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│ ❝私を見てください❞

╰──╮⸙; 13.01.24.❞

│ 𝓐𝓽𝓼𝓾𝓶𝓾.

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Hinata cerró los ojos y dejó que los recuerdos del pasado lo envolvieran. Había un
secreto que había guardado en lo más profundo de su corazón durante mucho tiempo, un
sentimiento que nunca había tenido el valor de revelar. Recordó los días en los que
jugaba junto a aquel rubio teñido en su adolescencia, cuando cada encuentro en la
cancha era una mezcla de emoción y confusión.
Desde el momento en que Hinata puso los ojos en Atsumu, supo que había algo especial
en él. Su sonrisa traviesa y su actitud despreocupada lo atraían de una manera que no
podía explicar. Pero había algo más, algo que iba más allá de la amistad y la rivalidad en
el voleibol. El pelinaranja recordó los momentos en los que se encontraba perdido en los
ojos de aquel chico, admirando su determinación y habilidad en la cancha. Cada vez que
él sonreía, sentía un cosquilleo en el estómago y su corazón latía con fuerza. Pero a
pesar de esos sentimientos, nunca se atrevió a confesar su amor.
El motivo era claro en la mente de Hinata, temía que si revelaba sus sentimientos, su
amistad se vería comprometida. No quería arriesgar perderlo por completo. Además,
sabía que Atsumu tenía sus propios sueños y metas, y no quería ser una distracción en
su camino hacia el éxito. Así que guardó su amor en silencio, observando desde la
distancia mientras ambos se convertían en jugadores destacados. Cada vez que veía a
Atsumu sonreírle a otra persona, sentía un pinchazo de dolor en el corazón, pero se
obligaba a sonreír y celebrar los logros de su amigo.
A medida que el tiempo pasaba, Hinata se convencía cada vez más de que su amor no
correspondido era un sueño imposible. Se convenció de que era mejor mantener sus
sentimientos en secreto y apoyarlo como siempre lo hizo. Pero en lo más profundo de su
corazón, siempre había una chispa de esperanza, una pequeña voz que susurraba que tal
vez, algún día, las cosas podrían ser diferentes, pero no era un pensamiento que durara
mucho.
Cierto día le había llegado un mensaje de texto, era del capitán de su antigua escuela, el
cual lo invitaba a una fiesta de reencuentro, no sería únicamente del equipo de los
cuervos, sino de todos aquellos equipos con los que había sentido una conexión durante
los partidos.
La fiesta de reencuentro fue un torbellino de emociones para Hinata. Mientras se
encontraba rodeado de risas y abrazos, su mirada no podía apartarse de aquel chico de
cabello rubio y sonrisa encantadora. Sus ojos se encontraban con los de Atsumu en
varias ocasiones, y cada vez que eso sucedía, Hinata sentía un cosquilleo en el
estómago. Había algo en la forma en que él hablaba y se movía que lo atraía de una
manera inexplicable. Era como si el mundo se desvaneciera a su alrededor y solo
existieran ellos dos en ese momento. A medida que la noche avanzaba, el pelinaranja se
encontraba cada vez más cautivado por la presencia de Atsumu. Observaba cómo se reía
y conversaba con los demás, su voz resonando en el aire como una melodía. Cada gesto,
cada expresión en su rostro, parecía tener un significado especial para Hinata.
En medio de la efervescencia de la fiesta, el más bajo se aventuró a acercarse al rubio,
con una copa en la mano y un brillo de determinación en sus ojos. El bullicio y la
música de fondo parecían desvanecerse mientras se dirigía hacia él, sintiendo una
mezcla de nerviosismo y emoción que le aceleraba el corazón.
A medida que se aproximaba, los recuerdos de su infancia afloraron en la mente de
Hinata. Durante aquellos años, su baja estatura había sido motivo de complejo y
frustración. Las burlas y las miradas condescendientes de los demás habían dejado una
marca en su autoestima, haciéndole creer que su valor estaba determinado por su altura.
Ahora, aunque aún era más bajo que Atsumu, ya no se sentía tan limitado por su
estatura. Había aprendido a valorar sus propias habilidades y a no permitir que su altura
definiera su valía como persona.
Con una sonrisa tímida en los labios, Hinata se acercó a Atsumu y le ofreció una copa,
rompiendo el hielo con un gesto amistoso.
—¡Tsumu!, ¿Te estás divirtiendo? —Exclamó fuerte y claro, temía que su voz se
perdiera entre los gritos y risas de todos sus amigos. —Ten, bebamos juntos, tanto
tiempo como compañeros y aún no hemos compartido ni una copa. —Sin darle
oportunidad al rechazo, acercó el objeto de vidrio al chico y lo colocó entre sus manos.

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