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Cassandra
Me clavo las uñas en las palmas de las manos hasta el punto de sacar
sangre, niego con la cabeza y pongo los puños en el mármol frío,
respirando con dificultad mientras las gotas de sangre se deslizan desde mi
frente hasta mi mejilla.
Pero que me condenen si le doy lo que busca en esta noche de terror que
diseñó a nuestro alrededor.
—Puedes terminar con esto en cualquier momento, Cassandra —dice
con tanta naturalidad, pero su agarre sobre mí se aprieta cuando dice mi
nombre con un odio tan prominente que me sorprende que no esté muerta
todavía—. Solo ríndete.
Apenas contengo la risa que quiere estallar, porque él realmente cree que
soy así de ingenua.
Es como una enfermedad que no tiene piedad del cuerpo, tragando todas
las células a la vez e infectando la sangre hasta el punto que la persona
desaparece de este planeta. Todo mientras languidecen en una agonía que
no tiene alivio ni escape, donde la esperanza muere poco a poco cada día
mientras el mundo prácticamente se burla de ti por creer en las cosas
buenas. Nada más es lo suficientemente bueno para personas como él.
Descubrí que existían monstruos en este mundo hace mucho tiempo, por
lo que rara vez algo me sorprende.
Chocando mis rodillas contra él, ahogo un gemido. Antes que pueda
recuperar el aliento, me arroja a un lado, lo que me hace caer de costado,
con la piel ya magullada por el duro trato que recibió antes.
¿Disculparme?
El cuero se aprieta lentamente sobre mí, pero cuando oigo otra voz, la
voz que tiene la capacidad de borrar la mayor de las pesadillas cuando
quiere, el movimiento alrededor de mi garganta se detiene.
Cassandra
—Esta casa en realidad tiene una historia muy rica. Fue construida
durante la Guerra Civil. —Laura toma el control remoto y enciende el aire
acondicionado, el zumbido llena el espacio—. La leyenda dice que un
soldado del norte se enamoró de una mujer del sur y les creó un hogar aquí.
Él fue asesinado trágicamente y ella se quedó para criar a su hijo. —
Suspira profundamente, una expresión ilegible cruza su rostro y mis cejas
se fruncen. ¿Por qué está triste por una historia que sucedió hace cientos de
años?—. Varias generaciones vivieron aquí, apreciando su historia. —Un
matiz de celos cubre su voz, pero no le presto atención.
Noto una terraza que muestra la vista del lago en la distancia mientras
varios cisnes nadan en ella, disfrutando del atardecer.
Con todo, a pesar que la casa fue construida con amor, no queda nada de
la magnífica belleza que alguna vez poseyó.
Mis manos se cierran con tanta fuerza que mis nudillos se vuelven
blancos, pero la confusión que me atraviesa permanece oculta para la
mujer a mi lado, ya que en mi rostro no se ve más que un atisbo de sonrisa.
—La tomaré. —Mi tono es tan tranquilo que creo que Arson me habría
aplaudido si me hubiera visto en este momento.
Sin embargo, Laura suspira derrotada y niega con la cabeza, todo rastro
de alegría desaparece cuando susurra:
—Hace casi diez años, sucedió algo en esta casa. —Se lame los labios
antes de continuar—. Por eso está a la venta y nadie la quiere. Aunque es
un sueño hecho realidad. —Un destello de una chica rubia rebotando por el
campo aparece en mi cabeza, recordándome cuánto le encantaba venir aquí
en las noches de verano.
Es difícil no ser uno de ellos cuando todos adoran el suelo sobre el que
caminas porque tienes el poder de destruir a cualquiera que creas
conveniente con solo levantar el dedo.
Ella menciona solo la mitad de los eventos que sucedieron dentro de las
paredes de esta casa que fue construida con tanto amor, pero que luego se
quemó en las cenizas de la codicia y los celos de un hombre.
—Lo cogeré del coche. ¡Vuelvo enseguida! —grita por encima del
hombro al mismo tiempo que suena mi teléfono en mi bolso. Lo saco.
—Cassan...
—Déjalo ir. —Se queda en silencio por un momento, y puedo imaginar
el trueno en sus ojos color avellana, pero extrañamente no intenta
convencerme que deje esto de lado.
¿Cómo podría?
—Muy bien. Espero que estés preparada para las consecuencias de tus
acciones.
Cinco nombres
Cuatro mentiras.
Destruyeron mi vida.
Tres secretos.
Dos eventos
Me despojaron para siempre de mi cordura.
Una venganza.
Abro los brazos de par en par, una botella de whisky en uno mientras en
el otro sostiene un cigarrillo. Mi camisa negra está desabotonada,
flameando detrás de mí mientras mis pies descalzos pisan el áspero
cemento de mi balcón.
El agua fría del cielo limpia la sangre esparcida por todo mi cuerpo de
mi última maniobra en mi mazmorra, y parece que el diablo mismo celebra
mi última cacería conmigo.
Es una maravilla que los haya dejado vivir tanto tiempo después que la
mantuvieron escondida de mí durante una década.
Tomando aire en mis pulmones para que la neblina roja frente a mis ojos
desaparezca, camino dentro de la casa, el vidrio cruje bajo mis pies y se
clava en mi piel, probablemente dejándome cicatrices en el proceso.
1
Loco.
Me engañaron.
Y justo en el medio hay una pizarra que tiene solo tres imágenes con
diferentes líneas que las conectan.
Una mujer que no tiene rostro y dos hombres a su lado, queriendo cosas
opuestas de ella.
Puede pensar que ha venido aquí para vengarse, que es la mente maestra
de su destino y su complicada trampa, pero la realidad es muy diferente.
Eachann
Escribiendo una última cosa, cierro el diario con un ruido sordo y lo dejo
a un lado en la gran pila de informes terminados.
Dando vueltas en mi silla, estoy a punto de levantarme cuando cinco
golpes tocan mi puerta. —Entra —le grito, y Laura irrumpe en el interior,
casi cayendo al suelo—. Laura, qué hermosa sorpresa.
—¿Adivina quién vendió una casa hoy? ¿Adivina quién vendió una casa
hoy?
Reprimo el deseo de decirle que una sola venta difícilmente contará para
nada con la familia. Está tan feliz que sería un crimen arruinar su estado de
ánimo.
Interesante.
Se deja caer en la silla frente a mí, apoya los codos en las rodillas y
levanta los ojos, como si tratara de pegarme la mirada.
—¿Laura? —pruebo, encontrándola extrañamente inquieta, porque ella
nunca mantiene la boca cerrada en mi presencia.
Cassandra.
Seguir adelante.
Una risa sin humor se me escapa.
Madman
La música rock fue diseñada por dioses; ¿qué más puede explicar su
belleza y el ritmo constante que te pone cada vez más nervioso?
Alimentando la vocecita en tu cabeza que te dice que eres invencible.
Por qué usan música deprimente en una ocasión tan alegre como matar,
está más allá de mi comprensión.
Apretando mis dedos un par de veces, estiro mis manos frente a mí antes
de mover mi dedo índice en el aire como si contara a quién elegir.
—Puedo vender la casa si necesito pagar la deuda ahora. —El hombre
habla de nuevo, el pánico se infiltra lentamente en su voz ya que sigo en
silencio.
Tengo mis razones para odiar al rey clandestino de Nueva York, y esto
se suma a la pila interminable de sus pecados en mis ojos.
—Por favor —gruñe de nuevo, y ya he tenido suficiente de esta
dramática víctima.
Ah, ahora es más como mi mazmorra donde las víctimas sufren en lugar
de un hombre quejándose de su estado.
Una vez más, le doy a Mike una mirada más cercana, inclinando la
cabeza hacia un lado mientras mi mirada lo recorre.
El hombre no lleva nada más que pantalones que le caen hasta la cintura
y está envuelto con cadenas de metal en el poste que se encuentra en medio
de un círculo más pequeño que casi parece un altar.
Su frente tiene una gran herida en el medio por el bate de béisbol que
usé con él antes, y su nariz gotea sangre, probablemente por mi puño,
porque no pude escuchar sus gemidos después del golpe con el bate.
—Por supuesto que no, Mike. Solo querías que aprendieran. Para
apreciarte. —El hijo de puta suspira ante esto como si estuviera aliviado
que lo entienda.
Por un segundo, una rabia profunda nubla mis ojos, trayendo de vuelta
los recuerdos que me invaden como una película muda, mostrando
imágenes en blanco y negro que tienen el poder de destruir mi cordura si
no me aferro a ella.
Los olores, los gritos, las risas, pero también sus palabras.
No quise hacerlo.
Presiono el control remoto una vez más para que el altar en círculo se
abra y el poste comience a bajar, todo mientras continúan sus gritos roncos
y apenas audibles.
—Lo siento, lo siento. Por favor, ayúdame. —Una vez que está
completamente abajo, el altar se cierra y lo veo en el agua con los
tiburones rodeándolo justo antes de atacar su carne, sus dientes se hunden
en él mientras no se mueve, probablemente porque el veneno lo está
paralizando.
Perdón.
—Tengan esto listo para la próxima clase. Quiero que todos presenten
el poema y luego me digan lo que piensan al respecto. —Gruñendo
internamente, tomo nota mental de volver a eso esta noche después de mi
práctica de patinaje sobre hielo y cierro el cuaderno justo a tiempo con el
timbre.
Frunzo el ceño ante el tono extraño de su voz, pero niego con la cabeza,
hago girar la combinación en mi cerradura y abro la puerta. —Por
supuesto que no. Puede que ni siquiera vaya si el campeonato es el mismo
día. Te lo dije. —Estoy un poco cansada de repetir la misma frase una y
otra vez, desde que comenzó el último año.
Amo a Patricia hasta los huesos, somos amigas desde siempre. Nuestras
madres solían decir que nos conocimos en la sala de partos, ya que
nacimos el mismo día con solo unas horas de diferencia. Pero tiene esta
extraña tendencia a olvidar todo lo que digo si no se ajusta a sus
necesidades o si incomoda sus planes.
Ella resopla con molestia, apoyándose en su casillero y quitándose los
mechones de cabello de la frente. —Por favor, es solo una pequeña
competencia entre escuelas. No es como si estuvieras luchando por la
medalla de oro.
He estudiado como una loca para calificar para una buena universidad
y no quiero conformarme con nada menos. Mis padres sacrificaron tanto
por mi sueño de patinar sobre hielo; merecen un descanso sin tener que
preocuparse por mis estudios.
Y todos en esta ciudad cerca del borde de la isla conocen a una de las
cinco familias fundadoras.
—Arianna recibió una carta de amor —bromea Cole cuando pasa junto
a nosotras, saludándome en el camino, y parpadeo ante eso, saludándolo
como una idiota y solo saliendo del estupor una vez que desaparece entre
la multitud.
—¿Desde cuándo eres amiga de Cole Calvin? —Patricia pregunta, el
disgusto entrelazando su tono mientras sigue mi mirada—. No es más que
un fenómeno. —Para ser justos, todo el que no encaja en el molde de la
sociedad de perfecto y adecuado o rico, cae en esta categoría para mi
amiga, pero en este caso algunas de sus palabras tienen mérito. Este tipo
es tan extraño y aleatorio que ni siquiera voy a examinarlo.
—E
Oh.
—Di que sí, di que sí, di que sí… —Miles de emociones agitadas me
recorren, y quiero huir de aquí y concentrarme en mí, sin comprender su
repentino interés.
Ethan White es uno de los chicos más populares de esta escuela. Las
chicas literalmente caen sobre sus pies para llamar su atención. Pero ni
siquiera ha mirado en mi dirección.
—Haz algo. —Hay una nota extraña en su voz una vez más, pero estoy
demasiado distraída con la situación actual para pensar mucho en ella, y
tantos pensamientos me golpean a la vez que no sé qué hacer.
Entonces digo lo primero que me viene a la mente que pondrá fin a esta
farsa de una vez por todas. —Sí.
—¡Gol! —grita, y todos silban cuando envuelve sus manos a mi
alrededor, me levanta y me hace girar antes que pueda parpadear ante sus
continuos vítores.
—Mierda.
Tiene el cabello rubio hasta los hombros que enmarca su piel bronceada
y ojos azules cristalinos que se ensanchan cuando aterrizan en mí. Lleva
pantalones cortos y una camiseta que no esconde que debe ir al gimnasio,
ya que es musculoso en todos los lugares correctos. Sus pómulos altos
hablan de su herencia, mientras que la leve sombra del día siguiente solo
aumenta su atractivo.
—Bueno, hola —dice y luego hace una mueca cuando se da cuenta del
cristal roto en el suelo—. Me disculpo por eso. Te reembolsaré todo. —Me
escanea de la cabeza a los pies antes de negar con la cabeza y luego
ladrarle al chico—. ¡Es la segunda vez en una semana, Derek!
Cada palabra que digo y cada acción que hago tiene un propósito.
Varios platos de porcelana junto con los equipos de cocina más nuevos
se acomodan en los mostradores, casi recreando una imagen de un
catálogo.
La respuesta es nadie.
Derek elige este momento para murmurar algo en voz baja y sale
corriendo de la cocina.
—Sí, quiero decir que tenía diecisiete años y todo. Pero esta ciudad tiene
sus propias costumbres, por lo que podría haber usado a un amigo en ese
entonces.
Ethan White.
El nombre número uno de los cinco que pagarán por lo que me hicieron
hace tantos años.
Al igual que él hizo conmigo cuando le rogué una y otra vez que me
ayudara mientras sus amigos me destruían uno tras otro.
Madman
Mirando hacia atrás, veo que mi mazmorra no refleja nada del infierno
que era hace solo unas horas cuando traje a Mike aquí, en cambio luce
como una habitación normal con un televisor de pantalla ancha y un sofá,
diseñado para un poco de tiempo a solas.
Disfraz perfecto.
Nada mejor en este mundo que caminar hacia este magnífico clima y ver
la puesta de sol prácticamente besando el océano después de quitar una
vida.
—No soy sordo, Laura —le digo, pero solo me hace ganar otro chillido
y me pregunto cómo sobrevive la gente a su alrededor a diario.
—Eres increíble. —Se ríe por un momento antes que todo rastro de
humor la abandone y la seriedad regrese a su tono—. ¿Dónde estabas?
—No puedo recordarlo.
—Vendí una casa hace seis semanas. Por eso llamé. —Exhalando una
bocanada de humo, me subo a la motocicleta y la pongo en marcha,
escuchando el fuerte rugido que vibra entre mis muslos.
—Laura, sigue adelante. —Tengo que llegar a casa antes del atardecer o
Micaden va a lanzar un ataque sobre mí por mezclarme en su ciudad sin
permiso.
Pero entre todos ellos, los más destacados son la furia y el deseo.
—Volveré pronto.
—Eudard... —le cuelgo a Laura antes que pueda decir nada más, porque
de todos modos será inútil.
“El amor es el regalo más grande que una persona puede dar a otra”.
Ojalá el Pastor Joseph no me hubiera dicho esas palabras hace todos
estos años.
Porque mi amor se convirtió en nada más que una maldición que costó
tantas vidas que estoy seguro que hay un espacio personal reservado para
mí en el infierno a pesar de la ropa clerical que llevo puesta.
Ella me levanta el pulgar y se gira para mirar a la Sra. Ava, que todavía
tantea con su piano, pero luego siento que mi mejilla derecha está
ardiendo y miro a Eachann de nuevo.
Y por alguna razón inexplicable, la ira se apodera de mí, junto con una
molestia que exige una salida.
Incluso me uní a esta clase por él, a pesar de estar tan agotada y
ocupada por todo el patinaje sobre hielo que hice además de estudiar
mucho.
—Estoy feliz de ver a todos aquí. —Ella aplaude y luego se sienta junto
al piano—. Voy a introducir una nueva canción hoy. Abran los libros en la
página quince y vamos a empezar desde el segundo verso. —Su boca se
extiende en una sonrisa cuando centra su mirada en Eachann—. Excepto
tú. Vas a venir a tocar aquí una vez que hayamos practicado un par de
veces. —Él es el único que puede acercarse al instrumento, ya que ella
asegura que todos los demás no tienen talento para ello.
Las familias fundadoras son tratadas como reyes por una razón.
Pasando a la página quince, saco mi violín y lo coloco en mi hombro,
rezando para que mis manos dejen de temblar tanto por el intercambio
anterior. Lo último que quiero es que la maestra me avergüence por no
practicar en casa y cavar aún más mi hoyo de humillación.
Cerrando los ojos, lo doy todo, imaginando las cosas hermosas que
puedo realizar en el hielo con tal melodía, mi mente arremolinándose con
el arte que me rodea dondequiera que vaya.
La hierba está perfectamente cortada junto con los diversos rosales que
se extienden por el espacio escondido bajo el enorme árbol, sus ramas
ondeando bajo la suave brisa.
Desde sus mechones rojos que casi se vuelven uno con el sol hasta sus
suaves y raros ojos violetas y la piel más suave que me suplica que la
acerque más.
Una risa hueca amenaza con escapar de mí, porque ¿cómo puede una
persona ser tan estúpida?
¿Qué he hecho?
Mis manos se cierran a mis costados, las uñas se clavan en mis palmas
para mantenerme en el presente con la mujer y el lugar que no trae nada
más que caos a mi ya dolorosa existencia. —Pido disculpas —digo
finalmente, mi voz inusualmente ronca—. No quise asustarla.
No todos los sacerdotes son tipos buenos destinados a guiar a los demás
y tener la paz arriba.
Especial.
Qué pequeña palabra para lo que Arianna Griffin había sido para mí.
Ella resopla con diversión, pero de alguna manera se trata de una burla.
Sin embargo, no tengo tiempo para concentrarme en eso, porque ella gira
en dirección a la casa y anuncia:
—Encantada de conocerlo, padre. Pero tengo algo que debo hacer, así
que... —ella se apaga, pero la indirecta es clara.
Para sobrevivir en esta ciudad, debes tener amigos entre los cinco
fundadores; de lo contrario, serás el más bajo de los más bajos.
Y por ahora, ella es lo suficientemente interesante para ellos, pero si se
niega a ir a la iglesia...
—Bien. —Es todo lo que digo y luego asiento hacia ella de nuevo,
señalando mi vehículo—. Me voy a ir ahora. Lo siento por lo de antes. No
volverá a suceder. —Porque no volveré aquí.
Mis cejas se fruncen por el disgusto que trae, porque quiero escuchar mi
nombre en sus labios, pero esos pensamientos están tan fuera de lugar y
son tan pecaminosos para un sacerdote que ni siquiera me atrevo a
examinarlos.
Padre Eachann.
Sin embargo, cuando lo conocí, solo era Eachann, el chico más dulce de
la ciudad.
El chico más dulce que me dio de comer a los lobos y traicionó mi
confianza.
Madman
Las cosas que puedes esconder en esos arbustos interminables sin que el
dueño lo sepa.
¿Dónde están sus malditos milagros de los que tanto le gusta hablar
durante sus misas dominicales?
¿Verdad?
Tu alma se pudre a pesar de todo, una vez que pisas el camino peligroso
o traicionas una confianza. Ninguna cantidad de oración borrará tus
pecados que se aferran a ti como una segunda piel, envolviéndote para
siempre en su retorcida telaraña.
Pecados que nos conectan para siempre con un vínculo que nadie ni nada
jamás romperá.
Cassandra vino aquí para destruir a las siete personas que, en esa noche
lluviosa hace diez años, acabaron con la vida de Arianna.
Porque por mucho que odie al sacerdote, no puedo permitir que ella lo
mate.
¿Cómo puede moverse tan rápido? ¡Solo tenía la ventaja de unos pocos
pasos! Sobre todo, después de la pregunta que me ha hecho. ¿No tiene
curiosidad por mi respuesta?
Resoplando con fastidio, veo que Eachann está ahora fuera de mi vista,
así que encontrarlo será imposible.
Mamá me habría dicho que fuera cortés y amable con los que nos
buscan, pero la amabilidad no me ha llevado a ninguna parte hasta ahora,
así que ¿por qué diablos no intentar ser grosera?
—Sí, lo somos.
Donde uno es un ángel enviado por Dios para traer la bondad a esta
tierra… el otro es el demonio enviado por el mismísimo diablo para traer
el caos y la destrucción a quien él crea conveniente.
Todo el mundo sabe lo que pasa si uno se cruza con él, y no es bonito.
Al fin y al cabo, nadie le dice lo que tiene que hacer, pero que le den.
Casi puedo imaginar una sonrisa siniestra tirando de su boca, con sus
ojos verdes permaneciendo fríos e indiferentes.
—Lo siento. —Un temblor me recorre, y lo odio por ello, porque este
tipo de emoción no tiene explicación lógica.
¿Por qué un chico que es cruel con todo el mundo evoca sensaciones
extrañas en mi cuerpo que me hacen querer abofetearlo y…?
¿Y qué?
Esa segunda parte del “qué” siempre me cuesta entenderla porque los
pensamientos que me vienen a la cabeza me parecen demasiado
vergonzosos para admitirlos.
Solo Dios sabe lo que quiere allí de todos modos. No es que se moleste
en ir a clase, no después de una pelea en el campo de fútbol con el equipo
visitante hace casi un mes.
—¿Los gemelos Campbell acaban de pelearse por ti? —No digo nada y
niego con la cabeza, arrastrándola hasta su coche, ignorando las miradas
curiosas. Con Pat a mi lado, nadie se acercará a interrogarme sobre el
encuentro.
En aquel entonces, no tenía idea que mi vínculo con los gemelos sería
mi perdición.
Nunca he creído en toda esa basura sobre el clima y las lesiones, pero mi
rodilla me ha demostrado que me equivoqué a lo largo de los años,
reaccionando incluso a los cambios más leves.
Todo ello mientras permito que cada nota se mueva a través de mí,
tocando con mis manos imaginando todo el dolor y la angustia que el
compositor debió sentir mientras creaba la obra maestra.
Con cada giro de los dedos de los pies, suelto toda la ira y el caos que
nublan mis pensamientos internos mientras las palabras de Lachlan
resuenan en mis oídos.
Enfoco mis ojos en la pared como punto focal y decido hacer varios
giros de nuevo, retrocediendo en el tiempo donde realicé tales cosas sobre
el hielo, deslizándome mientras el aire gélido se pegaba a mis pulmones y
el sonido de los arañazos llenaba mis oídos.
—Lo siento por eso. —Lo último que necesito es que la gente de la
ciudad piense que soy sospechosa o rara.
Un veneno que los matará al final, pero no antes que cada uno de ellos
sufra la mayor de las agonías.
—Así es. Hay gente que dice que tengo que darte las gracias. —Se
inclina más cerca y su aroma me hace cosquillas en la nariz, junto con el
olor a tabaco que siempre lo acompaña—. Ya has creado una gran
sensación en esta ciudad mudándote aquí.
O más bien les ha dado algo nuevo de lo que cotillear mientras los cinco
fundadores planean formas de controlarme. Los recién llegados tienden a
asustarlos, porque nadie quiere una revuelta en su ciudad cuidadosamente
planificada.
—Eres su primer cliente. Gracias a ti, ha vendido una casa. —Se pasa el
casco de mano en mano mientras sus ojos verdes siguen taladrándome
como si se bebieran mis rasgos—. Está en las nubes, creyendo que su
carrera se disparará.
—No voy a darte las gracias. —Me doy la vuelta para mirarlo cuando
pronuncia estas palabras, paseando despreocupadamente por el estudio y
estudiando las paredes recién pintadas—. Solo lo has empeorado.
Un hombre que podía ser tan cruel durante el día, era sorprendentemente
gentil durante la noche. En ella, sus colores realmente se mostraban para
que el mundo los viera.
—¿Y eso es algo malo? Ahora tiene más razones para seguir adelante.
—No, ahora tiene más ilusiones que puede hacer carrera de ella. —Si
fuera cualquier otra persona, probablemente estaría de acuerdo con su
afirmación. Pero en la situación actual, tengo que estar del lado de Laura,
aunque tampoco entienda sus decisiones.
—No endulzo sus sueños. Eres la primera recién llegada en quince años.
¿Cuántas casas más crees que venderá? —Se pregunta, pero no espera mi
respuesta, ya que la contesta él mismo—. Una o dos si las probabilidades
están a su favor. Está desperdiciando sus talentos naturales solo para poder
molestar a nuestro padre.
—Ella quiere seguir su propio camino. —No pongo en duda su deseo de
molestar a Ridge Campbell de todas las personas, pero me sorprende que
con todo el dinero que tiene, ¿por qué no se ha ido de aquí?
Una chica joven como ella no tiene ningún vínculo en esta ciudad aparte
de su familia, y está claro que no se lleva bien con ellos. ¿Qué podría
retener a una mujer en un lugar tan aburrido como este?
—No, ella es terca y esto arruinará su vida. Casi la convencí para que
trabajara en la empresa. Hasta que apareciste tú. —Su voz baja unas
octavas y me estremezco bajo ella, pero no me encojo ante su ira.
—Esa es una forma de saludarme. —Es todo lo que digo antes de señalar
la puerta y apretar los dientes—. Ahora lárgate de mi estudio y no dejes
que la puerta te golpee en el culo al salir. —Ya he tenido suficiente
interacción con los gemelos Campbell por hoy, y mi estado emocional lo
atestigua.
—Por supuesto que no, Cassandra. Solo es una advertencia. No soy tan
civilizado como los hombres a los que probablemente estás acostumbrada.
—Esta vez, el peligro acecha en los bordes de su tono junto con una
posesividad que me sorprende incluso a mí. ¿La idea de otros hombres en
la vida de una mujer que acaba de conocer le desagrada tanto?
Puede mirar todo lo que quiera, pero esta vez todo es diferente.
Ella hace girar su mano hacia arriba y hacia abajo, cada movimiento
cuidadosamente planeado mientras salta a un lado, y los flashes se disparan
en mi cabeza, recordándome a otra chica que solía actuar de forma tan
hermosa.
Solo que su suelo era hielo que parecía quererla tanto como ella, porque
nunca se caía en él, no. Era tan firme en él que uno podría haberse
preguntado si no poseía poderes especiales.
Arianna Griffin.
La belleza de la reina del hielo que pertenecía al escenario de los
campeonatos, pero que en su lugar se convirtió en la reina de las cenizas.
Pero no.
Puede que ahora sea la cazadora, pero primero fue mi presa. Y las presas
saben cuándo se acerca su fin, cuando el cazador está tan cerca que tiene la
capacidad de romperles el cuello, y solo entonces empiezan a correr con
todas sus fuerzas, embarcándose en la persecución de su vida.
Con cualquiera de los nombres, esta mujer siempre ha sido mía, mía y de
nadie más.
Y en algún lugar entre nosotros, está Eachann, que nunca podría tomar
un arma para matar a una persona, y sin embargo es la razón por la que
estamos en esta guerra para empezar.
Desde que salimos del colegio hace veinte minutos, nuestros teléfonos
no han dejado de sonar con diferentes fotos mías y de los gemelos con
tantos hashtags que no puedo ni examinar.
A nadie le importa, pero Pat, por alguna razón, está obsesionada con
ello. ¿Acaso tiene algún tipo de planes que desconozco?
—No, pero es sabido que si haces una fiesta, la gente puede traer a
alguien.
Conducir aquí siempre me inquieta; por eso prefiero viajar con alguien
a mi lado. La sola idea de estar aquí sola, donde no hay leyes, me vuelve
loca de preocupación, aunque Pat se ríe de mis temores.
Por eso la mayoría de los días se ofrece a traerme en coche cuando mis
padres no pueden. Dice que eso aumenta su nivel de adrenalina, sea lo que
sea que eso signifique.
Momentos como este hacen que me pregunte por qué he seguido siendo
amiga de Pat en primer lugar.
Pero luego tiene momentos en los que me envuelve con sus brazos
mientras lloro porque mi sueño de patinaje sobre hielo se esfumó cuando
me lesioné la rodilla. Estuvo allí cuando una niña destruyó mi casa de
muñecas en el jardín de infancia y se las arregló para traerme una nueva.
Y siempre está ahí cuando alguien quiere empezar una mierda,
protegiéndome con su apellido.
Así que, aunque no es perfecta, puede ser una verdadera amiga; solo
hay que ver a través de las interminables capas de egoísmo.
—Te he preguntado por qué eres amiga de ese bicho raro. Nunca he
dicho nada malo de él. —Ella mira rápidamente en mi dirección, y mis
cejas se fruncen.
Intento buscar en mi mente todas las veces que hemos hablado de Cole,
pero no puedo señalar un momento en el que ella lo haya insultado. Lo ha
llamado raro, sí, pero ¿le ha dicho tonterías como le gusta hacer con
Dorothy o con otras personas?
Nunca.
—Son amigos desde siempre, una de las razones por las que nadie se
mete con Cole. Más o menos como tú y yo. —El semáforo cambia a verde y
los neumáticos chirrían cuando ella acelera, volando por la carretera
como si nuestros culos estuvieran en llamas—. He intentado que asista a
una de mis fiestas, pero siempre se niega. Igual que los gemelos Campbell.
—La molestia y el enojo adornan sus palabras, probablemente porque
siempre los invita, pero nunca aparecen.
Mucha gente se burla de ella a sus espaldas por eso, afirmando que los
chicos de la élite no quieren saber nada de ella.
—Pero Frank Whitley lo hizo. Incluso te envió cien rosas. —La única
diferencia entre Frank y Ralph es la condición de capitán y líder de su
banda. Frank también pertenece a los cinco fundadores, y a diferencia de
su capitán, mostró interés en Pat a lo largo de los años y se molestó en
aparecer en sus fiestas.
Por desgracia para él, no tenía planes de formar una dinastía con
Whitley.
Pero lo más importante es que debería haber visto una sonrisa siniestra
en el rostro de mi mejor amiga cuando acepté ir a la fiesta y cómo apenas
estaba conteniendo una risa, y sus ojos brillaban de emoción.
La iglesia, de estilo gótico, tiene tres arcos, cada uno de ellos con dos
agujas puntiagudas, mientras que el tercero, por encima de ellas, tiene una
cruz.
Todo a su tiempo.
Alisando mi vestido blanco tipo lápiz que levanta mis pechos y mi culo
además de resaltar mis largas piernas, cuento mentalmente hasta quince
mientras espero el momento perfecto para hacer la entrada.
Una niña salta a mi lado, sus sandalias rosas hacen volar piedras
alrededor de sus pies, y me dedica una sonrisa desdentada, con sus coletas
moviéndose.
—No te conozco.
—La bailarina. —Oh, Dios, me bastó una vez que bailara en el estudio
para que la noticia se difundiera.
—¡Mira! —ladra una voz por detrás de ella, precipitándose hacia ella y
resoplando con molestia—. Te dije que no huyeras de mí.
Ella mueve sus pestañas y hace pucheros con sus labios, por lo que el
hombre suspira y le revuelve el cabello.
—Pequeña zorra escurridiza. Tu madre me va a matar si te pasa algo. —
Entonces cambia su enfoque hacia mí, y estoy mirando a los ojos del chico
que solía confundirme mucho.
—Lo siento, creo que esto se manchará. —Se echa hacia atrás,
sorprendido por mi abrupta declinación, pero en cambio, engancho mi
brazo con el suyo, acercándome a él—. ¿Funciona esto? Me llamo
Cassandra Scott y me da miedo entrar ahí. —Sonrío tímidamente, con las
mejillas sonrojadas en buena medida mientras me echo el cabello por
encima del hombro, y al hacerlo hago que Cole admire los ricos y oscuros
mechones que albergan la combinación de sus dos colores favoritos. El
negro y el marrón oscuro—. ¿Puedo entrar y sentarme contigo? —Añado
un pequeño temblor en las últimas palabras, observando preocupada la
iglesia como si fueran a salir monstruos de ella.
Soy una mujer nueva y soltera que necesita ayuda masculina, y Cole
Calvin es un enamorado de todo lo nuevo y brillante.
Si por ángeles se refiere a los del tipo caído, como el mismísimo diablo,
entonces claro. Cole Calvin siempre ha sido una anomalía entre nosotros,
pero nunca pensé que se convertiría en un tonto ingenuo.
—Por eso Dios… —El roce del pestillo y el fuerte chasquido de mis
tacones lo hacen detenerse y levanta la mirada de la Biblia, con su único
foco en nosotros.
Oh, pero tengo la intención de utilizar este poder con toda su fuerza,
arrastrándolos lentamente a su caída, despojándolos de su cordura.
Pero no sería la primera vez que este sacerdote miente sobre algo,
cubriendo la verdad con su santa fachada.
Una fachada que esta pecadora romperá para sacar su verdadera y
podrida naturaleza para que el mundo la vea.
—Creo que todo el mundo está mirando —le susurro a Cole, que aparta
mi preocupación.
A los cinco minutos de nuestra reunión, Cole Calvin ya está muerto. Sin
embargo, tengo planes diferentes para él a diferencia de los cinco
fundadores, aunque su agonía será igual de dolorosa.
—Idiota.
Sube más ese maldito vestido. Enséñame esas piernas tuyas con las que
siempre me tomas el pelo cuando patinas sobre el estúpido hielo.
Desde entonces, todo el mundo desconfía de dejar que sus hijos vayan
allí y se mezclen con esos niños, porque temen los conflictos que puedan
surgir de ello. Mis padres se reían de esta suposición y me enviaban allí
todos los veranos; el viaje era siempre impresionante.
Los labios de Miranda se afinan mientras mira por encima del hombro,
levantando la nariz con desagrado.
—No lo harían.
—Bueno, no lo están, pero nadie quiere cabrear a Eudard. —Ah, así que
sigue teniendo el mismo poder diez años después. Realmente no me
sorprende, porque el informe lo decía, pero aún así—. ¿El alcalde?
—Sí, no. Los gemelos Campbell solían estar unidos, pero ya no. Porque
Eudard apoya a los niños de acogida y siempre asiste a las acampadas en
lugar de Eachann.
—No estoy seguro. —Hace una pausa antes de tragar con dureza—. No
mencionan sus nombres y no interactúan en absoluto. —Se inclina más, ya
que algunas personas del frente nos hacen callar mientras la discusión
continúa—. Solían presentar un frente tan fuerte juntos, pero nadie sabe lo
que pasó entre ellos. Eudard ni siquiera aparece en las reuniones familiares
si está Eachann. —Cole es peor que la cotilla local, Tracy. Ella, al menos,
nunca cuenta nada a los extraños o a la gente nueva, pero Cole no tiene
filtro.
¿Qué afectó a su relación hasta el punto que ninguno de los dos fuera
capaz de permanecer en la misma habitación?
—Eso es todo por hoy. Espero verlos a todos dentro de tres semanas
para la acampada. —Cierra el libro de un tirón y todos se levantan, con los
ruidos de los zumbidos rebotando en las paredes.
Varias personas se apresuran hacia Eachann, pero yo sonrío a Cole, que
hace un gesto hacia la salida.
Antes que pueda responder, una voz autoritaria pero suave habla desde
mi lado.
Sus ojos brillan, enmarcados por los mechones rubios que se han
colocado cuidadosamente en su cabeza. Con su vestido de flores y sus
bailarinas, me recuerda a esas perfectas amas de casa de los años
cincuenta.
—Hola, creo que aún no nos han presentado. Me llamo Patricia Brown.
—Se acerca para darme un beso de mariposa en ambas mejillas, y su
perfume me inunda, haciendo que me den arcadas por su dulzura—. Soy la
jefa del comité municipal aquí. —Lo que básicamente significa que ella
controla cualquier actividad social en la ciudad, y nadie puede hacer una
mierda sin su permiso.
Veo aprecio cuando desliza sus charcos azules sobre mí, gustándole lo
que ve, pero lo enmascara con una sonrisa amistosa y rodea los hombros de
su mujer con el brazo.
Y lo último que he oído es que se espera que Ralph sea el nuevo sheriff.
Sigue siendo una criatura egoísta que cree que el mundo gira a su
alrededor.
—¿De qué querías hablar? —Antes que pueda decirlo, ella mueve los
dedos hacia mí—. No, no. Esta charla apresurada y la conversación rápida
no es nuestra manera. —Me agarra del codo y me tira hacia la puerta—.
Tenemos una tradición aquí, un almuerzo dominical en nuestra casa. —Me
aprieta el codo con más fuerza mientras yo hago la O con la boca,
haciéndome la sorprendida, a pesar que ha estado en mi agenda todo el
tiempo.
Gime, las lágrimas le caen por la cara y la sangre le llena la boca, pero
mantengo su cabeza echada hacia atrás para que no tenga más remedio que
tragársela.
Una sonrisa curva mis labios cuando me viene a la mente cierta belleza.
Otro murmullo, este más prominente, ya que respira por la nariz con
dureza, y me doy la vuelta, dando otro sorbo.
Oh, mi diablo.
¿Cómo puede ocurrir lo que ha hecho? Tienes que pensar que un asesino
en serie es un idiota para creer eso.
Asiente con la cabeza, pero tiembla por todas partes, aprieta la espalda
contra el poste mientras se agita en las cuerdas, pero no se mueven.
—El monstruo que llevas dentro exige sangre por su desobediencia, por
su falta de respeto. —Sus ojos se abren de par en par y algo parecido al
alivio entra en él, y asiente en señal de reconocimiento, casi aliviado que
parezca que alguien lo entiende—. Lástima que incluso cuando dejan de
portarse mal, el monstruo siga queriendo castigarlos. —Me inclino más
hacia él y le susurro al oído—. ¿Lo curioso sobre los monstruos? Nunca se
pueden curar. —Con eso, le clavo el atizador en la ingle, y su grito resuena
en el espacio junto con el olor a carne quemada que llena mis pulmones.
Al sacarlo, le apuñalo los dedos de los pies uno a uno mientras sus gritos
bloquean incluso la música, y casi puedo excitarme con su sonido,
disfrutando cada minuto de su agonía.
Lástima para él que me importe una mierda, porque el agua tiene más
atractivo para mí.
Además, el tipo está loco. Quiero decir, yo no soy mejor, pero incluso yo
tengo ciertos límites. ¿Pero Arson? No tiene ninguno, y compadezco a
cualquiera que se interponga en su camino.
—Es tierra de nadie, porque limita con la mía. Él no tiene más voz que
yo en ella. Si quieres la tierra de Micaden, te sugiero que conduzcas unas
horas más hasta el otro lado de la isla.
—Tú no me dices lo que tengo que hacer. —Mi voz baja unas octavas
para que no se equivoque en mi posición—. Cassandra es mía.
Me muerdo la lengua.
Yo también.
Sin embargo, lo que ninguno de ellos sabe es que no puedo dejar que lo
haga.
—Ya hemos llegado, cariño —dice mamá, bajando la cabeza para mirar
a través del parabrisas la casa de Cole, todo el lugar cubierto de varias
luces, y sus cejas se fruncen—. ¿Por qué su casa tiene tantas luces
encendidas?
Busco con insistencia una excusa lo bastante creíble, porque yo
tampoco tengo ni puta idea. Pero no estoy segura que mamá aprecie el
hecho que no conozco muy bien a Cole.
Aunque se sorprendió con una invitación tan tardía para la fiesta, nos
pasamos por el centro comercial para comprar un regalo para Cole, y
luego me preparé rápidamente en casa, eligiendo un vestido rosa de
verano que terminaba justo por debajo de las rodillas y unas zapatillas de
deporte, completando el look con el cabello suelto por la espalda.
Puede que esté desesperada, pero no quería que nadie más lo pensara.
—Es un artista, así que creo que las luces intermitentes lo inspiran. —
La mentira sale fácilmente, porque sospecho que es así. Cole siempre lo
explica todo con su arte, y basándome en lo colorido u oscuro que se
vuelve su atuendo dependiendo de su estado de ánimo, creo que sus padres
están de acuerdo con lo que él quiere.
No es de extrañar que Cole nunca sienta la presión de ser nadie más que
él mismo.
Todas las riquezas que tienen las cinco familias fundadoras nunca
superarán a mis padres y su amor, que siempre me envuelve en un
apretado capullo. No sé por qué necesito que sus brazos me aprieten
fuertemente en este momento, pero lo necesito.
—Sí, estaré en casa a las doce. —Con eso, salgo, cierro la puerta y la
saludo mientras se aleja en la distancia hasta que se pierde de vista. Me
vuelvo hacia la casa, estudiando la decoración navideña.
La vieja casa tiene dos niveles, cada uno de ellos con unas cinco
ventanas, y curiosamente todas tienen las luces encendidas a pesar que
hay mucha luz en el exterior.
Es muy extraño.
Siguiendo el sonido de la música, giro a la derecha y entro en el salón, y
al instante el escenario cambia. Aquí la fiesta está en pleno apogeo. Mis
ojos se abren de par en par al ver a una treintena de personas, desde
deportistas populares hasta empollones científicos, y cada uno de ellos
participa en una actividad diferente.
Los artistas están de pie en un círculo, discutiendo algo con sus manos
haciendo movimientos extraños, y los estudiantes científicos golpean sus
cabezas al ritmo de la música, pero en su mayoría permanecen en silencio.
En general, es como una fiesta normal por aquí, excepto que he llegado
a esperar cualquier cosa menos lo normal de Cole.
—¿Quieres un poco?
No me digas.
—Sam me dijo que la besaste anoche. ¿También fui la chica más guapa
entonces?
Tose en su bebida.
—Bueno, no somos exclusivos, así que… —Me limito a dar un golpecito
con el pie y continúo clavando mi mirada en él, por lo que suspira
resignado—. Ok, teníamos una apuesta.
—¿Una apuesta?
—No me ofendo.
Y aunque debería estar molesta con esto, estoy más aliviada que nada.
Lo último que quería era tener que lidiar con un chico que creía estar
enamorado de mí, especialmente uno que forma parte del equipo de fútbol.
No, no.
¿Dónde está?
Sam se une a nosotros, saltando sobre Ethan y envolviendo sus piernas
alrededor de él mientras le da un profundo beso, y yo pongo los ojos en
blanco, esperando a que terminen.
—Solo un segundo, chica, por favor. —Ella asiente, rozando con sus
labios el cuello de él mientras chasqueo los dedos en la cara de Ethan—.
¿Dónde está Ralph?
—¿Qué pasa, princesa de hielo? ¿Tu santo resultó ser solo un hombre
mortal?
Nunca me habría cruzado con Eudard, que tenía las palabras pecado y
engaño escritas por todas partes.
—Dios mío, son tan hermosas. El artista es un genio. —Me inclino hacia
adelante, como si quisiera beber en cada rasgo tallado en el mármol
cremoso que brilla intensamente—. Es como si estuviera vivo y me
saludara. —Creo que muestra a Venus saludando a los recién llegados con
un pequeño saludo mientras su vestido ondea alrededor de sus piernas; es
algo difícil de hacer con la textura del mármol. Una corona de flores está
sobre su cabeza mientras su cabello cae en cascada por su espalda.
Después de todo, nadie puede tener nada mejor que la familia reinante
de esta ciudad.
Ojalá tuviera pintura roja para salpicarle por todas partes. Habría sido
épico.
Acabo de decir que tuve una lesión, y Cole actúa como si le hubiera
dicho que no puedo bailar del todo.
Qué idiota.
Le ladra:
El mármol dorado está tan bien pulido que puedo ver nuestros reflejos en
él y, por último, todos los caros muebles son de roble, lo que no hace sino
aumentar la lujosa decoración.
—Nueva York.
—En Nueva York. —Una de las invitadas abre la boca para decir algo,
pero Patricia da una palmada y anuncia—: El almuerzo está aquí, así que
siéntense todos, por favor. No queremos que la comida se enfríe. —Todos
la obedecen mientras murmuran entre ellos sobre los últimos informes
bursátiles, tal como dijo Cole.
Todos sus sueños se hicieron realidad, y ¿qué más podría haber deseado
para mi mejor amiga?
Pero lo que me hizo aquella noche abrió para siempre una brecha entre
nosotras, y ninguna expiación podría borrarla.
—Me has hecho correr como un loco aquí, chico. Nunca te presentas a
las comidas de los domingos en este infierno.
Estoy aquí por mi fénix, que está a punto de traer el caos a los residentes
de esta mansión. Ya la he visto paseando por la iglesia toda seductora,
como si estuviera libre para ser tomada.
Como una viuda negra que atrae a su víctima hacia su telaraña justo
antes de cortarle la cabeza, y luego baila a la luz de la luna.
Aprieto los puños mientras la bestia que llevo dentro gruñe, porque
Cassandra se equivoca en una cosa.
No voy a permitir que haga alarde de su cuerpo para que todo el mundo
lo vea, para que lo cuelgue en sus caras.
Ella me pertenece.
—No, son gratis y algo que hice para los niños que no pueden permitirse
asistir a las clases. Pero ya no lo hago.
—Es muy extraño que te hayas mudado aquí de entre todos los lugares
después de semejante carrera. —Frank habla desde su lugar frente a mí,
taladrándome con la mirada y sorbiendo su vino mientras una expresión
ilegible cruza su cara.
—No podía quedarme en casa después de lo ocurrido. Así que pensé que
un cambio de aires me vendría bien. Saqué un mapa, apunté a ciegas y
acabé aquí.
—Culpable.
—Aquí no se baila. Creo que un gimnasio habría sido bueno para ese
lugar en particular. Está justo en el centro de la ciudad y no requiere un
largo viaje en coche desde las oficinas o las escuelas. —Aunque su voz
sigue siendo dulce como el azúcar, no me extraña cómo me muerde con
cada palabra.
Patricia lanza una mirada fulminante a Ralph, que tose en su puño; está
claro que aún no ha olvidado a quién invitó al baile de bienvenida.
—Creo que esta ciudad necesita un estudio de danza. Para que los niños
aprendan la belleza de la misma y tal vez busquen una carrera profesional,
y para los adultos que solo quieran relajarse. —Hago una pausa y añado—:
De hecho, eso es lo que quería hablar contigo. Ya que estás en el comité de
la ciudad, ¿podrías encargarte que todo el mundo sepa que se va a abrir
pronto?
—Qué nombre tan extraño tienes. —La voz de Patricia se abre paso
entre las risas de la mesa, como una aguja afilada que revienta una
burbuja—. Cassandra. —Arrastra mi nombre como si lo probara, pero
suena más como si lo masticara y lo escupiera—. Es griego, ¿no?
Si hay algo que Patricia odia es que le digan que está equivocada en
algo. Lo llamo el síndrome del estudiante A.
O simplemente es una zorra, y en su caso probablemente sean ambas
cosas.
—Aun así, ¿hay alguna historia por la que tus padres eligieron este
nombre para ti? —vuelve a indagar, y su marido palidece un poco,
poniendo su mano sobre la de ella y apretando con fuerza, si su repentina
mueca de dolor sirve de algo.
Abro la boca para replicar, pero una voz profunda y ronca a mis espaldas
me congela en el acto, arrasando conmigo como una serpiente que se
desliza por la garganta de su presa.
—El significado del nombre está relacionado con un antiguo mito —dice
Eudard, entrando en el comedor. Su energía dominante carga el aire,
actuando como una cadena invisible alrededor de todos nosotros.
Los hombres empiezan a levantarse para saludarlo, pero él les indica que
permanezcan sentados.
—Pero ella mintió, y una vez que obtuvo su don, se negó a ser de él —
dice Frank, ajustándose las gafas en la nariz.
—Oh, no. Verás, Apolo quería recuperar su don, pero era imposible. Así
que en su lugar, la maldijo. Ella vería el futuro, pero nadie creería sus
profecías. —Sus intensos ojos verdes perforan en mi cuando continúa,
mientras mi corazón late desbocado en mi pecho, pero mantengo intacta la
sonrisa educada, sin permitir que nadie vea mi turbación. Y mucho menos
al propio diablo—. Advirtió sobre Paris destruyendo Troya por raptar a
Helena y tomarla como su mujer. Luego sobre el engaño del caballo de
Troya, e incluso que Odiseo tardaría diez años en volver a casa. Pero como
todos conocemos la historia, nadie escuchó a la princesa y la ciudad fue
incendiada ganando los griegos la guerra de los diez años.
Un marginado.
Deportistas de fútbol.
Un chico de ciencia.
Un artista.
Un santo.
Cada uno de ellos pagará el precio que se han ganado por sus acciones
para cuando acabe con ellos.
Cada gesto que hace, cada respiración que hace es como una obra de arte
que puedo contemplar durante horas sin aburrirme.
Comienza el juego.
—No estoy de humor para tus crueles palabras, Eudard. —Odio cómo
me tiembla la voz mientras los sollozos siguen sacudiendo mi cuerpo, pero
esta vez en voz baja y sin permitir que se derramen.
¿Qué?
Todo tiene sentido dado el tiempo que siempre pasa en la iglesia, ya sea
ayudando al Pastor Joseph con los niños de acogida, cantando en el coro
o pasando el rato con la gente de allí. Además, últimamente, siempre que
alguien le pregunta por sus planes de futuro, se queda callado y nunca
rellena ninguna solicitud de estudiante, según Pat, que tiene los ojos
puestos en todos los estudiantes, queriendo saber quién piensa ir a dónde.
Solo para asegurar que irá a una universidad mejor que ellos, por
supuesto.
Mamá me dijo una vez que esperaba que fuera capaz de dejar atrás su
pasado, fuera lo que fuera. Como todo esto ocurrió cuando teníamos unos
siete años, no conozco los detalles de lo que estaba pasando en ese
entonces.
—¿Por qué eres tan malo conmigo todo el tiempo? —Se congela, su
mandíbula hace tictac mientras algo cruza su cara, pero se va tan rápido
que no tengo tiempo de atraparlo—. Desde que empezamos la escuela, has
cambiado, y yo he sido tu enemiga número uno. Ignorándome, lanzando
comentarios groseros sobre el patinaje sobre hielo, y todo lo demás —
grito la última parte, cruzando los brazos—. ¿Qué he hecho para merecer
tu interminable crueldad? —Me limpio las lágrimas que resbalan por mi
mejilla—. Antes éramos amigos, pero eres más amable con Patricia que
conmigo. —Antes que nuestra relación cayera en llamas, él nunca se
quedaba mucho en su compañía, y siempre que ella empezaba a charlar
con él, se iba en otra dirección.
—Tu santo está aquí para salvarte del diablo. —Si tuviera un céntimo
por cada vez que se ha burlado de mí, ya sería multimillonaria.
Se dirige a su gemelo:
—Es toda tuya, hermano. —Y se lanza hacia su moto tan rápido que ni
siquiera tengo tiempo de recuperar el aliento.
Quita las manos del manillar y espero que me eche, pero en lugar de eso
se quita el casco de la cabeza y me lo da.
Acelera un poco una vez en la carretera vacía que lleva a las afueras de
la ciudad, y lo rodeo con mis brazos, apretándome tan firmemente contra
él que puedo sentir cada músculo.
—¿Tienes miedo? —Y aunque quiero gritar que sí, niego con la cabeza
y me abrazo a él con tanta fuerza que le debe costar respirar.
—¿Me retas?
La protesta está a punto de salir de mis labios cuando noto por el espejo
retrovisor una ligera sonrisa en su cara, anticipando mi negativa.
—Por supuesto.
Estoy harta que la gente piense que soy una flor delicada.
Es la libertad.
—¡Oh, Dios mío! —grito a través del viento, clavando mis uñas en sus
hombros—. ¡Esto es lo mejor!
Esto es volar. No tenía idea que algo más que el hielo tuviera la
capacidad de dar una emoción tan fuerte.
—¿Tienes un lugar especial aquí? ¿Es siquiera legal? —Por lo que sé,
los cinco fundadores no tenían tierras aquí, así que ¿cómo puede tener un
lugar especial?
—Más o menos.
Es una pequeña cabaña con un sofá, así como una alfombra mullida
cerca de la chimenea que parece que nadie ha utilizado desde hace al
menos dos décadas. Y una pequeña mesa con una docena de velas y varias
botellas de agua.
—No hace falta ser educada. Es una choza. —Se frota la barbilla,
escudriñando el lugar—. Lo ideal es derribarla por completo. Así podré
construir una versión nueva y mejorada.
—Algún día.
Resopla.
Porque, ¿cómo puedo explicar algo que ni siquiera tiene sentido para
mí? Todo mi día ha sido una cosa extraña tras otra.
Pero seguro que no cree que debamos seguir como hasta ahora, después
de lo que me ha dicho.
Nos graduamos el año que viene. ¿No deberíamos dejar atrás esta
chiquillada?
—Esto suena tan parecido a James con sus sermones sobre las
amistades. —Parpadea, pero luego veo que su mirada es divertida—.
¿Recuerdas esos largos discursos que nos daba en la guardería?
Eudard se ríe.
—Sí. Nos dijo que no pegáramos a nadie que nos mirara mal.
—Te han hecho daño —es todo lo que dice, como si eso lo explicara
todo, pero eso me recuerda sus anteriores palabras.
—¿A qué te referías cuando dijiste que no tenía idea de todo lo que has
hecho por mí? —Una vez más, esa maldita expresión en blanco cubre su
cara y se levanta, encendiendo varias velas más, porque el sol se ha ido
casi por completo.
—Curiosidad.
—¿Qué?
Cada uno de ellos tiene un candado de oro con una llave que no está a
la vista. Si no lo supiera, pensaría que pertenece a algún tipo de
hermandad clandestina o algo así.
—Sí, claro. Porque un imbécil como yo haría algo así. Apuesto a que no
habrías esperado eso de Eachann.
Allí de pie, los dos empapados, con el cabello pegado a la cara, el pecho
subiendo y bajando, me quedo con la boca abierta ante esta acusación, y
doy un paso hacia él, clavándole el dedo en el pecho.
¡Dios mío, no puedo creer a este tipo! Está actuando como si fuera un
novio despechado y yo tuviera algo con Eachann a sus espaldas.
Nos miramos fijamente durante lo que parece una eternidad antes que él
murmure:
Sus labios son fríos y duros contra los míos, rozándolos un poco antes
de morderme el inferior. Jadeo y le permito deslizar su lengua dentro de
mi boca y enredarla con la mía, encerrándonos en un profundo beso que
borra todos los pensamientos de mi mente, excepto la necesidad que se
desliza lentamente en mí, despertando en mi cuerpo un deseo que me
resulta tan desconocido.
Si besar es tan bueno, ¡no me extraña que todo el mundo lo haga tan a
menudo durante las vacaciones escolares! Las películas y los libros no le
hacen justicia.
Aunque quizá tenga razón. Las conversaciones nunca nos han ayudado
mucho, pero esto… esto lo conseguimos hacer bien, a pesar de ser mi
primera vez.
—Dios, no puedo creer que Pat haya guardado todas esas fotos. —Ethan
se pasa los dedos por el cabello—. Parezco un idiota en la mayoría de ellas.
Finalmente, anunció a todos que el postre estaría listo pronto, por lo que
todos decidieron estirar las piernas, caminando por la propiedad o tomando
un descanso para fumar.
—¿Así que has sido el mejor amigo de Ralph y Patricia? Creía que te
habías mudado aquí a los diecisiete años. —Quiero aplaudirme por la
genuina confusión que se desprende de mi tono, y él se atraganta con su
vino, el pánico cruza su cara antes de encontrar su voz de nuevo.
¿Qué ha cambiado?
Aunque no lo sepan.
—Pero aun así te las arreglaste para abrir tu propia empresa —le digo
tranquilizadoramente, dándole unas suaves palmaditas en el brazo como si
tratara de darle mi apoyo.
Pero al mismo tiempo, la traición del chico que fue mi primera y única
salvación en la oscuridad por haber ayudado a un monstruo como Ethan.
¿Y por qué mi corazón late tan rápido en mi pecho sabiendo que está
cerca, cuando permaneció muerto durante años?
—Los cinco hijos fundadores. —Leo la inscripción grabada bajo la foto
de Halloween y envío una mirada interrogante hacia Ethan—. ¿Qué
significa?
—Construyeron las primeras casas aquí, fundaron las reglas y cosas así.
Poco a poco, la gente empezó a venir aquí y a quedarse de paso, o
simplemente querían huir de la guerra.
—No, sí lo hizo. Pero teníamos una iglesia y otras mierdas que lo hacían
soportable para la gente. Por suerte, fue casi el final, y en 1865, salimos
oficialmente en el mapa —dice con orgullo, y una parte de mí comparte su
sentimiento, porque me encanta esta ciudad.
—Estos son los gemelos Campbell. —Muevo el dedo entre dos chicos
que llevan disfraces de piratas, sosteniendo en alto la bandera negra con un
esqueleto—. Pero aún queda un nombre en el aire.
Sin importarle una mierda quién lo viera, una vez usó su cinturón sobre
Ethan justo al final del partido cuando este no consiguió marcar el gol de la
victoria, perdiendo así contra el equipo de la ciudad vecina.
Y una parte de mí sigue sintiéndose mal por el niño que solía ser y que
llegaba al colegio con hambre porque a su padre le encantaba castigarlo
matándolo de hambre, pero esa parte es rápidamente apagada por una voz
diferente que hace aparecer recuerdos en mi cabeza, mostrándome de lo
que es capaz este pobre niño.
—Bueno, eso explica muchas cosas. Así que ustedes son la élite —me
burlo de ellos, y estalla una carcajada colectiva, con Cole frunciendo el
ceño en señal de disgusto, claramente sin gustarle que lo dejen fuera de
esto.
—El único.
—Las ventajas de una ciudad pequeña. Somos un equipo muy unido que
nada puede romper. A los que lo intentan no les suele gustar el resultado.
—Patricia rodea con su mano el centro de Ralph, que se endereza para
acomodarse, y me pregunto cuándo se convirtió en su perro con correa.
Gemelas.
¿Tienen hijas?
Pero nunca quise usarla para destruir vidas inocentes, y esas niñas serán
un daño colateral en esta historia.
—¿Qué? —La música rock lo acompaña, así que debe estar en su sala
de tortura.
—¿Qué importa?
—Cambia…
—¿Qué? ¿El pasado? ¿Solo porque tienen hijos borra todos los pecados?
Qué graciosa. —Arson tararea un poco al ritmo de la música, y entonces
oigo un grito de dolor que resuena en el fondo mientras alguien pide
clemencia—. Lo siento, me distraje. Los niños no cambian nada, así que
incluirlos en el informe parecía inútil.
—Estarán heridos y…
Es frío y distante, esas palabras que siempre asocio con él, pero ¿no
debería esto al menos conmoverlo? Puede que sea un monstruo, ¡pero no
es esa clase de monstruo!
—Arson…
—Cassandra, no hay otra opción. Decídete y mantén tus malditas
emociones a raya. Si no, te ahogarás, cariño. —Me cuelga mientras me
quedo mirando el teléfono.
Está claro que esperar que su angelical cautiva lo cambiara un poco era
inútil.
Respirando hondo, giro el pomo y salgo al exterior, solo para chocar con
un amplio pecho y casi caer de espaldas. Pero unas manos fuertes y
musculosas me empujan contra él, y un sofoco me recorre al instante.
Los brazos me rodean con tanta fuerza que no tengo espacio para
inclinarme hacia atrás, y me sobresalto al chocar con unos ojos verde
esmeralda que se quedan completamente en blanco bajo mi mirada.
Ningún hombre tiene este efecto sobre mí, y el hecho que todavía lo
haga después de todo lo que ha pasado… me asusta tanto que necesito
correr.
Pero en lugar de eso, grito cuando nos hace girar y me aprieta contra la
pared del pasillo, que por lo demás está vacío.
Espero que me invada el pánico familiar, trayendo todas las voces del
pasado como pasa cada vez que alguien se acerca a mí, pero no viene
ninguna.
Como si la presencia de Eudard calmara mis pesadillas en lugar de
agitarlas.
¿Qué demonios me está pasando? No puedo ser una de esas chicas que
pierden la cabeza en presencia de la perfección masculina.
Vuelve la rabia latente que, una vez más, no tiene ninguna maldita
explicación, porque ¿a quién diablos le importa con quién se acuesta? No
es mí asunto.
Se acerca, sus labios están a pocos centímetros de los míos, y sus manos
se enredan en mi cabello, arqueando mi cuello. Jadeo conmocionada.
—¿Qué? —jadeo.
Una sonrisa siniestra curva sus labios mientras sus dedos alisan un
mechón de mi cabello, pero me alejo de él, detestando su contacto.
Nunca he visto ninguna foto suya con mujeres, así que no tengo idea de
sus relaciones ni de sus aventuras de una noche, pero no me parece un
hombre celoso y posesivo.
Sin embargo, huele a esas emociones justo en este momento, y una
emoción me recorre antes que pueda detenerla, recordándome por un
segundo al chico que solía ser y que me quitó la virginidad hace tantos
años.
El psiquiatra de Nueva York dijo una vez que a veces nos sentimos
atraídos por personas a las que tal vez no amamos ni nos gustan, pero que
forman parte de nuestros recuerdos felices.
—Nadie toca este cuerpo, Cassandra —dice con furia y a la vez con
frialdad, como si el tema simplemente le inquietara—. Creo que ayer
repasamos la norma de no ir en contra de mi palabra.
Pongo una sonrisa falsa en los labios, batiendo las pestañas hacia él.
—Ah, ¿sí? Que yo recuerde, no estuve de acuerdo con nada. Así que…
—Le clavo el dedo en el pecho mientras su mandíbula sufre un tic—. Te
aconsejo que dejes de amenazarme o de ladrar órdenes, porque, noticia de
última hora, puedo hacer lo que quiera. Incluso conseguir una orden de
alejamiento contra un alcalde. —Espero un momento, esperando que
comente algo al respecto, pero se queda callado, así que añado—: Además,
esto es acoso sexual. ¿Quieres que vaya a la prensa? —Esa es la única
amenaza que funciona con los cinco fundadores: el escrutinio social y
meter la ley real en esto.
—¿Acoso sexual? Tendría que tocarte u ofrecerte sexo para que fuera
eso. —Mis cejas se fruncen mientras él pone sus manos a ambos lados de
mi cabeza—. No necesito que mi futuro sheriff se vea envuelto en un
escándalo de infidelidad o en competencia con su mejor amigo. O que el
artista local esté deprimido por haberte perdido. —Me dice—. No
olvidemos al científico que podría dejar de trabajar en el laboratorio.
Sencillamente, no puedo arriesgar la estabilidad de mi ciudad por tu deseo
consentido de seducir a los hombres.
Bueno, además del hecho que siempre ha sido así conmigo, aparte de
nuestra única noche juntos. ¿Su cuerpo tiene algún tipo de radar que le
anuncia que estoy cerca, aunque su subconsciente no pueda explicarlo, por
lo que tiene que actuar como un gilipollas conmigo?
¿Así que esta norma de no tocar tiene que ver con ellos y con la ciudad,
no con su deseo por mí?
Envuelvo mis manos alrededor de la garganta mientras respiro hondo,
con la esperanza de alejar todos esos sentimientos confusos.
De todos modos, ¿es una idiotez? Estoy actuando como una mujer
despechada, cuando esto es exactamente lo que esperaba de Eudard
Campbell.
¿De verdad creía que era capaz de perder la cabeza por una mujer tan
rápidamente como todos esos tontos del comedor?
Seducirlo habría sido todo un arte, así que menos mal que no tengo esas
intenciones.
Nada de esto tiene sentido y más bien me recuerda a un mal sueño del
que tengo que despertar.
Aunque es una pena para Eudard Campbell, ya que pretendo traer tanto
caos aquí que no sabrá qué fuego apagar primero.
Me precipito hacia Patricia, que sigue de pie junto a las fotos, pero otra
mujer se ha unido a ellas, una que se balancea un poco con un vaso en la
mano, y tiene el cabello revuelto. El vestido negro que lleva es demasiado
corto para ella, y cuanto más me acerco, más huelo el apestoso olor del
alcohol en ella.
El único que falta es Eachann, pero rara vez sale de las puertas sagradas
de su iglesia. ¿Teme que sus verdaderos colores brillen en el mundo donde
no tiene protección desde arriba?
Cada vez que he imaginado este momento a lo largo de los años, siempre
he pensado que sentiría una furia y una ira tan fuertes que estaría
temblando y apenas podría sobrevivir a la farsa.
Lo he hecho todo por ella, pero que me maten si permito que alguien la
toque o se crea con derecho a hacerlo.
Ella es mía.
—Estás aquí, mi amor. —Le rodea el cuello con los brazos, colgándose
de él, pero la empuja con brusquedad.
—Ethan. —Hay tanto dolor en su voz que podría haber sentido lástima
por ella y por su trato, pero hay pequeños detalles que me lo impiden.
Pero, ¿cambia eso el hecho que hagan daño a personas que tienen
familias que les quieren?
No, no lo hace.
De todos modos, ¿qué pasa con todas estas chicas que se quedan en este
agujero y no exploran el mundo que las rodea?
Qué caballero.
—Siento que hayas tenido que ver esto. —Hace una mueca de dolor—.
Mi ex-mujer… —Pero dicha ex-mujer lo interrumpe, empujando desde la
pared y balanceándose hacia mí, la brillante sonrisa en su rostro solo se
suma a la desesperación que sale de ella en oleadas.
—¿No es esta la recién llegada? Ah, eres tan bonita. —Me abraza contra
su pecho antes que alguien pueda detenerla, y su amargo perfume me
inunda. Me trago el ácido que me sube a la garganta por esto—. Y caliente.
—Suspira y se echa hacia atrás, clavándome las uñas en los hombros
mientras me examina—. Ya veo por qué mi marido quiere follarte.
—Quítale las manos de encima. —Ella salta ante la dura pero profunda
orden que viene de detrás de mí, y al instante el calor me rodea,
permitiéndome exhalar con fuerza y deslizar el tan necesario aire en mis
pulmones. Su sola presencia me envuelve en un capullo de protección.
—Me disculpo por esta escena. —No estoy segura de a quién se dirige, a
mí o a él, pero entonces hace acopio de una sonrisa para mí, aunque envía
una mirada a su amiga—. Normalmente no es tan cruda. Se han divorciado
recientemente y…
—La próxima vez que invites a alguien, asegúrate que no sea insultado
en el proceso.
—Eso no es justo…
—La llevaré a casa. Reza para que esto no llegue a las masas, Patricia.
Oh, Dios, ¿cómo voy a sobrevivir a esto si casi lo pierdo después del
primer encuentro?
—Si los encuentro comiendo esas bayas en el jardín, los voy a regañar
gemelos Campbell.
Oigo sus botas golpear el suelo de madera que indica que estamos de
nuevo dentro de la cabaña. Cierra la puerta de una patada y eso es lo que
me saca de la neblina que ha tejido a mi alrededor.
Tocando mis labios con la punta de los dedos, nos miramos fijamente
mientras su mandíbula hace tic y su cuerpo vibra con calor. Intento
bloquear el zumbido de mi propio cuerpo que solo quiere volar de nuevo a
sus brazos.
Está mal.
Me relamo los labios secos para darle las palabras, abro la boca, pero
no sale ningún sonido. En su lugar, lo único en lo que puedo pensar es en
la vena que late en su cuello y que deseo chupar desesperadamente, y en la
necesidad de sentir la flexión de esos músculos rígidos cuando me aprieto
contra su pecho. Sus brazos tienen el poder de desvanecer todos mis
miedos y pensamientos, dejando solo el deseo palpitante dentro de mí.
—No lo hagas.
Sus labios vuelven a estar sobre los míos, dándome besos húmedos,
crudos y necesitados que destierran todo pensamiento de pudor y
encienden aún más mi sangre.
—Siempre.
Quiero gritarle que está loco si cree que alguien habla así,
especialmente durante la primera vez, pero una vez más, no me da la
oportunidad de hacerlo. Me calla con un beso, haciendo que todos los
pensamientos lógicos salgan volando de mi cabeza, y cuando se arrodilla
conmigo todavía en sus brazos, mis ojos se abren de golpe.
—No te escondas de mí. —Aunque lo dice con dureza, hay una suavidad
en su voz que calma el ligero pánico que hay en mi interior, así que lo
escucho, abriéndome, deleitándome con su deseo por mí.
¿O una espada?
Me incorporo y quiero tocarlo, pero me detengo en el aire y levanto los
ojos hacia él. Él traga, con su nuez de Adán balanceándose, y toma mi
mano entre las suyas, poniéndola sobre él.
Grito, con olas de calor que me inundan, pero su voz ronca me envuelve,
me enraíza.
Si el resto es tan bueno como esto, no me extraña que todas las chicas
presuman de salir con sus novios.
¡No!
Esos pensamientos y la realidad no tienen cabida entre nosotros ahora
mismo.
Finalmente, oigo que se baja la cremallera y abro los ojos para verlo
arrodillado, desnudo, con un paquete de papel de aluminio rasgado en la
mano y su erección en posición de la atención.
Mis ojos se abren de par en par ante esto, y la rabia familiar llega con
toda su fuerza, ya que aparentemente está preparado para esa acción en
cualquier momento con cualquiera. Me cuesta disimular una mueca de
dolor. Demasiado para sentirme especial en mi primer todo.
Me duele.
—Arianna —me gruñe en el cuello, rozando mi piel con los dientes, pero
en lugar de escuchar la advertencia en su voz, vuelvo a contonearme y esta
vez sus palmas acunan mis caderas. Detiene mis movimientos y sisea entre
los dientes—: Un puto meneo más y te voy a follar por el suelo, Arianna.
—Un momento y añade—: Créeme, eso no es lo que quieres para nuestra
primera vez. —Los ojos verdes de Eudard se fijan en los míos durante un
momento, con una miríada de emociones que suceden una tras otra, tan
rápido que no soy capaz de captar ninguna de ellas. Respira con
dificultad, con las pupilas dilatadas, y comprendo que apenas se está
conteniendo por mí.
Sigue deslizando su polla dentro y fuera de mí. Sus manos suben mis
rodillas por encima de sus codos y aumenta sus golpes. Arqueo el torso y
le clavo las uñas en la espalda, acercándolo para besarlo.
—Me encantan tus músculos rígidos y todo eso, pero necesito aire. —
Inmediatamente, cambia de posición, conmigo encima de él, y como
resultado, mi cabello cae sobre mí—. ¡Eudard! —Se ríe y me engancha los
mechones detrás de la oreja, y por un segundo me hipnotiza su genuina
sonrisa que no me ha dado en los últimos años.
—Eachann…
La evasión.
—Acéptalo o no, pero recuerda siempre, que yo, y solo yo, existo en tus
pensamientos. Solo yo toco este cuerpo, y solo yo existo aquí, joder. —
Desliza su mano hacia mi corazón, que late salvajemente bajo su contacto.
Eres mía.
Enciendo la luz, quiero quitarme los zapatos y darme una ducha, pero
mi teléfono suena en el bolsillo del vestido. Había olvidado que lo llevaba
conmigo.
Oh, Dios.
Le doy a “Enviar” y cojo las llaves del coche de mamá, ya que se han
llevado el de papá, pero es entonces cuando veo los faros en mi entrada y
reconozco el coche de Ethan.
—Lo sé. Tenemos que detenerla antes que haga algo estúpido.
Rápidamente hago lo que me dice y rezo para que Patricia esté bien,
pero también para que Eudard venga. ¿Cuán gracioso es que hace apenas
unas horas era el chico que me asustaba y atormentaba, y ahora es a él a
quien asocio mi seguridad?
Me pongo las gafas de sol, doy un sorbo y me dirijo al camino que lleva
al estudio sin mirarlo, buscando mis auriculares.
—Cassandra —me llama, corriendo hacia mí y tragando aire mientras se
mantiene a mi ritmo, pero lo ignoro, concentrándome en la carretera que
tengo por delante y respirando el aire fresco que alivia las aristas de mi
interior que aún están frescas después de lo de ayer.
Solo tengo un mes como máximo para acabar con ellos sin volverme
loca y dejar atrás el pasado para siempre, pero ¿cómo voy a hacerlo si
todavía les doy el poder de gobernarme?
—Le rogué que fuera a rehabilitación, pero no me hizo caso. Así que no
me dejó otra opción que divorciarme de ella. No podía seguir viviendo así.
—Por el rabillo del ojo, lo veo mirar hacia abajo mientras se enhebra los
dedos en el cabello, con la resignación escrita por todas partes.
Dios, esta historia triste debe funcionar muy bien con las damas, porque
suena como una canción sobreactuada.
Una sonrisa curva mis labios cuando no lo oigo moverse, lo que me dice
que, aunque esté aturdido con mi respuesta, sigue queriendo conquistarme.
Entonces llamaré a Arson para que se encargue de ellas, para poder ver
cómo las torturan una y otra vez.
Pero no importa.
Eres mía.
Exhalando rápidamente, espero que todo esto borre los recuerdos que no
tienen lugar en mi vida ahora.
¿Y por qué me llama fénix? ¿Quién le pone un apodo a una mujer que
apenas conoce?
¿A menos que cada mujer en su vida tenga un apodo reservado solo para
ella…?
Sí, soy un imbécil; lástima que no haya ninguna bebida en mi mano para
celebrarlo.
Por supuesto, eso fue antes que todo cambiara, y me tocó vivir en una
pesadilla tan intensa que nadie en esta ciudad sospechaba.
Incluida la preciosa Arianna, que nunca vio nada más allá de Eachann y
su silencio, sin saber lo que realmente se escondía debajo de nuestros
exteriores.
—Hago muchas cosas para ganarme esa reacción. ¿Podrías ser más
específica? —Mi actitud despreocupada no es bien recibida.
Golpea mi escritorio con las palmas de las manos, tirando algunas
carpetas y bolígrafos al suelo, mientras jadea con veneno en sus palabras.
Veo que apenas se resiste a estrangularme.
—Es curioso, porque nunca vimos esos papeles. —Ella frunce el ceño,
así que me explayo—. Su abuela no pagó el alquiler del estudio durante
mucho tiempo, pero lo dejé pasar. Estaba criando sola a su nieta, no me
parecía bien. —Mi fénix se cruza de brazos, y por cómo resopla, me doy
cuenta que no le importan mucho mis cavilaciones, pero oh, mala suerte.
Tendrá que escucharlas—. Cuando falleció, le ofrecí ayuda a Allison y le
dije que tendríamos que revisar el estudio, pero dijo que lo tenía cubierto.
—Abro las palmas de las manos—. Pero ella te lo vendió, así que ahora es
tu problema.
Ella es mi hipnotizante ave fénix que brilla bajo la luz del sol que entra
por la ventana de la oficina, lo que le da un aire dorado haciéndola la única
cosa brillante de mi vida.
Su piel se enrojecerá y podré quitarle esta ropa ofensiva para ver todas
las pecas que aún debe tener. Quiero rastrearlas con la lengua después de
atarle las manos para que no me impidan saborearla, todo ello mientras la
tengo a mi merced.
Y el hecho que no pueda hacer ninguna de esas cosas sin que ella huya
de mí me vuelve loco, pero no pasa nada.
Entonces este hermoso fénix quedará atrapado para siempre en una jaula
dorada de mi creación.
Parpadea sorprendida.
—¿Has hecho alguna? —Me inclino hacia delante, apoyando los codos
en el escritorio y golpeando la carpeta—. Basado en esto, no la has hecho.
No puedo permitir que dejes entrar a los niños cuando no estamos seguros
que las ratas puedan morderlos. —Suspiro dramáticamente—. ¿Qué dirán
todos los padres preocupados?
—¿Y has hecho esa suposición después de vivir aquí menos de un mes?
—Se mueve incómoda, así que profundizo—. No se puede. Tendrías que
vivir aquí durante años. En realidad no, tendrías que crecer aquí.
—Creo que…
Lo cual me aburre. ¿Dónde está su habitual fuego que arde cada vez que
hablamos?
Despacio, muy despacio, recorro con mis dedos desde su cuello hasta su
barbilla, acariciándola ligeramente con el pulgar, poniendo la piel de
gallina a mi paso.
Todavía no.
—Tengo una propuesta para ti. —Se echa un poco hacia atrás, aturdida
con mis palabras, y le cierro la boca con el dedo—. Quitaré la citación y
permitiré que se abra el estudio si vas al baile conmigo.
Ella se lame los labios, jodidamente tentadora para que los tome de
todos modos, y solo mi autocontrol me permite contenerme.
—¿Qué baile?
—Tienes razón. —Sus labios se curvan en un gruñido, así que, con una
risita, añado—: Pero quiero ir contigo. —Frotándome la barbilla, añado—:
Hazlo y volverás a tener acceso a tu estudio.
—Esto es un chantaje, puro y duro.
—Tómalo o déjalo.
Ah, mi fénix.
Necesito salir de este lugar antes que Eudard me confunda con sus casi
besos o me enoje más con sus exigencias que arruinan mis planes
perfectamente trazados.
Tal vez debería haber aparecido con un arma y matarlos a todos. Sin
problemas, sin trabajo. Esta estrategia de gran plan hasta ahora apesta
como nadie; he jugado como una aficionada con oponentes
experimentados.
—Claro, gracias.
Lo cual me parece bien, pero hay algo en la calidez de este lugar que
siempre me toca la fibra sensible.
—Me encanta este lugar, no solo porque está como a dos minutos de mi
trabajo, sino porque Marta tiene las mejores tortitas de todo el maldito
mundo. —Como he viajado por todo el mundo, estoy totalmente de
acuerdo con esa afirmación.
Ah, sí.
La belleza morena que solía ser popular entre los chicos en el instituto,
no solo por su aspecto sino también por su inteligencia. Era un amor de
pies a cabeza, así que me desconcertó que se casara con Aaron, que era un
imbécil incluso en el instituto.
—Fue una jugada de Patricia. —Me mira—. Lo siento. Por lo que sé,
podría ser tu nueva amiga.
Mis cejas se fruncen ante esto, pero es entonces cuando Marta, la dueña,
se acerca, poniendo las dos manos en las caderas mientras ladea la cabeza
y me estudia.
Marta tiene ya más de ochenta años, así que tiene esa tendencia a tratar a
todo el mundo como niños traviesos.
Oh, lo recuerdo.
Nuestro castigo había sido limpiar el lugar después del colegio durante
dos meses seguidos, y curiosamente nadie se quejó nunca, quizá porque
Marta era querida por todos.
—Así que tienes grandes planes para este estudio, ¿eh? Cole nos lo dijo.
—Más bien Cole se lo dijo a su hermana y ella se lo contó a toda la ciudad;
su familia nunca pudo mantener sus trampas cerradas.
—Eudard le dio una citación sanitaria, así que no puede hacer nada con
ella durante una semana, en el mejor de los casos.
—Dios mío, tienes que estar bromeando. —Entonces enfoca sus ojos
azules hacia mí—. Nunca hace eso. —¿Todo el mundo me va a señalar
eso? ¡Ya me siento tan jodidamente especial! —. Debe estar loco por ti.
Seguramente no le gustó que todo el mundo se fijara en ti en la iglesia.
Mis mejillas se calientan por alguna maldita razón, aunque ese era el
efecto que buscaba para empezar.
—Si te invita a salir, di que sí. —Sam se acerca más, bajando la voz—.
Pero di que no a Cole, Ralph, Frank o Ethan. Esos tipos son malos.
Parpadeo ante esto, porque ¿no salieron todas con esos chicos en el
instituto?
Meghan resopla ante eso, pero no da más detalles, y siento que hay una
historia. Interesante.
—Sí.
—Genial. De todos modos, en esa época pasaron cosas y sus nombres se
mencionaron mucho en susurros.
Pensaba que la ciudad se creía las mentiras con facilidad y que nadie las
cuestionaba, pero por su extraña reacción, no es así.
Sin embargo, no tengo tiempo de pensar en ello, porque siento que una
sombra cae sobre nuestra mesa, y una voz melódica y a la vez mordaz nos
envuelve, haciéndome daño en los oídos por el disgusto que resuena en
ella.
—Pero veo que tienes otras compañías, así que no quisiera apartarte de
ellas. —Otra sonrisa brillante y me lanza un beso—. Que tengas un buen
día, Cassandra. —Su tono implica que me desea cualquier cosa menos un
buen día.
—Lo siento.
Cortejar la amistad con ella nunca fue parte de mi plan. Solo quería estar
lo suficientemente cerca de ella para tener acceso a Ralph y a sus secretos
más oscuros.
Pero, ¿importa?
Por ejemplo, uno de los rosales fue plantado por niños de acogida que
querían dar algo que floreciera y diera esperanza que fuera posible
encontrar belleza en cada momento.
En cuanto me ve, se levanta de un salto y casi corre hacia mí, con las
mejillas manchadas de rímel por las lágrimas. Pequeños sollozos sacuden
su cuerpo, y envuelve sus manos alrededor de mi pecho.
—Dorothy. —La agarro por los hombros y la empujo hacia atrás para
poder estudiar sus facciones, y solo me dan devastación—. ¿Qué ha
pasado?
—Eso es bueno.
—Todo el mundo cree que es por Ethan, pero… no es así. Lo quiero, de
verdad. —Hay tanto anhelo en su voz que por un minuto siento pena por
ella pero espero que Dios la ayude a guiar su camino—. Pero él no va a
volver a mí.
—Dorothy.
Y lo hace.
Por primera vez en mi vida, rezo para que mi hermano escuche esas
palabras y pueda hacer algo al respecto, porque comparado conmigo… no
tiene piedad por ningún crimen.
O tal vez sea solo una historia de mierda que se le ocurrió a alguien
para que los niños no se aventuren allí, ya que el acantilado está a solo
unos metros de distancia y la gente podría morir si no tiene cuidado.
—¡Aquí! —Me apresuro hacia dentro, entre las rocas para ayudarla,
pero me detengo en seco cuando no la encuentro sola.
¿Qué pasa?
—Lo hice.
—Dijiste que estabas enferma. —Me giro hacia Ethan, quien camina
lentamente hacia las rocas, con un encendedor en los dedos y colocando
su mochila en el suelo. Se me pone la piel de gallina sin explicación.
Hay una energía extraña proveniente de Ralph, quien se lame los labios
y se acerca, así que me muevo hacia Pat, evitándolo. Lo último que
necesito es su atención después que Patricia se enojara en la fiesta.
Pero luego sus palabras cobran sentido, y aunque soy ingenua, no soy
estúpida.
—Nos gusta jugar. —Frank habla por primera vez, avanzando hacia la
luz de la luna, y mostrando su sonrisa siniestra mientras su cabello oscuro
brilla en la noche—. Mucho.
Si Eduard estuviera aquí, les patearía el culo hasta el suelo con este tipo
de conversaciones sobre mí.
—No tienes por qué avergonzarte por esto, Arianna. Las fantasías
sexuales son con lo que todos vivimos.
Eduard.
Pero no tengo tiempo para pensar en eso mientras una boca húmeda me
besa, cerrando mis labios en esta prisión mientras me retuerzo de su
agarre. Quiero quitármelo, pero su otra mano agarrando mi cabello no me
deja. Intenta meter la lengua en mi boca, pero no la abro, apenas
controlando el reflejo de vomitar sobre él, pero me muerde el labio
dolorosamente, y me sale sangre y gimo, tragando saliva.
—Yo no escribí esa carta. No quiero esto —suplico con todo mi ser,
presionando mis palmas juntas como en oración, a pesar de la agonía de
mi dedo—. Les ruego, créanme. No quiero esto. Por favor, no me hagan
esto. ¿No ven lo espantoso que es esto? ¿Cómo no lo quiero?
¿Cómo están a punto de violar a una chica basándose en una carta que
ella nunca escribió en primer lugar?
—Yo nunca…
No.
No no no.
—No fuiste invitada. —Su voz es fría y una leve sonrisa toca sus labios
mientras agita su mano en un gesto despectivo—. Así que te aconsejo que
te vayas a casa antes que alguien vea tu humillación. —A juzgar por su
tono, le encantaría que no la escucharan y experimentara el escrutinio de
alguien.
Entonces, a pesar de mi odio por Pat, tengo un profundo respeto por sus
padres.
No puedo ser su enemiga hasta que conozca todas sus debilidades, que
pueden ser usadas para destruirlos de una vez por todas, para que no
contaminen el aire que todos respiran.
¿A menos que haya alguien aquí a quien se esté tirando? Según los
informes que tengo sobre él, ha salido casualmente con varias mujeres a lo
largo de los años, pero nunca ha tenido una sola relación estable. También
prefirió gastar su herencia dedicándola a la ciencia y los laboratorios. Pero
una vez más, se quedó aquí en esta ciudad, sin siquiera molestarse en viajar
por el mundo.
—Me gustas bastante en mis brazos. —Se inclina más cerca susurrando
en mi oído—: Muestra a todos a dónde perteneces sin que tenga que
decirlo. —La molestia se apodera de mí, y giro la cabeza hacia él, nuestros
labios a centímetros de distancia, mientras sus piscinas verdes me perforan
como si estuviera memorizando cada uno de mis rasgos—. Además, te ves
impresionante esta noche. —Da un paso atrás, envolviendo mi palma en la
suya y llevándola a sus labios, dándole un suave beso—. La mujer más
hermosa del salón.
¿Nos habríamos convertido en una pareja que hizo todo juntos como los
chicos normales de diecisiete años?
Podría haberlo amado y haber sido suya en este mundo que ha sido tan
cruel conmigo. Y en este momento, por una fracción de segundo, la
devastación me penetra ante la perspectiva de nunca tener la oportunidad
de experimentarla.
No, mi oscuridad es para siempre mía, al igual que el dolor que está
unido a cada respiración que doy.
Una emoción cruza sus ojos, pero se va tan rápido que no la capto; la
única indicación que queda de ella son sus dedos que aprietan con más
fuerza los míos, y él responde casi acariciándome con la suavidad de su
tono, que envía la conciencia a través de todo mi cuerpo.
Mis cejas se fruncen ante esto, porque esta tradición no existía hace diez
años.
Pero, por supuesto, la gente se reúne lentamente en el círculo, las parejas
se abrazan y el director que está al frente golpea con su batuta. La música
aumenta de volumen a medida que el violín se mezcla con el piano.
Las damas agarran sus faldas, mientras giran bajo la mano de su pareja,
y luego abriendo sus manos, presionándolas contra las manos de sus
parejas. Mientras sostengo la intensa mirada de Eudard, nos rodeamos
antes que me vuelva a envolver en sus brazos.
—Hola, hermosa —me dice, y casi me echo a reír con esto, pero en
lugar de eso, solo asiento con la cabeza—. Te ves impresionante esta
noche. —Sin embargo, el cumplido en sus labios no tiene ningún atractivo
para mí, mientras que su olor molesta mis fosas nasales, exigiendo que
huya de él.
—No entiendes…
—Cassandra… —Lo que sea que quiera decir se pierde para mí mientras
me gira y termino en otro par de brazos, la calidez me rodea junto con un
conjunto de músculos duros que se hunden bajo mi toque, porque no
esperaba ser jalada tan ferozmente.
Sin embargo, junto con él viene el capullo de protección, lavando esos
otros toques que perturbaron mi cordura más de una vez. En su aroma,
puedo tomar el sol durante horas y no sucumbir a mis pesadillas, sino
recordar algo hermoso.
—No lo entienden.
—Que me perteneces. —Y luego sus labios capturan los míos para que
todos lo vean, su pulgar en mi barbilla presionando dolorosamente,
haciéndome jadear para que pueda empujar su lengua dentro, rozando la
mía, enviando un disparo de deseo a través de mí.
—Ahora sí.
—No puedo creer que hayas hecho esto —siseo, pero, de nuevo, no es
como si él me obligara a hacerlo.
Investigar su vida ha sido demasiado doloroso, así que evité los informes
sobre él a toda costa.
Si solo .
Pero este es solo uno de los miles de secretos que aún debe descubrir
sobre mí, nuestro pasado y los eventos de esa noche que nos destrozaron
para siempre.
Agarro una copa de whisky del camarero que pasa y saludo a Ethan,
quien devuelve el gesto con su copa de champán, aunque la ira sigue
ardiendo en él. Seguro como una mierda, su sonrisa petulante desapareció
de su cara después de escupir algunas tonterías a Cassandra. Vivo para
traer dolor a los cinco fundadores.
No puedo creer que haya huido así. Quizás no estoy hecha para grandes
planes, porque en el momento en que Eudard está cerca, actúo como una
idiota.
¡Maldita loca!
Así que ella es a quien Frank se está tirando. Patricia finalmente le dio la
oportunidad que había estado pidiendo desde la secundaria. La veo gemir
de placer y echar la cabeza hacia atrás, con incredulidad, ya que nunca
imaginé que alguna vez engañaría a su marido.
Oh, ahora los tengo en mi trampa y eso está perfecto. Patricia hará todo
por mí ahora, siempre y cuando no revele su sucio secretito, lo que
significa que será como una marioneta en mis manos, lista para cumplir
con todas mis órdenes.
Mis cejas se elevan ante esto, y me pregunto cuánto tiempo tendré que
lidiar con este idiota antes que sus amigos me alcancen.
—¿Perdón?
Pongo los ojos en blanco ante esto. Debería haber sabido que Ethan
pertenece a uno de esos grupos de hombres que piensan que si les sonríes,
al instante estás lista para tener sexo con ellos, patético.
—No vuelvas a tocarla. —Eudard habla con calma, con tanta calma que
me congela la sangre y que me aparte un poco de la furia que emana bajo
su piel. Si su mano temblorosa es algo por lo que pasar, apenas está
controlando el deseo de golpear a Ethan nuevamente. Se inclina hacia
adelante y agarra a Ethan por las solapas de la chaqueta de su traje,
sacudiéndolo con tanta fuerza que sus dientes crujen, y Ethan a
continuación se tapa la nariz, gimiendo cuando la sangre se desliza por sus
dedos—. ¿Lo entiendes? —Aunque quiero detenerlo, estoy hipnotizada por
su transformación del chico malo engreído a este hombre… con un oscuro
encanto a su alrededor que todo lo femenino en mí requiere.
—Vamos —le digo, entrelazando mis dedos con los suyos y tirando de
él en la dirección de la salida.
—Cassandra —llama Patricia, y la miro por encima del hombro, su boca
tiembla mientras niega con la cabeza, rogándome que no se lo cuente a
nadie.
Patricia rogándome.
—¿Mañana?
—Si ella así lo desea —grita Eudard, y esta vez, es él quien me tira
dolorosamente hacia la salida, ordenando—: Y si todos valoran su
existencia, cierren la boca. —Ellos no discuten con eso, y me apresuro a
seguirlo, haciendo todo lo posible para alcanzar sus pasos, casi tropezando
con mis tacones.
Pero la otra parte de mí está encantada que, incluso con una máscara
diferente, tenga el poder de evocar esas emociones de él hacia mí.
¿A mí?
Con la cabeza apoyada en la ventana, cierro los ojos y deseo que esos
pensamientos se desvanezcan para siempre, porque son ridículos. Todo lo
que tuvimos fue una relación conflictiva con una noche hace diez años.
¿Por qué me vería como una mujer deseable? Según lo que dice Ethan,
ya tiene suficiente compañía femenina.
¿Enfrentarlo?
¿Y no es trágico?
Porque no importa lo que quiera, nunca podremos ser otra cosa que este
recuerdo fugaz en el infinito.
Vine a esta ciudad para descansar para siempre de los fantasmas del
pasado que me persiguen.
Pero tal vez dormir con él me limpie de las manos que me tocaron por
última vez y me permita seguir adelante con mi vida, y algún día… algún
día construirla con otra persona.
Debe haber ocurrido cuando Ralph decidió hacer la tercera ronda entre
todos, y abrieron una botella de bourbon, la tragaron con avidez y
vertieron un poco en mi pecho.
—Joder, otra estúpida charla sobre arte —se queja Ethan, poniéndose
la camisa y apenas mirándome—. Tenemos que llevarla de vuelta a casa e
ir a la cama también. Tenemos práctica de fútbol mañana.
Incluso Dios no puede detenerlos, porque oré y oré para que alguien
viniera a mi rescate.
—¿Por qué? Después que Pat lo besara, pensé que se había ido a casa
en busca de Eudard. —Incluso los nombres de los chicos a los que les di
mi cuerpo y mi corazón no me afectan. ¿Qué tan extraño es eso?
Patricia lo hizo.
Cierro los ojos, regreso a la pista de patinaje sobre hielo y tarareo una
melodía mientras continúan discutiendo sobre cómo lo van a hacer.
En unos minutos, alguien me recoge, y aunque mis entrañas gritan para
alejarse, mi cuerpo no puede hacer nada, y en segundos, sucumbo a la
oscuridad que me alcanza, reclamándome como suya y atrayéndome a la
tierra de los sueños.
—Oh, vamos, no seas tan malo. La última vez… —Hace una pausa
cuando la música del órgano se desprende de las paredes y trato de
levantar las manos para taparme los oídos, pero no puedo.
Al mirar mis muñecas, noto que ambas están atadas con una cuerda
apretada en mi pecho, mis codos están doblados mientras estoy acostada
en el suelo del altar con la estatua detrás de mí.
—Lo copiaré en un lienzo más grande, agregando todos los colores —él
resopla, tirando de su cabello—. ¡No se ve lo suficientemente perfecta!
—La pusimos exactamente como querías. Sigue adelante antes que nos
atrapen. —La música del órgano sigue sonando virtuosamente, solo se
añade a esta condenación y desesperación a mi alrededor.
¿Quién puede tocar música mientras estos tipos me hacen esas cosas?
Crecimos en esta ciudad bajo la mirada de todos; nadie en su sano juicio
lo habría apoyado.
Dejan que sus oscuros deseos gobiernen sus vidas mientras buscan
víctimas indefensas.
Frank, sin embargo, tiene una solución para eso, ya que abre su llavero
y un pequeño cuchillo sale de él. Todos recibimos esas cosas cuando
fuimos de campamento hace unos años y todos nos aconsejaron tenerlo
con nosotros para poder salvarnos en diferentes situaciones. Tenía un
destornillador, un cuchillo, un abrelatas y todo lo que contenía.
Y la había dejado en casa olvidado por primera vez esta noche. ¿No es
irónico?
—¿Funciona, Cole?
—Ayuda.
—Estás drogado, idiota. Esto nos llevará a la cárcel. La única razón por
la que está tan tranquila es porque le inyectaste un sedante antes. No
podríamos haberla follado durante toda la paliza. ¿Es por eso que me
estoy comportando así?
Eachann.
—Al diablo con esta mierda. Me voy. No me inscribí para esto —Ethan
grita, la preocupación marca su cara, y agarra algo del banco, caminando
hacia la puerta, parece que Ralph lo detiene.
Todo duele tanto que ni siquiera puedo detectar de dónde viene el dolor.
Raspa el cuchillo alrededor de mi muñeca, pero se desliza hacia un lado
y noto que la sangre se desliza por mi muñeca hasta mi codo. Frank
murmura.
Esta vez, nadie discute con él, y escucho el ruido de sus pies y le grita a
Eachann:
Pellizca mis labios, haciéndome jadear y abrir la boca para que su lengua
se deslice, tomándome prisionera mientras el deseo me invade. Él es gentil
al principio, probando las aguas mientras explora mi boca, encontrando sus
debilidades y deseos. Gimo suavemente, no acostumbrada a experimentar
una emoción tan fuerte en un beso, y debe haber cambiado algo en él,
porque gime y sostiene mi cabeza con más fuerza, profundizando y
exigiendo mi completa sumisión. No puedo hacer nada más que cumplir,
siguiendo cada uno de sus movimientos.
Solo las emociones que despierta en mi cuerpo, que poco a poco cobran
vida bajo su calidez como una rosa que florece en primavera bajo el sol.
—Sí. Solo por una noche —susurro, rodeando su cuello con mis brazos
y apretándome contra él, demasiada asustada para mirarlo directamente a
los ojos o perder el coraje—. Quiero esto, pero… —exhalando
pesadamente, susurro—: Por favor, sé amable. —Inhala con dureza como
si mi admisión le doliera a pesar que no tiene idea de mi pasado.
Cierro los ojos, temblando ante la perspectiva que él vea mis cicatrices
de esa fatídica noche, además de estar desnuda frente a él nuevamente.
Lo oigo tirar la chaqueta al suelo antes que sus dedos regresen a mí,
bajando lentamente la cremallera con agonía, el sonido resonando en la
silenciosa habitación y enviando escalofríos por mi espalda baja. La bilis
sube a mi garganta cuando el pánico se apodera de mí, y quiero gritar
mientras me alejo de él.
Las yemas de sus dedos se arrastran sobre las cicatrices allí, justo antes
de lamer mi piel, rompiendo la piel de gallina mientras arrastra sus labios
hacia abajo y continúa explorando mi cuerpo con sus besos. Cuando llega a
mis caderas, sus dos manos tiran del vestido, permitiendo que caiga a mis
pies, dejándome solo en mi tanga negra de encaje.
Cubriendo mis pechos con mis manos, los escalofríos meciendo mi
cuerpo regresan cuando se presiona contra mí, abrazándome cerca de su
cuerpo, y mis ojos se cierran, amando y odiando su toque al mismo tiempo.
Eudard roza mi clavícula con los dientes antes de ahuecar uno de mis
pechos. Su lengua lame alrededor de mis pezones antes de chuparlos con
brusquedad, y se me escapa un grito, el placer me golpea con toda su
fuerza mientras él se deleita con mi piel. Se desliza hacia el otro pecho y
repite sus acciones, mordiendo y chupando mis pezones hasta que se
endurecen, y mis manos se entrelazan en su cabello, manteniéndolo en su
lugar, sin querer que esto se detenga nunca.
—Una mujer como tú tiene que ser saboreada, mi fénix. —Su voz cae
unas octavas cuando sus dedos deslizan mis bragas hacia un lado,
mostrando mi núcleo húmedo que está pidiendo un toque o una lamida.
O ambos.
—Todo rosa y necesitado para mí. —Entierra su boca contra mis labios
inferiores, solo su lengua resbaladiza se desliza hacia arriba y hacia abajo
por mis sensibles pliegues mientras recorre su pulgar desde el centro hasta
mi clítoris, rozándolo ligeramente antes que su boca se prenda,
chupándolo.
—Ahh —grito, apretando mis muslos con más fuerza, si eso es posible,
pero él simplemente vuelve a comerme, arrastrando su labio superior sobre
mi clítoris mientras desliza mi humedad con el inferior.
—¿Quieres esto?
Sus caderas se mueven hacia atrás y entra en mí de nuevo, pero esta vez
relajando sus movimientos, hundiéndose tan profundo que mi núcleo se
aprieta a su alrededor mientras seguimos besándonos.
Cada vez más alto, el placer aumenta a medida que empuja hacia adentro
y hacia afuera, con cada impulso disparando electricidad a través de mí, y
lo abrazo con fuerza, necesitando sentirlo lo más cerca posible.
Arañando su espalda con mis uñas, levanto mis piernas, empujando mis
muslos contra él, mi coño contrayéndose alrededor de él. Gruñe en mi
cuello, dándome un respiro de sus besos, mis labios se sienten hinchados
por su atención.
Eudard.
El diablo que reclamó a la pecadora por una sola noche y así le dio un
respiro del infierno.
Madman
Lo único más perfecto que esto serían sus mechones rojos extendidos
sobre la almohada en lugar de los oscuros.
Pero no puedo.
—Son como…
—Haz lo que te digo —lo interrumpo, sin importarme una mierda sus
excusas, porque al final del día, él seguirá mis órdenes.
—Hola, querida. —Su voz es tan alegre que me dan ganas de encontrar
una cinta adhesiva y callarla permanentemente.
Qué divertido.
Mi vida se detiene, pero el mundo gira alrededor del sol igual que si no
hubiera pasado nada.
—Tenemos tan buen tiempo estos días, antes que llegue el otoño. —
Presiona un botón sobre mi cabeza y la cama se levanta hasta quedar
sentada, pero mi espalda en el yeso blanco como el papel en el que Cole
me dibujó permanece inamovible y firmemente adherida.
Milagro.
Más como un recuerdo que los demonios dejaron atrás para disfrutar y
continuar torturándome, incluso después de haber terminado con su
diversión.
La enfermera Regina toma la cuchara de la bandeja, la sumerge en la
sopa y me la lleva a la boca, manteniendo la sonrisa intacta, aunque sus
ojos permanecen absolutamente fríos.
Abre la boca para decir algo, pero es entonces cuando escucho que se
abre la puerta y una voz profunda habla, congelándome incluso a mí.
Ella debe saber algo para actuar así de raro; el sensible Cole debe
haber derramado los frijoles.
—Lo siento. —Las lágrimas se forman en mis ojos por esto, porque
lógicamente entiendo que él no tuvo nada que ver con eso.
Pero el pánico y todo lo demás estalla dentro de mí, y grito, a pesar del
dolor y la carne desgarrada.
—¡Sal de aquí! —mi padre grita y luego llama al médico, pero todo se
vuelve borroso.
Con cada latido de las notas, se le pone la piel de gallina cada vez más
rápido, el miedo y la agonía grabados en sus rasgos.
No ayudará; incluso si disminuye, daré otro golpe para que nada más
que sufrimiento llene sus últimas horas en la tierra. Murmura a través de la
cinta en su boca, agregando algunos gemidos, y suspiro dramáticamente,
poniendo mi mano en mi frente.
Incluso le preparé un mensaje de texto. Todo lo que este tonto tiene que
hacer es entregarlo con su letra.
Ah, estas víctimas son otra cosa. Siempre esperan que, si siguen bien
todas las órdenes, tendrán la posibilidad de escapar.
Saltando de la mesa, camino hacia mis armas y deslizo mis dedos sobre
mi colección de cuchillos mientras él continúa hablando, ahogándose un
poco por la sangre que le llena la boca.
—Por eso nunca le prestó atención a Patricia y porque tenía un pacto con
Frank. —Respira hondo, se detiene por un segundo, y hago clic con los
dedos, de modo que el susurro del papel llena el espacio una vez más—.
Pero entonces Patricia se acercó a nosotros durante la fiesta de Cole, nos
contó sobre esta fantasía, y él estaba encantado con ello. La única
condición que tenía era su estúpido baile de bienvenida. Ella quería ir con
él.
Qué perra psicótica. Por una cita para el regreso a casa para brillar como
la reina de la escuela, inició a su amiga para ser violada.
Miro el papel y veo que casi ha terminado, así que no hago nada más con
respecto a sus lloriqueos.
Haciendo crujir mi cuello de lado a lado, me estiro para las cosas por
venir.
Informar la verdad.
Cassandra
El sol que entra por las ventanas me ciega por un momento, mientras mis
párpados se abren, así que los cubro con el dorso de la mano.
Solo que el olor que mueve mis fosas nasales no es el de las flores, sino
un aroma masculino que envía conciencia a través de todo mi cuerpo,
haciendo cosquillas en mi piel.
Con un grito ahogado, me incorporo solo para gemir cuando cada hueso
de mi cuerpo duele por la inusual actividad física, recordándome que
anoche terminó en placer carnal.
Estirando los brazos por encima de mí, cuelgo mi cabeza entre mis
omóplatos mientras una sonrisa tira de mis labios, vértigo hundiéndose en
mí, y una risita se escapa de mi boca.
¿Quién lo diría?
Por mucho que esté agradecida por anoche, a pesar de los millones de
razones que tenía en contra, enfrentarlo por la mañana no era algo que
quisiera hacer. No estoy familiarizada con la etiqueta de las aventuras de
una noche, y evitar la incomodidad a la mañana siguiente siempre funciona
de la mejor manera.
Dejo las mantas a un lado, me levanto de la cama, doblo los dedos de los
pies en la mullida alfombra blanca y dejo el teléfono en mi mesita de
noche.
¿Qué diablos?
Rápidamente poniéndome lo primero en lo que mis ojos se posan, que es
mi túnica de seda azul, corro escaleras abajo para comprobar quién es el
intruso, solo para detenerme en seco cuando veo la espalda sexy de Eudard
mientras cocina algo junto al horno. La encimera de la cocina ya tiene una
taza de té, café y dos platos con tostadas al lado.
—Toma asiento. Los huevos están casi listos. —Demasiado aturdida por
su presencia, me siento, siguiendo la orden ciegamente mientras lo miro
confundida.
¿No se fue?
¿Por qué sigue aquí? ¿No le dije que era solo una noche para rascarse la
picazón y todo eso, y que no significaba nada?
—¿No tienes lugares donde estar? —Casi gimo en voz alta cuando el
sabor golpea mi lengua, pero lo cubro masticando una tostada.
—Es cierto, pero nunca estuve de acuerdo con una aventura de una
noche, ¿verdad?
Pero ahora que lo pienso, tiene razón. Cuando le dije que era una
aventura de una noche, él nunca discutió, pero tampoco estuvo de acuerdo.
—No quiero una relación —le informo, el miedo por alguna razón
parpadea dentro de mí.
—Anotado.
—No estoy bromeando. —Dejo caer el tenedor en el plato donde hace
ruido.
Dios mío, ¿este idiota cree que ahora tiene acceso a mi cama cuando él
quiera?
—¿Así que ahora tenemos que hacer lo que digas? No lo creo. Anoche
fue genial, pero termina aquí.
—¿Porque ya te has saciado? —pregunta casualmente, demasiado
casualmente, pero estoy tan cegada por su actitud tranquila como para
prestar atención a eso.
Un toque y ardo por él. ¡Me hizo adicta a él en solo una noche!
—Eudard.
—Te necesito, Eudard. Duro, dentro de mí, follando hasta sacarme los
sesos.
—Tal vez debería marcarte, para que ningún hijo de puta se atreva a
pensar que estás libre.
Eudard.
Mi loco.
Clavando sus dedos con más fuerza en mis muslos, estirando mis
piernas, acelera el paso, dándome caricias suaves pero profundas una tras
otra, los sonidos de la piel golpeando contra la piel zumbando en mis oídos
y bloqueando todo lo demás.
Suspira dramáticamente.
¿Qué está pasando? Hablo con la boca pero él niega con la cabeza,
agarra el control remoto de mi televisor que está en el estante cercano y la
enciende.
Mantenerse al día con el mundo, además que los reporteros siempre son
alegres.
—Si firmas este papel, Matilda, esta pesadilla habrá terminado para
todas las partes involucradas —dice Ridge Campbell mientras se sienta en
la sala de estar de nuestra casa y le pasa el papel a mis padres—.
Pagamos todas las facturas médicas. Habrá una compensación monetaria,
por supuesto, y Arianna puede elegir la universidad que quiera. —Espera
un poco antes de agregar, su mirada se posa en mí por un segundo—, no
arruinemos la vida de ocho chicos, porque decidieron jugar y no sabían
cómo. —A pesar que su voz permanece vacía de cualquier emoción, no me
es extraño la autoridad que la enlaza, como si esperara que el asunto se
arregle.
Tal vez porque finalmente tomó el caso en sus propias manos y no dejó
que el padre de Ralph, Maurice, lo manejara.
Papá quería que todos los hijos de los cinco fundadores más Cole
respondieran por esto.
—Esta pesadilla —Mi padre aprieta los dientes, con las mejillas rojas,
probablemente por la furia que lo agita—, nunca terminará para mi hija.
¡Esos chicos merecen ser castigados por lastimar a mi pequeña! —le grita
a la cara de Ridge Campbell y la calidez llena mi pecho por el apoyo de
mis padres.
—Si vas a la corte con esto, perderás —responde Ridge con calma, se
desabrocha la chaqueta del traje y apoya la espalda en el sofá con la
mano en la parte superior—. No quedan rastros de ADN en su cuerpo. No
hay indicios que estuvieran allí los chicos o las chicas. Y lo que es más
importante, mis hijos estuvieron en casa todo el tiempo, según mi personal.
—Mi respiración se entrecorta ante su implicación que puedo leer entre
líneas.
Puede hacer que todos tengan una coartada para este caso si exigimos
justicia.
—Acabas de cometer un gran error, Ted. Ahora tendrás que afrontar las
consecuencias. —Hay un tono extraño entrelazando esas palabras, casi
como una súplica mezclada con arrepentimiento, pero mi papá ni siquiera
mueve un músculo.
¿Y por qué Ridge suplicaría de todos modos? Dudaba que hubiera algo
de lo que tuviera miedo.
Papá matará a todos los monstruos y tal vez no tenga que irme nunca.
Al llegar al último escalón, mi dedo del pie toca algo líquido y cálido, y
maldigo.
—Oh, diablos. ¿Derramaron algo aquí? —Me pregunto en voz alta,
buscando el interruptor pero no puedo encontrarlo.
Hago una pausa con el vaso a medio camino de mi boca, y esta vez
deslizo mi mano sobre la pared, la determinación me impulsa a encender
la luz y descubrir qué diablos está pasando.
La última vez que sucedió tal conmoción fue cuando papá trató de
esconder mi bicicleta debajo del árbol de Navidad y mamá se rio a
carcajadas.
Mamá.
—¡Mamá! —Quiero correr hacia ella y hacer algo a pesar que el miedo
me penetra desde todos los ángulos, pero el hombre chasquea la lengua.
—No, eh, eh. —Su voz tiene un sonido extraño, como si algo lo ocultara
del reconocimiento—. Un paso más y mamá estará muerta —canta y afloja
un poco su agarre para que pueda respirar.
Mamá grita:
—Por favor, déjala ir. —Presiono mis palmas una contra la otra, mi
respiración es ronca mientras lloro—: Por favor, déjala ir.
La veo suplicando con sus ojos que me vaya, que me aleje de esta
pesadilla, pero ¿cómo puedo dejarla sola en esto?
Mis pies golpean el suelo seguido por el fuerte golpe de sus botas
mientras mesas, jarrones y libros caen al suelo. Empuja los muebles fuera
de su camino, y parece que el mundo se derrumba a mi alrededor.
—Si tan solo hubieras mantenido la boca cerrada, todo habría sido
perfecto —dice contra mi mejilla, abanicando la parte posterior de mi
cabeza—. Si tan solo apreciaran el regalo que les había dado. Pero tenían
que destruirlo todo. Ahora todos los que amas han pagado por ello. —¿De
qué está hablando?
Mis ojos parpadean abiertos cuando mi nariz se contrae por el olor de…
¿gasolina? Escucho que algo salpica.
Tengo tanto calor que parece que el fuego viene de todas partes,
recordándome un día de verano en la playa, cuando no escuché a mamá y
me aventuré a salir durante la parte más calurosa del día.
Mis ojos parpadean y se abren una vez más, solo para llorar por todo el
humo que se acumula a mi alrededor mientras estoy acostada en el suelo.
No no no.
No puedo morir.
No no no.
No puedo morir.
Cerrando los ojos una vez más, casi me entrego al olvido que siempre
tiene cualidades calmantes al respecto, haciéndome saber que no importa
el que soy aceptada aquí.
Pero antes de hacerlo, escucho varias frases raras que no tienen sentido
para mí, ni me importa entenderlas.
Luego, diferentes voces hablan una tras otra mientras sus botas hacen
vibrar el suelo mientras corren por toda la casa.
Las dos versiones, la real y la fantasma de mí nunca pueden estar con él,
no importa cuánto quiera explorarlo.
Con eso, me lanzo al piso de arriba, lista para prepararme para montar
un espectáculo para toda la ciudad.
Mientras estoy en la habitación, escucho la ducha correr y aprovecho
esta oportunidad para buscar mi teléfono, ir al balcón y marcar
rápidamente el número de Arson.
—¿Qué?
—Hola a ti también.
Aunque tengo que dárselo por mantenerse fuerte todo este tiempo.
—Ethan está muerto. —El silencio se encuentra con esas palabras, y mis
cejas se fruncen, porque ¿no debería él tener una respuesta inteligente a
esto? Como no llega nada, continúo—. Incluso escribió una confesión. —
Todavía nada, y me muevo incómoda, empujando las palabras a través de
las lágrimas—. Gracias. Yo… creo que nunca hubiera podido seguir
adelante con eso. Pero sabiendo que lo mataste, sé que fue horrible. —
Dándome una palmada en la frente, gimo para mis adentros, porque la
estoy regando.
Nunca estuve de acuerdo con sus métodos y no quería tener nada que ver
con ellos. Pero no me puedo imaginar amar y vivir con un hombre que
hace lo que hace y lo acepta fácilmente. Es prácticamente imposible.
Pero por más hipócrita que parezca, estoy muy agradecida por ellos y
por lo que han hecho por mí ahora, sabiendo que estaba perdiendo la
compostura aquí.
—¿Es por lo que hizo la otra noche? —pregunto curiosa por saber qué
desencadenó su enojo para que no esperara a que yo les entregara a Ethan
en bandeja de plata.
Echando mi cabeza hacia atrás, disfruto del calor de la luz del sol antes
de tener que enfrentar una vez más la frialdad que está permanentemente
unida a mis enemigos.
No tengo que adivinar quién. Ralph probablemente hace todo lo que está
en su poder para cubrirse el culo de la muerte que se avecina.
El otro, sin embargo, tiene cabello oscuro y ojos azules claros que
siempre tienen diversión en ellos junto con un odio tan fuerte que me
sorprende que logre controlar sus fuertes deseos de matar a diario. A pesar
de su apariencia despreocupada, es uno de los cabrones más peligrosos que
he conocido.
Sus principios.
Puedo hacer esto durante horas, así que me siento más cómodo en mi
silla, espero la continuación de esta farsa, y Cortez no me decepciona.
—Por ahora —digo, y una expresión ilegible cruza su cara, así que
profundizo—. Supongamos que la tienes y yo vengo y te digo que te alejes.
Que no reacciones cuando alguien la toca en contra de su voluntad. ¿Qué
harías?
Se frota la barbilla y luego junta los dedos, apoyando los codos en los
brazos de la silla mientras golpea con las yemas de los dedos el uno contra
el otro.
—Y les dije que podían joderse con ese plan —le devuelvo el fuego,
pero Callum se mantiene firme.
Estaré allí.
Para ellos.
Santiago silba.
Sin embargo, antes de salir, se detiene y lanza por encima del hombro:
Vincere semper.
Siempre gano.
Incluso el pobre James está verde como la hierba, apenas aguantando sus
lágrimas después de enterarse de la verdad.
¿No es interesante cómo algunas personas no pueden vivir con algo solo
porque escucharon esos horribles detalles, pero algunos de nosotros
tenemos que vivir para siempre con eso a pesar de haber experimentado
todas esas cosas viles?
La única persona que falta es Eachann, pero tal vez nuestro sacerdote
celestial no siente mucha culpa, ya que nunca me tocó.
—Vine tan pronto como me enteré. —Junto mis manos, permitiendo que
una lágrima se deslice por mi mejilla—. Es horrible. Tal vez no debería
haber…
—Gracias. Lo apreciamos.
—Mi Ethan está muerto —susurra Dorothy, sollozando de nuevo en su
puño, su rostro rojo e hinchado de tanto llanto—. Mi único amor está
muerto. —Gira la cabeza para presionarla contra el cojín, sus hombros
tiemblan mientras los sollozos mecen su cuerpo.
Al menos eso es lo que pretendo hacer una vez que todo esto termine.
—Gracias.
—Si necesitan algo, por favor háganmelo saber. Debe ser horrible… con
todos los rumores… —Me detengo, y ellos fruncen el ceño en confusión,
así que elaboro—. Sobre la carta donde mencionó las primeras iniciales.
Cómo los tiró debajo de un autobús. —La tensión en el aire aumenta tan
rápidamente que me golpea y parpadeo de sorpresa cuando el pánico cruza
sus caras, e incluso Dorothy detiene su fiesta de lástima por una vez.
¿Recuerda siquiera lo que hizo o todos estaban tan drogados que nunca
lo registraron en sus cerebros?
Pero punto a mi favor, porque ahora creen que estoy de su lado, lo que
significa que confían en mí a pesar del poco tiempo que llevo aquí.
Misión cumplida.
Así que quieren enterrarlo en el suelo junto con Ethan para que nadie
descubra sus pecados.
—Estaré allí.
—Te acompaño hasta la puerta. Mev, dile a James que prepare el coche
de Cassandra. —Patricia envuelve su mano alrededor de mi muñeca,
arrastrándome afuera y con un último adiós al grupo, termino en el pasillo,
donde comprueba que estamos solas antes de llevarnos a la puerta—.
Puedo explicar lo de anoche.
—No hay nada que explicar, Patricia. Estás engañándolo; eso es asunto
tuyo. —Parpadea sorprendida—. No me meto en los asuntos maritales de
nadie. —La sinceridad debe sonar en mi tono, porque ella se relaja, suspira
profundamente y juega torpemente con los pulgares.
Si tengo este tipo de reacción después de solo una noche, ¿qué me pasará
si permito que continúe esta aventura?
Eudard
Un día más.
—Me temo que necesitamos que despiertes para esto. —Y dado que esta
voz es tan profunda y ronca como nunca antes había oído, mis párpados se
agitan y luego se abren de golpe para ver dos charcos de avellana
mirándome con interés.
Tiene el cabello castaño oscuro un poco más largo en las orejas, piel
bronceada, pantalón y un físico musculoso, a juzgar por la camiseta que se
tensa en su pecho.
Varios tatuajes adornan su cuello, pero eso es todo lo que noto antes
de preguntar. —¿Quién eres tú? y ¿dónde estoy? —El olor de los
antisépticos llena el aire, tan familiar después de pasar las últimas
semanas en el hospital.
Pero espera... ¿no estaba fuera del hospital ya? Mis padres me
trajeron a casa. ¿Estaba lista para otro chequeo en el que me inyectaron
medicamentos pesados porque estaba actuando mal?
—No no. ¡Mis padres! —grito, pero sale ahogado como si estuviera
bloqueada, y es entonces cuando Callum maldice, golpeando la pared
cerca de mí, y el timbre en la habitación comienza a sonar como si hubiera
disparado una alarma—. ¿Dónde están mis padres? —grito de nuevo, sin
importarme nada. Quiero tirar las mantas a un lado, pero luego me doy
cuenta que mi cintura está atada firmemente a la cama con varias cuerdas
como si me mantuviera inmóvil en un yeso—. ¡Suéltame! —¿Regresó el
intruso?
¿Quieren tenerme como rehén hasta que cumpla con sus órdenes?
Así que nadie me toca, excepto las enfermeras y los cirujanos cuando
estoy inconsciente.
—Dale más fuerte esta vez y lanza una patada —ordena y avanzo,
golpeando las almohadillas con todas mis fuerzas y luego rápidamente
dando vueltas y pateándolas por si acaso.
A pesar que mis pulmones protestan contra su orden junto con mis
músculos adoloridos, solo asiento y procedo a golpear ambas
almohadillas rápidamente y luego giro una vez más, pero en lugar de una
patada, reboto y caigo de rodillas mientras pierdo el equilibrio.
Arson suspira y lanza las almohadillas fuera del ring.
Tu pediste esto.
—¿Cómo va la práctica?
Una vez que estén todos asentados en sus vidas perfectas, tendrán
mucho que perder.
Tampoco es que interactúe mucho con él, y me dijo que puedo tener un
departamento en la ciudad y vivir una vida normal. Es casi sorprendente.
No sé qué hacen, pero según algunas investigaciones que he hecho,
escuché que tienen clubes y negocios.
—¿Qué es este lugar? —Salgo del coche, mis tacones chocan contra el
pavimento mientras la ligera brisa se cuela por los bordes de mis
pantalones cortos. Veo a un hombre limpiando las hojas que caen del
árbol—. Hola, estoy buscando...
—Eudard está dentro. —Mis cejas se elevan ante esto, pero entro al
edificio, notando los marcadores en el suelo que me llevan más y más lejos
en el pasillo.
¿Y por qué traería a una nueva mujer a un lugar que solía ser el
dominio de su primer amor? ¿no tiene Eudard consideración por mis
sentimientos?
La gente podría decir que no huele, pero para mí sí, tiene este aroma
agridulce que alimenta mi sangre y hace que mis piernas piquen para
patinar sobre él, para absorber su belleza.
—¡Algún día voy a ganar una medalla de oro, mami! Para que
puedas estar orgullosa de mí.
—Tengo que decir que imaginé algo más cuando mencionaste que
había una sorpresa. —Afortunadamente, mi voz es firme mientras me
pongo la máscara de siempre, para que él no vea la confusión dentro de mí.
—¿Te unes a mí? —Mi corazón late tan rápido en mi pecho que creo
que podría escucharlo mientras espera una respuesta. Odio la idea de
volver al hielo.
Pero por fuerte que sea mi miedo, no puedo negarme a Eudard cuando
hay suavidad en su mirada porque realmente quiere darme algo al respecto.
—¿Quién, yo? Soy inocente. Tú eres el que buscó un beso cuando vine
por estos. —Sacudo los patines que tengo en la mano y él se ríe, girándome
hacia el asiento y dándome una palmada en el culo.
—Oye.
—Eso es lo que obtienes por ser una sabelotodo.
Solo cuando me levanto sobre ellos, girando los pies para examinar su
color brillante, algo se me ocurre.
—Lo sé todo.
—Es una simple suposición. Eres bailarina, lo que significa que tienes
un buen control de tu cuerpo. No es exagerado pensar que patinas; además,
vienes de un estado que tiene nieve, ¿verdad? Así que fue solo una
suposición de probabilidades. —Estoy un poco desconcertada, pero sus
cálculos tienen mucho sentido, excepto que la queja en mi mente no está de
acuerdo con eso.
Dios, ¿por qué es tan importante para mí que él crea que soy
Arianna?, ¿es posible estar celoso de ti mismo? Porque eso es exactamente
lo que es. Es tan atento y gentil que me pregunto cuántas mujeres tuvo
durante todos estos años.
Nuestro entrenador solía decir que debemos tratar el hielo con amor y
respeto, porque nos cuida mientras actuamos en él. Lo encontramos
divertido, pero con los años, sus palabras tuvieron mucho mérito.
Porque ahora mismo, estando aquí, no puedo esconderme de quién fui.
Entonces, ¿por qué anhelo volver atrás en el tiempo y volver a ser esa
chica? ¿Tener mi corazón lleno solo de buenas emociones, donde el odio y
la venganza no existían?
—Érase una vez, este lugar tenía el poder de calmarme. Calmar las
tormentas aquí. —Señala su pecho, y el aire se pega en mis pulmones por
la implicación de eso.
Pero en esta vida, solo tengo hoy hasta que pueda reclamar mi
identidad de una vez por todas. Suspirando, se ríe un poco antes de decir:
—¿Recuerdas mi apodo?
Cinco días.
—Tú.
Mi piel arde en estos momentos, parece tan sensible que el más leve
de sus toques tiene el poder de hacer estallar un infierno dentro de mí.
Gimo por la tortura que me da, mientras pongo mis palmas en mis pechos
y giro mis pezones entre mis dedos, necesitando el clímax como mi
próximo aliento.
—Te deseo —le digo, mi voz ronca y necesitada pero sexy a la vez.
Arqueo mi espalda de nuevo, dándole la vista completa de mi
desnudez mientras él respira con dificultad, sus lagunas verdes arden con
intensidad.
—Mírame, fénix.
En este momento, parece que puedo romper todos los códigos morales
para estar con él. En cierto modo, lo hago, incluso ahora mismo, a pesar de
lo que planeo hacer con su hermano.
Placeres.
Construir una familia con este hombre que me mira como si fuera su
mayor posesión, incluso si siento el peligro viniendo de él.
—Cassandra.
Al saludarlo, le respondo:
—Lachlan —imitando su voz severa, pero no le parece muy divertido.
¿En serio? ¿Esas son las palabras del rey clandestino de Nueva
York?
—¿Aún lo amas?
—¿A quién?
—Oh por favor. Por supuesto que no. Además, Eachann es uno de
los siete de mi lista. —Me doy la vuelta para mirar hacia la puerta y doy
un paso hacia ella, pero él no ha terminado conmigo.
—¿Qué pasa con Eudard? No tenía nada que ver con esa noche.
Excepto, por supuesto, no coger el teléfono. —Me balanceo hacia un lado
cuando el recuerdo de ese día vuelve y el ácido me llena la boca.
—¿Qué pasará cuando lo veas?
Después de todo, ¿no deberían estar todos llorando por el chico rubio,
gritando que se lo llevaron demasiado pronto? Aunque la ciudad sigue
alborotada después de lo sucedido, la policía no encontró ninguna
evidencia que respalde las palabras de Ethan. Es imposible que examinen
mi cuerpo y además de eso, los informes del médico no fueron
concluyentes. Según ellos, estaba claro que Arianna Griffin fue violada,
pero como no se encontraron rastros de ADN o cualquier otra cosa, todos
decidieron que era solo la imaginación de Ethan.
Tan extraño.
¿No deberían estar tranquilos ya que se eliminaron todas las
sospechas?
Frank es el primero en verme y asiente a modo de saludo. Patricia mira por
encima del hombro, jadeando y corriendo hacia mí, abrazándome fuerte.
¿No estaban todos devastados por su muerte hace solo cinco días?
Además, culpable o no, esperaba algo de compasión por uno de sus amigos
más antiguos.
—No puedo creer la mierda por la que estamos pasando por culpa de
él —dice Cole, la molestia cubriendo su voz—. Si estaba a punto de morir
a manos de un asesino en serie, ¿por qué carajo sintió la necesidad de
escribir esa carta? —Mueve los dedos, su pie golpetea nerviosamente
mientras sus ojos se mueven frenéticamente de una persona a otra.
Oh cielos.
Apesta, ¿cierto?
Demasiado tarde para lamentar una tragedia que destruyó a toda una
familia debido a sus deseos egoístas. Al menos Ethan trató de evitar que
ellos, que todos esos años atrás, me dañaran más, pero Ralph y Frank no lo
escucharon.
—No seas tan dramática, Patricia —le espeta Ralph y mis cejas se
elevan ante esto, porque durante mí estadía aquí, no lo he visto perder la
compostura ni una sola vez, pero una rabia apenas controlada destella a
través de él—. Nadie cree esas mentiras.
—Son suficientes para que nos cuestionen y puedes irte olvidando de
tu campaña de postularte para sheriff.
—Ralph, un momento de paz para tu primo por última vez, por favor.
—Y continúa ese estúpido discurso que parece no tener fin.
—Él cambió. Ella prometió dejarlo. Me dijo que me ama, que casarse
con él fue un error. —Una excusa de mierda que todos los mentirosos le
han estado dando a sus amantes desde el principio de los tiempos.
—Se lo buscó cuando se casó con él, le dije que era una mala
elección. Era mi amigo, pero Dios sabe que ninguna mujer cuerda debería
haberlo elegido jamás.
Una vez que está a varios metros de distancia, me quito uno de mis
guantes y me quito las lentillas de los ojos, parpadeando de alivio.
—No apareció nadie —dice, apretándome con los brazos con tanta
fuerza que me cuesta un poco respirar—. Todo el mundo cree que se lo
merece.
Dorothy pudo haber jugado un papel en este plan hace tantos años,
pero nunca fue mi amiga. Podría haber creído cualquier mentira que le
dijera Patricia. Aun así, lo que me hizo fue cruel, pero la vida la ha
castigado lo suficiente por sí sola.
Nadie la amó jamás. No puedo imaginar un castigo mayor que ese.
Siempre soñó con pertenecer, ser parte del equipo.
Pero ella tiene que ser honesta para que yo la deje en paz.
Apretando mis manos, la odio en este momento más que nada, porque
eligió la respuesta incorrecta, despertando al monstruo vengativo dentro de
mí que extiende sus manos para destrozarla.
—Es imposible. —Ella frunce los ojos y luego los abre de golpe como
si quisiera que me fuera, pero todavía estoy aquí—. Eres solo un producto
de mi imaginación. Bebí antes —murmura, y a continuación inclinándome
más cerca, palmeo su cabeza, levantando su rostro para que se concentre en
mí y niego con la cabeza.
—Ethan ha pagado por lo que hizo. ¿No crees que todo el mundo
debería hacerlo?
—Quiero que digas la verdad sobre esa noche —digo y ella se queda
quieta, con la conmoción grabada en sus rasgos—. Así toda la ciudad sabrá
lo que hiciste, con pruebas. —Apretando mi agarre en su cuello, la hago
envolver sus manos alrededor de las mías, rogándome en silencio que la
suelte—. ¿Puedes hacer eso, Dorothy? ¿O es más fácil infligir mi propia
venganza sobre ti?
—No eres real. —Otra bofetada—. Eres irreal, Arianna está muerta.
—Bofetada. Bofetada. Bofetada—. Está muerta.
No la dañaré más.
Estoy al lado de mi coche, casi en las sombras, cuando una voz detrás
de mí detiene mis movimientos y pongo la palma de mi mano en el capó de
mi coche.
Hace un gesto con la cabeza hacia los gritos que aún vienen del
cementerio.
Eudard.
—La vida de Dorothy ha sido difícil, pero ella se siente bien bajo la
necesidad de ser amada —dice en el incómodo silencio, y resoplo de
incredulidad. Supuse que estaría defendiendo a los suyos.
—La falta de amor no lo justifica todo.
Pero mirándolo ahora... por primera vez desde que volví aquí, noto el
arrepentimiento y el dolor grabado permanentemente en él como si lo usara
como un trofeo, expiando sus pecados.
¿Podré alguna vez liberarme del poder que todavía tiene sobre mí? Él
es como este regalo sin abrir que siempre tuve, pero nunca pude saber qué
había dentro, y por eso anhelaba saber qué pasaría si.
Lo miro, sus ojos están cerrados a pesar que respira con dificultad, sus
labios cálidos pero inmóviles debajo de los míos, y siento... Nada.
El regalo que deseaba tan desesperadamente cuando era adolescente
terminó siendo un fantasma de mi imaginación. Una fantasía que siempre
me protegió del diablo que quería y anhelaba.
Eudard.
Tendré todo el tiempo del mundo para interrogar a Eachann, pero por
ahora es el turno de Patricia.
—Seré rápida, estoy aquí para ver a Ralph. —Frunce el ceño, pero
asiente, señalando la puerta.
Es hora de traer el caos a los Brown. No puedo permitir que sean los
únicos que no se vean afectados, después de todo. ¿Y qué conveniente es
que este pequeño secreto arroje a Frank debajo del autobús también?
—Hola. Sí, todo está listo. La pobre Dorothy decidió quedarse allí. —
Sus ojos me estudian, recorriendo mi piel expuesta en este vestido de tubo,
pero luego vuelve a mirarme, la cautela también está presente entre el
interés.
Dios, con lo mucho que todo el mundo folla por aquí, me pregunto
por qué se molestaron en casarse en primer lugar. ¿Patricia lo arrastró al
altar o qué? Sin embargo, para ser justos con Ralph, nunca recibí informes
de él siendo infiel, pero no me sorprendería saber que tiene una o dos
amigas para follar.
—Lo siento mucho por esto, pero no puedo ver a la gente siendo
engañada de esa manera. Especialmente después de la muerte de Ethan. —
Limpio la lágrima imaginaria del rabillo del ojo mientras él me mira con
cara de preocupación—. Ya has perdido a alguien a quien amas. No podría
vivir conmigo misma si no te digo la verdad. —Extiendo mi mano con las
fotos y él me las arrebata, con la mirada pegada a ellas mientras estudia
una, luego otra y otra. Los voltea tan rápido que es un milagro que no se
caigan.
Joder, lo mataría.
¿No es simplemente ridículo? ¡No puedo creer que esté haciendo tal
comparación!
Apenas reprimo una risa que amenaza con salir de mis labios.
¿Es por eso que me violó esa noche, a pesar que la pasó con Meghan
solo unas horas antes de capturarme? Ralph tiene una noción muy retorcida
de la palabra amor.
—Te has estado follando a Frank a mis espaldas. —Casi la golpea con
una de las fotos—. ¡En mi casa también, puta de mierda!
—Puedo explicarlo...
Ralph toma las fotos mientras Patricia envuelve sus manos alrededor
de su pierna, sollozando y suplicando.
—¡Le dijiste!
—Tomaré esa corona invisible que estás usando. —El miedo cruza su
rostro mientras su boca se abre y se cierra. Las palabras deben fallarle—.
Lo único que realmente valoras es tu poder y reputación y una vez que no
lo tengas... —Me pongo mis gafas de sol, sonriéndole alegremente—.
Entonces tu vida estará arruinada.
—Tu empresa está casi en bancarrota, Patricia, sin los Brown, no eres
nada. —Parpadea confundida, claramente inconsciente de las dificultades
financieras de su corporación que su hermano está tratando
desesperadamente de salvar.
Bien...
¡Sorpresa!
—Pero no te preocupes, te mostraré la generosidad que nunca me
mostraste. Tus niñas se quedarán contigo, son la única razón por la que te
estoy perdonando —le digo y finalmente camino afuera, respirando el aire
fresco.
Se trata de castigarlos quitándoles las cosas que más aman, que les
hacen funcionar y sacrificar cosas en la vida. Solo entonces su dolor será
tan grande como el mío.
“Hay una delgada línea entre el amor y el odio. A veces la persona que
amamos puede ser nuestro mayor enemigo… y la persona que más
odiamos puede ser nuestra única salvación”.
Isabella lo sugirió una vez mientras discutíamos sobre las diferentes
emociones agitadas y cómo manejarlas… o jugar con ellas frente a todos
los hombres.
Son armas poderosas, y las que más deseo despiertan.
Sin embargo, el amor y el odio no tienen ningún significado para mí.
Para mí, ambas son emociones destructivas que pueden cambiar en un
abrir y cerrar de ojos.
Y si la persona en la que confiabas y amabas te da la espalda, entonces
tienes que huir.
Ya que nada es más grande que el odio de la persona que antes te
amaba.
Yo soy la prueba viviente de ello.
Cassandra
Exhala pesadamente.
—¿Eran amantes?
Sin embargo, sus padres las amarán sin importar qué, y su aventura ha
sido una bomba de todos modos.
Se aclara la garganta.
—Puedo ayudarte con eso —le digo y quito las lentillas fácilmente de
mis ojos, mirándolo con mis piscinas violetas.
Miro sus ojos violetas llenos de odio y le digo con voz ronca:
La gente que nos mira podría pensar que estoy tratando de exorcizar la
oscuridad de sus pecados mientras el espíritu oscuro se resiste.
Una vez hecho esto, puedo proceder a mi gran final y terminar con
esto para siempre. Entonces puedo tratar de encontrar un futuro con el
único hombre que he amado.
Levanto la mano con el arma lista para disparar de nuevo cuando una
risa siniestra rebota en las paredes, enviando escalofríos por mi columna
vertebral mientras proyecta una sombra invisible sobre la iglesia como si
atenuara la luz de las velas a nuestro alrededor.
Y luego habla, su voz tan fría y cruel, mordiendo mi piel como el filo
de un cuchillo.
Eudard.
En cambio, miro a los ojos del hombre al que decidí dar mi futuro, y
por primera vez no veo nada más que odio. ¿Por qué?
Tenía la culpa escrita por todas partes cada vez que me miraba.
¿Es posible ser un actor tan bueno que pueda interpretar ambos
papeles tan bien y engañar a todos durante una década? ¿Especialmente en
la ciudad que los conoció a los dos desde que eran pequeños?
Presiono mis dedos en mis sienes cuando mi cabeza comienza a
palpitar, trayendo un recuerdo de hace mucho tiempo, en la oficina de mi
psicóloga Allegra.
Miro mi reloj que muestra diez minutos más antes de mi sesión y pongo
los ojos en blanco.
Hay una nota que, por supuesto, no todos actúan así, porque depende
de cuántos vínculos ambos hayan tenido que experimentar cuando eran
niños. También hay una nota que si crecieran en un ambiente abusivo, se
pegarían como pegamento, protegiéndose entre sí sin importar el costo.
¿Y nosotros? ¿Ellos?
Espera. No.
Ay Dios mío.
¿Es posible que ni siquiera sepa que vive las dos vidas?
Oh Dios.
Cassandra
—¿Cuál es tu nombre?
¡Lo que todavía no me explica nada! ¿Cómo puede Eudard ser tan
controlado en su vida y tener toda esta identidad cuando tres hombres
viven dentro de él?
Algo no cuadra.
—Yo no lo protegí, eso fue lo que pasó. Gracias a ti. —Gira el gatillo
de la pistola en su dedo—. Hechizaste a los dos gemelos, pero no a mí.
—Me odias.
Oh.
—Déjame ir —digo, suavizando mi voz y esperando a que Eudard,
que está enterrado en algún lugar profundo, tome posesión del cuerpo y me
salve esta vez.
Esta noche no es más que una locura, pero que me condenen si dejo
que alguien me lastime dos veces aquí.
Porque donde la gente escucha notas, lo único que escucho son gritos,
uno tras otro, de terror que nada es capaz de detener. Y una agonía tan
fuerte que tal vez no pueda sobrevivir.
Me clavo las uñas en las palmas de las manos hasta el punto de sacar
sangre, niego con la cabeza y coloco los puños en el frío mármol,
respirando con dificultad mientras las gotas de sangre se deslizan desde mi
frente hasta mi mejilla.
No es real.
¿Pedir disculpas?
El cuero se aprieta lentamente sobre mí, pero luego escucho otra voz,
la voz que tiene la capacidad de borrar la mayor de las pesadillas cuando él
quiere, y el movimiento alrededor de mi garganta se detiene. La voz que
me duele también, pero al menos su voz me da la esperanza de escapar de
este infierno.
Al igual que hace diez años, para poder repetir una y otra vez las
cosas que le hicieron a una joven e inocente que se convirtió en un daño
colateral en una venganza de la que ella no sabía nada.
En este momento, mi crueldad es lo único que le salva la vida y, por
eso, me odiará. Que así sea. No me disculpo por cómo elijo proteger a la
mujer que es mía. No después que fallé en proteger a la única otra persona
que me pertenecía.
Siempre gano.
Jaque.
Fin
Créditos
Staff
Traducción
Hada DarkSky
Hada Isla
Hada Gwym
Hada Callypso
Corrección
Hada Branwen
Hada Rose
Corrección Final
Hada Aerwyna
Lectura Final
Hada Aine
Diseño
Hada Muirgen
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