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El Día Mundial de la Salud Mental, que se celebra cada 10 de octubre, es una oportunidad

para romper con los estigmas que hay alrededor de este tema y educar en salud mental. Los
estigmas son una de las razones principales para que una persona con problemas o
trastornos mentales no acceda a servicios de salud, no solo en Colombia sino en el mundo.

Hace algunos años se pensaba que quienes tenían un diagnóstico de este tipo debían estar
internados en un manicomio, una idea que, aunque ha ido cambiando sigue alimentando la
autodiscriminación o la discriminación hacia las personas que presentan algún problema mental.
La persona puede resistirse a buscar ayuda o tratamiento, ser discriminada a nivel laboral, familiar
o social, violentada e incluso enfrentarse a servicios de salud mental insuficientes.
“La pandemia nos sirvió para reconocer más abiertamente estos problemas de salud. También
para mostrarnos que los servicios de salud mental que hay son de difícil acceso”, explica Lina
González, psiquiatra y líder de Salud y Bienestar en la Fundación Saldarriaga Concha.
La salud mental no significa ausencia de trastornos mentales, sino que es “un estado de bienestar
mental que permite a las personas hacer frente a los momentos de estrés de la vida, desarrollar
todas sus habilidades, poder aprender y trabajar adecuadamente y contribuir a la mejora de su
comunidad”, según la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Problema mental y trastorno mental

Aunque problema mental y trastorno mental son diferentes, los dos hacen parte de la salud mental.
Según el ABCÉ sobre la salud mental, sus trastornos y estigma del Ministerio de Salud y
Protección Social, los problemas mentales son más comunes y menos persistentes en el tiempo
que los trastornos, lo que tienen en común es que afectan la manera como la persona piensa,
siente y se comporta, solo que de una manera menos severa.
“En algún momento de nuestra vida experimentamos sentimientos de tristeza, ansiedad, insomnio
u otros síntomas que pueden generarnos malestar y algunos inconvenientes, pero que no llegan a
provocar un deterioro significativo en nuestra vida social, laboral o en otras áreas importantes de
nuestra actividad cotidiana”, dice el ABECÉ al referirse al problema mental.
Contrario a lo que sucede con los trastornos mentales que sí provocan deterioro significativo en
diferentes áreas de la vida. Entre los trastornos mentales, según el ABECÉ, están:

 Depresión
 Trastorno bipolar
 Esquizofrenia
 Epilepsia
 Consumo problemático de alcohol y otras sustancias psicoactivas
 Alzheimer y otras demencias
 Trastornos por estrés postraumático
 Trastorno obsesivo compulsivo
 Trastorno de pánico
 Insomnio primario.

Algunas de estas situaciones están muy presentes en la población mundial. De acuerdo con la
OMS, en 2019 una de cada ocho personas en el mundo padecía un trastorno mental; es decir, 970
millones de personas. Los más comunes fueron: ansiedad y trastornos depresivos.
En el caso de Colombia, la población ha presentado deterioro de la salud mental en los últimos 20
años. En 2017 una de cada diez personas padeció un trastorno mental.
Las problemáticas relacionadas con este deterioro, según el documento Conpes 3992 de 2020,
tienen que ver con “la baja coordinación intersectorial que genera desarticulación en la agenda
pública en salud mental y limitada gestión del conocimiento; entornos que no promueven la salud
mental y las competencias socioemocionales; y debilidades institucionales para la atención en
salud e inclusión social de víctimas de violencias y personas con problemas, trastornos mentales, o
consumo de [sustancias psicoactivas] SPA”.
Además, los reportes del Sistema Integrado de Información de la Protección Social (SISPRO), el
Observatorio Nacional de Convivencia y Salud Mental, y el Sistema de Vigilancia en Salud Pública
(SIVIGILA), dicen que en Colombia:

 La depresión es la segunda causa de carga de enfermedad.


 El 44,7 % de niñas y niños tienen indicios de algún problema mental y el 2,3 % tiene
trastorno por déficit de atención e hiperactividad.
 En la adolescencia los trastornos más frecuentes son la ansiedad, fobia social y depresión.
La ideación suicida se presenta en el 6,6 % de esta población (7,4 % en mujeres y 5,7 %
en hombres). En la adultez, el 6,7 % ha experimentado trastornos afectivos.
 En 2021 se notificaron 29.792 casos de intento suicida, que representan una tasa de
incidencia de intento suicida del 58.4 por cada 100.000 habitantes. Mientras que, en 2020
se reportó una tasa ajustada de mortalidad por trastornos mentales y del comportamiento
del 2.19, por lesiones autoinfligidas intencionalmente del 5.29, y por epilepsia del 1.74.

Por qué se afecta la salud mental

La salud mental puede verse afectada por diferentes factores. Hay factores individuales, sociales,
estructurales, psicológicos, biológicos, emocionales, abuso de sustancias, genética, exposición a
circunstancias desfavorables como pobreza, violencia y desigualdad.
En este sentido, la promoción y la prevención de la salud mental requiere de trabajo intersectorial y
transectorial para reducir los riesgos, no es solo responsabilidad del sector salud. En este aspecto,
González dice que los gobiernos tienen la importante misión de garantizar acceso a los servicios
básicos y a las oportunidades.
“Tener salud mental en donde hay pobreza extrema es difícil. La salud mental involucra salud,
vivienda, trabajo y todos los escenarios en los que los seres humanos nos desenvolvemos.
Elementos como el acceso al agua potable o a educación no dependen de nosotros, sino del
Estado. Ahí los gobiernos tienen una misión muy importante”, agrega la psiquiatra.

Cómo cuidar la salud mental

En cuanto a lo que depende de nosotros para cuidar la salud mental, la experta menciona algunos
consejos, como:

 Hacer ejercicio
 Alimentarse y dormir bien
 Tener hábitos de vida saludable
 Lograr la mayor cantidad de actividad cognitiva (leer en papel, hacer juegos de mesa y
ejercicios matemáticos y atencionales)
 Construir relaciones interpersonales sanas
 Leer temas diversos para desarrollar el pensamiento crítico
 Aprender a regular nuestras emociones (va de la mano con aprender a respirar, a meditar,
a hacer yoga o a rezar)
 Hablar sobre nuestras emociones.

“Importante aprender a limitar el uso de redes sociales por internet. En Instagram, Facebook,
TikTok… vemos a todo el mundo feliz y terminamos pensando que sentir tristeza o angustia es
anormal o inadecuado y en realidad son situaciones que vivimos y tenemos que responder de
alguna manera a ellas”, agrega González.
Para la prevención del suicidio, la OMS recomienda fomentar una cobertura mediática responsable,
promover el aprendizaje socioemocional en los adolescentes y favorecer la intervención temprana.
En cuanto a la promoción de la salud mental de los niños y adolescentes, esta organización
sugiere apoyo a los cuidadores para que ofrezcan cuidado cariñoso, dar recursos para mejorar la
calidad de los entornos comunitarios y tener una línea de aprendizaje socioemocional en las
escuelas. Para el entorno laboral menciona la legislación y la reglamentación, estrategias
organizacionales, capacitación de gerentes e intervenciones dirigidas a los trabajadores.

Políticas en cada país

Igualmente, la OMS se ha comprometido a aplicar el Plan de Acción Integral sobre Salud Mental
2013-2030 con el objetivo de mejorar la salud mental mediante liderazgo y gobernanza más
eficaces. “El Atlas de Salud Mental 2020 de la OMS mostró que los países habían obtenido
resultados insuficientes en relación con los objetivos del plan de acción acordado”, señala la
organización.
Colombia cuenta con la Política Nacional de Salud Mental. Esta política está basada en la Ley
1616 de 2013, que contempla cinco ejes desde la promoción, la prevención, la rehabilitación y las
acciones intersectoriales. Además, da un marco claro de lo que el país debe hacer basado en la
evidencia.
“El país tiene la ruta integral de salud mental, pero todavía nos falta. Creo que más que leyes o
normativas necesitamos implementar lo que ya está definido, escrito y con buena evidencia. Hay
una tarea grande como comunidad. El Día Mundial de la Salud Mental debe ayudarnos a trabajar
sobre el estigma de la salud mental, que al final termina siendo la barrera de acceso más
importante para las personas que tienen cualquier problema de orden mental”, concluye la
psiquiatra.

Descripción general

La depresión en adolescentes es un problema de salud mental grave que provoca un sentimiento


de tristeza constante y una pérdida de interés en realizar diferentes actividades. Afecta la manera
en que tu hijo adolescente piensa, se siente y se comporta, y puede provocar problemas
emocionales, funcionales y físicos. Aunque la depresión puede ocurrir en cualquier momento de la
vida, los síntomas entre los adolescentes y los adultos pueden ser diferentes.

Algunos problemas como la presión de sus compañeros, las expectativas académicas y los
cuerpos que cambian pueden ocasionar muchos altibajos en los adolescentes. Sin embargo, para
algunos adolescentes, estar deprimido es mucho más que solo sentimientos temporales, sino que
es un síntoma de depresión.

La depresión en adolescentes no es una debilidad o algo que se pueda superar con fuerza de
voluntad, puede tener consecuencias graves y requiere tratamientos a largo plazo. Para la mayoría
de los adolescentes, los síntomas de depresión se calman con tratamientos como medicamentos y
terapia psicológica.
Productos y servicios

 Bibliografía: Mayo Clinic Family Health Book (Libro de Salud Familiar de Mayo Clinic) 5.ª edición

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Síntomas

Los signos y síntomas de depresión en los adolescentes incluyen un cambio en la actitud y el


comportamiento previos del adolescente que pueden provocar angustia y dificultades importantes
en la escuela o el hogar, en actividades sociales o en otros aspectos de la vida.

Los síntomas de depresión pueden variar en su gravedad, pero los cambios en las emociones y el
comportamiento del adolescente pueden incluir los siguientes ejemplos.

Cambios emocionales

Debes prestar atención a los cambios emocionales, tales como:

 Sentimientos de tristeza, los cuales pueden incluir episodios de llanto sin razón aparente

 Frustración o sentimientos de ira, incluso por asuntos menores

 Sentimientos de desesperanza o vacío

 Estado de ánimo irritable o molesto

 Pérdida del interés o del placer en las actividades cotidianas

 Pérdida de interés en familiares y amigos o estar en conflicto con ellos

 Autoestima baja

 Sentimientos de falta de valoración de sí mismo o culpa

 Fijación en fallas pasadas o autoinculpación o autocrítica excesiva

 Sensibilidad extrema al rechazo o al fracaso, y excesiva necesidad de aprobación

 Dificultad para pensar, concentrarse, tomar decisiones y recordar cosas

 Sensación continua de que la vida y el futuro son sombríos y desalentadores

 Pensamientos recurrentes de muerte o suicidio

Cambios en el comportamiento
Debes estar atento a cambios en el comportamiento, como, por ejemplo:

 Cansancio y pérdida de energía.

 Insomnio o dormir demasiado.

 Cambios en el apetito: falta de apetito y pérdida de peso, o más antojos por ciertos alimentos
y aumento de peso.

 Consumo de sustancias ilícitas o bebidas alcohólicas.

 Agitación o desasosiego: por ejemplo, paso intranquilo, frotarse las manos o la imposibilidad
de quedarse quieto.

 Lentitud al razonar, hablar o realizar movimientos corporales.

 Quejas frecuentes de dolores de cuerpo o cabeza que no tienen explicación y que pueden
incluir visitas frecuentes al personal de enfermería escolar.

 Aislamiento social.

 Bajo rendimiento escolar o ausencias frecuentes de la escuela.

 Menor atención a la higiene o al aspecto personales.

 Arrebatos de ira, comportamiento problemático o arriesgado, u otros comportamientos para


llamar la atención.

 Autolesiones: por ejemplo, cortarse o quemarse.

 Armar un plan de suicido o un intento de suicidio.

Qué es normal y qué no

Puede resultar difícil notar la diferencia entre los altibajos en el estado de ánimo que simplemente
forman parte de la vida de los jóvenes y la depresión adolescente. Habla con tu hijo adolescente.
Intenta determinar si tu hijo es capaz de manejar sentimientos difíciles o si la vida le parece
abrumadora.

Cuándo consultar al médico

Si los signos y síntomas de la depresión continúan, comienzan a interferir en la vida de tu hijo


adolescente o te causan inquietudes relacionadas con el suicidio o la seguridad de tu hijo
adolescente, habla con un médico o profesional de salud mental capacitado para trabajar con
adolescentes. Un buen inicio sería consultar con el médico de cabecera o el pediatra de tu hijo. O
tal vez podrían recomendarte a alguien en la escuela de tu hijo.

Es probable que los síntomas de depresión no mejoren por sí solos y pueden empeorar o provocar
otros problemas si no se los trata. Los adolescentes deprimidos pueden estar en riesgo de suicidio,
incluso si los signos y síntomas no parecen graves.

Si eres adolescente y crees que puedes estar deprimido, o si tienes un amigo que puede estar
deprimido, no esperes para pedir ayuda. Habla con un profesional de salud como el médico o
acude a la enfermería de la escuela. Comparte tus inquietudes con tus padres, un amigo cercano,
un líder espiritual, un maestro o una persona en quien confíes.

Síntomas

El suicidio suele asociarse con la depresión. Si crees que puedes lastimarte o intentar suicidarte,
llama al 911 o al número local de emergencias de inmediato.

Además, considera estas opciones si tienes pensamientos suicidas:

 Llama a un profesional de salud mental.

 Llama a la línea directa de prevención del suicidio.

o En los EE. UU., llama o envía un mensaje de texto al 988 para comunicarte con
la Línea de Prevención del Suicidio y Crisis 988, disponible las 24 horas del día, los
siete días de la semana. O bien, usa el chat de ayuda en línea Lifeline Chat. El número
de la línea telefónica en español es 1-888-628-9454 (sin costo). Los servicios son
gratuitos y confidenciales.

o También puedes contactar al servicio de crisis para adolescentes en los EE. UU.,
denominado TXT 4 HELP: envía un mensaje con la palabra “safe” y tu ubicación actual
a 4HELP (44357) para recibir ayuda de inmediato, con la opción de interactuar por
mensaje.

 Busca ayuda de tu médico de cabecera u otro proveedor de atención médica.

 Comunícate con un amigo íntimo o un ser querido.

 Comunícate con un pastor, un líder espiritual u otra persona de tu comunidad religiosa.


Si un ser querido o un amigo corre peligro de intentar suicidarse o ha intentado hacerlo, toma estas
medidas:

 Asegúrate de que alguien permanezca con esa persona.

 Llama al 911 o al número local de emergencias de inmediato.

 O bien, si puedes hacerlo de manera segura, lleva a la persona a la sala de emergencias del
hospital más cercano.

Nunca ignores comentarios o inquietudes sobre el suicidio. Siempre adopta medidas para obtener
ayuda.

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Causas

Se desconoce la causa exacta de la depresión, pero puede haber varios problemas implicados.
Estos incluyen los siguientes:

 Neuroquímica cerebral. Los neurotrasmisores son sustancias químicas que se encuentran


naturalmente en el cerebro y que trasmiten señales a otras partes del cerebro y del cuerpo.
Cuando estas sustancias químicas son anormales o se ven alteradas, la función de los
receptores y sistemas nerviosos cambia, lo que genera depresión.

 Hormonas. Es posible que los cambios en el equilibrio hormonal del cuerpo influyan en
causar o desencadenar la depresión.

 Rasgos hereditarios. La depresión es más común en las personas que tienen parientes
consanguíneos (como uno de los padres o de los abuelos) con este trastorno.

 Trauma de la primera infancia. Los eventos traumáticos durante la infancia, como el abuso
físico o emocional o la pérdida de uno de los padres, pueden causar cambios en el cerebro
que aumentan el riesgo de presentar depresión.

 Patrones aprendidos de pensamiento negativo. La depresión en los adolescentes puede


estar asociada a aprender a sentirse inútil, contrario a aprender a sentirse capaz de
encontrar soluciones para los desafíos de la vida.

Factores de riesgo
Existen muchos factores que aumentan el riesgo de que se manifieste o se desencadene la
depresión adolescente. Entre estos, se incluyen los siguientes:

 Tener problemas que impacten de forma negativa en su autoestima, como obesidad, malas
relaciones con sus compañeros, acoso prolongado o dificultades académicas.

 Haber sido víctima de violencia o testigo de casos de violencia, como abuso sexual o físico.

 Tener otras afecciones de salud mental, como trastorno bipolar, de ansiedad o de la


personalidad; sufrir anorexia o bulimia.

 Tener problemas de aprendizaje o trastorno por déficit de atención e hiperactividad.

 Tener dolor constante o una enfermedad física crónica, como cáncer, diabetes o asma.

 Tener ciertos rasgos de personalidad, como autoestima baja o depender demasiado de los
demás, ser autocrítico o pesimista.

 Consumir alcohol, nicotina u otras sustancias ilícitas.

 Ser gay, lesbiana, bisexual o transgénero en un entorno que no le brinda apoyo.

Los antecedentes familiares y los problemas en el hogar o con otras personas pueden aumentar el
riesgo de que el adolescente sufra depresión. Por ejemplo:

 Tener padres, abuelos u otros parientes consanguíneos con depresión, trastorno bipolar o
problemas por consumo de alcohol.

 Tener un familiar que se haya suicidado.

 Tener un familiar con problemas importantes para relacionarse o comunicarse.

 Haber vivido eventos de vida estresantes recientes, como el divorcio de los padres, el
servicio militar de los padres o la muerte de un ser querido.

Complicaciones

La depresión no tratada puede derivar en problemas emocionales, de conducta y de salud que


afecten todas las áreas de la vida de tu hijo adolescente. Entre las complicaciones relacionadas
con la depresión adolescente, se encuentran las siguientes:

 Abuso de drogas ilícitas y alcohol

 Problemas académicos
 Conflictos familiares y problemas interpersonales

 Suicidio o intentos de suicidio

Prevención

No existe una manera definitiva de prevenir la depresión. Sin embargo, las siguientes estrategias
pueden ser útiles. Alienta a tu hijo adolescente a hacer lo siguiente:

 Tomar medidas para controlar el estrés, aumentar la resiliencia y potenciar la autoestima


para ayudar a manejar los problemas cuando surgen

 Practicar hábitos de cuidado personal, por ejemplo, mediante la creación de una rutina de
sueño saludable y el uso responsable y moderado de la electrónica

 Buscar el apoyo social y de amigos, especialmente en momentos de crisis

 Obtener tratamiento ante el primer signo de un problema para ayudar a impedir que la
depresión empeore

 Si el médico lo recomienda, continuar con el tratamiento, incluso luego de que los


síntomas disminuyan, para ayudar a prevenir una recaída de los síntomas de la depresión

SALUD (REPORTE HERALDO)

La depresión adolescente, relacionada con el aumento del uso de redes sociales y televisión

Los expertos señalan que "regular el uso de los medios sociales y la televisión de los adolescentes
podría ser una forma de ayudar a los jóvenes a controlar el estado de ánimo depresivo o la
vulnerabilidad a los síntomas depresivos".

Un nuevo estudio realizado por un equipo de científicos del Centro Hospitalario Universitario
Sainte-Justine y la Universidad de Montréal ha revelado que el uso de las redes sociales y la
televisión están relacionados con el aumento de los síntomas depresivos de los
adolescentes.
El estudio, publicado el pasado 15 de julio en 'JAMA Pediatrics', apunta a que una frecuencia más
alta de la media en el uso de las redes sociales y la televisión durante cuatro años predice
síntomas más graves de depresión en ese mismo período de tiempo. Además de una
vulnerabilidad común potencial vinculada a ambos conjuntos de comportamientos, el estudio
demuestra que, si los adolescentes informaban que el uso de las redes sociales y la televisión
superaban su nivel de uso promedio en un año determinado, sus síntomas de depresión
también aumentaban ese mismo año.

Por lo tanto, cuanto más tiempo pasan los adolescentes en las redes sociales y frente a la
televisión, más graves son sus síntomas de depresión. Los juegos de vídeo y el uso de
computadoras por encima de la media y otras búsquedas en Internet también se incluyeron en el
estudio, pero no se identificaron como factores predictivos de depresión en la adolescencia.
El estudio probó tres hipótesis explicativas: desplazamiento, comparación social ascendente y
espirales de refuerzo. Los datos de los adolescentes parecían ajustarse a las dos últimas hipótesis:
no hubo pruebas de que el tiempo de detección afectara la depresión de los adolescentes al
reducir su participación en actividades físicas, pero sí hubo pruebas de que interactuar con
medios de comunicación que eran más propicios para promover comparaciones sociales
ascendentes fue particularmente asociado con reducciones en la autoestima, que luego
explicaron aumentos en los síntomas depresivos.
El estudio también encontró evidencia de que las redes sociales, y no otras actividades basadas
en la pantalla, podrían promover aún más los síntomas depresivos en aquellos que ya
experimentan síntomas depresivos, a través de un proceso espiral de refuerzo.
Estos resultados son consistentes con hipótesis previas sobre cómo se desarrolla la depresión.
"Las redes sociales y la televisión son formas de medios que exponen con frecuencia a los
adolescentes a imágenes de otros en situaciones más prósperas, como otros adolescentes
con cuerpos perfectos y un estilo de vida más emocionante o lujoso. Además, a partir de la
teoría de las espirales reforzadas, las personas buscan y seleccionan información congruente con
su estado de ánimo actual", explican.
Así, "las características algorítmicas de la televisión y, en particular, las redes sociales, crean y
mantienen un bucle de retroalimentación al sugerir un contenido similar a los usuarios en función
de su comportamiento de búsqueda y selección anterior. El estado depresivo de una persona
influye en sus opciones de visualización, cuanto más contenido similar se sugiere y se
proporciona".

El equipo del doctor Conrod siguió a casi 4.000 adolescentes canadienses de 12 a 16 años de
edad que formaron parte de la Prueba de Co-Venture. Cada año de la escuela secundaria, se les
pidió a los adolescentes que controlara el tiempo que pasaron frente a las pantallas digitales y
especificaran la cantidad de tiempo que dedicaron a participar en cuatro tipos diferentes de
actividades en la pantalla (redes sociales, televisión, juegos de vídeo y uso de computadora).

Además, los adolescentes completaron cuestionarios autoinformados sobre diversos síntomas


depresivos entre las edades de 12 y 16 años. Luego, después de la recopilación de datos, se
realizaron análisis estadísticos de los mismos. "Nuestra investigación revela que el aumento del
tiempo empleado en el uso de algunas formas de medios digitales en un año determinado predice
los síntomas depresivos en ese mismo año", señala Conrod.

A su juicio, es muy alentador desde una perspectiva de prevención. "La identificación temprana
de la vulnerabilidad a la depresión les da a los médicos y padres una gran cantidad de
tiempo para intervenir. Regular el uso de los medios sociales y la televisión de los adolescentes
podría ser una forma de ayudar a los jóvenes a controlar el estado de ánimo depresivo o la
vulnerabilidad a los síntomas depresivos", recomienda.

Salud mental del adolescente


https://www.who.int/es

Datos y cifras
 En el mundo, uno de cada siete jóvenes de 10 a 19 años padece algún trastorno
mental, un tipo de trastorno que supone el 13% de la carga mundial de morbilidad en
ese grupo etario.
 La depresión, la ansiedad y los trastornos del comportamiento se encuentran entre
las principales causas de enfermedad y discapacidad entre los adolescentes.
 El suicidio es la cuarta causa de muerte entre los jóvenes de 15 a 29 años.
 El hecho de no ocuparse de los trastornos de salud mental de los adolescentes tiene
consecuencias que se extienden a la edad adulta, perjudican la salud física y mental
de la persona y restringen sus posibilidades de llevar una vida plena en el futuro.

 Introducción

 Una de cada seis personas tiene entre 10 y 19 años de edad. La adolescencia es una
etapa única y formativa, pero los cambios físicos, emocionales y sociales que se producen
en este periodo, incluida la exposición a la pobreza, los malos tratos o la violencia, pueden
hacer que los adolescentes sean vulnerables a problemas de salud mental. Protegerlos de
la adversidad, promover en ellos el aprendizaje socioemocional y el bienestar psicológico,
y garantizar que puedan acceder a una atención de salud mental son factores
fundamentales para su salud y bienestar durante esos años y la edad adulta.
 Aunque en el mundo, según se calcula, uno de cada siete adolescentes de 10 a 19 años
(14%) padece algún trastorno mental (1), estas enfermedades siguen en gran medida sin
recibir el reconocimiento y el tratamiento debidos.
 Los adolescentes con trastornos mentales son particularmente vulnerables a sufrir
exclusión social, discriminación, problemas de estigmatización (que afectan a la
disposición a buscar ayuda), dificultades educativas, comportamientos de riesgo, mala
salud física y violaciones de derechos humanos.

 Determinantes de la salud mental

 La adolescencia es un período crucial para el desarrollo de hábitos sociales y emocionales


importantes para el bienestar mental. Algunos de estos son: la adopción de patrones de
sueño saludables; hacer ejercicio regularmente; desarrollar habilidades para mantener
relaciones interpersonales; hacer frente a situaciones difíciles y resolver problemas, y
aprender a gestionar las emociones. Es importante contar con un entorno favorable y de
protección en la familia, la escuela y la comunidad en general.
 Son muchos los factores que afectan a la salud mental. Cuantos más sean los factores de
riesgo a los que están expuestos los adolescentes, mayores serán los efectos que puedan
tener para su salud mental. Algunos de estos factores que pueden contribuir al estrés
durante la adolescencia son la exposición a la adversidad, la presión social de sus
compañeros y la exploración de su propia identidad. La influencia de los medios de
comunicación y la imposición de normas de género pueden exacerbar la discrepancia entre
la realidad que vive el adolescente y sus percepciones o aspiraciones de cara al futuro.
Otros determinantes importantes de la salud mental de los adolescentes son la calidad de
su vida doméstica y las relaciones con sus compañeros. La violencia (en particular la
violencia sexual y la intimidación), una educación muy severa por parte de los padres y
problemas socioeconómicos y problemas graves de otra índole constituyen riesgos
reconocidos para la salud mental.
 Algunos adolescentes corren mayor riesgo de padecer trastornos de salud mental a causa
de sus condiciones de vida o de una situación de estigmatización, discriminación,
exclusión, o falta de acceso a servicios y apoyo de calidad. Entre ellos se encuentran los
adolescentes que viven en lugares donde hay inestabilidad o se presta ayuda humanitaria;
los que padecen enfermedades crónicas, trastornos del espectro autista, discapacidad
intelectual u otras afecciones neurológicas; las embarazadas y los padres adolescentes o
en matrimonios precoces o forzados; los huérfanos, y los que forman parte de minorías de
perfil étnico o sexual, o de otros grupos discriminados.

 Trastornos emocionales

 Los adolescentes padecen trastornos emocionales con frecuencia. Los trastornos de


ansiedad (que pueden presentarse como ataques de pánico o preocupaciones excesivas)
son los más frecuentes en este grupo de edad, y más comunes entre adolescentes
mayores que entre adolescentes más jóvenes. Se calcula que el 3,6% de los adolescentes
de 10 a 14 años y el 4,6% de los de 15 a 19 años padece un trastorno de ansiedad.
También se calcula que el 1,1% de los adolescentes de 10 a 14 años y el 2,8% de los de
15 a 19 años padecen depresión. La depresión y la ansiedad presentan algunos síntomas
iguales, como son cambios rápidos e inesperados en el estado de ánimo.
 La ansiedad y los trastornos depresivos pueden dificultar profundamente la asistencia a la
escuela, el estudio y el hacer los deberes. El retraimiento social puede exacerbar el
aislamiento y la soledad. La depresión puede llevar al suicidio.

 Trastornos del comportamiento

 Los trastornos del comportamiento se presentan con una mayor frecuencia entre los
adolescentes jóvenes que entre los adolescentes mayores. El trastorno por déficit de
atención con hiperactividad (TDAH), caracterizado por la dificultad para prestar atención,
un exceso de actividad y comportamientos en los que no se tienen en cuenta las
consecuencias, lo padece el 3,1% de los adolescentes de 10 a 14 años y el 2,4% de los de
15 a 19 años (1). El trastorno disocial (con síntomas de comportamiento destructivo o
desafiante) se produce en el 3,6% de los adolescentes de 10-14 años y en el 2,4% de los
de 15-19 años (1). Los trastornos del comportamiento pueden afectar a la educación de los
adolescentes y el trastorno disocial puede dar lugar a comportamientos delictivos.

 Trastornos de la conducta alimentaria

 Los trastornos de la conducta alimentaria, como la anorexia nerviosa y la bulimia nerviosa,


suelen aparecer durante la adolescencia y la juventud. Este tipo de trastornos se presentan
con comportamientos alimentarios anormales y preocupación por la comida y, en la
mayoría de los casos, por el peso y la figura corporales. La anorexia nerviosa puede
producir la muerte prematura, a menudo debido a complicaciones médicas o al suicidio, y
tiene asociada una mortalidad superior a la de cualquier otro trastorno mental.

 Psicosis

 Los trastornos con síntomas de psicosis suelen aparecen a finales de la adolescencia o a


principios de la edad adulta. Algunos síntomas de la psicosis son alucinaciones o delirios.
Esas experiencias pueden afectar gravemente a la capacidad del adolescente para
participar en la vida diaria y la educación, y en muchos casos llevan a situaciones de
estigmatización o a violaciones de los derechos humanos.

 Suicidio y autolesiones

 El suicidio es la cuarta causa de muerte entre los adolescentes mayores (15 a 19 años) (2).
Los factores de riesgo del suicidio son diversos: abuso del alcohol, malos tratos en la
infancia, estigmatización a la hora de buscar ayuda, obstáculos que impiden recibir
atención y el disponer de medios para suicidarse. Los medios digitales, como cualquier
otro medio, pueden desempeñar un papel importante en la mejora o el empeoramiento de
las medidas de prevención del suicidio.

 Conductas de riesgo

 Muchos comportamientos de riesgo para la salud, como el consumo de sustancias o las


prácticas sexuales de riesgo, comienzan durante la adolescencia. Los comportamientos de
riesgo pueden responder a una estrategia inútil para hacer frente a dificultades
emocionales y pueden tener efectos muy negativos en el bienestar mental y físico del
adolescente.
 En todo el mundo, la prevalencia de los episodios de ingesta masiva de bebidas
alcohólicas entre los adolescentes de 15 a 19 años fue del 13,6% en 2016; el riesgo más
elevado correspondió a los hombres (3).
 El consumo de tabaco y de cannabis son problemas adicionales. Muchos fumadores
adultos consumen su primer cigarrillo antes de los 18 años. El cannabis es la droga que
más utilizan los adolescentes: en 2018, alrededor de un 4,7% de las personas de 15 a 16
años la consumieron al menos una vez (4).
 La comisión de actos violentos es una conducta de riesgo que puede aumentar las
probabilidades de que la persona tenga un bajo rendimiento educativo, sufra lesiones,
participe en delitos o muera. La violencia interpersonal fue clasificada en 2019 como una
de las causas principales de muerte entre los adolescentes de mayor edad (5).

 Promoción y prevención

 Las intervenciones de promoción de la salud mental de los adolescentes van orientadas a


fortalecer su capacidad para regular sus emociones, potenciar las alternativas a los
comportamientos de riesgo, desarrollar la resiliencia para gestionar situaciones difíciles o
adversas, y promover entornos y redes sociales favorables.
 Esos programas requieren un planteamiento que abarque múltiples niveles y varias
plataformas de difusión —por ejemplo, medios digitales, entornos de atención médica o
social, escuelas o la comunidad—, así como diversas estrategias para llegar a los
adolescentes, en especial a los más vulnerables.

 Detección y tratamiento tempranos

 Es crucial abordar las necesidades de los adolescentes que padecen trastornos de salud
mental. En el caso de la salud mental de los adolescentes es clave evitar la
institucionalización y la medicalización excesiva, priorizar las soluciones no farmacológicas
y respetar los derechos de los niños recogidos en la Convención de las Naciones Unidas
sobre los Derechos del Niño y otros instrumentos de derechos humanos.

 Respuesta de la OMS

 La OMS trabaja para desarrollar estrategias, programas y herramientas dirigidos a ayudar


a los gobiernos a dar respuesta a las necesidades de salud de los adolescentes.
 Por ejemplo, la Iniciativa para Ayudar a los Adolescentes a Prosperar (HAT, por sus siglas
en inglés) es una medida que llevan a cabo conjuntamente la OMS y el UNICEF para
fortalecer las políticas y programas para la salud mental de los adolescentes. Más
concretamente, las medidas que se llevan a cabo en el marco de la Iniciativa son para
promover la salud mental y para prevenir trastornos de esa índole. También están
destinadas a ayudar en la prevención de autolesiones y otros comportamientos de riesgo,
como el uso nocivo de alcohol y el consumo de drogas, que afectan negativamente a la
salud mental y física de los jóvenes.
 La OMS también ha elaborado un módulo sobre trastornos mentales y del comportamiento
en niños y adolescentes como parte de la guía de intervención del mhGAP 2.0. En ella
figuran protocolos clínicos basados en pruebas para evaluar y tratar diversos trastornos
mentales en entornos de atención no especializada.
 Además, la OMS está desarrollando y probando intervenciones psicológicas evolutivas
para tratar trastornos emocionales en adolescentes, y orientaciones sobre servicios de
salud mental para ese grupo de edad.
 La Oficina Regional de la OMS para el Mediterráneo Oriental ha elaborado un módulo de
formación en salud mental para educadores con miras a que se comprenda mejor la
importancia de la salud mental en el entorno escolar y a modo de guía para la aplicación
de estrategias con las que promover, proteger y recuperar la salud mental en los
estudiantes. En él figuran manuales y materiales de formación para ayudar a aumentar el
número de escuelas en las que se promueve la salud mental.

 (1) Institute of health Metrics and Evaluation. Global Health Data Exchange (GHDx)

 (2) Estimaciones Mundiales de Salud de la OMS 2000-2019


 (3) Global status report on alcohol and health 2018.
 (4) World Drug Report 2020
 (5) Estimaciones Mundiales de Salud de la OMS 2019 (2020)

Revista Venezolana de Oncología


versión impresa ISSN 0798-0582

Rev. venez. oncol. v.21 n.4 Caracas dic. 2009

Prevalencia de trastornos mentales en adolescentes con cáncer

Valentina Rodríguez, Claudia Sánchez, Nilda Rojas, Reina Arteaga

Servicio de Oncología Pediátrica. Instituto Oncológico “Dr. Luis Razetti”. Caracas, Venezuela
Correspondencia: Dra. Valentina Rodríguez C. Servicio de Pediatría. Instituto Oncológico “Dr. Luis
Razetti” Calle Real de Cotiza, Cotiza, Caracas. Tel: 0212 5525611. E- mail:valenroca@yahoo.es

RESUMEN

OBJETIVOS: Se planteó evaluar la prevalencia de trastornos mentales en adolescentes con


cáncer, a fin de conocer la presencia o no de estos trastornos. MÉTODOS: Se estudiaron 40
adolescentes con cáncer, del Instituto Oncológico “Dr. Luis Razetti”, a través de entrevistas clínicas
estructuradas, realizando el diagnóstico según los criterios expuestos en el manual de los
trastornos mentales y del comportamiento en niños y adolescentes (CIE-10). RESULTADOS: Se
encontró que un 65 % de los adolescentes presenta diagnóstico psiquiátrico, de ellos 46 % con
trastornos adaptativos, 42 % con episodios depresivos y un 12 % con trastorno de ansiedad
generalizada, incluyendo primordialmente manifestaciones ansiosas depresivas, irritabilidad,
preocupación excesiva y rabia.

CONCLUSIÓN: Podemos observar la importancia de conocer las manifestaciones psicológicas y


emocionales que se pueden presentar en el transcurso del tratamiento, así como los trastornos
mentales en estos adolescentes, como parte del proceso de adaptación, lo que nos muestra la
necesidad de un abordaje multidisciplinario, donde lo psicosocial juegue un papel fundamental,
para de esa manera evitar que las manifestaciones o reacciones psicológicas consideradas
normales para la situación, se conviertan en trastornos mentales, con las consecuencias que esto
conlleva, como por ejemplo una mayor dificultad para adaptarse a la enfermedad y una importante
disminución en la calidad de vida de estos adolescentes. Lo que hace énfasis en la prevención y el
apoyo psicológico desde el momento del diagnóstico.

PALABRAS CLAVE: Trastornos mentales, adolescentes, cáncer, oncología pediátrica,


psicosociología, adolescencia.

Recibido:14/05/2009 Revisado:01/07/2009 Aceptado para publicación:05/08/2009

INTRODUCCIÓN

El cáncer es una enfermedad que se caracteriza por una división y crecimiento descontrolado de
las células. Dichas células poseen la capacidad de invadir el órgano donde se originaron, de viajar
por la sangre y el líquido linfático hasta otros órganos más alejados y crecer en ellos (1,2).

En el cáncer de la población pediátrica el factor causal es multifactorial con el predominio de


mutaciones somáticas en 85 % de todos los casos, mientas que en el 15 % es transmitido por
genes; así, la proporción de neoplasias malignas en pediatría que poseen un componente
hereditario es reducida (3).

En Venezuela, el cáncer infantil representa el 3,9 % de todas las neoplasias malignas. La


incidencia de cáncer en menores de 15 años de edad, para el año 2005 fue de 1 661 nuevos casos
de los cuales 907 corresponden a neoplasias hematológicas y 754 a tumores sólidos. En el grupo
etario de 15 a 24 años, la incidencia de cáncer en el año 2005 fue de 969 nuevos casos de los
cuales 575 fueron neoplasias hematológicas y 394 tumores sólidos (4).

De acuerdo a esto los tipos de cáncer más comunes en adolescentes son: leucemias, linfomas,
tumores óseos, sarcomas de tejidos blandos, tumores del sistema nervioso central.

Las enfermedades crónicas son cada vez más prevalentes en adolescentes, y al mismo tiempo,
éstas suelen asociarse a trastornos mentales, psicológicos o psiquiátricos, que deberán ser
detectados a tiempo para lograr un tratamiento y una prevención adecuados.
En este sentido y específicamente con el cáncer, se ha venido desarrollando la psico-oncología,
subespecialidad que intenta dar respuesta a los factores psicológicos relacionados con la aparición
del cáncer, así como también a las reacciones emocionales del paciente y su familia, brindándole
herramientas posibles y necesarias para convivir con su enfermedad (5).

Una vez pasada la etapa inicial del diagnóstico y el impacto que este conlleva, se inicia un largo
proceso de tratamiento, en el que la familia y el adolescente deberán enfrentarse a una serie de
circunstancias muy demandantes que suponen cambios en la autoimagen del adolescente y en el
funcionamiento familiar.

En la terapéutica del cáncer se da la paradoja que el propio tratamiento, por sus características,
puede aumentar el riesgo de alteraciones en el ajuste psicosocial del adolescente y su familia. Las
características del tratamiento del cáncer que lo hacen diferente de otras enfermedades crónicas y
suponen un factor de riesgo de alteraciones psiquiátricas son las siguientes:

HOSPITALIZACIONES

Generalmente, los diferentes tratamientos de la enfermedad requieren de hospitalizaciones


constantes, ya sea para la realización de cirugía o para monitorizar la aplicación de algunos
fármacos de uso delicado. Por esto, la separación provocada por el ingreso no es experimentada
como una separación temporal, sino también como la posibilidad de una separación definitiva (6).

Las hospitalizaciones suponen además un ausentismo escolar importante con posibles


repercusiones sobre el rendimiento académico y la socialización.

PROCEDIMIENTOS MÉDICOS EMPLEADOS

Los métodos de diagnóstico y tratamiento suelen en ocasiones ser dolorosos y causan numerosos
efectos secundarios, con lo que el tratamiento del cáncer se convierte en una fuente de estrés muy
importante, con el significado psicológico de indefensión frente a lo externo que ello puede
conllevar (6). La ansiedad que provocan estos procedimientos puede traducirse en síntomas
psiquiátricos aislados y con cierta frecuencia se dan reacciones de ansiedad anticipatoria, que
pueden interferir con el cumplimiento del tratamiento (6).

EFECTOS SECUNDARIOS

Durante el tratamiento se producen efectos secundarios, algunos de ellos reversibles, como


náuseas, vómitos, caída del cabello, úlceras bucales, ganancia de peso, pero otros pueden ser
permanentes, como amputaciones, esterilidad.

SEGUIMIENTO A LARGO PLAZO

Cada vez más el período de supervivencia al cáncer infantil es mayor. Ello requiere un largo
seguimiento con revisiones médicas frecuentes mantenidas durante años. A diferencia de los
adolescentes con otras enfermedades crónicas, los diagnosticados de cáncer experimentan una
ansiedad progresivamente mayor con el transcurso del tratamiento (6). Durante toda la enfermedad
e incluso después de alcanzada la remisión, la familia y el paciente deben vivir con la incertidumbre
de la supervivencia.

La incertidumbre en el adolescente puede estar referida a las relaciones interpersonales,


experimentando dudas sobre la aceptación de sus compañeros, del trato que recibirán, su futuro
vocacional o su capacidad de tener hijos (7).
Los pacientes tienen una necesidad incrementada de dependencia de otros, falta de privacidad,
sumisión a normas y tratamientos, restricciones de sus actividades y sobreprotección por sus
padres. La pérdida de control que suele vivenciar por la presencia de la enfermedad, también
puede estar relacionada con la pérdida de control de las propias emociones (6).

Sentimientos negativos de aislamiento, rabia, culpa, vergüenza, soledad, apatía y confusión se


observan con frecuencia y están en relación con el miedo a la muerte, a la recurrencia de la
enfermedad o a los procedimientos médicos a los que en oportunidades diariamente se deben
someter (6).

Entrar en el mundo de los adultos significa para el adolescente la pérdida de su condición de niño.
Los cambios psicológicos que se producen en este período, además de los cambios corporales,
llevan a una nueva relación con los padres y con el mundo (6).

Las características fundamentales que aparecen en este período son: búsqueda de sí mismo y de
la identidad, tendencia a relacionarse en grupos, evolución sexual manifiesta desde el autoerotismo
a la heterosexualidad adulta, actitud social reivindicatoria con tendencias antisociales de diversa
intensidad, contradicciones sucesivas en todas las manifestaciones de la conducta, dominada por
la acción, que constituye la forma de expresión más típica de este período de la vida, una
separación progresiva de los padres y constantes fluctuaciones del humor y del estado de
ánimo(8).

Según el manual de los trastornos mentales y del comportamiento (CIE-10) definen trastornos
mentales como la “presencia de un comportamiento o de un grupo de síntomas identificables en la
práctica clínica, que en la mayoría de los casos se acompañan de malestar o interfieren en la
actividad del individuo” (9).

El adolescente enfermo además de preocuparse de los cambios normales en su vida y en su


desarrollo ha de preocuparse por su salud. También por la pérdida de la independencia que
recientemente haya adquirido. El impacto psicológico del cáncer puede ser más devastador a esta
edad que a cualquier otra, la enfermedad y su terapia dificultan (10), el desarrollo de una imagen y
una autoestima adecuadas, el establecimiento de una identidad a través de la socialización y la
formación de una identidad sexual.

En esta etapa el adolescente busca una imagen positiva de sí mismo, la cual se ve amenazada por
la presencia de una enfermedad crónica, que le provoca ansiedad y una intensificación de sus
trastornos emocionales. De forma paralela, se hace consciente del efecto psicológico, físico y
social de la misma, y además experimenta temores hacia las consecuencias fatales que puede
generar la enfermedad, como la invalidez y la muerte (11). Gallar y col. (12) afirman que la
adquisición de una enfermedad grave supone ante todo una situación de estrés y una amenaza
contra el bienestar del individuo, creándose así una alteración del estado emocional relacionado
con los temores e incertidumbres que sugiere el desarrollo de la enfermedad.

La mayoría de los adolescentes pueden lidiar con el caos emocional ocasionado por el cáncer, y no
sólo dar muestras de adaptación, sino también de crecimiento y desarrollo psicosocial positivo. Sin
embargo, otros desarrollan problemas psicológicos tales como depresión, ansiedad, trastornos del
sueño y dificultad en las relaciones interpersonales, así como no querer seguir el tratamiento
indicado (11-13).

Los estudios que tratan de averiguar la psicopatología durante el desarrollo de la enfermedad, se


han enfocado fundamentalmente en la depresión. Así, Kashani y col. (14) han sido los primeros en
estudiar las categorías psiquiátricas que aparecen en una población de niños con cáncer en
Norteamérica. Los episodios depresivos se diagnostican en el 17 % de los casos, frente al 1,8 %
de la población infantil control y el 4 % de la población adolescente.
Rait y col. (15) realizaron un estudio sobre las características de las consultas psiquiátricas en un
centro de oncología pediátrica en Norteamérica, y encontraron que los trastornos adaptativos era el
principal diagnóstico psicosocial.

En un estudio que se condujo con una muestra de 30 adolescentes norteamericanos con cáncer,
los autores encontraron que la tasa de depresión mayor no fue superior a la de la población en
general (16).

Para Kurs y col. (17) los trastornos adaptativos se presentarían en un 54 % - 70 % de los niños con
cáncer.

Los trastornos adaptativos, en sus diversas modalidades psicopatológicas, dependen en gran


medida de las reacciones familiares ante la incertidumbre pronostica del diagnóstico y de su
capacidad para hacer frente y, al mismo tiempo, servir de soporte tranquilizador para el
adolescente enfermo (17).

En un estudio realizado en una población venezolana, de adultos con cáncer, se encontró que el
77 % de los pacientes presentaron algún trastorno psiquiátrico. Entre los cuales se encontraron a
los trastornos adaptativos con una mayor prevalencia con el 22,22 %(18).

Son muchas las respuestas que el adolescente puede dar ante la enfermedad, sean reacciones
adaptativas, episodios depresivos o como trastornos debidos al cáncer. Entre las más comunes
encontramos: trastornos adaptativos, trastornos debido a enfermedad médica (Delirium), episodios
depresivos (9).

Sin embargo, también es posible que nos encontremos con reacciones que no llegan a ser
verdaderos trastornos psiquiátricos/mentales, donde podríamos encontrar:

REACCIONES PSICOLÓGICAS

• Reacciones de adaptación (conductas oposicionistas, rebeldía, ira, etc.).

• Reacciones defensivas (comportamientos regresivos, negación).

• Reacciones constituidas por experiencias mixtas emotivo-cognitivas (temor a la muerte,


sentimiento de culpa, etc.).

• Reacciones de inadaptación y reajuste (Angustia patológica, reacciones neuróticas: fobias,


conversión, obsesiones).

• Reacción depresiva que no cumplen los criterios diagnósticos para una depresión.

La evaluación de los trastornos mentales y/o reacciones psicológicas en este tipo de pacientes,
supone un avance y un aporte en el tratamiento integral, que incluye desde los procedimientos
médicos hasta la intervención psicológica acorde y a tiempo, lo que permitirá una atención
completa que redundará en calidad de vida y una mejor adaptación a la enfermedad (19).

El objetivo primordial es determinar la presencia o no de trastornos mentales y/o psiquiátricos, así


como su prevalencia. Por tanto, si gran número de adolescentes se adaptan bien a su enfermedad
y no necesitan de intervenciones psicosociales específicas, existen otros que van a presentar un
espectro amplio de síntomas psicológicos y neuropsicológicos, donde será necesario intervenir, no
solo psicosocialmente, sino, en la mayoría de los casos con técnicas más específicas: psicoterapia
individual, grupal, tratamiento familiar e incluso, en algunos de ellos psicofarmacológicamente.
MÉTODOS

Se realizó un estudio descriptivo con un diseño de investigación no experimental transversal (20).


La meta final es el resumen de la prevalencia de trastornos mentales en estos pacientes. Con una
muestra conformada por 40 adolescentes con diagnóstico de cáncer clasificándose según el tipo
de neoplasia en tumores sólidos y neoplasias hematológicas, del Instituto Oncológico “Dr. Luis
Razetti”, en fase de tratamiento (Quimioterapia, radioterapia, cirugía), sin antecedentes de
enfermedad psiquiátrica, evaluados durante el período enero-diciembre 2007, con edades
comprendidas entre 10 y 20 años, de los cuales 13 pacientes con edades entre 10 y 14 años
(adolescencia temprana), 27 pacientes entre 15 y 20 años (adolescencia tardía), 25 de sexo
masculino, 15 de sexo femenino.

Se realizó una selección intencional no probabilística, la elección de los pacientes no dependió de


la probabilidad, sino más bien de causas relacionadas con algunas características necesarias
requeridas para la presente investigación; el procedimiento no fue mecánico, ni en base a fórmulas
de probabilidad, sino más bien dependió del proceso de toma de decisiones de los investigadores
(20). No se controlaron variables como nivel socioeconómico, grado de instrucción, tipo de cáncer,
estadio de la enfermedad, procedencia domiciliaria ni condiciones ambientales para la evaluación.

Luego de solicitado y concedido el permiso por parte de padres y pacientes se procedió a realizar
en 3 sesiones, una por semana, entrevistas estructuradas (Modelo de historia psiquiátrica infantil y
adolescente) a cada adolescente y una entrevista inicial a los padres de estos, para recolectar
datos biopatográficos y de situación actual de los adolescentes, incluyendo desde el embarazo
hasta la actualidad, haciendo énfasis en examen mental y situación actual de los pacientes.

Posteriormente se procedió a la revisión de las entrevistas clínicas realizadas y se determinó el


diagnóstico psiquiátrico según los criterios diagnósticos expuestos en el manual de trastornos
mentales y del comportamiento en niños y adolescentes CIE-10.

Para el análisis de los datos se empleó el comando de cálculo de Microsoft Excel®.

Se evalúa una muestra de 40 adolescentes de pediatría oncológica, distribuidos según sus


características de la siguiente manera: se observó que el 19 % de la muestra posee una edad de
14 años, el 15 % una edad de 18 años, 14 % con 17 años, el 13 % con 20 años, el 10 % 15 y 16
años de edad, seguido por el 5 % con edades de 10 y 19 años y por último un 3 % con 11, 12 y 13
años de edad. El 66 % de pacientes en adolescencia tardía, 34 % adolescencia temprana. El 62 %
de la muestra es de sexo masculino, mientras que el 38 % de la muestra es de sexo femenino. Se
evidencia que el 44 % de la muestra procede de la región capital, el 13 % de la región
centrooccidental, seguido por el 12 % los llanos, un 10 % que procede de la región andina, así
como de Guayana. El 5 % de los adolescentes con procedencia de la región nor-oriental y, por
último, cada una con un 3 % las regiones zuliana y central.

El 32 % de la muestra presenta un diagnóstico de osteosarcoma, el 9 % con diagnósticos de


sarcoma de Ewing, linfoma Hodgkin y rabdomiosarcoma. Luego el 8 % con diagnósticos de tumor
neuroectodérmicos primitivos, linfoma no Hodgkin y tumores germinales (2 extra cerebrales y 1
cerebral). Un 5 % con carcinoma nasofaríngeo y por último un 3 % con diagnósticos de sarcoma
sinovial, melanocitoma primario del SNC, astrocitoma y tumor de Wilms.

RESULTADOS

Del total de adolescentes evaluados, 25 masculinos, 15 femeninas, el 65 % (18 de sexo masculino,


8 de sexo femenino) se observan con evidencia de trastornos mentales o psiquiátricos, mientras
que el 35 % (7 de sexo masculino, 7 de sexo femenino) se encontraron sin evidencia de trastorno
mental.
De acuerdo a los diversos diagnósticos realizados se evidenció que el 46 %, 8 de sexo masculino,
4 de sexo femenino, presentaron diagnóstico de trastornos adaptativos en sus diferentes
modalidades. Del total, un 19 %, de los cuales 4 son de sexo masculino, 1 de sexo femenino,
diagnosticados con trastorno adaptativo reacción mixta de ansiedad y depresión, seguido por el 15
%, 2 de sexo masculino, 2 sexo femenino con trastorno adaptativo predominio de otras emociones
y por último el 12 %, 2 adolescentes masculinos, 1 adolescente femenina, en la modalidad reacción
depresiva breve.

Posteriormente se encontró como segundo diagnóstico con el 42 %, 10 de sexo masculino, 1 de


sexo femenino, episodios depresivos, en dos de sus modalidades. El 34 %, 8 masculinos, 1
femenina, con episodio depresivo moderado, síndrome somático, y el 8 %, 2 adolescentes
masculinos con episodio depresivo leve.

Por último, encontramos que el 12 % de los adolescentes, 3 de sexo femenino presentaron un


diagnóstico de trastorno de ansiedad generalizada.

DISCUSIÓN

Para poder analizar la evidencia o no de trastornos mentales en adolescentes con cáncer, es


necesario tener en cuenta que estos se definen como la presencia de un grupo de síntomas, que
en la mayoría de los casos se acompañan de malestar o interfieren en la actividad diaria del
individuo (9). El adolescente enfermo además de preocuparse de los cambios normales en su vida
y en su desarrollo ha de preocuparse por su salud. La adquisición de una enfermedad grave
supone ante todo una situación de estrés y una amenaza contra el bienestar, creándose así una
alteración del estado emocional (12).

De los resultados obtenidos destaca que el 65 % de los adolescentes presentaron diagnóstico de


algún trastorno mental, resaltando que en su mayoría son de sexo masculino. De estos, el 46 %,
con presencia de trastornos adaptativos, en su gran mayoría también masculinos que se
encuentran dentro de la clasificación de adolescencia tardía, lo que coincide con estudios
realizados que indican que los trastornos adaptativos era el principal diagnóstico psicosocial (15) y
se presentarían en un 54 % - 70 % de los niños con cáncer (17). Es importante resaltar, que dentro
de los trastornos adaptativos, según la clasificación del CIE-10, se presentaron en un mayor
porcentaje aquellos con manifestaciones mixtas, es decir, tanto ansiosas como depresivas, seguido
por aquellos que mostraron predominio de otras emociones, donde la irritabilidad, la preocupación
excesiva y la regresión eran los síntomas primordiales, observándose que la capacidad del familiar
(principalmente la madre) para tolerar estos sentimientos y tranquilizar al adolescente, era
fundamental en la exacerbación o disminución de los síntomas, lo cual es corroborado en un
estudio anterior que refiere que los trastornos adaptativos, en sus diversas modalidades
psicopatológicas, dependen en gran medida de las reacciones familiares ante la incertidumbre y de
su capacidad para hacer frente y, al mismo tiempo, servir de soporte tranquilizador para el
adolescente (17).

Luego encontramos con un porcentaje cercano al anterior, los episodios depresivos con un 42 %,
destacando igualmente que, de 11 adolescentes con este diagnóstico, 10 son de sexo masculino, 8
de los cuales se encuentran según la clasificación en adolescencia tardía. A pesar de las
diferencias encontradas en la bibliografía acerca de la presencia de alguna psicopatología durante
el desarrollo de la enfermedad en estos pacientes, resalta en algunos estudios revisados el énfasis
en la depresión, encontrando que los episodios depresivos se diagnostican en el 17 % de los
casos, frente al 1,8 % de la población infantil control y el 4 % de la población adolescente (14). En
un estudio que se condujo con una muestra de 30 adolescentes norteamericanos con cáncer, los
autores encontraron que la tasa de depresión mayor no fue superior a la de la población en general
(16); sin embargo, por no contar con estudios previos publicados acerca de este tema en
Venezuela, no es posible tener punto de referencia que permita comparar resultados, tomando en
cuenta, que a pesar de pertenecer a un mismo grupo etario, el estar incluido en una cultura y
sociedad diferente, nos permite hipotéticamente pensar que las manifestaciones psicológicas que
se presenten durante la fase de tratamiento del cáncer, no serán las mismas.

Cabe resaltar, que dentro de estos diagnósticos de depresión en la muestra, la tristeza era
manifestada en su mayoría a través de la rabia e irritabilidad, que paulatinamente iba
transformándose en afecto triste, lo cual podría ser explicado por el momento evolutivo de los
pacientes, en la bibliografía se expone que en esta etapa de la vida: la adolescencia, es común y
se espera que la manifestación de tristeza sea a través de la rabia.

Por último, un 12 % de los adolescentes, únicamente femeninas, presentaron un diagnóstico de


trastorno de ansiedad generalizada, lo cual implicaba una exacerbación de los síntomas durante la
fase de tratamiento, sin embargo, la ansiedad estaba presente en casi todos los ámbitos de la vida
de estas pacientes, independientemente de la enfermedad o su tratamiento.

De acuerdo a lo expuesto, en estudios previos señalan que la mayoría de los adolescentes pueden
lidiar con el caos emocional ocasionado por el cáncer, y no sólo dar muestras de adaptación, sino
también de crecimiento y desarrollo psicosocial positivo. Sin embargo, otros desarrollan problemas
psicológicos tales como depresión, ansiedad, trastornos del sueño y dificultad en las relaciones
interpersonales, así como no querer seguir el tratamiento indicado (11).

Es recomendable destacar la diferencia observada entre el sexo masculino y femenino, a pesar de


haber sido una muestra mayor de adolescentes varones (62 %), en los trastornos adaptativos con
reacciones mixtas ansiosodepresivas y depresiva breve, sobrepasaron significativamente a las
adolescentes femeninas, en estas modalidades, así como también en los episodios depresivos,
donde la diferencia es mayormente significativa, de lo cual se podría pensar que los adolescentes
masculinos evaluados manifiestan el significado emocional producido por la enfermedad a través
de la tristeza, la rabia e irritabilidad, pasando de ser reacciones psicológicas esperadas a
convertirse en trastornos; mientras que las adolescentes femeninas parecieran responder de forma
más adecuada a la situación de enfermedad y tratamiento, y aquellas que llegan a presentar un
trastorno, tienen como manifestación o síntoma primordial la ansiedad. Al mismo tiempo, es de
gran importancia tomar en cuenta que la gran mayoría de los adolescentes que presentaron
diagnósticos de trastornos mentales, se encuentran, según la clasificación realizada por la OMS,
dentro de la adolescencia tardía, lo que nos permitiría pensar en que quizás los adolescentes
evaluados con edades entre 10-14 años contienen mayores capacidades emocionales y
psicológicas para enfrentar las adversidades y dificultades que puede acarrear la enfermedad y el
tratamiento. Además se podría hacer la hipótesis que en la adolescencia tardía están más
propensos a ver coartados sus planes en relación con la adultez y es posible que tengan menos
apoyo familiar que los de la adolescencia temprana, considerados aún niños. Al mismo tiempo,
considerando el conflicto dependencia e independencia de la adolescencia es posible que se den
sentimientos de frustración, mientras más edad se tiene, más difícil se hace nuevamente tener que
depender de otro: médico, enfermera, tratamiento, padres. Inicia la enfermedad cuando se acerca
la edad de la independencia, se vivencia como castrante, lo que a su vez implica un duelo de
mayor intensidad.

En conclusión, podemos observar la importancia de conocer las manifestaciones psicológicas y


emocionales que se pueden presentar en el transcurso del tratamiento, así como los trastornos
mentales en estos adolescentes, como parte del proceso de adaptación, lo que nos muestra la
necesidad de un abordaje multidisciplinario, donde lo psicosocial juegue un papel fundamental,
para de esa manera evitar que las manifestaciones o reacciones psicológicas consideradas
normales para la situación, se conviertan en trastornos mentales, con las consecuencias que esto
conlleva, como por ejemplo una mayor dificultad para adaptarse a la enfermedad y una importante
disminución en la calidad de vida de estos adolescentes. Lo que hace énfasis en la prevención y el
apoyo psicológico desde el momento del diagnóstico.
De los resultados obtenidos destaca que el 65 % de los adolescentes presentaron diagnóstico de
algún trastorno mental.

El 46 %, presentó diagnóstico de trastornos adaptativos, en su gran mayoría masculinos, con


manifestaciones mixtas, es decir, tanto ansiosas como depresivas, seguido por aquellos que
mostraron predominio de otras emociones, donde la irritabilidad, la preocupación excesiva y la
regresión eran los síntomas primordiales.

Con un 42 %, se observaron episodios depresivos, destacando igualmente, que de 11


adolescentes con este diagnóstico, 10 son de sexo masculino, dentro de estos diagnósticos, la
tristeza era manifestada en su mayoría a través de la rabia e irritabilidad.

Un 12 % de los adolescentes, únicamente femeninas, presentaron un diagnóstico de trastorno de


ansiedad generalizada, lo cual implicaba una exacerbación de los síntomas durante la fase de
tratamiento, sin embargo, la ansiedad estaba presente en casi todos los ámbitos de la vida de
estas pacientes.

Los adolescentes masculinos, en los trastornos adaptativos con reacciones mixtas


ansiosodepresivas y depresivas breves, sobrepasaron representativamente a las adolescentes
femeninas en estas modalidades, así como también en los episodios depresivos, donde la
diferencia es más evidente.

La gran mayoría de los adolescentes que presentaron diagnósticos de trastornos mentales, se


encuentran, según la clasificación realizada por la OMS, dentro de la adolescencia tardía.

RECOMENDACIONES

• Realizar otras investigaciones en el área con muestras más numerosas y con diferentes rangos de
edades.

• Realizar investigaciones que evalúen por separado los diferentes trastornos mentales con escalas
estandarizadas y específicas para cada uno.

• Realizar estudios sobre prevalencia de trastornos mentales de acuerdo al tipo de cáncer y al


estadio de la enfermedad en el cual se encuentre el niño o adolescente.

• Evaluar la prevalencia de trastornos mentales en otras fases de la enfermedad, como fase de


diagnóstico o fase de recaída.

• Contar en el equipo médico con la presencia de un psicólogo y/o psiquiatra, que pueda brindar las
herramientas necesarias para afrontar la enfermedad, a través de la psicoterapia de apoyo,
acompañamiento, apoyo a familiares, ayudando a disminuir niveles de ansiedad, a externalizar los
sentimientos y reacciones hacia la enfermedad, así como también para intervención
psicofarmacológica en caso de ser necesario.

• Elaborar un plan de intervención grupal e individual, tanto para pacientes como familiares, para
fomentar la adaptación adecuada a la enfermedad y disminuir o evitar la presencia de trastornos
mentales, que puedan influir negativamente en los tratamientos médicos del cáncer.

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