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cada ilusión en donde lo único que podía ver era a una princesa esperando a
su príncipe.
Si, tu eras ese príncipe, con el que estuve soñando y recapitulando momentos
en los cuales la mayoría eran ficticios, no estoy seguro de cual sería tu
reacción al ver como una chica puede llegar a pensar en un persona, talvez
sea una de sorpresa o amargura, incluso llegando a creer que estoy loca.
Pero como no hacerlo, ¿Nunca has soñado con alguien que te recordará aún
Ángel?, porque a mi me paso, todavía lo recuerdo y a decir verdad me paso
muchas veces pero siempre hay uno que tu sabes que tiene un brillo más
especial, el de este chico era de un resplandor tan grande, que talvez era esa
la razón por la cual hay hecho las cosas tan ciegamente, “había quedado
ilusionada medita en un sueño del cual no podía despertar”
Idealizar a los hombres de había hecho uno de mis hábitos más frecuentes al
conocer a alguien, no negaré que también lo hice con chicas pero eso era
menos frecuente, pero el, el me había hecho creer que había conocido a la
persona más encantadora que podría haber conocido jamás, ciertamente no
lo solía recomendar por el simple hecho que muchas veces había quedado
decepcionada, aún más de sus propias amigas que supuestamente eran las
mejores amigas a las cuales se suponía que la mayoría tenía envidia de la
confianza que ellas se solían dar, falsas.
La primera vez que lo había visto había sido mágico desde ahí no había
podido detener esas ansias de verlo cada día, soñando con aquel día en el
que el me observará de la misma manera que yo solía hacerlo, pensado que
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ella era capaz de dar cualquier cosa con tal de que el pensara en ella con esa
mágica manera con la cual yo lo describí, pero el parecía no tener ni la más
mínima importancia en siquiera nombrarme, y todo era por un simple
motivo, no hablaban.
El primer día que lo conocí fue el mismo día en el cual me di cuenta que ya
podríamos habernos conocido desde el año pasado, al principio no podía
creerlo, se le resultaba confuso, como no se hubiera dado cuenta de ellos
cuando el tenía ese toque de brillar donde sea que estuviera, porque el era el
príncipe con el cual había soñado desde que vio las historias de cuentos de
hadas donde el príncipe aparecía para salvarla, porque el era eso, era un
caballero que las chicas de su salón solían pedir, sobre todo era aquel Ángel
que brillaba y la distraía en sus momentos más oscuros.
Stefan había estado en sus sueños con esos ojos marrones que tenían ese
brillo que lo hacían especial, incluso si otros fueran incapaces de apreciamos,
pero ella lo hacia más de lo que quisiera, pero había un problema y era que
desde que seguía con ese sueño no había podido descansar correctamente y
sin tantas oportunidades y ella quería cambiarlo a algo más brillante
decidiendo comenzar a querer hablarle pero sin tener la oportunidad
adecuada.
Lo primero que había hecho, podría haberse como algo tonto, pero no había
dudado en contarle sus planes a Ester una de las pocas chicas que no tenía
miedo a decirle cosas que sabía que no le iban a gustar, siendo una de las más
sinceras del salón no perdió la oportunidad de regañarla.
Sus palabras más exactas habían sido como: “Ni siquiera lo conoces “, “No
sabes como es" o “Como sabes que no tiene dobles intenciones “, lo admitía
no lo conocía, de hecho no había podido ni ver su rostro, lo que le había dado
una curiosidad inmediata, pero aún así no podía dejar de creer que esos ojos
que solían brillar cada vez que reía ocultaran algo malo, porque detrás de esa
oscura mascarilla había una sonrisa radiante.
-¿Entonces?, déjame ver el que está ahí con la pelota es Ramiro, el alto es
Manuel, ese otro que está ahí es Aarón y ese otro que está con mascarilla es
Stephen – Trato de memorizarse a sus desde ahora compañeros Catriona.
-Casi – mencionó cansada la otra mujer con la que estaba. – Y por última vez
no es Stephen es Stefan.
-Es casi igual solo que no menos letras – Justifico Catriona con un ademán de
manos, restándole importancia.
-Si claro, va sonar igual cuando lo llames y por olvidadiza no te haga caso. –
Dijo soltando un quejido.
-Son iguales, apuesto que si lo llamas te va responder. -Soltó la chica con una
sonrisa de oreja a ojera.
-Si claro – bufó con estrés contenido, decidiendo seguir con el recorrido
esperando que termine.
Desde hay todo había seguido normal, hasta que tocaron el timbre dando
inicio a las clases, por fin había podido separarse de sonrisita y tendría un rato
libre, aunque solo fuera un momento.
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-No volverá a pasar te lo prometo – Se volvió a disculpar con una mueca, en
otra situación no le habría prestado atención pero el tenerlo tan cerca había
hecho que su mente diera vueltas.
- Asentí con la cabeza analizando su rostro, aunque lo único que pudiera ver
eran su ojos había notado un nerviosismo en su voz. – ¿Estas bien?
- Si tu lo dices – Finalizo al ver que sus amigas le hacían una seña para que se
acercará.
Eso había sido raro, continuó acercándose a sus amigas hasta que dio una
última ojeada hacia atrás notando como uno de los hombros de Stefan se
veía más bajo que el otro, se dio la vuelta ignorando a sus amigas y viendo
que Stefan se estaba comenzando alejar, Soltó un gruñido y lo llamó en voz
un poco más alta de lo normal.
- Ahora había sido turno del chico de ponerse preguntar, soltando un solo -
¿Qué?
-Yo lo siento, es que vi que tu hombro parece estar mal y como te estaba
yendo hable sin pensar.
-No estás bien, creo que es mejor que vayas por unas píldoras, vi tu sueño
fruncido cuando hablábamos.
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Okey, nunca le habría dicho algo así a otras personas, mucho menos se lo
diría el pero el impulso le había ganado, sin darse cuenta que había
comenzado a crecer una molestia dentro de uno de los dos casi
ocasionándoles un problema en el futuro.
Por su parte Katherine tenía una sola cosa en mente o más bien a una
persona, talvez si primera charla no habría salido como ella hubiera querido
pero dentro de lo bueno y malo estaba feliz de que hubiera escuchado su voz
y que en un momento sus ojos brillaban para ella, lo que lo hacía mucho más
especial.
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Tratar de contárselo nunca había sido fácil aún más con una mente
consumida por el cansancio, se llegó a imaginar una realidad en la cual ambos
se juraban el final para siempre.