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ARTE ROMÁNICO

1 CONTEXTO HISTÓRICO y ARQUITECTURA EN EL ARTE ROMÁNICO: DESCRIBE LAS CARACTERÍSTICAS Y FUNCIÓN DE LAS IGLESIAS Y MONASTERIOS EN EL ARTE ROMÁNICO

Conocemos como románico el periodo de la cultura europea que abarca los siglos XI y XIII. Su nombre proviene de las lenguas v ulgares, romances, derivadas del latín. Surgieron una serie de
testimonios culturales, un despertar una vez superado el mítico año mil. Así, en Europa occidental comienza una recuperación demográfica, económica y cultural. Los siglos anteriores estuviero n
marcados por la expansión del Islam, las guerras, las invasiones de los normando, el hambre. Pero lentamente se asiste a un resurgir general: se roturan nuevos campos, mejoran los aperos de
labranza, la población crece y poco a poco se van repoblando las viejas ciudades romanas que llevaban siglos semidespobladas. Paralelamente, el comercio se reactiva (no tanto como en el Gótico),
hay progresos en la metalurgia y con estos nuevos instrumentos, el hombre es capaz de acometer trabajos más perfectos y de mayor envergadura.

Podemos establecer tres periodos:


*Primer románico (1000 – 1075); arquitectura pobre y funcional, mala calidad en la talla y uso del ladrillo. Cubiertas de madera para las naves y bóveda de horno en el ábside. Primeras bóvedas
de cañón con fajones y cúpulas sobre el crucero.
*Románico pleno (1075 – 1150): ampliación y transformación de las cabeceras (adopción de un nuevo ceremonial litúrgico). Aparecen los deambulatorios y se desarrollan cruceros y transeptos.
*Románico tardío (segunda mitad del XII): importantes catedrales ya con elementos que anuncian la transición al gótico. Tambi én llamado protogótico, tardo románico…

Tras el año 1000 Europa vive una etapa de mayor tranquilidad y una cierta prosperidad que puede observarse en los siguientes puntos:
* Se supera la etapa de las segundas invasiones (vikingos, húngaros…)
* Se dejan atrás los terrores milenaristas tras comprobar que la llegada del año 1000 no conlleva el fin del mundo.
* Los reinos sufren una estabilización, tanto política como social.
* Crece la población, ligado a una mejor agricultura y a un resurgimiento del comercio europeo.
* Ligado al renacimiento monástico se producirá un resurgimiento cultural.

La nobleza y el clero serán claves convirtiéndose en los principales impulsores de una piedad agradecida que, una vez superad o el año 1000, generará optimismo y un gran afán constructivo. Será
una manera de mostrar su poder a través de estas grandes construcciones con una doble intención, expiatoria y de agradecimiento. Por su parte, los monasterios y las órdenes religiosas también
serán un elemento que uniforme el arte románico. La renovación religiosa, impulsada desde la abadía de Cluny, favorecerá la difusión de este estilo, tanto en los monasterios como en las igl esias
que se construyan por Europa.

Por otra parte, las rutas de peregrinación, en especial el Camino de Santiago, servirán para difundir las innovaciones arquitectónicas por toda Europa, consolidando así un estilo europeo internacional.
Las cuadrillas de canteros se trasladarán de un lugar a otro siendo los encargados de generar esa unidad estilística.

El triunfo de la iglesia católica, vínculo fundamental entre los reinos europeos de la época, se verá reflejado en la construcción de un gran número de iglesias y monasterios. Además de multiplicarse
por Europa, serán de un tamaño mucho mayor, además de una mayor riqueza en su ejecución, que las construcciones precedentes, caracterizándose por la tendencia a la monumentalidad.

El resultado del románico será una mezcla singular herencia de la antigua Roma y el arte paleocristiano, de los diferentes estilos prerrománicos, del Imperio Bizantino, del mundo germánico y del
musulmán, principalmente.

Los dos edificios más representativos del arte románico son la iglesia y el monasterio. Ambas tipologías responden a los rasgos característicos de la sociedad de los siglos XI y XII: una sociedad
feudal, con claras diferencias sociales, y profundamente religiosa, donde el peso de la iglesia marcaba el desarrollo de la v ida.
Los modelos arquitectónicos se difundirán, en gran medida, a través de la expansión monástica y de las rutas de peregrinación y, por ello, a pesar de las variantes regionales, tendrán un carácter
homogéneo a nivel europeo, puesto que el Románico se convierte en el primer estilo de carácter internacional de la Edad Media.

Son construcciones sólidas, macizas, de aspecto robusto, como la función que cumple la Iglesia en la sociedad y su poder. Es por ello que están realizadas con piedras de sillería, bien labradas,
sustentadas por imponentes muros. Deben alcanzar dos objetivos: la monumentalidad y la perdurabilidad.

Además de ser lugar de culto y reunión, se emplearán también de modo didáctico, para adoctrinar en la fe y en la estabilidad y fundamento religioso de la sociedad feudal.

La iglesia tendrá una función, la de ser casa de Dios y lugar de culto, también de reunión. Además, expresa el orden del mundo y la sociedad tal y como se concibe p or la sociedad feudal cristiana
de la época, adoctrinando desde ella las verdades de la fe.

Será, además, lugar de peregrinación. Tras el año 1000 aparecerán una serie de reliquias que, según escribía el monje cluniacense Glaber, en 1044, “ comenzaron a descubrirse numerosas reliquias
de santos en los lugares donde habían descansado ocultas durante muchos años. Era como si hubiesen estado esperando pacientemente el momento de una gloriosa resurrección, para ser entregados
a la contemplación de los fieles y derramar su poderoso consuelo” . Esa fe derivaría en la peregrinación de masas, la “peregrinación penitencial”, hacia los Santos Lugares de Jerusalén, las catacumbas
de Roma y el sepulcro del apóstol Santiago en Galicia. Sobre todo, se focalizaron hacia estas dos últimas, hacia Occidente, p or el peligro que suponía la presencia turca en Oriente.

En cuanto a la simbología, la planta, con tres naves y transepto, hace referencia al cuerpo de Cristo en la cruz. La cúpula central es la bóveda celes te.
Los pilares del edificio son los apóstoles y profetas. Los muros simbolizan al pueblo cristiano. Cada sillar representa a un cristiano. Todos forman la iglesia universal.
La iglesia, como lugar de encuentro del hombre con Dios, ha de ser un espacio que facilite el recogimiento (penumbra y silenc io, característico del románico).
La puerta es donde mejor ornamentación encontramos, con los pórticos. La simbología es clara. La puerta delimita el lugar en el que se separa lo mundano de lo divino. Es por ello que debe
convertirse en el punto más rico de la iglesia o catedral, la “puerta del cielo”.

Las cruzadas fueron otro fenómeno clave. Recuperar los espacios santos era el objetivo de los cristianos. Fueron empresas bélicas con la religión como base, pero un trasfondo económico y de
poder claro. Sirvieron, además, como foco de influencia para la entrada de estilos más cercanos a Oriente que a Occidente.

La iglesia y sus características formales

Tipos de plantas: adopta la herencia de las empleadas tradicionalmente en la arquitectura cristiana, sin embargo creará una q ue será la de más éxito, la de cruz latina (derivada de las basilicales
pero con un transepto muy marcado). Es una metáfora del cuerpo de Cristo en la cruz, símbolo del poder de la iglesia y la red ención. Los pies son la entrada; las naves longitudinales, el camino
hacia la salvación. El transepto alberga los brazos de Cristo crucificado que, por su sacrificio, abre el camino del hombre hacia la salvación. El ábside es la cabeza, siempre or ientada hacia el este,
donde sale el sol (símbolo de luz, resurrección y salvación). Está formada por una o más naves longitudinales más otra transversal, el transepto (toda la nave que cruza, marcando la separación
entre el espacio destinado a los fieles y a los presbíteros) y el crucero (que se sitúa en la intersección de ambas, punto cl ave de la iglesia donde se elevan la cúpula y cimborrio).
Se generan tres espacios diferenciados: el terrenal (nave longitudinal y camino hacia Dios), el de transición (en el crucero, que une lo terrenal con lo celestial) y el celestial o divino (ábside y
presbiterio, hacia donde se dirigen todas las miradas y que se subraya con luz, como símbolo de salvación).

Por lo general, se estructuran en torno a 3 o 5 naves, donde la central suele ser más ancha y alta que las laterales. En ocasiones, en las más importantes, el transepto puede llegar a tener 3 naves.
Estas marcan el camino hacia el altar.
Como remate, formando la cabecera, los ábsides o capillas semicirculares (esta era la primera parte que se construía en la ig lesia, para llevar a cabo el culto, sin importar si el resto de la obra
estaba terminada).

Dentro del ábside, y cuando las naves son más de una, las laterales se prolongan envolviendo el presbiterio, zona del altar m ayor y del coro para los clérigos, dando lugar a la girola o deambulatorio.
En torno a la girola puede haber pequeñas capillas radiales, los absidiolos (en ocasiones, también en los brazos del transepto), los cuales permitían el culto simultáneo .

Las naves laterales están abovedadas, hecho que responde a la necesidad de descargar el peso de la central, más alta. En esa diferencia de altura se suele calar el muro para construir una tribuna
o galería (abierta mediante arcadas y conocida como triforio en el Gótico), que aumenta el aforo del templo. Conforme evoluci ona en el tiempo, hacia el periodo gótico, la tribuna se convertirá en
el triforio, ya sin paso permitido para los fieles.

La bóveda de cañón será el gran signo formal del románico, construido en piedra (por su capacidad de soportar pesos y para ev itar incendios con la madera). Para reforzar aparecen los arcos
transversales o fajones, apeados en pilares, canalizando las fuerzas de descarga. Ello permitió elevar la altura y aumentar la longitud.
Si los edificios tenían tres naves, aumentaba la dificultad. Las naves laterales actuarían como soporte de las grandes bóveda s de cañón, soportando los empujes de las naves centrales.

A los pies se suelen levantar las torres de campanas flanqueando la fachada principal, aunque también pueden aparecer en la c abecera, en los brazos, en el crucero o incluso, aisladas.

El cimborrio era otra de las partes importantes dentro de la construcción. Consistía en una torre de carácter octogonal que se levantaba en planta, normalmente entre la intersección de la nave
central y el crucero.

Asimismo, a los pies puede haber una pequeña nave transversal, denominada nártex si está dentro del templo o atrio si sobresale de la fachada.

Las portadas, en las fachadas, aparecerán en la de la nave longitudinal, pero también pueden hacerlo en las del transepto, en sus extremos. Estas se recubrirán con esculturas de finalidad claramente
didáctica (tanto la escultura como la pintura están supeditadas a la arquitectura, “Ley del marco arquitectónico”).

Además de las de cruz latina en el Románico podemos encontrar también otros tipos de plantas: de cruz griega, centralizadas, basilicales, etc.

Entre los elementos sustentantes, ya mencionados algunos de ellos, encontramos:


Muros: muy gruesos, dominando el muro sobre el vano. A base de sillares regulares, reforzados con grandes contrafuertes. Apenas hay ventanas y, si las hay, son pequeñas y abocinadas. Las
paredes externas serán decoradas por medio de elementos como pilastras, molduras, arquillos ciegos, canecillos…
Columnas: de fuste cilíndrico y liso, sin respetar las proporciones entre diámetro y altura. En ocasiones, como en las jambas, presentan esculturas adosadas. La columna deja de ser el “sustentante”
preferido, siéndolo ahora el pilar.
Pilar: robusto, con un núcleo central cuadrado o cruciforme al que, en ocasiones se le adosan columnas o medias columnas (columna adosada a un pilar = baquetón), dando lugar al pilar compuesto
que, conforme pase el tiempo, se irá complicando cada vez más según la evolución de las cubiertas del Gótico.
Capiteles: desaparece cualquier similitud con los órdenes clásicos. Son frecuentes los capiteles de decoración vegetal o con figuras humanas o de animales reales, fantásticos o monstruosos. El
más común, el capitel historiado o iconográfico (narra escenas sagradas), que servía como elemento didáctico y decorativo.
Contrafuerte: elemento macizo, a modo de pilastra adosada al muro, reforzándolo para poder soportar mayores empujes.

Entre los elementos sostenidos, ya mencionados algunos de ellos, encontramos:


Arcos: siendo el de medio punto el más utilizado, en ocasiones peraltado. Conforme transcurre el románico, el arco se apuntará, apareciendo el arco apuntado (gótico por excelencia). Los arcos
serán “ciegos” si sirven como función decorativa (normalmente adosados al muro).
Bóvedas de medio cañón: las más habituales. Suele aparecer en la nave central. Es una sucesión de arcos de medio punto reforzada en su interior a base de arcos fajones que coinciden con los
contrafuertes de la edificación. También aparecerá el arco formero, dispuesto de forma longitudinal.
Bóvedas de arista: suele aparecer en las naves laterales. Contrarrestan los empujes de la central, transmitiéndolos hacia los potentes muros. No muestra “nervios” en sus recorridos. Conforme
avancemos al gótico, sí lo hará, creando de este modo, la bóveda de crucería.
Bóveda de cuarto de cañón: aparecen, sobre todo, en las tribunas. Su función es la de pasar los empujes desde la cubierta central al exterior.
Bóveda de cuarto de esfera: para cubrir los ábsides y absidiolos.
Cúpulas: en el espacio central del crucero. Se disponen sobre pechinas (cuando su base es circular) o trompas (si es octogonal).
Cimborrio: si la cúpula se alza al exterior como una torre que se eleva desde el crucero.
Torre: es campanario, pero también vínculo de Dios y el hombre. Además, testimonio del poder de la iglesia y visible desde cualquier punto del terreno. Su disposición más común es en la fachada
principal, pero puede aparecer en el crucero (o en sus extremos), flanqueando el ábside…

Si hablamos de decoración, será clave como elemento didáctico y aparecerá, sobre todo, en los muros, bóvedas, ábsides, o en los capiteles y jambas. Pu eden ser temas variados, así como sus
formas (geométricas, vegetales, animales, figurativas…).
Un lugar clave serán las portadas, localizadas en las fachadas y formadas por una serie de elementos que se repiten en su disposición. A sus lados, las jambas, desde donde arrancan las arquivoltas
(arcos concéntricos que van de jamba a jamba). En el centro, el parteluz, que divide la puerta en dos. Encima, el dintel o arquitrabe. En la intersección de éste con las arquivoltas, el tímpano (lugar
más importante para la decoración).

Tipología de las iglesias

Además de las iglesias de cruz latina (y su evolución en iglesias de peregrinación ligadas al Camino de Santiago), encontramos varias tipologías:
Iglesias de planta basilical: tienen tres naves con transepto, pero en este caso no está desarrollado como en las de planta d e cruz latina. La cabecera se remata con tres ábsides semicirculares.
Se encuadran en el Románico Pleno sus ejemplos más característicos: la Catedral de Jaca, la Catedral de Zamora o San Martín d e Frómista.
Iglesias rurales: de plantas muy variadas, construidas con peores materiales y más pequeñas, son numerosísimas. Dependían de los señores laicos o eclesiásticos y no de grandes monasterios o
de las catedrales de ciudades importantes. Destaca la Iglesia de San Clemente de Tahull.

Los monasterios y su función

Los monasterios fueron otro centro de la cultura y difusión del Románico. Buscaban la celestialidad, el contacto con Dios, por ello se localizaban en lugares idílicos, rodeados de bosques, con
manantiales cerca y aislados del resto del mundo. En su origen eran ermitaños y anacoretas y a partir de estas comunidades a las que poco a poco va uniéndose más y más gente, se conformaron
los monasterios.

Se encuentran casi siempre en lugares apartados. Encontramos innumerables ejemplos, en España destacan los de San Pedr o de Roda, San Pablo del Campo, Santa María de Ripoll, San Juan de la
Peña, San Juan de Duero o, como gran centro de cultura, el Monasterio de Santo Domingo de Silos. Internacionalmente, el más r elevante es el de Cluny.

La inseguridad de estos siglos fue solventada en la Iglesia donde los monjes, con su labor en el scriptorium, salvaron para Occidente la cultura clásica. En el siglo VI, San Benito, estableció una
serie de normas que debían cumplir los monjes; la regla de san Benito contemplaba una vida ascética, laboriosa y contemplativa (nació en el monasterio de Montecasino). Esta reforma sufrirá una
evolución con la reforma de Benito de Ariani, ora et labora.

La evolución la encontramos en la orden Cluniacense, con base en el monasterio de Cluny (Borgoña francesa), que había ido aumentando su poder hasta convertirse en un auténtico foco de poder.
Poco a poco la corrupción va llegando a Cluny y se olvida el auténtico y primitivo ideal monástico hasta que San Bernardo de Claraval establece una nueva regla que sustituirá las actuales,
configurando la orden Cisterciense (nace en el monasterio francés de Citeaux, principal configuradora del arte Gótico). El Císter rechaza la ostentosidad de Clu ny y obliga a cumplir la regla
monástica.

Pronto los monasterios se propagaron por Europa llevando consigo el nuevo espíritu, protegiendo a los peregrinos y dejando a su paso un reguero de magníficos edificios románicos. En ellos
trabajaron unos artistas organizados en talleres itinerantes, pero cuya consideración social era más bien la de simples artesanos, por lo que apenas nos han llegado algunos de sus nombres. Estos
monasterios fueron impresionantes construcciones que incluso sirvieron como emplazamientos estratégicos para las monarquías occidentales.

Sus características son más o menos fijas: su núcleo central es el claustro, un patio porticado, rodeado de cuatro galerías con arcos sobre columnas sencillas o, más comúnmente, pareadas;
alrededor se ordenan las demás dependencias, iglesia, sala capitular, refectorio, cocina, dormitorios, etc.
El claustro es un microcosmos en el que está todo ordenado, armónico, sacralizado. Es un lugar cerrado, de clausura. Evoca la Jerusalén Celeste, representada en su carácter cuadrado, al igual que
en el Apocalipsis de San Juan. La escultura que rodea el claustro adoctrina y muestra a los monjes escenas adoctrinantes y pasajes del Antiguo y Nuevo Testamento.

Además hay otras galerías porticadas que sirven como elemento estructurador del monasterio. Destaca la sala capitular (donde se congrega la comunidad, presidida por el abad, allí se discuten los
aspectos del monasterio). A su lado, el armariolum (biblioteca), scriptorium, el locutorium (para conversar en privado con el superior), la sala de trabajos manuales, las letrinas y dos accesos; uno
al huerto y otro al dormitorio común. También el refectorio (comedor, con horno de pan, calefactorio…). Pero también hay otras dependencias como la cilla (que albergaba las dependencias para la
administración o de descanso), la enfermería, bodegas y lagares, establos, cuadras, molino, fragua, talleres, hospederías e, incluso, una capilla para el pueblo (consagrada por el Císter, siempre, a
la Virgen).

San Vicente de Cardona (comentario e identificación) / Catedral de Santiago de Compostela (comentario e identificación)

ESCUELAS ARQUITECTÓNICAS EN EUROPA

Francia: con importantes diferencias regionales según dónde se sitúen los monumentos:
* Borgoña; posible zona de origen del Románico (junto con Lombardía). Cluny, final del XI: modelo de monasterio benedictino (destruido en la Revolución Francesa). Destaca Santa María Magdalena
de Vezelay. Cinco naves (central con bóveda de cañón apuntada y laterales con bóvedas de arista), doble transepto, girola con absidiolos, y dos torres a los pies, cuatro en los vértices de los
transeptos y dos cimborrios sobre los cruceros.
* Normandía; se caracterizan por conservar aún techumbres de madera (que permiten horadar el muro con amplios ventanales). Torres muy desarrolladas a los pies y nula o escasa decoración
escultórica. Catedral de San Esteban de Caen, finales del siglo XI.
* Suroeste: Poitiers, Angulema y Perigueux; claras influencias bizantinas: torres con remates cónicos con escamas, cúpulas sobre pechinas, arcos ciegos y gran profusión de decoración escul tórica
en las fachadas. Saint Front de Perigueux, La Catedral de Angulema.
* Provenza; edificios simples, una sola nave o clara preeminencia de la central, influencias clásicas abundantes (restos romanos de la región). San Trófimo de Arlés, finales del XI I.
* Grandes iglesias de peregrinación; San Saturnino de Toulouse, Santa Fe de Conques

Italia: claras influencias clásicas y paleocristianas. Destacan las galerías de arcos vivos (frente a los ciegos del francés). Decoración exterior mediante mármol de di ferentes colores, arquillos
lombardos ciegos, además, importancia de la columna (decora al exterior o sustenta en el interior). Por último, baptisterio y campanario separados del resto de la iglesia. Conjunto de Pisa (Catedral,
Campanario y Baptisterio), San Miniato al Monte de Florencia, San Ambrosio de Milán.

Alemania: de influencias francesas y lombardas y, por supuesto, de la tradición otoniana. Iglesias monumentales (gran elevación y altitud), con planta muy característica, la de dos iglesias adosadas
(dos cruceros, dos presbiterios, dos ábsides semicirculares o poligonales entre torres). También se caracterizan por cubrir todas las naves con bóvedas de arista.
Catedral de Spira, Catedral de Worms

Inglaterra: relacionado con la arquitectura románica de la escuela normanda. Largas naves y enormes cruceros y cimborrios. Catedral de Du rham.

España: situación muy diferente de la europea. La presencia musulmana y la guerra religiosa entre cristianos y árabes, marcará el grado de arraigo por zonas. En el sur, la presencia del estilo no
tendrá cabida. La zona cristiana tendrá, en un primer momento, a Navarra como estandarte. Su monarquía contribuyó a impulsar las peregrinaciones a Santiago y por tanto, a recibir y transmitir
cultura procedente de Europa. Los reyes comprendieron su importancia (mercaderes, dinero, comercio…) y por ello se esforzaron en hacer fundaciones que fueran hitos religiosos obligados para el
peregrino (a veces de nueva planta y otras veces aprovechando antiguos monasterios o iglesias). Además, construyeron hospeder ías, puentes, iglesias o colegiatas y fueron dando privilegios que
pudieran ser de ayuda al peregrino.
La repoblación de las zonas, favoreciendo la entrada de franceses, fue otro factor de europeización.

Esta situación dotaría al románico español de unas características propias y es que es, al mismo tiempo, importado y original. Muchos de sus elementos proceden del exterior: Imperio Carolingio
Francés (contemporáneo al reino asturiano en el siglo IX), románico italiano de Lombardía (zona de Milán) y mundo musulmán. S in embargo, supieron aprovechar la tradición visigoda y asturiana,
consiguiendo crear un arte dotado de gran personalidad, aunque no permite hablar de un románico español, es por ello que distinguiremos por zonas. Evolución:

Cataluña, en la primera mitad del siglo XI, se desarrolla un románico de influencia lombarda por las cuadrillas de constructores trashumantes de aquella procedencia. Elementos. Arquerías ciegas
denominadas arquerías lombardas / Franjas verticales parcelando los muros / Torres muy esbeltas como corresponde a lugares di seminados y de valle.
En general, presentan una sobriedad ornamental. Iglesias del valle de Boí entre las que destacan la de San Clemente y Santa María de Tahull.

Zonas por las que transcurre el Camino de Santiago

Si en Cataluña la influencia es Lombarda (italiana), veremos que por las zonas que transcurre el camino de Santiago, la influ encia vendrá marcada por la abadía de Cluny.

Aragón; hacia la mitad del siglo XI aparecen las primeras construcciones aragonesas. Destaca la catedral de Jaca (tres naves y tres ábsides, con el crucero desarrollado en planta). Dos elementos
muy relevantes, uno constructivo (la bóveda del crucero muestra influencia mozárabe porque está realizada con arcos cruzados) y además, se usa por primera vez el ajedrezado como motivo
decorativo (a partir de ese momento se denominará ajedrezado jaqués y se repetirá a lo largo de todo el camino). También la i glesia del castillo de Loarre.

Navarra destacan las iglesias de planta circular, de influencia mozárabe en los sistemas de cobertura de los nervios (Eunate de Torres del Río).

Castilla y León. El más significativo es San Isidoro de León (tres naves, tres ábsides y crucero desarrollado en planta). Los arcos del cruc ero polilobulados, prueba la presencia de albañiles
mudéjares. Además, los arcos de la nave central tienden al peralte e incluso a la herradura, también musulmana.
San Martín de Frómista es un ejemplo perfecto de iglesia románica (triple ábside y cimborrio sobre el crucero). Su perfección formal tiene que ver con una restauración realizada a comienzos del
siglo XX, que suprimió todos los añadidos hasta dejarla en la visión del momento de su creación.

Región del Duero, en las proximidades de Portugal, la influencia francesa fue muy intensa porque fue una zona repoblada por colonos procedentes del sur de Francia. En las catedrales de Zamora
y Salamanca, los cimborrios se rematan con cúpulas bulbosas revestidas de escamas con influencia bizantina. La zona de Segovia muestra un románico muy personal caracterizado por unas altísimas
torres y sobre todo por unos pórticos de arquerías pegados al lado sur de la iglesia que ocuparon un importante papel en la vida corporativa de los pueblos de la zona.

Santiago de Compostela, culminación del románico español y del europeo, el mejor ejemplo de iglesia de peregrinación. Se inicia en 1075 y se lleva a cabo en tan solo treinta años, lo que explica
la unidad artística del conjunto. Además, desde el principio se contó con un proyecto que se respetó hasta el final. Así, San tiago es unr único por varios aspectos:
Porque responde al modelo de iglesia de peregrinación al crear un espacio capaz de combinar el movimiento de grandes masas con el desarrollo del culto, con planta de tres naves, girola con
capillas radiales y tribuna rodeando toda la iglesia
Es una mezcla perfecta de influencias prerrománicas y románicas.
Del prerrománico español, el uso de contrafuertes y de bóvedas de medio cañón reforzadas con fajones (de procedencia asturiana).
Del románico español, la combinación de la bóveda de medio cañón en la nave central y la bóveda de arista en las naves laterales.
Del románico francés, el modelo de peregrinación, basándose sobre todo en la grada, la tribuna y la prolongación de las naves en el crucer o.
Del mundo musulmán, la tendencia al peralte e incluso a la herradura en muchos casos, así como la presencia de arcos polilobulados en la fachada de platerías.
Además es un templo que innova:
Es novedosa por sus dimensiones, la más alta de todo el románico, acentuado gracias al peralte de los arcos, además de sus ci en metros de longitud (una de las más largas).
Es original por su luminosidad, contrastando con la tendencia a la penumbra románica. Lo consigue por la gran altura de la tribuna y sus ventanas, que iluminan la nave central.

Románico Tardío: el fenómeno cisterciense (protogótico, tardorrománico, románico de transición)

En 1098 Roberto de Molesme funda la Orden Cisterciense. En poco más de 50 años, y dirigida por Bernardo de Claraval, la orden se extenderá por toda Europa, llegando a alcanzar hasta 750 casas.
El primer monasterio de todos fue el de Citeaux. Los cistercienses serán mejor aceptados que los cluniacenses, gracias a su austeridad, que con el paso del tiempo no será tanta, debido a las
múltiples donaciones a la orden (vaya paradoja).
Estilísticamente, presenta ya rasgos góticos: el arco se empieza a apuntar, bóvedas de crucería hacia 1170 (en Europa se usa desde el XII). Nunca incluyen escultura ni pintura en sus monasterios:
austeridad y simplicidad decorativa, reducida a molduras y baquetones. Esto se explica porque los monasterios son sólo para los monjes, que no necesitan que la escultura les recuerde los dogmas,
pues ya los conocen, además de que las representaciones distraen la atención del monje. En la Península, destaca el Claustro de las Claustrillas del Monasterio de las Huelgas Reales de Burgos,
por Alfonso VIII.

ESCULTURA y PINTURA– Explica las características de la escultura y la pintura románicas, con especial atención a la iconografía.

Con un papel claro: instructivo, pedagógico y aleccionador. El clero lo utilizó para adoctrinar a una población analfabeta, de manera que los dogmas cristianos y la vida de Cristo fuesen mejor
comprendidos.

A parte de su valor didáctico, las artes se conciben como revestimiento arquitectónico y están asociadas a la decoración monu mental.
Se da la “ley del marco arquitectónico”, subordinando la escultura con respecto a la arquitectura, explicando la ausencia de canon y la distorsión de las figuras.
Por tanto, será la piedra el material más usado, aunque encontramos tallas de madera de gran importancia (Majestad Batlló), pero también en marfil (arquetas de San Millán).
La portada, paso de lo terrenal a lo divino, es el principal asiento de la escultura. De disposición abocinada, consta de las siguientes partes:
* Tímpano; espacio delimitado entre el dintel y las arquivoltas, de forma semicircular y donde se ubica el tema más importante de la portada.
* Dintel; elemento horizontal que define la anchura del vano (hueco, puerta, ventana…)
* Arquivoltas; cada uno de los arcos que en disminución, definen la portada abocinada. En el románico son de medio punto.
* Jambas; elemento vertical que flanquea la puerta y sostiene las arquivoltas. A partir del siglo XII, las figuras de los apó stoles y profetas se adosan a las jambas de las portadas, constituyendo
estatuas-columnas.
* Parteluz; elemento vertical que divide la luz (distancia entre las jambas) de la puerta en dos. Suelen aparecer representac iones de gran importancia.
Aparecen así varias leyes de representación;
* Ley de esquematismo y geometrización; figuras rígidas, frontales, planas, organizadas en composiciones geométricas y casi siempre con formas convencionales. Es frecuente la r epetición del
mismo rostro a lo largo de una escena. ¿La razón? Interesa el mensaje y no la forma o belleza. Es un arte casi abstracto, conceptual.
* Ley de la hermosa deformidad; al interesar el impacto del mensaje, el escultor desproporciona y deforma, exagerando cabezas o manos, sobre todo para representar vicios y pecados. Se relaciona
con el Neoplatonismo de San Agustín (el mundo natural es solo una apariencia tras la que se oculta la verdadera realidad trascendente de Dios). Así, el arte debe rechazar la representación de la
naturaleza tal y como se percibe, debe mostrar las verdades ocultas.

Iconografía románica

Los temas son, fundamentalmente, religiosos, aunque en algunos casos aparecerán de temática profana (trabajos típicos de la época, costumbres, calendarios agrícolas, temas animalísticos de
claro contextos simbólico… pero siempre con intenciones moralizantes, de tal manera que los fieles encuentren u obtengan una enseñanza o instrucción). Están basados en el Apocalipsis de San
Juan (sobre todo la escena que relata el Juicio Final) y también en visiones del Nuevo Testamento, destacando la hagiografía (vida de los santos) santos. Indican al creyente el camino de la salvación
eterna. Sobre todo en relieve:

Pantocrátor o Cristo en majestad (de influencia bizantina): el preferido, casi siempre como parte central del tímpano. Representa a Cristo como juez, sentado, dentro de una mandorla mística, con
la mano derecha en actitud de bendecir (sus tres dedos hablan de la Santísima Trinidad), mientras que en la mano izquierda porta un libro abierto, mostrando el camino de la salvación, que muestra
una inscripción; “Ego sum lux mundi” (Yo soy la luz del mundo). Está acompañado por el tetramorfos, los cuatro símbolos de los evangelistas (los “cuatro jinetes del Apocalipsis”: Juan, águila; Mateo,
humano/ángel; Marcos, león; Lucas; toro), con trompetas que anuncian el Juicio Final.
La simbología del Pantocrátor es grande, ya que la religiosidad románica da mucha importancia a la otra vida. Por tanto se convierte en un camino (peregrinación) de nuestras elecciones (pecado),
en base a las cuales depende el resultado final. A veces hay un proceso de abstracción que hace que sustituya el Pantocrátor por un cordero o crismón, los símbolos de Cristo.

Diablo: otra de las grandes representaciones pues el románico inventa en este momento su representación antropomórfica. Tambi én en forma de serpiente, dragón, macho cabrío, basilisco, oso…

En cuanto a la escultura de bulto redondo o exenta, los dos temas más representados son de procedencia Bizantina, al igual que el Pantocrátor, Crismón… El primero de ellos es el Cristo crucificado,
de cuatro clavos, rígido, frontal, inexpresivo y vestido, que no muestra el sufrimiento. Por otro lado encontramos la Virgen trono o Theotokos, que sirve asiento para el niño.

Desarrollo de la escultura

Destacará en Francia y España. En el resto de Europa, la escultura es relativamente escasa y no adquiere demasiada importanci a ni mucho menos la relevancia de las primeras.

España: rico en abundancia, tanto en relieve como en bulto redondo. Nace en el siglo XI (es el único país que los conserva) quizás por sus antecedentes prerrománicos, visigodos y asturianos.
El desarrollo debe dividirse en tres periodos que facilitan su estudio y evolución:

* Escultura del XI: surgen en la Península algunas de las obras cumbres del románico europeo.
Aragón; portada, tímpano y capiteles de la Catedral de Jaca, con Crismón flanqueado por leones que simbolizan a Cristo aplastando el pecado y protegiendo a un hombre.
León; sobre todo en San Isidoro, con la portada del Cordero (escenas del sacrificio de Abraham) y del Perdón (muerte, resurrección y ascensión de Cristo).
La Rioja; Arca de San Millán, que narra la vida del santo y sus milagros y el Arca de San Felices.
Castilla; los capiteles y los Paneles del claustro del monasterio de Santo Domingo de Silos en Burgos.
Galicia; la Portada de las Platerías de Santiago de Compostela, con escenas que se refieren a la doble naturaleza de Cristo y la primacía del apóstol Santiago.

* Escuelas regionales del XII: con clara evolución estilística que se traduce en un mayor abultamiento de los paños, aumento del movimiento y un inicio de humanización. Se abandona la rudeza
y excesiva tosquedad del siglo XI, así como el arcaísmo en las tallas. Florecen las llamadas escuelas regionales que enriquecen considerablemente las manifestaciones escultóricas
Aragón: importantes los relieves de los claustros, por ejemplo la Portada del monasterio de Ripio de San Juan de la Peña y San Pedro el Viejo, ambos en Huesca, de gran rudeza y expresividad.
Cataluña: capiteles del claustro de San Juan de las Abadesas y la Catedral de Gerona.
Navarra: uno de los pórticos más atractivos del románico; Santa María Real de Sangüesa.
Castilla: Portada de Santo Domingo de Silos (Jesús y los discípulos de Emaús, Ascensión y Pentecostés) y los capiteles del cl austro de San Juan de Duero, arcos entrelazados de clara influencia
musulmana.

* Escultura del último tercio del XII: nace el naturalismo pregoticista. Se humanizan las formas y se abandona el arcaísmo. La naturalidad invade el campo iconogr áfico, la perfección se agudiza,
la rigidez desaparece paulatinamente, iniciándose la individualización de los rostros e incrementándose el realismo.
Cataluña; fachada occidental de Santa María de Ripoll, totalmente cubierta por escultura, y el claustro de la Catedral de Gir ona, con tendencia al naturalismo.
Aragón; rudeza y expresividad en los claustros de San Pedro el Viejo (Huesca) y San Juan de la Peña.
Navarra; portada de Santa María la Real de Sangüesa, relieves, capiteles y tímpanos de San Miguel de España.
La Rioja; Relieves del presbiterio, capiteles y canecillos de la Catedral de Santo Domingo de la Calzada.
Castilla; friso de Santiago (Carrión de los Condes), de gran barroquismo (Cristo en Majestad con tetramorfos y apóstoles). Segundos Relieves del Claustro de Santo Domingo de Silos (Machón de
la Coronación de la Virgen).

En cuanto a las obras de transición al gótico, la obra más significativa es el Pórtico de la Gloria, de la catedral de Santiago de Compostela, obra insigne del Maestro Mateo (en este periodo aparecen
grandes maestros escultores), que constituye la pieza más interesante del relieve románico por su naturalismo y expresividad, así como su realismo acusado, lejos de los toscos model os del siglo
XI. El Pórtico es sin duda, una obra magnífica que marca la transición a las formas escultóricas del gótico.
Destacan además los Maestros de San Vicente de Ávila y de la Cámara Santa de Oviedo.

En cuanto a la escultura de bulto redondo destaca la Maestá Batlló, tallada en madera y localizada en el museo de Arte de Cataluña, representa el triunfo de Cristo sobre el dolor y la muerte. Sin
perder solemnidad ni hieratismo, el artista dotó a su creación de un acabado delicioso y minucioso, destacando la serenidad d e su apacible rostro y sus ojos abiertos.

Internacionalmente, podemos observar la evolución desde la escultura abstracta y hierática de la iglesia de Saint Genis des Fonts, hasta los impresionantes grupos escultóricos de Santa María de
Vezelay o el tímpano de Saint Pierre en Moissac, todas ellas en Francia, en las que se aprecia una clara evolución desde las formas más arcaizantes hacia la evolución al gótico.
LA PINTURA ROMÁNICA

Al mismo tiempo que la escultura, desde mediados del siglo XI y a lo largo de todo el siglo XII. Debe mucho al arte paleocristiano, la iconografía bizantina y a los modelos figurativos de la miniatura
mozárabe. Ambos orígenes desembocan en este capítulo original del románico, la pintura.
Trató de imitar el brillo, la riqueza y el cromatismo de los mosaicos bizantinos. Los tipos, composiciones, temas y recursos pictóricos, deben mucho a las representaciones de las pinturas que
recubren las iglesias bizantinas.

Como todas las artes de este período artístico, se fija más en el efecto que en la elegancia y está más atenta a representar relatos morales que a decorar o embellecer los edificios. Tiene por lo
tanto un importante papel docente, igual que la escultura. Es sin lugar a dudas un arte tosco, pero inigualablemente expresiv o, hierático y frontalista, ingenuo y falto de estética y carente de
recursos técnicos, abandonado todo canon o tradición que se relacione con las experiencias del arte clásico antiguo. Debe ilustrar el contenido de las sagradas escrituras de una forma clara,
contundente, expresiva, para que sea la imagen el vehículo de transmisión intelectual, sustituyendo de esta forma a la palabra escrita, apenas accesible al vulgo.

Además, la pintura tenía también un carácter decorativo, y además, como un recuerdo de nuestros predecesores en la vida. Mensaje, ornamento y memoria.

La tipología es amplia y variada. Depende, fundamentalmente, de la ubicación, soporte y técnica. Encontraremos; pintura mural, pintura exenta sobre tabla de madera y pintura miniaturista sobre
pergamino.

La pintura mural es, sin lugar a dudas, la más sobresaliente y abundante. Cubre muros, bóvedas, cuartos de esfera y ábsides. La técnica empleada generalmente es el fresco, exige preparar las
superficies del muro o bóveda con varias capas de arena y cal, donde, cuando todavía están frescos el mortero o preparación, se aplican los colores. Antes, es necesario encuadrar el dibujo p or
medio de un calco, esto es, por medio de una gran línea negra que servirá como contorno. Habitualmente, la pintura se retoca con temple para conseguir transparencias y avivar tonos.
La técnica al fresco no permite retoques y es de una elevada dificultad por lo que para los acabados se utilizó la técnica al temple.

En el ábside central aparece el Pantocrátor o la Virgen; en los muros laterales, narraciones del Antiguo o Nuevo Testamento, cuya lectura debe hacerse habitualmente de izquierda a derecha y d e
arriba abajo. De ahí que al templo románico se le considere una auténtica Biblia en imágenes.
Sólo la virgen María, como madre de Cristo, también se representa entronizada dentro de la mandorla. Es la Virgen en Majestad.

También se inicia la pintura exenta sobre soporte de tabla de madera: primero se lija y, posteriormente, se somete a un proceso de imprimación, requisito indispensable para la ejecución de la
técnica del temple. Este tipo de pintura se proyecta en los frontales de los altares, también conocidos como antipendios o fr ontispicios, que conserva la misma tipología que la pintura exenta.

Por último, es frecuente la iluminación de pergaminos con miniatura realizados con la técnica al aguazo.

Simbología y técnicas

La expresión práctica, por todo ello, es esencial en esta época y por lo que se refiere a los interiores de la iglesia, es la principal protagonista, pues une a su valor simbólico y narrativo el efectivismo
del color, cuyo impacto, enfatizado además por el complemento de las luces breves e indirectas del interior del templo, contr ibuye a crear el ambiente de misticismo sobrenatural que envuelve al
cristiano de la época.

Prevalece el valor expresivo, narrativo y simbólico. Para conseguirlo se perfilan las figuras con gruesos trazos y se aplican colores planos y llenos de vigor. Tanto que del propio color surge una
intensa luminosidad pictórica, cargada de efectismo porque es una luz que proviene de la propia figura y no desde el exterior (contribuyendo al simbolismo místico de conc ebir la luz como luz del
espíritu, interior).

Los colores son uniformes, de origen terroso, diluidos en agua. No se mezclan. Rojos, ocres, verdes, grises y amarillos componen la base del color, auxiliados por el negro que perfila siempre las
líneas

En ningún momento se pretende reproducir un entorno real, todo lo contrario, lo que se persigue es la restitución de un entor no ajeno al mundo cotidiano, lleno de mensajes que enlacen al
espectador con la divinidad, que lo lleven de “camino hacia Dios” y lo distancien por un tiempo del mundo real.

Al igual que en los primeros momentos de la escultura, la pintura no presenta movimiento real en las imágenes, está tocada de un hálito divino que las hieratiza. Se desentienden de cualquier
vinculación realista, de proporcionalidad o de recursos de perspectiva, siendo una pintura plana, sin apenas relieve y con una luz igualmente repartida por toda la superficie. El modelado de rostros
y ropas se consigue haciendo más denso el color o bien oscureciéndolo para producir el efecto de sombreado.

Se busca la grafía clara y descriptiva; se simplifican las imágenes en un esfuerzo magnífico de sintetización y se enfatizan los símbolos con efectos de color, expresivos o desproporción. Incluso,
con todo tipo de convencionalismos, tan propios de un arte ideográfico; recursos esquemáticos; pies en V; economía de trazos; pliegues simétricos; idea de profundidad transmitida por medio de
la superposición de cabeza; sensación de movimiento a través de la repetición paralela de varias figuras, etc.

Continúa existiendo la frontalidad, si bien el arte románico parece liberarse en cierta medida de las concepciones rígidas y frontales, donde las composiciones son simples y regulares, predominando
las simétricas. Por ello, existe una jerarquización espacial. Ausencia de paisaje y representación esquemática que representa formas geométricas muy convencionales, composiciones muy simples

Desarrollo de la pintura

Francia; destacan los frescos de la Abadía de Saint Savin, en el Poitou y zonas de carácter más bizantino, como por ejemplo, los frescos de Berzé-la-Ville, en Saone et Loire.
Italia; influencia bizantina en el sur, y un románico más esencial en Lombardía.

España donde encontramos el mejor ejemplo pictórico europeo. Casi todas las representaciones más importantes proceden del sig lo XII. Es importantísima la producción de pinturas murales al
fresco en el área geográfica de Cataluña; San Clemente y Santa María de Tahull.
Son consideradas como las obras maestras de la zona. Aparece el Pantocrator que muestra a la Virgen sosteniendo al niño en su regazo, mientras que a su lado aparecen los Reyes Magos (ninguno
negro, uno imberbe). En el registro inferior, bajo arcadas, aparecen los tres apóstoles a cada lado de la saetera.
Capítulo importante también requieren la pintura sobre tabla en forma de frontales, género de proporciones más reducidas: Frontal de Santa Julita y San Quince de Pedret y el Frontal de Aviá,
ambas en el Museo de Arte de Cataluña.

También clave fue el reino de Castilla-León, con las Pinturas Murales de San Baudelio de Berlanga, en Soria, las de la Iglesia de la Vera Cruz de Maderuelo y los mu rales que recubren las bóvedas
del Panteón Real de la Colegiata de San Isidoro de León, consideradas como la capilla sixtina del arte románico.

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