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ANTROPOLOGÍA DE LA REPRESENTACIÓN

TAREA 1
Nombre: Camila Aldás Fecha de entrega: 11/09/23

P1. ¿Cómo han influido los estudios sobre representación en estudios culturales, media
studies, lingüística y filosofía en la antropología contemporánea?
El trabajo de la representación es una tarea compleja, pues la representación conecta el sentido al
lenguaje y a la cultura, ¿cómo?, Hall (2013) nos habla de las teorías sobre cómo es utilizado el
lenguaje para representar el mundo, centrándose en la teoría construccionista, donde señala que
el sentido es construido en el lenguaje y mediante él. Este enfoque es la perspectiva que más
impacto ha tenido sobre los estudios culturales en los últimos años y se fundamenta en el modelo
semiótico (signos) propuesto por Saussure y el discursivo (discurso como intermedio para la
acción) defendido por Foucault.

La representación es la producción de sentido de los conceptos en nuestra mente mediante el


lenguaje, y el vínculo entre los conceptos y el lenguaje nos capacita para referirnos al mundo
“real” de los objetos, gente o eventos, o a los mundos imaginarios de estas categorías. (Hall
2013). Tanto los objetos, como la gente y los eventos se correlacionan en un conjunto de
representaciones mentales que llevamos en nuestra cabeza, sin este sistema no podríamos
interpretar el mundo. La manera en la que entendemos al mundo es siempre una representación
ya que somos capaces de formar conceptos de todas las cosas que percibimos: gente y objetos
materiales, pero también formamos conceptos de cosas que nunca hemos visto y tal vez nunca
veremos, o sobre gente y lugares que simplemente hemos inventado.

Es así como, el sentido que damos a los conceptos depende de la relación entre las cosas en el
mundo (gente, objetos, eventos reales o ficticios) y el sistema conceptual, o sea las
representaciones mentales de los mismos. Cada uno de nosotros entiende e interpreta el mundo
de una manera única e individual; sin embargo, compartimos mapas conceptuales que nos
permiten dar sentido al mundo aproximadamente de la misma manera y esto entendemos cuando
decimos que pertenecemos a la misma cultura. Debemos tener en cuenta que un mapa conceptual
compartido no es suficiente, hay que ser capaces de representar o intercambiar sentidos y
conceptos y esto sucede cuando tenemos acceso a un lenguaje compartido (Hall 2013).

Por lo tanto, el mapa conceptual (conceptos) debe ser traducido a un lenguaje común, por
ejemplo: escritos, sonidos, imágenes, etc., que a su vez son denominados signos. Finalmente, la
relación entre las cosas, conceptos y signos está en el corazón de la producción de sentido dentro
de un lenguaje. El proceso que vincula estos tres elementos y los convierte en un conjunto es lo
que denominamos representaciones.

A partir de estas consideraciones sobre el origen y construcción de las representaciones que nos
ofrece Hall (2013) se vuelve implícita la influencia que la representación puede ejercer sobre
cualquier manifestación humana, al entender, como mencionamos en líneas anteriores, que
cualquier medio que nos permita pensar el mundo es una representación y, por lo tanto, tiene la
capacidad de moldear a un sujeto y sus ideas sobre el tema que se proponga. Sustentamos esta
opinión en el estudio que nos presenta Said (2002) sobre el Orientalismo, otra forma en la que la
representación se expresa en los estudios culturales, donde este campo erudito que es el
conocimiento del Oriente, tiene como finalidad el dominio imperialista y su justificación.

Said (2002) nos define al Orientalismo como una proyección de Occidente sobre Oriente y su
voluntad de gobernarlo por el principio de la Otredad, donde nuevamente la representación juega
un rol central en esta discusión sobre cómo vemos, entendemos y actuamos con relación al Otro.
Nos devela de qué forma los occidentales pretendieron conocer lo oriental, no para comprenderlo
y convivir, sino para dominarlo mejor. Es un modo de relacionarse de los europeos, fundando
instituciones que se especialicen en lo oriental. Es también una forma de investigar y
relacionarse con Oriente, para describirlo, enseñarlo, colonizarlo y decidir sobre él. Además de
discurso, es la permanente intención de dominación.

Pero el orientalismo no es una fantasía, una serie de mitos y leyendas que, si las quitamos, nos
quedamos sin Oriente. Por el contrario, es un conocimiento; lo que cabe señalar es que este
conocimiento es la base para una relación de dominación. Europa establece relaciones con
Oriente, pero estas relaciones siempre serán desiguales; la mirada europea, entonces, no será
nunca desde la igualdad. En el autor es fuerte la influencia de Foucault y su propuesta del
modelo discursivo ya citado en Hall (2013). Said (2002) también dejará claro que ningún
conocimiento es puro, ya que siempre está impregnado de lo político; ningún discurso es
inocente. Esto significa que, a la hora de estudiar Oriente, un europeo o un norteamericano
pensará “situado”, establecido en un lugar y en un tiempo histórico, y esto siempre incluirá una
mirada política. Mirar “como occidental”, es ineludible.

Por último, queremos brindar ejemplos más cercanos donde son indiscutibles las influencias del
cómo el acto de representar rige el camino que puede tomar el quehacer antropológico hasta la
actualidad, como nos expone Hall (2013) en su apartado titulado “El espectáculo del Otro”,
fijando nuestra atención en la racialización del Otro. Las campañas de Mass media, los medios
de comunicación y las estrategias de marketing, han sido, históricamente, herramientas para
justificar la racialización, siendo parte del llamado “racismo organizado”.

El jabón fue el ícono que significó la domesticación del mundo colonial, a través de presentarse
como el símbolo de la limpieza y purificación, es decir, poder pasar de ser negro (malo) a ser
blanco (bueno), de ser pobre a ser rico. Al definir estas categorías de veridicción nacieron los
estereotipos, aquellos rasgos esenciales y fijos que definirán a algo o alguien, configurando de
esta forma la otredad y a partir de esto, generar inclusión o exclusión. Sin duda, el nacimiento de
estas normas son tácticas del poder, que se valen de las desigualdades y diferencias para
subordinar y controlar el funcionamiento del mundo.

Otra expresión que no puede pasar desapercibida es la escritura etnográfica con relación a la
carrera antropológica de la que nos habla Marcus (1991), resaltando la relevancia de la
consciencia literaria en los campos etnográficos, al prometer ser algo más que coyuntural, ya que
los debates vivifican la disciplina y las expresiones provenientes del conocimiento textual. La
escritura etnográfica termina por ser contemplada como vertiente fundamental de la antropología
contemporánea.
Bibliografía
Hall, Stuart (2013). ‘El espectáculo del “Otro”’. En Sin Garantías, Eduardo Restrepo, Catherine
Walsh, y Víctor Vich (Comp.): 431-458. Quito: Corporación Editora Nacional.
Hall, Stuart (2013). ‘El trabajo de la representación’ en Sin garantías, Eduardo Restrepo,
Catherine Walsh, y Víctor Vich (Comp.): 459-496. Quito: Corporación Editora Nacional.
Marcus, George (1991). ‘Epílogo: La escritura etnográfica y la carrera antropológica’ en
Retóricas de la Antropología (J. Cliffford y G. Marcus, editores): 357-363. Madrid: Júcar
Universidad.
Said, W. Edward (2002). ‘Introducción’ en Orientalismo: 19-54. Barcelona: DeBolsillo.

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