“Jesús Entra a Jerusalén como Rey!” “Alégrate mucho, ¡hija de Sión!

¡Grita de alegría, hija de

La Gloria de Dios Jerusalén! Mira, tu rey viene hacia ti, justo, Salvador y
Marzo28, de 2021 humilde. Viene montado en un asno, en un pollino, cría de
asna”.
Mateo 21:1-10
Los fariseos difícilmente se habrían dado cuenta de lo
Casi se puede escuchar el rugido de la multitud mientras Jesús
profética que sería su palabra: "¡Mira cómo el mundo entero
avanza lentamente hacia Jerusalén, como un general
ha ido tras él!"
triunfante que regresa de una gran victoria. . .
¿Y por qué no seguiríamos a Jesús? ¡Él nos guía en triunfo!
Era Domingo anterior a Su muetre. Jesús había venido como El
Cuando menos pensamos que hemos tenido todos los
Mesías tan largo tiempo anunciado durante tres años. Se
problemas que podemos resolver, Jesús se agacha y nos
había proclamado ante la nación constantes viajes y milagros.
levanta suavemente sobre el pollino que está montando en
Sabía que su muerte había sido acordada por los gobernantes.
Jerusalén.
Estaba preparando para ello.
Cuando menos pensamos que a nadie le importa, Él abre
Su tiempo había venido. Arrojando a los vientos toda
nuestros oídos y podemos escuchar a la multitud gritar:
precaución, en una magna manifestación publica como última
"¡Mira quién viaja con el Rey!"
advertencia a la Ciudad Santa, entro en medio de las aleluyas
y hosanas de la multitud expectante; evento tan significante Y cuando menos pensamos que no hay recompensa por ser
como para hacer clamar de gozo aun a las piedras (Lucas justos, Jesús sonríe y nos asegura en voz baja: "Mi Padre
19:40) “Él, respondiendo, les dijo: Os digo que, si éstos honrará al que me sirve".
callaran, las piedras clamarían.”
No solo en este día de días, sino a lo largo de los siglos, Jesús
Desde los polvorientos caminos de esta tierra, donde los ha renunciado triunfante en los corazones de los hombres y
labios de los niños pequeños cantaban sus alabanzas, hasta el mujeres que han aceptado su gloriosa vida y sus enseñanzas.
mismo trono del cielo donde seguramente sonaban los
Es triste decirlo, la mayoría de las personas en nuestro mundo
himnos de los ángeles, este fue el momento de Jesús. . .
no quieren tener nada que ver con Jesucristo. (Romanos 3:11)
El pueblo estaba jubiloso. Creían que había venido la hora de “No hay quien entienda, No hay quien busque a Dios.”
su liberación. Jesús montaba un pollino, porque estaba
anunciado que así vendría El Rey Mesías (Zacarias 9:9)
(2 Tesalonicenses 1:8-9) “en llama de fuego, para dar (Lucas 19:36-38) “36 Y a su paso tendían sus mantos por el
retribución a los que no conocieron a Dios, ni obedecen al camino.37 Cuando llegaban ya cerca de la bajada del monte
evangelio de nuestro Señor Jesucristo; los cuales sufrirán de los Olivos, toda la multitud de los discípulos, gozándose,
pena de eterna perdición, excluidos de la presencia del Señor comenzó a alabar a Dios a grandes voces por todas las
y de la gloria de su poder,” maravillas que habían visto, 38 diciendo: !!Bendito el rey que
viene en el nombre del Señor; paz en el cielo, ¡y gloria en las
La historia de la entrada triunfal está llena de contrastes, y
alturas!
esos contrastes tienen aplicaciones para los creyentes. Es la
historia del rey que vino como un siervo humilde en un asno,
no presumiendo en un corcel, no en vestiduras reales, sino
con la ropa de los pobres y los humildes.
Edith Mendoza
Jesucristo no viene a conquistar a la fuerza como los reyes de
la tierra, sino a conquistar con amor, gracia, misericordia, y su
propio sacrificio en favor de su pueblo.
Su reino no es de ejércitos y de esplendor, sino de humildad y
servicio. Él no conquista las naciones, sino los corazones y las
mentes. Su mensaje es de paz con Dios, no de una paz
temporal.
Si Jesús ha hecho una entrada triunfal en nuestros corazones,
Él reina ahí en paz y amor. Como sus seguidores, exhibimos las
mismas cualidades y el mundo ve el verdadero rey triunfante
viviendo y reinando en nosotros.
English
You can almost hear the roar of the crowds as Jesus proceeds
slowly into Jerusalem, like a triumphant general returning
from a great victory . . .
From the dusty roads of this earth, where the lips of little
children sang his praises, to the very throne of heaven where
surely angel anthems rolled, this was Jesus’ moment . . .
Not only on this day of days but down through the centuries,
Jesus has resigned in triumph in the hearts of men and
women who have accepted his glorious life and teachings.
The Pharisees could hardly have realized how prophetic their
word would be: “Look how the whole world has gone after
him!”
And why wouldn’t we follow Jesus? He leads us in in
triumph! Just when we think we have had all the trouble we
can handle, Jesus reaches down and lifts us gently onto the
colt he is riding into Jerusalem.
Just when we think nobody cares, He opens our ears and we
can hear the crowds shout, “Look who’s riding with the
King!”
And just when we think there is no reward for being
righteous, Jesus smiles and quietly reassures us, “My Father
will honor the one who serves me.”
The story of the triumphal entry is one of contrasts, and
those contrasts contain applications to believers. It is the
story of the King who came as a lowly servant on a donkey,
not a prancing steed, not in royal robes, but on the clothes of
the poor and humble.
Jesus Christ comes not to conquer by force as earthly kings
but by love, grace, mercy, and His own sacrifice for His
people.
His is not a kingdom of armies and splendor but of lowliness
and servanthood. He conquers not nations but hearts and
minds. His message is one of peace with God, not of
temporal peace.
If Jesus has made a triumphal entry into our hearts, He reigns
there in peace and love. As His followers, we exhibit those
same qualities, and the world sees the true King living and
reigning in triumph in us.