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“Año del Fortalecimiento de la

Soberanía Nacional”

“El Boom del Petróleo”


Asignatura: Realidad Nacional y Desarrollo Regional Amazónico.

Docente: Walter Soria del Águila

Integrantes: 1. Jazmín Solange Díaz Rueda.


2. Victoria Apaza Chucle.
3. Álvaro Norberto Flores Arévalo
4. Fernando Julián Gómez Roque
5. Stefany Yael Gutiérrez Garcia

Fecha: 15 de febrero

2022
DEDICATORIA:

1
A nuestro profesor Walter Soria por la paciencia,
la enseñanza, por la dirección de este trabajo y por
los consejos. Símbolo de perseverancia y sacrificio.

Índice
Pág.

2
1. Portada…………………………………………………….…………………1

2. Dedicatoria…………………………………………………………………...2

3. Índice...………………………………………………………………………..3
.
4. Introducción…………………………………………………………………..4

5. Historia………………………………………………………………………...6

6. Cambios regionales...………………………………………………………..8

7. Petróleo y pueblos indígenas de Loreto: Una visión histórica……..........9

7.1 Alberto Chirif……………………………………………….....................9

8. La actividad hoy en dia………………………………………………………10

9. De vuelta al corrientes……………………………………………………….11

10. Tres cuestiones para destacar……..……………………………...


………..11
.
10.1 El rol del
Estado………………………………………………………...11

10.2 El acta de Dorissa……………………………………………………...13

10.3 Los monitores ambientales……………………………………………14

11. Consideraciones Finales…………………………………………………….15

12. Conclusion…………………………………………………………………….18

13. Anexos………………………………………………………………………...19

14. Webgrafía……………………………………………………………..………20

Introducción:

3
Presentamos este trabajo monográfico del curso de Realidad Nacional y Desarrollo
Regional de la carrera de Administración, a cargo del docente Walter Soria del Águila.
En el presente trabajo que a continuación será presentado lleva como título “El Boom
del Petróleo”, damos a conocer todas las perspectivas del bien asignado, de la misma
manera brindamos una variada y amplia información desde los inicios del petróleo, los
usos que emplean diferentes países que se encuentran alrededor del mundo.

Se sabe que es uno de los principales recursos que brindan un alto porcentaje de
incremento en la economía pero cabe recalcar que no es renovable. Este trabajo lo
realizamos con el fin de recaudar datos de fuentes verídicas que nos brinden un
mayor conocimiento en este rubro.

Actualmente se conoce su existencia y su uso es primordial para algunas regiones del


Perú, incluyendo en la cual nos enfocaremos que es la selva peruana. La historia del
petróleo como elemento vital y un factor estratégico de desarrollo en la economía que
se podría denominar relativamente reciente, de menos de dos siglos.

Cabe recalcar que el petróleo contiene una extensa diversidad de componentes que
encontramos en este bien y, por tanto el Instituto Americano del Petróleo (API)
diferencia las calidades que vendría a ser su valor. Así que, mientras más grados API
tenga, la calidad irá incrementando.

El petróleo se conoce desde la prehistoria. La biblia lo menciona en algunos


acontecimientos. Se dice que fue usado para pegar los ladrillos de la torre de Babel ,
asimismo nos describe cómo los reyes de Sodoma y Gomorra fueron derrotados al
caer en pozos de asfalto.
También los indígenas de la época precolombina en América conocían y usaban el
petróleo, que les servía de impermeabilizante para embarcaciones.
Durante varios siglos los chinos utilizaron el gas del petróleo para la cocción de
alimentos.
El coronel Edwin Drake fue el primero en perforar un pozo petrolero en 1859 en EEUU
logrando extraer petróleo de una profundidad de 21 metros.
También fue Drake quien ayudó a crear un mercado para el petróleo al lograr separar
la kerosina del mismo. Este producto sustituyó al aceite de ballena empleado en
aquella época como combustible en las lámparas, cuyo consumo estaba provocando
la desaparición de estos animales.
Usos del petróleo
● Energéticos: combustibles específicos para el transporte, agricultura, industria,
la generación de corriente eléctrica y para uso doméstico
● Productos especiales: lubricantes, asfaltos, grasas para vehículos y productos
de uso industrial

Los países con mayores reservas de petróleo en el mundo


_ Venezuela: 304
_ Arabia Saudita: 298
_ Canadá: 170

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_ Irán: 156
_ Irak: 145
_ Rusia: 107
_ Kuwait: 102
_ Emiratos árabes: 98
_ Estados Unidos: 69
_ Libia: 48

Historia:
En el 2011 se cumplen 40 años de extracción de petróleo en Loreto. Esta actividad ha
transformado este departamento, y ha supuesto enormes impactos económicos, sociales,
ambientales y políticos. Aprovechando este importante aniversario, la SPDA, el Grupo

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Propuesta Ciudadana, el IIAP, WWF, el Colegio de Economistas de Loreto, la Universidad
Nacional de la Amazonía Peruana y la Red Anticorrupción de Loreto tuvieron la iniciativa
de organizar un evento de reflexión y debate sobre lo que ha significado para Loreto la
extracción de petróleo durante este periodo: los principales hitos de la actividad, la
situación actual y los retos hacia el futuro del sector. El evento se dio el 27 y 28 de octubre
de 2011, y reunió a autoridades, representantes de empresas, de pueblos indígenas,
expertos y sociedad civil en general.

En este artículo enunció, de manera preliminar, algunas de las lecciones y temas de


debate que surgieron de la discusión en el evento. En realidad, la discusión sobre la
significancia de los 40 años de extracción de petróleo en el departamento más grande del
país debe abrir un debate en profundidad, en la perspectiva de que las lecciones sean
recogidas e incorporadas a la política pública.

Hay una primera lección general de carácter histórico: no repetir los errores de la era del
caucho. La historiadora Frederica Barclay señaló que ambos periodos tienen puntos en
común: el carácter extractivo; su avasallamiento y subordinación a las economías locales
sin establecer vínculos articuladores; el consumo voraz de los recursos locales; su
evolución a la manera de “booms”, al punto que no se promueve ninguna otra actividad y
que la administración se hace completamente dependiente de los ingresos que la actividad
extractiva de turno genera.

Una segunda lección tiene que ver con la constatación de que la extracción de petróleo
tiene enormes consecuencias territoriales, y que estas deben preverse en una lógica de
desarrollo integral, tanto rural como urbano. Como señaló el antropólogo Albert Chiriff, el
impacto sobre la estructura demográfica de la región fue severo por la gran cantidad de
trabajadores que atrajo, quienes terminaron afincándose en Iquitos después del retiro de
las empresas que exploraron sin éxito en el boom inicial, o al culminar la construcción del
oleoducto norperuano. Barclay coincidió al señalar que la actividad creó “un inmenso
mercado de trabajo para la población rural que era contratada para matear, abrir trochas y
mitayar para los ejércitos de trabajadores que laboraban para estas empresas, incluido
Petroperú”.

Una tercera lección tiene que ver con el tema del canon, reconocido para Loreto en 1976
(por lo que estamos en su aniversario 35). La historia demuestra que las gestiones de
autoridades y organizaciones civiles de Loreto han sido fundamentales para conseguir
ingresos por concepto de canon. Sin embargo, con el tiempo el gobierno central se limitó a
transferir a Loreto los recursos del canon dejando a la región sin el derecho a un
presupuesto regular. El canon petrolero, además, ha acentuado la dependencia del
departamento de los ingresos por la extracción de recursos. Y más aun, la percepción
generalizada es que los ingentes recursos no se han traducido en beneficios para la
población ni en la eliminación de las brechas sociales regionales. En esta perspectiva, un
ajuste pendiente tiene que ver con el mecanismos de distribución interna del canon en
Loreto, para que este llegue en mayor proporción a los distritos donde se produce la
extracción del recurso.

Una cuarta lección, referida a los impactos ambientales y sociales, es que las mejoras en
los marcos regulatorios han sido producto del conflicto y la movilización de grupos
sociales, antes que la iniciativa del Estado o de las empresas. Cuando se inició esta etapa
del ciclo petrolero, no solo no existía una regulación ambiental, sino que no existía una
legislación que protegiera los derechos de los pueblos indígenas. Las empresas

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desplazaban sin miramientos a las comunidades asentadas en zonas escogidas para la
perforación o instalación de campamentos.

De acuerdo con Chiriff, desde la década de 1980 existen informes de organismos del
propio Estado dando cuenta de los estragos generados por la contaminación, tanto en los
ecosistemas como en la salud de los pueblos indígenas. Las acciones emprendidas para
remediar los problemas ocasionados por la contaminación fueron sumamente débiles, al
punto que fue recién en el año 2006 (ya con la presencia de Pluspetrol Norte operando los
lotes 8 y 1AB) que la Federación de Comunidades Nativas del Corrientes (FECONACO),
tomó la decisión de capturar los pozos y campamentos, “con la finalidad de exigir al Estado
y a la empresa adoptar medidas de urgencia para frenar los daños al ambiente y a la salud
de las personas e iniciar un plan de recuperación de ambos”.

La toma de las instalaciones duró algunas semanas y el Estado estuvo a punto de


recuperarlas mediante una incursión violenta de la policía antimotines, lo cual felizmente
no prosperó, sino que se procedió a la firma de la emblemática Acta de Dorissa. Con ello
Pluspetrol se responsabiliza por reinyectar las aguas de formación, remediar los pasivos
ambientales e invertir en mejoras para la atención de la salud, esto último a través de la
Dirección Regional de Salud (DIRESA); mientras que el Estado, mediante el Gobierno
Regional de Loreto (GOREL), asumió ejecutar el componente de desarrollo.

En este sentido, Manuel Pulgar-Vidal señaló que la agenda ambiental en el Perú se ha


visto dinamizada, especialmente en Loreto, por los conflictos, siendo el ejemplo más
significativo el que desembocó en el Acta de Dorisa. El desafío pendiente es convertir
estos acuerdos en políticas públicas.

Teniendo en cuenta los enormes pasivos ambientales y sociales, que estigmatizan a la


actividad hasta hoy, una lección para las empresas es que sus consideraciones
ambientales y sociales no se pueden limitar a cumplir con las obligaciones legales, sino
que deben trascender estas en la perspectiva de mitigar los impactos ambientales y
construir relaciones armoniosas con los habitantes de las zonas de extracción. Como
explicó Daniel Guerra, Gerente de Relaciones Institucionales de Pluspetrol, la única forma
de que la actividad sea posible es viviendo en paz con las comunidades nativas, pero
señaló que estas deben entender que si bien la empresa tiene responsabilidad social, no
puede reemplazar al Estado.

Actualmente, se prevé un nuevo boom petrolero en Loreto con la entrada en operaciones


de la empresa Perenco en el Lote 67, al este del lote 1AB, que empezaría a producir en el
año 2013 y permitirá superar el déficit nacional de balanza comercial de hidrocarburos,
convirtiendo al Perú en un país exportador neto de petróleo. Es decir, con este lote, la
extracción de petróleo en Loreto volverá a ser un tema de importancia no solo regional
sino nacional.La operación de Perenco, además, supondrá la ampliación del ramal norte
del oleoducto.

Respecto al oleoducto, una lección que debemos recoger está referida a su


financiamiento: el crédito japonés tomado por el Estado peruano en los setenta resultó en
el tiempo en un costo elevadísimo, siendo un componente fundamental de la deuda
externa que el Perú paga hasta la actualidad.

De esta manera, el ciclo petrolero ha tenido un enorme impacto en la configuración actual


de la región. En estos 40 años Loreto ha pasado a definirse como un espacio petrolero,
dependiente de sus rentas y afectado por las prácticas de la industria. Al mismo tiempo, el

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petróleo ha definido en gran medida las pautas de distribución espacial de la población, y
los criterios de inversión. Es, definitivamente, la actividad económica más importante de la
región, y posiblemente la que ha tenido mayores impactos. Las lecciones aquí
identificadas no son, por supuesto, las únicas, pero sí deben ser un punto de partida para
un debate regional y nacional que genere la incorporación de las lecciones en la política
pública.

Cambios regionales

Según el informe, aunque históricamente se consideró que la mayoría de las reservas


probadas de petróleo en el mundo estaban centradas en el Medio Oriente, en las
últimas tres décadas su participación en las reservas mundiales de petróleo ha
disminuido, de más del 60% en 1992 a aproximadamente el 48% en 2019.

Una de las principales razones de esta caída fue la producción constante de petróleo y
las mayores reservas descubiertas en el continente americano. Para 2012, la
participación de Centroamérica y Sudamérica se había más que duplicado y se ha
mantenido por debajo del 20% en los años posteriores, mencionan los autores.

El documento concluye señalando que, si bien las arenas petrolíferas marcaron el


comienzo de una nueva era de dominio mundial de las reservas de petróleo, a medida
que el mundo se aleja del consumo de petróleo y se dirige hacia la energía verde y la
electrificación, es posible que estas reservas no importen tanto en el futuro como
antes.

Petróleo y pueblos indígenas de Loreto: una visión histórica

Alberto Chirif

Las primeras operaciones Si bien la actividad petrolera en la parte baja de la cuenca


amazónica comenzó en la década de 1920, es recién en la de 1970, cuarenta años
atrás, durante la primera etapa del gobierno militar (1968-1975), que se incrementó su
explotación en esta parte del país, a raíz del descubrimiento de petróleo realizado por

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la empresa pública Petroperú en Trompeteros, en la cuenca del río Corrientes, en
1971. El entusiasmo que despertó ese hallazgo se incrementó aún más cuando, poco
después, la Occidental Petroleum Co. (OXY) encontró otros yacimientos en la zona.
Esto desató un auge exploratorio que llevó a que, en 1974, operaran en la zona 14
empresas, casi todas de los Estados Unidos. Sin embargo, la euforia rápidamente se
desinfló al no lograr esas empresas el mismo éxito de las dos primeras y, sobre todo,
al comprobarse que las características del crudo pesado no justificaban los altos
costos de explotación. Por esta razón, la mayoría de ellas abandonaron el área entre
1975 y 1976.

El impacto sobre la estructura demográfica de la región fue severo por la gran cantidad
de trabajadores que atrajo, procedentes tanto de las áreas rurales de Loreto como de
otras regiones, quienes terminaron afincándose en Iquitos después del retiro de las
empresas. Los “pueblos jóvenes” de Iquitos pasaron de 20 en 1968 a 25 en 1973 y la
población de ellos pasó de representar el 50% de la de toda la ciudad, al 65%. (Chirif,
1985: 148.)

Sin embargo, años atrás, en 1958, había tenido lugar un descubrimiento comercial
importante de petróleo en el bajo Ucayali, cuando la región del mismo nombre era aún
parte de Loreto. El descubrimiento fue en la zona de Maquía, donde se asienta la
comunidad shipiba Canaán de Cachiyacu, y dio como consecuencia el inicio inmediato
de la explotación de crudo. Recién en 1994 Perupetro S.A. suscribió un contrato de
licencia con la compañía Maple Gas, de Texas, EE.UU., para explotación del Lote 31-
B, de 62.500 has, con una producción de 293 barriles diarios.
Ese año de 1994 es significativo porque fue el año en que entró en vigencia el
Convenio 169 de la OIT sobre pueblos indígenas. Probablemente el contrato con
Maple Gas tenga el dudoso privilegio de ser la primera violación del derecho de
consulta previa contemplado en ese Convenio, transgresión que, desde entonces
hasta la fecha, se ha producido sistemáticamente. El lote 31-B incluye infraestructura
de diverso tipo tanto fuera como dentro del territorio de la comunidad. Fuera de éste,
en la base Maquía, existe un campamento petrolero y una estación de separación del
crudo, así como el terminal petrolero fluvial de Puerto Oriente, punto final del oleoducto
Maquía–Puerto Oriente.

Dentro del territorio comunal existen nueve pozos conectados a la base de Maquia por
tubos y caminos (Weemaels, 2005:4).

Desde 2005 moradores de la comunidad Canaán de Cachiyacu han estado


denunciando los impactos ambientales y sobre los derechos humanos generados por
la compañía Maple Gas Corporation (MG). A raíz de esto, una misión compuesta por
dirigentes de la Organización Regional de Aidesep Ucayali (Orau) y de la Federación
de Comunidades del Bajo Ucayali (Fecombu), así como representantes de la ONG
Earth Rights International realizaron una visita a la zona entre el 1º y el 3 de junio de
2005 (Weemaels, 2005) y comprobaron la veracidad de las denuncias de los
comuneros, encontrando claras evidencias de contaminación ambiental, producida
tanto de manera permanente como accidental; efectos negativos sobre la salud de los
comuneros; impactos sobre la alimentación de la población e impactos sociales y
culturales, en especial sobre mujeres y niñas, debidos a la presencia de trabajadores
de la empresa.

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La actividad hoy en día

El gobierno pasado desató una especie de fiebre de licitación de lotes petroleros.


Diversas fuentes consultadas señalan que el año 2009 existían 64 lotes licitados que
cubrían el 72% de la Amazonía peruana (490.000 km2). Sin embargo, en 2005 los
contratos abarcaban sólo el 15% de dicha extensión. Del total de lotes de 2009, 20 se
superponen a once reservas comunales y a zonas reservadas, mientras que 58 de
ellos se traslapan con territorios titulados de comunidades nativas. Además, 17 lotes
se yuxtaponen a áreas donde existen propuestas para crear reservas territoriales para
proteger a grupos indígenas en aislamiento voluntario. (Surrallés, 2009: 35; Finer et al,
2008: 2.)

Los estudiosos Finer y Orta-Martínez realizaron en 2010 un análisis muy completo


sobre el incremento de los contratos y los impactos originados por la actividad
petrolera a lo largo de su historia. Ellos afirman que la mayoría de la Amazonía
peruana ha sido entregada bajo contratos a compañías de petróleo y de gas durante
entre 2006 y 2010, más que lo registrado en cualquier otro tiempo. Señalan también
que a inicios de 2009 el proceso de concesiones fue mucho más activo que en ningún
otro tiempo registrado.

Algunos autores han señalado que la corrupción puede “explicar la velocidad inusitada
en que se han subastado los lotes petroleros en estos últimos años”, y señalan como
el caso más notable el escándalo de los petro-audios destapado en 2008 por
Fernando Rospigliosi, ex ministro del Interior durante el gobierno del presidente
Alejandro Toledo, el cual “afecta a las esferas más altas del poder” (Surrallés, 2009:
37).

La corrupción es clave para analizar el proceso de concesiones petroleras (y otras), no


sólo por su carácter delictivo, sino porque probablemente sea la causante de que se
malbaratan los recursos del país. Con precios justos de los recursos y el debido pago
de impuestos por parte de las empresas, el Estado obtendría mayores recursos
financieros para hacer las inversiones sociales y de infraestructura que está obligado a
realizar. Los mejores ingresos limitarían el frenesí de la firma de contratos de los
yacimientos de hidrocarburos, lo que significa menor riesgo sobre el medio ambiente y
posibilidades de cautelar mejor la salud de los ciudadanos que habitan en las zonas de
extracción.

Del frenesí de explotación de hidrocarburos sólo se han librado hasta la fecha las
áreas naturales protegidas de uso indirecto y protección estricta, como los parques
nacionales, los santuarios nacionales y los santuarios históricos. Aunque esto ha sido
relativo durante el pasado gobierno que intentó cercenar el Parque Nacional Bahuaja-
Sonene (Madre de Dios) para entregar el recorte a una empresa petrolera, algo que
finalmente se pudo detener por las protestas de grupos ambientalistas, organizaciones
indígenas y ONG de desarrollo; que dejó abierta la puerta para atravesar un gasoducto
por el santuario nacional Megantoni, en el pongo de Mainique, río Urubamba; y que
detuvo la creación del parque nacional Güeppí, en la cuenca alta de los ríos Napo y
Putumayo para suscribir un contrato petrolero, algo que está en proceso de

10
reconsideración por el gobierno actual. Y aunque no se refiera a la actividad petrolera
ni a Loreto, debo mencionar también el arbitrario recorte a casi la mitad del área
propuesta originalmente del parque nacional Ichingkat Muja, en la zona reservada
Santiago Comaina, Cordillera del Cóndor, con el fin de entregar la porción cercenada a
empresas mineras. (Odecofroc, 2009.)

De vuelta al Corrientes

Vuelvo a la cuenca del Corrientes por tratarse de una historia con muchos hitos para
destacar. La industria petrolera en esta zona comenzó sus operaciones con la
explotación de los lotes 8 y 1AB en la década de 1970. El primero de éstos abarca la
parte media y baja de la cuenca del Corrientes y un área ubicada dentro de la Reserva
Nacional Pacaya Samiria. En 1996, la empresa estatal transfirió sus operaciones en
este lote a un consorcio liderado por la compañía argentina Pluspetrol Norte S.A. Por
su parte, el lote 1A lo obtuvo en concesión, en 1971, la empresa Occidental Petroleum
Corporation of Perú – OXY-. En 1978 ésta firmó contrato para explotar también el lote
1B. Ambos lotes, que pasarían luego a denominarse lote 1AB, se ubican en la parte
alta de los ríos Pastaza, Corrientes y Tigre. La cuenca del Corrientes está habitada
desde tiempos inmemoriales por población de los pueblos achuar y, en menor medida,
quechua y urarina. La población indígena se estima en unas 4000 personas (La Torre
1998: 48).

Tres cuestiones para destacar

El rol del Estado, el Acta de Dorissa y el programa de monitores ambientales

1. El rol del Estado

Si bien en la década de 1970 cuando se inició el crecimiento de la industria de


hidrocarburos en la Amazonía peruana no existía en el país legislación ambiental
relacionada con esta actividad, ni tampoco leyes que amparan los derechos de los
indígenas asentados en las zonas de explotación petrolera, esto no libera al Estado de
su responsabilidad dado que esa industria no era nueva en el Perú porque se
realizaba en la costa norte desde fines del siglo XIX. Había entonces experiencia
sobre los impactos que causa en el medio ambiente y en la gente.

En 1942, las autoridades del estado de Louisiana (EEUU) prohibieron el vertido de


aguas de producción en cuerpos de agua dulce por sus efectos dañinos sobre el
medio ambiente y la salud humana. Los gobiernos de los estados de California y
Texas habían establecido medidas similares durante la década anterior. En Louisiana
y Texas, en 1932 y 1939, respectivamente, había sido prohibido el uso de pozas de
tierra no revestidas para almacenar desechos tóxicos y subproductos petroleros, a fin
de evitar la contaminación por filtración y desbordes. ¿Por qué entonces la empresa
no actuó en concordancia con normas ya establecidas en su propio país? Sin duda fue
un tema de costos, en un doble sentido: ahorrar dinero reduciendo las exigencias
tecnológicas para proteger el medio ambiente y considerar que la gente vale menos en
el Perú que en los Estados Unidos. (La Torre, 1998.)

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La responsabilidad principal le corresponde al Estado que permitió que las empresas
actuaran de esta manera, violando además dispositivos peruanos, como la Ley de
Aguas (Decreto 17752) y su reglamento de 1969, una norma anterior al inicio de las
actividades en el Corrientes, que: “Prohíbe el vertido o emisión de cualquier desecho
que posiblemente podría contaminar al agua y/o poner en peligro la salud humana o el
desarrollo normal de la fauna y flora” (Art. 22) (Ibíd.: 42).

Desde la década de 1980 existen informes de organismos del propio Estado dando
cuenta de los estragos generados por la contaminación. En 1984, la Oficina Nacional
de Evaluación de Recursos Naturales (Onern) señaló que el lote donde operaba la
OXY era “una de las zonas ambientales críticas más dañadas del país” (La Torre
1988: 39). En 1988, el Ing. Roberto Pezo, director de investigación del Instituto de
Investigaciones de la Amazonía Peruana, presentó las conclusiones del análisis de las
aguas del río Tigre, señalando que las concentraciones de plomo y cloruros “están
cien veces por encima de la concentración normal” [lo que] “indica que dichas aguas
no son aptas para el consumo humano” (citado en La Torre, 1998: 58).

Los ministerios de la Producción (Digaap 2006) y de Salud, ambos en 2006,


informaron que la concentración de metales pesados en organismos de peces y de
seres humanos, respectivamente, estaban por encima de los límites tolerados por la
OMS.

Las protestas de las organizaciones indígenas por contaminación de su hábitat y por


los estragos causados en la salud de la población comenzaron en la década de 1990.
En 1996, la Federación de Comunidades Nativas del Tigre (Feconat) solicitó que la
cuenca fuese declarada en emergencia y que el Estado adoptase medidas drásticas a
fin de impedir que la empresa continuase contaminando el medio ambiente, y
demandó el suministro de agua limpia para las comunidades, la atención de salud y el
inicio de un programa de desarrollo integral. Por la misma época, la Federación de
Comunidades Nativas del Corrientes (Feconaco) exigió la conformación de una
comisión especial, integrada por representantes de la Defensoría del Pueblo, del
Congreso, de la OIT, de Aidesep y de ella misma, para realizar una auditoría ambiental
en la cuenca y, posteriormente, un plan de reparación de daños, de atención a la salud
de los pobladores y de indemnización a las comunidades. Reclamos de la Federación
de Comunidades Quechuas del Pastaza (Fediquep) se orientaron en el mismo sentido
(La Torre, 1998: 78-80).

No obstante los reclamos, la actitud del ministro de Energía y Minas fue siempre la de
negar las evidencias y afirmar que las emisiones de contaminantes se hallaban “dentro
de los límites máximos permisibles”. Señalaba el ministro que su fuente de información
eran “los informes mensuales de monitoreo de agua controlados y remitidos por la
propia empresa” (La Torre, 1998: 80).

Este tema es central y por eso me detengo en él para citar el Análisis de la Situación
de Salud del Pueblo Achuar 2006 (Dirección General de Epidemiología, 2006: 85),
cuando se refiere a las nuevas obligaciones basadas en las regulaciones ambientales
decretadas en 1996 que incluyen los contratos de transferencia de los lotes 8 y 1AB.
Este documento señala textualmente:

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“…OSINERG, la entidad encargada de la supervisión de las operaciones, ha
admitido que entre octubre de 1997 en que inició sus operaciones y julio del
2003 se limitó a tomar conocimiento de los reportes de monitoreo de
vertimientos de agua presentados por la empresa. Durante todo ese período
OSINERG no llevó a cabo inspecciones de campo para comprobar el
cumplimiento de las normas acerca de niveles permisibles para efluentes
líquidos en las operaciones petroleras (OSINERG marzo 2004). Al hacer
finalmente la fiscalización in situ OSINERG halló que en el Lote 1AB los
informes de monitoreo se basaban en inspecciones en lugares distintos de
donde se encontraban los reales vertimientos de efluentes líquidos. En los
lugares de vertimiento reales detectó “niveles de cloruros y bario y
temperaturas muy por encima de los límites permisibles”. En el Lote 8 la
constatación fue similar ya que los monitoreos también se realizaban en
lugares distintos de los reales y en los puntos inspeccionados encontraron que
los vertimientos de aguas de producción se realizaban al suelo y directamente
a quebradas con contaminación de suelos y daños a los cursos de agua".

Esta misma actitud de confianza ciega en los informes de las empresas y de rechazo,
igualmente ciego, de las denuncias de las federaciones indígenas e instituciones
ambientalistas se va a manifestar más tarde, cuando autoridades del Estado
declararán el cumplimiento de los compromisos de la empresa sin haber comprobado
ellas mismas en el terreno la veracidad de la información proporcionada por ellas. Es
evidente así, que el Estado le otorga un peso a la palabra de las empresas que no le
da a la de las organizaciones de base, no obstante establecer como su fin supremo,
en la primera obligación constitucional, “la defensa de la persona humana y el respeto
de su dignidad”.

2. El acta de Dorissa

Dada la negativa del Estado, la federación de Comunidades Nativas del Corrientes


(Feconaco), durante la segunda mitad de 2006, tomó la decisión de capturar los pozos
y campamentos, con la finalidad de exigir al Estado y a la empresa adoptar medidas
de urgencia para frenar los daños al ambiente y a la salud de la gente e iniciar un plan
de 6 recuperación de ambos. La toma de las instalaciones duró algunas semanas y el
Estado estuvo a punto de recuperarlas mediante una incursión violenta de la policía
antimotines. La intervención de la Defensoría del Pueblo fue fundamental para que no
se produjera una intervención de esas características. Aunque con mucha dificultad se
logró redactar y firmar un acuerdo, llamado “acta de Dorissa”, en la que el Estado y la
empresa establecieron sus responsabilidades respecto a la serie de medidas que
debían ejecutarse en plazo perentorio. Sin embargo, fue necesaria un acta
complementaria a la primera para precisar fechas y compromisos. La ONG Racimos
de Ungurahui jugó un destacado papel en el proceso de negociación. La empresa se
responsabilizó por reinyectar las aguas de formación, remediar los pasivos
ambientales e invertir en mejoras para la atención de la salud, esto último a través de
la Dirección Regional de Salud (Diresa); mientras que el Estado, mediante el Gobierno
Regional de Loreto (Gorel), asumió ejecutar el componente de desarrollo.

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El avance de los acuerdos puede verse en la matriz elaborada por la Defensoría del
Pueblo para dar seguimiento al cumplimiento del acta de Dorissa. Grosso modo puedo
mencionar que la reinyección ha sido cumplida en su totalidad en la cuenca del
Corrientes; que si bien la remediación (es decir, la limpieza de impactos como
derrames, almacenamiento de lodos de perforación en pozas, erosión y otros) se está
avanzando, los resultados no son satisfactorios como lo indica un estudio
especializado hecho por la empresa E-Tech International a pedido de la Feconaco,
que señala que Pluspetrol no está cumpliendo los estándares internacionales ni los
nacionales (Quarles, 2009); que la inversión para atención de la salud, ascendente a
40 millones de soles a lo largo de diez años, se está realizando mediante el Proyecto
Especial Plan Integral de Salud de la Cuenca del Río Corrientes (Pepisco); y que el
componente de desarrollo, que debe ejecutar el Gorel con fondos propios ascendentes
a 11 millones de soles, hasta la fecha no ha logrado ninguna de sus metas que
contemplaban cuestiones de educación, salud y saneamiento, promoción económica y
turística y construcción de infraestructura.

El Estado, inmutable en su comportamiento, tampoco en este caso ha comprobado la


veracidad de la información proporcionada por la empresa. De hecho, los avances
mencionados no han sido verificados por fuente oficial alguna sino por estudios
independientes realizados por E-Tech, empresa convocada por Feconaco, y por los
propios monitores ambientales, sobre los cuales trata el siguiente acápite.

Cuestión igualmente importante es el hecho de que Feconaco haya logrado el


compromiso de la empresa y el Estado de hacer la reinyección a pesar de no existir
una ley específica que la haga obligatoria para las empresas que ya estaban
explotando hidrocarburos en 2005, año en que se dio una norma disponiendo la
reinyección en los nuevos contratos que firme el Estado. Frente a esta realidad, la
posición de representantes de Pluspetrol es siempre decir que, no obstante eso, “ellos
ya estaban pensando realizar la reinyección”.

3. Los monitores ambientales

Un logro relacionado con el proceso afirmado por el Acta de Dorissa ha sido la


formación, en 2005, de un programa de monitores indígenas de Feconaco para
realizar trabajo de vigilancia ambiental en las comunidades afectadas por la
explotación petrolera que permita detectar nuevos derrames y monitorear el avance de
las tareas de remediación. Los monitores envían reportes de las incidencias
observadas a su federación, quien a su vez los hace llegar a Pluspetrol,
OSINERGMIN, MINEM, OEFA, 7 Diresa, Defensoría del Pueblo y la Fiscalía
Ambiental. A comienzo de este año 2011 el programa contaba con 14 monitores
ambientales capacitados en cursos teóricos y prácticos sobre procesos de reinyección
de aguas saladas, remediación de suelos contaminados y su reforestación,
explotación petrolera, interpretación de resultados de estudios científicos, lectura de
mapas, uso del GPS y de equipos de fotografía y filmación, y manejo de wincha,
conductivímetro, computadora y brújula. Este programa cuenta actualmente con una
formidable base de datos digital que contiene más de 20.000 fotos y numerosos videos
que dan cuenta de derrames, pasivos ambientales, sitios de remediación y otros, con
coordenadas precisas de ubicación.

14
La Federación Indígena Quechua del Pastaza (Fediquep), cuenca igualmente afectada
por la explotación de petróleo desde inicios de la década de 1970, también ha formado
sus propios promotores ambientales quienes desarrollan una labor similar a la antes
descrita.

Consideraciones finales

En esta historia, el papel del Estado ha sido lamentable. Además de lo ya señalado


sobre su desidia por controlar el desarrollo de la extracción de hidrocarburos en las
diversas cuencas donde opera esta industria, negando hasta límites absurdos los
impactos negativos sobre el medio ambiente y la población, una vez que, por esfuerzo
de una organización indígena se logró modificar esta dinámica, su discurso cambió
radicalmente. Dos ejemplos: el ministro de Energía y Minas del anterior gobierno
(Pedro Sánchez) no sólo omitió dar crédito a los achuares por estos logros, sino que
se apropió de ellos declarando que la reinyección “es un paso trascendental en la
preservación y la protección del medio ambiente [que] marca un hito en el manejo
ambiental hidrocarburífero del Perú y es el resultado del esfuerzo conjunto entre la
empresa privada y el Estado” (La Región, 28/0/2009, versión digital). Resulta ser que
los que se oponían a la adopción de esta medida en 2006 se apropiaron y
envanecieron luego de los éxitos, mientras que los indígenas, como ya es costumbre,
fueron invisibilizados. El otro ejemplo es el del ex ministro del Ambiente de entonces
(Antonio Brack) quien declaró, ignorando también el valor de la lucha de los achuares,
que a partir de la reinyección la industria petrolera es limpia y no ofrece riesgos ni al
medio ambiente ni a la población (ver diario El Comercio (sección B, p. 2, 20/6/2009),
como si 40 años de impactos se borraran así de fácil (ojalá fuera así) y como si los
derrames hubiesen cesado después del acta de Dorissa. Que esto no es así nos lo
demuestra precisamente el trabajo realizado por los monitores ambientales de
Feconaco quienes entre 2006 y 2010 han registrado 69 derrames mayores (los que
han afectado más de 100 m de una quebrada o río o más de 100 m2 de espejo de
agua o superficie de suelo) y 23 derrames menores.

Lo que están haciendo federaciones como las del Corrientes y Pastaza es no sólo
defender su hábitat y su vida, sino defender el patrimonio natural del país, tarea que,
de acuerdo a la Constitución, le corresponde prioritariamente al Estado, quien sin
embargo hace todo lo contrario. Por ejemplo, la importancia de la aplicación de las
medidas contempladas en el Acta de Dorissa para la Reserva Nacional Pacaya
Samiria ha sido fundamental, porque ha permitido cortar el vertimiento de aguas de
formación en sus ríos y quebradas. Por estas contribuciones, las organizaciones
indígenas deberían recibir el reconocimiento de un Estado orgulloso de contar con
ciudadanos conscientes, pero, en cambio, les retribuye con el olvido o con la indecente
expropiación de sus logros.

Un ejemplo más del lamentable comportamiento del Estado en esta historia es el


incumplimiento del Gorel de su compromiso de ejecutar el componente de desarrollo,
exigido por las comunidades achuares y su federación, lo que echa por tierra el
argumento inventado de que los pueblos indígenas se oponen al desarrollo cuando
rechazan la presencia de industrias extractivas en su territorio, cuando en realidad a lo
que se oponen es a ser atropellados y considerados como piezas móviles y
descartables dentro de los procesos económicos. El 14 de octubre de este año, los

15
apus del Corrientes presionaron al Gorel a firmar un acuerdo para transferir a la
federación los fondos comprometidos por este Gobierno en el Acta de Dorissa, para lo
cual deberá conformarse un comité de gestión.

Y sobre el tema del desarrollo y la pobreza quiero hacer algunas reflexiones. ¿Se
oponen los pueblos indígenas a cambios que les faciliten su trabajo y mejoren sus
condiciones de vida? Por supuesto que no. Nunca ha sido así, ya que de haberlo sido
no hubieran incorporado herramientas de acero a su bagaje tecnológico, motores fuera
de borda, escopetas para cazar, redes de nylon para la pesca y un sinfín de
innovaciones que no son del caso señalar. Sólo pueden afirmar tal despropósito
quienes no conocen esa realidad o quienes utilizan el argumento para sorprender
incautos y justificar la instalación abusiva de industrias extractivas en los territorios
indígenas para beneficio propio y reforzamiento de un modelo de crecimiento (no de
desarrollo) que termina, este sí, sumiendo a la gente en situaciones de pobreza como
consecuencia de la destrucción de sus fuentes de riqueza: su tierra, sus bosques y sus
cuerpos de agua, y su inteligencia para hacerlos producir.

Destacó también los criterios para medir la pobreza que, en todos los casos, se define
por carencias debidas al Estado: agua potable y otros servicios de saneamiento,
educación (analfabetismo y escolaridad) y cuestiones por el estilo. Señalar que entre
los distritos más pobres del país están aquéllos que más petróleo producen, como
Tigre y Andoas, no hace más que reafirmar que la actividad no genera desarrollo ni
riqueza para la población local, riqueza que, sabemos, beneficia principalmente a
empresas transnacionales, blindadas por sus cuatro costados con los contratos de
seguridad impuestos por la Constitución de 1993, y en menor medida a los gobiernos.
Más difícil es establecer en este proceso los porcentajes de beneficio de la corrupción
que, de vez en cuando, no puede ser contenida y salta a la luz, como el mencionado
caso de los petro-audios.

Por último quiero referirme a la dudosa utilidad que en este contexto de febrilidad
extractiva pueden tener los procesos de zonificación ecológica económica y los planes
de ordenamiento territorial. En efecto, ¿cuál es la importancia de hacer una ZEE, como
proceso para identificar, definir y caracterizar áreas o zonas que corresponden a las
distintas condiciones ecológicas dentro de un marco geográfico determinado y evaluar
su aptitud física y su viabilidad económica y social para apoyar estrategias específicas
de utilización de los recursos; y de qué sirve realizar estudios sobre los recursos
naturales y las actividades económicas de la región conducentes al ordenamiento
territorial, es decir, a recomendar los usos más adecuados para aprovechar el espacio
sin deteriorar los ecosistemas y recursos naturales, de qué sirven, pues, estos
procesos y estudios si a priori se ha cuadriculado a la región amazónica para
convertirla en lotes que se venden de oferta a empresas para que realicen explotación
petrolera y minera, sin tener en cuenta para nada sus condiciones ecológicas ni menos
aún los usos que ya la gente asentada, indígena o no, le está dando y sirven para
mantener a numerosa población en condiciones que pueden ser 9 mejoradas para
generar más beneficios para la gente y garantizar la sostenibilidad del medio
ambiente?

Hace poco, con motivo de la presentación de la recientemente creada zona reservada


Yaguas califiqué al Estado de padecer de esquizofrenia: mientras que por un lado crea

16
ANP para proteger la naturaleza, sea ecosistemas, especies o paisajes,
simultáneamente somete al país a la acción de industrias destructivas y
contaminantes. Pero la esquizofrenia es mucho más aguda y compromete al sistema
entero que persiste en sus mismos errores a pesar de no existir ya dudas de que la
naturaleza, a través de fenómenos como el calentamiento global, se está vengando
por los atropellos cometidos contra ella, y que el absurdo paradigma del crecimiento
ilimitado ha llegado a su fin y está originando en todo el mundo crisis financieras de
consecuencias impredecibles.

Conclusión

Llegamos a la conclusión que el boom petrolero tuvo un gran impacto en


latinoamérica, de manera social, económica y ambienta l.Cambio en la
economía,durante los años los ingresos del gobierno crecieron en promedio 37,3 %
anual.
El mal funcionamiento del estado con respecto a esto, negando los impactos
negativos que se tuvieron sobre el medio ambiente y no se hizo nada al respecto.
Ignorando la lucha de los Achuares e invisibilizados por la reinyección de la industria
petrolera (limpia y no ofrece riesgos ni al medio ambiente ni a la población).El
incumplimiento de Gorel, son solo algunas de los daños y mal funcionamiento con
respecto al petróleo.

17
El petróleo hasta la actualidad tiene una gran importancia ya que más del 68% de la
energía comercial que se tiene su fuente es el petróleo y derivados, por ende
todos los sectores y ramas económicas dependen de este recurso.

Anexos

18
Web Grafía

Sierra, Y. (2017). ¿Qué ha pasado en 40 años de actividad petrolera en la Amazonía


peruana?. Recuperado el 10 de febrero del 2022, de MONGABAY. Sitio web:
https://es.mongabay.com/2017/06/ha-pasado-40-anos-actividad-petrolera-la-
amazonia-peruana/

Gestión. (2018). Loreto solo produce el 15% de los más de 42,000 barriles de petróleo
al día que podría explotar. Recuperado el 11 de febrero del 2022, de diario Gestión.
Sitio web: https://gestion.pe/economia/loreto-solo-produce-el-15-de-los-mas-de-42000-
barriles-de-petroleo-al-dia-que-podria-explotar-noticia/?ref=ges

El Comercio. (2006). PERÚ VIVE SU BOOM PETROLERO. Recuperado el 10 de


febrero del 2022, de Miningpress. Sitio web:
https://miningpress.com/nota/192295/peru-vive-su-boom-petrolero

19
Rumrill, R. (2011). Estamos en vísperas de un nuevo boom petrolero. Recuperado el
10 de febrero del 2022, del diario La Región. Sitio web:
http://www.actualidadambiental.pe/wp-content/uploads/2011/11/Petr%C3%B3leo-y-
PPII-visi%C3%B3n-hist%C3%B3rica-Alberto-Chirif.pdf

Desdeadentro. (2021). Cincuenta años del descubrimiento de petróleo en la selva


peruana. Recuperado el 11 de febrero del 2022, de desdeadentro Sitio web:
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en-la-selva-peruana/

Chirif, A. (2011). Petróleo y pueblos indígenas de Loreto: una visión histórica.


Recuperado el 11 de febrero del 2022, de Actualidad Ambiental. Sitio web:
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PPII-visi%C3%B3n-hist%C3%B3rica-Alberto-Chirif.pd

https://www.catorce6.com/actualidad-ambiental/internacional/19223-los-paises-con-
las-mayores-reservas-de-petroleo-en-el-mundo#:~:text=Seg%C3%BAn%20el
%20informe%2C%20aunque%20hist%C3%B3ricamente,aproximadamente%20el
%2048%25%20en%202019.

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