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más prominentes?
En este ensayo quiero que veamos la perspectiva de Lutero, Calvino y Bullinguer en cuanto a
este asunto.
I. Lutero
A. Lutero fue el hombre que Dios uso para empezar lo que llamamos la reforma
protestante. Lutero era hijo de un minero. Su padre quería que Lutero fuera
abogado y se volviera famoso, pero Lutero tubo una experiencia traumática
cuando regresaba de visitar a sus padres; había una fuerte tormenta y un rallo cayó
cerca de él, se asusto tanto que se postró gritando: ¡Santa Ana, sálvame y me haré
monje! En efecto, Lutero se convirtió en monje, pero no encontró la paz espiritual
que buscaba, según dice la historia, Martín Lutero pasaba horas en el
confesionario, pero sin encontrar paz alguna. Solo encontró la paz cuando
enseñaba en la universidad el libro de Romanos, especialmente en Romanos 1:16-
17. Lutero entendió el significado de la frase “la justicia de Dios”, Lutero pensaba
que dicha frase significaba la ira por la cual Dios castiga al pecador, pero ese día
pudo ver que esa justicia era la justicia que Dios nos daba en Cristo al salvarnos.
En 1517 clavo las famosas 95 tesis en la capilla de Wittenberg, comenzando así la
gran reforma protestante. Lutero no quería una reforma, solo quería debatir con
otros sus tesis.
B. ¿Qué enseñaba Lutero en cuanto al Día del Señor?
1. Lutero concibió el día del Señor no como un día especial para guardar sino
como un tiempo especial donde nos apartamos de nuestras actividades diarias
para adorar a Dios. Lutero dice en su catecismo menor:
a. Debemos entender el “día de reposo” como algo más que un día
especial como el sábado o el domingo para adorar a Dios, sino el
hacernos el tiempo, salir de nuestra rutina cotidiana, para vivir con
nuestra mente en la Palabra de Dios y nuestras acciones acorde con la
fe.
b. En su catecismo mayor se extiende mucho más en esto. Él ve el día de
reposo no como algo que debe guardarse estrictamente, no lo ve como
una ley, no cree que se deba guardar el domingo como los judíos
debían guardar el sábado. Él creía que guardar el día del Señor era
estar en continua comunión con Dios, sin embargo, él entendía que no
todos tenían el tiempo para adorar a Dios diariamente, por eso creía
que era algo sabía dedicar el día domingo a la adoración del Señor. Él
dice en su catecismo mayor:
i. Pero, como digo, esto no está de por sí sujeto a un tiempo
determinado, como hacían los judíos, debiendo ser este día o
aquel otro, pues ningún día es en sí mismo mejor que otro; por
lo contrario, el culto divino debiera celebrarse diariamente. No
obstante, la mayoría se ve impedida de hacerlo y ha de
escogerse, por lo tanto, por lo menos un día de la semana para
ello. Siendo el domingo el día fijado desde la antigüedad,
conviene seguir celebrándolo para que exista un orden unánime
y para que no se engendre desorden con inútiles innovaciones.
La intención simple de este mandamiento es, por consiguiente,
ya que de todas maneras hay días de fiesta, que se aprovechen
tales feriados para instruirse en la palabra de Dios. Por lo tanto,
la función que es propia a dicho día debe consistir en el
ministerio de la predicación, tanto por causa de la juventud
como del pobre pueblo. Sin embargo, sería equivocado
entender la celebración del día de reposo tan estrechamente
como para prohibir la ejecución de algún trabajo casual.
Catecismo Mayor de Lutero
c. Hay muchas otras citas que puedo dar con respecto a cual era el punto
de vista de Lutero en cuanto al día de reposo pero pienso que etas que
he dado son mas que suficientes para probar que Lutero no era
legalista en cuanto al día de reposo.
2. Lutero creía que los únicos que debían guardar estrictamente el sábado eran
los judíos, en su catecismo mayor dice:
En verdad, los cristianos deberíamos observar siempre tal día festivo, y hacer cosas
santas, esto es, ocuparnos a diario de la palabra de Dios teniéndola tanto en el corazón
como en los labios.
Pero, como se dijo, no todos disponemos del tiempo y del ocio, por eso debemos
dedicar algunas horas de la semana a la juventud, o por lo menos un día entero para
todo el pueblo, con objeto de preocuparse de esto sólo y se estudien precisamente y
mediten los Diez Mandamientos, el Credo y el Padrenuestro, dirigiendo así toda
nuestra vida y ser por la palabra divina. Cualquiera sea el tiempo en que estas cosas
estén en vigor y sean practicadas, se observa un verdadero día de reposo; en otro
caso, no deberá ser llamado día festivo cristiano. Porque quienes no son cristianos
también saben festejar y descansar, igual que ese enjambre de nuestros clérigos que se
pasan el día en la iglesia; cantan, tocan, pero jamás santifican el día de reposo, pues ni
predican, ni se ejercitan en la palabra de Dios, antes al contrario, enseñan y viven en
contra de la misma. Catecismo Mayor de Lutero
En efecto, la palabra de Dios es la cosa más santa de todas las cosas santas. Todavía
más: ella es lo único que los cristianos conocemos y poseemos. Si reuniésemos todos
los huesos y vestiduras santas y consagradas, de todos los santos, de nada nos
ayudarían, pues son cosas muertas y que no pueden santificarnos. Pero la palabra de
Dios es el tesoro que todo lo santifica y, también, lo que ha santificado a todos los
santos. Ahora bien: las horas dedicadas a la palabra de Dios, ora predicándola, ora
escuchándola, ora leyéndola, ora meditándola, son una ocupación que santifica a la
persona, el día y la obra; mas no por la mera obra exterior, sino por la palabra de Dios
que nos hace santos a todos. Por eso, digo sin cesar que toda nuestra vida y obra
tienen que dirigirse por la palabra de Dios, si deben llamarse agradables a Dios o
santas. Donde esto ocurre, este mandamiento se cumple en su fuerza y plenitud. Por
lo contrario, toda cosa u obra que se dirige fuera de la palabra de Dios son ante Dios
no santas, aunque aparezcan y resplandezcan como quiera y si bien se las recubre de
santidad, como hacen los ficticios estados religiosos que no conocen la palabra de
Dios y buscan la santificación en sus obras. Catecismo Mayor de Lutero
Dado que la palabra de Dios es tan importante que sin ella no es posible ser
santificado el día de reposo, debemos saber que Dios quiere que severamente se
cumpla este mandamiento y castiga a todos los que menosprecian su palabra y no
quieren oírla y aprenderla, especialmente en el día fijado para esto. De aquí que no
pequen contra este mandamiento únicamente quienes lo usen groseramente en
indebida forma profanándolo como, por ejemplo, hacen los que se dispensan de
escuchar la palabra divina por avaricia o por ligereza o están en las tabernas locos y
beodos como los puercos; sino que también quebrantan el mandamiento el sinnúmero
de personas que oyen la palabra de Dios como una nadería cualquiera o que sólo por
costumbre asisten al sermón y entran y salen de la iglesia de tal modo que, al cabo del
año, saben tanto como al principio. En efecto, hasta ahora se ha pensado que se había
celebrado bien, si el domingo se acudía a la misa o a oír la lectura del evangelio. Sin
embargo, nadie se preocupaba por la palabra de Dios, como tampoco nadie la
enseñaba. Pero hoy que tenemos la palabra de Dios, tampoco se ha suprimido el mal
uso de la misa. Sin cesar se nos predica y amonesta, pero lo escuchamos sin seriedad
y preocupación. Aprende, por lo tanto, que no se trata únicamente de oír, sino sobre
todo, de aprender y retener lo aprendido y no pienses tampoco que pueda depender de
tu arbitrio o que no tenga gran importancia, antes bien, trátase del mandamiento de
Dios que te exigirá cómo escuchaste, aprendiste y honraste su palabra. Catecismo
Mayor de Lutero.
II. Calvino
A. 28. Las tres razones de este mandamiento
1. 28. El significado del mandamiento es que, estando muertos a nuestros
propios afectos y obras, meditamos en el reino de Dios y, para tal meditación,
recurrimos a los medios que él ha designado. Pero como este mandamiento se
encuentra en circunstancias peculiares aparte de los otros, el modo de
exposición debe ser algo diferente. Los primeros escritores cristianos suelen
llamarlo típico, ya que contienen la observancia externa de un día que fue
abolido con los otros tipos en el advenimiento de Cristo. Esto es
verdaderamente cierto; pero deja intacta la mitad del asunto. Por lo tanto,
debemos profundizar en nuestra exposición y atender tres casos en los que me
parece que la observancia de este mandamiento consiste. Primero, debajo el
descanso del séptimo día, el divino Legislador pretendía proporcionarle al
pueblo de Israel un tipo de descanso espiritual mediante el cual los creyentes
debían cesar de sus propias obras y permitir que Dios obre en ellas. En
segundo lugar, quiso decir que debería haber un día en el que debían reunirse
para escuchar la Ley y realizar ritos religiosos, o que, al menos, deberían
emplear especialmente para meditar en sus obras, y así ser entrenados para la
piedad. En tercer lugar, se refería a que los sirvientes, y aquellos que vivían
bajo la autoridad de otros, debían disfrutar de un día de descanso y, por lo
tanto, tener algún tipo de interrupción del trabajo.
B. 29. Los fieles deben descansar de sus propios obras, a fin de dejar que Dios
obre en ellos
1. 29. En muchos pasajes se nos enseña que esta acumulación de descanso
espiritual ocupa un lugar primordial en el día de reposo. De hecho, no hay
mandamiento cuya observancia el Todopoderoso aplique más estrictamente.
Cuando da entender por los profetas que la religión estaba completamente
subvertida, se queja de que sus sábados estaban contaminados, violados, no
guardados, no santificados; como si, después de que fue descuidado, no
quedara nada en lo que pudiera ser honrado. La observancia del mismo elogia
en los términos más elevados y, por lo tanto, entre otros privilegios divinos,
los fieles establecen un valor extraordinario en la revelación del sábado. En
Nehemías, los levitas, en la asamblea pública, hablan así: “Les hiciste conocer
tu santo sábado, y les ordenaste preceptos, estatutos y leyes, por la mano de tu
siervo Moisés”. Usted ve el honor singular que tiene entre todos los preceptos
de la Ley. Todo esto tiende a celebrar la dignidad del misterio, que es lo más
admirablemente expresado por Moisés y Ezequiel. Así, en Éxodo: “En verdad
vosotros guardaréis mis días de reposo; porque es señal entre mí y vosotros
por vuestras generaciones, para que sepáis que yo soy Jehová que os santifico.
Así que guardaréis el día de reposo, porque santo es a vosotros; el que lo
profanare, de cierto morirá; porque cualquiera que hiciere obra alguna en él,
aquella persona será cortada de en medio de su pueblo. Seis días se trabajará,
mas el día séptimo es día de reposo consagrado a Jehová; cualquiera que
trabaje en el día de reposo, ciertamente morirá. Guardarán, pues, el día de
reposo los hijos de Israel, celebrándolo por sus generaciones por pacto
perpetuo. Señal es para siempre entre mí y los hijos de Israel” (Éxodo 31:13–
17). Ezequiel está aún más lleno, pero la suma de lo que dice equivale a esto:
que el sábado es una señal por la cual Israel podría saber que Dios es su
santificador. Si nuestra santificación consiste en la mortificación de nuestra
propia voluntad, la analogía entre el signo externo y el asunto significado es la
más apropiada. Debemos descansar completamente, para que Dios pueda
obrar en nosotros; debemos renunciar a nuestra propia voluntad, entregar
nuestro corazón y abandonar todos los deseos de la carne. En resumen,
debemos desistir de todos los actos de nuestra propia mente, para que Dios
obre en nosotros, podamos descansar en él, como también lo enseña el
Apóstol (Heb. 3:13; 4:3, 9).
C. 30. El séptimo día figura la perfección final, a la cual debemos aspirar
1. 30. Este cese completo fue representado a los judíos por la observancia de un
día en siete, lo cual, para que pueda ser atendido religiosamente, el Señor lo
recomendó por su propio ejemplo. Porque no es una pequeña incitación al
celo del hombre saber que está comprometido en imitar a su Creador. En caso
de que alguien espere algún significado secreto en el número siete, siendo este
en las Escrituras el número de la perfección puede haber sido seleccionado, no
sin causa, para denotar la perpetuidad.
Sin embargo, sería tan imposible preservar la decencia y el orden sin este
arreglo político, que su disolución conduciría instantáneamente a la
perturbación y la ruina de la Iglesia. Pero si la razón por la cual el Señor
designó un sábado para los judíos es igualmente aplicable a nosotros, ningún
hombre puede afirmar que es un asunto con el que no tenemos nada que ver.
Nuestro Padre más complaciente e indulgente se ha complacido de satisfacer
nuestras necesidades, no menos que las de los judíos. ¿Por qué, puede
preguntarse, no celebramos reuniones diarias y, por lo tanto, evitamos la
distinción de días? ¡Ojalá tuviéramos el privilegio de hacerlo! La sabiduría
espiritual indudablemente merece tener una parte de cada día dedicada a ella.
Pero si, debido a la debilidad de muchos, no se pueden celebrar reuniones
diarias, y la caridad no nos permitirá exigir más, ¿por qué no debemos adoptar
la regla que la voluntad de Dios obviamente nos ha impuesto?
F. 33. Nosotros observamos el domingo sin judaísmo y sin superstici6n
1. 33. Estoy obligado a insistir un poco más en esto, porque algunos espíritus
inquietos ahora están haciendo un clamor sobre la observancia del día del
Señor. Se quejan de que las personas cristianas están entrenadas en el
judaísmo, porque se mantiene cierta observancia de los días. Mi respuesta es:
que esos días son observados por nosotros sin judaísmo, porque en este asunto
nos diferenciamos ampliamente de los judíos. No lo celebramos con la más
mínima formalidad, como una ceremonia mediante la cual imaginamos que se
tipifica un misterio espiritual, sino que lo adoptamos como un remedio
necesario para preservar el orden en la Iglesia. Pablo nos informa que los
cristianos no deben ser juzgados con respecto a su observancia, porque es la
sombra de algo por venir (Col. 2:16); y, por lo tanto, expresa temor de que su
labor entre los gálatas se muestre en vano, porque aún observaban días
(Gálatas 4:10, 11). Y dice a los romanos que es supersticioso hacer que un día
difiera de otro (Romanos 14:5). Pero ¿quién, excepto esos hombres inquietos,
no ve a qué observancia se refiere el apóstol? Esas personas no tenían en
cuenta ese arreglo político y eclesiástico, pero al retener los días como tipos
de cosas espirituales, ocultaron hasta ahora la gloria de Cristo y la luz del
Evangelio. No desistieron del trabajo manual debido a su interferencia con el
estudio sagrado y la meditación, sino como una especie de observancia
religiosa; porque soñaban que, al dejar de trabajar, cultivaban los misterios
que antes se les habían confiado. Fue, digo, en contra de esta absurda
observancia de los días que el Apóstol cuestiona, y no contra esa selección
legítima que está supeditada a la paz de la sociedad cristiana. Porque en las
iglesias establecidas por él, este fue el uso para el cual se guardó el sábado. Él
le dice a los corintios que separen el primer día para recolectar contribuciones
para el alivio de sus hermanos en Jerusalén (1 Co. 16:2). Si la superstición es
temida, había más peligro en guardar el sábado judío que el día del Señor
como Los cristianos ahora lo hacen. Al ser conveniente derrocar la
superstición, el día santo de los judíos fue abolido; y como una cosa necesaria
para retener la decencia, el orden y la paz, en la Iglesia, otro día fue designado
para ese propósito. Él le dice a los corintios que separen el primer día para
recolectar contribuciones para el alivio de sus hermanos en Jerusalén, (1 Cor.
16:2). Si la superstición es temida, había más peligro en guardar el sábado
judío que el día del Señor como los cristianos ahora lo hacen. Al ser
conveniente derrocar la superstición, el día santo de los judíos fue abolido; y
como una cosa necesaria para retener la decencia, el orden y la paz, en la
Iglesia, otro día fue designado para ese propósito.
G. 34. Aunque los antiguos no han escogido el día del domingo para ponerlo en
lugar del sábado sin razón alguna.
2. 34. Sin embargo, no fue sin una razón por la que los primeros cristianos
sustituyeron lo que llamamos el día del Señor por el sábado. La resurrección
de nuestro Señor como el fin y el logro de ese verdadero descanso que tipificó
el antiguo sábado, este día, mediante el cual se abolieron los tipos, sirve para
advertir a los cristianos contra la adhesión a una ceremonia sombría. No me
aferro tanto al número siete como a la esclavitud de la Iglesia, ni condeno a las
iglesias por celebrar sus reuniones en otros días solemnes, siempre que se
protejan contra la superstición. Esto lo harán si emplean esos días meramente
para el cumplimiento de la disciplina y el orden regular.
El conjunto puede resumirse así:
como la verdad fue entregada típicamente a los judíos, así se nos
imparte sin figura; primero, que durante toda nuestra vida podamos
aspirar a un descanso constante de nuestras propias obras, para que
el Señor pueda obrar en nosotros por medio de su Espíritu;
Y de verdad, vemos qué beneficio han obtenido con tal doctrina. Los que
se aferran a sus constituciones van tres veces más lejos que los judíos en la
superstición burda y carnal del sabatismo; de modo que los reproches que
leemos en Isaías (Isaías 1:13; 58:13) se aplican tanto a los de hoy en día,
como a aquellos a quienes el Profeta se dirigió a ellos. Sin embargo,
debemos tener cuidado de observar la doctrina general, es decir, para que
la religión no se pierda ni se debilite entre nosotros, debemos asistir
diligentemente a nuestras asambleas religiosas, y aprovecharnos de las
ayudas externas que tienden a promover la adoración de Dios.
3. Bullinger
Heinrich Bullinger (1504-1575) es considerado el reformador de segunda
generación más influyente. Como heredero de Ulrico Zwinglio en Zurich,
Suiza, consolidó y continuó la Reforma Suiza que había iniciado su
predecesor. Teólogo del Pacto: Heinrich Bullinger. Un artículo en Ligonier
ministres (https://www.ligonier.org/learn/articles/covenant-theologian-
heinrich-bullinger)