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Enfrentando el Alzheimer: Abordaje No Farmacológico

Hoy, en el Día Mundial del Alzheimer, es crucial reflexionar sobre la enfermedad que afecta a
millones de personas en todo el mundo. En Argentina, se estima que la enfermedad de
Alzheimer (EA) afecta entre 300.000 y 400.00 personas, siendo su prevalencia mayor en
individuos de más de 65 años de edad. Según la OMS, en América del Sur crecerán los casos en
un 300 por ciento para 2040.

La OMS, en su Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE-10), define la demencia


como un síndrome clínico orgánico caracterizado por una disminución adquirida, gradual,
progresiva y persistente de varias de las funciones intelectuales: memoria, orientación, lenguaje,
pensamiento abstracto y capacidad de juicio, sin alteración del nivel de conciencia. Es preciso,
asimismo, que estos déficits interfieran con las funciones sociales y ocupacionales del paciente.
Para su diagnostico pertinente es necesario que los síntomas permanezcan o progresen durante
un plazo de 6 meses.

Una demencia como la EA implica un desafío tanto para quienes la padecen como para sus
familias. A través de diagnósticos precisos, apoyo emocional y terapias especializadas, los
psicólogos están en primera línea en la lucha contra esta afección.

Abordaje y tratamiento no Farmacológico para pacientes

Existen cada vez más evidencias de los beneficios de los tratamientos no farmacológicos en la
demencia. Las Terapias No Farmacológicas (TNF) se definen como “cualquier intervención no
química, teóricamente sustentada, focalizada y replicable, realizada sobre el paciente o el
cuidador y potencialmente capaz de obtener un beneficio relevante” (Olazarán et al., 2010).

Dentro de este tipo de abordajes se incluyen programas de estimulación cognitiva; el


entrenamiento de las actividades de la vida diaria; Psicomotricidad y fisioterapia.

Consejos para cuidadores y las familias de las personas con demencia

La palabra cuidador se usa para referirse a cualquier persona que ofrece su cuidado a otra. Esta
persona puede ser alguien que este por fuera del grupo familiar, o una persona perteneciente a su
círculo cercano. Para muchas familias, cuidar a una persona con demencia no es el trabajo de
una sola persona, sino que es la función de muchos que comparten tareas y responsabilidades.

Es importante implicar a las familias durante todo el tratamiento a través de una comunicación
fluida entre todos los agentes que intervienen. Una estrategia terapéutica muy útil es la
psicoeducación con la familia y el entorno más cercano para acompañar en el proceso de
aceptación de la enfermedad y mejorar su manejo. Lo cual repercutirá en un mejor desempeño
de la persona en su vida diaria, lo que conllevará un mejor estado de ánimo, una mejora de la
autoestima, logrando aumentar la calidad de vida de la persona con demencia y por tanto de su
cuidador.

Por otro lado, resulta importante el apoyo emocional a los cuidadores, ya que puede resultar
agobiante debido a que se requiere una implicancia global, física/de tiempo y emocional, de la
persona en el cuidado de su familiar.

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