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HISTORIA DE ESPAÑA IES RUSADIR JUAN V.

ALCALÁ
Curso 2020 / 2021
TEMA 1: CRISIS DE LA MONARQUÍA BORBÓNICA. LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA Y
LOS COMIENZOS DE LA REVOLUCIÓN LIBERAL. LA CONSTITUCIÓN DE 1812
0. INTRODUCCIÓN.
DEBEIS HACERLA.

1. LA CRISIS DE LA MONARQUÍA BORBÓNICA.


1.1. El reinado de Carlos IV y sus características principales.
Carlos IV (1788-1808), hijo de Carlos III, intentó continuar su política reformista moderada y
autoritaria. No obstante, este monarca carecía de la personalidad de su antecesor y era mucho menos
activo. Su reinado marcó el inicio de la crisis del Antiguo Régimen y, por tanto, el fin de la sociedad
estamental y la monarquía absoluta.
El reinado de Carlos IV se caracterizó por varios rasgos fundamentales:
1..1. El gobierno de un valido. (Manuel Godoy)
Carlos IV mantuvo, al principio, el equipo político de su padre y confió en Floridablanca y Aranda
como gobernantes. No obstante, pronto se decantó por la figura de un valido, Manuel Godoy, que entre
1792 y 1808 dirigió el país, este sistema debilitó extraordinariamente el poder y la imagen de los propios
reyes ante sus súbditos y ante las potencias extranjeras.
1..2. La influencia de la Revolución francesa (1789-1795)
Iniciada en 1789, la Revolución francesa influyó en los ilustrados y, por tanto, en la política
española. El proceso revolucionario dividió a los partidarios de la Ilustración, aterrados por las noticias
provenientes de Francia (ejecuciones en la guillotina, Luis XVI en 1793). Así, Floridablanca quiso evitar
que llegara a España cualquier periódico o libro procedente del país vecino y muchos ilustrados fueron
encarcelados o perseguidos. Los revolucionarios franceses, por su parte, declararon la guerra a las
monarquías europeas, entre ellas a la española (1793-1795). España perdió la guerra y firmó la Paz de
Basilea (1795) por el que España pasaba a estar subordinada a los intereses franceses.
1..3. La creciente dependencia de Francia
La monarquía española retornó a la tradicional alianza con Francia frente al Reino Unido. Este
acercamiento fue promovido por el propio Godoy y desembocó en una serie de tratados que aislaban a
España del resto de Europa. España suscribía los Tratados de San Ildefonso y el Tratado de
Fontainebleau (1807), que permitía a las tropas francesas atravesar España para atacar Portugal,
siempre un aliado del Reino Unido y le prometían a Godoy un principado. Con ellos, la monarquía
española se convertía en un satélite del Estado francés y ponía a disposición de este sus recursos
económicos y su flota naval. Los resultados fueron negativos para España, ya que los británicos la
sometieron a un bloqueo marítimo (1796) que perjudicó el comercio y las comunicaciones con América;
además, la Armada hispanofrancesa fue aniquilada en Trafalgar (1805), frente a las costas de Cádiz.
Estos fracasos aumentaron la impopularidad de Godoy.
1..4. Una oposición política creciente (partido antiGodoy). El motín de Aranjuez
La política de Godoy suscitó una oposición cada vez más organizada: los enemigos del
absolutismo, partidarios de una constitución o ley fundamental que limitara el poder del rey y que
instaurara una república, también los defensores de una mayor participación de la aristocracia en el
poder, de la moderación de los ataques contra el clero y de la salida de Godoy del Gobierno. Este grupo
era mucho más numeroso, ya que reunía a aristócratas, clero e ilustrados marginados por el monarca;

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además, fue liderado por el heredero y príncipe de Asturias, Fernando (futuro Fernando VII), quien,
junto con sus partidarios, difundió todo tipo de rumores contra los reyes y su valido e incluso urdió
varias conspiraciones.
La conspiración (marzo de 1808) marcó el fin del reinado de Carlos IV. Godoy, receloso de las
intenciones de Napoleón (que había introducido sus tropas en la península para conquistar Portugal),
planeó trasladar a los reyes a Andalucía y después, probablemente, a América. Cuando este proyecto se
difundió entre la población, estalló un motín en Aranjuez, localidad en la que residían el monarca y el
valido; éste fue encarcelado y a Carlos IV se le obligó a abdicar en su hijo Fernando, cuyos partidarios
habían financiado y organizado la revuelta.
El motín se reprodujo en Madrid, donde las casas de los simpatizantes de Godoy fueron
asaltadas por la multitud. El nuevo rey, Fernando VII, ratificó a las tropas napoleónicas, que a la sazón
entraban en la capital de España, su alianza y amistad.
2. LA GUERRA DE INDEPENDENCIA: CARACTERES, DESARROLLO Y CONSECUENCIAS.
2.1. Las abdicaciones de Bayona.
Tras los acontecimientos de Aranjuez, Napoleón se negó a reconocer a Fernando y envió una
escolta armada para proteger a Carlos. Pero el plan napoleónico consistía en atraer a Carlos y a su hijo
Fernando hasta la localidad francesa de Bayona para, una vez allí, obligarles a renunciar a todos sus
derechos al trono. (abdicación).
En consecuencia, el emperador francés, forzó a renunciar a sus derechos reales a Carlos IV y a
Fernando VII. Ambos estaban atemorizados y abdicaron en un acto vergonzoso e indigno, cediendo sus
derechos al trono a Napoleón, quien posteriormente proclamó rey de España y de las Américas a su
hermano José I Bonaparte. Fernando fue recluido bajo vigilancia e incomunicado.
José I se rodeó de ilustrados y afrancesados españoles para dar a su reinado una legitimidad de
la que carecía. Para ello, incluso antes de desplazarse a Madrid, convocó una asamblea de notables
españoles en Bayona con el fin de aprobar una nueva ley fundamental para el reino, conocida como
Estatuto de Bayona (julio de 1808). Esta carta otorgada (ley fundamental que el monarca concede al
pueblo, a diferencia de la Constitución, que es aprobada por los representantes de la nación) de un
reformismo moderado, tampoco se llegó a aplicar en toda su extensión a causa de la guerra
2.1.1. El levantamiento popular antifrancés. (Francisco de Goya)
Napoleón nunca pensó que los españoles podrían ofrecer una seria resistencia a su poderoso
ejército. Sin embargo, se equivocó. Así, el 2 de mayo de 1808 comenzaron en Madrid los
levantamientos populares contra el ejército invasor. En esa fecha, los franceses se disponían a trasladar
al infante de 12 años de edad, Francisco de Paula (hijo menor de Carlos IV), a Francia para impedir que
ningún miembro de la familia real española pudiera convertirse en el símbolo de la resistencia
antibonapartista. Pero una multitud de cientos de madrileños se congregó a las puertas del Palacio Real
e intentó impedirlo, comenzando así los enfrentamientos y los primeros disparos. Las noticias de este
tumulto se difundieron con rapidez por toda la ciudad y los soldados napoleónicos empezaron a ser
atacados por una población enfurecida pero desarmada. A pesar de tratarse de una revuelta
completamente desorganizada, los combates callejeros entre los madrileños y los franceses fueron
extraordinariamente violentos, especialmente en los alrededores de la Puerta del Sol. A las pocas horas,
el mariscal Murat — comandante en jefe de las tropas francesas— logró concentrar unos 30.000
soldados en Madrid, con los cuales sofocó el levantamiento e inició una brutal represión fusilando a

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cientos de civiles. Esta situación está perfectamente desarrollada por Goya en sus cuadros del 2 y 3 de
mayo, La carga de los Mamelucos y los fusilamientos de la montaña del Príncipe Pío.
2.1.2. Las actitudes ante la ocupación.
Los españoles reaccionaron de forma diferente ante los hechos consumados de la invasión
francesa y las renuncias de Bayona. La mayoría de la población, perteneciente a distintos grupos sociales
y opciones ideológicas ,se opuso a la ocupación y participó más o menos activamente en las luchas
contra el ejército napoleónico., a estos se les denominó patriotas. Por el contrario, José I únicamente
recibió el apoyo de un grupo numéricamente muy reducido de españoles. Estos colaboracionistas, que
pronto recibieron el apelativo de «afrancesados», pertenecían a los sectores sociales más altos y eran,
en muchos casos, ilustrados cultos y entusiastas de la realización de reformas. También había un grupo
de liberales (burgueses, intelectuales, …) que deseaban un cambio profundo que permitiese acabar con
el absolutismo y esperaban que Fernando VII implantase un nuevo régimen constitucional basado en la
soberanía nacional, la separación de poderes,…
2.2. El carácter de la guerra.
Se trató sin duda de un suceso complejo que no puede quedar reducido a un simple
enfrentamiento entre España y Francia. En la guerra se pueden distinguir diferentes vertientes: formó
parte de un conflicto internacional, adquirió carácter de guerra civil, estuvo acompañada de una crisis
política.
A. Un conflicto internacional
La guerra no afectó únicamente a España y a Francia, sino también a Portugal, que fue invadido
por las tropas francesas. Participó también en este conflicto el Reino Unido, el gran enemigo de Francia
y, hasta 1808, de España. Los británicos desembarcaron tropas en la península y utilizaron Portugal
como base de operaciones para combatir a los franceses, Su intervención fue decisiva para apoyar a los
españoles sublevados y, especialmente, para abastecer a Cádiz.
B. Una guerra civil
Al igual que ocurrió en otros países de Europa ocupados por los franceses tuvo lugar también
una guerra civil. Las ideas napoleónicas encontraron eco en España, principalmente entre las élites
intelectuales, políticas y sociales, que colaboraron con los franceses. Sin embargo, otros muchos
españoles se opusieron a la ocupación francesa, tanto entre los políticos ilustrados) como entre las
clases populares, que organizaron tropas improvisadas y formaron cuadrillas armadas.
C. Una crisis política
La ausencia del monarca legítimo provocó un vacío de poder y, por tanto, una grave crisis
política. Se improvisó un poder político alternativo que actuaba en nombre del rey, aunque, en realidad,
lo ejercían sus súbditos, que construían así su propio Estado. Este era un hecho revolucionario y dió
lugar a un proceso en el que surgieron las Cortes de Cádiz y se aprobó la Constitución de 1812.
2.3. FASES, ETAPAS DE LA GUERRA.
En el desarrollo de los acontecimientos bélicos distinguimos tres fases:
2.3.1. Primera fase: desde mayo de 1808 hasta finales de ese mismo año .
A lo largo de estos meses, las tropas francesas, que estaban dirigidas por el general Murat y
sumaban casi 150.000 hombres, fueron incapaces de ocupar el país con rapidez y fracasaron en sus
intentos de conquistar las ciudades de Gerona, Zaragoza y Valencia. Por el contrario, los españoles

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vencieron en la batalla de Bailén (Jaén) y obligaron al ejército invasor a evacuar Madrid, mientras que
las tropas británicas expulsaron a los franceses de Portugal y desembarcaron en las costas gallegas.
2.3.2. Segunda fase: desde fines de 1808 hasta finales de 1811 .
Napoleón se trasladó a España para dirigir personalmente las operaciones al frente de 250.000
soldados, entre quienes se encontraban muchos de los mejores veteranos del ejército imperial. Esta
contraofensiva napoleónica concluyó con varias victorias y con la recuperación de Madrid, El emperador
retornó a Francia en enero de 1809 y, durante los años siguientes, el ejército francés consiguió imponer
su superioridad militar y fue conquistando territorios con un elevado coste en pérdidas humanas. Así, en
1810, los franceses ya habían ocupado casi todo el país, excepto algunas zonas de Huelva y la ciudad de
Cádiz, que permaneció sitiada.
2.3.3. Fase final: durante los años 1812 y 1813.
Durante estos dos últimos años de conflicto, los efectivos del ejército napoleónico quedaron
reducidos a poco más de 100.000 hombres debido a que Napoleón afrontaba entonces
simultáneamente varios frentes de guerra distintos en suelo español, ruso, italiano y alemán. Las
impotentes tropas francesas fueron retrocediendo hacia la frontera pirenaica empujadas por los
españoles y por el ejército anglo-portugués dirigido por el general Wellington. Los últimos soldados
franceses abandonaron la Península a finales de 1813, concluyendo así una guerra que se había ganado
gracias al esfuerzo suma do del ejército inglés y de los guerrilleros españoles. Tratado de Valençay
(1813).
2.4. CONSECUENCIAS:
Las consecuencias de la guerra se pueden resumir como sigue:
 Elevadas pérdidas humanas (unas 300.000 bajas, el 50% de la población en algunas zonas.) y
económicas por la enorme devastación material en el interior de la península al quedar
destruidas cosechas, ganado, carreteras, puentes. La guerra fue catastrófica para la
economía nacional. Fue cruel y destructiva por los múltiples robos y saqueos.
 Se aceleró el desmoronamiento del Imperio español en las Indias, pues poco después se
perderán los territorios americanos al desencadenarse el proceso de emancipación.
 España saldrá de esta guerra convertida en una potencia de segundo orden en el ámbito
internacional europeo.
 En el aspecto político interno, la guerra provocó la transición desde la monarquía absoluta
al estado liberal.
 El desgaste sufrido por los franceses en España incidió negativa y decisivamente en el
desastre final del ejército napoleónico en Europa.
3. LA REVOLUCIÓN POLÍTICA: LAS CORTES DE CÁDIZ Y LA CONSTITUCIÓN DE 1812.
En 1808 y ante la situación de ausencia de autoridad, el pueblo español en su conjunto
asumió el poder en un acto completamente revolucionario, ya que se pasaba de la soberanía
monárquica por derecho divino a un nuevo sistema de gobierno fundamentado en la participación de
los ciudadanos en las decisiones políticas.
3.1. Las Juntas Provinciales y la Junta Suprema Central
Las Juntas, cuyos miembros actuaban en representación del pueblo, fueron los nuevos
organismos políticos que se hicieron cargo del gobierno en la España de la resistencia. Entre sus
componentes predominaban los hombres más distinguidos de cada localidad, que siempre pertenecían

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a los grupos sociales dirigentes y más influyentes, ricos y poderosos: nobles, oficiales del ejército, altos
funcionarios, jueces, abogados, profesores, algunos miembros del clero y unos pocos comerciantes
burgueses.
En septiembre de 1808 se creó la Junta Suprema Central. Estaba presidida por el conde de
Floridablanca y también formaban parte de ella a Jovellanos. Esta Junta estableció primero su sede en
Aranjuez, pero posterior mente se trasladó a Sevilla y Cádiz obligada por el avance de las tropas de
Napoleón. La Junta Central pasó a convertirse en la suprema y legítima institución política que —en
ausencia del rey— asumió el gobierno del país hasta 1810, dirigió la resistencia contra los franceses,
firmó un tratado de alianza antinapoleónica con el gobierno británico y tomó la iniciativa de convocar
las Cortes en Cádiz. A fines de enero de 1810, la Junta Central se autodisolvió y traspasó sus poderes a
una Regencia de cinco miembros.
3.2. Las Cortes de Cádiz.
Durante los primeros meses de 1810 con enormes dificultades, los diputados que con siguieron
atravesar el territorio en plena guerra fueron llegando a Cádiz, una ciudad permanentemente sitiada por
el ejército napoleónico.
Se reunieron unos 300 diputados , pronto aparecieron entre los diputados tres grandes
tendencias ideológicas diferentes: los liberales, los jovellanistas y los absolutistas.
El grupo de los liberales, donde había muchos jóvenes diputados partidarios de las reformas
revolucionarias los cuales consiguieron desde el primer día dominar los debates e influir así
decisivamente en toda la labor de las Cortes.
Los diputados del sector jovellanista recibieron este nombre por su fidelidad a las propuestas
teóricas del prestigioso intelectual ilustrado Gaspar Melchor de Jovellanos, los jovellanistas pretendían
reformar y mejorar el sistema político español limitando parcialmente el poder del rey e introduciendo
innovaciones graduales, se oponían a la revolución y al principio de la soberanía nacional.
Los absolutistas, que fueron llamados despectivamente los «serviles» por sus adversarios,
defendieron el viejo absolutismo monárquico y se opusieron sin éxito a las medidas legislativas
reformistas impulsadas por los liberales. Entre los absolutistas se contaban numerosos eclesiásticos, que
intentaron propagar sus ideas entre la población utilizando los sermones en las iglesias.
Las Cortes iniciaron sus sesiones, en septiembre de 1810. Los representantes liberales
demostraron poseer una gran habilidad para ejercer una eficaz presión e imponer sus ideas y
propuestas. En consecuencia, las Cortes aprobaron rápidamente una declaración donde se proclamaba
como legítimo rey a Fernando VII (a quien se consideraba secuestrado por los franceses), pero donde
también se rechazaba el absolutismo y el origen divino del derecho del monarca a gobernar.
El primer gran debate de las Cortes de Cádiz fue la libertad de imprenta, que permitió
comprobar la división entre liberales, jovellanistas y absolutistas. Fue aprobada por el doble de votos
aunque con limitaciones pues otorgó a la Iglesia el control de lo publicado que le afectara. Junto a este
debate el de la abolición de la Inquisición (Tribunal religioso) significaron el triunfo de las ideas liberales
frente a la de los absolutistas.
3.3 LA CONSTITUCIÓN DE CÁDIZ.
En las Cortes de Cádiz también se redactó, por vez primera en nuestra historia, una Constitución
de carácter liberal que fue promulgada el 19 de marzo de 1812, constaba de 384 artículos y su
contenido se basaba en cinco principios fundamentales:

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a) Soberanía nacional. Según este principio liberal, el poder político pertenecía a la nación en su
conjunto, aunque su ejercicio era delegado en los representantes elegidos en votación por los
ciudadanos.
b) División de poderes. El poder legislativo fue confiado a unas Cortes unicamerales y el
gobierno asumió el ejercicio del poder ejecutivo, mientras que el poder judicial quedó depositado en los
tribunales. De este modo se puso fin a la anterior acumulación —casi ilimitada— de poderes en manos
del rey, que era una de las características esenciales de la forma de gobierno durante el Antiguo
Régimen.
c) Sistema político parlamentario y representativo. La Constitución de Cádiz recortó
rigurosamente las atribuciones del monarca, de manera que el poder del rey quedó subordinado al
poder superior de las Cortes. Así, el monarca tenía prohibido contraer matrimonio o ausentarse del país
sin el consentimiento expreso de las Cortes. Además, como demostración de la desconfianza que sentía
la mayoría de los diputados hacia Fernando VII y como medidas para impedir un posible retomo al
absolutismo, el texto constitucional proclamaba que el monarca no podía disolver las Cortes, durante
dos años, sobre las leyes aprobadas en Cortes. Sin embargo, el monarca conservaba la atribución para
designar libremente a los ministros del gobierno.
d) Participación de los ciudadanos en las decisiones políticas. Según las normas electorales
contenidas en el articulado constitucional, los diputados actuaban en representación de todos los
ciudadanos españoles, quienes debían elegirlos mediante un complicado procedimiento por sufragio
universal. Asimismo, los ciudadanos de las provincias americanas —excluyendo a los indios y los negros
— obtuvieron el derecho a elegir a sus representantes en las Cortes.
e) Igualdad de todos los ciudadanos ante la ley. Significó el fin de las diferencias estamentales y
de los privilegios fiscales, militares y jurídicos que habían beneficiado a los nobles durante siglos. La
intención de los diputados consistía en eliminar los obstáculos que impedían el ascenso de los mejores
individuos —de cualquier origen social o familiar— a los puestos más destacados.
f) Afirmación de los derechos y libertades individuales. Su reconocimiento aparecía disperso en
varios apartados: libertad de imprenta, inviolabilidad del domicilio), y derecho a la educación. Por el
contrario, la proclamación del catolicismo como única religión permitida y la negación de la libertad
religiosa fueron gestos de prudencia condicionados por la guerra. Las Cortes tampoco suprimieron la
esclavitud. En consecuencia, los esclavos negros se quedaron sin derechos.
g) Reorganización del Ejército. En esta Constitución también se remodelaron las fuerzas
armadas y se redefinieron sus funciones, fijándose la obligación (para todos los varones mayores de
edad) de contribuir a la defensa de la patria mediante la realización del servicio militar.
puesto que hasta entonces hubiera exigido distinción, y la igualdad ante la ley, el pago de los impuestos
o el servicio militar.
Junto a la Constitución las Cortes aprobaron unos decretos o leyes para acabar con el Antiguo
Régimen y ordenar el Estado como un régimen liberal, así se acabó con el régimen señorial, dejando la
población de estar sometida a la jurisdicción de un señor (privada) y a depender de la autoridad pública.
También se intentó iniciar una reforma agraria (desamortización de tierras de conventos, el reparto de
bienes comunales,…). Por último se suprimieron los gremios y se decretó la libertad de comercio,
industria y trabajo. La guerra dificultó la puesta en práctica de estas reformas y de la misma
Constitución.

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4. CONCLUSIÓN. Debéis hacerla.

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