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ENTRENAMIENTO Y ASESORAMIENTO PARA LOS PADRES

A pesar de que el entrenamiento del manejo de la conducta está diseñado para


ayudar a los padres a ser mas efectivos con los niños con alguna dificultad del
desarrollo o del aprendizaje, lo que aprenden en el programa puede ser utilizado
con cualquier niño. Esto es porque el entrenamiento se encarga de llevar a cabo el
concepto básico de la conducta y esto aplica para todos los niños.

El entrenamiento de manejo de la conducta se enfoca en los tópicos siguientes:

1. Como los comportamientos se forman en primer lugar

2. Cual es el propósito de la conducta para el niño

3. Como las reacciones de las personas a la conducta del niño hacen que la
conducta se repita.

EL RESULTADO ESPERADO POR EL ENTRENAMIENTO. Lo esperado del


entrenamiento del manejo de la conducta es un aumento en las habilidades de los
padres que proveerá los siguientes resultados:

1. Un aumento en el comportamiento deseable del niño

2. Una reducción en el comportamiento indeseable

Cuando estos resultados tomen lugar, los padres verán una mejoría en su
interacción con el niño, y el ambiente hogareño será mas positivo para toda la
familia.

El entrenamiento de manejo de la conducta provee un apoyo valioso para las


familias en dos formas:

1. En primer lugar, le ayuda a los padres a lidiar con los comportamientos que están
actualmente causando dificultades para su niño o para la familia.

2. En segundo lugar, les provee las habilidades para lidiar con eficacia con aquellos
comportamientos que se puedan desarrollar en un futuro.

En otras palabras, el entrenamiento le da a los padres un nuevo juego de


herramientas (habilidades para el manejo de la conducta) que ellos pueden utilizar,
ahora o mas tarde, según lo necesiten.

Normalmente, se pide que los padres participen en una actividad de grupo de


padres antes de que se contraten los servicios de un experto en conducta para
trabajar individualmente con el niño. La experiencia del grupo facilita que los padres
puedan juzgar el nivel de participación que es necesario para poder tener éxito en
implementar un programa de manejo de la conducta para su niño.

El entrenamiento está basado en los principios:

- La conducta se aprende. Por lo general esto sucede porque la conducta


satisface alguna necesidad física o emocional que el niño/a tiene.

- La conducta se vuelve hábito. Y se continua repitiendo debido a la manera


que los padres y los niños actúan recíprocamente.

- El comportamiento y los hábitos siempre pueden ser cambiados. Esto


requiere que para tener éxito hay que comprender lo que se hace y cambiar
la manera de responder de uno a otro.

Los entrenadores ayudan a los padres a observar a su niño cuidadosamente para


poder comprender por qué (y en qué situaciones) el niño hace lo que hace. Los
padres entonces aprenden como aplicar los principios del aprendizaje para ayudar
al niño a reducir su dependencia en el comportamiento malo y a desarrollar
comportamientos positivos en su lugar. A veces es necesario que los padres
cambien algunas de sus formas de interactuar con el niño antes de que pueda
desarrollar nuevos modos de responder.

Los padres pueden recibir ayuda individual para poder observar y analizar la
conducta de su niño. Un experto de la conducta hace una evaluación de la familia
que incluye una entrevista con los padres y la observación en el hogar. La
evaluación es con el propósito de ayudar a los padres y al experto en la conducta a
identificar el objetivo del comportamiento indeseable.

El experto en la conducta y los padres entonces trabajan juntos para desarrollar


maneras de intervenir con la conducta del niño. Los padres pueden tener la
oportunidad de consultar con el experto en la conducta, durante cierto periodo de
tiempo especificado, mientras ellos trabajan al implementar la técnica con su niño.

En ocasiones, cuando el problema psicológico se presenta en niños de corta edad


o incluso en adolescentes que se niegan a acudir a terapia, la intervención debe
realizarse a través de los padres. En estos casos, son éstos los que acuden a terapia
buscando resolver los problemas de conducta de sus hijos y son estos los que se
convertirán en los principales agentes del cambio a través de la aplicación de las
pautas entrenadas en sesión por parte del terapeuta.

Si bien es cierto que no intervenimos directamente sobre el sujeto que emite la


conducta problema, podremos lograr cambios trabajando con los padres, bajo la
premisa de que ellos son los principales controladores de muchas de las
contingencias que rigen la conducta de sus hijos. Por tanto, si se interviene en
aquellas variables que mantienen las conductas problema, provocaremos su
modificación.

Algunos de los argumentos que se han usado para avalar la utilidad y la relevancia
de incorporar a la terapia psicológica el “Entrenamiento de Padres” (usar a los
padres como coterapeutas fuera de la consulta) han sido los siguientes:

En muchas ocasiones no es posible intervenir directamente con el niño o


adolescente, bien por su corta edad, bien por su reticencia a acudir a tratamiento.
Los padres tienen el derecho y la obligación de educar a los hijos dotándoles de la
mayor competencia posible para promover su propia salud, prevenir y/o resolver
problemas de conducta y facilitar su adaptación al contexto social.

Constatación a través de diferentes revisiones y estudios de investigación, de que


el “Entrenamiento de Padres” es una de las herramientas con mayor eficacia en lo
que al tratamiento de los problemas de conducta infantil se refiere.
Entre los motivos que explican la eficacia de las intervenciones a través de los
padres, se encuentran los siguientes:

- Dado que la mayoría de los problemas que manifiestan los niños se


presentan generalmente en situaciones muy específicas, cabría esperar que
la intervención más rentable sería aquella que pueda prevenir o modificar las
conductas problema en el contexto espacio-temporal en el que se produce y
promover hábitos y comportamientos más saludables en esos mismos
contextos.

- Puesto que la intervención más efectiva es aquella que se produce de


manera inmediata a la conducta problema, cabría esperar que el cambio
conductual se produzca más rápidamente en el contexto natural en el que
están presentes las variables que controlan y mantienen la aparición de la
conducta problema.

- Los padres, en su interacción cotidiana con sus hijos, son los que con mayor
probabilidad, aún sin hacerlo a propósito, han generado o están manteniendo
muchos de los comportamientos problemáticos de sus hijos, jugando aquí un
papel muy relevante la información/desinformación de estos sobre muchas
nociones del desarrollo, la educación y el aprendizaje de los hijos, sus
creencias, sus habilidades educativas, su estado psicológico…

Ser padre es una tarea muy compleja para la que no se nace sabiendo. Las
carencias o los excesos que presentan muchos padres en su repertorio de conducta
constituyen uno de los principales elementos responsables de la génesis y el
mantenimiento de los problemas de conducta de sus hijos durante la infancia y la
adolescencia (si bien es cierto que pueden existir otras fuentes de influencia, y cada
vez más a medida que el niño se hace mayor).
Puesto que los padres son los principales controladores de muchas de las
contingencias que rigen las conductas de sus hijos (controlan castigos y
reforzadores muy potentes para estos), un entrenamiento en el modo adecuado de
hacer uso de dichos recursos y de manejar de manera más adecuada las
contingencias en aras de promover conductas adecuadas y prevenir o eliminar
conductas inadecuadas en sus hijos, es de gran relevancia y potencia clínica.

Además estos entrenamientos dotan a los padres de unos conocimientos y recursos


que podrán ser aplicados en adelante para el control y el manejo de gran cantidad
de comportamientos de sus hijos y de situaciones familiares. Es decir, esta
herramienta clínica, no sólo encuentra utilidad en el momento en que los padres
acuden a sesión por un determinado problema, sino que tienen un carácter
preventivo, en tanto en cuanto permite a los padres adquirir e incorporar en su
repertorio comportamientos y conocimientos más adecuados que podrán aplicar en
cualquier momento:

• Nociones ajustadas sobre aspectos relativos al desarrollo


• Nociones básicas sobre modificación de conducta y control de contingencias:
uso eficaz del reforzamiento y el castigo, uso del modelado y el
moldeamiento…
• Habilidades de comunicación
• Habilidades de resolución de problemas
• Habilidades para el manejo adecuado de la disciplina y el establecimiento de
límites

Los objetivos de cualquier programa de Entrenamiento de Padres son:

Dotar de habilidades a los padres incrementando sus recursos y conocimientos con


el fin de prevenir y gestionar de forma más adecuada el mayor número de conductas
y situaciones problemáticas. Esto implica que aprendan a controlar/modificar tanto
la conducta de sus hijos, como sus propias reacciones, ya que cambiando cómo los
padres actúan, se producirán modificaciones en la conducta del menor.

Introducir cambios en aquellos aspectos del contexto que favorecen el inicio de la


conducta problema y cambios en las consecuencias que siguen a las conductas.
Resolver aquellas dificultades que afectan al buen desarrollo y a la correcta
adaptación del niño.

Estos programas favorecen así mismo el aumento de compromiso y responsabilidad


por parte de los padres en las tareas de educación y en el desarrollo de sus hijos,
así como aumentan el grado de conciencia sobre la gran dificultad que entraña la
tarea de ser un buen padre/madre. En estos programas, los terapeutas, más que
resolver por sí mismos los problemas que presenta un niño, entrenan a los padres
a que sean ellos mismos los que manejen estas situaciones, enseñándoles a
desarrollar de manera más adecuada su papel de padres, basándose en el supuesto
de que aquellos padres que conozcan los principios de aprendizaje y que sean
capaces de modificar con éxito alguna conducta de sus hijos, también serán
capaces de generalizar esos aprendizajes y diseñar por sí mismos programas
eficaces para modificar las conductas problemáticas que puedan aparecer en el
futuro.

Necesidad de Entrenamiento para familias.


Educar es una labor compleja y una serie de situaciones pueden presentarse de
forma inesperada. Cinco áreas son prioritarias de reflexionar y atender.

1.- Habilidades educativas básicas

Cómo comunicamos con nuestros adolescentes, somos asertivos, o contrariamente


somos pasivos o agresivos delante de sus conductas. Cómo ponemos las normas,
castigamos, premiamos o gestionamos las conductas de manera proactiva, somos
negociadores, permisivos o autoritarios. Las normas puestas correctamente desde
que son pequeños nos evitarán muchos problemas.

Qué capacidades parentales son las que tenemos y cuáles podemos mejorar para
atender y acompañar a nuestros hijos/as en su crecimiento.

Revisar cómo fuimos educados y cómo pretendemos educar a los nuestros.


Teniendo en cuenta que la sociedad ha cambiado y que es muy diferente de cuando
nosotros éramos pequeños, la forma de educar ha de ser diferente. Lo que funcionó
con nosotros no funciona ahora.

Identificar aquellas cosas que nos preocupan y la forma de transmitírselo a


nuestros hijos.

Estar atentos a conductas de riesgo, darnos cuenta cuando nuestros hijos sufren,
generan problemas o no se comunican con nosotros.

2.- Hijos y progenitores en conflicto

A veces los conflictos, las dificultades educativas ya han salido a la luz. Hijos/as que
contestan, tienen mala conducta, se enfadan con facilidad, pretenden o hacen lo
que quieren. Intervenir y saber que hacer, lo más pronto posible, es clave para poder
atajar el conflicto. De no hacerlo a tiempo este se complica y cada vez es más difícil
volver atrás. A veces los conflictos cuando han empezado no tienen frecuencia e
intensidad, ya que son espaciados en el tiempo, ese es un buen momento para
empezar a intervenir con garantías de revertir la situación.
3.- Fracaso Escolar

El fracaso escolar ocupa a un tanto por ciento muy elevado de la población


adolescente de nuestro país. Todas las situaciones que ocurren en la adolescencia
dan indicadores en la niñez y en la pre-adolescencia. El fracaso escolar se gesta en
la educación primaria y se manifiesta en la educación secundaria. Muchas veces
una atención adecuada cuando aparecen los primeros indicadores nos permitirá
evitar la posibilidad de un fracaso escolar que se puede volver continuado y
repetitivo para los adolescentes, siendo puerta de entrada para actitudes más
graves.

4.- Nuevas Tecnologías

La nuevas tecnologías han entrado en el mundo adolescente con toda la fuerza


posible, de una manera u otra, estamos delante de una generación que ya son
nativos digitales, ya han nacido y crecido con ella, por tanto para ellos no son
Nuevas Tecnologías, lo son para los padres.

En el polo positivo, tenemos adolescentes trabajando con las Nuevas Tecnologías,


utilizándolas para sus estudios, haciendo propuestas de nuevos desarrollos en
Internet y en todas las plataformas sociales, vídeos…

En el polo negativo tenemos el uso abusivo de las nuevas tecnologías, no poder


dejar el móvil ni por accidente, temas como el ciberbulling, el grooming… son
palabras nuevas que dejan a los adultos atónitos y sin capacidad de respuesta
debido a la novedad constante.

5.- Prevención de Drogodependencias

El consumo de Drogas es desde hace años uno de los temas que recurrentemente
preocupan a los progenitores de adolescentes. Es conocido que la adolescencia es
una época de iniciación, de pruebas, de experimentación y las drogas siempre han
estado ahí como un fenómeno de inicio en esta etapa de la vida.

Saber detectar su abuso, conocer los tipos, los modelos de consumo actuales y
saber cuales son los indicadores iniciales es clave para poder atajar la situación
antes de que se vuelva irresoluble.

Familias proactivas

La familia es el primer lugar en que el niño/a se mueve y desarrolla. Es aquí donde


va a ir adquiriendo los hábitos y reacciones típicas de su comportamiento y donde
va a estar sometido a los primeros modelos de conducta. Ese ambiente familiar es
el que irá conformando su conducta y el desarrollo de la personalidad.
Para entender el papel de los padres en la educación de los hijos, vamos a
imaginarnos a un niño/a como si fuera un extraterrestre que llega de otro planeta y
desconoce por completo las normas de la Tierra. Su mente es una mente totalmente
en blanco, y por consiguiente, se siente desorientado/a, necesita a su lado a alguien
que le dirija, que le inspire seguridad y confianza, que le deje claro lo que puede
hacer y lo que no puede hacer. De esta manera se sentirá capaz de avanzar de
forma segura en un mundo nuevo para él/ella. Ese alguien son los padres/madres.

Intentemos, una vez más, ponernos en la piel de ese niño/a que acaba de llegar a
nuestro mundo. Imaginando el primer día de trabajo en una gran empresa en la que
tan solo le han enseñado su lugar de trabajo, una mesa, pero no le han concretado
horarios, qué tendrá qué hacer y qué no podrá hacer. Mientras espera en nuestro
despacho a que alguien le oriente y le informe de las normas de funcionamiento de
la empresa y de lo que, exactamente esperan de él/ella, se sentirá perdido, confuso,
desorientado, deseando que venga alguien que le deje claro su papel.

Ese alguien para los niños/as son sus padres/madres. Los niños/as, al igual que los
adultos si nadie les dice lo que está permitido y lo que no, actuarán de forma
impulsiva ya que se rigen por sus propios intereses. Los adultos, actuaríamos en
función de lo que creemos que esperan de nosotros, pero aun así podemos ser
felicitados o castigados.

Volviendo a la escena del despacho. Imaginemos que viene alguien con “cierta
autoridad” y al ver lo que intentaste hacer sin que nadie te dijera nada, por ejemplo,
ordenar unas facturas según tu criterio, simplemente se limita a fijarse en lo que se
ha hecho mal, sin haber dado explicaciones de cómo tenías que hacerlo, ni
reconocer que ciertas cosas se hicieron bien, o simplemente reconocer que tuviste
iniciativa e intentaste aprovechar el tiempo.

¿Cómo se sentiría?

Frustrado, perdido, enfadado… ¡Qué fácil hubiera sido si desde el primer momento
nos hubieran dejado claras las reglas del juego! ¿Verdad? Este mismo sentimiento
es el que puede experimentar un niño/a, a cualquier edad, si no le dejamos claro
qué esperamos de ellos.

Las familias juegan un papel fundamental en el desarrollo de la personalidad de los


niños/as; ellas son las encargadas de enseñarles lo que pueden y no pueden hacer.

Los pequeños tienen que aprender que las normas existen.

Hay normas en la escuela, en el cine, en el supermercado, para pasear por la calle,


etc. Si desde casa, los familiares no les enseñan que las normas existen, no
podemos esperar que se adapten a las mismas sin dificultades.
La interacción entre los padres/madres y los hijos/as es continua y gracias a eso se
convierten en los principales maestros/as de estos, siendo sus figuras primordiales.
Son quienes les orientan y a quienes el menor utiliza para orientarse. Los observan,
se interesan por lo que hacen y por la forma en que lo hacen; por lo que dicen y la
manera en que lo dicen; y muy especialmente por los sentimientos que expresan.

A partir de esta información, el niño/a construye ideas acerca de quién es, cómo
debe ser; atribuye significados a las experiencias y situaciones que vive. Las
relaciones que se establecen con los padres/madres son de un inmenso valor.
Podemos llamarlas relaciones primordiales porque a través de ellas los menores
construyen su identidad.

Se puede afirmar que las figuras parentales siempre están presentes en nuestras
vidas, directa o indirectamente, en un sentido u otro. La pregunta que surge,
entonces, es: ¿en qué lugar quedan los padres en el tratamiento con niños/as?

El entrenamiento o asesoramiento a padres/madres parte de la idea central de que


su figura y presencia tienen una gran influencia en el comportamiento de sus
hijos/as y que éste es aprendido y puede modificarse. Se considera que con el
conocimiento y puesta en marcha de los principios y métodos que lo definen, los
tutores estarán en condiciones de influir positivamente en la conducta de los
pequeños y, por tanto, en el desarrollo de la personalidad.

El asesoramiento dedica una especial atención al refuerzo de las conductas


infantiles y considera importante que los adultos aprendan a identificar qué
conductas están reforzando y cuáles no, y si éstas son las adecuadas. Si los
padres/madres sólo prestan atención a las acciones del niño/a cuando llora, pega,
moja la cama o da la lata, estarán reforzando esas conductas; pues con ellas el
niño/a estará consiguiendo que le presten esa atención que reclama.

Por el contrario, si cuando el niño/a realiza conductas adecuadas y mantiene un


comportamiento correcto, los padres/madres no le prestan atención, porque
consideran que lo que hace es lo natural o lo que debe hacer, no reforzarán esas
conductas. Entonces, estarán contribuyendo a que el niño/a deje de hacerlas,
debido a que con esas acciones no consigue ningún tipo de atención o refuerzo de
sus padres/madres.

El entrenamiento a padres/madres tiene una finalidad tanto terapéutica como


preventiva. Este pretende mostrar cómo los niños/as aprenden a comportarse de
una determinada manera y a formarlos en las técnicas conductuales adecuadas
para instaurar o incrementar los comportamientos adecuados con el fin de disminuir
o eliminar los inadecuados.

A continuación, exponemos los objetivos generales de un programa de


asesoramiento o entrenamiento a padres/madres tal cual los padres describen lo
que les aporta.
- Entender por qué mi hijo/a se comporta de una determinada manera y si ese
comportamiento es normal para su edad o me tengo que preocupar.
- Aprender a potenciar los comportamientos positivos de mi hijo/a.
- Conocer cómo tengo que reaccionar frente a los comportamientos que me
preocupan para evitar o minimizar problemas conductuales y/o emocionales
en el futuro.

Con frecuencia, cuando hablamos de asesoramiento a padres/madres, viene a


nuestra mente la imagen de un profesional que orienta y forma a los padres/madres
respecto a cómo responder frente al comportamiento desobediente y oposicionista
de su hijo/a. La agresividad, la desobediencia, las actitudes oposicionistas de los
niños/as y los adolescentes son objeto de intervención de los programas en técnicas
de modificación de conducta; junto con los comportamientos o dificultades del niño
y/o preocupaciones de los padres/madres, como:

• Agresividad, desobediencia y actitudes oposicionistas


• Hábitos de autonomía
• Hábitos de estudio
• Miedos
• Autoestima
• Respuestas frente a comportamientos propios de determinadas patologías
(déficit de atención, impulsividad, llanto, retraimiento, etc.).
• Separación y divorcio
• Muerte de una persona querida
• Problemas relacionados con la comida
• Problemas relacionados con el sueño

Es indudable que los padres/madres ejercen una presencia continua en el horizonte


del trabajo terapéutico, no sólo porque constituyen la unidad originaria a partir de la
cual el niño existe, sino, también, porque la relación con ellos es actual e
imprescindible.
La Psicología y el entrenamiento y asesoramiento a padres

En psicología y en concreto, en terapia infantil, se evalúan de manera general dos


tipos de conductas: Externalizantes e internalizantes. Esta distinción es
especialmente importante a la hora de crear un entrenamiento para padres.

Las conductas externalizantes son aquellas conductas, acciones, comentarios,


expresiones… que son percibidas por los demás, mientras que las internalizantes
son más bien ideas y pensamientos que sólo son perceptibles por la persona que
los tiene. En la psicología infantil existe el problema de que, en muchas ocasiones,
por la edad y la inmadurez de la persona que evaluamos pueden existir huecos en
la información que nos puede dar. En general, los más pequeños informan bien de
aquellas cosas que piensan, pero son las personas de su entorno, padres y madres
en este caso, las que mejor informan de aquellas conductas externalizadas.

¿Qué quiere decir esto? Pues que para la correcta evaluación y tratamiento de la
conducta infantil es necesario entrenar a madres y padres para ser buenos
observadores e informadores de las conductas de sus hijos e hijas: saber qué
conductas evaluar, cuales son importantes y cuáles no, la frecuencia de esas
conductas, ver si las presenta en todos los contextos y la intensidad de las mismas.

Es, además, importante saber que madres y padres son el principal agente de
cambio: las personas más influyentes en la vida del niño o niña, y por lo tanto las
que más potencial tienen para enseñar la conducta más adaptativa; y aquí reside el
verdadero potencial del entrenamiento para padres.

Esto, en muchas ocasiones nos va a llevar también a modificar conductas


desadaptativas de padres y madres, ya que uno de los principales métodos de
aprendizaje que tienen los niños es la imitación, copiando todo aquello que vean
hacer a sus figuras de referencia.

Con esto llegamos a una de las partes que más confrontaciones produce entre el
psicólogo con los padres y entre ellos mismos, ya que el reconocer que hay cosas
que no están haciendo bien no siempre es bien recibido. No obstante son momentos
que hay que afrontar, haciendo ver que tanto el psicólogo como los padres y madres
están orientados hacia un objetivo común, que es el bienestar del niño, y que en
ocasiones esto pasa por hacer una autocrítica a lo que hacemos.
Funciones del psicólogo durante el entrenamiento

Por lo tanto el psicólogo ha de cumplir el rol de:

- Corregir conductas desadaptativas de los padres.


- Enseñar nuevas habilidades más adaptativas.
- Enseñar más sobre las condiciones de la infancia y la adolescencia.

¿Qué se trabaja durante el entrenamiento parental?

Un entrenamiento para padres y madres suele estar centrado en un tema concreto


o varios que se relacionen, por ejemplo al realizar un entrenamiento que se centre
en el fomento de las habilidades sociales tendremos que ajustarlo en función del
momento evolutivo del hijo y de las necesidades que manifieste. Los entrenamientos
pueden diseñarse para tratar cualquier conducta, pero los más comunes suelen ser:

- Información sobre la etapa evolutiva en la que se encuentra su hijo.


- Información sobre el momento cultural en el que se encuentra la infancia y la
juventud.
- Información y entrenamiento en los distintas estilos parentales eficaces.
- Cómo recoger información sobre la conducta de su hijo o hija.
- Actuar frente al trastorno de sus hijos.
- No obstante, como ya se ha mencionado, los entrenamientos pueden estar
orientados a cualquier problema y/o condición. Podemos entrenar a padres
y madres en, por ejemplo, “habilidades y conocimientos necesarios para
educar a tu hijo o hija con problemas de conducta y/o aprendizaje”,
“habilidades para afrontar el cáncer infantil” o “ habilidades para fomentar la
autonomía de nuestras hijas e hijos”.

¿Cuándo recurrir al entrenamiento para padres?

En el entrenamiento para padres, más que buscar la eficacia en función de un tipo


de problemas determinado (conducta escolar, falta de atención, depresión…), se
busca en función de la edad de la niña o niño que presenta la conducta. Cuanta
menor sea la edad, mayor será la importancia del entrenamiento y de la figura de la
madre y del padre como agentes de cambio. En clientes más mayores, se busca
que participen de manera más directa en la terapia, con lo que la función de los
padres como intermediarios será menos importante.

Por lo tanto, indiferentemente de si queremos entrenar a los padres en técnicas de


estudio, en control de conductas impulsivas o en control de esfínteres, lo más
importante para determinar su efectividad es la edad
¿Cómo diseñar un entrenamiento para padres?
La estructura que debe seguir un entrenamiento, se oriente a o que se oriente, debe
tener en cuenta una serie de partes que son comunes a todos:

1. A quién va dirigido el programa

Debemos definir muy bien cuál es nuestro público objetivo, para lo que debemos
plantearnos una serie de preguntas que nos ayuden a entender cómo son las
personas a las que queremos dirigir nuestro entrenamiento. ¿Qué edades tienen los
padres, las madres, los hijos y las hijas? ¿Pertenecen a nivel cultural alto, medio,
bajo o es indiferente? ¿Están en el paro? ¿Viven juntos o separados? ¿Qué
necesidades tienen?

2. Objetivo del programa y post-programa

Hay que definir muy bien cuál es el objetivo del programa, es decir, lo que pretendes
conseguir aplicando el programa. Se puede plantear un objetivo o varios que estén
relacionados. Hay que aclarar también si se pretende crear una red de apoyo o
grupo de consulta al terminar el entrenamiento. Por ejemplo, en un entrenamiento
en habilidades para manejarse de forma adaptativa en el cáncer infantil el objetivo
se definiría de la siguiente manera:

“El objetivo será adquirir conocimientos sobre la enfermedad y los procesos


psicológicos asociados a ella y modificar aquellas actitudes y conductas que no
colaboren con el apoyo y la curación de las y los pacientes y potenciar aquellas que
sí que lo hagan. Tras el programa se propondrá la creación de un grupo de apoyo
para aquellos padres y madres que lo soliciten o lo requieran.”

3. Formato del entrenamiento para padres

Debemos definir cuantos más aspectos sea posible sobre la forma en la que vamos
a realizar el entrenamiento para padres. Hay que aclarar si queremos hacer una
intervención grupal o individual, cuantas sesiones se van a realizar, cuanto van a
durar las sesiones, dónde se van a realizar, cómo ha de ser el espacio físico, cuáles
van a ser los horarios y si tenemos que hacer una intervención grupal debemos
procurar que los participantes tengan un perfil lo más parecido posible.

4. Formato de las sesiones

Para definir bien las sesiones debemos tener claros varios puntos. Lo primero es
saber cuánto queremos que dure cada sesión y cuantas personas o parejas van a
asistir a cada una. Después debemos tener claros cuales han de ser los objetivos
específicos a conseguir en cada sesión y por último cuáles van a ser los materiales
con los que debemos trabajar en cada una de ellas.
5. Difusión del programa para padres

Hay que dar a conocer el programa utilizando los medios que creamos más
efectivos, bien sean la difusión por colegios, la publicidad de pago, ofrecerlos en los
ayuntamientos o directamente en los servicios o personas que pensemos estarán
más interesados en ellos. Las redes sociales como medio de difusión nos permiten
un acceso mucho más directo a nuestro público y llegar a más gente. Pero será
importante adaptar el modo de difusión a los medios que más emplee nuestro
público objetivo.
Referencias bibliográficas

Olivares, J., Méndez, F.X., Ros, M.C. (2009): El entrenamiento de padres en


contextos clínicos y de la salud. En V. E. Caballo y M. A. Simón (dirs.). Manual de
psicología infantil y del adolescente. Trastornos específicos. Madrid. Pirámide.

Olivares, J. y Méndez F.X (1997): El entrenamiento de padres en contextos clínicos


y de la salud en España. Psicología Conductual, 5 (2), monográfico.

McMahon, R. J (1991): Entrenamiento de padres. En V. E. Caballo (dir.). Manual de


Técnicas de Terapia y Modificación de Conducta. Madrid. Siglo XXI.

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