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CAPÍTULO X

LA COLONIZACIÓN SECUNDARIA
El concepto de colonización secundaria que utilizaremos aquí puede prestarse a
innumerables discusiones. En primer lugar podría argüirse que no es lícito introducir
una discontinuidad que la historia concreta no justifica. Nadie, digamos aquí, ha
estudiado el fenómeno de la expansión colonizadora, a partir de las primeras
experiencias de su evolución, introduciendo una diferencia demasiado estricta para lo
cual hubiera sido necesaria una definición más rigurosa. Creemos, sin embargo, que
existen algunos rasgos muy nítidos que nos permitirán elaborar este “tipo” de
colonización, y que esta construcción tiene su correlato en la historia concreta.

La colonización que nosotros denominamos “secundaria” fue, a diferencia de


la colonización oficial inicial, una colonización de hecho en la cual primero se fue
produciendo la ocupación del espacio y luego se emitieron normas que encuadraban ese
fenómeno de existencia real. Fijemos entonces esta idea central: en los comienzos de
esta colonización secundaria se repitió el fenómeno de fines del siglo pasado a través
del carácter espontáneo de la antropodinamia.

El segundo rasgo importante a tener en cuenta es el poblamiento sobre


picadas o rutas trazadas desde épocas antiguas por los yerbateros y también en picadas
abiertas por algunos pioneros individuales que llegaban en busca de tierras desde Brasil
o de algunas colonias argentinas antiguas.

El tercer rasgo lo constituye el hecho de que esta colonización ya no respondió


al proyecto de repoblar los antiguos pueblos de las Misiones jesuíticas, los cuales ya
habían sido total o parcialmente repoblados durante la colonización oficial nacional
planificada. Se trataba, por lo tanto, de tierras abiertas por primera vez a la ocupación
humana, salvo la indígena, que nunca llegó a ser muy importante en el dorsal central de
la provincia ya que más bien se situó cerca de los grandes cursos fluviales. Eran por lo
tanto, tierras vírgenes, de gran fertilidad aunque las pendientes no fueran muchas veces
propicias a la agricultura. Por esta razón se adoptó el sistema lineal.

Las colonias creadas a partir de esta ocupación espontánea estaban constituidas


por colonos expertos en los cultivos subtropicales, que poseían un alto grado de
adaptación al medio pues provenían de antiguas colonias de Brasil o bien del exceso de
población de las colonias argentinas.

Creemos que estos rasgos son suficientes para diferenciar este tipo de
cualquiera de los ya descriptos en los capítulos anteriores. Una vez que estas colonias
comenzaron a evolucionar recibieron un aporte numeroso e incontenible que motivó la
creación de varias ciudades entre las que se destaca Oberá, que es la que nos
detendremos con preferencia, ejemplificada como ninguna el carácter multiétnico de la
sociedad.

En este capítulo estudiaremos las fases históricas más importantes del proceso
de iniciación, consolidación y expansión de la colonización secundaria así como las
formas articulatorias en las que se vio involucrada en el contexto provincial y regional.
También analizaremos en particular algunos casos específicos como el proceso de
formación de la colonia y ejido urbano de Oberá por constituir el caso más
representativo de este proceso.

La colonización secundaria generó el surgimiento de importantes colonias


agrícolas y también de varias ciudades cuyo crecimiento no ha cesado en los últimos 50
años y entre las que destacan además de Oberá, Campo Grande, Campo Viera, Campo
Ramón, Aristóbulo del Valle, Leandro Alem, 2 de Mayo, etcétera. Estas poblaciones se
sitúan sobre el segundo eje en importancia de la provincia: la ruta 14, cuyo recorrido
total de más de 1.000 km. une Bernardo de Irigoyen, en Misiones, con Buenos Aires. En
la mayor parte de su recorrido bordea el río Uruguay, pero al entrar en Misiones cruza
longitudinalmente la provincia muy lejos de la costa, y va uniendo como cuentas de un
collar las colonias y conglomerados urbanos más importantes.

Los comienzos

Al describir la provincia en épocas de la formación del frente extractivo y de


los momentos iniciales de la penetración en el interior misionero aludimos a las picadas
que unían las costas de los ríos Paraná y Uruguay y que se internaban en busca de los
yerbales naturales. Los más famosos y codiciados de estos manchones fueron por su
tamaño y accesibilidad los de Campo Grande y Yerbal Viejo. Hacia esas picadas y vías
de penetración se volcaron los pioneros a partir de una fecha imprecisa que según las
memorias y relatos de éstos puede fijarse en 1911 o 1912.

En otros casos, como ocurrió en Alem, se comenzó a ocupar una picada desde
ambos extremos simultáneamente y en un lugar en que funcionaba un almacén de ramos
generales se concentró la vida social originando luego la ciudad.

Estos pioneros exploraban la comarca buscando las manchas de yerba natural,


los mejores cursos de agua, las tierras más aptas para plantar yerba u otros cultivos; los
terrenos dependientes más adecuadas y las parcelas que poseyeran maderas más útiles o
valiosas. Todos estos factores se tenían en cuenta.

Luego, y una vez que se ocupaban las tierras y se comenzaban a cultivar, como
se trataba de la franja de tierras fiscales, los colonos se organizaban en comisiones o
grupos más o menos informales e iniciaban las gestiones ante el Estado apelando a las
leyes de tierras y colonización vigentes para legalizar su situación. Pero, desde el primer
momento la situación no podía ser más caótica por las mensuras rudimentarias que los
propios colonos intentaban, aunque fuera en forma provisoria. Esta situación que dejó
una herencia difícil de resolver y que se ha perpetuado hasta el presente con a
consiguiente precariedad en los títulos de propiedad, es uno de los más graves
problemas a resolver en la zona central rural de Misiones.
Leandro N. Alem: el almacén convertido en ciudad

Cuando los actuales planificadores estudian los centros de servicio rurales con
el propósito de desplegar una política para fortalecerlos y contribuir a su desarrollo tal
vez tengana ................ndo llevó el nombre de Mecking y ese año se fundó oficialmente
el pueblo de Leandro N. Alem.

El agrimensor Francisco Foulliand fue el encargado de mensurar la picada que


hasta ese momento sólo servía como camino de mulas. La mensura estuvo terminada en
1904. El gobierno se mostró muy interesado en poblar con colonos esta zona para lo
cual inició gestiones ante el gobierno nacional. Sin embargo, la colonización se fue
dando rápidamente en forma espontánea por el empuje de los propios colonos.

“El poblamiento de la picada no se realizó en un solo sentido, no se inició en


un determinado lugar. Hubo dos pautas de penetración a la vez: Bonpland y
San Javier. Los pobladores que penetraron por Bonpland comenzaron a
instalarse a partir de las proximidades del kilómetro 47; los provenientes de
San Javier lo hicieron a partir del kilómetro 32; los primeros de origen alemán,
los segundos de origen italiano. La gran mayoría provenía del Brasil (Estado de
Santa Catarina y Estado de Río Grande do Sul), donde desde comienzos de
siglo se estaban realizando corrientes migratorias internas de familias italianas
y sus descendientes. En 1892 el gobernador brasileño hace una nueva mensura
al norte de Río Grande y se desprenden numerosas familias de Caxias, Doña
Isabel, Conde Di Eu, Antonio Prado, poblaciones de origen lombardo-
veneciano...” (1)

Refiriéndose a esta inmigración italiana a Alem dice Walter Díaz: (2)

“...A partir de ese año, 1904, comienza la instalación de los primeros


pobladores a lo largo de la picada. Sus apellidos se perpetúan en numerosas
familias de Leandro N. Alem y zonas vecinas...”

La mayoría de los alemanes que poblaron esta picada eran del grupo germano-
brasileño, pero poco después la picada se convirtió en eje de una distribución de
población de numerosas picadas secundarias: finlandesa, africana, etcétera, que ya
hemos mencionado y que se extenderán en una red hacia el norte especialmente, es
decir hacia Oberá. Recordemos que una de las primeras obras iniciadas por los suecos
de Oberá fue buscar la conexión con esta picada “madre” de caminos y colonias.

El centro de este poblamiento fue, como dijimos, la chacra de Enrique Carlos


Mecking, colono alemán brasileño proveniente de Bonpland donde dejó a su familia
para buscar un lugar en el cual instalar su chacra. Ese lugar fue en la picada San Javier-
Cerro Corá y allí no sólo cultivó la tierra sino que se convirtió en el comerciante más
importante de la zona. Sobre la base de estos dos grupos iniciales se fueron integrando
más adelante polacos, ucranianos, judíos rusos, judíos alemanes, rusos, etcétera.
Oberá: “lo que brilla”

El cacique Oberá es quizá uno de los líderes políticos guaraníes más famosos
debido al levantamiento de características mesiánicas y revolucionarias, que condujo
militarmente en el siglo XVII contra la dominación española (3). De este caudillo indio
proviene el nombre de la colonia que se fundó sobre la base de ocupaciones espontáneas
de colonos extranjeros en el antiguo Yerbal Viejo. Es probable que estos antecedentes
más remotos se sitúan en 1908 en que existía un pequeño núcleo de “austríacos” -dice la
información- de los que no sabemos si eran polacos o ucranianos o ambos, y si venían
de la misma Misiones o de Brasil, aunque lo más probable es que fuera del marco de las
colonias.

Fueron necesarios veinte años para que la colonia quedara oficialmente


reconocida y fundada por las autoridades territoriales. Durante ese lapso se produjo un
poblamiento intenso con la participación de varios grupos étnicos diferentes. Hay en los
comienzos de esta gesta por lo menos los siguientes grupos: suecos, polacos, alemanes,
finlandeses, ucranianos, franceses.

Sobre este período sólo se cuenta con algunas tradiciones orales; unos pocos
textos de memorias de colonos; algunas cartas y unos pocos documentos oficiales entre
los que se hallan los informes de inspectores de yerbales, etcétera. La preocupación por
recopilar los testimonios de este lapso son muy recientes. Otro tanto podría afirmarse de
las investigaciones sobre Oberá en el campo de las ciencias sociales. (4)

En 1906 la Dirección de Tierras encargó al ingeniero Francisco Foulliand la


mensura de la picada denominada Colonia Picada Bonpland a Yerbal Viejo. Estas
mensuras se realizaron en dos campañas sucesivas entre 1906 y 1907. La picada quedó
dividida en tres secciones. En la tercera de éstas secciones surgió más adelante la ciudad
de Oberá. Los primeros lotes estuvieron ocupados por el ciudadano de origen francés
Mauricio Bruel quien a su vez los cedió más tarde a su compatriota Blanchard.En 1919
llegaron los primeros alemanes que se instalaron ligeramente apartados sobre el paraje
conocido como Arroyo Lata en el camino hacia la actual Campo Viera.Después, en
1920, comenzaron a llegar los ucranianos que poseían pasaportes polacos, es decir que
provenían de la Polonia independiente de la posguerra, luego de la cual una parte de
Galitzia quedó en la Polonia reconstituida y la otra quedó en la U.R.S.S.Entre 1923 y
1924 llegaron los primeros suizos. Venían directamente de su país de orige.

En 1919 llegaron los primeros alemanes que se instalaron ligeramente


apartados sobre el paraje conocido como Arroyo Lata en el camino hacia la actual
Campo Viera.

Después, en 1920, comenzaron a llegar los ucranianos que poseían pasaportes


polacos, es decir que provenían de la Polonia independiente de la posguerra, luego de la
cual una parte de Galitzia quedó en la Polonia reconstituida y la otra quedó en la
U.R.S.S.

Entre 1923 y 1924 llegaron los primeros suizos. Venían directamente de su


país de origen, específicamente de Basilea. Habían pasado por Buenos Aires, por el
clásico Hotel de Inmigrantes, para dirigirse luego a la colonia Olegario Víctor Andrade,
en Misiones. Después de un año, como no estaban conformes con ese lugar se
trasladaron a Yerbal Viejo.

Los suecos

Este grupo fue en los momentos iniciales el más dinámico y el que ejerció una
decidida función de liderazgo. Más tarde los escandinavos presentes en Oberá se
fusionaron prácticamente en torno a la iglesia Evangélica Luterana Unida. Esos
primeros colonos suecos provenían de brasil, por donde pasaron prácticamente sin
detenerse. Antes de relatar esta historia recordemos que pertenecen a un ciclo de ingreso
casi permanente de colonos radicados primero en Brasil y que por diferentes
circunstancias prefirieron cruzar la frontera. En este ciclo participaron diferentes grupos
como alemanes (la mayoría), italianos, polacos, escandinavos, rusos, y, en menor
medida, otros grupos. A éstos deben agregarse los brasileños criollos o mestizos.

En 1891 arribó a Porto Alegre, en Brasil, un contingente de 200 familias


suecas. Recién un año después llegaron a Santo Angelo -antigua reducción jesuítica en
territorio brasileño- donde se hallaban las tierras que les había destinado el gobierno. La
experiencia no pudo ser peor, ya que a falta de conocimientos inevitable que los colonos
tenían del nuevo medio agrícola, se sumó una temporada con enormes mangas de
langostas; sequías o inundaciones alternativas, etcétera. Esto provocó en un número
importante de inmigrantes el suficiente desaliento como para intentar la búsqueda de
otros horizontes. Quizá aquí tuvieran que ver también algunos agentes del gobierno
argentino. Lo cierto es que aproximadamente a partir de 1902-1903 comenzaron a
cruzar el río Uruguay los primeros suecos para radicarse en la Colonia Bonpland, que
había sido fundada en 1894. Aquí tampoco encontraron los elementos necesarios que
ambicionaban. Bonpland estaba ocupada por colonos de origen alemán y alemán-
brasileño. Es probable que las tierras estuvieran saturadas de población como lo prueba
el hecho de que pocos años más tarde el gobierno debió determinar su ensanche.

Los suecos, otra vez en movimiento, se dirigieron a la zona conocida desde


entonces como Villa Svea (próxima a la actual ciudad de Oberá). Es interesante señalar
que la mayoría de estos inmigrantes no eran agricultores en absoluto. La gran mayoría
era gente urbana. Después de veinte años de penurias y viajes interminables desde su
salida de Estocolmo se aprestaban a iniciar una vida de agricultores en un lugar lejano y
exótico plagado de dificultades. Su intención al afincarse en Yerbal Viejo fue plantar
yerba mate cuyo cultivo era reciente. Esta actividad llevada adelante por los pioneros y
el aumento paulatino de las mensuras llevó a partir de 1928 a una afluencia muy elevada
de colonos de todas las nacionalidades citadas y aún de algunas nuevas.

En 1920 en todo el departamento de Candelaria al cual pertenecía Oberá poseía


un 37 % de extranjeros. De éstos, los brasileños eran el 37, 3 % y los paraguayos el 5,7
%. Les seguían en orden los rusos con un 4,3 %, los alemanes con un 2,7 %, los polacos
con el 2,6 %, los austrohúngaros con el 2,5 %; los italianos con el 0,8 %; los españoles
con el 0,6 % y un 31 % no establecido.

La epopeya de los pioneros suecos fue plasmada en algunas memorias escritas


que afortunadamente no se perdieron. Estos documentos, además del valor intrínseco de
sus datos, proporcionan una imagen vívida y descarnada de las condiciones reales que
debieron soportar estos inmigrantes. En otros casos se trata de entrevistas realizadas en
varias épocas a los más antiguos pioneros, de los que ya no queda ninguno con vida. Por
estos canales sabemos que es muy poco lo que se puede reconstruir de los primeros
años, salvo detalles muy generales sobre los hechos más notables. Pero a partir de la
década de los veinte los documentos y relatos son más voluminosos porque esos
pioneros de etapas posteriores fueron entrevistados para diarios suecos. También existe
un libro, que no hemos podido conseguir, publicado en Suecia por Anabel Barney,
recientemente fallecida, sobre Misiones y su colonización. Veamos cómo describe el
inmigrante David Hedman el viaje desde Suecia: (6)

“El gobierno brasileño costeó los pasajes desde Hamburgo (Alemania) hasta
Brasil, nosotros pagamos los pasajes desde Suecia hasta Hamburgo. El viaje en
barco fue bastante bueno y recuerdo que también venían rusos y polacos,
aunque nos dábamos muy poco con ellos. Duró casi un mes y llegados a Brasil
tuvimos que viajar unos cien kilómetros en tren, los vagones se sacudían pero
llegamos bien a un pueblito que se llamaba Ijuí.”

“En Ijuí nos esperaban carros tirados por caballos para llevarnos al lugar que
fuera elegido por nosotros.”

“Transitamos unos doscientos kilómetros por caminos feos, lloviendo y


algunas noches con heladas... Así llegamos a nuestro destino, un pueblito que
se llamaba Guaraní.”

“Eramos casi trescientas familias, la mayoría del norte de Suecia, las que
vinimos al Brasil, gente que nunca había trabajado la tierra, sino que había
realizado trabajos industriales en su patria.”

“Esto no fue tan fácil como se había pensado en un primer momento. Voltear
esos tupidos montes brasileños para quienes no sabían tomar un hacha. No
existían escuelas, ni caminos buenos lo único que se podía comprar era porotos
negros, batatas, tocino, carne muy de vez en cuando.”

“...El clima era malo para los que veníamos del norte.”

“...La gente empezó a escribir a su país queriendo volver, los chicos sin plata,
sin saber el idioma, trataron de llegar a Buenos Aires y allí por medio del
consulado sueco conseguir los medios para regresar a su añorado país.”

“Al final ocurrió lo que soñaban, consiguieron el viaje gratis a Suecia por
medio de una princesa sueca que pagó los pasajes. Y de esas trescientas
familias que vinieron aquí, quedamos unas diez únicamente...”

“...Pero la vida no era fácil y en más de una ocasión mamá quería volver...”

“El 28 de agosto de 1925 salí con mi hermano Oscar de Santa Rosa, Brasil,
donde vivimos cinco años. Cabalgamos casi noventa kilómetros, desde Santa
Rosa a Guaraní, lugar donde habíamos vivido por muchos años y en el que
teníamos viejos amigos.”
“El primero de septiembre salimos de allí rumbo a la Argentina. Lo primero
que nos preguntaban era: ¿por qué salen del Brasil?”

“Habíamos escuchado hablar tanto del “oro verde” en la Argentina, el “oro


verde” era la yerba mate. En Brasil se hacía mucha propaganda de ella. El 2 de
septiembre llegamos a donde teníamos que cruzar el río Uruguay, que es el
límite entre brasil y Argentina. El lugar se llama Cerro Pelado. Allí estuvimos
demorados por un grupo de militares, pues hubo revolución varios años en el
Brasil y nosotros no contábamos con pasaportes y tampoco con testigos que
pudieran decir quiénes éramos, pero yo tenía varios conocidos porque estuve
allí antes. El capitán de los militares dijo que teníamos que volver para
conseguir pasaportes para poder entrar a la Argentina, parecía que tenía más
ganas de ahogarnos en el río que dejarnos pasar, sin embargo cuando se
cumplía poco más de un día vino la orden de que podíamos pasar a la
Argentina.”

“El río tenía poco más de 1 km. de ancho. El 4 desembarcamos en un lugar que
se llama San Javier.”

“Pasamos también nuestros caballos en una vieja balsa y nos presentamos ante
los marineros, los que nos preguntaron si teníamos pasaporte. Yo saqué un
pasaporte de la aduana de Cerro Pelado pero no tenía firma porque nos
pusimos a hablar y el que me la dio se olvidó de poner su nombre. No importa,
me dijeron, nosotros conocemos su letra. Entonces le dijimos que queríamos
llegar a Yerbal Viejo.”

“En ese tiempo para poder entrar a la Argentina bastaba sólo con decir que
queríamos entrar para vivir, y el lugar donde se quería llegar y no había
ninguna traba. Con esto quiero señalar que llegamos a un país tranquilo.”

En muchos informes de funcionarios, agrimensores y viajeros llegados a manos


de las autoridades argentinas, éstos aconsejaban tener en cuenta esta inmigración
posible de los suecos, que comenzó a ser muy importante a partir precisamente de este
viaje del relato se realizó con absoluta facilidad.

En 1914 los suecos, en número de 10, habían trazado la picada que unía Yerbal
Viejo con la actual Leandro Alem, después de 12 días ininterrumpidos de durísimo
trabajo. Esa picada que se superpone a la actual ruta número 14 se bautizó con el
nombre de Picada Sueca. Esta ruta fue de vital importancia para comunicar la colonia
con el sur de la provincia ya que a su vez la llamada Picada Mecking (actual L. Alem)
en la que desembocaba, venía de San Javier y se dirigía hacia las costas del Paraná. Para
poder mantener esta ruta despejada de vegetación se organizaban partidas de trabajo
voluntario en el que cada persona debía trabajar seis días o portar un dinero
proporcional.

En 1923 se inició una nueva ruta más directa a Posadas. Esa fue la picada San
Martín, actual ruta provincial 105, y su construcción obedeció a la necesidad de contar
con un camino de mejor calidad y más corto hacia Posadas, lugar de salida de la
producción. Ya por entonces existía una Sociedad Escandinava Svez que fue el centro
de estas gestiones que buscaban, entre otras cosas, el apoyo oficial para su desarrollo
vial. A tal efecto se constituyó una “Sociedad pro-camino” cuyos estatutos fueron
aprobados en 1923. En marzo de 1924 la nueva ruta estaba terminada y era ancha como
para que pasaran por ella cabalgaduras y cargas.

La multiplicidad étnica

El impulso dado a esta zona por los colonos encontró eco en el gobernador
Barreyro quien asistió personalmente a la inauguración del nuevo camino. Por otra parte
fue bajo el gobierno de este funcionario cuando Oberá fue declarada oficialmente
ciudad, el 7 de diciembre de 1927. Este gobierno se caracterizó por su apoyo a la
colonización tanto oficial como privada siguiendo líneas doctrinarias claras
provenientes de su partido, la Unión Cívica Radical cuyas políticas de integración y
apoyo a la colonización fueron siempre efectivas y continuas.

Entre 1917-1920 y 1922-1929, es decir en sus dos gestiones discontinuas, se


fundaron las siguientes colonias: Ensanche Colonia Bonpland, Barracón, Aristóbulo del
Valle y Colonia Manuel Belgrano en 1921; Yabebirí y Ensanche Cerro Corá en 1925;
Profundidad y Leandro Alem en 1926; Ensanche Colonia Guaraní, Ensanche Yerbal
Viejo, Ciudad de Oberá, Caá Guazú y Olegario Víctor Andrade en 1928.

También en ese período se crearon las colonias privadas de Eldorado, Puerto


Rico, San Alberto, Montecarlo y Santo Pipó entre 1919 y 1924. Es decir que se trataba
de un período de gran auge en el que las colonias antiguas estaban en pleno desarrollo,
se comenzaban a fundar las privadas y la inmigración se asentaba vertiginosamente en
áreas que debían ser también rápidamente legalizadas y organizadas. Esta velocidad de
crecimiento explica en parte el déficit infraestructural del cual la provincia no pudo
recuperarse todavía.

Estos componentes infraestructurales que tanto contribuyeron positiva o


negativamente en la mayor o menor integración de los colonos fueron uno de los
principales motivos de asociación de la población tras objetivos comunes. Las nuevas
colonias de este período, a diferencia de las anteriores, se caracterizaron por la reunión
de muchos grupos étnicos diferentes en proporciones similares. No existían segmentos
preponderantes demográficamente que dieran a las colonias su identidad y personalidad
oscureciendo las otras minoritarias. De ahí la importancia que adquirireron las
actividades comunitarias que se daban en forma paralela a otras tendentes a resaltar las
formas peculiares de cada colectividad.

La colonización que en sus comienzos se organizó sobre la base de las picadas


exclusivas para ciertos grupos, fue poco a poco cediendo en la zona urbana a una
interacción creciente, y un reagrupamiento que procuraba la convergencia de esfuerzos
en torno a objetivos comunes. Ya hemos visto cómo la problemática de los caminos,
uno de los escollos más severos aún hoy en Misiones, permitió las primeras tareas
conjuntas. En torno a ellas, aunque el grupo escandinavo apareciera como gestor
principal y líder, los restantes grupos se pusieron en contacto y comenzaron a conocerse
y mantener una relación más permanente. Con centro en estas ciudades nuevas pero
previas a ellas trazaron las picadas de las colectividades, en el caso de Oberá las picadas
Vasca, Africana, Finlandesa, Sueca, Italiana, etcétera. La cantidad de picadas referidas a
un grupo es muy grande y típica de la colonización secundaria. Estas picadas se
vinculan estrechamente a ciudades las cuales a su vez siguen el modelo impuesto por el
estado, es decir, en damero. De esta combinación derivó el sistema mixto que integra
ambos sistemas. En toda la zona de la colonización secundaria predomina el colono que
vive en su chacra mientras que las ciudades son de servicios con centros culturales,
políticos, administrativos y comerciales. Sólo aquellos agricultores que han alcanzado
un nivel económico muy alto poseen viviendas en la chacra y la ciudad
simultáneamente. Los grandes empresarios sí están radicados en la ciudad, donde
poseen sus instalaciones.

Oberá recibía sin cesar el aporte de grupos diferentes. Luego de los grupos
citados llegaron contingentes de finlandeses y rusos. Hacia 1927 llegaron los primeros
árabes, todos del grupo libanés. Se dedicaron al comercio como en el resto de la
provincia.

A partir de 1926 comenzaron a arribar los ucranianos que venían directamente


de su tierra (7). De este proceso se han recuperado numerosos testimonios orales entre
los pioneros, el que sigue corresponde a uno de ellos:

“El día 17 de abril de 1926 pisamos por primera vez suelo argentino. Nos
hablaron bien de Misiones, que la tierra era linda y que el clima era bastante
cálido. Nosotros que más bien estábamos cansados del clima frío nos
entusiasmamos con la idea de ir a una zona cálida. Cuando pagamos el pasaje a
la Argentina por barco pagamos incluido a cualquier punto del país que
quisiéramos y de eso se hacía cargo el país que nos recibía. Lo más notable es
que la oficina de inmigración de Buenos Aires no nos dejaba venir a la
provincia de Misiones porque se hablaba de una selva inhóspita y poblada de
indígenas, ignorándose su grado de civilidad.”

“Nos reunimos siete familias en Buenos Aires y con los escasos recursos que
contábamos decidimos pagar el viaje hasta la provincia a uno de los
inmigrantes, en este caso mi padre Esteban Mielnik, que llegó a la casa de un
señor de apellido Unizony, quién se encargó de solicitar a la oficina de
inmigración las familias que habían quedado en Buenos Aires a la espera. Así
es entonces que en tren partimos con destino a Posadas.”

Año tras año, oleada tras oleada la selva era abatida lentamente y surgían las
casas, los cercados, los caminos, las iglesias, las plantaciones y una nueva vida para
muchos. Desde 1918 se hicieron presentes los italianos -principal inmigración de la
Argentina en su conjunto- pero relativamente débil en Misiones. Sin embargo, fue en
Oberá donde alcanzó su aporte más importante desde su poblamiento de Concepción
durante los últimos años del siglo pasado. A diferencia de aquellos, la mayoría de los
italianos obereños llegaron directamente de Italia.

Entre 1924 y 1927 los italianos abrieron la primera fábrica de pan y la primera
talabartería. Más tarde comienza a desempeñarse el primer constructor de este origen y
el primer farmacéutico. Después de ser fundada oficialmente la ciudad comenzaron a
llegar más italianos desde diferentes procedencias. La mayoría venían del sector urbano:
Posadas o Corpus. El año de la inmigración masiva de italianos a Oberá fue 1940, y
después de la Segunda Guerra se reanuda la corriente italiana. También se produjo un
ingreso de italianos en Brasil que así reiniciaba su aporte a través de las fronteras. Sobre
esta inmigración italiana interfronteriza afirma Doménico Gardella:

“Se habla de personas que han venido de Italia y de aquellas que han
reingresado a Italia. Pero aquellas que han pasado de Brasil a Argentina y de
Argentina a Brasil escapan a nuestro control. Y sospecho que escapan al
control de las estadísticas brasileñas.”

Otra colectividad de importancia en la colonización de Oberá y de otras zonas


misioneras fue la colonización japonesa. Esta colonización tanto en Argentina, como en
Paraguay y Brasil se efectúa desde principios de siglo en forma organizada y sistemática
con apoyo sustancial del gobierno nipón y mediante un sistema de trabajo cooperativo
de familias extensas que actúan en varios niveles de la economía. En general, los
japoneses comienzan cultivando la tierra y vendiendo sus productos. Luego van pasando
paulatinamente al campo comercial mayorista y minorista, para pasar finalmente a las
industrias. Todas sus colonias fueron exitosas, tanto en el ámbito privado como oficial.
Su presencia es especialmente importante en Garuhapé y Jardín América, además de
Oberá.

Poblamiento y etnias en Oberá

En su excelente trabajo de reconstrucción del poblamiento de Oberá concebido


como una investigación exclusivamente demográfica, Bolsi ha sintetizado las corrientes
antropodinámicas fundamentales y su evolución a través de etapas sucesivas.

En este estudio vemos que una colectividad como la sueca que estuvo presente
en todos los pasos iniciales más importantes de la creación de la colonia llegó a tener un
número comparativamente bajo de individuos. El 86 % del total de europeos, de 15
países diferentes, estaba constituido por alemanes, rusos y polacos. Los suecos
ocupaban el tercer lugar muy lejos de los primeros. El cuadro global es el que sigue: (9)

Polonia 58,2 %
Rusia 16,0 %
Alemania 12,6 %
Suecia 4,2 %
Italia 2,4 %
España 1,8 %
Checoslovaquia 0,8 %
Finlandia 0,8 %
Austria 0,6 %
Suiza 0,6 %
Otros países 2,0 %

Estos grupos ingresaron con distintos caudales en diferentes etapas. Siguiendo


el orden del cuadro digamos que los rusos ingresaron masivamente hacia comienzos de
la década de los treinta, donde llegaron a ser el 72 % de los europeos. Los alemanes
tuvieron un ingreso temprano para declinar a mediados de la década de los treinta. El
caudal de los polacos empezó a ser importante a partir de 1932 llegando en 1946 a
constituir el 90 % de los europeos. Los suecos ingresaron en forma regular hasta 1951
fecha en que los ingresos cesaron totalmente. El ingreso de italianos y españoles fue
junto con los suizos un ingreso tardío. En cuanto al aporte sudamericano incluyendo el
argentino, el mapa que incluimos muestra los volúmenes de inmigrantes según las
localidades de origen. (10) (acá va en el original el mapa de la pág. 593)

Si tomamos solamente las localidades del territorio misionero vemos cómo la


mayoría de los que emigraron a Oberá pertenecían a las más antiguas colonias
nacionales de tierras agotadas y de superpoblación: Cerro Corá, Bonpland, Itacaruaré,
Santa Ana, etcétera.

Pero si analizamos un período muy extenso veremos cómo los inmigrantes no-
europeos constituyen la mayoría del aporte inmigratorio. Entre 1928 y 1975 el aporte
argentino fue del 57,6 % del total de inmigrantes. El aporte extranjero fue del 42,4 %
discriminado en un 19,1 % de europeos, un 23,0 % de sudamericanos y un 0,3 % de
asiáticos (japoneses). Pero cabría formularse esta pregunta: ¿cuántos de esos argentinos
de las estadísticas lo eran sólo por haber nacido en el país? Lamentablemente es
imposible calcular la incidencia de distintos “tipos de argentinos”. Los demógrafos no
cuentan con técnicas para deducir retrospectivamente la composición de categorías
estadísticas de esta naturaleza, sobre todo cuando se carece de otras variables como la
tasa de matrimonios interétnicos, etcétera. (11)

Todos los asentamientos de este ciclo de colonización secundaria, a pesar de


haber tenido en sus comienzos algún grupo preponderante, derivaron hacia una
conformación multiétnica y puede afirmarse que fue allí, en estas ciudades y colonias,
donde se generaron los procesos más complejos, ricos y dinámicos de interacción como
lo demuestra el siguiente ejemplo que hemos seleccionado para ilustrar las dimensiones
de un pluralismo étnico aún no cristalizado: la religión.

Pluralismo religioso

El papel desempeñado por los diversos cultos religiosos en la colonización


misionera, ya destacado por Bartolomé para el caso de Apóstoles, fue de una
importancia decisiva en los procesos articulatorios y asimilatorios. Mientras en otras
épocas y otras geografías la coexistencia religiosa fue el detonante de múltiples
conflictos, en Misiones en un espacio exiguo se dio una variedad de religiones sólo
conocida en las grandes ciudades cosmopolitas. El caso de Oberá, quizás el más
representativo en este sentido, nos enfrenta a un fenómeno único no sólo en Misiones
sino quizá en el mundo entero. Y este hecho es más sorprendente si se vincula la
cantidad de cultos diferentes con la población.

La mayoría de esta religiones posee su propio templo, salvo aquellas que por su
modalidad emplean las casas de sus fieles rotativamente o bien eligiendo una en forma
permanente y colaborando con su manutención. La religión de los primeros colonos
suecos fue Luterana Sueca y a ella se acercaron quienes, perteneciendo a otras
nacionalidades y religiones, no tenían todavía un culto oficial organizado. Más tarde
fueron llegando sacerdotes de otros cultos y comenzaron a surgir en las picadas y
campos cultivados las clásicas iglesias de madera. La nómina de las iglesias más
importantes es la siguiente: (12)

Iglesia Católica Apostólica Romana


Iglesia Católica Apostólica Romana de rito bizantino ucraniano
Iglesia Católica Apostólica Ortodoxa Rusa del Patriarcado de Moscú
Iglesia Católica Ortodoxa Rusa sinodal
Iglesia Evangélica Congregacional
Iglesia Evangélica Luterana Argentina
Iglesia Evangélica Luterana Unida
Iglesia Evangélica del Río de la Plata
Asociación de Iglesias Cristianas de la Fe Evangélica
Comunidad Cristiana Evangélica
Fundación Misionera de la Iglesia de Dios
Iglesia Adventista de la Promesa
Iglesia Adventista del Séptimo Día
Iglesia Asamblea de Dios
Iglesias Evangélicas Bautistas:
a) Buenas Nuevas
b) Eslava
c) Ucraniana
d) Convención Bautista Eslava
e) Instituto Teológico de Misiones
Iglesia de Dios
Iglesia del Séptimo Día
Iglesia Nueva Apostólica
Misión Cristiana Esperanza
Movimiento Cristiano y Misionero
Unión de las Iglesias Pentecostales Eslavas

Cada una de estas iglesias posee sus propios templos -algunas de ellas más de
uno en la ciudad y el campo- y también terrenos o instalaciones complementarias. Las
más importantes rivalizan en monumentalidad y lujo llegándose a construir algunos
templos como la Iglesia Ortodoxa Rusa Patriarcado de Moscú con la cúpula totalmente
cubierta de planchas de cobre para que con el reflejo solar se la divise desde el valle
circundante.

Las iglesias fueron una pieza fundamental, dijimos, en la asimilación de los


colonos. Aquellos que profesaban la religión mayoritaria nacional -Católica Apostólica
Romana- tuvieron una apreciable ventaja ya que en Argentina esta institución posee una
extraordinaria influencia como factor de poder, tanto que los demás cultos pasan
desapercibidos para el aparato del Estado, aunque a veces finja algún tipo de atención a
sus problemas o demandas. Sin embargo, muchas colectividades se mantuvieron ligadas
a sus países de origen por las instituciones religiosas que en algunos casos son
claramente “nacionales”. No fue raro que durante el proceso colonizador los
inmigrantes recibieran visitas de importantes miembros de sus iglesias, los cuales
intercedían por ellos en cuanto problema estuvieran padeciendo.
Las embajadas y consulados también mantenían contactos permanentes entre
los connacionales y servían de canal de comunicación con la patria lejana. Por eso
muchas veces las visitas religiosas estaban patrocinadas por las mismas sedes
diplomáticas. Esto que afirmamos ocurrió, y aun ocurre en Misiones en todas las zonas
ocupadas, cualquiera sea el tipo de colonización.

Generalmente, las visitas de miembros eclesiásticos o funcionarios


diplomáticos desarrollaban un programa que incluía una gira por todas las poblaciones
en las que hubiera miembros de su iglesia o su nación. Los ejemplos a lo largo de este
siglo fueron numerosos y podrían ejemplificarse con algunos de los más importantes.
En noviembre de 1930 llegó monseñor Constantino Bohachewskyi, obispo del rito
Ukranio Católico de Filadelfia y visitó todas las iglesias del rito oriental en Misiones
donde fue recibido con múltiples homenajes y renovados votos de fervor no sólo
religioso sino patriótico.

Ese mismo mes y años, llegó a Misiones Mazurkiewicz Wladyslaw, ministro


de Polonia acreditado ante el gobierno argentino y, permaneció cinco días recorriendo
varias colonias con un importante caudal de pobladores polacos: Apóstoles, Azara,
Corpus, Bonpland, etcétera. En esta visita aprovechó para inaugurar en Corpus la Casa
de la Sociedad Polaca y el Centro San Casimiro. Dictó varias conferencias y recibió
numerosos homenajes.

Las fricciones en torno a las adscripciones religiosas se produjeron más en los


centros urbanos importantes, entre sectores más o menos intelectuales que en la
población campesina donde lo conflictivo no es pertenecer a otra religión sino no
pertenecer a ninguna. También existieron algunos conflictos relacionados con la
identificación política que se hizo en algunas coyunturas históricas con ciertas iglesias.
Por ejemplo, durante el auge del nazismo las iglesias alemanas se convirtieron en un
símbolo de esa ideología al igual que las escuelas privadas. Actualmente el obispo de la
Iglesia Ortodoxa Rusa se lo llama el “cura comunista” y cualquier actitud de este
prelado se interpreta bajo este prisma distorsionante sólo porque es designado por el
Patriarcado de Moscú. Cuando se estaban realizando las campañas electorales de las
últimas elecciones generales (1983), los líderes de los partidos políticos mantuvieron
entrevistas con los más altos dignatarios católicos. Fue entonces cuando este obispo
ortodoxo ruso hizo una arenga pública a través de la radio privada de Posadas
destacando la preferencia sistemática por la religión oficial y el desconocimiento de los
demás cultos y sus numerosos fieles.

Otras controversias “ventiladas” a través de la prensa -muchas veces de tono


inusualmente agresivo y cáustico- enfrentaron a protestantes y católicos y a ateos o
agnósticos y católicos. Se desataron hacia la década del treinta una serie de campañas
más o menos encubiertas sobre la supuesta incongruencia entre la Biblia y el
protestantismo, posiblemente impulsadas por la Iglesia Católica. Estas tesis eran
rebatidas desde la prensa invitando a los lectores a leer la Biblia completa. Luego en
forma de “cartas abiertas” se produjo una famosa discusión entre León Naboulet -
personaje muy vinculado a la cultura posadeña- acusado de dirigir un comité
“anticlerical” y un tal Carlos Mitchellis. Cuando algunos sacerdotes se volcaron en su
prédica por las ideas fascistas en auge fueron duramente criticados desde la prensa de su
época en los años treinta. Mientras los editores fascistas se expresaron mediante la
publicación de “La Verdad”, fundada en 1932, a través de artículos firmados con el
seudónimo “Pai-Urutaú” sus enemigos utilizaban el diario liberal El Territorio. Este, en
su edición del 27 de noviembre de 1937 se refiere al “sacristán de Villa Urquiza” como
“racista”, “antisemita”, “subversivo nazi”, “enemigo de la democracia”, etcétera.
También lo señala como distribuidor de panfletos introducidos desde Alemania. Por su
parte, el sacerdote de la iglesia de Villa Urquiza, que de él se trataba escribía en Pro-
Familia: “La democracia no es más que la libertad omnímoda para que las chusmas
puedan desgañitarse contra quien más les plazca”. Poco después los vecinos del barrio
de Villa Urquiza presentaron un petitorio para que este cura fuera trasladado.

A modo de conclusión de este apartado debemos señalar que la religión fue


según la encuesta mejor diseñada y ejecutada en la provincia, en el medio rural, la
institución con más alto grado de participación por parte de la población, a mucha
distancia de cualquier otra. Eso nos llevó a pensar, en 1978, que cualquier proyecto de
cambio y desarrollo en el área debe partir de esta realidad. (13)

Lo cierto es que el pluralismo religioso fue un producto de la colonización


secundaria en el dorsal central de la provincia ya que hasta ahí en las formas oficiales
anteriores y en las colonias privadas prácticamente sólo existían o bien dos variedades
católicas como en Apóstoles o bien protestantes y católicos separados como se hizo ex
profeso con Puerto Rico y Montecarlo.

Al tratar los diferentes tipos de colonización en esta parte de nuestra


investigación hemos intentado brindar una visión descriptiva, que si ha cumplido su
objetivo nos será útil para emplearla como el armazón dentro del cual serán analizados
algunos aspectos concretos que por su importancia relativa merecen un tratamiento
específico.

Notas
(1) María Frosi citada por Angela Perié de Schiavoni y Susana Zouví, La Colonización
en Misiones, pág. 88.

(2) Walter Díaz, Leandro N. Alem. Misiones, 1904-1976, pág. 8.

(3) Ver Bartolomeu Meliá, La rebelión del cacique Oberá.

(4) Algunos trabajos relativos a Oberá rescatables para su conocimiento son:


Inmigración a Oberá entre 1928 y 1975; Kenneth Ackerman, “Convertirse en
criollo: poder y aculturación recíproca en un pueblo argentino de frontera” en
Procesos de aculturación social, Hermitte y Bartolomé compiladores; María A.
Amable y Nélida Laudelino, Oberá, aportes para su historia; y Heriberto Ferreyra,
Los inmigrantes de la zona centro de Misiones. Su influencia en el desarrollo
socioeconómico y cultural, etcétera. Se trata de trabajos de muy desigual valor y
propósitos.

(5) María Amable y Nélida Laudelino, op.cit., pág. 9.

(6) Ibídem, pág. 10.

(7) Ibídem, pág. 18.

(8) Doménico Gardella, “Appunti sull’emigraczione italiana in Brasile” en Inmigraçao


italiana: estudos. Pág. 111.

(9) Fuente: Alfredo Bolsi, op.cit., pág. 20.

(10) El mapa corresponde a Alfredo Bolsi, op.cit., pág. 25.

(11) Los censos, tal como están confeccionados plantean un problema insoluble:
determinar la filiación de los hijos de extranjeros nacidos en el país para poder
adscribirlos a algún grupo étnico.

(12) María Amable y Nélida Laudelino, op.cit., pág. 57 y 58.

(13) Nos referimos al “Proyecto O.E.A.”

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