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UNA RECOPILACION DE SUCESOS

INTERESANTES

By Roberto Delgado Alemán

2020
25 Y 50
“Había desafiado el destino con todo en su contra: Comprometerse a que no
sería viable una reciprocidad amorosa con un niño de apenas 25 abriles. Ella,
con el doble de edad, deducía que no podía enseñarle absolutamente algo, con
esa insignificante paciencia que la describía, la cual se había esfumado como
el humo de un cigarrillo en la oscuridad hace mucho tiempo. Repetía en
silencio, sin pronunciar palabra alguna, que él no sería el amante acertado
para mostrarle el sendero hacia sus brazos, ella se convencía en compañía de
su soledad – su fiel amiga - que había estropeado ese cuadro de ensueño, pero
poco realista sobre el amor, apenas proclamaba con cierta inseguridad que
todos los hombres eran
iguales: Egoístas y
siniestros al mismo
tiempo. Ella no sabía -
o bueno pienso que lo
sospechaba - que aquél
pequeño hombre podía
hacer lo que su quejosa
y tristemente célebre
vida – de acumulaciones
de ganancias imparables,
éxitos reconocidos,
flashes, primeras
portadas y prestigio – no se atrevía a vivir: Ese joven era notable, conocía
como hacerla brillar en medio de toda esa elegante, pero farsante roña, en
medio de todas esas incertidumbres.

Piénsenlo un poco, que mejor pareja de uno de 25 y otra de 50, el cantante


novato sin un peso en el bolsillo con la actriz más reconocida y acaudalada de
la ciudad, el vulgar con la refinada, el jubiloso bizarro que carga a diario
su guitarra con la sumisa que obsequia supuestas sonrisas ante las filmadoras,
uno que trata de sobrevivir y otra que tiene la vida hecha. A eso yo le
vocifero como la pareja perfecta, no por sus analogías, sino porque lo que
cada uno puede cooperar al otro. Lamentablemente eso la encolerizaba, le daba
miedo, le acobardaba: Entregarle el amor a un niño que podía en sus manos
jugar con él, luego hacerlo caer y simplemente pedir disculpas. Así empieza a
menudo todo esto cuando ellas te preguntan tu edad, por eso prefiero decir que
tengo la edad de Abraham porque para ellas entre más viejo mejor, pero sus
ojos no dicen lo mismo”

R.D.A
Un Salto de Fe
“Una noche de aquellas, donde el gélido viento de septiembre te ciñe,
te abraza y te arropa en las avenidas más largas y cochambrosas de
Lima. Yo trajinaba ya jadeante, abatido y cansado de la jornada
laboral, sentía que era un día extraño, de esos que a veces no sabes
porque estás ahí tan tarde, solamente rebrotando de la ciudad,
intentando inhalar de ese airecito ciertamente frígido, pretendiendo
imaginar la sensación de sosiego y armonía, en medio de su inmundicia,
en medio de la pesadez del ambiente y una orquesta de trompetas de
rústicos vehículos. Mis pasos eran cada vez más flemáticos, parecía el
camino hacia a la senectud, no lo sabía, consideraba como si me
estancaba.

Yo llevaba un abrigo muy largo, el


chal de mi madre y una mueca de
pesadumbre. A lo lejos observé a una
agraciada muchacha, llevaba tacones
rojos, pelo oscuro largo (muy lacia
ella), pude darme cuenta que, si bien
tenía una apariencia muy galante
(acompañada de un desbaratado
maquillaje) era poco llamativo (por
las lágrimas secas de su acuarelado
llanto). Ella estaba de pie a la barandilla hacia al puente. Ella iba
a saltar, iba a dar ese último salto de fe. No supe que hacer, me
acerqué sigilosamente, le dije: ¡Quiero saltar contigo! Ella se
sorprendió, bajó de esa alcoba suicida. Hablé con ella y me atreví a
calmarla luego le ofrecí llevarla a otro lugar a conversar, ella
estaba en un mar de tristeza, muy deprimida. Esa conversación fue el
inicio de una agradable amistad, nos volvimos adictos a nuestras
conversaciones, a nuestros besos. Salimos unos años, nos conocimos,
nos casamos, tuvimos 2 hijos: Mateo y Ximena. Ahora estamos
planificando nuestra boda (Si nos casamos después de 15 años). A veces
te puedes encontrar con tu destino allí, en ese lugar, justo donde
nunca lo esperas. El destino existe y debes atrever a saltar con él”
la cabaña, Lance y Yo
En estos días siento que he dado los
pasos más seguros y decisivos de mi
vida en este fosco bosque. Observado
por mi propio reflejo en la laguna,
arropado por una colección infinita
de árboles, expuesto en medio de la
eventualidad, en medio de la
peligrosidad de este majestuoso
lugar. A diario, la corriente del
río me escolta camino hacia mi cabaña, el pasaje está enlodado (un poco
pedroso) a su vez conjuga bien su naturaleza con las delicadas flores que lo
acorralan. He cortado algo de leña de esos árboles primitivos, para imaginarme
una reconfortante noche. Llevo conmigo a Lance, un pastor alemán que encontré
hace ya 3 meses, un agraciado compañero (que en el día) creo yo, conocerme más
que algunas personas con las que conviví en el pasado. Lance corre alborotado,
juega con las aves, voltea en momentos a verme, a sonreírme, a trasmitirme esa
buena energía, ese buen rollo. Para mí no es un desafío tomar ventaja en la
carrera sobre lance, amarro las pocas leñas en mi espalda con la soga e
inesperadamente sin que Lance lo espere, me atrevo a retarle a una divertida
competencia. Disfruto de esos momentos en los que por lo general veo a Lance
delante de mí a toda velocidad, emocionado él, vira su rostro para demostrarme
su superioridad, mientras yo lo saboreo, en esos instantes siento mi corazón
latir, la música de mi vida, sonrío porque soy feliz. Lance se lleva el primer
lugar, yo en cambió el consuelo de una sonrisa de premio. Me siento en el
terreno irregular, abrazo a Lance y él parece entender que esto es sólo un
juego, utiliza su húmeda lengua para reanimarme con su empatía. He cargado a
Lance como un bebé y corriendo regreso a la cabaña, soy un loco, imagínate tú
ver en la ciudad a un hombre corriendo por toda una avenida de esa manera con
un amigo canino, te confieso que es una ventaja convivir con esta nuestra
naturaleza. He pasado 5 meses aquí, alejado de la ciudad, alejado de todo, del
ruido de la gente, me he tomado la molestia de atenderme a mí mismo. He
disfrutado estos amaneceres, mi amiga (la cámara) me ha ayudado a arrebatar
estos bellos momentos de su lugar, los tengo prestados. No tengo radio solo el
sonido del río, las aves, el viento. No puedo prender ni apagar la luz de mi
cabaña, solo sé que a las 6:00 se esconde el sol y el mismo regresa airoso a
las 4:00. Soy testigo de estos amantes: El silencio, la paz y la belleza del
medio ambiente.
“He recogido una taza de café y he vuelto a
conmemorar la fragancia de su liso cabello,
me ha excitado una vez más empaparme en
este hediondo océano de memorias malditas
que me desgastan al mismo tiempo. Me he
permitido anhelarla en medio del
desconsuelo de su recuerdo - no puedo
evitarlo - esto es algo que encuentro muy adictivo. Mientras el
extracto acalorado transita por mi garganta lentamente, me lastimo
recordando cada estampa de nuestro álbum, con nuestro silencio, con un
susurro, con cada aliento, junto a esa falsa presencia – que es una
sombra ligera que me observa - me voy destruyendo poco a poco y a la
vez me ilusiono sin alguna razón como un niñato, seguido todo esto se
esfuma dejándome privado sin esperanzas. Mientras termino de degustar
de aquella potente semilla solo me queda conformarme con ese último
sabor amargo de mis recuerdos y de la cresta de mi lengua cuando
termino el café, sonrío y sé que todo pasa siempre, que no siempre el

café puede tener azúcar”


Micaela es entrañable, no ha dejado de impresionarme, nos hemos deleitado con
muchas carcajadas juntos. A veces pienso, para bien o para mal, se parece más a mí que
a su madre, sólo hace falta verla. Dice que cuando crezca quiere ser una escritora
famosa, pero no de libros ni editoriales, porque definitivamente no quiere pasar
miserias, en cambio se decanta más por el séptimo arte, que ciertamente es más oneroso.
Nos encanta ir al cine juntos, a su corta edad ya reconoce a Al Pacino, es su ídolo.

Aunque sólo tiene once años, le apetece ir conmigo a las películas de niños y
también a las de adultos, especialmente si son historias de amor, Micaela es muy
romántica, como si hablar de las aventuras del amor le afloraran de manera tan orgánica,
tan natural, se conmueve, llora y se emociona en cada puesta en escena. Delante del
espejo hace muecas, hace muestra de su talento, se inspira, me pide silencio, es
impresionante verla. El mes pasado vimos una comedia norteamericana y nos reímos
mucho porque un chico termina teniendo muchas parejas, era un casanova. Hasta el
momento no le he contado de mi vida promiscua, loco yo por las mujeres, aficionado al
sexo descontrolado de Madrid, un amante de la vida nocturna, no sabe que su madre me
odia, no sabe que su madre considera que soy el peor ejemplo para ella pero a la vez
como un indefenso animal me tiene lastima y asco. Micaela no sabe lo que tengo desde
hace un par de años, tengo sida, sí todo esto tiene un precio, pero tal vez ella lo intuye, y
no creo que nada cambie entre nosotros cuando se entere, porque sabe que la amo con
toda mi alma, que estoy orgulloso de ella, que soy su más sumiso admirador y que le
daría mi vida envuelta en un papel regalo, literalmente lo haría. Puede sonar cursi
escribir esto, pero es la verdad: sólo hay en el mundo una persona por la que yo
entregaría la vida y ella es Micaela, mi hija …

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