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La Banda Oriental en el contexto rioplatense: el problema de la tierra

Las distintas posturas historiográficas comparten una similitud a la hora de


comprender el funcionamiento de la Banda Oriental. Formando en un principio parte del
Virreinato del Perú, en un territorio sumamente heterogéneo, son las reformas borbónicas,
el despotismo ilustrado que harán que este territorio conforme parte del Virreinato del Río
de la Plata o de Buenos Aires. A diferencia del resto de los virreinatos, este último fue un
golpe de ahogado en un proceso de decadencia del imperio español, parafraseando a
Manfred Kossok. Así, mientras ese ​bricolaje ​cultural (Burke, P. 1939-) generó un intenso
sincretismo entre las culturas indígenas y la dominadora, la española, en la Banda Oriental
este efecto de mixtión, fue distinto, la presencia del dominador europeo y del español
americano conformó las bases porteñas y montevideanas.
La Banda Oriental, junto con el resto de las zonas que conformaron el Virreinato del
Río de la Plata, tuvieron una riqueza que no fue apreciada por la corona española, hasta
entrando en este proceso de decadencia institucional, amparado por una mentalidad
mercantilista en materia económica. La riqueza que pastaba por todas las tierras de la
Banda Oriental era la herencia de las Misiones Jesuitas y del mismo Hernandarias, el
ganado cimarrón, más precisamente el cuero, materia prima necesaria por una Inglaterra en
proceso de industrialización y el tasajo, en sociedades donde el comercio de piezas
negreras era inmenso, viendo en este alimento, la forma más económica y energética de
alimentar al esclavo. Este ​pozo de cueros,​ como plante Reyes Abadie, era la riqueza
naciente de un mundo capitalista e industrial, tema que la madre patria tardó en notar.
A esta riqueza ganadera, en una pradera fértil y capaz de soportar millares de
cabezas de ganado, debemos sumarle otra riqueza que se supone sacarle ganancias
mientras se pudo por parte de la corona española, el puerto. Uno de los objetivos de formar
el Virreinato de Buenos Aires, además de tener un territorio más pequeño y fácil de
administrar, fue la necesidad de tener un puerto que conectara al Atlántico y no se perdiera
tiempo en esos viajes inmensos desde Lima a Cadiz y Sevilla. Buenos Aires conectaba con
las riquezas de la zona, la plata del Potosí, el comercio interno entre las distintas zonas, así,
esa ciudad-puerto comienza a ganar fuerzas desde el rol de manija entre el comercio
interno y el ​civilizado​, el cual entraba en el marco de la ilegalidad por el monopolio español.
Existe un problema que tiene estrecha vinculación con lo planteado anteriormente,
es el tema de la frontera con los dominios lusitanos. La corona portuguesa, fiel seguidora de
los británicos, vio en la Banda Oriental, la riqueza que el imperio español tardó en observar.
Así, en 1680 se funda una especie de factoría militar lusitana, Colonia del Sacramento. La
visión geopolítica que se tuvo a la hora de fundar esta ciudad, es de admirar, contrapuesta
con el puerto de Buenos Aires, la Colonia del Sacramento pasó a ser un ​bastión del
contrabando,​ tanto para los pocos hombres sueltos que vivían en la campaña oriental, como
para el porteño y el resto de los habitantes del interior, que dependían de Buenos Aires en
asuntos comerciales. Si bien la geopolítica fue tomando distintos rumbos, desde su
fundación donde se buscaba meterse en la ruta del plata extraído del Potosí, además de ser
un aparcadero militar a la defensa de esa frontera móvil que era esta llamada Banda. Pasó
a ser una pugna entre los dominios portugueses y españoles. Sumado a esto último, la
importancia del cuero en una Inglaterra en pleno proceso industrializador, parafraseando a
Vivian Trías, el cuero fue el engranaje que movilizó a esta ​pradera, frontera, puerto
-utilizando el vocablo de Reyes Abadie-, a ser de importancia para los intereses
imperialistas británicos.
Colonia fue clave en la conformación de la Banda Oriental dentro del Virreinato de
Buenos Aires. La ciudad porteña, se vio obligada en reiteradas ocasiones a movilizar a las
tropas portuguesas ubicadas en el Sacramento. El fortín luso, desde su fundación, pasó a
ser una pugna entre estos y los españoles. Continuando con la lógica de los fortines
militares y ya teniendo más que clara la importancia del cuero, la gran factoría inglesa​,
como llama el historiador Kossok a los dominios portugueses, levanta un fortín en Diciembre
de 1723, llamado ​“fuerte de San José”​. Encabezando esta misión, se encontraba el jefe
militar portugues Freitas Da Fonseca. La reacción española ante esto no se hace esperar e
inmediatamente se invitan a retirar a las tropas lusitanas a punta de carabina y espada, de
un contingente enviado desde Buenos Aires. Tras estos hombres, los encuentra
comandando el vizcaíno Bruno Mauricio de Zabala, al que la historiografía nacionalista
considera como el fundador de la actual capital del Estado Oriental. La ciudad
montevideana, no tomará estatus de la misma hasta 1726, donde llegarán los grandes flujos
de pobladores, principalmente de la zona de Canarias. Otro error que la historiografía
nacionalista niega, es que los primeros pobladores de Montevideo, son provenientes de
Buenos Aires, aunque si se quiere seguir la genealogía de estos, posiblemente son
oriundos de Canarias y de las vascongadas.
La Banda Oriental, desde sus inicios, presenta dos grandes problemas que van
acontecer durante su corta historia, incluso se llegan a fundar las primeras ​“ciudades” por
los motivos que aquejan al territorio, o mejor dicho que molestaron a quienes pusieron sus
intereses en la la zona. Siguiendo la lógica del historiador Thompson, no podemos alejar las
experiencias ​de los sujetos que participaron en el acontecer histórico, así, la multicausalidad
de factores y agentes que nosotros como estudiosos del pasado, agregamos hoy, a ese
momento histórico, nos permiten comprender lo que pudo haber sido esa Banda Oriental
como una pieza más Virreinato del Río de la Plata. Todos los historiadores serios
concuerdan en que la Banda Oriental tiene un origen bastante peculiar, pero a la vez similar
a las distintas capitanías o gobernaciones del resto del continente. Los problemas que
aquejan al territorio son la frontera, la propiedad de las tierras en manos de un grupo
extremadamente reducido e improductivo, y el contrabando.
Esta trinidad es lo que ha dado forma a la historiografía que estudia este tema,
además de sintetizar lo que será el acontecer de la historia regional. ¿Acaso existen otras
bases para comprender estos fenómenos? Posiblemente sí, pero nuestro objetivo aquí es
entender esta causalidad de factores como un todo, no abstraer estos factores a una simple
mirada metafísica de buscar un origen, como hacen muchos historiadores, como es el caso
de Juan Ernesto Pivel Devoto, quien de esta trinidad, casi innegable, pone de manifiesto de
suma importancia el contrabando. Nosotros, no negamos que el contrabando sea y lo es, un
factor determinante en la idea identitaria del territorio, solo agregamos que como parte del
mismo encontramos el problema del reparto de tierras, la mala jurisdicción de la ley, el
problema del puerto y el monopolio español y claro, la frontera con los dominios lusitanos.
Estos tres factores nos sitúan en una realidad distinta al continente pero similar a la vez. Las
particularidades del Virreinato del Río dela Plata, son de las primeras en llamar la atención
de potencias europeas y no, en un marco global de procesos industrializadores y crisis
políticas en la Europa continental
Los historiadores Barran y Nahum definen de forma excelsa lo que fue la Banda
Oriental en la época colonial, ​“una avanzada española en una frontera móvil” 1, donde la
propiedad privada, como trabaja Lucía Sala y equipo, no llegó a un ganado cimarrón que
habita por todo el territorio. En este territorio fronterizo, siguiendo la lógica de Rogelio Britos,
entendemos esta contienda militar, económico y cultural entre españoles y lusitanos, que da
como resultado un gaucho con una actitud de desconocimiento a la propiedad privada, a la
frontera y al comercio marcado como ilegal para la autoridad española.
Este ​marco fronterizo​, como llama gran parte de la producción historiográfica a la
fundación de Montevideo, y cómo veían los autoridades españolas, necesita un proyecto
para colonizar el territorio, detener el avance lusitano y tomar los frutos de la tierra. Así, ya
con la ciudad denominada como tal en 1726, se abren las puertas a la práctica de este
proyecto inesperado para la corona española. A esta idea de colonizar el territorio, poblarlo
y trabajar sus riquezas, comenzaron a saltar una serie de evidentes problemas que generan
una lucha dialéctica entre las autoridades españolas y la que será la clase dirigente porteña,
los grandes propietarios de tierras. Los primeros pobladores recibían una ​suerte de estancia
de media legua de frente por media legua y media de fondo, teniendo cerca alguna corriente
de agua. Esta división lógica e igualitaria, se contrapone con las inmensas extensiones de
tierras que abrazó el latifundio oriental.
Bien, a todo esto, ¿que síntesis ocurre entre las autoridades españolas, bajo la
necesidad de colonizar el territorio, y los grandes latifundistas? La pregunta es lo bastante
retórica y esconde la respuesta. Estamos ante una sociedad que está en construcción de lo
que Agulhon denomina los espacios público y privados, así, la noción de propiedad privada
pasa a ser algo común ante el extranjero, al menos así lo leyó Andrés Lamas cuando ve la
defensa del latifundio por parte de la autoridad, como una defensa a la soberanía del
territorio. Si partimos de esta lógica, esta síntesis es una contradicción que genera una serie
de factores que analizaremos a continuación. Pero antes es pertinente comprender ¿como
se origino el latifundio en la Banda Oriental?
El reparto de ​suerte de estancias​, no generó el latifundio, como se creyó en algún
momento, este reparto, casi igualitario, equitativo, no dejaba en esas familias grandes
extensiones de tierras. La autoridad española en este sentido, dio como nacimiento al
colono español y al español americano, acentuado en tierras orientales, donde con una
producción mínima si se caen en anacronismos, pero respetable para la época, trabajó sus
tierras. Esta última característica es importante tenerla en cuenta, el ​propietario mediano
como lo llama Barrán y Nahum, no estaba ausente del trabajo de sus propiedades,
participaba de forma activa, a esto debemos agregar que el trabajo practicado con la
ganadería constaba en el clásico rodeo. Dos características que el latifundio colonial no
poseía. Pero bien, retomando a la pregunta anterior, ¿como se origino el latifundio en la
Banda Oriental? Es bueno consultar documentos de la época y comprender cómo veían los
contemporáneos a estas grandes extensiones de tierras en manos de unos pocos.
La noción más respetable del origen del latifundio, tiene sus orígenes en lo que el
contemporáneo naturalista y geógrafo, Félix de Azara, analizó en sus famoso escrito
Memoria sobre el estado rural del Río de la Plata en 1801​, marca como una de las
principales causas la real cédula que sólo otorgaba tierras a quien las compre. Tal vez esto
suene bastante común en nuestro mundo capitalista adecuado a esta forma de explotación,

1
Barrán, J.P. Nahum, B.: ​“Bases económicas de la revolución artiguista”.​ Ediciones de la Banda
Oriental. Montevideo, Uruguay. 2012. p.82.
como lo es la inmobiliaria, pero pensemos que esta forma no está tan alejada de la nuestra.
Para ser propietario de ese terreno se debía ir a la capital virreinal, Buenos Aires, donde
comenzará la penuria de los trámites. Cincuenta y tres pesos con la visita fiscal y la
escribanía para tener la visita del juez que debe recorrer el terreno, a esto se debe sumar
un agrimensor para tomar las medidas de la tierra. A estos se le paga un peso por legua y
cuatro por día, sin mencionar los gastos de movilidad y bienes de consumo que recaen
sobre el futuro propietario. Estas peripecias dan como resultado que la tierra vaya a remate
con unos treinta pregones de base, donde nadie, a excepción del futuro propietario, sabe
que la tierra entra en remate. El tiempo estimado que llevan estos andamiajes
administrativos y judiciales es de dos años con la mayor de las suertes, cuenta Azara, ya
que generalmente se tardaban entre seis y ocho años. Tengamos presente lo que significan
estos gastos, solo el escribano, en todo el proceso, cobra unos cuatrocientos pesos, cifra
inmensa para la época. El lector comprenderá quien era el más favorecido en estos
procesos y quienes quedaban fuera de la legalidad de poseer propiedades, la adquisición
de tierras era una auténtica ​plutocracia​, donde nadie sin un gran caudal podía darse el lujo
de pagar esos gastos. Para peor, agrega Azara, los ricos hacen una ​jugarreta a los pobres,
ocupando la tierra de hecho y llamándose dueños, pagando los costos de la misma con el
trabajo del pobre.
Del proceso que narra Azara podemos sacar una serie de puntos que nos permiten
entender el origen y el funcionamiento del latifundio. El origen está en el contaminado
sistema administrativo español y la necesidad de erario. El caro procedimiento, hace que un
grupo reducido -generalmente comerciantes- con contactos en las figuras de autoridad
como el mismo Rey o Virrey, además de participar de forma activa en los Cabildos, tomen
esta sgrandes extensiones de tierras, no solo burlando al sistema al ocupar de hecho, sino
en abrir la inmensa brecha entre los pobladores del Virreinato. Ya dijimos la primer
característica del latifundio oriental, y dejamos entrever otras, como quiénes eran sus
propietarios, hombres ricos de la ciudad, comerciantes, que tenían acceso a la tierra pero
no la ocupaban, y esto último es de suma importancia. El ausentismos del gran propietario
tiene consecuencias inmensas como la forma más común de explotación del agando, la
vaquería. Al latifundista que nunca había pisado sus tierras, que solo le interesaba la
extracción de cueros y su colocación en el mercado, sentados en sus despachos en Buenos
Aires o Montevideo, veían en la explotación extensiva de la vaquería la forma más
económica. La vaquería, compuesta por hombres sueltos contratados, constaba en la
simple matanza de ganado que quedaba arrinconada por la geografía natural de la región.
Esta forma que dejaba sin vida a millares de cabezas vacunas, tuvo serios problemas y es
fenómeno de una complicada red de causas que presenta la zona, el manejo de la corona
española y el trato del hombre con la tierra.
La otra cara de la vaquería, la cual no solo respondía a los comerciantes porteños y
montevideanos, sino a los mismos portugueses y sus arreadas de ganado, a los hombres
libres que veían en el contrabando la salida económica más remunerable, donde la noción
de propiedad privada era nula. A este sistema, el más común, el más sencillo, el más
rentable a corto plazo, se le ve la contracara que son los rodeos. Es cierto que ambas
formas de explotación de la riqueza convivieron en la misma estancia, como asegura Pivel
Devoto, señalando la inteligencia de los grandes propietarios de colocar pequeños rodeos
como una forma de disimular que estas tierras están siendo ocupadas, además de ser una
forma de atraer ganado. El rodeo, era una forma más sistemática y ordenada, donde se
buscaba tener menos pérdidas, constaba generalmente de tomar cabezas de ganado
marcarlas y castrarlas.
Mencionamos que dentro de la vaquería, encontramos las extracciones de ganado
por parte lusitana, el cual era llevado a esa ​frontera móvil,​ donde las jurisdicciones eran solo
teoría, papel. Debemos volver a resaltar esto, ya que es uno de los grandes factores de la
colonización y respeto al latifundista por parte de la autoridad española, la cual veía perder
peso en las decisiones y en la riqueza de la tierra. ​“(...) apropiación de la tierra fronteriza por
hombres libres, despojo y apropiación por los grandes latifundistas y emigración hacia la
nueva frontera (...)” 2, era la moneda corriente en una región donde el peligro lusitano era
constante, pero no solo por la expropiación de las riquezas de la tierra, más que nada por la
movilidad de esa frontera y la entrada a la soberanía española que incurran los
portugueses. Esto explica el accionar de la corona permitiendo que estos latifundistas
continuarán absorbiendo tierras, ya que era la defensa contra el invasor, la inseguridad de
la campaña se materializa en esas estancias con hombres armados en puestos de defensa.
La corona, el palabras de Andrés Lamas, veía en esas grandes extensiones particulares la
defensa fronteriza, la defensa de la soberanía.
Esta forma de colonizar, en un territorio heterogéneo, no geográficamente, sino
cultural, donde cruzando el Río Negro, a la zona noreste, se encontraban una serie de
peligros como lo fueron los indios guaraní escapados de las misiones, el gaucho suelto y
tomador de lo que da la tierra, y las hordas portuguesas que se movían de un lado a otro.
Este panorama, nos ayuda a entender la movilidad que tuvo la campaña, y esa idea de
marca fronteriza -como lo fue Montevideo en sus inicios- que plantean los historiadores
Sala, Rodríguez y De la Torre. El colonizar era necesario, y las autoridades lo tenían claro,
pero en este sistema extraño, enfermo, donde el latifundio era una herramienta de combate,
surgieron personas como Francisco de Alzaybar, personaje llamativo si los hay, dueño de
todos los ganados sin marca que vagan en la jurisdicción de Montevideo, Alzaybar tenía
poder económico, voz política y prestigio entre españoles y criollos comerciantes. Amigo de
la corona, uno de los mayor propietarios de tierras y ganados, supo increpar a quien se
metiera en sus intereses, sintiéndose por momentos -como muestran varios documentos-
amo y señor de una especie de feudo que era la Banda Oriental del Sur, donde no es
casualidad se encontrasen las mejores tierras, siguiendo la lógica de Esteban Campal, la
zona Sur, era la más cotizada dentro de esta élite hacendada-comerciante
porteña-montevideana.
Hacia 1810, encontramos un panorama cambiante pero con ciertas particularidad
que permanecen, como es el traro de la tierra y la expropiación de las riquezas de la misma.
Las jurisdicciones como el nombre, toman un carácter polifacético, que afectaron el tema de
delimitar las fronteras: para los españoles, conservaba el nombre. Entrerrianos y
santafesinos, la Banda pasaba a ser la Oriental del Paraná. Para los porteños, fue la Banda
Norte, mientras desde la visión de Asunción, fue la Banda de los Charrúas. El latifundio que
fue una solución al problema de colonizar, cae en las contradicciones claras: no existe una
colonización real, al basarse en la explotación con el funcionamiento de las vaquerías, no se
necesita una mano de obra asentada, por ende el ocupar tierras no fue normal, aunque los
casos que existieron, fueron arremetidos por la autoridad, mediante las denuncias de
muchos propietarios, que movilizaron al campesinado sin tierras por la campaña. Las

2
Cita de Lucía Sala y equipo.
autoridades españolas buscaron soluciones reales que combatan esas contradicciones que
generó el latifundio durante varios decenios en una tierra donde el ganado pobló antes que
el colono. La gran solución la dio el que denunció las consecuencias del latifundio, el trato al
campesino y la violación de la soberanía, fue Feliz de Azara. Un latifundio que no paga
impuestos, que genera pérdidas para las arcas de la corona, un latifundio que explota la
riqueza de la tierra de una forma extensiva, arrasando literalmente con la riqueza. Esta
situación necesito nuevas formas, un nuevo proyecto de colonizar que respondiera a los
males que trae el latifundio, y al siempre presente tema de la ​frontera móvil.​
Cómo combatir el todos los problemas mencionados: en una jerarquización, la
solución a la frontera, no respetada desde los tratados cambiantes de Tordesillas, era
colonizar, defender las tierras a punta de espada. El latifundio, como forma de defensa, no
cumplio sus objetivos y tomo mayores dimensiones la brecha que los españoles veían en la
frontera, el caso claro es el tema del contrabando ya que como plantean los historiadores
Barrán y Nahum, ​“estancieros e incluso comerciantes de Montevideo contrataban a esas
partidas volantes (...) para la posterior comercialización del cuero en Montevideo o en el
vecino Río Grande.” 3 La solución a estos problemas fue una verdadera colonización, así,
entrando en el siglo XIX, las autoridades españolas comienzan a seguir un plan de colonizar
y fundar pueblos, como es el caso de Belén que como era común comenzó siendo un fortín
militar contra los indígenas. El otro pueblo conocida fue Batoví, el 2 de Noviembre de 1800,
fundada por el mismo Félix de Azara y un joven militar, José Gervasio Artigas. Existen
distintas posturas historiográficas sobre la valoración de estos pueblos, en el caso de las
posturas marxianas, como es el caso de Sala y equipo, se entiende a estos pueblos, como
un cordón fronterizo, una ​marca fronteriza​, que defendiera las mejores tierras de los
latifundios, como fueron las propiedades de Alzaybar, al menos esto tácitamente, ya que el
objetivo explícito es la defensa de la soberanía territorial.
A la postura de Lucía Sala se contraponen los historiadores Barrán y Nahum,
guiados por Devoto, al que también podemos sumar la figura de Reyes Abadie,
compartiendo que la autoridad española no tiene respeto por la propiedad burguesa, los
historiadores ya mencionados interpretan una serie de documentos bastante llamativos a
los que podemos conglomerados en una especie de ​Arreglo de los campos desde la visión
española.​ El primero que sale a la luz es el ex militar y hombre de empresa Antonio Pereira,
quien en sus escritos presentados al gobernador de Montevideo, Joaquín del Pino, dice que
la defensa de la frontera es lo más importante, que esta se defiende poblando a los
campesinos, además agregar que los ganados de los hacendados deben estar marcados al
igual que se deben delimitar con claridad sus tierras. Joaquín de Soria, continúa la línea de
Pereiro y presenta el proyecto al Virrey Aviles.
Si los planes de Soria y Pereira, no ven con buenos ojos al latifundio, lo planteado
por Félix de Azara, es cuasi revolucionario. Debemos destacar que buscar ​repartir tierras a
los más infelices,​ denunciando la improductividad del latifundio, y la pérdida de riquezas del
modo de explotación que se práctica en los mismos. Resumiendo lo trabajo por Azara y
Artigas, se ordena la campaña y se busca poblar la frontera, eliminando el problema de la
inseguridad indígena y el gauchaje. Además del problema lusitano, al cual intenta darle un
nuevo carácter al contrabando, como una simbiosis de un nuevo modelo económico,
materializado lentamente en futuras ferias anuales en la frontera. Elimina el problema de los

3
Barrán, J.P. Nahum, B.: ​“Bases económicas de la revolución artiguista”.​ Ediciones de la Banda
Oriental. Montevideo, Uruguay. 2012. p.104.
poseedores sin título, ordenando que se levanten capillas en sus tierras, cada 16 o 20
leguas, con un maestro en cada unoa, buscando ingresar al indígena y al gaucho a la
civilización.​ Pero lo más llamativo de todo es la idea de ​propiedad para el que la trabaje​.
Miguel de Lastarria toma parte del proyecto de Azara. agregando un par de cosas y
extrayendo otras. La noción básica de Lastarria es poblar la campaña y principalmente la
zona de la frontera, dando una legua marítima al pobre, el cual debe poblar antes de los
cuatro años, lo mismo con el gran propietario, que debe poblar sus tierras, en el mismo
lapso de tiempo que el anterior. El último proyecto español antes del inicio de los procesos
revolucionarios, lo presenta Jorge Pacheco, fundador de Belén, militar y combatiente,
presenta en 1808 al Virrey Liniers un plan de reducción indígena, basado en la entrega de
tierras fronterizas, con el objetivo de construir fortines militares allí, pagados por los
hacendados. Esto último no es un detalle menor y hace ver el poco respeto de la autoridad
española con una mentalidad distinta al Gremio de Hacendados, sobre la concepción de la
propiedad.
El Real Acuerdo de 1805, ataca el derecho a la propiedad y por eso es rechazado
por el cuerpo de hacendados agremiados. Llegamos a 1810, bajo un caldo de cultivo,
adquisiciones de tierras donde misteriosamente aparecen más leguas, el problema de la
inseguridad en la campaña, el monopolio español, con su contracara, el contrabando, una
distribución de la riqueza notoria, entre el hacendado ausentista y el peón rural. Estamos
ante un ​hambre de tierras,​ acentuado por el monopolio de las rinconadas y la debilitada
frontera móvil, que dio como resultado una población errante, sin hábitos de trabajo, más
que la explotación de las vaquerías. Donde la autoridad española y el gremio de
comerciantes y hacendados, que podemos unirlos como una clase -dejando las
mentalidades del ​corpus medieval fuera-, comienzan a verse distanciados de la autoridad
española, son algo nuevo, hay un nuevo proyecto con tintes liberales, las contradicciones
llegaron dieron como resultado una compleja síntesis que se materializa en los siguientes
años que denominados ​procesos revolucionarios​ y el ​origen del Estado Oriental en 1830.​
La crisis de la dominación colonial española en el Río de la Plata

Si el problema del latifundio expande las contradicciones existentes entre la


conformación de una élite española-americana en contraposición con la Corona y las
instituciones que representan a esta en la colonia. Debemos sumarle tres grandes
aconteceres que la historiografía ha marcado como cruciales para la gestación de una
identidad criolla ​(Lynch, 1927-), marcando el camino para la independencia y la formación
de nuevos proyectos distintos a la dependencia colonial. El primero de estos sucesos
proviene de un cambio sustancial en la conformación ideológica de la autoridad española, el
cambio de casas que se dan en la corona, pasando de la dinastía Habsburgo a la de los
Borbones. Este cambio, parafraseando a Kossok, es de suma importancia ya que abre las
puertas a una regionalización de los dominios ultramarinos, conformado una identidad
política nueva. El segundo hecho que permite este camino son las invasiones inglesas, las
cuales daranas varias lecciones a la zona del Plata, resaltando la convivencia con el
liberalismo económico, lo cual, según Lynch, Kossok, Sala y equipo, es el punto culmine
para destrozar el monopolio español. El tercer hecho, es el que Williman y Pons llaman la
invasión napoleónica y la crisis dinástica española​, lo que comúnmente se conoce como las
invasiones napoleónicas​. Las repercusiones de esta son la gota que derrama el vaso, Tulio
Halperin saca una interesante reflexión sobre estas en la importancia para independizarse
de España, las milicias criollas, conformadas en las invasiones inglesas, adquirieron una
forma de combatir similar a lo que conocemos como guerra de guerrillas, la cual aplicaron
los españoles contra los ejércitos franceses y se replicó entre la gauchada y las milicias
contra los ejércitos reales.
España no conoció la paz, desde la adquisición de sus colonias en la zona del Plata
hasta los levantamientos revolucionarios en las mismas, no vivió momento fuera de una
situación bélica. Ya sean guerras internas, entre aspirantes al trono, o con reinos vecinos,
España no tuvo paz. A este periodo bélico que nos interesa remarcar los años 1779 a 1808.
Seleccionamos el inicio de las guerras anglo-españolas, que abre las hostilidades futuras
con inglaterra, explotando en 1796, y escogemos su finalización en 1808 con las invasiones
de los ejércitos imperiales franceses a la Península Ibérica. En esta situación coyuntural, se
darán pasos los hechos ya mencionados, en un ámbito donde encontramos tres grandes
partidarios a enfrentarse, España, Inglaterra con su aliado Portugal y Francia.
Dentro de esta situación bélica, las colonias ultramarinas españolas comenzaban a
sufrir lentos cambios que dispondrán sus futuros. Manfred Kossok resalta como cambio
radical, el camino hacia el libre comercio, tema que marcan en el Río de la Plata, los
historiadores Sala, Rodríguez y de la Torre. El 20 de Julio de 1774, se otorga un real
permiso de comercio internacional. Dos años más tarde ese permiso se extiende a Buenos
Aires y la salida al Pacífico de Chile. En dos años más, el 2 de Febrero de 1778, un real
acuerdo deja el comercio libre entre América y España. Los últimos acuerdos firmados el 4
de Marzo de 1795 y el 18 de Noviembre de 1797, permiten el comercio con colonias
extranjeras, el primero, y el segundo con naciones de bandera neutral. Estos permisos no
dejan entender muchas cosas. Primero, el lento cambio de mentalidad y la debilidad del
monopolio español, donde las autoridades españolas tiran “manotazos de ahogado” para
intentar mantener algo que ya es ineficiente para la nueva realidad, la semilla del
liberalismo.
Esta semilla del liberalismo -una entremezcla de ideas británicas y francesas-, tiene
su adaptación en el despotismo ilustrado que pasa a gobernar el reino de España. El
cambio de la casa Habsburgo a los Borbones, marca un antes y un después en las
relaciones de la metrópoli con sus dominios ultramarinos. La corona española se
aburguesa, la ​empresa ilustrada, como la define Robert Darnton, llega a España y se mete
en los altos cargos, la traducción de esta en las colonias americanas no se hace esperar. El
reformismo borbónico busca centralizar el poder, centrando todo en la figura del monarca y
todos los demás resortes del gobierno, puestos en personas vinculadas al cargo, como es el
caso del virrey y el gobernador, por ejemplo. La subdivisión de territorios y el
funcionamiento de nuevas instituciones, es concibe como una forma de centralizar el poder,
y combatir el creciente problema de una especie de ​burocracia real y poder
español-americano que se está gestando, así la nueva dinastía, en sus dominios
ultramarinos, divide a los virreinatos, creando nuevos, en nuestro caso, el virreinato del Río
de la Plata, se rompe el anexo con el virreinato del Perú, tomando a Buenos Aires como
nueva capital virreinal y creando ocho intendencias: Córdoba, Salta, Paraguay,
Cochabamba, Charcas, Potosí, La Paz, y la capital ya mencionada. A esto se agregan
cuatro gobernaciones: Montevideo, Misiones, Moxos y Chiquitos.
La subdivisión, con un gran carácter de mejoramiento administrativo, tuvo una
noción política clara, la exclusión de los españoles americanos de los cargos de poder,
prefiriendo a un extranjero no español antes que un criollo. Así, siguiendo la lógica de Jorge
Gelman, estas reformas de carácter político-administrativo, en el Río de la Plata, con un
funcionamiento ​cuasi autónomo​, donde el contrabando, la corrupción y el avance portugués,
las principales amenazas para la corona, no tuvieron gran importancia en el reinado
Habsburgo, cambia con las políticas borbónicas. En resumidas cuentas, el reformismo
borbónico buscó centralizar el poder, fragmentado al mismo, similar a la estrategia romana,
controlando a posibles focos de levantamientos, en este caso los criollos. La creación de
capitanías, ex apostaderos navales o transformar estas en gobernaciones, como el caso de
Montevideo, fue lo común del reinado borbón en sus dominios ultramarinos. La exaltación
del reformismo borbónico se ve con Carlos III, el último que pudo mantener en monopolio
español, aunque sin muchos resultados en la práctica.
Aunque las reformas tuvieron un papel principalmente administrativo, la necesidad
de revitalizar el monopolio, en una contraposición entre ideas liberales y el cerrarse, generó
una serie de medidas que fueron resquebrajando al mismo. Tanto Kossok como la
historiografía marxiana uruguaya y entre otras corrientes, resaltan la experiencia piloto de
1720, de la suspensión de ​flotas y galeones,​ la cual en 1748 toma peso legal, eliminado ese
sistema, el cual es substituido por el de ​barcos y navíos de registro​. Donde se controla y
recauda impuestos, estimulando la creación compañías navieras mercantes, como lo
ostentaban las distintas potencias del siglo XVIII. Así se da a luz la compañía de Barcelona,
de Filipinas y de Venezuela. El monopolio se mantiene ya que la corona entrega patentes
para exportaciones de un producto exclusivo. La serie de ministros ilustrados que tiene la
corte española, proclaman una serie de reales permisos para el comercio internacional en
1774, en la teoría, que dos años más tarde afectará a la capital virreinal platense y la
capitanía chilena. En 1778, el comercio libre entre las colonias y la metrópoli se aplica,
siendo la mayor apertura comercial hasta el momento. Se tiene que llegar al 95 y al 97 para
que se abra el comercio con colonias extranjeras y con naciones de bandera neutral. Algo
que llama la atención, es el formidable crecimiento económico montevideano, en 1787
cuando se autoriza a desembarcar ​piezas de indias,​ de la compañía de Filipinas en el
puerto de Montevideo.
La importancia de estos acuerdos, enormemente a Buenos Aires y Montevideo,
ciudades a las que se han catalogado de puertos mayores. La situación aduanera que
sufren estos puertos es de destacar ya que representa la nueva mentalidad española. La
rebaja en los impuestos de este estilo se hace notar, la diferencia entre mercadería
española y extranjera tiene grandes defensas proteccionistas, la española un 34%, mientras
que los productos extranjeros un 7%. Esta medida es notoria contra el inmenso comercio
ilegal que era moneda corriente en la zona. Además de esta política arancelaria aduanera,
se estimuló la producción de los frutos de la tierra, la riqueza en el Río de la Plata es la
ganadería, por lo que se impulsaron grandes saladeros. Esta situación genera un panorama
que Lucía Sala y equipo definen como una intervención de lo económico en lo político,
donde los nuevos sectores sociales, como la burguesía comercial, aprovisionada de
grandes extensiones de tierras, quiere dejar de cumplir el rol intermediador entre España y
el interior del virreinato, así esa burguesía dependiente sufrirá unos cambios estructurales
ante una nueva realidad que se presenta con la llegada de los británicos en la zona.

Invasiones Inglesas

El monopolio español está en crisis, los manotazos de ahogado que practica la


corona española, tomando medidas para mantener una estabilidad en su dominio comercial,
no hace otra cosa que entrever la ineficaz capacidad que tienen las autoridades españolas
para regular y ordenar sus dominios coloniales, como trabajan Fradkin y Garavaglia. En una
contraposición constante con Inglaterra y su aliado Portugal, vio como única salida aliarse
con Francia. Siguiendo la lógica del historiador Eric Hobsbawm, esta alianza es positiva
hasta que Francia comienza el proceso revolucionario y explota en 1789, rompiendo
España la alianza con esta y prohibiendo escritos de la ​empresa ilustrada,​ la alianza se
rompe de forma total en 1794 cuando las tropas republicanas, si se puede llamar así, entrar
en territorio español. A esta crisis sufrida entre España y sus colonias, la historiografía
resalta el bloqueo de los puertos españoles por parte de la flota británica, con el fin de
detener la expansión francesa. La guerra no se hizo esperar y las flotas inglesas, al salir
victoriosas de Trafalgar, toman el control absoluto del Océano Atlántico. Así, en 1805,
Inglaterra se hace del control atlántico, suceso que generará un fuerte peso en el accionar
español. El avance hacia las riquezas de América fue un factor que pasó por las cabezas de
los altos cargos británicos, su ambición de tener control del territorio platense, se nota
desde la fundación de Colonia del Sacramento. La historiografía nacionalista argentina,
toma el suceso de Trafalgar como un antecedente de la conformación de las guerras de
independencia, esta visión mentirosa de la historia nos puede ayudar a entender un poco el
carácter importante de lo que la construcción histórica ha marcado como consecuencia de
Trafalgar, las invasiones inglesas en el Río dela Plata.
El suceso en sí, puede dividirse en dos invasiones. Nos centraremos en Junio de
1806, 1500 hombres toman el control de la capital virreinal, afirma Reyes Abadie. El virrey
Sobremonte, asentado en Buenos Aires, abandona la ciudad junto a su guardia resguardo
los las arcas de la corona. La historiografía nacionalista, ha marcado este suceso como un
acto de cobardía del virrey, podemos tomarlo así, o como un movimiento inteligente de
defensa de la riqueza del soberano. La ciudad quedó sin resguardo alguno, así los ingleses
tomaron las pocas riquezas, exigieron la rendición de las autoridades respetado mantener
los cargos de la misma y respetar la religión católica. A esto sumaron la abolición del
monopolio comercial español, por la instauración del libre comercio. Muchos criollos, vieron
esta como la gran oportunidad, algunos documentos de la época narran como las hijas de
los grandes propietarios y comerciantes, pasean de la mano con los jefes militares
británicos, al mando de Beresford, el cual gobernó la ciudad durante la invasión. Durante su
breve mandato, lo más destacado es la habilitación de la plaza bonaerense al comercio con
todos los países, y las nuevas tarifas que dieron beneficio al comercio británico, siendo más
bajas que las españolas. Donde se pagaba un 12% si los productos eran de origen británico
y un 17,5% si eran extranjeros.
Los datos recién manejados por la historiadora Lucía Sala, y todo lo dicho
anteriormente, nos deja ver una serie de características que nos ayudarán a explicar el
discurso histórico hacia la independencia. Las invasiones inglesas son el punto culmine de
la desarticulación progresiva del monopolio español. Es el escenario ideal para para
encaminar los levantamientos armados contra España. Pero, siguiendo la lógica de John
Lynch, la elite rioplatense, los criollos que conocen el libre mercado y el libre comercio, no
quieren ​“cambiar de amo”​, de español a ingles. Si bien, los movimientos en el virreinato son
heterogéneos, no todos quieren cambios estructurales, muchos quieren seguir bajo la tutela
española, mientras que otros, en minoría, quieren la tutela británica. Los caminos son
variados, pero antes de entrar en esto y analizar la gota que derramó el vaso, es pertinente
analizar las fuerzas que cobra un agente histórico que va a tener gran peso en los
movimientos revolucionarios, las milicias criollas.
Los ingleses, instalados en el poder y buscando, por lo que especulan algunos
historiadores, con tomar esta zona de colonia depositaria de productos manufacturados y
extracción de materia prima, lo cual tiene mucho sentido, existieron levantamientos armados
contra el invasor, las explicaciones para estos son variadas y no pretendemos meternos en
ellas, la historiografía nacionalista coloca un carácter netamente presentista, anacrónico y
reduccionista a los hechos. Lo que nos interesa destacar es el funcionamiento de las
milicias criollas, comandadas por Liniers. A esto debemos sumarle el apoyo de la
gobernación de Montevideo, a cargo de Francisco Maciel, quien elevó una carta al su
majestad, expresando lealtad a la corona. Muchos hacendados y comerciantes, de origen
español y americano, hicieron aportaciones económicas, recaudando entre ambos gremios
un total de ciento cincuenta mil pesos, los cuales se destinaron, por los que los documentos
nos dicen, al ejercicio de contracción de una fuerza militar. Con quinientos soldados
entrenados y cuatrocientos milicianos, Liniers en Agosto de 1806, se dirige a la capital
virreinal, días antes de que la tome, trescientos efectivos se suman a la causa, así, el 12 de
Agosto de 1806, las tropas británicas sucumben ante la defensa, donde el papel de las
milicias criollas es de suma importancia. Retiradas de la capital virreinal, se instalan en el
puerto de Maldonado, logrando el bloqueo al resto de las ciudades del plata, la estrategia
inglesa funciona y se colocan productos de origen extranjero en la zona. Las fuerzas
inglesas ocupan sin mucha resistencia la ciudad de Montevideo, fiel bastión de la corona
española, donde permanecen desde el 3 de Febrero hasta Septiembre de ese año. Mientras
en Buenos Aires, se cesa de su cargo a Sobremonte y se escoge a Liniers a ocupar el
cargo, primer síntoma de autonomía por fuera de la corona española. Las fuerzas invasoras
se abalanzaron contra Buenos Aires, pero la destacada actuación de Liniers y sus milicias
criollas, detuvieron al enemigo y lo derrotaron, dándole dos mese para abandonar la zona.
La rendición de las fuerzas invasoras, nos deja un panorama distinto, muchos
españoles instalados en la zona incluyendo a la inmensa gama de criollos, no sintieron
respaldo alguno de la corona. La situación de España en estos momento será tratada a
continuación. Las ​“lecciones” que habla el historiador Lynch son la idea de no cambiar de
amo, dejan en evidencia las falencias de las autoridades españolas, la pésima
administración y el ya anticuado monopolio comercial. La falta de defensa del territorio por
parte de la corona, fomento la idea de una identidad regional, distinta a la española y mucho
más a la inglesa. Es algo nuevo, una soberanía distinta, con un formidable crecimiento
comercial de Buenos Aires y Montevideo, dando consciencia de sí a una burguesía criolla y
portuaria que compite con la beneficiada española. Sala, de la Torre y Rodríguez, destacan
los efectos económicos, donde los productos ingleses que le colocaron en ese lapso de
tiempo, donde se vieron las ventajas de vender productos buenos a bajos precios. Lo que
resalta este grupo de historiadores es la decadencia del monopolio español y la idea de
autonomía y soberanía que de gesta en el virreinato, con la selección de Liniers como virrey
y la selección de Elío como gobernador de Montevideo, pero lo que es más destacable e
importante para el transcurso de los siguientes acontecimientos, es la participación política
de los criollos en las instituciones, tema que los borbones desde su acceso al poder real
han intentando frenar.

Invasión napoleónica y los movimientos juntistas

Un hecho singular, pero a la vez similar a lo sucedido en la zona platense, se dio en


la ciudad de Buenos Aires. En enero de 1809, el Cabildo exigió la renuncia de Liniers y la
formación de una junta provisoria. ¿A qué se debe esto? Dos grandes ideas existen sobre
este pedido de renuncia si se entiende la situación mundial y su repercusión en el virreinato
del Río dela Plata. Tres años antes, Francia al mando de Napoleón, comienzan a poner en
práctica lo que los historiadores han denominado ​“bloqueo continental”,​ esto es no dejar
entrar ningún producto británico a Europa. No entraremos en detalles del conflicto bélico, el
cual no es pertinente, lo que nos interesa destacar es que, de este entramado de alianzas,
en 1807, en un jugada magistral de Napoléon, se firma el Tratado de Tilsit con Alejandro el
zar de Rusia, donde expone que desea tener control de toda la zona europea que divide los
pirineos, en otras palabras los reinos de Portugal y España. Portugal era el máximo aliado
inglés, por lo que su anexión territorial eran necesaria, mientras que los reinos que forman
España, tiene un valor estratégico en los planes franceses.
En el mismo momento que Bonaparte firma con el Zar Alejandro, se está llevando a
cabo el Tratado de Fontainebleau con la corona española, la cual autoriza el paso de tropas
imperiales por su territorio para ocupar Portugal. Enterados de este acuerdo, al corte
lusitana emigra a su máxima colonia, poniendo sede al reino en Río de Janeiro.
Aparentemente esta inmigración de los soberanos lusitanos tiene trasfondos ingleses, Lord
Strangford, embajador británico, persuadió al Rey Juan a irse al Brasil. Los intereses
británicos son claros y se materializan en las instrucciones del canciller Canning, viejo
conocido de nuestra mentirosa patria, diciendo que se debe ​“(...) hacer de Brasil un emporio
para las manufacturas británicas destinadas al consumo de toda América del Sur.” 4 Esto es
importante a tener en cuenta si seguimos la lógica de Inglaterra en América y las formas en
las que ha practicado sus políticas en la zona.
La Francia de Bonaparte aliada con España y con sus intereses defendidos en la
figura del ministro Manuel Godoy y la Reina, los cuales eran amantes a reconocidas voces,
fueron catalogados por muchos contemporáneos, entre ellos algunos ministros ilustrados
que son herederos de las reformas borbónicas. El apelativo a la Reina y a Godoy, era el ser
“pro franceses” o “afrancesados”.​ No solo tenían una mala imágen en sus súbditos, sino
también en el heredero al trono Fernando VII, las luchas por el trono dieron como nuevo
Rey a Fernando, quien al asumir se genera un festejo popular quemando retratos de
Manuel Godoy y al padre de nuevo rey, Carlo IV.
Napoleón, ya insertado en Portugal, hace un llamamiento a los involucrados en la
lucha por el trono de los reinos de España. Bayona será el lugar donde Carlos IV y su hijo
Fernando VII resolvieron el conflicto con el gobierno de Francia como moderador. Al menos
así los creían los reyes españoles, ya que Bayona era una trampa para tomar de prisioneros
a ambos y obligar a jurar fidelidad a Napoleón y a su hermano José, como Rey de España.
Pepe Botella, como lo llamaban los españoles, al hermano del conquistador francés, por su
afición a la bebida, asume como monarca y el rechazo del pueblo es rotundo. Mientras
muchos nobles, cambiaron de bando con la llegada de los franceses, dando nacimiento a
un estatuto constitucional que no fue visto con buenos ojos, entre la mayoría del pueblo que
exigía la vuelta de Fernando VII. En los virreinatos las posturas fueron tan variadas como en
la madre patria, existieron grupos ​afrancesados​, otros fernandistas, una facción carlista, tal
vez más grande que en la propia España, como menciona el historiador Lorenzo Meyer.
Entender el funcionamiento de la monarquía española en relación al resto de las
europeas, demuestran grandes diferencias en sus bases y la justificación del poder. El
absolutismo español, plantea Perry Anderson, ese caparazón de la nobleza que fueron este
tipo de sistemas políticos, tiene una gran falla en España. Mientras que la monarquía
prusiana o la francesa, justifican el poder del monarca mediante el don de la divinidad, la
sustancia del poder real español, recae sobre el soberano, sobre el pueblo, es el cuerpo del
pueblo quien da el poder al Rey. No entraremos en cuestiones filosóficas sobre la divinidad,
el cuerpo y las concepciones del poder real español, lo que es importante destacar para
lograr comprender el accionar del pueblo español, es que el poder del pueblo recae en el
Rey y sin Rey, el poder recae en el pueblo, hasta que retome el monarca. Este
funcionamiento es la clara justificación ante la negación de José Bonaparte y la vuelta de
los reyes españoles. Esta retroversión de la soberanía, como se le denomina, lleva al
pueblo español a accionar contra el invasor y organizarse, agrupandose en juntas, las
cuales asumen el poderío de distintas zonas en nombre de su majestad. La resistencia
española no se hizo esperar, milicias populares surgieron de forma espontánea a practicar
una especie de guerra de guerrillas, tanto el panadero, el artesano, el campesino, el bajo
clero, se levantaron contra el invasor. La organización, como ya se mencionó, se dio a base
de juntas, las cuales, al avance de la resistencia, organizaron una Junta Central con sede
en Aranjuez.
¿Qué sentido tiene esto con la frase del inicio? Parafraseando a Tulio Halperin, la
invasión napoleónica es la explosión de la exigencia de autonomía del Río de la Plata. Las

4
Extraído de William, W. Kaufmann. ​“La política británica y la idepedencia de la América Latina.​
1804-1828.” Universidad Central de Venezuela, 1963. p. 63.
facciones fueron bastante heterogéneas, en su mayoría eran proclives a Fernando VII, tanto
es así que enterados de los levantamientos y la formación de juntas, en la capital virreinal,
Buenos Aires, El Cabildo expuso el busto del Rey en su balcón. Otros grupos, eran pro
carlistas, pero el enemigo común, el francés, unificar sus fuerzas. Luego existían bandos,
uno ​afrancesado y otro que veía con buenos ojos la experiencia del libre comercio bajo la
llegada británica. Otro bando, bastante llamativo y atado a los intereses británicos, eran
quienes veían con buenos ojos que Carlota, la reina de Portugal, hermana de Fernando,
gobernará desde Río de Janeiro. Al final, se escogió agruparse en juntas, siguiendo el
ejemplo español. A esto debemos sumarle los conflictos entre la gobernación montevideana
y Buenos Aires, Elío y el Cabildo desconocen la autoridad de Liniers y el 21 de Septiembre
de 1808, forman la junta de Montevideo, la primera en todo el continente. Esta junta, dará
paso a que se forme una en Buenos Aires un año más tarde, exigiendo la renuncia del
Virrey Liniers. Existen dos grandes motivos, el primer y más notorio, es la influencia de la
mentalités española, si no hay monarca, el poder recae en el soberano, en el pueblo, es la
lógica de la retroversión de la soberanía. Por otro lado, y cabe destacar, Liniers es francés y
no era visto con muy buenos ojos entre las autoridades españolas.
El pedido de la junta no prospera, las milicias manifiestan su apoyo a Liniers,
pasando a detener a los miembros de Cabildo. Aquí tenemos otra muestra más del peso de
las milicias criollas que trabaja Tulio Halperin, el poder del Virrey Liniers coincide en el peso
de las milicias. Las juntas, recordemos, están conformadas por los españoles en américa,
los criollos, esa ​élite criolla,​ ve en las juntas el beneficio para el español europeo, para el
monopolio comercial. Esta élite española americana, tomo el camino de una de las
facciones ya mencionadas, darle apoyo a Carlota, confiar la regencia en su figura. La ley
sálica impuesta por los borbones, impedía gobernar a las mujeres, Carlos IV, cambio esto,
viendo que su hija sería la mejor opción antes que Fernando. La élite criolla porteña,
encabezada por Castelli y Belgrano, tenían ante esto el paso de instaurar una nueva
monarquía con bases ilustradas verdaderamente, no como los borbones. Esta posición pro
Carlota se vio caída por dos grandes motivos: los ingleses no veían con buenos ojos la
formación de un imperio lusitano en un territorio tan rico como Hispanoamérica, cosa que
desconfiaron de igual forma gran parte de la ​élite criolla​. Además se suma a ésto, que la
personalidad de Carlota, tendería a primar por un régimen absolutista y no por esa suma de
medidas liberales basadas en una monarquía, que buscaba la élite. La idea de que Juan y
Carlota gobernaran, fue tomada de forma extremadamente positiva, así se envió un
comunicado a unirse a la causa contra los franceses a todas las autoridades en la colonia.
El Cabildo de Buenos Aires rechaza esto, alegando su apoyo a Fernando VII y a
seguir las ideas que manejan la juntas, entre ellas la central, que mudó su sede a Sevilla, a
lo que Liniers apoyó esto y reconoció únicamente a la Junta de Sevilla. Desde la zona de
Andalucía, se escoge a un nuevo Virrey, a Baltasar Hidalgo de Cisneros. Este es bien
recibido en Montevideo, donde disuelve la junta y nombra a Elío inspector de armas del
Virreinato. El 22 de enero, la Junta Central convoca a cada virreinato y capitanía a elegir un
diputado para integrarse a la Junta. La historiografía resalta este hecho, ya que encuentran
aquí la materialización de los pueblos a elegir un representante y forma parte de los
órganos de gobierno. Cada colonia tenía derecho a tener un representante en ese gobierno
provisorio. Si bien es cierto que los representantes de las colonias no tenían tanto peso
como los escogidos de las juntas en la metrópoli, es bueno resaltar ya que la noción de
representatividad, cosa que se trataba en los últimos tiempos alrededor de 1810, era un
tema que tendrá un peso fuerte en las revoluciones independentistas de la zona. Podemos
concluir que las pérdidas de la corona lusitana en Europa, no tuvieron la recuperación que
se quiso en América, el ​carlotismo no tuvo adeptos fuertes, el apoyo de las fuerzas criollas y
las juntas se disputaron la representación y la defensa de sus intereses, en un marco
coyuntural de crisis monárquica y conquista de un invasor extranjero, sumado al marco de
experimentación, la semilla del liberalismo económico, que dejó las invasiones inglesas y un
pésimo sistema basado en las reformas borbónicas que no podían contener el monopolio
comercial en funcionamiento y las ansias del poder político en la ​élite criolla​, derivando en
esta causalidad que el estudioso de historia coloca en la gestación de las revoluciones
independentistas.

Revolución en el Río de la Plata

1810

La historiografía argentina como uruguaya en su afán de resaltar la identidad


nacional, han masacrado un tema de vital importancia para las ideas federalistas de los
caudillos que recorrieron la zona desde el inicio de la ​revolución regional en 1811 ​con el
primer caudillo federal, Don José Gervasio Artigas, hasta la muerte del Chacho Peñaloza en
1863. El lector debe comprender que se escogen estas fechas, ya que la verdadera
revolución, la practicidad de la misma tiene su primera manifestación en la Banda Oriental,
una lucha de gauchos, campesinos, libertos, peones, bajo la bandera de una nueva política
de tierras en un sistema federalista y republicano, la santa trinidad del artiguismo, en
palabras de Barran y Nahum. La muerte de peñalosa, es el fin simbólico del federalismo en
la región, si bien podría haberse escogido la muerte de Facundo Quiroga, Peñaloza es la
síntesis del Tigre Quiroga y de Don José Gervasio, la materialización de las Provincias
Unidas.
Tratar la revolución en el Río de la Plata, desde la división de Buenos Aires y la
Banda Oriental, es alimentar la herencia pivellina y la exaltación del chovinismo. Es
imposible separar los movimientos juntistas montevideanos y porteños, con el inicio de la
revolución en Febrero de 1811, bajo la conducción del pueblo oriental. Debemos recordar la
importancia de la situación coyuntural, lo sucedido en España, la llegada de la corona
Portuguesa a su colonia americana, los intereses de las élites criollas y el funcionamiento
de las autoridades españolas. Con la ocupación francesa en territorio español, la aparición
casi instantánea de las juntas, justificada en la retroversión de la soberanía, hasta la vuelta
de Fernando VII al trono. En las colonias ultramarinas, la necesidad de participación política,
trancada por las reformas borbónicas y su política de no dejar participar a los españoles
americanos en los órganos del poder, prefiriendo a europeos de de origen no español, antes
que criollos, había conformado una ambición de poder en las élites criollas. En cuanto a la
situación económica, era bastante similar, el cancerígeno monopolio español trancaba los
sueños del libre comercio que habían dejando los ingleses en su breve ocupación en la
zona platense. Las juntas en el Río de la Plata no se hicieron esperar, así en 1808,
Montevideo tiene la primer junta fuera de territorio metropolitano.
Las consecuencias de la junta de Montevideo, tratadas anteriormente, son claras: el
conflicto del gobernador de montevideo, Elío, con el virrey Liniers, la no representación de
las milicias criollas y su coacción en el Cabildo de Buenos Aires, sumado al origen francés
de Liniers, dieron la junta de Montevideo, como bien trabajan Claudio Williman y Carlos
Paniza. Podemos ser un poco más exhaustivos y analizar cómo Montevideo
diferenciándose de la capital virreinal, tenía una fuerte herencia colonial, con fuerzas
militares provenientes en su gran mayoría de España con un foco comercial
mayoritariamente beneficiado de las políticas españolas. La junta de 1808, cobra sentido en
este marco, Pivel Devoto marca a esta fecha como el inicio de la nacionalidad oriental,
diferenciándose de Buenos Aires, en esa concepción simplista de la lucha de puertos. Pivel
se equivoca, como bien trabaja Ana Frega, esta junta montevideana y la “revolución” del 25
de Mayo, tienen bases realistas y lejos están de conformar identidades nacionales. Si bien
es destacable que la Junta de Montevideo dio fisuras al monopolio comercial español, con
la entrada de productos ingleses y la conservación de los impuestos de aduana en la
administración montevideana y bonaerense, como era moneda corriente. Podemos hablar
de un ataque, al centralismo porteño.
Esta lógica que plantea Frega, también se ve en los historiadores Reyes Abadie y
Vázquez Romero, en la noción de lo que la historiografía argentina llama “revolución del 25
de Mayo”. Los patricios bonaerenses, comandados por Cornelio Saavedra, un militar y
político de renombre, nunca buscaron cortar relaciones con España, nunca entendieron la
independencia como una ruptura con la corona española, por ende el concepto de
revolución, como trabaja el historiador José Carlos Chiaramonte y continúa Ana Frega, el
concepto de revolución tiene distintos significados, incluso en el mismo momento histórico,
variado la zona geográfica en la que estén. El concepto de revolución es clara muestra de
esto, tanto Saavedra, como Castelli y Mariano Moreno, hablaban de la revolución, pero no
era entendida como los ​hombres sueltos que siguen a Martín Güemes o al mismo Gervasio
Artigas. Así, la idea de revolución tiene distintos significados y esto es de suma importancia
para comprender los sucesos que acontecieron, de igual forma que la independencia era
algo relativo a quien saliera de su boca.
Relativa era la noción de independencia, para los porteños y montevideanos, en su
mayoría, era independencia del dominio español, ante el miedo y las noticias que llegaban
de la Península y el aparente final de la soberanía española en Europa. La discusión de las
juntas era el derecho de los súbditos americanos con la corona a ejercer puestos de
gobierno y tener el libre mercado, frente al monopolio español. Los documentos de la
época, dejan ver la necesidad de conformar una constitución monárquica en el Río de la
Plata. Tengamos presentes que la económica del virreinato tiene dos características
contrapuestas: mientras que la exportación de cueros y el mercado del tasajo iba en
aumento, el déficit financiero en el mantenimiento de las milicias, con todas las necesidades
que de estas recaen, compra de armas, pólvora, uniformes, pago de indemnizaciones, pago
de sueldos. Situación que Liniers no puedo resolver, ya que la milicias eran su brazo
armado y el desorden económico era beneficioso para sus máximos patrocinadores.
En este clima se da la llegada del nuevo virrey, Cisneros, quien en su llegada, lo
primero en hacer es abrir puertas a los productos ingleses, entiendo la situación que
acontece en Buenos Aires, siempre defendiendo la producción española, bajo la medida
proteccionista de un impuesto del 12% a los productos que perjudiquen la producción local y
española. Si bien el resultado de mejorar la económica, se vio perjudicado por la constante
llegada de noticias sobre los franceses en la Península Ibérica. Cisneros y su séquito
intentaron calmar la magnitud de las noticias, tal situación no se pudo contener y se
proclamó que cada pueblo del virreinato escoja un representante, ante la total pérdida de la
soberanía del territorio peninsular. Las noticias y las palabras de Cisneros, despertaron en
la élite criolla porteña, en el patriciado bonaerense, la hora de levantarse. Saavedra,
Belgrano y Castelli son las figuras que levantan a ese patriciado portuario, entre estos
muchos jóvenes con ideas liberales. Mal hablando, la situación apretó a Cisneros, el cual
casi sin apoyos y bajo la sombra de lo que fue Liniers como líder de la región, cedió a que
actuase el pueblo en cómo el mismo escogiese.
La posición de Cisneros no fue bien tomada por las autoridades españolas, quienes
en nombre del mismo Cisneros dieron llamado a un Cabildo abierto. Las autoridades
militares, comandadas por Saavedra, pusieron peso en el accionar del Virrey. Los
historiadores creen que se ha hecho una especie de renuncia forzada del representante del
rey ausente, significando la posibilidad de elegir un nuevo gobierno. En esta situación se da
el Cabildo abierto, con una concurrencia de 251 invitados, números falseados por Cisneros
que mandó imprimir una 450 invitaciones, estratégicamente dirigidas a los ​“mejores
vecinos”.​ Antes de entrar en el accionar del Cabildo es importante destacar una serie de
cosas. Dentro del grupo independentista, la heterogeneidad de ideas se hacía presente,
mientras personas como Castelli, al ver la situación y la decadencia total española, veía la
posibilidad de traer nuevas ideas para un nuevo gobierno en la zona, de igual forma que
Mariano Moreno con su interpretación de los revolucionarios jacobinos, donde concebía la
idea de un nuevo sistema, otros como Saavedra, del ala conservador, no buscaba traer
ideas liberales, europeas. Si bien esto es destacable ahora, al inicio de la revolución de
1811, el cambio radical de postura de estos liberales es extremadamente llamativa y será
analizada pronto.
La votación, de 224 vecinos, dan como resultado 64 votos por la permanencia del
virrey y la idea de que la soberanía española se mantendría en la metrópoli, fue arrasada
por los 160 votos restantes que dieron al Cabildo la centralización del poder y la
conformación de una Junta. Este episodio, debe entenderse en el marco de la semana de
que va del 18 al 25 de Mayo de 1810. Estamos ante un escenario cambiante, tanto en la
confrontación de ideas como al accionar de los actores históricos, la situación extraordinaria
del Cabildo Abierto, plantea Claudio Williman, demuestra el peso del brazo armado que
formó Liniers en las invasiones inglesas, la fuerza de las milicias criollas que habla el
historiador Tulio Halperin. Tanta es la fuerza de estas milicias, que ante la trampa de
Cisneros y las autoridades españolas de conformar un grupo electoral para votar a su favor,
es detenida por las milicias criollas, las cuales cortan estratégicamente ciertas calles que
dan hacia el Cabildo, impidiendo el paso a los ​“buenos vecinos” que invita Cisneros,
dejando entrar a los criollos, de ahí la aplastante derrota de 160 votos sobre 64.
El día 23 de Mayo es importante ya que comienza la organización de a dónde se
quiere apuntar con la idea de independencia. Dos grandes posturas confluyen y entran en
contradicciones, la más común fue la ​españolista,​ la cual no quiere grandes cambios,
aceptando la vigencia del consejo de regencia como un órgano legítimo por ende el Virrey
también es legítimo. El otro grupo, encabezado por Castelli, toma la idea de la monarquía
usufructuaria, dando como ilegítimo al Virrey por la ausencia del monarca. A esta situación
los españoles proponen una votación en el Cabildo para el cese de Cisneros y que la
autoridad pase al Cabildo, la jugada española engaña y esos ​“mejores vecinos” votan la
permanencia de Cisneros, con un Cabildo conformado por tres españoles -donde un era el
presidente encargado del mando de las tropas-, y dos criollos.
El día 24 las fuerzas criollas protestan ante tales resultados, convocando a un
Cabildo abierto para el día 25, pidiendo la renuncia de la nueva junta, conformada por
españoles. Así, el día 25 se da la votación, la noche anterior los dirigentes criollos preparan
sus listas para los funcionarios del Cabildo. El día 25 frente a la Plaza Mayor, se reúnen las
milicias criollas y parte del patriciado porteño, exigiendo que se sepa lo que se vota. Tal
presión social, marca la historiografía argentina, da como conformación una nueva junta, la
“Junta de Mayo”, dejando por fuera a Cinseros. Las fuerzas militares, movilizadas en lo que
muchos denominan “pueblo”, exigen a Saavedra como presidente de la junta, un
conservador, hacendado y militar de alto rango. Los secretarios de la junta fueron Mariano
Moreno y José Paso. Destacan figuras entre los vocales, como Belgrano, Castelli, Matheu,
Larrea, entre otros.
La nueva junta, sin participación del interior del virreinato, dio paso a lo que serían
las políticas centralistas porteñas. Como dijimos anteriormente, dos posturas se muestran
aquí, por un lado, los revolucionarios liberales, encabezados por Mariano Moreno, que
buscan una revolución profunda, al menos en su discurso, ya que como plantea Mario
Cayota, este proyecto revolucionario se dará contra la realidad de la pobreza del interior y el
“hambre de tierras” -utilizando el vocablo de Barran-, de la Banda Oriental y del resto de las
provincias. El otro grupo, conservador y legitimador del poder de Fernando VII, es
encabezado por Saavedra, el cual busca cambiar el modelo español, por la dirigencia
bonaerense. La historiografía más reciente en estos temas, nos permite comprender cómo
ambas posturas, tienen como idea sustituir el sistema español por uno encabezado por la
élite criolla residente en Buenos Aires. Si bien es cierto que existieron discrepancias entre
Moreno y Castelli contra Saavedra, ambos tenían como fuerza movilizadora las milicias
criollas y sus ideas dieron como resultado un gobierno en manos de la oligarquía burguesa
capitalina-portuaria. Beraza, plantea que proceso que comenzó el 25 de Mayo de 1810 fue
la sustitución del gobierno español por la oligarquía porteña, el ​“señorío de Buenos Aires”,​
encubierto en ideas liberales, pomposas europeas bajo la bandera de la ​“libertad de los
pueblos”,​ pero que en la práctica dejaba un interior sometido, una nueva colonia, al
centralismo bonaerense, podemos observar la lógica que plantea el marxismo-leninismo de
la ley del desarrollo desigual entre Buenos Aires y el interior.

1811

La práctica de estos actores sociales nos da la idea de como se dara el inicio de la


revolución regional que la historiografía nacional llama la ​“revolución oriental”.​ Tengamos
presentes que instaurada esta fascinación “independentista” en Buenos Aires, pidió el
reconocimiento de las autoridades y el Cabildo de la Banda Oriental. Analizar esto es
complicado, tengamos presente que Montevideo a diferencia de Buenos Aires y otras
ciudades americanas, fue un bastión español, hasta la toma del mismo por los
revolucionarios orientales. Montevideo, formada por militares españoles, con una élite
beneficiosa del dominio español y leal tanto a Carlos IV como a su hijo Fernando VII, fue el
gran bastión contrarevolucionario de la región. En Montevideo encontramos dos facciones,
los comerciantes españoles, comerciantes de piezas de indias, y grandes propietarios
ausentistas, beneficiados por las políticas españolas, que negaban la autoridad de la Junta.
La otra facción, que veía con buenos ojos lo sucedido en Buenos Aires, estaba conformada
por doctores liberales, catalogados de ​innovadores.​ Por ende el no reconocimiento a la
Junta de Mayo, no se dio por parte de las autoridades montevideanas, reconocer esta,
parafraseando a Beraza, es caer en manos de los grupos comerciales bonaerenses.
Entonces, ¿cómo se dio la revolución en la Banda Oriental? Las particularidades de
la misma traen una serie de choques entre las distintas posturas historiográficas. Lucía Sala
y equipo, en (nombre de la obra) marcan a la misma por la gran particularidad de darse en
el campo, encabezada por campesinos, Barran y Nahum siguen la misma lógica en su libro
(...), donde plantean que esas multitudes campesinas, gauchos, indios, libertos y
malhechores conducían a un caudillo principal, Gervasio Artigas, bajo el ​“hambre de tierras”
que existía desde la fundación de Montevideo como apostadero naval. El problema del
latifundio fue clave para esto, ya que dio como resultado ese levantamiento de caudillos
regionales, encabezados por Artigas. A esto debemos sumarle otra particularidad que
trabaja Barran y Nahum, la participación del mediano y gran propietario, que veía en estos
levantamientos una salida al liberalismo y una mayor defensa de la propiedad privada, como
trabaja Vázquez Franco, pequeña sorpresa se llevaran esos hacendados al ver los
verdaderos ideales artiguistas y la nueva noción de una política de tierras. Tanto es así, que
comenzada la revolución Mariano Moreno llega a la Banda Oriental para abrazar la lucha e
intentar calmar a esas ​“anárquicas multitudes de gauchos y malhechores” 5, conformados
bajo una nueva noción de República, federalismo y una nueva política de tierras, las bases
de la revolución artiguista.
Antes de meternos en tal situación, es importante destacar como la construcción
histórica argentina concibe al artiguismo, es un movimiento montonero, similar a los
gauchos de Güemes.​ Si bien la idea de ​“montonera” e ​ ntendida como un levantamiento
formados por personas de una misma región, contra un enemigo común, en este caso los
españoles. La montonera es dirigida por un caudillo. Otra característica es el acercamiento
geográfico de esa gente con la guerra de guerrillas, el monte y cabalgar a caballo.
Siguiendo esta lógica podemos concebir el inicio de la revolución rioplatense en Febrero de
1811, como una revolución montonera, con la gran particularidad que esta no comenzó en
un centro urbano, sino que se dio en la campaña y movilizó a toda la población. Gran
diferencia con el resto de América, dando la gran particularidad, la coherencia del
artiguismo y la practicidad de la situación a la hora de levantarse, no fue una revolución
teórica como el 25 de Mayo, una ​“revolución de las ideas” pero manteniendo los privilegios
de la élite criolla.
La revolución en la Banda Oriental salió del clamor popular, pobre, campesino, no de
la ciudad, de las clases dirigentes, de Moreno, de Saavedra, de Castelli, de San Martín. La
autonomía de las provincias bandera del artiguismo, de la verdadera revolución comenzada
en 1811, fue distinta al 25 de Mayo, no solo por no comenzar en la ciudad, ni ser pensada
por las clases dirigentes sino por el accionar práctico de un pueblo, siempre fue coherente.
Mientras los liberales bonaerenses tuvieron miedo a lo que la revolución podría dar a futuro,
viendo los levantamientos de la Banda Oriental, o en la misma Salta, dieron como resultado
el cambio a monarquías tenues o repúblicas con presidencias vitalicias, como es el caso del
mismo San Martín o de Bolívar. Dejando en evidencia la noción del centralismo porteño y la
defensa de sus intereses de clase, como bien trabaja Lucía Sala, Nelson de la Torre y Julio
Rodríguez. Así, una masa de gauchos, campesinos y hacendados, conducidos y
conductores del caudillo José Gervasio Artigas, dieron paso a la revolución oriental o

5
Cita de Barrán.
regional, entendida por Beraza como un trastorno total y definitivo en lo que se entiende
como normal y regular en la vida civil y pública, el artiguismo, como lo llamara la
historiografía, es el primer movimiento revolucionario de la zona.
Artiguismo

Como se dijo anteriormente, la Banda Oriental presentó una serie de


particularidades que estallaron el 28 de Febrero de 1811. Antes de entrar en detalles sobre
el mismo es pertinente aclarar que se estudiará al artiguismo de la siguiente manera, como
un movimiento revolucionario, adaptativo a nuevas realidades, pero siempre manteniendo
coherencia en sus bases, no se entenderá al artiguismo como una materialización de la
figura de Artigas -aunque el movimiento lleve su nombre-, el artiguismo es una construcción
del pueblo oriental que tienen sus bases en Artigas, si cierto, pero que se moviliza en la
práctica y teoría por los orientales que, parafraseando a José Pedro Barrán, conducen y son
conducidos por el caudillo mencionado. Al movimiento revolucionario artiguista, lo
concebimos en tres grandes fases, similares a la que la historiografía en general lo hace:
1811 con sus inicios y primeras victorias, 1813 y el proyecto político, 1815 y la radicalización
de la revolución, la verdadera cara del movimiento revolucionario y su contagió regional, ya
que, como el lector sabe, el artiguismo no es un fenómeno aislado, ser artiguista significa
ser federalista y lucha por la autonomía de los pueblos, por ende, la gran mayoría de
caudillos de las provincias aledañas a la Oriental, son federalistas artiguistas y la herencia
del movimiento quedó más impregnada en esas zonas que en el posterior Estado Oriental.
La revolución en la zona del plata tiene su punto de “arranque”, si se quiere decir, en
1811, la historiografía argentina y el cáncer nacionalista uruguayo toman dos fechas
distintas, para los hermanos argentinos o mejor dicho, bonaerenses, toman el 25 de Mayo
con la creación de la Junta, ya explicamos los motivos por lo que no creemos que sea
pertinente tratar a esa Junta con la misma base teórica del concepto revolución, mismo que
le aplicaremos al movimiento artiguista. Nuestra historiografía chovinista, en su afán de
mentir descaradamente, influenciada por un sinfín de relaciones de poder, marca la Junta
de Montevideo de 1808 como inicio del sentimiento oriental y da a entender que allí,
comenzó el sentimiento anti realista. Creo que no es pertinente mofarse de tales dichos,
además ya se ha explicado el funcionamiento de esa Junta y la exacerbación pro
fernandista e incluso carlista, que tenían esos montevideanos en 1808. Tema distinto era lo
ocurrido en campaña, aquí Ana Frega nos ayuda a comprender cómo en los cortos meses
que van desde el 28 de Febrero de 1811 al 18 de Mayo del mismo año, la campaña de la
Banda Oriental, de la jurisdicción de Montevideo, pasó a tener el control total de lo que el
virrey Elío denominó, ​“una partida de ladrones​”6. Siguiendo la lógica de Frega es bueno
analizar cómo la campaña pasó al control de las milicias orientales.
El latifundio generador de hambre de tierras, una población rural descontenta, la
constante explotación del gran propietario ausente y de las autoridades españolas, que
ahogaban al pequeño propietario y a los “agregados” -utilizando el utillaje mental de Lucía
Sala-, dio como resultado esa explosión que conocemos como el Grito de Asencio el 28 de
Febrero de 1811. Es sorprendente cómo en aproximadamente dos meses, la campaña pasó
a estar en total control de las fuerzas orientales, derrotando al último ejército realista en la
Jurisdicción de Montevideo, encabezado por el capitán de fragata española José Posadas.
En este corto tiempo, pueblos como Mercedes, Soriano, Paysandú, Belén, Porongos, San
José, San Carlos, Santa Teresa, pasaron a respetar a la Junta de Buenos Aires, o dicho por
Reyes Abadie, al caudillo José Gervasio Artigas, cosa que traerá problemas posteriores.

6
Cita de Reyes Abadie.
Recordemos que desde la ex capital virreinal se envía a Juan José Paso, en la
Misión Paso de 1810, a Montevideo para estrechar la hermandad entre ambas ciudades,
exponiendo sus informes, sus fines y las razones por las cuales no reconocen al Consejo de
Regencia, pidiendo que Montevideo se unifique con Buenos Aires, bajo el gobierno de la
Junta. La solicitud de Paso, dio camino a un Cabildo abierto, como nos muestran los
documentos, donde se votó que sí Buenos Aires no reconoce al Consejo de Regencia,
Montevideo no validara ante sus ojos la autoridad porteña. Esto es lo que Reyes Abadie
analiza como el inicio de la actitud contrarevolucionaria del gobierno realista montevideano.
A todo esto, la Junta bonaerense entendía los problemas de los pueblos orientales,
incitando a su levantamiento, prometiendo solucionar los problemas que los acontecen,
como era un buen arreglo de los campos, una mejor defensa de la frontera y convertir al
puerto de Maldonado en un puerto mayor. Toda esta situación esconde bajo la ​espuma de
mar de Braudel, algo que afectaba la integridad de los pueblos desde hace tiempo: la
pésima administración española frente al reparto de tierras, sumado al problema de muchos
hacendados que era la inseguridad de las ​californias​ portuguesas y de los hombres sueltos.
El problema de la Banda Oriental, comparten la mayoría de los historiadores, es la
tierra improductiva. Montevideo, enterado de la incitación de la Junta, sin comprender el
peso de los caudillos regionales en los llamados a los levantamientos, comienza a unificar el
territorio bajo su control, reafirmado la autoridad de Cisneros, el cual no duraría mucho, ya
que ese mismo año, el Consejo de Regencia, escoge a Elío como virrey y a Montevideo
como capital transitoria del virreinato. Los objetivos de la nueva autoridad son claros,
atender las relaciones con Portugal e Inglaterra, que meten sus narices en intereses
españoles, además de solucionar el problema con el gobierno de Buenos Aires. Elío tuvo
por un corto periodo de tiempo, unificado al territorio bajo la jurisdicción de Montevideo, le
declara la guerra a la Junta, con motivos más que claros en un ambiente caldeado, siendo
la gota que derrama el vaso el no reconocimiento de las Cortes Generales y Extraordinarias
del Reino de España, frente al Cabildo y la Junta bonaerense. El primer acto en esta guerra
fue cerrar el puerto de Montevideo a productos provenientes de Buenos Aires. Reforzó la
guarnición de Colonia del Sacramento y ignorado lo que estaba sucediendo en la campaña.
Vencer o morir libres, eran las palabras de las peonadas sublevadas el 28 de
Febrero de 1811, cuando se produjo el Grito de Asencio y se dio paso a los posteriores
levantamientos que dieron como resultado al intento revolucionario o en palabras del mismo
Artigas, ​la admirable alarma​. Viera y Benavídez fueron los impulsores del primer
levantamiento, el primero, un riograndense que vivió toda su vida en la Banda Oriental, era
trabajador en una estancia, administrando a la misma y tenía gran contacto con la
gauchada, así era Perico el bailarín, de igual forma que Benavídez, catalogado como un
domador de multitudes campesinas de alma inquieta. La batalla en sí, no tuvo un carácter
militarmente destacado, pero fue tomado como impulsor de esa ​admirable alarma,​
motivando a otros focos montoneros en el territorio. Esa victoria, no fue tomada por las
autoridades porteñas, ya que a pocos días, el 2 de Marzo de 1811 para ser más exactos,
caen frente a las fuerzas realistas montevideanas, un ejército de la Junta. Aunque los focos
revolucionarios no fueron más vistos, estos eran organizados nada más y nada menos que
por José Gervasio Artigas, un conocedor del campo y su gente, sabia los problemas que
acontecían a los pueblos orientales, sabía escucharlos, convive con ellos, con los apartados
de la norma impuesta por la autoridad, con los matreros, hombres libres, la gauchada y
peonada, indios, mulatos y negros, era recibidos en brazos del movimiento revolucionario
que comenzó a cobrar fuerza y se apoderó de la campaña el 18 de Mayo de 1811. Los
motivos para apoyar la causa revolucionaria era variados, algunos por odio al opresor
español, otros por el siemple hecho de poder saldar sus cuentas, la élite criolla veía la
oportunidad de romper las trabas económicas y políticas de la Corona española, algunos
pocos los movían causas ideológicas, lo llamativo es que todos combatieron contra un
enemigo común.
La famosa Batalla de las Piedras, tiene una serie de lecciones a sacar, la
incredulidad de Elío ante la situación de los focos montoneros, que no eran un par de
ladrones y malhechores, eran hordas de paisanos y propietarios de tierras, levantados
contra un enemigo común, con intereses muy distantes, organizados por caudillos locales y
un caudillo general que era Artigas. Ante tal situación, las autoridades españolas, enviaron
al último ejército realista a combatir al movimiento y tomar control de la campaña
nuevamente. Para tal tarea se encargó al Capitán de Fragata española, José Posadas,
encabezar al ejército realista y alistar a sus hombre a unirse al ejército que contaba la
ciudad. La subordinación militar española fue pésima, Posadas nunca había peleado en
tierras, era conocido por sus victorias frente a los navíos ingleses y portugueses, pero
nunca estuvo en tierra firme, pero al ser el cargo militar más alto en la ciudad, debía
encabezar al ejército, la realidad material también imponía eso, como plantea Vázquez
Franco, la situación de no contar con casi soldados, de centrarse exclusivamente en
Buenos Aires y al guerra que Elío declaró, deja con pocas posibilidades al ejército realista,
tanto es así que se soltaron a los presos de la ciudad y se les prometió la libertad y
luchaban en el campo de combate. La batalla fue victoriosa por parte del ejército oriental,
los hombres de Posada que no sabían montar a caballo, sucumbieron con facilidad ante la
táctica de Artigas. Dos grandes cosas nos deja la Batalla de las Piedras, primero, la
capacidad de Artigas de organizar a los pueblos orientale en armas, a esos grupos
heterogéneos, siguiendo una causa mayor. Segundo, la atención de la Junta y posterior
Triunvirato de Buenos Aires, ante el creciente poder del caudillo y las victorias contra el
ejército realista.
La victoria del ejército oriental dio paso al sitiar la ciudad de Montevideo el 20 de
Mayo del mismo año. Sin defensas más que la muralla, y el beneficio del puerto,
Montevideo se encontraba a merced de los orientales. El sitio alertó a Elío y las autoridades,
quienes hablaron con quien encabezaba a los revolucionarios, Artigas, avisando que se
encontraba en negociaciones con Buenos Aires, por lo que le propone el cese de armas a la
espera de resultados de la conversación. Artigas rotundamente negó tal proposición,
dejando claro que él sólo responde al Junta bonaerense y al pueblo oriental, además, como
analiza Reyes Abadie el tema, invita a Elío a negociar con el como representante de la
Junta, dando a entender que se le quitaba peso ante los hechos ocurridos anteriormente en
batalla y la organización de los orientales. Artigas envía una carta al Cabildo de Montevideo
pidiendo la rendición de la ciudad para no derramar más sangre insolente, además agrega
que el Consejo de Regencia debe reconocer su autoridad y entregar la plaza de tropas a su
mando, o lo que es lo mismo, a la causa oriental. Ante tales advertencias, Elío responde
negativamente, por lo que el sitio continua y el ejército oriental se asienta en el Cerrito,
desde donde tiene control periférico de toda la ciudad y controla el campo. No estarán
mucho tiempo en el Cerrito ya que pasarán a instalarse al Cordón.
Es importante destacar lo que sucederá ya que marcará el camino al movimiento
revolucionario, el primero de Junio de este año arriba al sitio el Coronel Rondeau al frente
de 2800 hombres, estableciendo su cuartel en el Arroyo Seco, formando una línea sitiadora
desde el Miguelete hasta Punta Carretas, bombardeando ocasionalmente la ciudad
amurallada. En un principio se tenía pensado comandar el sitio Belgrano, pero ante el
cambios políticos que se estaban llevando a cabo, de la Junta al Triunvirato7, Belgrano
debió retornar a Buenos Aires, quedando al mando Rondeau. La historiografía ha marcado
en varias ocasiones que el sitio tenía un sentido de defensa de la patria, si se quiere ver
desde la perspectiva de los orientales, pero visto desde la perspectiva militar de la época, el
sitio no tenía sentido si Montevideo tenía salida libre al mar, por ende, al mundo. Menos
sentido tenía con las noticias que llegaban sobre el avance del ejército portugués por el
este. Antes tales situaciones, Rondeau convocó a una junta de guerra el 30 de Junio en
Arroyo Seco. Distintas posiciones convivieron en esta junta militar, Artigas propuso que en
caso de no verificarse la noticia de la llegada del ejército lusitano, se debía tomar la Plaza y
en caso de ser ciertas, se debía atacar al invasor. Rondeau comparte la postura de Artigas,
agregando que se debe tener contacto con los revolucionario intramuros. Las noticias del
ejército eran ciertas, Elío que buscaba soluciones para abastecer a la población amurallada,
aceptó la ayuda que anteriormente había recibido de la corona portuguesa para contener a
la masa revolucionaria y así fue como el ejército lusitano fue tomando pueblos en su llegada
a Montevideo. Diego de Souza justificaba el pedido de Elío a base de ​“(...) no es con
intención de conquistar vuestro país, que me determino a entrar en él(...) mis operaciones
tendrá solamente en vista apaciguar las querellas de una revolución (...)”​ 8
Antes de la llegada de los portugueses, se da un acontecimiento conocido como la
negociación del armisticio de Octubre. Se dio en Río de Janeiro, bajo la diplomacia británica
de Lord Strangford, busco restablecer la paz entre los gobiernos platenses manteniendo el
statu quo​, defendiendo los recursos de su aliado español contra la guerra sin cuartel de
Napoleón, a cambio del libre comercio en la zona del Río de la Plata. La Regencia
española, sin alternativa alguna, aceptó ante las peticiones inglesas. A todo esto Elío no
veía con buenos ojos la ayuda portuguesa y al igual que la corona inglesa y la idea de
Portugal de crear un imperio en América, si se sigue la lógica del historiador Manfred
Kossok. Ambas situaciones llevan a pensar que dieron como resultado la suspensión de las
hostilidades firmadas por ambas partes, en la línea sitiadora. La llegada del solados pedidos
por Rondeau, toma carácter ya que el mismo Coronel no estaba de acuerdo en abandonar
el sitio. Tanto Artigas como Rondeau, fueron acusados de desobedecer al gobierno
revolucionario, quien daba orden de dejar la zona, la situación militar en el Alto Perú, la
posible entrada de los realistas por Tucumán, sumado el bloqueo de su puerto y el cierre de
los ríos Paraná y Uruguay, veía a Buenos Aires tomada por las fuerzas españolas. Ante tal
hecho, el Coronel Rondeau convoca a una junta en la Panadería de Vidal. Situación que la
historiografía nacional ha denominado ​Asamblea en la Panadería de Vidal,​ acordado con el
gobierno central, el cual envió diputados para negociar.
El problema que radica en la cúpula bonaerense es el miedo a una derrota frente al
ejército invasor. Este miedo no era compartido por los orientales y el mismo Rondeau,

7
Órgano político que suplanto a la Junta, dando paso nuevas políticas de carácter más centralista,
recordando a la primer Junta de Mayo de 1810, liderada por Saavedra. La instalación del primer
Triunvirato se dio el 23 de Septiembre de 1811, encabezada por Sarratea, Pose, y Chiclana.
Cambiando en Abril de 1812 hasta su finalización el 8 de Octubre de ese año. En este “segundo”
periodo, entra Saavedra encabezando el Triunvirato.
8
Reyes Abadie p.83.
quienes propusieron continuar con el sitio ellos mismos, mientras el ejército auxiliador
porteño iba a la contienda con los lusitanos. Nuestra historiografía pone peso en esta
Asamblea, ya que como comparte tanto Pivel Devoto, Reyes Abadie o Lucía Sala y equipo,
se muestra la voluntad colectiva del pueblo oriental, escogiendo su accionar. La soberanía
del pueblo oriental tenía grandes exponedores como Larrañaga, Barreiro y el mismo Artigas,
los representantes porteños no lograron entender la motivación oriental y continuaron las
negociaciones con el gobierno montevideano.
Tanto el acuerdo preliminar como la reunión en lo de Vidal, no dieron resultados
claros, el sitio no se levantó. En Buenos Aires, el resultado por el que Belgrano no pudo
llegar al sitio, se concretó, la Junta dejó de existir y pasó a formar el Triunvirato y con eso la
centralización absoluta del poder de Buenos Aires sobre el resto de las Provincias, las
políticas centralistas que tomara el Triunvirato se contraponen con el ideario revolucionario
del artiguismo, bajo su más grande base, el federalismo. Pero antes de entrar en esto es
pertinente analizar la postura del gobierno montevideano. Se da un acuerdo preliminar de
paz el 7 de Octubre, pedido por el nuevo gobierno porteño. Las nuevas figuras bonaerenses
al gobierno, tenían claras sus ideas: fin del cese de las hostilidades con Montevideo y
levantamiento del sitio lo antes posible, retirando cada hombre mujer y niño que estuviese
en el bando revolucionario. A cambio de que Elío levante el bloqueo económico y que se
comunicara con la Corona portuguesa para detener la marcha de las tropas lusitanas.
Si entendemos el clima de lo sucedido, es comprensible el accionar oriental, total
rechazo a las peticiones del Triunvirato, donde, manifiesta Artigas y Barreiro, no se consulta
a los pueblos orientales sobre su destino, cosa que ellos mismos iban a decidir, así es como
se arma una nueva asamblea convocada por Rondeau en el cuartel general llamado la
quinta de la Paraguaya. El destino oriental se votaba allí. Rondeau, hombre criado bajo la
subordinación militar, en contra de lo que pensaba, debió abandonar el sitio ya que era una
orden que venía del gobierno central, dejando claro que creía que los mejor era continuar el
sitio. Artigas, compartiendo las mismas ideas que Rondeau, manifiesta que solo levantara el
sitio para tomar una posición más ventajosa contra el invasor que venía desde el Este.
Artigas, que en esa Asamblea toma el título ante todos de General en Jefe de los orientales,
nombramiento que escoge el soberano para su caudillo, sigue la misma moral que Rondeau
y propone dejar el sitio, ya que es una orden mayor. De la Asamblea de la Paraguaya,
radica la voluntad de emigrar de los orientales, dejando todo atrás, familias enteras se
movilizaran, lo que poco tienen queda de lado ante el nacimiento de la plena vida política de
los orientales, materializada en la figura de José Gervasio Artigas. Quien rechaza en voz del
pueblo oriental dice que ​“después (...) de los tratados de octubre, él [​pueblo oriental] pudo
constituirse y se constituyó, si no bajo formas más o menos propias, al menos bajo las más
legales”​ 9. Esto puede entenderse como la consagración de la soberanía del pueblo oriental.
Ambas asambleas dejan claras las disidencias entre el ideario artiguista y el
Triunvirato. Relaciones que en el correr de lo que la historiografía tradicional llama “éxodo”,
pero nosotros utilizaremos el concepto de ​redota,​ ya que como explica Frega, con claras
influencias de Chiaramonte, analiza el concepto de ​redota,​ que muestran los documentos
de la época, si bien algunos historiadores dicen que ​redota s​ e traduce como derrota, Ana
Frega en sus estudios concibe a la idea de ​redota como camino, de ahí la idea de la
migración hacia el norte. Es bueno preguntarse ¿cómo puede entenderse esto como una

9
p.87. Reyes Abadie.
derrota? Estamos ante un pueblo sumamente heterogéneo que se levantó en armas,
victorioso en las Piedras, sitiando ya punto de tomar Montevideo, se ve obligado por las
situaciones coyunturales a abandonar el sitio, por la puñalada en la espalda a los orientales
que fue el armisticio de paz entre Buenos Aires y las autoridades montevideanas. Sumado
al avance del ejército lusitano. ¿Esto es una derrota? Ciertamente no.
Si bien, Artigas con el título de “jefe de los orientales”, adjudicado a este por el
soberano oriental, no era aceptado por las autoridades del Triunvirato que pone en Artigas
el cargo de “Teniente Gobernador del Departamento de Yapeyú”, en las Misiones, lugar
donde el jefe de los orientales debía reportarse. En un principio Artigas, se dirigió con un
grupo de soldados, pero fue casi inmediato que todos los pueblos orientales, allí reunidos, lo
siguieron, depositando sus esperanzas en este, pero a su vez guiando el camino al mismo.
En este momento observamos la idea que Barran atribuye de ​conductor y conducido,​ a la
figura del caudillo oriental. Podemos observar esto en una frase dicha por el mismo Artigas
ante tal hecho que fue esa migración masiva de los orientales. “Un mundo entero me sigue,
retardan mis marchas (...) ellos me han venido a encontrar, de otro modo yo no los habría
admitido” 10. Artigas conduce al pueblo pero a su vez son los orientales quienes lo
conducen, es una actitud recíproca del movimiento revolucionario, no solo es una
conducción física, sino que se da en todas las áreas, como veremos ya entrados en 1813 y
en la radicalización de la revolución en 1815.
Unidos en marcha, en ese acto espontáneo, cruzaron las corrientes fluviales que
marcan la geografía. El Arroyo Grande, el Arroyo Monzón y luego el Cololó, pasando por el
Río Negro en el Paso Yapeyú. Paysandú, cruzado el Queguay y el arroyo Quebracho y el
Chapicuy, dejando un campamento definido en el Ayuí. Aunque Artigas seguía bajo las
órdenes del gobierno de Buenos Aires, las hostilidades entre este y el Triunvirato eran
claras e iban en aumento. El Jefe de los Orientales con una destacada visión geopolítica,
tenía como plan retener a los invasores portugueses en el Río Uruguay, antes de que estos
ocupen la campaña. Las atrocidades cometidas por los lusitanos, que saqueaban pueblos
enteros, y las queja de Artigas sobre esto, la situación de hambre que se pasaba en el
campamento, ante el gobierno de Buenos Aires, eran inútiles. Dos consecuencias claras
dejo la redota, la primera la soberanía oriental materializada en la figura de su máximo
caudillo, y la idea de comunidad por sobre la noción de propiedad privada, la cual
prácticamente desapareció, al dejar todo atrás. La segunda consecuencia, es el hambre que
había en la campaña, los lusitanos saqueaban los cueros, arrasando con las cabezas de
ganado que los orientales usufructuaban para su alimentación.
Mientras se estaba dando la movilización en territorio Oriental, aparece un nuevo
agente histórico en escena, el gobierno del Paraguay, amenazado con la posible entrada de
los ejércitos de la Corona portuguesa en su territorio. Gracias al pacto federal firmado el 12
de Octubre de 1811, se adoptan medidas defensivas y se pide al gobierno bonaerense
armas y municiones. Ante tal respuesta, los falsos federalistas porteños prometen la ayuda
avisando que el Teniente Gobernador del Departamento de Yapeyú -Artigas-, era el
encargado de tal ayuda. El Jefe de los Orientales, al saber de esto se comunica de forma
inmediata con el gobierno paraguayo, es bueno destacar que Artigas tenía grandes
esperanzas de que el Paraguay se una a la causa revolucionaria, dejando ver las
contradicciones entre el proyecto revolucionario y el centralismo porteño. Artigas ante la

10
Reyes Abadie. p. 88.
situación pide a los paraguayos auxilios, de los cuales solo le ofrecen bienes materiales
para subsistir. Paraguay se encontraba con un proyecto distinto al resto de las Provincias, y
la noción política del artiguismo no era vista de forma positiva. Cosa distinta sucede con las
provincias Mesopotámicas. Los montoneros de la zona, le abrieron los brazos al artiguismo,
si bien la situación de estas Provincias era bastante similar a la Oriental, sufrían desde la
época colonial el peso de la autoridad proveniente de Buenos Aires, viendo violada la
soberanía popular ante la capital. Esta situación, es lo que la historiografía nacional marca
como el gran antecedente al ​“Sistema de los pueblos libres” ​o Liga Federal.
La situación es compleja, la tensión entre Artigas y el gobierno central cada vez es
peor. Los orientales reunidos en zona entrerriana, amistados con los pueblos del lugar y con
sus caudillos, siente la causa revolucionaria de igual forma que los orientales. Este aumento
del poder y del prestigio de Artigas, era visto de pésima manera por las autoridades
bonaerenses. Estos, escogen a Manuel de Sarratea como General en Jefe del ejército de
oriente y Capitán General de la Banda Oriental. Explican al caudillo Gervasio que las
hostilidades entre Portugal y las Provincias Unidas habían cesado y que no era necesario
plantear ataques a las fuerzas que ocupaban territorio oriental, idea que tenía el pueblo
oriental de defender la soberanía territorial. Así es como en 1812, concretamente el 10 de
Junio de 1812 se muestra el rechazo al tratado Rademaker-Herrera y se vota a un diputado
que represente lo intereses orientales en la capital, así es como la figura de García de
Zúñiga sale escogida. La historiografía marca este hecho como el acto, hasta el momento,
es la materialización de la soberanía oriental y de su derecho a escoger, utilizando las
herramientas de la libertad política. Escoger un diputado es mostrar la conformación de un
conjunto de pueblos por algo en común, su libertad y la búsqueda de un bienestar material
más propicio, de ahí la coherencia del proyecto artiguista y su coherencia constante.
Ante la situación de la Provincia Oriental, el gobierno de Buenos Aires ve inútil el
ejército oriental, el cual no tiene sentido que se mantenga bajo las órdenes de un caudillo
que equidista con los interés que tiene el triunvirato y la élite criolla porteña. Se debe
separar tal fuerza y callar su derecho a decidir, así es como llega Sarratea al Ayuí.
Recordemos que ante la situación de la aparente paz entre Montevideo y Buenos Aires,
retiradas las fuerzas lusitanas del territorio, el pueblo oriental siente la traición de la
autoridad bonaerense, la cual, desde el primer sitio, no respeta la decisión del mismo, vista
en la figura de José Gervasio Artigas. Tales hechos generaron que el 10 de Junio de 1812,
en una reunión general, se escoja a García de Zúñiga como representante, diputado, del
pueblo oriental, ante Buenos Aires. Reyes Abadie explica como en el periodo de amenaza
portuguesa, Artigas y su ejército fue un antemural entre el invasor y Buenos Aires, pasado
este peligro, Artigas no tenía sentido de ser, esto es otra de las causas de la selección de
Sarratea para ocupar su puesto, dejando en un segundo plano la figura de Artigas, o al
menos esa era la intención bonaerense. La situación entre ambas actores sociales se hace
inevitable.
La historiografía marca el inicio material de este enfrentamiento con la visita de
Sarratea al campamento oriental. Su visita, cuentan los documentos, ostentan una
diferencia entre el y el pueblo oriental, era un ​señorito ​distinto al paisano que acompaña al
Jefe de los Orientales. La riqueza de Sarratea se contrapone con la pobreza que se vivía en
el campamento. El visitante porteño se sintió insultado cuando se lo invitó a comer asado de
cuero sobre un cuero que hacía de mesa sobre el suelo. Entendió esto como una burla, una
falta de respeto a la jerarquía. Clara diferencia con Artigas. En esa situación del
campamento, de hermandad, de solidaridad en la pobreza, comienza a gestarse
empíricamente en pensamiento político del artiguismo, que veremos más adelante en las
famosas Instrucciones del año XIII.
Ante tales situaciones, Artigas abandona sus títulos militares otorgados por el
gobierno bonaerense, presenta su renuncia y avisa que volverá a sus pagos, aceptando la
jefatura de Sarratea. Es importante esto, ya que contradice con la posición que maneja
Vázquez Franco del Artigas idólatra de sí mismo, él abandona sus cargos, sus puestos de
poder, y sí se da una vuelta es por la noción que maneja Barrán del ​conductor y conducido,​
es el pueblo oriental el que pide su retorno. Pero no solo son los orientales, Sarratea sabe
del peligro que significa Artigas y no acepta su renuncia, las dos ocasiones en las que
Artigas dimite, además de eso, sabiendo de tal prestigio del caudillo, le niega el cruce del
Río Uruguay. La unión de las tropas orientales era admirable, el Coronel Viana, amigo de
Sarratea, dispone la división de las tropas orientales, para desvincular el marco
homogenizador que generó el movimiento revolucionario artiguista. La idea de Viana era
entremezclar tropas, rompiendo el vínculo, formando parte del Ejército de Operaciones.
Esto no sucedió ya que los comandantes de las Divisiones Orientales rechazan tal orden, a
la que consideran una forma de violar sus derechos y de desconocer los méritos de tal
ejército, además las fuerzas orientales debían mantenerse unidad ya que son la única forma
orgánica de organización de las familias que migraron con su Jefe, Gervasio Artigas.
Es impresionante observar la idea de unidad que existía entre los orientales, los que
compartían una causa común, ya que muchos al abandonar a su caudillo cuando Sarratea
trajo una serie de sobornos, principalmente oro, donde se mostró la verdadera lealtad,
quedando la gauchada, el peonaje, la indiada, con Artigas, mientras que muchos
hacendados y medianos propietarios abandonaron la causa revolucionaria, lo mismo
sucedió con varias familias que veían en Sarratea una forma de progresar ante la situación
de hambre que pasaban en el campamento. Este accionar del militar porteño, deja en
evidencia la raíz popular del movimiento revolucionario artiguista, fortaleciendo las
relaciones entre el pueblo oriental y Artigas. Esta situación, desde el gobierno central era
vista de forma negativa, la mejor opción para estos era terminar con la vida del Jefe
Oriental, y así se le mandó la orden a Sarratea, quien se negó ya que tal responsabilidad
era mucha para que recayera en su figura política. Lo que entendemos es que si Artigas era
asesinado, el campamento se sublevaría siendo aquella una matanza, al menos esas son
las especulaciones que deja entrever Sarratea.
Sobornos y división era el objetivo del gobierno de Buenos Aires. Tal indignación
generó, que los orientales, las fuerzas artiguistas, recolectan firmas para nombrar un nuevo
diputado que les fuera representante en la Junta que dara celebración el 24 de Agosto en el
Cuartel General. Independencia de Buenos Aires y formación de un gobierno propio fue la
idea que tenía más movilidad entre los orientales. Es llamativo que Artigas no tomará
partido en esto, no lo apoyo, pero tampoco negó nada. El diputado para tal misión fue
Manuel Martínez de Haedo, quien comunicará al Cabildo bonaerense tales peticiones,
agregando que el pueblo oriental legitima los poderes políticos que recaen en Artigas y
piden la destitución de Sarratea. El representante va a defender los derechos de un pueblo
que no siente respetados, esto es lo que Reyes Abadie y Ana Frega comparten, explicando
este acto, como la defensa soberana de un pueblo que comienza a organizarse
políticamente.
Como mencionamos, las fuerzas lusitanas al dejar el territorio oriental, plantean una
serie de problemas que se ven en la campaña. El gobierno bonaerense retoma
negociaciones con el Cabildo de Montevideo, y el gobernador Vigodet, buscando respaldo
británico. Desde Buenos Aires, se planea que es necesario una nueva forma de
organización, un sistema provisorio en caso de que España sucumbiese ante Francia.
Reyes Abadie explica que en estas negociaciones nunca se habla de la Independencia del
territorio, agregando que la Banda Oriental queda sometida a las antiguas jerarquías,
llegadas desde la ex capital virreinal. Las negociaciones no llegaron a buen puerto, Vigodet
rechaza tales peticiones, sintiendo estas como un insulto a la madre Patria. el rechazo no
genero más tensiones que un nuevo sitio a Montevideo, encabezado por Sarratea. Rondeau
se suma al sitio, llegando al Cerrito veinte días después de instalarse Sarratea. Este sitio no
fue bien visto por Artigas, quien excluyó a los orientales de participar en el sitio. Desde el
Ayuí, el caudillo oriental se comunica con el gobierno porteño para tratar los conflictos con
Sarratea, iluso Artigas en hablar con quienes ordenaron su asesinato anteriormente.
Buenos Aires, tuvo que tomar las normativas que Artigas planteó, ya que desde el
Norte, en la zona de Salta, las ​infernales de Martín Güemes estaba perdiendo contra las
fuerzas realistas, en lo que la historiografía argentina denominó ​las Guerras Gauchas.​ Ante
tal situación, el 22 de Septiembre el Triunvirato ordena a Sarratea el trabajo conjunto con
Artigas para defender el territorio y derrotar de una vez por todas al gobierno de
Montevideo. El 8 de Octubre de 1812, inicia el segundo Triunvirato con un cambio de
autoridades, estos se comunican con Gervasio Artigas para que solucione sus problemas
con Sarratea, en búsqueda de la cooperación ante la causa mayor. Los orientales
instalados en las márgenes del Yí, expresan que no podían aceptar la exclusión de sus
milicias ni el reemplazo de su Jefe. Allí se lleva a cabo lo que la historiografía tradicional
denominó como la ​Precisión del Yí​. Como su nombre nos adelanta, el 25 de Diciembre de
1812, Artigas envía a Sarratea un comunicado ofreciendo actuar conjuntamente como
generales en la lucha contra el bastión español, Montevideo. A su vez esta ​precisión no
duro mucho, ya que nuevas disposiciones son enviadas a Sarratea por parte de Artigas,
mediante García de Zúñiga. Las nuevas formulaciones le comunican al líder sitiador que
dimita de su cargo si desea que las fuerzas orientales apoyen la línea sitiadora. El ​Pacto del
Yí,​ es la forma a que se de denominó la firma del compromiso preliminar por parte Artigas,
los comandantes y los vecinos mediadores, para luchar juntos por la defensa de la ​patria.​
Este de da el 8 de Enero de 1813, donde se pide además de la cese al mando de Sarratea,
que pase plenos poderes a Rondeau hasta que el gobierno de las Provincias Unidas
designe un nuevo jefe.
Las condiciones del pacto preliminar deben darse antes de la llegada del ejército
oriental a Montevideo. Mientras tanto Rivera se apoderaba de caballadas y bueyes del
ejército auxiliador, como una forma más de coacción que Artigas utilizó para materializar el
peso del poder oriental en la lucha por la soberanía. El 14 de Enero Sarratea responde y
acuerda su retirada. justificando la misma como un pedido del Gobierno central y no los
caprichos de un caudillo regional. Desde Buenos Aires no tenían opciones más que aceptar
lo planteado por Artigas, ya que la situación en el Norte era complicada, con el avance de
los ejércitos realistas. Tales hechos no demorarán estallando en un conflicto armado entre
orientales y el gobierno central. La situación era propicia para eso. Más si analizamos el
artículo número ocho de la misión Zuñiga, que plantea que el único propósito de la
Revolución platense es la defensa de la ​soberanía particular de los pueblos​. Recordemos
que el 22 de Mayo se proclamó la retroversión de la soberanía al pueblo, donde cada
pueblo tiene derecho a ejercer la misma, recuperando sus derechos primitivos. Sin
embargo, Buenos Aires al firmar los tratados de Octubre, decide por todos los pueblos,
violando el derecho más grande que tiene un pueblo, el derecho a decidir. Entre estos
pueblos se encontraba el oriental, el cual siente vulnerado ante tal situación. Alzados contra
tal decisión y contra el gobierno que las manifestó, se legitima la revolución y el pueblo en
armas contra el ​modo de ​Buenos Aires, como decía el Jefe de los Orientales a sus
cercanos. Nos encontramos en 1813, año clave de la revolución, es el formato empírico del
programa político del artiguismo. El ​sistema o ​sistema particular de los pueblos​, como llamó
Artigas a la revolución y su objetivo, plantea las bases que analizaremos en las
Instrucciones del año XIII, la coordinación federal sobre la libertad de deliberar y decidir de
los pueblos, la ​autonomía provincial y federación platense.​
Las pujas entre los bandos saltarian en una guerra sin cuartel en cualquier
momento. Tengamos presente que el 2 de Febrero Sarratea incita a practicar la guerra
contra el caudillo oriental, justificado en los graves perjuicios que sufrió la riqueza del
territorio y lo que Lucía Sala analiza de esta incitación, el ataque a la propiedad privada,
debido a la conducta bárbara del caudillo. Desde la visión de los patriotas orientales, no se
limitaron a discusiones con Sarratea, comenzaron a verse accione contra el mismo como la
detención de alimentos contra el ejército sitiador, de igual forma que el correo y armamento.
La expulsión de Sarratea del territorio debía ser cuanto antes, removerlo era necesario,
existía, en palabras del diputado oriental, Zúñiga, una resistencia desde el ejército sitiador a
su jefe. En esta tensa ​espuma de mar ​-utilizando el vocablo de Baudel-, el 21 de Febrero,
en el Cerrito, Rondeau le expresa al jefe sitiador que se sometiera a los pedidos y se
retirara por la paz. Sarratea así lo hace, depositando el mando en Rondeau. El embarco de
Sarratea a Buenos Aires, despertó alegría en los ejércitos orientales, como plantea Reyes
Abadie, señalando los 21 cañonazos que se dieron desde el Cerrito para anunciar que el
pueblo oriental en armas​ se incorpore al sitio.

1813: año clave

El año 1813, como adelanta el subtítulo, es un año clave ya que se conforma


empíricamente, bajo la bandera de la defensa de la soberanía de los pueblos. Los hechos
ya mencionados, el comportamiento del Triunvirato, la redota oriental y los conflictos entre
Sarratea y los grandes propietarios que apoyaron a Buenos Aires, con Artigas,
materializaron al pueblo oriental en la formulación de un programa político. Justificados en
la tradición de lo que podríamos denominar el derecho español, la retroversión de la
soberanía de los pueblos, la teoría contractual. En ese apartado se pretende analizar
determinados sucesos y documentos que conforman la noción política del artiguismo desde
la construcción historiográfica. Las victorias en el Norte, con la llegada de Belgrano a
Tucumán, aceleran la noción bonaerense de sitiar Montevideo y aceptar los pedidos de
Artigas. En el sitio se encuentra Sarratea al mando del ejército, secundando por Rondeau.
La situación en Buenos Aires, es el cambio al segundo Triunvirato mediante el golpe cívico
militar del 8 de Octubre de 1812. Un gobierno con tintes conservadores, disfrazados desde
la bandera del liberalismo, con figuras como San Martín y Monteagudo, pero resaltando en
importancia Alvear.
La situación en la Banda Oriental era tensa, la relación de Artigas, acentuado en el
Yí, con Sarratea comandando el famoso ejército auxiliador, sitiando el bastión español que
era Montevideo. Desde los sitiadores, algunos jefes militares porteños proponen la idea de
abandonar el sitio por la falta de recursos, recursos que los orientales cortaban su paso al
ejército sitiador. La mediación con Artigas era necesaria. La ​precisión del Yí y el pacto da
como consecuencia la ​misión Zúñiga​. Donde, además de pedir la dimisión de Sarratea, se
materializa de forma empírica el programa político del artiguismo, bajo la consigna de la
soberanía particular de los pueblos​. Tengamos presente que en el mes de Enero,
concretamente el 31 de 1813, la Asamblea General de Buenos Aires no jura fidelidad a
Fernando VII, declarando soberanía al territorio, por ende al conjunto de pueblos y villas que
una vez fueron parte del Virreinato del Río de la Plata, los cuales debían jurar fidelidad al
nuevo gobierno. La convocatoria para la elección de diputados fue en Octubre de 1812,
donde la conformación fue de cuatro representantes de Buenos Aires, dos por la capital y
uno por ciudad. El centralismo porteño ya era explícito. En territorio oriental la convocatoria
llegó en pleno conflicto entre el Jefe de los Orientales y Sarratea, por ende, es durante el
segundo sitio que se convoca la elección de diputados orientales. Desde este lado del Río
parte Gómez de Fonseca por Maldonado y por Montevideo, Dámaso Antonio Larrañaga.
Rondeau, asume como jefe del ejército sitiador, tras la partida de Sarratea. El nuevo
jefe le comunica a Artigas que lo más coherente es jurar fidelidad a la Asamblea General,
por lo que Artigas, ante las situaciones vividas, le comunica a Rondeau que convocó una
Asamblea para el día tres de Abril. Antes de entrar en estos detalles es importante destacar
el avance causal: la Banda Oriental se encuentra bajo el mando de Sarratea, quien es un
peón del gobierno porteño, solucionado el problema con el ejército lusitano en el territorio,
Artigas ya no tiene sentido de ser para el gobierno central. Sarratea al mando, intenta
romper el vínculo entre los orientales y las figuras revolucionarias como Artigas. La
intransigencia de Artigas y la coherencia del movimiento revolucionario hace que entiendan
la situación geopolítica, quitan a Sarratea del mando, mediante el ​pacto del Yí,​ donde se
pedía la renuncia de Sarratea, el mando del ejército en manos del General Rondeau,
declarar al ejército bonaerense de auxiliador y reconocer la importancia de las milicias
orientales. Sarratea se niega a aceptar las peticiones del caudillo, por lo que se da el
Convenio del Yí o ​misión Zúñiga​. Al meterse el gobierno de Buenos Aires, Sarratea
abandona el sitio y se contemplan ciertas peticiones de los orientales. Pero el artículo
verdaderamente revolucionario es el número ocho, donde se pide el respeto a la ​soberanía
particular de los pueblos​, el derecho a decidir desde el federalismo, justificado en la
retroversión de la soberanía, herencia española con la que comenzaron las famosas Juntas
de 1808 y 1810.

“Mi autoridad emana de vosotros y ella cesa por vuestra presencia soberana”​, es la
frase que puede resumir lo que fue el Congreso de Abril, congreso que tuvo como objetivos
la conformación del proyecto político enviado al gobierno de Buenos Aires, negociando por
la libertad y soberanía de la Provincia Oriental, como un conjunto de pueblos libres
-aproximadamente unas 23 villas-pueblos-, con derecho a decidir. La elección de diputados
que representen a la Provincia en la Junta porteña no podía hacerse esperar. El Congreso
manifestado por los orientales se dio en el alojamiento de Artigas, en las ​Tres Cruces​,
actual Plaza de la Bandera. Fechado el día tres de Abril, tuvo que cambiarse al cinco, por
inclemencias en el clima. Esta práctica de la ​pedagogía política,​ como maneja Pivel Devoto,
se manifestó en dos días, el día cinco, iniciado, donde Artigas dio el discurso inaugural,
resaltando la frase con la que se inicia este párrafo, además de agregar las proezas que los
orientales sufrieron por su libertad, marcando el peso que ellos tienen en la lucha por la
misma. Ese mismo día se votaron a los diputados que representarán a la Provincia:
Larrañaga y Vidal por Montevideo, Gómez de Fonseca por Maldonado, Cardozo por
Canelones, Rivarola por Soriano, Salcedo por San José y San Juan Bautista. El segundo
día, se propondría la creación de un Gobierno encargado de la administración de justicia,
encargado principalmente de los negocios económicos. Algunos historiadores dicen que
hubo un tercer día, fechado el trece, destinado a la aprobación de las Instrucciones que
llevarían los diputados encargados. Reyes Abadie niega la existencia de la celebración de
este tercer día.
Entre los varios temas que se trataron, Artigas tenía presente el restablecimiento de
la economía en la Banda. Sumando a esto, la idea sobre la defensa de la soberanía y la
unión nacional mediante los pactos federales como única opción posible del funcionamiento
de las Provincias Unidas. Todas estas ideas debían ser enviadas a la Asamblea General,
generando varias discusiones, se gestaron ocho condiciones que Buenos Aires debía
aceptar para que la Provincia Oriental jurara fidelidad. De estas condiciones se dio forma al
reconocimiento por pacto​. Las cinco primeras retoman los asuntos no resueltos
anteriormente, entre estos la conducta de Sarratea y la declaración de los orientales
comandados por Artigas como garantes de la seguridad nacional. Se agrega a esto, el no
levantamiento de este segundo sitio a Montevideo, sumando que Rondeau será la única
autoridad que se respetara frente al mando de las fuerzas auxiliadoras provenientes del
gobierno bonaerense. Además se establecen los cinco diputados por los cinco cabildos de
la Provincia Oriental. Las últimas cláusulas son destacadas por Reyes Abadie, ya que en
ellas, la seis y siete, se define la ​soberanía particular de los pueblos,​ mediante la exigencia
de un pacto confederativo. En la sexta se encuentra la garantía de los pactos
ofensivos-defensivos​, garantía contractual a la seguridad del artiguismo en estos pactos
confederativos. La séptima plantea que dicha confederación debe siempre se debe
mantener a la Banda como un lugar libre y soberano ya que esta es una Provincia
compuesta por pueblos libres, donde solo se aceptara la Constitución que emane de la
Asamblea General, siempre que se respete lo aquí expuesto.
Los diputados que mencionamos fueron escogidos con el oficio de llevar ante la
Asamblea una serie de instrucciones que representan las exigencias del pueblo oriental,
dando forma totalmente empírica al programa político del artiguismo. Estas instrucciones
fueron nombradas por Héctor Miranda en 1910 como las ​Instrucciones del año XIII,​ nombre
que la historiografía posterior adoptaría. El contenido de estas ha generado distintas
controversias en la construcción histórica del artiguismo. Distintos historiadores,
influenciados por un conjunto de relaciones de poder y experiencias -utilizado el vocablo de
Thompson-, han catalogado a tales instrucciones de distintas formas, dándole contenidos
que hablan más de los constructores de la historia que los de actores históricos. La
madurez política del artiguismo está plasmada en el discurso inaugural que ya
mencionamos, dio como resultado las famosas ​Instrucciones del año XIII.​ Los diputados
que salieron de Montevideo, no fueron directamente a Buenos Aires, cada uno concurrio a
sus respectivos pueblos con la idea clara de ratificar o modificar tales instrucciones, si así lo
querían los pueblos orientales, clara muestra de la fuerza popular del movimiento
revolucionario artiguista.
De esta cara del proyecto artiguista, sobrevivieron cuatro versiones: la original, del
mismo Artigas, una en Soriano, otra en Maldonado y una encontrada en Santa Fe. Reyes
Abadie subdividió a tales instrucciones en tres grupos, en relación al trato de sus artículos.
El primero son la organización general de las Provincias. El segundo sobre los temas de
interés general de las Provincias Unidas. Y el tercero en relación con los problemas
particulares de la Banda Oriental. Dentro del primer grupo encontramos los artículos 1, 20,
4, 5, 6, 18, 3, 10, 7, 19. El artículo número 1 proclama la independencia de estos territorios
con respecto a España y los borbones. Clara relación con lo sucedido en Buenos Aires,
donde existen dos posturas, una independentista y otra que a favor de los británicos, donde
ve que declarar la independencia sería ir en contra de España, aliada de Inglaterra, en esta
posición encontramos a Alvear. El artículo 20, siguiendo esta lógica independiente,
proclama que el único sistema que puede garantizar esto es la República, entendiendo tal
concepto como ​gobierno público o ​ gobierno de los pueblos. Los artículos 5 y 6 resaltan la
noción de Montesquieu de la división de poderes. La constitución como garantía frente a
posibles despotismos militares queda planteado en el artículo 18. La libertad civil y religiosa
lo deja claro en el artículo 3, aunque esta tiene distintas opiniones que han generado
controversia. La historiografía tradicional marca a Artigas como un adelantado en este
sentido, cayendo en graves anacronismos. Reyes Abadie retoma esta idea y entiende que
la libertad religiosa se vincula con la noción centralista de Buenos Aires como seleccionador
de un Patronato para el resto de las Provincias. La postura de Abadie, seria en relación a
los anacronismos cometidos por la historiografía tradicional, cobra un mayor sentido si se
entiende el quehacer del movimiento artiguista. El artículo 4 plantea el objetivo del
Gobierno, conservar la igualdad, libertad y seguridad de los pueblos y sus ciudadanos. El
artículo 10 proclama la Confederación como única forma de organización de las Provincias
Unidas. Donde las provincias se reservarán su libertad política y de gobierno, con claras
influencias norteamericanas como plantea Bauza sobre el artículo 7, las muestras de las
garantías confederativas del pacto. Mientras que el artículo 19 resalta la importancia de que
Buenos Aires no puede ser nunca el centro de poder, por ende la capital.
Dentro del texto de Santa Fe se agrega un artículo que dice que el gobierno, el
Poder Ejecutivo, debe estar compuesto por una sola persona, escogida mediante un sorteo
entre candidatos provinciales, evitando reelecciones, asegurando la participación de todos
los pueblos en el gobierno. Agrega además que el Poder Legislativo será de cada provincia.
Como mencionamos, este artículo solo se encuentra en el texto de Santa Fe. Lo que si se
encuentran en todos los los artículos que tratan los problemas particulares de la Banda
Oriental. Estos son el 8 y el 9. El número 8 maneja los límites entre el Río Uruguay y la
fortaleza de Santa Teresa, marcando que allí se encuentra conformada la Provincia
Oriental. El artículo 9 reclama la devolución de los pueblos ocupados por los portugueses:
los siete pueblos de las Misiones, Batoví, Santa Teresa, San Rafael y Tacuarembó. A esto
debemos agregarle los artículos 16 y 17, donde se dice el derecho a que la Provincia
Oriental, que forma parte de las Provincias Unidas, tiene derecho a tener su propia
Constitución, además de tener derecho a defenderse si se ataca su soberanía, mediante el
uso de sus contingencias militares.
Por último encontramos los apartados referidos a los intereses económicos de las
Provincias. Cuatro son los artículos que conforman esto: el 14, el cual plantea la anulación
de cualquier tasa aduanera a los productos provinciales en el comercio interprovincial.
Resaltando la igualdad portuaria. El artículo 15, dicho por Lucía Sala y equipo como una
noción de lo que sucederá en 1815, la expropiación de propiedades y bienes a extranjeros
sin posibilidad de heredar, entre estos todos las propiedades reales. Los artículos 12 y 13
marcan la importancia de convertir a Colonia y Maldonado en puertos mayores, quitando el
monopolio de Buenos Aires. Las nociones económicas del artiguismo dejan entrever lo que
será una serie de políticas proteccionistas y expropiación en donde el reparto siempre
apunta hacia los más desposeídos. Al igual que la nula defensa a la propiedad privada,
demuestra el carácter popular del artiguismo.
El juramento de tales instrucciones se realiza el 8 de Abril, el día 19 del mismo mes
Artigas y Rondeau celebran un acuerdo donde equidistan las pretensiones de la provincia y
las tropas orientales. El pueblo oriental reconocía la autoridad de la Asamblea estableciendo
sus condiciones y la garantía se solucionaba firmando el pacto interprovincial, la autoridad
porteña reconoció la integridad del Estado, la liga de las Provincias y el respeto hacia las
mismas. La llamada Convención de la Provincia Oriental, el pacto federal, queda sujetado a
la Constitución que surja de la Asamblea. Frente a tales hechos el Triunvirato no valida las
pretensiones orientales, no acepta que un caudillo como Artigas arregle las divisiones a su
orden. A tal situación, la Asamblea no se posiciona, la crítica del Triunvirato fue sin dudas el
impulso para rechazar la incorporación de los diputados orientales. Y así fue, el 1º de Junio,
en una reunión secreta, se trato el tema de la incorporación de los representantes
orientales. La negativa fue rotunda, justificandose en el no cumplimiento de ciertos
requisitos a la hora de su elección. Razones pocas sólidas comparte la historiografía
uruguaya. Petit Muñoz plantea que el pueblo oriental actuaría de acuerdo a sus ideales,
bajo la defensa de la soberanía, sin someterse a las órdenes de Buenos Aires. Reyes
Abadie no comparte tal situación, justificando que Artigas actuaba conforme a sus intereses
para así poder obtener la mayoría en la Asamblea Constituyente, situación que generaría un
alzamiento de los ideales independentistas y federales.

Pero la causalidad del movimiento revolucionario se organizaba en distintos


movimientos, dentro del Congreso de Abril, en su oración inaugural, Artigas proclamó la
creación de un gobierno que solucione los problemas económicos, en otras palabras que
restablezca la económica de la provincia. Espontáneamente se conformó una asamblea
popular de unos veinte vecinos emigrados de Montevideo, de la campaña y extramuros,
abrazado a toda la población oriental. Comenzaron retomando la materialización de la
madurez política del artiguismo, los dichos de la oración inaugural, destacando la necesidad
de abastecimiento ante la invasión lusitana, la peripecia de la ​redota y los conflictos con
Sarratea, heridas recientes de un pueblo en armas. La creación de un cuerpo municipal era
evidente, restaurar la paz económica y la aplicación de justicia, era tarea urgente. Tal
creación se aprobó por mayoría de votos, dando como resultado el ​gobierno económico c​ on
sede en Villa Guadalupe de los Canelones. Como figura de máxima autoridad, queda José
Artigas, ​Gobernador militar y sin ejemplar presidente.​ Tal designación que surge en el
Congreso, explica Pivel Devoto, fue de carácter extraordinario, algo irrepetible en el
levantamiento de Artigas. Como Vicepresidente de turno queda Bruno Muñoz, enviando una
nota a la Asamblea de Buenos Aires, comunicando la creación de este ​cuerpo municipal​,
como lo llamaban los orientales. Con autoridades específicas, el ​cuerpo municipal ​actuó de
forma breve pero correcta, haciendo uso del pacto confederativo, de su soberanía.
Tanto la misión Zúñiga, el rechazo a los diputados orientales con las ​instrucciones,​ la
no aceptación del trato entre Artigas y Rondeau, y el desconocimiento del ​Gobierno
Económico de Canelones.​ Generaron nuevos conflictos entre Buenos Aires y la Provincia
Oriental. Sin legitimación de sus diputados, Artigas envía a la Larrañaga por una posible
invasión porteña a Montevideo, esta misión fue rechazada por el Triunvirato. La situación
coyuntural de rechazos constantes, generan la creación de un nuevo congreso para
escoger diputados y nombrar un nuevo gobierno. El lugar a realizar será la Capilla Maciel,
en los meses de Noviembre y Diciembre, contando con un total de veinte personas, de los
cuales se escogen tres diputados y se instalará un nuevo gobierno económico. Artigas
adjuntó unas instrucciones en la circular sobre la convocatoria, estableciendo la necesidad
de concurrir a su alojamiento en el momento previo al Congreso, buscando examinar ciertos
temas, además de habilitar para votar y examinar resultados emanados de las sesiones del
5 y 20 de Abril. Rondeau, respondiendo al gobierno bonaerense, omite tal requisito, lo que
generó una serie de problemas entre los orientales.
La primer sesión del Congreso trata sobre la separación a Rondeau de su cargo, por
su jerarquización como militar, tal votación da como mayoría que permanezca bajo su
cargo. Seguido de esto se asignaron los poderes de los representantes, lo cual generó un
debate, algunos presentes firmaron que se debía pasar por el alojamiento de Artigas,
mientras que otros decían que esto no era necesario. La segunda sesión recibió la
respuesta de Artigas, negando su concurrencia debido a que los pueblos no lo habían
respetado al no pasar por su alojamiento. La intransigencia de Artigas, hizo que se
continuara con la en la selección de los diputados que asistiran a la Asamblea Constituyente
de Buenos Aires. La selección trajo nuevos problemas ya que el único oriental seleccionado
era Larrañaga, la necesidad de la presencia de Artigas era más que clara. Rondeau afirma
que no es necesario, dando la última sesión el 10 de Diciembre, destinado tal día a la
ratificación de lo resuelto y la firma de las actias. En esos momentos se destaca la llegada
de un enviado de Artigas con un oficio que refleja la resistencia a las actuaciones de Maciel,
reconociendo que lo legítimo es lo dispuesto en el Congreso de Abril, la legitimidad recaen
en la noción que los pueblos orientales pusieron en él como su máximo representante. Esta
postura intransigente por el desconocimiento de su autoridad política, da paso a la división
dentro de los pueblos orientales. Existen diversas posturas sobre lo sucedido, pero la gran
mayoría reafirman el compromiso de Artigas como representante de la soberanía popular,
de ahí el descontento y las maniobras de Rondeau.

Los constantes conflictos entre Artigas y Rondeau, explotaron el la retirada


sumamente estratégica de las fuerzas seguidoras del caudillo oriental, hacia Belén, dejando
el sitio a la ciudad casi descubierto. Los seguidores de Artigas, en su mayoría, eran los
sectores populares, los hombres libres por un lado y el cuerpo de Blandengues y la
caballería patriota comandada por Otorgués. Dejando el sitio casi sin nombres, Rondeau,
que descubre el abandono de Artigas, da como nombre a al hecho de ​“marcha secreta”.​ Las
fuerzas del sitio tuvieron que retirarse al Cerrito, por la posible salida de las fuerzas
sitiadoras. El gobierno de Montevideo, al mando de Vigodet, interpretó la retirada de Artigas
como una oportunidad para realizar un acuerdo con el Jefe de los orientales. Los caudillos
intermediarios entre Artigas y el Gobierno de Montevideo, comunicaron la necesidad de
terminar con la guerra civil y primar por la felicidad del los habitantes del territorio. Artigas
por su parte, tilda a Vigodet de marioneta del Rey, y termina lo que podrían haber sido unas
posibles negociaciones. Por su parte, el Triunvirato sella un acta el 11 de Febrero de 1814,
dando el pago de seis mil pesos por la entrega de Artigas, vivo o muerto, ya que tras esa
retirada se lo cataloga de traidor a la patria y la causa revolucionaria. Ante tal situación,
Artigas con simpatizantes en las Provincias del litoral y en Río Grande del Sur, comienza a
estrechar relaciones diplomáticas ante el levantamiento de los centralistas porteños contra
la causa de los pueblos.
EL gobierno de Montevideo, veía inútil pactar con Buenos Aires si el caudillo oriental
tenía problemas con el gobierno porteño. Buenos Aires, no quedo atras y retomo el sitio y el
bloqueo del puerto de Montevideo, tengamos presente que la zona del Norte, Tucumán,
estaba controlada momentáneamente por lo que el flanco de Montevideo está dispuesto a
ser tomado. Y así fue, el Almirante Brown bloqueó el puerto, dejando hambrienta e
incomunicada a la ciudad. Mientras que el sitio, queda la mano del General Alvear, llegando
a la zona con 15000 hombres. La toma de Montevideo se hace de forma sencilla, se
promete defender los intereses de los regentistas y jurar fidelidad a Fernando VII, donde l
único pabellón será el del imperio español. Todo lo contrario sucedio al tomar la ciudad,
Alvear toma prisioneros a todas las autoridades regentistas, suma a su ejército a todos los
soldados montevideanos, toma todo el armamento y obliga a jurar fidelidad al Director
Supremo de Buenos Aires, bajo la bandera blanquiceleste. Así es como comienza la
dominación porteña con Nicolas Rodriguez Peña como Gobernador Intendente, su primera
medida fue reemplazar a los miembros de Cabildo. Comenzaron las confiscaciones de
bienes y restricciones en el comercio y en las libertades individuales como el andar a
caballo o reunirse en grandes tumultos de gentes, lo que se pagaba con la pena de muerte.
Ante la toma de Montevideo, la resistencia no se hizo esperar. Alvear dominaba la
ciudad y las fuerzas orientales habían sucumbido al mano de Otorgués en las Piedras. El 5
de Junio de 1814, Alvear entregó las bases de un acuerdo donde se restableció el honor y
la reputación de Artigas quien quedaría como General de la campaña y fronteras de la
Provincia y el Regimiento de Blandengues. Además agrega que, ante una nueva elección
para la Asamblea Constituyente, Artigas sería el encargado de de convocar a todos los
pueblos de la campaña, realizando una votación para la selección de un solo diputado. La
situación de Entre Ríos no debía estar en vinculaciones con Artigas, era parte del tratado
que Alvear le envió a Artigas. Las situaciones del tratado comunicado por Zúñiga a Jefe de
los orientales, era una clara muestra del centralismo porteño en su máxima expresión.
Luego de un tiempo de silencio, el 17 de Agosto, Buenos Aires dicta la sentencia de Artigas
como Comandante General de la Campaña, accionar que Artigas ya tenia desde hace
tiempo. La respuesta de los orientales fue cortar la comunicaciones entre la plaza y la
campaña, quedando dividida en el federalismo del interior y el centralismo de la capital.
Al siguiente mes, en Septiembre de 1814, Alvear con 1200 hombres desembarca en
Colonia. Artigas encontrado con pocos hombres y mal armados, repliega sus fuerzas hacia
el Norte. Desde allí, organizados con Lavalleja, Rivera y Otorgués, realiza un accionar de
despliegue contra las fuerzas porteñas ubicadas en Montevideo y las recién llegadas al
mando de Alvear. Este, desde el gobierno, impuso una política del terror en la campaña,
confiscando los bienes de quienes siguieran al caudillo y no se presentase en el cuartel
general, en un correr de 50 días y juren fidelidad al nuevo gobierno. Las fuerzas porteñas
encontraron resistencias en distintos lugares. El choque decisivo se da el 10 de Enero de
1815, en el actual departamento de Salto. Dorrego, huyendo de Rivera, se esconde en
Colonia, recibiendo la orden de dirigirse hacia el Norte al encuentro con refuerzos para
combatir a los orientales. Este supuesto apoyo nunca llegó, las tropas orientales al mando
de Rivera arrasaron con las fuerzas de Dorrego, mientras que Otorgués había sitiado la
plaza fuerte. Así quedaba la situación al iniciar 1815, la clara división entre la campaña
artiguista, federal y la ciudad, bajo el centralismo porteño.
1815: la radicalización de la revolución artiguista

La situación de 1815 para la construcción histórica es la radicalización del


movimiento revolucionario artiguista, tema que desde la causalidad se venía gestando y
estaba a punto de explotar, es el año 1815 donde el movimiento revolucionario cobra su
mayor peso y organiza las bases teóricas de una serie de prácticas, donde su único objetivo
es la defensa de la soberanía particular de los pueblos y la libertad para sus ciudadanos,
siempre primando por los más desprotegidos. 1815 es el año clave de la revolución, es el
arrastró de la maduración política construida en 1813, y los conflictos durante todo 1814 con
el gobierno de Buenos Aires, 1815 es el año donde se visualizan explícitamente los dos
focos antinómicos de sistemas, el centralismo de Buenos Aires y el federalismo del resto de
las Provincias, embanderado en la Provincia Oriental y la figura de Artigas.
La historiadora Ana Frega cataloga a este año como la ​etapa radical de la
revolución​, además agrega que durante todo 1815 se dio la mayor expansión del
artiguismo. Artigas tenía bajo su control Montevideo, dirigiendo desde Belén toda la zona. El
combate al centralismo porteño, en esta lucha dicotómica de los dos sistemas, en territorio
oriental se dividió en dos grandes focos: el sur donde Otorgués libero el margen occidental
del Río Uruguay. En el norte, recuperando las misiones y buscando posibles alianzas con el
Paraguay, fue Basualdo quien organizó esta campaña en nombre de los orientales,
encomendado por Artigas. Recuperar las misiones, quitando las fuerzas porteñas de allí,
era punto clave para el funcionamiento del sistema federal. La visión geopolítica de Artigas,
en esa noción integradora de la región, veia en la zona de las Misiones el punto clave para
comunicar y organizar las distintas económicas de la zona y la defensa de las distintas
soberanías mediante los pactos ​ofensivos-defensivos.​ Ambos objetivos se cumplieron, se
recuperó el margen del Río Uruguay y las Misiones al norte.
Tal visión tenía Artigas de este proyecto en todas sus facetas, que destaca Reyes
Abadie la forma en la que el artiguismo tenia pensando una fórmula de integración útil y
práctica en un marco de unidad nacional platense. Y ese proyecto era la gran solución para
las provincias del interior, en ese movimiento revolucionario veían la salida a la
subordinación que generó el centralismo porteño, queriendo recuperar las fuerzas de los
gobiernos autónomos. Así es como cobra fuerza lo que la historiografía nacional denomina
el ​protectorado de Artigas​. Parafraseando a Larrañaga, el ​sistema que Artigas promovió
pretendía mantener la independencia de la Banda Oriental y en relación a esta la
idependencia particular de cada pueblo. Para el artiguismo todos los pueblos eran iguales y
merecen el respeto de sus soberanías. El federalismo que buscó el movimiento
revolucionario, en palabras del fascista Zum Felde y del mismo Artigas, constaba de dos
etapas: la primera caracterizada por la independencia de cada una de las provincias y
Artigas como el Protector de todas, para así llegar a la segunda etapa donde se formaría
una organización a partir de la voluntad de cada una de las provincias.
Explica Reyes Abadie que el ​sistema de los pueblos libres no pudo pasar a la
segunda etapa, el Congreso General ratificó el unitarismo directoral bonaerense, por lo que
quedó formando una confederación con Artigas a la cabeza bajo el rol de ​Protector de los
Pueblos Libres.​ Artigas instalado en lo que pasaría a ser la capital de la Liga Federal, Villa
de la Purificación, zona estratégica si las hay, ya que es el punto central de la región
federal, desde allí se puede acceder a todas las provincias fácilmente. Además de tener una
proximidad al Río Uruguay, permitiendo salidas fáciles al mismo. Agregando que se
encuentra a unos días a caballo de Montevideo y uno más de Buenos Aires. ¿Como se
forma parte de la Liga Federal? La provincia que le interese, por su sola voluntad, formará
parte del ​sistema,​ debía declarar su independencia y adquirir el pabellón federal, cada una
se constituía por sí misma, es decir que por elección popular designaban a sus Cabildos y
Gobernadores, poniéndose bajo la protección del Jefe de los orientales. Vazquez Franco
resalta como los actores históricos han seguido a Artigas y no a un sistema de político
organizado, repleto de contradicciones, donde era guiado por un hombre hambriento de
poder. Es bueno resaltar esto y contraponerlo con visiones de los contemporáneos.
Robertson, un británico, que estuvo en Purificación observando a los revolucionarios,
muestra en sus escritos bastantes cosas llamativas. Artigas viviendo y trabajando en una
casa humilde y sencilla, de igual a igual con los paisanos, hablando y trabajando, sentado
sobre una cabeza de buey, escuchaba las quejas del campamento, uno por uno. Llama la
atención que en el piso de su casa estaba repleto de cartas, muchas probablemente del
gobierno porteño.
Ana Frega resalta que el protector, denominado así para proteger la soberanía de
los pueblos del centralismo bonaerense, comienza en 1815 a promulgar una serie de
medidas en el área económica con el fin de organizar la campaña y revitalizar las finanzas,
también se propone una mayor defensa de los ​derechos naturales,​ resaltando una mayor
activación de la vida política. Las ideas de Artigas eran respaldadas y promulgadas desde el
Cabildo de Montevideo, cabe destacar que esto demuestra que las nociones que Artigas
propone, con una síntesis de la situación y voz de los orientales. La noción de Artigas como
Protector, rozó el carácter de magistratura suprema, definiendo las orientaciones políticas y
administrativas. El carácter de Artigas, como vemos en la carta de Robertson, tanto en el
trato con sus paisanos, como con el resto de las Provincias donde era protector, tomó un rol
paternalista. Aunque esa noción de Artigas nunca se interpuso en el respeto a las
autoridades provinciales aún las de la Provincia Oriental, las Misiones, Corrientes y Entre
Ríos de las cuales ejercía directamente su autoridad, reafirmando una vez más la
coherencia de sus ideas con sus prácticas, tema que veremos más adelante cuando
perfectamente puede invadir Buenos Aires.
El año 1815 en la revolución artiguista queda resumido en la frase de Abelardo
Ramos: ​“Artigas es el único caudillo de las guerras de Independencia que combina en su
lucha la unidad de la Nación, con la revolución agraria y el proteccionismo industrial de los
territorios bajo su mando”​. Antes de entrar en los reglamentos de suma importancia que se
dieron este año, es importante hablar sobre las relaciones con Buenos Aires, la famosa
Misión Pico-Rivarola y el Congreso de Oriente, para lograr entender la formulación de un
Reglamento Provisorio de tierras que mostró, si habia duda, la cara popular del artiguismo y
la noción de la protección de las riquezas de la tierra y las producciones de las Provincias,
en esos reglamentos aduaneros que solo pueden catalogarse de proteccionista.
Buenos Aires tiene un nuevo directorio, caído Alvear, quedan Alvarez Thomas y
Rondeau como cabezas del Gobierno de Buenos Aires, desde Abril de 1815. Artigas
enterado de esta noticia, se comunica mediante cartas con el nuevo gobierno, expresando
su felicidad por haber sacado al los tiranos del antiguo gobierno, además agrega que la
guerra civil había concluido. El Protector de los Pueblos Libres convocó un congreso para
que los pueblos federales definan su posición respecto a la nueva situación de Buenos
Aires. Alvarez Thomas, sabiendo de la importancia de Artigas, decide negociar con él para
que lo ayude en la lucha contra la expedición española que se dirigía hacia Buenos Aires,
además de lograr la reducción del área de influencia caudillo oriental. Para esto envía a
entrevistarse con Artigas a José de Pico y Bruno Rivarola, situación que la historiografía ha
denominado ​la misión Pico-Rivarola.​
En esta famosa misión, el primer día, luego de varias vueltas, Artigas los recibe y
decide negociar con ellos, comunicando que están en plena organización de un Congreso,
agregando el ​“tratado de concordia” donde exige el reconocimiento de la Provincia Oriental,
la independencia de la misma y el respeto al resto de las Provincias que conforman la Liga
Federal. Sumado a esto la alianza ​ofensiva-defensiva de las provincias, que se devuelva lo
extraído de dicha Provincia, la protección del comercio mediante el reconocimiento de la
deuda de Buenos Aires, en los expropiado en anteriormente. Los enviados tienen nueve
días para responder. Pasa el tiempo, se alarga la situación, Artigas se encuentra en
conflicto con el Cabildo de Montevideo sobre la fijación de un impuesto al pueblo que exigía
la autoridad montevideana. Este fue el tercer rechazó de Artigas a esta contribución,
proponiendo poner en regla las propiedades y la defensa de los más desamparados. En
plena ​misión Pico-Rivarola​, Artigas ya que está construyendo el reglamento de tierras.
No pasaron los nueve días, al día siguiente de la resolución de Artigas, los enviados
presentan la contrapropuesta, no hacen referencia a la alianza mencionada por Artigas,
reconocen la independencia de la Banda Oriental y aceptan la devolución de prisioneros de
guerra, no así de bienes y armas. Además pide que Corrientes y Entre Ríos escojan su
futuro, viendo que sistema consideran mejor, dando por entendido que Santa Fe y Córdoba
están bajo la jurisdicción de Buenos Aires. Además recortan la zona de influencia del
Protector, extrayendo Santa Fe. Desmereciendo la soberanía particular de los pueblos,
Artigas fiel a sus ideales, rechaza la contrapuesta. Buenos Aires propone otra contrapuesta
donde reconoce la independencia de la Provincia Oriental pero no el Protectorado, así que
para desarmar el poderío federal, ofrecen la independencia del territorio. Situación que
Artigas rechaza, siguiendo su lógica, fiel a las bases del federalismo.
En un oficio fechado en Marzo de 1815, Artigas convoca a los pueblos para que
envíen diputados al Arroyo de la China. Ese llamado es para retomar el programa político
que fueron esas ​instrucciones d ​ e 1813, sin mencionar que dicha convocatoria tenía la
intención de constituir formalmente la alianza política de las provincias bajo su protectorado.
El Congreso se celebró el 29 de Junio, donde reunidos por representantes de cada
provincia se trate la situación del nuevo gobierno de Buenos Aires, con la idea firme de
fundar una paz duradera, dejando de lado el temario del programa común para llegar a esa
segunda etapa del federalismo. El historiador Reyes Abadie afirma que el Congreso no
trascendió por los resultados obtenidos sino por la proyección que la construcción histórica
hace del mismo, ya que afirmó la vigencia de varios conceptos medulares. Uno fue el
derecho a ejercer la ​soberanía particular de los pueblos​, de hacer visible la libertad y
restauración de la paz en la región, bajo el sistema repùblicano, federal y democrático.
Luego del Congreso, Artigas envía diputados a comunicarse con el gobierno de
Buenos Aires, buscando la ​fraternidad y la unión entre pueblos hermanos. El día 11 de Julio
llegaron a la Capital y el 13 se entrevistan con el Director Alvarez Thomas. Los diputados le
presentan un ​plan de Concordia que establecía la unión ​ofensiva-defensiva entre las
provincias que se hallan bajo la dirección del Jefe de los Orientales y el Gobierno de
Buenos Aires. Además de pedir, lo ya exigido anteriormente, la devolución del armamento a
las provincias expropiadas por Buenos Aires. La misión fue un rotundo fracaso, las
autoridades bonaerenses prácticamente se mofaron de los diputados, sin dejarlos
expresarse y reteniendo sus pasaportes, dejando su hospedaje en una fragata. Ante tal
situación, los diputados rechazan esto y retornan con el Protector. La situación era una
guerra declarada, y Alvarez Thomas lo sabia, así escribió una carta explicando el fracaso de
la misión, con destinatario a Artigas, esperando que este tenga una actitud pacífica. La
historiografía nos deja entender lo sucedido, el Gobierno de Buenos Aires no hacía otra
cosa que lo que vulgarmente se dice como ​hacer tiempo,​ para preparar la guerra, no había
disposiciones de perder la Provincia Oriental. Cosa que fue así, las hostilidades se
reanudaron entre el centralismo porteño y el federalismo artiguista.

La revolución económica del federalismo artiguista

La endémica anarquía, como decían los contemporáneos, que predominó en la


campaña oriental durante el proceso revolucionario, tuvo grandes alteraciones en la vida
productiva de la región. Debemos recordar que de 1811 a 1815, la Provincia Oriental no
conoció la paz, la guerra casi civil, entre españoles europeos y seguidores de la corona,
contra los ejércitos revolucionarios, sumado al agravio inmenso de los saqueos portugueses
en respuesta del primer sitio a Montevideo y los posteriores saqueos de los ejércitos
centralistas bonaerenses, dejaron una situación caótica a la economía de la región. El
abandono de las propiedades por parte de muchos hacendados ante la inseguridad
constante que significa estar en guerra. los reclutamientos a los ejércitos, significaba una
pérdida de mano de obra, como plantea Lucía Sala y equipo, estos historiadores confirman
algo más que claro, el antiguo peón rural colonial, hambriento de tierras y de justicia social,
no quiere volver a tener un patrón, en el movimiento revolucionario artiguista se crea una
noción de autogestión al trabajo, que como plantea Barrán y Nahum, desdibuja la delgada
línea que existía de la propiedad privada para estos hombres y mujeres que conducían y
eran conducidos por su caudillo. El mayor golpe a la productividad de la provincia, fueron
sin dudas los saqueos constantes que trae consigo la guerra. La confiscación fue el arma
política de estos momentos, lo practicaban tanto bonaerenses, como portugueses y
orientales, principalmente con el media propietario, el cual estaba indeciso en la
conformación de bandos. Analicemos el caso de Alvarez Thomas, en 1814, obligando a
quienes no se reporten en un lapso de tiempo determinado -50 días-, serían confiscados de
todos sus bienes. El arma política, siguiendo la lógica de Ana Frega, es la expropiación de
una mentalidad capitalistas conviviendo con vestigios campechanos, propios de la herencia
española, en otras palabras, es el ataque a la propiedad privada para quienes tenían noción
de la misma.

Lo mismo con los ganados, la guerra dispersa y alza la propiedad (Barrán y Nahum),
en campos sin valor. Baja el valor del ganado, de la tierra, pesadilla de los hacendados.,
quienes fueron los primeros en bajarse de la ​empresa revolucionaria​. El artiguismo intento
en 1813, con el Gobierno Económico de Canelones, darle una primera solución, buscando
la estabilidad para que estos no abandonen la causa. Lo mismo sucedió en 1815, con el
Reglamento Provisorio de Tierras, aunque este termino cobrando, como era esperado, un
valor mucho más popular, primando por los más desamparados, utilizando el arma política,
la expropiación de tierras. Así como plantea Sala y equipo, y posteriormente Frega, 1815 es
la radicalización de la revolución y esta no tiene vuelta atras. El Reglamento Provisorio de
Tierras, dice Barrán, es una clara violación a la propiedad privada, a la mentalidad
capitalistas creciente. No es llamativo que los bandos dentro del ejército revolucionario
quedaran definidos, el gran propietario que en su momento acompañó al movimiento se
baja del mismo al ver atacado sus interes de forma directa, esta expropiación al ​“mal
europeo y peor americano”,​ no tardaría en llegar al propietario con demasiadas tierras, sea
o no patriota. En 1813 las cabezas ideológicas de la revolución intentaron mantener al
mediano y gran propietario en su bando, al igual que vieron un “obstáculo cultural” en la
mentalidad del gaucho y el campesino promedio acostumbrado al combate. El Reglamento
Provisorio de tierras es parte del proceso que denominamos revolución artiguista. ¿Como
mantener al mediano propietario y modificar esta traba cultural? En 1813 bajo el Gobierno
Económico de Canelones, tenemos respuestas a esta pregunta: la política de reprimir
changadores, era clara muestra a no solo restablecer las riquezas pecuarias, sino para
gestar un cambio cultural en el proceso revolucionario. De igual forma que las políticas de
poblamiento, tomadas desde la cercana época monárquica. El reparto de Tierras, con Elío
de palabra en 1808, en 1811 Artigas continua con la misma idea. Durante 1815 Artigas
empujaba a los hacendados a poblar sus tierras, las nuevas repartidas y las antiguas,
poblar y trabajar, bajo una serie de medidas proteccionistas, esto es el paso anterior al
Reglamento Provisorio de Tierras en Septiembre de 1815.

Reglamento Provisorio de tierras

El historiador Isidoro de María afirma que los resultados del reglamento no fueron
satisfactorios. La inseguridad en la campaña que generó la guerra, centrándose en la
violación de la propiedad privada, fue uno de los grandes motivos que no permitió que se
efectuara de forma satisfactoria. Visto desde nuestro presente, si se respetaba esta noción
de propiedad, caerian en una serie de contradicciones que representa el proceso
revolucionario. Barrán y Nahum, son quienes agregan el ya mencionado obstáculo cultural,
el cual sin dudas fue el mayor problema que tuvo el movimiento revolucionario en la
efectivización del reparto de tierras. La mentalidad gauchesca, el nomadismo, sumado a la
nueva vida en guerra, viviendo del botín, hace necesario un cambio radical. El reglamento,
en palabras de Ana Frega, era una necesidad pedagógica. El único camino era contar con
el pequeño hacendado que rodeaban pueblos periféricos, criando generaciones de
personas acostumbradas al trabajo racional de la tierra, ese único camino como llama Lucía
Sala y equipo, tiene una gran falencia, le falta tierra. Donde se trabajan generalmente es en
tierras ocupadas de hecho o en pequeñas parcelas que dependen en gran medida de otras
personas. Además muchos de estos con tierras, perdieron las pocas riquezas que tenían en
la empresa revolucionaria.
Los objetivos del Reglamento son claros, darle tierras a los más infelices,
expropiadas del enemigo, el repartimiento es parte del proyecto revolucionario federal que
buscan concretar la unificación de las Provincias Unidas. El reglamento tiene un carácter
revolucionario dual: la expropiación al enemigo y el reparto a los fieles al movimiento,
primando por los más infelices: viudas, negros, zambos, indios y criollos pobres, por un
lado. Por el otro, generar un cambio en las estructuras mentales, el formato pedagógico del
reglamento, obliga a ocupar y trabajar la tierra, sedentarizando al gaucho nómade y
rompiendo con los hábitos del pillaje, buscando, como dicen Lucía Sala, el aumento de la
producción y reparto equitativo del mismo. ​El Reglamento Provisorio de la Provincia Oriental
para el Fomento de su Campaña y Seguridad de sus Hacendados, consta de 29 artículos.
Siguiendo la lógica básica de la subdivisión tripartita: en el plano político se buscaba
castigar al enemigo al revolucionario mediante la expropiación de tierras, en contrapuesto
de esto, entregar las mismas a los orientales revolucionarios, sin importar raza y género, así
las tierras primaria en ser entregadas a los “más infelices”, las viudas, los criollos pobres, los
indios y los negros y zambos libres. Desde la perspectiva económica, recuperar la
producción agropecuaria y fomentar la misma, además de plantar la seguridad para el
mediano hacendado que participó en la revolución. En el plano social, para Ribeiro y
Caetano, fomentar la creación de una clase media rural, que permitirá calmar las injusticias
sociales.
Los 29 artículos que conformaron el Reglamento son divididos de muchas formas, la
forma clásica y la más aceptada por todas las corrientes historiográficas fue la efectuada
por Reyes Abadie. Este divide el Reglamento en tres partes: la primera, la organización
administrativa y judicial de la campaña. Segunda, las formas de repartición de la tierra y
fomento de la producción. Tercero y último, las medidas del control y salvaguardia de la
campaña. En la primera parte se dispuso la actuación de las autoridades, tres subtenientes,
jueces y comisionados, sus jurisdicciones fueron: entre el Río Uruguay y el Negro. Entre el
Río Negro y el Yí. Otra, desde Santa Lucía hasta el Río de la Plata. Y desde el Yí hasta
Santa Lucía. El Alcalde queda autorizado para distribuir las tierras bajo su jurisdicción,
velando por su seguridad. Los subtenientes solo distribuyen tierras y priman por fomentar el
trabajo de las mismas. El Cabildo por su parte establece la pena para los delincuentes ,
legítima las donaciones y atribuye marcas al ganado. En la segunda división de Abadie, son
los artículos que hablan sobre la expropiación y repartición de las tierras. El Reglamento
establece como ya se dijo, la expropiación de tierras a ​“los malos europeos y peores
americanos” que no hubieran sido indultados por el jefe de la provincia. Se agregan a esta
las tierras donadas o vendidas entre 1810 y 1815 bajo la dominación hispana y durante el
gobierno porteño, sin mencionar las tierras realengas. El Reglamento en sí convive con
varios vacíos legales, Barrán y Nahum trabajan con una serie de documentos de orientales
y españoles que en el momento de la revolución pusieron sus posesiones en nombre de
patriotas conocidos, como es el caso de la familia Echenique al patriota Gadea, quienes
finalizada la revolución reclaman las tierras al Cabildo. Salvando estos casos, encontramos
un apartado, no en el Reglamento original, que ampara a los patriotas acreedores, es
bastante claro que este apartado se agregó posteriormente para defender los interes de la
clase dominante.
La tierra era decomisada, los enemigos solteros eran los primeros en perder, ya que
para la expropiación existía una jerarquización. Si este era casado, se le reservaba una
cantidad de tierras en relación al número de hijos que tuviese. Si los terrenos eran de la
época de 1810-1815 la cuestión era más radical, si era oriental, el beneficiado recibía una
suerte de estancia, si era extranjero perdía todo. El artículo 6to muestra la jerarquización
para el reparto de tierras, donde destacamos la frase célebre de ​“los más infelices seran los
más privilegiados”,​ beneficiando a los sectores más populares: las viudas pobres con hijos, ,
los negros libres y zambos, los criollos pobres, bajo la noción de estar casado, primando
sobre los solteros y de ser americano sobre los europeos. El nuevo propietario no debía
tener más que una suerte de estancia, donde se debía construir un rancho y dos corrales al
menos, en un lapso de dos meses adquirida la tierra de forma legal, dando una prórroga de
un mes antes de confiscar el terreno por algún imcumplimiento, estos no podian ser
vendidos ni alquilados. En relación al ganado, se prohibía exportar al Brasil, enemigo de la
revolución y faenar ganado hembra. El reparto de tierras fue complejo, y demuestra una vez
más la noción de Artigas como conductor y conducido, veamos el caso del Pardo Benítez,
un caudillo local que comenzó a repartir tierras, saltándose las pautas legales, primando
únicamente por quienes participaron en la revolución. La expropiación de Benítez fue a ojo y
expropió al gran hacendado oriental, al latifundistas que jugó fichas en la revolución pero se
bajo y retomo al barco conservador. La actuación de Benítez y los intercambios entre este y
Artigas, demuestra la calidad de conductor y conducido del Protector de los Pueblos Libres.
En cuanto a las medidas para fomentar el orden y la seguridad en la campaña, se
basaron en la creación de una fuerza represiva bajo las órdenes del Alcalde Provisional.
Quienes eran atrapados por esta “policía” de la campaña, eran puestos en servicios de
armas. Para evitar agravios a la peonada,los hacendados debían entregar comprobantes de
trabajo. El reglamento tuvo un periodo activo de un año, Septiembre de 1815 al mismo mes
del año de 1816, lo que consto para comprobar quienes eran los verdaderos agentes
revolucionarios y quienes defendieron sus interes de clase bajo la bandera federal. El grupo
de hacendados fue el primero en mostrarse en contra ante tales políticas. La violación al
derecho de propiedad y el avance de los sectores populares hacían peligrar sus privilegios e
intereses. Estos son los primeros en traicionar al proyecto revolucionario, abriendo las
puertas al invasor portugués. El otro obstaculo ya mencionado fue la baja noción cultural y
noción de la producción del trabajo de la gauchada. El artiguismo se opone a la noción del
latifundio y primo por la repartición equitativa de la tierra, siempre estimulando la producción
bajo la noción del proyecto federal. Pero la radicalización de la revolución no fue solo en la
idea de expropiar, sino que primo por una revolución cultural: En Purificación se crea una
escuela de Primeras Letras, además de reabrir el aula de Gramática Castellana y Latina. Se
retomo la imprenta a Montevideo comenzando a publicarse el ​“Periódico Oriental”,​
fundándose en 1816, lo que hoy es la Biblioteca Nacional.
La revolución siempre se asocia con el ataque a la propiedad privada, ya
mencionamos el Reglamento Provisorio y la idea de las transformaciones culturales, pero
no solo la revolución se radicalizó por la expropiación hacia la propiedad enemiga, la
violación al derecho de propiedad, sino que abrazó una serie de políticas proteccionistas
vinculadas con las nociones federales. El estímulo a la exportación de los frutos de la tierra
era de suma importancia, la clave para esto era el puerto de Montevideo, era la conexión
con el comercio de ultramar del federalismo provincial. Es así que el 10 de Abril de 1815 se
dispone la apertura de todos los puertos pertenecientes a la Liga. En cada uno se instalara
un recaudador de rentas de sobre las aduanas 6% es el ingreso de este impuesto sobre el
valor de los efectos traídos del comercio de ultramar. 4% sobre la exportación, excepto de
cueros y sebo, pagando estos un rela cada uno. El producto una vez que haya pagado en
un puerto, ya no se cobraría nada, dentro de la red aduanera de la Liga Federal. El nuevo
sistema de Aduanas adquirió un reglamento formal llamado Reglamento de Aranceles para
los pueblos Confederados, puesto en vigencia el 9 de Septiembre de 1815. En dicho
documento cada producto que ingrese paga una tasa general del 25%, pero si eran
productos de consumo total, popular, -tabaco, azúcar-, o productos denominados como
imprescindibles -loza, papel, carbón-, la tasa baja a un 15 o 20 porciento. Si los productos
eran manufacturas que compiten con la producción del mercado interno, la tasa aumentaba
a un 40% como era el caso de la ropa y el calzado. Los aceites y caldos pagaron un 30%,
mientras que los productos de origen americano y de consumo general pagaban un 5%. Las
medicinas, madera, libros, imprentas, pólvora, máquinas de ciencias y artes, productos
bélicos, plata y oro, estaban fuera de este impuesto. La extracción de productos de la
Provincia como cueros, sebos, crines, y todo producto pecuario, paga un 8%. Jabones,
cenizas, carbón de leña y demás productos de otros países pagan un 4%, cuando los
metales preciosos como la plata abonaron un 12%, el oro por su parte un 10%. Las harinas
y galletas estaban fuera del rango presupuestario.
Tener a Montevideo del lado federal era una gran ventaja sin lugar a dudas, pero
este reglamento tendrá grandes opositores en el sector del comercio portuario, quienes
veían en esta una traba inmensa al libre comercio que tanto buscaron. Gran parte de estas
personas vivían en la ciudad-puerto de Montevideo quienes además se verán afectados por
el Reglamento Provisorio de Tierras. Artigas ante tales peticiones decidió abrir el libre
comercio únicamente con el Reino Unido, en 1817, donde establece a los comerciantes de
la zona el pago de los ingleses a los impuestos aduaneros que saltarian, además permitió el
comercio con países neutrales. Dichas propuestas de Artigas o cambiaron en nada la
posición del gremio portuario y serán estos, juntos con los grandes propietarios de tierras,
quienes vean en el ejército lusitano la liberalización a la anárquica conquista del tirano Jose
Gervasio Artigas y su ejército de gauchos, indios y negros.

1820: la finalización del federalismo oriental

Los años que abarcan de 1815 a 1820 resaltan por la decadencia en la producción
que dejaron los años donde no se conocieron la paz, desde 1811. Como dijimos
anteriormente, podemos dividir la revolución artiguista en tres grandes periodos, el de 1813,
donde se materializa el proyecto político, bajo las Instrucciones, 1815, donde toma fuerza la
noción de recuperación económica y equidad entre orientales, con el Reglamento de tierras
por un lado, y el de aranceles por el otro. Por último podemos marcar la finalización del
movimiento revolucionario en territorio oriental en 1820 y la construcción de la Cisplatina.
Recordemos que desde la ampliación de un años del Reglamento para el fomento de la
campaña, el cual duró un año, los bandos dentro del territorio oriental cambiaron
rotundamente y ya para 1820 quedaran claramente definidos: el patriciado montevideano y
el gran hacendado que ve tocado sus intereses, termina de abandonar el proyecto
revolucionario, creando el bando pro-lusitano. Así para 1820 tenemos tres grandes focos de
poder: Buenos Aires representando el centralismo, la Provincia Oriental bajo la protección
del artiguismo y el ejército portugues encabezado por Lecor. Este último ingresa en 1817 a
Montevideo, donde el patriciado de esta ciudad, abre las puertas al invasor el cual para
estos es el liberador del tirano Artigas y de la anárquica situación en la que se encontraba la
zona. ​“Se recibe alegremente al invasor” así es la situación ante la llegada de Lecor y sus
hombres. Es de 1817 a 1820 que el ejército lusitano ira destruyendo los bastiones
revolucionarios, apresando a los grandes líderes del movimiento, y los que caen apresados
mueren o traiciona el ideario revolucionario, Zuñiga, Rivera y Lavalleja son los grandes
traidores que la historiografía no denuncia.
Para 1820 el último bastión en territorio oriental se encuentra en territorio oriental. La
transición y la decadencia del movimiento tiene un punto de quiebre en bajo el Pacto del
Pilar. Este se da el 23 de Febrero de 1820, bajo el mandato de Sarratea, en el mismo se
encuentra Ramírez y López, dos caudillos de Entre Ríos y Santa Fé. Tengamos presente
que antes de este encuentro, hubo un cambio en el gobierno porteño, renunciado Rondeau
y asumiendo Sarratea. El Pacto tenía como objetivos la unidad nacional bajo el estandarte
federal, algo bastante curioso ya que desde la historia conceptual podemos observar una
redefinición del concepto, asociando el federalismo con lo que años más tarde será el
rosismo. La reunión se convoca en la capilla de San Lorenzo con un plazo de 60 días para
ratificar el pacto, tiempo suficiente para que Buenos Aires se rearme. Otro de los objetivos
era la finalización de la guerra con las Provincias -obviando a la Oriental-,
comprometiéndose el gobierno bonaerense a ayudar a las Provincias que tuvieran
presencias lusitanas, otra obviedad al pueblo oriental. Otros puntos del tratado son la libre
navegación de los ríos Uruguay y Paraná, la amnistía a los presos políticos y el
enjuiciamiento de traidores.
El Pacto es una clara forma de querer finalizar de una vez por todas con la amenaza
revolucionaria. Sarratea manipula el trato para que Artigas rechace al mismo, aludiendo que
este rechazo apunta a Ramírez y López. Principalmente al caudillo entrerriano quien
deseaba ocupar el lugar de Artigas como máximo caudillo del interior. El rechazar el pacto,
fue entrar en conflicto con ambos caudillos, tengamos presente que el art.10 del Pilar niega
el título de Artigas como Protector de los Pueblos Libres, bajando su rango al únicamente
militar. Además no existe una delegación de poder del caudillo oriental a Ramírez, el que se
encontraba bajo las ordenes de caudillo oriental, el pacto fue una desobediencia directa al
mismo. Sin mencionar que la Provincia Oriental que se encontraba ocupada por el ejército
lusitano, no recibió ayuda de Buenos Aires, fallando en una de las bases de la
confederación, los pactos ofensivos-defensivos. Dentro del Pilar se encuentra una pacto
secreto entre Buenos Aires y el caudillo entrerriano y el salteño, prometiendo estos la
entrega de armas y municiones sin justificar la razón. Artigas se entera de esta situación y
organiza a las Provincias leales, pero la demora hace que las armas lleguen a Ramírez, el
cual las retiene y entra en conflicto con Artigas, ambos necesitan esas armas por los
supuestos ataques del enemigo lusitano. En resúmen podemos decir que el Pacto del Pilar
es una traición al sistema de los Pueblos Libres.
Sucedió el dichoso pacto, Francisco Ramírez declara una guerra sin cuartel al
caudillo oriental, Artigas resiste lo que puede con un ejército minoritario y en inferioridad
material, hasta Septiembre de 1820, donde queda acorralado en el Paraná, optando por
buscar asilo en el Paraguay. Es destacable que el último ejército artiguista estaba
conformado por la gauchada, los negros libres e indígenas, los más fieles al ideario
revolucionario. Artigas cae prisionero del General Francia y pasará hasta el final de su vida
preso en el Paraguay, aunque el legado revolucionario seguirá firme en las Provincias que
conformaron la Liga Federal, sacando la Oriental, donde el historicismo se encargó de
construir una imagen de Artigas que durante mucho tiempo ira en contra del nuevo proyecto
país que se tenía en 1830. Tendrán que pasar unos cuantos años para que el Estado
Oriental en la presidencia de Berro comience a retomar la idea de Artigas como mártir y
figura, donde sera en la dictadura de Máximo Santos que reconstruya anacrónicamente la
figura del líder revolucionario que fue Don José Gervasio Artigas, pero esta, ya es otra
historia.
Cisplatina y cruzada libertadora

Sabemos que existieron distintas vías para saber que sucedería con el territorio
oriental, abrazado en la “anarquía” artiguista. Unos ofrecieron al parlamento británico ser
una colonia de los mismos, pero Inglaterra rechaza tal opción. El cortejo que venía desde
finales de 1815, a la corona portuguesa, instalada en el actual Brasil, no se hizo esperar. El
miedo a la reconquista de España, templo los cimientos de un Estado unitario con capital en
Buenos Aires, que no sabía qué sistema político tomar. Los esfuerzos de Belgrano y
Rivadavia, de buscar sangre real para instaurar una monarquía en la zona, fracasaron, de
igual forma que la idea de San Martín de comenzar un linaje inca. La situación
político-económica necesitaba resultados favorables para la elite que veía para finales de
1815, trastocados sus intereses. Así, luego de muchas tratativas, los ejércitos realistas
lusitanos entraron en territorio oriental en 1817.
La historiografía mentirosa y novelera que desde la tradición y la unidad de la nación
manipula de forma violenta, ataca el accionar democrático de la construcción de los relatos,
dando como resultado una serie de sucesiones fácticas que comenzaron a desencadenarse
con origen cronológico el 22 de enero de 1820. Fecha, que como recordamos
anteriormente, fue la derrota del último bastión en territorio oriental artiguista. Tomando esa
fecha, comienza la causalidad de hechos que dejan vivo lo que fue la construcción de la
Provincia Cisplatina y el inicio de la dominación luso-brasileña. Dos problemas presentan
las construcciones historiográficas, primero el mal manejo cronológico, 1820 es una fecha
simbólica no determinante, la “pacificación” de la campaña comienza en 1817, durante esos
tres años del inicio de la ocupación luso-brasileña se combatió a todo bastión “anárquico”
artiguista. El 22 de enero de 1820 es la finalización de un foco organizado de la revolución,
encabezado por el mismo Artigas. Pero esta noción trae una serie de problemas que
veremos a continuación: como quitale pesos a los orientales que permanecieron bajo la
dominación extranjera y se organizaron en pequeños focos guerrilleros contra el enemigo.
El otro problema que presentan los relatos, aparte del manejo canónico y obviar la noción
de proceso, es colocar un grado de incredulidad en los hacendados criollos y la “buena fé”
con de la corona portuguesa al entrar en territorio oriental.
Partiendo de ese último problema, los historiadores de carácter marxiano,
principalmente Lucía Sala y equipo, resaltan esto. La noción liberadora de los portugueses
visto por la elite montevideana, es ingenua partiendo de la premisa del interés de estos por
este territorio desde la época colonial. Dichos estudios de este equipo de historiadores, deja
de lado el carácter presentista del quehacer histórico y la noción de la experiencia de los
sujetos de Thompson. Es claro que muchos hacendados, por no decir la mayoría, veían al
ejército extranjero como el liberador del yugo de Artigas y sus hordas montoneras. La
“pacificación” por parte de Lecor se llevó a cabo y la esperanza de finalizar con el absurdo
reparto de tierras y la recuperación de las mismas a los antiguos propietarios de carácter
latifundista, probablemente se creyó así. Si bien es cierto, con el “diario del lunes”, que la
idea de la corona portuguesa era ocupar el territorio y anexar al mismo, absorbiendo la
producción ganadera y saladeril, dando entrada a los grandes saladeristas de Río Grande,
el dominio de la corona, bajo el mandato de Lecor, fue la consolidación político-económica
de los intereses portugueses sobre la propiedad de la tierra. Pero no debemos olvidar a otro
grupo, actores de suma importancia en lo que refiere a la liberación del territorio oriental del
enemigo extranjero, parte de la élite montevideana que emigró a Buenos Aires en 1817,
pero una elite lejana a los ideales federales y al vivo sentimiento artiguista. Esta elite es una
elite unitaria, los famosos “cruzados” de 1825 parten sobre premisas unitarias, pero esto lo
veremos más adelante.
La llegada e instalación de Lecor en el poder, como plantea historiadores como
Alfredo Castellanos, no trae grandes traumas para la elite montevideana. La dominación
luso-brasileña que viene desde 1817 y finaliza en 1825 o 28, dependiendo de las posturas
historiográficas, comienza a tratar temas administrativos ni bien se instala en el despacho
Lecor y sus secuaces. La primer medida es la creación de un directorio jerarquizado por
Lecor y las familias más influyentes de la zona, el “club del Barón”, así conforma un nuevo
Cabildo con elementos portugueses y brasileños, con algunos de los más prestigiados
orientales de la clase dirigente. Este proceso de absorción y transformación de la
administración tenía como objetivos recuperar las riquezas de estos suelos que fueron
usufructuados por Artigas y sus “anárquicos” gauchos. En tal proceso de pacificación
comienza a verse traidores a la causa oriental que pronto formaran parte de la ficción de
1825. Los casos más llamativos son Lavalleja y Rivera, quienes luego de 1830 serán los
primeros en ocupar los cargos de Jefes del Estado, aunque también suenan casos como
Miguel Barreiro, quien no traiciono el ideario revolucionario bajo la dominación extranjera, si
lo hizo luego de 1830, aceptando una de las bases más contrapuestas con el ideario
artiguista, la independencia de un Estado fuera del federalismo. Pero de las traiciones que
más peso tuvo, fue la Rivera, quien en Tres Árboles capitula ante la autoridad extranjera, el
2 de Marzo. Esta traición es de suma importancia ya que tener a Rivera un baqueano
conocedor de los pueblos orientales y sus problemas, fue pieza clave para la administración
del problema de las tierras y ganados en este período.
La política sobre el arreglo de los campos, lo que Lucía Sala y equipo denominó la
“contrarrevolución del arreglo del 15”,​ por ir en contra de las premisas artiguistas, es el
máximo ejemplo de la selección de la elite montevideana de apostar por formar parte del
Reino de Portugal, en 1821. El gran manejo de Lecor en los primeros años, el uso claro del
clientelismo y la confiscación como arma política, le dieron a Lecor un inmenso prestigio. El
uso de milicias departamentales, respetando cierta autonomía, la alianza con Rivera y el
nombramiento de Comandante general de la Campaña, el otorgamiento de altos cargos
administrativos para las alianzas con el patriciado montevideano, agregando a esto el
reclamo de los hacendados como consecuencias del Reglamento de 1815, dieron como
resultado los votos favorables para la incorporación de la Provincia Cisplatina al Reino de
Portugal. La elección para que la Provincia de este lado del plata se llevo acabo en Julio de
1821, y se le conoce como el nombre de Congreso Cisplatino, donde los orientales tendrán
voto para decidir su futuro. La historiografía tradicional marca a este Congreso en
accionares violentos para lograr su objetivos, la pregunta que nos hacemos ante esto es:
¿hasta qué punto las elecciones en ese momento no se gestionan mediante tratativas
violentas y “clientelistas”? Con perdón del anacronismo, en su gran mayoría, si bien es
cierto que Lecor y sus hombres obligaron a votar, casi el total de las familias y traidores al
proyecto revolucionario artiguista, tuvieron sus claros motivos para apoyar la empresa
Cisplatina. Analicemos las opciones que se manejaron -tácita y explícitamente-, en el
Congreso: la que no tuvo peso decisivo en nada, retornar a España, no había motivo alguno
para volver a un reino donde nunca se aseguro el orden ni la participación política de la
clase dirigente oriental, por los motivos de las reformas borbónicas. La segunda opción era
la independencia total del territorio, barajada sí, pero luego de ser analizada se descartó de
forma rotunda, no existía una cultura ni tradición, entiendase que los intelectuales de esta
época parten de premisas metafísicas, para la gestación de un Estado independiente, no
hay material humano ni cultural para crear bases, además esto presupone posponer el
orden y la estabilidad política. La tercer opción fue la reincorporación a las Provincias
Unidas, pero fuera de los parámetros federales artiguistas, la justificación que daban los
exiliados orientales desde Buenos Aires, era la idea de ser parte de los mismo, lo que
entendemos se puede leer como la noción de tener un pasado común, con una cultura
común y desde la semiótica sasurriana, compartir una lengua que los hace pensar en el
mismo idioma. Tal noción para el patriciado pro Lecor y los indecisos, no era viable por el
perpetuo estado de guerra de las Provincias. La última opción, y como sabemos la que se
voto en mayoría, fue la incorporación de este territorio al Portugal. Los dirigentes estudiaron
tal propuesta: era viable unirse a un país con principios liberales, recordemos que en 1820
se da el cambio de sistema, apadrinado por Inglaterra, lo cual genera una sensación de
estabilidad económica y política, vinculado con esto se aseguraría el orden en la campaña,
la militarización de los vagos y el respeto a las leyes de la provincia, sumandole que no se
impondría el portugués como lengua oficial. A esta victoria, el historiador Barran, marca las
bases de la gesta independentista, en lo que él denomina, “el miedo a la revolución social” y
los posibles caminos a tomar fuera del proyecto federalista.
Y así es como el 18 de Julio de 1821 el congreso sancionó la unión de Portugal, bajo
los estandartes del nuevo paradigma de la Modernidad, orden y progreso, veían las clases
dirigentes montevideanas un futuro próspero, pero no contaron dos grandes factores, el
cambio de los utillajes mentales que significa tal unión y los objetivos que tenían las
autoridades y la clase dominante luso-brasileña sobre el territorio oriental. El cambio en los
esquemas mentales es la unión a un territorio con una cultura radicalmente distinta, a lo que
fue la conformación del Virreinato del Río de la Plata y la herencia en el utillaje mental de
entender su “mundo” y como funciona ya sea en el marco legal, heredado principalmente
del absolutismo español, que radica de distinto al portugués, como en la cosmovisión de la
realidad de la tierra y los procesos de transformación del trabajo, obviando el caso del
idioma, significa adentrarse en una cultura conformada por actores humanos radicalmente
distintos a los que se veían en la heterogeneidad de las Provincias Unidas. En el plano de
los intereses lusitanos y brasileros es la política de apropiación para la entrega de los
grandes latifundistas riograndenses, si bien Lecor puedo estirar la amabilidad con el
patriciado montevideano, los intereses de sus compatriotas de su clase, primaron.
Recordemos que entre los distintos sectores que habitaban el territorio oriental,
encontramos dos grandes grupos en la llegada de Lecor: los afectados por el Reglamento
de 1815, en otras palabras la elite que le abre las puertas al enemigo extranjero y por el otro
los beneficiados del Reglamento, “los más infelices”, como se les llama en el mismo. El
intento de contentar a todos y los cambios entre los beneficiarios, siempre primando por los
intereses de los latifundistas riograndenses, dejaron para el año 1824 una Cisplatina
descontenta, en algunos casos, por el accionar de Lecor, ya que no se cumplio de forma
concreta el tema de la devolución de las tierras expropiadas por la montonera artiguista, las
distintas trabas legales que puso la nueva autoridad, beneficiaron a la adquisición de tierras
por parte de los propietarios de Rio Grande, que ocuparon tanto de hecho o estando
legalmente amparados.
La contradicción de Lecor fue clara, debía dejar contento a los tres grandes actores:
los hacendados desfavorecidos por el Reglamento, el vecindario rural y los latifundistas
brasileños. El 26 de Agosto de 1820 se iniciaron tres etapas: todos los campos que hasta el
mes de Enero fueron ocupados, pasarán a sus propietarios originales. En 1821: el amparo
al terreno solamente respetaba al ganado manso, no el alzado, el cual era la inmensa
mayoría. 7 de Noviembre de 1821, se reven los títulos de la tenencia de tierra que
comenzaron a 1815. Compraventa de campos realengos, sean vacantes o poseídos
particularmente, dividiendo los territorios en suertes de estancias, subastadas. Forma de
recuperación económica. A los poseedores sin título legítimo se le da un plazo de seis
meses para regularizar su situación. De este modo los grandes propietarios se vieron
beneficiados nuevamente, las denuncias de tierras y las subastas conformaron nuevamente
el latifundio. Una “huesta feudal”, plantea Alfredo Castellanos, se conforma con los caudillos
que permanecieron con sus propiedades, como es el caso de Rivera. El orden en la
campaña era claro, supresión de las pulperías volantes, ataque al comercio interno.
Represión del contrabando y del vagabundo, imposición a volverse peones. El poder de las
milicias criollas que en un momento respondieron a Artigas, de importancia para 1825,
gestaria un odio al extranjero durante estos años. Entre otras cosas destacadas es la
fundación de pueblos, los que ocuparon propiedad ajena, fundan pueblos en fronterizos.
Además de la fijación de una frontera a la altura del Río Daymán.
La habilidosa política de Lecor no cumplio las satisfaciones de todos los inetersados.
Y así para 1825 el desprecio al extranjero en la campaña, en los exiliados en Buenos Aires
y en parte de esa elite que apoyó la entrada de los mismos en 1817, estalló. Pero antes de
entrar en esto y estrechamente vinculado con los sucesos posteriores, es importante
analizar el accionar de la elite porteña unitaria que veía tocado sus intereses de clase en las
políticas de Lecor y el beneficio a los latifundistas saladeristas riograndenses, fue motivo
más que suficiente para que estos intervengan en la liberación de la Provincia Oriental. El
crecimiento de la industria saladeril en Porto Alegre y en Río Grande del Sur como
consecuencia de los arreos constantes de ganado desde territorio Cisplatino, esto dio como
resultado la pérdida de peso de los saladeros de Buenos Aires y la escasez de ganado en
las provincias del litoral al deber ser extraídas para el funcionamiento de los saladeros
porteños. Estas causas para el apoyo de la elite montevideana, encabezado indirectamente
por Juan Manuel de Rosas, se gestaron en el saladero de Barracas, propiedad del oriental
Pedro Trápani. La financiación de la elite porteña a la empresa libertadora es clave, aunque
la historiografía tradicional le quite valor o lo niegue, dando peso a el capital que pusieron
los orientales que embarcaron, lo cual se puede tomar como una carga simbólica pero nada
más que eso, ya que ese dinero fue intrascendente para mantener la gesta contra el
invasor.
Previamente a meterse en territorio ocupado, las fuerzas orientales-porteña, entre
estas destacando a Rosas, recorriendo el territorio, “tanteando” el ambiente y las alianzas
con caudillos regionales, recordemos que en el segundo exilio de la “Sociedad de los
Caballeros Orientales”, tuvieron su frente de lucha intelectual en Montevideo, publicando
escritos clandestinos, en favor del unitarismo y la incorporación a la reciente Argentina
independiente. Por lo que el “tanteo” no solo fue de las fuerzas de choque de la campaña,
sino del apoyo de la elite descontenta con las consecuencias de las políticas del Congreso
Cisplatino. Antes de la famosa “cruzada libertadora”, se dio un segundo congreso vinculado
con la independencia de Brasil, dejando un vacío legal en la situación de la Provincia
Cisplatina. Aquí la historiografía, tradicional y revisionista concuerda en decir que en la
posible segunda votación, no se quería la anexión total al Imperio de Brasil, por ende Lecor
y Rivera, en 1824, no negocian bajo ningún congreso, y de hecho declaran a la Cisplatina
como parte del Imperio de Brasil. Esta simple lectura nos deja entender la caldeada
situación que explota en el llamado de la historiografía nacionalista, la “cruzada libertadora”.
Dicho todo esto, podemos entender el desembarcado en la playa de La Graseada o
Arenal Grande, nombre que los maniqueos del relato filofascista nacionalista denomina la
Playa Agraciada, por sus aguas y costas perfectas para la gesta libertadora del pueblo
uruguayo. Allí, el 19 de Abril de 1825, se produce el desembarco de una pequeña tropa de
48 hombres, según Aníbal Barrios Pintos, al mando de Lavalleja y Oribe, un traidor al
proyecto federal y otro que desde su crianza detesto el caudillismo y nunca fue fiel la gesta
federal artiguista. En fin, la misión de estos libertadores era dar señal a los levantamientos
en territorio ocupado, que esperaban el momento de alzarse en armas. Dos grandes cosas
a destacar que nos ayudarán a comprender las leyes de 1825 y la conformación del Estado
Oriental, como la gran consecuencia de la guerra entre las Provincias Unidas y el Imperio
de Brasil. Primero, el apoyo de autoridades cisplatinas a la empresa libertadora, entre estos
Rivera, segundo, la proclama de Lavalleja en la liberación del territorio para los “argentinos
orientales”.

Las leyes de 1825 y la Convención Preliminar de Paz

Si debemos buscar un tema que haya despertado conflictos historiográficos entre los
distintos maniqueos del relato filofascista de Bauza, Blanco Acevedo y Pivel Devoto, a
revisionismos desde diversos ángulos: José Pedro Barrán con ​“La independencia y el miedo
a la revolución social en 1825”​, siguiendo aunque no quiera la línea nacionalista y
negacionista de la afiliación unionista, a la cual encontramos afiliados a diversos
historiadores, desde Carlos Real de Azúa como Guillermo Vázquez Franco, que desde sus
construcciones de relatos, abren diversos caminos. Lo mismo sucede, con Alfredo
Traversoni, que en el mismo camino que José Pedro Barrán, quiere justificar la orientalidad
dentro de los diversos caminos que existieron para la construcción del Estado Oriental. La
noción más clara, y más acertada a la veracidad de la construcción del pasado desde el
presente, la trae la historiadora Ana Frega y el historiador argentino Carlos Chiaramonte,
tratando el problema desde la noción de la historia conceptual.
Es importante conocer que el problema del relato no se dio en 1825, donde
existieron diversos caminos, noción que comparten todos los historiadores mencionados, a
excepción de Pivel Devoto y Francisco Bauza; es este último que en 1879 tiene una
confrontación con Carlos Gómez sobre la inauguración en Florida de un monumento a la
Independencia de este país. El monumento está instaurado en Florida por obvias razones,
allí se votaron las tres leyes que analizaremos a continuación. Nuestro querido Barrán, es el
primero en tomar esta discusión y comprender qué caminos existieron en el Congreso
Cisplatino de 1821 y en la Convención Preliminar de Paz. En la lucha entre dos posturas, la
nacionalista de Bauza y la unionista de Gómez, Barrán indirectamente se posiciona en la
nacionalista, criticando la idea del unionismo de Carlos Gómez. José Pedro arremetió contra
el mito de la “patria grande”, que era fiel representación de las ideas del rosismo en 1825,
como la reconstrucción de un virreinato con poca historia común entre la heterogeneidad de
los territorios que posteriormente conformaron las Provincias Unidas, donde las autonomías
desde la época colonial eran notorias. No hace falta analizar la idea netamente pivellina en
la retórica de Barrán.
Pero aquí el historiador no cuenta con la clara noción de que el artiguismo y los que
conformaron el movimiento, estaban anexados a la noción unionista, desde un caracter
federal y no unitario como los exiliados en época de Lecor, a Buenos Aires. Cosa que Barán
tendrá presente cuando formule la idea del ​“miedo a la revolución social”​. La
reinterpretación de Barrán, o el “pseudo continuismo” de Pablo Blanco Acevedo y Pivel
Devoto, que plantea Real de Azúa sobre la noción de un “partido” independentista que
buscaba la independencia absoluta de este territorio, con un odio irracional tanto a los
porteños como a los brasileños, diferenciados de ambos, como algo distinto, pero a
diferencia de Pivel Devoto, Barrán se pregunta el accionar de los casos que querían la
independencia del territorio para 1825, pero no reclamaron la presencia de la figura del
máximo caudillo que existió en el territorio que buscaba la independencia, José Gervasio
Artigas. La respuesta a esta pregunta la tenían Lucía Sala, Nelson de la Torre y Julio
Rodríguez, al analizar el Reglamento de 1815. Barrán, hábil en la investigación, retomo la
noción del ataque a la propiedad privada que significó el Reglamento, cosa que él plasmó
en ​“Bases económica de las revolución artiguista”,​ escrita antes de los estudios sobre la
Independencia. Tal vez para mi generación suena obvio esto, pero la construcción del relato
creado por Barrán, es la nueva base en la que se construyen nuevas investigaciones.
Retomando, el “teatro de la anarquía” que dejó la campaña artiguista desde 1811 a
1820, principalmente en la radicalización de 1815 como bien trabaja Ana Frega, es el miedo
a no mencionar a la figura del Protector de los Pueblos Libres, que para 1825 la huella
revolucionaria había quedado en los paisanos de la campaña y en las Provincias que
formaron la Liga Federal. Complementando la idea de Barrán, podemos traer los
planteamientos de Tulio Halperin sobre la influencia del unitarismo porteño en Montevideo,
el cual fue mucho más rápido y mayor que en Provincias como Santa Fé, Corrientes, Entre
Ríos, Rioja, entre otras, donde el federalismo artiguista continuo después de 1820. La
misma noción plantea el historiador Carlos Mayo, donde las fuerzas unitarias tuvieron mayor
peso en la Provincia Oriental, luego de 1820 que en el resto de las provincias del litoral
argentino, poniendo ejemplos claros en la Guerra Grande. Este miedo y la noción paranoica
del orden, que llevaron a votar por la integración de la Provincia Cisplatina al Reino de
Portugal en 1821, llevo a esta elite a no traer ideas artiguistas, aunque esto significase el
levantamiento inmediato de los paisanos renegados por las políticas de Lecor, las pérdidas
eran aún mayores, la herida de la montonera salvaje, como describe Sarmiento a los
federales artiguistas, no estaba para nada sanada.
Barrán, en este ​“miedo a la revolución social”​, identifica que todos los grupos que
votaron, sufrieron esto, todos temían al artiguismo, de los grupos que mencionamos
anteriormente en el Congreso Cisplatino, basado en los documentos que dejó el británico
Thomas S. Hood. Cuatro grupos se identifican: los “negativos”, los “realistas” y los
“patriotas” que se dividía en dos grandes grupos. Los primeros, los “negativos”, entre los
que había españoles y criollos indiferentes a quien gobernase y se mantenía el respeto a la
propiedad privada. Los “realistas” como dice su nombre lo dice, esta compuesto de
españoles que tenían prejuicios tanto a los brasileños como a los porteños, pero aceptaban
la dominación lusitana por las tratativas y el cumplimiento de la devolución de sus
propiedades perdidas en 1815 y la pacificación en la campaña. Por último están los
“patriotas”, homogeneizados según Hood, en su desprecio al Brasil, pero disprepados en
todos los demás puntos. Dentro de este grupo, el cónsul británico señala dos grandes
grupos, el mayoritario, encabezado por seguidores a la causa de Artigas, cuyo sistema era
la total independencia y la destrucción de la propiedad. Luego tenemos otro grupo de
“patriotas”, que buscaban la unión con la Argentina, estos son los “Caballeros Orientales”.
Barrán reinterpreta la división de Hood, marcando que en 1825 existe una facción
“independentista” de base popular, así como otro que primaba por la unidad con el resto de
las Provincias. Aquí volvemos a comprender otro sesgo nacionalista de los caminos a
tomar, Lavalleja se proclama ante de redactar las tres leyes de 1825, como un
“argentino-oriental”, dicha frase toma dos postulados que Barrán se posiciona dentro del
marco nacionalista. Ana Frega y Carlos Chiaramonte, contrastan la idea de la gestación
oriental para la indepedencia en territorio Cisplatino, antes de la cruzada. El error aquí,
marca Frega y Chiaramonte, es la noción de los conceptos manejados, la idea de
“Independencia” como tal, no existe en la mayoría de las facciones que estuvieron en la el
Congreso Cisplatino, en las redacción de las Leyes de 1825 y en la Convención Preliminar
de Paz. Independencia, significa eliminar todo yugo extranjero -lusobrasileiro-, no se
entiende por parte de quienes redactaron las leyes, la separación del resto de las
Provincias. Lo mismo sucede cuando Hood habla de los “patriotas artiguistas” que quieren
la independencia absoluta, la idea de absoluta, siguiendo los preceptos de Frega y
Chiaramonte, es una acepción a “ni brasileros ni unitarios”.
Analicemos las leyes y observemos esto: el 25 de Agosto de 1825, en la “Asamblea
de la Florida” la Sala de Representantes dictará las tres famosas leyes que marcan el
rumbo político que se quiere, sin la dominación de poder imperial de Brasil. La primer ley es
la Ley de Indepedencia. Esta dice que se ​“(...) declara a la Provincia Oriental libre e
independiente del Rey de Portugal, del Emperador de Brasil y de cualquier otro poder
extranjero”​. Es bastante clara pero esconde muchas cosas, observamos la separación de la
Provincia Oriental del Brasil, de Portugal y de cualquier otro poder extranjero, por ende
anula todos los accionares administrativos de incorporación a los mismos, con un criterio
minucioso, burocrático y legalista. Pero no podemos entender esta ley sin la que le sigue, la
Ley de Unión que declara la ​“(...) unión de la Provincia Oriental de las Provincias del Río de
la Plata(...)por ser la voluntad libremente manifiesta de los pueblos que la componen(...)”​.
Es claro lo que dice, la unión de esta Provincia al resto de las Provincias, por voluntad
general del pueblo oriental. La tercer ley es la de la creación de la bandera provisional o la
Ley de Pabellón. La bandera de la Provincia está ​“(...) compuesto de tres franjas
horizontales: celeste, blanco y punzó(...)”,​ se ordena el uso de la bandera tricolor, la
bandera utilizada en la cruzada sin el lema “Libertad o Muerte”. Otras leyes que se formaron
fueron la libertad de vientres y la prohibición de la trata de esclavos.
Estas leyes abularon lo tratado en el Congreso Cisplatino de 1821, restableciendo la
unidad de las Provincias, bajo el autonomismo, situación que era la anterior a 1820, como
plantea Real de Azúa, era el momento de la “patria grande”. Cierto es que Barran, el resto
de los revisionistas como Traversoni o el foco nacionalista, niegan esto, dando a entender
que la idea del nacionalismo que cobra un carácter fundamental en 1828. La primer ley,
para la historiografía nacionalista, representa la clara idea del Estado Oriental y el
nacionalismo uruguayo, que busca la independencia del Uruguay como Estado separado y
distinto. La Ley de Unión, no tiene sentido para la idea de estos relatos que quieren justificar
la independencia en 1825 como un acto de soberanía oriental para gestar un nuevo Estado,
separado del resto. Esta postura deja ver una necesidad del momento, circunstancial, de
buscar alianzas, la que se dio y no fue deseada, fue con la Argentina odiada por todos los
orientales, por ende la financiación de la empresa libertadora, fue un engaño de los
dirigentes orientales a los porteños. Este relato novelero, anacrónico, y maniqueísta, deja a
los Representantes de Sala como unos mentirosos, que fundaron esta nación sobre
falacias, además de concebir a la clase dirigente porteña como personas con problemas
cognitivos serios fáciles de engañar.
Creo que lo más cercano que muestran los documentos es la idea de que existieron
distintas facciones, que para 1828, una minoritaria tendrá protagonismo por los intereses
que tiene el Reino Unido en la zona. Pero la mayoría de no creían en la Independencia de
un nuevo Estado, no era para nada viable, lo que sucede en 1828 con la Convención
Preliminar de Paz es un nuevo análisis de las distintas situaciones y acomodamiento de los
interés personales y de clase, como sucedió anteriormente, sino vease el caso de caudillos
como Rivera, o el caso de Lavalleja, Oribe, Miguel Barreiro, o otros orientales que luego del
28 prefirieron emigrar a Buenos Aires y vivir ahí hasta su muerte, sirviendo a la causa
unitaria. La noción de la genealogía de Nietzsche en el estudio del pasado, y reinterpretada
por Foucault, es aplicable a este caso, existieron distintas posiciones, hasta ahí se adecua a
la noción de Barrán, de estas posiciones una serie de sucesos hicieron una posición, la que
daría como resultado el Estado Oriental, primase. ¿Esta era mayoritaria? ciertamente, no.
¿Tuvo peso antes de la Convención Preliminar de Paz? No. Y Barrán, al igual que Pivel se
equivocan al buscar nociones metafísicas de orígenes en el paso, no entiendo la idea de
rupturas en el acontecer. Sino veamos los documentos del Estado Oriental ya constituido
legalmente, pero no culturalmente, en gobiernos como el de Berro, que se buscaba una
idea de homogeneidad para la población.
Bien, sucedida la liberación de la Provincia Oriental, en manos del ejército libertador,
se desencadena una guerra entre las Provincias Unidas y el Imperio de Brasil que durará
dos años, guerra que el partido unitario, la base de los intelectuales montevideanos, querían
llegar a un fin mediante negociaciones. Inglaterra que tenía negocios en la región aplica su
política de “no tener amigos permanentes, si intereses permanentes”. Así es como se
interviene en el conflicto, el primer ministro Canning, aprovecha la situación personal lord
Ponsonby, que compartía amante con el Rey Jorge IV de Brasil y tenía negocios en los
saladeros de Buenos Aires, como plantea Alfredo Castellanos, era la persona ideal para
lidiar ante este conflicto, ya que no solo toca los intereses británicos, sino también los
personales. Así lo entendió George Canning y envió a este lord a detener el conflicto cuanto
antes. En este clima, un grupo de orientales que primaron por la unión con las Provincias
Argentinas, se vieron en conflictos con las autoridades porteñas, que actuaron en
conveniencia única de la ciudad-puerto, esto se tomó de forma hostil por muchos patricios
montevideanos que en su momento apoyaron al Lecor y ahora a la Argentina. Este acto,
describe Ana Frega es la carga simbólica de los intereses de clase de quienes en la
Convención Preliminar de Paz aceptaran la separación del la Provincia Oriental, para crear
un nuevo Estado. Las reuniones de Ponsonby con las autoridades imperiales por un lado y
con Dorrego y Lavalleja del otro, dieron como resultado una única opción: el uso del
Estado-tapón como única herramienta pacificadora para el conflicto y los intereses
británicos, similar a lo sucedido en Bélgica y Kuwait, Estados colocados geopolíticamente
para finalizar un conflicto, táctica netamente imperialista.
Si bien de ambas partes, principalmente de Dorrego, de rechazar la separación de la
Provincia Oriental, al final terminó primando y el 27 de Agosto de 1828 se firmara la
convención Preliminar de Paz. Brasil renuncia a la provincia Cisplatina para que esta puede
constituirse como un Estado independiente. Lo cual es extraño ya que con las leyes del 25,
el Imperio de Brasil queda por fuera de esto, ya que deja de ser su territorio legalmente. Las
Provincias Unidas de igual forman renuncian a la provincia de Montevideo para que esta
pueda ser un Estado independiente, está obligado a desprenderse de una parte de su
territorio, que recuperó bajo las leyes de 1825. Además deben disolverse los gobiernos pro
brasileros de Montevideo y los pro argentinos de Florida, celebrándose dos elecciones
simultáneas para crear un gobierno único y una Asamblea Constituyente, la cual debe crear
una constitución vista y aprobada por las naciones firmantes en la convención, con un plazo
de cinco años de aprobación, desde su promulgación. De esta forma se creaba el Estado
Oriental, la Convención Preliminar de Paz es el triunfo de la política inglesa en el Río de la
Plata, la “obra pacificadora” fue vista como un ejemplo a seguir, como bien muestran los
documentos del Parlamento británico en 1933, donde el ministro de asuntos exteriores se
enorgullece de la obra que fue el Uruguay.
La historiografía nacionalista analiza de dos formas la Convención Preliminar de
Paz: ignorando la misma o explicando que existía un sentimiento nacional fuerte cuando
Inglaterra puso sus intereses en la región, como el caso de Pivel Devoto y su interpretación
de las invasiones inglesas. Barrán toma la idea nacionalista sobre la aparición del Estado
Oriental, diciendo que la independencia resultó de la voluntad y el sentimiento nacionalista
de 1825, maduro para la Convención Preliminar. En contraposición a esto están los
unionistas, que es la línea de Real de Azúa y Vázquez Franco. Luego tenemos la de Methol
Ferré, el cual sostiene la noción única del Estado-tapón, lo cual es culpa de la oligarquía
porteña y los intereses británicos, además agrega que Montevideo es hija del mar y no de la
frontera y el mar en el siglo XVIII y XIX era ingles. La noción de Frega y Chiaramonte niega
todas y agrega la noción de la construcción de identidad y la reinterpretación de conceptos
en el momento histórico en el que se utilizaron y quien lo utilizó, el abrazo de la historia
conceptual, revitalizó el debate y puso sobre la mesa una noción de experiencias como
maneja el historiador Thompson, donde los actores históricos se manejan en una gama de
opciones que en la mayoría de las veces desconocemos, los cambios de intereses están en
los constantes quiebres del acontecer.
Lo que es verídico son los intereses británicos y la idea de independencia entendida
como la negación del extranjero, sacando de este concepto a las Provincias Unidas, la
forma de entender la política es radicalmente distinta al de ahora. Una sucesión de factores
que eran hicieron que se diera el Estado Oriental, esta misma sucesión de factores hicieron
que la elite se replantee sus intereses, como era común, los mismos que vieron el proyecto
revolucionario artiguista como una salida del yugo español, fueron los que abandonaron
esta idea y apoyaron a Lecor, de igual forma que cuando se vieron afectados por esto, no
dudaron en inclinarse a la Argentina, ahora sucede lo mismo con la gestación de un nuevo
Estado, el Oriental. Pero como dijimos anteriormente, se necesitaba una constitución, los
dos años que van del 28 al 30 fueron destinados a crear una. La elección de los
Representantes se llevaría a cabo a los días que se proclame la Asamblea General
Constituyente y Legislativa del Estado. El 1º de Diciembre, el General Rondeau fue
designado como Gobernador Provisorio y Joaquín Suárez como su sustituto. La Asamblea
tuvo a los ilustrados de la época, tanto conservadores como liberales. Se creó un nuevo
pabellón, siendo blanco con nueve listas de color azul celeste, horizontales y alternados,
dejando en el ángulo superior un cuadro blanco para el sol, el cual se agrega en 1830.
También se crea el Escudo de Armas, el que tenemos actualmente, además de pedir la
separación clerical con la diócesis de Buenos Aires.
La Constitución es resultado de la Asamblea del 24 de Noviembre de 1828, liderada
por Zudáñez y Ellauri. La cual se presentó a la Asamblea, el 9 de Marzo de 1829. La
referencia clara es hacia la Constitución norteamericana, francesa y boliviana. En la
creación de la misma parten varios problemas, como el sistema político que tendría el
nuevo Estado: Nicolás Herrera quería una monarquía, otros una especie de triunvirato
vitalicio encabezado por Rivera y Lavalleja, otros por su parte una República como se
entendía en ese momento, una República liberal. Lucía Sala y equipo, ven en la
Constitución oriental un instrumento para garantizar y asegurar un gobierno firme pero de
una minoría conformada por ricos y cultos elegidos por otra minoría de ciudadanos libres,
asalariados y analfabetos, quienes buscaron gobernar, excluyeron a los sectores populares,
es así como la constitución es oligárquica, a esta misma postura se adhiere Real de Azúa.
Carlos Demasi por su parte entiende a la misma como la idea del proyecto país, y la
concibe para un futuro no momentáneo, además de desmentir la idea de que los
anlafabetos no votaban. En resumidas cuentas, la Constitución parte de un Poder Ejecutivo
unipersonal, ejercido por un presidente en un lapso de cuatro años. El cual era elegido por
la Asamblea General. Un poder Legislativo bicameral, como el modelo inglés y uno Judicial
elegido por el Parlamento.

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