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EL TRATAMIENTO EFICAZ DEL AUTISMO

// fecha de publicación 24/10/2006 5:34:00

Enviar Imprimir ISSN 1886-1385 © INFOCOP ONLINE 2007

Luis Antonio Pérez-González

Universidad de Oviedo

El autismo

El autismo es un trastorno generalizado del


desarrollo. Aunque existen evidencias de que se
origina por factores orgánicos y de que hay
factores genéticos que influyen en el autismo, no
se conoce la causa o causas precisas que lo
originan. De hecho, es un síndrome poco
específico. Además, existen grandes diferencias
entre cada persona diagnosticada con autismo, lo
cual puede deberse a que concurren múltiples
causas y a que éstas son diferentes para cada
persona. Ello contribuye a que el diagnóstico sea
frecuentemente impreciso.

El pronóstico del autismo

Está extendido en ciertos ámbitos que el autismo es un síndrome que afecta a


las personas durante toda la vida. Desde una perspectiva rigurosa, sin embargo,
es muy difícil o imposible mantener esa opinión o la contraria, debido a que es
muy difícil encontrar evidencias que demuestren esta afirmación. En efecto, la
ciencia es positiva: puede mostrar que algo existe, pero no puede mostrar que
algo no existe. En este contexto, la ciencia puede mostrar que hay personas que
se habilitan, pero no puede mostrar que todas las personas que tienen el
síndrome van a verse afectadas toda la vida.

En términos positivos, es importante indicar que se han reportado casos en


revistas científicas de personas diagnosticadas con autismo que han aprendido
adecuadamente con intervenciones especializadas, hasta el punto de que han
sido habilitadas y ya no presentan las características diagnósticas del autismo.

En general, un número importante de artículos ha descrito programas de


tratamientos que se aplicaron durante meses o años y que han sido eficaces
para enseñar una cantidad considerable de habilidades a muchos niños. De
hecho, aproximadamente la mitad de los niños participantes presentaron al final
del tratamiento virtudes y carencias en grado similar a los demás niños de su
edad, de desarrollo normal. Además, existen cientos de artículos que muestran
procedimientos de enseñanza muy eficaces para enseñar con éxito habilidades
concretas a niños con autismo.

Los tratamientos eficaces para tratar el autismo

Los tratamientos que se han mostrado eficaces para tratar el autismo son los
tratamientos basados en el Análisis Aplicado de la Conducta. En este contexto,
agencias gubernamentales de Irlanda, Estados Unidos y otros países reconocen
que el tratamiento de elección del autismo es el basado en el Análisis Aplicado
de la Conducta.

El Análisis Aplicado de la Conducta consiste, básicamente, en aplicar los


principios del aprendizaje estudiados con la metodología del Análisis de la
Conducta. Estos principios van mucho más allá de los principios elementales de
reforzamiento, extinción y otros principios básicos que sirven para modificar las
conductas más sencillas. Muchos principios investigados en los últimos años son
mucho más complejos. En la práctica, con cada persona se hace primero un
análisis funcional muy minucioso; a continuación, se diseña un currículo de
enseñanza, siguiendo la secuencia de habilidades que una persona aprende en
su desarrollo. Con cada niño, se realiza una evaluación inicial de cada habilidad
concreta y se comienza a enseñar cada habilidad de la que carece una a una.

Cuando el niño adquiere un criterio meta, el currículo avanza con el objetivo de


enseñar una nueva habilidad. Las técnicas que se aplican son muy detalladas.
Los tratamientos, por lo tanto, son individualizados; esto significa que cada niño
recibe instrucción de una maestra en exclusiva en cada momento.

Por otra parte, los tratamientos están basados en datos: se lleva un registro
continuo de la ejecución de cada niño. Este registro permite evaluar
continuamente la eficacia de cada programa, corregir el programa o la
intensidad de las ayudas y apoyos que se usan en el mismo, cuando el niño no
aprende, y progresar a un objetivo más ambicioso a medida que el niño alcanza
el objetivo de cada programa.

Se han estudiado algunas variables que influyen en la efectividad del


tratamiento. En primer lugar, se ha descrito que la edad de comienzo de la
intervención es importante. La efectividad es mayor cuanto más pronto
comience el niño el tratamiento. A edades superiores a los 5 ó 6 años, los niños
mejoran, pero no tanto como cuando el tratamiento comienza antes. En segundo
lugar, influye la intensidad de la instrucción. Cuanto más intensiva sea, más
eficaz es. Es mejor recibir 40 horas ó más de tratamiento individualizado a la
semana que recibir 20 horas. En tercer lugar, es importante que el programa sea
duradero: de dos años en adelante. En cuarto lugar, el tratamiento debe ser
conductual, como ya se dijo. En quinto lugar, los instructores y los directores de
los tratamientos deben estar muy bien entrenados para seguir los principios de
aprendizaje necesarios para enseñar a los niños, para elegir las tácticas
oportunas en cada momento y para aplicar los programas de forma precisa. Los
directores deben mantenerse actualizados y poner en práctica las
investigaciones más recientes. Es habitual que los programas estén dirigidos por
doctores en Análisis de la Conducta y que cuenten con varios profesionales con
grados de máster. En sexto lugar, se ha descrito que el progreso es mayor
cuando las familias se implican mucho en el tratamiento.

El Análisis Aplicado de la Conducta difiere de otras intervenciones


psicoeducativas. Incluso difiere de los tratamientos conductuales tradicionales.
Algunas de estas diferencias son las siguientes:

1. Las técnicas que se aplican han sido demostradas efectivas en


investigaciones sistemáticas.

2. Se aplican de forma individual, de acuerdo con el repertorio que


tiene el niño en un momento determinado.

3. Las personas que trabajan directamente con el niño reciben un


entrenamiento muy minucioso para presentar los estímulos de una
manera muy específica.

4. Los programas están dirigidos, casi siempre, por doctores o


profesionales con el grado de maestría en Análisis de la Conducta, que
han investigado estos procedimientos y que se mantienen muy
actualizados en los procedimientos efectivos.

El Análisis Aplicado de la Conducta también se diferencia de la Modificación de


Conducta. Las técnicas de modificación de conducta se basan a menudo en
aplicar unos pocos principios de aprendizaje de forma generalizada. Además, a
menudo, cuando se habla de modificación de conducta, implica eliminar
conductas disruptivas. El Análisis de la Conducta aplica principios mucho más
complejos de aprendizaje; muchos de ellos se han investigado en los últimos
años.

Para tratar a estos niños, es necesario dedicar casi todos los recursos a
implantar nuevos comportamientos o a hacer que las conductas del niño ocurran
ante estímulos complejos del entorno. Una serie de procesos clave investigados
y desarrollados por los analistas de conducta implican análisis complejos de los
estímulos antecedentes y sus combinaciones en cada conducta. Por ello, es más
propio referirse a implantar habilidades (conductas ante combinaciones de
estímulos) que a implantar o modificar conductas. Aprender lenguaje complejo
implica, en esencia, aprender habilidades, ya que las conductas se adquieren
sólo al principio. Posteriormente, se aprende a usarlas ante los estímulos y
contextos apropiados.

El objetivo principal de los programas es implantar conductas o habilidades


positivas. En los programas efectivos que yo conozco, no se dedica mucho
tiempo únicamente a eliminar comportamientos inadecuados o disruptivos.
Cuando se detectan buenos reforzadores y éstos se usan para enseñar
conductas, los comportamientos disruptivos bajan.

Ocurre como efecto de enseñar conductas


alternativas. Se cumple la "ley de la
igualación", descrita inicialmente por
Herrnstein. En concreto, en algunos
programas (como el CABAS), eso se logra
inicialmente de forma indirecta,
presentando oportunidades para realizar
comportamientos adecuados con una
frecuencia alta; en otros programas se
logra por medio de rutinas que tienen
consecuencias positivas en cada paso.

Por otra parte, muchas veces que el niño aprende una nueva habilidad, ésta le
sirve para conseguir algo que lograba anteriormente con una conducta
disruptiva. Por ejemplo, cuando el niño aprende a pedir agua diciendo "ah", si
las condiciones del entorno son adecuadas, ya pide agua así, apropiadamente,
en lugar de hacerlo con una conducta disruptiva. A medio plazo, la adquisición
de habilidades funcionales hace desaparecer estas conductas.
El lenguaje se comienza a enseñar según el nivel que presenta inicialmente cada
niño. Si el niño no posee un repertorio de articulación de sonidos y de imitación
de éstos, se le enseña a articular y a imitar sonidos simples, sílabas y palabras.
La práctica totalidad de los niños con autismo de los programas que conozco han
aprendido a vocalizar, si no habían aprendido antes de ingresar en el programa.

En cuanto el niño aprende unas pocas vocalizaciones, ya se le enseña a utilizarlo


funcionalmente para pedir lo que necesita, para responder preguntas sencillas,
para nombrar, etc. Se enseña a utilizar cada palabra en su contexto, de acuerdo
con las condiciones de motivación de la persona. Así, se enseña a pedir agua
cuando el niño quiere agua –es importante que el adulto no le pregunte en ese
momento-. En otras ocasiones, se le enseña al niño a nombrar agua. En ese
caso, no es necesario que tenga sed, y el efecto de nombrarla no es que se le dé
el agua, sino alguna consecuencia social generalizada.

En principio, cada repertorio verbal se aprende independientemente, pero dadas


unas condiciones, se empieza a producir transferencia de unas habilidades a
otras. En cuanto a la capacidad para aprender el lenguaje, existen notables
diferencias entre unos niños con autismo y otros. Unos avanzan más rápido y
otros más lento. El progreso depende mucho de la edad de comienzo en el
programa y de su intensidad. Unos niños se benefician mucho con 20 horas
semanales, otros necesitan 40 horas o más.

Parece evidente que sería imposible enseñar al niño explícitamente todo el


lenguaje que necesita. En efecto, una de las características del lenguaje es que
permite describir infinitas situaciones. Los niños con autismo aprenden como los
niños de desarrollo normal: en principio, hablan sólo lo que se les enseña; más
adelante, empiezan a emitir lenguaje nuevo en situaciones nuevas. Ahora bien,
esto no ocurre fácilmente. Depende de las condiciones de aprendizaje. Por
ejemplo, hemos observado recientemente que un niño con autismo podría decir
muchos opuestos tales como "el opuesto de frío", pero si aprendía uno nuevo, no
generaba automáticamente el "contrario" (decir el opuesto de caliente).

A continuación, enseñamos parejas de


preguntas de este tipo, siguiendo el modelo de
la Teoría de los Marcos Relacionales. Tras unos
pocos ejemplos, el niño comenzó a generar
opuestos de este tipo. Esta investigación indica
que la generación de lenguaje nuevo es muy
sensible a la forma de enseñar. Si se utilizan
buenos procedimientos, derivados de buenas
investigaciones, entonces, los niños con
autismo generan lenguaje, de la misma forma
que los niños de desarrollo normal.

La generación de lenguaje nuevo se deriva de dos grandes áreas de


investigación: la Equivalencia de Estímulos y la Teoría de los Marcos
Relacionales. La investigaciones sobre equivalencia de estímulos muestran cómo,
después de aprender unas pocas relaciones entre estímulos (por ejemplo, entre
una palabra y un objeto y entre una categoría y la palabra), las personas
generan relaciones nuevas, que se llaman relaciones emergentes o derivadas
(por ejemplo, relacionan la categoría directamente con el objeto).

Este fenómeno se ha estudiado con procedimientos de discriminaciones


condicionales. La Teoría de los Marcos Relacionales, propuesta por Steven
Hayes, es más completa, porque permite conceptualizar procesos más complejos
de relaciones derivadas en las que interviene el lenguaje. En la actualidad, esta
teoría y la investigación subyacente a ella, es la base para la Terapia de
Aceptación y Compromiso (ver entrevista a Carmen Luciano en noticias
relacionadas). Estas investigaciones han dado como resultado procedimientos
para facilitar la emergencia de lenguaje complejo en niños con autismo y otros
trastornos de desarrollo.

Conclusiones

Existen evidencias científicas de que es posible habilitar a personas


diagnosticadas con autismo. Además, se han publicado numerosos estudios que
muestran procedimientos eficaces para enseñar multitud de habilidades a estas
personas. Los programas efectivos hasta ahora son intensivos, duraderos y
realizados por especialistas en Análisis Aplicado de la Conducta. Se ha observado
que comenzar a una edad temprana, facilita el aprendizaje y el pronóstico. Las
técnicas que se aplican incluyen aquellas destinadas a enseñar lenguaje
funcional y a facilitar la productividad del lenguaje en situaciones novedosas.
Cuando todos los requisitos se cumplen, todos los niños con autismo mejoran
sensiblemente y muchos de ellos adquieren el nivel de desarrollo normal. Por lo
tanto, hay una clara esperanza para los niños con autismo.

Apéndice: Nota histórica

Artículos de interés

Sobre el autor:

Luis Antonio Pérez-González es


Doctor en Psicología por la
Universidad de Oviedo (1991) y
Profesor Titular de Aprendizaje
Humano (1999). Ha investigado
sobre principios básicos de
aprendizaje y autismo en la
Universidad de Kansas y en la
Universidad de Columbia (Estados
Unidos). Es autor de numerosas
publicaciones internacionales en el
ámbito de principios de
aprendizaje, relaciones de
estímulos, lenguaje emergente y
autismo.

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