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Patricia Moya #27 – sección 03

C.I.: 30.410.624
La psicopatología: enfermedades del alma

La mente humana es un universo fascinante y complejo. A lo largo de la historia, los

investigadores y profesionales de la salud han intentado descifrar los misterios de las

psicopatologías, las alteraciones en el funcionamiento mental que afectan a un individuo y que

pueden manifestarse de diferentes maneras. Las psicopatologías abarcan una amplia gama de

trastornos mentales que varían en su origen, síntomas y tratamientos, así como tambien existen

diferentes modelos teóricos o enfoques para explicar estos.

La psicopatología es la disciplina encargada de estudiar los trastornos mentales, todos

aquellos problemas que afectan el funcionamiento psicológico y emocional de una persona. Los

fenómenos psicopatológicos son universales e intemporales; se han observado y se siguen

observando en cualquier cultura y época, así como la necesidad de controlar estas conductas

desviadas por parte de la sociedad.

En relación a lo argumentado anteriormente, Jarne, Talarn, Armayones, Horta y Requena

(2006) mencionan:

Existe una tendencia natural en el ser humano a considerar ciertas conductas como de
carácter psicológico. Términos como locura, posesión demoniaca, demencia, etc., han
sido utilizados por diversos grupos culturales y en diferentes momentos históricos para
identificar conductas consideradas como anormales. (p. 26)
De la cita anterior se puede mencionar el criterio social, es lo establecido por la

normativa social que determina lo esperable (normal) y lo inadecuado (anormal) de la conducta.

Sobre el origen de las psicopatologías, este es complejo y multifactorial. Se cree que

intervienen factores biológicos, psicológicos y sociales.


Los factores biológicos incluyen alteraciones en el funcionamiento del cerebro, el sistema

nervioso y las hormonas. Por otra parte, los factores psicológicos incluyen experiencias

traumáticas, estilos de afrontamiento inadecuados y rasgos de personalidad. Y en los factores

sociales se tiene el estrés, la pobreza, la discriminación y la falta de apoyo social.

Ahora, existen diferentes métodos explicativos de las psicopatologías, y esto no es más

que una respuesta a la riqueza y complejidad implicada en la conducta humana. Para empezar, el

modelo biomédico se centra en explicar los trastornos mentales desde una perspectiva

bioquímica y fisiológica, pues considera a estos enfermedades que se originan en disfunciones o

alteraciones en los procesos biológicos del cerebro, por lo que se enfoca principalmente en

factores genéticos, neuroquímicos y neuroanatómicos, y por ende su tratamiento suele ser

farmacológico a través del uso de fármacos psicotrópicos. Como se puede deducir, este enfoque

le otorga una gran importancia al estudio de la predisposición genética, aunque a menudo adopta

una perspectiva integradora que tiene en cuenta además la incidencia de agentes patógenos. Sin

embargo, un problema que a menudo se relaciona con este modelo es la incapacidad de reducir el

estigma que hay entorno de las enfermedades mentales, ya que el apelar a anormalidades

biogenéticas puede, de hecho, aumentar los deseos de distanciarse socialmente al reforzar las

dudas e ideas sobre lo “intratable” de la enfermedad y el peligro o lo impredecible del

comportamiento de los enfermos.

El modelo cognitivo, por otro lado, se basa en los pensamientos, creencias y procesos

cognitivos en el desarrollo y mantenimiento de los trastornos mentales. Se sostiene que las

interpretaciones negativas y distorsionadas de los eventos o experiencias pueden generar

emociones y conductas disfuncionadas. El tratamiento según este modelo está enfocado en

identificar y modificar los patrones de pensamiento y creencias disfuncionales a través de terapia


cognitiva. Este modelo va en contra, si se quiere, de lo que establece el modelo biomédico, ya

que rompe la concepción del sujeto como ser pasivo que sufre enfermedades, que está sometido a

estímulos o que se encuentra bajo la acción de procesos que no puede controlar, sino que según

este modelo, la persona selecciona, elabora y procesa información de su mundo interno y

externo, y responde de acuerdo a estas.

En cuanto al modelo conductual, está basado en los principios del condicionamiento

clásico y operante. Se enfoca en como los aprendizajes y experiencias pasadas influyen en el

desarrollo de los trastornos y los comportamientos desadaptativos, por lo que este modelo

rechaza el concepto medico de “enfermedad mental”. El tratamiento en este se cen6tra en

modificar dichos patrones de comportamientos y promover conductas más saludables.

Estos modelos no son excluyentes, sino que pueden complementarse y utilizarse de

manera integrada en la comprensión y tratamiento de los trastornos mentales. Se puede decir que

el modelo cognitivo-conductual es el que ofrece una explicación más completa de las

psicopatologías, ya que reconoce la importancia de los factores biológicos, pero también enfatiza

el papel de los factores psicológicos y sociales. Este modelo sostiene que las alteraciones

biológicas pueden predisponer a una persona a desarrollar un trastorno mental, pero son los

factores psicológicos y sociales los que desencadenan y mantienen el trastorno.

Es importante recordar, sin embargo, que el diagnostico de una patología es un proceso

complejo que requiere la evaluación de los síntomas, los cuales pueden ser físicos, psicológicos o

conductuales; la historia clínica, donde se obtiene información sobre los antecedentes tanto del

paciente como de sus familiares, lo que puede proporcionar información sobre la predisposición

genética a una psicopatología, o antecedentes médicos como enfermedades crónicas y lesiones

cerebrales que también contribuyan a estas; y el funcionamiento psicosocial del paciente, esto
incluye información sobre su vida laboral, sus relaciones personales y su participación en

actividades sociales, ya que el funcionamiento social puede verse afectado por la psicopatología.

Sin embargo hay ciertas críticas sobre el diagnóstico de las psicopatologías debido a la

inconsistencia de los sistemas actuales de clasificación psiquiátrica, por cuanto las categorías no

siempre son mutuamente excluyentes ni se derivan de un único principio básico. En el caso del

sistema DSM (Diagnostic and Statistical Manual, clasificación oficial de la Asociación

Psiquiátrica Americana de gran influencia en el ámbito clínico), aun habiendo mejorado

sensiblemente la fiabilidad diagnóstica y siendo una perspectiva que ha sido objeto de bastante

investigación sobre su validez interna, su base teórica es confusa. Se trata de un modelo mixto en

el que las categorías se basan en diversos principios, como clusters de síntomas, conductas

antisociales, consideraciones teóricas o influencias evolutivas.

En este orden de ideas, es importante tener presente que los elementos elegidos como

base de clasificación son agrupados, transformados o etiquetados, pero los productos resultantes

probablemente no siempre son realidades o tal cual aparecen en la bibliografía. (Cooper, 2005)

En el caso de tener una paciente femenina de 17 años quien consulta por ideas suicidas diarias,

recurrentes, disfunción familiar, agresiones verbales, ansiedad, insomnio, inconformidad y

disminución del rendimiento escolar podríamos pensar en un trastorno depresivo mayor, con

ideación suicida.

El modelo biomédico sostiene que el trastorno depresivo mayor es causado por

alteraciones en el funcionamiento del cerebro, como cambios en la actividad de los

neurotransmisores. Mientras que según el modelo cognitivo el trastorno depresivo mayor es

causado por distorsiones cognitivas, es decir, pensamientos y creencias erróneas sobre uno

mismo, el mundo y el futuro. Estas distorsiones cognitivas pueden conducir a emociones


negativas, como la tristeza, la culpa y la desesperanza. Y el modelo conductual sostiene que el

trastorno depresivo mayor es causado por aprendizajes inadecuados. Estos aprendizajes pueden

estar asociados a experiencias traumáticas, modelos de aprendizaje negativos o refuerzo de

conductas inadaptadas.

En este caso, el modelo biomédico puede explicar los síntomas depresivos, como la

tristeza, la fatiga y la pérdida de interés en las actividades habituales. El modelo cognitivo puede

explicar cómo las distorsiones cognitivas, como el pensamiento negativo y el catastrofismo,

pueden contribuir a los síntomas depresivos. El modelo conductual puede explicar cómo los

comportamientos inadaptados, como el aislamiento social y la evitación de las actividades

placenteras, pueden empeorar los síntomas depresivos.


Bibliografía

Belloch, A., Campos, R.F. and Sandín, B. (2020) Manual de Psicopatología Vol 1. Madrid,
Aravaca : McGraw-Hill.

Ruiz, M.A. et al. (2006) PSICOPATOLOGÍA. Barcelona: Editorial UOC.

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