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HISTORIA DEL ARTE (MEDIO)

UNIDAD 3
HISTORIA DEL ARTE (MEDIO) – UNIDAD 3

Introducción
La religión cristiana tuvo su origen bajo el dominio de Roma, cerca del periodo de su
decadencia, con los seguidores de Jesús el Nazareno. Poco a poco fue extendiéndose
por el imperio hasta ser proclamada la religión oficial del Estado, así se originan los
estilos artísticos analizados en esta unidad.

El paleocristiano consiste de las manifestaciones ocurridas en el territorio que habría de


convertirse en los países europeos, el antiguo Imperio Romano de Occidente, mientras
que el bizantino se refiere al arte del Imperio Romano de Oriente, cuya capital fue la
ciudad de fundación griega Bizancio.

Objetivos
General
 Identificar las principales diferencias y similitudes entre el arte paleocristiano y el
bizantino.

Específicos
● Ubicar el contexto histórico en el cual se desarrolla el arte paleocristiano y
paralelamente el bizantino.
● Analizar las principales características de cada corriente y diferenciarlas entre sí.
● Comprender cómo un cambio de paradigma tan importante como la religión
incurre en ricas manifestaciones artísticas cargadas de simbolismo y valor
filosófico.
● Identificar las influencias que impactaron las creaciones artísticas de ambos
grupos.

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Unidad III - El arte cristiano primitivo y el


Bizantino
3.1 El arte cristiano primitivo
En la Antigüedad tardía, la transición entre la Edad Antigua y la Edad Media, la potencia
romana seguía vigente bajo la religión oficial cristiana desde 380 d.C. Tras un largo
periodo de inestabilidad, el emperador Teodosio I divide el imperio en dos en 395 d.C.,
así se forman el Imperio Romano de Occidente y el Imperio Romano de Oriente
(Bizancio). A continuación veremos las características del arte en ambos imperios.
Lozano, (2014). afirma que el arte producido en el imperio romano después de que el
cristianismo se convierte en la religión oficial del Estado fue grandioso, pues estuvo
protegido por los emperadores. Supuso un gran cambio a partir del arte romano clásico,
como lo expone Roth, (1999):
La vida romana estaba centrada en la consecución de comodidades y placeres
temporales, como ilustran perfectamente las termas romanas. Las termas estaban
diseñadas para satisfacer las necesidades del cuerpo en sus piscinas y jardines,
para alimentar la mente en sus bibliotecas y para deleitar la vista con sus vastos
paramentos revestidos de mármoles multicolores traídos desde todos los confines
del Imperio. Sin embargo, este énfasis romano en el aquí y el ahora, en el
presente, fue reemplazado gradualmente por una nueva preocupación por el más
allá, influencia de una nueva religión que remodeló el pensamiento de los romanos
acerca del mundo y de sí mismos. En consecuencia, surgieron nuevas
necesidades que precisaban de nuevos tipos de edificio. (p. 255).

Fig. 1. Arte cristiano primitivo. Recuperado de https://i1.wp.com/vaventura.com/wp-


content/uploads/2018/02/SantAngelo-in-Formis-Christus-Pantocrator.jpg?fit=1360%2C908&ssl=1

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3.1.1 Reseña histórica


El contexto del arte paleocristiano o cristiano primitivo es la última etapa del Imperio
Romano y los primeros años tras su desintegración. Al respecto dice Lozano, (2014):
Las invasiones al Imperio Romano de Occidente tuvieron varias causas: en primer
lugar la decadencia del imperio en todos los órdenes, las fricciones que desde
antes de Cristo se habían dado entre romanos y germanos, la infiltración germana
en calidad de colonos, de esclavos o de soldados, que dio por resultado la
germanización de las zonas fronterizas del Imperio. El espíritu romano había
decaído, pues ya desde la anarquía militar no se servía a la causa patria sino a
los generales que deseaban el triunfo.
Todo esto provocó la terrible invasión que habría de acabar con las estructuras
establecidas y crear un nuevo mundo que fue producto de estas invasiones y que
dio por resultado la desmembración o división del imperio romano que habían de
ser las futuras naciones europeas. (p. 274).

Fig. 2. Saqueo de Roma por los visigodos. Recuperado de https://www.worldhistory.org/trans/es/2-835/la-


caida-del-imperio-romano-de-occidente/

Es importante también contextualizar la expansión del cristianismo al mismo tiempo que


vemos el decaimiento del imperio romano como destaca Roth, (1999):
Inicialmente, los seguidores de Jesús se contaban sólo entre los judíos de
Palestina. No obstante, muy pronto se produjeron numerosas conversiones entre
los judíos helenizados del Mediterráneo oriental que acudían a Jerusalén para
asistir a las festividades religiosas, ya que las enseñanzas de Jesús casaban bien
con ciertos aspectos de la filosofía clásica griega tardía, especialmente en lo
referente al énfasis puesto en los ideales de renovación del espíritu y alimento
espiritual del alma, en lugar de la eterna búsqueda de la satisfacción puramente
física.
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Pronto empezaron a aparecer grupos de estos judíos helenizados conversos en


Alejandría, Egipto y en la mayoría de las ciudades importantes de Asia Menor.
Como factor de suma importancia en la extensión de las enseñanzas cristianas
hay que citar la obra y los viajes de Pablo de Tarso (llamado Saulo antes de su
conversión), un nativo de esa localidad cilicia del sureste de Anatolia. Pablo era
un judío culto, aunque, en su calidad de ciudadano romano, le estaba permitido
circular libremente por las primitivas comunidades cristianas de Asia Menor y
Grecia. Sus cartas a esas primeras iglesias, escritas en griego, se convirtieron
enseguida en textos sagrados para los cristianos. Cuando fue arrestado y estaba
a punto de ser azotado, recordó al centurión que era ilegal azotar a un ciudadano
romano sin condena. Consiguientemente, al ser llevado ante el gobernador
romano, Félix, reclamó su derecho, como ciudadano, a ser oído por el César. Así
pues, fue llevado a Roma, donde se unió a Pedro, uno de los primeros apóstoles
de Jesús. Más tarde, ambos serían ejecutados durante la persecución de Nerón
contra los cristianos, consecuencia del incendio del año 64 d.C.
Al principio, las enseñanzas de Jesús atraían principalmente a los esclavos y
artesanos, es decir, a aquellos a quienes la vida ofrecía muy escasos alicientes y
para los que, consecuentemente, la perspectiva de un paraíso celestial resultaba
de lo más atrayente. Pero la fe cristiana también empezó a calar, gradualmente,
entre los patricios. Para el año 200, había innumerables comunidades cristianas
diseminadas por Palestina, Siria, Asia Menor, Grecia, Italia central y Roma, así
como también bastantes grupos aislados en las Galias y el norte de África. Hacia
el año 400, algunas partes de Hispania ya eran cristianas, al igual que casi todas
las Galias, Italia y Egipto. (p. 257).

Fig. 3. Entierro de los mártires en las catacumbas. Pintura de Lenepveu. Recuperado de


https://es.wikipedia.org/wiki/Cristianismo_primitivo

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3.1.2 Las catacumbas


Los testigos de la fe o mártires, en un principio fueron enterrados en los
cementerios o catacumbas paganas que ya existían en Roma clásica, pero a partir
del siglo II d.C. es factible hablar de catacumbas netamente cristianas.
Las catacumbas son galerías subterráneas excavadas en la toba y han sido
exploradas por de Rossi y Antonio Bosio. En Egipto y Grecia existieron ya estos
tipos de necrópolis, aunque tuvieron un mejor orden y mayor espacio.
Las catacumbas se utilizaron hasta el siglo VIII d.C., y parece que se iniciaron en
la Ciudad Eterna junto a la Vía Apia, donde se encuentra la tumba de Cecilia
Metela.
En 1593 Antonio Bosio comenzó la excavación, por lo que se le llamó “El Colón
de la Roma subterránea”. Las catacumbas han sido designadas también con el
nombre de cementerio (que significa lugar de descanso); estos se encuentran
basados en la resurrección y la vida futura. Se ha dicho que las catacumbas fueron
el lugar de refugio de las persecuciones, pero hoy la idea está descartada, pues
la autoridad romana conocía perfectamente estos enterramientos; por tanto,
fueron solo un lugar de sepultura y de reunión. Las catacumbas tuvieron gran
extensión, a causa de no poder practicarse la incineración, ya que el dogma de la
resurrección exigió, según la mentalidad de la época, la inhumación.
Están construidas fuera de las murallas, no podían atravesar las vías consulares
y las que hoy lo hacen son de la época de Constantino; además, la comunidad las
perforó debajo de alguna propiedad cristiana, acogiéndose así el derecho sacro
de la propiedad privada.
José Marchi demostró que estas excavaciones fueron ex profeso y sin aprovechas
los arenarios, ya que el terreno es distinto. Además, la catacumba es alta y
estrecha y arenario es bajo y ancho.

Fig. 4. Catacumba de Santa Domitila en Roma. Recuperado de https://www.primeroscristianos.com/las-


catacumbas-de-domitila/

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Partes de la catacumba
Las criptas son recintos para difuntos especiales, como papas y mártires, en cuya
cabeza existen unas bancas adosadas al muro llamado presbiterio o lugar de los
clérigos. Se llama lóbulo a los huecos realizados en las paredes, de forma
rectangular para poder colocar un cadáver de lado.
El arcosolio es una sepultura para varias personas. La cubicula son apartamentos
que se encuentran generalmente a los lados de la cripta y es un lugar reservado
para una familia. Los columbarios son pequeños nichos perforados en la pared,
que contenían las urnas con las cenizas de los mártires quemados.
Hubo también cementerios a flor de tierra, como el de Santa Ciriaca o en la Vía
Apia el de Lucina, pero la mayoría de este tipo se encuentra en el norte de África.
(Lozano, 2014, pp. 273, 274).

3.1.3 La pintura
La pintura se inició desde las catacumbas o cementerios cristianos bajo tierra; la
pintura de la catacumba está inspirada en la pintura etrusca y los temas fueron
variados ya que se entremezclaron asuntos paganos y cristianos.
En la pintura catacumbaria los temas son de gran variedad: el Antiguo Testamento
tiene suma importancia, pero debido al simbolismo que se le imprime (por ejemplo
Jonás y la ballena), representan la nueva fe. Otro tema muy repetido es el
banquete eucarístico, bien aparecen los comensales alrededor de la mesa o bien
se alude al sacrificio incruento de Melquisedec.
Otro tema decorativo será el pez, es decir, las letras griegas de las iniciales del
nombre de Cristo. En cambio, es de notar que la cruz no aparece sino hasta
después de Constantino, cuando pierde el símbolo de la ignominia para
convertirse en símbolo de redención. (Lozano, 2014, p. 274).

Fig. 5. Mosaico de Cristo vestido como un soldado romano. Rávena. Recuperado de


https://www.arteguias.com/seminariointroduccionpaleocristiano.htm

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La pintura se convierte en la época paleocristiana en el género principal de las


artes figurativas. Si los testimonios del siglo III se limitan a la decoración de las
catacumbas principalmente, desde el reconocimiento del cristianismo bajo
Constantino los temas de la iconografía cristiana son cada vez más numerosos y
se emplean pronto en la ornamentación de las construcciones religiosas. Con ello
adquiere la pintura una significación completamente nueva no solo en el aspecto
decorativo, sino sobre todo en su papel de representar en imágenes la doctrina
cristiana de la salvación.
También la pintura de libros, un campo amplio e importante de la pintura, adquiere
grandes posibilidades de desarrollo, por las nuevas funciones del libro cristiano de
uso eclesiástico.
Las decoraciones de las catacumbas están realizadas exclusivamente en la
técnica al fresco. Cuando en la época de Constantino la pintura conquista, desde
su posición predominantemente popular, la de arte cortesano, se busca un
material más duradero y de mayor prestancia. El mosaico, técnica romano
helenística en la que se incrustan pequeñas piedras de colores o trozos de vidrio
en mortero húmedo, ofrecía las mejores posibilidades, y si bien se ha perdido el
adorno en mosaicos de las primeras iglesias cristianas, su monumentalidad y
solemnidad ha quedado reflejada en el arte de las catacumbas.
El estilo se caracteriza por lo plano del ornamento, una plena plasticidad y el
impetuoso movimiento de las figuras realzadas por los colores fuertes sobre un
fondo blanco. Según los diversos contenidos de las pinturas, se dan generalmente
ciertas diferencias estilísticas: composición central y monumentalidad solemne en
los temas teológicos, y en las escenas del Nuevo Testamento una concentración
sobre su contenido dramático y simbólico, pasando a segundo plano los detalles
del relato; en cambio, en las escenas del Antiguo Testamento actúa con mayor
fuerza la herencia helenística de los tiempos más remotos: relato abundante en
imágenes, figuras movidas y paisajes llenos de atmósfera. (Hatje, 1995, pp. 134-
137).

3.1.4 La escultura
Al principio estuvo inspirada en el arte romano, pero luego se desligó formando un
arte propio. Su principal aspecto fue el arte funerario y esta escultura está
vinculada a la escultura pagana del Bajo Imperio; los temas son de la vida futura
y existen varios grupos de sarcófagos. Son comunes los sarcófagos en forma de
caja con representaciones en una sola zona y los que tienen un friso y dos zonas
superpuestas. Existen otros en formas de bañera y los que tienen forma
arquitectónica o de ciudad.
Un tema frecuente en el sarcófago es el buen pastor, que es una tradición pagana,
basada en la leyenda bucólica de Endimión, como una nostalgia por los Campos
Elíseos y el cristianismo le dio sentido de la parábola del Buen Pastor.
Son sarcófagos famosos el de Santa María Antigua, Roma; los de San Juan de
Letrán; el de Junio Basso, del Museo del Vaticano, etc. (Lozano, 2014, p. 272).

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Fig. 6. Sarcófago de Junio Baso. Roma. Recuperado de https://es.wikipedia.org/wiki/Arte_paleocristiano

3.1.5 Basílicas y Baptisterios


En la arquitectura la influencia clásica fue notable y por herencia hebrea la nueva
iglesia tuvo que albergar a los fieles de su congregación, de aquí que se inspiraron
en la basílica pagana.
El plano de la basílica en Occidente es rectangular (planta de cruz latina) y
cuadrada en Oriente (planta de cruz griega), aunque no se desdeña la planta
circular que fue empleada por motivos litúrgicos.
El rectángulo está dividido en tres naves, la central es más alta, para poder abrir
los vanos o ventanas; las laterales son más bajas. En la cabeza del edificio, con
forma de mitad de círculo, se encuentra la catedral del obispo; delante de ésta se
halla el altar de la confesión, por estar en su seno las reliquias de algún mártir.
Hacia la mitad de la nave central se halla el coro o lugar de los presbíteros; los
hombres acudían al culto y se colocaba al final de la nave; las mujeres se ubicaban
en las laterales, de donde derivará el nombre de matrimonio, aunque también se
da la misma denominación cuando la nave lateral tiene doble piso.
La fachada tiene tres o cinco puertas, según el número de naves. Delante está el
atrio con una fuente central para las abluciones, que era el lugar reservado para
los catecúmenos o no bautizados.
Otra edificación importante en el arte paleocristiano serán los baptisterios, que en
algunas provincias se encuentran en el mismo templo, pero que en Italia serán
edificios aparte de planta poligonal.
En la basílica cristiana la columna soporta las arcadas de medio punto que
sostienen el techo, bien formado por cabriadas o vigas y también artesonados.
(Lozano, 2014, pp. 270, 271).

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Fig. 7. Basílica paleocristiana. Recuperado de https://materialescienciassociales.wordpress.com

3.2 El arte Bizantino


El Imperio Romano de Oriente apareció en la historia cuando en el año 395 d.C.
El emperador Teodosio dividió su reino entre sus hijos Arcadio y Honorio. El
Occidente sucumbió ante los bárbaros en el siglo V, pero la parte oriental habría
de permanecer hasta el siglo XVV. A partir del siglo XIX comenzó a llamársele
“bizantino” por el nombre de su capital Bizancio. Bizancio logró permanecer como
imperio debido a varias causas; su superioridad cultural respecto a los pueblos
vecinos, la diplomacia que había aliado a los enemigos en vez de combatirlos, el
soborno para comprar a los jefes adversos, y por último, la guerra. Bizancio había
sido fundada por los griegos a orillas del Bósforo en el siglo VII a.C. Cuando en el
siglo IV d.C. Constantino la convierte en la Nueva Roma, toma un papel en a la
historia que la convierte en una metrópoli de importancia sin igual.
El objeto constantiniano debió estar basado en su posición estratégica, pues de
esta manera los pueblos del Éufrates y del Danubio podían ser vigilados. Por otra
parte, la nobleza senatorial romana seguía apegada al paganismo y sobre la
Nueva Roma podría levantarse la fe del cristianismo. También hubo causas
económicas, pues Bizancio era el principal puerto donde las rutas marítimas y
terrestres llegaban en gran afluencia.
En el aspecto social y político, desde la época de Constantino, tomó directrices
propias, que luego se consolidaron a partir de Justiniano. En el arte de Bizancio
como en el arte Paleocristiano, la finalidad fue eminentemente religiosa, pero con
orientaciones estilísticas diferentes.
En Bizancio el arte estuvo bajo la protección imperial, pero al ser dedicado a Dios,
se buscaron los mejores artistas, procurando el más alto nivel. En este arte se
observan dos ideas principales: la autoridad y el misticismo. El principio de
autoridad fue la base de la separación de las iglesias de Oriente y Occidente que
el papa Gregorio defendió con energía.
Este autoritarismo emanaba de un hecho histórico, pues la fuerza de la Iglesia
descendía directamente de la época de Constantino y se había reafirmado bajo el
reinado de Teodosio.

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Con el problema bárbaro de la autoridad en lo civil quedó relegada a un campo


espiritual, pero en Oriente y desde Justiniano el autoritarismo cobró fuerza sin
igual. Dicho emperador reclamaba para sí no sólo la autoridad política, sino
también la religiosa por su carácter semidivino, ya que en su idea de herencia del
antiguo imperio romano pretendió, bajo formas cristianas, tomar aquella fuerza
política que había estado basada en la Roma pagana en el culto del emperador.
Ante este cerramiento y tradicionalismo de ideas, el arte pudo evadir todo aquello
que coarta su expresión de libertad, aunque debió soportar la tutela imperial.
Debido a ello, en el arte bizantino se experimentaron ideas y formas nuevas que
habían tenido mínimos antecedentes clásicos, pero no por eso se libró la
arquitectura de estar sometida a la jerarquía, por lo que sus edificios estarán
limitados según el orden a ocupar en la Iglesia.
El misticismo de este arte deriva de la importancia que se dio a la simbología y de
donde derivará la complicada iconografía e iconología de las artes románicas y
góticas, como consecuencia de una teología y de una dogmática cerrada; lo
invisible tuvo en Bizancio mayor importancia que lo visible. El griego y el romano
analizan el mundo desde el exterior; en cambio, el cristianismo bizantino, pese a
ser el heredero directo de la cultura clásica, lo analiza desde el interior y en forma
eminentemente subjetiva, de aquí solo el simbolismo fuera capaz de ver lo no
objetivo y menos visible.
La influencia oriental fue palpable en las costumbres bizantinas; en especial desde
el contacto con el musulmán la carne será una obsesión y se luchará contra ella
en los ámbitos moral y espiritual, de aquí que los artistas consideraran que el alma
puede ser bella y por ello la corporeidad clásica será negada, con lo que aparece
la incorporeidad abstracta, de esta forma se pretendía liberar el espíritu de la lacra
corpórea. (Lozano, 2014, pp. 280, 281).

Fig. 8. Arte cristiano bizantino. Recuperado de https://didactalia.net/comunidad/materialeducativo/recurso/el-


arte-paleocristiano/fdbacd49-35d5-407b-84ea-185e239adcce

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3.2.1 La Pintura bizantina


La pintura más usada fue la técnica del fresco, así como el mosaico, que si en
Roma había servido sobre todo para la decoración del piso, en Bizancio ocupó
gran parte del muro. Las figuras, tanto pictóricas como las del mosaico, tienden a
ser inexpresivas y alargadas. Los temas se repiten con frecuencia, al igual que los
gestos y actitudes, e incluso todo estará marcado por un canon, prueba de ello es
El manual de la pintura del monje Denys.
En la pintura es posible distinguir dos aspectos: la pintura mural y la de miniatura.
En cuanto a la primera, son escasos los ejemplos anteriores al siglo XIII. Hubo
varias escuelas, como la de Macedonia, que dejó magníficos ejemplos en Serbia
y Rusia; su composición es a base de largos frisos donde los personajes realistas
y dramáticos narran las historias bíblicas. La mayoría de las obras pictóricas son
anónimas, pero conservamos algunos nombres como el de un pintor de la escuela
Salónica llamado Manuel Pauselinos.
En cuanto al arte de la miniatura, Bizancio alcanzó desde sus inicios perfectas
obras que influyen sobre la miniatura medieval. Habría que buscar el origen de la
miniatura en el mundo clásico helenístico y de modo particular en la escuela de
amanuenses de Alejandría. (Lozano, 2014, p. 283).

Fig. 9. Pintura en el monasterio San Apolo. Recuperado de https://www.todocuadros.com/estilos-arte/bizantino/

3.2.2 La arquitectura bizantina


En el arte de Bizancio se aprecian varias influencias: el arte romano, el helenismo
griego y la Persia sasánida. En la arquitectura se distinguen varias características:
1) La planta de cruz griega o cuadrada. 2) Las bóvedas de cañón y de arista. 3)
Las cúpulas sobre pechinas, es decir, centrar una cúpula sobre un plano cuadrado
apoyándose éste sobre cuatro triángulos de base curvilínea; este sistema técnico
no es invento bizantino, aunque sean sus arquitectos los que lo llevan a su máxima
expresión. 4) Se usaron arcadas de medio punto sobre columnas. 5) Los capiteles
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tendrán ornamentación zoomorfa o vegetal, pero el ábaco será casi otro capitel y
tendrá el nombre cimacio.
En la arquitectura oriental de Bizancio será empleada también la planta circular,
así como la octogonal; en este caso la cúpula no se apoyará sobre las pechinas,
sino sobre el mismo octógono. En ciertas ocasiones se emplean en las plantas de
la cruz griega cúpulas que suelen estar dispuestas en cruz, correspondiendo cada
una a un brazo y siendo la central la de mayor tamaño.
El arte bizantino tuvo un gran campo artístico de extensión geográfica; el imperio
asiático cristiano con Grecia e Italia y los Balcanes junto con la Rusia cristiana. En
la arquitectura deben distinguirse varios periodos: el primero corresponde al siglo
VI d.C y el reinado del emperador Justiniano; su obra cumbre es Santa Sofía de
Constantinopla que, aunque se había iniciado en la época de Constantino, la
concepción final es eminentemente Justiniana.
El segundo periodo del arte bizantino inicia después de la lucha iconoclasta en el
siglo IX y abarca hasta el siglo XII. Se emplean modalidades nuevas, como el
establecer el tambor en forma general para dejarle a la cúpula mayor de la iglesia
más ligereza. Este periodo está representado en Constantinopla, Salónica, Grecia
e Italia. Así en la iglesia de Agia-Theotocos la cruz griega persiste; la cúpula está
en el crucero y el pórtico tendrá también varias cúpulas. (Lozano, 2014, p. 282).

Fig. 10. Santa Sofía. Recuperado de https://www.freepik.es/fotos-premium/hagia-sophia

3.2.3 Las columnas bizantinas


En la arquitectura bizantina, por las renovaciones técnicas antes mencionadas, la
columna adquiere una función eminentemente decorativa. Sostiene arcadas
voluminosas, de ahí que sus capiteles también requieran mayor volumen; si bien
siguieron empleando los capiteles correspondientes a los órdenes clásicos, también
desarrollaron un nuevo lenguaje en el cual éstos se encontraban profusamente
decorados con motivos vegetales, animales o de pirámides truncadas invertidas. En el
caso de la decoración de motivo vegetal no se trata de una figuración exacta como en
el orden jónico, sino que existe una sensibilidad nueva.

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También cambia el ábaco, que se vuelve trapezoidal para mayor efectividad en las
arcadas. El fuste se resuelve con un monolito, una sola pieza de piedra tallada.
(Stokstad y Cothren, 2011)

Fig. 11. Capitel de Santa Sofía. Fotografía de Ramón Muñoz. Recuperado de


https://www.flickr.com/photos/rmunoz_yeti/50043125698

3.2.4 La escultura bizantina


Como objeto sagrado, los íconos desempeñan un papel importante tanto en la
liturgia como en la devoción privada. La escultura de bulto redondo y el relieve
monumental desaparecen por completo, sobre todo desde la lucha de los
iconoclastas; solo el relieve de pequeño formato -marfil, trabajos en metal- se
utilizará para fines religiosos y profanos (pequeños altares caseros, cajas,
utensilios de altar).
Su intención es doctrinal y propagandística, al
tiempo que reflejan el gusto humanístico de
una clase: el emperador y la Corte, la iglesia y
el alto clero. Solo en la última época del arte
bizantino un nuevo elemento, popular y
monacal, adquiere influencia sobre el arte culto
y cortesano, al mismo tiempo que crece la
participación personal del artista en la
evolución de las nuevas formas.
Constantinopla es el centro de la actividad
artística – con sus numerosos talleres, que
transmiten hereditariamente su carácter
peculiar durante generaciones- y el lugar donde
se sintetizan las antiguas tradiciones y de
donde surgen renovadas orientaciones
estilísticas. (Hatje, 1995, p. 152).

Fig. 12. San Teodoro el comandante. Recuperado de https://arteinternacional.blogspot.com/2009/06/arte-


bizantino-s-iv-xv-escultura-y.html

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3.2.5 Elementos ornamentales bizantinos


El mundo de imágenes bizantino -su contenido, distribución y manifestaciones
formales- se diferencia fundamentalmente del arte occidental puesto que se basa
en una valoración absolutamente distinta del cuadro. Cada representación de
figuras y acontecimientos sacros es reflejo de la imagen ideal representada y
participa de su santidad. La veneración otorgada al cuadro se transmite a la
persona o acontecimiento sagrado, a condición de que se trate de una
reproducción auténtica y de que las escenas históricas están en fiel
correspondencia con la Sagrada Escritura o con los apócrifos y leyendas de los
santos. Por otra parte, las personas sagradas han de representarse con sus
distintivos y características fisionómicas. Esta concepción de las imágenes exige,
por tanto, la vinculación de la iconografía con la doctrina teológica y con la liturgia,
así como la adhesión a tales representaciones.
La decoración iconográfica de las iglesias se ajusta también a un programa
teológico; realizada en la iglesia de cúpula sobre crucero, consigue su forma más
pura en el periodo bizantino medio. Varios sistemas de símbolos se entrelazan
entre sí. La iglesia es una reproducción de la disposición jerárquica que existe en
el Universo. (Hatje, 19995, p. 151).

Fig. 13. Interior de Santa Sofía. Recuperado de https://www.quora.com/What-is-inside-the-Hagia-Sophia

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Referencias Bibliográficas
1- Bibliografía Básica
 Gombrich, E. (2008). La Historia del Arte (16° ED.) Phaidon Press Limited

 Hatje, U. (1995). Historia de los Estilos Artísticos I. Ediciones Istmo S.A.

2- Bibliografía Complementaria
 Arana, J. [Jazmín Arana Styra]. (07 de agosto de 2022). Historia del Arte Medio – Unidad III (Arte
Paleocristiano y Bizantino). [Archivo de Vídeo]. https://youtu.be/rKixGIbtxlA

 Azcárate, J. (1981). Historia del Arte en cuadros esquemáticos. (12° ED.). Ediciones y
Publicaciones Españolas D.L.

 Roth, L. (1999). Entender la Arquitectura. Sus elementos, historia y significado. Gustavo Gili SL.

 San Miguel, J. y Martínez-Ortiz, C. (1984). Historia Universal del Arte. Volumen II. SARPE.

 Stokstad, M. y Cothren, M. (2011). Historia del Arte (14° ED.) Prentice Hall Imprint.

3- Bibliografía virtual UPAP


 Ballesteros, E. (s.f.). Arte Americano Precolombino (4° ED.). HIARES.
Recuperado de https://elibro.net/es/ereader/biblioupap/43315
 Lozano, J. (2014). Historia del Arte I. Publicaciones Cultural. Recuperado de
https://elibro.net/es/ereader/biblioupap/39504
 Riutort, A. (s.f.). Arte Antiguo. Biblioteca de Aula. Recuperado de
https://elibro.net/es/ereader/biblioupap/36384

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