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PALEOCRISTIANO

El cristianismo emerge como una nueva religión en un entorno pagano bajo el


dominio romano, marcando una sacralización del espacio y la búsqueda de un
lugar sagrado para sus rituales. En un mundo romano expansivo que abarca
Europa, el norte de África y Asia Menor, Jesucristo nace en Galilea, Palestina.

En este contexto pagano, donde las creencias giran en torno a diversos dioses,
la idea de un nuevo rey, Cristo, provoca la persecución de los cristianos desde el
principio. El emperador romano, al enterarse del nacimiento de Cristo,
ordena la matanza de los niños nacidos en ese momento en la provincia
para eliminar la amenaza.

Los cristianos son perseguidos en el Imperio Romano, enfrentándose a la


muerte en el coliseo, pero su resistencia fortalece al cristianismo.
Constantino, el primer emperador en garantizar la libertad de culto,
permite que los cristianos practiquen abiertamente su religión. Sin
embargo, al mismo tiempo, busca que el cristianismo respalde al imperio.

Teodosio va un paso más allá al declarar al cristianismo como la religión


oficial del imperio, marcando una sociedad cristiana.
Después de su muerte, divide el territorio en dos imperios, con Roma como la
capital del oeste y Constantinopla (actual Estambul) en el este. El imperio
occidental cae en el año 476, incapaz de defenderse o mantener su
organización, mientras que el oriental prospera durante mil años.

PRIMER CRISTIANISMO
El primer cristianismo se caracteriza por dos etapas significativas: la persecución
inicial hasta el Edicto de Milán, que los libera, y la segunda fase, en la que los
cristianos, al tener libertad de culto, deben resolver cuestiones arquitectónicas
para sus lugares de adoración.

Perseguidos, los primeros cristianos se vinculan en


pequeños espacios de reunión, como las catacumbas,
subsuelos que les permiten congregarse y orar. Estos
espacios no se distinguen por su arquitectura, ya que es
similar a la tipología romana, sino por el lenguaje en las
paredes pintadas con símbolos de su creencia.

El arte paleocristiano utiliza elementos simbólicos para


comunicarse discretamente, como el pez sobre una puerta
para indicar una reunión cristiana o la imagen de una
paloma simbolizando libertad o pureza. Otro símbolo es la x
y r, las iniciales de Cristo.

El arte cristiano se distingue por su representación sencilla,


como la imagen de un joven Cristo realizando su primer
milagro al repartir pan y peces a sus seguidores. Esta
simplicidad busca llegar a la población analfabeta en un contexto de falta de
presencia estatal
La arquitectura paleocristiana corresponde al período más antiguo
de la arquitectura cristiana, que se desarrolló en el Imperio
romano en la Antigüedad tardía, entre finales del siglo III hasta el
siglo VI. Nació principalmente como una necesidad para la
construcción de edificaciones adecuadas para los cultos de la
religión cristiana1. La arquitectura paleocristiana se basó en el
modelo de la basílica romana, con planta rectangular, tres o cinco
naves, ábside y atrio1.

Los primeros lugares ocupados por los cristianos, ahora


liberados, requerían un espacio más amplio para sus rituales. Escogieron un
antiguo templo griego en el sur de Sicilia, al cual añadieron muros entre
columnas y cerraron el interior. Generaron un acceso longitudinal, creando un
recorrido dinámico con un altar al fondo, jerarquizando los espacios con una
nave principal y laterales.

Este edificio, adaptado para el nuevo rito cristiano de seguir un camino hacia
Cristo, se basa en la planta de la basílica romana, un lugar
de encuentro y asamblea. La basílica tiene raíces en la stoa
transformada por Roma, donde se jerarquizaba un espacio
para dictar leyes. Los primeros cristianos vieron en la
basílica la posibilidad de adaptar un edificio concebido para
la asamblea a su nuevo rito, que promovía la igualdad entre
ricos y pobres.

Las transformaciones incluyeron la eliminación del acceso


por el eje transversal, la supresión de una exedra, y el
desplazamiento del acceso a uno de los extremos,
generando un espacio dinámico. Las columnas marcan un
ritmo en el recorrido hacia la nave principal, que remata en
una exedra, también llamada ábside, donde se encuentra el
pretor. Esta área no cuenta con columnas, pero las que
recorren la nave principal enfatizan la importancia del
ábside.
Se incorpora el nártex como espacio de transición, y se
añade un pequeño eje transversal llamado transepto,
dando forma de cruz latina. Antes de entrar al edificio, un
atrio con galerías y una fuente de agua, donde los no
bautizados se quedan, ya que se requiere el bautismo
para entrar al espacio sagrado.

El lenguaje arquitectónico se refleja en la nave principal


con columnas que recorren el edificio, sosteniendo muros
con vanos que permiten la entrada de luz. La cubierta se
presenta limpia con sus cabreadas, y los laterales llevan la
perspectiva hacia el ábside, donde se destaca el lenguaje
cristiano con representaciones sencillas de Cristo y otros
personajes, enalteciendo la igualdad de todos

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