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Entre las aulas y la política: los presbiterianos zitacuarenses y la

conformación del estado posrevolucionario: de 1877-1930

Por: Luis Felipe Tovar Martínez

Me gustaría comenzar este breve ensayo con una pregunta planteada por Carlos
Monsiváis en 1998 y recuperada en 2002: ¿Por qué estudiar al protestantismo
mexicano?1 Porque es la historia de “…los cambios culturales que vienen de la
conversión y de la adherencia a una religión nueva.”2 Es una historia de la
intolerancia hacia los “otros”; de una minoría que no comparte la misma creencia de
una mayoría; es la historia de los disidentes.

Sin embargo, una vez que estos disidentes formaron parte de la historia de
México, también irrumpieron en sus procesos históricos. Tal es el caso de Zitácuaro,
Michoacán, donde la presencia de los presbiterianos3 ha sido notable a partir de su
establecimiento en 1877. La huella presbiteriana es visible desde su templo, ubicado
frente a la Plaza de la Constitución, hasta su obra educativa: la Escuela Primaria
Urbana Federal “Leona Vicario”, la Escuela Secundaria Federal no. 1 “Nicolás
Romero” y el Centro de Estudios Panamericano, colegio privado, además de estar
asentados sobre antiguos edificios que le pertenecieron a los presbiterianos, son
muestra de los esfuerzos educativos de los misioneros protestantes.4

Los presbiterianos zitacuarenses fueron agentes activos que crearon


espacios a través de la educación, haciendo eco en personajes que guiaron la vida
política de la localidad. Estos presbiterianos buscaron construir una sociedad
moderna a partir de la educación, reforzaron en sus feligreses su identidad

1
Carlos Monsiváis y Carlos Martínez García. Protestantismo, diversidad y tolerancia. (México:
Comisión Nacional de los Derechos Humanos, 2002), 83. Consultado en:
appweb.cndh.org.mx/biblioteca/archivos/pdfs/Var_7.pdf
2
Ibídem, 84.
3
La Iglesia Presbiteriana se distingue de las demás iglesias de origen calvinistas, surgidas a partir
del siglo XVI, por su forma de gobierno: un grupo de ancianos o presbíteros, forman un cuerpo
colegial entre los miembros laicos de la iglesia y, en conjunto con el ministro o pastor, toman las
decisiones eclesiásticas. La elección de los ancianos se realiza entre los miembros laicos de la
comunidad religiosa. La idea democrática representativa caracteriza a las iglesias presbiterianas.
4
En el edificio de la preparatoria del Centro de Estudios Panamericano yace la primera piedra del
antiguo dormitorio para varones.

1
nacionalista y, a través de la visión de ser los “elegidos por Dios”, lucharan para
alcanzar los frutos de la Revolución.

No obstante, de la Revolución emanó la Constitución de 1917 la cual puso


en aprietos a las organizaciones religiosas, sin importar el credo. En 1918, la XXXVI
Legislatura aprobó la Constitución Política del estado de Michoacán, promulgada
por el gobernador Pascual Ortiz Rubio, que adecuaba la constitución estatal a la
federal. El artículo 27 de la Constitución de 1917 estableció que las propiedades
eclesiásticas pasaban a manos de la Nación; la adecuación de la constitución
michoacana de 1918 también reforzó la suspensión de los derechos de ciudadano
al ministro de culto, el cual debía de ser mexicano por nacimiento y la educación
laica en todos los establecimientos educativos, incluyendo los privados.5

Estas leyes representaron un gran reto para las iglesias protestantes, y sobre
todo para la iglesia Presbiteriana, cuyos recursos económicos y espirituales, es
decir, los misioneros, eran extranjeros. Vale la pena preguntarnos, ¿cómo afectaron
estas leyes a las actividades de los presbiterianos zitacuarenses? Y ¿cómo este
grupo protestante siguió contribuyendo en el objetivo de apoyar el progreso del
Estado Posrevolucionario? Para ello veremos algunos actores que participaron en
este proceso de defensa y continuidad de la obra misionera, así como los
mecanismos en los que se apoyaron para preservar las actividades de la iglesia
presbiteriana en esta región.

Del periodo de la siembra a la cosecha

La Iglesia Presbiteriana de México reconoce tres periodos en su historia: La


siembra, cuyo origen data de 1827, con el trabajo de Diego Thompson,
representante de la Sociedad Bíblica Británica y Extranjera; después continúa en
1852 con el trabajo de Melinda Rankin y su trabajo misionero en Texas y después
en Tamaulipas. Los conflictos bélicos entre México y Estados Unidos (1846-1848)

5
Daniel A. Barceló Rojas (comp.) Michoacán. Revolución y Constitución en las entidades federativas
de México. (México: Secretaría de Gobernación, Secretaría de Cultura, Instituto Nacional de Estudios
Históricos de las Revoluciones de México e Instituto de Investigaciones Jurídicas, 2016), pp. 229-
265.

2
y durante la Segunda intervención (1862-1867) también forman parte de este
periodo pues, consideran, a través de la Divina Providencia, el Evangelio pudo
entrar a México a través de estas guerras.6

El segundo periodo es la llegada de los misioneros a México en 1872 y 1873,


donde se establece el periodo propiamente misionero y culmina hasta 1901 fecha
en la que inicia el tercer y último periodo de la historia de la Iglesia Presbiteriana en
México cuando se organiza el Sínodo General, obteniendo un gobierno propio y dejó
de recibir ayuda de los misioneros estadounidenses.

La introducción del protestantismo se debe tanto a factores externos como


internos. No se puede negar la influencia estadounidense y francesa durante los
conflictos bélicos, sobre todo de los primeros. Entre 1790 y 1830, en Estados Unidos
se produjo el Gran Despertar, el cual llevó a creer que “[…] toda la gente era libre
para escuchar y aceptar el mensaje de Cristo […]”7 Y junto a la doctrina del “destino
manifiesto”, un grupo de misioneros estadounidenses se sintieron responsables de
esparcir por el mundo la doctrina reformada.

Bajo este Gran Despertar y su combinación con el “destino manifiesto”,


misioneros como Melinda Rankin sintieron la obligación de acudir a México para
combatir al catolicismo a quien responsabilizaban del atraso y degradación del
mexicano. En 1862, la misionera Rankin cruzó la frontera estableciendo en
Matamoros una escuela, de la cual tuvo que desatenderse a causa de la Guerra
Civil estadounidense. Sin embargo, este primer intento de comenzar la obra
evangélica protestante en territorio mexicano corresponde a una serie de factores
internos.

A pesar de que dentro de la Constitución de 1857 no logró establecer la


tolerancia religiosa como un derecho constitucional,8 el 4 de diciembre de 1860,

6
Comité Pro-Centenario. 1872-1972: Centenario. Iglesia Nacional Presbiteriana de México.
(Monterrey, Nuevo León: s/ed., 1973), pp. 31-37.
7
Melina Rankin. Veinte años entre los mexicanos. Relato de una labor misionera. (Nuevo León:
Fondo Editorial de Nuevo León, 2008), pp.11-12.
8
Véase: Jacqueline Covo, “Capítulo IV. Las ideas religiosas y la imagen del clero”, en Las ideas de
la Reforma en México (1855-1861), Jacqueline Covo (México, Universidad Nacional Autónoma de
México, 1983), pp.147-228.

3
Benito Juárez expidió un decreto la ley sobre tolerancia de cultos en la República
Mexicana. En 1859 un grupo de sacerdotes católicos y algunos feligreses,
abandonaron la Iglesia Católica buscando reformar una Iglesia nacional, ajena a la
influencia del Papa; este grupo apoyó la constitución liberal y fueron llamados
“Padres Constitucionalistas”. En este grupo encontramos al sacerdote Aguas y
Palacios, Sóstenes Juárez, Arcadio Morales quien fue un artesano hilador de oro,
que impulsó la obra presbiteriana principalmente en la capital del país.9

El grupo de reformistas mexicanos contó con muy poco apoyo por parte del
gobierno liberal mexicano; por su parte, las congregaciones protestantes
comenzaron a llegar a México a partir de 1872 hasta 1874,10 pues contaron con la
garantía de libertad de culto del presidente Lerdo de Tejada, así como la facilidad
para adquirir propiedades. El trabajo en conjunto aportó beneficios para ambos
grupos: las misiones protestantes absorbieron a las congregaciones que los
reformistas mexicanos habían creado; Arcadio Morales y Juan Amador cedieron sus
redes congregacionales a los presbiterianos, a cambio, recibieron títulos como
reverendos o pastores, que los destacaban de la comunidad. Además, recibían
sueldos, entre 40 a 60 pesos mensuales, por un trabajo que normalmente no era
remunerado. Los misioneros estadounidenses se vieron en la necesidad de darles
una educación adecuada a estos líderes de la iglesia.11

Jean-Pierre Bastián menciona que no sólo las autoridades estatales e


intelectuales vieron con buenos ojos el trabajo protestante para contrarrestar la
influencia católica, los obreros y las poblaciones tradicionales desestructuradas por
la modernidad (ferrocarril y fábricas) se mostraron receptivos a estas nuevas
organizaciones religiosas que les garantizaba autonomía fiscal y religiosa pero que
a su vez, constituían un espacio donde podían aspirar a escapar del control
ideológico, político y económico de las haciendas y fábricas.12 En el caso de los

9
Jean-Pierre Bastián. Los disidentes. (México: FCE, 2008), pp.48 y 68.
10
Las congregaciones protestantes que se establecieron en 1872 fueron los Presbiterianos del Norte,
los Bautistas, Metodistas, la Iglesia Episcopal; en 1874 llegó la Iglesia Presbiteriana del Sur.
11
Bastián, op. cit., pp. 67-68.
12
Ibídem., pp. 71-79.

4
presbiterianos, podían aspirar a un cargo de gobierno dentro de sus iglesias, ya sea
como diáconos o ancianos, elevando su estatus dentro de la comunidad espiritual.

La labor de la Iglesia Presbiteriana se estableció, precisamente, dentro de


esas comunidades desestructuradas. Su implantación en Michoacán no fue
casualidad sino causal, es decir, dentro del propio estado hubo condiciones
adecuadas para que los misioneros presbiterianos estadounidenses llegaran al
Oriente de Michoacán. Si bien, en 1869, el gobernador Justo Mendoza emitió el
Reglamento para el ejercicio de todos los cultos,13 no fue sino hasta 1877 que los
presbiterianos se asentaron en el distrito de Zitácuaro. La Pax porfiriana, así como
el avance del tren hacia Zitácuaro, permitió el desarrollo presbiteriano en dicho
distrito.

Zitácuaro: entre el heroísmo y el presbiterianismo

El presbiterianismo encontró una rápida respuesta entre los zitacuarenses por una
razón específica, además de la desestructuración a causa del tren, y es por su
pasado liberal. Es aquí donde se presentó una clara relación entre el liberalismo con
el calvinismo que forjaron un fuerte anticlericalismo. Los zitacuarenses forjaron un
ideal de nacionalismo entorno a su pasado reciente.

El 1 de abril de 1855, la villa de Zitácuaro fue incendiada, por segunda


ocasión, por órdenes de Santa Anna como castigo por su participación en la
Revolución de Ayutla. El general Epitacio Huerta le otorgó, en 1858, el título de
Ciudad de la Independencia, por las acciones de los zitacuarenses. Diez años más
tarde, la ciudad fue incendiada por su participación contra la intervención francesa;
el gobernador Justo Mendoza, en 1868, le otorgó a la ciudad el título de Heróica.14

La larga tradición de lucha contra el conservadurismo y anticlericalismo hizo


de Zitácuaro el escenario adecuado para la implantación de las misiones

13
Leticia Mendoza García. Protestantismo liberal en Michoacán. El presbiterianismo en el distrito de
Zitácuaro 1877-1901. [Tesis de Maestría] (Morelia, Michoacán: Universidad Michoacana de San
Nicolás de Hidalgo, Instituto de Investigaciones Históricas, 2011), p.6.
14
El primer incendio fue a manos de Félix María Calleja el 12 enero de 1812. Samuel Ruíz Madrigal.
Zitácuaro, Ciudad Heroica y Tenencias. (Morelia: s/Ed., 2007), pp. 32-34.

5
estadounidenses presbiterianas. Fue así como, en 1876, llegaron dos colportores:
Nicanor Gómez y Juan Granados, quienes iniciaron cultos protestantes dentro de
las casas de los conversos. Ambos personajes prepararon el camino para que, al
siguiente año, se establecieran las misiones presbiterianas. Esta nueva práctica
religiosa fue aceptada con rapidez y su consolidación fue notable con la
construcción de la misión en 1879 y con presencia del pastor presbiteriano
mexicano Hexiquio Forcada.15 Las facilidades que el gobierno les brindó a los
extranjeros, en 1888, se adquirió la propiedad donde se comenzó a construir el
templo “Getzemaní” así como la casa pastoral y una escuela de primeras letras.16

¿Quiénes conformaron esta comunidad presbiteriana en Zitácuaro? Vale la


pena insistir en que el presbiterianismo se fusionó con tendencia liberales y
anticlericales de ciertos sectores de la sociedad. Y, a pesar de ser una religión
proveniente del exterior, las minorías liberales delinearon de forma particular esta
fe para conformarla en un espacio de confrontación directa con la Iglesia Católica.
Además, sectores rurales se fueron adhiriendo al presbiterianismo, al igual que los
jornaleros que laboraban en los ranchos cercanos al distrito. Sin embargo, un
reducido número de propietarios y hacendados, médicos, maestros, literatos,
políticos y comerciantes también abrazaron la causa reformada en Zitácuaro.17

A pesar de la diferencia de clases y de profesiones, el punto en común de


estos grupos fue su fuerte tradición liberal y anticlerical que encontraron cabida en
una comunidad espiritual con valores democráticos y modernos. Además, la Iglesia
Presbiteriana, a diferencia de la católica, no rivalizaba por el poder terrenal; brindaba
una autonomía económica pues, por su tradición calvinista, no tenía celebraciones
religiosas que agotaran la economía de población. Por otro lado, los presbiterianos
permitieron que sus miembros pudieran participar en las decisiones de la iglesia;
con ello, muchos miembros pudieron gozar de un estatus con el que antes no
contaban.

15
Mendoza García, op. cit., p.95.
16
Ibídem., p.96.
17
Ibídem., p.102.

6
La educación presbiteriana

El trabajo educativo fue muy importante para los misioneros estadounidenses


presbiterianos; sabían que el establecimiento de escuelas, sobre todo en el medio
rural, era dispensable para la propagación del Evangelio. Al luchar contra el
analfabetismo, podían acercar la Biblia a los conversos.18 Sin embargo, la primera
necesidad que debían de cubrir era la preparación de los futuros pastores
presbiterianos; por lo tanto, el esfuerzo de los misioneros estadounidenses los llevó
a crear instituciones educativas como la Escuela Bíblica fundada en la ciudad de
México en 1873 por el Reverendo Merrill N. Hutchison. En 1882, el Reverendo J.
M. Greene fundó en Tlalpan el Seminario Teológico Presbiteriano (STP), el cual
sigue funcionando hasta nuestros días.

El seminario se movió a Coyoacán en 1897, donde también se fundó la


Escuela Preparatoria Coyoacán. Dichas instituciones se separaron en 1903. En
1882 también se fundó la Escuela Normal Presbiteriana conocida como la “Escuela
de Providencia”, así como la Normal Presbiteriana para señoritas de San Ángel
Coyoacán, donde educaron a las mujeres procedentes de las Iglesias
Presbiterianas. La preocupación por preparar a los futuros líderes presbiterianos no
sólo se ocupó de los futuros pastores, que también eran preparados como docentes,
sino también por las futuras maestras.

A finales del siglo XIX, el gobierno del estado de Michoacán impulsó una serie
de leyes de instrucción pública donde el método lancasteriano siguió dentro del
proyecto educativo. Desde la ley de 1870 hasta la de 1881, el título para maestro
dejó de ser un requisito; con sólo un curso de seis meses en una escuela
lancasteriana bastaba para que el docente pudiera ejercer en las escuelas de las
primeras letras. Los presbiterianos aprovecharon su necesidad de extender el

18
Apolonio C. Vazquez. Los que sembraron con lágrimas. Apuntes históricos del presbiterianismo
en México. (México: Publicaciones El Faro,1985), p.336.

7
Evangelio junto con la preocupación del estado para fomentar la educación, crearon
escuelas de primeras letras.19

Fue así como a partir de la década de 1880, los presbiterianos construyeron


las primeras escuelas de primeras letras en el distrito de Zitácuaro. Por ejemplo, en
el rancho El Aguacate, en Tuxpan, se abrió la primera escuela mixta en septiembre
de 1894; esta escuela fue fundada por la familia Vaca, miembros de la congregación
presbiteriana. En San Francisco de Coatepec, en 1895, se inauguró otra escuela
similar a la de El Aguacate. Al inicio estas escuelas, que eran particulares, eran
sostenidas por la Misión Presbiteriana de los Estados Unidos, quienes compraban
edificios, pagaban salarios, mantenimiento, útiles escolares y mobiliario para los
estudiantes. No obstante, a mediados de la década de 1890, hubo un cambio en la
mentalidad de los presbiterianos zitacuarenses.20

En el seno de la Iglesia Presbiteriana de Zitácuaro, surgieron voces que


buscaron impulsar la autonomía económica de la iglesia frente a las misiones
estadounidenses, como Enrique Reyna Ruiz, quien desde 1885, promovió esta
independencia económica. Esta propuesta también fue aceptada por el pastor
estadounidense Charles Domfort Campbell y, bajo el Plan de Sostenimiento Propio
de 1896, las congregaciones presbiterianas de Zitácuaro lograron dicha libertad;
ahora la educación que las misiones promovían, eran pagadas por la
congregación.21

Una vez que la Iglesia Presbiteriana de Zitácuaro pudo actuar con libertad
económica, en 1893, Pedro Vallastra, pastor y docente de la congregación de El
Aguacate, fundó la escuela para niños “Melchor Ocampo”. En febrero de 1902, el
Reverendo Andrés Pérez y su esposa Arcadia Vega de Pérez, fundaron la escuela
particular para niñas “Leona Vicario”. Aunque en 1905, la misión presbiteriana
suspendió las actividades de ambas escuelas. En 1910, la segunda institución
reabrió sus puertas bajo el nombre de “Centenarista Leona Vicario” donde las

19
Eduardo N. Mijangos y Leticia Mendoza García, “Instrucción cívica y liberal del presbiterianismo
en el distrito de Zitácuaro, 1894-1902” en Tzitzun, número 54 (julio-diciembre), 2011, p.56.
20
Ibídem., p. 59.
21
Ibídem., p. 60.

8
maestras presbiterianas Raquel Reyna, Eufemia Manjarrez Colín y Esperanza
Gallegos, estuvieron a cargo de la institución hasta 1914 cuando estalló la
Revolución.22 Estas maestras no sólo se dedicaron a las labores educativas y
religiosas a través de la Unión Femenil, sino que también fueron mujeres activas en
la política de la localidad. La profesora Eufemia Manjarrez participó en la
organización de las mujeres liberales; fue la primera mujer presidente municipal en
el país, ocupando el cargo de 1960-1961.23

Los zitacuarenses presbiterianos también trabajaron dentro de la política de


su localidad. En 1891, bajo el mando de Enedino Colín, un hacendado presbiteriano,
se fundó la Junta Patriótica Liberal “Benito Juárez”, donde se congregaron múltiples
liberales zitacuarenses y, entre ellos, presbiterianos como Saúl Vaca Gallegos,
quien fue pastor y maestro de Jungapeo, Neftalí Novo Cejudo, Enrique Reyna Ruiz,
Moisés Alvarado y Ezequiel María Castillo. Todos ellos, salvo por Reyna y Enedino,
fueron estudiantes del Seminario Teológico Presbiteriano, el perfil de estos
personajes no sólo era el de ministro o pastor, sino también de docentes rurales.

Es importante destacar que la Junta Patriótica Liberal “Benito Juárez”


representó un espacio de acción política que congregó a una minoría liberal y
presbiteriana de Zitácuaro, llegando a controlar el poder local y enfrentarse
directamente con la Iglesia Católica. Por ejemplo, realizaron cambios a los nombres
de las localidades que tuvieran una connotación religiosa y modificaron las
festividades religiosas por celebraciones civiles y de héroes de la patria.

Las escuelas presbiterianas en el distrito de Zitácuaro tuvieron que cerrar


debido a la Revolución Mexicana, sin embargo, dejaron una huella que seguirían
las próximas escuelas presbiterianas una vez que la Revolución termine. Los
presbiterianos liberales impulsaron un proyecto educativo que concientizaba al
pueblo a respetar las leyes, celebrar los días patrios, una educación laica y cívica24

22
Samuel Ruiz Madrigal. Secundaria Federal Nicolás Romero…orgullo de los zitacuarenses.
(México: Morevallado Editores, 2011), pp.31-32.
23
Samuel Ruíz Madrigal. Zitácuaro, su historia. (México: s/Ed., 2006), p.121.
24
Mijangos y Mendoza García, op. cit., pp.73-75.

9
Los presbiterianos zitacuarenses ante la construcción del Estado
Posrevolucionario.

La Revolución Mexicana afectó la actividad presbiteriana; los centros educativos en


Zitácuaro, a pesar de estar controlados por los locales, tuvieron que cerrar sus
puertas, al igual que lo hicieron los centros educativos que los misioneros
estadounidenses controlaban en la ciudad de México. Sumado a este hecho, la
época posrevolucionaria no parecía mejorar las condiciones políticas de las iglesias
protestantes en general.

Como lo mencioné al principio de este trabajo, la Constitución de 1917 y la


Constitución de Michoacán de 1918, puso en graves aprietos a las propiedades
eclesiásticas que fueron nacionalizadas, la participación de los misioneros
extranjeros quedaba prohibida y retiraba a las corporaciones eclesiásticas de la
educación. No obstante, para el caso de los presbiterianos en Zitácuaro, parece que
su situación fue diferente pues no sólo continuaron recibiendo ministros
estadounidenses, a pesar del Plan de Sostenimiento Propio, sino que conservaron
sus edificios y continuaron abriendo escuelas en el distrito.

La Revolución permitió que la Junta Patriótica Liberal monopolizara el poder


político local. Esto aseguró la tranquilidad de la obra evangélica de los
presbiterianos en la región quienes continuaron con sus trabajos educativos en el
distrito de Zitácuaro. Además, el movimiento armado permitió que algunos
personajes presbiterianos obtuvieran importantes puestos políticos y militares;
además, crearon una amplia red de relaciones a nivel estatal y federal de los que
se apoyaron para lograr sus objetivos políticos, económicos y sociales.

La Junta trabajaba apoyando las decisiones de Enedio Colín, líder de ese


club liberal. Cuando ocurrió la rebelión de la Huertista, los miembros de la Junta se
reunieron para luchar contra este rebelde, entre los que destacaron Saúl Vaca
Gallegos, Ezequiel María Castillo, Moisés Alvarado y Neftalí Novo Cejudo. Es
importante mencionar a estos personajes pues deja en evidencia que estos

10
hombres, pastores presbiterianos, siguiendo sus ideas liberales y bajo la doctrina
de los “elegidos”, sintieron que su participación revolucionaria y contra De la Huerta
era su obligación como elegidos por Dios.

Si estos presbiterianos tomaron las armas de forma tardía, tras el asesinato


de Francisco I. Madero, se debió más “[…] a una actitud conveniente para
resguardar sus poblaciones, no verse afectados en sus propiedades y lograr
beneficios del sistema agrario.”25 La manzana de la discordia al interior de la Junta
fue el reparto agrario. Enedio Colín, quien era un gran hacendado en la región, no
vio con buenos ojos la política agraria; mientras que Saúl V. Gallegos, Neftalí N.
Cejudo y Moisés Alvarado, exigieron que se acelerara de forma justa el reparto de
las tierras. Ante la negatividad de Colín y la radicalización de la triada ya
mencionada, en 1915, la Junta Liberal se dividió.26

Si el restablecimiento de las escuelas presbiterianas se demoró hasta la


segunda década del siglo XX se debió más a la reorganización de las Iglesias
Reformadas que se reflejó a través del Pacto de Cincinnati de 1919, donde se
repartieron el territorio nacional entre las iglesias. Para el caso de Zitácuaro, la
reorganización los llevó a pasar a cargo de la Iglesia Presbiteriana del Norte de los
Estados Unidos. Ante este nuevo impulso, el Reverendo Henry L. Ross y su esposa
Elizabeth Mc. Rae Ross llegaron a Zitácuaro en 1920 donde, junto a Catarina Gray
y Leticia Betty reforzaron la labor en la escuela “Centenarista Leona Vicario”,
refundada en 1910.La familia Ross fundó, en la propiedad que la misión adquirió en
Manga de Clavo, la escuela “Graybill Memoria School”.27

El Reverendo Ross, debido a sus múltiples actividades ministeriales, designó


al profesor Ruffus Clegg Morrow como el encargado de dirigir la escuela de Manga
de Clavo. El profesor Morrow llegó a Zitácuaro en 1923 y se enfocó en que la

25
Leticia Mendoza García. Política Religiosa en Michoacán: las diversidades evangélicas 1910-1932.
(Morelia: Instituto de Investigaciones Históricas, Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo,
2017), p.19.
26
Enrique Guerra Manzano, “El Estado mexicano y el faccionalismo político: Zitácuaro, Michoacán,
1928-1940) en Política Cultura, número 29, 2008, p. 193.
27
Ruiz Madrigal. Secundaria Federal…, op. cit., pp.34-39.

11
escuela de Manga de Clavo fungiera como un plantel industrial agrícola, donde los
estudiantes aprendieran a cultivar la tierra a través de técnicas modernas y sacar
mayor beneficio de los productos agrícolas. A pesar de sus esfuerzos, la escuela de
Graybill cerró por problemas económicos. No obstante, en 1929 decidió establecer
una escuela secundaria que le diera continuidad a las otras instituciones educativas
presbiterianas, que eran de primeras letras. Bajo el nombre de “Melchor Ocampo”,
la secundaria contó con un internado para señoritas y otro para varones. Esta
escuela secundaria duró abierta hasta 1934, cuando tras la implementación de la
educación socialista, el gobierno le retiró a los presbiterianos sus escuelas.28

¿Cómo fue posible que los presbiterianos pudieran continuar con sus
escuelas hasta 1934? Los hombres y las mujeres presbiterianas se esforzaron para
apoyar a los gobiernos en turno y así evitar la nacionalización de sus bienes, así
como la continuidad de las obras educativas. La propia institución no se opuso a los
cambios, sino que respaldaron las iniciativas del gobierno estatal con quien no
compitieron ni rivalizaron en su poder. Por supuesto, la división de la Junta Patriótica
Liberal ayudó, en cierta medida, a balancear los intereses del estado.

Por ejemplo, aquellos que permanecieron apoyando la Junta, respaldaron la


política del gobierno de Pascual Ortiz Rubio (1917), es decir, no realizar cambios
sustanciales en el reparto agrario. Por supuesto, presbiterianos como Enedio Colín
también resultaron beneficiados al evitar este reparto pues sus tierras estaban en
riesgo. Este apoyo fue importante tanto para la Junta como para Ortiz Rubio.

Por otra parte, los liberales radicales, de entre los que destacó Neftalí N.
Cejudo, formaron el Partido Agrarista de Zitácuaro el cual terminó por adherirse al
Partido Socialista Michoacano y apoyaron a la campaña gubernamental de
Francisco J. Múgica. Este grupo presionó al gobierno distrital y a la Junta para que
facilitaran la repartición de las tierras. Es interesante ver cómo Cejudo tuvo a su
disposición una amplia red que le permitió luchar contra la Junta: no sólo se valió
de los campesinos y desposeídos, también se apoyó en su amistad con Francisco

28
Vazquez, op. cit., pp.56-58.

12
J. Múgica, con el presidente Álvaro Obregón y Plutarco Elías Calles y hacia la
década de 1934, Cejudo fue el intermediario de Lázaro Cárdenas en Zitácuaro.29

De la década de 1920-1940, el movimiento agrario michoacano se mezcló


con un fuerte anticlericalismo que escaló a connatos de violencia entre
presbiterianos y católicos. En Zitácuaro, los presbiterianos agredieron a los curas
párrocos, cerraban las puertas de las iglesias católicas con tablas y clavos. En mayo
de 1924, arrestaron al padre Montero en Tuzantla por orden de las autoridades
zitacuarenses; este incidente se le atribuyó a los presbiterianos.30

A pesar de los conflictos entre la Junta y el Partido Socialista y los conflictos


entre presbiterianos y católicos, los gobiernos de Múgica y Sidrino tuvieron una
tolerancia ambigua hacia las iglesias protestantes y las razones son las siguientes:
los presbiterianos no amenazaban el orden constitucional; a diferencia de la Iglesia
Católica que respaldaba a los hacendados y evitaba el reparto agrario, la Iglesia
Presbiteriana, a pesar de las divisiones políticas de sus miembros, tuvo una postura
a favor de las medidas agrarias y anticlericales. Podríamos definir la política de los
presbiterianos como acomodativa: se acomodaban a las circunstancias políticas y
sociales.31

Burlaron la vigilancia a través de diversos mecanismos como: registraron las


propiedades como casas particulares o a nombre de particulares. Pero también la
amistad con las autoridades políticas estatales y federales ayudaron a que la
vigilancia hacia las propiedades presbiterianas fuera más relajada. Para ello la
educación también fue un elemento importante, no sólo porque formó espacios
donde se concientizaba al pueblo para hacerlos “buenos ciudadanos”, sino que se
concentraron en la educación rural. Las maestras fueron otro factor importantísimo
para que las propiedades de la misión destinadas para la educación no fueran
nacionalizadas y las labores continuaran.

29
Guerra Manzano, op. cit., p.194.
30
Leticia Mendoza García, “Bautistas y Presbiterianos en la política de Francisco J. Múgica y Sidronio
Sánchez Pineda”, en Historia Mexicana, vol. 67, número 3, 2016, p. 1242.
31
Ibídem., p.1244.

13
La profesora presbiteriana Evangelina Rodríguez, apoyó el trabajo de la
inspectora María del Refugio García, una activista mugiquista, para lograr llevar a
cabo el proyecto educativo de Múgica de una educación rural. Evangelina
Rodríguez no sólo logró crear una estrecha amistad con Francisco Múgica, sino que
demostró la importancia de las escuelas presbiterianas para el cumplimiento de los
objetivos educativos del estado michoacano. En 1925 obtuvo el cargo de inspectora
en Zitácuaro. El gobierno del estado vio con buenos ojos la labor de las escuelas
presbiterianas para la integración del campo al proyecto de nación, por lo tanto,
ignoraron que tanto las escuelas como las congregaciones presbiterianas eran
dirigidas por predicadores extranjeros.32

Conclusiones

Desde que la Iglesia Presbiteriana llegó a México en 1872 y 1874, y su introducción


en Michoacán a partir de 1876-1877, los misioneros estadounidenses se
preocuparon por fundar institutos educativos tanto para los futuros líderes
presbiterianos como para los feligreses. Para estos misioneros fue indispensable
que los mexicanos pudieran leer para que pudieran acercarse a la Biblia y con ello
extender el evangelio. Sin embargo, también buscaron reformar la moral del
mexicano y crear ciudadanos respetuosos de la ley.

Las misiones presbiterianas establecidas en Zitácuaro llegaron a un


escenario ideal para su implantación y desarrollo. Los traumas históricos como los
incendios de la ciudad, aunado a una actitud liberal y anticlerical, permitieron que
una minoría de la población aceptara la fe protestante. Ya sea por libertad
económica o porque sus ideales políticos concordaban con las doctrinas calvinistas,
tanto obreros como parte de la élite zitacuarenses abrazaron a la Iglesia
Presbiteriana.

Los presbiterianos en el distrito de Zitácuaro sobrevivieron a los cambios


políticos gracias a su actitud acomodativa; esto les permitió poder desarrollarse
durante el porfiriato, pero también fortalecerse durante la Revolución. Esta actitud

32
Ibídem., pp., 1219-1245.

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fue un factor importante al momento de que el Estado Posrevolucionario reacomodó
sus políticas. Si bien tanto los artículos 3, 27 y 130 de la Constitución Federal
afectaba a las iglesias de todas las denominaciones, en Zitácuaro, las misiones
presbiterianas no se vieron realmente afectadas.

Las escuelas presbiterianas en Zitácuaro incursionaron en un lugar donde,


hasta el momento, el Estado aún no llegaba: el campo. Esta educación despertó un
sentido nacionalista en los feligreses, como se dio en el caso de Enrique Reyna,
que no sólo buscaron la autonomía frente a las misiones estadounidenses, sino que
buscaron beneficiar a la nación mexicana.

Durante las primeras dos décadas después de la Revolución, las


propiedades y actividades de los presbiterianos zitacuarenses no sufrieron las
consecuencias de la legislación de 1917. Esto se debió al apoyo de hombres y
mujeres quienes a través de sus redes sociales y políticas demostraron que su
práctica religiosa también buscaba la construcción del Estado Moderno. La Iglesia
Presbiteriana no buscó rivalizar ni oponerse a las órdenes del Estado, por el
contrario, mediante la educación, buscó formar ciudadanos modelos al servicio de
la nación; además, buscó incluir al campo en ese proyecto de nación. Por ello,
apoyó la lucha por el reparto agrario pues aquellas tierras les pertenecían por ser
“elegidos” y había que luchar por ellas.

Más allá de la formación de cuadros políticos de corte liberal, y anticlerical, la


mayor aportación de la Iglesia Presbiteriana en Zitácuaro Michoacán ha sido la
educación, la cual, fue defendida a capa y espada por hombres y mujeres que
estaban convencidos de que sus acciones estaban encaminadas a beneficiar a su
comunidad y a su nación. No solo se trató de formar buenos cristianos, sino buenos
ciudadanos. La educación también fue un puente entre el campo y la modernidad.

Faltan estudios acerca de las redes y acciones de estos presbiterianos ante


la reforma educativa de 1934 y la implementación de la educación socialista, pues
fue a partir de esta fecha donde el activismo decayó y en esta ocasión, las escuelas
presbiterianas fueron cedidas al Estado. Pero eso…es otra historia.

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