Está en la página 1de 5

JESÚS Y EL NUEVO ISRAEL

Son de sumo interés los detalles paralelos entre la descripción que Mateo hace de Jesús en
los primeros capítulos de su evangelio, y los relatos del Antiguo Testamento tocantes a Moisés y al
éxodo. La siguiente tabla servirá para ilustrado:

Otros paralelismos podemos observar en lo que


sigue:
Razón última de todos estos paralelismos parece ser que Mateo quiere presentar a Jesús a sus
lectores judeo-cristianos como el conductor del nuevo Israel, la iglesia cristiana, así como Moisés
fue el conductor del Israel antiguo. Que la iglesia llegó a ser el nuevo Israel, el nuevo pueblo de
Dios, lo deja en claro también la carta de Pablo a los gálatas: “reciban paz y misericordia todos los
que viven según esta regla, y todos los del verdadero pueblo de Dios” (Gá 6:16).
Jesús es el Moisés predicado en el Antiguo Testamento.
Mateo subraya este hecho al registrar 29 profecías mesiánicas, 10 de las cuales son propias
de su evangelio. Este Jesús es también el Emmanuel, “Dios con nosotros”, hasta el fin de los siglos,
como lo afirma Mateo tanto al comienzo como al final de su escrito (1:23; 28:20). Dicho
Mesías/Emmanuel es el Señor de la iglesia, ese nuevo Israel que tiene el encargo de predicar el
evangelio a todas las naciones. Así como aquellos sabios del Oriente, paganos, vinieron a ver al
Emanuel poco después de que éste había nacido así por medio de la iglesia este mismo Emanuel va
tanto a los gentiles como a los judíos, por efecto de la misión del nuevo Israel.

Mateo
Casi nada sabemos acerca de Mateo, llamado también Leví. Se le menciona en las cuatro listas de
los Doce (Mat. 10:3 ; Mar. 3:18 ; Luc. 6:15 ; Hechos 1:13). La única otra mención es su
llamamiento para seguir a Jesús (Mat. 9:9-13 ; Mar. 2:14-17 ; Luc. 5:27-32).
La única palabra que Mateo nos da acerca de sí mismo es que era "publicano," término de
reproche. Los publicanos eran recaudadores de los impuestos romanos, y objeto del desprecio
general. Lucas nos dice que Mateo hizo un gran banquete en honor a Jesús, y que "dejo todas las
cosas" para seguirle, pero Mateo mismo ni aun esto dice a su favor. Le amamos por su abnegada
humildad, y nos maravillamos de la gracia de Dios que escogió a un hombre tal, para que fuera
autor de lo que ha sido llamado "el libro más leído en todo el mundo."
La tradición dice que Mateo predicó algunos años en Palestina, y que luego visitó otros países;
que escribió su Evangelio originalmente en hebreo, y que algunos años después, probablemente
alrededor del 60 d.C., emitió una edición más completa en griego. No nos queda relato alguno de
sus prédicas; pero !que gran servicio a la humanidad fue la producción de esté libro!
Su oficio de recaudador de impuestos le acostumbraba a llevar registros. Fue compañero personal
de Jesús durante unos dos años o más. La hipótesis moderna, ampliamente difundida pero no
confirmada, de que Mateo copió del evangelio de Marcos, es a las claras absurda. No hay ni
siquiera una certeza de que Marcos conociera a Jesús (véase bajo Marcos 1:11). ¿Por qué habría
Mateo de copiar de otro que no era testigo ocular, el relato de cosas que él mismo había visto con
sus propios ojos y había oído una y otra vez con sus propios oídos?
(Compendio Manual de la Biblia. Henry H. Halley. p 364)

La Genealogía de Jesús
Esta se da también en Lucas 3:23-38. La venida de Cristo había sido prevista, no solamente desde
la eternidad en el cielo, sino también desde el comienzo de la historia terrenal.
En el remoto pasado Dios había escogido a una familia determinada, la de Abraham; y más
adelante, dentro de la familia abrahámica, a David, para ser el medio por el cual Su Hijo vendría al
mundo. La nación hebrea fue fundada, y protegida por Dios durante las edades, como baluarte de
aquella descendencia familiar.
La genealogía, tal como se da en Mateo, es condensada. Omite algunos nombres. Pero esto no
invalida la línea de descendencia. Las 42 generaciones abarcan un período de 2.000 años. Se
dividen en tres partes de 14 generaciones cada una, quizás como ayuda para la memoria. La primera
abarca 1.000 años; la segunda, 400 años; ya la tercera, 600 años. Son tres grupos de 14 cada uno. 14
es dos veces 7, y 3 y 7 son números sagrados.
En el tercer grupo se dan solamente 13 nombres, pero es evidente que el decimocuarto
corresponde a María. La genealogía tal como aparece en Lucas es algo diferente. Mateo remonta
hasta Abraham; Lucas, hasta Adán. La una es descendiente: "engendró" ; la otra es ascendente :"que
fue de". Desde David en adelante siguen líneas diferentes y divergentes, que sin embargo se tocan
en Salatiel y Zorobabel.
La opinión generalmente aceptada es la de que Mateo da la ascendencia de José y muestra a Jesús
como heredero legal de las promesas dadas a Abraham y a David; y que Lucas da la línea de María
y presenta la descendencia sanguínea de Jesús, "de la simiente de David según la carne" (Romanos
1:3). La genealogía de María, conforme a la usanza Judía, estaba a nombre del esposo. José era
"hijo de Elí" (Lucas 3:23), es decir, yerno de éste. Elí era el padre de María, y el padre de José era
Jacob (Mateo 1:15).
Estas genealogías, por más áridas que nos parezcan a nosotros, forman la vértebra dorsal de los
anales del A.T. Conservadas con todo cuidado durante largos siglos de vicisitudes trascendentales,
contienen "una descendencia familiar a través de la cual una promesa fue transmitida durante 4.000
años - un hecho nunca igualado en la historia humana".
Mateo el Publicano
PUBLICANO Era una persona que tenía la responsabilidad de cobrar los impuestos para los
romanos. A Zaqueo se le llama “jefe de los publicanos”, lo cual parece indicar que tenía a otros a
los cuales supervisaba (Lc. 19:2). La palabra griega que se usa es telönës, pero el
término publicano tiene una raíz en la historia de Roma donde era aplicado a unos cobradores de
impuestos, por eso se usó esa traducción.
Los publicanos eran, como todo cobrador de impuestos, sumamente odiados. Era fama de que
cobraban por encima de lo debido para beneficiarse, por lo cual Juan el Bautista les amonestó: “No
exijáis más de los que os está ordenado” (Lc. 3:12–13). En adición a esa particularidad estaba el
hecho de que los judíos les consideraban personas no religiosas, con mucho contacto con gentiles y
traidores a su nación, por lo cual eran muy menospreciados socialmente.
El Señor Jesús se juntaba con ellos, por lo cual fue llamado “amigo de publicanos y de
pecadores” (Mt. 11:19). Muchos de ellos se convirtieron (Mt. 21:31; Lc. 7:29), entre
ellos Mateo (Mt. 10:3; Lc. 5:27) y Zaqueo. La connotación negativa del término publicano puede
verse, además, en el hecho de que una persona que no hiciere caso a la amonestación de la iglesia
debía ser considerado como “gentil y publicano”, es decir, alguien con quien no debía tenerse
comunión (Mt. 18:17).
Este era Mateo, un publicano cobrador de impuestos para el gobierno Romano, para los Judíos
era un traidor a la nación.

El Orden Metódico en Mateo


Una lectura cuidadosa del Evangelio de Mateo nos permite reconocer sin dificultad al
arreglo ordenado del material, lo que nos habla a las claras de la forma metódica en que solía
trabajar el autor, Mateo era un recolector de impuestos, muy detallado con los números y los
cálculos. Mateo tendía a disponer dichos y hechos similares en grupos de a tres, cinco y siete.

Los tres en Mateo:


1. La división de la genealogía de Jesús en tres secciones. 1:1-17
2. Las tres tentaciones. 4:1-11
3. Tres ilustraciones de hipocresías y piedad genuina, que se evidencia en la ayuda a los
necesitados, en oración y en ayuno. 6:1-18
4. Tres parábolas relativas a siembra y crecimiento. 13:1-32
Puede preguntarse: ¿es esta afición de Mateo a los grupos de a tres simplemente una manifestación
de su mentalidad metódica, o habremos de dar crédito a lo que sugieren algunos exégetas, a saber,
que Mateo juntó hechos y dichos en grupos de a tres o más por influencia del principio mosaico de
que toda evidencia ha de basarse en el testimonio de dos o tres testigos? (Compare Dt. 19:15 con
Mt. 18:16). Parece más razonable admitir lo primero, ya que Mateo tiene igual predilección por
grupos de a siete y cinco.

Ejemplo de grupos de a siete:


1. Los siete ayes pronunciados sobre los maestros de la ley y los fariseos.23:13-36
2. Las siete parábolas del reino de los cielos. Capítulo 13
3. Las siete profecías cuyo cumplimiento se registra en la primera sección del Evangelio de
Mateo:
1. Jesús nace de una virgen y es llamado Emanuel. 1:23
2. “Porque de ti saldrá un gobernante”. 2:6
3. “De Egipto llamé a mi Hijo”. 2:15
4. “Raquel, que lloraba por sus hijos”. 2:18
5. “Que Jesús sería llamado Nazareno”. 2:23
6. “Una voz grita en el desierto…”. 3:3
7. “El pueblo que andaba en la oscuridad vio una gran luz”. 4:15-16

En el mundo antiguo, el número siete comúnmente simbolizaba “lo completo”. No sabemos hasta
qué punto este hecho influyó en Mateo. Con todo, la frecuencia con que agrupa siete elementos, o
tres, o cinco, pone de manifiesto su forma metódica de trabajar.
Para muchos estudiosos de las Escrituras, sin embargo, ese arreglo en grupos de a cinco que hace
Mateo es un indicio inconfundibles de su propósito.
Ahí están, por ejemplo, los cinco puntos de la ley de Moisés puestos a discusión en el sermón del
monte:
1. Homicidio. 5:21-26
2. Adulterio. 5:27-32
3. Juramentos. 5:33-37
4. Venganza. 5:38-42
5. Amor a los demás. 5:43-48
En cada uno de estos puntos se plantea el contraste entre “Ustedes han oído que antes se dijo” (o
“Ustedes han oído que a sus antepasados se les dijo”) y “Pero yo les digo”.
Ciertamente, Jesús enseña a sus oyentes que la ley del Antiguo Testamento condena los pecados de
la mente y la voluntad, de palabras y pensamientos con no menos rigor que los pecados cometidos
mediante acciones ilícitas. Pero hay algo más en esta comparación entre “lo que se dijo antes” (por
Moisés) y “lo que les digo yo”: es evidente que Jesús se presenta a sí mismo con un nuevo Moisés,
el conductor de un nuevo Israel.

También podría gustarte