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La decencia de la desigualdad

Género y poder en el campo argentino

Kristi Anne Stolen


l
De estudios campesinos
a estudios de género

La historia del proceso de investigación


€ libro se basa en el trabajo de campo en Santa Cecilia, una comunidad ru-
Em[ al norte de la provincia de Santa Fe, Argentina. Mi investigación en Santa
Cecilia comenzó en febrero de 1973 como parte de mis estudios de maestría en
antropología social en la Universidad de Oslo. El trabajo de campo fue realizado
con Eduardo Archetti, quien en ese momento era estudiante de docrorado en
Antropología en París. Pasamos casi dos años en la provincia de Santa Fe, la ma-
yor parte dedicados a la recolección de información en Santa Cecilia y dos comu-
nidades rurales vecinas de origen friulano'. Como casi todo el resto de las
comunidades rurales de esta zona del país, Santa Cecilia recibe el nombre de “co-
lonia” en referencia a la colonización por parte de inmigrantes extranjeros. Los
chacareros son denominados “colonos” o “gringos”, término que en esta región
se reficre a los descendientes de inmigrantes europeos y no a los norteamericanos,
a diferencia de otras regiones de América Latina.

Campesinos, chacareros y capitalistas


Nuestra elección de Sanra Cecilia y el norte de Santa Fe respondió al interés por los
problemas agrarios en América Latina y en particular, por el surgimiento de movi-
mientos sociales en áreas rurales capaces de movilizar e incorporar a la política a pe-
queños y medianos productores agrarios. Era necesario un análisis meticuloso de
su situación económica y política. En Argentina, “Las Ligas Agrarias” se establecie-
ton y proliferaron rápidamente en varias provincias (Chaco, Santa Fe, Formosa,
1 Los inmigrantes del norte de Santa Fe provenian lo que hoyes la región italiana del Eriuli-Ve-
necia Giulia (Prost 1973). Al momento de la inmigración, parte de esta región pertenecía al
imperio austro-húngaro, y fue transferida a lralia después de la Primera Guerra Mundial, Por
lo tanto, algunos de los inmigrantes friulanos era italianos y otros, ciudadanos austríacos.

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— De estudios campesinos a estudios
de género

Misiones, Entre Ríos y Corrientes) a comienzos de la década de 1970. En 1973, la


organización contaba con aproximadamente 45.000 familias, y representaba una «Incción. Nos interesaba investigar cómo los chacareros lidiaban con las fluctua-
fuerza política significativa en el país (Ferrera 1973). En nuestra visita a la Argenti- viones de precios. De hecho, no se retiraban del mercado cuando se enfrentaban
na en 1972, momento en el que estábamos planificando nuestro trabajo de campo, 1 las deterioradas condiciones que éste ofrecía, estrategia común entre los campe-
nos involucramos en las enfervorizadas discusiones respecto del rol político de las «inos (Chayanov 1966, Wolf 1966). Por otro lado, el algodón es el único cultivo
Ligas. Los grupos polfticos de izquierda consideraban que las Ligas eran un movi- «ue por las condiciones climáticas de la región y del suelo, aún hoy se cosecha a
miento revolucionario que, junto con el movimiento obrero, representaban una mano. La cosecha es un trabajo intensivo y requiere el empleo de recolectores
amenaza a la posición hegemónica del capitalismo y del imperialismo en la socie- asalariados, quienes, érnica y culturalmente difieren de sus empleadores. Esta
dad argentina. Nos llamó la atención que en las discusiones sobre las bases sociales constelación nos permitió explorar la importancia de la explotación de los traba-
del movimiento, la situación era descrita en términos que se aproximaban más a los jadores en las chacras algodoneras, asf como también la relación entre dos clases
pobres rurales de México o Perú que a los prósperos productores agrarios de sociales y grupos étnicos diferentes. )
Argentina. Otro motivo para la selección de una comunidad de chacareros fue nuestro in-
Influenciados por los debares sobre el rol de los movimientos agrarios en la an- terés en contribuir al desarrollo de los estudios antropológicos de sociedades
tropología social y en las obras clásicas de Lenin, Chayanov y otros, nos distan- pos-campesinas —en relación con los debates y discusiones en el área de “cs_tudifvs
ciamos bastante de la interpretación mencionada respecto del rol de las Ligas campesinos” (Redfield 1956, Potter 1967, Wolf 1966, Mendras 1970, Shanin
Agrarias. Pensíbamos que las Ligas tenían más puntos en común con los movi- 1971). Pensamos entonces que las discusiones teóricas sobre el contenido del
mientos agrarios de Canadá, Bélgica o Francia que con los del Valle de Conven- concepto de “campesino” y los limites de la sociedad campesina podían ser reilf-
ción en Perú o del nordeste brasileño, los cuales representaban los movimientos terpretados al contrastarlos con los chacareros; por ejemplo, productores fami-
campesinos más activos en América Latina durante ese período (Lipser 1968, lo- liares toralmente integrados a una economía capitalista. Como problema teórico
nescu y Gellner,1969, Craig 1969, Corer 1970). El contraste con los movi- abordamos, en primer lugar, las diferencias entre sociedades campesinas y
mientos campesinos de América Latina se hizo evidente al cotejar las demandas de pos-campesinas. Wolf, en su obra clásica sobre los campesinos (1966), en(atizg la
las Ligas. Estas se dirigían, en su mayor parte, al Estado y se centraban en el sistema 1 neración de un fondo de acumulación como factor principal. Según Wolf, los
de comercialización, tal como ocurría en Europa. Nos interesaba rambién la hete- excedentes campesinos son apropiados bajo la forma de renta o reclamos de ter-
rogeneidad social y económica de los miembros de las Ligas, hecho que parecía no ceros respecto de los derechos hacia la tierra trabajada por los campesinos
ser registrado en los debates locales. Si bien las ligas (1966:9-10). La economía campesina no crece ni se expande; mientras que la
del Chaco y Santa Fe lideraban
la organización, ésta comprendía varias provincias, cconomía de los chacareros, debido a su particular articulacién con el capira-
cada una con su representación
regional, caracrerizadas por marcadas diferencias lismo se caracteriza precisamente por la expansión y el crecimiento. Esta idea in-
estructurales, sociales y culeu-
rales. Sospechábamos que los arrendatarios criollos Muenció nuestra selección de una “colonia” algodonera. Queríamos observar más
o los trabajadores temporarios
de las estancias, que formaban parte de las Ligas de detenidamente el mecanismo de la “acumulación de capital” y de tal modo,
Corrientes, tenían problemas e
intereses diferentes de los de las Ligas del Chaco, por ejemplo, quienes eran campe- puder explorar las diferencias teóricas entre este concepto y el de excedente.
inos o minifundistas de origen curopeo. Por otro lado, existían marcadas diferen- Nuestra hipótesis fue que la acumulación de capital como tal puede no ser nece-
cias en cuanto a los intereses de los relativamente prósperos chacareros que arlamente una caracrerística de la economía chacarera y en este sentido, plan-
componían las Ligas de Santa Fe, reamos el siguiente interrogante: ¿Es quizá que los chacareros, como productores
Nuestra elección de los chacareros Santa Fe, en vez de, por ejemplo, a los familiares, intentan lograr un excedente que les permira la reproducción de sus
arrendararios criollos pobres de Corrientes, también fue motivado por el interés chacras y hogares, y un “csrilo de vida” en un ambiente crecientemente capita-
etnográfico por los chacareros inmigrantes quienes, a diferencia de otros grupos listaz
del sector agrícola, habían sido objeto de muy pocas investigaciones. La selección Esto nos condujo a otra diferencia que necesitaba ser explorada, la diferencia
de los colonos productores de algodón del norte de la provincia, en vez de las eme las empresas capitalistas y las chacareras, Con este objetivo, abordamos la
productores de mafz del sur, se inspiró por un lado, en el hecho de que el algodón cuestióndel capitalismo ay »el ual era objeto de encendidos debates en la li-
es un cultivo industrial que se encontraba enfientando una crisi de sobrepro s teratura económica y pulíticadel país. En ese debate, caracterizadopor ua fuerte
sego economiciara, las chacras de los colonos hubían sido analizadas coma em-
— De estudios campesinos a estudiosde género

presas capitalistas pese a que se reconocía el hecho de que en su gran mayoría 1957, Foreman y Riegelhaupt 1970, Melhuus 1987). Sin embargo, su pmp¡'o
se
trataba de empresas familiares. El trabajo familiar y la renta de la tierra —por trabajo no era pensado como costo ni su tierra como bien de capital. Nuestra hi-
lo
general, heredada— eran definidos, por ejemplo, como costos de producción, lo pátesis fue que los chacareros no se guiaban por una “lógica capitalista” a pesar de
que llevó a la conclusión de que la mayoría de las chacras operaba con grandes encontrarse integrados a un mercado capitalista y depender cada vez más de los
pérdidas. Desde otra perspectiva, era evidente que estos análisis no reflejaba tequerimientos de una economía de mayor escala.
n
apropiadamente la situación de las chacras. Los chacareros adoptaban innova
Analizamos a los chacareros en Santa Cecilia comparándolos con campesinos,
ciones, invertían en nueva recnología, intensificaban su producción agrícola, por un lado, y con productores capiralistas, por otro. Identificamos diferencias y
me-
joraban su condición de vida y educaban 2 sus hijos; evidencias todas de la similitudes entre ambos. La similitud más importante entre campesinos y chaca-
existencia de un excedente en la producción, el ahorro y la inversión. La discre- veros es que ambos grupos basan su producción en el uso de la fuerza de (r?bajo
pancia entre las conclusiones de los economistas y lo que parecía ser el real de- de Ja familia y a diferencia de la empresa capiralista, organizan su producción y
sempeño económico de los chacareros nos llevó a la conclusión de que las consumo en base al parentesco y residencia. Esto, junto con el derecho de pro-
caregorías utilizadas eran inadecuadas ya que no tomaban en cuenta la dinámica piedad de la tierra, otorga a los chacareros autonomía y flexibilidad respecto de
interna de las chacras ni la racionalidad económica de los chacareros. stis propios procesos de trabajo, así como control directo sobre los frutos de este
En ranto antropólogos sociales, uno de los principales objetivos cra descubrir trabajo.
las ideas y valores de las diferentes caregorías de chacareros. Queríamos explorar
Nuestro punto de vista es que los contrastes más significativos entre las econo-
el modo en que se comportaban e interpretaban sus múltiples relaciones y activi-
mifas campesinas y chacareras se encuentran, en principio, conectados a las rela-
dades, y cómo esto se reflejaba en acciones concretas y decisiones, que asu vez
in- «iones dominantes de producción de la sociedad, en su sentido amplio. Mientras
fluenciaban sus estrategias políticas y económicas en un contexto de expansión
«ue un bajo nivel de divisién social del trabajo, industrialización y desarrollo capi-
Capitalista. Por lo tanto, a diferencia de los economistas, quienes contaban con talista de la economía nacional pareciera ser condición para la supervivencia de la
una teoría general de racionalidad económica como punto de partida para
sus «conomía campesina, la economía chacarera, por su parte —tal como pudimos ob-
anál: » nuestra tarea era descubrir racionalidades específicas de sistemas econó- servar en Santa Cecilia— resultaría impensable en tal contexto. Los chacareros se
micos especificos. Tratamos de abordar esta ardua labor en un contexto donde
encuentran altamente integrados a una sociedad industrializada que se caracteriza
Coexistían, en principio, diferentes “modos de producción” —en un sentido res-
precisamente por un alto nivel de división social del trabajo y relaciones capitalistas
tringido—que se encontraban unificados por un “modo” capitalista dominante”.
«le producción e intercambio. El proceso de producción en las chacras es altamente
Los chacareros argentinos de este árca coexistian —situación quese mantiene en el
mecanizado, los medios de producción son manufacturados en plantas industriales
presente— con campesinos y capiralistas, en un contexto económico bastante di-
madernas, y los productos agrícolas son utilizados como materia prima en la in-
ferente del de otras regiones del continente e incluso del país. A diferencia de los
dustria textil y aceitera. El chacarero produce mano de obra, pero que ésta sea ab-
campesinos de Corrientes, por ejemplo —arrendararios o medieros de cultivos
sorbida por la chacra depende, entre otras cosas, de la cantidad de rierra y del
que dependían de grandes terratenientes; y quienes, involucrados en el inter-
trabajo disponible. Por ello, se estimula que quienes no tienen trabajo en la chacra
cambio local de productos y de mano de obra, estaban inmersos en créditos usu-
familiar lo procuren fuera de ella. De esta manera, la mano de obra excedente es ab-
reros más que en créditos bancarios— los chacareros colonos eran propietarios de
sotbida por el mercado de trabajo urbano. Esto significa que la economía chacarera
la tierra que cultivaban, ucilizaban tractores y cosechadoras, estaban familiari-
ve caracteriza por la flexibilidad y la autonomía, a la vez que esaltamente vulnerable
zados con todo tipo de servicios bancarios, y participaban en el sistema de precios
y dependiente de condiciones externas, las que no siempre son comprendidas ni
a nivel nacional; todas características pertenecientes al capitalismo (Mintz 1955,
controladas por los chacareros.
2 Laconstrueción de la teoría de la articulación, cuyo objetivo era descubrir “la naruraleza de
relaciones entre diferentes *mados” de producción y su efecto respecto del cambio social, reve-las
Asf como la economía chacarera produce excedente de mano de obra, se puede
16 la necesidad de distinguir entee los usos “extendidos' y "restringides” del término” (Wolpe preseiitar la situación de escasez de la misma. Por lo tanto, resulta fundamental la
1980). Estos últimos se referfan a las relaciones técnicas y sociales en el p-oceso de producción 1 existencia de un mercado de trabajo capaz de absorber el excedente y al mismo
nivel de la empresa; mientras que los primeros sc referían a las ST
tiempo, proveer de trabajadores temporarios, A diferencia de los contextos cam-
das las sociedades dominadas por un particular modo, ineiuvendo las ¢ 0. políticas e pesinas en general, el chacarero de Santa Cedilia no re neasus hijos adultos en
ideolás icos que asey araban la reproducción del sisiema en general (Sunr 1RO 4 la churera ne campoco intercambia mano de obta consus vecinos para palíar b es
De estudios campesinos a estudios de género 14 decencia de la desigualdad
Gasez de mano de obra durante los períodos pico, sino que emplea trabajadores
«e sus organizaciones promover sus propios intereses económicos. La ausencia de
asalariados. Si bien la economía chacarera se encuentra basada en la familia, no
significa que no se utilice mano de obra asalariada. Observamos, sin embargo, plinificación integrado por parte del Estado, combinada con la carencia de orga-
mizaciones de chacareros eficientes, contribuye a la incertidumbre en los procesos
que en Santa Cecilia la mano de obra a sueldo era utilizada sólo en casos en que
«e planificación y toma de decisiones por parte de los productores, en tanto
los miembros de la familia no podían dar abasto con las necesidades del trabajo
o +nentan con un limitado poder de análisis y control de los factores que regulan
no contaban con tecnologfa apropiada para reemplazar la mano de obra. Sin em-
bargo, descubrimos que la explotación de mano de obra asalariada había sido una las condiciones del mercado.
Varias condiciones han contribuido a la “supervivencia” de los colonos de
condición importante para la expansión económica que tomó lugar en este área
Santa Cecilia como chacareros. Una de ellas fue la práctica de la dore durante
luego de la introducción del algodón en la década de 1930 (Archetri y Stolen
las primeras décadas del siglo, que invalidaba la herencia de tierra por parte de
1975: 147-159).
las mujeres, evitando por lo tanto, una excesiva presión sobre la tierra. La tran-
Debido a su alto nivel de integracion dentro de un sistema económico capita-
sicién de los cultivos extensivos hacia los intensivos, acompañada por un au-
lista, los chacareros deben ahorrar e invertir para que sus unidades de producción
mento de la productividad de la tierra en la década de 1930; la incorporación
sean viables y así mantener su estilo de vida y consumo, principal objetivo de de nuevas tierras para la agricultura luego de que los bueyes fueron 1cmPla»
toda empresa familiar. Los chacareros de Santa Cecilia producen excedentes que
zados por tractores en la década de 1950, y las mejoras genéticas de cultivos
no son consumidos sino utilizados como inversiones productivas. Este exce-
especialmente algodón y girasol durante las décadas de 1960 y 1970~ han te-
dente, sin embargo, no es idéntico a una ganancia en el sentido capitalista en
nido efectos similares. A partir de la década de 1930, los chacareros han sido ca-
fanto es, en parte, un producto de la “auro-exploración” del trabajo familiar.
paces de producir excedentes que fueron utilizados para comprar tierras y
Observamos, por ejemplo, que el chacarero no contaba el válor de su trabajo y el
de otros miembros de la familia como costo de producción. En consecuencia,
animales, expandir la producción e incrementar la productividad. A la vez, a
través de la migración lograron deshacerse del creciente excedente de la mano
aquello que definía como excedente, en muchos casos no liegaba a cubrir los
de obra familiar, la cual fue absorbida por un mercado laboral urbano en ex-
costos del trabajo familiar, si hubieran puesto precio al trabajo.
pansión. Por medio de estas estrategias, que implicaban una constante interac-
“También investigamos las probabilidades de una transición hacia relaciones
ción con un contexto económico más amplio caracterizado por la expansión
capiralistas de producción ~interpretacién habitual de la producción familiar de
capitalista, Jos chacareros de Santa Cecilia han sido capaces de mantener sus
los análisis marxistas clásicos. La transformación de las condiciones técnicas y so-
chacras y su estilo de vida en un medio crecientemente capitalista. Sin em-
ciales puede conducir en cl futuro y en principio, hacia relaciones capitalistas de
bargo, la importancia de las restricciones culturales no debe ser dejada de lado.
producción.
Algunos chacareros alcanzaron un nivel de ahorro e inversión que podría haber
Sin embargo, la experiencia recogida en diferentes países demuestra que a
dado cabida a la transición capitalista, pero tal cosa no sucedió. El alto valor
través de la creciente productividad, la fuerza de trabajo familiar ha sido capaz de
que se asignaba a “la vida sana”, en contraste con el cruel mundo de los nego-
conservar su rol dominante en muchos sectores agrícolas de las economías capita-
cios, y la alta valoración de la libertad, autonomía y “tranquilidad”, asocla(“las
listas avanzadas (Mann y Dickinson 1978, Bernstein 1980, Friedmann 1980,
direcramente al estilo de explotacién agrícola de los colonos, son prioritarios
1986). Identificamos ciertas condiciones estructurales e ideológicas que restrin-
por sobre la posibilidad de mayores ganancias.
gían la transición capicalista, al menos a corto plazo. Una de ellas era la fluctua-
ción cíclica de precios de los productos agrícolas, que impedía la acumulación Como podremos apreciar en la siguiente cita correspondiente al capítulo final
de nuestra monografía sobre Santa Cecilia (Archetti y Stolen, 1975:223), está-
sostenida. En su calidad de productores de cultivos industriales, los chacareros de
Santa Cecilia son part&de una cadena de producción integrada verticalmente bamos convencidos de la continuidad y supervivencia de los colonos como cha-
Constituyen el nexo más débil en esta cadena de producción y procesamiento,
careros.
controlada “desde siempre” por la industria, principalmente por las hilanderías.
Los diferentes actores industriales han sido muy exitosos en organizarse y a través Santa Cecilia permanece, se reproduce, expulsa a sus hijos sobrantes, se ur-
baniza y trata de mantener su modo de vida. Dentro de unos años llegará la
Para profundizar las discusiones tedricas respecto de la economia chacarera en comparación luz eléctrica y el pavimento y muchos de los problemas cotidianos que se en-
con la capitalista o la campesina, ver Archerti y Stolen 1975: 111-157. frentan estarán resueltos. Pero el cambio fundamental de su fisonomía depen-
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De estudios campesinos a estudios de género la decencia de la desigualdad
derá fundamentalmente de la aparición de la cosechadora de algodón liviana, los gobiernos militares (Dreizzen 1985, Ghai y Hewitr de Alcántara 1990). La
manuable, barata. [...] El reemplazo de los cosecheros por la cosechadora me- liberalización de las importaciones, la hiperinflación y los bajos precios en el
cánica permitirá abaratar los costos, aumentar la productividad social del tra- mercado agrícola, obstaculizaron dramáticamente el proceso de crecimiento
bajo y el ahorro de los colonos. Terminará el duro trabajo de los peones y con económico de comienzos de la década de 1970. Entre otros factores, la produc-
ello se irá la imagen de Santa Cecilia con la gente en sus caminos, con los boli- ción de una nueva cosechadora de algodón adaptada a las condiciones climá-
ches atestados los fines de semana, los campeonatos de fiitbol y con el contacto ticas y de suelo de la región, desarrollada por el INTA (Instituto Nacional de
conflictivo entre dos clases sociales, entre dos culturas que representan, de un Fecnología Agrícola) en Reconquista nunca se marerializó. La adopción de esta
lado, la subsistencia, y del otro, la acumulación y el ahorro. Así como todo el maquinaria por los chacareros hubiera conducido a la eliminación de los cose-
mundo recuerda con cierta nostalgia la época de los bueyes se recordará esta chadores criollos, tal como lo habíamos anunciado. Cuando regresé a Santa
época que tratamos de rescatar lo más fielmente posible. [...] Santa Cecilia, cilia en 1988, los criollos se encontraban todavía all{ y su número se habfa
más moderna, más aséptica, más urbanizada, seguirá siendo una colonia con incrementado.
colonos más orgullosos de las máquinas que manejan, que seguirán hablando Mi primera investigación —inspirada por los debates politicos y teóricos a los
del tiempo, de las plagas de los cultivos, que irán a ver partidos de fútbol en la que ya aludí— se basó en el supuesto de que las fuerzas económicas son más im-
ciudad, que tendrán sus hijos en las escuelas secundarias y en las universidades portantes para la existencia de ciertas pauras sociales y modelos de interpreta-
3 que, por fin, podrán tomar vacaciones y conocer otros lugares (Archetti y ción de la realidad que las ideológicas o morales. En 1988 había dejado de
Stolen 1975:233). asignarle a la economía tal posición privilegiada. Pretendía comprender el
cambio agrario explorando la interacción de la economía con los procesos so-
Santa Cecilia nuevamente cialesy culturales de una realidad en permanente cambio y transformación. Tal
enfoque se diferenciaba del de otros antropólogos, quienes cansados del exce-
En 1988 tuve la oportunidad de observar hasta qué punto nuestras prediccio- sivo énfasis en las explicaciones económicas habían optado por análisis de tipo
nes se habían cumplido. Ese año realicé un nuevo trabajo de campo cn la hermenéutico o cognitivo, a menudo dejando de lado o negando la impor-
Argentina, residiendo durante ocho meses en Santa Cecilia. Durante los cator- rancia de las estructuras y procesos económicos y sociales más amplios.
ce años desde que había finalizado mi primer trabajo de campo, habían sucedi- Debido a que las principales unidades de análisis en la investigación de
do varias cosas que influenciaron el enfoque y resultado de mi segunda 1973-74 fueron las chacras familiares, donde la mayoría de las actividades se
investigación. organizaban según el sexo y la edad, las relaciones de género estuvieron pre-
En primer lugar, Argentina había sido víctima de varios infortunios econó- sentes en nuestros análisis (Archetti y Stelen 1977,1978). Sin embargo,
micos y políticos con profundas consecuencias en mi área de estudio. El golpe nuestra principal preocupación era comprender la racionalidad económica,
militar de 1976 había puesto fin a las actividades políticas en la región y en el las estrategias y los intereses politicos de los chacareros —hombres, en su tora-
resto del país. Las Ligas Agrarias fueron completamente devastadas; algunos de lidad— por lo cual, sus acciones, visiones y valores recibieron mayor atención
sus líderes habían sido asesinados, otros pasaron largos años presos o en el exilio, que las de las mujeres a la hora de recoger información e incluso, en los textos
y el resto de sus miembros —que en Santa Cecilia comprendía a la mayoría de los siguientes.
chacareros— estaban aterrados por las continuas amenazas y pesquisas por parte En la investigación de 1988, las mujeres no fueron “silenciadas”. Me interesé
de la policía y personal del ejército. “El Movimiento Rural de la Acción Cató- esta vez, más que en mi primer estudio de campo, por las relaciones de género y
lica”, organización con bases eclesiásticas, que durante las décadas de 1960 y otorgué mayor relevancia a las relaciones hombre-mujer para el análisis de la so-
1970 tenía un perfil social activo y hasta cierto punto político, había sido fuerte- ciedad y particularmente, de las sociedades agrarias donde la producción y el
mente reprimido y por ende, sus actividades se habían limirado estricramente al consumo se organizan a través del parentesco y la residencia. Mi interés en el es-
terreno religioso. tudio de las relaciones de género estuvo motivado por una combinación de ha-
El optimismo económico del que habfamos sido testigos durante los co- llazgos en mis experiencias de investigación en Noruega, Zambia y Ecuador; y
mienzos de la década de 1970 había sufrido también un duro golpe debido a los por la literatura feminista, especialmente la crítica del marxismo (Sargent 1981,
desfavorables desarrollos en la economía global, y por la política económica de O'Brien 1981) y sus contribuciones a la antropologfa (Rosaldo y Lamphere

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De estudios campesinos a estudios de género 1.. decencia de la desigualdad _
1974, Reiter 1975, Ardener 1975, 1978, Ortner y Whitehead 1981)*. También,
me encontraba influenciada por los debates reóricos y políticos sobre la subordi-
Mis observaciones en la Argentina y en Ecuador -donde había llevado a cabo
investigaciones de las relaciones de género en el Caipi—una Comunid?d d? mes-
nación de la mujer, generados por el movimiento feminista en mi propio país así izos en la Sierra central— demostraron que la dominación y la subordinación en
como en América Latina. Particularmente estimulantes fueron los debates in-
ternos dentro del movimiento feminista latinoamericano durante la década las relaciones de género eran más enigmáticas que como las presentaba el movi-
de miento feminista. Me llamó la arención la complejidad y ambigiiedad de las rela-
1980, en relación con la importancia relativa de los factores económicos y so- «iones y percepciones de género. Muy a menudo, observé que las rrllujcn:s eran
ciales ~en comparación con los culturales e ideológicos- para analizar la subordi-
dóciles y obedientes con los hombres al mismo tiempo que fuertes e ¡nf] uyentes.
nación de la mujer.
En Ecuador, por ejemplo, constaté que las mujeres ocupaban una posicién cru-
En América Latina dominaba el enfoque materialista en los estudios de gé-
cial en la producción y comercialización agrícola. Ellas habían heredado tierras,
nero, fuertemente influenciado por el marxismo estructural. Además, las investi-
conocían las técnicas agrícolas en general ~tanto como sus maridos- y en espe-
gaciones se encontraban estrechamente vinculadas a los movimientos políticos.
cial, las cuestiones comerciales, ya que ellas eran quienes comercializaban los pro-
La principal preocupación era comprender y erradicar el capitalismo, detectando
ductos agrícolas. Además participaban en todo tipo de uc¡iv'njiades en las cl:nacras
los mecanismos por los cuales la subordinación y explotación de las mujeres de
y eran potencialmente más autónomas que los hombres, quienes dependian de
dreas rurales y de las grandes ciudades favorecia al capitalismo y al imperialismo y
sus mujeres para llevar adelante el hogar (Stelen 1987, 1991d). A la vez, l-as mu-
contribuía a la reproducción de las abusivas relaciones de clase. La pobreza y ca-
jeres eran definidas y se auto-definfan como subordinadas a sus mar’ldos, a
rencia de desarrollo económico eran concebidas como las cavsas subyacentes a la
quienes se referían como “mi patrón”. Por ejemplo, una esposa no comía antes
posición desventajosa de las mujeres, que éstas compartian con sus maridos. Por
de que su marido se hubiera servido aun cuando tuviera que esperar durar_ue
ende, la explotación o subordinación de las mujeres era concebida, en gran me-
horas; no se ausentaba de la chacra sin su permiso; podía ¡legar a ser objeto de in-
dida, como una derivación de la opresión de clases, siendo la lucha de clases el
sultos e incluso golpizas debido a acusaciones de hechos que nunca había come-
medio para superarla. (León 1982, Navarro 1982, Werlhof, 1982).
tido, y se refería al matrimonio como algo que había que aguantar con paciencia.
4 Durante los afios transcurridos entre los dos perfodos de trabajo de campo en la Argentina, me Los hombres del Caipi eran fuertes y poderosos pero, al mismo tiempo, hal)íg in-
dediquéa los estudios agrarios en Noruega, en Ecuador y Zambia. La investigación en Noruega dicadores que demostraban que se sentían amenazados por sus mujeres también.
—proyecto que me habian asignado-—se centraba en la utilización y la conceptualización del ciem-
po libre entre los chacareros de diferentes regiones de Noruega (Stelen 1980). Mi investigación Estas contradicciones no podían ser explicadas apelando simplemente a cues-
en Ecuador fue un trabajo de campo en una comunidad de campesinos mestizos en la sierra cen- tiones económicas. Era necesario explorar las conceptualizaciones culturales de la
ral llevada a cabo durante ocho meses encre 1976-77 y siete en 1983. La primerdinvestigación masculinidad y de la femineidad; cómo se constituían y mantenían en la vida co-
se habia centrado en las transformaciones agrarias encre 1920 y mediados de los serenta, prestan- tidiana de la chacra y en la comunidad, a través de diferentes instituciones de la
da especial atención a las consecuencias de la reforma agraría y las innovaciones tecnológicas en el
desarrollo de la agricultura campesina y la capitalista (Archetti y Stolen 1980b). La investigación sociedad civil tales como la familia, los sistemas educativos y legales, y la Iglesia
de 1983 se caracterizó por una división similar a la de mi segundo trabajo de campo en Argenti- (Stolen 1987, 1991d). Ta investigación me condujo a observar con mayor dete-
na: en parte dedicada a recoger información que permitiera la comparación a cravés del tiempo y nimiento el papel de la Iglesia Carólica en la constitución de las ¡elacion-es y per-
en parce, al estudio de relaciones de género. Tal como en la presente investigación en Santa Ceci- cepciones de género en América Latina. Mi propuesta, que será d¡scund.a en lla
iz, analicé los vínculos entre las relaciones de género y las percepciones y la organización de la so- última sección de este libro, es que la Iglesia a través de su doctrina, organización
ciedad en su conjunto (Stolen 1987, 1990, 1991d). Mi investigación en Zambia estuvo más
“orientada a la acción”, como miembro del “Programa de Investigación de Productividad de los y práctica contribuye fuertemente al mantenimiento de las estructuras jerár-
Suelos” llevado a cabo en una provincia al norte de Zambia. Era un proyecto conjunto entre el quicas de género. Esto es así no sólo porque la Iglesia Carólica Es una instirución
Ministerio de Agricultura de Zambia y la Universidad de Agricultura de Noruega. El proyecto muy influyente a nivel nacional así como en mi área de ¡nvcsngnclón¡ sino tam-
comenzó en 1981 y sigue vigente; varios investigadores de diferenres disciplinas se han ido invo- bién porque sus ideas y valores permean otras instituciones de la soc_¡cd:¡d. )
lucrando con el pasar del tiempo. Lideré el primer equipo de investigación cuya tarea principal
era examinar el cultivo de “corte y quema”, al momento el más diseminado en la región, a fin de Cuando regresé a la Argentina en 1988, no sólo mis intereses teóricos h¡b¡a_n
evaluar la capacidad de los pequeños grupos de familias campesinas para modificar sus estrate- cambiado sino que mi situacién personal también. En 1974, éramos una pareja
gias productivas existentes al ser expuestos a nuevas técnicas de cultivo, a la vez que su capacidad joven, sin hijos, abocada a los “estudios agrarios”, y ahora tenfamos dos l-u)os.
para adaptarse a los cambios favoreciendo el crecimiento de la producción y la expansión de los Mi esposo habia abandonado los estudios rurales para dedicarse a las cuestiones
excedentes orientados hacia el mercado urbano (Stolen 1983). urbanas en la capital; y nuestros hijos en ese momento una chica de3 y un

19
De estudios campesinos
a estudios de género !u rlecencia de la desigualdad

varón de 10~ preferfan Santa Cecilia antes que Buenos Aires. Todo esto hizo I'l principal motivo para regresar a Santa Cecilia fue, sin embargo, mi interés
que la situación de trabajo de campo fuera muy diferente de la anterior, y del en Ly investigación de las transformaciones sociales y de género. En base a los ha-
mismo modo, mi papel como investigadora asf como la relación con mis infor- 0 de investigaciones previas y lecturas feministas, mi objetivo era explorar
mantes. Al estar sola con mis hijos recibí especial atención y cuidado por parte « mpíricamente la intersección entre las transformaciones socio-económicas y los
de la comunidad. Al llegar, no sólo me proveyeron de una casa sino también de »ambios en las relaciones y percepciones de género. El bagaje inmigrante de los
casi todo lo que necesitaba para pasar un año en la colonia, incluso un cacho- hacareros de Santa Cecilia; los cambios ocurridos en la sociedad argentina du-
rrito para mis hijos. Me facilitaron una casa en una chacra, que había sido pro- rante el último siglo, además de mi conocimiento previo del área y su gente, hi-
picdad de una viuda quien luego la vendió a un vecino y se mudó a la ciudad. civin de estos chacareros los sujetos de investigación adecuados para mis
La casa quedaba en las afueras de Santa Cecilia en medio de un gran algodonala imereses, Su establecimiento en Argentina, en un ambiente que era diferente del
kilómetros de distancia de cualquier vecino. Una familia criolla que vivia en «e los pueblos rurales de sus “ancestros” en Friuli, requirió nuevos modos de or-
una pequeña casita alquilada justo en frente del patio nos brindaba cuidados y ganización económica y social. Desde su llegada a la región, fueron parte de una
atenciones por pedido del propietario, quien de modo contrario se hubiera d compleja que había sufrido procesos dramáticos de cambio. La intro-
opuesto a que viviera sola. (¡Las mujeres no viven solas!). En tanto se trataba de ihucción del algodón en la década de los 1930 inició un proceso de crecimiento
una “nórdica”, se me permitia ser diferente y además, el hecho de ser una madre ecntiómico en la región, acelerado por la incorporación de tractores y otras ma-
de cierta edad me permitió tener más confianza e intimidad con las mujeres de quinarias agrícolas dos décadas más tarde. Éstas fueron remplazando gradual-
mi edad, e incluso mayores, que cuando era joven y sin hijos. El hecho de que mente la fuerza de trabajo familiar en la agricultura y generaron un excedente de
mi esposo —a quienes todos conocían muy bien— no estuviera, me permitió mano de obra en las áreas rurales, lo cual a su vez, condujo a un éxodo rural ma-
tener un acceso más fácil al entorno masculino. No sólo recibí ayuda de los «ivo. Por la mecanización y de acuerdo con la ideología que asociaba la femi-
hombres cuando me tuve que enfrentar a problemas prácticos con la casa o el nenlad con la maternidad y las rareas domésticas, las mujeres dejaron de trabajar
auto por ejemplo —lo que me permitió hablarles en privado— sino también invi- h vetia
tada como investigadora a reuniones en las que sólo había hombres presentes. A n nivel superficial, los orígenes y la vida actual de los colonos era más pare-
Si hubiera estado mi esposo, probablemente yo hubiera recibido mucho menos +iski 4 lo que podemos encontrar en las llanuras norteamericanas que a lo que
atención por parte de los hombres. Sin embargo, como él estaba en el país y s Lamos con sus regiones de origen en Europa (descartando las sociedades indí-
venía a visitarnos con frecuencia, confirmaba que éramos una familia “real”, y grnas de América Latina, que pertenecían a un “otro mundo”). La producción
que yo era una mujer respetable que no había sacrificado a su familia poraml agrícola está altamente mecanizada y orientada hacia el mercado, y Jos chacareros
ciones profesionales. $e visaen con vaqueros y usan camionetas como medios de transporte. Las chacras
Mi interés en regresar a Santa Cecilia era personal y profesional. Querfa saber están oipanizadas de modo tal que pueden ser mane¡adas por dos adultos: un
del destino de mis informantes y amigos, lo cual por razones de seguridad había hamibac, responsable de la agricultura, y una mujer, a cargo de la casa. Ideal-
sido imposible hasta entonces. Quería investigar hasta qué puntó los chacareros mente, lorman una familia con tres hijos, al menos un varón que asegure la con-
de Santa Cecilia habían sido capaces de mantener su estilo de vida pese al cambio tirmuicl.ul de la chacra, y de los otros dos restantes se espera que sean capaces de
en las estrucruras de oportunidades provocadas por la opresión política y la rece- susrentase, Su migración hacia el Nuevo Mundo y la adopción de un estilo de
sión económica, y en qué términos. Querfa examinar las estrategias individuales vida » hacarero no significó la ruptura toral con la cultura mediterránea; el
y las colectivas, manreniendo las dimensiones de género en mente. Sabía de ante- vinculo con Vuropa es fuerte. Esto resulta evidente si observamos las relaciones
mano que la mayoría de mis informantes había continuado con las tareas agri- de género, que revelan similitudes con lo que aparece descrito en la literatura an-
colas, lidiando con las flucruantes condiciones climáticas, de precios y la hiperin- tepolágica del Medirerránco, especialmente en relación con las conceptualiza-
flación. Las cartas que ellos me enviaban durante esos años comenzaban por lo elenes de la musculinidad y la femineidad, y el énfasis en la virginidad, la castidad
general, con un breve resumen de los últimos nacimientos, bodas y muertes, para y la domesticidad femenina. Esto nos conduce a las interesantes y complejas
continuar luego con una larga y detallada lista de las galopantes aumentos de los cuestiones weóricas sobre la interacción entre los factores económicos, sociales y
precios de mercancfas y servicios. Nunca aludían a la represión política, otra entrurales en la continuidad y cambio de ciones de género, principal ob-
preocupación esencial, por miedo a la censura. jeto del presente libro.
30
— De estudios campesinos a estudios de género
la decencia de la desigualdad _
CGénero y cambio social mujer de la casa™. En este contexto, tal división implica que el hombre debe ser
quien gana el sustento, responsable por el bienestar económico y social de los
En los siguientes capítulos, me referiré al género en el sentido de las interpreta-
miembros de su familia y representarlos en el mundo exterior, y su esposa debe
Ciones culturales de las diferencias biológicas entre hombres y mujeres. El con-
ver la contracara emocional a cargo de las tareas domésticas y del cuidado de los
cepto de género comprende, por un lado, los roles y relaciones de los hombres y
niños, bajo la protección del marido. La actividad social de los hombres goza de
mujeres y, por el otro, sus valores e ideas respecto de la masculinidad y de la femi-
wiayor valor que la de las mujeres, al igual que.o ocurre en otras regiones del con-
neidad. Las prácticas sociales y las ideas e interpretaciones de las diferencias de
tinente, y las similitudes con el Mediterrdneo son notables. (Brandes 1975, Sil-
género constituyen un sistema de género. De este modo, estos diferentes compo-
vermann 1975, Ortner y Whitehead 1981, Gilmore 1980, 1987).
nentes del género son concebidos como interrelacionados y evaluados uno en
La alta valoración de la virginidad, la castidad y el contro! de la sexualidad fe-
función del otro y viceversa (Ortner.y Whirehead 198 La, Kulick 1987a, Moore
menina pareciera ser también particularmente resisténte al cambio. Tal como se
1988).
abserva en algunos contextos mediterráneos, la sexualidad y legitimidad sexual
Los sistemas de género son desafiados por los cambios económicos. Tales
ocupa un lugar predominante en el código de género. La conducta sexual de una
cambios, sin embargo, varían de acuerdo a prerrequisitos socioculturales. No
mujer determina en mayor medida su valor social, es decisiva parasu atractivo en
existe, por ejemplo, una relación predecible entre un cierto grado y tipo de inte-
el “mercado marital” e influencia fuerremente sus posibilidades de convertirse en
gración al mercado y la división sexual del trabajo. Esta última responde a un nú-
una madre y esposa respetable. La virginidad femenina premarital y la fidelidad
mero de variables, tales como las características sociales del grupo doméstico y de
en el matrimonio también influencian la posición social de los hombres en tanto
la comunidad local, y las posiciones de los hombres y mujeres: clase, ciclo fami-
maridos, pero no como padres y hermanos —como ocurre en algunos contextos
liar, posición de parentesco y edad, religion e ideología. Estas variables, en su medirerráneos (Giovannini 1987). La conducta sexual del hombre, por el con-
conjunto, constituyen la estructura de oportunidad en la que los individuos o los
trario, tiene sólo importancia marginal para su posicionamiento social. Bajo tales
grupos de individuos desarrollan nuevas estrategias económicas y sociales al de-
circunstancias, las mujeres necesitan ser protegidas y controladas a fin de man-
senvolverse en un contexto que no está fijo. Desde esta perspectiva, las personas
tener su integridad sexual. El hecho de que las mujeres deban ser controladas
son concebidas como creadores activos de su propia realidad y no como víctimas mientras que los hombres no, es también un indicador de las jerarquías de
p: ivas de las cambiantes circunstancias. nero.
Mi propuesta es que mientras la modificación en el comportamiento refleja
la familia actual en Santa Cecilia se basa en la complementariedad a la vez que
respuestas a los cambios económicos, sociales y estructurales, esto no necesaria-
si jerárquicamente estructurada. Los hombres detentan una posición domi-
mente conduce a un cambio a nivel de las ideas; los sistemas de género pueden ser
nante en relación con las mujeres y niños, son sus protectores y consejeros y los
adaptados o recreados más que transformados. Los cambios en el comporta-
tepresentan en público. Tal como veremos más adelante, el control de los re-
miento pueden rambién ser estrategias para preservar elementos básicos de estilo
de vida o tradiciones, sólo modificadas para adaprarse a nuevas circunstancias. A
«nisos materiales y de la sexualidad son elementos importantes en esta relación.
N embargo, las mujeres tienen un papel fundamental en la familia y en la co-
menudo, los procesos de cambio contienen elementos de un esfuerzo para ase-
mueidad. A través de la crianza de los hijos que es responsabilidad de ellas, de la
gurar cierta continuidad —nuevas prácticas que preservan “antiguos” valores de
devacion religiosa y el chisme —principal mecanismo de control social a nivel de
género—así como de un esfuerzo por lograr “nuevos” valores.
l comunidad— las mujeres parecieran ser actores principales en el manteni-
Algunas ideas y prácticas parecieran ser más resistentes al cambio que otras.
micnto y transferencia de los valores culturales y prácticas que aseguran la posi-
Esto ocurre cuando los valores, ideas y prácticas son compartidos por todos los
ción dominante de los hombres. Mi propuesta es que las nociones de diferencia
actores sociales de determinada sociedad, y son tan tomados por dado que no son
explicitados, y por ende, no son cuestionados (Bourdieu 1977): En Santa Ce- 5 Calleriene una clara connoración urbana. La genre de Santa Cecilia,sin embargo, utiliza el rér
cilia, algunas ideas de género y prácticas relacionadas parecieran pertenecer a este
mines ul refirirse a espacios fuera de la chacra. El rérmino “la casa”, tal como se utiliza a nivel lo-
«al inchuye las cercanías de la misma. Si por ejemplo, una mujer lava la ropa en el patio o si
orden. Una es la asociación del hombre con el espacio público y la mujer con el alesmaleza sus plantas de tomare la huerta, se considera que sigue estando en la casa. El campo
privado, ilustrada por el siguiente dicho popular: “El hombre es de la calle, la «tituye una categoría diferente. Si un hombre está trabajando en el algodonal,se considera
«ue escí enel campa: Por lo ranto, en la categorización local “calle/casa” es análoga a la dicoro-
anfa público/privado, mientras que el canpo es algo en el medio,
32
De estudios campesinos a estudios de género

de género y jerarquía y la intensa preocupación respecto de la sexualidad, espe- l'n la Argentina, los hombres controlan las instituciones de la sociedad civil y de-
cialmente la sexualidad femenina, tienden a sobrevivir las transformaciones eco- finen el modo en que se deben comprender los acontecimientos y las relaciones,
nómicas debido a que están profundamente enraizadas en el catolicismo, el cual «ómo deben ser formulados los ideales, y definida la moralidad. A través de este
históricamente y en el presente es una fuente poderosa de doctrinas de género control institucional, sus ideas y valores se transforman en ideas y valores de 14 so-
que fuertemente influencian las relaciones y percepciones hombre-mujer. «iedad toda, y pasan a convertirse en “sentido común”. Esta articulación entre lo
De este modo, llam= la atención el poder de las relaciones de género. Durante loc; y lo global scrd profundizada más adelante.
largo tiempo y especialmente en el área de “estudios de la mujer”, el poder ha sido
considerado solamente en sus aspectos represivos. Se concebía a las mujeres como La estructuración de las relaciones de género
subordinadas en el sentido de ser víctimas del ejercicio de poder de los hombres.
Por supuesto, no podemos obviar que el ejercicio del poder en las relaciones de gé- Mi andlisis de las relaciones de género en Santa Cecilia se basa en un abordaje
nero puede ser represivo. Sin embargo, el hecho de que las mujeres a menudo “orientado hacia el actor”, lo que implica que las variaciones en las formas orga-
acuerden con las prácticas que las subordinan, que resistan el ejercicio del poder o cionales y pauras culturales son, en gran medida el resultado de los diferentes
que, por lo general, entablen relaciones amistosas con los hombres, no puede ser modos en que los actores sociales organizacional y cognitivamente enfrentan di-
entendido exclusivamente en términos de la visión represiva del poder”. fcrentes situaciones de vida, y se acomodan a los intereses y “planes de vida” de
Sugiero que la dominación masculina en Santa Cecilia es hegemónica, lo cual otros. Inherente al concepto de actor social se encuentra la noción de un sujeto
quiere decir que está basada en el consenso o los valores compartidos más que en activo con la capacidad para procesar la experiencia social e inventar modos de
el control directo o la represión (Williams 1977, Carrigan et al 1985, Connell cnfrentar la vida, incluso bajo formas extremas de restricción; independiente-
1987, Cornwall y Lindisfarne 1994). Este concepto se basa en la definición de la mente de que un actor particular sea considerado “poderoso” o “sin poder”.
hegemonía de Gramsci, en su análisis de las relaciones de clase en Italia en donde Dentro de los limites de su contexto sociocultural, los actores sociales intentan
el dominio social se logra por el consenso obtenido a través de las instituciones de resolver problema.s aprender cómo intervenir en los acontecimientos sociales y
la sociedad civil tales como la familia, la ]glesia y los sistemas educativos y legales, controlar sus propias acciones, asi como observar el modo en que otros reaccio-
y por lo tanto, articulada a nivel de toda la sociedad (Gramsci 1971). Al sugerir nan a su comportamiento (Long 1989:222-223; Long y Long 1992; Stelen
que las relaciones de género en Santa Cecilia se caracterizan por una masculi- 1991a).
nidad hegemónica y un énfasis en la femineidad, no significa que hay una total 1 abordaje orientado hacia el actor no significa que el individuo per se sea el
dominación cultural de los hombres sobre las mujeres. Existen desacuerdos, falta punto central del análisis sino el individuo que se desenvuelve en situaciones so-
de consentimiento e incluso resistencia, tendientes a modificar cierras ideas de «iales, donde la conducta de uno influencia la de otros y viceversa. Por lo tanto,
género y prácticas. No obstante, tales actividadesa través de las guales las mujeres incluso si uno se enfocara en los procesos de toma de decisiones por parte de una
ciertamente influencian las decisiones de sus maridos, y también las decisiones a mujer —u hombre- individual, no implica que sus acciones puedan ser explicadas
nivel de la comunidad, son por lo general individuales y ocultas. Al hablar con las «implemente en referencia a su propia disposición y creencias. Debemos tomar
mujeres por separado es posible identificar “transcripciones ocultas” donde se ex- en cuenta las distintas relaciones sociales en las cuales la mujer está involucrada,
presa un cierto grado de disenso frente a las normas dominantes (Scott 1990). «lentro y fuera del ámbito familiar, y no solo las relaciones con personas que están
Este dlserso se caracteriza por ser difuso y “reformista” más que “revolucio- ¡rresentes en situaciones cara a cara, sino también las con aquellas que están au-
nario”; no pretende desterrar el orden imperante en cuanto al género, tal como entes pero que influyen en la acción y su resultado. Esto nos conduce al parti-
ha sido demostrado en otros contextos (Cornwall y Lindisfarne 1994, Kandiyoti cular entramado de la vida personal y la estructura social, lo cual constituye una
1994, Villareal 1992). pseocupación central en mi análisis de las relaciones de género en Santa Cecilia.
Al formar parte de una sociedad compleja y moderna, Santa Cecilia se inscribe 1l anílisis requiere una reoría social que ayude a comprender a la gente real, sus
en un ordenamiento más amplio de las nociones de femineidad y masculinidad, pensamientos y acciones asf como sus complejidades, ambigiiedades y contradic-
dealgún modo, análogo al modelo de relaciones cara-a-cara a nivel institucional. ciones. En términos muy generales, sabemos cómo incorporar este tipo de preo-
6 Parauna discusión más general del concepto de poder, ver Lukes (1974), Foucault (1978-86, cupaciones en el marco teórico, lo que ba sido hecho en otras áreas con
1980) y Wolf (1990). prohlemas similares. Bonrdicu, Giddensy otros ieéricos se han centrado en la in-
c escudios campesinos a estudios de género 1.a decencia de la desigualdad

terconexión entre la estructura y la práctica, enfatizando lo que la gente hace para


tidas por la dinámica social misma (LLewlin-Davis 1981, Ortner 1981, Orener y
constituir las relaciones sociales en las que viven (Bourdieu 1977, Giddens 1979,
Whitehead 1981:5). Resulta importante en estos autores el hecho de que se inte-
1984, Connell 1987). 11ogan sobre cómo las relaciones de género se organizan en tanto “preocupaci
A pesar de que ninguna teoría de género se ha expresado formalmente en estos
permanente”, mientras que no se dedican a rastrear los orígenes últimos, las rafces
términos, los teóricos del feminismo marcaron un comienzo. Rubin (1975), de-
« proponer análisis finales de la subordinación de las mujeres —preocupación fun-
sarrolló un análisis comparativo de los sistemas de relaciones, el “sistema de damental de los primeros análisis feministas marxistas (Gough 1972, 1975, Lea-
sexo-género” por el cual las mujeres se encuentran subordinadas a los hombres. cock 1972, Sacks 1974). Estos autores sugicren que las estructuras de las relaciones
Este “sistema de sexo-género” es definido del siguiente modo: ee énero no están predeterminadas sino que son productos históricos y además,
«ue diferentes modos de estructuración del género pueden coexistir. A la vez,
un conjunto de arreglos porel cual la materia prima biológica del sexo humano 7 mues ran que puede haber grados de inconsistencia e incoherencia en la estructu-
la procreación son modeladas por la intervención social y satisfechas de un modo rición del género, lo que refleja las contradicciones de intereses sociales, oposi-
convencional, por más extrañas que algunas de estas convenciones puedan llegar «iuneso resistencia. En otras palabras, las concepciones de género no son meros re-
a ser (pág. 165). flejos, en un sentido simple, de un conjunto de hechos sociales; son producto de
procesos políticos que a la vez moldean a éstos. Al respecto, Collier y Rosaldo
El concepto de “sistema de sexo-género” se construye para marcar una distin-
ción encre los sistemas “económicos” y los “sexuales”, y para indicar que estos ú afirman que:
timos gozan de una cierta autonomía y no pueden ser siempre explicados en tér-
Tan sólo al comprender a los hombres y mujeres como actores en esferas so-
minos de fuerzas económicas”. A pesar de que las discusiones de Rubin respecto del
cialesy políticas específicas es que podemos entender sus concepciones y en conse-
“sistema de sexo-género” se inclina hacia el estructuralismo abstracto, nos brinda
cuencia, interpretar los procesos sociales que determinan lo que es, después
un buen indicador de cómo debe ser una teoría social sistemática de género. Otros
todo, creación de la sociedad: el modo en que se construye el género. (1981:318)
ancropólogos realizaron andlisis de género basados en casos empíricos, centrados
en las interconexiones entre la estrucrura y la práctica. Un ejemplo es el análisis
Collier y Rosaldo sobre la política y el género en "sociedades menos complejas”
de La razón principal por la que ha sido tan difícil entender la historicidad de las
relaciones de género es el supuesto constante de que existe una estructura uni-
(1981). Estos afirman que las concepciones culturales de los sexos se encuentran
versal y trans-histérica inherente/inmanente al géncro en base a las dicoromías
intima y sistemáticamente asociadas a la organización de la desigualdad social, y hiológicas. Este es un supuesto en el que caen la mayoría de las teorfas de los roles
proveen un modelo de cómo se debe comprender la organización de la masculi-
nidad y femineidad en tal sociedad con relación a la organización de la sociedad en
vesuiales asf como la mayor parte de los abordajes que Tsencializan las caregorías
sociales”. Según las teorías de los roles sexuales, la transformación de los mismos
su conjunto. Su conrribución, así como la investigación de Llewelyn-Davis entre
sc impone por los cambios de la sociedad en su conjunto, por ejemplo, como
los Masaii y la de Ortner en la Polinesia, muestra cómo la estructura misma de las
«onsecuencia de las innovaciones tecnológicas o las transformaciones econó-
relaciones sociales se conforma y cristaliza mediante las nociones culturales inspi-
micas. También pueden provenir de la persona, de su “yo” verdadero que exige
7 El "modo de reproducción” en ranto opuesto al más conocido “modo de producción” repre- un relajamiento de los roles coercitivos sexuales, Estas teorías no favorecen una
senta otro intento de llevar a cabo tales distinciones (Engels 1972 (1884), Sacks 1974, Vogel
1983). El problema con estos conceptos es que articulan la economía con la producción y el imuerpretación de los cambios como una dialéctica que se genera en las relaciones
sexo con la reproducción, y por ende, reducen la riquezade ambos sistemasen ranto la prod «l género mismas, Tal es el caso rambién de las teorías que se centran en las mu-
ción y reproducción forma parte de ambos. El rérmino “patriarcado” fue introducido para dis- ". Según Connel (1987:54-61) los rasgos principales del “abordaje categórico” son: Primero, una
tinguir entre las fuerzas que mantienen el sexismo de aquellas otras fuerzas sociales tales como identificación de intereses opuestos en.cuanto a politica sexual con caregorías específicas de
el capiralismo (Firestone 1971, Mirchell 1971). El problema con esta terminología es que opa-
ca las distinciones entre la capacidad humana y la necesidad de crear un mundo sexual, y los
personas (hombre versus mujeres). En segundo lugar, el argumento se centra en la caregoría
modos opresivos en los que el mundo sexual se ha organizado. El parriarcado reduce ambas sig-
<nimo unidad (por ej. el concepto de hermandad global) más que en procesos por las cuales se
nificaciones a un solo término (Rubin 1975:167-268). La crítica feminista en la antropología
« onsticuyen las categorías. En tercer lugar, el orden social como un todo es rerratado en rérmi-
establece claramente que los roles pzodun¡vos_y reproductivos de las mujeres no pueden ser se-
as e unas pocas caregorías, por lo general sólo dos (hombres y mujeres), relacionadas por el
parados y analizados en forma aislada (Mooré 1988:49). ntereses en conflicto.
sentan este abordaje
Firestone (1971), Brownmiller (1975) y Dworkin (1981) repre-
tudios campesinos a estudios de género a les eucia de la desigualdad
Jere v cateponia homogénea (clase sexual/ estrato sexual) en tanto opuesta a Minadiciu combina la estructura y la práctica, al enfatizar principalmente la conse-
los hombies como otra categoría exclusiva (Firestone 1971, Brownmiller 1975, ciiens s no intencionales de las estrategias que persiguen los actores sociales. Bour-
Sehlegel 1977, Daly 1978). El problema con estas últimas es que la primera lru econoce la invención y creatividad de los acrores sociales, pero su concepto de
aproximacion se convierte en el fin del análisis dado que las categorfas de “hom- estini (e social depende de la idea de “reproducción” social que resulta difícil de
bres” y “mujeres” son concebidas como universales absolutos, y no ofrecen una tomip.tibilizar con la idea de dinámica social de cambio. Según Connell, “en el
diferenciación más sofisticada o un examen más profundo. Este abordaje es par- imutado de Bourdicu, la historia sucede, no es producida” (1987:92-94). La “teoría
ticularmente problemático en los estudios trans-culturales. La teoría social del ee la rstructuración” de Giddens, anuda aún más la estructura y la práctica. La
género no tiene sentido o resulta periférica si es cierto que los determinantes bá- pc rc humana siempre presupone una estructura social, en el sentido de que la
sicos son biológicos. práctica se apoya sobre reglas sociales y recursos. Por otro lado, la estructura
Connell, en Género y Poder (1987) intenta desarroilar una teoría social del gé- sirmpre emerge de la práctica y es constituida por ésta; ninguna de las dos puede
nero aplicable a mi análisis de las relaciones de género en Santa Cecilia. Su base sei concebida de modo aislado. Sin embargo, en tanto Giddens hace de la arricula-
son las nociones intuitivas de la estructura social que se hallan en los estudios de elón emre la estructura y la práctica una cuestión lógica, un requisito del análisis
género desarrollados en el marco de los roles sexuales o las teorías categóricas. social en general, se ha discutido que no da cuenta de modo convincente de cómo
Tales estudios sugieren que existe un orden a gran escala en las relaciones de gé- vita forma pudiera cambiaren el tiempo. Connell sugiere que los modelos a los que
nero pero brindan muy pocas indicaciones más allá de ello. A menudo, todo lo tos hemos referido antes necesitan una perspectiva histórica. El punto funda-
que aparece como pauta detectable es considerado una estructura. Connel presu- mental, ifirma, es que la précrica si bien presupone una estructura —en el sentido
pone que el concepro de estructura es más que un sinónimo del de paura, y se re- en que onrdieu y Giddens lo explican— se encuentra siempre respondiendo a una
fiere al carácter complejo del mundo social: siruación dererminada.

El concepto de estructura social expresa las restricciones que subyacen a cual- 1.1 práctica es la transformación de una situación en una dirección parti-
quier forma de organización social (y no a los hechos fisicos respecto del «adar. Describir la estructura significa especificar qué hay en esa situación que
mundo). Las restricciones pueden ser tan despiadadas como la presencia de un revivinge el juego de la práctica. En tanto la consecuencia de la práctica es una
ejércico de ocupación. Pero en la mayoria de los casos, las restricciones de la utuación transformada, objeto de una nueva práctica, la “estructura” especi-
práctica social operan a través de un interjuego más complejo de poderes y a fiva el modo en que la práctica (a través del tiempo) restringe la práctica (ibid
través de un conjunto de instituciones sociales. Por lo tanto, el intento de deco- 1).
dificar una estructura social comienza, por lo general, en el andlisis de las ins-
tituciones. (pág. 92) Dado que tada acción humana involucra la eleccién, y en tanto el conoci-
miento es rellexivo, la práctica se puede volver en contra de lo que la límita, y de
La noción de “estructura“ social como una relacién fundamental de la vida so- ese mordo, la extrictura puede ser objero de la práctica. Sin embargo, la práctica
cial que subyace a la complejidad de interacciones e instituciones, es compartida no puede escaparse de la estructura, ni puede flotar libremente desconociendo
por diferentes “estructuralismos” en las ciencias sociales. La dificultad principal sus vir imistancias, del mismo modo que los actores sociales no son simplemente
que ha emergido luego de veinte años de crítica es que el estructuralismo se basa portadores” de las estructuras. Por ejemplo, si una mujer de Santa Cecilia de la
en una lógica incompatible con el concepto de práctica como soporte del proceso decada de 1940 rechazara el matrimonio, sus opciones, en los hechos serían muy
social, y por ende, con la historicidad en el análisis social. Esta dificultad resulta limiradas: podría ser “heredada junto con la chacra” u ordernarse como monja.
especialmente desafiante para las feministas debido a que sin historicidad, las po- Mi análisis se basa en el supuesto de quea pesar de que los actores sociales operan
líticas de transformaciones carecen de sentido. deniro de límites estructuralmente determinados, cuentan, de todos modos, con
Varios escritores han intentado saldar la separación entre la estructura subya- uni iclariva attonomía para actuar de modo distinto. El futuro, aunque no com-
cente y la práctica visible, al introducir la idea de una presencia de la estructura en pletamente abierro tampoco está completamente cerrado, y el grado de apertura
la práctica, y una activa constitución de la estructura por la práctica (Bourdieu tal como oportinamente afirma Lukes— está en sí mismo determinado por la
1977, Giddens 1979, Collier y Rosaldo 1981). Ya en su Teoría de la Prácticn, esructura.

38 D
a estudios de género La decencia
de la desigualdad _

La estructuración del género en Santa Cecilia en términos de información y métodos. La recolección de información fue reali-
7ada de varias maneras: desde largas visitas por el día, donde participé de la vida
Durante los últimos veinte años los estudios de género se han centrado en tres cotidiana de las chacras —tratando de aprehender la manera de vivir y pensar de la
áreas principales de las relaciones entre hombres y mujeres. La primera ticne que vente— hasta cuestionarios estructurados cubriendo temas específicos —pasibles
ver con el trabajo, y comprende la organización del trabajo doméstico y el cuidado e ser sondeadas por este tipo de técnica— tales como la propiedad de la tierra y
de los niños; la división entre el trabajo remunerado y el que no lo es; la segregación uso, el tipo de tecnología, la organización y división del trabajo, y los principales
de los mercados de trabajo y la creación de trabajos “para hombres” y trabajos “para pastos e inversiones. Mis informantes eran hombres, mujeres y niños de diferen-
mujeres”; la discriminación en la educación; el entrenamiento y la promoción; sala- ey edades, a quienes me dirigí de manera individual o grupal. En tanto residente
rios no cquitativos, cre. El segundo tiene que ver con el poder y la autoridad, y com- «e la colonia y Juego, durante mi segunda estadía, como madre dedos niños, asis-
prende las jerarquías domésticas y el control; las jerarquías del estado y de la Tglesia; el i + la mayoría de los eventos públicos, misas, fiestas y espectáculos deportivos, y
dominio institucional e interpersonal. Realizar una distinción entre estas áreas socia- fui invirada a celebraciones privadas, ralescomo bodas y bautismos y cumpleaños
les no implica que estén separadas; de hecho, se interrelacionan permanentemente. principalmente en Santa Cecilia pero también en las colonias vecinas y en el
El hecho de que a las mujeres, por lo general, se les asigna el trabajo doméstico y el prieblo— debido a los lazos de parentesco de mis informantes. En tales ocasiones,
cuidado de los niños, no les permite ascender en las jerarquías del Estado o del mun- purricipé, observé y mantuve charlas informales con todo tipo de gente. También
do de los negocios y en consecuencia, ocupar posiciones de poder. A la vez, el hecho wistí regularmente a las actividades de las organizaciones comunirarias. En
de que son discriminadas en el mercado laboral a través de salarios bajos, dificulta 19/3-74 se traraba principalmente de reuniones de las Ligas Agrarias y el “Mo:
aún más el cambio en la división del trabajo entre los esposos. miento Rural”. Al momento de mi segundo trabajo de campo, la Liga Agraria lo-
Una tercer área de relaciones -que constituye uno de los puntos de mi análisis cal ya se había disuelto y el Movimiento Rural aún existía a nivel de la parroquia
de las relaciones de género en Santa Cecilia- tiene que ver con la sexualidad y la pero no contaba con un grupo activo en Santa Cecilia. Sin embargo, una nueva
procreación; vínculos emocionales, confianza y desconfianza, celos y solidaridad anización de chacareros,- los Grupos de Extensión Agrícola Cooperativa
en el matrimonio y en otras relaciones, y las relaciones emocionales presentes en (.EAC) - habían establecido una asociación local con la participación de los cha-
el cuidado de los niños. El argumento de mi andlisis es que estas tres áreas sociales «.1eros mds jóvenes de la comunidad. Las actividades de este grupo se dirigían
constituyen empíricamente los principales pautas de restricción o principios es- hacia las mejoras productivas a través de innovaciones rales como nuevas técnicas
tructurantes de las relaciones de género en el tipo de sociedad que he estudiado. 1e tiado, rotación de cultivos, experimentos con fertilizantes, etc, pero eran tam-
Esto no implica que son las únicas y ni siquiera que son siempre las necesarías. La hien una buena oportunidad para el intercambio informal de opiniones respecto
noción de interrelación entre pautas de restricciones —que implica que lo que «e variados temas. Fui aceptada como observadora a las reuniones mensuales; era
ocurre en uno está Íntimamente relacionado con lo que ocurre en los otros y vice- luunica mujer participante. Me concedieron este permiso al fin de una presenta-
versa— es cenrral para mi análisis de género en Santa Cecilia. ción en público de nuestra monografía, basada en el marerial del primer trabajo
Sin embargo, el género no sólo surge en las relaciones entre individuos, es tam- el .ipo en Sanra Cecilia (Archerri y Stolen, 1975). Los miembros del GEAC
bién una “característica” de las colectividades e instiruciones. Tanto las organiza- comsideraron que mi participación en sus reuniones podía serimportante a los fi-
ciones formales como las instituciones informales se encuentran estructuradas en nc le mi investigación, que a la vez, consideraban úril para su futuro trabajo en
términos de género, no sólo la familia o el sistema de parentesco. Las relaciones de el mipo. Fambién me inviraron a presentar mis conclusiones una vez finalizado
género están presentes en todo tipo de institución, quizá no constituyan el prin- elitabajo de campo.
cipio estructurante más importante pero sin duda es de gran relevancia. Un grupo de mujeres que sc estableció como tal a mi regreso a Santa Cecilia
fue my importante para la recolección y procesamiento de daros durante mi tra-
hajo de campo. Durante una de las primeras semanas en la colonia me invitarona
au habiemal reunión luego de la misa en la sacristia. Para entonces, estaba bastante
El trabajo de campo
de al ranto de Las noticias de la colonia, y ahora eran ellas quienes querían saber de
Ambos estudios de campo cubrieron todas las chacras de Santa Cecilia y debido a méy de mi lamilix incluyendo a mís padres y hermanos, a quienes no conocí n—
mi interés por realizar una comparación en el tiempo, hubo cierta superposición y sobre wdo, qué babía ocmrido en los eoec años que habían transcisrido

40
I 4 devencia de la desigualdad ___
De estudios campesinos a estudios de género
lunciona, el hombre, por lo general, le cuenta a su mujer los lensmes y nnmyna.
desde mi primera estadía. Luego de hablar por largo rato y de mostrarles foros, les
«que s entera en el bar y en otros terrenos masculinos. Las mujeres compartíar
conté de mi nuevo proyecto de investigación, en especial, de mi interés en las re- —
».mmigo estas revelaciones con gran placer,
aciones hombre-mujer, lo cual pareció entusiasmarlas. La rarde terminó con
Duranre ambos trabajos de campo, recogí material secundario a fin de com-
apasionantes discusiones sobre la relación hombre-mujer y cómo las mujeres po- , comprendía
ción secundaria ; esta-
plementar la información primaria. La inform
dían colaborar en mi proyecto. Algunas comentaron que estaban hartas de esas
reuniones donde tan sólo hablaban de “los muertos y los enfermos”, y con entu- disicas de población y agrícolas, e información agro-técnica y cconómica que
provefa el Instituro Nacional de Tecnología Agrícola, las Coupcr.ruv s y el v['(e-
siasmo aceptaron la propuesta de una de las participantes de volver a reunirse
o de Tierras. Sin embargo, debido al cambio de enfoque en mi investigación,
para continuar hablando de “cosas de mujer”. Temerosas de ser ridiculizadas por
v última de 1988, dependía menos que la anterior de la recolección de infor-
haber conformado un grupo feminista —casi todas estaban en contra de ser vincu-
mución secundaria.
ladas con el feminismo- decidieron que las reuniones se llamarían “fiestas de
cumpleaños”. Una vez por mes durante mi estadía en la colonia, todas las mu-
jeres “gringas” y algunas criollas eran inviradas a celebrar “el cumpleaños del
mes”. Durante tales celebraciones, que se realizaban en diferentes casas, co- Organización del libro
míamos y bebíamos, a veces bailábamos y mantenfamos discusiones muy ani-
Il contenido de este libro está influenciado por la historia de mi invgs(iga( ¢
“sunta Cecilia, y refleja las modificaciones en los intereses y abordajes teóricos a
madas. Por lo general, preparaba temas de discusión en base a mis observaciones
y discutfamos sobre gran variedad de temas: el significado de la femineidad, de la
masculinidad, la maternidad, el amor, la fidelidad, los celos, etc. Durante la úl- las cuales me referf antes. Se divideen dos partes principales: una, dedicada bási-
* tima reunión hice una presentación más abarcadora de mis conclusiones e inter- camente al análisis de las chacras como unidades socioeconómicas, comparando
pretaciones preliminares, que fueron tema de discusión durante varias horas. Así, Lt actual situación con las observaciones realizadas a comienzos de la dc'c;¡d-a de
estas reuniones, además de muy agradables, se convirtieron en 19/0; y la otra, centrada en las chacras como “sistemas de género”, a partir de
muy útil para recabar información, en especial, para develar
una herramienta
acuerdos y desa-
muterial recogido en 1988. En ambos casos se analiza lo que ocurre en las chacras
+ on referencia a un contexto social e histórico más amplio. —
cuerdos respecto de ideas, valores y prácticas entre las mujeres. Este grupo sigue
El siguiente capítulo aborda la historia de la inmigración y la colonización ,
existiendo pesea mi regreso a Noruega, y continúa reuniéndose una vez por mes.
El lector notará que mi investigación sobre las relaciones de género tiene un «entrándose en las circunstancias nacionales y regionales en derredor de l:'| llegada
“sesgo femenino”, por el hecho de que fue más fácil obrener información de parte de los inmigrantes friulanos a Santa Fe y su esmblcc:mien‘ro y adaptación a -[as
de las mujeres que de los hombres sobre cuestiones “confidenciales”, tales como particulares condiciones del área. Luego, le sigue una descnp(:.lnn de los cam‘bl(?s
la sexualidad, los celos y la envi ia. Creo que había dos razones principales para «mio-económicos en las chacras de “colonos” y en la comunidad, desde princi-
ello. La primera tiene que ver con que soy mujer, y en un contexto en que a la o de siglo XX hasta la actualidad, tal como fueron n‘armdus por Lidia C‘;:l.?p:}-
mujer se la ubica en el ámbito del espacio familiar, resultaba difícil crear una si- rutti, una inmigrante de segunda generación. Su narrativa pone particular en!as{s
tuación de intimidad y confianza con los hombres como para abordar esas cues- n importantes cambios socioeconómicos en las chacras, que son luego anal'l-
tiones de un modo personal, es decir, revelar experiencias individuales en vez de sados con referencia a los cambios durante ese perfodo en los contextos econó-
hablar en términos generales. En segundo lugar, sospecho que los hombres son micos y políticos nacionales ¢ internacionales. Luego &.:unumia una presentación
informantes “menos calificados” que las mujeres en este ámbito. En general, s detallada de la situación económica, social y política de las chacras de º nta
están menos acostumbrados a hablar de emociones y experiencias íntimas. Cavilia en 1988, comparada con la simación durante mi prime-r trabajo de
Además, yo no tenía acceso al “boliche”, terreno fundamental para la interacción campo, catorce años anres. Abordo las (mnxformacinne-s en ¡,& relacmuc:c de pmi
hombre a hombre, donde circulan los chismes y se hacen las evaluaciones res- clus ción, propiedad y utilización de la tierra, y la organización del trabajo a nivel
pecto de la conducta correcta o incorrecta, la que prestigia y no tanto. Tuve, sin Jacal, en relación con los cambios politicos y económicos que tomaron lugarren la
embargo, algunos informantes hombres que me contaron al menos partes de las sy en el paísa partirde mediados de la década de 1970. Mi objetivo es iden-
interacciones entre hombres y las conversaciones en el bar, de las cuales mis in- vificar las estrategias económicas y sociales adopradas por los chacareros en el
formantes mujeres parecían estar- bastante al tanto dado que en una familia que vontesto de las crisis de las déeadas de 1970 y 1980.

as
42
De estudios campesinos a estudios
de género

La segunda parte se concentra en el análisis de las relaciones de género en


Santa Cecilia. Comienza con un examen de las áreas de relaciones a las cuales me
referf antes: sexualidad, trabajo y poder; analizados en distintos marcos instiru-
cionales siendo la familia, “la calle”, el mercado y la Iglesia, los más importantes.
Luego, siguc un examen de la continuidad y los cambios en las relaciones de )
género en Santa Cecilia a la luz de los a
cambios socioeconómicos presentados en
la primera parte del libro. Examino las modificaciones que tuvieron lugar desde
principios del siglo veinte en la composición de la familia y el grupo doméstico, La historia y sus cambios
en la división sexual del trabajo, y en los patrones de matrimonio y residencia, y
también exploro la relación con el imaginario y las percepciones de género. L.1 colonización europea en Argentina
Brindo especial atención al grado de continuidad existente para ver los procesos a
través de los que los valores de género “antiguos” se adaptan y “sobreviven” en un llegada de inmigrantes friulanos a Santa Fe formó parte de-unF ola masnr¡
contexto social y económico cambiante. Sugiero que la fuerte influencia del cato- le inmigración y colonización en Argentina durante el siglo dxecxllun'esnr a
licismo, particularmente el significado que mis informantes otorgan a las doc- iue millones de personas cruzaron el océano‘ para comenzar una nueva vida en
trinas y prácticas de género de la Iglesia es un factor fundamental para com- las Américas. En la primera parte de esta sección examinaré, en términos genera-
prender la persistencia de ciertas percepciones de género. Las prácticas locales les, cómo se gestó y desarrolló este proceso; qué Cºnd…ºncs,mfmvmm?,lºsdmlw
* incluyen macro-representaciones y son influenciadas por lo que ocurre en dife- vos pobladores y cómo lograron hacerlo. Luego, me aboc-a¡e ala siruación de los
rentes instituciones. A fin de lograr una mejor comprensión de las complejidades inmigrantes friulanos en particular, centrándome en las circunstancias de su arri-
de la significación y de la conducta social, vinculo mis observaciones en Santa en el norte de Santa Fe, sus esfuerzos para adaprarse a condiciones naturales y
Cecilia con estudios realizados en el Mediterráneo —región de origen de mis in- uciales diferentes de las de sus pueblos de origen en los Alpes italianos, y sus in-
formantes— especialmente el debate sobre “el honor y la vergtienza”, y hago refe- tentos por mantener o recrear sus costumbres, creencias y valores. Este pmces(i
rencia a las doctrinas y prácticas católicas de género tales como se manifiestan en de articulación entre lo “antiguo” y lo “nuevo” toma lugar en un contexto en el
las Iglesias nacionales y locales así como en otras instituciones de la sociedad civil « ual lo que ocurre a nivel de las chacras y de la comum'deu-:[ local escd fue'rremc;'.\re
argentina. influenciado por sucesos y procesos del contexto económico y soc¡a'l más amp! !oí
Mi análisis sc centra en primer lugar en la población “gringa”, la cual por las I3l como mencioné antes, una de las características de la economía chacareraes
razones ya mencionadas fue el principal objeto de estudio. Cuando utilizo el tér- precisamente su interacción con la economía capitalista. Me enf?caré en ]afi de
mino Santa Cecilianos, gente local o informantes, me refiero a la población «instancias bajo las cuales ocurrió y se desarrolló dicha mtemoc'¡ón, y :?nnllzare
gringa. Si el término comprende a los criollos lo aclaro en el texto. Durante mi los cambios a nivel de las chacras en relación con el contexto más amplio.
último rrabajo de campo recogí información entre los criollos, quienes son los
principales “orros significativos” en el contexto local y regional. Sólo parte de esta
información será presentada aquí con el propósito de lograr una mejor compren- 1a atracción de inmigrantes europeos
sión del “mundo gringo™ | 1expansión de la agricultura en Argentina du¡íame l;l“scgunda :nirad del <¡gl<3 iile»
« nueve se basó principalmente en la inmigración de “colonos europeos. Básica-
mente, se concentró en el Litoral, zona que durante la época c‘olom.\l era de las
menos pobladas y de las más atrasadas del rerritorio argentino mientras que el cen-
ool poder colonial español se situó en las zonas del {mmsrc,‘F,n 1840, unos p(l)-
51 s antes de que comenzara la inmigración masiva, el país co-n'taba con sólo
1).000 habitanres, la mayoría concentrados en el noroeste. La región pampeana,
9 Unreciente ensayo (Stelen 1996) ofrece una comparación más sistemática de las relaciones de (e pocos años después pasaría a ser el centro de l»a economía y de la Vsocnedad ar-
género entre gringos y entre criollos, gentina, tenía una densidad de población de 1 habitante por 100 hectáreas. En ese
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