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Permanecer en el amor de Dios

CANTO DE ENTRADA
Introducción:
Esta noche estamos aquí reunidos, porque nos ha invitado el Señor. Él, por el
amor infinito que nos tiene nos convoca a reunirnos en este rato de oración y
adoración. Recordemos, en palabras de Santa Teresa de Ávila, que, estar junto a
Jesús Eucaristía es “Tratar de amistad con Aquél que tanto nos ama”.
Ahora que vamos concluyendo nuestro día, venimos ante Él para sentir su
presencia. Nosotros le miramos y Él, también nos mira; se fija en nosotros, nos
contempla y nos habla al corazón.
En este momento, Él nos está diciendo: “Déjate amar por mí”. Por ello, hagamos
un momento de silencio, que nos ayude a dejar atrás todos nuestros pendientes,
preocupaciones, ruidos, para que, en el silencio de nuestro corazón, podamos
experimentar su mirada de amor sobre cada uno de nosotros.
(Silencio Meditativo / Canto)

El mensaje de hoy es sobre el evangelio según San Juan, en donde se nos invita
a Permanecer en el amor de Jesús. Escuchemos atentamente:
Evangelio:
Juan 15, 1-8 La Palabra de Dios

"Yo soy la vid verdadera y mi Padre es el labrador. Toda rama que no da fruto en
mí, la corta. Y todo sarmiento que da fruto, lo limpia para que dé más fruto.
Ustedes ya están limpios gracias a la palabra que les he anunciado, pero
permanezcan en mí como yo en ustedes. Un sarmiento no puede producir fruto
por sí mismo si no permanece unido a la vid; tampoco ustedes pueden producir
fruto si no permanecen en mí. Yo soy la vid y ustedes los sarmientos. El que
permanece en mí y yo en él, ése da mucho fruto, pero sin mí, no pueden hacer
nada. Al que no permanece en mí lo tiran y se seca; como a los sarmientos, que
los amontonan, se echan al fuego y se queman. Mientras ustedes permanezcan
en mí y mis palabras permanezcan en ustedes, pidan lo que quieran y lo
conseguirán. Mi Padre es glorificado cuando ustedes producen abundantes frutos:
entonces pasan a ser discípulos míos."

REFLEXION

Nuestra fe es mucho más que creer en una serie de verdades. Nuestra fe debe ser
una unión con una persona viva, unidad de vida con Jesús nuestro Señor. Sus
palabras y sus obras son nuestra guía en la vida; nuestro corazón entra en
sintonía con su corazón, y su amor desinteresado y servicial a Dios y a los
hombres es nuestra inspiración y nuestro modelo.

Jesús muchas veces nos habló en parábolas y con palabras sencillas y cotidianas
para que pudiéramos entender el amor que el Padre nos tiene y que al igual que
Él, estamos llamados a que nuestra vida sea fecunda, siempre a favor de nuestros
hermanos y hermanas. Por ello, con la alegoría de la vid y los sarmientos Jesús
nos ofrece tres aspectos para meditar: intimidad, permanencia, fecundidad

Intimidad:

La intimidad es un espacio sagrado. Es un lugar donde podemos ser nosotros


mismos y descansar de nuestros miedos y temores, del “que dirán”. Es en la
intimidad en donde se forjan las relaciones más valiosas y profundas, es en la
intimidad en donde encontramos quienes somos verdaderamente y en donde
podemos encontrar nuestro hogar en el mundo.

Jesús es la Vid que proporciona su savia a cada uno de los sarmientos. Sin esta
savia, el sarmiento moriría. Así, Jesús nos invita a una relación íntima, cercana,
profunda, en donde Él quiere compartirnos de su vida a través de su Palabra, de
los sacramentos y la oración, especialmente en la Eucaristía.

Díría San Jerónimo que, de tanto comulgar a Cristo, Cristo tiene que vivir en
nosotros. Pero Jesús, también quiere que nosotros le compartamos de nuestra
vida, así como la sangre que sale del corazón y recorre el cuerpo, para luego
volver a Él, así desea Jesús que sea nuestra relación con Él: el tiene la iniciativa,
llega a nosotros y nosotros la retornamos a Él.

A esta sabia la podemos llamar también espíritu Santo, que es la vida y el aliento
de Jesús. El espíritu es el que ora en nosotros, el que ama por nosotros, el que
sufre con nosotros… Es nuestra mayor intimidad con Dios.

(Canto)

Si vivimos en profunda intimidad con Jesús, y construimos nuestro hogar en su


corazón, surgirá en nosotros el profundo deseo de Permanencia:

El texto pone también el acento en la permanencia. La vida en Cristo no puede ser


a corto plazo, o en momentos esporádicos o únicamente en los momentos de
crisis; debe ser perpetuidad.
La permanencia se ha de entenderse no como una postura pasiva, sino como una
de forma de vida activa: Permanecer en el Amor de Jesús requiere voluntad,
constancia, claridad, abandono y confianza, requiere también el renovar cada día
nuestro sí a Dios. Por ello, lejos de ser una actitud pasiva, la permanencia implica
un trabajo constante, un estar siempre vigilante.

Permanecer también significa descansar confiadamente, como los niños que


permanecen en los brazos de sus padres cuando se han quedado dormidos.
Permanente ha de ser el amor. Así ha de ser todo amor auténtico. Como escribió
San Jerónimo: “ amistad que pueda perderse nunca fue verdadera “ el amor a
Cristo debe estar en la misma línea que el que Cristo nos tiene a nosotros. Si
alguna vez dejará de amarnos, moriríamos. Lo mismo debemos decir de la
oración, que es el aliento de esta vida. No puedo dejar de respirar.

Es importante preguntarnos: el día de hoy ¿Qué cosas me están impidiendo


permanecer en el amor de Jesús? Pidámosle al Señor su gracia, para que
podamos mantenernos fieles y unidos a Él y digamos como San Pablo en su carta
a los Romanos:

“¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o


persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada? “ ... Todo ello lo
vencemos fácilmente por aquél que nos ha amado.”

(Canto)

Por último, Jesús nos invita a una tercera actitud de vida en esta parábola, la
Fecundidad:

Jesús nos invita a contemplar a Dios Padre como ese viñador que con dulzura y
amor cuida todos los días de los sarmientos. Los sarmientos no están ahí para
lucirse, ni para sobrevivir, sino para dar frutos. Y si reciben muchos cuidados, es
para que los frutos sean abundantes y dulces.

La fecundidad, no se limita a la procreación física. Fecundidad, es la capacidad de


dar vida y el Señor nos indica que si permanecemos en Él, podemos dar vida aún
con las acciones más pequeñas, con una sonrisa, con una palabra de aliento, ya
sea en mi casa, con mi familia, haciendo bien y gozosamente mi trabajo… por muy
pequeño que sea, si lo hago con amor gratuito y desinteresado dará frutos
abundantes.

(Canto)
Reflexión:

Hay un dicho popular que dice, “hay de todo en la Viña del Señor”, este refrán a
veces quiere resaltar que así como hay frutos dulces, también hay amargos o
incluso desabridos. Hay frutos de todo tipo de colores y formas. ¡Hay que dar
gracias a Dios por la riqueza de esta variedad! ¡Qué triste sería nuestro mundo si
todos fuéramos iguales, idénticos, ya que solamente veríamos nuestra propia
imagen! Somos diferentes en nuestro rostro, nuestro carácter, nuestra
personalidad, nuestra ocupación, nuestro lenguaje y cultura, en tantas otras cosas.

Lo que nos invita Jesús es a mantenernos unidos aún en medio de esta


diversidad, y lo que nos une, es precisamente Él. Pertenecemos a Cristo, estamos
unidos en él. Él quiere que esta unión sea una unión íntima: como ramas de un
mismo árbol, como sarmientos de una misma vid que da vida. Todos juntos en él
somos uno. Pedimos que esta unión sea íntima y efectiva.

Por ello, unidos en el corazón de Jesús, pidamos por nuestros anhelos de seguir
caminando en el la búsqueda sincera de su voluntad y en el compromiso por ser
fieles discípulos suyo. Responderemos: Bendícenos Señor

   Señor te pedimos que ilumines a nuestros gobernantes para que


trabajen por la justicia y la paz, sobre todo en aquellos lugares donde
actualmente se ha desatado la violencia y la guerra.  Oremos
 Te pedimos por el Papa Francisco, Obispos y Sacerdotes para que renovados por
la celebración del misterio de tu Encarnación guíen a nuestra Iglesia conforme a
tus enseñanzas a sendas de vida nueva. Oremos

 Señor te pedimos por las familias para que ante todo lo que lo amenaza, sepamos
estrechar los lazos de la unión, el dialogo y el amor.  Especialmente te pedimos
por el derecho a la Vida. Oremos

 Señor te pedimos que ayudes con la luz de tu Espíritu a todos los jóvenes, para
que encuentren el Ti el sentido de su vida y por quienes se sienten llamados a ser
sacerdotes, religiosos o religiosas no tengan miedo darte una respuesta generosa.
Oremos

 Señor te pedimos de todo corazón por la Paz del mundo entero, que todos los
seres humanos vivamos como hermanos en concordia, dialogo, respeto, perdón y
amor. Oremos
 Por los enfermos de Covid y sus familias, para que puedan encontrar en ti
Señor la fortaleza para sobrellevar estos momentos, para que recuperen la
salud si es tu voluntad. Oremos

 Por las intenciones que guardamos en nuestro corazón Señor y que tu más
que nadie conoce. Oremos

Todo esto Padre bueno te lo ponemos en tus manos, orando como Jesús tu hijo
nos enseño:

Canto del Padre Nuestro

Oración final

Gracias, Jesús mío, por la bondad con la que nos has recibido y permitido gozar
de tu presencia y compañía amorosas. Me vuelvo a mis ocupaciones. Mi corazón
queda contigo. En mi trabajo y en mis descansos me acordaré de Ti, y procuraré
vivir con la dignidad que merece tu amistad divina. Dame tu bendición y
concededme todas las gracias, que necesito, para amarte y servirte con la mayor
fidelidad. Me doy cuenta Señor de la necesidad que tengo de ti, te pido que
ilumines mi razón para comprender, formular y alcanzar aquello que quieres
mostrarme.
Señor, Tú eres la vid que me sostiene, el dueño y guía de toda mi existencia. Sin
Ti no puedo dar fruto. Poda todo aquello que estorbe mi crecimiento. Que esta
oración me descubra lo que necesito purificar, mejorar y/o enmendar, para dar el
fruto abundante que, con tu gracia, puedo dar.
Jesús, no permitas que me separe de Ti y me seque, porque entonces mi vida, no
tendrá ningún sentido.

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