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para romper con los estigmas que hay alrededor de este tema y educar en salud mental. Los
estigmas son una de las razones principales para que una persona con problemas o
trastornos mentales no acceda a servicios de salud, no solo en Colombia sino en el mundo.
Hace algunos años se pensaba que quienes tenían un diagnóstico de este tipo debían estar
internados en un manicomio, una idea que, aunque ha ido cambiando sigue alimentando la
autodiscriminación o la discriminación hacia las personas que presentan algún problema mental.
La persona puede resistirse a buscar ayuda o tratamiento, ser discriminada a nivel laboral, familiar
o social, violentada e incluso enfrentarse a servicios de salud mental insuficientes.
“La pandemia nos sirvió para reconocer más abiertamente estos problemas de salud. También
para mostrarnos que los servicios de salud mental que hay son de difícil acceso”, explica Lina
González, psiquiatra y líder de Salud y Bienestar en la Fundación Saldarriaga Concha.
La salud mental no significa ausencia de trastornos mentales, sino que es “un estado de bienestar
mental que permite a las personas hacer frente a los momentos de estrés de la vida, desarrollar
todas sus habilidades, poder aprender y trabajar adecuadamente y contribuir a la mejora de su
comunidad”, según la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Aunque problema mental y trastorno mental son diferentes, los dos hacen parte de la salud mental.
Según el ABCÉ sobre la salud mental, sus trastornos y estigma del Ministerio de Salud y
Protección Social, los problemas mentales son más comunes y menos persistentes en el tiempo
que los trastornos, lo que tienen en común es que afectan la manera como la persona piensa,
siente y se comporta, solo que de una manera menos severa.
“En algún momento de nuestra vida experimentamos sentimientos de tristeza, ansiedad, insomnio
u otros síntomas que pueden generarnos malestar y algunos inconvenientes, pero que no llegan a
provocar un deterioro significativo en nuestra vida social, laboral o en otras áreas importantes de
nuestra actividad cotidiana”, dice el ABECÉ al referirse al problema mental.
Contrario a lo que sucede con los trastornos mentales que sí provocan deterioro significativo en
diferentes áreas de la vida. Entre los trastornos mentales, según el ABECÉ, están:
Depresión
Trastorno bipolar
Esquizofrenia
Epilepsia
Consumo problemático de alcohol y otras sustancias psicoactivas
Alzheimer y otras demencias
Trastornos por estrés postraumático
Trastorno obsesivo compulsivo
Trastorno de pánico
Insomnio primario.
Algunas de estas situaciones están muy presentes en la población mundial. De acuerdo con la
OMS, en 2019 una de cada ocho personas en el mundo padecía un trastorno mental; es decir, 970
millones de personas. Los más comunes fueron: ansiedad y trastornos depresivos.
En el caso de Colombia, la población ha presentado deterioro de la salud mental en los últimos 20
años. En 2017 una de cada diez personas padeció un trastorno mental.
Las problemáticas relacionadas con este deterioro, según el documento Conpes 3992 de 2020,
tienen que ver con “la baja coordinación intersectorial que genera desarticulación en la agenda
pública en salud mental y limitada gestión del conocimiento; entornos que no promueven la salud
mental y las competencias socioemocionales; y debilidades institucionales para la atención en
salud e inclusión social de víctimas de violencias y personas con problemas, trastornos mentales, o
consumo de [sustancias psicoactivas] SPA”.
Además, los reportes del Sistema Integrado de Información de la Protección Social (SISPRO), el
Observatorio Nacional de Convivencia y Salud Mental, y el Sistema de Vigilancia en Salud Pública
(SIVIGILA), dicen que en Colombia:
La salud mental puede verse afectada por diferentes factores. Hay factores individuales, sociales,
estructurales, psicológicos, biológicos, emocionales, abuso de sustancias, genética, exposición a
circunstancias desfavorables como pobreza, violencia y desigualdad.
En este sentido, la promoción y la prevención de la salud mental requiere de trabajo intersectorial y
transectorial para reducir los riesgos, no es solo responsabilidad del sector salud. En este aspecto,
González dice que los gobiernos tienen la importante misión de garantizar acceso a los servicios
básicos y a las oportunidades.
“Tener salud mental en donde hay pobreza extrema es difícil. La salud mental involucra salud,
vivienda, trabajo y todos los escenarios en los que los seres humanos nos desenvolvemos.
Elementos como el acceso al agua potable o a educación no dependen de nosotros, sino del
Estado. Ahí los gobiernos tienen una misión muy importante”, agrega la psiquiatra.
En cuanto a lo que depende de nosotros para cuidar la salud mental, la experta menciona algunos
consejos, como:
Hacer ejercicio
Alimentarse y dormir bien
Tener hábitos de vida saludable
Lograr la mayor cantidad de actividad cognitiva (leer en papel, hacer juegos de mesa y
ejercicios matemáticos y atencionales)
Construir relaciones interpersonales sanas
Leer temas diversos para desarrollar el pensamiento crítico
Aprender a regular nuestras emociones (va de la mano con aprender a respirar, a meditar,
a hacer yoga o a rezar)
Hablar sobre nuestras emociones.
“Importante aprender a limitar el uso de redes sociales por internet. En Instagram, Facebook,
TikTok… vemos a todo el mundo feliz y terminamos pensando que sentir tristeza o angustia es
anormal o inadecuado y en realidad son situaciones que vivimos y tenemos que responder de
alguna manera a ellas”, agrega González.
Para la prevención del suicidio, la OMS recomienda fomentar una cobertura mediática responsable,
promover el aprendizaje socioemocional en los adolescentes y favorecer la intervención temprana.
En cuanto a la promoción de la salud mental de los niños y adolescentes, esta organización
sugiere apoyo a los cuidadores para que ofrezcan cuidado cariñoso, dar recursos para mejorar la
calidad de los entornos comunitarios y tener una línea de aprendizaje socioemocional en las
escuelas. Para el entorno laboral menciona la legislación y la reglamentación, estrategias
organizacionales, capacitación de gerentes e intervenciones dirigidas a los trabajadores.
Igualmente, la OMS se ha comprometido a aplicar el Plan de Acción Integral sobre Salud Mental
2013-2030 con el objetivo de mejorar la salud mental mediante liderazgo y gobernanza más
eficaces. “El Atlas de Salud Mental 2020 de la OMS mostró que los países habían obtenido
resultados insuficientes en relación con los objetivos del plan de acción acordado”, señala la
organización.
Colombia cuenta con la Política Nacional de Salud Mental. Esta política está basada en la Ley
1616 de 2013, que contempla cinco ejes desde la promoción, la prevención, la rehabilitación y las
acciones intersectoriales. Además, da un marco claro de lo que el país debe hacer basado en la
evidencia.
“El país tiene la ruta integral de salud mental, pero todavía nos falta. Creo que más que leyes o
normativas necesitamos implementar lo que ya está definido, escrito y con buena evidencia. Hay
una tarea grande como comunidad. El Día Mundial de la Salud Mental debe ayudarnos a trabajar
sobre el estigma de la salud mental, que al final termina siendo la barrera de acceso más
importante para las personas que tienen cualquier problema de orden mental”, concluye la
psiquiatra.
Descripción general
Algunos problemas como la presión de sus compañeros, las expectativas académicas y los
cuerpos que cambian pueden ocasionar muchos altibajos en los adolescentes. Sin embargo, para
algunos adolescentes, estar deprimido es mucho más que solo sentimientos temporales, sino que
es un síntoma de depresión.
La depresión en adolescentes no es una debilidad o algo que se pueda superar con fuerza de
voluntad, puede tener consecuencias graves y requiere tratamientos a largo plazo. Para la mayoría
de los adolescentes, los síntomas de depresión se calman con tratamientos como medicamentos y
terapia psicológica.
Productos y servicios
Bibliografía: Mayo Clinic Family Health Book (Libro de Salud Familiar de Mayo Clinic) 5.ª edición
Los síntomas de depresión pueden variar en su gravedad, pero los cambios en las emociones y el
comportamiento del adolescente pueden incluir los siguientes ejemplos.
Cambios emocionales
Sentimientos de tristeza, los cuales pueden incluir episodios de llanto sin razón aparente
Autoestima baja
Cambios en el comportamiento
Debes estar atento a cambios en el comportamiento, como, por ejemplo:
Cambios en el apetito: falta de apetito y pérdida de peso, o más antojos por ciertos alimentos
y aumento de peso.
Agitación o desasosiego: por ejemplo, paso intranquilo, frotarse las manos o la imposibilidad
de quedarse quieto.
Quejas frecuentes de dolores de cuerpo o cabeza que no tienen explicación y que pueden
incluir visitas frecuentes al personal de enfermería escolar.
Aislamiento social.
Puede resultar difícil notar la diferencia entre los altibajos en el estado de ánimo que simplemente
forman parte de la vida de los jóvenes y la depresión adolescente. Habla con tu hijo adolescente.
Intenta determinar si tu hijo es capaz de manejar sentimientos difíciles o si la vida le parece
abrumadora.
Es probable que los síntomas de depresión no mejoren por sí solos y pueden empeorar o provocar
otros problemas si no se los trata. Los adolescentes deprimidos pueden estar en riesgo de suicidio,
incluso si los signos y síntomas no parecen graves.
Si eres adolescente y crees que puedes estar deprimido, o si tienes un amigo que puede estar
deprimido, no esperes para pedir ayuda. Habla con un profesional de salud como el médico o
acude a la enfermería de la escuela. Comparte tus inquietudes con tus padres, un amigo cercano,
un líder espiritual, un maestro o una persona en quien confíes.
Síntomas
El suicidio suele asociarse con la depresión. Si crees que puedes lastimarte o intentar suicidarte,
llama al 911 o al número local de emergencias de inmediato.
o En los EE. UU., llama o envía un mensaje de texto al 988 para comunicarte con
la Línea de Prevención del Suicidio y Crisis 988, disponible las 24 horas del día, los
siete días de la semana. O bien, usa el chat de ayuda en línea Lifeline Chat. El número
de la línea telefónica en español es 1-888-628-9454 (sin costo). Los servicios son
gratuitos y confidenciales.
o También puedes contactar al servicio de crisis para adolescentes en los EE. UU.,
denominado TXT 4 HELP: envía un mensaje con la palabra “safe” y tu ubicación actual
a 4HELP (44357) para recibir ayuda de inmediato, con la opción de interactuar por
mensaje.
O bien, si puedes hacerlo de manera segura, lleva a la persona a la sala de emergencias del
hospital más cercano.
Nunca ignores comentarios o inquietudes sobre el suicidio. Siempre adopta medidas para obtener
ayuda.
Se desconoce la causa exacta de la depresión, pero puede haber varios problemas implicados.
Estos incluyen los siguientes:
Hormonas. Es posible que los cambios en el equilibrio hormonal del cuerpo influyan en
causar o desencadenar la depresión.
Rasgos hereditarios. La depresión es más común en las personas que tienen parientes
consanguíneos (como uno de los padres o de los abuelos) con este trastorno.
Trauma de la primera infancia. Los eventos traumáticos durante la infancia, como el abuso
físico o emocional o la pérdida de uno de los padres, pueden causar cambios en el cerebro
que aumentan el riesgo de presentar depresión.
Factores de riesgo
Existen muchos factores que aumentan el riesgo de que se manifieste o se desencadene la
depresión adolescente. Entre estos, se incluyen los siguientes:
Tener problemas que impacten de forma negativa en su autoestima, como obesidad, malas
relaciones con sus compañeros, acoso prolongado o dificultades académicas.
Haber sido víctima de violencia o testigo de casos de violencia, como abuso sexual o físico.
Tener dolor constante o una enfermedad física crónica, como cáncer, diabetes o asma.
Tener ciertos rasgos de personalidad, como autoestima baja o depender demasiado de los
demás, ser autocrítico o pesimista.
Los antecedentes familiares y los problemas en el hogar o con otras personas pueden aumentar el
riesgo de que el adolescente sufra depresión. Por ejemplo:
Tener padres, abuelos u otros parientes consanguíneos con depresión, trastorno bipolar o
problemas por consumo de alcohol.
Haber vivido eventos de vida estresantes recientes, como el divorcio de los padres, el
servicio militar de los padres o la muerte de un ser querido.
Complicaciones
Problemas académicos
Conflictos familiares y problemas interpersonales
Prevención
No existe una manera definitiva de prevenir la depresión. Sin embargo, las siguientes estrategias
pueden ser útiles. Alienta a tu hijo adolescente a hacer lo siguiente:
Practicar hábitos de cuidado personal, por ejemplo, mediante la creación de una rutina de
sueño saludable y el uso responsable y moderado de la electrónica
Obtener tratamiento ante el primer signo de un problema para ayudar a impedir que la
depresión empeore
La depresión adolescente, relacionada con el aumento del uso de redes sociales y televisión
Los expertos señalan que "regular el uso de los medios sociales y la televisión de los adolescentes
podría ser una forma de ayudar a los jóvenes a controlar el estado de ánimo depresivo o la
vulnerabilidad a los síntomas depresivos".
Un nuevo estudio realizado por un equipo de científicos del Centro Hospitalario Universitario
Sainte-Justine y la Universidad de Montréal ha revelado que el uso de las redes sociales y la
televisión están relacionados con el aumento de los síntomas depresivos de los
adolescentes.
El estudio, publicado el pasado 15 de julio en 'JAMA Pediatrics', apunta a que una frecuencia más
alta de la media en el uso de las redes sociales y la televisión durante cuatro años predice
síntomas más graves de depresión en ese mismo período de tiempo. Además de una
vulnerabilidad común potencial vinculada a ambos conjuntos de comportamientos, el estudio
demuestra que, si los adolescentes informaban que el uso de las redes sociales y la televisión
superaban su nivel de uso promedio en un año determinado, sus síntomas de depresión
también aumentaban ese mismo año.
Por lo tanto, cuanto más tiempo pasan los adolescentes en las redes sociales y frente a la
televisión, más graves son sus síntomas de depresión. Los juegos de vídeo y el uso de
computadoras por encima de la media y otras búsquedas en Internet también se incluyeron en el
estudio, pero no se identificaron como factores predictivos de depresión en la adolescencia.
El estudio probó tres hipótesis explicativas: desplazamiento, comparación social ascendente y
espirales de refuerzo. Los datos de los adolescentes parecían ajustarse a las dos últimas hipótesis:
no hubo pruebas de que el tiempo de detección afectara la depresión de los adolescentes al
reducir su participación en actividades físicas, pero sí hubo pruebas de que interactuar con
medios de comunicación que eran más propicios para promover comparaciones sociales
ascendentes fue particularmente asociado con reducciones en la autoestima, que luego
explicaron aumentos en los síntomas depresivos.
El estudio también encontró evidencia de que las redes sociales, y no otras actividades basadas
en la pantalla, podrían promover aún más los síntomas depresivos en aquellos que ya
experimentan síntomas depresivos, a través de un proceso espiral de refuerzo.
Estos resultados son consistentes con hipótesis previas sobre cómo se desarrolla la depresión.
"Las redes sociales y la televisión son formas de medios que exponen con frecuencia a los
adolescentes a imágenes de otros en situaciones más prósperas, como otros adolescentes
con cuerpos perfectos y un estilo de vida más emocionante o lujoso. Además, a partir de la
teoría de las espirales reforzadas, las personas buscan y seleccionan información congruente con
su estado de ánimo actual", explican.
Así, "las características algorítmicas de la televisión y, en particular, las redes sociales, crean y
mantienen un bucle de retroalimentación al sugerir un contenido similar a los usuarios en función
de su comportamiento de búsqueda y selección anterior. El estado depresivo de una persona
influye en sus opciones de visualización, cuanto más contenido similar se sugiere y se
proporciona".
El equipo del doctor Conrod siguió a casi 4.000 adolescentes canadienses de 12 a 16 años de
edad que formaron parte de la Prueba de Co-Venture. Cada año de la escuela secundaria, se les
pidió a los adolescentes que controlara el tiempo que pasaron frente a las pantallas digitales y
especificaran la cantidad de tiempo que dedicaron a participar en cuatro tipos diferentes de
actividades en la pantalla (redes sociales, televisión, juegos de vídeo y uso de computadora).
A su juicio, es muy alentador desde una perspectiva de prevención. "La identificación temprana
de la vulnerabilidad a la depresión les da a los médicos y padres una gran cantidad de
tiempo para intervenir. Regular el uso de los medios sociales y la televisión de los adolescentes
podría ser una forma de ayudar a los jóvenes a controlar el estado de ánimo depresivo o la
vulnerabilidad a los síntomas depresivos", recomienda.
Datos y cifras
En el mundo, uno de cada siete jóvenes de 10 a 19 años padece algún trastorno
mental, un tipo de trastorno que supone el 13% de la carga mundial de morbilidad en
ese grupo etario.
La depresión, la ansiedad y los trastornos del comportamiento se encuentran entre
las principales causas de enfermedad y discapacidad entre los adolescentes.
El suicidio es la cuarta causa de muerte entre los jóvenes de 15 a 29 años.
El hecho de no ocuparse de los trastornos de salud mental de los adolescentes tiene
consecuencias que se extienden a la edad adulta, perjudican la salud física y mental
de la persona y restringen sus posibilidades de llevar una vida plena en el futuro.
Introducción
Una de cada seis personas tiene entre 10 y 19 años de edad. La adolescencia es una
etapa única y formativa, pero los cambios físicos, emocionales y sociales que se producen
en este periodo, incluida la exposición a la pobreza, los malos tratos o la violencia, pueden
hacer que los adolescentes sean vulnerables a problemas de salud mental. Protegerlos de
la adversidad, promover en ellos el aprendizaje socioemocional y el bienestar psicológico,
y garantizar que puedan acceder a una atención de salud mental son factores
fundamentales para su salud y bienestar durante esos años y la edad adulta.
Aunque en el mundo, según se calcula, uno de cada siete adolescentes de 10 a 19 años
(14%) padece algún trastorno mental (1), estas enfermedades siguen en gran medida sin
recibir el reconocimiento y el tratamiento debidos.
Los adolescentes con trastornos mentales son particularmente vulnerables a sufrir
exclusión social, discriminación, problemas de estigmatización (que afectan a la
disposición a buscar ayuda), dificultades educativas, comportamientos de riesgo, mala
salud física y violaciones de derechos humanos.
Trastornos emocionales
Los trastornos del comportamiento se presentan con una mayor frecuencia entre los
adolescentes jóvenes que entre los adolescentes mayores. El trastorno por déficit de
atención con hiperactividad (TDAH), caracterizado por la dificultad para prestar atención,
un exceso de actividad y comportamientos en los que no se tienen en cuenta las
consecuencias, lo padece el 3,1% de los adolescentes de 10 a 14 años y el 2,4% de los de
15 a 19 años (1). El trastorno disocial (con síntomas de comportamiento destructivo o
desafiante) se produce en el 3,6% de los adolescentes de 10-14 años y en el 2,4% de los
de 15-19 años (1). Los trastornos del comportamiento pueden afectar a la educación de los
adolescentes y el trastorno disocial puede dar lugar a comportamientos delictivos.
Psicosis
Suicidio y autolesiones
El suicidio es la cuarta causa de muerte entre los adolescentes mayores (15 a 19 años) (2).
Los factores de riesgo del suicidio son diversos: abuso del alcohol, malos tratos en la
infancia, estigmatización a la hora de buscar ayuda, obstáculos que impiden recibir
atención y el disponer de medios para suicidarse. Los medios digitales, como cualquier
otro medio, pueden desempeñar un papel importante en la mejora o el empeoramiento de
las medidas de prevención del suicidio.
Conductas de riesgo
Promoción y prevención
Es crucial abordar las necesidades de los adolescentes que padecen trastornos de salud
mental. En el caso de la salud mental de los adolescentes es clave evitar la
institucionalización y la medicalización excesiva, priorizar las soluciones no farmacológicas
y respetar los derechos de los niños recogidos en la Convención de las Naciones Unidas
sobre los Derechos del Niño y otros instrumentos de derechos humanos.
Respuesta de la OMS
(1) Institute of health Metrics and Evaluation. Global Health Data Exchange (GHDx)
Servicio de Oncología Pediátrica. Instituto Oncológico Dr. Luis Razetti. Caracas, Venezuela
Correspondencia: Dra. Valentina Rodríguez C. Servicio de Pediatría. Instituto Oncológico Dr. Luis
Razetti Calle Real de Cotiza, Cotiza, Caracas. Tel: 0212 5525611. E- mail:valenroca@yahoo.es
RESUMEN
INTRODUCCIÓN
El cáncer es una enfermedad que se caracteriza por una división y crecimiento descontrolado de
las células. Dichas células poseen la capacidad de invadir el órgano donde se originaron, de viajar
por la sangre y el líquido linfático hasta otros órganos más alejados y crecer en ellos (1,2).
De acuerdo a esto los tipos de cáncer más comunes en adolescentes son: leucemias, linfomas,
tumores óseos, sarcomas de tejidos blandos, tumores del sistema nervioso central.
Las enfermedades crónicas son cada vez más prevalentes en adolescentes, y al mismo tiempo,
éstas suelen asociarse a trastornos mentales, psicológicos o psiquiátricos, que deberán ser
detectados a tiempo para lograr un tratamiento y una prevención adecuados.
En este sentido y específicamente con el cáncer, se ha venido desarrollando la psico-oncología,
subespecialidad que intenta dar respuesta a los factores psicológicos relacionados con la aparición
del cáncer, así como también a las reacciones emocionales del paciente y su familia, brindándole
herramientas posibles y necesarias para convivir con su enfermedad (5).
Una vez pasada la etapa inicial del diagnóstico y el impacto que este conlleva, se inicia un largo
proceso de tratamiento, en el que la familia y el adolescente deberán enfrentarse a una serie de
circunstancias muy demandantes que suponen cambios en la autoimagen del adolescente y en el
funcionamiento familiar.
En la terapéutica del cáncer se da la paradoja que el propio tratamiento, por sus características,
puede aumentar el riesgo de alteraciones en el ajuste psicosocial del adolescente y su familia. Las
características del tratamiento del cáncer que lo hacen diferente de otras enfermedades crónicas y
suponen un factor de riesgo de alteraciones psiquiátricas son las siguientes:
HOSPITALIZACIONES
Los métodos de diagnóstico y tratamiento suelen en ocasiones ser dolorosos y causan numerosos
efectos secundarios, con lo que el tratamiento del cáncer se convierte en una fuente de estrés muy
importante, con el significado psicológico de indefensión frente a lo externo que ello puede
conllevar (6). La ansiedad que provocan estos procedimientos puede traducirse en síntomas
psiquiátricos aislados y con cierta frecuencia se dan reacciones de ansiedad anticipatoria, que
pueden interferir con el cumplimiento del tratamiento (6).
EFECTOS SECUNDARIOS
Cada vez más el período de supervivencia al cáncer infantil es mayor. Ello requiere un largo
seguimiento con revisiones médicas frecuentes mantenidas durante años. A diferencia de los
adolescentes con otras enfermedades crónicas, los diagnosticados de cáncer experimentan una
ansiedad progresivamente mayor con el transcurso del tratamiento (6). Durante toda la enfermedad
e incluso después de alcanzada la remisión, la familia y el paciente deben vivir con la incertidumbre
de la supervivencia.
Entrar en el mundo de los adultos significa para el adolescente la pérdida de su condición de niño.
Los cambios psicológicos que se producen en este período, además de los cambios corporales,
llevan a una nueva relación con los padres y con el mundo (6).
Las características fundamentales que aparecen en este período son: búsqueda de sí mismo y de
la identidad, tendencia a relacionarse en grupos, evolución sexual manifiesta desde el autoerotismo
a la heterosexualidad adulta, actitud social reivindicatoria con tendencias antisociales de diversa
intensidad, contradicciones sucesivas en todas las manifestaciones de la conducta, dominada por
la acción, que constituye la forma de expresión más típica de este período de la vida, una
separación progresiva de los padres y constantes fluctuaciones del humor y del estado de
ánimo(8).
Según el manual de los trastornos mentales y del comportamiento (CIE-10) definen trastornos
mentales como la presencia de un comportamiento o de un grupo de síntomas identificables en la
práctica clínica, que en la mayoría de los casos se acompañan de malestar o interfieren en la
actividad del individuo (9).
En esta etapa el adolescente busca una imagen positiva de sí mismo, la cual se ve amenazada por
la presencia de una enfermedad crónica, que le provoca ansiedad y una intensificación de sus
trastornos emocionales. De forma paralela, se hace consciente del efecto psicológico, físico y
social de la misma, y además experimenta temores hacia las consecuencias fatales que puede
generar la enfermedad, como la invalidez y la muerte (11). Gallar y col. (12) afirman que la
adquisición de una enfermedad grave supone ante todo una situación de estrés y una amenaza
contra el bienestar del individuo, creándose así una alteración del estado emocional relacionado
con los temores e incertidumbres que sugiere el desarrollo de la enfermedad.
La mayoría de los adolescentes pueden lidiar con el caos emocional ocasionado por el cáncer, y no
sólo dar muestras de adaptación, sino también de crecimiento y desarrollo psicosocial positivo. Sin
embargo, otros desarrollan problemas psicológicos tales como depresión, ansiedad, trastornos del
sueño y dificultad en las relaciones interpersonales, así como no querer seguir el tratamiento
indicado (11-13).
En un estudio que se condujo con una muestra de 30 adolescentes norteamericanos con cáncer,
los autores encontraron que la tasa de depresión mayor no fue superior a la de la población en
general (16).
Para Kurs y col. (17) los trastornos adaptativos se presentarían en un 54 % - 70 % de los niños con
cáncer.
En un estudio realizado en una población venezolana, de adultos con cáncer, se encontró que el
77 % de los pacientes presentaron algún trastorno psiquiátrico. Entre los cuales se encontraron a
los trastornos adaptativos con una mayor prevalencia con el 22,22 %(18).
Son muchas las respuestas que el adolescente puede dar ante la enfermedad, sean reacciones
adaptativas, episodios depresivos o como trastornos debidos al cáncer. Entre las más comunes
encontramos: trastornos adaptativos, trastornos debido a enfermedad médica (Delirium), episodios
depresivos (9).
Sin embargo, también es posible que nos encontremos con reacciones que no llegan a ser
verdaderos trastornos psiquiátricos/mentales, donde podríamos encontrar:
REACCIONES PSICOLÓGICAS
Reacción depresiva que no cumplen los criterios diagnósticos para una depresión.
La evaluación de los trastornos mentales y/o reacciones psicológicas en este tipo de pacientes,
supone un avance y un aporte en el tratamiento integral, que incluye desde los procedimientos
médicos hasta la intervención psicológica acorde y a tiempo, lo que permitirá una atención
completa que redundará en calidad de vida y una mejor adaptación a la enfermedad (19).
Luego de solicitado y concedido el permiso por parte de padres y pacientes se procedió a realizar
en 3 sesiones, una por semana, entrevistas estructuradas (Modelo de historia psiquiátrica infantil y
adolescente) a cada adolescente y una entrevista inicial a los padres de estos, para recolectar
datos biopatográficos y de situación actual de los adolescentes, incluyendo desde el embarazo
hasta la actualidad, haciendo énfasis en examen mental y situación actual de los pacientes.
RESULTADOS
DISCUSIÓN
Luego encontramos con un porcentaje cercano al anterior, los episodios depresivos con un 42 %,
destacando igualmente que, de 11 adolescentes con este diagnóstico, 10 son de sexo masculino, 8
de los cuales se encuentran según la clasificación en adolescencia tardía. A pesar de las
diferencias encontradas en la bibliografía acerca de la presencia de alguna psicopatología durante
el desarrollo de la enfermedad en estos pacientes, resalta en algunos estudios revisados el énfasis
en la depresión, encontrando que los episodios depresivos se diagnostican en el 17 % de los
casos, frente al 1,8 % de la población infantil control y el 4 % de la población adolescente (14). En
un estudio que se condujo con una muestra de 30 adolescentes norteamericanos con cáncer, los
autores encontraron que la tasa de depresión mayor no fue superior a la de la población en general
(16); sin embargo, por no contar con estudios previos publicados acerca de este tema en
Venezuela, no es posible tener punto de referencia que permita comparar resultados, tomando en
cuenta, que a pesar de pertenecer a un mismo grupo etario, el estar incluido en una cultura y
sociedad diferente, nos permite hipotéticamente pensar que las manifestaciones psicológicas que
se presenten durante la fase de tratamiento del cáncer, no serán las mismas.
Cabe resaltar, que dentro de estos diagnósticos de depresión en la muestra, la tristeza era
manifestada en su mayoría a través de la rabia e irritabilidad, que paulatinamente iba
transformándose en afecto triste, lo cual podría ser explicado por el momento evolutivo de los
pacientes, en la bibliografía se expone que en esta etapa de la vida: la adolescencia, es común y
se espera que la manifestación de tristeza sea a través de la rabia.
De acuerdo a lo expuesto, en estudios previos señalan que la mayoría de los adolescentes pueden
lidiar con el caos emocional ocasionado por el cáncer, y no sólo dar muestras de adaptación, sino
también de crecimiento y desarrollo psicosocial positivo. Sin embargo, otros desarrollan problemas
psicológicos tales como depresión, ansiedad, trastornos del sueño y dificultad en las relaciones
interpersonales, así como no querer seguir el tratamiento indicado (11).
RECOMENDACIONES
Realizar otras investigaciones en el área con muestras más numerosas y con diferentes rangos de
edades.
Realizar investigaciones que evalúen por separado los diferentes trastornos mentales con escalas
estandarizadas y específicas para cada uno.
Contar en el equipo médico con la presencia de un psicólogo y/o psiquiatra, que pueda brindar las
herramientas necesarias para afrontar la enfermedad, a través de la psicoterapia de apoyo,
acompañamiento, apoyo a familiares, ayudando a disminuir niveles de ansiedad, a externalizar los
sentimientos y reacciones hacia la enfermedad, así como también para intervención
psicofarmacológica en caso de ser necesario.
Elaborar un plan de intervención grupal e individual, tanto para pacientes como familiares, para
fomentar la adaptación adecuada a la enfermedad y disminuir o evitar la presencia de trastornos
mentales, que puedan influir negativamente en los tratamientos médicos del cáncer.
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Ciudad de México, México DF: TEVA; 2007. [ Links ]
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Venezuela. Disponible en: URL: http://www.msds.gob.ve. [ Links ]
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