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BREVE ESTUDIO SOBRE LOS INTENTOS

POR ESTABLECER EN MÉXICO


JUICIOS ORALES EN MATERIA PENAL

Breve Estudio Juicios Orales.indb 3 25/09/2012 12:02:56


Colección juicios orales coordinada por:
jorge witker y carlos natarén

INSTITUTO DE INVESTIGACIONES JURÍDICAS


Serie: Juicios Orales, Núm. 1

Coordinadora editorial: Elvia Lucía Flores Ávalos


Coordinadora asistente: Karla Beatriz Templos Núñez
Edición: Samantha Ocampo González
Formación en computadora: Jessica Quiterio Padilla

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Raúl Guillén López

BREVE ESTUDIO
SOBRE LOS INTENTOS
POR ESTABLECER EN MÉXICO
JUICIOS ORALES
EN MATERIA PENAL

UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO


México, 2012

Breve Estudio Juicios Orales.indb 5 25/09/2012 12:02:56


Primera edición: 10 de octubre de 2012

DR © 2012. Universidad Nacional Autónoma de México

INSTITUTO DE INVESTIGACIONES JURÍDICAS

Circuito Maestro Mario de la Cueva s/n


Ciudad de la Investigación en Humanidades
Ciudad Universitaria, 04510 México, D. F.

Impreso y hecho en México

ISBN 978-607-02-2899-5

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CONTENIDO

Presentación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . IX
Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . XI

Capítulo primero
Primer intento

I. Planteamiento del tema. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1


II. Discusiones en el Congreso de 1857 en torno al jurado . . . 4
III. El jurado durante la segunda mitad del siglo xix. . . . . . . . 9

Capítulo segundo
Segundo Intento

I. Planteamiento inicial. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 13
II. Descripción de la situación en materia de justicia penal
(Congreso de 1916-1917). . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 14
III. Modificaciones realizadas al marco constitucional. . . . . . . 17
IV. El jurado y su aplicación a principios del siglo xx. . . . . . 20
V. El proceso penal durante el siglo xx y principios del siglo
xxi (distorsiones y malas prácticas). . . . . . . . . . . . . . . . . . 25
1. Consideraciones preliminares . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 25
2. Aplicación de la reforma constitucional de 1917 . . . . . . 27

VII

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VIII CONTENIDO

3. La averiguación previa como base probatoria . . . . . . . . 31


4. Monopolio de la accion penal y sus implicaciones pro-
cesales. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 32
5. La audiencia como formalidad y trámite . . . . . . . . . . . . 35
VI. Experiencias similares en América Latina. . . . . . . . . . . . . 39

Capítulo tercero
TERCER INTENTO

I. Los procesos de reformas en América Latina y los modelos


a seguir por México . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 43
II. Los estados pioneros: Nuevo León (2004), Chihuahua
(2006) y Oaxaca (2007) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 49
III. Influencia del modelo de Chihuahua en las demás entidades
federativas y en la reforma constitucional. . . . . . . . . . . . . . 54
IV. Reforma constitucional de 2008 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 56
1. Aspectos legislativos. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 31
2. Estructura general del nuevo modelo procesal penal . . . 32
V. Consideraciones finales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 62
Bibliografía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 67

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Breve estudio sobre los intentos por
establecer en México juicios orales
en materia penal, editado por el Ins-
tituto de Investigaciones Jurídicas de
la UNAM, se termino de imprimir el
10 de octubre de 2012 en Formación
Gráfica, S. A. de C. V. Matamoros
112, col. Raúl Romero, Ciudad Neza-
hualcóyotl, 57630 Estado de México.
Se utilizó tipo Times New Roman de
9, 10 y 11 puntos. En esta edición se
empleó papel cultural de 70 x 95 de
50 kilos para los interiores y cartulina
couché de 154 kilos para los forros.
Consta de 500 ejemplares (impresión
offset)

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PRESENTACIÓN

La Reforma Constitucional de 2008 en materia penal, plantea


grandes desafíos de carácter técnico, humano y de reingeniería
institucional, lo cual exige nuestra atención teórica-reflexiva.
En efecto, la transición que experimentan los sistemas penales
mexicanos (local y federal), sugieren la realización de estudios
empíricos y comparados que iluminen el proceso de cambio que
hoy presenciamos desde los estados hacia la federación.
La seguridad pública, la prevención, la persecución y la procu-
ración de justicia se armonizan a los parámetros constitucionales
con horizontes temporales, precisos a culminar en 2016. Así la
publicidad, contradicción, continuidad e inmediación, junto a la
metodología de audiencias orales y posibles expedientes electró-
nicos deberán asimilarse en el nuevo sistema penal para la demo-
cracia en desarrollo.
En consecuencia, dichas dinámicas culturales e institucionales
están en curso, detonadas por entidades federativas pioneras, las
que en grados distintos, de diseños legislativos e implementa-
ción, se acoplan a principios de transparencia, publicidad y ren-
dición de cuantas que rigen las políticas públicas actuales.
A cubrir y desarrollar tópicos diversos bajo el prisma del
derecho comparado, que integran el universo de la reforma
constitucional y legal en materia penal, y a registrar, experiencias
internacionales y locales comparadas. Esta colección monográfica
de Juicios Orales está destinada a cubrir y desarrollar tópicos
bajo el prisma del derecho comparado, que integra el universo de
la reforma constitucional y legal en materia penal, y a registrar
experiencias internacionales y locales comparadas; misma que se

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X presentación

ofrece a estudiosos académicos y operadores de este nuevo sistema


de justicia y reingeniería institucional penal en gestación.
Este nuevo esfuerzo editorial de nuestro Instituto está coordi-
nado por los doctores Carlos Natarén y Jorge Witker, miembros
de nuestra comunidad académica responsables de la calidad y
continuidad de esta colección.

Héctor Fix-Fierro

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Introducción

La reforma constitucional de 2008 constituye sin duda desde una


perspectiva no sólo jurídica sino también histórica, un nuevo in-
tento por establecer en nuestro país un sistema procesal penal con
ciertas características: la audiencia como eje central en la que un
órgano diferente al juez (Ministerio Público) sea responsable de
la acusación y en la que prevalezcan ciertos principios rectores,
como la oralidad, publicidad, inmediación y contradicción, entre
otras, que pueden ser apreciadas también, en el jurado del siglo
XIX y el proceso penal mixto del siglo XX.
El intento por establecer este nuevo modelo procesal no ha
surgido de forma azarosa, sino que se ha presentado en momen-
tos de cambios políticos, cuyo impulso a la democracia es evi-
dente (al igual que ocurrió cuando se impulsó el jurado y la refor-
ma constitucional de 1917).
Se ha podido apreciar también que dichos intentos han que-
dado en diferentes etapas, por ejemplo, cuando se estableció el
jurado para ciertos y limitados casos (delitos de imprenta 1821),
en las discusiones legislativas como ocurrió en el Congreso de
1857, o se logra elevar a ordenamiento jurídico con aplicación
limitada como ocurrió con el jurado con la ley de 1869 y el pro-
cedimiento de jurado contenido en el Código de Procedimientos
Penales de 1880.
Por lo que respecta al proceso penal mixto y la institución del
jurado contemplados en la Constitución de 1917 y en diversas le-
yes secundarias, a pesar de estar reguladas en ambas formas de en-
juiciamiento ciertas bases sobre la oralidad y publicidad y con ello
implícitamente la inmediación y contradicción, entre otras caracte-

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XII INTRODUCCIÓN

rísticas, en la práctica, no se reflejaron a cabalidad, debido a que


en el primero (hasta la fecha todavía vigente en el país en los tres
niveles de competencia, salvo algunos estados) se distorsionaron en
la práctica, de tal forma, que las audiencias no son públicas ni está el
juez en todos los casos, además, la audiencia se ha convertido en un
mero trámite por la fuerza probatoria de las constancias que integran
la averiguación previa (secreta), con escasa presencia de la defensa
(esto desde 1993, antes no había tal) y ante el Ministerio Público,
órgano no del todo parcial, que pertenece al Poder Ejecutivo.
En este contexto, la contradicción o debate entre las partes en
las audiencias cuando se presenta (no en todos los casos), mu-
chas veces no tiene relevancia en aspectos de fondo.
En lo concerniente al segundo, esto es al jurado, una opción
alterna que podía ser regulada o no, tuvo una limitada aplicación
en México durante las primeras décadas del siglo XX y en ciertas
regiones, destacando el Distrito Federal.
En las siguientes páginas se plantea un estudio, precisamente,
sobre estos esfuerzos y los resultados obtenidos desde el surgi-
miento de la nación mexicana hasta la actualidad.
Las fuentes en la que nos apoyaremos principalmente serán
los procesos legislativos suscitados con motivo de reformas a la
Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, la doc-
trina, estudio empírico y derecho comparado. Además se desa-
rrolla un apartado para incorporar las características básicas que
presentan los diversos modelos procesales que identificamos han
tenido vigencia en México.
Así pues, el estudio iniciará a partir del establecimiento del
modelo constitucional a principios del siglo XIX en la Nueva
España, hoy México (en dicha época también surge el derecho
procesal penal mexicano, claro está, con una marcada influencia
del derecho español) y concluye con un análisis de la situación
actual, esto es, con el análisis de algunos problemas que presen-
ta el modelo procesal penal todavía vigente a nivel federal, en
el Distrito Federal y en la mayoría de las entidades federativas.
Además del proceso de reforma constitucional en el ámbito pe-

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INTRODUCCIÓN XIII

nal de 2008, mediante la cual se impulsa nuevamente un sistema


acusatorio más puro.
Las discusiones legislativas y demás fuentes doctrinales nos
permitirán conocer en palabras de los propios legisladores y pro-
cesalistas de las diferentes épocas, aunque sea de manera general,
cómo operaba en realidad el sistema de justicia penal mexica-
no e identificar los problemas más graves. Asimismo, visualizar
las tendencias u orientaciones que tomaron las reformas ante los
problemas evidentes que presentaba el funcionamiento del mo-
delo procesal penal.
Para nosotros, resulta oportuno presentar este estudio a fin de
conocer, desde una perspectiva histórica, dos cosas: los proble-
mas en el funcionamiento del sistema de justicia penal a través
del tiempo y las soluciones tomadas por el legislador para resol-
verlos, además, de los resultados obtenidos.
Estos intentos por modernizar el proceso penal también han
ocurrido en América Latina desde la independencia de los países
de la región hasta la actualidad y los resultados han sido semejan-
tes, no se ha logrado avanzar de forma significativa y romper con
la aplicación de un proceso penal cuya estructura puede ubicarse,
aunque en diferente medida, al sistema inquisitivo heredado del
imperio español desde la época colonial.
A finales de la década del siglo pasado el escenario se repite, los
países de América Latina iniciaron un proceso de transformación
del sistema procesal y todos van caminando a diferente veloci-
dad pero con la misma dirección, esto es, hacia el establecimiento
de un proceso penal cuyas características centrales es la audiencia
como eje central, un órgano encargado de investigar y acusar (Mi-
nisterio Público), oralidad, publicidad, contradicción, inmediación
y otras más identificadas en el modelo procesal penal acusatorio.
México se ha sumado a estos esfuerzos a partir de la prime-
ra década del presente siglo XXI y ha tomado, en gran medida,
el ejemplo latinoamericano para establecer un modelo procesal
acorde al sistema acusatorio, esto es lo que en nuestro país se
conoce como juicios orales.

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Capítulo primero

PRIMER INTENTO

I. Planteamiento del tema

La idea de establecer la audiencia oral y pública como fórmula


para resolver conflictos en el ámbito penal, encuentra cabida en
la institución del jurado, ya que, precisamente en dicho modelo
procesal, tales características son esenciales, además de otras im-
plícitas como la inmediación, contradicción y concentración.
La audiencia presenta un escenario totalmente diferente al que
se observa en diligencias secretas, es decir, sin presencia de la
defensa ante una autoridad parcial (juez de instrucción) caracte-
rísticas del modelo inquisitivo.
A inicios del siglo XIX en las Cortes de Cádiz, cuando se ela-
boraba la primera Constitución que estuviera vigente en territo-
rios de la Nueva España, una parte de lo que hoy es México, se
decía lo siguiente:

Entre nosotros, la institución de que los españoles puedan termi-


nar sus diferencias por jueces elegidos de entre sus iguales, en
que no tengan que tener la perpetuidad de sus destinos, el espíritu
de cuerpo de tribunales colegiados, y en fin, el nombramiento del
gobierno, cuyo influjo no puede menos de alejar la confianza por
la poderosa autoridad de que está revestido, reconoce la imposi-
bilidad de plantear por ahora el método conocido con el nombre
de juicios por jurados.
Este sistema que tantos bienes produce en Inglaterra, es poco
conocido en España. Su modo de enjuiciar es del todo diferente,
del que se usa entre nosotros; y hacer una revolución total en
el punto más difícil, más trascendental y arriesgado de una le-

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2 ESTABLECER EN MÉXICO JUICIOS ORALES EN MATERIA PENAL

gislación, no es obra que pueda emprenderse entre los apuros y


agitaciones de una convulsión política. Ni el espíritu público, ni
la opinión general de la nación pueden estar dispuestos en el día
para recibir sin violencia una novedad tan substancias.1

Finalmente, la Constitución española del 14 de marzo de 1812


previno al respecto, específicamente en el artículo 307: “Si con el
tiempo creyeren las Cortes que convine haya distinción entre los
jueces del hecho y del derecho, la establecerán en la forma que
juzguen conducente”.2
Ya los legisladores del imperio español, entre ellos diputados
de la Nueva España, vislumbraron la posibilidad de establecer el
juicio por jurado como una posibilidad para resolver los proble-
mas que aquejaban en materia de justicia penal.3 Los legisladores
gaditanos hacían referencia al jurado únicamente a los delitos de
imprenta.4
1 Véase Sodi, Demetrio, El jurado en México, estudios sobre el jurado po-

pular, México, Imprenta y Fototipia de la Secretaria de Fomento, 1909, p. 26.


2 Véase Tena Ramírez, Felipe, Leyes fundamentales de México 1808-2002,

23a. ed., México, Porrúa, p. 95.


3 …la institución del jurado es muy remota, y se ha utilizado en diversas

épocas de la historia. En el siglo XIX algunos regímenes liberales europeos


y americanos la hicieron suya, pues se consideró como esencial a las institu-
ciones representativas y a los valores más caros del modelo político y social
emanado de la doctrina liberal: se decía que garantizaba la división de poderes
y la autonomía judicial; que constituía una de las expresiones de la soberanía
popular, pues el pueblo intervenía directamente en la administración de justi-
cia; que respondía a la igualdad jurídica, y que se aseguraba el derecho de los
individuos a un juicio justo, Historia de la Justicia en México siglos XIX y XX,
cit., p. 744.
4 En un interesante trabajo de investigación realizado por los doctores José

Barragán y Armando Cruz sobre la discusión y establecimiento de juicios ora-


les (no sistema acusatorio ni jurado), advierten que este tipo de juicios estaban
contemplados en materia criminal para casos de injurias y causas livianas se-
gún el artículo IX del capítulo II del Reglamento del 9 de octubre de 1812 (en la
legislación de las Cortes españolas de Cádiz). También los citados especialistas
hacen referencia de cómo este tipo de juicios se contemplaba en las legislacio-
nes locales de la República Mexicana, véase Barragán Barragán José y Cruz
Covarrubias, Armando, Los juicios orales en la Constitución de 1812 y en el

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capítulo primero / primer intento 3

Posteriormente, según se desprende de las actas de la Junta


Soberana de 1821, reunida en Tacubaya el 22 de septiembre, el
señor Tagle proponía:

Inmediatamente se excite á la regencia para que el ayuntamiento


de México, en el día, si es posible, verifique la nominación de
fiscal y jurados que les prescribe el Reglamento de la libertad de im-
prenta, y que se excite á los magistrados y jueces, para que velen
con particular esmero y preferencia los abusos de libertad de
imprenta, haciendo efectivas, en los delincuentes, las penas á que
se hayan hecho acreedores.5

Meses posteriores, para ser concreto en la sesión del 11 de di-


ciembre también de ese mismo año, se aprobó lo siguiente:

Que el Alcalde á las 48 horas de recibir una denuncia verifique el


sorteo y reúna de facto á los jurados; que dentro de 24 horas de
fenecido el juicio de los primeros jurados, pasará el Alcalde cons-
titucional al juez de letras la denuncia y el fallo, y dentro de tres
días hará se verifique el sorteo de segundos jurados: que si el juez
letrado no hubiere hecho reunir el segundo jury dentro del sexto
día después de recibir la denuncia que debe remitirle el alcalde…
que el término asignado al juez de letras para la reunión del se-
gundo jury podrá ser algo mayor cuando la denuncia verse sobre
injurias personales.6

Por algunos inconvenientes sobre los casos de reo ausente


como se desprende de las actas de sesiones de la Junta Soberana
Provisional y Gubernativa el dictamen volvió a la Comisión para
algunas modificaciones.
Al año siguiente en marzo de 1822, Agustín de Iturbide fue
proclamado emperador de México, por consiguiente, los trabajos

constitucionalismo local mexicano, México, Universidad Ars Iuris, Universi-


dad Panamericana, núm. 39/2008.
5 Véase Sodi, Demetrio, El jurado en México, cit., p. 30.
6 Idem.

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4 ESTABLECER EN MÉXICO JUICIOS ORALES EN MATERIA PENAL

realizados por la Junta y el Congreso nacional instalado en febre-


ro de ese mismo año quedaron sin efecto, aunque se dejó sobre la
mesa el tema del jurado para delitos de imprenta.
Por lo que respecta a los legisladores encargados de la elabo-
ración de la primera Constitución de 1824, no se aprecia en la ley
fundamental referencia sobre el tema de instauración del jurado.7
Tampoco en las Bases y Leyes Constitucionales de la República
Mexicana del 30 de diciembre de 1836, ni en las Bases Orgánicas
de la República Mexicana de 1843 se hace mención del jurado.
Las Actas de Reformas de 1847 de igual forma no hacen referen-
cia en torno al jurado.8
A inicios de la segunda mitad del siglo XIX, el establecimien-
to del jurado tiene su bastión en el auge de las ideas y las insti-
tuciones liberales impulsadas por el partido liberal que se había
impuesto al grupo conservador y los imperialistas, además, de
restaurar la república.
Así tenemos que la fecha de nacimiento de esta institución
para delitos comunes se da en aquella época como veremos más
adelante.

II. Discusiones en el Congreso


de 1857 en torno al jurado

Un dato relevante para nuestro estudio que podemos apreciar


en las discusiones de los legisladores del congreso de 1857 es la
propuesta de introducir el jurado en México no sólo para delitos

7 José María Luis Mora en 1827 sostenía que a diferencia de los jueces,
los jurados no eran accesibles a los medios de soborno y corrupción; Lorenzo
Zavala en 1831 describía al jurado como “una grande escuela moral para los
asistentes”, Historia de la justicia en México, siglos XIX y XX, cit., t. II, p. 750.
8 Respecto al tema del jurado para delitos de imprenta se expidieron varias

disposiciones en la ley del 12 de noviembre de 1820, reglamento adicional


de la libertad de imprenta del 13 de diciembre de 1821, bases orgánicas de la
República Mexicana del 15 de junio de 1843, entre otras. Véase Estudios sobre
la historia de la oralidad en la administración de justicia en México, Suprema
Corte de Justicia de la Nación, t. I, p. 121.

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capítulo primero / primer intento 5

de imprenta sino también para delitos comunes, esto es, un sis-


tema procesal penal en el que prevalece la oralidad, publicidad,
contradicción, inmediación, con participación ciudadana para la
toma de decisiones y un órgano encargado de acusar ­—Ministe-
rio Público—.
Se trató desde aquella época de impulsar un modelo proce-
sal penal notoriamente diferente al establecido en la ley, todavía
más, al que funcionaba en la práctica en el que el juez era el
actor principal, sin contrapeso alguno, defensa limitada o nula,
además del secreto de las diligencias y la aplicación de tortura e
incomunicación.
Así pues, para solucionar la problemática dentro del sistema de
justicia penal a mediados del siglo XIX, varios diputados plantea-
ron en la sala de sesiones la posibilidad de establecer la institución
del jurado, ello ocurrió, precisamente, cuando se discutió el
artículo 20 constitucional, además de otros artículos constitucio-
nales para establecerlo para casos de delitos de imprenta.9
Dicho planteamiento en la discusión del artículo 20 constitu-
cional dio pie a un debate extenso e interesante sobre la justifica-
ción y viabilidad de establecerlo en aquella época.
Algunos de los argumentos expresados para justificar el esta-
blecimiento del jurado fueron tendientes a evidenciar (como ya
vimos en el capítulo anterior) el mal funcionamiento del sistema
de justicia de aquella época, al respecto, el diputado Guillermo
Langlois, miembro de la Comisión de Constitución criticó y des-
calificó el funcionamiento del sistema de justicia penal e hizo
referencia a los abusos que podía cometerse por los agentes del
poder en el orden judicial en los asuntos puramente civiles y cri-
minales. Además, señaló que eran inmorales y perversos los inte-
rrogatorios en los cuales el juez sin más testigo que su conciencia

9 Es importante subrayar que hay una rica y extensa discusión sobre la

pertinencia o no de establecer el jurado para casos de delitos de imprenta, la cual


no se aborda a profundidad en este trabajo debido a que nos enfocamos en los
intentos de establecer el jurado como una institución aplicable en forma gene-
ralizada.

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6 ESTABLECER EN MÉXICO JUICIOS ORALES EN MATERIA PENAL

y sin más freno que su experiencia de las cosas, apuraba con pre-
guntas al acusado. Resaltaba el diputado jalisciense los abusos
que el juez podía hacer del poder, la lentitud de los juicios, la
venalidad de los agentes secundarios, el precio elevado de la jus-
ticia y el secreto absoluto en las causas criminales.
En este mismo sentido, el principal detractor del jurado, el se-
ñor Vallarta, confesó que el modo de enjuiciar adolecía de defec-
tos notorios, pues conocía los abusos cometidos por los jueces.
Afirmaba que aun conviniendo con la descripción sombría que se
hacía de los tribunales por parte de los amigos del jurado, esto
era, el furor sangriento, los grillos, las cadenas, los calabozos, las
cárceles, el secreto, la incomunicación y el juez tan bárbaro como
omnipotente; lo anterior debía de corregirse y no dar al pueblo
mexicano costumbres nuevas (se refería al jurado).
Los miembros de la comisión encargados de elaborar el pro-
yecto de Constitución presentaron un dictamen en el cual incluían
la figura del jurado como una innovación importante dentro de
las causas criminales y fijaban como derecho constitucional la
garantía a favor de todo acusado que fuere juzgado breve y pú-
blicamente por medio de un jurado imparcial. Más adelante, se-
ñalaban que la soberanía del pueblo no podía concebirse sin la
institución del jurado y en vano se repetía que la ignorancia de
un pueblo era el obstáculo para el establecimiento de los mismos.
Sobre este mismo punto afirmaban:

En todas partes se ha ponderado y exagerado lo mismo, olvidando


que al instituir el jurado no se trata sino de la evidencia del hecho,
para cuya calificación basta siempre el sentido común, —guía
mucha más segura que el saber de un juez, acostumbrado á querer
encontrar culpables en todas parte—. Y si nuestra administración
de justicia diera perfectas garantías para el castigo del culpable,
para la inmunidad del inocente, para la breve sustanciación y tér-
mino de los procesos, pudieran tener razón los enemigos del ju-
rado. No entrará la comisión en el examen de los infinitos males

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capítulo primero / primer intento 7

de que adolece nuestro absurdo sistema criminal, pues que son


notorios e innegables.10

Los miembros de la Comisión de Constitución, ya para finali-


zar los argumentos relacionados con la implantación del jurado,
hicieron en el dictamen una fuerte crítica sobre las múltiples de-
ficiencias del sistema de administración de justicia de la época.
Algunos argumentos expresados a favor del establecimiento del
jurado popular fueron los siguientes:

• Deficiencias graves en el procedimiento penal.


• No era conveniente que la administración de justicia es-
tuviera a cargo del poder ejecutivo bajo el punto de vista
político.
• El jurado era una entidad reconocida e intrínseca del supre-
mo poder (soberanía del pueblo).
• La idea de introducir el jurado no era nuevo.
• No se podía apoyar en el argumento eterno de “no es tiem-
po” cuando se trataba de asegurar la libertad civil, implan-
tándose el modo de que el pueblo fuera legislador y juez a
la vez.
• El jurado no era la expresión de la conciencia pública.
• No se atacaba el principio federativo.

Por otra parte, algunos argumentos expresados en contra de la


institución del jurado se presentan a continuación:

• La institución del jurado no era esencial para la democracia.


• El jurado no expresaba la conciencia pública.
• La institución del jurado no era conforme al principio fe-
deralista.

10 Zarco, Francisco, Historia del Congreso Constituyente de 1857, México,


1992.

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8 ESTABLECER EN MÉXICO JUICIOS ORALES EN MATERIA PENAL

• El establecimiento del jurado no tendría éxito por falta de


condiciones.
• El jurado era opuesta a la tradición jurídica de México.
• El sentido común de los miembros del jurado era insuficien-
te para calificar las pruebas.
• Sólo era necesario reformar el Poder Judicial.
• No era conveniente la introducción del jurado en México.
• El sistema de enjuiciar era preferible al juicio por jurado.

En el debate participaron en pro del jurado los diputados Lan-


glois, Mata, Ampudia, García Granados y Aranda; y en contra,
Ignacio L. Vallarta, Arizcorreta y Simón Garza y Melo.
El juicio por jurado no fue aprobado por un margen muy estre-
cho, sólo un voto evitó el empate, toda vez que 42 fueron a favor,
por 40 en contra. Sin embargo, sí se estableció el juicio por jura-
dos para los delitos por medio de la prensa, tal y como se aprecia
en el contenido del artículo 7o. de la Constitución de 1857.
Cabe señalar que estas discusiones sobre la implementación
o no del jurado en el ámbito procesal penal también se daban
durante el siglo XIX en otras latitudes de América Latina; así
por ejemplo, en el caso argentino, Manuel Obarrio, redactor del
Código de Procedimiento Penal de 1888, señalaba que no había
condiciones para el establecimiento del jurado por el caos rei-
nante en el procedimiento penal. Asimismo, en el caso chileno,
el mensaje del presidente Jorge Mont del documento enviado al
parlamento para la discusión del proyecto de Código de Procedi-
miento Penal de 1894 se planteaba: “En Chile parece que no ha
llegado aún la ocasión de dar este paso tan avanzado, y ojala no
éste reservado todavía para un tiempo demasiado remoto”.11
Las discusiones en torno al establecimiento del jurado en
América Latina y México durante aquella época tienen como ele-
mento característico la resistencia a cambios apoyado entre otros

11 Véase Duce J., Mauricio y Riego R., Cristián, Proceso penal, Santiago de

Chile, Editorial Jurídica, 2007, p. 48.

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capítulo primero / primer intento 9

argumentos, a la falta de condiciones para su aplicación y graves


problemas en el funcionamiento del procedimiento penal.12
A pesar de lo anterior, en el caso mexicano, desde aquella épo-
ca podemos apreciar que el jurado fue establecido en diferentes
Constituciones en varios estados de la República mexicana. Asi-
mismo, se promulgó la Ley de Jurado de 1869 impulsada durante
la presidencia de Benito Juárez. Con relación a su funcionamien-
to presentó varios problemas que no permitieron su consolida-
ción, situación que no fue suficiente para no continuar impulsán-
dolo como veremos más adelante.13

III. El jurado durante la segunda mitad


del siglo xix

La tendencia de impulsar la institución del jurado continuó en


las últimas décadas del siglo XIX. Al igual que Latinoamérica,
México empezó a concretar el proceso de codificación.
Por lo que toca al caso mexicano, en el Código de Procedi-
mientos Penales de 1880 se estableció la institución del jurado
para delitos comunes con una pena media superior a los dos años
de prisión (incluyendo los delitos de imprenta), aunque con una
marcada participación con matices inquisitoriales por parte de
los jueces en la etapa de instrucción, e inclusive durante el jui-
cio.14

12 Véase Procedimientos penales especiales, Alvarado Martínez, Israel

(coord.), México, Porrúa, 2006, pp. 155-190.


13 Un interesante trabajo sobre las características del jurado de aquella épo-

ca lo lleva a cabo Elisa Speckman Guerra. Véase Historia de la justicia en


México, siglos XIX y XX, t. II, cit., pp. 743 y ss.
14 La principal influencia en esta nueva codificación fue la antigua legisla-

ción española, que era la legislación vigente con anterioridad a las reformas li-
berales introducidas en el siglo XIX, reformas que tenían como origen las ideas
del proceso político y social derivado de la revolución francesa. Las ideas de
la Revolución francesa tuvieron un impacto significativo en la reconfiguración
del proceso en Europa durante el siglo XIX. Los sistemas procesales penales de
diversos países de dicho continente evolucionaron desde un modelo inquisitivo

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10 ESTABLECER EN MÉXICO JUICIOS ORALES EN MATERIA PENAL

Sobre cómo funcionaba la institución del jurado nos parece


oportuno apoyarnos en una fuente de información de aquel tiem-
po y en opiniones de especialistas también de aquella época.
Un documento que nos puede dar luz sobre este punto es el pre-
sentado por la Comisión nombrada por el Tribunal de Justicia del
estado de San Luis Potosí, en sala Plena el 29 de abril de 1897 con
motivo de la abolición del jurado en dicho estado de la República
mexicana. Ahí se afirmaba, entre otras cosas, que otros estados
como Sonora, Sinaloa, Jalisco, Guerrero, Campeche, Veracruz,
Puebla y San Luis Potosí lo establecieron en distintas épocas, pero
su funcionamiento no fue el adecuado y presentó problemas serios,
al grado que fue suprimido sin oposición alguna, por el contrario
hubo consenso.15
Asimismo, sobre el mal funcionamiento de la institución del
jurado se decía:

Este Supremo Tribunal da testimonio a V.H y podrá comprobarlo


con las numerosas constancias de sus archivos, de que en muchas
ocasiones el veredicto del Tribunal popular ha sido notoriamente
injusto; unas veces condenándose al inocente, y en la mayor parte
absolviéndose al que con toda evidencia era culpable.16

ortodoxo a un modelo que, luego, ha sido denominado como sistema mixto o


inquisitivo reformado. En términos muy generales, este nuevo sistema se carac-
terizó por el reconocimiento de mayores derechos al imputado la tortura, en ge-
neral, fue abolida…; por la introducción del juicio oral público y contradictorio
como la principal etapa del procedimiento; por la separación de poderes en el
proceso penal por medio de la creación de un ministerio público como órgano
acusador; y, por último, por la introducción de la participación legal en la admi-
nistración de justicia por vía de la institución del jurado. El modelo a seguir en
este proceso de transformación en Europa continental era el sistema inglés. El
país pionero en Europa en cambiar formalmente el sistema inquisitivo ortodoxo
fue Francia por medio del famoso Código Napoleónico de instrucción criminal
de 1808. Véase Duce y Cristian Riego, Proceso penal, cit., p. 44.
15 Véase Sodi, Federico, El jurado en México, cit., México, 1909, p. 49.
16 Ibidem, p. 50.

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capítulo primero / primer intento 11

Sobre este mismo punto y ahondando en el tema, los enemigos


del jurado reiteraban:

Se han dado, señor, muchísimos casos en que, estando confeso el


reo, y sin haber alegado y sin haberse discutido excluyente ningu-
na, el jurado le ha declarado inocente; y nada raro ha sido el con-
traste que ofrecen no pocos procesos, en que habiendo dos reos,
uno de delito de la competencia del juez de derecho, y otro delito
sometido al jurado, haya sido condenado el uno, justamente, en
virtud de prueba plenísima, por el juez; y el otro, aunque tuviera
contra si pruebas iguales, fuera declarado inocente, resultando,
en igualdad de circunstancias, condenado el reo de delito mayor;
quedando vilipendiada de esta manera la natural justicia.17

Continuaban señalando que para remediar tales males no ha-


bía más que dos medios, el de suprimir el jurado, o someterlo a
cambios en su Constitución y en sus fallos que de él no quedara
“sino vana sombra”.
También, sobre el funcionamiento vale la pena referir lo afir-
mado por algunos juristas reconocidos de aquella época, como
el licenciado Demetrio Sodi, magistrado de la Suprema Corte de
Justicia de la Nación:

Los estados de la República que aceptaron la institución popular,


para suprimirla después, como necesidad imperiosa, que recla-
maba a gritos la sociedad ultrajada en sus más caros intereses
nos han dado el ejemplo. En la capital de la República el jurado
popular está llamando a desaparecer igualmente, para dar lugar a
procedimientos más acordes con el progreso científico del dere-
cho criminal.18

17 Idem.
18
Afirmaba que el objeto del libro (el jurado en México) era el de estudiar
los procedimientos del jurado, señalar sus deficiencias, las reformas que recla-
maba dicha institución y que sabía que el libro sería recibido de forma hostil
por aquellos que creían que la institución del jurado podía sostenerse, pero que
llevaba el debate un doble anhelo: el de mejorar la administración de justicia
penal por medio de un estudio desapasionado y sincero. Ibidem, p. 58.

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12 ESTABLECER EN MÉXICO JUICIOS ORALES EN MATERIA PENAL

Sobre el manejo de la oralidad de los abogados, también se


tenía la opinión que había pocos abogados capaces de llevar a
cabo improvisaciones oportunas y brillantes, que “era penoso en
actos solemnes notar su timidez, falta de buena dicción, de orden
en las ideas...”.19
Realmente no hay, por lo general, buenas referencias sobre el
funcionamiento del jurado del siglo XIX y principios del siglo
XX, de ahí que su vigencia haya sido efímera y poco grata en el
caso mexicano.

19 Me refiero a un testimonio que daba un litigante en 1891 en el foro jalis-

ciense con motivo de una circular en la que se instruía a los jueces a que aten-
dieran las reglas de la oratoria y las reglas de los juicios orales. Véase Estudios
sobre la oralidad en la administración de justicia en México, México, Suprema
Corte de Justicia de la Nación, t. I, 2010, p. 79.

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Este libro forma parte del acervo de la Biblioteca Jurídica Virtual del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM
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Capítulo segundo

SEGUNDO INTENTO

I. Planteamiento inicial

Las dos formas de enjuiciamiento que eligieron los legisladores


del Congreso de 1916-1917 para solucionar los graves problemas
que se padecían en materia de procuración y administración de
justicia se encaminaron hacia una misma dirección en el sentido
de contemplar un proceso penal oral y público.
Una de estas formas de enjuiciamiento fue dejar abierta la ins-
titución del jurado (artículo 20, fracción VI) para que los legisla-
dores decidieran dentro de su ámbito competencial su incorpora-
ción y regulación en el proceso penal.
Las características de un modelo procesal en el que se esta-
blece el jurado involucran como escenario natural a la audien-
cia y con ello a la oralidad, inmediación, publicidad, contradic-
ción, entre otras, además, la necesidad de un órgano acusador
que recaía obviamente en el Ministerio Público. Las anteriores
características según la clasificación doctrinal del proceso penal
se alejan del sistema inquisitivo y son observables en el sistema
acusatorio.
La segunda forma de enjuiciamiento fue modificar y ajustar el
sistema procesal penal ordinario realizando modificaciones sus-
tanciales y estructurales, una de las más importantes, la separa-
ción del juez de actividades de investigación, las cuales fueron
atribuidas al Ministerio Público, dejando a la autoridad judicial
como única función la de juzgar.
Otra modificación no menos importante fue el establecimiento
de que los acusados deberían ser juzgados en audiencia pública

13

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14 ESTABLECER EN MÉXICO JUICIOS ORALES EN MATERIA PENAL

por un juez, ello implicaba necesariamente la oralidad. También


se contemplaba el derecho de ser asistido por un defensor, por lo
tanto, se daban las condiciones para el desarrollo de la contradic-
ción entre las partes.
Ante este panorama normativo iniciamos una nueva etapa
en materia de impartición y procuración de justicia, el horizonte en
aquel tiempo era prometedor no sólo por las reformas constitu-
cionales sino también por los cambios políticos, económicos, so-
ciales que atravesaba el país en pleno periodo pos revolucionario,
los cierto es que nuevamente en la práctica no se cumplieron a
cabalidad las disposiciones constitucionales y se distorsionó el
funcionamiento del modelo procesal por décadas.

II. Descripción de la situación en materia


de justicia penal (Congreso de 1916-1917)

Existen documentos legislativos en los que podemos apoyar-


nos para describir la situación del sistema de justicia penal en
México, uno de ellos sin duda muy generoso en información es
el proyecto que presentó el señor Venustiano Carranza para con-
vencer al Congreso Constituyente de la necesidad de reformar
el texto constitucional en materia de administración de justicia,
entre otras cosas, con relación en reforma al artículo 20 constitu-
cional afirmaba:

El artículo 20 de la Constitución de 1857 señala las garantías que


todo acusado debe tener en un juicio criminal; pero en la práctica
esas garantías han sido enteramente ineficaces, toda vez que sin
violarlas literalmente, al lado de ellas, se han seguido prácticas
verdaderamente inquisitoriales, que dejan por regla general a los
acusados sujetos a la acción arbitraria y despótica de los jueces y
aún de los mismos agentes o escribientes suyos.
Conocidas son de ustedes, señores diputados y todo el pue-
blo mexicano, las incomunicaciones rigurosas, prolongadas en
muchas ocasiones por meses enteros, unas veces para castigar a
presuntos reos políticos, otras para amedrentar a los infelices su-

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capítulo segundo / segundo intento 15

jetos a la acción de los tribunales del crimen y obligarlos a hacer


confesiones forzadas, casi siempre falsas, que sólo obedecían al
deseo de librarse de la estancia de calabozos inmundos, en que
estaban seriamente amenazadas su salud y su vida.
El procedimiento criminal en México ha sido hasta hoy, con
ligerísimas variantes, exactamente el mismo que dejo implantado
la dominación española, sin que se haya llegado a templar en lo
más mínimo su dureza, pues esa parte de la legislación mexicana
ha quedado enteramente atrasada, sin que nadie se haya preocu-
pado en mejorarla. Diligencias secretas y procedimientos ocultos
de que el reo no debía tener conocimiento, como si no se tratase
en ellos de su libertad o de su vida; restricciones del derecho de
defensa impidiendo al mismo reo y a su defensor asistir a la re-
cepción de pruebas en su contra, como si se tratase de actos indi-
ferentes que de ninguna manera podrían afectarlo y, por último,
dejar la suerte de los reos casi siempre entregada a las maquina-
ciones fraudulentas y dolosas de los escribientes, que por pasión o
vil interés alteraban sus propias declaraciones, las de los testigos
que deponían en su contra, y aun las de los que se presentaban a
declarar en su favor...20

Para lograr la reforma al artículo 21 constitucional, entre otras


cosas, dijo:

...Los jueces mexicanos han sido, durante el período corrido des-


de la consumación de la independencia hasta hoy, iguales a los
jueces de la época colonial: ellos son los encargados de averiguar
los delitos y buscar las pruebas, a cuyo efecto siempre se han
considerado autorizados a emprender verdaderos asaltos contra
los reos, para obligarlos a confesar, lo que sin duda alguna desna-
turaliza las funciones de la judicatura.
La sociedad entera recuerda horrorizada los atentados cometi-
dos por los jueces que, ansiosos de renombre, veían con positiva
fruición que llegase a sus manos un proceso que les permitiera
desplegar un sistema completo de opresión, en muchos casos con-

20 Tena Ramírez, Felipe, Leyes fundamentales de México 1808-2002, 23a.

ed., México, Porrúa, 2002, p. 751.

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16 ESTABLECER EN MÉXICO JUICIOS ORALES EN MATERIA PENAL

tra personas inocentes, y en otros contra la tranquilidad y el honor


de las familias, no respetando en sus inquisiciones, ni las barreras
mismas que terminantemente establecía la ley.
La misma organización del Ministerio Público, a la vez que
evitará ese sistema procesal tan vicioso, restituyendo a los jueces
toda la dignidad y toda la respetabilidad de la magistratura, dará al
Ministerio Público toda la importancia que le corresponde, dejando
exclusivamente a su cargo la persecución de los delitos, la busca de
los elementos de convicción, que ya no se hará pro procedimientos
atentatorios y reprobados, y la aprehensión de los delincuentes.
Por otra parte, el Ministerio Público, con la policía judicial
represiva a su disposición, quitará a los presidentes municipales
y a la policía común la posibilidad de que hasta hoy han tenido
de aprehender a cuantas personas juzgan sospechosas, sin más
méritos que su criterio particular.
Con la institución del Ministerio Público, tal como se propone,
la libertad individual quedará asegurada, porque según el artículo
16, nadie podrá ser detenido sino por orden de la autoridad ju-
dicial, la que no podrá expedirla sino en los términos y con los
requisitos que el mismo artículo exige.21

Además de la fuente histórica transcrita, podemos encontrar


en el Diario de Sesiones del Congreso algunas intervenciones
que presentan un panorama sobre el rubro de justicia penal; así
por ejemplo, en la sesión del 23 de diciembre de 1916, el diputa-
do Múgica intervino para decir lo siguiente:

Esta necesidad de garantizar la libertad de los individuos cuando


se trata de los delitos del orden común, ha nacido indudablemente
de toda esa serie de atropellos que en tiempos pasados se vinieron
cometiendo en la persona de los ciudadanos, y en los que induda-
blemente tenían una gran participación las autoridades políticas,
no sólo por su mala inclinación y su mala educación de aquellos
tiempos, sino por lo fácil que es sorprender a una autoridad, prin-

21 Ibidem, p. 753.

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capítulo segundo / segundo intento 17

cipalmente en nuestros pueblos cortos en que los representantes


del poder son hombres ignorantes y no alcanzan a darse cuenta de
la gravedad de un atropello...22

Las citas son extensas y decidimos transcribirlas con tal am-


plitud, ya que aportan información detallada de cómo operaba en
la práctica el proceso penal mexicano. Si bien, no se puede llegar
a conclusiones inobjetables con dichas fuentes de información,
sí, al menos, se puede dar una visión de que las cosas no funcio-
naban del todo bien, de ahí que las reformas legislativas fueran
radicales.

III. Modificaciones realizadas al marco constitucional

Los diputados que intervinieron en el debate se refirieron sólo


a la segunda parte de la fracción VI del artículo 20 constitucio-
nal, concerniente al establecimiento del jurado obligatorio para
los delitos cometidos por medio de prensa. Todas las demás frac-
ciones (9 en total), que contenían el resto de garantías individua-
les no dieron lugar a discusión, ni siquiera la primera parte de la
fracción VI en donde se establecía como garantía individual para
todo acusado en una causa criminal el ser juzgado en audiencia
pública por un juez o jurado de ciudadanos.
Así pues, resulta evidente la poca credibilidad que del Poder
Judicial en cuanto órgano encargado de la administración de jus-
ticia, pues, algunos jueces no sólo cometían abusos y violaciones
a las reglas del procedimiento penal, sino que se prestaban como
un instrumento del ejecutivo para reprimir la libertad de imprenta
a la usanza del Tribunal de la Sagrada Inquisición.
Está claro que la aprobación por unanimidad del artículo 20
constitucional sin discusión alguna, con excepción de la segunda
parte de la fracción VI y la aprobación de esta última por mayoría
simple, demuestra la urgencia y necesidad en aquella época de

22 Véase Diario de Debates 1916-1917.

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18 ESTABLECER EN MÉXICO JUICIOS ORALES EN MATERIA PENAL

encontrar un procedimiento penal más transparente, justo y me-


nos arbitrario, para ello se pensó como alternativa, precisamente,
el jurado de ciudadanos.
Finalmente, las reformas propuestas por el señor Venustiano
Carranza en el proyecto de Constitución fueron aprobadas, sino
en los mismos términos, sí en lo fundamental, de ahí que se es-
tablecieron en el artículo 20 una serie de derechos a favor del
procesado en los juicios criminales, por ejemplo, el derecho a ser
informado de la acusación, la publicidad en la etapa de proceso,
el derecho a nombrar defensor y ofrecer pruebas, entre otros. Sin
embargo, estas garantías se aplicarían no en la etapa de averigua-
ción previa, sino hasta en el proceso ventilado ante el juez.
En el artículo 21 se plasmó que la imposición de las penas es
propia y exclusiva de la autoridad judicial y que la persecución
de los delitos incumbía al Ministerio Público y a la policía judi-
cial, la cual estaría bajo el mando de este último.
Por lo que toca a las limitantes a la actividad investigadora,
el artículo 16 de la Constitución de 1917 contenía una serie de
requisitos que debían de cumplirse para que una persona pudiera
ser detenida. A la letra este artículo contemplaba lo siguiente:

Nadie puede ser molestado en su persona, familia, domicilio, pa-


peles o posesiones, sino en virtud de mandamiento por escrito de
la autoridad competente, que funde y motive la causa legal del
procedimiento.
No podrá librarse ninguna orden de aprehensión o detención, a
no ser por la autoridad judicial, sin que preceda denuncia, acusa-
ción, o querella de un hecho determinado que la ley castigue con
pena corporal, y sin que estén apoyadas aquellas por alguna de-
claración, bajo protesta, de persona digna de fe o por otros datos
que hagan probable la responsabilidad del inculpado, hecha ex-
cepción de los casos de flagrante delito en que cualquier persona
puede aprehender al delincuente y a sus cómplices, poniéndolos
sin demora a disposición de la autoridad inmediata.
Solamente en casos urgentes, cuando no haya en el lugar nin-
guna autoridad judicial, tratándose de delitos que se persiguen

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capítulo segundo / segundo intento 19

de oficio, podrá la autoridad administrativa, bajo su más estrecha


responsabilidad, decretar la detención de un acusado, poniéndolo
inmediatamente a disposición de la autoridad judicial.
En toda orden de cateo, que sólo la autoridad judicial podrá
expedir y que será escrita, se expresará el lugar que ha de inspec-
cionarse, la persona o las personas que hayan de aprehenderse y
los objetos que se buscan, a lo que únicamente debe limitarse la
diligencia, levantándose, al concluirla, un acta circunstanciada,
en presencia de dos testigos propuestos por el ocupante del lugar
cateado, o en su ausencia, o negativa, por la autoridad que practi-
que la diligencia...23

Por todas las vías posible se intentó corregir los problemas


históricos que presentaba el sistema de justicia: primero, se pasó,
por lo menos en el papel, de un sistema prácticamente inquisitivo
a un modelo procesal con matices del sistema acusatorio con el
que se buscaba asegurar que los jueces no llevaran a cabo nunca
más la actividad investigadora, misma que quedaba a cargo del
Ministerio Público, órgano administrativo dentro del Poder Eje-
cutivo (aunque en las leyes secundarias dejaron facultades a los
jueces para llevar a cabo actividades de indagación en la búsque-
da de la verdad); segundo, se establecieron limitaciones o, en su
caso, se precisaron reglas que debían atender las autoridades en-
cargadas de procurar y administrar justicia; tercero, se otorgaron
nuevos derechos durante el proceso penal, y cuarta, de manera
paralela se estableció la institución del jurado popular como una
nueva forma de juzgar que debía reglamentarse tanto a nivel fe-
deral como local.
A pesar de los esfuerzos realizados por los legisladores plas-
mados en la reforma constitucional, los resultados no fueron los
esperados, al contrario, entramos sobre todo, en el auge del pre-
sidencialismo, a una época oscura y penosa del derecho procesal
penal mexicano, tal y como veremos en los siguientes apartados.

23 Véase Tena Ramírez, Felipe, Leyes fundamentales de México, cit., p. 822.

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20 ESTABLECER EN MÉXICO JUICIOS ORALES EN MATERIA PENAL

IV. El jurado y su aplicación a principios del siglo xx

El intento por establecer el jurado popular dentro del sistema


de justicia penal mexicano vio sus mejores tiempos en la década de
los veinte del siglo pasado, específicamente en el Distrito Fede-
ral, lugar donde logró implementarse con relativa frecuencia, tal
y como se desprende de los múltiples criterios judiciales que po-
demos encontrar en el Semanario Judicial de la Federación y por
obras algunos juristas de aquella época que así lo explican, como
es el caso de Federico Sodi en su libro El jurado resuelve...24
Sin embargo, se trató de un esfuerzo casi aislado, pues la ma-
yoría de las entidades federativas no realizaron las reformas ne-
cesarias dentro de su ámbito de competencia para su implemen-
tación y optaron por el juez letrado para que juzgara en audiencia
pública. Sólo algunas entidades federativas como por ejemplo,
Guanajuato y Michoacán regularon en su respectivo código de
procedimientos penales dicha institución. También a nivel fede-
ral se estableció el procedimiento relativo al jurado popular, con-
cretamente de los artículos 308 al 350, preceptos vigentes en el
Código Federal de Procedimientos Penales, pero sin aplicación.
Inclusive en la Ley Orgánica del Poder Judicial de la Federación,
artículos 60 al 66 se encuentra regulado el funcionamiento del
jurado.
En las primeras décadas del siglo pasado a juzgar por las múl-
tiples tesis y algunas jurisprudencias emitidas por los tribunales
del poder judicial, el funcionamiento del jurado popular en las
causas criminales, por lo menos en algunos lugares, era una rea-
lidad. Ello se debía, posiblemente, a que en aquella época los
jueces estaban completamente desprestigiados, porque muchos
de ellos habían cometido abusos e irregularidades durante la dic-
tadura porfirista, además se habían prestado a ser utilizados por
el dictador Díaz para reprimir la libertad de imprenta y oposito-
res políticos.

24 Sodi, Federico, El jurado resuelve..., cit., México, Porrúa, 2001.

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capítulo segundo / segundo intento 21

Ante estas circunstancias, el establecimiento del jurado for-


mado por ciudadanos surgió como una alternativa para mejorar
el ramo de la administración de justicia, tuvo un auge y vistió sus
mejores galas durante la década de 1920 a 1930.
Sobre el funcionamiento del jurado popular de aquella época
es interesante destacar el trabajo del jurista Federico Sodi, quien
en su libro, El jurado resuelve..., expone el desarrollo de los jui-
cios del pueblo, narrándonos amenamente, desde la publicación
de las listas hasta el desenlace del juicio y su posterior conse-
cuencia para los implicados. Sodi nos describe con lujo de deta-
lle el pavor que provocaba en el ciudadano común el encontrar
su nombre en aquellas listas, no tanto por el hecho de decidir
sobre la impartición de justicia sino por el fastidio de tener que
aguantar largas sesiones en un sitio incómodo y cargado de “tu-
fos desagradables”. Estas razones eran de suficiente peso para
intentar evadir su responsabilidad y no presentarse como jurado
a pesar de las sanciones que ello involucrara. Posteriormente di-
cha actitud cambiaba e inclusive se interesaban al momento de
celebrarse la audiencia.
Hay que aclarar que a pesar de la utilización de un formato
literario, el texto nunca pierde su esencia jurídica, proporcionán-
donos información del mismo puño de un jurista que llevó 56
casos bajo este sistema judicial, sistema sobre el cual nos da su
opinión:

Todo esto hará pensar que el Jurado Popular no era otra cosa sino
un espectáculo muy entretenido, a la manera de una comedia in-
teresante representada por buenos comediantes con un tercer acto
espectacular: una justa oratoria sonora y emotiva de los abogados,
que preparaba el epílogo encomendado a los jurados al pronun-
ciar su veredicto de absolución o de condena.
Nada más equivocado. El juicio ante el tribunal si que era un
espectáculo atractivo, mejor aún, subyugante, porque se ponía al
descubierto el fondo del corazón humano; porque se desenvolvía
ante los ojos el misterio de la psicología y de las reacciones del
ser humano; porque se tomaba parte en esa inquietud motora de la

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22 ESTABLECER EN MÉXICO JUICIOS ORALES EN MATERIA PENAL

mente; el descubrimiento de la verdad. Los discursos con que se


cerraba el juicio, lo que se llamaba los debates, no determinaban
nunca la suerte de un procesado. Un caso se ganaba o se perdía
a través de las pruebas que se ponían a la vista de los jueces del
pueblo, a través de los interrogatorios al procesado, a los testigos,
a los peritos en su caso.25

Como ya se dijo antes, en las primeras décadas (sobre todo en el


periodo de 1920 a 1930) del siglo pasado, se emitieron criterios ju-
diciales en los que se aclaraban los contenidos de los artículos que
regulaban el procedimiento relativo al jurado popular. Es precisa-
mente en la quinta época del Semanario Judicial de la Federación
donde encontramos la gran mayoría de tesis sobre el jurado. Se
utilizó posteriormente sólo para casos de empleados de gobierno,
pero de manera poco frecuente.
Los temas que se abordan más a menudo en las tesis aisladas
tenían que ver con la forma que debían practicarse los interroga-
torios; sobre los alcances del veredicto emitido por el jurado; con
la insaculación de los jurados y, desde luego, con la interpreta-
ción de la fracción VI del artículo 20 constitucional.
Por lo que toca a la implementación de este procedimiento,
nos llamó la atención la obra de Federico Sodi, quien fungiera
como fiscal y defensor en juicio por jurado durante cinco o seis
años aproximadamente de 1925 a 1929 (los últimos de vigencia
según el autor —en la capital mexicana—) ya que, en un for-
mato ameno y novelesco, no común en el ámbito jurídico, nos
cuenta cómo se realizaban los juicios por jurados apoyándose
en los casos que llevó durante esa época, de ahí su relevancia y
pertinencia. El autor Federico Sodi nos revela en una narración
nostálgica, algunos problemas en la operación del procedimiento
por jurado, por ejemplo, confiesa:

El Juez, don Guillermo Schultz, también muerto ahora, y los abo-


gados de una y otra de las barras, recibieron mi presencia con

25 Sodi, Federico, El jurado resuelve..., cit., p. 208.

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capítulo segundo / segundo intento 23

displicencia poco alentadora para mi ánimo. Ni había antes toma-


do parte en jurado alguno, ni conocía tampoco una página de las
actuaciones del proceso.26

En lo que concierte a la prontitud de la instauración de los jui-


cios, recuerda:

Pero acontecía que cuando se declaraba constituido el jurado y


se iba iniciar el juicio, había transcurrido ya media mañana; y la
operación comercial del banquero se había frustrado; y el rasca-
cielos se había terminado de construir y el enfermo que iba a ser
acuchillado por el cirujano había tomado la resolución de morirse
o de sanar de su enfermedad por obra de la naturaleza y se había
marchado a su casa.27

Sobre la objetividad de los miembros del jurado:

Tampoco es verdad que fueran absolvedores contumaces. Si hubo


algunos casos en que aun con la convicción de la culpabilidad de
un reo lo ponían en la calle; pero era porque no consideraban que
la pena que esperaba al reo condenado fuera la que merecía por el
delito que había cometido; y tomaban en cuenta que un veredicto
condenatorio producía una sentencia de muchos años que era ex-
cesiva para la falta que se juzgaba... Por lo demás, esta conside-
ración de lo inadecuado de la pena que iba a caer sobre el reo, no
era solamente una de las fallas del jurado en México.28

El autor más adelante comenta un caso concreto en su obra:

La verdad de las cosas es que el jurado era un termómetro de la


moral social del momento. Como agente del Ministerio Público
acusé en cierta ocasión a un ladronzuelo que una mañana se había
introducido por un balcón a la casa de una mujer y encontrado un
ropero abierto se apodero de una pequeña cantidad de dinero. Lo

26 Ibidem, p.24.
27 Ibidem, p. 27.
28 Ibidem, p. 32.

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24 ESTABLECER EN MÉXICO JUICIOS ORALES EN MATERIA PENAL

acuse como responsable de un robo de casa habitada, delito fuer-


temente penado por la ley. Además, el tipo tenía antecedentes de
ladrón; pero contó al jurado una historia del inminente parto de su
mujer, y de la absoluta penuria en que se hallaba que lo obligó a
introducirse a robar esos cuantos pesos, para proporcionar asis-
tencia médica a la madre de su hijo. La pena que le correspondía
era de seis o siete años y el jurado lo absolvió.29

Ante tal fallo, Sodi recuerda que se indignó como fiscal por el
veredicto, lo cual motivó entrevistar a uno de los miembros del
jurado, quien le contestó:

Es verdad, licenciado, pero cuando ve uno a un ministro de Esta-


do al que todos en México conocían como un sujeto que no tenía
camisa que cambiarse y ahora tiene un palacete en un barrio re-
sidencial y ha hecho poner de oro las llaves del baño de la casa
de su amante, nos parece una gran injusticia social mandar a la
cárcel a un pobre diablo que tal vez robó por una extrema nece-
sidad, en una situación de angustia en que cualquiera de nosotros
también es capaz de entrar a una casa a robar.30

Cabe añadir a este apartado, que es posible encontrar pro-


cesos penales federales en los que se ha aplicado las reglas del
jurado en materia de responsabilidad de funcionarios públicos,
por ejemplo, el expediente 128/78 llevado a cabo en Hermosillo,
Sonora. Se trató de un caso instruido en contra de un policía, por
la comisión del delito de cohecho. La sentencia fue absolutoria
a pesar de haber prueba considerable tal y como se desprende de
dicho expediente.

29 Idem.
30 Idem.

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capítulo segundo / segundo intento 25

V. El proceso penal durante el siglo xx y principios


del siglo xxi (distorsiones y malas prácticas)

1. Consideraciones preliminares

Como ya se ha señalado, a principios del siglo XIX, en un con-


texto de cambios políticos, económicos y sociales surge nueva-
mente la intención de impulsar un nuevo proceso penal que coinci-
da con un verdadero modelo democrático y republicano. De ahí, el
establecimiento del jurado en la Constitución de 1917 que, como
ya hemos visto, fue una ruta alterna que dejó el legislador con el
propósito de mejorar el funcionamiento del sistema de justicia pe-
nal, ya que el camino principal fue el establecimiento de garantías
individuales dentro del sistema ordinario que en su conjunto reto-
maban elementos característicos del sistema acusatorio.31
Del contenido de la reforma se desprende la introducción del
Ministerio Público como órgano encargado de llevar a cabo la
investigación de los delitos y formular la acusación ante el juez
(artículo 21 constitucional),32 es decir, se aparta a los jueces de
tales actividades realizadas a principios de dicho siglo y el pasa-
do.33 Ésta es una de las características principales de la reforma
constitucional de 1917, además de otras, por ejemplo, que las
audiencias durante el proceso debían ser orales y públicas, se
otorgaban más derechos al imputado, las cuales fueron concebi-

31 Las características contenidas en este nuevo modelo procesal van en-


caminadas hacia el establecimiento de un procedimiento con elementos del
sistema acusatorio, pues se contempla la figura del Ministerio Público como
órgano acusador, la audiencia como metodología para juzgar, lo cual conlleva
la aplicación implícita de oralidad, inmediación, publicidad, y contradicción,
entre otras, así quedó plasmado en la ley fundamental.
32 Es importante destacar que dicha figura procesal ya estaba contenida en

leyes secundarias aunque sus funciones eran más limitadas.


33 A pesar de esta disposición constitucional en los códigos de procedimien-

tos penales se establecieron disposiciones otorgándoles facultades a los jueces


para investigar y llegar a la verdad.

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26 ESTABLECER EN MÉXICO JUICIOS ORALES EN MATERIA PENAL

das en el marco normativo constitucional (artículo 20) y en leyes


secundarias.
Por otra parte, cuando revisamos la problemática que se sus-
citó (y todavía se observa) con motivo de la aplicación de dicho
modelo procesal durante el siglo XX, apoyándonos en documen-
tos legislativos y la doctrina, podemos apreciar cómo desde su
establecimiento hasta la fecha, el modelo se distorsiona de tal
manera que pierde su esencia, debido principalmente, por ejem-
plo, a la simulación de cumplimiento con formalidades como
presencia de los jueces en audiencia y publicidad de éstas últi-
mas, pero sin duda, la más significativa, es la importancia que
tomó la averiguación previa desde una perspectiva probatoria y
no el juicio como un elemento central.
Las condiciones en que se practican pruebas en la averigua-
ción previa en forma secreta, ante un órgano que funge como
parte y órgano de autoridad (parcial), con posibilidades amplias
de manipulación o fabricación de pruebas y tortura e incomuni-
cación (esta última sobre todo en el siglo pasado).34 Para muchos
juristas refleja la actividad que realizaba el juez de instrucción
durante el siglo XIX.
El peso probatorio de las actuaciones desahogadas durante el
proceso ante el juez, en mucho de los casos, es limitado o nulo
según algunos estudios empíricos.35 Lo anterior implica que hay
un distanciamiento notorio entre lo previsto en el marco consti-
tucional y el funcionamiento del proceso penal.

34 El indiciado no tenía derechos en esta etapa preliminar antes de la refor-

ma constitucional de 1993. Posteriormente garantías individuales a favor del


indiciado, pero su cumplimiento no se logra del todo.
35 Guillén López Raúl y Cruz Covarrubias, Armando Enrique, La justicia

penal en México. Un estudio de caso, México, UNAM, Instituto de Investiga-


ciones Jurídicas, 2008, pp. 35 y ss.

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capítulo segundo / segundo intento 27

2. Aplicación de la reforma constitucional de 1917

A pesar de que se contempló en la Constitución de 1917 una


serie de reformas para mejorar el funcionamiento del sistema de
justicia penal, no se logró establecer del todo, pues, en la prácti-
ca, la primera parte del procedimiento penal continuó con carac-
terísticas del modelo inquisitivo, de tal forma que si bien los jue-
ces dejaron de intervenir dicha atribución investigadora quedó en
manos en mucho de los casos, no del Ministerio Público como lo
señalaba la ley fundamental, sino de los agentes policiacos.
El cambio (por lo menos en lo que toca a la etapa de investi-
gación) resultó perjudicial y la situación se agravó, ya que antes
era el juez de instrucción el que desahogaba pruebas, pero con la
reforma fueron los agentes de policía los que se apropiaron de tal
actividad que de ninguna forma les correspondía por estar esta-
blecida para el Ministerio Público.
Al respecto, el jurista Miguel Ángel Castillo afirma:

...pese al mandato constitucional y el sentir del pensamiento del


Constituyente la labor del Ministerio Público siguió siendo una
figura decorativa para la recta y pronta administración de Justicia,
ya que la función encargada de hecho nunca la cumplió, y prefirió
tomar una posición igual a la que antes tenía, pero ahora no frente
al juez sino frente a la policía bajo su mando.
Lo anterior significó que el Ministerio Público se convirtiera
en un simple “dictaminador” de la averiguación. De esta manera,
pretendía cumplir con el mandato constitucional y que, según él,
lo hacía en todo momento al ordenar la investigación del delito
a la Policía Judicial, recibir pruebas, recibir actas y ratificarlas,
ordenar peritajes, etcétera; con lo que pronto la Policía Judicial se
empezó a convertir en el factorum de la averiguación...36

36 Véase Castillo Soberanes, Miguel Ángel, El monopolio del ejercicio de

la acción penal del Ministerio Público en México, 2a. ed., México, UNAM,
1993, p. 185.

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28 ESTABLECER EN MÉXICO JUICIOS ORALES EN MATERIA PENAL

Así pues, los elementos de la policía recababan las denuncias,


querellas, practicaban de oficio investigaciones, obtenían y toma-
ban confesiones, esto es, integraba la averiguación previa.37 Dicha
situación hizo que la policía con el tiempo se fuera fortaleciendo y
separando del Ministerio Público, de tal suerte que sus actividades
se fueron afianzando y legitimando dentro del sistema jurídico, es
decir, tal anormalidad se consideró no sólo normal sino conforme
a derecho, de ahí que inclusive se formaran cuerpos policiacos se-
cretos con el fin de combatir la delincuencia.38
Durante décadas el Ministerio Público pasó a un segundo plano
y se dedicó a ratificar las diligencias practicadas por los policías.
Así tenemos que también los policías, al igual que lo hacía el
juez de instrucción en secreto y sin presencia de la defensa, des-
ahogaban pruebas cuyo valor probatorio era por demás significa-
tivo y prácticamente, en mucho de los casos, definían el sentido
y el curso del proceso penal.
En el siglo pasado por lo que toca a la forma de detención y
a su duración durante la etapa de averiguación previa, también
encontramos que se cometían irregularidades a la vista de todos
sin que pasará absolutamente nada, era común en aquella época
las famosas redadas en contra de pandilleros. En estos procedi-
mientos sin fundamento jurídico eran detenidos, por lo general,
un grupo de personas, las cuales sin tener una investigación con-
creta o averiguación previa eran sometidos a “interrogatorios”
sobre su participación en delitos, desde luego, muchas veces eran
detenidas personas que no tenían ninguna participación en acti-
vidades delictivas, prueba de ello es que los dejaban en libertad
inmediatamente o días posteriores.

37 Ya desde mediados de la década de los ochenta se advertía cierto grado

de independencia de la policía judicial respecto del Ministerio Público según se


advierte de la exposición de motivos de las reformas de 1983 al Código Federal
de Procedimientos Penales. Véase García Ramírez, Sergio, Proceso penal y
derechos humanos, 3a. ed., México, Porrúa-UNAM, 1998, p. 43.
38 Todavía a principios de la década de los noventa del siglo pasado se podía
apreciar tal situación en el funcionamiento del procedimiento penal.

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capítulo segundo / segundo intento 29

Contra este tipo de detenciones, se interponían juicio de ampa-


ro, pero no prosperaban ya sea por cuestiones técnicas u alguna
otra circunstancia. Tal y como se desprende de la jurisprudencia
siguiente:

Novena Época
Registro: 196267
Instancia: Tribunales Colegiados de Circuito
Jurisprudencia
Fuente: Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta
VII, Mayo de 1998
Materia(s): Penal
Tesis: I.1o.P. J/9
Página: 896

DETENCIÓN ILEGAL. NO ES IMPUGNABLE EN AMPARO


DIRECTO. Una interpretación sistemática de los artículos 158 y
160 de la Ley de Amparo, el procedimiento judicial propiamen-
te dicho, el cual presupone la intervención del órgano permite
arribar a la conclusión de que únicamente las violaciones proce-
dimentales cometidas durante jurisdiccional, pueden ser impug-
nables en la vía del juicio de amparo directo; por tanto, la deten-
ción ilegal del quejoso por los elementos policiacos y su indebida
retención por el Ministerio Público, realizadas respectivamente
antes y durante la fase de averiguación previa, son inatendibles
en dicha vía debido a que no ocurren en el referido procedimien-
to judicial. Lo anterior, con independencia de que a los servido-
res públicos que en tales actos intervinieron, se les pueda fincar
responsabilidad penal conforme a lo dispuesto en el artículo 193
párrafo último del Código Federal de Procedimientos Penales.
PRIMER TRIBUNAL COLEGIADO EN MATERIA PE-
NAL DEL PRIMER CIRCUITO.

Amparo directo 1133/97. Alejandro Díaz Lozano. 17 de junio de


1997. Unanimidad de votos. Ponente: Alejandro Sosa Ortiz. Se-
cretario: Ricardo Martínez Carbajal.

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30 ESTABLECER EN MÉXICO JUICIOS ORALES EN MATERIA PENAL

Amparo en revisión 285/97. Salvador Lopecedeño Estefan. 30 de


junio de 1997. Unanimidad de votos. Ponente: Carlos Hugo Luna
Ramos. Secretario: Manuel Caravantes Sánchez.

Amparo directo 1769/97. Gonzalo Uribe del Río. 30 de octubre


de 1997. Unanimidad de votos. Ponente: Carlos Hugo Luna Ra-
mos. Secretario: Manuel Caravantes Sánchez.

Amparo directo 2197/97. Norberto y Daniel Antonio, ambos de


apellido Pérez Pérez. 27 de noviembre de 1997. Unanimidad de
votos. Ponente: Alejandro Sosa Ortiz. Secretario: Ricardo Guz-
mán Wolffer.

Amparo directo 3301/97. José Luis García Riqueño. 15 de abril


de 1998. Unanimidad de votos. Ponente: Carlos Hugo Luna Ra-
mos. Secretario: José Manuel Yee Cupido.

En lo concerniente a la duración de la detención de personas


sujetas a una averiguación previa, podía durar días, no había un
control eficaz, ni precisión sobre cuál término era el que se tenía
para llevar a cabo el ejercicio de la acción penal. En otras palabras,
ocurría que en ocasiones se detenía de forma preventiva a perso-
nas sin estar cometiendo delitos en flagrancia o con orden judicial
y era sometida durante varios días a prisión preventiva, aún así era
posible iniciar averiguaciones previas y los juzgadores continua-
ban con el trámite sin darle importancia o efecto procesal.
Otra actividad también frecuente por parte de los agentes poli-
ciacos y del Ministerio Público fue la búsqueda de delincuentes y
evidencia probatoria, allanando domicilios particulares sin orden
judicial. Sobre este punto las denuncias de robo y excesos de los
policías en tales diligencias fueron una realidad que podía ocurrir
y ocurría en la práctica cotidiana. Ante este fenómeno la interpre-
tación judicial no ayudó a controlar tal situación y una postura
formalista (rígida), pues siguiendo el criterio del monopolio de la
acción penal e imposibilidad para entrar al estudio por violacio-
nes procedimentales en la averiguación previa, le daba validez
probatoria a tales diligencias.

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capítulo segundo / segundo intento 31

Los excesos cometidos por los agentes policiacos en todos los


niveles de competencia fueron aumentando al igual que los nive-
les de corrupción, estos factores y otros influyeron para que los
legisladores tomaran algunas medidas.

3. La averiguación previa como base probatoria

Si revisamos los criterios judiciales y jurisprudencia de la


quinta a la novena época, podemos encontrar evidencia de cómo
la interpretación jurídica a diversas disposiciones procesales pe-
nales por parte de los órganos encargados de tal tarea dentro del
Poder Judicial de la Federación propició o en su caso, y no sir-
vió como obstáculo para que la policía y el Ministerio Público
desarrollarán malas prácticas y una distorsión bastante evidente
en el funcionamiento del procedimiento penal mexicano, pues
emitieron jurisprudencias y tesis judiciales que convirtieron a la
averiguación previa en el centro probatorio y no la etapa de ins-
trucción y mucho menos la de juicio. Estas dos últimas etapas se
convirtieron, generalmente, en un mero trámite y con limitada
importancia, desde el punto de vista probatorio.
Las pruebas desahogadas en la etapa de averiguación previa
no sólo tienen valor jurídico, sino también las pruebas pueden
introducirse en la etapa de instrucción con un peso probatorio
considerable para acreditar el cuerpo del delito y la responsa-
bilidad penal, requisitos exigidos por el ordenamiento procesal
penal para el dictado de sentencia.
La Suprema Corte de Justicia de la Nación interpretó la ley
(principio de inmediatez procesal) en un sentido que aniquiló
toda posibilidad de consolidar un verdadero sistema con equi-
librio procesal como lo proponía Venustiano Carranza y quedó
plasmado en la ley fundamental, ya que la etapa de averiguación
previa, se convirtió en la base del procedimiento penal debido al
valor probatorio que alcanzaban las declaraciones rendidas en
dicha etapa, de tal suerte que en un gran número de procesos, el
Ministerio Público ya no ofrece pruebas durante la etapa de ins-

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32 ESTABLECER EN MÉXICO JUICIOS ORALES EN MATERIA PENAL

trucción ante el juez, etapa donde el defensa puede intervenir (no


antes), esto es, se arma el expediente por agentes policiacos y las
pruebas recabadas por ellos son ratificadas ante el Ministerio Pú-
blico determinando, en muchos de los casos, el curso del proceso
y el sentido de la sentencia.

4. Monopolio de la acción penal y sus implicaciones procesales

Otro factor que contribuyó al mal funcionamiento del procedi-


miento penal fue la imposibilidad de cualquier intervención del
órgano judicial en la etapa de averiguación previa relacionada con
posibles abusos (difíciles de demostrar debido al secreto, falta de
defensa y carencia de derechos), ya que el juicio de amparo se
consideró improcedente contra actos realizados por el Ministerio
Público durante la etapa de investigación, así que se convirtió en
una etapa del procedimiento penal inaccesible para cualquier tipo
de control constitucional, situación sumamente delicada, toda vez
que, precisamente, en la averiguación previa se llevaba a cabo el
desahogo de pruebas en condiciones de completa vulnerabilidad y
a merced de la buena voluntad, ética y profesionalismo por parte
de agentes policiacos y el Ministerio Público.
Sobre este punto podemos encontrar la jurisprudencia siguiente:

Octava Época
Registro: 226462
Instancia: Tribunales Colegiados de Circuito
Jurisprudencia
Fuente: Semanario Judicial de la Federación
V, Segunda Parte-2, Enero a Junio de 1990
Materia(s): Penal
Tesis: I.2o.P. J/11
Página: 689

Genealogía:

Gaceta número 26, febrero de 1990, página 47. Apéndice 1917-


1995, Tomo II, Segunda Parte, tesis 556, página 338.

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capítulo segundo / segundo intento 33

IMPROCEDENCIA DEL JUICIO DE AMPARO. CUANDO


SE RECLAMAN DEL MINISTERIO PÚBLICO ACTOS
RELATIVOS A LA INTEGRACIÓN DE UNA AVERIGUA-
CION PREVIA. Aun cuando el Ministerio Público al integrar
una averiguación previa, actúa como autoridad, sin embargo, el
desahogo de diligencias para tal fin, no causa un daño o perjuicio
al gobernado contra el cual se hayan iniciado las investigaciones
correspondientes, a menos que en ellas se ordenara que se le pri-
vara de la libertad, de sus posesiones o derechos; lo mismo acon-
tece cuando acuerda sobre la consignación de la averiguación y
ejercita la acción penal, pues es el juez del proceso a quien le
corresponde resolver sobre el pedimento del representante social,
cuya determinación, en todo caso, sería la que vendría a afectar la
esfera jurídica del quejoso. SEGUNDO TRIBUNAL COLEGIA-
DO EN MATERIA PENAL DEL PRIMER CIRCUITO.
Amparo en revisión 318/89. María Antonieta Carey Navarro. 13
de septiembre de 1989. Unanimidad de votos. Ponente: J. Jesús
Duarte Cano. Secretario: Carlos Loranca Muñoz
Amparo en revisión 320/89. Diana Melanie Martínez y Martínez.
13 de septiembre de 1989. Unanimidad de votos. Ponente: J. Je-
sús Duarte Cano. Secretario: Carlos Loranca Muñoz.
Amparo en revisión 322/89. Jorge Arturo Carey Navarro. 28 de
septiembre de 1989. Unanimidad de votos. Ponente: J. Jesús
Duarte Cano. Secretario: Carlos Loranca Muñoz.
Amparo en revisión 344/89. Jorge Arturo Carey Navarro. 11 de
octubre de 1989. Unanimidad de votos. Ponente: J. Jesús Duarte
Cano. Secretario: Carlos Loranca Muñoz.
Amparo en revisión 472/89. Rey Baltazar Salazar Arroyo. 31 de
enero de 1990. Unanimidad de votos. Ponente: J. Jesús Duarte
Cano. Secretario: A. Enrique Escobar Ángeles.

Un elemento importante a considerar es que la Ley de Amparo


no contemplaba de forma expresa la procedencia del amparo con-
tra violaciones procesales en la averiguación previa, de ahí que la
jurisprudencia que se emitió al respecto fuera en ese sentido. Ade-
más según criterios de algunos tribunales federales las diligencias
llevadas a cabo en dicha etapa inicial no podían constituir violacio-
nes procesales como se desprende de la tesis siguiente:

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34 ESTABLECER EN MÉXICO JUICIOS ORALES EN MATERIA PENAL

Novena Época
Registro: 197411
Instancia: Tribunales Colegiados de Circuito
Jurisprudencia
Fuente: Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta
VI, Noviembre de 1997
Materia(s): Penal
Tesis: XVII.2o. J/8
Página: 375

MINISTERIO PÚBLICO. LAS DILIGENCIAS PRAC-


TICADAS EN AVERIGUACIÓN PREVIA NO PUEDEN
CONSTITUIR VIOLACIONES PROCESALES. El concepto
de violación que se endereza a hacer patentes las irregularidades
cometidas por el Ministerio Público durante la fase de averigua-
ción previa, es inatendible, ya que las diligencias practicadas por
el Ministerio Público como autoridad no deben ser consideradas
como violaciones procesales, por no encontrarse encuadradas en
ninguna de las hipótesis previstas por el artículo 160 de la Ley
de Amparo, ya que éstas se refieren a las diligencias practicadas
por el juez del proceso, situación que no acontece en las dili-
gencias que practica el Ministerio Público en la fase indagatoria.
SEGUNDO TRIBUNAL COLEGIADO DEL DÉCIMO SÉPTI-
MO CIRCUITO.
Amparo directo 659/96. Óscar Prieto Ramírez. 5 de diciembre
de 1996. Unanimidad de votos. Ponente: José Luis Gómez Moli-
na. Secretario: Jorge Luis Olivares López.
Amparo directo 232/97. Ernesto Venegas Silva. 12 de junio de
1997. Unanimidad de votos. Ponente: José Luis Gómez Molina.
Secretario: Rafael Maldonado Porras.
Amparo directo 305/97. Rubén Durán Sáenz. 3 de julio de
1997. Unanimidad de votos. Ponente: Ángel Gregorio Vázquez
González. Secretario: Gabriel Ascención Galván Carrizales.
Amparo directo 455/97. José Carlos Holguín Rivera. 21 de
agosto de 1997. Unanimidad de votos. Ponente: José Luis Gómez
Molina. Secretario: Rafael Maldonado Porras.

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Breve Estudio Juicios Orales.indb 34 25/09/2012 12:02:59


capítulo segundo / segundo intento 35

Amparo directo 252/97. José Ramón Ángel Torres. 2 de oc-


tubre de 1997. Unanimidad de votos. Ponente: Olivia Heiras de
Mancisidor. Secretario: David Fernando Rodríguez Pateén.

Hay que decirlo: la falta de controles y la concentración de


poder, si atendemos a la historia, tiene como efecto el abuso y
las arbitrariedades, tal situación no fue la excepción, por parte
de policías y ministerios públicos (no todos) en la etapa de ave-
riguación previa.
Los excesos y escándalos en la década de los setenta y ochenta
del siglo pasado propiciaron la creación de la Comisión Nacional
de Derechos Humanos y, por supuesto, la Ley Federal para Pre-
venir y Sancionar la Tortura. Asimismo, reformas constituciona-
les para incluir garantías individuales en la averiguación previa
(1993) y la procedencia del amparo para específicas determina-
ciones del Ministerio Público (1994).39 Todas estas medidas no
han sido suficientes para resolver las irregularidades que se si-
guen cometiendo en la etapa de averiguación previa.

5. La audiencia como formalidad y trámite

La audiencia durante la etapa de instrucción se ha convertido


en una formalidad, ya que la mayoría de las veces las diligen-
cias son practicadas por secretarios de acuerdos, secretarios es-
cribientes o auxiliares sin la presencia del juez.
Algunos juristas como Zamora Pierce justifican tal ausentismo
del juez en las audiencias y afirman “Que la audiencia sea presi-
dida por un secretario es la vía de escape indispensable para que

39
La inclusión de garantías individuales para el indiciado y la víctima u
ofendido del delito en la etapa de averiguación previa mediante la reforma
constitucional de 1993 han dado pie a la procedencia del amparo en determina-
dos casos.

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Breve Estudio Juicios Orales.indb 35 25/09/2012 12:02:59


36 ESTABLECER EN MÉXICO JUICIOS ORALES EN MATERIA PENAL

un juez penal pueda conocer de 400, 500 o más procesos en el


curso de un año”.40
Tomando como referencia las disposiciones legales, es grave
que el juez firme sin haber estado presente en el desahogo de
pruebas, incurriendo por consecuencia, en violaciones al proce-
so, además cuando se presentan tales supuestos, el juez no sólo
incurre en irregularidades, sino también los secretarios de acuer-
dos que llevan la diligencia, el Ministerio Público y el propio
defensor al firmar documentos en las cuales no participó el juez.
A pesar de las razones expuestas, podemos encontrar criterios
judiciales que fomentan dichas irregularidades tal y como puede
apreciarse a continuación:

No. Registro: 204,777


Tesis aislada
Materia(s): Penal
Novena Época
Instancia: Tribunales Colegiados de Circuito
Fuente: Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta
II, Julio de 1995
Tesis: X.1o.2 P
Página: 230

DILIGENCIAS JUDICIALES SIN LA INTERVENCIÓN


MATERIAL DEL JUEZ. VALIDEZ DE LAS. No causa agra-
vio al quejoso si el titular del Juzgado no dirige personalmente
las diligencias que se inician, hasta que concluyan, puesto que
basta que las presida por medio de los órganos jurídicos que la
ley pone a su disposición para que las propias diligencias sean
válidas, conforme lo previene el artículo 18 del código procesal
penal del estado de Tabasco, donde se dispone que el juez estará
acompañado en todas las diligencias que se practiquen, de sus
secretarios, que darán fe de todo lo que en ellas suceda, y si en
el caso el propio quejoso advierte que las diligencias fueron des-

40 Véase Zamora Pierce, Jesús, Juicio oral. Utopía y realidad, México, Po-

rrúa, 2011, pp. 39 y 40.

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capítulo segundo / segundo intento 37

ahogadas en presencia del secretario de acuerdos, debe concluirse


que las actuaciones tienen validez.
PRIMER TRIBUNAL COLEGIADO DEL DÉCIMO CIRCUITO.
Amparo directo 104/95. Gonzalo Carrasco Soto. 31 de mayo
de 1995. Unanimidad de votos. Ponente: Juan Vilchiz Sierra. Se-
cretario: Rafael García Magaña.

Hay algunos juristas que critican abiertamente esta situación;


por ejemplo, Sergio García Ramírez señala:

A la inmediación se opone la delegación de funciones, bajo cual-


quier denominación, para recibir pruebas o escuchar alegatos, a
la que en ocasiones se recurre en virtud de la severa carga de tra-
bajo que enfrentan los titulares de la jurisdicción. Si se pretende
formar la convicción de una persona, el juzgador, que habrá de
valorar lo que mira y escucha, y construir, sobre este cimiento,
cierta conclusión, empeñando en ella su autoridad y su responsa-
bilidad, no es aceptable que otra persona lo suplante en su desem-
peño esencial y se convierta en ojos y oídos del tribunal. Por eso
se ha reprochado que las pruebas reunidas por la policía o el Mi-
nisterio Público tengan valor pleno en el juicio, determinando de
este modo la convicción del tribunal, que ciertamente no podría
supeditarse a semejante ‘prejuicio’ y al mismo tiempo mantener
íntegramente su dignidad y responsabilidad...41

Otro problema, no menos grave, es la falta de publicidad de los


procesos penales, ya que a pesar de estar reconocida como garantía
individual, lo cierto es que de hecho, se respeta pero no totalmen-
te, sólo hay que visitar los juzgados ya sea federal o en materia
local para evidenciar la falta de infraestructura y por consiguiente,
un debido cumplimiento de la garantía, al respecto Zamora Pierce
señala:

41 García Ramírez, Sergio, Panorama del proceso penal, México, Porrúa,

2004, p. 81.

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38 ESTABLECER EN MÉXICO JUICIOS ORALES EN MATERIA PENAL

La verdad es que el público acude únicamente a un número muy


limitado de audiencias: aquellas que se relacionan con casos que
han provocado ruido periodístico o que involucran a personajes
públicos. Por lo demás, las audiencias judiciales son aconteci-
mientos monótonos y aburridos, muy diferentes de los dramas
teatrales que nos presenta el cine.

Existen tribunales de alta seguridad donde el asunto se com-


plica:

En años recientes, se ha presentado un caso grave de violación de


la garantía de publicidad del proceso, en relación con los centros
de reclusión de alta seguridad: Diseñados para albergar única-
mente reos sentenciados, se les ha usado en algunas ocasiones
para internar en ellos a simples procesados. Se han improvisado
entonces estrechos locales para que puedan tener lugar en ellos
las audiencias del proceso, pero sus pequeñas dimensiones y las
estrictas normas de seguridad de la institución impide la celebra-
ción de audiencias públicas.42

Podemos afirmar que esta garantía individual, si bien se aplica,


no hay condiciones para su total cumplimiento.43 Hay, además,
algunos estudios empíricos que demuestran tal irregularidad.44
Es indudable la desnaturalización de la audiencia que padece
el proceso penal mexicano debido a la incorporación mediante
lectura de pruebas en la etapa de instrucción, sobre este tema,
pero refiriéndose al caso argentino, Binder afirma:

Pero existe otra forma de desnaturalizar el juicio previo. Se trata


en aquellos casos en los que la prueba no se produce en el juicio,
sino que se incorpora solamente por su lectura, y muchas veces, ni

42 Véase Zamora Pierce, Jesús, Juicio oral. Utopía y realidad, cit., p. 28.
43 VenustianoCarranza afirmaba que durante todo el siglo XIX los procesos
eran secretos.
44 Guillén López, Raúl y Cruz Covarrubias, Armando Enrique, La justi-

cia penal en México. Un estudio de caso, México, Instituto de Investigaciones


Jurídicas-UNAM, 2008, p. 41.

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capítulo segundo / segundo intento 39

siquiera por su lectura, sino por su simple mención. De este modo


el sumario se impone nuevamente al juicio y lo desnaturaliza. Este
efecto se produce, especialmente, en aquellos sistemas que han
conservado la estructura clásica del procedimiento mixto o, me-
jor dicho, el procedimiento inquisitivo reformado, que triunfa en
el siglo XIX.45

Por lo anterior, la audiencia se ha convertido, en mucho de


los casos, una formalidad y mero trámite procesal en la que ni
siquiera, generalmente está presente el juez.

VI. Experiencias similares en América Latina

Los intentos por mejorar el funcionamiento del proceso penal


en México fueron semejantes a los realizados en los demás países
de América Latina también con resultados similares, esto es, no
se logró consolidar un modelo procesal penal, que por lo menos
en cuanto a su funcionamiento, significara un rompimiento o ale-
jamiento significativo en torno al procedimiento penal heredado
por España.
También durante el siglo XX en otros países se intentó intro-
ducir la oralidad y la publicidad como elementos centrales del
proceso penal o, en su caso, formas de enjuiciamiento similares
a un juicio oral, cambios que podían apreciarse en el ordena-
miento legal, pero que no se lograron reflejar en la realidad. Así
a pesar de que el marco jurídico, por ejemplo, establezca que las
audiencias son públicas, ello no ocurre en la práctica, por ejem-
plo, sobre el funcionamiento del proceso penal argentino, Binder
señala:

Pero en nuestra realidad los juicios penales son secretos —secre-


tos de hecho, aunque existan normas procesales que habilitan la
publicidad, como sucede en los procedimientos escritos, ya que

45 Véase Binder, Alberto, Introducción al derecho procesal penal, 5a. ed.,

Buenos Aires, Adhoc, 2009, p. 120.

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40 ESTABLECER EN MÉXICO JUICIOS ORALES EN MATERIA PENAL

no es esperable que los ciudadanos se dediquen a caminar por


los laberintos de nuestros tribunales pidiendo expedientes para
leerlos, o se presenten a audiencias de prueba “publicas” que no
son mas que sesiones de dictado, realizado por un grupo de per-
sonas amontonados alrededor de un escritorio desvencijado—. Y
sin las normas penales no son efectivamente conocidas por los
ciudadanos y, además de ello, los juicios penales son secretos de
hecho...46

Los resultados de tales intentos en Argentina al igual que en el


caso mexicano no se concretaron del todo en la realidad.
También las reformas al Código de Procedimientos Penales de
Perú de 1940, del Código de Procedimientos Penales de Venezuela
en 1962 y la reforma de 1937 de Costa Rica contemplaron reglas
procesales similares, pero en la práctica no se respetaban a caba-
lidad.
Para algunos juristas el intento más evidente por establecer un
juicio oral como elemento central del procedimiento penal se lle-
vó a cabo en la provincia de Córdova en Argentina en el código
de 1939, que fue tomado como base por Costa Rica en 1973 y
varias provincias de Argentina.47
Por otra parte, hay países que no hicieron esfuerzos impor-
tantes por transformar el procedimiento penal a pesar de conte-
ner matices notoriamente inquisitoriales ya eliminados en otros
países. Me refiero al caso chileno, ya que el Código de Procedi-
miento Penal de 1906 (con algunas reformas no sustanciales o
de fondo) fue el que tuvo vigencia prácticamente durante todo el
siglo XX, hasta la reforma de 2000 y el establecimiento del siste-
ma acusatorio adversarial.

46 Véase Binder, Alberto M., Introducción al derecho procesal penal, 2a.

ed., Buenos Aires, Adhoc, 2009, p. 107.


47 Véase Maier, Julio, Derecho procesal penal, t. I, Buenos Aires, Editores

del Puerto, 1996, pp. 415 y ss.

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capítulo segundo / segundo intento 41

En el caso mexicano, como ya hemos visto, después del im-


pulso de 1917,48 tampoco se realizó un esfuerzo posterior signifi-
cativo hasta la reforma constitucional de 2008.
Por lo anterior, podemos inferir que la evolución del proceso
penal y su funcionamiento en los países de América Latina no
avanzaron de forma significativa. Sobre este punto, los juristas
Duce y Riego señalan:

En conclusión, es posible afirmar que la mayoría de los países de


América Latina adoptaron un modelo inquisitivo de rasgos bas-
tante ortodoxo durante el siglo XIX, modelo que ya había sido
objeto de una reforma profunda en Europa como consecuencia de
las ideas liberales provenientes de la Revolución Francesa. Des-
pués del periodo de codificación los países de la región mantuvie-
ron las estructuras inquisitivas heredadas en la colonia y también
la ideología básica que inspiró el desarrollo del sistema inquisi-
tivo en la Europa medieval. Reformas sucesivas en el siglo XX
introdujeron ciertos cambios cuya extensión dependió de diversas
variables, pero que en términos generales no significaron el reem-
plazo del corazón del procedimiento penal inquisitivo.49

No hay que pasar desapercibido que la estructura política en


la mayoría de los países de América Latina prácticamente pade-
cieron regímenes políticos no del todo democráticos e inclusive
sufrieron dictaduras militares, ello sin duda impidió un avance en
materia de protección de derechos y limitaciones a la autoridad
en el ejercicio del poder en materia de justicia criminal, pues un
elemento indispensable para el control social y mantenimiento
de regímenes autoritarios es, precisamente, la maquinaria penal
como instrumento de coerción.
En México, por ejemplo, a pesar de contemplarse en la ley
fundamental un régimen democrático y republicano en la prácti-

48 En dicha reforma constitucional se estableció un modelo procesal mixto

en el que se contemplaba la audiencia pública ante el juez y el Ministerio Pú-


blico como órgano acusador. En la práctica tampoco se vio reflejado.
49 Duce Mauricio y Riego Cristian, Proceso penal, cit., pp. 50 y 51.

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42 ESTABLECER EN MÉXICO JUICIOS ORALES EN MATERIA PENAL

ca se consolidó lo que se conoce como régimen presidencialista,


es decir, una especie de dictadura corporativista en manos del
partido oficial PRI (Partido de la Revolucionario Institucional),
la cual concentraba todo el poder en el titular del Poder Ejecuti-
vo. Formalmente había división de poderes y democracia, pero
en la realidad ello no ocurría.50
Además, resulta idóneo para un régimen autoritario contar con
un procedimiento penal adecuado a las necesidades de controlar
a los opositores o reprimir movimientos hostiles al gobierno.
En nuestro país, el órgano encargado de la investigación de los
delitos es el Ministerio Público, institución que forma parte de la
Procuraduría General de Justicia cuyo titular es el procurador de
justicia, quien a su vez es propuesto o nombrado de plano por el
titular del Ejecutivo, de ahí el control del aparato penal.
Para muestra un botón, se concentró tanto el poder en el titular
del Poder Ejecutivo que a pesar de que el presidente Díaz Ordaz
se hizo responsable de la represión del movimiento estudiantil de
1968, en la que hubo heridos y muertos, no fue sujeto a sanción
alguna, tampoco se llevaron a cabo investigaciones sobre los res-
ponsables materiales de tales asesinatos.51
El periodo presidencialista duró alrededor de 70 años, hasta
finales del siglo, la consolidación de la democracia y destruc-
ción o debilitamiento sustancial del presidencialismo propiciaron
condiciones adecuadas para cambios estructurales en diversas es-
feras jurídicas.
La transición gradual hacia un sistema democrático y su con-
solidación en México, tal y como ocurrió en países de América
Latina resulta un factor preponderante en los impulsos por trans-
formar el proceso penal, tal y como está sucediendo actualmente.

50 Véase Silva-Herzog Márquez, Jesús, El antiguo régimen y la transición

en México, México, Planeta, 2005.


51 Véase quinto informe de gobierno del presidente Gustavo Díaz Ordaz.

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Este libro forma parte del acervo de la Biblioteca Jurídica Virtual del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM
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Capítulo tercero

TERCER INTENTO

I. Los procesos de reformas en América Latina


y los modelos a seguir por México

El proceso de transformación del proceso penal en países como


Chile,52 Colombia,53 Argentina54 y demás países de la región lle-
vados a cabo en las últimas dos décadas dejando atrás el modelo
inquisitivo heredado de España a fin de pasar a un modelo acu-
52 A más de una década del proceso de implementación en Chile, hay varias

obras interesantes inclusive sobre temas muy concretos y necesarios para la ac-
tividad de los abogados en las audiencias. Véase Baytelman A., Andrés y Duce
Mauricio J., Litigación penal, Universidad Diego Portales, Chile, 2004.
53 Ya hay una vasta doctrina sobre el tema de la reforma procesal colom-

biana, sólo por mencionar algunas obras, véase Camargo, Pedro Pablo, Manual
de enjuiciamiento penal colombiano, Sistema acusatorio y juicio oral público,
5a. ed., Colombia, Leyer, 2007. Ramírez Contreras Luis Fernando, Las audien-
cias en el sistema penal acusatorio, teórico-práctico, 2a. ed., Colombia, Leyer,
2007. Fierro Méndez, Heliodoro, Las medidas de aseguramiento en el sistema
penal acusatorio, Colombia, Leyer, 2005. Camargo Pedro Pablo, El debido
proceso, 3a. ed., Colombia, Leyer, 2005. Autores varios, El proceso penal acu-
satorio colombiano, Colombia, Ediciones Jurídicas Andrés Morales, 2005.
54 En el caso argentino los juristas Julio B. J. Maier y Alberto Binder han

sido los principales críticos del modelo inquisitivo. El caso de Alberto Binder
es de resaltar, ya que además es uno de los actores centrales en el impulso para
el establecimiento del modelo acusatoria en aquél país y en América Latina.
Véase la extensa obra de ambos: Maier Julio B. J., Derecho procesal penal,
Fundamento t. I, Parte general t. II, Buenos Aires, Editores del Puerto, 2002.
Binder Alberto M, Justicia penal y Estado de derecho, 2a. ed., Buenos Aires
2004. Del mismo autor Introducción al Derecho Procesal Penal, 2a. ed., Bue-
nos Aires, Adhoc, 2009. Además, Binder Alberto M y Obando Jorge, De las
Repúblicas aéreas al estado de Derecho, debate sobre la reforma judicial en
América Latina, Buenos Aires, Adhoc, 2009, entre otras obras.

43

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44 ESTABLECER EN MÉXICO JUICIOS ORALES EN MATERIA PENAL

satorio en el que un órgano (diferente al juez) como el Ministerio


Público sea el responsable de la acusación, el impulso de la au-
diencia como fórmula o escenario para la solución de conflictos
penales y en la cuales se respeten los principios de oralidad, in-
mediación, concentración y contradicción, entre otras, es una rea-
lidad.55 Dichas transformaciones ya se concretaron, por ejemplo,
en Chile y Colombia, mientras que otros países, como Argentina
están en ese proceso.
En el cuadro siguiente se presenta información sobre inicios
y evaluaciones realizadas en los diversos informes nacionales
elaborados por el Centro de Estudio de Justicia de las Américas
(CEJA):

55 Véase Bovino, Alberto, Principios políticos del procedimiento penal,

Buenos Aires, Editores del Puerto, 2005.

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Breve Estudio Juicios Orales.indb 45

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País Inicio de la RPP (vigencia) Primer reporte Segundo reporte (proyecto de mejoramiento)

Argentina/Provincia
1998 2001 __________
de Córdoba
2006/ Proyecto Mar del Plata (Oralización
Argentina/Provincia Bs. As. 1998 2003
de primeras audiencias judiciales).
Bolivia 2000 2003 2006
Chile 2000 2003 __________
Colombia 2005 2006 __________
2005/ Guanacaste (Oralización
Costa Rica 1998 2001
de primeras audiencias judiciales).

2006/ Cuenca (Oralización


Ecuador 2001 2002
de primeras audiencias judiciales).
El Salvador 1998 2002
2006/ Quetzaltenango (Oralización
Guatemala 1994 2002 de primeras audiencias judiciales
y cambios administrativos).
Honduras 2002 2003 __________
Nicaragua 2001 2006 __________
Paraguay 1999 2001 __________
República Dominicana 2004 2006 __________
25/09/2012 12:02:59

Venezuela 1999 2001 __________


46 ESTABLECER EN MÉXICO JUICIOS ORALES EN MATERIA PENAL

En todos los países se han implementado nuevos códigos de pro-


cedimientos, cambios en la estructura, formas de organización y fa-
cultades nuevas al Poder Judicial y, desde luego, en su funciona-
miento.
Los cambios son tan amplios por la magnitud de los objetivos
y metas trazadas que prácticamente resulta inevitables los proce-
sos de transformación, ello no quiere decir que no haya proble-
mas, sin embargo, en términos generales se está avanzando.
Una reforma de esta magnitud presenta desafíos no menores a las
diversos operadores del derecho, como son el Ministerio Público,56
la defensoría pública,57 las policías y, desde luego al Poder Judicial.
Algunos de los problemas principales tienen que ver con el
respaldo político que necesitan estos cambios radicales, la cues-
tión financiera y otros apoyos para lograr continuidad. Al respec-
to, Binder y Obando advierten:

En efecto, el agravamiento de las condiciones de desigualdad en el


plano interno, así como en el externo, sumado a problemas concre-
tos de gran magnitud —tales como el desempleo, el aumento de la
pobreza, las dificultades en la recaudación tributaria, la corrupción,
el aumento de la inseguridad y la violencia y otras similares—. Pro-
ducen en los sistemas democráticos una tensión de tal magnitud que
éstos deben concentrar sus energías en solucionar alguno de ellos
para no correr el riesgo de convertirse en democracias autoritarias o
perder las condiciones mínimas de legitimidad o el envilecimiento
colectivo de entender lo anormal como normal. La reforma judicial,
por mucho que sea la importancia que alcance en el plano institu-
cional, no tiene ningún efecto, en el corto o el mediano plazo, sobre
éstos u otros temas similares, por lo que no concentrará finalmente

56 Véase Desafíos del Ministerio Público en América Latina, Santiago de

Chile, CEJA-JSCA.
57 Véase Manual de defensoría penal pública para América Latina y el

Caribe, Santiago de Chile, CEJA-JSCA.

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Breve Estudio Juicios Orales.indb 46 25/09/2012 12:02:59


capítulo tercero / tercer intento 47

las mayores energías de los dirigentes ni de los principales sectores


políticos.58

Resulta oportuno destacar los grandes esfuerzos que se están


realizando por varios grupos de especialistas de los diferentes
países bajo la coordinación del Centro de Estudios de Justicia
de las Américas por dar seguimiento puntual al proceso de im-
plementación de la reforma en los diferentes países de América
Latina. Lo anterior, con el fin de conocer los avances, obstáculos
y desafíos que se están presentando.59
Precisamente, algunos de los problemas que han permito de-
tectar tales estudios, según Cristian Riego (parte del grupo del
centro de Estudio de Justicia de las Américas) ha sido en el diseño
del propio modelo expresados en la ley o en la Constitución del
país que impiden el funcionamiento de las instituciones plantea-
das en el programa de reformas o que distorsionan algunos de sus
elementos constitutivos más importantes, dentro de los proble-
mas de diseño normativo destacan la defectuosa regulación de la
oralidad, ya que un reto ha sido la superación del procedimiento
escrito; falta de regulación de la función garantía, esto es, funcio-
namiento de los tribunales de garantía o de control para etapas
preliminares y facultades y organización del Ministerio Público,
pues, el traspaso de facultades de persecución penal de los jueces
al Ministerio Público no es suficiente para que este órgano pueda
con eficacia reorganizar su trabajo y racionalizar la actividad de
dicha institución.
Asimismo, Riego advierte que además del diseño normativo,
la implementación tiene sus propias dificultades y desafíos, hace
referencia a tres niveles, el primero, vinculado a la disponibili-
dad de recursos necesarios para llevar a cabo las nuevas tareas
que supone el sistema acusatorio y todas sus implicaciones; en

58 Véase Binder Alberto y Obando Jorge, De Las repúblicas aéreas al Esta-

do de derecho, Buenos Aires, Adhoc, 2004, p. 98.


59 Véase Reformas procesales penales en América Latina, vols. I, II, III y

IV, Santiago de Chile, 2005 y 2007.

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48 ESTABLECER EN MÉXICO JUICIOS ORALES EN MATERIA PENAL

el segundo nivel, tiene que ver con la capacidad de los diversos


órganos del sistema para introducir cambios sustanciales en sus
rutinas y modelos de trabajo, de ahí los “desafíos técnicos y
organizacionales, vinculados con la innovación, el aprendizaje
de los propios errores y la capacidad de sustentar en el tiempo
procesos incrementales de aprendizaje institucional, profesio-
nalización y complejización de las diversas tareas que el nuevo
sistema supone”.
Atendiendo a la observación de la experiencia en los países
de América Latina la mayoría se concentra en resolver estos dos
primero niveles, por consiguiente, el tercer nivel requiere haber
resuelto los dos primeros desafíos. El tercer nivel consiste en el
mejoramiento concreto de los servicios o de logros en términos
de la calidad de los servicios prestados.60
Un pilar central para la elaboración de estos estudios extensos
y sistemáticos para dar seguimiento a la reforma procesal penal
en América Latina y México ha sido el financiamiento externo de
otros países. Tal situación apoya el planteamiento que realizan
Binder y Obando:

Sin duda, este tema —como todos los temas políticos y econó-
micos en América Latina y el Caribe— reconoce una influencia
externa, más o menos determinante, pero siempre muy importan-
te. Mucho más aún cuando se entiende que la reforma judicial es
tributaria de otros procesos políticos directamente dependientes
de la nueva realidad mundial, tanto en el plano político como eco-
nómico. Sería insostenible afirmar que no ha existido una muy
importante influencia y claro interés tanto de los llamados países
centrales, como de los tradicionales donantes multilaterales, en la
nueva configuración política de la región y, como parte de ella, en
la reforma judicial, del mismo modo como antes existió una fuer-

60 Véase El sistema de justicia penal en México. Retos y perspectivas, Su-

prema Corte de Justicia de la Nación, 2011, pp. 509-531.

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capítulo tercero / tercer intento 49

te influencia de esos países en el sostenimiento de las dictaduras


militares o las democracias fraudulentas...61

Es indudable que este proceso de transformación del proce-


so penal latinoamericano ha sido, en gran medida, impulsado de
afuera más que de los actores nacionales.
En nuestra opinión, el monitoreo, las evaluaciones y el segui-
miento del proceso de reformas en los países de América Latina
permiten conocer las buenas prácticas y dificultades que México
habrá de enfrentar y está enfrentando actualmente.62
Dicho escenario internacional y experiencia latinoamericana
ha constituido una fuente de información útil y de suma rele-
vancia en el propio esfuerzo que está realizando México para
transformar el sistema de justicia penal. Han venido y siguen vi-
sitándonos expertos y especialistas a fin de capacitar y brindar
asesoría en el tema. Además de las visitas que nosotros realiza-
mos a dichos países en este nuevo esfuerzo por llegar a audien-
cias orales y públicas características del sistema acusatorio.

II. Los estados pioneros Nuevo León (2004),


Chihuahua (2006) y Oaxaca (2007)

En 2004, el estado de Nuevo León inició la transformación del


proceso penal tomando como modelo la experiencia latinoameri-
cana, sobre todo la chilena.
El impulso por transformar el sistema de justicia penal tuvo,
sobre todo al inicio de los trabajos legislativos, una fuerte resis-
tencia de las diversas instituciones, destacando el Poder Judicial

61 Véase Binder Alberto M. y Obando Jorge, De las repúblicas aéreas al

Estado de derecho, cit., p. 59.


62 Hay una gran cantidad de información reflejada en varias obras ya publi-

cadas por el Centro de Estudio de Justicia de las Américas, inclusive algunas


de ellas con cierta periodicidad, sólo por mencionar un ejemplo, véase Sistemas
Judiciales, publicación semestral de CEJA-JSCA e INECIP a partir de 2001.

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50 ESTABLECER EN MÉXICO JUICIOS ORALES EN MATERIA PENAL

del estado y las universidades. En general los abogados no fueron


muy afectos a tales cambios.
Un factor que agravó tal situación es la falta de un diagnósti-
co confiable sobre los problemas que padecía el funcionamiento
del procedimiento penal,63 ya que por lo general la reforma no se
apoya en estudios empíricos, aunque hay algunos estados en los
que sí se realizó para promover la reforma penal.64
El impulso más bien, provino del Poder Ejecutivo y de orga-
nismos internacionales como USAID a través de proderecho,
además, en cierta medida, del Centro de Estudios de Justicia de
las Américas (CEJA) y otros actores nacionales involucrados en
el tema.65
Los recursos económicos invertidos fueron aplicados en ma-
teria asesoría legislativa, de capacitación e infraestructura. Sin
embargo, el diseño normativo finalmente aprobado continuó con
una fuerte base del proceso penal tradicional y no se ajustó del
todo al modelo acusatorio que se pretendió establecer en dicha
estado. Además, la gradualidad en su implementación, atendien-
do a ciertos delitos cuya comisión no era frecuente, hizo que en
la práctica no se concretaran cambios importantes en el funciona-
miento del sistema de justicia penal. De ahí que el caso de Nuevo

63 Véase Carbonell, Miguel, Los juicios orales en México, México, Porrúa,


Renace, UNAM, 2010, p. 19.
64 Véase Guillén López, Raúl y Cruz Covarrubias, Armando E., La justicia
penal en México. Un estudio de caso, México, Unam, 2008; Guillén López
Raúl, “La justicia penal en Sonora, Reforma judicial”, Revista Mexicana de
Justicia, México, núm. 14 julio-diciembre, 2009.
65 La mayoría de las ideas sobre cómo debía estar estructurado el procedi-

miento penal no provienen de abogados mexicanos, sino que fueron copiadas


o retomadas de leyes de otros países, aunque con algunos ajustes al contexto
constitucional mexicano. Resulta no muy ético que en algunas exposiciones de
motivos no se haga referencia a dicha influencia y se afirme o se dé entender
que se trata de un esfuerzo “mexicano”. Lo anterior, también pasó con la mexi-
canización de las obras españolas en el siglo XIX durante la transición hacia la
codificación y permanencia del anonimato del autor de la obra. Véase Historia
de la justicia en México, siglos XIX y XX, t. II, México, Suprema Corte de Jus-
ticia de la Nación, p. 672.

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capítulo tercero / tercer intento 51

León merezca una referencia especial por el esfuerzo inicial y


los trabajos realizados para mejorar su sistema de justicia penal.
También, para esas fechas, en Oaxaca se hacía esfuerzo por
reformar la estructura del proceso penal tradicional, mismo que
finalmente fue aprobado y entró en vigor durante 2007. El caso
oaxaqueño ha tenido algún grado de influencia y sirvió de mode-
lo para otras entidades federativas, en especial, del sur del país.
Pero tales esfuerzos continuaron en otros estados, específi-
camente Chihuahua, estado, que sin lugar a dudas, concretó el
esfuerzo más importante por transformar el modelo de justicia
penal en casi un siglo.
En 2006, Chihuahua fue el primer estado en pasar de un pro-
ceso penal de tipo inquisitivo reformado o mixto a un sistema
acusatorio similar, sobre todo al modelo procesal penal chileno,
aunque con los ajustes necesarios atendiendo a la base constitu-
cional de aquellos años.
La elaboración normativa del nuevo proceso penal se hizo re-
tomando algunas disposiciones constitucionales ya establecidas
desde aquella época y atendiendo a algunas experiencias de pro-
cesos de transformación del sistema de enjuiciamiento penal en
países de la región, sobre todo, el caso chileno.
En nuestra opinión (atendiendo a lo expuesto en el capítulo
que antecede), el mismo marco constitucional ya tenía sentadas
algunas bases para un modelo de tipo acusatorio, pero en la prác-
tica no se aplicaron.
Los legisladores de Chihuahua tuvieron que adaptarse a diferen-
tes normas constitucionales y construyeron un modelo de enjuicia-
miento de tipo acusatorio adversarial, sobre la base constitucional
vigente de la época, por ello dejaron algunas figuras procesales o
disposiciones características del sistema tradicional cambiándoles
el nombre, pero con una notoria semejanza. El ejemplo más pal-
pable de ello es la audiencia de vinculación a proceso que es una
adaptación al auto de término constitucional.66
66 Este tipo de híbridos o mezcla desnaturaliza o por lo menos distorsiona

la lógica del sistema acusatorio adversarial, ya que es factible el desahogo de

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52 ESTABLECER EN MÉXICO JUICIOS ORALES EN MATERIA PENAL

La reforma en Chihuahua fue impulsada por el titular del Po-


der Ejecutivo con un actividad intensa de la Procuradoría Gene-
ral de Justicia del Estado. También participaron de forma notoria
la Comisión de Justicia del Congreso del Estado y la presidencia
del Tribunal de Justicia.
El apoyo técnico jurídico para la elaboración del nuevo sis-
tema de justicia penal fue asumido por organizaciones interna-
cionales, como USAID a través de proderecho y el Centro de
Estudios de Justicia de las Américas CEJA. El grupo estaba con-
formado principalmente por especialistas extranjeros de diversas
nacionalidades y algunos expertos nacionales que orientaron a
la observación de experiencias en la región de América Latina.
Los especialistas llevaron a cabo capacitación intensa a los di-
versos operadores del sistema penal y fijaron estrategias para la
implementación gradual del nuevo proceso penal.
Además, el organismo internacional USAID brindó financia-
miento económico en rubros tales como asistencia jurídica y ca-
pacitación de recursos humanos. Dichas actividades se realizaron
hasta septiembre de 2007, después de que entró en vigencia el
nuevo sistema en enero del mismo año en el municipio de More-
los en el que se ubica la capital del estado.
En lo concerniente a los elementos centrales y principios to-
rales establecidos en el Código de Procedimientos Penales, se
dispone que el proceso penal tiene por objeto establecer la verdad
histórica, en un marco de respeto irrestricto a los derechos fun-
damentales de las personas.67 Se reconoce la presunción de ino-
cencia del imputado y se prohíbe a la autoridad presentar a una

“pruebas” ofrecidas por la defensa en plena etapa de investigación, que si bien


no tienen validez para efecto de sentencia, sí son considerados como elementos
probatorios que pueda aportar la defensa para “desvirtuar los elementos conte-
nidos en la carpeta de investigación” y convencer al juez que no hay “pruebas”
suficientes para vincular al imputado a un procedimiento formal, esto es, se en-
tra al fondo del asunto, pero para efectos de juicio oral no tiene validez alguna.
67 Se aclara que por derechos fundamentales debe entenderse los reconoci-

dos en las Constituciones Federal y local, en los tratados internacionales ratifi-


cados por el Estado mexicano y en las leyes que de aquéllas emanen.

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capítulo tercero / tercer intento 53

persona como culpable, así como también brindar información


sobre ella en ese sentido, hasta la sentencia condenatoria.
Con relación a la defensa, se contempla que es un derecho in-
violable en toda etapa del procedimiento y que corresponde a los
jueces garantizarla sin preferencias ni desigualdades. El imputa-
do tiene derecho a intervenir personalmente en las actuaciones
judiciales y a formular las peticiones y observaciones que consi-
dere oportunas.
En cuanto a los ejes rectores del sistema, se determina espe-
cialmente los principios de oralidad, publicidad, igualdad, inme-
diación, contradicción, continuidad y concentración, aunque con
algunas excepciones marcadas en la ley.68
Resulta de suma importancia advertir que los principios, dere-
chos y garantías citados deben observarse en todo proceso como
consecuencia del cual pueda resultar una sanción penal, medida
de seguridad o cualquier otra resolución que afecte los derechos de
las personas. Por consiguiente, en las audiencias celebradas en las
diferentes etapas del procedimiento penal: investigación, interme-
dia, oral y de ejecución de penas, deben aplicarse tales principios.
Algunas de las ventajas que podemos observar con el modelo
de audiencias establecido en Chihuahua es que garantiza mayor
transparencia e inhibe la corrupción de las autoridades. Sobre
todo cualquier ciudadano puede observar cómo trabajan el Mi-
nisterio Público, la defensoría pública, los abogados particulares
y, desde luego, los jueces, lo que constituye un verdadero obser-
vatorio de cómo se administra justicia.
Las fuentes normativas que enmarcan la transformación del
sistema de justicia penal en Chihuahua y que fueron modificadas
para sustentar el nuevo proceso penal de dicha entidad federati-
va son: la Constitución Política del Estado, el Código Penal; el
Código de Procedimientos Penales; Ley de Justicia Especial para
Adolescentes Infractores; Ley de Atención y Protección a Vícti-
68 Sobre la importancia de la inmediación e implicaciones, véase Herrera

Abián Rosario, La inmediación como garantía procesal (en el proceso civil y


en el proceso penal), Granada, Comares, 2006.

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mas u Ofendidos del Delito; Ley Orgánica del Ministerio Público


y Ley de Ejecución de Penas y Medidas de Seguridad y, la Ley
Estatal de Protección a testigos, entre otras.
El 9 de agosto de 2006 se publicó en el periódico oficial de di-
cha entidad federativa la reforma penal que entraba en vigor de
manera escalonada.

III. Influencia del modelo de Chihuahua en las demás


entidades federativas y en la reforma constitucional

El ejemplo latinoamericano, sobre todo el chileno y la expe-


riencia de algunos estados en los procesos de transformación al
sistema de justicia penal, concretamente, Nuevo León y Chi-
huahua, sirvieron en gran medida como referente a seguir por los
legisladores de los demás estados. Inclusive en algunos estados
como Oaxaca se iniciaron trabajos a la par de dichas entidades
federativas también con apoyo de USAID a través de prodere-
cho, logrando concretar la reforma en años posteriores.
Algunos estados de la República, como Durango, Baja Cali-
fornia, Morelos, Estado de México, Zacatecas, Guanajuato, entre
otros, ya concretaron las reformas tomando como base el Códi-
go de Procedimientos Penales de Chihuahua, sólo basta analizar
los artículos de dichas entidades federativas para corroborar lo
anterior; desde luego, hay algunas diferencias, pero son escasas,
además en aspectos no significativos.
Cabe señalar, además, que algunos de los servidores públicos
que están fungiendo como jueces, ministerios públicos, defen-
sores en el estado de Chihuahua son invitados con frecuencia
para impartir conferencias o dar clases, asimismo brindar ase-
soría jurídica. También legisladores y diversos profesionales ya
involucrados con el nuevo modelo procesal penal, por ejemplo,
académicos y abogados particulares.
Es importante destacar que tales reformas en los estados tam-
poco han sido apoyadas, en un inicio por los diversos operadores
del derecho y abogados involucrados en el tema, la tarea ha sido

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capítulo tercero / tercer intento 55

inmensa y complicada, pues se ha tenido que convencer al gre-


mio de la necesidad de los cambios, esta situación se repite en
todo el país y más en el ámbito federal cuya resistencia hasta la
fecha es evidente, prueba de ello, son los escasos trabajos que se
han realizado a casi la mitad del periodo que se tiene para llevar a
cabo los cambios atendiendo al tiempo establecido en la reforma
constitucional de 2008, apenas hay un proyecto de Código Fede-
ral de Procedimientos Penales.
Las demás entidades federativas han incrementado la veloci-
dad en los procesos de reforma, debido precisamente a la reforma
constitucional penal de 2008, mediante la cual se establecen una
serie de disposiciones características del modelo acusatorio.
Son estados como Yucatán, Tabasco, Michoacán, entre otros,
los que están actualmente (2011) trabajando en diversos frentes a
fin de reformar el modelo procesal tradicional y ajustarlo al mar-
co constitucional.
La influencia del Código de Procedimientos Penales de Chi-
huahua en la reforma constitucional de 2008 es palpable, sólo
basta realizar un estudio comparativo sobre dichas disposiciones
jurídicas, por ejemplo, el auto de vinculación a proceso.
Los legisladores federales no llevaron a cabo un mejoramiento
sustancial al modelo procesal penal de Chihuahua y se limitaron
a tomar como base dicho ordenamiento legal. Lo anterior, a pesar
de no tener obstáculo alguno para ello, no hay que olvidar que
los legisladores de dicho estado tuvieron que adaptarse a la base
constitucional vigente en 2006.
Por consiguiente, el producto de tales esfuerzos fue un modelo
procesal penal a la mexicana, una mezcla de bases o elementos
del proceso penal mixto con elementos nuevos característicos del
modelo acusatorio, sin embargo, no dejan de considerarse signi-
ficativos para lograr impulsar una reforma integral.

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56 ESTABLECER EN MÉXICO JUICIOS ORALES EN MATERIA PENAL

IV. Reforma constitucional de 2008

1. (Aspectos legislativos)

Desde la perspectiva histórica coincidimos con Miguel Sarre


en el sentido que la reforma constitucional de 2008 implemen-
ta la revolución procesal que anunciaría Venustiano Carranza en
su célebre discurso de apertura de sesiones del constituyente de
1916-1917, que como ya hemos visto en el capítulo que antece-
de se distorsionó, hasta consolidarse un procedimiento procesal
“mixto”, con matices inquisitoriales.69
Por lo que respecta al aspecto legislativo, este nuevo intento de
reformar la estructura del proceso penal puede apreciarse en algu-
nas iniciativas presentadas por diputados de las diversas corrientes
políticas, en ellas explicaban los problemas que había en el funcio-
namiento del proceso penal y la necesidad de reformarlo.
Algunos de estos planteamientos refieren la existencia de re-
clamos persistentes y sentidos de los ciudadanos en México de-
bido al mal funcionamiento de la justicia penal.
En la iniciativa presentada por el diputado César Camacho
Quiroz se planteó que la sociedad percibía al proceso penal len-
to, inequitativo, y en el que existía corrupción e inequidad, situa-
ción que generaba desconfianza en las instituciones y debilitaba
su consolidación, de ahí que era urgente la modernización del
sistema penal.
En otra de las iniciativas se afirmó que desde sus orígenes
la tradición constitucional reconoció avanzados principios para
contener la potestad punitiva del Estado, pero nunca se aplicaron
plenamente, por el contrario, esos derechos se fueron desdibujan-
do frente hábitos que lo debilitaron por completo:

El derecho de toda persona acusada penalmente de ser escuchada


en audiencia pública, de manera expedita y por un juez imparcial,

69 El sistema de justicia penal en México. Retos y perspectivas, México,

Suprema Corte de Justicia de la Nación, cit., p. 26.

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capítulo tercero / tercer intento 57

que se contempla en nuestra Constitución desde hace noventa


años, nunca se instrumentó. Por el contrario, este derecho se fue
desdibujando frente a hábitos que lo debilitaron por completo.
El más nocivo de éstos fue la práctica de escriturar el proceso en
gruesos expedientes, práctica que terminó por asumirse como si
fuera una exigencia legal, lo cual no es garantista, pues ni para las
víctimas ni los acusados es una manera justa de proceder.

Asimismo, se afirmaba que el sistema acusatorio establecido en


la Constitución de 1917, esto es, juicios orales y audiencias públi-
cas no se consolidó, ya que las prácticas en los años subsiguientes
al triunfo de la Revolución consolidaron en leyes secundarias un
proceso de carácter mixto, de corte inquisitivo. “En el proceso ne-
tamente inquisitivo, la persecución penal la iniciaba un inquisidor
oficiosa y unilateralmente, mediante la ‘construcción’ de un caso a
través de registros escritos, incluyendo su ‘solución’, sin interven-
ción de un defensor”.
Entre los problemas del sistema procesal penal citaron los si-
guientes:

• Las actividades del acusador gozan de una presunción de


veracidad y los datos recabados tienen el estatus de prueba
virtualmente plena. La averiguación previa integrada por el
Ministerio Público rara vez puede ser desvirtuada en sede
jurisdiccional por la defensa.
• La investigación empírica confirma que las sentencias de los
jueces penales, en sus contenidos prácticamente calcan el
contenido de las averiguaciones previas, por lo que el Mi-
nisterio Público no necesita procurar una investigación pro-
fesional que después pudiera resistir un efectivo debate en el
juicio, pues no habrá tal. Así, no tenemos en nuestro país un
juicio, sino una simulación de juicio.

Destacaban los diputados que el proceso de democratización


de América Latina influyó notablemente en la forma que han ido
evolucionando los sistemas de justicia penal. Los resultados de

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58 ESTABLECER EN MÉXICO JUICIOS ORALES EN MATERIA PENAL

este proceso hicieron que la mayoría de los países de la región


cuenten con sistemas procesales de carácter acusatorio de con-
formidad con los requerimientos de las sociedades democráticas.
En el apartado de consideraciones del dictamen emitido por
la Comisión de Justicia de la Cámara de Diputados, se plantean
problemas dentro del procedimiento penal mexicano, alguno de
ellos, son los siguientes:

• Procedimientos largos con excesivos formalismos.


• En la etapa de averiguación previa se realiza una especie
de minijuicio, debido a que adquiere un gran peso dentro
del proceso lo que ha propiciado la reproducción de los ele-
mentos probatorios, disminuyendo con ello la importancia
al juicio y la valoración objetiva de los argumentos plantea-
do por las partes que intervienen.
• Falta cabal de los principios de publicidad e inmediación.
• Poco impulso a la aplicación de la justicia alternativa.
• Desigualdad de las partes que intervienen en el proceso.
• Uso excesivo de la prisión preventiva.

Estas son algunas de las ideas que en general plantearon los


legisladores para justificar la reforma al sistema de justicia penal.

2. Estructura general del nuevo modelo procesal penal

Al revisar los contenidos normativos de los artículos constitucio-


nales relativos a las garantías individuales de todo individuo en el
procedimiento penal, podemos observar un cambio de paradigma
en la forma de enjuiciar a las persona sujetas a una causa criminal.70
El diseño normativo es modificado de forma sustancial de tal
forma que es posible afirmar que se pretende abandonar un mo-

70 En este apartado no se agota a profundidad el tema del proceso legislati-

vo, sólo se hace un análisis general.

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capítulo tercero / tercer intento 59

delo tradicional vigente para arribar a un modelo de corte acu-


satorio adversarial.
Este cambio de modelo procesal implica, necesariamente, la
extinción y modificación de reglas procesales de peso. Al respec-
to podemos mencionar, por ejemplo, la desaparición de la etapa
de la averiguación previa, tal y como la conocemos actualmente,
es decir, desaparece una etapa central desde el punto de vista
probatorio, en la que se desahogan pruebas de forma secreta sin
presencia de la defensa (a excepción de la declaración ministerial
del indiciado y ante una autoridad parcial). Además, la defensa
deja de intervenir de manera limitada y tardía en el procedimien-
to penal.
Otro elemento característico que se pretende eliminar es el
abuso de la prisión preventiva, es decir, que las personas sujetas
a una investigación no sean privadas de la libertad durante el
desarrollo del procedimiento penal, salvo en casos justificados.
Se prohíbe la delegación de funciones en la audiencia en las
que el juez debe estar presente, lo cual implica que los jueces no
podrán apoyarse para tal actividad en secretarios proyectistas, se-
cretarios de acuerdos, oficiales u otros servidores públicos, como
lo habían hecho durante décadas.
Las pruebas ya no tendrán valor probatorio en circunstancias
y condiciones diferentes a las de una audiencia llevada a cabo en
los tribunales.
Se crea la figura del juez de control para las etapas de investi-
gación e intermedia, cuya función es encargarse de vigilar que el
Ministerio Público no afecte ilícitamente garantías individuales
tanto del imputado como de la víctima u ofendido del delito. Se
trata de etapas preliminares, en las cuales se realiza la investiga-
ción y se prepara el juicio.
Con las reformas se establecen principios básicos que deberán
atenderse durante el procedimiento penal, como son la oralidad,
contradicción, concentración, publicidad e inmediación, entre
otros. Así, para que una prueba tenga validez jurídica deberá res-

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60 ESTABLECER EN MÉXICO JUICIOS ORALES EN MATERIA PENAL

petar cada uno de estos principios, salvo excepciones expresa-


mente contempladas en la ley.
Se crea la figura del juez oral encargado exclusivamente de la
etapa de juicio y cuya labor esencial es escuchar y analizar las
pruebas aportadas por las partes en el juicio, además del buen
desenvolvimiento de la audiencia y el equilibrio entre las partes.
El juez deberá actuar con imparcialidad y resolver en la misma
audiencia.
También, se crea la figura del juez de ejecución de penas en-
cargado de vigilar que se respeten las garantías individuales de
los sentenciados durante la etapa de ejecución de sentencias.
Otro elemento novedoso es la flexibilización al principio de
legalidad que también se observa con la reforma, ya que se esta-
blecen algunas figuras jurídicas como son los criterios de opor-
tunidad, terminación anticipada del procedimiento y salidas al-
ternas, todas ellas contribuyen a un mejor manejo de recursos en
materia de procuración y administración de justicia.
A continuación se presenta un cuadro, que en nuestra opinión
contempla los temas centrales que se abordan en cada uno de los
artículos reformados:

ARTÍCULOS
CONSTITUCIÓN TEMAS CENTRALES EN LA
POLÍTICA ESTADOS REFORMA CONSTITUCIONAL
UNIDOS MEXICANOS

ɶɶ Requisitos para orden de aprehensión.


ɶɶ Alcances y concepto de flagrancia.
ɶɶ Detención en casos urgentes.
ɶɶ Arraigo para casos de delincuencia organi-
Artículo 16 zada.
ɶɶ Plazos de retención.
ɶɶ Orden de cateo.
ɶɶ Intervención de comunicaciones privadas.
ɶɶ Juez de control (atribuciones).

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capítulo tercero / tercer intento 61

ɶɶ Derecho a que se administre justicia por los


tribunales.
ɶɶ Mecanismos alternativos de solución de con-
troversias.
ɶɶ Sentencias en procedimientos orales.
Artículo 17
ɶɶ Independencia de tribunales y ejecución de
resoluciones.
ɶɶ Defensoría pública.
ɶɶ Prohibición de prisión por deudas de carácter
puramente civil.
ɶɶ Prisión preventiva (sólo delitos que ameriten
pena privativa de la libertad)
Artículo 18 ɶɶ Sistema penitenciario para adultos.
ɶɶ Sistema integral de justicia para adolescentes.
ɶɶ Regulación para sentenciados.

ɶɶ Auto de vinculación a proceso.


ɶɶ Ministerio Público (solicitud de medidas
Artículo 19 cautelares).
ɶɶ Prisión preventiva y delitos graves.
ɶɶ Prohibición de maltrato en prisión.
ɶɶ Principios del proceso penal. Oralidad, in-
mediación, publicidad y contradicción, entre
otros.
ɶɶ Proceso acusatorio
ɶɶ Aspectos probatorios (artículos 20, apartado
Artículo 20
A, frac. II,III, IV,IX.)
ɶɶ Nulidad de la prueba ilícita.*
ɶɶ Terminación anticipada al procedimiento.
ɶɶ Derechos del imputado.
ɶɶ Derechos a la víctima o al ofendido.
ɶɶ Investigación de los delitos, Ministerio Pú-
blico y policías.
ɶɶ Ejercicio de la acción penal (Ministerio Pú-
Artículo 21 blico y particulares).
ɶɶ Criterios de oportunidad.
ɶɶ Reconocimientos de la jurisdicción de la
Corte Penal Internacional.
ɶɶ Proporcionalidad de las penas.
Artículo 22
ɶɶ Confiscación de bienes.

* Véase Cárdenas Rioseco, Raúl F., Sistema acusatorio y prueba ilícita, en


la reforma constitucional de 2008, México, Porrúa, 2010.

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62 ESTABLECER EN MÉXICO JUICIOS ORALES EN MATERIA PENAL

Finalmente, en los artículos transitorios que se incluyen en


la reforma se establece que el sistema procesal penal acusatorio
entrará en vigor cuando lo establezca la legislación secundaria
correspondiente, sin exceder del plazo de ocho años contados a
partir del día siguiente de la publicación del decreto.71
Se ha pretendido además, homogenizar el proceso de codifica-
ción en los estados de la República mexicana a través de un có-
digo modelo elaborado por la Comisión Nacional de Tribunales
Superiores de Justicia de los Estados Unidos Mexicanos, el cual
es considerado, en alguna medida, en los procesos legislativos
de los estados.72 Asimismo, Miguel Sarre ha propuesto la Ley
General de Debido Proceso Penal (una norma intermedia entre la
Constitución y los códigos procesales penales) para la implemen-
tación de la reforma constitucional, cuya finalidad es ajustar los
ordenamientos jurídicos a los mandatos constitucionales y evitar
dispersiones normativas que hagan difícil el ejercicio de la pro-
fesión o, más grave, que amplíen o reduzcan los derechos de los
ciudadanos.73

V. Consideraciones finales

En el contexto de la reciente reforma constitucional a los artí-


culos relacionados con el sistema de justicia penal mexicano se
podrá pensar que ya dimos el salto prácticamente a un nuevo sis-

71 Además se reformaron artículos vinculados al área de seguridad pública,

así, el artículo 73 establece que el Congreso tiene la facultad exclusiva para


hacer leyes sobre delincuencia organizada y para establecer instituciones fede-
rales de seguridad pública. El artículo 115 contempla reglas mínimas de organi-
zación y eficiencia de la policía municipal y, por último, el artículo 123 plantea
precisiones a las reglas especiales que rigen a servidores públicos que realizan
actividades vinculadas al área de procuración y administración de justicia.
72 Véase Código Modelo del Proceso Penal Acusatorio para los Estados de

la federación, Comisión Nacional de Tribunales Superiores de Justicia de los


Estados Unidos Mexicanos, México, Fondo Jurídica, 2009.
73 Véase Sistema de justicia penal en México, México, Suprema Corte de

Justicia de la Nación, cit., p. 35.

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capítulo tercero / tercer intento 63

tema acusatorio adversarial. En nuestra opinión, la reforma im-


plica retos importantes que superar en materia de infraestructura,
capacitación e implementación, entre otros, de ahí que habrá que
esperar los resultados.
Además, a ello deberán sumarse los obstáculos no menos im-
portantes a los que se enfrentará la reforma como son aspectos
culturales, económicos, políticos, sociales, etcétera.
Todo proceso de cambio tiene resistencias a pesar de las ven-
tajas que pueda ofrecer el cambio, por tocarse intereses o simple-
mente por desconocimiento de las ventajas.
Para una adecuada implementación de la reforma es primor-
dial que se respeten las directrices marcadas en el marco cons-
titucional y no se incurra en desviaciones e interpretaciones que
tan frecuentemente realizan nuestros operadores del derecho.
El éxito de la reforma dependerá mucho de la voluntad política
y otros factores vitales: una buena capacitación, adecuada selec-
ción de funcionarios, modificaciones a los programas de estudio
en las universidades, el manejo de los medios de comunicación y
receptibilidad social, revisión del diseño normativo, seguimiento
y monitoreo del funcionamiento del sistema, entre otros.
Para muchos operadores del derecho, jueces, magistrados, mi-
nisterios públicos, defensores, implica un cambio de reglas de
trabajo, costumbres, afectación de intereses; para algunos, por no
decir la mayoría, la reforma no es bienvenida, pues no la conocen
a fondo, ni mucho menos la justifican del todo.
México ha iniciado tarde en comparación con otros países, si-
tuación que podrá aprovechar para identificar los errores y acier-
tos que se han presentado en otros países.
Si analizamos la exposición de motivos de la reforma consti-
tucional no se hace un planteamiento profundo para justificar la
reforma, si bien hay acuerdos y reuniones previas, no se cuenta
con registro de los argumentos que se expresaron ahí que permi-
tan tener claro este punto.
En las entidades federativas que iniciaron la reforma integral
previa a la reforma constitucional como Chihuahua y Nuevo

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León, entre otras, plasman en la exposición los motivos las razo-


nes con un grado de extensión más amplio.
A nivel federal no se realizó un diagnóstico, aunque se reali-
zaron algunos esfuerzos; por ejemplo, el libro blanco en el que
no se plantean críticas directas sobre el mal funcionamiento y
los problemas que presenta el sistema de justicia, esto es, no hay
una base del porqué del cambio y el sentido que tomó la reforma
constitucional. A nivel de entidades federativas tampoco se hizo
un ejercicio (estudio empírico) serio sobre este punto, sólo en
algunos estados, como Sonora podemos encontrar trabajos que
evidencian los problemas graves de un sistema con matices in-
quisitoriales.
Uno de los problemas más notorios de la reforma penal es que
el impulso viene, en gran medida, de actores externos y no de
actores nacionales.
En México se pretende pasar de un modelo procesal penal
mixto a un sistema acusatorio adversarial, aparentemente debe-
ría ser una transición menos compleja, pues ya se cuenta con
instituciones arraigadas como el Ministerio Público (otros países
contaban con dicha institución o no tenían la fuerza necesaria),
sin embargo, esta situación ha ocasionado distorsiones y otros
problemas no menos complejos.
Luego, pudiera pensarse que en nuestro país será más fácil
adaptar este sistema y que sólo requiere pocas modificaciones,
pues ya existen muchas reglas del sistema acusatorio, sólo que no
se cumplen, por ejemplo, el ser juzgado por un juez en audiencia
pública, lo cual implicaba oralidad (que si se da pero parcialmen-
te) inmediación (ya que el juez debe dirigir la audiencia) y con-
tradicción (por la presencia de las partes).
No se descubre el hilo negro, hace ya casi un siglo que se
habla de un sistema similar como el que se está proponiendo, y
que si bien por situaciones políticas, culturales, económicas no
se pudo implementar, lo cierto es que la propuesta siempre ha es-
tado sobre la mesa pero nunca se realizaron esfuerzos suficientes
para establecerlo, aunque sí hubo intentos.

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capítulo tercero / tercer intento 65

Asimismo, existen motores que impulsan la reforma como son


los organismos internacionales USAID y CEJA, así como una
institución creada específicamente para implementar la refor-
ma SETEC. Los cuales participan de manera activa en procesos
de asesoría jurídica, capacitación, gestión y demás áreas con el
propósito de lograr una adecuada implementación de la reforma
constitucional de 2008. Además en los estados de la República,
por lo general, se ha creado un organismo especialmente para
coordinar esfuerzos a fin de lograr una adecuada implementación
del modelo procesal.
Nos queda claro que el modelo acusatorio adversarial presenta
ventajas claras: mayor nivel de transparencia, equilibrio proce-
sal, participación ciudadana más intensa, dificultad para realizar
actos de corrupción, mejor manejo de recursos, entre otros.

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Este libro forma parte del acervo de la Biblioteca Jurídica Virtual del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM
www.juridicas.unam.mx www.bibliojuridica.org

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