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Cumanacoa, 2023
Los aspectos teóricos y metodológicos de los conocimientos producto
de la experiencia formativa entre la teoría y la práctica, el conocimiento y
la práctica: Las bases epistemológicas mencionadas ponen a la
sistematización en un campo bastante exigente y, a la vez, poco explorado. Si
bien se entiende que toda práctica, por el solo hecho de realizarla, produce un
saber, por lo general éste es más bien difuso, impreciso, está poco formalizado
y, en consecuencia, su confrontación y validación resultan difíciles.
Esto genera un círculo virtuoso entre práctica reflexión y práctica, pues para
orientar adecuadamente nuevas acciones se requiere que el conocimiento de
la práctica inicial sea preciso, que interprete los cambios que se operaron en
ella, que sea capaz de descubrir las lógicas que dieron sentido a esa
experiencia. En cuanto a lo metodológico, el rigor proviene, por un lado, de
hacer explícitos los sustentos (teóricos o no) de la práctica que se está
reflexionando y, por otro, de la capacidad del/la sistematizador/a para mirarla
críticamente, comprender lo que sucedió y fundamentar los conocimientos
producidos al hacerlo.
Cabe destacar, que con este método nunca se llega a una conclusión final
por la simple razón que toda síntesis se convierte en tesis. Conectando lo antes
expuesto a la relación dialéctica entre teoría, práctica y conocimiento, se puede
decir que la relación que existe entre estos tres (3) fenómenos cumplen con los
mismos principios que definen a la dialéctica, esto quiere decir, que el autor al
realizar la comparación de los fenómenos nota que al hablar de teoría es como si
se está refiriendo a la tesis; de igual manera cuando se habla de la práctica es
como si nos estamos refiriendo a la antítesis y por último al hablar del
conocimiento nos referimos a la síntesis o conclusión. Ahora bien, profundizando
un poco más en el tema se puede decir que la teoría explica porque suceden las
cosas, o porque lo hacen de determinada manera. Sin embargo, la práctica en
casi todos los casos necesita un sustento teórico que le sirva de basamento.
Este contexto demanda una nueva concepción del proceso educativo para
promover un modo de vida que centre su fuerza y empuje hacia el desarrollo de
la justicia y la inclusión social a través de una nueva moral colectiva, la
producción social, la equidad territorial y el reconocimiento de nuestras propias
raíces libertarias asumiendo una concepción neo-humanística, ambientalista,
integracionista e impregnada de una energía popular espiritual que reconozca
en la educación la importancia de ésta en los asuntos políticos.