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SENTENCIA CONSTITUCIONAL PLURINACIONAL 0478/2018-S3

Sucre, 26 de septiembre de 2018

SALA TERCERA

Magistrada Relatora: MSc. Brígida Celia Vargas Barañado

Acción de amparo constitucional

Expediente: 23499-2018-47-AAC

Departamento: Santa Cruz

En revisión la Resolución 08 de 10 de abril de 2018, cursante de fs. 164 vta. a 168 vta., pronunciada
dentro de la acción de amparo constitucional interpuesta por Daniela Ayala Urambi contra Alicia
Cerezo Sarabia, Jueza Pública Civil y Comercial Segunda de la Capital del departamento de
Santa Cruz.

I. ANTECEDENTES CON RELEVANCIA JURÍDICA

I.1. Contenido de la demanda

Por memoriales presentados el 14 y 27 de marzo de 2018, cursantes de fs. 1, 67 a 69 vta. y 141


respectivamente, la accionante expresó los siguientes fundamentos de hecho y de derecho:

I.1.1. Hechos que motivan la acción

El 2010 el Banco Mercantil Santa Cruz Sociedad Anónima (S.A.) le inició un proceso “ejecutivo”, el
cual concluyó con la emisión de sentencia, de la que luego se demandó su ejecución, disponiéndose
la subasta pública de su inmueble ubicado en la localidad de Montero, al ser la garantía del crédito
que contrajo con dicha entidad bancaria; en virtud a ello, se presentó un postor cancelando la suma
de $us37 027,04.- (treinta y siete mil veintisiete con 04/100 dólares estadounidenses), quien se
adjudicó el predio producto de la subasta autorizada por la Jueza demandada a instancias del
ejecutante.

Ante ese hecho, al enterarse del remate del citado inmueble, y habiendo presentado el ejecutante
una liquidación que incluía intereses, costas y honorarios, el 8 de noviembre de 2017, se apersonó
ante la Jueza de la causa, manifestando su aceptación a la misma y solicitó que el saldo remanente,
fruto de la venta del citado predio, le sea entregado; a ese efecto, la Jueza demandada emitió el Auto
408 de “20” del mismo mes y año, aprobando la indicada liquidación y ordenando se le entregue el
remanente hasta la suma de $us18 500,59.- (dieciocho mil quinientos con 59/100 dólares
estadounidenses); determinación contra la cual la entidad ejecutante interpuso recurso de reposición,
alegando que tendría otra acreencia en otro juzgado donde se tramitaba un proceso ejecutivo en su
contra, en el cual se determinó que aún debía la suma de Bs37 365,51.- (treinta y siete mil trescientos
sesenta y cinco con 51/100 bolivianos).

Refirió que, si bien había la posibilidad de que exista la deuda; sin embargo, no podía remitirse todo
su dinero, ya que de las mismas pruebas aportadas por el ejecutante, se evidencia que su persona
supuestamente debería aquel monto de dinero y su saldo luego de la venta de su casa, era de $us18
500,59.-; motivo por el cual, solicitó a la Jueza demandada que se envíe sólo el monto ejecutado;
pese a ello, la citada autoridad judicial, sin razón alguna ordenó la remisión de todo su dinero ante
otro juez que no tenía competencia como si debiera tal cantidad, sin considerar que se constituye en
la Jueza natural que remató su inmueble y por lo tanto quien debería ejecutar la sentencia, y ante la
existencia de un remanente, endosarlo a su favor, previo embargo o en todo caso hasta el monto de
la deuda.

Sostuvo que el art. 524 del Código de Procedimiento Civil (CPCabrg.), sustituido por el art. 37 de la
Ley de Abreviación Procesal Civil y de Asistencia Familiar (LAPCAF), es claro al señalar la forma de
embargar un dinero, imperativo que fue incumplido por la autoridad demandada, ya que a sola
petición del ejecutante, sin tomar en cuenta su contestación al recurso de reposición formulado y sin
más prueba como una liquidación o un embargo, ordenó que se remita dicho remanente ante una
jueza extraña al proceso, el cual era cinco veces el monto ejecutado, no habiendo observado lo
previsto en el art. 531 del citado CPCabrg., que señalaba cómo debe procederse en ejecución de
sentencia en el pago de la acreencia, la misma que es previa liquidación ya sea por el ejecutante o
ejecutado, y de existir un sobrante, éste debe ser restituido o endosado a favor de este último;
empero, de la revisión del recurso, no se presentó la liquidación de su otro saldo para que sea creíble
su pretensión.

I.1.2. Derecho supuestamente vulnerado

La accionante denunció como lesionado su derecho al debido proceso en su vertiente de


congruencia y el principio de seguridad jurídica, citando al efecto el art. 115 de la Constitución
Política del Estado (CPE).

I.1.3. Petitorio

Solicitó se conceda la tutela, ordenando que se revoque en su totalidad el Auto 17 de 5 de enero de


2018, disponiendo que la Jueza demandada dicte uno nuevo donde observe las formalidades de ley
como la presentación de la liquidación en el otro proceso que mantiene la ejecutante, y en base a la
misma, ordene se remita una parte del remanente al juez requirente: “…o en todo caso el monto sea
el sentenciado y debidamente comprobado por la ejecutante, y sea bajo conminatoria de 3 días al
ejecutante para su presentación de la liquidación ante el juez accionado bajo conminatoria de
ejecutoria del auto” (sic).

I.2. Audiencia y Resolución del Juez de garantías

Celebrada la audiencia pública el 10 de abril de 2018, según consta en acta cursante de fs. 163 a 164
vta., se produjeron los siguientes actuados:

I.2.1. Ratificación y ampliación de la acción

La accionante a través de su representante, añadió que la autoridad demandada vulneró el derecho


al debido proceso en su vertiente de juez natural, al ordenar que otro juez tome la competencia y la
atribución de realizar actos ejecutivos, ya que al ser juez natural, tenía la obligación de ejecutar los
actos de la Sentencia 3 de 18 de enero de 2018, que era entregar el saldo del remanente si
correspondiera a las partes, habiendo inicialmente ya ejecutado la sentencia con el pago a la
ejecutante; por su parte, solicitó en su oportunidad el endose y desglose como corresponde, ante ese
pedido, la entidad financiera ejecutante solicitó que se retenga el remanente o el saldo que quedaba
de la subasta o remate, pero la Jueza demandada, desconociendo la ley y lesionando sus derechos
fundamentales, ordenó que se remita dicho remanente a una jueza que no tiene nada que ver dentro
del proceso donde se llevó a cabo la subasta o remate, olvidándose que el art. 355 del CPCabrg.,
habla de las tercerías, cuando existe dentro de un mismo proceso otras acreencias, otras obligaciones
que se deben cumplir por parte de la obligada, la Jueza de instancia previa revisión de la
documentación, debió hacer el pago conforme señala el art. 531 del citado Código, no existiendo
ningún acreedor apersonado en el proceso, a objeto de solicitar el pago de acreencia; por el
contrario, la autoridad judicial se valió de un oficio en el cual ordena que se le entregue todo el
dinero, lo cual transgrede el ordenamiento jurídico procesal; en todo caso, si la Jueza consideraba
que existían obligaciones frente a otros acreedores, pese a no ser lo correcto, debió disponer la
retención sólo del monto correspondiente para su pago, pero no ordenar que se remita todo el
remanente, siendo la única autoridad llamada por ley para realizar los actos ejecutivos de la
sentencia; solicitando que se deje sin efecto el Oficio 826/2017 de 1 de diciembre, en el cual basa su
fallo la autoridad demandada, hasta que los supuestos otros acreedores se apersonen ante la jueza
natural a solicitar el pago de su acreencia mediante las tercerías de derecho preferente.

I.2.2. Informe de la autoridad demandada

Alicia Cerezo Sarabia, Jueza Pública Civil y Comercial Segunda de la Capital del departamento de
Santa Cruz, pese a haber sido notificada para la audiencia conforme consta a fs. 149, no se hizo
presente a la misma, tampoco remitió informe alguno.

I.2.3. Intervención del tercero interesado

El Banco Mercantil Santa Cruz S.A. representado legalmente por Carlos Alberto Ruíz Castellón, no
remitió informe escrito ni se presentó en audiencia, pese a su notificación cursante a fs. 151.

I.2.4. Resolución

El Juez Público de Familia Décimo de la Capital del departamento de Santa Cruz, constituido en Juez
de garantías, mediante Resolución 08 de 10 de abril de 2018, cursante de fs. 164 vta. a 168 vta.,
concedió la tutela solicitada, revocando el Auto 17, dictado por la Jueza demandada, por
consiguiente dejó sin efecto cualquier oficio de remisión de remanente hacia otro juzgado, debiendo
la indicada autoridad dictar un nuevo auto en base a los argumentos expresados en su resolución, el
mismo que debe seguir con todas las formalidades de ley que no atente contra los derechos y
garantías de la accionante. A tal efecto expresó los siguientes fundamentos: a) El Auto 17 motivo de
la presente acción tutelar, en su fundamentación escueta sólo transcribió los antecedentes de la parte
actora; empero, no hizo alusión a la fundamentación de la parte coactivada; b) En su único
considerando mencionó el art. 24 numerales 1 y 2; sin embargo, no dijo a qué código se refiere,
siendo su deber no sólo mencionar los antecedentes, sino también debe hacer referencia a los
artículos y leyes en los que basó su decisión; y, c) No sólo se vulneró el derecho al debido proceso en
sus vertientes de la seguridad jurídica y la congruencia, sino también la debida fundamentación y
motivación de las resoluciones, complementando así los derechos conculcados a la accionante, al
tenor del principio iura novit curia, siendo procedente en consecuencia conceder la tutela impetrada.

II. CONCLUSIONES

De la revisión y compulsa de los antecedentes que cursan en obrados, se evidencia lo siguiente:

II.1. El 16 de julio de 2010, el representante del Banco Mercantil Santa Cruz S.A., interpuso demanda
coactiva civil de garantías reales contra Daniela Ayala Urambi -ahora accionante- y otro, ante el Juez
de Partido Civil y Comercial de turno -hoy Juez Público Civil y Comercial de la Capital del
departamento de Santa Cruz-, demandando el pago de la suma líquida y exigible de $us14 821,81.-
(catorce mil ochocientos veintiuno con 81/100 dólares estadounidenses), más intereses convenidos,
devengados y por devengar, costas y otros que se liquidarán a la fecha del total y efectivo pago del
préstamo (fs. 36 a 37).

II.2. A raíz de la demanda descrita supra, el Juez de Partido Civil y Comercial Segundo del aludido
departamento, el 10 de septiembre de 2010 pronunció Sentencia, declarando probada la demanda
coactiva civil interpuesta, ordenando el pago de la acreencia adeudada (fs. 37 a 38).
II.3. Mediante memorial presentado el 7 de diciembre de 2010, el representante legal del Banco
Mercantil Santa Cruz S.A., interpuso demanda ejecutiva contra la ahora accionante y otro, ante el
Juzgado de Instrucción Civil y Comercial Decimosegundo de la Capital del departamento de Santa
Cruz -hoy Juzgado Público Civil y Comercial-, demandando la suma líquida y exigible de Bs37
365,51.- (treinta y siete mil trescientos sesenta y cinco 51/100 bolivianos), sobre la base del
documento privado reconocido de préstamo de dinero y constitución de garantías de 26 de
noviembre de 2009 (fs. 13 a 15).

II.4. El 18 de enero de 2016, la entonces Jueza de Instrucción Civil y Comercial Décimasegunda de la


Capital del departamento de Santa Cruz, pronunció la Sentencia 3, declarando probada la demanda
ejecutiva, disponiendo la prosecución del trámite hasta el estado de remate de los bienes
embargados de propiedad de los ejecutados, para que con el producto de su venta se cancele la
suma adeudada, más intereses y gastos, sea con costas (fs. 17 y vta.).

II.5. Por memorial presentado el 8 de noviembre de 2017, dirigido a la Jueza Pública Civil y
Comercial Segunda de la Capital del departamento de Santa Cruz -ahora demandada-, la accionante
señaló que, habiendo concluido el proceso “ejecutivo” que le sigue el Banco Mercantil Santa Cruz
S.A., aceptó simple y llanamente la liquidación presentada por el ejecutante en la suma de $us18
526,45.- (dieciocho mil quinientos veintiséis con 45/100 dólares estadounidenses), por lo que al
existir un remanente producto de la subasta y remate de su inmueble, solicitó endose y desglose del
mismo, en la suma de $us18 500,59.- (fs. 5).

II.6. Mediante Auto 408 de 10 del mismo mes y año, la autoridad demandada dispuso el desglose,
endose, entrega y pago del saldo remanente de $us18 500,59.-, previa ejecutoria de dicho Auto, a
favor de la accionante (fs. 6).

II.7. Por escrito presentado el 24 de igual mes y año, el Banco Mercantil Santa Cruz S.A., formuló
recurso de reposición bajo alternativa de apelación, contra el Auto citado supra, solicitando ordene
que el remanente producto del remate sea remitido al Juzgado Público Civil y Comercial Vigésimo
Sexto de la Capital de dicho departamento, a efectos de que se pague a la aludida entidad financiera
el total de la obligación demandada (fs. 22 y vta.).

II.8. A través del memorial presentado el 3 de enero de 2018, el peticionante de tutela contestó el
recurso de reposición interpuesto por la entidad bancaria, solicitando se mantenga el Auto recurrido
(fs. 28 a 29).

II.9. En mérito al recurso de reposición formulado, la Jueza demandada pronunció el Auto 17 de 5


de enero de 2018, mediante el cual dejó sin efecto el Auto 408, ordenando que por secretaría previa
notificación y ejecutoria del presente fallo, se proceda a la remisión del remanente saldo producto
del remate al Juzgado Público Civil y Comercial Vigésimo Sexto de la Capital del departamento
de Santa Cruz, y sea por la suma de $us18 500,59.- (fs. 30 y vta.).

III. FUNDAMENTOS JURÍDICOS DEL FALLO

La accionante denunció como lesionado su derecho al debido proceso en su vertiente de


congruencia y el principio de seguridad jurídica; toda vez que, dentro del fenecido proceso coactivo
civil incoado por el Banco Mercantil Santa Cruz S.A. en su contra, la Jueza demandada aprobó la
liquidación realizada por el coactivante, ordenando la entrega en su favor del saldo remanente, que
corresponde a la subasta y remate de su bien inmueble que asciende a $us18 500,59.-; sin embargo,
la indicada autoridad jurisdiccional, en virtud al recurso de reposición interpuesto por el coactivante y
sin considerar lo expuesto en su memorial de contestación al recurso, mediante Auto 17 de 5 de
enero de 2018, ordenó la remisión del indicado monto remanente, ante el Juzgado Público Civil y
Comercial Vigésimo Sexto de la Capital del departamento de Santa Cruz -donde su persona tendría
otra acreencia-, sin mayor prueba como el embargo y la liquidación que debería existir de acuerdo al
art. 524 del CPCabrg., modificado por el art. 37 de la LAPCAF, incumpliendo de esta manera lo
previsto por el art. 531 del mismo compilado adjetivo civil que señala cómo debe procederse
respecto al pago de la acreencia en ejecución de sentencia.

En consecuencia, corresponde en revisión, analizar si los argumentos son evidentes a fin de conceder
o denegar la tutela solicitada.

III.1. Sobre el principio de congruencia como elemento del debido proceso. Jurisprudencia
reiterada

Asimismo en relación a la congruencia como otro de los elementos del debido proceso, reiterando
entendimientos jurisprudenciales anteriores, la SC 0486/2010-R de 5 de julio, señaló: “…la estricta
correspondencia que debe existir entre lo peticionado y lo resuelto; ahora bien, esa definición
general, no es limitativa de la coherencia que debe tener toda resolución, ya sea judicial o
administrativa, y que implica también la concordancia entre la parte considerativa y
dispositiva: sino que además, debe mantenerse en todo su contenido, efectuando un
razonamiento integral y armonizado entre los distintos considerandos y razonamientos
contenidos en la resolución. La concordancia de contenido de la resolución y su estricta
correspondencia entre lo pedido, lo considerado y lo resuelto, conlleva a su vez la cita de las
disposiciones legales que apoyan ese razonamiento que llevó a la determinación que se asume. En base
a esas consideraciones, es que quien administra justicia, emitirá fallos motivados, congruentes y
pertinentes.

(…)

El principio de congruencia, responde a la pretensión jurídica o la expresión de agravios


formulada por las partes; la falta de relación entre lo solicitado y lo resuelto, contradice el
principio procesal de congruencia; la resolución de primera y/o segunda instancia, debe
responder a la petición de las partes y de la expresión de agravios, constituyendo la pretensión
jurídica de primera y/o segunda instancia” (las negrillas y subrayado nos corresponden).

Razonamiento que fue reiterado a través de las Sentencias Constitucionales Plurinacionales


0255/2014 de 12 de febrero y 0704/2014 de 10 de abril.

Por su parte, la SCP 1083/2014 de 10 de junio, respecto a este principio estructurante del debido
proceso, expresó que: “El debido proceso se integra por diferentes elementos que viabilizan las
garantías mínimas del justiciable; así, la congruencia de las resoluciones judiciales, constituye el debido
proceso. Al respecto, Guillermo Cabanellas, entiende al principio de congruencia como: ‘Oportunidad,
conveniencia entre preguntas y respuestas; entre demandas y concesiones o resoluciones. II
Conformidad entre el fallo judicial y las pretensiones plateadas por las partes.

Las sentencias deben ser congruentes con las súplicas de las demandas, de su contestación o de su
reconvención, sin que hechos posteriores a la discusión escrita puedan modificar los términos en que
fue trabada la litis. La discrepancia entre sentencia y demanda permite los recursos establecidos por los
códigos de procedimiento…’.

En el marco de la premisa anterior y, desde una óptica doctrinal, la congruencia de las resoluciones
judiciales amerita una comprensión desde dos acepciones; primero, relativo a la congruencia
externa, la cual se debe entender como el principio rector de toda determinación judicial, que
exige la plena correspondencia o coincidencia entre el planteamiento de las partes (demanda,
respuesta e impugnación y resolución) y lo resuelto por las autoridades judiciales, en
definitiva, es una prohibición para el juzgador considerar aspectos ajenos a la controversia,
limitando su consideración a cuestionamientos únicamente deducidos por las partes; y,
segundo, la congruencia interna, referido a que, si la resolución es comprendida como una unidad
congruente, en ella se debe cuidar un hilo conductor que le dote de orden y racionalidad, desde la parte
considerativa de los hechos, la identificación de los agravios, la valoración de los mismos, la
interpretación de las normas y los efectos de la parte dispositiva; es decir, se pretenden evitar que, en
una misma resolución no existan consideraciones contradictorias entre sí o con el punto de la misma
decisión” (las negrillas nos corresponden).

III.2. Análisis del caso concreto

Efectuado el marco jurisprudencial para el examen del presente caso, de la revisión y cotejo de los
antecedentes que cursan en el expediente, se llegó a evidenciar que, el 16 de julio de 2010, el
representante del Banco Mercantil Santa Cruz S.A., interpuso demanda coactiva civil contra Daniela
Ayala Urambi -ahora accionante- y otro, ante el Juez de Partido Civil y Comercial de turno de la
Capital del departamento de Santa Cruz, demandando el pago de la suma líquida y exigible de $us14
821,81.-, más intereses convenidos, devengados y por devengar, costas y otros. Concluido el proceso,
el Juez de Partido Civil y Comercial Segundo de la Capital del mismo departamento, el 10 de
septiembre de dicho año, pronunció Sentencia, declarando probada la demanda coactiva civil,
ordenando el pago de la acreencia adeudada.

Posteriormente, el 7 de diciembre de igual año, el representante de la citada entidad bancaria,


interpuso demanda ejecutiva contra la solicitante de tutela y otro, ante el Juez de Instrucción Civil y
Comercial Décimosegundo de la Capital de igual departamento, demandando la suma líquida y
exigible de Bs37 365,51.-, sobre la base del documento privado reconocido de préstamo de dinero y
constitución de garantías de 26 de noviembre de 2006; sustanciada la causa, la autoridad judicial
pronunció la Sentencia 3 de 18 de enero de 2016, declarando probada la demanda ejecutiva,
disponiendo la prosecución del trámite hasta el estado de remate de los bienes embargados de
propiedad de los ejecutados, para que con el producto de su venta, se cancele la suma adeudada,
más intereses correspondientes y gastos.

Ahora bien, es menester precisar que, una vez concluido el trámite del proceso coactivo civil descrito
líneas arriba, la impetrante de tutela por escrito de 8 de noviembre de 2017, aceptó simple y
llanamente la liquidación presentada por la parte ejecutante; asimismo, y existiendo un remanente
producto de la subasta y remate de su inmueble en la suma de $us18 500,59.-, solicitó a la Jueza
Pública Civil y Comercial Segunda de la Capital del departamento de Santa Cruz -ahora demandada-,
el endose de dicho monto a su nombre por ser la titular del mismo; autoridad judicial que, a tiempo
de aprobar la liquidación presentada mediante Auto 408 de 10 de noviembre del citado año, aceptó
la solicitud de la peticionante de tutela; sin embargo, como resultado de dicha determinación, la
entidad ejecutante formuló recurso de reposición bajo alternativa de apelación contra el precitado
fallo, a mérito de ello, la Jueza demandada mediante Auto 17 de 5 de enero de 2018, dio curso a lo
requerido por la entidad bancaria; en consecuencia, ordenó que por secretaría, previa notificación y
ejecutoria de la resolución, se proceda a la remisión del remanente saldo producto del remate, al
Juzgado Público Civil y Comercial Vigésimo Sexto de la Capital de dicho departamento, por la suma
de $us18 500,59.-, y sea bajo constancia.

Antes de ingresar al estudio de la presente causa, es preciso verificar la existencia o no del principio
de subsidiariedad que rige la acción de amparo constitucional; a tal efecto, de la revisión de los
antecedentes cursantes en el expediente, se evidenció que la demanda coactiva civil incoada por el
Banco Mercantil Santa Cruz S.A., fue presentada el 16 de julio de 2010 (Conclusión II.1); es decir, en
vigencia del Código de Procedimiento Civil -hoy abrogado-, aplicando las normas previstas en dicho
cuerpo adjetivo civil; proceso que concluyó con la emisión de la sentencia respectiva, el 10 de
septiembre del mismo año (Conclusión II.2); en consecuencia, es aplicable las normas del Código
Procesal Civil (CPC), al tenor de lo establecido en la Disposición Transitoria Octava, parágrafo II que
señala: “Los procesos con sentencia en calidad de cosa juzgada y pendientes de ejecución antes de la
entrada en vigencia plena del presente Código, deberán sujetarse a lo dispuesto en el presente
Código”.

En ese contexto, una vez que concluyó el proceso coactivo civil seguido por el Banco Mercantil Santa
Cruz S.A. contra la accionante, la autoridad demandada pronunció el Auto 17, en mérito al recurso de
reposición planteado por dicha entidad bancaria, -fallo que se constituye en el acto lesivo
denunciado por la impetrante de tutela-; en ese sentido, se agotó la instancia recursiva en la vía
ordinaria, en virtud a lo dispuesto por el art. 255 del CPC que señala: “La resolución que modificare o
dejare sin efecto la recurrida, es inimpugnable…”; en consecuencia, corresponde ingresar al análisis
de fondo de la problemática planteada, al no existir otro medio legal idóneo al que pueda acudir la
prenombrada para hacer valer sus pretensiones.

Establecidos con precisión los antecedentes procesales concernientes al presente caso, se advierte
que la accionante cuestionó el Auto 17 emitido por la Jueza demandada, denunciando falta de
congruencia en el mismo; en ese entendido, a efectos de analizar la veracidad de lo aseverado,
corresponde señalar que en principio, efectuó una relación de los antecedentes cursantes en el
expediente; posteriormente, expresó el siguiente fundamento para sustentar la determinación
adoptada en el merituado fallo: Único.- “…que el art. 24 numeral 2 y 3 indica que la autoridad judicial
puede impulsar el proceso observando el tramite que legalmente corresponda, cuando el requerido
por la parte no sea el adecuado, ejercitar las potestades y deberes que le concede este código para
encauzar adecuadamente el proceso y la averiguación de la verdad de los hechos y derechos
invocados por las partes.----------y art. 180 de la CPE” (sic).

En base a lo señalado, y una vez presentado el recurso de reposición por el ejecutante, la parte
ejecutada -hoy accionante-, presentó memorial de contestación al indicado recurso (Conclusión II.8);
en tal sentido, corresponde referirse a los argumentos inferidos en dicho escrito, para así determinar
si la autoridad demandada, consideró o no los mismos a tiempo de emitir su fallo: 1) El coactivante
pese haberle rechazado su petición de retener y remitir los dineros, mediante este recurso
nuevamente intenta y pide una nueva medida cautelar de retención y remisión de dineros,
olvidándose que las medidas cautelares o medidas precautorias, sirven para asegurar la sentencia,
aspecto que ya fue concedido al inicio de la demanda coactiva; es decir, ya se pidió y se protegió su
derecho que es el pago de la deuda; en caso de tener otro título debe incoarlo con las formalidades
del art. 110 del CPC; 2) El art. 234 del citado Código, señala que se pueden adoptar medidas
urgentes a fines de asegurar la sentencia, aspecto que ya fue concedido y cumplido con el remate de
sus bienes, por lo que no puede solicitar nuevamente otra medida cautelar en su favor cuando ya se
le canceló su deuda; y, 3) Lo que pide el coactivante es que su autoridad haga de juez de otro
proceso ajeno al suyo donde no tiene competencia para conocer de otros procesos, habiendo
formulado su pretensión ante otra autoridad, bien puede peticionar todo lo concerniente a su
derecho, ante el Juez Público Civil y Comercial Vigésimo Sexto de la Capital del departamento de
Santa Cruz donde radica su proceso.

Ahora bien, conforme se tiene desarrollado en el Fundamento Jurídico III.1 de la presente Sentencia
Constitucional Plurinacional, el principio de congruencia es la estricta correspondencia que debe
existir entre lo peticionado y lo resuelto; es decir, responde a la pretensión jurídica o la expresión
de agravios formulada por las partes; por ello, la falta de relación entre lo solicitado y lo resuelto,
contradice dicho principio procesal, en vista que toda resolución debe responder a la petición de las
partes y la expresión de agravios denunciados.

Asimismo, respecto a la congruencia externa inmersa en el contenido jurisprudencial anotado,


señala que es el principio rector de toda determinación judicial, que exige la plena correspondencia
o coincidencia entre el planteamiento de las partes (demanda, respuesta e impugnación y
resolución) y lo resuelto por las autoridades judiciales, limitando su consideración a
cuestionamientos únicamente deducidos por aquellas.
Consecuentemente, de la revisión de los argumentos expresados por la autoridad demandada en su
Auto 17, se evidenció que los aspectos cuestionados por la parte ejecutada -ahora accionante-,
descritos en su memorial de contestación al recurso de reposición formulado por la entidad bancaria
ejecutante, no fueron respondidos al no haber sido objeto de consideración por parte de la precitada
autoridad jurisdiccional, pese a que, conforme se demostró precedentemente, los mismos se
encuentran claramente identificados, detallados y fundamentados por la impetrante de tutela en su
escrito cursante en obrados (Conclusión II.8), limitándose a efectuar una descripción de los actuados
procesales, concernientes a la liquidación que presentó la entidad financiera, de 23 de octubre de
2017; así como de un memorial, donde la prenombrada institución, solicita: “…se retenga el saldo
producto de remate en el presente proceso, manifestando que se tiene otro proceso ejecutivo
seguido por el Banco Mercantil S.A…” (sic); asimismo, en su único considerando que además de ser
impreciso en su redacción, ya que hizo alusión al art. 24 numerales 2 y 3, empero no indicó la
normativa legal pertinente, no expuso motivos que justifiquen razonablemente su decisión, obviando
en absoluto los argumentos expresados por la parte ejecutada; más aún si se toma en cuenta que la
determinación adoptada le causó perjuicio a sus intereses, al haber determinado dejar sin efecto el
Auto 408, mediante el cual la indicada autoridad judicial, dispuso expresamente el desglose, endose,
entrega y pago del saldo remanente de $us18 500,59.- a favor de la prenombrada accionante,
desconociendo la obligación imperativa que tenía de observar en su resolución, el planteamiento de
las partes; es decir, que ante la formulación de un recurso, no solamente debió limitarse a
responder los agravios u ofensas expuestos por la parte recurrente, sino también de aquella
que no interpuso el recurso, en resguardo de su derecho a obtener un pronunciamiento
fundado y congruente, y a la efectividad de las resoluciones.

Por lo precedentemente señalado, se evidenció la vulneración del derecho al debido proceso en su


componente de congruencia externa, al pronunciar el Auto 17 por parte de la autoridad jurisdiccional
demandada, siendo viable en consecuencia la tutela que brinda esta acción de defensa.

Finalmente, respecto al principio de seguridad jurídica, alegado también como lesionado por la
accionante, no corresponde ser considerado por este Tribunal, debido a que la acción de amparo
constitucional tutela derechos fundamentales y garantías reconocidos por la Constitución Política del
Estado, y no así principios.

En consecuencia, el Juez de garantías al haber concedido la tutela impetrada, obró en forma


correcta.

POR TANTO

El Tribunal Constitucional Plurinacional, en su Sala Tercera; en virtud de la autoridad que le confiere la


Constitución Política del Estado y el art. 12.7 de la Ley del Tribunal Constitucional Plurinacional; en
revisión, resuelve: CONFIRMAR la Resolución 08 de 10 de abril de 2018, cursante de fs. 164 vta. a
168 vta., pronunciada por el Juez Público de Familia Décimo de la Capital del departamento de Santa
Cruz; y en consecuencia, CONCEDER la tutela solicitada, en los mismos términos expresados por el
Juez de garantías.

Regístrese, notifíquese y publíquese en la Gaceta Constitucional Plurinacional.

MSc. Brígida Celia Vargas Barañado

MAGISTRADA
Orlando Ceballos Acuña

MAGISTRADO

SENTENCIA CONSTITUCIONAL PLURINACIONAL 0543/2018-S1

Sucre, 20 de septiembre 2018

SALA PRIMERA

Magistrada Relatora: MSc. Karem Lorena Gallardo Sejas

Acción de amparo constitucional

Expediente: 23425-2018-47-AAC

Departamento: La Paz

En revisión la Resolución AC-06-2018 de 20 de marzo, cursante de fs. 233 a 236 vta., pronunciada
dentro de la acción de amparo constitucional interpuesta por Miriam Aguilar Quisbert contra
Leny Erika Chávez Barrancos y Blanca Isabel Alarcón Yampasi, actual y ex Directora; y, María Inés
Mercado Pacheco, ex Autoridad Sumariante del departamento de La Paz, todas de la Dirección
del Notariado Plurinacional (DIRNOPLU).

I. ANTECEDENTES CON RELEVANCIA JURÍDICA

I.1. Contenido de la demanda

Por memoriales presentados el 14 y 15 de marzo de 2018, cursantes de fs. 28 a 32 vta. y 35 a 37 vta.,


la accionante manifiesta lo siguiente:

I.1.1. Hechos que motivan la acción

En su condición de Notaria de Fe Pública 043 de la ciudad de La Paz, fue objeto de denuncia ante la
DIRNOPLU, por parte de Eladio Julián Salazar Ariñez -hoy tercero interesado-, solicitando que su
persona devuelva la suma de Bs7 480.- (siete mil cuatrocientos ochenta bolivianos), que cobró por
haber participado como martillera en un acto de remate efectuado ante el “…Juzgado Cuarto de
Partido en lo Civil…” (sic), dentro del proceso coactivo civil seguido por la Fábrica Boliviana de
Cerámica (FABOCE) contra la empresa unipersonal Dolphin Motors, remate que posteriormente fue
anulado por causas no atribuibles a su participación; habiéndosele iniciado proceso disciplinario por
faltas graves o gravísimas, conforme a lo establecido en el art. 111 de la Ley del Notariado
Plurinacional (LNP); de ahí que, se defendió de la falta grave referida a la no devolución del dinero
que cobró por su actuación como martillera en el citado acto, presentando al respecto, informe y
prueba de descargo aunque en ningún momento le fue solicitada; sin embargo, la Resolución Final
HR 863-SD 068/2015 de 25 de “julio” -siendo lo correcto junio-, emitida por María Inés Mercado
Pacheco, entonces Autoridad Sumariante de la DIRNOPLU -ahora codemandada-, quien alejándose
del hecho denunciado e ingresando en incongruencia, declaró probada en parte la denuncia
interpuesta en su contra, declarándola culpable por no someterse al procedimiento civil para la
regulación de la comisión de martillera, adecuando su conducta a la falta disciplinaria prevista en el
art. 105 inc. o), en relación al art. 2.2 y 5, ambos de la

LNP, imponiéndole la sanción de seis salarios mínimos nacionales; e improbada respecto a la falta
disciplinaria prevista en el art. 105 incs. c), f) y o), en relación al art. 2.3 de la referida Ley;
distorsionando el hecho denunciado, sancionándola por no haberse sometido al procedimiento civil
para la regulación de la comisión de martillera, asunto ajeno al precisado en la denuncia, que no fue
investigado, y por el que no pudo defenderse.

Así, la referida Resolución Final es incongruente porque declaró probada la denuncia, en el entendido
que, supuestamente su conducta se adecuaría a la falta disciplinaria prevista en el art. 105 inc. o) de
la LNP; sin embargo, luego declaró improbada respecto a la misma infracción prevista en el art. 105
incs. c), f) y o) de dicho cuerpo legal; es decir, declaró probada y a la vez improbada la misma falta
disciplinaria prevista en el art. 105 inc. o) de la referida Ley.

Mediante memorial de 13 de julio de 2015, interpuso recurso de apelación contra la aludida


Resolución Final -HR 863-SD 068/2015- con el argumento que la misma, carecería de congruencia
entre el hecho denunciado y el sancionado, en el entendido que la denuncia se centra en la
devolución del dinero que se le pagó por haber prestado sus servicios como martillera y el hecho de
declarar al mismo tiempo probada e improbada la denuncia por una misma falta. Al respecto, se
emitió la Resolución Disciplinaria de Segunda Instancia 007/2018 de 12 de enero, pronunciada por
Blanca Isabel Alarcón Yampasi, ex Directora del Notariado Plurinacional -hoy codemandada-, que
confirmó totalmente la Resolución impugnada, sin abordar ni reparar ninguno de los agravios
denunciados en apelación, sobre la cual, solicitó complementación y enmienda que fue resuelta por
Leny Erika Chávez Barrancos, actual Directora del Notariado Plurinacional -hoy demandada-, quien
denegó la misma.

Por lo expuesto, alega la vulneración de la garantía del debido proceso en su componente principio
de legalidad; toda vez que, las autoridades que emitieron, a su turno, la Resolución Final HR 863-SD
068/2015 y la Resolución Disciplinaria de Segunda Instancia 007/2018, que ratificó la primera,
distorsionaron los hechos por los que se le procesó, ya que la denuncia se inició por la no devolución
del dinero que cobró como martillera en un acto de remate que luego fue anulado, y se le sancionó
por no someterse al procedimiento civil para la regulación de la comisión de martillera, adecuando
incorrectamente esa conducta a la falta disciplinaria prevista en el art. 105 inc. o) en relación al art.
2.2 y 5, ambos de la LNP, sancionándole con responsabilidad disciplinaria grave, sin que ese hecho
esté tipificado como sanción.

Asimismo, se lesionó el derecho a la defensa, pues no se le permitió conocer realmente cual sería la
falta por la que fue procesada y así poder asumir una adecuada defensa, enterándose recién cuando
le notificaron con la Resolución Final antes mencionada, que fue por no someterse al procedimiento
civil para la regulación de la comisión de martillera; por ello, no pudo presentar un informe referido a
ese hecho, ni descargos para desvirtuar dicha acusación como lo hizo con las otras faltas atribuidas,
extremo que la dejó en indefensión.

Por otro lado, se transgredió la garantía del debido proceso en su elemento fundamentación y
congruencia, toda vez que la Resolución Final HR 863-SD 068/2015, declaró probada la falta
disciplinaria prevista en el art. 105 inc. o) de la LNP y luego improbada respecto a la misma falta
(entre otras), ingresando en contradicción e incongruencia interna que implica la concordancia o
coherencia que debe existir entre las distintas partes que constituyen la resolución.

I.1.2. Derechos, garantías y principios supuestamente vulnerados


La accionante estima lesionados sus derechos al debido proceso en sus componentes principio de
legalidad, fundamentación y congruencia, y a la defensa, citando al efecto el art. 115 de la
Constitución Política del Estado (CPE).

I.1.3. Petitorio

Solicita se conceda la tutela y en consecuencia, se disponga la nulidad de la Resolución Final HR 863-


SD 068/2015, así como de la Resolución Disciplinaria de Segunda Instancia 007/2018 y el Auto de
Aclaración y Complementación de 26 de enero de 2018.

I.2. Audiencia y Resolución del Tribunal de garantías

Celebrada la audiencia pública 20 de marzo de 2018, según consta en el acta cursante de fs. 225 a
232, se produjeron los siguientes actuados:

I.2.1. Ratificación y ampliación de la acción

La accionante por medio de su abogado ratificó y reiteró in extenso los argumentos expuestos en su
memorial de acción de amparo constitucional y ampliando los mismos sostuvo que: a) En la denuncia
formulada en su contra se solicitó a la DIRNOPLU, la devolución de la suma de dinero que había
cobrado por su participación como martillera en un acto de remate que más adelante fue anulado,
por causas ajenas a ella; al respecto, el denunciante inicialmente solicitó al Juez de la causa dicha
devolución, misma que fue negada argumentando que su persona cumplió con su trabajo y las
razones por las que se dejó sin efecto aquel acto, se debieron a factores externos; es decir, la referida
solicitud ya se tramitó en la vía jurisdiccional, donde el referido Juez, rechazó lo impetrado; b)
Presentó sus descargos en base a la denuncia de devolución de la referida suma de dinero y no así
por no allanarse al procedimiento civil para la regulación de la comisión de martillera; sin embargo, la
Resolución Final HR 863-SD 068/2015, le impuso una sanción por otro hecho; c) La Resolución que
dilucidó el recurso de apelación no se pronunció sobre el agravio referente a la incongruencia de la
Resolución de primera instancia, que declaró al mismo tiempo, probada e improbada una misma
falta, y respecto a que se habría cambiado los hechos de la denuncia, solo refirió que no hubo
modificación o alteración de esos hechos, y que por lo tanto no existió estado de indefensión,
además que ella tuvo conocimiento de los actos aludidos, sometiéndose al debate y al principio
contradictorio; d) Las SSCC “871/2010 y 387”, hacen referencia a la concordancia que debe existir
entre la parte considerativa y dispositiva de una sentencia, alegando que en el caso presente, al no
respetarse ese nexo de causalidad entre la denuncia y la sanción, no se ha llevado adelante un
proceso claro, lesionando de esa manera, la garantía del debido proceso; y por otro lado, la SC
“1548/2014” relativa al principio de congruencia en el ámbito procesal y la estricta correspondencia
que debe existir entre lo peticionado y lo resuelto, lo que en el caso concreto no existió, aspecto que
lesiona a su vez el principio de defensa, por cuanto fue con la notificación con la Resolución de
primera instancia, que se enteró de su sanción por otro hecho distinto al denunciado, negándole el
derecho a presentar prueba para desvirtuar dichos aspectos, causándole perjuicio, que a la vez le
generó una sanción grave; y, e) La parte denunciante, procedió al retiro de la denuncia, toda vez que
se hizo la devolución del dinero referido; es decir, que ya no existía razón de que el proceso
disciplinario prosiguiera; sin embargo, continuó desde el 2015 al 2018, no obstante de tratarse de un
procedimiento de carácter sumario; por lo referido, solicita se conceda la tutela y se deje sin efecto la
Resolución Final HR 863-SD 068/2015, la Resolución Disciplinaria de Segunda Instancia 007/2018 y su
Auto de Aclaración y Complementación.

Ante la interrogante del Tribunal de garantías, refirió que se devolvió el dinero al denunciante,
motivo por el cual, éste retiró la denuncia.
I.2.2. Informe de las autoridades demandadas

María Inés Mercado Pacheco, ex Autoridad Sumariante Disciplinaria de la DIRNOPLU, mediante


informe cursante de fs. 43 a 48, y en audiencia, manifestó lo siguiente: 1) El proceso disciplinario
contra la hoy accionante, se produjo luego de una subasta en la que fungió como martillera,
cancelándole por dicho concepto la suma de Bs7 480.-, que más adelante, ante la nulidad del referido
acto de remate, se negó a devolver al denunciante que fue el adjudicatario del inmueble rematado,
expresando en el petitorio de esa denuncia, que la conducta de la impetrante de tutela se enmarcaba
en las faltas graves previstas en el art. 105 inc. c) y f) de la LNP, y vulneraba los principios previstos en
el art. 2 numerales 2, 3 y 5 de la misma norma; 2) Cumpliendo a cabalidad los plazos procesales
previstos en el art. 111 de la aludida Ley, se emitió la Resolución Final RH 863-SD 068/2015, que fue
debidamente notificada a la sumariada; por lo que, su derecho a la defensa estuvo plenamente
garantizado, por cuanto la misma, conocía el tenor de la denuncia y el petitorio bajo el cual se
encuadró el Auto de Apertura del Proceso Sumario, donde se hizo una exposición de los alcances de
la actuación notarial dentro del proceso civil y se admitió la denuncia por la posible comisión de la
falta disciplinaria prevista en el art. 105 incs. c), f) y o), en relación al art. 2 numerales 2, 3 y 5 de la
LNP, acorde a lo peticionado, lo que demuestra absoluta coherencia y congruencia, entre lo
denunciado, lo admitido y lo resuelto; toda vez que, la señalada Resolución subsumió la conducta de
la autoridad notarial sumariada, dentro de la falta disciplinaria contenida en el art. 105 inc. o) en
relación al art. 2.2 y 5, ambos de la citada norma, declarando improbadas las faltas acusadas en el art.
105 incs. c), f) y o) en lo que se refiere al art. 2.3, ambos de la referida Ley; 3) Durante la tramitación
del referido proceso, la Notaria denunciada, fue debidamente informada de los alcances de la
denuncia, así como su deber de cumplir tanto la normativa notarial como la procedimental civil, en
virtud a que fue la autoridad jurisdiccional, quien mediante Auto de 15 de septiembre de 2014, le
designó como Martillera, convirtiéndose así en parte accesoria del proceso, encontrándose entonces
bajo la tuición de la Jueza demandada y sometida a sus obligaciones, entre otras, la de solicitar la
regulación de sus honorarios bajo la figura de comisión, conforme establece el art. 46 de la Ley de
Abreviación Procesal Civil y Asistencia Familiar (LAPCAF) -Ley 1760 de 28 de febrero de 1997-. Sin
embargo, no actuó conforme a la norma citada, al fijar de manera unilateral sus honorarios en la
suma de Bs7 480.-, lo que motivó al Juez de la causa a negar al denunciante la orden de restitución
del monto pagado, pues no fue dicha autoridad quien habría regulado sus honorarios, razón por la
cual interpuso denuncia ante la DIRNOPLU, lo que más bien evidencia el incumplimiento de parte de
la accionante, del principio de legalidad prevista en el art. 2 de la LNP; 4) Toda vez que su conducta
provocó que el ciudadano afectado, acuda a todas las instancias y autoridades para obtener la
devolución de su dinero, la Notaria denunciada incumplió el principio de servicio a la sociedad, cual
es una de las funciones principales del servicio notarial; por consiguiente, su conducta constituye una
flagrante falta disciplinaria prevista en el art. 105 inc. o) en relación al art. 2.2, ambos de la citada Ley;
5) De acuerdo al Auto de Apertura de Proceso Sumario, la accionante fue procesada por tres de los
principios definidos en el art. 2 de la referida norma; es decir, por el principio definido en los
numerales 2 (servicio a la sociedad), 3 (integridad) y 5 (legalidad), declarándose probada la falta en
relación a los numerales 2 y 5 del art. 2 del mencionado cuerpo normativo, en relación a la falta grave
prevista en el art. 105 inc. o) de dicha Ley, no habiéndose declarado probado el numeral 3 del
referido art. 2 en relación al art. 105 inc. o) de la citada norma; por tanto, no existe ninguna
contradicción o incongruencia en la parte dispositiva de la Resolución de primera instancia como
refiere la impetrante de tutela; 6) Lo que se juzgó fue la conducta frente a la autoridad judicial y al
ciudadano denunciante, no constituyendo parte de la sanción la orden de devolución del dinero, no
siendo por ello evidente que se le haya declarado culpable por no someterse al procedimiento; 7) La
presente acción tutelar se subsume en una presunta vulneración de derechos constitucionales que la
accionante no identifica; toda vez que, la misma pretende revisar la actividad jurisdiccional de una
autoridad sumariante; empero, omitió la exigencia señalada por la jurisprudencia constitucional,
consistente en establecer los supuestos fácticos necesarios para determinar la vulneración de sus
derechos y garantías, añadiendo además que al mencionar la transgresión del derecho a la defensa,
deja en evidencia la falta de carga argumentativa, sin determinar de qué manera se produjo la lesión
cuya tutela solicita; y, 8) De igual modo, cuando se refiere a la conculcación del debido proceso en su
elemento congruencia, existe una contradicción respecto a la existencia o no de respuesta a los
agravios denunciados en su apelación y una omisión en la determinación específica de la
insuficiencia de la Resolución emitida en grado jerárquico y que la considera vulneradora. Por lo
expuesto, solicita se deniegue la concesión de tutela con costas y costos procesales.

Ante las interrogantes del Tribunal de garantías, precisó que existe un memorial presentado por el
denunciante, de retiro de denuncia, pero no de desistimiento del proceso, argumentando
encontrarse pendiente de resolución la solicitud de devolución del referido dinero ante el Juez de la
causa; sin embargo, el denunciante no mencionó que se le hubiera devuelto el dinero, así como
tampoco ninguna de las partes manifestó que habría desistimiento, y dado que el proceso
disciplinario debe sancionar el comportamiento de los sumariados, el actuado señalado no corta el
procedimiento, debiendo continuar con el mismo hasta emitir resolución; dicho memorial fue
considerado en la Resolución Final, donde se explicó por qué la autoridad sumariante, tiene la
obligación de emitir decisión final. Por último, la Dirección del Notariado Plurinacional no tiene
competencia para obligar a la devolución del dinero, esa es una decisión personal, ligado a la ética
profesional.

Leny Erika Chávez Barrancos, Directora del Notariado Plurinacional, a través de sus representantes,
mediante memorial cursante de fs. 177 a 181 vta., expresó que: i) Respecto a la vulneración de la
garantía del debido proceso en su componente principio de legalidad, en el Auto de Apertura de
Proceso Sumario de 11 de mayo de 2015, la autoridad sumariante -ahora demandada-, dejó
constancia de los hechos a ser investigados en la instancia disciplinaria, mismo que fue notificado a
las partes, sin que dicho Auto sea objetado, quedando de esa manera fijada la controversia y el
objeto a ser investigado; ii) Los antecedentes adjuntos al expediente, evidencian que no hubieron
modificaciones o alteración de los hechos denunciados, por lo que no existió estado de indefensión
como alega la accionante, puesto que la misma tuvo conocimiento de los hechos denunciados y se
sometió al debate y al principio de contradicción; iii) Los procesos sumarios se rigen por el principio
de verdad material para la justa y adecuada valoración de los hechos y los presuntos derechos
conculcados, siendo deber del Sumariante, sustanciar procesos disciplinarios interpretando y
aplicando la norma jurídica que determina o no la comisión de una falta disciplinaria, actividad que
se realiza en base a toda la prueba aportada y el informe notarial; iv) Respecto a la garantía del
debido proceso en su componente principio de congruencia, el Auto de Apertura de Proceso
Sumario, admitió la denuncia presentada contra la accionante, por la posible comisión de la falta
disciplinaria prevista en el art. 105 incs. c), f) y o) en relación al art. 2 numerales 2, 3 y 5 (principios de
servicio a la sociedad, integridad y legalidad) de la LNP. En base a ello, la Resolución Final de Primera
Instancia declaró probada la denuncia, adecuándose la conducta de la denunciada, a la falta
disciplinaria prevista en el art. 105 inc. o) en relación al art. 2.2 y 5 de la referida norma; asimismo,
improbada respecto a la misma infracción señalada en el art. 105 incs. c), f) y o) en relación al art. 2.3
de la indicada normativa legal; es decir, se declaró improbada en el inc. c) del art. 105 de la
mencionada Ley, que refiere: “Recibir honorarios superiores a los establecidos en el arancel oficial”, f)
“El incumplimiento de los deberes y prohibiciones establecidos en la presente ley”, y el inc. o) “El
incumplimiento de cualquiera de los principios y definiciones notariales previstos en la presente Ley”,
en relación solamente al principio de integridad, establecido en el numeral 3 del art. 2 de la aludida
norma; por ello, no se vulneró el debido proceso en su elemento congruencia, en virtud a que existe
correspondencia entre el Auto de Inicio de Proceso Sumario y la Resolución Final de Primera
Instancia HR 863-SD 068/2015, habiéndose efectuado un razonamiento integral en ambas
resoluciones; y, v) Lo señalado demuestra que no hubo modificación de los hechos denunciados, ni
existió estado de indefensión, pues la accionante tuvo conocimiento de estos, sometiéndose al
debate y al principio de contradicción, por ello mal puede alegar que no se le haya permitido
conocer realmente cual sería la falta por la que se le estaba procesando para asumir una adecuada
defensa. Por todo lo señalado, solicita se deniegue la tutela.

En audiencia, por intermedio de su abogado, manifestó: a) Que la accionante estaba sujeta al Código
de Procedimiento Civil en cuanto a la regulación de sus honorarios; b) El Auto de Apertura de
Sumario Disciplinario, estableció en su Considerando III, exclusivamente un análisis respecto al
incumplimiento de la norma civil a la cual la Notaria de Fe Pública -hoy accionante- debe ajustar su
actuación; quien incumplió la misma respecto a la regulación de honorarios, mismo que fue
notificado a la sumariada, y no fue objetado, quedando fijado el objeto de controversia; y, c) Se
siguió el procedimiento establecido, haciendo uso de los recursos previstos por ley; por lo tanto, no
existió vulneración del debido proceso, tampoco del principio de legalidad, pues la accionante
conocía desde el principio como debía asumir su defensa.

Rodrigo Alcón Quino, Autoridad Sumariante a.i. del departamento de La Paz de la DIRNOPLU, en
audiencia manifestó: 1) No existe incongruencia ni contradicción en la parte dispositiva de la
Resolución impugnada, en lo relativo a las causales atribuidas a la conducta de la accionante;
consecuentemente, está debidamente motivada y fundamentada; 2) La accionante no tenía potestad
para fijar sus honorarios, y es ahí donde inicia su accionar doloso, que se enmarca en lo previsto por
el art. 2 de la LNP, con relación a los principios señalados por la misma norma que deben ser
observados por los Notarios de Fe Pública; y, 3) La Resolución de primera instancia, fue motivada y
fundamentada, no se vulneraron los derechos a la defensa y al debido proceso, porque la impetrante
de tutela tenía conocimiento de la Resolución emitida, por lo cual solicita se deniegue la tutela.

Blanca Isabel Alarcón Yampasi, ex Directora del Notariado Plurinacional, no asistió a la audiencia ni
presentó informe alguno, pese a su citación cursante a fs. 42.

I.2.3. Intervención del tercero interesado

Eladio Julián Salazar Ariñez, no asistió a la audiencia pese a su notificación cursante a fs. 40.

I.2.4. Resolución

La Sala Civil Quinta del Tribunal Departamental de Justicia de La Paz, por Resolución AC-06-2018 de
20 de marzo, cursante de fs. 233 a 236 vta., concedió en parte la tutela impetrada, disponiendo la
nulidad de obrados hasta la Resolución Final HR 863-SD 068/2015, debiendo la autoridad a cargo,
emitir una nueva con la debida motivación, fundamentación y congruencia, bajo los siguientes
fundamentos: i) La Autoridad Sumariante de la DIRNOPLU, emitió el Auto de Apertura de Proceso
Sumario el 11 de mayo de 2015, en atención a la denuncia de Eladio Julián Salazar Ariñez -ahora
tercero interesado-, que señaló que la conducta de la Notaria hoy accionante, se enmarcaría en la
falta grave establecida en el art. 105 incs. c) y f) y la violación de los principios señalados en el art. 2
numerales 2, 3 y 5, subsumidos por el art. 105 inc. o), todos de la LNP; infiriéndose que ese fue el
marco legal sobre el cual se desarrolló el proceso sumario, señalando de forma clara y concreta las
faltas a las que supuestamente, de acuerdo a la denuncia, habría enmarcado su conducta la citada
Notaria, no siendo por ello evidente la vulneración al debido proceso en su elemento legalidad, ya
que dicha autoridad realizó la debida fundamentación legal de la conducta cuestionada; ii) Respecto
a la incongruencia alegada, se advierte que mediante Auto de Apertura de Proceso Sumario, se
señalaron de forma clara los hechos por los cuales se admitió la denuncia, pero la referida autoridad
demandada no tomó en cuenta la solicitud del denunciante respecto a la devolución del dinero,
como tampoco se consideró dicho extremo en la aludida Resolución Final, constituyéndose en
vulneración al debido proceso en su elemento congruencia, ya que se deja en incertidumbre respecto
a la devolución solicitada, siendo que es deber de toda autoridad judicial o administrativa resolver
conforme a lo solicitado; por otro lado, la indicada autoridad codemandada, en ningún momento
hizo conocer a la Notaria denunciada el supuesto incumplimiento a las normas procesales, siendo la
decisión adoptada, incongruente con lo solicitado, admitido y resuelto; iii) Se presentó en audiencia
el memorial de 15 de junio de igual año, interpuesto por el ahora tercero interesado, ante la
DIRNOPLU, mediante el cual retiró la denuncia, pidiendo a la Autoridad Sumariante, pronuncie
resolución y proceda al archivo de la causa, mismo que mereció como providencia “Se tiene por
retirada”; sin embargo, la aludida Resolución Final, fue emitida el 25 de junio de 2015; es decir, de
forma posterior al referido memorial, sin haber sido considerada en la misma con la debida
fundamentación, de acuerdo a lo dispuesto por los arts. 115 y 129 de la CPE, existiendo en
consecuencia, una omisión de pronunciamiento en cuanto al retiro de denuncia, que conlleva la
vulneración del debido proceso en su vertiente motivación y fundamentación, refiriendo en audiencia
la parte demandada, que solo se trataría de un retiro de denuncia, no de un desistimiento, siendo
que aunque la denuncia haya sido admitida, el denunciante puede retirarla en cualquier momento,
porque es él quien se abstuvo de proseguir con la misma; dicho extremo también debió ser
fundamentado y motivado en la resolución motivo de la presente acción de defensa; y, iv) Respecto
a la vulneración del derecho a la defensa, la accionante refiere que no se le permitió conocer cuál era
la falta por la que se le procesaba; sin embargo, la Autoridad Sumariante codemandada, señaló en el
Auto de Apertura de Proceso, de manera precisa, las faltas por las cuales se admitió la denuncia. Por
otro lado, no se le negó a la demandante de tutela, la presentación de algún medio de prueba o la
interposición de algún recurso impugnatorio, habiéndose desarrollado el proceso conforme al
principio de contradicción, por ello, no se advierte el estado de indefensión acusado; por todo lo
expresado, el Tribunal de garantías, advirtió la transgresión del derecho al debido proceso en sus
elementos congruencia y fundamentación.

En la vía de complementación y enmienda, María Inés Mercado Pacheco, solicitó se aclare a que se
refiere al concluir que no existiría motivación en la Resolución de Primera instancia, toda vez que en
la misma, sí se consideró el retiro de la denuncia; empero, una vez abierto el término de prueba, la
misma ya no contaba con la competencia para concluir el proceso de forma extraordinaria, de
acuerdo a lo dispuesto por el art. 115 de la LNP.

En respuesta, el Tribunal de garantías refirió que el retiro de denuncia no fue suficientemente


fundamentado, por cuanto no se puede salvar en un par de líneas la petición de retiro de denuncia,
toda vez que está relacionado con el fondo del asunto, máxime si, según lo dicho por la misma
autoridad sumariante, esta no tiene competencia para exigir la devolución del dinero; por ello y
habiendo sido claro lo expresado en el presente fallo, declarando no ha lugar a la aclaración y
complementación, quedando firme y subsistente lo resuelto.

Rodrigo Alcón Quino, Autoridad Sumariante a.i. del departamento de La Paz de la DIRNOPLU, solicitó
complementación y enmienda, respecto a que el Tribunal de garantías afirmó que la ex Autoridad
Sumariante, en la resolución emitida por su persona, no se habría pronunciado con referencia al
retiro de la denuncia; sin embargo, en aclaración efectuada en audiencia, manifestó que sí se
pronunció sobre el mismo.

El Tribunal de garantías, en respuesta señaló que había referido que si bien la ex Autoridad
Sumariante se pronunció sobre el señalado retiro de denuncia; sin embargo, no se había
fundamentado ni motivado al respecto, por cuanto existe retiro de demanda en favor de la Notaria
denunciada y sobre ello no solo basta referir que “…se tiene por retirada la denuncia…” (sic) o señalar
que no tiene competencia para concluir el proceso, toda vez que la resolución administrativa, impone
una sanción a la denunciada, y es el juez de la causa quien debe ordenar la devolución del dinero por
concepto de honorarios de martillera, de ahí viene el retiro de la referida solicitud del tercero
interesado; aspectos que deberán considerarse a tiempo de emitirse la nueva resolución
debidamente fundamentada y motivada.

II. CONCLUSIONES

De la revisión y compulsa de los antecedentes que cursan en el expediente, se establece lo siguiente:

II.1. Consta denuncia escrita formulada por Eladio Julián Salazar Ariñez -ahora tercero interesado-
ante la DIRNOPLU, el 30 de abril de 2015, contra Miriam Aguilar Quisbert -hoy accionante- quien en
conocimiento de la misma se apersonó y presentó informe el 8 de mayo de igual año (fs. 9 a 10 vta. y
13 a 14 vta.).

II.2. Desarrollado el proceso, María Inés Mercado Pacheco, entonces Autoridad Sumariante del
departamento de La Paz de la DIRNOPLU -ahora codemandada-, emitió el Auto de Apertura de
Proceso Sumario de 11 de mayo de 2015, que resolvió admitir la denuncia presentada, por la posible
comisión de la falta disciplinaria prevista en el art. 105 incs. c), f) y o) en relación al art. 2 numerales 2,
3 y 5, ambos de la LNP (fs. 15 a 19).

II.3. Posteriormente, la Autoridad Sumariante hoy codemandada, emitió la Resolución Final HR 863-
SD 068/2015 de 25 de junio, que declaró probada en parte la denuncia presentada contra la
accionante, por no haberse sometido al procedimiento civil para la regulación de la comisión de
martillero o notario, adecuando su conducta a la falta disciplinaria prevista en el art. 105 inc. o) en
relación al art. 2.2 y 5, ambos de la LNP, e improbada respecto a la falta disciplinaria prevista en el art.
105 incs. c), f) y o) en relación al art. 2.3 de la misma norma, imponiéndole la sanción de seis salarios
mínimos nacionales (fs. 20 a 23).

II.4. Contra la Resolución señalada, la hoy accionante formuló recurso de apelación el 13 de julio de
2015 (fs. 24 a 27), siendo resuelto mediante Resolución Disciplinaria de Segunda Instancia 007/2018
de 12 de enero, emitida por Blanca Isabel Alarcón Yampasi, Directora del Notariado Plurinacional -
ahora codemandada- que confirmó totalmente la Resolución impugnada (fs. 3 a 5).

II.5. Consta memorial presentado por el hoy tercero interesado, el 15 de junio de 2015 ante la
Autoridad Sumariante ahora codemandada, por medio del cual, retiró la denuncia contra la
accionante, solicitando se emita resolución al respecto y se archiven obrados (fs. 92).

II.6. En mérito a la aclaración y enmienda solicitada por la ahora accionante el 24 de enero de 2018
(fs. 6 a 7), la mencionada autoridad, emitió el Auto de 26 de igual mes y año, que resolvió no ha lugar
la solicitud de complementación y enmienda (fs. 8).

III. FUNDAMENTOS JURÍDICOS DEL FALLO

La accionante estima lesionados sus derechos al debido proceso en sus componentes principio de
legalidad, fundamentación y congruencia, y a la defensa; toda vez que, la Resolución Final HR 863-SD
068/2015 de 25 de junio, distorsionó los hechos por los que se le inició proceso sumario, pues
inicialmente se interpuso denuncia en su contra, por la no devolución del dinero que cobró como
martillera en un acto de remate que luego fue anulado; sin embargo, se le sancionó por no
someterse al procedimiento civil para la regulación del pago de la comisión por la función
desempeñada, adecuando incorrectamente esa conducta a la falta disciplinaria prevista en el art. 105
inc. o) en relación al art. 2.2 y 5, ambos de la LNP, sancionando con responsabilidad disciplinaria
grave, sin que ese hecho esté tipificado como tal; y por otro lado declaró probada la falta disciplinaria
prevista en el art. 105 inc. o) de la referida norma e improbada respecto a la misma falta, ingresando
en contradicción e incongruencia interna; determinaciones que fueron íntegramente ratificadas por la
Resolución Disciplinaria de Segunda Instancia 007/2018 de 12 de enero; además que al no haberle
hecho conocer desde un inicio la infracción que se le atribuía, no pudo elaborar un informe, ni
presentar descargos para desvirtuarla, aspecto que le dejó en indefensión.

En consecuencia, corresponde en revisión, verificar si tales extremos son evidentes a fin de conceder
o denegar la tutela solicitada.

III.1. De la fundamentación de las Resoluciones como elemento del debido proceso

Sobre el particular, la SCP 0682/2014 de 10 de abril, estableció que: «El debido proceso previsto en el
art. 115.II de CPE, ha sido entendido por el Tribunal Constitucional, en la SC 2798/2010-R de 10 de
diciembre, acogiendo el entendimiento de la SC 0418/2000-R de 2 de mayo, como: “…el derecho de
toda persona a un proceso justo y equitativo, en el que sus derechos se acomoden a lo establecido por
disposiciones jurídicas generales aplicables a todos aquellos que se hallen en una situación similar,
comprende el conjunto de requisitos que deben observarse en las instancias procesales, a fin de que las
personas puedan defenderse adecuadamente ante cualquier tipo de acto emanado del Estado que
pueda afectar sus derechos”.

Al respecto, el Tribunal Constitucional a través de la SC 1289/2010-R de 13 de septiembre, refirió: “La


jurisprudencia del Tribunal Constitucional, contenida en la SC 0752/2002-R de 25 de junio, recogiendo
lo señalado en la SC 1369/2001-R de 19 de diciembre, ha establecido que el derecho al debido proceso
‘…exige que toda Resolución sea debidamente fundamentada. Es decir, que cada autoridad que dicte
una Resolución debe imprescindiblemente exponer los hechos, realizar la fundamentación legal y citar
las normas que sustenta la parte dispositiva de la misma. Que, consecuentemente cuando un Juez
omite la motivación de una Resolución, no sólo suprime una parte estructural de la misma, sino
también en los hechos toma una decisión de hecho no de derecho que vulnera de manera flagrante el
citado derecho que permite a las partes conocer cuáles son las razones para que se declare en tal o cual
sentido; o lo que es lo mismo cuál es la ratio decidendi que llevó al Juez a tomar la decisión’”.

La obligación de fundamentar las resoluciones también es aplicable a las resoluciones que resuelven
apelaciones así la SC 0040/2007-R de 31 de enero, haciendo referencia a la SC 0577/2004-R de 15 de
abril, indicó: “‘Esta exigencia de fundamentar las decisiones, se torna aún más relevante cuando el Juez
o Tribunal debe resolver en apelación la impugnación de las resoluciones pronunciadas por las
autoridades de primera instancia; (…), es imprescindible que dichas Resoluciones sean suficientemente
motivadas y expongan con claridad las razones y fundamentos legales que las sustentan y que
permitan concluir, que la determinación sobre la existencia o inexistencia del agravio sufrido fue el
resultado de una correcta y objetiva valoración de las pruebas, del mismo modo que se exige al
apelante cumplir con la obligación de fundamentar los agravios; por cuanto, en la medida en que las
resoluciones contengan, los fundamentos de hecho y de derecho, el demandado tendrá la certeza de
que la decisión adoptada es justa; por lo que no le esta permito a un Juez o Tribunal, reemplazar la
fundamentación por la relación de antecedentes, la mención de los requerimientos de las partes o
hacer alusión de que el Juez de instancia obró conforme a derecho, (…); con mayor razón, si se tiene en
cuenta que el contar con una Resolución debidamente fundamentada y motivada es un derecho
fundamental de la persona y forma parte del debido proceso…’”».

III.2. Del Principio de congruencia

Al respecto, la SCP 1302/2015-S2 de 13 de noviembre, señaló que: “Como se dijo anteriormente, la


congruencia de las resoluciones judiciales y administrativas, constituye otro elemento integrador del
debido proceso, al respecto la SC 0358/2010-R de 22 de junio, señaló lo siguiente: ‘...la congruencia
como principio característico del debido proceso, entendida en el ámbito procesal como la estricta
correspondencia que debe existir entre lo peticionado y lo resuelto, en materia penal la congruencia se
refiere estrictamente a que el imputado no podrá ser condenado por un hecho distinto al atribuido en
la acusación o su ampliación; ahora bien, esa definición general, no es limitativa de la congruencia que
debe tener toda resolución ya sea judicial o administrativa y que implica también la concordancia entre
la parte considerativa y dispositiva, pero además esa concordancia debe mantenerse en todo su
contenido, efectuando un razonamiento integral y armonizado entre los distintos considerandos y
razonamientos emitidos por la resolución, esta concordancia de contenido de la resolución y su estricta
correspondencia entre lo pedido, lo considerado y lo resuelto, conlleva a su vez la cita de las
disposiciones legales que apoyan ese razonamiento que llevó a la determinación que se asume. En base
a esos criterios se considera que quien administra justicia debe emitir fallos motivados, congruentes y
pertinentes’.

En el mismo sentido, el Tribunal Constitucional Plurinacional, en la SCP 1083/2014 de 10 de junio,


sostuvo que el principio de congruencia: ‘…amerita una comprensión desde dos acepciones;
primero, relativo a la congruencia externa, la cual se debe entender como el principio rector de
toda determinación judicial, que exige la plena correspondencia o coincidencia entre el
planteamiento de las partes (demanda, respuesta e impugnación y resolución) y lo resuelto por
las autoridades judiciales, en definitiva, es una prohibición para el juzgador considerar
aspectos ajenos a la controversia, limitando su consideración a cuestionamientos únicamente
deducidos por las partes; y, segundo, la congruencia interna, referido a que, si la resolución es
comprendida como una unidad congruente, en ella se debe cuidar un hilo conductor que le
dote de orden y racionalidad, desde la parte considerativa de los hechos, la identificación de
los agravios, la valoración de los mismos, la interpretación de las normas y los efectos de la
parte dispositiva; es decir, se pretenden evitar que, en una misma resolución no existan
consideraciones contradictorias entre sí o con el punto de la misma decisión’” (las negrillas nos
pertenecen).

III.3. Análisis del caso concreto

La accionante estima lesionados sus derechos al debido proceso en sus componentes principio de
legalidad, fundamentación y congruencia, y a la defensa, al considerar que la Resolución Final HR
863-SD 068/2015 modificó los hechos por los que se le denunció, consistentes en la solicitud de
devolución del dinero que cobró como martillera en un acto de remate que luego fue anulado; sin
embargo, se le sancionó por no someterse al procedimiento civil para la regulación de la
correspondiente comisión, adecuando incorrectamente esa conducta a la falta disciplinaria prevista
en el art. 105 inc. o) en relación al art. 2.2 y 5, ambos de la LNP, sancionándole con responsabilidad
disciplinaria grave, sin que ese hecho esté tipificado como tal; además declaró probada e improbada
al mismo tiempo, la falta disciplinaria prevista en el art. 105 inc. o) de la referida norma, ingresando
en contradicción e incongruencia interna; determinaciones que fueron íntegramente ratificadas por la
Resolución Disciplinaria de Segunda Instancia 007/2018 y por lo tanto, adolece de los mismos
defectos; y finalmente, al no haberle hecho conocer desde un inicio la falta que se le atribuía, le
impidió ejercer una defensa adecuada.

Con carácter previo corresponde puntualizar que, si bien en el petitorio del memorial de la presente
acción de amparo constitucional, la accionante solicita que se deje sin efecto la Resolución Final HR
863–SD 068/2015 -de Primera Instancia-, así como la Resolución de Segunda Instancia 007/2018 y el
Auto de Aclaración y Complementación de 26 de enero de 2018, en aplicación del principio de
subsidiariedad, la jurisdicción constitucional está constreñida a efectuar su análisis respecto a la
vulneración de derechos, ocasionada por la última resolución emitida en la vía administrativa, que al
ser considerada esta como la resolución que da fin a la actuación del ente administrativo y agota los
mecanismos de impugnación en dicha instancia, se abre la competencia de la jurisdicción
constitucional para la constatación de la lesión de derechos denunciada; por ello, se efectuará el
análisis de la aludida Resolución de segunda instancia, sin dejar de lado, para una mejor
comprensión, lo determinado por la autoridad de primera instancia, a efectos de determinar si existió
incongruencia o falta de fundamentación en la Resolución Final de la etapa administrativa.

a) La accionante refiere que se le inició proceso sumario disciplinario, por la no devolución del
dinero cobrado como martillera en un acto de remate; empero, de manera incongruente, se le
sancionó por no haberse sometido al procedimiento civil para la regulación de la correspondiente
comisión, considerando tal hecho como falta grave sin que el mismo esté tipificado como sanción.

Al respecto, y para corroborar o desvirtuar lo afirmado por la accionante, revisando los antecedentes
del caso, se advierte que por memorial de 30 de abril de 2015, Eladio Julián Salazar Ariñez -hoy
tercero interesado-, formuló ante la DIRNOPLU, denuncia contra la Notaria de Fe Pública 043 de la
ciudad de La Paz, Miriam Aguilar Quisbert -ahora accionante-, manifestando en la misma que, dentro
del proceso coactivo civil sustanciado en el “…Juzgado Cuarto de Partido en lo Civil…” (sic), seguido
por FABOCE contra la empresa unipersonal Dolphin Motors, en ejecución de sentencia, se dispuso el
remate del inmueble de los demandados, adjudicándose el bien referido. En dicho acto, la impetrante
de tutela fungió como martillera, quien como pago por comisión, exigió al adjudicatario el 2% del
monto total del remate, mismo que se hizo efectivo; sin embargo, por disposición de la autoridad
judicial, el referido acto fue anulado, disponiendo se reintegre el dinero empozado en favor del
adjudicatario; empero, no así la devolución del monto cancelado a la hoy accionante, con el
argumento que dicha autoridad judicial, no había dado la orden y menos regulado el honorario de la
Notaria denunciada; y por otro lado, al haber solicitado el tercero interesado personalmente la
devolución de dicho monto de dinero, la citada Notaria, se negó a hacerlo, argumentando que la
nulidad del acto de remate no se debió a causas atribuibles a su persona, y que por ello no era
posible la devolución solicitada, por cuanto había cumplido con su trabajo, más allá de que
posteriormente el acto hubiera sido declarado nulo.

En el petitorio del señalado memorial, el denunciante solicitó de manera expresa la devolución del
monto de Bs.7 480.-, cancelados a la Notaria denunciada por el servicio notarial nulo, descontando el
porcentaje de impuestos que ocasionó la emisión de la factura; asimismo, que la conducta de la
denunciada se enmarcaba en una falta grave, toda vez que recibió honorarios de un acto nulo y sin
valor legal, por lo que correspondía su devolución conforme establece el art. 105 inc. c) y f) de la LNP
y por la violación de los principios contenidos en el art. 2 numerales 2, 3 y 5 de la misma Ley.

Lo referido deja ver que el tercero interesado, en la exposición de los motivos de su denuncia,
manifestó que dentro del proceso coactivo civil en que se había dispuesto el remate del bien
inmueble de los demandados, su persona se habría constituido como adjudicatario del mismo, y que
para el efecto, realizó el empoce del monto correspondiente, y por otro lado, que la Notaria
denunciada que fungió como martillera en el señalado acto de remate, le había solicitado
personalmente el 2% del monto total de remate, manifestándole que en caso de no cancelar dicho
monto, no remitiría el acta de dicho actuado al Juzgado de la causa; bajo esos términos, el
denunciante solicitó la devolución de esa suma de dinero, toda vez que el remate había sido
declarado nulo por la autoridad judicial del caso, señalando expresamente que la conducta de la
Notaria denunciada, se enmarcaba en las faltas graves establecidas en el art. 105 inc. c) y f) de la LNP,
además de haber vulnerado los principios contenidos en el art. 2 numerales 2, 3 y 5 de la misma Ley.

En base a ello, la entonces Autoridad Sumariante del departamento de La Paz de la DIRNOPLU, María
Inés Mercado Pacheco -ahora codemandada-, emitió la Resolución Final HR 863-SD 068/2015, que
luego del análisis del caso, evidenció la concurrencia de la falta disciplinaria prevista en el art. 105 inc.
f) y o) en relación al art. 2.2 y 5, ambos de la LNP, referente a haber incumplido sus deberes
establecidos en la referida norma legal, y los principios de servicio a la sociedad y de legalidad,
concluyendo que por las pruebas aportadas por las partes “…se evidencia que en su accionar no ha
desarrollado su labor notarial conforme el desempeño que le correspondía con la calidad pertinente,
encontrándose su accionar en contra de los procedimientos legales y específicamente
transgrediendo las normas del procedimiento civil, ya que no ha respetado los conductos legales
regulares judiciales para acceder al pago de sus honorarios sino de forma unilateral, ha cuantificado
su porcentaje de pago, habiendo efectuado un cobro directo, sin la intervención judicial en un acto
judicial, actitud por demás fuera del procedimiento normal y regular de una subasta y remate” (sic);
declarando bajo esos fundamentos, probada en parte la denuncia, por no haberse sometido la hoy
accionante, al Código de Procedimiento Civil para la regulación de la comisión de martillero o
notario, considerando su intervención accesoria conforme prevé el art. 5 del señalado Código,
adecuándose a la falta disciplinaria prevista en el art. 105 inc. o) en relación al art. 2.2 y 5, ambos de
la LNP, e improbada respecto a la falta disciplinaria prevista en el art. 105 incs. c), f) y o), en relación al
art. 2.3 de la misma norma, imponiéndole la sanción de multa de seis salarios mínimos nacionales.

Sobre el particular, la accionante apeló tal determinación, misma que fue resuelta por Resolución
Disciplinaria de Segunda Instancia 007/2018, que confirmó totalmente la Resolución Final HR 863-SD
068/2015, argumentando que no hubo modificación o alteración de los hechos denunciados por el
tercero interesado, ni existió estado de indefensión, pues la accionante tuvo conocimiento de los
mismos, sometiéndose al debate y al principio de contradicción, tal cual se evidencia de las pruebas
de descargo y el acta de audiencia de exposición de alegatos y conclusiones. Así también, señaló que
el Auto de apertura de proceso sumario de 11 de mayo de 2015, demostraba que en esa
oportunidad la Autoridad Sumariante, dejó constancia de los hechos a ser investigados en la
instancia disciplinaria, y que al haber sido notificado a la hoy accionante, no fue objetado,
habiéndose fijado de esa manera, la controversia y el objeto a ser investigado durante el proceso
disciplinario. Estableció además que, los hechos fueron analizados por las partes en la exposición de
alegatos y conclusiones y resueltos mediante la aludida Resolución final, observándose el principio
de congruencia entre los hechos denunciados, investigados, debatidos y resueltos en primera
instancia, concluyéndose, que no existiría lesión del debido proceso en su elemento congruencia.

En ese sentido, no se advierte que la Resolución Disciplinaria de Segunda Instancia 007/2018, habría
modificado los hechos por los que se denunció a la accionante, pues si bien es evidente que el
tercero interesado, solicitó la devolución del dinero cobrado por la nombrada, por su actuación como
martillera en el acto de remate al cual ya se hizo referencia, este de manera puntual refirió que la
conducta de la denunciada se enmarcaba en las faltas graves, por haber recibido honorarios por un
acto nulo y sin valor legal, y que por ello correspondería la devolución de dichos honorarios;
considerando así, que la conducta de la denunciada, infringía lo establecido por el art. 105 incs. c) y f)
de la LNP, refiriendo además que con ese accionar, habría sido vulnerado el art. 2 numerales 2, 3 y 5
de la citada Ley. En ese entendido, la impetrante de tutela conocía el contenido de la denuncia, bajo
el cual se enmarcó el Auto de Apertura del Proceso Sumario, en el que se hizo una exposición de los
alcances de su actuación como Notaria dentro del proceso civil de referencia, estableciendo
claramente la admisión de la denuncia “…por la posible comisión de la falta disciplinaria prevista en el
art. 105 inc. c), f) e inc. o) en relación al art. 2 núm. 2, 3, 5 de la Ley 483” (sic), en concordancia con lo
solicitado por el denunciante; en base a ello, se emitió la Resolución Final HR 863-SD 068/2015, que
subsumió la conducta de la hoy accionante, dentro de la falta disciplinaria contenida en el art. 105
inc. o) en relación al art. 2 numerales 2 y 5, ambos de la LNP, declarando a su vez improbadas las
faltas establecidas en el art. 105 incs. c), f) y el inc. o), en lo que refiere al art. 2.3 de la referida Ley,
determinación que más adelante fue confirmada totalmente por la Resolución de Segunda Instancia
007/2018; por lo dicho, no se advierte que esta última, habría modificado los hechos por los que se le
denunció, evidenciándose por el contrario que existe correspondencia, y/o congruencia entre lo
denunciado, lo pedido y lo resuelto.

Por otro lado, la accionante denuncia que la Resolución Disciplinaria de Segunda Instancia 007/2018,
al confirmar la Resolución Final HR 863-SD 068/2015, vulneró el debido proceso en sus elementos
fundamentación y congruencia, toda vez que esta última declaró probada la denuncia, por considerar
que adecuó su conducta a la falta disciplinaria prevista en el art. 105 inc. o) de la LNP, y al mismo
tiempo improbada respecto a la falta disciplinaria contenida en el mismo art. 105 incs. c), f) y o)
del referido cuerpo legal; es decir, ingresando en contradicción e incongruencia.

Al respecto, inicialmente la ex Autoridad Sumariante del departamento de La Paz de la DIRNOPLU,


María Inés Mercado Pacheco -ahora codemandada-, emitió la Resolución aludida, en la que luego del
análisis del caso, evidenció la concurrencia de la falta disciplinaria prevista en el art. 105 inc. f) y o) en
relación al art. 2 numerales 2 y 5, ambos de la LNP, referente a haber incurrido en incumplimiento de
sus deberes establecidos en la referida norma legal, y los principios de servicio a la sociedad y de
legalidad, concluyendo que por las pruebas aportadas por las partes “…se evidencia que en su
accionar no ha desarrollado su labor notarial conforme el desempeño que le correspondía con la
calidad pertinente, encontrándose su accionar en contra de los procedimientos legales y
específicamente transgrediendo las normas del procedimiento civil, ya que no ha respetado los
conductos legales regulares judiciales para acceder al pago de sus honorarios sino de forma
unilateral, ha cuantificado su porcentaje de pago, habiendo efectuado un cobro directo, sin la
intervención judicial en un acto judicial, actitud por demás fuera del procedimiento normal y regular
de una subasta y remate” (sic); declarando bajo esos fundamentos, probada en parte la denuncia, por
no haberse sometido la denunciada, al Código de Procedimiento Civil para la regulación de la
comisión de martillero o notario, considerando su intervención accesoria conforme prevé el art. 5 del
citado Código, adecuándose a la falta disciplinaria prevista en el art. 105 inc. o) en relación al art. 2
numerales 2 y 5 de la LNP, e improbada respecto a la falta disciplinaria prevista en el art. 105 incs. c),
f) y o), en relación al art. 2 numeral 3 de la misma norma, imponiéndole la sanción de multa de seis
salarios mínimos nacionales.
Sobre el particular, la norma aludida de manera textual prevé: “ARTÍCULO 105. (FALTAS GRAVES).
Constituyen faltas graves las siguientes: (…); c) Recibir honorarios superiores a los establecidos en el
arancel oficial; (…) f) El incumplimiento de los deberes y prohibiciones establecidos en la presente
Ley; (…) o) El incumplimiento de cualquiera de los principios y definiciones notariales previstos en la
presente Ley”; asimismo, el art. 2 de la referida Ley, establece: “(PRINCIPIOS Y FINES) I. Los
principios que rigen la presente Ley son: (…) 2. Servicio a la sociedad: El desempeño del servicio
notarial se realiza en el marco de la atención a la población con calidad y calidez, además de respetar
y preservar el interés colectivo; 3. Integridad: Por el que se asumen y promueven los principios
éticomorales de la sociedad plural e intercultural boliviana ama qhilla, ama llulla, ama suwa (no seas
flojo, no seas mentiroso y no seas ladrón), suma qamaña (vivir bien), ñandereko (vida armoniosa),
tekokavi (vida buena), ivimaraei (tierra sin mal) y qhapajñan (camino o vida noble); (…) 5. Legalidad:
Por el que las actuaciones del Notariado Plurinacional están sometidas plenamente a la Constitución
Política del Estado y la Ley, se presumen legítimas salvo expresa declaración judicial en contrario”.

Por su parte, la Resolución Disciplinaria de Segunda Instancia 007/2018, ratificó dicha determinación
señalando que la accionante, incurrió en falta grave, al desconocer los principios de servicio a la
sociedad y legalidad previsto en el art. 105 inc. o), en relación al art. 2.I numerales 2 y 5 de la LNP, al
haber procedido a regular directamente sus honorarios profesionales sin acudir ante el Juez de la
causa, y que al haber ejercido auto tutela, desconoció la previsión legal contenida en el art. 28 del
Código Procesal Civil (CPC), que establece que al ser parte accesoria del proceso principal, tenía el
deber de acudir ante la autoridad judicial que la nombró martillera para pedir la regulación de
honorarios profesiones y no actuar por cuenta propia, como en los hechos ocurrió, y que al no actuar
bajo el principio de legalidad y de servicio a la sociedad, motivó la imposición de la sanción
establecida.

De todo lo señalado, se advierte que las autoridades demandadas, concluyeron que la conducta
de la denunciada se adecuó a la falta disciplinaria prevista en el art. 105 inc. o) de la LNP (El
incumplimiento de cualquiera de los principios y definiciones notariales previstos en la
presente Ley), en lo que corresponde a los numerales 2 (principio de servicio a la sociedad) y 5
(principio de legalidad); por otro lado, declaró improbada la denuncia respecto a la falta prevista en
el ya referido art. 105 inc. c), f) y o); empero, en relación al art. 2 numeral 3 de la citada norma; lo que
es lo mismo, se declaró improbada respecto a los incisos “c) Recibir honorarios superiores a los
establecidos en el arancel oficial”; “f) El incumplimiento de los deberes y prohibiciones establecidos
en la presente Ley”; y, “o) El incumplimiento de cualquiera de los principios y definiciones notariales
previstos en la presente Ley”; este último, con relación al principio de integridad, previsto en el
numeral 3 del art. 2 de la referida Ley; en otras palabras, se declaró probada la comisión de la falta
grave que implica el incumplimiento de los principios establecidos en los numerales 2 y 5 de la
aludida Ley, que son los principios de servicio a la sociedad y legalidad, mas no se declaró probado el
incumplimiento del principio de integridad previsto en el numeral 3 del mismo cuerpo normativo.

Dicho de ese modo, tampoco se advierte falta de fundamentación ni incongruencia o contradicción


tal cual alega la accionante, en cuanto a que se habría declarado la denuncia probada e improbada al
mismo tiempo, respecto al art. 105 inc. o) de la Ley del Notariado Plurinacional, entendiéndose de
manera clara, cual fue la conducta sancionada y la normativa transgredida, cumpliendo así los
presupuestos establecidos en la jurisprudencia desarrollada en el Fundamento Jurídico III.1 y III.2 del
presente fallo; es decir, que la Resolución de primera instancia, expuso de manera clara los hechos
respecto de los cuales se procesó a la impetrante de tutela, que de acuerdo a lo manifestado
precedentemente, fueron los mismos señalados por el denunciante, y que se mantuvieron hasta la
finalización del proceso disciplinario, razones por las cuales fue confirmada por la Resolución de
Segunda Instancia 007/2018, cuya nulidad ahora se pretende por considerar que la misma adolece de
falta de fundamentación y congruencia.

Si bien, de acuerdo a la jurisprudencia constitucional citada en el Fundamento Jurídico III.1 de este


fallo, toda resolución debe contener la debida fundamentación que denote los fundamentos de
hecho y de derecho; empero, no resulta exigible que dicha exposición sea extensa sino que la misma
se tendrá por suficiente cuando las razones expresadas sean lo suficientemente claras y precisas para
comprender la decisión. En el presente caso, las razones vertidas por la ex Directora del Notariado
Plurinacional, ciertamente no son muy extensas; no obstante, resultan por demás suficientes para
entender porque asumió la decisión de confirmar la Resolución Final HR 863-SD 068/2015.

b) Finalmente, la accionante refiere que por el hecho de no habérsele informado desde el inicio del
proceso la falta que se le atribuía, no pudo elaborar su informe con referencia a la misma, ni
presentar descargos dirigidos a desvirtuarla, vulnerando de esa manera su derecho a la defensa.

Sobre el particular corresponde mencionar que, ante la denuncia presentada por el hoy tercero
interesado, ésta fue puesta a conocimiento de la accionante por la Autoridad Sumariante del
departamento de La Paz de la DIRNOPLU mediante CITE: DNP/JUJ-SD 069/2015 de 6 de mayo de
2015, solicitándole, se pronuncie sobre la misma, mediante informe pormenorizado. Presentado el
mismo, la referida autoridad, emitió el Auto de Apertura de Proceso Sumario de 11 de mayo de 2015,
que luego del análisis de los antecedentes del caso, resolvió admitir la denuncia referida, por la
posible comisión de la falta disciplinaria prevista en el art. 105 inc. c), f) y o) en relación al art.
2, numerales 2, 3, y 5, ambos de la LNP, abriendo periodo de diez días para el ofrecimiento y
producción de prueba.

De ahí que la accionante, desde el momento de haber sido informada con la denuncia formulada en
su contra, tenía conocimiento de cuáles eran los hechos de los que se le acusaba, concediéndole la
autoridad sumariante la posibilidad de desvirtuar los mismos, a través del informe que le fue
solicitado; ya con la emisión del Auto de Apertura del Proceso Sumario, se le confirmó la acusación
por la posible comisión de las faltas referidas, señalándose de manera precisa la normativa en la que
habría sido subsumida su conducta, otorgándole el plazo de diez días para presentar los descargos
que viera pertinentes.

Al respecto, el derecho a la defensa, reconocido por el art. 119.II de la CPE, dispone que: “Toda
persona tiene derecho inviolable a la defensa…”, lo cual implica la potestad inviolable de toda
persona sometida a un juicio a ser escuchada, presentando las pruebas que estime convenientes en
su descargo y haciendo uso efectivo de los recursos que la ley le otorga, dentro del marco de la
igualdad de las partes que la misma Norma Suprema impone a los juzgadores con el propósito de
asegurar que pueda defenderse de manera adecuada ante acto que pueda afectar sus derechos.

En ese entendido, en el caso presente, es claro que la accionante tuvo conocimiento desde el inicio
del proceso sumario, de las faltas que se le atribuían, entonces mal puede alegar desconocimiento de
las mismas y que se habría lesionado su derecho a la defensa; al margen de ello las autoridades
demandadas, en cumplimiento de la normativa inherente, otorgaron a la peticionante de tutela, la
posibilidad de presentar los descargos que estimare convenientes e interponga los recursos que crea
adecuados, prueba de ello es que, en ejercicio de su derecho a la defensa, impugnó las resoluciones
emitidas a su turno por las autoridades demandadas a través de los recursos de apelación y
complementación y enmienda. Consiguientemente, esta Sala no encuentra argumentos válidos para
conceder la tutela respecto a la vulneración del derecho a la defensa alegada por Miriam Aguilar
Quisbert, al no haber sido la misma demostrada.

III.4. Otras consideraciones

Cabe también hacer mención al retiro de denuncia presentado por el tercero interesado el 15 de
junio de 2015, ante la Autoridad Sumariante del departamento de La Paz de la DIRNOPLU, sobre
cuyo extremo el Tribunal de garantías concluyó que la omisión de pronunciamiento fundamentado
sobre el mismo en la Resolución Final HR 863-SD 068/2015, conlleva la vulneración del derecho al
debido proceso en sus vertiente motivación y fundamentación, razón por la que concedió
parcialmente la tutela, disponiendo la nulidad de obrados hasta la referida Resolución Final, a objeto
de que la nueva autoridad sumariante, pronuncie resolución debidamente fundamentada y con
congruencia al respecto. Sobre ello, cabe mencionar que ese extremo, no fue siquiera mencionado en
el memorial de demanda ni el de subsanación, así como tampoco consta en antecedentes que la
accionante, habría solicitado a la autoridad sumariante que se tome en cuenta, a efectos de dar por
concluido el proceso disciplinario, y fue recién en audiencia de acción de amparo constitucional que
el citado Tribunal, advirtió sobre la existencia de tal actuado, señalando que en mérito al mencionado
documento, el proceso disciplinario al que fue sometida la impetrante de tutela, ni siquiera tendría
razón de haber continuado desde el 2015; no obstante lo señalado, si bien la parte accionante en
audiencia de amparo constitucional, tiene la posibilidad de exponer de manera oral sus pretensiones,
reforzando y reafirmando lo expuesto en los memoriales de demanda y subsanación, está impedido
de introducir elementos nuevos que no hubieran sido referidos en los documentos precedentemente
nombrados, esto en observancia del derecho a la defensa que le asiste a la parte demandada, por
cuanto la misma asume defensa y presenta prueba, únicamente en relación a los hechos que fueron
de su conocimiento a momento de ser notificados con los memoriales de demanda o subsanación,
aspectos que no fueron considerados por el Tribunal de garantías a tiempo de emitir la resolución
motivo de revisión, evidenciándose una notoria extralimitación de sus facultades al haber
considerado un aspecto que no fue reclamado por la parte accionante en la interposición de su
demanda; máxime si dicho aspecto, sirvió de fundamento para la concesión de la tutela, y la
determinación de anular obrados hasta la Resolución Final HR 863-SD 068/2015 inclusive, a efectos
de que la autoridad correspondiente, emita una nueva resolución, sin considerar además que según
lo referido al inicio del presente análisis, la labor de la jurisdicción constitucional, en aplicación del
principio de subsidiariedad, debe circunscribirse a lo determinado en la última resolución emitida por
la autoridad administrativa, no pudiendo pronunciarse sobre un aspecto que no fue reclamado ni
siquiera durante el desarrollo del proceso disciplinario, aspecto que fue soslayado por el Tribunal de
garantías; mismo que no obró de forma correcta.

En consecuencia, el Tribunal de garantías, al conceder en parte la tutela impetrada, no adoptó la


decisión correcta.

POR TANTO

El Tribunal Constitucional Plurinacional, en su Sala Primera; en virtud de la autoridad que le confiere


la Constitución Política del Estado y el art. 12.7 de la Ley del Tribunal Constitucional Plurinacional,
conforme al art. 44.2 del Código Procesal Constitucional; en revisión, resuelve: REVOCAR en parte la
Resolución AC-06-2018 de 20 de marzo, cursante de fs. 233 a 236 vta., pronunciada por la Sala Civil
Quinta del Tribunal Departamental de Justicia de La Paz, respecto a los aspectos concedidos, y en
consecuencia, DENEGAR la tutela solicitada.

Regístrese, notifíquese y publíquese en la Gaceta Constitucional Plurinacional.

Fdo. MSc. Karem Lorena Gallardo Sejas

MAGISTRADA

Fdo. MSc. Georgina Amusquivar Moller

MAGISTRAD

SENTENCIA CONSTITUCIONAL PLURINACIONAL 0175/2018-S4

Sucre, 8 de mayo de 2018


SALA CUARTA ESPECIALIZADA

Magistrado Relator: Gonzalo Miguel Hurtado Zamorano

Acción de amparo constitucional

Expediente: 21799-2017-44-AAC

Departamento: Santa Cruz

En revisión la Resolución 06/17 de 4 de octubre de 2017, cursante de fs. 2232 a 2237 vta.,
pronunciada dentro de la acción de amparo constitucional interpuesta por Ricardo Luis Ayala
Artero contra Samuel Saucedo Iriarte, Irma Villavicencio Suarez; y, Teresa Lourdes Ardaya Pérez,
Vocales y ex Vocal respectivamente, de la Sala Civil Tercera; y, Juan Gonzáles Noya, Juez
Público Civil y Comercial Décimo Segundo, todos del Tribunal Departamental de Justicia de
Santa Cruz.

I. ANTECEDENTES CON RELEVANCIA JURÍDICA

I.1. Contenido de la demanda

El accionante, por memoriales presentados el 14 de septiembre de 2017, cursante de fs. 187 a 196, y
el de subsanación el 20 del mismo mes y año, (fs. 2196 a 2196 vta.), manifestó lo siguiente:

I.1.1. Hechos que motivan la acción

Mediante Escritura Pública de 29 de marzo de 2007, Víctor Hugo Fernández Soto, adquirió de Víctor
Peña Zúñiga a título de compra venta, una extensión de terreno de 103 has en las “Lomas del Urubó”;
predio registrado en Derechos Reales (DD.RR.) bajo la matrícula computarizada 701199071461,
asiento A-1 de 28 de abril del indicado año, contracto sucesivo desde el registro de la propietaria
Vitalicia Saavedra, con matrícula 7011990033415 de 26 febrero de 1935; antecedentes en base a los
cuales el ahora accionante, adquirió a título de compra venta de Víctor Hugo Fernández Soto, una
parte del terreno sobre una extensión de 33 ha; derecho propietario que también se halla
debidamente registrado en oficina de DD.RR. bajo la matrícula computarizada 7011990077732,
asiento A-1, de 25 de abril de 2008.

Hace referencia que, el 20 de marzo de 2015, Jorge Mariano Zambrana Pareja y Nicole Michaeli de
Zambrana, formularon demanda de nulidad de la Escritura Pública de 29 de marzo de 2007,
únicamente contra Víctor Hugo Fernández Soto y Víctor Peña Zúñiga; proceso que siendo
sustanciado, concluyó con la emisión de la Sentencia de 3 de diciembre de 2013, por la que, la
autoridad jurisdiccional declaró improbada la demanda y probada la excepción de cosa juzgada;
decisión apelada que mereció Auto de Vista 01/2015 de 6 de enero, por el que, la Sala Civil Quinta
del Tribunal Departamental de Justicia de Santa Cruz, revocó el fallo confutado y deliberando en el
fondo, declaró probada la demanda; y consecuentemente, la nulidad de la Escritura Pública de 29 de
marzo de 2007 y los respectivos registros propietarios. Tal determinación, ameritó la formulación de
recurso de casación por parte de Víctor Hugo Fernández Soto, que siendo conocido por la Sala Civil
Segunda del Tribunal Supremo de Justicia, fue absuelto por Auto Supremo 1051/2015 de 16 de
noviembre, que lo declaró infundado y confirmó el fallo recurrido.

Añade que, con la finalidad de reparar los agravios a su derecho propietario, el 29 de febrero de
2016, promovió incidente de nulidad de obrados, alegando no haber sido parte de la demanda
ordinaria, lo que configuraba una flagrante lesión a sus derechos y garantías constitucionales; sin
embargo, el Juez Público Civil y Comercial Décimo Segundo del departamento de Santa Cruz,
mediante Auto de 2 de junio del señalado año, rechazó el incidente, motivando la interposición de
recurso de apelación resuelto por la Sala Civil Tercera del Tribunal Departamental de Justicia del
mismo departamento mediante Auto de Vista de 23 de febrero de 2017, que confirmó totalmente el
fallo objeto de impugnación.

Dichos fallos, no consideraron correctamente que una decisión emitida en vulneración de derechos
constitucionales no puede alcanzar la calidad de cosa juzgada y que por ende, conforme se ha
establecido jurisprudencialmente, es controvertible mediante un incidente de nulidad, aun en
ejecución de sentencia; toda vez que, los actos viciados de nulidad no tienen validez jurídica ni
formal.

I.1.2. Derechos y garantías supuestamente vulnerados

El accionante alega la vulneración de sus derechos al debido proceso, a la defensa, a la tutela judicial
efectiva y a la propiedad privada, citando al efecto los arts. 56, 115 y 117.I de la Constitución
Política del Estado (CPE).

I.1.3.Petitorio

Solicitó se conceda la tutela y, en consecuencia, se declare la nulidad de todo lo obrado dentro de


juicio ordinario de nulidad, debiendo ordenarse la reposición inmediata del registro de su derecho
propietario y determinarse la existencia de responsabilidades. Sea con calificación de daños y
perjuicios.

I.2.Audiencia y Resolución del Juez de garantías

Celebrada la audiencia pública el 4 de octubre de 2017, conforme consta en el acta cursante de fs.
2229 a 2231, ausentes en audiencia la parte accionante así como los demandados; en presencia de
los terceros interesados, se produjeron los siguientes actuados:

I.2.1. Ratificación de la acción

La parte accionante no se hizo presente en audiencia.

I.2.2. Informe de las autoridades demandadas

Los demandados no se presentaron a la audiencia y tampoco remitieron informe escrito pese a su


legal notificación, conforme se evidencia a fs. 2199 y vta.

I.2.3. Intervención de los terceros interesados

Jorge Mariano Zambrana Pareja y Nicole Michaelis de Zambrana, en calidad de terceros interesados,
mediante escrito cursante de fs. 2201 a 2202 vta. y en audiencia, manifestaron lo siguiente: a) Con la
demanda de nulidad de Escritura Pública y reconocimiento de mejor derecho propietario, se citó a
los demandados Víctor Hugo Fernández Soto y Víctor Peña Zúñiga, mediante edictos de prensa, por
los que se dio a conocer al público en general y a los demandados del inicio del proceso, siendo que
los mismos se apersonaron y ejercieron su derecho a la defensa durante la tramitación de la causa en
todas sus instancias; b) Víctor Hugo Fernández Soto, nunca señaló o indicó que había vendido parte
del terreno, omitiendo deliberadamente tal información a sabiendas de que tenía la obligación de
garantizar el saneamiento y evicción de ley; c) La sentencia emitida por el juez de la causa, reconoció
como único propietario de 103 ha de terreno a Víctor Hugo Fernández Soto, quien nunca aclaró o
solicitó al juez enmendar algún error sobre la superficie del mismo y tampoco indicó haber
transferido parte de aquel; d) El Auto de Vista dictado en apelación, revocó la Sentencia de primera
instancia declarando probada la demanda y disponiendo la nulidad de los contratos privados de
transferencia que dieron origen a las matrículas 701199033415 y 7011990071461, última esta
correspondiente al demandado Víctor Hugo Fernández Soto; e) En los folios reales correspondientes
a la matrícula 7011990071461, asiento B-1 de gravámenes y restricciones, Ricardo Luis Ayala Artero,
realizó una anotación preventiva ordenada por un Juez de Cochabamba el 25 de abril de 2008,
relativo al trámite de transferencia de la totalidad zona noreste, Porongo denominado “Lomas del
Urubó” con reconocimiento de firmas de 28 de abril de 2008, trámite presentado el 30 del mismo
mes y año, anotación preventiva que no genera derechos reales por lo que no se podía demandar al
ahora accionante; f) La supuesta transferencia de terreno nunca fue registrada conforme se evidencia
del Certificado de DD.RR. presentado por el demandado Víctor Hugo Fernández Soto,
correspondiéndole al vendedor señalar que existe otra persona con derechos sobre el inmueble; g) El
accionante confiesa que su derecho fue anulado cuando se dictó la Sentencia de primera instancia el
6 de enero de 2015 confirmado por Auto Supremo 1051/2016, evidenciándose que el derecho del
accionante para solicitar la nulidad ha precluido al formular el incidente un año después de la
emisión del fallo; h) Habiendo perdido competencia el Juez de la causa, conforme a lo previsto por el
art. 16.4 del Código de Procedimiento Civil (CPC), con la emisión de la Sentencia que alcanzó calidad
de cosa juzgada el tenor de la Disposición Transitoria Octava parágrafo II del mismo cuerpo legal, ni
él ni la autoridad superior pueden anular el proceso debido a que el incidentista, después de ocho
años, recordó que poseía un predio en la ciudad; i) Para precautelar el derecho propietario que
reclama el accionante, le corresponde acudir a la vía ordinaria para reclamar a su vendedor la venta
de “cosa ajena” conforme a lo previsto por los arts. 596 y 625 del Código Civil (CC) y no a la
jurisdicción constitucional; y, j) No se vulneró ningún derecho del accionante por cuanto se
desconocía de su existencia, siendo que la deslealtad procesal del vendedor de no comunicar la
existencia del ahora accionante, no puede derivar en la nulidad de un proceso culminado en todas
sus instancias; por lo que solicitaron se deniegue la tutela impetrada.

Con el uso de la palabra en audiencia, Víctor Hugo Fernández Soto, manifestó que: 1) Dentro de la
demanda formulada en su contra, planteó excepción previa de cosa juzgada; toda vez, que existía un
proceso previo que había ganado contra sus demandantes, haciendo conocer al Juez de la causa que
dispuso parte del terreno en ejercicio de su derecho propietario reconocido judicialmente; 2) Al
ahora accionante le transfirió 34 has como pago de una deuda pendiente; y, 3) Existen dos Autos
de Vista de la Sala Civil Segunda que anulan obrados hasta la demanda en los que se dispone la
inclusión al proceso de todos los afectados; sin embargo, cuando formuló recurso de casación el
Tribunal Supremo de Justicia anuló dicha resolución disponiendo se emita nuevo pronunciamiento
en el fondo, decisión que siendo cumplida culminó con la anulación del contrato; extremo que ha
derivado en la formulación de denuncia penal en su contra por personas que desconoce.

I.2.4. Resolución

El Juez Público Civil y Comercial Décimo Tercero del departamento de Santa Cruz, mediante
Resolución 06/17 de 4 de octubre de 2017, cursante de fs. 2232 a 3327 vta., constituido en Juez de
garantías, concedió la tutela solicitada declarando la nulidad del Auto de Vista de 23 de febrero de
2017, disponiendo que los demandados emitan nuevo pronunciamiento en base a los fundamentos
de la Resolución; decisión asumida con los siguientes fundamentos: i) El argumento de los
demandados para establecer que el ahora accionante no podía activar el incidente de nulidad en
ejecución de sentencia, por el sencillo motivo de la existencia de cosa juzgada, no condice con la
jurisprudencia constitucional contenida en la SCP 0471/2017-S3 de 29 de mayo, que establece que
aun en dicha etapa, la nulidad de obrados vía incidente es viable, en tanto se demuestre la lesión de
derechos y garantías constitucionales; situación que ha sido acreditada por el incidentista a quien, al
anularse la matrícula madre que dio origen a su derecho propietario debidamente inscrito en una
“matrícula hija” (sic); ii) A ello se suma que, las autoridades demandadas, a su turno, no expusieron
motivos debidamente fundamentados y razonados que expliquen al interesado las causas por las
cuales, el incidente formulado resultaba inviable, amparándose únicamente el inferior, en la supuesta
pérdida de competencia y, los segundos, en la existencia de cosa juzgada; y, iii) Al tribunal de alzada
le correspondía observar el reclamo del apelante respecto a la vulneración de sus derechos y
garantías para verificar, en base a la jurisprudencia constitucional, si los requisitos exigidos para su
procedencia eran concurrentes o no, y resolver en torno a ellos lo que correspondiera en derecho.

II. CONCLUSIONES

De la revisión y compulsa de los antecedentes que cursan en obrados, se establece lo siguiente:

II.1. Presentándose en ejecución de Sentencia emitida dentro del proceso ordinario instaurado por
Jorge Mariano Zambra y Nicole Michaelis de Zambrana contra Víctor Hugo Fernández Soto y otros, el
ahora accionante, formuló incidente de nulidad de obrados, argumentando que como legítimo
comprador, propietario de una porción de terreno del demandado, no fue citado como parte
interesada dentro de la indicada demanda, habiéndose afectado su derecho de propiedad (fs. 57 y
vta.).

II.2. Corridos los trámites correspondientes, el incidente de nulidad fue resuelto por el Juez Público
Civil y Comercial Décimo Segundo del departamento de Santa Cruz, que, mediante Auto de 2 de
junio de 2016, rechazó el mismo, argumentando haber perdido competencia, de acuerdo a lo
previsto por el art. 16.4 del CPC (fs. 71).

II.3. Por escrito de 17 de junio de 2016, el ahora accionante planteó recurso de apelación,
impugnando el Auto de 2 de igual mes y año, argumentando en lo principal que el Juzgador inferior
no podía alegar la pérdida de competencia a efectos de no resolver el recurso planteado, máxime si
el mismo, conforme establece la jurisprudencia constitucional, se funda en la lesión de sus derechos
fundamentales (fs. 93 a 94 vta.).

II.4. Mediante Auto de Vista de 23 de febrero de 2017, la Sala Civil Tercera del Tribunal
Departamental de Justicia de Santa Cruz, confirmó totalmente el Auto de 2 de junio de 2016, con el
argumento de que el incidentista y apelante, no formó parte del proceso ordinario y que los
derechos que alegaba como lesionados, debía reclamarlos por la correspondiente vía a su vendedor
que se halla obligado a la evicción, y que además de ello, el proceso había transitado por tres etapas
procesales, alcanzando en consecuencia calidad de cosa juzgada que impedía su revisión, vía
incidental, por parte del Tribunal de alzada; decisión con la que se notificó al accionante el 14 de
marzo de 2017 (fs. 139 a 140 y 150).

III. FUNDAMENTOS JURIDÍCOS DEL FALLO

El accionante alega la vulneración de sus derechos al debido proceso, a la defensa, a la tutela judicial
efectiva y a la propiedad privada; toda vez que, en ejecución de Sentencia emitida dentro del proceso
de nulidad de la Escritura Pública de 29 de marzo de 2007, formuló incidente de nulidad de obrados
al no haber sido citado como parte interesada para participar del litigio; sin embargo, el Juez de
instancia, rechazó el incidente con el argumento de que al haber concluido el proceso ya no tenía
competencia para conocer y menos resolver lo pretendido; decisión en apelación fue confirmada por
el Tribunal de alzada, bajo el argumento de que el incidentista-apelante, no había sido parte del
proceso principal y que las lesiones denunciadas a sus derechos debía reclamarlas a su vendedor a
través de la vía correspondiente; y que, además, al haber transitado el proceso por las tres etapas
procesales, había alcanzado calidad de cosa juzgada que no podía ser revertida por el Tribunal de
apelación vía incidental; determinaciones que no consideraron la jurisprudencia constitucional que
establece que las decisiones emitidas en contravención a derechos y garantías constitucionales, no
hacen tránsito a cosa juzgada. Bajo tales argumentos, el accionante solicita se declare la nulidad de
todo lo obrado dentro de juicio ordinario de nulidad, ordenándose la reposición inmediata de su
registro de su derecho propietario y el establecimiento de responsabilidades. Sea con calificación de
daños y perjuicios.
Corresponde en consecuencia dilucidar si lo alegado es evidente, o.

III.1. El debido proceso en sus vertientes del derecho a la defensa, a la tutela judicial efectiva, y
a la debida fundamentación, motivación y congruencia

La jurisprudencia constitucional, ha definido al debido proceso como: “…el derecho de toda


persona a un proceso justo y equitativo, en el que sus derechos se acomoden a lo establecido por
disposiciones jurídicas generales aplicables a todos aquellos que se hallen en una situación similar; es
decir, comprende el conjunto de requisitos que deben observarse en las instancias procesales, a fin de
que las personas puedan defenderse adecuadamente ante cualquier tipo de acto emanado del Estado
que pueda afectar esos derechos reconocidos por la Constitución Política del Estado así como los
Convenios y Tratados Internacionales” (SC 0163/2011-R de 21 de febrero); por lo que, al constituirse
en una garantía de legalidad procesal, su observancia compromete a todas las autoridades judiciales
o administrativas en aras de preservar y proteger la seguridad jurídica.

Entonces, siendo el principio de legalidad un elemento constitutivo del Estado Constitucional de


Derecho, por el cual todos los poderes públicos se hallan sometidos al ordenamiento jurídico y a la
Constitución Política del Estado, resulta consecuente que sea precisamente un conjunto de reglas el
que rija las actuaciones de quienes ejercen autoridad; en tal sentido, el debido proceso como medio
efectivo para garantizar la correcta producción de los actos administrativos y judiciales, extiende su
cobertura a todo el ejercicio que debe desarrollar la administración pública en la realización de sus
objetivos y fines respecto a la formación y ejecución de los actos, a las pretensiones de los
particulares, a los procesos que cada entidad deba desarrollar y desde luego, garantiza el derecho a
la defensa al establecer los medios de impugnación necesarios para reclamar cuando el interesado
considere que se hayan afectado sus intereses.

En esencia, el debido proceso se compone de varios elementos: el derecho a un proceso público; el


derecho al juez natural; el derecho a la igualdad procesal de las partes; a ser oído durante toda la
actuación; el derecho a no declarar contra sí mismo; la garantía de presunción de inocencia; el
derecho a la comunicación previa de la acusación; a la notificación oportuna y de conformidad con la
ley; al ejercicio del derecho de defensa material y técnica y el derecho a la contradicción; a solicitar,
aportar y controvertir pruebas; a impugnar las decisiones y a promover la nulidad de aquellas
obtenidas con violación del debido proceso; a la concesión al inculpado del tiempo y los medios para
su defensa; el derecho a ser juzgado sin dilaciones indebidas; el derecho a la congruencia entre
acusación y condena; el principio del non bis in ídem; el derecho a la valoración razonable de la
prueba y el derecho a la motivación y congruencia de las decisiones; elementos que no se
constituyen en un parámetro limitativo del campo de protección que abarca el debido proceso, sino
que permiten establecer el contenido expansivo de aquellos otros derechos que en el tiempo y de
acuerdo a las nuevas necesidades de la sociedad cambiante, puedan desprenderse de ellos.

En mérito a esta naturaleza jurídica, que hace al núcleo duro del debido proceso, la Constitución
Política del Estado lo concibe en una triple dimensión: como principio, garantía y derecho
fundamental[1], que permite la materialización de los valores jurídicos plasmados en el texto
constitucional en las sentencias o resoluciones, judiciales o administrativas, a través de la correcta
aplicación del ordenamiento jurídico y la participación activa de los sujetos procesales, lo cual
materializa el ejercicio del derecho a la igualdad entre partes.

De lo expuesto, se puede evidenciar que el derecho de defensa es una de las varias expresiones del
derecho al debido proceso.

Ahora bien, analizando el debido proceso en su componente del derecho a la defensa, tenemos que
éste se halla consagrado en el art. 115.II de la CPE, que a la letra prescribe “El Estado garantiza el
derecho al debido proceso, a la defensa y a una justicia plural, pronta, oportuna, gratuita,
transparente y sin dilaciones”, de donde teleológica y literalmente se colige su vinculación con el
debido proceso y se fortalece por la previsión constitucional contenida en el art. 117.I de la misma
que por su parte establece: “Ninguna persona puede ser condenada sin haber sido oída y juzgada
previamente en un debido proceso”, lo cual implica tácitamente la facultad personal de ejercer una
defensa material y positiva de manera irrestricta en todas las fases sustantivas del proceso judicial o
administrativo; de ahí entonces que una de la principales garantías del debido proceso es el derecho
a la defensa que se materializa como la oportunidad otorgada constitucionalmente a toda persona,
dentro del ámbito judicial o administrativo, a ser oída y hacer prevalecer sus razones en el proceso a
través de sus propios argumentos, contraviniendo y objetando aquellos producidos por la parte
contraria, solicitando de ser necesario la producción de pruebas y evaluaciones que considere
pertinentes, así como activar todos los recursos que la ley le otorga; por lo que presupone la
participación activa de quien podría resultar afectado por las actuaciones judiciales o administrativas.

En este contexto, la SCP 0832/2012 de 20 de agosto, refiriéndose a las connotaciones del derecho a
la defensa, identificados por jurisprudencia anterior, concluyó que: “La primera, es el derecho que
tienen las personas, cuando se encuentran sometidas a un proceso con formalidades específicas, a tener
una persona idónea que pueda patrocinarle y defenderle oportunamente, mientras que la segunda, es
el derecho que precautela a las personas para que en los procesos que se les inicia, tengan
conocimiento y acceso de los actuados e impugnen los mismos en igualdad de condiciones conforme a
procedimiento preestablecido y por ello mismo es inviolable por las personas o autoridad que impidan
o restrinjan su ejercicio”.

Por su parte, la Corte Constitucional de Colombia, reconociendo el derecho a la defensa como un


derecho que encarna otro valor trascendental en los ordenamientos jurídicos, como lo es la justicia,
señaló: “El proceso es un juicio y es lícito en cuanto implica un acto de justicia. Y como es evidente por
la naturaleza procesal, se requieren tres condiciones para que un proceso sea debido: Primera, que
proceda de una inclinación por la justicia; Segunda, que proceda de la autoridad competente; Tercera,
que se profiera de acuerdo con la recta razón de la prudencia, en este caso, que se coteje integralmente
toda pretensión, de tal manera que siempre esté presente el derecho de defensa, y que el juez en
ningún momento se arrogue prerrogativas que no están regladas por la ley, ni exija, asimismo,
requisitos extralegales. Siempre que faltaren estas condiciones, o alguna de ellas, el juicio será vicioso e
ilícito: en primer lugar, porque es contrario a la rectitud de justicia el impedir el derecho natural a la
defensa; en segundo lugar, porque si el juez impone requisitos que no están autorizados por la ley,
estaría extralimitándose en sus funciones; en tercer lugar, porque falta la rectitud de la razón jurídica”.[2]

Entonces, el derecho a la defensa se traduce en la facultad de un individuo sometido a contienda


judicial o proceso administrativo a conocer el estado del proceso y en consecuencia, impugnar o
contradecir las pruebas y providencias o decisiones que resulten adversas a sus intereses; a este
efecto, el ejercicio de este derecho se halla garantizado por la propia Constitución Política del Estado
a través del debido proceso, reconocido como derecho, principio y garantía; coligiéndose entonces
que el derecho a la defensa implica la posibilidad real y cierta de acudir ante los órganos
jurisdiccionales en demanda de justicia mediante el ejercicio de una facultad que la propia
constitución le otorga para que todos los actos jurisdiccionales sean razonables y se hallen
encaminados a una cabal defensa de sí mismo o de sus derechos durante el juicio.

No está demás advertir que cuando un sujeto procesal no está de acuerdo con un acto o una
decisión proferida por la autoridad competente, tiene derecho a ejercer los recursos
correspondientes con el fin de obtener que la decisión o el acto lesivo se revoque o modifique.

En armonía con el entendimiento anterior, la jurisprudencia constitucional, contenida en la SC


2777/2010-R de 10 de diciembre, asumiendo los entendimientos de las SSCC 0183/2010-R y
1534/2003-R, determinó que el derecho a la defensa se constituye en la: “…potestad inviolable del
individuo a ser escuchado en juicio presentando las pruebas que estime convenientes en su descargo,
haciendo uso efectivo de los recursos que la ley le franquea. Asimismo, implica la observancia del
conjunto de requisitos de cada instancia procesal en las mismas condiciones con quien lo procesa, a fin
de que las personas puedan defenderse adecuadamente ante cualquier tipo de acto emanado del
Estado que pueda afectar sus derechos”, precisando a través de la SC 0183/2010-R de 24 de mayo,
que el derecho a la defensa se extiende: “i) Al derecho ser escuchado en el proceso; ii) Al derecho a
presentar prueba; iii) Al derecho a hacer uso de los recursos; y, iv) Al derecho a la observancia de los
requisitos de cada instancia procesal, que actualmente se encuentra contemplado en el art. 119.II de la
CPE”.

Los derechos previamente descritos y explicados, se encuentran innegablemente relacionados con el


derecho de acceso a la justicia o tutela judicial efectiva, que para el Tribunal Constitucional en la SC
0492/2011-R de 25 de abril, citando la SC 1044/2003-R de 22 de julio, a la luz del principio pro
actione, se constituye: “’…como el derecho que tiene toda persona de acudir ante un juez o tribunal
competente e imparcial, para hacer valer sus derechos o pretensiones, sin dilaciones indebidas. A su
vez, de ambas garantías se deriva el principio pro actione, que tiende a garantizar a toda persona el
acceso a los recursos y medios impugnativos, desechando todo rigorismo o formalismo excesivo, que
impida obtener un pronunciamiento judicial sobre las pretensiones o agravios invocados'.

Cabe resaltar que este derecho fundamental está debidamente reconocido por el art. 115.I de nuestra
CPE, en el que textualmente sostiene que: Toda persona será protegida oportuna y efectivamente por
los jueces y tribunales en el ejercicio de sus derechos e intereses legítimos”; concluyéndose entonces que
el acceso a la justicia como componente esencial del debido proceso, se traduce en la observancia de
las disposiciones legales por parte de los juzgadores a efectos de que las partes procesales conozcan a
detalle el adelantamiento del litigio para que, de ser preciso, puedan defenderse ante cualquier tipo de
acto emanado del Estado que afecte sus derechos”.

Por otra parte, teniendo en cuenta que el principio pro actione, tiene como fin garantizar el acceso a los
recursos legales desechando todo rigor o formalismo excesivo que impida obtener un pronunciamiento
judicial de fondo sobre las pretensiones o agravios invocados, resulta innegable la directa vinculación
de este principio con el derecho de acceso a la justicia, cuyo contenido mínimo esencial se traduce en el
acceso propiamente dicho a la justicia para que toda persona pueda ser oída y juzgada previamente en
un debido proceso; a un pronunciamiento judicial oportuno que ponga fin a un conflicto entre partes o
tutele sus intereses o derechos; al uso efectivo de los recursos legales previstos por el ordenamiento
jurídico, y, al cumplimiento y ejecución de lo resuelto en juicio [3], de donde se infiere que, la exigencia
de formalismos o ritualismos extremos, puede degenerar en vulneración de derechos o garantías
constitucionales, cuando, el juzgador, al dar a las formalidades procesales prevalencia sobre derechos
fundamentales, superpone el derecho formal sobre el derecho sustancial”.

Finalmente, en cuanto al derecho a una debida fundamentación y motivación de las resoluciones -


judiciales o administrativas-, como parte del debido proceso, se constituye en la garantía del sujeto
procesal de que el juzgador al momento de emitir una decisión, explicará de manera clara y
sustentada en derecho, los motivos que lo llevaron a tomar una decisión; argumentación que deberá
seguir un orden coherente respecto a los hechos demandados y exponer con puntualidad los
elementos jurídico-legales que determinaron su posición.

Dicho de otra forma, toda autoridad que dicte una resolución, debe imprescindiblemente exponer los
hechos, realizar la fundamentación legal y citar las normas que sustenta la parte dispositiva de la
misma, por cuanto la estructura de una resolución tanto en el fondo como en la forma, dejará pleno
convencimiento a las partes de que se ha actuado no sólo de acuerdo a las normas sustantivas y
procesales aplicables al caso, sino que también la decisión está regida por los principios y valores
supremos rectores que orientan al juzgador, eliminándose cualquier interés y parcialidad, dando al
administrado el pleno convencimiento de que no había otra forma de resolver los hechos juzgados
sino de la forma en que se decidió (SSCC 0863/2007-R, 0752/2002-R, SC 1369/2001-R, entre otras).

En cuanto a la motivación, la SC 1365/2005-R de 31 de octubre, determinó lo siguiente: "…la


motivación no implicará la exposición ampulosa de consideraciones y citas legales, sino que exige una
estructura de forma y de fondo. En cuanto a esta segunda, la motivación puede ser concisa, pero clara y
satisfacer todos los puntos demandados, debiendo expresar el Juez sus convicciones determinativas que
justifiquen razonablemente su decisión en cuyo caso las normas del debido proceso se tendrán por
fielmente cumplidas. En sentido contrario, cuando la resolución aún siendo extensa no traduce las
razones o motivos por los cuales se toma una decisión, dichas normas se tendrán por vulneradas",
coligiéndose que toda resolución emitida dentro de un proceso judicial o administrativo, debe
inexcusablemente contener una adecuada motivación respecto a los hechos en los que se base, a las
pruebas que se aportaron y a las disposiciones legales en las que se sustente su decisión, puesto que
el relacionamiento de estas con los hechos que le dieron origen, constituye la fundamentación y
motivación a la que el debido proceso se refiere.

Ahora bien, de manera inescindible, el derecho a una debida fundamentación y motivación de las
resoluciones, se halla interrelacionado con el principio de congruencia, entendido como “…la estricta
correspondencia que debe existir entre lo peticionado y lo resuelto, en materia penal la congruencia se
refiere estrictamente a que el imputado no podrá ser condenado por un hecho distinto al atribuido en
la acusación o su ampliación. Esa definición general, no es limitativa de la congruencia que debe tener
toda resolución ya sea judicial o administrativa y que implica también la concordancia entre la parte
considerativa y dispositiva, y que debe mantenerse en todo su contenido, efectuando un razonamiento
integral y armonizado entre los distintos considerandos y juicios de valor emitidos por la resolución,
esta concordancia de contenido de la resolución y su estricta correspondencia entre lo pedido, lo
considerado y lo resuelto, conlleva a su vez la cita de las disposiciones legales que apoyan la razón que
llevó a la determinación que se asume” (SCP 0387/2012 de 22 de junio); de donde se infiere que las
resoluciones judiciales, deben emitirse, en función al sentido y alcance de las peticiones formuladas
por las partes procesales.

III.2. La cosa juzgada aparente

La jurisprudencia desarrollada en la SC 0668/2010-R de 19 de julio, refiriéndose a las decisiones


judiciales y la calidad de cosa juzgada, señaló: “La sentencia es el acto jurisdiccional que sobre la
base de la normativa sustantiva vigente, en mérito a los hechos alegados, negados y probados
por las partes y luego de haber cumplido con las disposiciones adjetivas vigentes, define
situaciones jurídicas en conflicto, sometiendo a su decisión a los justiciables y obligando al
respeto de su contenido a la sociedad en su conjunto.

Toda sentencia, para someter a los justiciables y tener vigencia jurídica en una sociedad
política y jurídicamente organizada, debe cumplir con requisitos de formación esenciales que
le darán validez legal y que la harán inmodificable e incuestionable, dando así seguridad
jurídica a las partes en litigio y consolidando la paz social.

Por lo expuesto, es menester señalar que la formación de la sentencia, es el proceso lógico-racional-


fáctico, en virtud del cual, luego de finalizadas las etapas procesales previas y agotado el debate
contradictorio, el juez, en el marco de la normativa adjetiva y sustantiva aplicable al caso, toma la
decisión en relación al conflicto conocido.

La validez de la sentencia, hace que esa decisión final, surta todos sus efectos y someta a su decisión a
las partes procesales y terceros con absoluta legitimidad, entonces, en tanto y cuanto se cumplan los
requisitos de formación de la sentencia, esta tendrá validez y alcanzará la autoridad de cosa juzgada
material.

Al respecto, el primer requisito de formación de una sentencia, se refiere a la obligación del juez de
verificar el respeto al debido proceso y garantizar mediante criterios de interpretación de la legalidad
ordinaria el respeto a principios y garantías de rango constitucional; por tanto, las sentencias que
cumplan con estos presupuestos serán válidas plenamente y en consecuencia, adquirirán la calidad de
cosa juzgada material, aptitud que hace que una decisión sea incuestionable e inmodificable.
En ese contexto, la cosa juzgada es la aptitud legal que adquiere una decisión jurisdiccional que
hace que esta sea inmutable en el tiempo e impide su revisión posterior, haciendo
improcedente cualquier recurso ordinario o extraordinario.

Por lo señalado, se establece que las sentencias que cumplen los requisitos de formación señalados
(respeto a derechos fundamentales), adquieren validez jurídica y se encuentran investidas de la
autoridad de la cosa juzgada, situación en la cual el control de constitucionalidad, en resguardo de la
seguridad jurídica es absolutamente improcedente. En contrario sensu, la sentencia que no cumpla
con uno de los requisitos de formación referentes al respeto de derechos fundamentales, hace
procedente el control de constitucionalidad, ya que en este caso, esta decisión solo reviste una
calidad de cosa juzgada aparente.

Por lo afirmado se colige que la sentencia que no cumple con los requisitos de formación descritos, es
nula, nulidad que encuentra sustento en los principios constitucionales de seguridad, supremacía
constitucional y jerarquía normativa, ya que todo acto infra-constitucional contrario a esta norma
suprema, es nulo e inexistente.

Entonces, en un Estado Constitucional, la nulidad de un acto jurisdiccional debe ser declarada


expresamente y no opera de pleno derecho, por tanto, si a través de los mecanismos internos
de cuestionamiento a decisiones judiciales no se ha restituido el derecho al debido proceso, los
afectados tienen la facultad de activar el control de constitucionalidad a través del amparo
constitucional para lograr la nulidad de la decisión judicial contraria a la Constitución por
vulnerar derechos fundamentales reconocidos y garantizados por ella” (la negrilla corresponde al
texto original).

En el mismo sentido se pronunció la SCP 0450/2012 de 29 de junio, estableciendo, que: “La cosa
juzgada es lo resuelto en juicio contradictorio, ante un juez o tribunal, por resolución firme, contra la
cual, no se admite recurso alguno de impugnación salvo algunos casos excepcionales. Es la autoridad y
la fuerza que la ley atribuye a los fallos ejecutoriados; la autoridad se refiere a la característica de que
lo fallado en ellos se considera como irrevocable e inmutable; y la fuerza, consiste en el poder coactivo
que dimana de la cosa juzgada, o sea que debe cumplirse lo que en ella se ordena.

Se puede analizar desde dos puntos de vista, tal como se lo hizo en la SC 0217/2006-R de 7 de
marzo, en la que se estableció lo siguiente: ‘…los efectos de la cosa juzgada se manifiestan bajo una
doble perspectiva: formal y material. Así, la característica o efecto de la cosa juzgada formal es la de su
inimpugnabilidad o firmeza. Producen este efecto cualquier resolución firme o lo que es lo mismo,
cuando frente a ella no exista ningún otro recurso previsto en la ley (la excepción sólo se presenta
cuando existe de por medio una lesión al contenido esencial de un derecho fundamental), hayan
transcurrido los plazos para recurrirla o se haya desistido del mismo. En este sentido, los fallos del
Tribunal Constitucional como los de la Corte Suprema de Justicia, surten los efectos de cosa juzgada
formal (con la única excepción a esta regla antes referida), en la medida en que no hay ningún órgano
judicial que pueda revisar sus decisiones; empero, al efecto negativo aludido se tiene otro de naturaleza
positiva, que se expresa en el deber jurídico que tiene el órgano encargado de su ejecución de hacer
efectiva la decisión contenida en el fallo en los términos establecidos en ella. Desde su vertiente
material, la cosa juzgada despliega su eficacia frente a los otros órganos judiciales o administrativos,
que lleva un mandato implícito de no conocer lo ya resuelto, impidiendo con ello la apertura de otros
procesos nuevos sobre el mismo asunto (este efecto sólo la producen las decisiones firmes sobre el
fondo); como único medio de alcanzar la paz jurídica, evitando, de un lado, que la contienda se
prolongue indefinidamente y de otro, que sobre la misma cuestión puedan recaer resoluciones
contradictorias, lesionando la seguridad jurídica procesal (así, SSCC 0029/2002, 0094/2002-R,
0554/2003-R, entre otras)’.

De lo señalado se desprende que la cosa juzgada tiene dos facetas, una formal y otra material; la
formal se refiere a la imposibilidad de reabrir el debate en el mismo proceso donde se dictó la
resolución, porque el pronunciamiento quedó firme, ya sea porque las partes consintieron o porque se
agotaron los recursos ordinarios y extraordinarios viables al caso; no obstante ello, cabe aclarar que la
cuestión puede reabrirse en otro proceso, de ahí el carácter formal de la manifestación de la `cosa
juzgada`, un claro ejemplo constituyen los procesos ejecutivos, en los cuales, aún cuando se hubieren
agotado las vías, producen únicamente una eficacia meramente transitoria, porque eventualmente sus
efectos pueden modificarse en un proceso ordinario posterior; por supuesto que con las limitaciones
establecidas en el art. 490 del CPC.

La cosa juzgada material en cambio, además de la inimpugnabilidad de la resolución, se agrega la


inmutabilidad del fallo. Es decir, la revisión es casi absoluta y sólo en el excepcionalísimo caso de la
revisión extraordinaria de sentencia, cuyos presupuestos y exigencias son muy difíciles de llenar, podría
revertirla; dentro de este ámbito se encuentran los procesos de cognición o de conocimiento, como es,
un proceso ordinario, porque suponen la improcedencia de todo recurso que lleva implícita la
imposibilidad de modificar la decisión. La cosa juzgada material otorga al contenido del fallo, las
características de inmutabilidad así como ejecutabilidad y coercibilidad, con efectos hacia el pasado y
al futuro, por ende, las partes están obligadas a acatar la decisión judicial sobre el caso dirimido.

Cuando el fallo adquiere la calidad de cosa juzgada formal y material, no procede en su contra ningún
proceso ordinario ni extraordinario de impugnación, ni otra instancia procesal, y se abre la última fase
del proceso como es la de ejecución, que implica el cumplimiento coercitivo de lo determinado en ella;
y se lo hará ante la autoridad que dictó la resolución en primer grado, dentro del mismo expediente,
guardando una unidad y continuidad procesal.

Con relación a ello, las normas previstas por el art. 514 del CPC, disponen lo siguiente: ´Las sentencias
pasadas en autoridad de cosa juzgada se ejecutarán, sin alterar ni modificar su contenido, por los
jueces de primera instancia que hubieren conocido el proceso`. Previsión concordante con los arts.
1318.II inc. 3) y 1319 del Código Civil (CC).

No obstante lo afirmado, es necesario aclarar que no es posible sostener que un fallo o resolución
alcanza la calidad de cosa juzgada, si se la emitió vulnerando derechos fundamentales o garantías
constitucionales; caso en el cual, se verifica únicamente una “cosa juzgada aparente”.

Entonces, es posible afirmar que una resolución adquiere la calidad de cosa juzgada una vez
producida su ejecutoria, la que se suscitará sólo cuando se hubiere tramitado previamente un
proceso, en virtud a los hechos alegados, negados y probados por las partes en el mismo,
cumpliendo los requisitos de formación esenciales, siendo tales aspectos determinantes para que
surta efectos frente a las partes procesales y a terceros; requisitos entre los que se encuentra, el
resguardo del debido proceso y el derecho a la defensa, así como de todos los demás derechos y
garantías fundamentales; un razonamiento contrario, impediría que pueda operar su carácter de
inmutabilidad o inimpugnabilidad, y por ende, no sería posible consumar una resolución
jurisdiccional que genere lesiones que en muchos casos podrían ser irreparables y/o irremediables;
fin para el cual, el legislador previó mecanismos jurisdiccionales ordinarios y extraordinarios de
impugnación, en resguardo al principio de verdad material que irradia a la función de impartir
justicia, ya sea ordinaria, administrativa, o constitucional. Aspectos que no pueden ser soslayados
bajo el argumento de una supuesta cosa juzgada formal o material, porque la justicia no puede
sustentarse en ningún caso, en hechos que lesionan derechos y garantías; caso en el que nos
encontraríamos ante una 'calidad de cosa juzgada aparente', por carecer de requisitos de formación
relacionados al respeto de derechos fundamentales. Situación que definitivamente, abre la tutela
brindada por la jurisdicción constitucional.

III.3. Análisis del caso concreto

De acuerdo a los argumentos expresados por el accionante, los ahora demandados lesionaron sus
derechos al debido proceso, a la defensa, a la tutela judicial efectiva y a la propiedad privada, toda
vez que el Juez de la causa rechazó el incidente de nulidad de obrados formulado por su parte
dentro de la demanda de nulidad de la Escritura Pública de 29 de marzo de 2007, instaurada por
Jorge Mariano Zambrana Pareja y Nicole Michaeli de Zambrana contra Víctor Peña Zúñiga y Víctor
Hugo Fernández Soto, último éste a quien le compró un terreno de 33 has, con el argumento de que
al haber concluido el proceso, había perdido competencia; decisión que fue objeto de apelación,
ameritando que la Sala Civil Tercera del Tribunal Departamental de Justicia de Santa Cruz, confirmara
el fallo confutado, argumentando que, en primer lugar, el apelante no había sido parte del proceso, y
que, en segundo lugar, el Tribunal de alzada no podía revisar y menos modificar una decisión que
había alcanzado la calidad de cosa juzgada, al haber transitado la causa por tres etapas procesales.

En tal sentido, el accionante considera que ambas Resoluciones resultan lesivas a sus derechos y
garantías constitucionales, toda vez que no tomaron en cuenta que, conforme dispone la amplia
jurisprudencia, ninguna decisión que hubiera sido emitida en vulneración de derechos y garantías
constitucionales puede alcanzar la calidad de cosa juzgada inalterable y que, en el presente caso, al
haberse tramitado una demandada en su desconocimiento, se lesionaron los derechos que reclama,
habida cuenta que el indicado proceso concluyó con la nulidad del registro de su derecho
propietario, sin habérsele otorgado la oportunidad de defender sus intereses.

De estos argumentos, se establece que la problemática central está circunscrita a la falta de


tramitación del incidente de nulidad de obrados planteado por el ahora accionante en ejecución de
la Sentencia emitida dentro del proceso ordinario de nulidad de escritura pública planteada por Jorge
Mariano Zambrana Pareja y Nicole Michaeli de Zambrana contra Víctor Peña Zúñiga y Víctor Hugo
Fernández Soto; litigio dentro del cual no formó parte, pese a contar con derecho propietario sobre
una porción de terreno cedida en su favor por el último en calidad de compra venta, debidamente
registrado en Derecho Reales con anterioridad al inicio del proceso.

Ahora bien, a efectos de ingresar al análisis del caso objeto de la presente demanda de acción de
amparo constitucional, conviene recordar que, conforme a lo señalado en el Fundamento Jurídico
III.1, el debido proceso, en su triple dimensión, se configura a la vez como derecho, principio y
garantía constitucional, habida cuenta que su múltiple finalidad se halla destinada a materializar los
valores jurídicos plasmados en el texto constitucional en las sentencias o resoluciones judiciales o
administrativas, a través de la correcta aplicación del ordenamiento jurídico y la participación activa
de los sujetos procesales cuyos derechos se hallan en conflicto, lo cual materializa el ejercicio del
derecho a la igualdad entre partes, siendo que a dicho efecto es preciso que el juzgador garantice el
derecho a la defensa de los sujetos procesales así como de aquellas terceras personas que tuvieran
algún interés en la controversia o cuyos derechos pudieran verse afectados por el resultado de la
disputa judicial.

En armonía con dicho entendimiento y conforme a lo señalado en el Fundamento Jurídico III.2 del
presente fallo constitucional, cuando una decisión ha sido asumida en vulneración de derechos y
garantías constitucionales, no podrá alcanzar calidad de cosa juzgada inalterable e inmodificable,
toda vez que una decisión que no cumple los requisitos de formación respecto a los derechos
fundamentales, solamente reviste calidad de cosa juzgada aparente y por ende es susceptible de
nulidad; esto, en razón a que, conforme a los razonamientos jurisprudenciales expuestos en el
Fundamento Jurídico III.2, la cosa juzgada tiene una faceta formal y una material, refiriéndose la
primera a la imposibilidad de reabrir el debate en el proceso del cual emerge la decisión, habida
cuenta que el pronunciamiento quedó firme, sea por consentimiento de las partes o por el
agotamiento de las vías recursivas, lo que no implica que la cuestión no pueda reabrirse mediante
otro tipo de proceso; lo que sucede por ejemplo en los procesos ejecutivos cuyos efectos pueden
modificarse en proceso ordinario posterior; en cuanto a la faceta material de la cosa juzgada, esta
otorga al fallo las características de inimpugnabilidad, inmutabilidad, ejecutabilidad y coercibilidad, lo
que obliga a las partes a acatar la decisión asumida, haciendo en consecuencia de la revisión
extraordinaria de sentencia una situación excepcionalísima que exige presupuestos muy difíciles de
demostrar. Entonces, cuando una decisión alcanza la calidad de cosa juzgada formal y material a la
vez, no procede contra ella ningún proceso ordinario ni extraordinario de impugnación, abriéndose la
etapa de ejecución; sin embargo, cuando una decisión es pronunciada en lesión de derechos
fundamentales o garantías constitucionales, se establecerá únicamente la existencia de cosa
juzgada aparente.

En el caso objeto de análisis, la parte accionante manifiesta que habiendo tenido conocimiento de la
existencia de un proceso concluido con Sentencia, que vulneraba su derecho a la propiedad sobre
una extensión de 33 has de terreno adquiridas de uno de los demandados en el proceso ordinario, al
disponerse la nulidad de la escritura mediante la cual su vendedor adquirió el derecho propietario de
un predio que posteriormente le fue transferido en parte, se determinó también la nulidad de las
transferencias y inscripciones de los derechos propietarios a los cuales dicho documento público dio
origen, planteó incidente de nulidad de obrados, mismo que fue rechazado por la autoridad
jurisdiccional con el argumento de que al haber finalizado el proceso había perdido competencia
para tramitar el recurso; en tales circunstancias, en resguardo de sus intereses y derechos acudió en
impugnación ante el Tribunal de alzada, denunciando que la decisión del inferior había lesionado su
derecho propietario al haber sido emitida dentro de un proceso dentro del cual no tuvo participación
alguna al no haber sido citado como propietario de una porción del predio objeto de demanda,
impidiéndosele ejercer su derecho a la defensa en resguardo de su derecho propietario y que el
inferior, se abstuvo de resolver su cuestionamiento bajo el argumento de haber perdido
competencia, no obstante ponerse en su conocimiento que, al haberse sustanciado un proceso y
emitido el fallo de instancia en lesión a sus derechos y garantías, la decisión asumida no podía
alcanzar calidad de cosa juzgada; sin embargo, los miembros del Tribunal de apelación, confirmaron
el fallo impugnado, alegando inicialmente que el recurrente no formó parte del proceso ordinario y
que además de ello, al haber concluido el trámite judicial en sus tres etapas procesales había
alcanzado calidad de cosa juzgada que no podía ser revertida por dicha instancia.

En este contexto, esta jurisdicción, a efectos de determinar si las denuncias expuestas mediante la
presente acción tutelar son evidentemente lesivas a los derechos que a través de ella se reclaman,
habrá de analizar el recurso de apelación formulado por el ahora accionante contra la decisión que
resolvió rechazar el incidente de nulidad; esto, por cuanto al decisión emitida por el Tribunal de
alzada, en caso de advertir errores en el accionar de la autoridad inferior cuyo fallo fue objeto de
impugnación, debió corregir los mismos en resguardo de los derechos y garantías constitucionales
del apelante.

En el marco de dicho razonamiento, de la atenta revisión del recurso de apelación formulado por
Ricardo Ayala Artero en impugnación del Auto de 2 de junio de 2016 (fs. 93 a 94), dentro de la
demanda seguida por Mariano Zambrana y Nicole Michaelis de Zambrana contra Víctor Hugo
Fernández y otro, por el que el Juez Público en Materia Civil y Comercial Doceavo del departamento
de Santa Cruz rechazó el incidente de nulidad de obrados planteado por su parte, estableció como
puntos de agravio que: a) El Juez de la causa, al negar su competencia para la tramitación del
indicado incidente, incurrió en denegación de justicia e incumplimiento de deberes al desconocer no
solamente el orden legal menor, sino además el art. 203 constitucional y art. 15.II del Código Procesal
Constitucional (CPCo) y los precedentes constitucionales jurisprudenciales, respecto a la fuerza
vinculante y carácter obligatorio de las sentencias emitidas por el Tribunal Constitucional
Plurinacional; b) El supuesto incumplimiento del principio de especificidad de la nulidad previsto en
el art. 105 del CPC alegado por el juzgador, omite que la indicada norma en su parágrafo II deja de
lado tal principio para dar paso al principio de trascendencia, determinando que el acto procesal
podrá invalidarse cuando carezca de los requisitos formales para la obtención de su fin; c) El
incidente de nulidad se fundó principalmente en el efecto vinculante de las SSCC 1551/2006 de 6 de
febrero y 1064/2013-L de 29 de agosto –entre otras–, mismas que de haber conocido el juzgador, le
hubieran permitido advertir la posibilidad de plantear una nulidad de obrados en ejecución de
sentencia, por cuanto dicha línea jurisprudencial, determina la factibilidad de la vía recursiva
incidental cuando se han violado derechos y garantías constitucionales, como ocurrió en su caso en
el que no se le permitió participar del proceso pese a ser titular subjetivo material de una superficie
de 33 has adquiridas el 25 de abril de 2008, desprendidas del predio “Lomas del Urubó” e inscritas en
registros de DD.RR. bajo matrícula 7011990077732 de 19 de mayo del indicado año, amparado en los
elementos de publicidad y oponibilidad descritos en el art. 1538 del CPC, y la garantía de la
propiedad privada establecida en el art. 56.II de la CPE; d) El derecho propietario que le asiste, cuenta
con todos los atributos conferidos por el art. 110 del CC, que le permiten no solo el uso, goce,
disfrute y disposición del bien, sino que además se extiende al derecho a la defensa de su propiedad
por cualquier medio; e) Al no haber intervenido en el proceso en defensa de su derecho de
propiedad, el proceso deviene en nulo al haberse afectado su derecho propietario, conforme a lo
establecido por la SC 0163/2003, que determinó que toda persona tiene el derecho inviolable a
intervenir en los procesos y decisiones en los que se puedan afectar sus derechos e intereses
legítimos; f) La autoridad jurisdiccional no puede manifestar haber perdido competencia para revisar
actuaciones procesales, máxime si, de acuerdo a lo instituido por la jurisprudencia constitucional, no
existe cosa juzgada cuando se han lesionado derechos y garantías constitucionales y cuando en la
tramitación el proceso se violaron formas esenciales de los mismos, provocando negación del
derecho a la seguridad jurídica, a la defensa y a la garantía del debido proceso; y, g) Al no existir
calidad de cosa juzgada al haberse incurrido el vulneración de derechos constitucionales, el Juez de
la causa es suficientemente competente para conocer y resolver el incidente de nulidad de obrados
en ejecución de sentencia, sin poder eludir el cumplimiento de su obligación de administrar justicia
con grave afectación a su derecho a la propiedad privada; por lo que, ante el escaso razonamiento
del fallo emitido por el inferior, formuló recurso de apelación solicitando se revoque la decisión
confutada y se anulen obrados.

En resolución de tales pretensiones, la Sala Civil Tercera del Tribunal Departamental de Justicia de
Santa Cruz, pronunció el Auto de Vista de 23 de febrero de 2017, resolviendo las apelaciones
formuladas por Ruth Isabel Soliz Maldonado y Ricardo Luis Ayala Artero; señalando específicamente
respecto al segundo que: 1) El incidentista no es parte del proceso, debiendo reclamar por la vía
respectiva a su vendedor que se halla obligado a la evicción de la cosa vendida; 2) El proceso transitó
por las tres etapas procesales, lo que implica que alcanzó autoridad de cosa juzgada que impide sea
revisado o modificado por el Tribunal de apelaciones vía incidente de nulidad; 3) No existe lesión al
derecho a la defensa de los incidentistas, quienes podrán hacer valer sus derechos por otras vías
legales y no el incidente de nulidad; y, 4) En la tramitación del proceso se cumplieron los principios
de publicidad, verdad material e igualdad de partes, establecidos en el art. 180.I de la CPE, así como
los principios de dirección, publicidad, transparencia, igualdad procesal y verdad material, previstos
en el art.1 del CPC, siendo además que el recurso carece de fundamentación de agravios.

De la compulsa inicial de los documentos sintetizados previamente, se tiene que la decisión asumida
por el Tribunal de alzada, cuyos miembros son sujeto de la presente demanda tutelar, no
respondieron de manera concreta y mínimamente fundada en derecho a los agravios denunciados
por el entonces apelante, limitándose el fallo emitido por los Vocales de la Sala Civil Tercera del
Tribunal Departamental de Justicia de Santa Cruz, a establecer en lo más relevante que el recurrente
no formó parte del proceso y que lo decidido alcanzó calidad de cosa juzgada.

Ahora bien, en aplicación de los razonamientos expuestos en el Fundamento Jurídico III.1 del
presente fallo, toda decisión –judicial o administrativa– debe contener una estructura argumentativa
mínima que, respondiendo a los hechos demandados, exprese razonamientos claros y concretos que
permitan a los sujetos procesales conocer los motivos que guiaron al juzgador a la adopción de una
determinada postura y decisión; a dicho efecto, quien emite un pronunciamiento debe efectuar una
labor de construcción de la resolución, que debe partir de la relación de los hechos, la cita de las
normas en las que habrá de apoyar su decisión y la subsunción del hecho al derecho, no pudiendo
de ninguna forma excederse en su pronunciamiento respecto a hechos que no fueron parte de lo
demandado y debatido, así como tampoco le está permitido omitir pronunciarse respecto a todos los
extremos expuestos por quien demanda justicia; lo contrario implicaría una lesión al debido proceso
en su vertiente del derecho a una resolución debidamente fundamentada, motivada y congruente;
cualidades intrínsecas de las decisiones judiciales que hacen parte del debido proceso y que
garantizan que la argumentación postulada por el juzgador, se halla enmarcada dentro de los
principios de razonabilidad, objetividad, imparcialidad y pertinencia, toda vez que, se tendrá la
certeza de que el juzgador, profirió una decisión en base a los hechos denunciados, el derecho
aplicable y en el contexto en el que se planteó el problema.

En el caso que nos ocupa, se tiene por evidente que los Vocales demandados, no cumplieron con su
deber de fundamentar, motivar y responder puntualmente a los agravios denunciados, lo que
deviene en omisión del principio de congruencia; así, el Tribunal de alzada, no expresó criterio alguno
respecto al alegado incumplimiento de deberes del juzgador en la aplicación de jurisprudencia
vinculante referida a la viabilidad de interposición del incidente de nulidad en ejecución de sentencia
cuando se evidencia la lesión de derechos y garantías constitucionales; tampoco se manifestaron con
referencia al principio de trascendencia que alcanzaría mayor relevancia respecto al principio de
especificidad descritos en el art. 105 del CPC; en el mismo sentido, los Vocales ahora demandados,
no se pronunciaron sobre el hecho de que el recurso de nulidad pretendido por el ahora accionante,
se sustentó en jurisprudencia constitucional específica que, al ser desconocida por el Juez de la causa,
impidió que éste aplicara aquellos entendimientos a efectos de analizar y resolver el incidente
planteado aún en ejecución de sentencia, por cuanto resultaba evidente de los argumentos descritos
por el incidentista que el proceso de nulidad de escritura pública, había sido tramitado en
vulneración de sus derechos a la defensa y a la propiedad al no habérselo citado a participar en dicho
conflicto, no obstante ser titular de derechos sobre una superficie de 33 ha desprendidas del predio
“Lomas del Urubó” e inscritas en registros de DD.RR. bajo matrícula 7011990077732 de 19 de mayo
de indicado año; asimismo, los demandados omitieron expresarse respecto al derecho a la defensa
que reclamó el incidentista sobre su derecho propietario que se extiende más allá de los atributos
conferidos por el art. 110 del CC, que le permiten el uso, goce, disfrute y disposición del bien; en el
mismo sentido y conforme se advierte del fallo confutado, no existe pronunciamiento alguno
respecto a la nulidad del proceso que, según el incidentista, se sustanció sin su participación, así
como tampoco se observa argumento alguno que refiera específicamente a la existencia o
inexistencia de competencia del juez para revisar actuaciones procesales cuando se denuncia la
lesión de derechos y garantías constitucionales en ejecución de sentencia, lo que impide su tránsito a
la cosa juzgada al haberse violado formas esenciales del proceso que derivó en la negación del
derecho a la seguridad jurídica, a la defensa y a la garantía del debido proceso.

De lo expuesto entonces, se arriba a la conclusión de que la decisión emitida por los Vocales de la
Sala Civil Tercera del Tribunal Departamental de Justicia, incurrió en deficiencia argumentativa y
motivacional, que al no haber dado respuesta a todos los cuestionamientos formulados por el
apelante, lesionó el debido proceso en sus elementos de fundamentación, motivación y congruencia,
haciendo en consecuencia viable la tutela impetrada respecto a este derecho, garantía y principio
procesal.

Por otra parte, de antecedentes procesales se tiene que el accionante denuncia también la lesión de
sus derechos a la defensa y a la tutela judicial efectiva, libertades que han sido definidas en el
Fundamento Jurídico III.1; así, el derecho a la defensa se configura como la facultad de toda persona
de conocer y participar en el desarrollo de todo proceso del que pudieran emerger decisiones que
resulten adversas a sus intereses a efectos de impugnar o contradecir las pruebas y providencias que
emerjan de la tramitación de la causa; es decir la posibilidad real y cierta de acudir ante los órganos
jurisdiccionales en demanda de justicia mediante el ejercicio de una facultad que la propia
constitución le otorga para que todos los actos jurisdiccionales sean razonables y se hallen
encaminados a una cabal defensa de sí mismo o de sus derechos durante el juicio, pudiendo en caso
de no concordar con lo decidido por la autoridad competente, activar los recursos correspondientes
con el fin de obtener que la decisión o el acto lesivo se revoque o modifique; esto en consideración a
que, de acuerdo a la naturaleza jurídica de este derecho, establecida en el art. 119.I de la CPE, su
campo de acción comprende el derecho a ser escuchado en el proceso; a presentar prueba; a hacer
uso de los recursos; y, a la observancia de los requisitos de cada instancia procesal.

Por su parte, el derecho de acceso a la justicia o tutela judicial efectiva, a la luz del principio pro
actione, se constituye en la facultad de toda persona de acudir ante un juez o tribunal competente e
imparcial, para hacer valer sus derechos o pretensiones, haciendo uso de todos los recursos y medios
previstos en el ordenamiento jurídico para el resguardo de sus derechos e intereses legítimos, por
cuanto el acceso a la justicia se traduce en la observancia de las disposiciones legales por parte de los
juzgadores a efectos de que las partes procesales conozcan a detalle el adelantamiento del litigio,
para que de ser preciso, puedan defenderse ante cualquier tipo de acto emanado del Estado que
afecte sus derechos; de donde se infiere que el derecho a la tutela judicial efectiva tiene como
finalidad que toda persona pueda ser oída y juzgada previamente en un debido proceso que le
permita acceder a un pronunciamiento judicial oportuno que ponga fin a un conflicto entre partes o
tutele sus intereses o derechos, lo que a su vez implica el uso efectivo de los recursos legales
previstos por el ordenamiento jurídico, y, finalmente, al cumplimiento y ejecución de lo resuelto en
juicio.

En cuanto al último elemento del derecho a la tutela judicial efectiva; es decir al cumplimiento y
ejecución de lo resuelto en el juicio, debe comprenderse que la materialización de este componente,
se halla a su vez sujeto a una limitación que se presenta en aquellos casos en los que lo decidido y
resuelto en contienda judicial, afecta derechos de terceros que no formaron parte del proceso y por
ende se vieron impedidos de ejercer la defensa de los mismos; situaciones en las cuales, conforme a
lo establecido por la jurisprudencia constitucional señalada en el Fundamento Jurídico III.2 de la
presente Sentencia Constitucional Plurinacional, se hace posible la interposición del recurso de
nulidad aún en ejecución de sentencia, por cuanto se comprende que bajo ninguna circunstancia una
decisión emitida en vulneración de derechos y garantías constitucionales puede hacer tránsito y
alcanzar la calidad de cosa juzgada.

En el caso que nos ocupa, se tiene evidenciado del legajo procesal que Jorge Mariano Zambrana
Pareja y Nicole Michaeli de Zambrana, formularon demanda de nulidad de la Escritura Pública de 29
de marzo de 2007, contra Víctor Peña Zúñiga y Víctor Hugo Fernández Soto, último éste de quien el
ahora accionante adquirió mediante transferencia de compra venta una porción de terreno con una
superficie de 33 has; proceso que concluyó con la emisión de la Sentencia de 3 de diciembre de
2013, que declaró improbada la demanda y probada la excepción de cosa juzgada; decisión que
habiendo sido objeto de apelación, mereció Auto de Vista 01/2015 de 6 de enero, por el que, la Sala
Civil Quinta del Tribunal Departamental de Justicia de Santa Cruz, revocó el fallo confutado y
deliberando en el fondo, declaró probada la demanda y consecuentemente, la nulidad de la Escritura
Pública de 29 de marzo de 2007 y los respectivos registros propietarios; determinación que habiendo
sido objeto de recurso de casación por parte de Víctor Hugo Fernández Soto, ameritó Auto Supremo
1051/2015 de 16 de noviembre, proferido por la Sala Civil Segunda del Tribunal Supremo de Justicia,
que lo declaró infundado y confirmó el fallo recurrido.

El ahora accionante, advertido de la existencia de un fallo judicial que determinó la nulidad de la


Escritura Pública de 29 de marzo de 2007 y los respectivos registros propietarios que de ella
derivaron, entre los cuales se encontraba la matrícula computarizada 7011990077732, asiento A-1, de
25 de abril de 2008, bajo la cual registró su derecho propietario sobre el bien adquirido
onerosamente, promovió incidente de nulidad de obrados alegando no haber sido parte de la
demanda ordinaria, lo que configuraba una flagrante lesión a sus derechos y garantías
constitucionales; sin embargo, el Juez Público Civil y Comercial Doceavo del departamento de Santa
Cruz, mediante Auto de 2 de junio del señalado año, rechazó el incidente, motivando la interposición
de recurso de apelación que, habiendo radicado en la Sala Civil Tercera del Tribunal Departamental
de Justicia del mismo departamento, mereció Auto de Vista de 23 de febrero de 2017, por el que se
confirmó totalmente el fallo objeto de impugnación, en mérito a los argumentos que fueron
sintetizados y analizados previamente.

En este contexto, se tiene que los Vocales demandados, al momento de resolver el recurso de
apelación formulado por el ahora accionante contra el Auto de 2 de junio de 2016, por el que el
inferior rechazó el incidente de nulidad, señalaron que el proceso había transitado por las tres etapas
procesales y que como consecuencia había alcanzado calidad de cosa juzgada, sin considerar que, al
denunciarse la vulneración de derechos y garantías constitucionales durante la tramitación del
proceso, se encontraban compelidos, como Tribunal jerárquicamente superior a verificar si las
denuncias proferidas por el entonces apelante resultaban evidentes o no, asumiendo como punto de
partida de su razonamiento, la jurisprudencia constitucional referida a la cosa juzgada aparente que
instituye que toda resolución emitida en vulneración de derechos u garantías constitucionales, no
puede de ninguna manera hacer tránsito a la cosa juzgada; por lo que, en resguardo del derecho de
acceso a la justicia o tutela judicial efectiva, debieron ingresar al análisis de fondo de lo reclamado y
resolver conforme a derecho, disponiendo de así corresponder la nulidad de obrados pretendida por
el peticionante.

No obstante, los miembros del Tribunal de apelación, en total desconocimiento de la indicada


jurisprudencia constitucional, y en apartamiento del principio pro actione, denegaron la tramitación
del incidente planteado, impidiendo al incidentista ejercer su derecho a la defensa en resguardo de
sus intereses legalmente constituidos y debidamente registrados en oficinas de Derechos Reales,
incurriendo en lesión al debido proceso en sus elementos de tutela judicial efectiva y del derecho a la
defensa; por cuanto este último no se reduce al asesoramiento técnico judicial ni a la defensa en
juicio a través de la activación de medios de impugnación, sino que también se irradia a la
impugnación de actuaciones judiciales que han sido adelantadas en desconocimiento del titular de
derechos que se afectan por lo resuelto en el trámite judicial; situación que se presenta en el caso
objeto de análisis, en el que, se le denegó la tramitación de un incidente de nulidad de obrados
dentro de un proceso sustanciado y culminado con una decisión que resultó gravemente lesiva a sus
derechos, con el argumento de que no había formado parte del proceso, condicionando su facultad
de ejercer la defensa de sus intereses a la participación en el litigio, cuando, es precisamente la falta
de citación con la demanda y el desconocimiento de los demás actuados procesales, los que dieron
lugar a la lesión de sus derechos y garantías constitucionales.

De ahí entonces que la limitación impuesta del Tribunal de alzada de que el ahora accionante debió
ser parte del proceso para poder activar cualquier mecanismo de impugnación, deviene en
contradictorio e ilegal, por ser precisamente esta falta de participación en la tramitación de la causa
la que le generó indefensión y por ende la afectación injusta de su derecho propietario sobre las 33
has adquiridas de Víctor Hugo Fernández Soto, quien fuera demandado en el proceso ordinario en el
que se dispuso la nulidad de la Escritura Pública de 29 de marzo de 2007, por la que su eventual
vendedor adquirió de Víctor Peña Zuñiga a título de compra venta, una extensión de terreno de 103
has en las “Lomas del Urubó”.

Conforme se tiene explicado, los Vocales ahora demandados, al no haberse pronunciado respecto a
los agravios denunciados por el accionante referidos a la competencia del inferior para la tramitación
del incidente de nulidad de obrados al haberse emitido sentencia dentro de un proceso del cual no
formó parte el accionante, vulnerándose sus derechos y garantías constitucionales, no solamente
inobservó la jurisprudencia constitucional referida a la cosa juzgada aparente, sino que además de
ello, al no corregir los errores del juez de la causa con el argumento de que la decisión del aquel
había alcanzado calidad de cosa juzgada, sin tomar en cuenta la existencia de lesión a los derechos
del ahora accionante a la defensa, al debido proceso y a la propiedad, vulneró también el derecho de
acceso a la justicia o tutela judicial efectiva en su elemento de activación de medios de impugnación
idóneos para la defensa y resguardo de los derechos y garantías constitucionales; en este caso, del
incidente de nulidad de obrados, que conforme se tiene establecido jurisprudencialmente, es
activable aún en ejecución de sentencia por mandato del art. 203 constitucional; razón por la que
habrá de concederse la tutela impetrada.

Finalmente, del rechazó del incidente de nulidad de obrados en ejecución de sentencia, confirmado
por el Tribunal de alzada, resulta como lógica consecuencia que lo dispuesto por el Juez de la causa,
respecto a la nulidad de la Escritura Pública de 29 de marzo de 2007 y los respectivos registros
propietarios que de ella derivaron, el derecho a la propiedad del ahora accionante, fue también
eliminado de los registros de Derechos Reales; es decir que, sin que medie juicio alguno en el que el
propietario pudiera ejercer el derecho a la defensa, su propiedad le fue arbitrariamente arrebatada
por una decisión judicial emitida dentro de un proceso en el que no tuvo participación alguna,
resultando en consecuencia, evidente la lesión alegada y por ende viable la tutela constitucional
solicitada.

En consecuencia, el Juez de garantías, al haber concedido la tutela impetrada, ha evaluado en forma


correcta los datos del proceso y las normas aplicables al mismo.

POR TANTO

El Tribunal Constitucional Plurinacional, en su Sala Cuarta Especializada; en virtud de la autoridad que


le confiere la Constitución Política del Estado y el art. 12.7 de la Ley del Tribunal Constitucional
Plurinacional, resuelve: CONFIRMAR la Resolución 06/17 de 4 de octubre de 2017, cursante de fs.
2232 a 2237 vta., dictada por el Juez Público Civil y Comercial Décimo Tercero del departamento de
Santa Cruz; y en consecuencia, CONCEDER la tutela solicitada, en los mismos términos que el Juez de
garantías, debiendo la Sala Civil Tercera del Tribunal Departamental de Justicia de Santa Cruz, emitir
nuevo pronunciamiento en base a los fundamentos esgrimidos en la presente Sentencia
Constitucional Plurinacional; decisión que en sus efectos habrá de subsumir al Auto de 2 de junio de
2016, proferido por el Juez Público Civil y Comercial Décimo Segundo del mismo departamento.

Regístrese, notifíquese y publíquese en la Gaceta Constitucional Plurinacional.

Gonzalo Miguel Hurtado Zamorano René Yván Espada Navía

MAGISTRADO MAGISTRADO

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