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En honor de nuestra Madre y Patrona, Reina de

Cuba, Madre de la Caridad

He visto la aflicción de mi pueblo.


1. Hermanos cubanos:
Como creyentes en Dios, sacerdotes, consagrados, laicos, como hombres y mujeres de buena voluntad,
como cubanos que amamos a nuestra patria y que soñamos un futuro luminoso para ella, enviamos este
mensaje, nacido del amor.
Convencidos de que, como nos enseñó el Padre Félix Varela, «no hay Patria sin virtud, ni virtud con
impiedad» y que el bien y la paz solo son posibles en la conjugación de la justicia, la misericordia y la verdad.
Deseando, como José Martí, una República donde se rinda culto a la dignidad plena de todo hombre y
mujer, independientemente de sus pensamientos, de sus posturas e incluso de sus pecados personales.
Siendo coherentes con nuestra conciencia, que no nos permite permanecer callados de frente a la
construcción del presente y del futuro de nuestra nación; porque no queremos ser «personas que se lavan las
manos como el gobernador romano y dejan correr el agua de la historia sin comprometerse1».
En comunión con el magisterio de los Obispos Católicos de Cuba que, en el número 13 de su reciente
mensaje navideño, nos invitan a «que no tengamos que esperar a que nos den desde arriba lo que debemos y
podemos construir nosotros mismos desde abajo».
Bajo la inspiración del esclarecedor mensaje de San Juan Pablo II, que hace veintitrés años nos urgió a
«ser protagonistas de nuestra propia historia personal y nacional2».

Queremos dar voz a nuestros pensamientos y sentimientos: alegrías y tristezas, frustraciones e


ilusiones… sabiendo que no son sólo nuestros sino de una gran parte de nuestro pueblo cubano en cada
una de las orillas donde palpita el corazón de Cuba, porque somos una única nación en la isla y en la
diáspora. “El cubano sufre, vive y espera aquí y también sufre, vive y espera allá afuera." 3

2. “He escuchado el lamento de mi pueblo” . 4

La Palabra de Dios es luz para lo que vive nuestra patria hoy.

En el libro del Éxodo, la Biblia nos relata la historia de Moisés, el hombre al cual Dios se
manifiesta con la intención de liberar a su pueblo de la esclavitud de Egipto, y al cual le dice: «He visto
la aflicción de mi pueblo (…) He oído el clamor que le arrancan sus opresores y conozco sus angustias.
Voy a bajar para librarlo (…) Ponte en camino que yo te envío5».

Dios ve, escucha y siente con su corazón de Padre lo que vive su pueblo, no le pasan desapercibidos sus
tristezas, sus angustias y su clamor. Pero Dios no se detiene en una constatación estéril, sino que expresa su
compasión como compromiso.

1
Sin embargo, la liberación no es obra solo de Dios, o de Moisés; es obra también de un pueblo que se
une en torno a la fe y al ansia de libertad. El pueblo tiene que co-implicarse, ponerse en camino, y aprender a
vivir en libertad a través de un inmenso desierto que le supone numerosas renuncias, la tentación de preferir
ciertas comodidades a la libertad, pensar que el esfuerzo ha sido inútil y de que nunca alcanzarán el futuro que
tanto ansían.

Estamos persuadidos de que este texto habla al corazón de nuestra realidad presente. Dios lo conoce todo, nada
escapa de su mano. El presente y el futuro de Cuba también están en sus manos. Pero Dios trabaja con nosotros,
y nos pide, como a Moisés, actuar nuestra parte de responsabilidad y libertad. Decía San Agustín: “El Dios que te
creó sin ti, no te salvará sin ti”.

3. “He visto…, he oído…, conozco… ” 6

Soñar a Cuba y continuar construyendo nuestra sociedad es posible, solamente, si partimos de su


realidad. La contemplamos con inmenso amor, como lo hace un hijo con su madre; y también con mirada
crítica, como lo hace un hijo adulto que ha renunciado a permanecer como un eterno inmaduro. Ponemos aquí
nuestra visión sintética, pues los fenómenos sociales son siempre complejos.

 La sociedad cubana es diversa y heterogénea.


No existe ya aquella pretendida y a la vez artificial uniformidad social. En Cuba coexisten diversos
estratos sociales y económicos. La presencia de clases sociales y el progresivo ahondamiento de sus diferencias
es una realidad palpable y especialmente dolorosa cuando los más pobres sufren los embates de medidas
económicas que los dejan desamparados.

Cuba también es diversa desde el punto de vista político e ideológico. Hay un sector afín a la
ideología oficial que sustenta el Estado, y también hay numerosos sectores en la sociedad civil con otras
orientaciones ideológicas que, aunque no son reconocidas oficialmente, están presentes, algunas de ellas con
organización, y ejercen un influjo real en la sociedad.

El acceso a internet y a las redes sociales, aunque limitado y monitoreado, ha roto la barrera estatal
que contenía e incluso impedía el flujo de información y la capacidad del ciudadano común para generarla.
Precisamente este creciente fenómeno de comunicación social manifiesta que existe una diferencia entre la
opinión pública y la opinión oficialmente publicada. Hay una realidad que no se publica, negándola en nombre
de la ideología.

 Estamos viviendo el colapso de un modelo económico,


político y social.

2
Aunque previsible por fundamentarse en una filosofía que ignora la verdad sobre lo que da
sentido pleno al ser humano, el sistema económico, político y social que define los destinos de Cuba
desde 1959, ha sido incapaz de evolucionar. Han sido muchas las propuestas para reactivarlo, una
especie de cadena interminable de promesas incumplidas de “ahora sí”. A este propósito ya los obispos
cubanos alertaban en la carta pastoral “El amor todo lo espera” del año 1993: «Más que medidas
coyunturales de emergencia, se hace imprescindible un proyecto económico de contornos definidos, capaz
de inspirar y movilizar las energías de todo el pueblo.”

La continua promesa incumplida ha llevado a un cansancio y a un escepticismo que cae como una
densa nube sobre el cubano de a pie. Éste, a menudo, siente que se hunde en el desaliento por vivir en un país
cuyo futuro feliz se aleja, como el horizonte, con cada paso.

Asistimos en este momento a medidas extremas. Las tiendas en MLC y el llamado ordenamiento
económico amargan aún más la cotidianidad de este pueblo. Su trabajo no le permite el acceso a comprar
dignamente lo que necesita. Vive acosado por un grave desabastecimiento, por precios prácticamente
inalcanzables, y por tener que pagar en una moneda extranjera que con su esfuerzo no puede ganar. Esta
situación lacera el valor del trabajo y con él, la mismísima dignidad humana. Depender de lo que otros manden
del fruto de su trabajo, nos coloca inevitablemente en una situación de mendicidad.

No se puede desligar lo económico de lo político. Como ya lo advertía “El amor todo lo espera” en
su número 46, Cuba necesita cambios políticos. Con esta intuición de los obispos cubanos, hoy son muchos los
que se comprometen por un cambio pacífico y, lamentablemente, reciben la represión por respuesta. Empeñarse
en superar la precariedad y llevar a Cuba a un futuro digno, tiene que pasar por el reconocimiento de la realidad
y por la escucha de aquellos que con buena voluntad ofrecen alternativas. La política necesita escuchar a la
realidad y partir de ella, de lo contrario se convierte en ideología. Es un absurdo con terribles consecuencias
sacrificar la realidad en el altar de una ideología.

 La generalización de la corrupción.
La doble moral y la mentira se han convertido en elementos cada vez más habituales de nuestra
cotidianidad. La falta de libertad de pensamiento y la censura estimulan la incoherencia entre lo que se piensa,
se dice y se hace. Por otra parte, la casi imposibilidad de vivir sin incurrir en ilegalidades, hace del “mercado
negro” un aliado indispensable de la subsistencia y un ámbito dominado por el robo, el soborno y hasta el
chantaje. El ambiente de “sálvese quien pueda”, donde todo vale, muestra una corrupción que permea
prácticamente todos los estratos sociales.

A esto se suma la sensación de que continuamente estamos siendo espiados, de que podemos “caer
en desgracia”. Esta sensación, confirmada por la delación de la que, como víctimas o testigos, todos tenemos
experiencia, siembra la duda, mata la confianza e impide la unidad que, como pueblo, tanto necesitamos. A
veces hasta sin culpa alguna, la persona se siente temerosa debido al «excesivo control de los órganos de
Seguridad del Estado que llega a veces, incluso, hasta la vida estrictamente privada de las personas. Así se

3
explica ese miedo que no se sabe bien a qué cosa es, pero se siente, como inducido bajo un velo de
inasibilidad»7.

La misma voz oficial del Estado ha reconocido la necesidad de rescatar valores, pero no basta
decirlo ni amenazar con castigos severos, se necesita poner remedio en las causas, en el origen mismo de la
corrupción. Este “poner remedio a la corrupción” pasa, necesariamente, por proteger a la familia y renovar el
sistema educativo.

 La crisis de la familia: una herida en el alma de Cuba.


El ambiente que vivimos incide directamente en la familia cubana. Muchos hogares se
desestructuran por la separación que implican la emigración y las misiones. Frecuentemente, la única vía para
mejorar la calidad de vida, tiene como consecuencia la separación de sus miembros.

La frustración económica y la lucha cotidiana y fatigosa por la existencia provocan la pérdida del
horizonte moral. La familia cubana, centrada en la sobrevivencia, corre el peligro de cerrarse a la vida. No
pocas veces, el anuncio de un hijo, que debería ser un motivo de esperanza y alegría, se convierte en causa de
incertidumbre y preocupación, y termina en el aborto.

En el otro extremo del ciclo familiar, los ancianos, tantas veces solos, carecen de una economía que
los sustente, a pesar del aumento de las pensiones, además de la ausencia de medicamentos imprescindibles y
del necesario afecto.

Es justo reconocer que incluso en medio de la crisis, el pueblo cubano valora la familia y trata de
crear caminos de felicidad.

 Crisis del sistema educativo.


Aunque el pueblo cubano es alfabetizado, el sistema de educación está en crisis. La subordinación de
los intereses educativos al sistema político-ideológico, provoca que el nivel académico haya bajado
drásticamente en los últimos decenios. Este sometimiento de la educación a la política explica la mutilación del
pensamiento crítico, la imposición de un esquema único de reflexión en el que pocos creen, la precariedad de
medios y de personas competentes, la no apertura oficial a otras formas de educación, que se apruebe a
estudiantes por conveniencia y que se hostigue y hasta se excluya del sistema de educación superior a aquellos
cuyo modo de pensar es distinto al oficialismo.

4. El clamor de mi pueblo.
Vivimos un momento crítico de nuestra historia nacional. Los ensayos oficiales de respuesta revelan que
la crisis implica a la estructura misma del sistema, lo cual se ha manifestado de un modo evidente en la negativa

4
a sostener un diálogo abierto y transparente, promoviendo la violencia verbal, psicológica y física, en lugar de
buscar un debate realista e inclusivo que exponga las diversas propuestas y conduzca a soluciones evaluables.

Necesitamos superar el autoritarismo, de manera que se evite «la tentación de apelar al derecho de la
fuerza más que a la fuerza del derecho»8 y todos los hijos de esta tierra podamos sentarnos, en igualdad de
condiciones, en la mesa de un diálogo nacional, pues Cuba es de todos y para todos los cubanos. No es ético
adjetivar la Patria y conceder carta de ciudadanía a unos pocos privilegiados miembros de un partido.

Como ya expresaron los obispos cubanos en su mensaje9 a propósito de la última reforma constitucional:
«Lo absoluto de tal afirmación [sólo en el socialismo y en el comunismo el ser humano alcanza su dignidad
plena] que aparece en el texto constitucional excluye el ejercicio efectivo del derecho a la pluralidad de
pensamiento acerca del hombre y del ordenamiento de la sociedad (…) cabe recordar la frase de José Martí:
“Una constitución es una ley viva y práctica que no puede construirse con elementos ideológicos” 10». Tampoco
es ético y sí «muy discutible el valor del castigo para humanizar, sobre todo cuando este rigor se ejerce en el
ámbito de la simple expresión de las convicciones políticas de los ciudadanos»11.

Volviendo al relato bíblico, cuando Dios libera a su pueblo bajo la guía de Moisés, no habla contra los
egipcios (los opresores). Ellos, si no se hubiesen obstinado en su maldad, haciéndose esclavos del sistema que
habían construido, hubieran podido escuchar también la voz del Padre, porque él «no quiere la muerte del
pecador sino que se convierta de su mala vida12». Pero el Faraón persiste en la injusticia y el atropello del
pueblo. Aun fingiendo escuchar a Moisés, no cumple el pacto y falta reiteradamente a su palabra, y esto le atrae
la ruina y la muerte. De este modo el Faraón y sus ministros, que creen perseguir al pueblo mientras escapa de
la esclavitud, quedan atrapados por su propia persecución. Es el drama de la libertad humana cuando se
autoerige en dios y termina rendida al pecado. Como dice el Salmo 33: «La maldad da muerte al malvado13».

5. “Ponte en camino que te envío” . 14

El pueblo cubano, aunque lentamente, ha ido superando y desaprendiendo la indefensión. Es un


importantísimo camino de empoderamiento y de recuperación de la autoestima social. Es importante que
lleguemos a sentirnos más fuertes, que nos convenzamos de que podemos actuar y vivir sin dejarnos paralizar
por el miedo, de modo que logremos expresarnos libremente, buscar el bien y la justicia conservando la paz,
y ser críticos de nuestra realidad, porque, de hecho, es un deber de todos aportar a la construcción de una Cuba
nueva. Para los creyentes existe un compromiso político-económico-social que brota de la fe, ésta nos lanza al
mundo a transformarlo, a humanizarlo según la imagen del hombre pleno que hemos contemplado en Cristo.
Como nos dijo Benedicto XVI: «El derecho a la libertad religiosa (…) legitima que los creyentes ofrezcan una
contribución a la edificación de la sociedad. Su refuerzo consolida la convivencia, alimenta la esperanza en un
mundo mejor, crea condiciones propicias para la paz y el desarrollo armónico, al mismo tiempo que establece
bases firmes para afianzar los derechos de las generaciones futuras15».

Con el Papa Francisco estamos convencidos de la necesidad de «conversar desde la verdad clara y
desnuda (…) ya no hay lugar para diplomacias vacías, para disimulos, para dobles discursos, para
ocultamientos, para buenos modales que esconden la realidad»16. En Cuba la democracia no será una realidad
mientras la pluralidad y la diversidad de pensamientos no sean aceptadas y respetadas en el proyecto de Nación,
sabiendo que la auténtica libertad de la persona «encuentra su plenitud en el ejercicio de la libertad de
conciencia, base y fundamento de los otros derechos humanos»17.
5
Los gobiernos existen para el pueblo y por el pueblo. Así como un ciudadano común tiene derechos y
deberes, del mismo modo los tiene el Estado. Es hora de superar la falacia de que debemos agradecer lo que son
deberes del Estado. Salud, educación, bienestar social, paz civil, ocio y recreación, democracia y libertad de
expresión… entre otros, no son regalos sino derechos y el Estado existe para garantizarlos.

Necesitamos con urgencia:

- Mejores marcos legales. El hecho de que no existan bufetes de abogados que trabajen con
independencia del control del Estado, promueve la impunidad de un sector de la sociedad afín al
gobierno, a la vez que pone en peligro cualquier iniciativa políticamente diversa y pacíficamente
presentada.
- El reconocimiento de la plena ciudadanía de los cubanos residentes en el exterior. Significa
que estos puedan participar también activamente en la toma de decisiones de la sociedad cubana.
Como acontece a todos los ciudadanos de cualquier país democrático, todo cubano debe poder, desde
su residencia en el exterior, participar cívicamente en los destinos de su nación.
- Entender lo que significa la reconciliación nacional. Como pueblo, tenemos heridas y
conflictos no resueltos. Queremos reconciliarnos para vivir bien y en paz, y esto solo será posible
reconociendo la existencia de los conflictos y buscando la solución en medio de ellos. «Cuando los
conflictos no se resuelven sino que se esconden o se entierran en el pasado, hay silencios que pueden
significar volverse cómplices de graves errores y pecados. Pero la verdadera reconciliación no escapa
del conflicto sino que se logra en el conflicto, superándolo a través del diálogo y de la negociación
transparente, sincera y paciente»18.
- Entender la relación entre amor y verdad. Un error común es pensar que la predicación del
amor excluye el decir la verdad en su realismo dramático. Jamás será prudencia torcer la verdad o
reconocerla solo parcialmente. En la encíclica Fratelli tutti el Papa Francisco nos advierte que: «No se
trata de proponer un perdón renunciando a los propios derechos ante un poderoso corrupto, ante un
criminal o ante alguien que degrada nuestra dignidad. Estamos llamados a amar a todos, sin excepción,
pero amar a un opresor no es consentir que siga siendo así; tampoco es hacerle pensar que lo que él
hace es aceptable. Al contrario, amarlo bien es buscar de distintas maneras que deje de oprimir, es
quitarle ese poder que no sabe utilizar y que lo desfigura como ser humano. Perdonar no quiere decir
permitir que sigan pisoteando la propia dignidad y la de los demás (…). Quien sufre la injusticia tiene
que defender con fuerza sus derechos y los de su familia precisamente porque debe preservar la
dignidad que se le ha dado, una dignidad que Dios ama»19.
- Optar por la verdad. Necesitamos vivir la verdad en cada decisión de la vida cotidiana. No
colaborar con lo que no creo, no participar de la violencia, los actos de repudio, la delación del
hermano. ¿Por qué desfilar cuando no comparto las razones del desfile? ¿Por qué asentir en una
reunión cuando no estoy de acuerdo? ¿Por qué callar cuando dentro de mí sé que no están diciendo la
verdad? ¿Por qué aplaudir si estoy en desacuerdo?

¿Por qué escuchar a mis miedos y no a mi razón? Vivir en la verdad tiene un precio a veces alto, pero nos hace
libres interiormente, más allá de toda coerción externa. Vivir en la mentira es vivir en cadenas y como
alecciona el Himno de Bayamo: “En cadenas vivir, es vivir en afrenta y oprobio sumidos”.
6
6. “Miren que realizo algo nuevo, ya está brotando, ¿no lo notan?” 20

Esta opción fundamental por vivir en la verdad y en la libertad nos descubre nuestro real poder como
ciudadanos. Somos un gigante dormido que puede hacer que Cuba cambie, basta despertar. Los que cierran sus
ojos ante la aflicción de este pueblo, los que se empeñan en que Cuba no cambie, tienen el poder que le hemos
concedido pensando que no podemos hacer nada. Algunos esperan el cambio desde arriba, otros aspiran que
llegue una especie de líder mesiánico que arregle todo; sin embargo- ya lo hemos dicho- el cambio empieza por
nosotros, por nuestro interior.

Empr
endamos el camino, dejemos de escuchar nuestros miedos, creamos en nuestra fuerza
como pueblo. Es importante que nos convenzamos de que sí podemos hacer algo y de que por humilde
que parezca, nuestro aporte es poderoso. Reza un proverbio italiano que “si un pequeño hombre en su
pequeño mundo, hace una pequeña cosa, el mundo cambia”. El primer paso debe ser vaciarnos de odio,
porque nada bueno puede construirse sobre el odio. Nuestra primera victoria será “que no tenemos odio
en el corazón.”21

Vacíos de odio, renunciamos absolutamente a la violencia, a la agresión incluso verbal, a la calumnia, a


los métodos de los que hoy son víctimas los que proponen un camino nuevo para Cuba. Son métodos caducos e
indignos de esa nueva Cuba que empezamos a construir. Una nueva Cuba debe ser humana y humanizadora de
sus ciudadanos. Nuestro camino no tiene nada que ver con el odio y la violencia; y sí con una unidad que no
excluye. El cambio bueno y necesario no es posible si permanecemos divididos. Urge deponer intereses
particulares y pensar proyectos y destinos comunes.

Rompamos las cadenas, las peores son las que llevamos en la mente y el corazón. Optemos por la
verdad, y actuemos como hombres y mujeres que ya son libres. “La conquista de la libertad en la
responsabilidad es una tarea imprescindible para toda persona”22. Escuchemos nuestra conciencia y
empujemos con cada palabra y con cada acción en la dirección correcta de la historia, en la dirección de
la libertad de esa Cuba nueva y feliz que ha comenzado a ser realidad en nosotros.

7. Epílogo.
Hemos compartido esta reflexión en el respeto y la valoración de aquellos hombres y mujeres de buena
voluntad que en el ejercicio de su libertad han decidido no profesar la fe y que también comparten nuestros
deseos de renovación, conscientes de que la realidad nos interpela a todos y de que una Cuba para el bien de
todos solo se puede edificar desde el aporte sincero de cada uno.

Nosotros, como creyentes, consideramos que es momento, como pueblo, de volver a Dios. Este pueblo,
hace muchos años, le dio la espalda a Dios, y cuando un pueblo le da la espalda a Dios, no puede caminar.
Como decía San Agustín: “Cuando uno huye de Dios, todo huye de uno”. Y nosotros huimos de Dios, y le
dimos la bienvenida a los ídolos, a aquellos que nos prometieron un mundo mejor sin Dios, desoyendo también
a Martí que advertía que “un pueblo irreligioso morirá, porque nada en él alimenta la virtud 23”. Sí, es momento,
como pueblo, de volver el rostro a Dios, y de volver a escuchar en la zarza ardiente sus esperanzadoras palabras:

7
«He visto la aflicción de mi pueblo… He oído el clamor que le arrancan
sus opresores y conozco sus angustias. Voy a bajar para librarlo… Ponte
en camino que yo te envío24».

En Cuba, a 24 de enero de 2021 XXIII aniversario de la Misa de San Juan Pablo II por la Patria, en
Santiago de Cuba

1. P. Alberto Reyes Pías, Camagüey


2. P. Rolando Gibert Montes de Oca Valero, Camagüey
3. P. Jorge Luis Pérez Soto, La Habana
4. P. Fernando Luis Gálvez Luis, Camagüey
5. P. Castor José Álvarez Devesa, Camagüey
6. P. Jorge Andrés Rubido Rosas, Matanzas
7. P. Roque Nelvis Morales Fonseca, Holguín
8. P. Alberto Martín Sánchez, Camagüey
9. P. Jorge Luis Gil Orta, La Habana
10. P. José Conrado Rodríguez Alegre, Santiago de Cuba
11. P. Juan Lázaro Vélez González, Pinar del Río
12. P. Delvis Mederos Fernández, Villa Clara
13. P. Kenny Fernández Delgado, La Habana
14. P. Lázaro Roberto García Martín, La Habana
15. Fr. Léster Rafael Zayas Díaz, O P., La Habana
16. Francisco Roque Hernández, Camagüey
17. Adrian Martínez Cádiz, La Habana
18. Dagoberto Valdez, Pinar del Río
19. Iván Hernández Carrillo, Matanzas
20. Manelyn Morales Lazo, Camagüey
21. Amable Fortunato Casas Pacheco, Camagüey
22. Isabel María Amador Pardías, Bayamo
23. Carlos Antonio Amador Rodríguez, Bayamo
24. Lina Candelaria Pardías Milán, Bayamo
25. Karem del Pilar Refeca Remón, Bayamo
26. Dahey Silva Pascual, La Habana
8
27. Leonardo Fernández Otaño, La Habana
28. Hna. Emilia Casanova, La Habana
29. José Daniel Ferrer García, Santiago de Cuba
30. Yonesky Eguiguren Gómez, Cienfuegos
31. Yilmer Cremé Reyes, Camagüey, Camagüey
32. Eduardo Cardet Concepción, Holguín
33. Pedro Armando Junco Lopez, Camagüey
34. Luisa Delfina Luis Cancio, Camagüey
35. Leído Arsenio Gálvez Ruiz, Camagüey
36. Guillermo Marín Valiente, Camagüey
37. Anisley Romero Tejeda, Camagüey
38. Helayne Teresa Fernández Rojas, Camagüey
39. Adys Paula Rojas Sierra, Camagüey
40. Ayleen Maria Cardenas Fernández, Camagüey
41. Leidys Rosa Rodriguez Rodriguez, Santiago de Cuba
42. Nivaldo Caliste Rivera, Santiago de Cuba
43. Manuel Alejandro Cabrera León, Holguín
44. Raquel Núñez Caro, La Habana
45. Caridad Mariño Tuñón, Bayamo
46. Maria del Carmen Sahyon Fernández, Camaguey
47. Xiomara Miranda Cisneros, La Habana
48. Orlando González Díaz, La Habana
49. Olaph Johe Quiala Rodríguez, Guantánamo
50. Carmen Fernández Lopez, Camagüey
51. Alberto Arian González Valdespino, Bayamo
52. Lourdes Oms Montells, La Habana
53. Samuel Ramos Pérez, Camagüey
54. Ignacio Fernández-Vega Amador, Bayamo
55. Nachely Rivero Rosabales, Camagüey
56. María Elena Morejon Ordóñez, La Habana
57. Ricardo Perez Gonzalez, Camagüey
58. Laura Fernández-Vega Amador, Bayamo
59. José Ignacio Amador Brú, Guantánamo
60. Jorge Ignacio Guillén Martínez, La Habana
61. Jorge Luis Guillén García, Artemisa
62. Gabriela Bernal Mendoza, La Habana
9
63. Edilia Rosa Cáceres Martín, Pinar del Río
64. Wendy Ramos Cáceres, Pinar del Río
65. Yoandy Izquierdo Toledo, Pinar del Río
66. Julián Rigau Bacallao, La Habana
67. Rachel de la Caridad Borges Merladet, Granma
68. Rosangel Rodríguez Luna, Cienfuegos
69. Ivet Queipo Gross, Granma
70. María Josefa Chiang Pérez, La Habana
71. Fidel Antonio Lago Ortiz, Granma
72. Félix Navarro Rodríguez, Matanzas
73. Osvaldo Gallardo González, Camagüey
74. María del Carmen Perez Nápoles, Camaguey
75. Janet M. Hernandez Adan, Camagüey
76. Leima García Arias, Camagüey
77. Jordi Santiago Rivero Duarte, Ciego de Ávila
78. Pedro Luis García Macías, La Habana
79. Rusbel Joaquín Machado Pérez, La Habana
80. Jorge Luis Figueredo Viamontes, Camaguey
81. Anabel Mazorra Vázquez, Santiago de Cuba
82. Anamary Mazorra Vázquez, Santiago de Cuba
83. Mailyn Armas Fuego, Ciego de Ávila
84. Rafael Gabriel Almanza Alonso, Camagüey
85. Rafael Cruz Dévora, Matanzas
86. Neife María Rigau Chiang, Camagüey
87. Henry Constantin Ferreiro, Camagüey
88. Yadisley Rodríguez Ramirez, Camagüey
89. Manuel Guillen Carmenates, Camagüey
90. Nérida Georgelina Lamas Parada, Camagüey
91. Jose Luis Ramos, La Habana
92. Yadian Alba Carreño, Matanzas
93. Sor Yaileny Ponce Torres, hc, Mayabeque
94. Sor Judith Amador Cruz, hc, Santiago de Cuba
95. Janet Figueredo, Camagüey
96. Néstor Fernández, Florida, USA
97. José Daniel Calderón Tovar, Cienfuegos
98. Inés María Pérez, Ciego de Avila-Las Palmas de Gran Canaria
1
0
99. Yusnielk Ochoa Hernandez, Lawrenceville
100. Zoe Mayor Reyes, Camagüey-Madrid
101. Luis Enrique Perdomo Silva, Camagüey
102. Erik Bermejo Valdés, La Habana
103. Amalia Barrera Hernández, Las Tunas
104. Anamalia Hernández Cruz, La Habana
105. Leonardo Silva Reyes, Camaguey-Costa Rica
106. Julio Antonio Fernández Pérez, Gran Canaria
107. Diac. Maykel Gómez Hernández, Sdb, La Habana
108. Yaxys Cires, Pinar del Río-Ciudad Panamá
109. Juan Felipe Medina Mendieta, Cienfuegos
110. Johnny Barranco, Cienfuegos
111. Adrian Quesada Flores, Camagüey
112. Dunia Medina Moreno, La Habana
113. Antonia Reicino Rivero, La Habana
114. Aníbal Alfonso Rabelo, Las Tunas
115. Clara Luz, Camagüey
116. Angel Marcelo Rodríguez Pita, La Habana
117. Rosalia Viñas Lazo, Pinar del Río
118. Luis Ricardo Arebalo Gonzalez, Camagüey
119. Adrian Quesada Flores, Camagüey
120. Leyanis Herredia Zalasar, Camagüey
121. Rafael Alejandro Betancourt García, Camagüey
122. Yuderkis Sosa Acosta, Camagüey
123. Hna. Yurelis Jiménez Navarro, La Habana
124. Roberto Díaz, La Habana-Florida
125. Caridad Suatez, La Habana
126. Eugenio Leal, Miami
127. Eddy Jiménez González, Camagüey
128. Luis Manuel Otero Alcántara, La Habana
129. Marta Cortizas, Miami
130. Adriel Jesús Cruz Devora, Camagüey
131. Yamilet Quesada, Miami
132. Ángel Álvarez, Florida
133. Giorneily Leyva Harteman, Costa Rica
134. Michel Sabido, Camagüey
11
135. Lester García Rondón, Bayamo
136. Nathalie Rivero Rosabales, Camagüey
137. José Delgado, Las Negas, USA
138. Alexander Leonard Álvarez, La Habana
139. Alain Gilbert Betancourt Hernández, Matanzas
140. Hno. David Reyes Sánchez, fsc, Santiago de Cuba
141. Iliana Hernández, La Habana
142. Ana María Orizondo Cabañas, La Habana
143. Raul Marrero Cabañas, Cienfuegos
144. María C. Campistrous, Santiago de Cuba
145. Carmen J. Garcia, Cienguegos
146. Martha Reyes, Camagüey- Estados Unidos
147. Nivia Berenguer González, Madrid
148. Ernesto Laffita Lobaina, Santiago de Cuba
149. Nancy Carbonell Socarras, Holguín
150. Pedro Jesús Luque Román, La Habana

1
Papa Benedicto XVI, Homilía en la misa celebrada en La Habana, 28 de marzo de 2012.
2
Papa Juan Pablo II, Discurso en la ceremonia de bienvenida en el Aeropuerto Internacional José Martí en La Habana, 21 de
enero de 1998. Nro. 2.
3
Pedro Meurice Estíu, Discurso de bienvenida a Juan Pablo II, 24 de enero de 1998.
4
Ex 3, 7.
5
Ex 3, 7-8.10.
8
Papa Francisco, Encíclica Fratelli Tutti, núm. 174.
9
COCC, Mensaje de los Obispos Católicos Cubanos en relación con la nueva Constitución de la República de Cuba
que será sometida a referendo, 2 de febrero de 2019.
10
José Martí, Carta de New York, 23 de mayo de 1882, Obras Completas, Tomo IX, pp. 307 – 308.
11
COCC, Carta Pastoral “El Amor todo lo espera”, núm. 39.
12
Ez 33, 11.
13
Salmo 33, 22.
14
Ex 3, 10.
16
Papa Francisco, Encíclica Fratelli tutti, núm. 226.
17
San Juan Pablo II, Homilía en la misa celebrada en La Habana, 25 de enero de 1998.
18
Papa Francisco, Encíclica Fratelli tutti, núm. 244.
19
Papa Francisco, Encíclica Fratelli tutti, núm. 241.
20
Is 43, 19.
21
Oswaldo Payá Sardiñas, Discurso al recibir el premio Sajarov, 17 de diciembre de 2002.

12
22
Juan Pablo II, homilía en la Misa celebrada en La Habana el 25 de enero de 1998, nro. 6
23
José Martí, Viajes, crónicas, diarios, juicios, Obras Completas, Tomo XIX, Ed. Ciencias Sociales, 1991, p. 391.
24
Ex 3, 7-8.10.

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