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3. Como las reacciones de las personas a la conducta del niño hacen que la
conducta se repita.
Cuando estos resultados tomen lugar, los padres verán una mejoría en su
interacción con el niño, y el ambiente hogareño será mas positivo para toda la
familia.
1. En primer lugar, le ayuda a los padres a lidiar con los comportamientos que están
actualmente causando dificultades para su niño o para la familia.
2. En segundo lugar, les provee las habilidades para lidiar con eficacia con aquellos
comportamientos que se puedan desarrollar en un futuro.
Los padres pueden recibir ayuda individual para poder observar y analizar la
conducta de su niño. Un experto de la conducta hace una evaluación de la familia
que incluye una entrevista con los padres y la observación en el hogar. La
evaluación es con el propósito de ayudar a los padres y al experto en la conducta a
identificar el objetivo del comportamiento indeseable.
Algunos de los argumentos que se han usado para avalar la utilidad y la relevancia
de incorporar a la terapia psicológica el “Entrenamiento de Padres” (usar a los
padres como coterapeutas fuera de la consulta) han sido los siguientes:
- Los padres, en su interacción cotidiana con sus hijos, son los que con mayor
probabilidad, aún sin hacerlo a propósito, han generado o están manteniendo
muchos de los comportamientos problemáticos de sus hijos, jugando aquí un
papel muy relevante la información/desinformación de estos sobre muchas
nociones del desarrollo, la educación y el aprendizaje de los hijos, sus
creencias, sus habilidades educativas, su estado psicológico…
Ser padre es una tarea muy compleja para la que no se nace sabiendo. Las
carencias o los excesos que presentan muchos padres en su repertorio de conducta
constituyen uno de los principales elementos responsables de la génesis y el
mantenimiento de los problemas de conducta de sus hijos durante la infancia y la
adolescencia (si bien es cierto que pueden existir otras fuentes de influencia, y cada
vez más a medida que el niño se hace mayor).
Puesto que los padres son los principales controladores de muchas de las
contingencias que rigen las conductas de sus hijos (controlan castigos y
reforzadores muy potentes para estos), un entrenamiento en el modo adecuado de
hacer uso de dichos recursos y de manejar de manera más adecuada las
contingencias en aras de promover conductas adecuadas y prevenir o eliminar
conductas inadecuadas en sus hijos, es de gran relevancia y potencia clínica.
Qué capacidades parentales son las que tenemos y cuáles podemos mejorar para
atender y acompañar a nuestros hijos/as en su crecimiento.
Estar atentos a conductas de riesgo, darnos cuenta cuando nuestros hijos sufren,
generan problemas o no se comunican con nosotros.
A veces los conflictos, las dificultades educativas ya han salido a la luz. Hijos/as que
contestan, tienen mala conducta, se enfadan con facilidad, pretenden o hacen lo
que quieren. Intervenir y saber que hacer, lo más pronto posible, es clave para poder
atajar el conflicto. De no hacerlo a tiempo este se complica y cada vez es más difícil
volver atrás. A veces los conflictos cuando han empezado no tienen frecuencia e
intensidad, ya que son espaciados en el tiempo, ese es un buen momento para
empezar a intervenir con garantías de revertir la situación.
3.- Fracaso Escolar
El consumo de Drogas es desde hace años uno de los temas que recurrentemente
preocupan a los progenitores de adolescentes. Es conocido que la adolescencia es
una época de iniciación, de pruebas, de experimentación y las drogas siempre han
estado ahí como un fenómeno de inicio en esta etapa de la vida.
Saber detectar su abuso, conocer los tipos, los modelos de consumo actuales y
saber cuales son los indicadores iniciales es clave para poder atajar la situación
antes de que se vuelva irresoluble.
Familias proactivas
Intentemos, una vez más, ponernos en la piel de ese niño/a que acaba de llegar a
nuestro mundo. Imaginando el primer día de trabajo en una gran empresa en la que
tan solo le han enseñado su lugar de trabajo, una mesa, pero no le han concretado
horarios, qué tendrá qué hacer y qué no podrá hacer. Mientras espera en nuestro
despacho a que alguien le oriente y le informe de las normas de funcionamiento de
la empresa y de lo que, exactamente esperan de él/ella, se sentirá perdido, confuso,
desorientado, deseando que venga alguien que le deje claro su papel.
Ese alguien para los niños/as son sus padres/madres. Los niños/as, al igual que los
adultos si nadie les dice lo que está permitido y lo que no, actuarán de forma
impulsiva ya que se rigen por sus propios intereses. Los adultos, actuaríamos en
función de lo que creemos que esperan de nosotros, pero aun así podemos ser
felicitados o castigados.
Volviendo a la escena del despacho. Imaginemos que viene alguien con “cierta
autoridad” y al ver lo que intentaste hacer sin que nadie te dijera nada, por ejemplo,
ordenar unas facturas según tu criterio, simplemente se limita a fijarse en lo que se
ha hecho mal, sin haber dado explicaciones de cómo tenías que hacerlo, ni
reconocer que ciertas cosas se hicieron bien, o simplemente reconocer que tuviste
iniciativa e intentaste aprovechar el tiempo.
¿Cómo se sentiría?
Frustrado, perdido, enfadado… ¡Qué fácil hubiera sido si desde el primer momento
nos hubieran dejado claras las reglas del juego! ¿Verdad? Este mismo sentimiento
es el que puede experimentar un niño/a, a cualquier edad, si no le dejamos claro
qué esperamos de ellos.
A partir de esta información, el niño/a construye ideas acerca de quién es, cómo
debe ser; atribuye significados a las experiencias y situaciones que vive. Las
relaciones que se establecen con los padres/madres son de un inmenso valor.
Podemos llamarlas relaciones primordiales porque a través de ellas los menores
construyen su identidad.
Se puede afirmar que las figuras parentales siempre están presentes en nuestras
vidas, directa o indirectamente, en un sentido u otro. La pregunta que surge,
entonces, es: ¿en qué lugar quedan los padres en el tratamiento con niños/as?
¿Qué quiere decir esto? Pues que para la correcta evaluación y tratamiento de la
conducta infantil es necesario entrenar a madres y padres para ser buenos
observadores e informadores de las conductas de sus hijos e hijas: saber qué
conductas evaluar, cuales son importantes y cuáles no, la frecuencia de esas
conductas, ver si las presenta en todos los contextos y la intensidad de las mismas.
Es, además, importante saber que madres y padres son el principal agente de
cambio: las personas más influyentes en la vida del niño o niña, y por lo tanto las
que más potencial tienen para enseñar la conducta más adaptativa; y aquí reside el
verdadero potencial del entrenamiento para padres.
Con esto llegamos a una de las partes que más confrontaciones produce entre el
psicólogo con los padres y entre ellos mismos, ya que el reconocer que hay cosas
que no están haciendo bien no siempre es bien recibido. No obstante son momentos
que hay que afrontar, haciendo ver que tanto el psicólogo como los padres y madres
están orientados hacia un objetivo común, que es el bienestar del niño, y que en
ocasiones esto pasa por hacer una autocrítica a lo que hacemos.
Funciones del psicólogo durante el entrenamiento
Debemos definir muy bien cuál es nuestro público objetivo, para lo que debemos
plantearnos una serie de preguntas que nos ayuden a entender cómo son las
personas a las que queremos dirigir nuestro entrenamiento. ¿Qué edades tienen los
padres, las madres, los hijos y las hijas? ¿Pertenecen a nivel cultural alto, medio,
bajo o es indiferente? ¿Están en el paro? ¿Viven juntos o separados? ¿Qué
necesidades tienen?
Hay que definir muy bien cuál es el objetivo del programa, es decir, lo que pretendes
conseguir aplicando el programa. Se puede plantear un objetivo o varios que estén
relacionados. Hay que aclarar también si se pretende crear una red de apoyo o
grupo de consulta al terminar el entrenamiento. Por ejemplo, en un entrenamiento
en habilidades para manejarse de forma adaptativa en el cáncer infantil el objetivo
se definiría de la siguiente manera:
Debemos definir cuantos más aspectos sea posible sobre la forma en la que vamos
a realizar el entrenamiento para padres. Hay que aclarar si queremos hacer una
intervención grupal o individual, cuantas sesiones se van a realizar, cuanto van a
durar las sesiones, dónde se van a realizar, cómo ha de ser el espacio físico, cuáles
van a ser los horarios y si tenemos que hacer una intervención grupal debemos
procurar que los participantes tengan un perfil lo más parecido posible.
Para definir bien las sesiones debemos tener claros varios puntos. Lo primero es
saber cuánto queremos que dure cada sesión y cuantas personas o parejas van a
asistir a cada una. Después debemos tener claros cuales han de ser los objetivos
específicos a conseguir en cada sesión y por último cuáles van a ser los materiales
con los que debemos trabajar en cada una de ellas.
5. Difusión del programa para padres
Hay que dar a conocer el programa utilizando los medios que creamos más
efectivos, bien sean la difusión por colegios, la publicidad de pago, ofrecerlos en los
ayuntamientos o directamente en los servicios o personas que pensemos estarán
más interesados en ellos. Las redes sociales como medio de difusión nos permiten
un acceso mucho más directo a nuestro público y llegar a más gente. Pero será
importante adaptar el modo de difusión a los medios que más emplee nuestro
público objetivo.
Referencias bibliográficas