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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTONOMA

DE MEXICO

FACULTAD DE ESTUDIOS SUPERIORES ARAGON

PARRICIDIO

Nombre: Denis Andrea Carmona Acosta


Profesor: Jorge Luis Hernandez Garduño
Grupo: 2403
Semestre: 2022-II

ESTADO DE MÉXICO 2022


INTRODUCCION
El presente trabajo tiene como finalidad dar a conocer en detalle el delito de
Parricidio, se explicaran las nociones del delito, su naturaleza y justificación, se hará
una reseña histórica del Parricidio pasando por Grecia y Roma, así como una breve
reseña universal y nacional. Por otro lado se explicaran las diferentes penas, en qué
circunstancias se sanciona, cuáles son las diferentes hipótesis a las que se refieren
los juristas, así como la naturaleza de este delito y las relaciones de vínculo entre
los sujetos.

El Parricidio es un delito existente a lo largo de la historia del hombre, por lo que


basta revisar relatos históricos y literarios clásicos para encontrarlo. En la
antigüedad, el concepto de parricidio se aplicaba sólo a la muerte del padre de una
familia, pues no se consideraba delito, por ejemplo, que un padre diera muerte a
sus hijos, entendiéndose que éstos eran propiedad natural del jefe de familia. Más
tarde se impondrían limitaciones al poder del patriarca, convirtiéndose entonces en
delito el dar muerte a la propia madre, hijos o hermanos. Se agregan a la definición,
a partir de mediados del siglo primero Antes de Cristo, la muerte de cualquier
ascendiente, descendiente, colaterales hasta cuarto grado, esposa, marido,
suegros, yerno, nuera, padrastro, hijastro o patrón, sin embargo, este último caso
dejó de constituirse como parricidio al instituirse las leyes laborales.
CONCEPTO DE PARRICIDIO

"Se da el nombre de parricidio al homicidio del padre, de la madre o de cualquier


otro ascendiente consanguíneo y en línea recta, sean legítimos o naturales,
sabiendo el delincuente ese parentesco”1

El delito de parricidio, en la mayoría de las legislaciones penales de la Republica


Mexicana, se le ha tipificado como un delito especial o autónomo

El origen etimológico del término parricidio nos lleva a la lengua latina: parricidium.
El concepto se emplea para nombrar al crimen que comete una persona contra su
madre, su padre u otro pariente con quien mantenga un vínculo de sangre directo,
ya sea descendente o ascendente.

Este delito es señalado en el Código Penal Federal en su Libro Segundo Título


Decimonoveno - Delitos contra la Vida y la Integridad Corporal
Capítulo IV - Homicidio en Razón del Parentesco o Relación articulo 323 el cual
dice: Al que prive de la vida a su ascendiente o descendiente consanguíneo en línea
recta, hermano, cónyuge, conviviente, compañera o compañero civil, concubina o
concubinario, adoptante o adoptado, con conocimiento de esa relación se le
impondrá prisión de treinta a sesenta años.

De antiguo se hacen las siguientes distinciones: parricidio propio es la muerte del


ascendiente por el descendiente y la de éste por aquel; a su vez el parricidio propio
se divide en directo (muerte del ascendiente por el descendiente) e inverso (el
cometido por el ascendiente en la persona del descendiente) y parricidio impropio
es la muerte de algún pariente cercano o del cónyuge En la mayoría de las
legislaciones se acepta el criterio de parricidio propio. La muerte del ascendiente
por el descendiente es regulada por las leyes, de dos maneras: como circunstancia
agravante (de homicidio, en razón de la relación de parentesco entre los sujetos
activo y pasivo, y como delito propio e independiente del homicidio.

1
DADO EN LA SALA DE COMISIONES DE LA H. CÁMARA DE SENADORES, EN
REUNIÓN DE COMISIONES UNIDAS, EL 16 DEL MES DE NOVIEMBRE DEL AÑO
2005
En la actualidad, el vínculo sanguíneo se considera como un agravante a la hora de
juzgar un crimen. Los parricidas, por lo tanto, reciben una pena generalmente mayor
que en otros tipos de asesinatos. Antiguamente, sin embargo, había naciones que
atenuaban el castigo al parricida debido a la autoridad y al poder que ostentaban
los padres de familia.

El parentesco debe ser precisamente de consanguinidad, ya sea que el


descendiente haya nacido de matrimonio o fuera de éste, o como dice el Código de
Penal de la Ciudad de Mexico, sea legítimo o natural. Quedan excluidos, por tanto,
los hijos adoptivos como sujetos activos, situación que nos parece a todas luces
injusta. Elemento de superlativa importancia es el subjetivo, que consiste en que el
delincuente debe conocer la relación de parentesco que lo une con su víctima, pues
de otra manera no se integraría el delito de parricidio. Es decir, el sujeto activo debe
dirigir su voluntad no sólo a la producción de la muerte de una persona, sino,
además, con el pleno conocimiento de que a quien se mata es a su ascendiente. Si
falta alguno de los dos requisitos, el objetivo o el subjetivo, no habrá parricidio.

El texto legal:

a) Describía el llamado parricidio propio directo, esto es, el homicidio de los


ascendientes consanguíneos en línea recta.

b) Hacía referencia expresa "al padre o a la madre", lo cual constituía una


ejemplificación innecesaria, ya que ambas personas quedaban
comprendidas en la expresión genérica "ascendiente consanguíneo en línea
recta".

c) Hacía una ejemplificación incluyente: ascendientes "legítimos o naturales", la


que, además de innecesaria, era despectiva y anacrónica, pues el Código
Civil vigente, al regular la filiación, incluye tanto a los hijos nacidos de
matrimonio como a los nacidos fuera de matrimonio, sin hacer mención
alguna a los hijos "legítimos o naturales" (el desacierto en el Código Penal
de 1931 se debe a que el Código Civil, aunque elaborado desde 1928, entró
en vigor el 1o. de octubre de 1932).

d) Señalaba, expresamente, que el parricidio se cometiera sabiendo el


delincuente ese parentesco. Esta exigencia era innecesaria, pues el dolo
requiere de este conocimiento por parte del activo.
e) No protegía los bienes jurídicos relativos a los padres adoptivos, a los tutores,
a los hermanos o parientes que, de hecho, tenían bajo su protección a
parientes menores. Al respecto podría pensarse que estas hipótesis tienen
cabida en el tipo de homicidio con traición; sin embargo, no debe olvidarse
que la traición, por comprender la alevosía, únicamente se configura cuando,
al privar de la vida a una persona, además de lesionar la fe o la seguridad
expresamente prometida o la fe o seguridad tácita surgida por las relaciones
que inspiran confianza, no se da lugar a la víctima a defenderse ni a evitar el
mal que se le quiere hacer. Esto quiere decir que si un hijo adoptivo, un
pupilo, o un pariente que ha recibido protección de toda índole, privan de la
vida, respectivamente, al padre adoptivo, al tutor, o al pariente protector, pero
"dándole lugar a defenderse o a evitar el mal que se le quiere hacer", los
casos sólo pueden configurar homicidios simples.
ANTECEDENTES HISTORICOS

El parricidio hunde sus raíces en los albores de la humanidad, siendo incluso


considerado "el crimen antiguo por antonomasia" Del desprecio que despierta dar
muerte al padre se ocupan ya las primeras legislaciones de Babilonia, Egipto, China
y Grecia; aunque fue en Roma donde alcanzó una particular trascendencia cultural
y más brutal conminación. Pese a que aún existen opiniones divorciadas sobre su
origen etimológico, se ha acreditado que la versión romana más primitiva reconocía
un único sujeto pasivo: el paterfamilias.

Hay cierta uniformidad entre los investigadores, en el sentido de que la mayoría de


las legislaciones sancionaron muy severamente la muerte de los ascendientes por
los descendientes, aunque se señalan casos en los que era lícita la muerte de
aquéllos, cuando llegaban a edad avanzada y ellos mismos pedían terminar con su
existencia. Lo cierto es que, cuando la ley ha considerado delictiva tal conducta, las
penas han sido especialmente severas.

Los casos más frecuentes de parricidio se dieron en el marco de luchas


de poder entre monarcas. La historia ha recogido hechos trágicos en los que un
príncipe asesinaba a su padre (el rey) para acceder al trono.

Modernamente, fueron Las Partidas las que informaron sobre este delito a los
Derechos de los Reinos Hispánicos, en lo que conservó la esencia del concepto
romano (incluso la pena) y constituyó el insumo con que hubo de trabajar la
codificación. Así, el parricidio fue recogido por los Códigos napoleónico, imperial
alemán, prusiano y español, entre varios que representaron mayoría. Otros
cuerpos sólo consagraron un homicidio cualificado por el parentesco, tal fue el
caso de los ejemplares italiano, chino y argentino. Excepcionalmente, los
ordenamientos anglosajón y norteamericano optaron por prescindir de la figura..

Grecia

No hay mucha información del parricidio entre los Griegos, en la cultura romana es
diferente, ya que si hay mención de las sanciones que se imponían a los parricidas,
entre los Griegos encontramos a Edipo quien era un rey mítico de Tebas, hijo de
Layo y Yocasta que, sin saberlo, mató a su propio padre y desposó a su madre.

Roma

Parricidio proviene de parens, y aunque en el primitivo derecho romano parecía


haber servido para calificar todo homicidio, desde la ley de las XII Tablas el alcance
de la expresión se circunscribió para designar estrictamente la muerte de los
parientes. En la Ley de Pompeya, se amplió su comprensión, siendo luego limitada
por Constantino al homicidio de descendientes. El parricidio fue siempre,
considerado un delito excepcional. De ello son clara prueba las penas que se
aplicaran a sus autores en la antigüedad; siendo del caso asimismo citar la opinión
de Solón al respecto, quien se negó a negar penas en Atenas para los parricidas,
en razón de que no creían que hubiera personas tan perversas que osasen romper
los vínculos sagrados de la naturaleza.

En el primitivo derecho romano, el parricida era encerrado en un saco de cuero


(culleum) y arrojado al Tíber, pena que fue suprimida por la Lex
Pompeia de parricidis y restablecida después por Augusto y por Adriano. El Fuero
Juzgo castigó la muerte de los padres, hijos, cónyuges, hermanos y otros parientes
con pena capital. En las Partidas, resurgen los criterios romanos y se reproduce la
penalidad del culleum.

En Roma, antes de la Lex Pompeia de parricidio, la penalidad era la famosa


del culleum. Aquella ley deroga esta penalidad, sustituyéndola por destierro,
aunque amplió el contenido de la palabra parricidio.

Así, la pena que se consideraba típica para el parricidio en Roma era realmente
atroz: se le llamaba del saco (culleus) y consistía en meter al parricida en una bolsa
de cuero junto con animales capaces de martirizarlo, como son un perro, un gallo,
cita víbora y un mono; después se le arrojaba al mar.

Solamente con la Lex Pompeia de Parricidiis cobró cuerpo en Roma una


acepción más cercana a la idea moderna del delito, abarcando la muerte
de consanguíneos ad infinitum, colaterales hasta el cuarto grado,
cónyuges, desposados y ciertos parientes por afinidad. En razón de
semejante extensión, los prácticos medievales hicieron el distingo entre
parricidio propio e impropio, que hasta hoy se repite

Egipto

se daba tormento a los parricidas introduciéndoles cañas puntiagudas en varias


partes del cuerpo para arrojarlos después colocado sobre haces de espinos se le
quemaba a fuego lento En la actualidad el Parricidio es un delito unánimemente
reconocido como muy grave, sancionándolo con gran severidad.

Persas

los tribunales declaraban adulterino al hijo que mataba a su padre; se trataba de


evitar que el pueblo se enterara y por el contrario se persuadía al mismo mediante
esta práctica, de que era imposible que un apersona, aun de las más depravadas,
pudiera dar muerte a su padre.

Durante la Época Colonial, al aplicar las leyes del fuero juzgo y las partidas, se
castigaba al parricida con la pena denominada Culleum consistente en azotar al
agente del delito públicamente y después meterlo en un saco de cuero y aventarlo
al río una característica de esta pena se constreñía a colocar también dentro del
saco a cuatro animales: simio, culebra, can y gallo.

El delito de parricidio tiene su antecedente en la partida 7ª, Título VIII “De los
Omezillos”, en la Ley XII.

Cabe destacar que en la Edad Antigua y en la Era Medieval, el homicidio a la esposa


adúltera era permitido en algunos códigos. La exención anterior fue desapareciendo
de las leyes desde aproximadamente inicios del siglo XII D.C.

Desde ya varias décadas, sin embargo, la tendencia que sigue el parricidio en el


escenario comparado es la de su desaparición. Ante la paladina dificultad que
entraña justificar tan rispida punición, diversas legislaciones han terminado por
someterlo a las reglas generales del homicidio, sea que se conserve o no una
circunstancia modificativa de parentesco. De esta suerte, se atendieron las voces
doctrinales que reclamaban su abrogación.

Así pues, desde un plano criminológico había perdido sentido su tipificación


especial. Ciertamente, su origen proviene de relaciones íntimas y cerradas, propio
de sociedades o grupos primitivos, y producto de la tensión de esas mismas formas
de relación9. Este carácter mágico-religioso carece de correlato actual, luego de
haberse evaporado buena parte de su sustentación sociológica. Palmario ejemplo
de ello constituyen los radicales cambios que ha experimentado la noción de familia,
en circunstancias que ni el parentesco ni el matrimonio son ya factores inequívocos
a la hora de definir sus contornos. Por esto, la supresión del parricidio es
reconocimiento de desarrollo cultural y a la vez desapego respecto de aquel
trasfondo irracional y sacro que durante siglos tiñó indeleblemente al delito.
CODIGO PENAL ANTES DE LA REFORMA

En el Código Penal, antes de la reforma del 10 de enero de 1994 y que entró en


vigor el 1o. de febrero del mismo año, y regulaba, dentro del título decimonoveno
(«Delitos contra la vida y la integridad corporal») el parricidio en el capítulo IV, y el
infanticidio en el capítulo V.

A) El parricidio, se definía en el artículo 325, de la siguiente manera: «Se da el


nombre de parricidio al homicidio del padre, de la madre o de cualquier otro
ascendiente consanguíneo y en línea recta, sean legítimos o naturales, sabiendo el
delincuente ese parentesco». La punibilidad correspondiente era de trece a
cincuenta años de prisión (artículo 324). El texto legal:

Describía el llamado parricidio propio directo, esto es, sólo el homicidio de los
ascendientes consanguíneos en línea recta.
Hacía referencia expresa «al padre o a la madre», lo cual constituía una
ejemplificación innecesaria, ya que ambas personas quedaban comprendidas en la
expresión genérica «ascendiente consanguíneo en línea recta».
Hacía una ejemplificación incluyente: ascendientes «legítimos o naturales», la que,
además de innecesaria, era despectiva y anacrónica.
Señalaba, expresamente, que el parricidio se cometiera sabiendo el delincuente ese
parentesco. Esta exigencia era innecesaria, pues el dolo requiere de este
conocimiento por parte del activo.
No protegía los bienes jurídicos relativos a los padres adoptivos, ni a hermanos.

Antes de la reforma hacía la siguiente descripción de Parricidio el Diccionario


Jurídico Mexicano (1994), de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (escrito por
Ricardo Franco Guzmán):

«De lo anterior resulta que el parricidio es un homicidio, o sea, la privación de la


vida de una persona, pero la diferencia específica radica en que los sujetos activo y
pasivo son, descendiente y ascendiente, respectivamente y, además, es
indispensable comprobar que el activo tenía conocimiento de la relación parental
con el pasivo. El Código de Penal de la CDMX le da el carácter de delito propio al
parricidio y lo regula en capítulo distinto al homicidio. Es necesario, por tanto,
comprobar la existencia del homicidio, para después verificarse si se ha integrado
el requisito de la relación de parentesco entre los sujetos activo y pasivo. Este
elemento debe probarse por cualquiera de los medios admitidos en la ley, como
son: actas del registro civil, posesión de estado, etcétera.
DELITO

Cuestiones de vivo interés se presentan respecto al delito en examen. Así, el error


accidental se resuelve como sigue: si se quiere matar a un tercero y por error en el
golpe o en la persona, se mata al ascendiente, no habrá parricidio sino homicidio,
por faltar el elemento subjetivo, pues no tenía conocimiento ni voluntad de matar al
padre. Si se quiere matar al ascendiente, pero se priva de la vida a un tercero por
error en el golpe o en la persona, tampoco habrá parricidio, sino homicidio, por no
haberse matado al ascendiente. En la doctrina se separan los autores respecto a la
solución del problema que surge cuando el activo pretende privar de la vida al padre
y por error accidental mata a la madre. Algunos sostienen que hay parricidio porque
la voluntad era la de privar de la vida a un ascendiente y otros afirman que existe
homicidio, porque no basta que el resultado haya sido la muerte de la madre, sino
que es indispensable que el sujeto haya deseado privar de la vida precisamente a
la madre.

Cuestión de importancia es la de la comunicabilidad de la calidad del sujeto activo.


Es decir, los que intervienen como autores materiales, cómplices o encubridores,
con pleno conocimiento de que a quien se priva de la vida es al ascendiente del
sujeto activo ¿responden de parricidio o de homicidio? Sobre el particular las
opiniones divergen apoyándose en variadas razones. Nosotros consideramos que
quien actúa en tal forma debe responder de parricidio y no de homicidio. En cuanto
a la penalidad, el Código de Penal del Distrito Federal establece (antes de la
reforma): «Al que cometa el delito de parricidio se le aplicarán de trece a cuarenta
años de prisión» (artículo 324). En la Constitución Política de los Estados Unidos
Mexicanos se hace referencia al parricidio en el tercer párrafo del artículo 22, como
sigue: «Queda también prohibida la pena de muerte por delitos políticos, y en cuanto
a los demás, sólo podrá imponerse… al parricida…». Esto significa que, en caso de
que algún código penal de la República o del Distrito Federal incluyese dentro de
su catálogo de penas la de la muerte, podría imponerse tal pena al parricida.»

Significativas razones hacen que, actualmente, sea más bien aconsejable suprimir
la figura autónoma del parricidio. No obstante, quien derrama la sangre de los suyos
se hace acreedor de una pena en extremo severa. Este último dato obliga a seguir
inquiriendo cuál es el fundamento dogmático subyacente a la agravación, dejando
por un momento al margen su dudosa justificación político-criminal.
El parricidio es un delito autónomo, independiente, no es una figura agravada de
homicidio, lo que corresponde tener en consideración para resolver problemas
como los que crea la participación y el error.

Es un delito independiente por razones tanto formales como substanciales.


Formalmente, porque el artículo del Código que trata el Parricidio está ubicado antes
del homicidio e inicia el título VIII del Libro II, lo que es demostrativo de la voluntad
de reconocerle autonomía. Además, el Art. 390 expresa que el responsable de la
muerte allí descrita se castigará “como parricida” (y no como homicida); por otra
parte, el parentesco a que se refiere la disposición es diverso al que señala como
circunstancia modificatoria de responsabilidad el art. 13, de modo que se trata de
un elemento del tipo penal, y no de una mera circunstancia.

Si bien lo anotado puede calificarse como secundario, porque los tipos penales
responden en cuanto a su creación al injusto y a la culpabilidad que suponen, el
parricidio tiene un mayor injusto, no consiste en la muerte de otra persona
simplemente, sino en la muerte de alguien unido por vínculo de sangre o conyugal
con el agente. A saber, si bien el parricidio es un atentado a la vida de otra persona,
afecta también a convicciones y sentimientos inherentes a la sociedad sobre formas
de convivencia y vinculación familiar o conyugal que deben existir entre
determinadas personas, aunque en el caso concreto esas relaciones no se cumplan,
porque esta última realidad resulta secundaria frente a los efectos simbólicos que
los hombres confieren a esas relaciones en su ámbito ético, familiar y social. Por
consiguiente, hay un mayor injusto en este delito porque social y políticamente no
es lo mismo matar a un extraño que matar a un pariente próximo o al cónyuge.

No pueden los bienes jurídicos apreciarse con criterios objetivos elementales (la
vida de un extraño tiene el mismo valor que la de un pariente o del cónyuge), sino
político-sociales. Los intereses y valores de los miembros de una comunidad son
consecuencia de sus particulares y vigentes estructuras culturales y afectivas. Lo
señalado no significa que el parricidio sea un delito pluriofensivo (donde además de
la vida, se protege la relación familiar o conyugal), porque el objeto de protección
no condice con la mera faz naturalista de la existencia, sino de su concepción
normativa, o sea, valorativa. Además del mayor injusto, el parricidio conlleva a una
mayor culpabilidad en el autor, su comportamiento es mucho más reprochable al
haber infringido los deberes mutuos, que aparejan las vinculaciones parental o
conyugal, que constituyen verdaderas “normas subjetivas de determinación”
preexistentes en la sociedad.

La doctrina moderna tiende a la eliminación del parricidio como delito independiente.


Esa tendencia lo considera como un resabio de sistemas políticos primitivos, donde
la institución del pater familia, tenía significación interna en el grupo parentalmente
unido y también en la estructura política, como sistema orgánico del Estado. Tenía
seria incidencia en la sucesión del poder en los regimenes monárquicos, en la
economía con los mayorazgos, entre otros aspectos.

Se critica en la actualidad, en contraposición al parricidio, la imposibilidad que


establece la ley de considerar en ciertas hipótesis el vínculo parental o conyugal
como causal de atenuación, a pesar de que la experiencia criminológica evidencia
que es frecuente que este tipo de delito corresponda a la reacción del familiar o
cónyuge sojuzgado, vejado por el padre, la madre o marido, el parricidio se presenta
como reacción de la víctima frente a los maltratos prolongados y pertinaces que ha
sufrido. El autor no hace otra cosa que liberarse violentamente de estados como los
indicados.

PERFIL PSICOLOGICO

Lamentablemente, no existe un mecanismo para predecir que una persona vaya a


asesinar a uno de sus progenitores. Por suerte, se trata de un crimen poco común.
Sin embargo, ciertos factores pueden constituir una alerta de que ese riesgo está
latente. Por ejemplo:

• Violencia Domestica
• Abuso Sexual
• Facil acceso a armas de fuego

Asimismo, se ha visto que muchos de ellos sufren de alguna forma de esquizofrenia


o personalidad antisocial. O sea, que muchas veces un trastorno mental unido a un
hogar destrozado, lleva a una persona a quitarle la vida a uno o ambos padres.

En este nivel es posible reunir distintas posturas, cuyo punto de arranque obedece
a consideraciones de muy diversa índole (históricas, culturales, biológicas,
psíquicas e incluso sentimentales), pero que se reconducen a un factor subjetivo
como idea central.

Desde una primera perspectiva, se propugna que la gravedad del delito de parricidio
reposa en el plus característico de horror y reproche inseparable del tipo legal. El
hechor violaría no sólo la ley escrita, sino también una realidad biológica 91. En
definitiva, esta tesis resalta el carácter irracional de la conducta, que
inevitablemente trae a la memoria la concepción primitiva del delito.

Algunos complementan la noción de atentado contra la naturaleza con una total


ausencia de misericordia y humanidad en el parricida.
CONCLUSION

El Parricidio es un crimen antiguo por antonomasia, esto quiere decir que


antiguamente a los parricidas se castigaban con la pena de muerte, de la forma que
se describe, según la ley de las 12 tablas, del título VIII, de la partida Séptima: “que
lo metan en un saco de cuero, y que encierren con él un can, un gato, una culebra
y un mono, después cosían la boca del saco y lo lanzaban al mar o al río que
estuviese más cerca”. , esto fue suprimido en la década pasada de los Códigos
alemán, francés y español, es hoy en día una especie en extinción de los
ordenamientos modernos, atendida su difícil justificación, más allá del reproche
moral por el atentado contra la propia sangre o los lazos de confianza mutua,
supuestamente derivados del matrimonio o la convivencia.

Actualmente, se discute si es una figura agravada o un delito autónomo (mayoría


de la doctrina). Es autónomo por que formalmente, el Art. 390 (inicia el Título VIII),
se ubica antes del homicidio y eso indica voluntad de reconocerle autonomía.
Además específica “se castigará como parricida”, y no como homicida.

Hay un mayor injusto en la muerte de alguien unido por vínculo de sangre,


matrimonio o convivencia. Sin embargo la doctrina moderna tiende a eliminarlo
como figura autónoma. Se le critica que impida considerar el vínculo como
atenuación, en los casos en que el parricida reacciona contra los maltratos y
vejámenes prolongados que ha sufrido de parte de la víctima, quien se ampara
precisamente en dicha relación para cometerlos.

El parricidio debe derogarse. Desde hace décadas el mayor reproche atribuido al


parricida fue cediendo paso ante la comprensión de que generalmente tales hechos
de sangre tienen lugar en familias averiadas, mediando contextos de abuso,
maltrato o arrebatos. Y, aunque el fundamento técnico del delito puede encontrarse
en su carácter pluriofensivo, no nos parece razonable un aumento tan significativo
de la pena, ni mucho menos que la agravación opere de modo automático. Más
bien, el efecto modificador del parentesco debería evaluarse, como modernamente
se hace, en los términos de una circunstancia mixta. Late tras esta idea un principio
de equidad, inspirado en no medir con una misma vara realidades que pueden ser
infinitamente dispares; para que sean las características del caso concreto, y no el
legislador, a priori, las que determinen la gravedad del hecho.
BIBLIOGRAFIA
Martes 29 de noviembre de 2005 / Gaceta: LIX/3PPO-140/7191
https://www.senado.gob.mx/64/gaceta_del_senado/documento/7191

Autores: Julián Pérez Porto y Ana Gardey. Publicado: 2013. Actualizado: 2015.
Definicion.de: Definición de parricidio (https://definicion.de/parricidio/)

Olga ISLAS DE GONZÁLEZ


MARISCAL,https://revistas.juridicas.unam.mx/index.php/derecho-
comparado/article/view/3433/4027

Julia Blanco Calvo, 11 octubre 2019, https://mexico.leyderecho.org/parricidio/

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