendo.
Justo cuando llego al final del camino que conduce al patio trasero de
Maggie, ella viene corriendo por mí.
—Yo también te amo, Camden Waters. Yo también te amo.
Aturdido, conmocionado y sintiéndome como el hombre más afortunado
vivo, tropiezo y los dos caemos al suelo. Yo de espaldas, ella encima de mí, justo
donde pertenece.
Sus labios se estrellan contra los míos, y tomo la parte de atrás de su
cabeza y paso mi mano por su cabello. Dientes chocando. Labios fusionándose.
Bocas estrellándose.
Uno aplauso es lo que nos separa.
Ambos giramos la cabeza.
Brooklyn está parado allí.
—Bravo, esa es la forma en que lo hacen en la televisión, hombre. Estoy
tan orgulloso de llamarte un amigo.
—Que te jodan —le digo y me pongo de pie, llevando a Makayla conmigo.
—En cualquier momento, hermano, en cualquier momento. —Se ríe y se
aleja.
Un llanto desde la ventana abierta de la cocina de mi casa aleja nuestra
atención de nuestras admisiones de amor y volvemos a donde nos dirigíamos
antes de que todo comenzara.
Makayla me mira y le doy un asentimiento. Ella camina y yo la sigo.
250
En mi cocina, Maggie se ve un poco agitada y su madre le toma la mano,
intentando calmarla.
—¿Está todo bien? —pregunta Makayla.
Cierro la puerta y me pongo detrás de ella.
La señora May es una mujer hermosa, alta y con el cabello corto y rubio.
Y siempre está vestida elegantemente. Hoy no es diferente. Está usando un traje
negro y tacones altos.
Le sonríe a Makayla.
—Hola, Makayla. —Suelta la mano de Maggie para abrazarla.
—Hola, no sabía que vendría —dice Makayla.
—No fue planeado. Solo quería hablar contigo y Maggie antes de que se
haga público algo
—¿Qué cosa? —pregunta Makayla, su voz llena de preocupación.
—Hola, Cam. —La señora May hace un gesto.
Me aclaro la garganta.
—Hola, señora May. Las dejaré hablar.
—No, está bien. Puedes quedarte —dice.
Miro hacia Makayla, y luego a Maggie.
Ambas asienten, haciéndome saber que está bien quedarse.
—Por favor, siéntese —dice Katherine.
Una vez que todos estamos sentados, ella también se sienta.
—Ya le dije a Maggie sobre esto, Makayla. Simon Warren tiene problemas
financieros. No sé qué va a pasar, pero lo voy a aguantar, y eso significa que
tendré que regresar a la ciudad de Nueva York.
—Mamá, ya te dije, creo que deberías tomarte un tiempo para considerar
esto. Lo odiaste cuando vivíamos allí. —La voz de Maggie es suave—. Toma lo
que me queda en mi fondo. Puede usarlo hasta que encuentres un nuevo
trabajo.
La señora May tiene lágrimas en los ojos.
—Lo aprecio, pero no puedo. Ese es tu dinero, y algún día lo necesitarás. 251
No quiero que te preocupes por mí. Voy a estar bien.
Tanto Makayla como Maggie se levantan y la rodean con sus brazos.
—Sabemos que lo estarás. —Escucho a Makayla susurrarle al oído—.
Eres la mujer más dura que conozco.
Aproximadamente diez minutos después, todas parecen haberse
calmado lo suficiente como para regresar a la fiesta.
Makayla agarra la botella de vino que abrió antes y una Corona de la
nevera.
—Ven conmigo —dice.
La sigo por las escaleras hacia su habitación.
Una vez dentro, se quita el vestido morado y luego se quita las bragas y el
sujetador, seguido del collar de flores que le di.
—Esto es lo que soy —dice.
Mis ojos la observan de pies a cabeza.
—Sé quién eres —le digo.
—Me gustan las cosas ordenadas. Soy peculiar. No me gusta probar
nuevas comidas. Cruzo mis t y punteo mis i, siempre. Tengo fobias extrañas.
Siempre me pregunto qué pasaría si. Odio dormir y me gusta ir a la cama
temprano.
La miro a los ojos y veo todo en su mirada. Miedo. Esperanza. Orgullo. Y
amor. También calor. Ese calor tan familiar y bienvenido. Camino hacia ella.
—Te amo —le digo en voz baja—. Amo todo de ti.
Ella deja escapar un suspiro, como si lo hubiera estado conteniendo.
—Yo también te amo, pero creo que también debería decirte que no creo
que pueda dejarte entrar por la puerta trasera.
Nada puede detener la risa desgarradora que brota de mí mientras la
levanto y la balanceo sobre la cama.
—Está bien, nena. Mientras pueda entrar por la puerta de entrada, eso es
todo lo que necesito.
Ella es todo lo que necesito.
252
23

Traducido por Kalired y Ashtoash

Corregido por Indiehope

P 253
arece que todo lo que hice fue parpadear y el verano ya está
llegando a su fin.
Las ventas en la tienda de surf no funcionaron. Y pese a
que había ahorrado suficiente dinero durante el verano, cada
vez me ponía más nerviosa acerca de mi futuro. El estilo de vida despreocupado
de California debe existir solo en las películas. En fin, mis preocupaciones
fueron la razón por la cual terminé tomando el trabajo en la Galería Gemstone.
No es lo mejor, pero no es tan malo. Administro el negocio, y Eric incluso me ha
permitido exhibir algunos de mis diseños.
Maggie ha tomado tantos turnos extra como puede en la estación de
salvavidas para preservar su fideicomiso, en caso de que su madre lo
necesitara. Lamentablemente, Simon Warren no se encuentra en una mejor
posición que antes, incluso con Katherine dirigiendo las operaciones minoristas
en Nueva York. Hay una posibilidad muy real que para fin de año la compañía
cierre sus puertas para siempre.
Aparte de eso, las cosas van increíblemente bien, a excepción de un
pequeño problema… Tengo un retraso.
Me dirijo a Cam.
—No puedo dormir.
Pasa sus dedos por mi cabello, suspirando.
—Makayla, cariño, te amo, pero me estás volviendo loco. Las quince
pruebas caseras que tomamos fueron negativas. La prueba de embarazo en el
consultorio del médico fue negativa. Deja de pensar en eso. No estás
embarazada.
Me apoyo en un codo.
—Lo sé, pero tengo un retraso. Nunca me retraso. ¿Qué pasa si el análisis
de sangre del consultorio del médico al final es positivo? ¿Qué pasa si estoy
embarazada? ¿Qué pasa si dicen que son gemelos? ¿O trillizos? ¿Qué pasa si
somos el próximo Jon & Kate Plus 8? No estamos listos para algo así.
Cam se ve seriamente enfermo.
—Escucha, duerme y deja de preocuparte. Falta poco para que sea
mañana y entonces vas a parar con toda esta locura.
Tumbada sobre mi espalda, miro al techo. Sé que Cam está tan
preocupado como yo. Está intentando no demostrarlo, pero me doy cuenta.
Qué pasa si… ¿estoy? 254
Qué pasa si… ¿él no puede manejarlo?
Qué pasa si… ¿no puedo?
¿Qué pasa si el hecho que quiero comer pepinillos en este momento es
una señal?
¿Qué pasa si…?
Temprano, al día siguiente, me despierto con el sonido amortiguado de
alguien vomitando que viene desde el baño. Al principio creo que son náuseas
matutinas, entonces me doy cuenta que tendría que estar yo ahí dentro, no
Cam.
Escucho y luego oigo el sonido del inodoro y el agua de la ducha se
enciende. Corre durante tanto tiempo que estoy a punto de levantarme y
comprobar cómo está cuando se apaga.
Minutos después, Cam entra en la oscura habitación y se desliza en la
cama detrás de mí, desnudo.
—¿Estás bien? —le pregunto por encima de mi hombro.
Huele a menta, como a enjuague bucal.
—Sí, estoy bien. La berenjena a la parmesana de Maggie debió caerme
mal. Estaré bien.
—¿Puedo traerte algo?
—No —responde, acercándome a él—. Eres todo lo que necesito.
—Siempre estaré aquí.
—Ahora mismo —gruñe—. Te deseo, ahora mismo. Quiero extenderte
por completo y follarte hasta el amanecer.
Sucio, sucio chico.
El deseo explota en mi estómago cuando esas ásperas palabras me
golpean.
—Oh, Dios, Cam, yo también.
Lo que sea para distraerme.
Los músculos de su torso se contraen contra mi cuerpo y me gira para
poder apretar mis pechos y morder los pezones. No puedo evitar preguntarme
255
si la sensibilidad que siento cuando lo hace se debe al embarazo. Tal vez mis
senos están hinchados y doloridos. No estoy segura. No, creo que lo están.
Luego muerde mi pezón otra vez y pienso que no, se sienten igual.
Sal de tu cabeza, Makayla. Sal de ahí. Ese lugar es peligroso. Aprovecha
esta distracción. Sé que Cam está pensando lo mismo que yo. Si follamos hasta
que nos llamen del consultorio médico, nuestra preocupación disminuirá.
Permito que me consuma con su boca. En cuestión de segundos, se siente
como si mis huesos se hubieran desintegrado dentro de su cuerpo. Como si
fuéramos uno.
—¿Quieres mi polla dentro de ti? —pregunta bruscamente.
Sí. Sí. Sí. El lugar entre mis piernas arde y lo anhela. Mi voz suena
adolorida y necesitada, llena de excitación.
—Quiero que me folles… duro. —Suspiro.
Exhala un débil aliento. Su pulgar roza mis labios, corre por mi
mandíbula, rodea los puntos duros de mis pezones.
—¿Estás segura?
—Cam —digo, mi corazón se contrae necesitado mientras aprieto mis
manos alrededor de su pene—. Fóllame, ahora, o me follaré a mí misma.
Un gruñido bajo y retumbante sale de su garganta cuando me gira.
—Makayla —suelta con un tono áspero, frotando su polla contra mi
entrada—. Quiero mis manos sobre ti y mi polla dentro de ti, y después de
hacerte venir tan duro que verás estrellas, voy a pasar mi lengua por todo tu
cuerpecito caliente, y luego me voy a frotar durante horas contra tu clítoris.
Ese sucio, sucio chico.
—Oh, Dios, Cam.
Mi clítoris palpita entre mis muslos mientras presiono mi culo contra su
polla.
—Más duro —exige roncamente, y cuando embisto contra él, hay un leve
dolor que pronto se convierte en una sensación de placer increíble.
—¿Otra vez? —pregunto, esperando su orden.
—Más duro —dice de nuevo y esta vez, envía corrientes de excitación
por mis venas.
256
Nos movemos. Más fuerte. Más rápido. Más intensamente que nunca.
Mientras que una mano me aprieta el pecho, la otra frota mi clítoris.
—Oh, mierda —grita.
—Oh, Dios, estoy llegando, estoy llegando —gimo con sumo placer. Mi
cuerpo está dejando este planeta como un cohete y se dirige al espacio exterior.
Los cometas, los planetas, las estrellas y la luna son todo lo que puedo ver.
Antes de poder regresar a la Tierra, tal como lo prometió, Cam me está
girando y pasando la lengua por todo mi pecho, lamiendo mis pezones, bajando
más y capturando mi sexo de una vez.
Con mis manos en su cabello lo aprieto contra mí.
Empuja mis rodillas y pronto me levanta con una mano en mi culo.
—Quédate así —ordena.
Kegels. Estoy haciendo Kegels.
Y él se está dando un festín conmigo, lamiendo, chupando.
Oh, Dios, se siente tan increíblemente bien.
Su lengua debería ser ilegal.
Como si conociera mis pensamientos, él corre esa lengua desde mi sexo
hasta el pliegue de mi culo. Gira alrededor de esa zona prohibida, y luego ladea
su camino de regreso.
Apoyándose en sus palmas, lame sus labios y sus ojos centellean
maliciosamente.
—Sabes muy bien.
Mi pulso está latiendo frenéticamente en mi garganta mientras el calor
que está encendiendo dentro de mí comienza a arder como un infierno.
Cam no titubea cuando vuelve a bajar y me envía a Marte, Júpiter, Venus
y Urano, una y otra vez.
—Cam, no puedo, no puedo, no más —grito mientras otra vez me lleva al
orgasmo.
Mirándome, se limpia la boca con una sonrisa.
257
—Cam —suspiro—, es mi turno. Quiero besarte… ahí abajo.
Su sonrisa es perversa y cae sobre su espalda, su polla elevándose en el
aire.
Verlo así aumenta mi necesidad.
—Voy a devorarte por completo, y después de que te vengas sobre tu
vientre, quiero deslizarme sobre ti y dar vueltas alrededor de tu deseo.
Y eso es exactamente lo que hago.
Una hora después de despertar, ambos estamos más que agotados y
satisfechos.
Mirándome a mí misma, resbaladiza, tierna e hinchada, inhalo
bruscamente.
—Creo que voy a estar adolorida durante unos días.
Su voz es más suave que nunca, su mano cubre mi sexo, acariciándolo
suavemente.
—Me asegurare que eso no ocurra.
Giro para mirarlo.
—Estoy segura que lo harás.
Mientras jadeamos y nos quedamos ahí intentando recuperarnos, me
acurruco contra él, beso sus labios y siento su piel, caliente y dura, contra la
mía. Compartimos una conexión que espero nunca se rompa. No importa lo que
pase.
Se queda en silencio por un momento, luego dice suavemente y con
ternura:
—Todo va a estar bien, Makayla.
Hay un dolor en mi pecho que quiero arrancar de mí, pero es tan
profundo que podría arrancar mi corazón y seguiría ahí.
Es culpa.
¿Qué si… estoy embarazada?
¿Qué si…?
Los que si están de vuelta. 258
Descanso mi cabeza en su pecho y me deleito con su aroma.
Un golpe en mi puerta me hace saltar.
Debo haberme quedado dormida.
Miro la hora, ocho de la mañana.
—Makayla —dice Maggie.
Le echó un vistazo a Cam, que también se está despertando.
—Adelante —respondo, jalando la sabana y el edredón sobre nosotros.
La puerta se abre y está ahí parada con Noah, su nuevo novio, justo
detrás de ella.
—¿Qué sucede, Mags? —pregunto.
En su blusa rayada y pantalones cortos navideños, corre hacía la cama
con su teléfono en la mano.
—Tienes que ver esto.
Parpadeo un par de veces y agarro los anteojos de mi mesa de noche.
—¿De casualidad podrías mostrármelo después?
Empujando su teléfono en mi rostro, se sienta a mi lado.
—No. Esto no puede esperar.
Cam se queda ahí y nos observa, un poco entretenido.
Me pongo mis anteojos y tomo su teléfono. Muestra una foto de Sasha
Gomez en la alfombra roja con un elegante vestido negro, y el collar y el
brazalete que está usando son diseños míos. Están marcados con un círculo, y
mi nombre está impreso en el medio. La vuelvo a ver.
—Oh por Dios, esos son míos.
Extremadamente feliz, grita:
—¡Eres famosa! ¡Eres famosa!
Cam se sienta.
—Déjame ver eso.
Le doy el teléfono. Suelta un silbido bajo.
259
—Noah. —Maggie chasquea los dedos.
En un bóxer cubierto de corazones, se acerca a Maggie con su
computadora portátil en mano y se la da. La toma. Golpea un par de teclas y la
empuja hacia mí.
Con una mano sosteniendo la sábana, la tomo con la otra. Es el
formulario de pedidos del sitio web que creé cuando llegué a Laguna, y hay más
de diez mil pedidos en la casilla de “para procesar”.
De ninguna manera. De ninguna manera. De ninguna j…ida manera.
Creo que podría desmayarme.
¡Espera! ¿Eso es un síntoma de embarazo? Si es así, olvida que pensé eso.
—Y —dice Maggie presionando algunas teclas más—, esos son mensajes
de personas. Espero que no te importe, pero leí algunos. Son de personas que
preguntan acerca de tu próxima línea. ¿Puedes creerlo? ¡Tu próxima línea! ¿Qué
tan genial suena eso?
Cam le devuelve a Maggie su teléfono y pone su cabeza en mi hombro.
—Santa mierda, esos son muchos correos electrónicos.
En ese momento suena mi teléfono.
Me congelo cuando Cam lo alcanza.
Veo a Maggie y le devuelvo su computadora.
—Necesito tomar esto. Déjame vestirme y bajo.
Ella da un salto.
—Apúrate. No tengo que ir a trabajar hasta las diez y quiero leer los
correos contigo. Estoy tan emocionada por ti. Vas a ser la próxima Kendra Scott;
simplemente lo sé.
¡Vaya! Solo, vaya.
Esto es irreal.
Mi teléfono aún está sonando cuando Cam me lo da.
—Gracias Mags —le digo, y después contesto el teléfono—. Hola.
Mi corazón está latiendo demasiado rápido.
Esta llamada podría cambiar mi vida entera. 260
—Hola, ¿señorita Alexander?
Pongo mi teléfono en altavoz.
—Sí, ella habla.
—Es la oficina del doctor Solomon. Tenemos los resultados de sus
exámenes.
—Sí, ¿cómo salieron? —Tomo aliento.
Puedo ver a Cam apretando las sábanas.
—El análisis de sangre resultó negativo. No está embarazada.
—Pero tengo casi diez días de atraso, y nunca tengo atrasos.
—El doctor entiende eso y lo atribuye al posible estrés.
Mi trabajo ha sido estresante porque, para ser honesta, en realidad no me
gusta.
—Gracias —digo y colgamos.
Cam se ve increíblemente aliviado, y yo también. Quiero tener un bebé
algún día. Solo que no ahora mismo.
—Falsa alarma —sonrío—. Parece que TLC va a tener que esperar por su
nuevo Jon & Kate Plus 8.
Cam no encuentra mi humor muy divertido.
Para nada.

261
24

Traducido por LizC

Corregido por Indiehope

N 262
unca pensé que estaría más que feliz de decir que mi chica está
menstruando, pero mi chica está menstruando.
Finalmente, Makayla tuvo su período ayer.
Doce días después.
Debido a nuestro susto, ella y yo hemos decidido volver a usar condones
por un tiempo y prometí encontrar las mejores opciones para ella.
Pensar que podría estar embarazada fue un momento estresante, pero
me puso en marcha. Es hora de volver al ruedo. Poner mi cabeza en el juego, y
toda esa mierda.
Es decir, si puedo.
Estoy preocupado por cómo, dónde y qué hacer. Estoy preocupado por
tomar una decisión equivocada. Estoy preocupado por volar mi fondo fiduciario
y no tener nada.
Hoy es mi día libre, pero en lugar de trabajar en mi propio plan, pasé la
primera parte de la mañana haciendo lo que siempre hago en mis días libres:
hablar con algunos de los dueños de los negocios locales y ayudarlos a evaluar
sus problemas.
Cuando regreso a casa, empiezo a tener este picor, como si fuera mi
momento.
Poniéndome en marcha, agarro mi computadora portátil y comienzo a
investigar, presionar algunos números y tratar de averiguar si lo que tengo en
mente es el movimiento correcto.
Quiero comprar mi primera compañía, pero no estoy seguro si la que
estoy buscando sea la correcta. Hago una rápida llamada y planeo visitar la
compañía mañana. Creo que veré si Brooklyn quiere acompañarme, porque él
conoce bien el área.
Alejándome de la mesa, miro alrededor de mi cocina y me froto las
manos en mis pantalones cortos. De repente, estoy sintiendo mucha presión sin
ninguna maldita razón. Creo que necesito un descanso, así que decido dar un
paseo por la playa.
Trepando por la arena, me encuentro respirando y exhalando el aire
salado. Estar dentro durante todas esas horas me ha afectado. Mirando hacia el
azul claro del agua, ahora me siento un poco mejor. De la nada tengo ganas de
surfear, así que después de cambiarme a mi traje de neopreno, agarro mi tabla.
263
Siento una ingravidez que solo existe cuando me muevo rápidamente de
arriba abajo, flotando sobre el agua. Gano velocidad y es emocionante,
estimulante, liberador incluso. Cuando rompo la cuesta, me posiciono en la
cima. Es grande y hueca y tengo que moverme con fuerza para evitar quedar
atrapado en el bucle, pero lo hago y así, estoy montando la mejor ola.
El sol se alza aún más alto en el horizonte y hay una neblina flotando en
el aire a medida que me envuelvo dentro del espiral de la ola. Miro hacia
delante y no puedo evitar pensar que, por primera vez en el último año, estoy
concentrado, no tengo dudas, y sé lo que quiero hacer.
No ha sido fácil. Ha sido un largo camino. El dolor definitivamente se
apoderó de mí. Alejando mis tristes pensamientos, miro hacia arriba a medida
que el oleaje emerge desde más de quince metros de profundidad y observo
cómo las olas plateadas del Pacífico ruedan a una velocidad vertiginosa. Luego
las monto como un maestro.
Bueno, no realmente, tal vez más como un aprendiz. Especialmente
cuando caigo de una y tengo que nadar a la superficie.
De vuelta en mi tabla, le doy otra oportunidad. Respiro profundamente,
desde mi estómago hasta mi pecho, inclino mi cabeza hacia atrás para abrir mis
pulmones, y tomo más aire hasta que el agua cae a mi alrededor y una vez más
estoy completamente sumergido. El tiempo se detiene mientras nado a través
del borrón del océano y hacia la luz. Llego a la superficie y parpadeo, veo más
que el día claro. Puedo ver un futuro.
Con el pecho a bordo de mi tabla, remo y veo la orilla cobrar vida en las
primeras horas de la tarde. Mientras exploro la playa, mi vista capta una visión
familiar a la distancia. Me esfuerzo para asegurarme que sea ella. Avanzando
más rápido en el océano, retomo velocidad y golpeo las aguas poco profundas.
No puedo evitar sonreír al verla.
Anoche estaba completamente enojado con ella por discutir conmigo
sobre lo que debería hacer con respecto a su negocio de joyería. Estaba
nerviosa; no podía calmarse. Si sugería proceder, pensaba que quería decir que
se detenga. Si decía que sí, escuchaba que no. Entiendo que eran sus nervios.
Sin embargo, en mi estado mental actual, me parecía tan jodidamente
frustrante.
Pero al verla ahora, toda la frustración simplemente se aleja porque la
chica sexy, atrevida y absolutamente divertida me está esperando. Agitando
una mano en el aire, sacudo el agua de mi cabello y pongo mi tabla bajo mi 264
brazo.
—¿Qué estás haciendo aquí? —grito cuando salgo del agua.
—Tenemos una cita para almorzar, ¿recuerdas? —responde, tapándose
los ojos con la mano.
—Cierto. —Me rio con una carcajada.
Entrecierra los ojos.
—¿Lo olvidaste?
—No. Solo perdí la noción del tiempo.
La cara que pone me dice que no está segura si estoy diciendo la verdad.
Lo hago.
Y no lo hago.
No lo olvidé del todo.
O no quise hacerlo.
Quedé atrapado en mis ideas de negocios.
Eso es todo.
Dejando ir mi culpa, permito que mi mirada la recorra y una vez que mi
cuerpo deja de tararear de deseo, enrosco mis dedos sobre mi boca para
sofocar mi risa ante esa expresión loca que está haciendo.
—Oye, te ves genial —le digo.
Lleva un vestido verde floreado con tirantes dorados, pendientes y uno
de sus collares. Se ve jodidamente hermosa, como Miss América. También lleva
sandalias brillantes. Es como si pudiera iluminar toda la playa, como si verla me
iluminara.
A medida que cierro la distancia, tengo la misma sensación que siento
cada vez que ella está cerca. Está en la forma en que me mira. Enojado o no, sus
rasgos atractivos son todo lo que puedo ver: los largos mechones de su cabello
ondeando en el viento, sus tetas respingonas sobresaliendo por la parte
superior y ajustada de su vestido, la ligera curva de sus caderas, y maldición, la
sonrisa que me da sin saber que está sonriendo. Por otra parte, si supiera que
estaba sonriendo, dudo que estuviese recibiendo una. Verás, fui un imbécil
anoche. Tengo que enmendarme un poco.
265
Pateando la arena debajo de mis pies, permito que mi mirada se
concentre en la suya y trato de controlar el latido de mi pulso. No es fácil.
Cuando una brisa fresca se presenta en la costa, me paro sobre mis
talones y hundo mi tabla en la arena. Luego desabrocho mi traje de neopreno y
me acerco un poco más.
—¿Quieres ir a nadar?
Me frunce el ceño.
—Tengo que volver al trabajo, Cam. No puedo ir a nadar ahora.
Sé que no está intentando hacerme sentir culpable porque tengo un
horario flexible y ella no, pero lo hago. Paso mi mano por mi cabello.
—Déjame cambiar y podemos ir a donde quieras.
Con un paso hacia mí, me da lo que pretende ser una sonrisa real, y luego
me besa en los labios.
—Quédate aquí fuera y diviértete. Compraré algo rápido de camino al
trabajo.
—¿Estás segura?
Asiente.
—Sí. ¿Qué tal una cena en su lugar?
Y entonces solo así, mojado o no, agarro su rostro. Nuestras bocas se
encuentran, nuestras lenguas chocan, y nos respiramos mutuamente. Nos
besamos con un hambre que, estoy casi seguro, nunca podré satisfacer. El
tiempo se escapa mientras nuestras manos se mueven libremente, vagando
sobre nosotros de maneras que no deberían en un lugar público.
Y entonces solo así, ella rompe nuestra conexión. Mi mente está girando
con lo mucho que la deseo, aquí mismo, en este momento. La playa está
bastante aislada, incluso si no es privada. Sin embargo, sé que no debo
arriesgarme.
—Ven adentro conmigo —susurro.
Retrocede y endereza su vestido, ahora un poco mojado.
—No puedo, Cam. Tengo que volver al trabajo. ¿Qué tal esta noche?
—No puedo. Le dije a Oscar que cenaríamos y vería sus planes de
266
expansión —respondo, con un suspiro.
—¿Oscar Trivo de Trivo Furniture en el Village?
Asiento.
—¿Qué eres, la Cámara de Comercio anónima de Laguna?
Apoyo mi frente contra la de ella y tomo sus dedos, entrelazando
nuestras manos.
—Pidió mi ayuda —le digo, y la beso una vez más. No está equivocada.
Dedico mucho tiempo a ayudar a otros. No tiene nada de malo, pero es hora de
trabajar en mí.
—Entonces, ¿almuerzo mañana? —pregunta.
Con una lamida alrededor de sus labios, encuentro su oreja.
—Sí. Almuerzo mañana. Y siempre puedo ir esta noche cuando llegue a
casa, ¿sabes?
Me devuelve el beso.
—Me encantaría, pero tengo que levantarme temprano, así que en
realidad debería irme a la cama pronto.
Después de presionar mis labios en los suyo por última vez, me retiro.
—Será almuerzo mañana, entonces.
Caminando hacia atrás, se despide con la mano.
—Hasta entonces.
Le devuelvo el saludo y tengo esta extraña sensación, como si hubiera
algo mal entre nosotros que no puedo entender.
No sé si es algo grande o pequeño.
Comenzó con el susto del bebé, pero no terminó cuando descubrimos que
no había bebé.
Todo lo que sé es que necesito saber qué es antes de que sea demasiado
tarde.

267
25

Traducido por Elisabet_79

Corregido por LizC

L
a lista está completa.
268
He marcado las diez cosas y en realidad me siento como
una versión nueva de mí misma. Aunque pensando sobre ello,
sobre mi estado mental después de que encontré a Sebastian con
esa fulana, tengo que preguntarme si de hecho necesitaba la lista para
reinventarme o solo algún tiempo por mi cuenta.
Había tantas cosas equivocadas entre Sebastian y yo que me había
enfocado en aquellas cosas equivocadas. Solamente no podía ver que no éramos
perfectos el uno para el otro porque quería tanto la perfección. Quería una
familia. Pertenecerle a alguien. Ser amada. Y él tenía lo que quería. Ofreció
tomarlo. Sebastian era realmente cercano a su familia, amaba eso sobre él. Los
amaba. Ellos también me amaban. Pero siempre los puso antes que a mí. Puso
casi cualquier cosa antes que a mí. Normalmente, no era un problema, pero a
veces lo era.
Sus constantes tardanzas también me molestaban. También lo hacía el
hecho que se olvidara hacer la mitad de las cosas que decía que haría. Nada
importante. Solo pequeñas cosas, como decir que recogería helado para
después de cenar y se presentara en mi casa sin él. Decirme que traería café en
la mañana y nunca aparecer. Cuando habláramos más tarde, me diría que lo
llamaron del trabajo. Quizás era verdad, quizá no. Nunca podía diferenciarlo.
El sol está caliente hoy en el más azul de los cielos. El aire era cálido. Las
palmeras se balanceaban atrás y adelante. En realidad, me encanta aquí.
Tan pronto como giré en la esquina, reconozco el cabello marrón oscuro
de Cam. Está sentado en una mesa exterior en el café a la vuelta de mi trabajo,
justo lo que me dijo que estaría haciendo hoy al mediodía cuando concretamos
nuestros planes para almorzar, pero no está solo, esta con Brooklyn.
—No lo sé, hombre, pero diría que esa es una fácil —le dice Brooklyn a
Cam, quitándose sus lentes de sol. Sus ojos azul claro casi desaparecen mientras
que entrecierra los ojos frente al sol.
—Eres jodidamente de ayuda —respondió Cam.
—¿Qué es fácil? —pregunto mientras me aproximo a Cam desde atrás.
Su cabeza se da vuelta rápidamente. Se ve un poco culpable sobre algo.
Desde el susto del embarazo he sentido que algo sucede. Mi mente debe estar
leyendo demasiado en todas las cosas, pero no puedo detenerme. Él parece
estar alejándose de mí. Y después de olvidarse del almuerzo ayer, todo lo que
puedo pensar es cómo todo comenzó a desmoronarse con Sebastian de la
misma manera. Pequeñas cosas que en el momento no significaban nada, pero 269
que debería haber sido vistas como señales.
—Hola, ahí estás. —Cam se levanta.
Miro hacia Brooklyn para ver si él responderá, pero obviamente tampoco
lo va a hacer.
—Lamento llegar tarde —digo.
—No llegas tarde —dice Cam, bajando su cabeza.
Giro mi mejilla así que su beso aterriza allí. No tengo idea por qué lo hice.
Sus ojos me recorren en mi camiseta corta y chaqueta y sé que tiene sexo
en su mente. Siempre lo tiene. No que yo no lo haga, pero también estoy
comenzando a sentir que quizás estamos demasiado enfocados en ello. Que
necesitamos más balance. No vino a casa anoche, pero me llamo, entonces
tuvimos sexo… sexo telefónico, pero sexo de todas formas.
—¿Qué? ¿Tengo mal aliento? —bromea, y saca una silla para mí.
Sintiéndome culpable por transferir mis viejos sentimientos sobre
Sebastian a él, resuelvo detenerlo. Así que cuando se inclina para colocar mi
servilleta en mi regazo, susurro:
—Hueles… suficientemente bien para comer.
Estoy llena de señales cruzadas e incluso yo lo sé. Me está volviendo loca,
debe estar volviéndolo loco.
Debería decirle, decirle cómo me siento así él sabría. Y luego podríamos
afrontar lo que sea que está sucediendo juntos.
Le voy a decir.
Pronto.
—Hola, Brooklyn, no sabía que vendrías.
—Sí, Cam y yo tenemos esta cosa de la cual encargarnos esta tarde,
espero no te importe.
Podría ser mi imaginación, pero juro que Cam acaba de patearlo bajo la
mesa.
—No, para nada —dije.
Cosa.
¿Qué cosa?
270
Cam aprieta mi mano y se inclina para besarme otra vez.
Brooklyn se sienta allí con su notebook frente a él y una mirada divertida
en su rostro.
Cam pone sus ojos en blanco.
—¿Qué?
—Eres diferente cuando tienes novia.
Cam se encoge de hombros, o quizá se estremece, no estoy segura.
—No, no lo soy.
Brooklyn abre su notebook y apunta algo, luego mira hacia arriba.
—Lo eres. Es bueno, hombre, sin embargo. Está todo bien. De hecho,
estoy usando a ambos como mis musas para mi guion.
—Como sea, amigo —comenta Cam.
Brooklyn se encoge de hombros y luego llama al camarero y señala hacia
el menú.
—Tres para comenzar.
—Los traeré enseguida, señor —responde el camarero.
—Tragos de trigo —dice Cam—. ¿Qué tipo de restaurante es este, de
todas formas?
Mis arcadas se activan. De ninguna manera voy a beber uno de esos.
—Comida cruda —contesto, girando y señalando el cartel bajo el
nombre—. Tú lo elegiste, asumí que te gustaba.
Niega con la cabeza.
—Brooklyn lo sugirió.
Me siento un poco más desanimada. Esta era nuestra cita de almuerzo y
dejó que alguien más eligiera el lugar.
Detente, Makayla. No es gran cosa.
Cam abre su menú.
—¿Chips de col, tupinambo, bruja marina? ¿Estás bromeando? ¿Qué tipo
de comida es esta?
271
Ignorándolo, miro mi propio menú.
—No he comido aquí. ¿Qué es bueno? —le pregunto a Brooklyn.
Cam estalla en carcajadas.
—Solo digamos que lo que sea que pidan, van a querer una cena
temprana.
Miro furiosa hacia él otra vez.
Me lanza una mirada interrogante como si no supiera por qué reaccioné
de esa forma. Especialmente desde que sabe que hablo sobre Maggie y sus
elecciones de comida todo el tiempo. De nuevo, no sé por qué reaccioné así.
—Hablando de cena —digo—. Estaba pensando que podríamos intentar
cocinar algo juntos, como hemos hablado.
—No puedo, Makayla, lo siento —dice—, pero no creo que regrese antes
de las nueve esta noche.
—Oh, cierto —digo—, tú y Brooklyn tienen una cosa.
Brooklyn se ve incómodo.
No quiero que lo esté, entonces sonrío y hago como si todo estuviera
bien. Como solía hacer con Sebastian.
La conversación durante nuestra comida es más que nada sobre mi
negocio de joyería. Siento que estoy haciendo la mayoría de la charla. Cam
parece preocupado. Incluso con Brooklyn aquí, se siente forzado y una vez
terminamos de comer, me siento impaciente por irme y me levanto.
—¿A dónde vas? —me pregunta Cam.
—Tengo que volver al trabajo.
—Caminaré contigo.
—Tengo que hacer algunas paradas. Nos veremos más tarde —digo.
No tengo que hacer paradas.
Quería que insistiera en caminar conmigo. Patético, lo sé. Quiero sentir
que me está poniendo primero. Patética otra vez, lo sé.
—Bien. —Baja su cabeza para besarme. 272
De nuevo giro la mejilla.
—¿Qué diablos está mal contigo? —susurra.
—Nada. Solo tengo mucho que hacer. Nos vemos, Brooklyn —digo, giro y
me alejo. Lágrimas escapan de mis ojos y no puedo detenerlas.
Bien, Síndrome Premenstrual atrasado debe ser mucho peor que el
normal.
¿Cierto?
No contesten eso.
Tiene que serlo.
26

Traducido por Knife

Corregido por VckyFer y Nanis


273

E
stoy en la valla.
Preocupado por apretar el gatillo.
Presionando números, manejando costos, estimados de
marketing, determinando ganancias. Parece todo un desastre.
Cuando suena mi celular, ni siquiera miro para ver quién es cuando
respondo.
—Hola.
—Camden, es tu padre.
Me congelo.
Mierda.
Mierda.
Mierda.
Debería haber mirado mi pantalla.
No debería haber respondido.
Él se aclara la garganta.
—Llamo porque el dinero que te transferí hace más de dos meses sigue
intacto en la cuenta de retención.
Luchando contra mi furia, cierro mi portátil.
—Y…
—Y, como empresario, sabes que dejar tanto dinero en una cuenta sin
intereses no es un buen negocio. Me gustaría enviarte una lista de las
compañías en las que podría considerar invertir.
Apretando los puños, lucho contra el impulso de decir “Qué te jodan”, y
en lugar de eso me quedo callado.
—Cam, ¿estás ahí?
—Sí, estoy aquí.
—Escucha, hijo, sé que estás enojado conmigo y tienes todo el derecho de
estarlo. Lo que hice estuvo mal, pero no desperdicies tu vida por eso. Es hora de 274
que te levantes y te conviertas en un hombre.
El hecho de que tenga razón solo me saca de quicio. Cuando Makayla y yo
pensamos que podría estar embarazada, no era tener un hijo lo que me
preocupaba; era cómo diablos iba a ser capaz de encargarme de uno. Cuidar
tanto a Makayla como a nuestro hijo. Eso es lo que me aterrorizó. Necesito
conseguir un trabajo real.
Él continúa.
—Sé que Brandon no tenía lo necesario para este negocio.
La ira me recorre, y lo interrumpo.
—No te atrevas a mencionar su nombre, no así. Todo lo que Brandon
hizo, lo hizo para enorgullecerte, y porque nunca fue lo suficientemente bueno
para ti, necesitaba una realidad alternativa. Se enterró agujas en las venas para
olvidar quién era, para olvidar que era tu hijo. Es posible que no le hayas dado
esa última aguja, pero fuiste la razón por la que la usó. Entonces no puedes
hablar sobre él.
La línea se apaga y sé que lo presioné demasiado esta vez.
Bueno.
Tenía que decirlo.
Pasan los minutos y me arrepiento.
En realidad, no lo creo.
Ya no.
He llegado a aceptar que el destino de Brandon era el suyo, y la vida que
perdió fue suya. No significa que no lo extrañe. O que no lo amo. Porque lo hago.
Simplemente significa que sé que no hay nadie a quien culpar.
La furia me destroza por lo que hice. Golpeo la pared. No debería haberle
dicho eso a mi padre. No importa cuánto lo odie, no debería haber dicho eso.
Encontrando una botella de whisky, sirvo una bebida, luego otra, y otra,
también.
Apartándolo a un lado, echo la cabeza hacia abajo y cierro los ojos.
Jodida vida.
Cuando la puerta se abre, apenas la escucho.
275
—¿Cam? —llama Makayla desde la sala.
Con la cabeza todavía sobre la mesa de la cocina, la levanto lentamente.
No tengo idea de cuánto tiempo he estado durmiendo, pero el charco de babas
debajo de mí me dice bastante tiempo. Cuando aparece en la puerta, intento
que parezca que estoy bien.
—Hola. —Mis palabras son un poco difusas.
Ella viene corriendo con algunas carpetas de archivos bastante grandes y
su agenda, que nunca está lejos de su lado.
—Estoy tan feliz de que estés en casa. Necesito algo de ayuda. No puedo
decidir qué hacer. —Su voz es frenética y sus palabras llegan tan rápido, que
apenas puedo comprenderlas.
Froto una mano por mi cara.
—Ve más despacio. ¿De qué estás hablando?
Sentada a mi lado, comienza a revisar los artículos que acaba de poner
sobre la mesa.
—Las ordenes de joyería —dice, como si fuera un lector de mentes y
debería haberlo sabido.
Lento para entender, pregunto:
—¿Qué pasa con ellas?
Se le arruga la cara y pequeñas líneas de ira aparecen en su frente.
Considero extender la mano y suavizarlas con mi dedo.
—Cam —dice en voz alta.
No, no creo que le guste eso.
Esas líneas se han reorganizado alrededor de su boca ahora porque está
frunciendo los labios.
—¿Cómo pudiste olvidarlo? Hablamos de todo esto ayer durante el
almuerzo.
Giro la cabeza hacia un lado.
—¿Qué tal si me lo recuerdas?
276
Maldición, con el estado mental en el que estoy, no puedo recordar mi
propio nombre en este momento.
Sin ceder, ella suelta un suspiro de frustración.
—Tengo que decidir si debo rechazar nuevos pedidos de mis joyas hasta
que pueda hacer el producto. O si debería aceptar los pedidos, pero ¿crear un
estado de pedido pendiente? ¿O si debería procesarlos y establecer un tiempo
de envío de tres a cuatro semanas?
Oh sí, ahora lo recuerdo. El caso es que mi cabeza ya estaba latiendo
fuerte y ahora está girando con sus problemas y mis problemas mezclándose
todos juntos.
—Makayla, ya te dije que la primera regla de negocios es nunca dejar de
lado los negocios. Pero debes averiguar una fecha de entrega realista antes de
poder hacer algo.
Comienza a hablar sobre las mismas cosas que discutimos ayer. Qué
materiales tiene. Bla, bla, bla.
Empujo mis dedos a través de mi cabello demasiado largo.
Mierda, necesito un corte de cabello.
Lo que tiene que pedir. Bla, bla, bla. Cuánto tiempo lleva hacer cada
pieza.
Ya sé todo esto.
—Makayla —interrumpo—. Solo dime una maldita fecha, y luego puedo
ayudarte a decidir la mejor acción.
Esos hermosos ojos color avellana se estrechan hacia mí. Lo he visto
antes, y créanme, no hay calma antes de la tormenta.
—¿Por qué estás actuando como un imbécil?
Se acabó. He sido paciente, pero ya hemos hecho esto antes.
—¿Por qué estás actuando como una perra?
Makayla se pone de pie de un salto.
Mierda, lo lamento al momento en que sale.
Hay dolor en sus ojos y el rojo pinta su cara.
277
—Vete al infierno.
Sus palabras me aturden.
—¡Makayla! —grito, saltando sobre mis pies—. Lo siento, pero tengo mi
propia mierda de qué ocuparme en este momento.
Ella agarra sus cosas y se da vuelta, hacia la ventana. Las barras de luz
solar de la tarde rayan su cuerpo.
—Entonces no dejes que te moleste.
Agarro sus brazos.
—Deja de actuar así.
—¡Suéltame! —grita.
—Lo haré cuando dejes tu mierda. Solo deja todo eso y lo revisaré más
tarde. Simplemente no puedo hacerlo ahora mismo.
Se suelta de mi agarre.
—Olvida que pregunté. No soy idiota. Estaba buscando un consejo, no
que te precipites y tomes el control.
—¿Tomar el control? ¿De qué diablos estás hablando? —grito, agarrando
las carpetas de ella—. Solo déjame ver tus proyecciones.
En su intento de tirar de la pila de carpetas, de alguna manera termina
por deslizarse de nuestros brazos y estrellándose contra el suelo, y un
torbellino de papeles cae en cascada a nuestro alrededor.
Makayla mira el desastre.
Me acerco de nuevo, y nuevamente se aleja de mí.
—Makayla —susurro.
Totalmente indispuesta, levanta la mirada para mirarme directamente a
los ojos y aprieta los dientes.
—Olvídalo, Cam. Ya no quiero tu ayuda.
Golpeo mi puño contra la pared y considero golpear mi cabeza contra
esta.
—Makayla, es suficiente. Te dije que tengo algo de qué ocuparme. Dame
un descanso.
278
Inclinándose para recoger sus cosas del suelo, me mira.
—No puedo pasar por esto otra vez.
—¿A través de qué?
—Lo que hice con Sebastian. Esto es él de nuevo.
—¿Qué quieres decir, él?
—El olvido, el estar demasiado ocupado, todo. Es Sebastian otra vez.
—No, no es. No entiendes, Makayla, estoy intentando resolver algo.
Levanta su barbilla.
—Entiendo. ¿Y sabes qué, Cam? Cuando lo resuelvas, ¿por qué no vienes
a buscarme? Hasta entonces, no creo que deberíamos vernos más.
Quiero explicarlo. Debería explicarlo. No lo hago.
—Maldición, ¿te sentarás y hablarás de esto conmigo?
Alto color sube en sus mejillas.
—No hay nada más que decir, Cam. Quise decir lo que dije. Te veré por
ahí.
—Makayla, lo siento —digo nuevamente mientras se dirige hacia la
puerta. Ella me ignora—. Lo siento —repito, una y otra vez, pero ya está afuera.
¿Qué diablos acaba de pasar?

279
27

Traducido por Nix

Corregido por Simoriah

L
as cosas están avanzando rápido.
280
Cada pieza de joyería que tenía en stock ha sido enviada.
Las piedras semipreciosas y metales están apareciendo en todas
partes desde SoHo hasta Los Ángeles. La semana pasada una
firma privada con sede en San Francisco me contactó para asociarme con ellos
y producir mis diseños.
Después de mucha deliberación, decidí aceptar su propuesta.
Eso significa que esto está sucediendo. En serio sucediendo. Makayla
Alexander será lanzada como una verdadera empresa a finales de año.
Renuncié a mi trabajo en la Galería Gemstone el día en que Cam y yo
rompimos, o nos dimos un descanso, o lo que sea que estemos haciendo. Al
igual que básicamente le había dicho que arreglara sus problemas, yo también
tenía que arreglar los míos.
Tan pronto como lo dejé ese día, supe en mi corazón que no era lo de
Sebastian de nuevo. Cam simplemente no es como él. Debería haberlo visto.
Pero ésta es la cuestión: esa parte de sí que enterró con su hermano lo
estaba devorando. Quién sabe, tal vez está intentando entenderse a sí mismo,
tal vez no. Todo lo que sé es que me ayudó a descubrir quién era yo y ojalá
pudiera haber hecho lo mismo por él.
Claro, toda esa cosa incómoda que se convierte en ira no fue bonita, pero
ni siquiera se quedó y luchó por mí.
No tengo idea de dónde nos deja eso.
¿Estamos dándonos un descanso?
¿Rompimos?
¿Terminamos?
No lo sé.
Esa noche él se fue a Nueva York, dos semanas antes de lo que había
planeado regresar para la boda de su madre, y ninguno de nosotros ha recibido
noticias suyas. Se suponía que fuera con él a la boda. Obviamente no lo hice.
La herida en mi pecho todavía está muy abierta. Le he escrito cientos de
textos y todavía tengo que enviar uno. Algún día escribiré el mensaje correcto.
Será el que le que diga exactamente cuánto lo amo. Lo cual es suficiente para
liberarlo. Para permitirle tomarse el tiempo que necesita para encontrarse a sí
281
mismo. Y con suerte, como dice el refrán, volverá a mí.
El contendor con los macarrones con queso sobrantes que traje a casa
del almuerzo el otro día no está por ningún lado. Buscando entre el tofu y el
cuscús que Maggie hizo anoche, no puedo encontrarlo. Prácticamente
metiéndome en el refrigerador, empiezo a preguntarme si Maggie lo botó, pero
entonces encuentro el contenedor de espuma blanca y trato de no saltar de
alegría.
Son las pequeñas cosas las que me ayudan a pasar los días sin Cam. Como
los carbohidratos, grasa y las comidas tan buenas que Maggie normalmente
prohíbe.
Debido a mi delicado estado mental, ella ha sido amable conmigo. Mis
papilas gustativas y lo aprecian.
—Te atrapé —regaña Maggie, sacudiendo su dedo hacia mí.
Levanto las manos en rendición y los macarrones con queso caen al
suelo.
Maldición.
Maldición.
Maldición.
El contendor rebota dos veces, pero para mi sorpresa, no se abre.
Pequeñas cosas. Como dije. Son las pequeñas cosas.
Considero inclinarme para recogerlo, pero espero para asegurarme de
que Maggie no tenga un vil plan bajo la manga.
Ella echa un vistazo al contenedor con los macarrones con queso a mis
pies, luego a mí. Y luego, porque son las pequeñas cosas las que importan, ella
lo levanta y me lo entrega.
—Gracias. —Tomo la comida y paso junto a ella para ponerla en el
microondas. Miro por encima de mi hombro—. ¿Quieres un poco?
Ella ríe y sacude la cabeza antes de abrir el refrigerador y quitar una
cantidad de artículos que preferiría no mencionar.
—Voy a hacer burritos de frijoles negros. Hay suficiente si todavía tienes
hambre después de comer esa comida que obstruye las arterias.
282
Le doy mi mala mirada. La que reservo solo para ella.
Golpeándose la frente con la mano, me mira directamente.
—Correcto —bromea—. ¿Cómo podría olvidarlo? Makayla no come
alimentos saludables con el corazón roto. Tonta yo.
Tomo mi copa de vino y le echo un dedo alrededor de la copa con una
sonrisa.
Ella se encoge de hombros y agarra una tabla de cortar.
—¿Todavía no hay noticias del señor Alto y Moreno?
Sacudo la cabeza.
—No, y no hablamos de él, ¿recuerdas?
Al menos no lo llama imbécil como hizo con Sebastian.
—Oh, ya recuerdo —dice Maggie, cortando el extremo de una cebolla.
Luego, por lo bajo, la oigo murmurar—. Y aquí están sus bolas. —Y el cuchillo
corta la cebolla a la mitad.
¡Ay! Qué idea.
El microondas termina y saco el contenedor, extendiéndolo hacia ella.
—¿Seguro que no quieres? Están realmente buenos.
Ella sacude la cabeza y señala la lata de frijoles negros.
—Estos van a estar deliciosos, así que guarda un poco de espacio.
Sacando un tenedor del cajón, me encuentro riendo. Lo creas o no, la risa
suena más genuina que cualquiera que haya fingido en las últimas tres
semanas.
—Estoy seguro que sí, al igual que los tacos de tofu de anoche.
—Esos estaban un poco sobre cocinados —admite.
Cartón en una cáscara de tortilla de trigo integral, no hay palabras para
describirlo.
Justo cuando me siento y trago mi primer bocado de delicia, la puerta de
la cocina se abre.
—Hola, hermosas damas —nos saluda Brooklyn, luciendo como James
Dean con las mangas de su camiseta blanca enrolladas y un paquete de 283
cigarrillos en una de ellas. Siempre tiene un cigarrillo metido detrás de la oreja
o colgando de sus labios, pero nunca lo he visto fumando.
—¿Alguien quiere ver una película? Hay una nueva película de terror en
el Village —pregunta.
—No puedo —le digo—. Tengo una reunión temprano por la mañana.
Brooklyn me da uno de sus asentimientos comprensivos. Ese en el que
puedo decir que quiere hablar sobre Cam, decirme qué buen tipo que es, pero
no lo hace, porque tal vez no lo cree. O tal vez no cree que debería. Código de
tipos y todo eso. Son amigos y nunca hablaría mal de Cam, lo entiendo.
Por otra parte, parece que todos nos mantenemos callados sobre Cam
por nuestras propias razones. Como si estuviéramos esperando que el
entumecimiento de su abandono desapareciera. El caso es que sé que Brooklyn
debe estar en contacto, aunque solo sea porque el mejor amigo de Cam es su
hermano. Aun así, no pregunto, temerosa de lo que pudiera decir, supongo.
Apartando su mirada de mí, Brooklyn mueve su mirada hacia Maggie.
—¿Qué hay de ti?
Los ojos de Maggie están llorando por las cebollas.
—Yo tampoco puedo; Matt va a venir más tarde, y además, tengo que
abrir la torre mañana.
Matt es el reemplazo de Noah. Es aún más obediente que Noah, si puedes
creer eso. Maggie se aferra a lo exclusivo, un hombre exclusivo después del
otro.
Brooklyn se sienta a mi lado en la encimera.
—Eso apesta. Odio el turno de la mañana —le dice a Maggie.
Habiendo pasado al horno, Maggie se da vuelta con una cuchara de
madera en la mano.
—Quédate para la cena. Estoy haciendo burritos.
—Claro, suena bien —responde Brooklyn.
Cuando Maggie se da la vuelta artículo:
—Fríjoles. —Y le ofrezco un bocado de macarrones con queso.
Tomando mi tenedor, él mastica y traga antes de levantarse para caminar
284
hacia la nevera. Es entonces cuando noto que todavía lleva su ropa de
salvavidas. Sabía que íbamos a rechazarlo. Agarrando dos cervezas, le ofrece
una a Maggie y toma la otra para sí.
Tomando un trago de vino tinto, empiezo a pensar en cómo ha estado
alrededor mucho últimamente.
La olla en la cocina burbujea y pequeños trozos de frijol parecen estar
lanzándose como mini cohetes.
—Oh, mierda, están explotando —exclama Maggie.
Brooklyn se acerca apresurado y baja el gas.
—La llama está demasiado alta —le dice.
Oh, Dios, ella le da una mirada asesina.
Casi llorando de risa, trato de calmarme cuando me fulmina con la
mirada a continuación.
Tan pronto como Brooklyn se sienta, giro la silla hacia él y empujo mi
comida hacia él.
—Termínalo —le digo—. Estoy llena.
Honestamente, no he estado comiendo mucho últimamente, y tampoco
por la comida de Maggie. Simplemente no tengo apetito.
Atrapado entre la espada y la pared, Brooklyn lo empuja delante de mí y
encubiertamente muerde cuando Maggie no está mirando.
—Entonces —digo—. ¿No hay una cita caliente esta noche?
—Solo ustedes dos. —Él sonríe.
—Tengo algunas amigas a las que les encantaría salir contigo —dice
Maggie, metiendo los burritos en el microondas.
Brooklyn inclina su botella hacia atrás y responde casualmente.
—Estoy bien.
Supongo que esa es una manera agradable de decir de ninguna maldita
manera voy a permitir que me arregles con una de tus amigas amantes de la
tierra y salvadores del mundo.
Ellas son agradables. 285
De repente, el microondas tiene una neblina blanca saliendo del interior.
Como si estuviera poseído o algo así.
Lo señalo.
—Ummm… Mags, ¿el microondas debería sacar humo?
Ella se precipita hacia él y abre la puerta, quitando el plato con conchas
más que humeantes.
—Supongo que no necesitaban calentarse durante mucho tiempo —dice
con una sonrisa.
Unos veinte minutos después, mi plato está vacío, y los burritos están
listos. Maggie toma la comida y una pila de platos.
—Vamos a sentarnos en la sala y a comer.
Espero que Brooklyn pueda comer otra comida.
Maggie y yo tomamos el sofá. Brooklyn toma la silla.
Una vez todos tenemos los burritos de frijoles explotados con cebollas
crudas y tortillas demasiado cocidas en nuestros platos, Maggie se vuelve hacia
Brooklyn y lo señala con el tenedor.
—Yo sé —dice a través de un bocado de comida—, que comiste los
macarrones con queso de Makayla, así que no me mientas cuando te pregunto
qué te pasa a ti y a las mujeres últimamente. ¿Por qué no te he visto, o
escuchado para el caso, de alguno de esos aspirantes de MTV?
Él hace una mueca después de tomar un bocado de su comida y deja el
plato. Entonces, siendo cien por ciento serio, él le responde.
—He decidido probar el celibato por un tiempo.
Maggie prácticamente escupe su comida.
—¿Por qué harías algo tan estúpido como eso?
Recuperándome de ahogarme con mi vino, la doy un codazo.
—No digas eso.
Brooklyn suspira.
286
—Estoy tan cansado de que cada chica hable de quién era yo. Nunca seré
ese tipo otra vez. Joven y libre, con toneladas de dinero. Ese tipo creció, y él es
yo, pero ninguna de estas chicas parece entender eso.
—¿Qué hay de Sasha? —pregunto.
Después de todo, le debo mi carrera. Tengo que alentarla.
Él me sonríe.
—Nunca duraremos. Es lo mismo cada vez que nos juntamos. Uno de
nosotros siempre sale lastimado. Es hora de ponerle también fin a eso. Lo creas
o no —dice, agarrando su libreta—. Estoy listo para crecer y descubrir quién es
Brooklyn James.
Amén, pienso.
Amén.
Y luego muevo los ojos hacia el techo. No le pido mucho al grandote de
arriba, pero ahora mismo estoy rezando para que Cam también se encuentre a
sí mismo.
Por favor, Dios, ayúdame, solo esta vez.
287
28

Traducido por LizC

Corregido por Nanis

R 288
esolver mis problemas no fue tan difícil como pensé que sería.
Por otra parte, he estado trabajando en el plan para
comprar Simon Warren durante el mes pasado. No le había
dicho nada a Makayla ni a Maggie en caso de que el acuerdo no
funcionara. No quería elevar sus esperanzas en cuanto a Katherine volviendo a
California para luego aplastarlas. Primero tenía que investigar. Mantenerlo en
silencio me mató, pero dejarles pensar que aún estaba dando vueltas no me
había parecido un problema.
Para el momento.
En retrospectiva, no fue el mejor plan. Makayla interpretó todo tipo de
cosas equivocadas. Pude haber sido claro ese día en mi cocina, pero ella tenía
razón, necesitaba resolver mis problemas.
Obviamente, Makayla sentía mi necesidad de hacer algo más y pensó que
me estaba refrenando, cuando en realidad estaba lanzándome hacia delante.
Buscando una compañía. Esperando hacer algo bueno, si mi investigación
demostraba que era el movimiento correcto.
Resulta que, la base de Simon Warren es sólida. Tiene una gran base de
clientes, es bicoastal, y lo mejor de todo, es barato. Los propietarios están
buscando salirse mientras aún están fuera del agua.
Será la primera de muchas compañías que compre y vuelva a armar.
Con algunas nuevas marcas y una posible jugada en su nombre, mis
proyecciones dicen que dentro de dos años Simon Warren volverá a obtener
ganancias. Por supuesto, requerirá mucho trabajo y dedicación. Lo bueno para
mí es que, Katherine aceptó quedarse y dirigir operaciones minoristas. Tendrá
que quedarse en Nueva York a corto plazo, pero una vez que la compañía esté
en pie, podrá regresar a California.
Sí, resolver mis problemas me ha mantenido ocupado.
Antes de irme de Laguna, me detuve en la estación de salvavidas y avisé.
El capitán me dejó ir sin obligaciones y me prometió un trabajo si decidía
regresar.
Desde Nueva York, logré encontrar la compañía perfecta en California
para asociar con Makayla. Los contacté, les conté sobre ella y les pedí que no
mencionaran mi nombre si decidían acercarse a ella. No estaba seguro si ella los
escucharía si supiera que he estado involucrado, incluso de esta manera
mínima.
También hablé con mi padre, y me contó que él y Vanessa habían 289
terminado. Le dije que nunca podría perdonar lo que hizo, pero que algún día
tal vez podría olvidarlo. Algún día, pero no ningún día pronto.
En cuanto a Vanessa, la llamé y le pedí que dejara los regalos, mensajes
de texto y llamadas. Para mi sorpresa, aceptó hacerlo. La verdad es que, ella no
quiere volver a estar conmigo, así como yo no quiero volver a estar con ella
nunca más. Hay una razón por la que me engañó: juntos no funcionamos bien.
Creo que ella solo estaba buscando aferrarse a algo que no estaba allí.
Poner a mi hermana y mi madre en la misma habitación resultó ser muy
difícil, pero logré hacerlo. Hablaron… un poco. Todo lo que puedo decir es que
son un trabajo en progreso, y puedo vivir con eso.
Y luego, por supuesto, compré Simon Warren, con la ayuda de Katherine.
Clic.
Clic.
Clic.
Dándole un espectáculo a mi hermana, hago algunas muecas que sé que
lamentaré más tarde cuando publique mi foto en las redes sociales como
siempre lo hace. Cuando paro y me pongo en serio, baja la cámara con un
suspiro.
—Me tengo que ir —le digo.
—Te voy a extrañar. —Amelia me abraza—. Ha sido en serio grandioso
tenerte cerca.
Beso su frente.
—Volveré antes de que lo sepas, y puedes visitarme en cualquier
momento.
Ella y yo hablamos sobre su trabajo en detalle durante mi viaje a casa.
Según ella, le gusta trabajar para nuestro padre, y aunque no ama su trabajo,
está contenta con él. Después de todo lo que sucedió con Brandon, al principio
era escéptico, pero quedándome con ella, casi creo que es verdad.
Casi.
De cualquier manera, es mucho más fuerte de lo que Brandon fue alguna
vez, y creo que hará lo mejor para ella, cuando esté lista. Le dije que siempre
estoy ahí para ella, si decide que quiere irse. Sin embargo, por ahora, creo que 290
quiere intentarlo y tengo que dejarla.
Todavía no le he contado lo que pasó con Vanessa y mi padre, o sobre
nuestro padre en general. No podría hacerle eso a ella. Sí, es fuerte, pero
también es frágil. Es la niña de papá, y tal vez solo quiero que ella tenga eso.
Y luego, por supuesto, le conté todo sobre Makayla y cuánto la amo. No
puede esperar a conocerla. Es decir, si Makayla me acepta de vuelta. Por
supuesto, Amelia tuvo todo tipo de nombres para llamarme por ser tan denso y
no arreglarme con Makayla mucho antes, de modo que así pudiera invitarla a la
boda, a lo que convencí a Amelia que asistiría.
Pero yo también soy un trabajo en progreso.
Retrocedo y le doy un tirón a su desteñida melena turquesa.
—Me tengo que ir, Amelia.
Ella me abraza por última vez.
—No olvides llamarme.
Con mi mochila al hombro, corro hacia seguridad y me subo al avión.
Tarde otra vez. Casi se siente como un déjà vu, menos la primera clase y menos
Makayla.
El avión está lleno, y tengo que empujar mi mochila debajo del asiento
frente a mí. Mientras tomo mi asiento de pasillo, imagen tras imagen, recuerdo
tras recuerdo, del verano que compartí con Makayla vienen corriendo de
vuelta.
Una sonrisa tira de mis labios solo de pensar en ella, y luego ese peso de
siempre golpea mi pecho. Todo lo que puedo hacer es esperar que lo que ella
dijo, fuera en serio… cuando lo descubras, ¿por qué no vienes a buscarme? Estoy
listo, nena. Solo espero que tú lo estés.
Cierro los ojos y el avión en movimiento me adormece. Cuando despierto,
la azafata está sirviendo bebidas y refrigerios. Estoy tan contento que la azafata
que estuvo trabajando cuando conocí a Makayla no esté a bordo. Tuve que
prometerle llevarla a cenar para evitar ir a la cárcel. Y luego le di mi número
con un dígito incorrectamente escrito.
Fue una mierda, pero al reflexionar, lo hice en nombre del amor.
291
De acuerdo, no fue mi intención, lo prometo.
Tras decidir revisar algunas de las finanzas divisionales para Simon
Warren, saco mi mochila y la pongo en mi regazo.
Tan pronto como la abro, aparece un álbum de fotos negro con un forro
plateado.
Incierto, lo saco. La nota pegada en la parte superior dice: “Este es para ti.
Cuídalo. Con amor, Amelia”.
Dejé que mi mochila cayera al suelo, puse el álbum en mi regazo y lo miré
por mucho tiempo.
—Señor, ¿qué puedo conseguirle? —pregunta la azafata.
Mi cabeza se inclina en su dirección.
—Nada, gracias.
Cuando mi mirada vuelve al álbum de fotos, la inscripción me llega
directamente al pecho. Se lee “Las Aventuras de los ABC”.
Tengo que enroscar mis manos en puños para evitar que tiemblen. Todo
lo que puedo hacer es mirar. El sudor cubre mi frente, puedo sentir mi
respiración aumentar exponencialmente, y me siento aquí, dejando pasar el
tiempo.
Finalmente, me siento lo suficientemente fuerte como para abrirlo.
Lentamente, agarro la cubierta y aún más lentamente, la abro.
Mirándome fijamente hay una foto en color de 8×10 de Brandon y yo en
nuestras camisetas “Soy un Gran Hermano”, ambos sosteniendo a Amelia en
una manta rosa. Estamos sonriendo tan ampliamente. Todavía no tenía ni dos
años, así que no lo recuerdo, pero siento que podría si lo intentara lo suficiente.
Mi visión comienza a nublarse y siento que el espacio en el avión se ha
cargado. Es como si fuera el único aquí.
Una extraña mezcla de esperanza y miedo me impulsa a pasar la página.
Hay dos fotos en la página a la izquierda. La primera es de nosotros tres
la primera vez que todos viajamos en el metro juntos. No estoy seguro de
cuántos años teníamos, pero Amelia estaba en una carriola. La emoción llena
nuestras caras porque íbamos en un viaje en tren. No recuerdo ese día, pero 292
recuerdo esos sombreros y fundas de vaquero a juego que Brandon y yo
usamos. Y el sombrero rosa y las espuelas de Amelia. Pensábamos que éramos
forajidos del Oeste. Y estábamos en el tren escapando.
Una sonrisa tira de mis labios. Conservamos ese atuendo de vaquero
durante mucho tiempo. Amelia se colaba en nuestra habitación con su
sombrero rosa y nos señalaba con el dedo.
—Pónganselos o les disparo —intentaba decir, pero nunca pronunciaba
bien las palabras.
La segunda foto en la página es de nosotros tres en nuestros trajes de
Pascua y tenemos el mayor ceño fruncido en nuestras caras. Recuerdo este día.
Brandon tenía siete años, yo tenía seis y Amelia tenía cuatro. Nuestros padres
nos habían llevado al club de campo para una búsqueda de huevos de Pascua y
olvidaron nuestras cestas. Estábamos tan enojados con ellos porque tuvimos
que usar una bolsa de plástico. Hizo la recolección de huevos muy difícil.
Me encuentro pasando página por página. Sonriendo a los recuerdos
felices y sabiendo que estos son momentos que nunca podré olvidar.
Sin embargo, pronto, tengo que parar. Siento que podría ahogarme.
Como si no pudiera respirar. Saltando sobre mis pies, guardo el álbum y me
dirijo al lavabo.
Una vez dentro, me salpico agua en la cara y luego me miro en el espejo.
Momentos después, me encuentro arañando mi camiseta para quitármela. Tan
pronto como lo hago, contemplo la letra B en mi pecho y trazo cada línea
delicada de ella.
Cuando mi dedo vuelve al punto donde comenzó, me miro al espejo.
—Te amo, Brandon —le susurro.
Te quiero.
Te extraño.
Ahora y siempre.

293
29

Traducido por LizC, Genevieve y VckyFer

Corregido por Simoriah

N 294
unca digas nunca.
Esto es todo lo que puedo decir.
La quinta temporada de The Walking Dead me tiene tan
nerviosa que me estoy mordiendo las uñas. En serio, ¿tienen
que hacerlo tan lleno de angustia? No tengo idea de cómo he podido ver esta
serie yo sola.
Un zombi salta de las sombras y grito. Mi pulso corre tan rápido que
tengo que taparme la cabeza con la manta. Honestamente, podría haber tenido
un ataque al corazón.
Knock. Knock.
—¡Ahhhhhhh! —grito aún más fuerte.
Dándome cuenta que no es un zombi que viene a buscarme, libero el
aliento de mis pulmones. Alguien está en la puerta de la cocina, y el sonido
contra el vidrio solo hizo que mi corazón latiera más rápido. Cálmate, Makayla.
Eres una chica grande. No hay ningún hombre del saco en la oscuridad, ni zombis
en este caso.
Quizás pueda fingir que no escuché el golpe y quien sea que sea se irá y
me dejará terminar este episodio. O bien es el último ligue de Maggie llamando
aquí antes de que ella llegue a casa del trabajo (él tiene la costumbre de
hacerlo) o Brooklyn y la puerta está cerrada con llave, de modo que no puede
entrar.
Knock. Knock.
Vacilante, saco la cabeza de debajo de la manta y aparto mi atención del
televisor, pero está demasiado oscuro afuera para ver quién es.
Dejando mi enorme copa de vino tinto, presiono el botón de pausa en el
control remoto y lentamente me pongo de pie. Pasé todo el día haciendo piezas
y completando pedidos, y estoy agotada.
Otro golpe.
—Ya voy —llamo.
Vistiendo nada más que una camiseta y bragas, me envuelvo con una
manta y me dirijo hacia la puerta. Enciendo la luz y me congelo en el lugar.
Momentáneamente sorprendida, me toma unos segundos antes de que pueda
moverme de nuevo.
Cuanto más me acerco, más se acelera mi pulso. Hay una clara sombra de 295
un hombre en la oscuridad que me parece muy familiar.
Un hombre muy alto y muy guapo que compartió mi cama todo el verano.
Mi corazón se detiene al ver a Camden Waters allí de pie. Mis pasos
vacilan, mi respiración se reanima, mi mente gira en un aturdimiento de la
nada.
Él está de vuelta.
Con un traje que se adapta perfectamente a su cuerpo, luce tan poderoso.
Su camisa está desabotonada en la parte superior y su corbata está suelta.
Parece que ha estado haciendo algo muy importante.
Con un millón de diminutas mariposas aleteando en mi vientre, abro la
puerta. Tengo que agarrar la perilla para sostenerme y evitar que las rodillas se
doblen debajo de mí. Inhalo lenta y silenciosamente con alivio porque él está
ahí parado, apoyado contra el marco de la puerta con la cabeza gacha y algo en
la mano.
Esa sonrisa que me da me ilumina desde adentro.
—Hola —dice.
—Hola —digo en respuesta.
Temblando.
Incierta.
Y aun así tan emocionada de verlo.
Con una sonrisa pícara, él extiende su mano. En ella está una taza de
medir.
—Esperaba poder pedir prestada una taza de azúcar.
Intentando no sonreír a cambio, me estiro para tomar la taza.
—No estoy segura que tenga.
—Por favor —suplica.
De acuerdo, suplicó. Ahora no puedo rechazarlo. Inclino mi cabeza hacia
un lado.
—Ya que lo pediste tan amablemente, déjame ver.
—Te lo agradecería —devuelve. 296
Con eso, cierro la puerta. Y sí, él está del otro lado. Dejando la taza, me
agarro de la manta y finjo hurgar en los armarios con el corazón latiendo
fuertemente y el pulso atronando todo el tiempo.
Él está de vuelta. Está aquí. ¿Ahora qué?
Segundos después, Cam golpea la puerta una vez más.
Conteniendo mi sonrisa, me acerco a ella, y con la manta apretada en una
mano, la abro de par en par con la otra. Esta vez, cuando nuestros ojos se
encuentran, calidez inunda todo mi cuerpo mientras nos sonreímos el uno al
otro.
—Lo siento, no me queda.
Lentamente, su mirada se apodera de mi rostro, y cada sentimiento que
tiene por mí resplandece en sus ojos.
—Déjame probar esto de otra manera. ¿Podemos hablar?
No.
No.
No.
Sin embargo, en lugar de decir que no, asiento y me aparto. Simplemente
no puedo negárselo. Honestamente, no quiero.
Ese largo y esbelto cuerpo suyo entra a grandes zancadas como si nunca
se hubiera ido y casi desearía que no lo hubiera hecho. Entonces recuerdo que
los dos teníamos cosas que resolver, y mi estómago se revuelve inquieto ante la
idea de que Cam regrese solo para decirme que se va a mudar a Nueva York.
Una cautela consume su expresión y se apoya contra la encimera.
—Makayla, lo siento tanto —comienza, su voz ronca de emoción.
Mi cuerpo entero está temblando.
—Nunca antes había conocido a alguien como tú. De hecho, no hay nadie
como tú. Eres todo lo que podría desear y lo arruiné. Nunca quise lastimarte ni
ignorarte; solo estaba intentando encontrarme a mí mismo. ¿Puedes
perdonarme?
—Cam —susurro, abrumada por su regreso, y no queriendo recordar ese
día en que ambos actuamos precipitadamente. 297
Se aparta de la encimera y da un pequeño paso hacia mí.
—Shhh… no respondas todavía. Déjame explicarte lo que debí haberte
explicado ese día en mi cocina, ¿de acuerdo?
Aferrando la manta, asiento y me trago las lágrimas que amenazan con
derramarse.
Una mezcla compleja de confianza e inseguridad me mira en respuesta.
—Tú eres lo más importante para mí. Siempre te pondré primero, puedo
prometerte eso, pero tenías razón, necesitaba resolver mi mierda. Ya me había
dado cuenta de eso. Simplemente no sabía por dónde empezar, pero lo
descubrí, y eso es lo que he estado haciendo durante el último mes. Quiero
hacer que las compañías vuelvan a la vida. Compré a Simon Warren y he estado
trabajando con Katherine en un plan para revitalizarla.
Mis manos vuelan a mi boca y ya no puedo contener mis lágrimas. En
realidad se ha encontrado a sí mismo y eso es lo que debería estar haciendo,
algo que ama, lo que estaba destinado a hacer.
—Toda mi vida quise dirigir un negocio, y me deshice de ese sueño
después de la muerte de Brandon. El posible embarazo me hizo darme cuenta
que tenía que hacer algo con mi vida. Y verte ir tras lo que querías, me hizo ver
que mi sueño también estaba vivo. Solo tenía que encontrarlo enterrado bajo
toda esa ira.
Se ha encontrado a sí mismo. En realidad se ha encontrado a sí mismo.
Cam da un paso más cerca, y en el pequeño espacio de la cocina ahora
estamos a solo treinta centímetros de distancia.
—Makayla —dice—, hemos sido compañeros de asiento, amienemigos,
socios del club de lectura, amigos, profesor/estudiante y amantes, pero
esperaba que en este momento pudieras ser simplemente mía.
Lágrimas ruedan por mis mejillas, pero no hay vacilación en mi
movimiento cuando doy ese paso que nos mantiene separados y me arrojo
sobre él. La manta cae al suelo y simplemente no me importa.
Atrapándome, él aferra mi trasero y me susurra al oído.
—Lo siento tanto. ¿Me perdonas?
298
—Sí, siempre te perdonaré. Te amo —digo ahogadamente contra su
cálido pecho—. Y también lo siento, no debería haber actuado así. ¿Puedes
perdonarme?
En respuesta, Cam se aparta suavemente pero mantiene sus palmas justo
sobre la tela de encaje de mis bragas, inclinándose hacia atrás lo suficiente para
poder mirarme a la cara. Estoy sin maquillaje, agotada y abrumada. Un
desastre. Pero él me mira como si fuera la cosa más hermosa que ha visto
jamás. Su voz es intensa cuando me dice.
—También te amo, Makayla Alexander, maldita sea, muchísimo.
Mis brazos se tensan a su alrededor y no quiero dejarlo ir nunca.
Justo en ese momento, el temporizador de pausa en la televisión culmina
y el sonido de los zombis viaja hasta la cocina.
La diversión crispa las esquinas de la boca de Cam.
—¿Estás viendo The Walking Dead?
Me muerdo el labio ansiosamente y miro sus brillantes ojos.
—De hecho, así es.
—Sabía que caerías —dice riendo.
Bastardo arrogante.
Nuestros ojos conectan y parece que pasan los minutos, pero solo son
segundos. Esa atracción eléctrica de siempre está ahí, más fuerte que nunca.
Siento como si estuviera usando una boina frambuesa.
No, soy Madonna bailando con todas mis joyas.
Mejor aún, me siento feliz, tan feliz que quiero aplaudir.
Cam sonríe; no una sonrisa completa, sino esa media sonrisa. Sus labios
exuberantes me suplican que lo bese y no quiero perder otro minuto mientras
le echo los brazos al cuello y estrecho mi boca contra la suya. Él pone una mano
detrás de mi cuello y la otra en la parte baja de mi espalda. Ambos abrimos
nuestras bocas cuando nuestros labios se conectan, y siento la conexión entre
nuestras almas.
Nos besamos.
Y nos besamos.
299
Y nos besamos.
Después de que me arroja por encima de su hombro, manteniendo esa
mano en mi trasero que ahora está dentro de mis bragas, me lleva hasta las
escaleras y hacia mi habitación.
Muy hombre de las cavernas de su parte.
Secretamente, me encanta.
Una vez dentro, él se sienta en mi cama conmigo en su regazo y doblo mis
piernas a su alrededor.
—Lo siento —susurra de nuevo.
Suelto un largo suspiro.
—No más lo siento, ¿de acuerdo?
Él asiente y sus ojos se iluminan.
—Te extrañé tanto a ti y a tu cuerpo.
—Este cuerpo te ha extrañado —ronroneo—. Incluso me derrumbé y
compré un nuevo vibrador.
—Me masturbé todos los días con tu foto desnuda —confiesa.
Me alegro ahora de que nunca lo borrara de su teléfono.
Me estremezco de anticipación al pensar en su larga y gruesa polla.
—Oh, Dios —gimo—. Te deseo.
Mi camiseta es corta y sus manos se deslizan fácilmente en mis bragas
otra vez y comienzan a acariciar mi trasero.
Pensé que era un hombre de tetas, pero estoy empezando a pensar que
es más de traseros. Debería reconsiderar la zona prohibida. Algún día.
—Sin condón —le digo.
—¿Estás seguro?
—No estoy fértil en este momento, así que aprovechemos eso.
Su rostro se tensa.
—No estoy seguro que me guste el sonido de eso.
—Supéralo —le digo y lo agarro. Desabrochándole la camisa, se la 300
arranco. Con la tela abierta, ahora puedo trazar las líneas perfectamente
esculpidas que delinean cada músculo. Debajo de mi palma, siento su corazón
palpitar. Lo recorro con mis manos y luego le saco los brazos de las mangas
para que quitarle la camisa.
Cam pone su boca en mi oreja y con voz baja y ronca me dice.
—Ponte de pie y quítate la ropa. Necesito sentirte.
Sus palabras me recorren como olas en la marea alta. Nunca he sentido
una conexión tan íntima con nadie. Y porque secretamente me gusta cuando
toma el control, me levanto y me desnudo.
Sus manos están sobre mis caderas y tiran de mí de vuelta a su regazo.
Con mis manos sobre sus hombros, lo miro.
Él tiene los más intensos y seductores ojos que he visto en mi vida.
Podría derretirme bajo esa mirada. Sin embargo, no dura mucho, porque
pronto sus manos están tomando mis pechos y su boca está sobre la mía. Esa
lengua malvada suya encuentra su camino hacia la mía, y cuando gira y gira,
todo lo que quiero hacer es comerlo.
Después de unos minutos de una intensa sesión de besos, me levanta de
la cama, nos da la vuelta y me pone de pie. Arrodillándose frente a mí, se lame
los labios. Nuestros ojos permanecen conectados cada segundo.
Incluso mientras me guía hasta el borde de la cama, incluso cuando coloca mis
piernas sobre sus hombros, e incluso mientras besa el interior de mis muslos.
Sus ojos todavía están sobre mí mientras pasa las yemas de sus dedos
arriba y abajo por la parte posterior de mis muslos y coloca sus manos detrás
de mí, acercándome más a él. Y luego. Luego. Oh, dulce olvido, su rostro está
entre mis piernas y su lengua está sobre mí.
Directo al punto, él lame mi mojada carne.
Una vez.
Dos veces.
Oh, Dios, estoy viendo estrellas.
Entonces tengo que cerrar los ojos cuando sus dedos me abren y su
lengua me acaricia profundamente. No hay nada como eso en el mundo. Hay un
huracán de categoría cuatro aquí.
301
Ya saliendo de este planeta, tan pronto como él acaricia son su esa área
que él tiene tantos deseos de que le entregue, empiezo a convulsionar. Mi
cuerpo es un tembloroso desastre mientras despego como un cohete.
—Oh Dios, Cam —exclamo, pero no se detiene. Sigue chupándome
incluso a través de mi orgasmo, empujándome más lejos. Aferrando mis
caderas con fuerza, él lame y besa cada centímetro de mí. Ni siquiera siento que
mi cuerpo es mío cuando otra ola me recorre—. Sí, ¡oh Dios, sí! —grito y cuando
sé que no me queda nada, gentilmente empujo sus hombros hacia atrás. Él me
mira y me dejo caer al suelo para sentarme frente a él.
Lo beso y él sonríe a través de nuestro beso.
—No había terminado. Quería oírte gritar mi nombre otra vez.
—Oh, lo harás, lo prometo. —Le desabrocho los pantalones y paso la
mano dentro de sus calzoncillos, solo necesitando sentirlo—. Quítatelos —le
ordeno—. Para lo que tengo en mente, no se requieren pantalones.
Poniéndose de pie, se quita rápidamente los zapatos, los pantalones y los
bóxer y se para ahí luciendo tan increíble, sus músculos tensos en toda su
gloria. Con la sonrisa más arrogante de satisfacción en su rostro, toma mi mano
y me arroja sobre la cama.
—Es hora de follar. —Se ríe.
La risa burbujea al salir de mí, pero él no está equivocado; es hora de
follar. Y quiero sentir cada centímetro de él, así que ruedo y me coloco sobre él.
Gime y me atrae hacia él. Con una lengua que debería ser declarada ilegal, traza
el contorno de mi oreja y luego me susurra todas las cosas sucias que quiere
hacerme durante los próximos tres días.
—¿Tres días, eso es todo? —pregunto.
—Eres malvada —dice—. Puedo mantenerte aquí hasta el lunes, luego
los dos tenemos que ir a trabajar. Pero te quiero aquí, desnuda y esperando,
cuando llegue a casa.
—¿Con tus pantuflas y un Martini? —bromeo.
—Preferiblemente húmeda y lista para mí.
—Eres tan pervertido —le digo, arrastrando mi lengua por su cuello, su
pecho, y luego poniéndome seria cuando lo tomo en mis manos y lo acaricio 302
suavemente.
Ese gruñido suyo se pone ruidoso. En serio fuerte. Me preocupa que
pueda alertar a todo el vecindario de que estamos aquí teniendo sexo.
¡Que se jodan! ¿A quién le importa?
Colocándome sobre él, coloco una rodilla a cada lado de sus piernas y
deslizo mis labios por su estómago. Mis manos continúan subiendo y bajando
por su longitud y cuando mis labios encuentran su punta, él se estremece. Me
pierdo en el momento. Ésta es la intimidad que he extrañado. Pero cuando mi
boca lo cubre, él me detiene.
Chocando contra su duro pecho, presiono mi cuerpo desnudo contra el
suyo y lo miro.
—¿Por qué me detuviste?
Él deja escapar un suspiro y otro fuerte gemido.
—Quiero estar dentro de ti cuando llegue.
Acerco mi boca a su oído para poder susurrar.
—Puedes estarlo.
—Lo estaré —gruñe, y luego moldea mis senos con las palmas de las
manos antes de mover mis caderas.
La euforia me recorre cuando él se desliza dentro con facilidad. Sus
manos se mueven hacia mi trasero, presionándome contra él. Cuando doblo mis
rodillas debajo de mí y me siento, él suelta un gemido largo y torturado.
Como el controlador en la cama que es, cuando yo trato de controlar el
ritmo entrelazando mis dedos con los suyos a cada lado de su cabeza, él solo
sonríe y sacude la cabeza.
Está bien. Simplemente me meneo sobre él una y otra vez, girando las
caderas. En poco tiempo, sus manos están sobre mí. Pero ya ves, tengo esto.
Inclinándome hacia atrás, apoyo las palmas sobre sus rodillas y me
muevo lentamente, elevándome lo suficiente para que ambos experimentemos
la emoción de él deslizándose de regreso dentro de mí. Con cada momento que
pasa, me hundo más rápido y más profundo, pero me mantengo cerca. Mi pulso
se acelera con la emoción. Antes de darme cuenta, él está agarrando mis
piernas, centrándose en cada uno de mis movimientos. Nuestros ojos se 303
encuentran, y estamos hipnotizados por las expresiones de puro placer del
otro. Cuando meto la mano entre nosotros y alterno entre acariciar y apretar
cualquier carne que pueda agarrar en mis manos, él gime y maldice tan fuerte
que me pierdo.
Continuando con este ritmo rápido, no siento nada más que felicidad
completa. La presión crece rápidamente y pronto estoy al borde del clímax
nuevamente. Es celestial.
Inesperadamente, él me acerca su pecho y sella mis labios con los suyos,
empujando sus caderas hacia arriba. Respirando pesadamente, sé que está
cerca. Nos gira, sin romper nuestra conexión. Poniendo mis manos sobre mi
cabeza, él toma el control y es perfecto.
Observo mientras su cuerpo se flexiona rítmicamente con el mío. Se
mueve más rápido, besándome furiosamente. Soy empujada por el borde en el
momento en que su lengua golpea el techo de mi boca.
—¡Oh, Dios, sí, Cam, sí! —grito una vez más y él se queda quieto, gritando
mi nombre mientras mis olas de éxtasis le provocan el clímax.
Cuando ambos estamos agotados, caemos en los brazos del otro y nos
abrazamos.
—Te amo, Cam —digo.
—Te amo, Makayla. Amo cada cosa de ti.
No puedo contener mi sonrisa.
—Te extrañé —susurro.
Él me sonríe y me palmea el trasero.
—También te extrañé, y a este pequeño y caliente cuerpo tuyo.
Sintiéndome extremadamente sedienta, me estiro para tomar la botella
abierta de agua en mi mesa de noche de la noche anterior. No puedo creer que
haya olvidado llevarla conmigo esta mañana. Oh bueno, parece que es una
situación de ganancia para mí. Mientras me levanto sobre sus duros músculos,
tengo un vistazo de nuestra novela junto a la botella.
—¿Club de libro? —pregunto, tomando la botella con agua.
Cam mira la mesa de noche y toma Summer’s Ménage antes que yo 304
pueda.
—Sí. Tenemos que terminar esto. Me estoy muriendo por ver cómo
termina.
—Yo también —le digo a él, dejándome caer sobre la almohada a su
lado.
Cam me mira.
—¿Lo leíste sin mí?
—No, lo juro.
Él aún me está mirando.
—No lo hice.
—Voy a escoger creerte porque las chicas buenas no mienten —me dice,
y abre el libro.
No estoy muy segura de seguir siendo una buena chica, pero lo aceptaré.
Poniéndome cómoda, me acurruco junto a él. De hecho, he extrañado el
sonido de su voz, tan similar al caramelo derritiéndose en un helado con salsa
caliente.
La ventana está abierta y hay una brisa fría viniendo de afuera. Cam pone
la sabana sobre nosotros y sostiene el libro.
—“Era el último día de verano, y Summer se tomó un momento para
mirar la enorme propiedad que se ubicaba en la Orilla Sur de Long Island. Tomó
un cauteloso sorbo de su vino e intentó no pensar en regresar a la ciudad. A su
vida de obligaciones sociales. A su esposo”.
Mis ojos vuelan a la página. ¿Lo leyó bien?
Cam se atragantó con la última palabra.
—¿Está casada?
—Debe haber una razón por la que va a los Hamptons sola, ¿verdad?
—Sí, obviamente su esposo no satisface sus necesidades. Debe de ser un
adicto al trabajo.
Golpeo su hombro.
305
—No sabes eso. Sigue leyendo.
—“El vestido de cóctel de un solo hombro atraía la atención a sus pechos,
y ella lo sabía. Esta noche se despediría de sus dos amantes. Gabe, el
pecaminoso chico malo con la actitud de “no me importa una mierda” que la
volvía loca, y su dulce Owen, que se aseguraba de cada deseo suyo fuera
satisfecho. Tomar dos amantes era algo en qué pensar para el próximo verano.
¿Lo haría de nuevo? Lo decidiría cuando la noche terminara”. —Cam hace una
pausa y me mira—. Te dije que le gusta más Gabe.
Le mordisqueo el hombro.
—No sabes eso. En ninguna parte en la página dice eso.
—Veamos de quien se despide primero.
—Veamos —digo.
Moviéndose en la cama, él comienza a leer de nuevo.
—“Tanto Gabe como Owen estaban esperándola en la sala de estar,
vistiendo los esmoquin y gemelos que ella les había comprado. Ella casi se
quedó sin aliento. Más temprano habían cenado langosta y habían bebido el
vino más fino. Había admirado su buena apariencia en ese momento, pero
ahora, achispada por el vino y alimentada por el deseo, ellos lucían apetitosos.
Lo cual era bueno, porque esta noche ellos follarían en la mesa del comedor.
¿Por qué? Porque podían”.
Cam se detiene y me mira.
—¿Me dejarías follarte en la mesa del comedor?
Me rio.
—Seguro, si tuviéramos una.
Él levanta una ceja curiosa.
—¿Y comerías en ella después?
Me levanto sobre un codo.
—Déjame pensarlo. Te lo responderé luego.
Él ríe.
—Hazlo.
306
—Solo lee.
—Está bien. Está bien —ríe—. “Summer rodeó a sus hombres como si
fueran su presa. Los miró. Los evaluó. Esperó a que uno se quebrara. Esta
noche, ninguno lo hizo. Los buenos chicos merecían ser recompensados, y eso
fue lo que ella hizo. Los empujó a ambos contra la mesa y uno a la vez abrió sus
pantalones. Ambos estaban completamente erectos, pero ella sabía que lo
estarían. Sus senos exhibidos como eran mientras ella se movía garantizaba
eso. Les ordenó que se sentaran en la mesa y luego inclinó la cabeza sobre el
regazo de Owen. Con su boca alrededor de la polla de Owen, su mano encontró
la de Gabe y lo acarició”.
Cam tose un poco.
—Eso es mucha polla.
—Oh Dios, Cam, deja de comentar… necesito saber cómo termina esto.
Cam se estira por completo en la cama y pone un brazo detrás de su
cabeza.
—“Summer no se contuvo mientras llevaba a Owen al orgasmo, y luego a
Gabe. Ahora, era su turno. Se quitó el elegante vestido y se recostó desnuda en
el centro de la mesa. Gabe y Owen la rodearon. Era suya para hacer lo que
quisieran. No les diría qué hacer. No esta noche. Era su regalo de despedida
para ellos. Sin reglas. Durante todo el verano ella jamás había permitido que
ambos le follaran el coño al mismo tiempo. Tenían que hacerlo por turnos. Esta
noche ambos podrían penetrar su coño. Summer se sorprendió cuando Owen se
inclinó primero sobre ella. Había pensado que Gabe se haría cargo. Estaba feliz
de que Owen lo hiciera. Él había crecido este verano. Se había vuelto más
seguro. Él la folló, suave y dulce como él era. Ella se vino en un estado de calma
inconsciencia, y quería recordarlo. Tendría que durarle hasta el siguiente
verano. Gabe no le dio mucho tiempo de recuperarse cuando la montó minutos
después de que Owen se viniera. Era salvaje y más duro, normalmente, pero
esta noche simplemente era intenso. Había aprendido paciencia. Empujó dentro
de ella, duro y rápido, y ella quería venirse tanto que sus músculos se
contrajeron. A diferencia de Owen, él lo prolongó. Si ella estuviera a cargo, le
habría ordenado que la follara más rápido y la hiciera venirse. Sin embargo, ella
se vino al momento y el placer se proyectó en ella”.
—Guau —comento, abanicándome. 307
—Sí, guau —repite Cam.
El deseo llena mi habitación tanto como las palabras de la página lo
hacen.
Suspirando, él da vuelta a la página.
—El último capítulo.
—¿Tan pronto?
Él asiente y me da un pequeño apretón.
—“El verano había terminado. Había pasado volando. Summer nunca
permitió que los hombres la besaran, y esta noche no fue diferente. La única
regla que mantuvo en vigencia. No habría besos de despedida. Ella estaba
parada junto a la puerta mientras el auto se alejaba para llevar a sus hombres
de regreso a la ciudad, donde los había encontrado meses atrás. Mientras se
alejaban, hablaban entre ellos y Summer podía escucharlos. Hablaban de ir por
un trago, lo cual hizo que las comisuras de sus labios se elevaran. Y luego los
hombres hablaron del siguiente verano, sobre buscar una mujer para
compartir, lo cual puso nostálgica a Summer.
»Pero ellos sabían que ella no estaría con ellos de nuevo; lo había dejado
en claro. Sería demasiado desordenado. Una vez que Summer cerró la puerta, se
apoyó contra ella y sonrió. Era hora de ver a su esposo. Lo extrañaba. Postrado
y paralizado por un accidente de esquí que tuvo lugar diez años atrás, aún era el
amor de su vida. Incapaz de hacer algo que alguien no hiciera por él, él
dependía de un equipo de personas. Cada verano su madre iba a quedarse con
él, y Summer pasaba ese tiempo en la casa de verano. Tomar un amante de
verano había sido idea de él. Dos también. Él incluso había sugerido tres; uno
para cada mes. Para tener variedad.
»Odiaba no poder satisfacerla. Sin embargo, lo hacía con solo sugerirle
esto. El próximo verano, ella tomaría dos amantes de nuevo, pero quizás no al
mismo tiempo. Le gustaba tener al bueno con el malo. Eran rasgos que su
esposo una vez había mostrado, y aunque él no lo veía, aún los tenía. De hecho,
quizás tomaría tres para añadir la variedad que él había sugerido. Summer no
estaba segura de eso. Tenía que pensarlo. Pero claro, tenía todo un año para
decidirlo. ¿Verdad?”
Me levanto bruscamente con lágrimas en los ojos.
—No esperaba eso. 308
Cam se estiro sobre mí y deja el libro en la mesa de noche.
—Sí, eso fue… no lo sé. Diferente de lo que esperaba.
—¿Diferente bueno?
—Sí, diferente bueno.
Con emoción en mi garganta, digo.
—Me gustó.
Cam me besa.
—No estoy seguro de poder ser tan poco egoísta como el esposo de
Summer.
Lo miro a los ojos.
—Creo que él la ama y quiere que ella tenga lo que él no puede darle. Él
sabe que ella lo ama. Creo que es más seguro que egoísta.
Cam me besa de nuevo.
—Sabes, creo que puedes tener razón.
—¿Qué? —jadeo con falsa sorpresa.
Sus labios se deslizan hacia abajo por mi garganta, y la vibración de su
risa se siente tan bien.
—Sí, lo dije. Me escuchaste. Ahora, continuando… —Él besa la punta de
mi pecho—. ¿Crees que Summer’s Ménage dos ya esté a la venta?
Mi cabeza cae hacia atrás.
—No estoy segura, pero buscaré mañana.
—Suena bien —murmura, lamiendo alrededor de mi pezón.
—Me gusta eso —susurro—. Hazlo de nuevo, un poco más abajo.
Como si practicara ser obediente, él me complace. Luego él se mueve más
abajo, y más abajo aún, haciéndome retorcer en la forma más deliciosa. Y no se
detiene allí.
Después, cuando terminamos por segunda vez, él me toma en sus brazos
y me sostiene con fuerza. Acurrucada contra el calor de su cuerpo, no puedo
dejar de pensar en Summer y en cuán completamente su esposo y ella se
amaban.
309
La comprensión me llega. Creo que estaba equivocada antes. No amas a
alguien y lo dejas ir para ver si regresa a ti.
Te aferras a él con fuerza y nunca lo dejas ir.
Y eso es justo lo que pienso hacer.
EPÍLOGO
¿ ?

Traducido por Nix

Corregido por LizC

Dos meses después


310

—A
niversario feliz.
Aniversario feliz.
Aniversario feliz, Camden Waters.
Miro a Brooklyn por encima de mis sombras.
—Así es como cantas la canción de cumpleaños, idiota.
Él descarga la caja en su hombro al piso.
—Qué te jodan, hijo de puta —dice y hace el saludo de dos dedos con un
solo dedo—. Es lo suficientemente cerca.
Una risa escapa de mis labios.
—En serio deberías quedarte para Acción de Gracias.
Él se encoge de hombros.
—Nah, tengo algunas cosas que hacer.
—Bueno, si cambias de opinión, ven mañana.
Su asentimiento me dice que no tiene intención de cambiar de opinión.
Es la carretera, su cámara y el manuscrito en el que ha estado trabajando.
Da miedo lo bien que lo conozco.
Es difícil de creer que hace un año me mudé a este pueblo playero con
nada más que una bolsa de lona y una mala actitud. Conocía a una persona,
Brooklyn James, el hermano menor de mi mejor amigo, bueno, medio hermano.
Por suerte para mí, recientemente alquiló una casa en la playa y me
invitó a mudarme con él. Y aún más afortunado para mí, lo hice. El hijo de puta
se desvivió por ayudarme. Me enganchó en un trabajo, me mostró la
disposición de la tierra y me presentó a Maggie. Y como dicen en las películas…
el resto es historia.
Pero no le demos demasiado crédito o se le subirá a la cabeza, y ya es lo
suficientemente grande debido a su buena apariencia de estrella de cine.
—¿Eso es todo? —pregunto, mirando alrededor de la habitación que
solía ser de Makayla, pero ahora es de Brooklyn.
—Eso es todo —dice, desplomándose en su cama y abriendo su paquete
de cigarrillos—. La operación de las casas musicales está completa.
311
Pasando junto a él hacia la puerta, pongo una mano en su hombro.
—En serio, hermano. Gracias por esto.
Sacando un cigarrillo, se lo mete en la boca y luego me mira.
—Oh, amigo, me vas a deber por esto.
Me detengo en la puerta y me doy vuelta.
—Cualquier cosa, en cualquier lugar, lo que sea.
Me señala con el cigarrillo y me da una de las famosas sonrisas de
Brooklyn. Ya sabes, del tipo que puede iluminar un árbol de navidad, o eso
dicen las chicas.
—Voy a recordar que dijiste eso.
—Hombre, tienes mi palabra. —Golpeo mi corazón con un puño.
A cambio, me da uno de esos asentimientos lentos de es mejor que crea
que lo aceptaré.
Estoy tan jodido.
Abajo, Maggie está ocupada… con su nuevo novio, Abraham, creo, o tal
vez es Abel. No es seguro. Sé que tiene algún nombre bíblico.
Me aclaro la garganta.
—¿Cómo va ese pastel de calabaza para mañana? —pregunto divertido.
Debe tener un poco de lengua y una pizca de saliva, porque se están besando
caliente y pesado, lengua y todo.
Mierda, Brooklyn está jodido.
Maggie se aparta de su hombre.
—Estoy a punto de comenzar. No te preocupes, lo tendré listo para
mañana y tendrás campanas para ayudar con la cena de Acción de Gracias.
Doy un paso más allá de la feliz pareja.
—Eso espero, porque no me preocupan las campanas. —Miro hacia
abajo—. Es mío —bromeo.
—Claro. —Se ríe—. ¿Puedes hacer algo para que Makayla esté menos
nerviosa de conocer a tu madre y a tu hermana mañana? Por favor. Sin
importar qué.
312
Giro la cabeza.
—Solo tengo una cosa en mente.
—Ve por ella, tigre —ruge Maggie, mostrándome sus garras.
Sacudo la cabeza.
Es demasiado.
Me gustaría que fuera así de fácil, sin embargo. Está nerviosa porque
estoy nerviosa. Mi hermana aceptó venir incluso con mi madre y su nuevo
esposo solo porque no se iban a quedar conmigo. Lo que ella no sabe es que se
quedarán en lo de Maggie, en la habitación de Maggie, y Maggie se quedará con
su novio.
Entonces esa es la razón por la cual Makayla está nerviosa. Ella quiere
que todos se lleven bien.
Mierda, no estoy seguro que sea posible.
Pero tengo esperanza.
Caminando alrededor de la casa que Makayla y yo estamos oficialmente
compartiendo, miro hacia la cocina para verla parada en el fregadero. Cabello
suelto. Despeinado. Un poco desordenado. Usando una camisilla sin mangas
ajustada. Se ve sexy como el infierno.
Y justo aquí, con mi pie en el escalón, el sentimiento golpea.
Una sensación de hogar.
Ha sido un largo camino y han pasado muchas cosas, pero sí, finalmente
estoy en casa.
Y se siente jodidamente fantástico.

Fin 313
PRÓXIMO LIBRO
Toda chica ha tenido el corazón roto.
Toda chica sabe que el amor duele.
Toda chica tiene una historia.
Esta es la mía…
Mi nombre es Maggie May y lo conocí bajo una
bruma de luces violetas. Tan cliché como suena,
era alto, moreno y absolutamente atractivo, y
tenía fuegos artificiales en mis ojos… literalmente.
Era la víspera de Año Nuevo y debajo de la magia
de todo lo que reluce y brilla, me enamoré de él y su perversidad. La forma en
que se movía, la forma en que me tocaba, la forma en que me llevaba al 314
orgasmo una y otra vez.
Debes saber que no creo en el amor. Los cuentos de hadas y los felices para
siempre nunca han sido algo con lo que haya soñado... hasta él.
Algo cambió al momento en que nuestras miradas se encontraron. No fue
lujuria instantánea o amor instantáneo, simplemente fuimos él y yo, y la pista
de baile a nuestros pies.
El problema es que nuestra historia terminó tres días después de comenzar.
Pero ahora ha vuelto.
Y dice que lo siente.
¿Puedo creerle?
¿Quiero creerle?
Me llama su rompecamas... pero ¿y si me rompe a mí?
Men of Laguna #2
SOBRE LA
AUTORA

315

Kim Karr es una de las autoras más vendidas del New York Times y USA
Today con más de dieciocho novelas. Mejor conocida por escribir sexis historias
de amor contemporáneo, le gusta dar vida a personajes imperfectos.
Sus romances son crudos, reales y explosivos.
Sus personajes te harán reír, llorar, sentir.
Y sus felices para siempre son siempre dignos de desmayarse.
Desde una estrella de rock melancólica al millonario arrogante. Desde la
ingeniosa damisela en apuros hasta la poderosa mujer de negocios atrevida. No
hay dos historias iguales.
Prepárate para enamorarte.
CRÉDITOS
Moderación
âmenoire LizC

Traducción
Addictedread Genevieve M.Arte
Ale grigori Kalired Nix
Ashtoash Knife Smile.8
Brisamar58 LizC VckyFer 316
Elisabet_79 Lyla

Corrección
Bella’ Nanis
Indiehope Simoriah
Kish&Lim VckyFer

Recopilación y revisión Diseño


LizC y Nanis Tolola
317

También podría gustarte