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LIBRO 1
Azul_Stars
Lizeth Cortez Pérez
Capítulo 1
Nathalie Parson
—Pues deberías
Directora, no.
Hermana, sí.
Zaydaly
—Gracias.
—Si
Le sonrío.
Es latín
Ian Meyer, 7
Gratias
—Oh, entiendo.
—Adiós.
Agito mi mano cuando lo observo subir a un coche
blanco y yo salgo a la calle para buscar un taxi. Puedo
caminar, pero quiero llegar rápido porque Danielle me llamó
diciendo que tenía la cena lista y no quiero hacerla esperar.
—¿Qué?
Se encoge de hombros.
—Y mañana es Martes.
—Mañana tengo clases y el resto de la semana igual.
—niego— Si quieres ve tú, diviértete, no quiero que te
pierdas la celebración.
Frunzo el ceño.
—¿Por qué?
—Danielle…
—De acuerdo.
—No, no es así.
Sus ojos azules vienen a mi mente, ninguno de los
niños en el salón tiene los ojos azules y mucho menos
escribe en latín.
Nathalie Parson
En fin.
Decido dejar de pensar en eso y retomo el camino al
salón. Cuando llego tomo el borrador para quitar la última
actividad del pizarrón poniendo de nuevo la fecha del día de
hoy con la siguiente actividad. Los niños van entrando y le
agradezco a la maestra que los trae antes de cerrar la
puerta del salón.
Me hace reír.
—No vale la pena que estés así por él. —le digo en un
intento de tranquilizarla. —Eres una mujer muy buena,
inteligente, hermosa, él no te merece, Dani.
Suelta un bufido.
—Danielle...
—Está bien.
Imbécil.
Calla.
—¿Después de qué?
—Nada, olvídalo.
—Lo prometo.
—Vamos.
Nathalie Parson.
—Hola. —saludo.
Una pelea.
—No, ve.
¿Estoy ebria?
—Danielle Prince.
—Entiendo.
—¿Qué?
Hunter Meyer
Y él lo sabía.
(¿Cómo se llama? )
Nathalie.
Me limpio la boca levantando la copa sin apartar la
vista del papel. Si le agrada es porque ella lo entiende y
respeta su poca participación en clase.
—Eso espero.
—Bien.
Tiene razón.
—Bien.
—Suelta.
Seguro es de ella.
Nathalie Parson.
Lo señalo.
—Inconscientes.
Suspira.
Este hombre.
Su hermana lo mira.
Ian
Él es diferente
Asiente y yo le sonrío.
Nathalie Parson.
—¡Danielle!
Es muy amable.
—Si.
—Eso creo.
—Ahora lo veo.
¡La junta!
Vuelvo a la sala.
Me siento a su lado.
—A tu favorito. —sigue.
...
Casi siempre llevo el cabello medio recogido al
colegio, pero esta vez lo dejo suelto y con el flequillo bien
peinado. Me coloco unos aretes sencillos junto con el collar
que Nick me regaló y el que estuve a punto de perder la
otra noche.
Es un hombre.
La tomo dudosa.
—A Ian Meyer.
Nathalie Parson
Esto no me gusta.
Pater
(Padre)
—Corre, vamos.
Sacudo la cabeza.
Niego.
—No puedo, tengo una junta de maestros. —me alejo
un par de pasos de él. —Cuide de Ian, señor Meyer.
Hunter Meyer.
...
—De acuerdo.
—¿Vives sola?
Niego.
—Okey...
Se detiene frente a mi edificio y yo misma bajo del
coche cuando él también lo hace. Rodeo la parte delantera
y lo miro.
Está nervioso.
Hunter Meyer.
Huner Meyer.
La maestra.
—Habla.
(Si, padre)
(Aprende Latín)
…
Maxwell me está esperando en la camioneta y me
pasa la Tablet cuando el vehículo arranca.
—Si.
Frunce el ceño.
Nathalie Parson
—Te juro que creí poder con esto, que todo estaría
bien, te lo juro que sí. —comienza. —Yo quiero a Antony,
tengo sentimientos por él porque me casé enamorada, de
novios siempre fuimos inseparables y un año después de
casados también, nada cambiaba.
—¿Miedo a que?
—¿O qué?
—Nada, solo quiero que mi hija esté bien. —cambia el
peso de su pie a otro. —Gracias por escucharme, en serio lo
necesitaba.
...
Cómo ahora.
—Está durmiendo.
—No lo sé...
...
—Cuídense.
Leo la noticia.
Nathalie Parson.
Damon Sorien.
Hunter Meyer.
¿Qué haces?
—Jamás lo haría.
No puede ser.
—¡Ya voy!
Nathalie Parson.
Gracias, Nathalie.
—HM.
Hunter Meyer.
Asiente emocionada.
Le sonrío asintiendo.
—Bien
Nicholas.
—¿Y Danielle?
Sacude la cabeza.
—Está bien.
—Bien, ahora vamos por mi hermana para ir a comer.
...
—Si, cuídate.
Demasiado.
—Si, es guapo. —admito. —Pero no va a pasar nada,
porque solo fue casualidad toparlo en el bar y ya no creo
volver a verlo, a menos que sea en el colegio.
Lee y me mira.
Me mira sorprendida.
¿Debo llamarlo?
Sonríe inocente.
—Yo siempre me comporto.
Se ríe.
—¿Intuición? —siento que es más una pregunta que
una afirmación. —¿Te gustó mi regalo?
Sonrío.
No me arrepiento.
Capítulo 12
Hunter Meyer.
—Ita pater
La maestra.
—Pero es...
—Sí señor.
—Había piezas...
—Estas. —responde.
Me acerco para ver de cerca y no me sorprende ver
lo que hay dentro, porque reconozco cada pieza a la
perfección. Una bomba. Son piezas para una bomba que
está a medio armar, me desabrocho el saco echándole un
vistazo de más de cerca y se perfectamente que tipo de
arma querían crear.
—El resto del arsenal está por allá, pero son armas
comunes. —dice. —Esto es lo que no me gusta, ¿Qué
piensas?
Y tiene razón.
No es policía.
—¿A quién?
Narrador Omnisciente
Le palmea el hombro.
—Un placer.
—Claro, vamos.
—¿Qué pasa?
Russo, Russo.
—Si, no te preocupes.
Hunter Meyer
Ella niega.
—Listo, señor.
—¿Qué harás?
—Toma.
Nathalie Parson.
Dios.
—Oh, sí.
Cómo ahora
No tengo sostén.
Maestra.
Ojalá sí
Capítulo 15
Hunter Meyer
Mi dolor de cabeza yace dormida boca abajo, con la
espalda descubierta y soy yo quien le cubre el trasero
cuando me pongo de pie. El cabello le cubre los hombros y
su rostro está contra la almohada haciéndola lucir como una
Angel.
—¿Por qué?
—Si...
—Yo no...
—Solo poquito.
No puedo hacerlo.
—Si, señor.
—Vale.
Nathalie Parson
Ian.
Me encojo de hombros.
—Señor.
Hunter se gira.
Toco suavemente.
—Bien.
Es guapísimo.
—Lo lamento.
—Claro.
Saco el teléfono dentro del bolsillo de la sudadera y
lo desbloqueo buscando una fotografía de Rose. Tengo
muchas, pero quiero la que tenga mejor calidad y dónde
muestre sus hermosos ojos verdes.
Se ríe.
Dios, su risa.
—Si, adoro a los bebés, los niños, siento que son esas
únicas personas que no te pueden romper el corazón. —me
encojo de hombros. —Mi hermana dice que no es el amor lo
que rompe nuestro corazón, es el hecho de pensar que las
cosas no tienen arreglo.
Maldice y...
Ay pero no quiero.
Asiente.
Nathalie Parson
—Hola.
Es Matt.
Asiente emocionado.
—No lo dudo.
Eso no me lo esperaba.
—Si, dime.
Ni siquiera lo dudo.
—Zay...
No entiendo nada.
Hunter.
...
Niego.
Qué vergüenza.
—Tengo que...
—Gracias. —susurro.
—Acepto.
¿Qué?
Lo sigo con un atisbo de decepción porque creí que...
—Buenas tardes.
Capítulo 18
Hunter Meyer.
Sacude la cabeza.
—Ven aquí.
Le cubro sus manos con las vendas asegurándome de
que los nudos no queden apretados, lo pongo frente al saco
bajando un poco para que quede a su altura y le indico los
golpes que puede dar sin que se lastime. Cierra los ojos un
momento y al abrirlos impacta sus puños contra el saco
como si fuera la pesadilla que acaba de tener.
—Si.
—No, largo.
Es un pendejo.
Zaydaly Parson
Y siempre lo estará.
—Gracias por...
—Cállate, solo cállate.
O se ha desmayado.
Sacude la cabeza.
Lo sé.
No puede ser.
Nathalie Parson.
H.M.
—No...
—Dime.
—Si, yo...
Me interrumpe.
Sonrío.
—Si.
Me río.
—Estoy nerviosa.
Me río.
—Vale.
—Espera aquí.
—Gracias.
—Yo abro.
—Cuidate.
No sé cómo sentirme.
—Cien.
No tarda en responder.
Sacudo la cabeza.
Niega.
Nathalie Parson.
—Ven.
—¿Dolerá? —pregunto.
Frunce el cejo.
—¿Qué?
—Si digo que sí, ¿Lo que me espera dolerá? —lo miro
a los ojos. —Le temo más al dolor emocional que al físico,
de ese nunca te recuperas.
—Bailemos.
Sacude la cabeza.
—Entiendo.
—Maestra, maestra...
—Gracias. —susurro.
Asiento.
—En México.
México...
Capítulo 21
Hunter Meyer
México
La dueña de todo.
—No.
—Muy bien.
No me aparta la mirada.
Ambos asienten.
—Ayer hablé con Bramson y la mitad del territorio
Estadounidense está cubierto por su clan, si cualquier
miembro de la Mafia Roja entra, será eliminado. —
esclarezco. —Los Calvers tienen infiltrados en Rusia y hasta
ahora no hay novedad.
Se cruza de brazos.
Le beso la frente.
Me da la cara asintiendo.
—Hunter...
—No tardaremos.
—Perfecto.
—¿Qué? —inquiere.
—¿Y te gusta?
Nathalie Parson
Asiente.
—Si.
Él asiente.
Es demasiado bello.
Mueve la cabeza.
—En español.
Hunter asiente.
—Noticias de Rusia.
Asiente.
—Gracias.
Mueve la cabeza en señal de asentimiento y vuelve
la mirada al frente. Hunter no vuelve, Ian sigue en la pista
tratando de mover los pies sin pisar a su tía y yo es cuando
me pregunto qué rayos hago aquí.
¿Qué diré?
—Pero...
Trago grueso.
—Yo no...
¿Es gay?
—No lo dudo.
—Muy seguro.
—Entra.
—No me digas.
...
La recibo.
—Si, tranquila.
Él mira a Abel.
—Gracias.
Me pongo de pie cuando el teléfono vuelve a timbrar
y está vez sí respondo porque estoy alejada.
Suelto a reír.
—Eres imposible.
—Gracias, Dani.
Me sonríe.
Muevo la cabeza.
—Escribo.
Es tan hermosa.
—Yo no creo…
Me mira suplicante.
Niego.
Me encojo de hombros.
Frunzo el ceño.
No entiendo.
—Excelente.
Se gira para ver al guardaespaldas.
—Si, señor.
—Me encanta.
De México.
Nathalie Parson.
—Igualmente.
Dios.
Sé que ya estoy mojada con solo ese roce, pero
quiero que siga y lo compruebe. Trato de no hacer ningún
ruido, pero será imposible con el roce de su piel.
—Hunter...
—No te levantes.
Un arma.
No.
Hunter.
No es gracioso.
Me giro a verlo.
Niega.
—Bien.
Se gira sin decir nada más, pero quiero que se
detenga y me diga que se cuidará y al ver que no lo hace...
...
—¿Si?
—¡Danielle!
Sacudo la cabeza.
—Nada, cuando estaba por hacerlo tú entraste
gritando y colgó. —me encojo de hombros. —Hace unas
semanas no querías acostarte con Damon y ahora estás
feliz, ¿Pasó algo que no me contaste?
Suelta un suspiro.
—Awww.
Me sonrojo.
Muevo mi cabeza.
—Solo somos...creo que somos amigos, pero por
ahora no pasará a mayores. —confieso —En fin, la pasé
bien.
Trudy asiente.
Eso es cierto.
—Dani...
Ríe de nuevo.
—Olvidalo.
Hunter Meyer
—Si, no te preocupes.
—Claro señor.
—Jamás.
Me empino la botella.
—Si, largo.
—¿Qué pasa?
Fabio asiente.
¿Estás bien?
Cambio de canal.
...
—Si, lo maté.
Bufa.
—Claro, ya sabía yo. — se pasa las manos por el
cabello exagerando los actos, como siempre. —¿Me puedes
decir exactamente por qué? ¡Lo teníamos cogido por los
huevos, Hunter!
—Señor.
Asiento.
—Si, señor.
—Si.
Ambos se pierden en el pasillo, yo me quito los lentes
entrando en el cuarto.
—Te espero.
Está temblando.
—No es así.
—Yo tenía claro todo ¿Sabes? Que solo era sexo, solo
fue sexo. —asiente. —Pero, me llevaste a tu casa, conocí a
tu madre, me hiciste pasar un fin de semana hermoso, me
enviaste flores y una idea absurda fue creciendo en mi
cabeza. —ahora niega levantando la mirada mientras limpia
sus lágrimas. —No te preocupes, esa idea ya fue borrada,
así que por favor, vete y no me vuelvas a buscar.
Tiene razón.
Nathalie Parson.
Dios, Ian.
Suelto un suspiro.
—La verdad nada. —muevo mi cabeza. —No tengo
ganas, pero si tú quieres salir hazlo.
Sonrío.
—¿Será?
Me encojo de hombros.
—No te he preguntado sobre Hunter, pero...¿Quieres
contarme algo? —inquiere acariciando las hebras castañas
de mi cabello.
—¿Qué pasó?
Respiro hondo.
—Listo.
...
—Buenos días.
El chófer asiente y le doy la dirección del colegio. Me
peino el flequillo que está empapado y trato de que no se
me vea tan mal. No estoy muy mojada, pero si lo suficiente
como para que se note.
Asiento.
Se encoge de hombros.
—¿Me lo juras?
Ian asiente.
—Te lo juro.
Frunzo el ceño.
—No entiendo...
Se gira.
—Si, señora.
...
Arrojo las llaves en el tazón que está a un lado de la
puerta y me encamino por el pasillo del departamento
encontrando a Danielle con un traje color gris puesto. El
cabello lo tiene peinado hacia un lado (ya lo tiene un poco
más largo) y lleva un solo arete puesto. Muy su estilo.
Formo un puchero.
Mi subconsciente me pregunta.
Nathalie Parson.
¿Yo?
—Entiendo.
—Si.
Niego.
Lo interrumpo.
Y es por su culpa.
...
¿Qué...?
Eso espero.
Se sienta.
Suelto un suspiro.
Niego.
—Estoy...
Dolor
Infección
Urgente
Cirugía.
...
La luz en el techo me ciega por un momento, hay
silencio a mi alrededor. Parpadeo tres veces aclarando la
vista paseando la mirada por el cuarto donde estoy.
¿Qué...?
—Apéndice.
Ay dios.
Cierro los ojos un momento, para después tratar de
levantar la bata y comprobar por mí misma que es verdad.
Tengo una venda en el estómago, no llevo ropa interior
debajo, así que rápido me cubro.
—Soy Nathalie...
Suelta un grito.
Suelto un suspiro.
Otro grito.
Hunter Meyer.
Frunce el ceño.
Reprimo la sonrisa.
—Ah.
Niega.
Me enoja su terquedad.
Sacudo la cabeza.
—No me puedes...
El enojo me toma.
Sonrío.
—De acuerdo.
Dormirá conmigo.
—Si. —responde.
Me rasco la barbilla.
—Lo sé.
Ella ríe.
—Si. —asiente.
Tomo el teléfono.
—Si es necesario.
—No importa.
No se apague nunca.
—Déjame...
—Comienza con P
Me río.
—Paleontología.
Asiento.
Sonríe.
Me encojo de hombros.
—Si insistes.
Pasa saliva.
Una mierda.
—Nathalie...
Medio sonrío.
Nathalie Parson
La interrumpo.
Sonrío.
—Te lo juro. —prometo. —¿Rose cómo está?
—No lo dudo.
—Mjum.
—¿Qué pasa?
—¿Empresario? —inquiero.
Él me mira atento.
Niego.
Esmeralda se acerca.
Niega.
—Seguido.
Asiente.
...
—Diablos.
Gucci
Balenciaga
Nike
Prada
Chanel
Dior
Armani
¿Qué...?
Vaya cosas.
Es Gucci.
«Me gusta»
Ella me interrumpe
Niego rápidamente.
—No, no es eso. —me pongo de pie con cuidado. —
Créame que a mí la marca de la ropa no me parece
importante, pero bueno, no hay que negar que es bonita y...
Ella sonríe.
—Okey.
Asiento.
Es Hunter.
—Pasa.
—Hunter...
—Nathalie...
Se encoge de hombros.
Y eso es...
—Si, un poco.
—Si, señorita.
Es Enzo.
Me reclama mi subconsciente.
Nathalie Parson
—Claro.
—Las mariposas.
—De acuerdo.
Se encoge de hombros.
Frunzo el ceño.
Asiente.
Niego.
También gané.
—No lo entiendo.
—Ya lo harás.
...
Se encoge de hombros.
Sonríe.
Bufa.
Me río
—Si.
—¿Qué?
Sacudo la cabeza.
Tiene razón.
Nathalie Parson
—Si, si no te preocupes.
Danielle asiente.
Ella ríe.
Él aplaude.
—Dime Alex.
Vaya.
—Alex.
—Si, ve.
—Hunter...
Frunce el ceño.
Frunzo el ceño.
—Ni un poco.
—Hunter...
¡Incluso me bañó!
—Hunter...
1...
2...
3...
Cariño.
...
Danielle no ha vuelto a la habitación y según ella
venía a verme a mí. Quedó encantada con Alex y ya no la
dejó volver. Me ato el cabello en una trenza, tuve tiempo
para tomar una ducha, cambiar el parche en mi herida y
responder mensajes de Zay junto con uno de Nicholas.
Sonrío de vuelta.
Y lo hace.
—Claro.
—Danielle...
—Si, gracias.
—Bien ¿Y tú?
—Ita.
Eso es un Sí.
—Claro.
Suspira.
—Entiendo...
Miro de nuevo el cuaderno, detallando todo y es que
si es muy bonita, pero lo que más me sorprende es que Ian
la haya dibujado a la perfección, no hay errores, no hay
garabatos, es un dibujo precioso.
—Si, mucho.
—Está bien.
Me hace caso. Ambos caminamos de nuevo a la
habitación y en lo que él deja a Ian sobre la cama, yo busco
el baño. Ya es noche, más de las diez creo. Busco mi cepillo
de dientes, pongo un poco de pasta en él y me paro frente
al lavabo para lavarme.
Me gusta su barba.
Me mira fijamente.
—De acuerdo.
No debí preguntar.
—¿Murió?
Suspira pesadamente.
¿La amaba?
Capítulo 31
Narrador Omnisciente
Hayley Meyer.
Su hermano.
Aprieta el arma en su mano, mira de nuevo por la
abertura y cuenta mentalmente hasta tres antes de salir. Se
va contra el hombre escalando por su pecho, sube sus
piernas a sus hombros, provocando que él la estampe
contra la pared, pero no antes de que le agujere la cabeza
con un balazo.
Vuelve a negar.
Te amo.
No quiere.
Murió.
Buscar a su familia.
...
Nathalie recibe la comida que Grace le da, junto con
la de Ian. Quien al parecer no tiene ánimos de salir de la
cama, así que juntos cambian de Canal y disfrutan de ver
televisión.
—Ita.
...
Mientras la maestra se debatía entre si hablar con
Hunter o no, él se sentaba en la cabeza de la mesa. A su
lado derecho estaba Maxwell Russo y a su izquierda, Alex
Meyer, el mayor de la familia.
Se pone de pie.
Se desmayó.
Asiente agradecido.
—Así será.
Asienten atentos.
—Si, señor.
Hunter Meyer.
—Uno menos.
...
Él se detiene observándola.
—No, creo que está resolviendo unos asuntos, ¿Estás
bien? ¿Necesitas algo?
—No, señorita.
...
Hunter se termina la botella de Vodka y busca una
más, pero Max lo detiene cuando sabe sus intenciones.
Russo asiente.
Niega.
¿Cómo se va a perdonar?
¿Cómo?
Capítulo 32
Nathalie Parson
—Ya voy.
Se ve delicioso.
—Se ve muy rico, Danielle. —me siento. —Gracias.
Sacude la cabeza.
Vuelvo a reír.
—Apenas regresé a clases, Danielle...
Sonrío.
Me hace reír.
—Si, claro...
No, no lo creo.
Rose Prince.
Frunzo el ceño.
Si que lo tiene.
—Si, cuídate.
Sonríe.
Me río.
—Ok.
—Discúlpame...
Realmente se ve guapo.
—Yo...
—Si, señor.
—Hunter... —susurro.
Hunter Meyer
Niega.
—Si, señor.
—¿Qué es…?
No es la letra de Ian.
LRY-21270
—Si.
Está helada.
—Se ha desmayado.
Es él.
—Está herido.
No puedo...
—Porque te conozco...
Jordan Ivanovich
Thiago Ivanovich
Me adentro en el cuarto donde me está esperando lo
que mandé pedir. La lámpara que cuelga del techo regala
un poco de luz y aunque no es mucha, para mí es suficiente
dejándome ver lo que tanto ansiaba.
Niego.
—¿Estás listo?
Hayley Meyer
—Yo no.
—¿Quién era?
...
Le tiembla la barbilla.
Me siento a su lado.
¿Qué?
—¿Él lo sabe?
—Hunter...