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DE MEXICO
PARRICIDIO
El origen etimológico del término parricidio nos lleva a la lengua latina: parricidium.
El concepto se emplea para nombrar al crimen que comete una persona contra su
madre, su padre u otro pariente con quien mantenga un vínculo de sangre directo,
ya sea descendente o ascendente.
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DADO EN LA SALA DE COMISIONES DE LA H. CÁMARA DE SENADORES, EN
REUNIÓN DE COMISIONES UNIDAS, EL 16 DEL MES DE NOVIEMBRE DEL AÑO
2005
En la actualidad, el vínculo sanguíneo se considera como un agravante a la hora de
juzgar un crimen. Los parricidas, por lo tanto, reciben una pena generalmente mayor
que en otros tipos de asesinatos. Antiguamente, sin embargo, había naciones que
atenuaban el castigo al parricida debido a la autoridad y al poder que ostentaban
los padres de familia.
El texto legal:
Modernamente, fueron Las Partidas las que informaron sobre este delito a los
Derechos de los Reinos Hispánicos, en lo que conservó la esencia del concepto
romano (incluso la pena) y constituyó el insumo con que hubo de trabajar la
codificación. Así, el parricidio fue recogido por los Códigos napoleónico, imperial
alemán, prusiano y español, entre varios que representaron mayoría. Otros
cuerpos sólo consagraron un homicidio cualificado por el parentesco, tal fue el
caso de los ejemplares italiano, chino y argentino. Excepcionalmente, los
ordenamientos anglosajón y norteamericano optaron por prescindir de la figura..
Grecia
No hay mucha información del parricidio entre los Griegos, en la cultura romana es
diferente, ya que si hay mención de las sanciones que se imponían a los parricidas,
entre los Griegos encontramos a Edipo quien era un rey mítico de Tebas, hijo de
Layo y Yocasta que, sin saberlo, mató a su propio padre y desposó a su madre.
Roma
Así, la pena que se consideraba típica para el parricidio en Roma era realmente
atroz: se le llamaba del saco (culleus) y consistía en meter al parricida en una bolsa
de cuero junto con animales capaces de martirizarlo, como son un perro, un gallo,
cita víbora y un mono; después se le arrojaba al mar.
Egipto
Persas
Durante la Época Colonial, al aplicar las leyes del fuero juzgo y las partidas, se
castigaba al parricida con la pena denominada Culleum consistente en azotar al
agente del delito públicamente y después meterlo en un saco de cuero y aventarlo
al río una característica de esta pena se constreñía a colocar también dentro del
saco a cuatro animales: simio, culebra, can y gallo.
El delito de parricidio tiene su antecedente en la partida 7ª, Título VIII “De los
Omezillos”, en la Ley XII.
Describía el llamado parricidio propio directo, esto es, sólo el homicidio de los
ascendientes consanguíneos en línea recta.
Hacía referencia expresa «al padre o a la madre», lo cual constituía una
ejemplificación innecesaria, ya que ambas personas quedaban comprendidas en la
expresión genérica «ascendiente consanguíneo en línea recta».
Hacía una ejemplificación incluyente: ascendientes «legítimos o naturales», la que,
además de innecesaria, era despectiva y anacrónica.
Señalaba, expresamente, que el parricidio se cometiera sabiendo el delincuente ese
parentesco. Esta exigencia era innecesaria, pues el dolo requiere de este
conocimiento por parte del activo.
No protegía los bienes jurídicos relativos a los padres adoptivos, ni a hermanos.
Significativas razones hacen que, actualmente, sea más bien aconsejable suprimir
la figura autónoma del parricidio. No obstante, quien derrama la sangre de los suyos
se hace acreedor de una pena en extremo severa. Este último dato obliga a seguir
inquiriendo cuál es el fundamento dogmático subyacente a la agravación, dejando
por un momento al margen su dudosa justificación político-criminal.
El parricidio es un delito autónomo, independiente, no es una figura agravada de
homicidio, lo que corresponde tener en consideración para resolver problemas
como los que crea la participación y el error.
Si bien lo anotado puede calificarse como secundario, porque los tipos penales
responden en cuanto a su creación al injusto y a la culpabilidad que suponen, el
parricidio tiene un mayor injusto, no consiste en la muerte de otra persona
simplemente, sino en la muerte de alguien unido por vínculo de sangre o conyugal
con el agente. A saber, si bien el parricidio es un atentado a la vida de otra persona,
afecta también a convicciones y sentimientos inherentes a la sociedad sobre formas
de convivencia y vinculación familiar o conyugal que deben existir entre
determinadas personas, aunque en el caso concreto esas relaciones no se cumplan,
porque esta última realidad resulta secundaria frente a los efectos simbólicos que
los hombres confieren a esas relaciones en su ámbito ético, familiar y social. Por
consiguiente, hay un mayor injusto en este delito porque social y políticamente no
es lo mismo matar a un extraño que matar a un pariente próximo o al cónyuge.
No pueden los bienes jurídicos apreciarse con criterios objetivos elementales (la
vida de un extraño tiene el mismo valor que la de un pariente o del cónyuge), sino
político-sociales. Los intereses y valores de los miembros de una comunidad son
consecuencia de sus particulares y vigentes estructuras culturales y afectivas. Lo
señalado no significa que el parricidio sea un delito pluriofensivo (donde además de
la vida, se protege la relación familiar o conyugal), porque el objeto de protección
no condice con la mera faz naturalista de la existencia, sino de su concepción
normativa, o sea, valorativa. Además del mayor injusto, el parricidio conlleva a una
mayor culpabilidad en el autor, su comportamiento es mucho más reprochable al
haber infringido los deberes mutuos, que aparejan las vinculaciones parental o
conyugal, que constituyen verdaderas “normas subjetivas de determinación”
preexistentes en la sociedad.
PERFIL PSICOLOGICO
• Violencia Domestica
• Abuso Sexual
• Facil acceso a armas de fuego
En este nivel es posible reunir distintas posturas, cuyo punto de arranque obedece
a consideraciones de muy diversa índole (históricas, culturales, biológicas,
psíquicas e incluso sentimentales), pero que se reconducen a un factor subjetivo
como idea central.
Desde una primera perspectiva, se propugna que la gravedad del delito de parricidio
reposa en el plus característico de horror y reproche inseparable del tipo legal. El
hechor violaría no sólo la ley escrita, sino también una realidad biológica 91. En
definitiva, esta tesis resalta el carácter irracional de la conducta, que
inevitablemente trae a la memoria la concepción primitiva del delito.
Autores: Julián Pérez Porto y Ana Gardey. Publicado: 2013. Actualizado: 2015.
Definicion.de: Definición de parricidio (https://definicion.de/parricidio/)