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MIRADAS HEROICAS.

LA TRANSFORMACIÓN DEL CENTRO HISTÓRICO DE


CARTAGENA, DESDE LOS OJOS DE SUS HABITANTES

JUAN CAMILO OCHOA BAENA

TRABAJO DE GRADO PARA OPTAR POR EL TÍTULO DE:


COMUNICADOR SOCIAL

CAMPO PROFESIONAL:
PERIODISMO

DIRECTOR:
JUAN CARLOS PIEDRAHITA

PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA


FACULTAD DE COMUNICACIÓN Y LENGUAJE
CARRERA DE COMUNICACIÓN SOCIAL
BOGOTÁ, DC
2015
Artículo 23, Resolución # 13 de 1946:

“La Universidad no se hace responsable por los conceptos emitidos por sus alumnos en sus
trabajos de tesis. Solo velará porque no se publique nada contrario al dogma y a la moral católica
y porque las tesis no contengan ataques personales contra persona alguna, antes bien, se vean en
ellas el anhelo de buscar la verdad y la justicia ”
Bogotá D.C, mayo 25 de 2015

Estimada:
MARISOL CANO BUSQUETS
Decana Académica
Facultad de Comunicación y Lenguaje
Pontificia Universidad Javeriana

Respetada Decana:

Me dirijo a usted con el fin de presentarle mi trabajo de grado titulado: „Miradas Heroicas. La
transformación del Centro Histórico de Cartagena, desde los ojos de sus habitantes‟, producto
periodístico que muestra las historias de algunos personajes del Centro Histórico, sobre la
problemática que se ha vivido desde hace varios años en este sector de la ciudad. Como requisito
para optar al título de Comunicador Social con énfasis en Periodismo.

Cordialmente,

JUAN CAMILO OCHOA BAENA


CC. 1.047.447.202 de Cartagena
Bogotá D.C., mayo 25 de 2015

Estimada Decana
MARISOL CANO BUSQUETS
Facultad de Comunicación y Lenguaje
Pontificia Universidad Javeriana
Ciudad

Respetada Decana:

Con esta comunicación, tengo el gusto de presentarle el Trabajo de Grado “La transformación
del Centro Histórico de Cartagena, desde los ojos de sus habitantes” elaborado por el estudiante
del campo de periodismo Juan Camilo Ochoa Baena, quien plasma en estas páginas el resultado
de una extensa investigación sobre un fenómeno particular que involucra aspectos sociales,
culturales, históricos, económicos, arquitectónicos y turísticos.
No hay un lugar más apropiado que Cartagena para ser el escenario de una narración fantástica.
El entorno mágico de la ciudad, la tarima inmejorable del “Corralito de piedra”, y la brisa del
Caribe, como cómplice investigativo, se encargaron de crear el complemento óptimo para la
realización de una propuesta en la que se conjugan marcos teóricos, datos concretos y anécdotas
de vida de quienes han tenido que padecer durante las últimas décadas procesos vertiginosos de
transformación social.
Con buena disposición y con un alto grado de humildad para recibir instrucciones y comentarios,
características inequívocas de los periodista contemporáneos, Juan Camilo logró sacar adelante
un trabajo que puede servir como materia de estudio para investigaciones posteriores. Estableció
la temática desde la observación de una nativo más que sintió vulnerados algunos de sus
derechos por otorgarle una relevancia mayúscula a los visitantes, nacionales y foráneos.
Esta mirada desprevenida la convirtió en una problemática, que se potencializó al plantearse
interrogantes útiles para crear núcleos vitales enriqueciendo aún más la iniciativa. ¿De qué
manera los cartageneros de antaño ha tenido que adaptarse a un nuevo ritmo de vida provocado
por influencias turísticas, económicas y comerciales?, fue la pregunta que se formuló el alumno
desde tiempo atrás y optó por responderla buscando expertos, conociendo aún más su ciudad y
escuchando las anécdotas de los protagonistas.
En “La transformación del Centro Histórico de Cartagena, desde los ojos de sus habitantes
tradicionales” se condensan en un mismo texto la mirada del pasado, con antecedentes tanto
nacionales como extranjeros; la radiografía de la situación actual de la capital del departamento
de Bolívar, con testimonios de ciudadanos que han sido testigos de los cambios urbanos; y no
desconoce las consecuencias, es decir todo aquello que puede suceder si se deja al margen lo
relacionado con la definición de la palabra “autóctono”.
Juan Camilo Ochoa Baena unificó los contenidos académicos desarrollados en las facultades de
comunicación y los géneros periodísticos que tienen cabida en los medios impresos actualmente.
En el Marco Teórico planteó una problemática seria, real, contundente, y la acompañó con una
extensa investigación en la que se develaron aspectos adicionales que fortalecieron su meta
inicial. En los perfiles, agrupados bajo el título “Memorias Heroicas”, trató de moverse al terreno
práctico y adelantó entrevistas con algunos de los personajes más célebres del Centro Histórico
de Cartagena.
La sabiduría de Cruz Villeros, la condición brillante de Hernán Torres, la entrega de Armando
Franco, El sabor de Angelina Casiani, la potencia del Mimo Yen, y la constancia de Miguel
Ángel Olaya, sirvieron como modelo para contar las historias de muchos cartageneros que
luchan por mantener intactas sus tradicionales, a pesar de las urgencias turísticas.

Con este Trabajo de Grado Juan Camilo accede a la vida profesional del periodismo para nunca
dejar de aprender sobre el oficio.

Cordialmente,

JUAN CARLOS PIEDRAHITA B.


Asesor.
FORMATO PROYECTO TRABAJO DE GRADO CARRERA DE COMUNICACIÓN SOCIAL

Profesor Proyecto Profesional II: MARISOL CANO


BUSQUETS

Fecha: Mayo 26 de 2014 Calificación: 4,4

Asesor Propuesto: Juan Carlos Piedrahita

Vo.Bo. Coordinador de Campo (Opcional):

Fecha inscripción del Proyecto ante la Coordinación de Trabajos de


Grado: Primer Período de 2015

I. DATOS GENERALES

Nombre(s): Juan Camilo Apellido(s): Ochoa Baena

Modalidad del trabajo:

Monografía teórica x Producto

Análisis de contenido Práctica por Proyecto

Sistematización de experiencias Asistencia en investigación

Título del Trabajo de Grado: provisional, corto, creativo, con subtítulo explicativo

Miradas heroicas, la transformación del Centro Histórico de Cartagena desde los ojos de sus
habitantes.
Marque en qué línea de investigación se clasifica su trabajo:

x Discursos y relatos Industrias culturales

Procesos sociales Prácticas de producción innovadora

II. INFORMACIÓN BÁSICA

A. Problema

1. ¿Cuál es el problema? ¿Qué aspecto de la realidad considera que merece investigarse?


En un párrafo conciso plantee el problema que motiva su investigación.

El problema a investigar es la transformación que ha tenido el Centro Histórico de Cartagena desde la


década del noventa hasta la actualidad. Lo que esta problemática les ha ocasionado a sus habitantes
quienes han tenido que adaptarse a un nuevo ritmo de vida. Incluso, algunos de sus personajes insignes
han emigrado hacia otros sectores de la ciudad, motivados por circunstancias económicas, comerciales y
turísticas. Antes, el centro era una zona residencial con reducida presencia de restaurantes, bares y
discotecas. Sin embargo, los procesos de reconstrucción y renovación de los espacios más importantes
del Centro Histórico de Cartagena están destinados hoy por hoy a acoger a los visitantes.

2. ¿Por qué es importante investigar ese problema?

Enumere las razones que justifican la investigación que se propone, su pertinencia e importancia, desde
para el campo profesional y para la comunicación. En el caso de los productos, especifique su
originalidad o rasgos que lo distinguen de experiencias similares.

a) Contrastar la idea de un creciente prestigio del Centro Histórico de Cartagena. Muchos creen
que este lugar representa la cultura Cartagenera porque en él inciden las ideologías y las
prácticas de los habitantes. Sin embargo, con el paso de los años, esto se ha ido perdiendo para
darle más importancia a intereses turísticos y económicos.
b) El periodismo es una herramienta valiosa para identificar y redescubrir las lógicas de
apropiación de espacios urbanos en ciudades tradicionales sobre las que pareciera estar dicho
todo. Por eso, es posible acercarse a las historias de vida de los habitantes de estas urbes y
recoger testimonios que permitan tener una idea clara de cómo ha sido la transformación del
Centro Histórico de Cartagena.

c) Dar a conocer los procesos de adecuación y reestructuración arquitectónica que ha tenido el


Centro Histórico de Cartagena, mediante la observación e inmersión en el uso de sus
reconocidas plazas, calles y monumentos

3. ¿Qué se va investigar específicamente?


(Defina el objeto o corpus de la investigación. ¿Con qué materiales, entidades, espacios, textos, etc. va a
trabajar?)

Se hará una investigación documental y periodística que permita analizar cambios físicos y de
apropiación de los escenarios principales de la ciudad. El análisis se complementará con el resultado de
las principales transformaciones que se han dado en el centro durante los últimos 25 años, haciendo
énfasis en los espacios de mayor significación y en las personas que han padecido esta problemática.

Objetivos

1. Objetivo General:
¿Qué busca alcanzar? Párrafo puntual donde define la meta general que se propone para el trabajo.

Crear una serie de perfiles periodísticos a partir de los relatos de los personajes más significativos del
Centro Histórico de Cartagena, que exhiban algunos de los cambios que ha tenido esta zona de la
ciudad.

2. Objetivos Específicos (Particulares): Especifique qué otros objetivos se desprenden del Proyecto. ¿Qué
tipo de metas se propone cumplir para lograr el objetivo general?

1) Identificar en lugares establecidos: plazas, parques, calles, monumentos, a los personajes más
representativos y recoger su voz sobre la transformación del Centro Histórico de Cartagena.
2) Contrastar a partir de los personajes, dónde quedaron las prácticas, ideologías, formas de vida y
cómo han tenido que adaptarse a los procesos de renovación en los que han sufrido
transformaciones severas.

3) Analizar desde el ámbito social y cultural, la evolución de los lugares que se han vuelto más
turísticos en el Centro Histórico, con el fin de ubicar al lector en el contexto histórico y patrimonial
de la ciudad.

4) Mostrar algunos de los personajes más importantes del Centro Histórico, que a partir de sus relatos
de vida demuestren las transformaciones que han tenido que vivir y cómo se han visto afectados.

III. FUNDAMENTACIÓN Y METODOLOGÍA

A. Fundamentación Teórica

1. ¿Qué se ha investigado sobre el tema?


Antecedentes de investigación (estado del arte). Revisión de la bibliografía pertinente. Para trabajos con
producción, ¿hay producciones que trabajen el mismo tema o alguno similar?, ¿existen manuales
semejantes? ¿Textos de apoyo a su trabajo? Haga aquí una breve relación crítica de los textos que
servirán de apoyo a su trabajo.

Según la UNESCO, se le denomina Centro Histórico, al núcleo urbano de planteamiento y construcción


de un área específica, donde generalmente se presenta la mayor atracción económica, social, política y
cultural de una ciudad. Así mismo, se caracteriza por tener los principales bienes vinculados a la historia,
desde los orígenes de su cultura y la declaratoria respectiva de la ley.

El término fue establecido por primera vez en Quito en el año de 1978, con el propósito de conservar las
viejas estructuras de las principales ciudades de Latinoamérica, que se deterioraban a causa de
fenómenos naturales como terremotos o inundaciones. Adicionalmente por la falta de cuidado e interés
de la misma población, que tenían como propósito modernizar las ciudades y dejar de lado su
patrimonio. (Mertins, 2007)

El Centro Histórico refleja los bienes arquitectónicos, urbanísticos y culturales de una ciudad, así como
los procesos de renovación e intereses que se concentran en él. Las recuperaciones de las casas,
conjuntos, edificios y monumentos son para resaltar el atractivo de sus bienes patrimoniales, que están
dominados por algún interés. Las estructuras en mal estado, luego de procesos de restauración se
convierten en espacios de lujo, que atraen a las personas por conservar su arquitectura y adicionarle
detalles novedosos.

Con la acogida que están teniendo los Centros Históricos como lugares de atracción turística y
redescubrimiento de la ciudad pérdida, sus alrededores, y zonas residenciales de altos estratos, la
actividad ha crecido cada vez más. Gracias a la transformación del comercio y espacios como
restaurantes, almacenes, boutiques, con un fines turísticos, que han tomado gran influencia en las
principales áreas.

Con el paso de los años, los intereses que rodeaban las ciudades no permitían que se conservaran sus
estructuras. Por eso comenzaron las legislaciones en las ciudades consideradas como patrimonio
histórico, en las que se ejercía la protección integral de la ciudad, hasta la política de conservación de las
casas, calles y monumentos. (Mertins, 2007)

En el caso de Cartagena de Indias, de acuerdo con el Plan de Ordenamiento Territorial, el Centro


Histórico comienza a evidenciarse a finales de los años 80, con el fin de generar un impacto en la
sociedad, que permitiera implicar la introducción de planes parciales dentro de su proceso de
renovación. Esos planes se refieren específicamente a la rehabilitación de sus plazas, parques, y otros
espacios públicos. Estrategias privadas que son dirigidas con objetivos económicos, que afectan la
renovación por reglamentos hacia la utilidad de los inversionistas. (Alcaldía de Cartagena de Indias,
2012)

En el Centro Histórico de Cartagena los principales protagonistas emergen en sus plazas más
reconocidas: las palenqueras, lustrabotas, vendedores ambulantes, artesanos, entre otros, promueven
la cultura cartagenera que se han mantenido vigente durante varios años. Sin embargo debido a las
nuevas rutinas del centro, se han perdido algunos de sus más valiosos habitantes, debido al
desplazamiento en el que se han visto perjudicados. Anteriormente los barrios de San Diego y
Getsemaní, eran netamente residenciales, que debido a las influencias turísticas se han convertido en
lugares donde priman los hoteles, hostales, discotecas y restaurantes. Hoy en día, son muy pocos
quienes continúan en sus casas por la valorización y altos costos en el sector.

Cartagena está situada en el norte del país, y es considerada como uno de los atractivos de la costa
Caribe. Según el desarrollo del turismo y las comunicaciones, está en proceso de generar redes aéreas,
cruceros, entre otros. La ventaja comparativa de Cartagena reside en la belleza arquitectónica de la
ciudad tradicional antigua y el recinto amurallado, Getsemaní, La Popa, Manga, El Cabrero y el sector
original de Bocagrande y Castillo Grande, que mostraban un conjunto armónico entre lo moderno y lo
colonial, hasta finalizar los años sesenta.

Según el Plan de Ordenamiento Territorial de Cartagena, al distrito se le ha otorgado ser la primera


ciudad colombiana declarada Monumento Nacional en 1940. La ciudad amurallada con sus barrios del
Centro, San Diego, Getsemaní y las fortificaciones que defendían las entradas por tierra y por mar,
promueven su atractivo comercial. Cartagena de Indias, cuenta con una serie de plazas significativas
para sus habitantes, que se convierten en los lugares más interesantes para conocer su historia. En estas
se encuentran los principales monumentos, así como los personajes que con su trabajo las vuelven más
llamativas.

La plaza de Bolívar es un espacio significativo para los cartageneros por el monumento emblemático del
libertador Simón Bolívar. Es una de las plazas más visitadas por turistas nacionales y extranjeros que
llegan a la ciudad, por la gran afluencia de personas. Cerca de ella está el Palacio de la Inquisición, la
famosa Catedral, la oficina del Concurso Nacional de la Belleza, que dejan ver que este escenario no es
tan turístico como los demás. Aquí vemos muchas personas, principalmente habitantes que se reúnen a
pasar el día en el parque, tal como lo hacen las palenqueras que exhiben frutas y dulces típicos.

La plaza Santo Domingo mantiene una arquitectura colonial por las sillas que se encuentran afuera de
los restaurantes y las esculturas de Fernando Botero. Cerca de ella se encuentra la calle Santa Teresa,
donde está el Baluarte, uno de los lugares más apetecidos por los residentes de Cartagena para realizar
bodas y eventos. (Caballero, 2008).

En esta plaza se concentran agrupaciones folclóricas, bailarines de música urbana, cantantes, entre
otros, que por medio del arte buscan mejorar la estadía de los turistas durante su paso por Cartagena.
En temporadas altas la plaza colapsa por completo, ya que la mayoría de la gente se encuentra
concentrada en el lugar, junto a la presencia de coches, bicicletas, así como los vendedores de comercio
informal que se agrupan sobre los andenes de la plaza.

La plaza San Pedro se caracteriza por sus pequeños monumentos, las sillas del restaurante, uno de lo
más tradicionales de la ciudad, y las palomas que siempre la engalanan en aire y tierra. Muy cerca está
el Museo Naval, la Calle Santa Teresa, La Plaza de la Aduana, y el sector del Portal de los Dulces, donde
se encuentra la Alcaldía de Cartagena. En el portal ocurre algo interesante, en el día funciona como
establecimiento de los mejores suvenires azucarados de la ciudad, mientras que en la noche es el lugar
de rumba para extranjeros que buscan bares de salsa, reggaetón y música crossover. Todas estas
manifestaciones culturales constituyen una parte de la memoria cultural de la ciudad, basada no
solamente en los vestigios de un pasado con las construcciones, sino representada en sus costumbres,
creencias religiosas, lenguaje, y demás manifestaciones lúdicas.

El Distrito de Cartagena a lo largo de los años ha mostrado el interés por salvaguardar su patrimonio
monumental. Resultado de ello es el inventario de 1595 inmuebles como patrimonio de los cuales, el
50% conservan su tipología, 38% la conservan parcialmente, 10% no la conservan y el 16% han sido
restaurados en los últimos 20 años. Para el caso de Cartagena los elementos de arquitectura
monumental desaparecidos también la consolidan como una ciudad única en su género en América, con
estructuras que no se encuentran en La Habana, San Juan, Santo Domingo, o Centroamérica. (Alcaldía
de Cartagena de Indias, 2012)

Estas aproximaciones a la investigación encontradas en diferentes bases de información son el inicio del
marco teórico del proyecto. Además de contar con una comparación entre distintos aspectos de la
realidad cotidiana y en especial de la tradición cultural Cartagenera que sustentan las bases analíticas
para luego trasladar el estudio a un escenario práctico.

2. ¿Cuáles son las bases conceptuales con las que trabajará?


¿Qué conceptos, categorías, relaciones conceptuales básicas va a utilizar? Descríbalas brevemente.

Centro Histórico, atracción social, económica, política y cultural: núcleo urbano original de
planteamiento y construcción de un área urbana, por lo general caracterizado por sus bienes vinculados
con la historia de una ciudad específica.

Centro Histórico: lugar donde se conservan las viejas estructuras urbanas de las ciudades
latinoamericanas, cuyo deterioro se ha dado a causa de los fenómenos naturales, y falta de cuidado por
parte de la población civil en su afán de modernizar las urbes.

Revalorización: el prestigio de los Centros Históricos como lugares de atracción turística, el


“redescubrimiento” de sus casas y alrededores como zonas residenciales de los estratos altos bajo
condiciones infraestructurales modernas.

Restauración-Deterioro: los edificios viejos que son modernizados para fines económicos, se
transforman en complejos comerciales, viviendas de lujo, restaurantes, o almacenes tipo boutique,
entre otros.
Espacio público: Cartagena de Indias es una ciudad que cuenta con espacios como plazas y calles,
apropiados por algunos habitantes de manera indebida. Por tal razón se han implementado medidas
para solucionar esta problemática que afecta a los trabajadores de comercio informal.

Perfil periodístico: el perfil como género permite describir y contar las características más importantes
de un personaje, tales como sus rasgos de personalidad, hobbies y hábitos cotidianos. Por medio de este
recurso narrativo se intenta retratar a una persona de forma completa, mostrando aspectos de su vida
personal y profesional.

B. Fundamentación metodológica

1. ¿Cómo va a realizar la investigación?


¿Cómo va a alcanzar los objetivos propuestos? ¿con qué tipo de metodología? ¿qué instrumentos y
técnicas de investigación va a trabajar? En trabajos con producción, ¿cómo lo va a realizar? ¿supone
diagnósticos previos?, ¿entrevistas?, ¿observación?, ¿encuestas?, etc. Tenga en cuenta que la
metodología no es una sola y está estrechamente relacionada con el tipo de trabajo de grado que
usted(s) desarrollará.

La metodología para el trabajo parte de un rastreo de información en bibliotecas, archivos históricos y


periódicos, con el fin de contrastar aspectos sociales, culturales y arquitectónicos de antes y de ahora.
Se tendrán en cuenta testimonios de expertos y estudiosos de la ciudad, con los que será posible
identificar cuáles han sido los principales cambios en el Centro Histórico.

Los conceptos básicos, un recorrido por el Centro Histórico de Cartagena, su atractivo turístico, bienes y
patrimonio, servirán para establecer los personajes más importantes en las plazas, calles, y
monumentos. De igual forma, se trabajará con categorías de análisis como el núcleo urbano, políticas
públicas y usos y protección del Centro. El creciente aumento del turismo y la valorización de las casas,
desde hace algún tiempo se han convertido en lugares de redescubrimiento en la ciudad. Así como los
procesos de restauración escenarios emblemáticos que antes estaban deteriorados, serán también
esenciales dentro de la investigación.

El producto periodístico se realizará con algunos de los personajes más importantes del Centro Histórico
de Cartagena. La metodología deriva del perfil como género periodístico, que permite conocer las
historias de las personas, como protagonistas principales que han evidenciado los cambios a lo largo de
estos años.
2. ¿Qué actividades desarrollará y en qué secuencia? Cronograma. Especifique tareas y tiempo
aproximado que le tomará cada una. Recuerde que tiene un semestre (18 semanas) académico para
desarrollar su proyecto.
3. Bibliografía básica:

Alcaldía de Cartagena de Indias. Plan de Ordenamiento Territorial del Distrito Turístico y Cultural de
Cartagena. Alcaldía de Cartagena, Cartagena de Indias.

Bernal, N. D. (2011). El tejido social como elemento creador y transformador del Centro Histórico en
Getsemaní, Cartagena. Trabajo de Grado, Pontificia Universidad javeriana, Facultad de Arquitectura,
Bogotá.

Caballero, S. B. (2008). Plazas de Cartagena: Escenarios de distinción social. Un recorrido por el Centro
Histórico de Cartagena. Trabajo de Grado, Pontificia Universidad Javeriana, Facultad de Comunicación y
Lenguaje, Bogotá.

Carrión, F. (2005). El Centro Histórico como proyecto y objeto del deseo. Revista eure , XXXI (93), 100.

Collazo, M. (2004). Plazas y Barrios: Turismo Patrimonio y Globalización en América Latina. University of
Arizona, American Planning Association. Arizona: Tucson.

Delavaud, A. C. (2008). Aparicion de una nueva cultura patrimonial en América Latina, a través de los
Centros Históricos en "re-construcción". Universidad del Norte, Barranquilla.

Domínguez, F. Á. (2008). La representación de Cartagena de Indias en el discurso turístico. Afrodesc ,


121.

Fajardo, S. H. (2010). Estrategia de intervención patrimonial aplicada al barrio Getsemaní en Cartagena


de Indias. Trabajo de Grado, Pontificia Universidad Javeriana, Facultad de Arquitectura y Diseño, Bogotá.

González, P. (s.f.). Getsemaní, la cara popular de Cartagena de Indias. Recuperado el Noviembre de


2013, de Revista about.com en Colombia: http://encolombia.about.com

Londoño, M. E. (2013). Centro Histórico de Cartagena, como gran Centro Abierto. Institute for Business
and Finance Research, Hilo, USA.

Morales, A. (2007). El Centro Histórico de Cartagena de Indias.

Revista Digital de Historia y Arqueología. (s.f.). La Renovación de los Centros Históricos en Latinoamérica
. Red de Revistas Científicas de América Latina, el Caribe, España y Portugal .

Revista Memorias, digital de historia y Arqueología desde el caribe. (2007). La renovación de los Centros
Históricos en Latinoamérica: fases conceptos estrategias. Revista Memorias , 3 (6).

Trallero, A. S. (2006). Cartagena veintiún años después de ser declarada patrimonio mundial. Revista
Memorias , 3 (6).

Vargas, C. C. (2007). El espacio público en Cartagena de Indias, Resistencias Cotidianas. Palabra , 8.

Hook, Robert. Plazas y Barrios en América Latina. University of California, Los Angeles Library, 2006.
FORMATO RESUMEN DEL TRABAJO DE GRADO CARRERA DE COMUNICACIÓN SOCIAL

Este formato tiene por objeto recoger la información pertinente sobre los Trabajos de Grado que se presentan
para sustentación, con el fin de contar con un material de consulta para profesores y estudiantes. Es indispensable
que el Resumen contemple el mayor número de datos posibles en forma clara y concisa.

FICHA TÉCNICA DEL TRABAJO

Autor (es): Nombres y Apellidos completos en orden alfabético)

Nombre(s): Juan Camilo Apellido(s): Ochoa Baena


Nombre(s): Apellido(s):
Nombre(s): Apellido(s):
Nombre(s): Apellido(s):

Campo profesional:
Periodismo

Asesor del Trabajo


Juan Carlos Piedrahita B.

Título del Trabajo de Grado:


Miradas Heroicas. La transformación del Centro Histórico de Cartagena, desde los ojos de sus
habitantes

Tema central:
Perfiles periodísticos de algunos de los personajes más significativos del Centro de Cartagena.
Subtemas afines:
Perfil Periodístico, Reportaje, Historia.

Fecha de presentación: Mayo 2015 Páginas: 88

II. RESEÑA DEL TRABAJO DE GRADO


1. Objetivo o propósito central del trabajo:
Exponer en un producto periodístico las incidencias de algunos personajes del Centro Histórico
de Cartagena, que han sido testigos de su transformación, desde la década del noventa hasta
las épocas actuales.

2. Contenido (Transcriba el título de cada uno de los capítulos del Trabajo)


Capítulo 1: Centro Histórico
Capítulo 2: Patrimonio y Bienes Arquitectónicos
Capítulo 3: Turismo en el Centro Histórico

3. Autores principales (Breve descripción de los principales autores referenciados)


Fernando Carrión, Raúl Porto Del Castillo, Alfonso Múnera, Freddy Ávila, Alberto Samudio,
Aracelli Morales, Orlando De Ávila.
4. Conceptos clave (Enuncie de tres a seis conceptos clave que identifiquen el Trabajo).
Centro Histórico, Bienes Urbanísticos, Deterioro, Restauración, Valorización, Influencias
turísticas.

5. Proceso metodológico. (Tipo de trabajo, procedimientos, herramientas empleadas para


alcanzar el objetivo).
El proceso comenzó con la recolección de información en archivos y bibliotecas relacionados
con el tema principal. Después se realizaron las entrevistas a expertos para luego culminar el
ejercicio investigativo con el acercamiento a personajes principales para escribir el producto
periodístico.

6. Reseña del Trabajo (Escriba dos o tres párrafos que, a su juicio, sinteticen el Trabajo).
En la primera parte, el trabajo recoge la información necesaria que permite demostrar que
desde hace 20 años el Centro Histórico de Cartagena se ha vuelto una zona netamente
comercial. Esto ha beneficiado el turismo en la ciudad pero ha afectado a sus habitantes
tradicionales, quienes han tenido que emigrar hacia otros sectores. Con base en esa
investigación se realizó el producto periodístico final, que evidencia algunos cambios
observados a partir de la mirada de los personajes en las plazas y calles.

III. PRODUCCIONES TÉCNICAS O MULTIMEDIALES


1. Formato (Video, material escrito, audio, multimedia).
2. Duración audiovisual (minutos):
Número de casetes de vídeo:
Número de disquetes:
Número de fotografías:
Número de diapositivas:

3. Material impreso Tipo: Número de páginas:

4. Descripción del contenido


Agradecimientos

A todas las personas que contribuyeron a la realización de este Trabajo de Grado, especialmente
a los personajes del Centro Histórico de Cartagena, por permitirme contar sus historias y
demostrar que las tradiciones de nuestra ciudad se mantienen vivas.
Índice

Pág.

1. Introducción 1

2. Capítulo 1: Centro Histórico de Cartagena de Indias 4


2.1. Centro Histórico 4
2.1.1. Cartagena de Indias 7
2.1.2. Centro Histórico de Cartagena 11
2.1.3. Recorrido por algunas plazas y calles del Centro 14

3. Capítulo 2: Patrimonio y Bienes Arquitectónicos 20


3.1. Bienes Urbanísticos Culturales 20
3.1.1. Deterioro, Protección y Restauración 24
3.1.2. Lugares de esparcimiento 28
3.1.3. Revalorización y Gentrificación 32

4. Capítulo 3: Turismo en el Centro Histórico 36


4.1. La oferta turística en Cartagena 36
4.1.2. Prácticas socio-culturales 39
4.1.3. La transformación del Centro 42
4.1.4. ¿ A dónde se fueron sus habitantes? 46
4.1.5. Getsemaní, como barrio tradicional en el Centro 48

5. Memorias Heroicas (Perfiles Periodísticos) 52


6. Conclusiones 78
6. Referencias 81
7. Anexos 84
INTRODUCCIÓN

El presente trabajo de grado presta especial atención a las modificaciones físicas y


arquitectónicas, así como a los cambios semióticos del Centro Histórico de Cartagena de Indias,
de acuerdo con la perspectiva de sus propios habitantes. Desde la década de los noventa se ha
evidenciado la alta presencia del turismo en el Centro, lo que ha ocasionado que sus habitantes
tradicionales hayan sido desplazados a otros sectores de la ciudad.

Cartagena de Indias es una ciudad multicultural que evidencia sus prácticas en determinados
lugares, en donde sus pobladores y visitantes se reúnen a realizar ciertas actividades que van
desde lo turístico hasta lo recreativo. La urbe tiene una arquitectura colonial que la hace más
atractiva y genera mayor curiosidad para los turistas, al igual que sus playas paradisíacas, las
islas encantadas y el clima tropical que la caracteriza.

Por razones como éstas, La Heroica es considerada como la principal ciudad turística del país,
pues acoge un sin número de personas que la visitan durante las diferentes temporadas. En el
2013 la llegada de viajeros internacionales a Cartagena aumentó en un 11.7% más que el año
anterior, llegando incluso a 147.280 turistas aproximadamente. La cifra de viajeros nacionales
creció 20%, con 1.384.670 durante la temporada final de año, en comparación con datos del año
pasado. (Upegui, 2013)

Como consecuencia, esto ha generado grandes beneficios para la población debido a la alta
actividad comercial que se desprende de la presencia constante de los visitantes. No obstante,
también ha ocasionado que algunos habitantes se vean afectados, específicamente aquellos que
residen en sectores como el Centro Histórico, que antiguamente se consideraba una zona más
residencial, con casas imponentes en las que vivían las familias tradicionales de la región. Pero
desde hace algunos años, esto ha ido cambiando por factores comerciales, ya que los habitantes
del Centro se han visto en la necesidad de modificar su antiguo modo de vida para adaptarse a
nuevos sistemas, que le han restado importancia a las tradiciones culturales.

Este trabajo de grado se divide en dos bloques fundamentales. El primero es un marco


conceptual y una aproximación al Centro Histórico de Cartagena. La metodología que se
utilizará para desarrollar este fragmento partirá de un rastreo documental en archivos históricos,
de entidades y de periódicos, así como en bibliotecas, con el fin de establecer aspectos sociales,

1
culturales, arquitectónicos, turísticos y económicos. Además se recogerán testimonios de
expertos y estudiosos de la ciudad, con lo que será posible identificar cuáles han sido los
cambios más significativos del lugar desde comienzos de la década de los 90, hasta la actualidad.

Se establecerán los conceptos básicos del Centro Histórico, su definición, un recorrido por el
eje de Cartagena, su atractivo turístico, bienes y patrimonio. Esto servirá para identificar sus
plazas, calles, monumentos y personajes que darán soporte al relato testimonial con el que se
abordará la temática esencial del trabajo de grado. De igual forma, se aludirá el tema empleando
categorías de análisis como el núcleo urbano, el lugar de referencia de los usos y la preservación
del lugar, elementos con los que se aclarará el panorama de las políticas de recuperación del
Centro Histórico en los últimos 25 años.

La revalorización y el creciente aumento de turismo que ha tenido el Centro Histórico desde


hace algún tiempo, como lugar de redescubrimiento en zonas modernas de la ciudad, y los
procesos de restauración en espacios que anteriormente se encontraban deteriorados, también
serán fundamentales porque han sido adaptados el esparcimiento y la diversión. Casas
demolidas, calles cerradas, plazas públicas que en la actualidad son exclusivamente utilizadas
con objetivos turístico, servirán para analizar las transformaciones que se han dado, a partir de
los testimonios de sus habitantes.

Por último se recogerá información relacionada con el turismo y cómo ha influenciado para
que los habitantes del Centro se hayan desplazado hacia otros sectores de la ciudad. De igual
forma, se analizarán las prácticas de los pocos habitantes que se encuentran en el Centro
Histórico, el uso y sentido que se les da en la actualidad a las casonas que constituían un sector
colonial, pero que hoy en día están destinadas con fines netamente comerciales.

El segundo bloque del trabajo de grado se concentrará en el desarrollo de un producto


periodístico específicamente un reportaje con los perfiles de los habitantes más relevantes, que
evidencie las transformaciones del Centro Histórico de Cartagena y las incidencias del espacio
urbano. Este reportaje se realizará en lugares emblemáticos de ciudad, como plazas y calles más
importantes que demuestre que en la actualidad los habitantes tradicionales del Centro Histórico,
no son quienes hacen uso de esos espacios.

Adicionalmente se tendrá en cuenta el barrio de Getsemaní, como único sector donde se


encuentran activos sus habitantes tradicionales, pero que también presenta problemas de

2
exclusión por parte de estos. En Getsemaní se conserva el barrio popular del Centro Histórico,
aunque en la actualidad es el lugar que concentra algunos bares, restaurantes como en algún
momento ocurrió en sectores como San Diego y el mismo Centro.

Este trabajo de inmersión se hará a través de una observación a partir del contacto con los
habitantes, tanto tradicionales, como actuales. Para alcanzar esto se escogerán cinco lugares
referente de la ciudad: la plaza Santo Domingo, la plaza de Bolívar, la plaza Santa Teresa, la
plaza de la Aduana, y la plaza Fernández Madrid; así como se escogerán seis personajes
importantes que otorgarán información vital.

La metodología que se utilizará para la elaboración del producto incluirá las características
principales de este género periodístico, con los perfiles que permitan apreciar la diversidad de
enfoques otorgados por los habitantes del sector vistos como actores principales de su evolución,
haciendo una comparación gracias a sus prácticas y formas de vida, de lo que era antes y lo que
es en la actualidad. Finalmente se expondrá el producto en un libro que adicionalmente contará
con varias fotografías, que permitan recrear las historias y experiencias vividas, durante el
proceso de investigación.

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CAPÍTULO 1: CENTRO HISTÓRICO DE CARTAGENA DE INDIAS

2.1.Centro Histórico

“En los Centros Históricos aparece el presente como síntesis del pasado y potencialidad del
futuro, o sea que lo existente es una suma de tiempos o historias como base de su proyección
hasta la innovación”. (Carrión, 2001, pág. 35)

El concepto de Centro Histórico es muy reciente, pues surge en la década de los 60, ya que
existía una noción de los monumentos relacionados con los valores de determinadas
edificaciones, que se destacaban como hitos dentro de la urbe. Según la UNESCO los Centros
Históricos se denominan como el núcleo urbano de planteamiento y construcción, donde
generalmente se presenta la mayor atracción económica, social, política y cultural de la ciudad.

Durante siglos, el Centro Histórico albergó prácticamente todas las funciones que caracterizan
a una ciudad, en una mixtura de usos diferentes de construcciones arquitectónicas y urbanas
específicas, expresadas bajo patrones estilísticos diferentes, que respondieran a la diversidad y
dimensión de las necesidades cotidianas. (Rodríguez, 2008)

Ante la necesidad de mantener vigentes esas estructuras y elementos llamativos que se


enmarcaban dentro de las ciudades, para proteger y conservarlos debido al deterioro, los
habitantes se veían en la obligación de mantener sus bienes con la historia. Sin embargo, muchas
veces surgían acuerdos económicos con el fin de modernizar las ciudades y dejar de lado la
cultura que se había construido en el pasado, lo que transformaba completamente la tradición y el
patrimonio característico del centro.

En la mayoría de ciudades históricas se ha mantenido la homogeneidad de la época antigua,


pero también han tomado ciertos elementos para reconstruirla. La influencia de la modernidad, el
crecimiento vanguardista de las urbes con grandes rascacielos, dan como resultado el aumento
significativo del valor del suelo y sus altos precios. Las calles, plazas y monumentos son tan
representativos que promueven la economía dentro de la ciudad, lo que ha ido cambiando con el
paso de los años, sobre todo con las influencias que ha tomado la reconstrucción urbana, y por
eso algunos centros históricos han sido construidos nuevamente. (Mertins, 2007).

De acuerdo con lo anterior, en el Centro Histórico ya no solo se refleja lo antiguo, las casas
han sido transformadas según parámetros referentes a la arquitectura moderna y lo que le

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conviene a la misma ciudad. Es una actividad que ha sido modificada al vaivén de los intereses,
en los que se realizan procesos de renovación, que muchas veces favorecen estos bienes, ya que
son utilizados para el comercio o están deteriorados y no cuentan con el tratamiento adecuado.

De igual forma, la posibilidad de conversar los espacios para generar memoria y sentido, le
dan innovación a la ciudad. Gracias a este proceso se aumentan las posibilidades para ampliar el
mercado de inversión, pero también le dan prioridad a la economía y restan importancia a los
valores de los bienes. Estos se vacían de políticas que tienden a privilegiar el patrimonio físico,
poniendo como destino la intervención del pasado y disminuyendo el capital social existente por
las políticas que arrasan con el incremento de los precios del suelo. (Carrión, 2006, pág. 92).

Con esa idea de fusionar la parte antigua, con lo moderno, muchos restaurantes, bares, lujosas
boutiques se encuentran en espacios renovados de la ciudad pérdida, gracias al alto incremento
del turismo que se ha dado en estas ciudades. Esto ha generado disgusto para los habitantes que
han tenido que emigrar de sus casas tradicionales, ya que se ven obligados a salir de sus zonas
residenciales por el ruido y el caos que se convierte en el pan de cada día.

Los Centros Históricos en América Latina comenzaron a degradarse a partir de los años 60 y
70, ligados a la marginalización e incluso su desaparición total. A raíz de esto comenzaron a
preocuparse por recuperar no solo casas, sino edificios abandonados que eran el hogar de
algunos animales. Sin dejar de mencionar que algunas veces las entidades gubernamentales se
encuentran en estos lugares donde funcionan la mayoría de oficinas administrativas, con el fin de
convertirlas en la gran sede de actividades comerciales, compuesto por la parte nueva y antigua
de la ciudad. (Mertins, 2007)

En la actualidad, la mayoría de ciudades son el resultado del crecimiento y desarrollo del


proceso de globalización. Por un lado se recuperan los lugares más reconocidos y emblemáticos
de la ciudad, así como el interés por salvar los edificios y ponerlos en un proceso de
rehabilitación con entidades privadas. Por otro lado, la globalización se ha manifestado en los
Centros Históricos, a partir del proceso económico que se presenta en ellos, demostrando un
sentido diferente, con nuevas técnicas y modalidades que cambian su esencia, por el desarrollo
de nuevas ideas para el comercio y turismo que emerge en él. De igual forma, la idea de
conversar esos aspectos, generan memoria y sentidos culturales en la misma ciudad.

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Andrés Sarasa, experto en el tema del urbanismo, plantea que el fenómeno de la
intraurbanización es característico de aquellas ciudades históricas que han sido sede de
actividades económicas, como el turismo, produciendo orgullo y satisfacción por mantener su
categoría histórica. Adaptaciones, remodelaciones, forzadas, derribo de murallas, instalaciones
industriales, procesos desindustrializadores, cambios de funcionalidad con sus inesperadas
exigencias, que muestran una ciudad heterogénea, que pasado el tiempo exige fuertes inversiones
y ocasiona importantes costos sociales y medioambientales.

Según Fernando Carrión, arquitecto especialista en el desarrollo urbano, la planificación y las


políticas de seguridad ciudadana, plantea que el reconocimiento del Centro Histórico en el marco
urbano de la ciudad, se produce con la aceleración del proceso de urbanización, en un contexto
de modernización de la sociedad, impulsado por los cambios acelerados que se generan en las
élites, ya que se preocupan por lo que se pierde, y crean un imaginario cultural nacional.
(Carrión, 2006 pág. 174)

De esto se puede deducir, que lo que plantea Carrión en su artículo es que el incremento de
los precios de suelo surgen a partir de los procesos de gentrificación y adecuación que se ha
realizado últimamente en los Centros Históricos. Los grandes almacenes se ven obligados a estar
en estos lugares que se convierten en pieza fundamental para las ventas. Se pierde el espacio
público que le pertenece a los mismos habitantes, pierden la participación activa que los obliga a
frecuentar estos lugares y deberían ser ellos los principales protagonistas.

“Igualmente la degradación de los valores culturales y los símbolos que se construyen y


generan la identidad colectiva de una sociedad. Por eso es necesario que los Centros Históricos
sean heterogéneos para que se potencien las múltiples formas de identidad”. (Carrión, 2005)

Con esa idea de categorizar las zonas representativas del Centro Histórico, estudiar su origen,
evolución y el afán de preservarlos y mantenerlos en uso, se ha dado la rehabilitación urbana,
ligado a la restauración de los monumentos arquitectónicos. La globalización aumentan los
cambios culturales a nivel urbano y con esto comienzan los desplazamientos de los habitantes
hacia otros sectores.

Felicia Chateloin, arquitecta especializada en conservación y rehabilitación del patrimonio


urbano histórico, en su artículo el „Centro Histórico ¿concepto o criterio en desarrollo?‟ asegura
que los Centros Históricos sobresalen entre las expresiones al referirse al urbanismo patrimonial,

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y la existencia de lo histórico. Adicionalmente, la preservación de los Centros Históricos ante el
crecimiento de ciudades contemporáneas, se establecieron como asentamientos humanos vivos,
condicionados por una estructura proveniente del pasado, representativos de la evolución de un
pueblo.

2.1.1. Cartagena de Indias:

Cartagena de Indias es una ciudad ubicada al norte de Colombia sobre el mar Caribe. Cuenta
con playas, islas, y una amplia geografía, además de uno de los principales puertos de
Sudamérica. Su clima soleado con una temperatura aproximada de 28 º C, y altura de dos metros
sobre el nivel del mar la convierten en unas de las ciudades más interesantes para visitar. La
arquitectura colonial que aún mantiene la hace más llamativa, por eso es considerada como uno
de los principales destinos turísticos del país.

Fundada el 1 de junio de 1533 por el español Pedro de Heredia, se dice que desde el principio
fue codiciada por piratas y potencias enemigas de España, debido a su enorme importancia como
puerto en la época de la Colonia. El gobierno español la transformó en la plaza fuerte del
continente, la más poderosa, dejando legados de baluartes, murallas, fuertes y castillos, junto a la
arquitectura civil y religiosa, que la convirtieron en la joya colonial más importante de la Corona.

Antes de ser descubierta por los españoles, el territorio que actualmente ocupa Cartagena,
estaba habitado por un pueblo indígena llamado „Calamarí‟, organizado por pequeñas chozas,
que pertenecían a la tribu de los Mocanes, de la cultura Caribe. Al distrito de Cartagena, se le ha
catalogado como la primera ciudad colombiana declarada Monumento Nacional en 1940 y
además de estar en la lista del Patrimonio Mundial por la UNESCO, en agosto de 1985.

Anteriormente las construcciones eran realizadas en materiales combustibles y muy fáciles de


destruir, por eso los españoles se establecieron en Cartagena, además de servir como espacio
para delimitar la población. A finales del siglo XVI, la ciudad comienza a adquirir su forma, la
historia de sus fortificaciones empieza al mismo tiempo que la vida de la ciudad.

En 1536 comenzaron los primeros trazados de sus calles, con la idea de urbanizarla. Las
primeras edificaciones construidas en la ciudad, durante el período de la conquista española
sufría de algunos desordenes, los materiales con que se trabajaban no permitían que las

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estructuras se mantuvieran en pie, y para esa época la seguridad en los puertos y la calidad de
vida de los habitantes era realmente difícil (Redondo, 2004).

Según esto, los cambios que se han dado en Cartagena de Indias han sido principalmente para
mejorar la calidad de vida de las personas. Desde los años 90 comenzaron las principales
construcciones en barrios residenciales como Bocagrande, El Laguito, y Castillogrande. Las
majestuosas casas fueron derrumbadas a finales de 2003, para darle paso a conjuntos
residenciales modernos y lujosos, que en la actualidad se mantienen vigentes y se siguen
haciendo en las pocas casas que quedan.

“El alma de Cartagena de Indias son sus calles, se piensa que sin ellas hubiera sido otra la
historia de la ciudad. No sólo sus fortalezas sirvieron para engendrar heroísmos que la hicieron
ilustre, también fueron las calles que el que no las haya pisado no podrá librarse de su
encanto”. Donaldo Bossa Herazo, Nomenclator Cartagenero.

La ciudad amurallada se divide en tres sectores: El Centro, San Diego, y Getsemaní. La zona
del Centro fue el sitio en el que asentaron las familias cartageneras más adineradas. Sin embargo,
esta área ha perdido preponderancia, en cuanto a función habitacional, y en la actualidad se
desarrollan actividades comerciales y de servicio. Muchas de las grandes casonas coloniales
pertenecientes a la antigua aristocracia de Cartagena, han sido intervenidas fuertemente con el
propósito de acondicionarlas como residencias, casas de verano, lo que hace que estas solo sean
utilizadas por sus propietarios durante ciertas temporadas en el año. (Melero, 2006, pág. 37)

La ciudad cuenta con barrios tradicionales y modernos, como Manga y El Pie de La Popa, que
mantienen ciertas estructuras vigentes como la Casa Román, emblemática del barrio Manga, que
aún es habitada por miembros de la familia. Sin embargo, en Bocagrande y Castillogrande
prevalece el turismo y las grandes edificaciones. Durante los últimos años la ciudad ha crecido
para varios sectores, como la zona de La Boquilla, que hoy se ha convertido en el lugar ideal
para proyectos de construcción urbana y turística como la sede de grandes hoteles de la ciudad, e
importantes edificios para los habitantes y quienes la visitan en las diferentes temporadas.

El Corralito de Piedra conserva casi por completo, su sistema de baluartes, fortificaciones y


murallas que rodean por tierra y mar, que alguna vez funcionó como un sistema defensivo de
castillos y fortalezas, de los que todavía permanecen intactos en diferentes grados de
conservación, en puntos estratégicos alrededor de la bahía y la ciudad. (Melero, 2006)

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Durante 1955 - 1966, Cartagena aumenta su población y extensión debido al área industrial,
como consecuencia del inicio de algunas instalaciones en la ciudad. Este es el período en que la
industria del turismo comienza a formarse, ya que se dan restauraciones en terrenos que se
encontraban destruidos, y son estos los que hoy conocemos como grandes y lujosos
apartamentos. En la actualidad son pocas las personas que se encuentran habitando las casas del
Centro, estas son utilizadas con fines comerciales y turísticos ya que la misma ciudad los ha
obligado a tener que cambiar de vivienda. Con el paso de los años probablemente estas casas
desaparecerán para darle paso a un Centro más moderno con imponentes edificaciones o quizás
mantengan las mismas estructuras.

Para el período comprendido entre 1966 y 1973 se dio la expansión de la zona industrial de
Mamonal, por el crecimiento del área urbana, dejando como consecuencia la disminución en las
densidades poblacionales. Para esa época comienzan a incrementarse las actividades
comerciales, turísticas y posteriormente las grandes construcciones como el Centro de
Convenciones y rutas como la Avenida Santander, hacia el aeropuerto, mostrando una ciudad
mucho más desarrollada. (De Pombo, 1999).

La industria en Cartagena es otro de los principales atractivos de la ciudad, con uno de los
puertos más importantes a nivel nacional que abre paso a la actividad económica, convierte a la
urbe en uno de los puntos de inversión más grandes del país, que recibe a diario toneladas de
carga en la Sociedad Portuaria. En la actualidad, el turismo y los puertos en la ciudad han sido
fuente de trabajo, que estimulan el desarrollo de la población.

“Cartagena de Indias se convirtió en el primer puerto del Nuevo Mundo en recibir esclavos
africanos en el siglo XVI, y mantuvo así la condición de plaza importante en la trata de esclavos
del colonialismo español en América durante varios siglos.” Nelson Melero Lazo.

La magia que envuelve a esta ciudad le ha dado varios reconocimientos y su encanto se


encuentra precisamente en el Centro Histórico. Este lugar que en la actualidad reúne los mejores
escenarios, así como los grandes hoteles de la ciudad, que combinan su arquitectura colonial, con
elementos novedosos para dar lo mejor a los huéspedes durante su paso por la ciudad.

Cartagena además, les ofrece a sus visitantes la posibilidad de realizar varias actividades en
sus playas. En Bocagrande y el Laguito los turistas pueden bañarse y realizar deportes náuticos.
Estas son consideradas las playas más populares de la ciudad y preferidas por los turistas, están

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situadas a pocos metros de los hoteles, restaurantes, almacenes y bares. Asimismo, las Islas del
Rosario se convierten en otro de los destinos más importantes con que cuenta Cartagena, por sus
aguas cristalinas y la tranquilidad que ofrecen. (Mendoza, 2012)

No se puede dejar de mencionar su gastronomía ya que cuenta con una gran variedad de
platos en los que los frutos del mar son los protagonistas. Pero eso no es todo, al ser una ciudad
costera ha recibido a españoles, árabes, italianos que han tenido una participación activa en la
evolución urbana, lo que ha repercutido en el incremento de posibilidades gastronómicas.

Pero como muchos afirman, Cartagena es una ciudad de contrastes, por un lado está la parte
bella, turística de la ciudad y por el lado un sinfín de barrios y personas en condiciones de
marginalidad. Alfonso Múnera, historiador de la Universidad de Cartagena y experto en el tema,
asegura que la ciudad ha tomado en los últimos 20 años, un perfil más definido por la condición
de centro turístico. En la década del 70 comenzó todo el proceso para desarrollar lo que hoy se
tiene en la industria del turismo.

Según Múnera, en la realidad ambigua que se vive en Cartagena de indias, resalta que el
turismo cartagenero está hoy más basado en la belleza del centro colonial, que no existe nada en
el Caribe que se le acerque, ni siquiera La Habana. Pero el problema es que tener una buen
centro colonial, no es suficiente, ya que está cada vez más cercado por la miseria y la suciedad
generalizada de la ciudad. Limosneros de todas las categorías y edades, pidiendo dinero para
comer, situaciones que se viven día a día en el centro, no es la mejor experiencia para los turistas
que la visitan. (Múnera, 2011)

Muchos cuestionan las obras y todo el dinero que se le invierte a la ciudad en proyectos para
mejorarla y volverla más atractiva, por lo que se deja de lado las campañas contra la pobreza que
se vive en una ciudad que genera tantos ingresos. Es tanto el interés que se tiene por el Centro
Histórico, que muy poco se apoyan a las familias que se encuentran en condiciones de pobreza.

Actualmente esta situación continúa, por ejemplo, los habitantes de la zona de la Boquilla,
aún siguen siendo desplazados por los grandes hoteles y edificios. De igual forma, se ha estado
pensando seriamente en trasladar de posición al actual mercado de la ciudad; medidas que siguen
con el proyecto de ciudad turística que busca mostrar a una Cartagena sin pobreza y miseria.
(Carrillo, 2012).

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Con esto se reafirma que en Cartagena, se han creado más espacios para los turistas que para
sus propios habitantes, generando así la fragmentación de la sociedad y el uso que se les da a los
espacios públicos. Una sociedad que ha tenido que emigrar de sus viviendas por problemáticas y
dinámicas en las que se ven involucrados que no los deja vivir en tranquilidad. Sin embargo, La
Heroica es la muestra de que las ciudades históricas pueden adaptarse a nuevos cambios, sin
dejar de lado su patrimonio, pero muchas veces este se ve irrumpido por el aumento del turismo
y los valores económicos que representa, generando comodidades para algunos e
inconformidades para otros.

2.1.2. Centro Histórico de Cartagena de Indias.

El Centro Histórico comienza a evidenciarse a finales de los años 80 con el fin de generar
mayor impacto en la sociedad para introducir los planes dentro del proceso de renovación. Planes
con aspectos como la rehabilitación de sus plazas, parques, y de otros espacios públicos.
Estrategias privadas que son dirigidas con fines económicos, y afectan la renovación en el
sentido de utilidad o ventaja de los inversionistas.

Fue en el mismo centro donde surgió el sector del gobierno y la aristocracia de la ciudad. Es
por eso que está lleno de casas grandes, como la de la Inquisición y la Aduana, donde se puede
admirar la grandeza de quiénes las habitaban durante la época, además de mansiones ubicadas en
diferentes calles, que reflejaban el poder que tenían sus propietarios. (Porto, 2011)

Es el lugar más antiguo que tiene la ciudad. Su poblamiento comienza en las zonas aledañas a
la plaza de la Aduana y a partir de ahí surgen edificaciones que aún se encuentran vigentes para
los poderes civiles, militares y religiosos, en plazas y calles. Durante la época de la Colonia, el
Centro se dividía en tres sectores: Santa Catalina, San Sebastián y La Merced. Lugares que eran
visitados constantemente por las personas más importantes de la ciudad, comerciantes, y
trabajadores.

El Centro Histórico de Cartagena está la base financiera de la ciudad, y se encuentran todas


las oficinas administrativas, y edificios de negocios como el City Bank, uno de los más altos de
la ciudad. La Alcaldía de Cartagena ocupa gran parte en el corazón de esta zona, que siempre se
ha caracterizado por ser la sede para los eventos y condecoraciones más importantes de la
ciudad. La Torre del Reloj, monumento emblemático de Cartagena, todos los días la visitan los
turistas y habitantes de la ciudad. En este sector se encuentran la mayoría de artesanías

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características de la ciudad, en medio del monumento que da la hora a los cartageneros. Cerca de
la ciudad amurallada se encuentra el barrio de Getsemaní, área que concentró la mayor parte de
la población humilde de la ciudad, vendedores, trabajadores, entre otros.

Al caminar por el centro de Cartagena de Indias, es como realizar un viaje en el tiempo, que
permite llegar al siglo XVIII para encontrarse con una ciudad llena de historia. Algunos de los
elementos más representativos en la arquitectura cartagenera son los balcones corridos apoyados
sobre canes de madera, que se desarrollan en las fachadas. (Melero, 2006)

Cartagena es una ciudad que cuenta con muchos artesanos y artistas, que siempre están
demostrando su talento, gracias a la influencia turística. Por eso, en varias calles y plazas del
Centro Histórico de Cartagena, se encuentran llamando la atención de los visitantes, como „El
Buda‟ que aparentemente flota en el aire, o las estatuas vivientes que al darles una moneda
cambian de posición.

En el portal se consiguen los mejores dulces del departamento de Bolívar y sus poblaciones
aledañas. Los más comunes son el Caballito, que está hecho principalmente de papaya y lo que
más llama la atención de este dulce es su forma en tiras. “Alegría, Alegría, con coco y anís
caserita cómprame a mí que vengo del barrio Getsemaní” esta una de las frases más conocidas
en las calles de La Heroica, por lo que la alegría es un dulce típico que se encuentra en todos los
puntos del portal. Se podría decir que gracias a ellas el dulce siempre ha sido una tradición en
Cartagena.

En la tarde, el portal es el lugar más indicado para dar un paseo a pie o en bicicleta, también
funciona como punto de encuentro para los habitantes y los mismos turistas que buscan pasar un
rato agradable. A medida en que va ocultándose el sol, la brisa es perfecta para salir a conocer
todo lo que el Centro ofrece. Más tarde, en horas de la noche es lugar que prefieren los turistas
para comenzar la rumba porque allí están ubicados establecimientos cuya propuesta musical
incluye salsa, merengue, champeta y otros estilos latinos. Los coches tirados por caballos muchas
veces se encargan de multiplicar la asistencia a estos lugares porque les prestan el servicio puerta
a puerta a los visitantes.

“Los cocheros fúnebres eran unos seres enigmáticos, casi siempre poseídos, de su lúgubre
papel. Anteriormente vestidos con viejos trajes de etiqueta, tenían un impresionante equilibrio
término para poder resistir gruesos ropajes, a pleno sol, a más de 34º C”. (Ballestas, 2003)

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Recientemente hubo una problemática en Cartagena respecto al tema de los cocheros y el
maltrato hacia los animales, ya que varios caballos eran explotados por hacer recorridos en toda
la ciudad hasta el punto de desplomarse en mitad de las calles. Con esto surgieron varias
propuestas a través de las redes sociales y los medios de comunicación en que se exigía dejar de
utilizar los caballos, pero era una tema indeciso ya que por un lado, estaba el tema de la tradición
y por el otro, el encanto de los coches en la ciudad amurallada. En estos momentos los cocheros
continúan por las calles del Centro Histórico, con ciertas restricciones que impiden explotar a los
animales.

La plaza de la Aduana es el lugar donde se realizan algunos de los eventos más importantes en
el Centro, como conciertos, reinados, proyecciones de películas, presentaciones de orquestas,
manifestaciones políticas, banquetes, entre otros. Cerca de la plaza se encuentra la plaza Alcalde
Pareja, lugar bohemio y de esparcimiento donde la salsa es su principal elemento, y la plaza de
los Coches, que se encuentra al lado de la Torre del Reloj. Por otro lado, se encuentra la plaza de
Armas, donde está la imprenta de la Armada Nacional y el Museo de Arte Moderno.

En San Diego y Getsemaní, a pesar del deterioro que presentan muchas de sus estructuras
arquitectónicas, las evidencias urbanas son las más antiguas y valiosas del Centro Histórico de
Cartagena, pertenecientes al surgimiento y desarrollo de la ciudad. Esto principalmente por las
pocas intervenciones realizadas en estos barrios, lo que ha permitido la preservación de dichos
elementos. Getsemaní ha logrado mantener vigentes tradiciones, costumbres, formas de
apropiación, adecuación, y la práctica cultural como una herramienta para fortalecer las
relaciones entre habitantes y el medio. (Melero, 2006)

Según Aracelli Morales, ex ministra de Cultura, en „la realidad de una ciudad como Cartagena
que debería estar volcada al mundo, con competitividad y desarrollo social‟, afirma que los
cartageneros queremos un Centro Histórico propio en el que los turistas aprecien la vida y las
costumbres que ofrece en todo su esplendor, y no un centro en el que los pocos habitantes que
quedan tengan que abandonarlo por completo por los problemas que se han presentado en las
últimas décadas. Un Centro Histórico donde las personas tengan sus viviendas, adecuadas por el
entorno histórico y ambiental, para que se genere el sentido de pertenencia y orgullo para sus
habitantes. (Morales, 2007, 415)

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Es cierto que la ciudad debe tener como prioridad a sus habitantes pero al ser Cartagena un
referente histórico, llena de tradicionales culturales que a lo largo de los años ha ido ganando
mayor reconocimiento internacional y generando ganancias para la misma ciudad. Se han
presentando inconvenientes con sus habitantes ya que no sienten sus espacios como propios sino
que se les está quitando su lugar para transformarlos en actividades en que el negocio en este
caso el turismo, está por encima de su calidad de vida.

2.1.3. Recorrido por plazas y calles del Centro Histórico de Cartagena:

“En Cartagena la denominación de plazas y calles en el Centro Histórico, iban cambiando de


acuerdo con sucesos, acontecimientos, decretos y personajes.” (Porto, 2011).

Para todo el que conozca las plazas y calles del Centro Histórico de Cartagena, las relacionan
con la época de la colonia y su arquitectura característica que aún mantiene vigente. En un
principio sus calles fueron construidas con distintos fines, como espacios para realizar
actividades que iban desde desfiles militares, hasta convertirse en el punto de encuentro donde se
encontraban las publicaciones y los avisos que tenían que ver con la ciudad.

Las plazas en Cartagena se construyeron al momento de establecerse las diferentes órdenes


religiosas provenientes de España. Estas buscaban sitios privilegiados, en medio de las ciudades
y muchas veces ocupaban una manzana completa cumpliendo con el requisito de construir una
plaza frente a cada una de las edificaciones existentes. (Caballero, 2008)

En los primeros años funcionaron como el lugar para reuniones entre vecinos, amigos,
comerciantes y miembros principalmente de la clase alta de la ciudad, que aprovechaban el
atardecer para conversar. Además, que el uso de las calles y plazas era colectivo en el que se
buscaba construir una identidad a partir de los residentes que comenzaron a establecer sus
hábitos y gustos.

Con el paso de los años estas modalidades fueron cambiando considerablemente por
diferentes factores, y desde la última década estos lugares son habitados por personajes como
palenqueras, vendedores de frutas, lustradores de botas, quienes evidencian esta transformación
que ha tenido el Centro Histórico y el hecho de que sus habitantes tradicionales no se encuentran
en él.

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El recorrido por las plazas y calles de Cartagena comienza en la Plaza Santo Domingo, un
lugar netamente turístico. La Calle Santo Domingo, surge alrededor del convento que llevaba ese
nombre, pero luego de unos años su nombre fue cambiado por la calle Nuestra Señora del
Carmen. En abril de 2000, el pintor antioqueño Fernando Botero entregó a la ciudad una
escultura de bronce para la plaza: la „Gorda Botero‟, pesa 650 kilos y se encuentra sobre un
pedestal de piedra. Esta escultura es insignia para todos los visitantes que pasan por la plaza, los
guías turísticos cuentan la historia y siempre está rodeada de personas que buscan tomarse una
foto. En la actualidad, es un lugar bohemio, al aire libre en Cartagena, que cuenta con cafés
ubicados afuera, y ha permitido a los turistas y visitantes tener un espacio para compartir en
pleno corazón del Centro Histórico de la ciudad.

La plaza de Santa Teresa, en un principio fue llamada Baluarte de San Francisco Javier, a raíz
del proceso de maltrato y destrucción que fue sometido en aquel periodo republicano. Esta plaza
surge en el año 1921 cuando la edificación es entregada a la Policía para que funcionara el
cuartel. Lo primero que se hizo fue demoler el claustro sur de la primitiva construcción con el fin
de ocupar el espacio como parqueadero de los vehículos de la institución. (Porto, 2011)

En la plaza Santa Teresa se encuentran uno de los hoteles más tradicionales del Centro
Histórico de Cartagena, en ella se concentra gran parte de los turistas. Al frente está el Museo
Naval, construido desde el siglo XVI en el que está la historia militar naval de Cartagena: mapas,
navegaciones y documentos de la Fuerza Naval Colombiana. Este museo se divide en dos zonas,
La Colonia que funciona desde el siglo XVII y se ha convertido en la primera escuela de la
sociedad jesuita, que también sirvió como Hospital y La Republicana, el primer batallón de
marina colombiana, que conserva artefactos históricos y busca promover información
relacionada con el museo.

El Hotel Charleston Santa Teresa es la estructura emblemática de esta plaza, la arquitectura


republicana mantiene esa idea de la Cartagena antigua con ciertos toques de modernidad. Este
hotel en un principio surgió como un convento, ya que una mujer de la aristocracia cartagenera
quería pasar el resto de su vida en compañía de las monjas, sin embargo fue reformado y tomó la
estructura que hoy se conoce. La Calle Santa Teresa luego de la independencia ha tenido varios
usos: cárcel provincial, taller de cerrajería y hasta el Colegio de la Presentación. En la actualidad

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se le conoce como la calle con mayor sabor e identidad colonial, por la originalidad que aún
mantiene vigente sus construcciones.

El baluarte San Francisco Javier es el más grande de esta zona. Construido en el año 1630,
para proteger cualquier intento de ataque en el cubrimiento de Bocagrande. Hoy por hoy es la
sede de eventos como matrimonios y fiestas, ya que transporta a los invitados a la antigua época.
Cerca de ella, están los almacenes de los diseñadores colombianos más reconocidos y las
boutiques más exclusivas, demostrando que la moda en Cartagena en los últimos años ha tomado
más fuerza. Así como algunos de los restaurantes más exclusivos de la ciudad.

La plaza de San Pedro Claver es una de las más visitadas por turistas y la clase media- alta de
Cartagena. Su historia surge en la calle de San Pedro Claver en tiempos de la Colonia, que
anteriormente se llamaba Nuestra Señora de la Salud. Más tarde, las autoridades locales
dispusieron que llevaría el nombre del Apóstol de los Esclavos, San Pedro Claver, quien fue
canonizado en 1888 por el Papa León XIII. (Borge, 2008)

La plaza de San Pedro tiene forma rectangular y en ella emergen modalidades asociadas a
actividades turísticas. La Iglesia San Pedro Claver fue construida entre los años 1580 - 1654, en
piedras coralinas que para aquella época se utilizaban en grandes construcciones. Cuenta con un
amplio museo, y en ocasiones especiales esta sirve como escenario para eventos relacionados
con la música clásica, al igual que la misma plaza. En 1888 fue restaurada y se encuentra con la
misma estructura que en la actualidad, y sus reliquias aún se mantienen intactas. En la iglesia se
encuentran los restos de San Pedro Claver, el patrono de los cartageneros, por lo que la convierte
en la iglesia más importante del lugar. En la parte exterior de la iglesia se encuentra un espacio
que se ha convertido en el lugar de reposo de algunas palomas, los mismos habitantes y
visitantes les dan maíz para que se acumulen en el lugar. Al borde de la iglesia y la plaza se
encuentra un sinfín de artesanos que a diario sacan sus puestos por la alta afluencia de turistas en
el lugar.

El restaurante San Pedro es uno de los más exclusivos de comida internacional en Cartagena,
las mesas que están afuera lo vuelven más llamativo y curioso. Su diseño es republicano con
detalles de la época de la colonia como los balcones con barrotes en madera y techos en tejas. El
Museo de Arte Moderno, está justo al frente del restaurante San Pedro, con colecciones de arte
moderno Latinoamericano, que se han ido ampliado y exhibiendo en varias salas del museo.

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En 1997 se adoquinaron esas esculturas en hierro de personajes significativos de Cartagena,
que tenían como propósito mostrar lo que fue en el pasado y lo que es en la actualidad.
Esculturas como jugadores de ajedrez, un embolador y hasta el mismo vendedor de raspao. Estos
trabajos realizados por escultores que constantemente mantienen las figuras para que no se dañen
por el óxido y la sal. Es por eso que esta plaza hace parte del patrimonio civil de la ciudad, donde
el espacio y los elementos que la acompañan satisfacen necesidades, expresan ideales, entre lo
arquitectónico, lo urbano, lo antiguo y lo moderno. (Borge, 2008)

La plaza San Pedro Claver ha tenido algunas modificaciones en su entorno, sobretodo donde
se lograron construir algunas otras edificaciones que le quitaban la comunicación más amplia
con la plaza de la Aduana, exactamente donde está el restaurante San Pedro Claver. En la época
colonial este espacio era mucho más amplio y la entrada se reducía a finales del siglo XIX y
comienzos del siglo XX, pero actualmente sigue siendo uno de los espacios más maravillosos
que tiene Cartagena. (Borge, 2008)

Respecto al tema de los vendedores ambulantes, muchos turistas y los mismos habitantes han
manifestado que es incómodo la insistencia que tienen los vendedores en lugares públicos como
las playas, plazas del centro y las islas. Además, muchas veces se aprovechan para revender los
productos a precios exagerados sobre todo en temporada alta. En esta plaza en particular es muy
poca la presencia de los habitantes cartageneros, sin embargo en ocasiones especiales hacen uso
exclusivo de ella, por su modalidad turística y comercial con sus valores arquitectónicos.

La plaza de Bolívar es un espacio donde se encuentran las instituciones más importantes de la


ciudad. Se llamó Plaza de la Inquisición hasta el 11 de noviembre de 1896 cuando fuera
adornado el Centro de la plaza con la estatua de Simón Bolívar en honor al Libertador,
posteriormente se convirtió en un parque lleno de árboles, jardines, fuentes y bancas.

Los visitantes que acuden a la plaza son de todos los estratos sociales, se ven turistas,
lustradores de zapatos, cuenteros, personas de la tercera edad, palenqueras, vendedores de
comida, helados, raspaos, frutas, entre otros. Rodeada de árboles, la convierte en el lugar de los
cartageneros que se encuentran trabajando cerca al parque y se sientan a descansar o reposarse
del inclemente sol que la mayoría de veces ataca a la ciudad.

Tiene cuatro entradas, varias bancas y el monumento de Simón Bolívar que representa la
libertad. En este lugar también se encuentran palomas como la plaza San Pedro, además se

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realizan presentaciones de música folclórica y sirve como escenario para demostrar la cultura
tradicional de Cartagena en la época de la esclavitud.

En la plaza de Bolívar se dieron los conocidos autos de fe durante la inquisición en la que se


castigaban a las víctimas. Estos actos eran muy solemnes, se realizaban en lugares públicos para
dictar la sentencia de los acusados, el perdón o la condenación definitiva. A partir de 1890 se
celebraron corridas de toros en esta plaza por disposición de la Junta de festividades del 11 de
Noviembre, pero posteriormente se suspendió esta actividad. (Porto, 2011)

Es un espacio de afluencia pública, por personas que trabajan en la Gobernación, la rama


judicial, el Palacio de la Inquisición, entre otros. Cerca de la plaza está el Palacio de la
Inquisición, la Catedral, la oficina del Concurso Nacional de la Belleza, que dejan ver que a
diferencia de otras, esta plaza no es tan turística como las demás. Los guías turísticos dan a
conocer cierta parte de la historia de la ciudad en esta plaza y los que tienen mayor presencia en
el parque son los adultos trabajadores independientes y desempleados que visitan la plaza para
compartir con sus amistades, hablar de varios temas y pasar el día en un lugar público como se
hacía anteriormente.

San Diego es un sector residencial y comercial del Centro Histórico de Cartagena, es un


barrio típico donde siempre surgió la rebeldía de algunos de sus habitantes. Cada calle tiene
historias y leyendas. También fue la sede de los cabildos negros para que los africanos reunieran
e intercambiaran ideas con el fin de mantener su cultura. Las casas que se encuentran alrededor
de esta plaza con colores fuertes y llamativos, balcones que cuelgan plantas vuelven esta plaza
mucho más llamativa ya que mezcla la parte comercial con los restaurantes que allí se
encuentran con casas de tejas y balcones antiguos que en su mayoría no han sido reformadas.

“San Diego, anteriormente era el sitio de residencia de las familias de medianos recursos,
con construcciones más pequeñas, es el lugar en que se asentaron artesanos, carpinteros,
canteros, y constructores.” (Melero, 2006)

En horas del medio día es visitada por jóvenes que estudian en el Instituto de Bellas Artes, por
habitantes que se sientan en los muros debajo de los árboles para tomar la sombra. También, con
la presencia de vendedores ambulantes, como tinteros, los tuchines, que son los vendedores que
tienen de todo: chicles, papas, cigarros, gaseosas entre otros, y hasta las palenqueras se hacen
notar en el lugar con sus reconocidos cantos. Cerca de este sector es donde se encuentran los

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pocos habitantes tradicionales que viven en el Centro Histórico, algunas de las casas se han
convertido en pequeños hoteles reformados, acordes a las necesidades de los turistas incluso con
piscinas y amplias terrazas.

En la noche la plaza de San Diego cambia su modalidad ya que funciona como espacio para
tener una cena ya sea romántica, familiar o en compañía de los amigos. Los restaurantes abren
sus puertas y sacan las mesas a la calle desde las 6:00 pm, cuando el sol se ha ocultado.

La Plaza Fernández Madrid es un espacio en el que no se ha dejado llevar por los procesos de
modernización. Mantiene aún su condición de parque y en ella se encuentran vecinos del sector.
Esta plaza poco a poco se ha convertido en la sede de varios restaurantes, al igual que la Plaza de
San Diego, que se encuentra a menos de 5 minutos. (Caballero, 2008)

Es una plaza un poco más oscura que las demás, por eso muchas veces se cree que atrae la
inseguridad, pero no es así, es cuestión de falta de alumbrado. En la actualidad tiene un alto
interés recreativo para quienes la visitan, ya que alrededor de ella han ido llegado varios
restaurantes, junto a la presencia de vendedores y bailarines que hacen espectáculos durante las
noches.

En esta plaza se encuentra la Iglesia de Santo Toribio, conocida porque su altar está hecho en
oro, en una calle importante por el comercio económico de la ciudad, lo que hace que tenga una
circulación constante de peatones y vehículos. Antes la plaza era un sitio de convocatoria
pública, ahora los parques son sitios para el ocio, entretenimiento, para la conversación de los
vecinos, ya que se cambian los sentidos de uso de la plaza”. (Borge, 2008)

En esta plaza no se evidencian clases sociales como ocurre con la Santo Domingo y San
Pedro, en las que los restaurantes son de alto costo para quienes las visitan. Al contrario, en el
parque de la Fernández Madrid están la mayoría de sus habitantes, como la presencia de niños
jugando con un balón, o mujeres con sus hijos sentados en las bancas que se encuentran
alrededor del parque.

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CAPÍTULO 2: PATRIMONIO Y BIENES ARQUITECTÓNICOS

3.1. Bienes Urbanísticos Culturales.

Los bienes urbanísticos de Cartagena de Indias la hacen reconocida a nivel nacional e


internacional. Gracias a las estructuras significativas que constituyen el Centro Histórico como
referente turístico, junto a la arquitectura de las casas coloniales, y pequeños edificios, se
demuestra un lenguaje lleno de símbolos, así como el patrimonio y la memoria cultural de la
sociedad.

Existen algunas edificaciones que resaltan más que otras. La diferencia está otorgada por la
historia, por la arquitectura imponente y por lo vistoso de sus fachadas. Adicionalmente los
bienes urbanísticos hacen parte de la memoria cultural de los habitantes que se basan en aspectos
como las costumbres, la religión y las características culturales. Sin embargo durante los últimos
años estos se han deteriorado y muy pocas veces se realizan procesos de restauración.

Según Leonardo Garavito, docente e investigador de la Facultad de Finanzas, Gobierno y


Relaciones Internacionales de la Universidad Externado de Colombia, en su artículo „El origen
del patrimonio como política pública en Colombia‟, define las políticas públicas como “un
programa de acción gubernamental en un sector de la sociedad o un espacio geográfico”.
Además, plantea que los espacios más significativos en el Centro Histórico de Cartagena tienen
que ver con la arquitectura, y los monumentos que buscan mejorar ciertos sectores de la ciudad.

Los espacios más dinámicos en el Centro Histórico son los monumentos, estos se convierten
en obras arquitectónicas junto a esculturas arqueológicas, que tienen valores universales por lo
que se mantienen intactos, desde el punto de vista estético y científico, haciendo referencia entre
la historia y lo que permite reconstruirse a través del pasado. (Garavito, 2006, pág. 172)

En el caso de Cartagena de Indias, son varios los monumentos que mantienen vigente el
patrimonio. El Castillo San Felipe, construido en la época de la colonia es una de las maravillas
que se encuentran en el país. Esta edificación es sinónimo de historia y cultura por los ataques
que se presentaron entre franceses e ingleses durante el período de la conquista. Además, es uno
de lugares con mayor concentración de turistas en Cartagena, ya que permite recrear la época
antigua. No obstante, a pesar de los embates sufridos, la estructura se mantiene intacta gracias a
los procesos de restructuración que ha tenido a lo largo de los años.

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La India Catalina es reconocida en la ciudad por rendirle tributo a los indios Caribe, ya que
gracias a ella se pudo traducir entre lenguas españolas e indígenas. Se dice que fue la amante de
Don Pedro de Heredia, al momento de la llegada de los españoles a la ciudad, y además evitó los
conflictos constantes entre los indios de las tribus. Anteriormente el monumento se encontraba a
la entrada del centro de Cartagena, sin embargo en 2011 fue trasladado al puerto de Champacú,
durante la administración de la alcaldesa Judith Pinedo, con el fin de promover actividades en
ese espacio y adelantar las obras en el sistema de transporte público TransCaribe.

Cartagena de Indias presenta influencias de música tropical que van desde los géneros más
autóctonos hasta ritmos africanos. Esto se ha mantenido vigente por ser una ciudad costera que
acoge diferentes ritmos musicales, gracias a sus habitantes e incluso extranjeros latinos que la
visitan. Por otro lado, las manifestaciones culturales en la ciudad fomentan celebraciones y
eventos, como el Festival Internacional de Cine, el Festival Internacional de Música y las
presentaciones que se realizan durante todo el año en la ciudad. Mientras que la educación está
en manos de proyectos que buscan incentivar la literatura, en jóvenes y niños, en espacios como
bibliotecas y museos históricos, donde se encuentran las grandes obras.

Según Orlando De Ávila, historiador de la Universidad de Cartagena, manifiesta que el uso


que se les da a los bienes arquitectónicos, y la forma cómo el turismo se apodera de estos
espacios tienen dos consecuencias claves: por un lado, contribuyen al alza en los precios del
suelo en las zonas céntricas de la ciudad, y por otro lado, mercantiliza la memoria histórica de la
ciudad. Es natural que el patrimonio arquitectónico tenga un valor turístico, pero cuando este lo
absorbe por completo o lo administra según la conveniencia y el lucro, se pierde el potencial
educativo del patrimonio. Si el acceso a estos espacios queda condicionado a cancelar una
entrada, se corre el riesgo de que esto limite el pleno aprovechamiento del espacio por parte de
los ciudadanos. (De Ávila, comunicación personal, febrero 2015)

En Cartagena el patrimonio se transforma de acuerdo a políticas e intereses de por medio que


priman en determinados lugares. Como la zona de Bocagrande y Castillogrande que la mayoría
de sus terrenos en la actualidad, han sido reemplazados por grandes rascacielos que le dan un
aire moderno a la zona de la bahía. Esto ha implementado la construcción de varios proyectos en
Cartagena por influencias de tipo económicas, e incluso son adaptados con el fin de

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transformarla en una ciudad más llamativa para los ojos foráneos, en la que entran en comunión
escenarios turísticos y con espacios residenciales muy cómodos.

Alberto Samudio, arquitecto de la Universidad Javeriana y especialista en Restauración y


Ambientación de Monumentos manifiesta que los cambios en el uso de los espacios son
aceptables siempre que no modifiquen la tipología arquitectónica de un inmueble y garanticen la
sostenibilidad del mismo. El peligro está cuando se quiere hacer imitaciones foráneas tanto en la
forma como en los materiales empleados en las intervenciones. En Cartagena sucede que los
propietarios son caprichosos y algunos arquitectos complacientes, que en ocasiones quieren
hacer lo que les dicta su imaginación o imitar algo que vieron en algún viaje, revista, o
simplemente porque está de moda, con el resultado de desvirtuar el espíritu de la arquitectura
cartagenera. (Samudio, comunicación personal, marzo 2015).

Por falta de una política pública en el Centro Histórico se incurre en este tipo de falencias que
comenten los urbanistas en sus trabajos arquitectónicos, por ejemplo, restauran sus obras con
más pretensiones de lo debido, o más pisos de lo permitido para llamar la atención de los turistas
y los que buscan invertir en el Centro Histórico. Sin embargo, la administración de la ciudad no
se pronuncia ante esto, ni siquiera por medio de estrategias para beneficiar las infraestructuras y
los bienes que se encuentran en mal estado.
Carmen Cabrales, socióloga y especialista en Ciencias Sociales, asegura que el uso que se le
da a los espacios públicos ha presentado conflictos, por la apropiación en el Centro Histórico
puesto que tiene diversas manifestaciones. Entre estas relacionadas con el uso indebido de calles,
andenes, y plazas, por parte del comercio formal e informal, y la contaminación ambiental y
visual. (Cabrales, 2007, pág. 11)
El comercio informal en Cartagena, como plantea Cabrales, afecta la imagen de la ciudad,
puesto que los turistas no pueden disfrutar de los espacios públicos por las constantes ventas que
se ofrecen. Dichas problemáticas se presentan debido al fenómeno de ruralización por el que
atraviesa la ciudad en la actualidad, debido a los índices de marginalización constante y en las
poblaciones aledañas que llegan a Cartagena para comercializar sus productos como artesanías y
alimentos.

Los vendedores de comercio informal del Centro Histórico transitan con carretas de frutas,
snacks, bebidas y agua de coco para refrescar a los turistas y cartageneros. El comercio informal,

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se ha convertido en el pan de cada día en las plazas y calles del Centro Histórico de Cartagena,
sin embargo, el ruido que estas ocasionan y el trancón que producen en las calles angostas, afecta
la movilidad en la zona histórica. La mayoría de veces el comercio informal se manifiesta en las
carretas que utilizan la modalidad de perifoneo para comercializar sus productos en calles y
plazas del centro.

Walter Borbón en el libro “Reflexiones en Medio de la Recuperación del Espacio Público”,


asegura que el espacio público tanto en los asentamientos populares como en las áreas
comerciales e institucionales, han sido el escenario tradicional de importantes comerciantes,
promotores, grupos culturales y sociales, que le han otorgado un sentido inapropiado a las calles,
plazas y parques. La problemática que ocurre con los espacios públicos en Cartagena tiene una
función turística muy clara por los atractivos y encantos de la ciudad, además la presión que
existe sobre el valor del suelo. El interés inmobiliario es muy alto, no solamente por el asunto del
turismo, sino por la misma burbuja inmobiliaria que se crea en torno a las propiedades que
existen en el Centro Histórico.

Las edificaciones las remodelan en lugares donde anteriormente funcionaba un colegio, una
casa o un negocio cualquiera, con el fin de adecuarlas para un espacio novedoso. Esto ayuda a
que crezca la burbuja y se haga imposible para los residentes comprar una casa en el centro y
como resultado el movimiento que se da en la actualidad es salir porque no se puede vivir allí,
con los ingresos normales que tiene la gente.

Freddy Ávila, historiador de la Universidad de Cartagena, asegura que una de las


manifestaciones más claras y donde ha habido más discusión tiene que ver con el uso de los
espacios públicos y la re significación de las plazas del Centro Histórico, por la función turística
y la inhabilidad de los habitantes para utilizar los espacios, puesto que se invade el espacio
público, con mesas y negocios, que no cuentan con el permiso de las autoridades. (Ávila,
comunicación personal, marzo 2015).

El comercio hace uso de los espacios públicos para realizar eventos como fiestas, y
matrimonios, que han sido adaptados para generar ganancias adicionales respecto a lo que
representa el lugar. En la plaza Santo Domingo y en San Diego, por ejemplo se han presentado
varios altercados gestados a partir de la discusión sobre el empleo de los escenarios públicos. Sin
embargo, la valoración que han tomado esos lugares indiscutiblemente prevalece sobre los

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demás, excluyendo a los habitantes de la antigua zona residencial que constituía el Centro
Histórico de Cartagena.

Esto genera que los ciudadanos pierdan sus dinámicas tradicionales en los espacios públicos,
anteriormente practicar algún deporte en la calle, sentarse con los vecinos a comer helado o una
pizza, leer algún libro, o promover actividades de grupos teatrales, hacían parte de la continuidad
que hoy en día, ha sido reemplazado por el cerramiento de las calles para eventos especiales o
para los turistas que hacen uso exclusivo de estas. De igual forma esto ha contribuido a que las
personas salgan hacia otros barrios y los extranjeros que tienen propiedades en Cartagena, las
visiten durante una semana o máximo dos veces al año.

3.1.1. Deterioro, Protección y Restauración

“Preservar y proteger el patrimonio no es una labor que se reduzca a la restauración de


fachadas, estatuas y monumentos. Cartagena es una ciudad viva, llena de historia pero también
por el presente de sus habitantes, que constituyen su razón de ser.” Aracelli Morales.

El deterioro que ha presentado algunas estructuras en el Centro Histórico de Cartagena, por


falta de medidas para su protección, ha constituido zonas de marginalización en la ciudad. Existe
un documento en la ciudad que se encarga del manejo y protección del Centro llamado PEMP,
este muestra las políticas públicas que se deberían llevar a cabo para mantener vigente los bienes
considerados como patrimonio histórico de la Humanidad, sin embargo este no se ha efectuado y
las problemáticas continúan.

Para el caso específicamente de Cartagena, que cuenta con una arquitectura colonial y
mantiene elementos antiguos junto a los modernos de la ciudad amurallada y las principales
fortificaciones, en ocasiones se encuentran las casas desplomadas, por falta de protección e
interés en ciertas zonas. Muchas casas en La Heroica mantienen sus antiguas fachadas, pero solo
son restauradas cuando alguna entidad privada se interesa en invertir en ciertos terrenos para
abrirle paso a una zona comercial.

Alberto Samudio, asegura que las murallas cambian su uso tradicional, ya que no defienden la
ciudad de los piratas, pero los nuevos usos son compatibles con su conservación. En ese caso se
debería garantizar el uso adecuado para la sostenibilidad económica y proporcionar el disfrute

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para habitantes y visitantes. Asegurando toda instalación que requiera acondicionamiento y no
afecte ninguna de las partes de los bienes. (Samudio, comunicación personal, marzo 2015).

A diferencia de otras ciudades, Cartagena no cuenta con políticas públicas que garanticen la
calidad de vida de los bienes de la ciudad ni de las personas, en el sentido que tienen que pagar
impuestos más caros y la vida es mucho mas costosa. Esto ha contribuido también al abandono
de los terrenos deteriorados y a la falta de interés para invertir por los altos costos. Mantener las
viviendas en las zonas exclusivas del Centro Histórico se ha vuelto un negocio. Las ofertas que
realizan los grandes empresarios del país son tan altas y tentadoras que es muy difícil que las
personas se nieguen a venderlas, además del aumento en los servicios públicos, que promueve el
desplazamiento de los residentes.

Según un estudio realizado por el periódico El Universal, se encontraron 238 inmuebles en


deterioro en el Centro Histórico de Cartagena, algunos de ellos por falta de cuidado o porque
simplemente los propietarios no se interesan por arreglar los daños y afectaciones, lo que
ocasiona el mal estado de las propiedades, principalmente en los barrios San Diego y Getsemaní.
En el artículo los inmuebles afectados representan el 13% del total de propiedades en las zonas
que se encuentran en el Centro, 59 de ellos en estado regular, 38 en mal estado y 16 demolidos.
Mientras que en el sector de Getsemaní, la mayoría de casas se encuentran en buen estado, ya
que es el único lugar que mantiene sus habitantes tradicionales, a pesar de las casas que tienen
algunos quebrantos. (Sánchez, 2011)

A pesar de esto, en Cartagena son pocos los estímulos que incentivan el mejoramiento de las
edificaciones, fortificaciones y espacios públicos, el hecho de hacer una restructuración genera
un dolor de cabeza para la administración, porque muchas veces no se cumple lo pactado o
simplemente las obras se dejan a medias. Por lo tanto, se le resta vida cotidiana y memoria a una
ciudad considerada como patrimonio de la humanidad por la Unesco, llena de tradiciones gracias
a los bienes que se mantienen y la representan a nivel nacional e internacional.

Aracelli Morales, ex ministra de Cultura de Colombia en su artículo „El Centro Histórico‟,


plantea que una ciudad patrimonio del país y de la humanidad, implica una responsabilidad para
sus habitantes y para las autoridades, con el fin de conservar y proteger sus bienes, con los que la
humanidad ha manifestado sus intereses para mejorarla. (Morales, 2007)

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La historia de Cartagena desde el siglo XX, contaba con procesos de segregación espacial
hacia otros sectores populares de la ciudad, por ejemplo el caso de Chambacú, en el que siempre
hubo un interés para la inversión por ser un lugar que se encuentra al lado del Centro y cuenta
con habitantes populares que se vieron obligados a salir, para darle paso a un sector más
organizado en la ciudad. En la actualidad, se encuentra renovado con centros comerciales,
espacios modernos, y seguros para el disfrute de los habitantes y turistas, sin rastro del barrio
popular que alguna vez se constituyó.

En el Centro Histórico de Cartagena, sus habitantes tradicionales manifiestan un cambio que


se ha dado gracias al interés que se tiene en esa zona de la ciudad. Evidentemente las ganancias
que generan sus espacios ha puesto el ojo de los cartageneros en el territorio ideal para construir
y abrirle paso a una economía que está creciendo de manera constante. Sin embargo, los
habitantes han perdido su espacio en el barrio tradicional que alguna vez los vio crecer, ya que
además ha constituido una nueva idea de ciudad, en un territorio que poco a poco ha perdido sus
valores tradicionales.

Esto quiere decir que si las medidas no se llevan a cabo, la degradación del entorno hace que
la imagen de la ciudad se transforme y se vea afectada por la pérdida del patrimonio y antiguos
centros urbanos, que anteriormente definían la ciudad produciendo desigualdades, problemas
sociales, múltiples contrastes, áreas deprimentes y contaminadas, al igual que sectores altamente
peligrosos en los que no se hace nada por parte del gobierno. (Hincapié, 2010)

El entorno es el que se encarga de trasformar las dinámicas de las ciudades, sobre todo si se
habla de influencias de tipo turísticas. El patrimonio es quizás la forma como los habitantes se
sienten identificados en una sociedad, sin embargo esto se ve permeado por problemas implícitos
y por la desigualdad en una ciudad con varios contrastes como Cartagena de Indias. En ese
sentido, en la mayoría de construcciones antiguas abunda el mal estado de los espacios, que es
ocasionado por la falta de cuidado y se convierten en basureros, incluso hasta llegar a demoler
las estructuras total o parcialmente, generando una gran pérdida para la historia arquitectónica
que el bien representa.

El desplazamiento de los habitantes del Centro Histórico, es uno de los episodios más
reveladores del proceso histórico de segregación social y espacial que ha experimentado
Cartagena a lo largo del siglo XX. Solo ha servido para reafirmar las rupturas que hacen que la

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ciudad luzca como dos mundos distintos. En consecuencia, el patrimonio arquitectónico colonial
y republicano, ha servido como el agente que ha liderado el proceso, sobre cómo se administra y
valoriza el Centro.

La valorización de los suelos es la variable económica más importante en los terrenos del
Centro Histórico de Cartagena, por el posicionamiento del turismo y por el alto reconocimiento
turístico en la ciudad. Igualmente la urbanización que ha degradado nuevos lugares que
anteriormente tenían otra modalidad por los intereses que podrían beneficiar a los dueños en el
futuro. (Hincapié, 2010)

Esto se presenta en diferentes sectores, que demuestran que Cartagena es una de las ciudades
más costosas, ya que en el Centro Histórico se presenta el metro cuadrado más caro del país, por
ejemplo en otros sectores como Getsemaní las casas a pesar de encontrarse en mal estado, los
valores siguen siendo altísimos, esto también ocurre en zonas más exclusivas como San Diego.

Según Howard Villareal, especialista en avalúo, en el artículo „En Cartagena el metro


cuadrado puede llegar a 12 millones de pesos‟, asegura que Cartagena gracias a su condición de
ciudad turística y por ser uno de los principales destinos, el valor de la vivienda es uno de los
más caros. El estudio presenta resultados que en el Centro Histórico se pueden encontrar casas de
alta calidad entre 8 y 12 millones de pesos por metro cuadrado, cifra bastante alta para el
promedio equivalente al precio del metro cuadrado normal en el país.

Por esa problemática del deterioro de sus bienes, la ciudad manifiesta la protección mediante
el documento PEMP, que señala la importancia del distrito en la administración del Centro
Histórico, y consagrar a sus habitantes. Sin embargo, este no se ha llevado a cabo y la situación
continúa. Irina Junieles, abogada e investigadora cultural argumenta en su artículo para el
periódico El Universal que la importancia del PEMP, en su contenido señala que el uso de cada
una de las edificaciones, se define gracias a instrumentos de gestión y planificación de la ciudad
histórica, y no en seguir improvisando, lo que ocurre actualmente en Cartagena. El poder de las
personas tiene mayor valor a la hora de tomar decisiones para el funcionamiento de la ciudad.

Esa valorización del Centro Histórico comienza en los últimos años de la década del sesenta,
cuando algunas instituciones gubernamentales y privadas, restauraron viejas casas para el
funcionamiento de sus sedes. También unas pocas familias extranjeras y del interior del país,
restauraron y acondicionaron inmuebles, dividiéndolos para pasar vacaciones. Cartagena es una

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ciudad que en los últimos años ha presentado proyectos arquitectónicos novedosos a la altura de
las grandes ciudades, convirtiendo sus sectores residenciales en uno de los más costosos de la
Costa Atlántica en comparación con ciudades como Barranquilla y Santa Marta, lo que en
ocasiones se vuelve un problema para sus visitantes.

3.1.2. Lugares de esparcimiento

“Las actividades comerciales surgen con el objetivo de orientarse hacia los deseos y
necesidades del consumidor, que estas puedan ser aceptadas por el mercado, y produzcan
beneficios a través de la satisfacción de los mismos.” Carmen Cabrales

El Centro Histórico de Cartagena de Indias reúne los mejores lugares de esparcimiento que
ofrece la ciudad. Durante las diferentes temporadas del año: bares, restaurantes, hostales,
baluartes, parques, entre otros, preparan sus mejores ofertas que prometen entretener a los
visitantes. A pesar de ello, se ha notado que en los últimos años los espacios públicos se han
convertido en los escenarios que generan mayor interés gracias a la historia que representan para
la sociedad.

Los escenarios principales con los que cuenta Cartagena como sus playas, gastronomía, vida
nocturna y cultura, son de gran interés para sus visitantes. Las majestuosas estructuras y
monumentos son los que más llaman la atención de quienes llegan a la ciudad. Asimismo, la vida
nocturna envuelve a los turistas con ritmos latinos y la presencia de restaurantes y bares, por el
ambiente de la ciudad, como espacio cálido y acogedor. (Cabrales, 2007)

En horas de la tarde los establecimientos comienzan a abrir para darle paso a la rumba
cartagenera. La amplia gastronomía que ofrece la ciudad, está representada en la mayoría de
restaurantes que se encuentran específicamente en el Centro Histórico. Comenzando a las 5:00
p.m. la urbe da la posibilidad a los turistas de salir a disfrutar de los mejores atardeceres en zonas
como baluartes o incluso desde las ventanas de los hoteles. También dar un paseo en bicicleta,
una de las actividades que prefieren los turistas. Pero definitivamente el más apetecido es el
paseo romántico en coche para recorrer la escenografía mágica del denominado „Corralito de
piedra‟. En la noche, la ciudad ofrece varios lugares para el esparcimiento. Bares para todos los
gustos, desde rock suave, hasta ritmos tropicales como salsa, merengue, y champeta
complementan la oferta para la diversión sonora en Cartagena.

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En la actualidad, Getsemaní se ha convertido en la zona rosa de la ciudad, gracias a la alta
presencia de turistas, puesto que acoge a un sin número de discotecas. Para quienes no conocen
el área, allí se encuentra la reconocida Habana, para aquellos que buscan disfrutar de los mejores
ritmos musicales. Cuenta con alta presencia de extranjeros y en ocasiones se convierte en el lugar
preferido para quienes llegan de excursión a Cartagena.

Los bares contiguos a la Torre del Reloj también reciben alta presencia de turistas. Donde
Fidel, es un lugar cercano a la plaza de los coches, donde las personas pueden sentarse a disfrutar
de la buena música tropical principalmente la salsa, o en la terraza que se encuentra en medio de
la calle cerrada. Este establecimiento llama la atención de los visitantes por sus fotos y por la
recurrente visita de personalidades que optan por la diversión allí.

Se ha demostrado que las inversiones han aumentado en las zonas turísticas de las ciudades
históricas, ya que tienen a ser más rentables, por la atracción que representa, los productos y
servicios turísticos a los que son dirigidos. El problema está en que se pierde la memoria
histórica, que desde hace varios años se ha querido construir como complemento al turismo que
está presente en la ciudad. (Mendoza, 2012, pág. 47)

La tradición en Cartagena siempre ha sido el paseo en coche, que hasta ahora se ha mantenido
vigente en la ciudad, sobre todo en el sector del Centro Histórico. De forma adicional, se han
implementado las chivas con el fin de entretener a los visitantes, en las que los turistas pueden
conocer algo de la cultura. Las rumbas en chiva, están constituidas principalmente por gaiteros y
música de la región, estas realizan un recorrido por los lugares emblemáticos del centro, que al
final terminan con una mesa de fritos donde la arepa e‟ huevo es la protagonista.

Los parques son escenarios que promueven la realización de actividades lúdicas, por ejemplo
el parque de la Marina, en la tarde funciona como espacio de recreación para jóvenes que buscan
hacer ejercicio y distraerse de la rutina cotidiana, pero en la noche es muy poco frecuentado
quizás por la falta de alumbrado, lo que genera percepción de inseguridad. Mientras que el
parque Centenario, es un espacio mucho más activo ya que en diferentes horas del día es visitado
por los mismos habitantes del centro y del barrio Getsemaní. Incluso, suele utilizarse para la
realización de tardes de cuenteros y chistes populares de la ciudad, en el que se reúnen varios
comediantes para divertir a los habitantes del sector.

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Por otro lado, se ha presentado que en el Centro Histórico de Cartagena están las tiendas de
los diseñadores más reconocidos del país y de varias partes del mundo. Las boutiques se
encuentran en antiguas casas rediseñadas, gracias a las ganancias que generan, que además
pretenden convertirse en zonas exclusivas en el centro. Sin embargo, a pesar de que la ciudad
cuente con grandes centros comerciales, esto no ha sido impedimento para que prefieren las
casas lujosas. En la actualidad, se ha construido una ideología que está relacionada con el poco
acceso que tienen los habitantes de la ciudad en estos espacios, por los altos costos que manejan
y que en la mayoría de ocasiones son utilizados únicamente por turistas.

Freddy Ávila, asegura frente a esta situación que es lamentable porque a raíz de esto, se están
yendo los residentes y se están perdiendo muchas cosas del centro de la ciudad, la vida cotidiana,
la memoria de la ciudad, y una urbe que la hacen sus mismos habitantes, lo que está primando es
la función turística y comercial, a veces con intereses inmobiliarios. En ese sentido, falta
implementar una política pública para el Centro Histórico de Cartagena, ya que un núcleo urbano
sin gente es un centro sin vida, es un centro que cada vez más va a ser un museo, y solamente lo
van a recorrer los visitantes. Es lamentable que en el centro solamente se esté privilegiando la
función turística y se deja a un lado la preocupación por el ser humano.

En el caso de San Diego, en la actualidad se encuentran muy pocos habitantes, puesto que
hace algunas décadas comenzó a llenarse de hoteles y restaurantes. La plaza San Diego, que se
encuentra al frente de Bellas Artes, es un lugar muy poco empleado por los habitantes porque su
espacio ya fue conquistado por servicios de restaurante, que en temporada alta aumentan el ruido
que ha espantado de forma paulatina a los residentes.

Los gastos y ganancias que generan los turistas por el patrimonio histórico de la ciudad, junto
al valor agregado en ciertas zonas, aseguran que cada peso gastado por un turista, genera 3,6
pesos adicionales de producción en la ciudad. Como resultado los atractivos patrimoniales de
Cartagena generan mayor número de empleo en el que participan con 3,8% y 5,0%
respectivamente de las cifras para la ciudad. La zona histórica genera el 11,2% del valor
agregado de la ciudad y el 8,4% de su mano de obra. (Samudio, 2006)

La relativa seguridad del entorno en Cartagena es otra ventaja significativa, tanto la ciudad
como los sitios de visita en cercanías, están aislados de la violencia guerrillera y urbana que se
presentan en otras ciudades colombianas del interior y algunas de la región Caribe. Sin embargo,

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muchas personas creen que está asediada por criminales y factores de inseguridad con los casos
que se han presentado y han sido expuestos en los principales medios de comunicación.

Sin embargo, los índices de violencia han aumentado en Cartagena, el año pasado se
realizaron estudios desde febrero hasta fin de año, que recogieron información sobre los
problemas más comunes de inseguridad, hurto a residencias, personas, vehículos y riñas
callejeras, dando como resultado que respecto al año 2013 aumentó en un 51,9%. (Buelvas,
2014)

Los lugares más peligrosos se encuentran en el transporte y las vías públicas, plazas de
mercado, en calles comerciales, cajeros automáticos y espacios recreativos. La zona de Bazurto
se ha convertido en el principal mercado popular de la ciudad, este también representa un alto
índice de inseguridad y por eso se ha intentado trasladar hacia otro sector de la ciudad. En este
espacio se ofrecen los productos a muy bajo costo, sin embargo, en horas de la tarde-noche se
presentan constantes enfrentamientos entre bandas y pandillas.

Por las razones mencionadas anteriormente, Cartagena como ciudad turística tiene una serie
de falencias que no le permiten posicionarse en el mercado internacional; a pesar de eso, si se
compara con otros destinos internacionales la competencia es más dura, ya que la ciudad
presenta un bajo posicionamiento debido a que todavía existe el miedo por parte de turistas de
otros países de ingresar a Colombia, por los problemas de inseguridad y conflicto armado.
(Mendoza, 2012)

En materia de delincuencia común, en cambio, los índices van en aumento, por el deterioro de
ingresos de la población, y por el creciente desempleo. Un factor que tiene que ver con esto, son
los desplazamientos hacia el sur de Bolívar, y otras regiones de la ciudad. Lo que genera hurtos
en espacios públicos como las playas y atracos a turistas en sectores de afluencia como La Popa
y algunas calles del sector amurallado.

El año pasado con las obras que se adelantan por la avenida Pedro de Heredia para las vías de
TransCaribe, muchos de los puestos callejeros en medio de las calles se lograron trasladar. Esto
mejoró significativamente la movilidad puesto que los buses urbanos se concentraban en esta
zona y ocasionaban grandes trancones en la avenida más concurrida de Cartagena.

31
Ahora bien, estos fenómenos no se dan solamente en Cartagena, la mayoría de ciudades de
interés histórico en el mundo han sufrido estos problemas que son inevitables. La historia del
urbanismo es la transformación de las ciudades, ya que en la antigüedad construían una ciudad
sobre otra. Afortunadamente hoy en día hay normas que ayudan a preservar el patrimonio
construido, aunque sólo sea en su parte física, también para ayudar a mitigar el fenómeno de lo
que los sociólogos denominan con la palabra gentrificación. La valorización de una zona
histórica que lleva irremediablemente al desplazamiento de sus habitantes, tradicionales o los
que habían reemplazado a los tradicionales, como es el caso de Cartagena. (Samudio,
comunicación personal, marzo 2015).

3.1.3. Revalorización y Gentrificación

La revalorización en los Centros Históricos en los últimos años tiene que ver con el interés
por redescubrir la zona antigua de la ciudad y fusionarla con la parte moderna. Sin embargo, no
se les saca el provecho necesario a las estructuras y lo que estas pueden representar a la sociedad,
por lo que son reconstruidas nuevamente para darle espacios a lugares como restaurantes,
tiendas, discotecas o bares.

En tiempos de globalización económica como los actuales, la competencia entre ciudades


turísticas se ve reflejada por la transformación de los espacios urbanos, a medida en que la urbe
se va globalizando, aloja en su interior un conjunto de artefactos arquitectónicos destinados a
acoger y servir de soporte a actividades y empresas globales. La modalidad de las plazas y calles
es distinta, por los cambios en la forma como es utilizada por las personas, y esto va acabando
con la idea para la cual fueron construidas. (Mattos, 2002, pág. 72).

En el Centro Histórico de Cartagena comienzan a interesarse por sus bienes a partir de los
ochenta, cuando se acondicionan familias del interior o extranjeras que llegaban a Cartagena,
para utilizar sus casas para vacacionar. A raíz de esto, se da el desplazamiento de los antiguos
habitantes por la idea de convertir el Centro en un lugar de esparcimiento, sin embargo, en la
actualidad las casas también son utilizadas para varios fines como lo mencionado anteriormente,
que se encuentran a la altura de las grandes ciudades comerciales, y vuelven más llamativa la
ciudad, aumentando el número de visitantes durante sus temporadas.

En Cartagena de Indias, desde hace aproximadamente una década se han valorizado mucho
más las casas, baluartes, y estructuras del Centro Histórico. El embellecimiento de las casonas

32
motivó a la mayoría de propietarios del sector a reparar y adecentar sus inmuebles, aunque sólo
fueran sus fachadas, lo cual fue cambiando la cara de la ciudad vieja que se volvió más bella y
amable atrayendo a muchos visitantes ávidos de conocerla o de pasar algunas temporadas en ella.
(Samudio, 2006)

Por otro lado, en el Centro Histórico de la ciudad se ha presentado el fenómeno de la


gentrificación que está relacionada con la migración de los habitantes tradicionales hacia otros
sectores de la ciudad por determinado tipo de influencias que no los deja vivir en tranquilidad.
Específicamente en Colombia, la gentrificación designa lugares relacionados con el turismo y la
economía, como ocurre en Cartagena por ser una ciudad patrimonio de la humanidad.

La gentrificación tiene que ver con los desplazamientos que han tenido que vivir las
poblaciones hacia otros sectores de la ciudad. El término se origina en Inglaterra en el año 1964,
por la socióloga Ruth Glass, designado por la nobleza y los terratenientes acaudalados. En los
Centros Históricos el término se traduce como aburguesamiento o elitización de ciertos lugares,
en zonas abandonadas, por el deterioro en el que se encuentran. (Arcadia, 2013).

Cartagena no se ha salvado del fenómeno de la gentrificación. Esta problemática en el Centro


Histórico se ha presentado en sectores como San Diego y Getsemaní, debido a las influencias
económicas y a las clases más adineradas de la ciudad. Los antiguos habitantes de esos sectores
han tenido que migrar hacia otros barrios de la ciudad, ya que se ven afectados por el que capital
que les genera vivir en esas zonas costosas y por lo que motiva el turismo y la cultura, que las
convierte mucho más llamativas para los visitantes.

Eso no quiere decir que los barrios estén necesariamente marginalizados, aunque tienen
condiciones de abandono por parte del Estado. La población comienza a desplazarse por nuevos
pobladores que están atraídos por la cultura, el capital y lo que se va construyendo alrededor de
las áreas con intereses patrimoniales. (Arcadia, 2013).

Los habitantes de Getsemaní aún mantienen la dinámica de barrio, por el valor que les
representa y se ha ido pasando a través de diferentes generaciones. Todo este proceso ha
mantenido la identidad como el único lugar del Centro donde están sus antiguos habitantes
tradicionales. En las calles angostas de Getsemaní, la mayor parte del tiempo se encuentran sus
habitantes realizando actividades que demuestran el arte a través de la danza, la música y la

33
pintura. Los grupos musicales se presentan en la plaza de la Trinidad cuando se realizan eventos
especiales o simplemente en las tardes cuando se reúnen sus habitantes.

Hace 20 años Getsemaní era considerado un barrio peligroso, lo que ha ido cambiando a partir
de las renovaciones en las infraestructuras. Así mismo, la venta de predios y la pérdida del
patrimonio histórico a nivel humano, como la población nativa de Getsemaní que está siendo
expropiada de su herencia cultural, sintiendo el efecto de centrifugación de las políticas urbanas,
las dinámicas del turismo y los efectos propios de la globalización y la época moderna. (Serrano,
2011).

Sin embargo, la gentrificación ya está teniendo lugar en Getsemaní, en primer lugar porque no
se conservan sus antiguas costumbres y su entorno ha cambiado, a pesar de que algunos de sus
habitantes permanezcan allí. Los pobladores del barrio han comenzado a presentar quejas por el
ruido que genera la zona donde se encuentran hostales, bares y algunos restaurantes,
perjudicando su calidad de vida. Esto plantea que en algunos años Getsemaní, sufrirá los
problemas que actualmente tiene San Diego, donde prima lo comercial, y son muy pocas familias
quienes continúan habitando el sector.

Según Orlando De Ávila, historiador de la Universidad de Cartagena, manifiesta que este tipo
de problemas no solo se presenta en el barrio Getsemaní. San Diego conserva cierta parte de sus
habitantes, pero están muy permeados. La prominencia de Getsemaní se debe al proceso de
patrimonio, al insistir en la restauración y conservación de los valores arquitectónicos,
usualmente con fines turísticos, que iniciaron de manera tardía. Hasta los años 90 no se habían
notado los avances que se estaban dando en San Diego, sin embargo acogía muchas entidades
públicas y privadas como escuelas, que fueron removidas en el transcurso de los años, mientras
que Getsemaní tenía un carácter mucho más residencial, lo que tomó más tiempo en modificar.
(De Ávila, comunicación personal, febrero 2015).

A partir de estos problemas se creó el Plan de Revitalización del Centro Histórico de


Cartagena, durante el período de la alcaldesa Judith Pinedo (2009-2011), que consta de dos
partes, una urbano-arquitectónica, que transformó el espacio público del centro y La Matuna, con
el fin de rescatarlo de la invasión de ventas y comederos callejeros que funcionaban en
condiciones sanitarias deplorables, para convertirlos en puntos de encuentro de la ciudadanía. El
otro componente del Plan es la implementación de una serie de programas socio-culturales,

34
mediante talleres de capacitación y aprendizaje dirigidos a la población residente con el fin de
que puedan interactuar con los visitantes, con conocimiento de su historia, sus tradiciones, y la
organización de eventos en sus espacios públicos para visitantes, para que el Centro siga siendo
vivo y un lugar amable.

El deterioro de los Centros Históricos debería tomar acciones frente al patrimonio de casas
deterioradas enmarcadas a procesos de restauración, que no solo respondan a la sociedad actual,
sino también futuras soluciones, y no tener que irse de sus residencias, como ocurre en la
actualidad. (Hincapié, 2010).

Los habitantes de Cartagena se deberían sentir orgullosos y apreciar más sus costumbres y
tradiciones. Ese sentimiento tendría que multiplicarse cuando ven que los visitantes son los
primeros en reconocer las potencialidades de la urbe. Sin embargo, la imagen de la ciudad ha
mejorado, para lo que era la ciudad amurallada de los años cincuenta y sesenta con sus fachadas
sucias, vías en mal estado, cables eléctricos sueltos y malos olores en algunas de sus calles.

El Centro Histórico intenta renovarse gracias a las áreas que están deterioradas para constituir
zonas nuevas, y políticas de recuperación que además construyen espacios que se vuelven
llamativos para los visitantes de la ciudad. Los lugares marginados, son utilizados también con
fines educativos como museos, bibliotecas, pero la mayoría de veces los que más producen
dinero, son creados con la idea de atraer visitantes que se encuentran acostumbrados a los altos
precios en ciudades turísticas.

35
CAPÍTULO 3: TURISMO EN EL CENTRO HISTÓRICO DE CARTAGENA

4.1. La oferta turística en el Centro Cartagena


Cartagena de Indias desde hace varios años se ha caracterizado por ser la ciudad más turística
del país, su amplia oferta se debe al crecimiento y la inversión a la que le apuesta la urbe. Los
visitantes se enamoran de un escenario mágico lleno de casas coloniales e infraestructuras
modernas, así como de las dinámicas de sus plazas y calles, que han sido establecidas para el
disfrute de los turistas.
En un contexto general, el crecimiento del turismo en las ciudades históricas se enfrenta al
reto de las actividades relacionadas con el ocio y el esparcimiento. Al igual que ocurre en sus
espacios, el turismo no es un ejercicio que surge en la ciudad. De hecho, en esos denominados
fuertes destinos, la alta afluencia de visitantes empieza a plantear problemas de saturación
turística concentrados espacial y temporalmente. (Troitiño, 1998).
En diciembre y enero la ciudad colapsa por completo, en las playas de Bocagrande, El
Laguito y Castillogrande se concentran el mayor número de turistas que llegan a la ciudad. Por
tal razón, los vendedores aprovechan la presencia de los visitantes para comercializar sus
productos, situación que la mayoría de veces desespera a los bañistas por la constante e
incómoda insistencia. Igualmente, la movilidad se convierte en un dolor de cabeza para más de
un cartagenero y para los mismos visitantes, porque durante estas fechas se incrementa el
número de vehículos que circulan por la ciudad.
Muchas ciudades históricas exhiben un proceso de desarrollo que les permite imponerse en un
mercado internacional. En el caso de Cartagena de Indias también se presenta este fenómeno ya
que La Heroica está en diferentes rankings para visitarla y muestra diversos atractivos por la
historia que contempla, el patrimonio de sus bienes y el interés de los extranjeros por conocerla.
(García, 2000)
En Cartagena de Indias el Castillo de San Felipe y el Centro Amurallado son los lugares más
interesantes para visitar, por la historia que implicó su construcción, así como el sentido que
tienen para los cartageneros. Hoy en día, las estructuras se mantienen intactas, sin embargo en el
sector del Centro de Convenciones anteriormente se encontraban grandes murallas que fueron
derrumbadas, con el fin de darle paso al ferrocarril que conectaba a la ciudad con municipios
aledaños, buscando el mejoramiento y desarrollo en Cartagena.

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Las ciudades históricas están sumergidas en un contexto general por el crecimiento de la
demanda turística asociada a los recursos culturales y patrimoniales. El turismo cultural está
vinculado al arte, uno de los segmentos con una mayor tasa de crecimiento anual. Sin embargo,
los artistas generalmente se encuentran en las calles y en el transporte público ya que
difícilmente se les establece en una zona de la ciudad. (Borg, 1996)
En el Centro de Cartagena están ubicadas las principales entidades que promueven la cultura,
museos como el de Arte Moderno y Museo del Oro, que contribuyen a la conservación y
difusión de las principales obras visuales, pinturas y colecciones exclusivas de las diferentes
épocas como la precolombina, en materiales como oro y bronce. Los museos son uno de los
tantos escenarios que prefieren los visitantes a la hora de conocer la historia de Cartagena, en
ellos además se puede transmitir la verdadera identidad de la ciudad.
El impacto del turismo resulta de la interacción entre turistas o visitantes y el medio ambiente
circundante. Ambas partes tienen un carácter diferente, en primera instancia los visitantes de las
ciudades históricas exhiben características diferentes, ya que presenta un proceso que abarca
crecimiento demográfico, económico y de expansión urbana y por lo tanto inciden de forma
heterogénea, generando diferentes emociones sobre la ciudad que visitan. (García, 2000, pág.
133).
Por ser una ciudad ubicada en la Costa Caribe, Cartagena de Indias cuenta con múltiples
dinámicas a la altura de ciudades como San Andrés, Ciudad de Panamá, o Cancún, demostrando
afluencia masiva de visitantes y algunos problemas de saturación, debido a la falta de
infraestructura en los espacios más visitados.
La imagen turística de la ciudad representa los bienes más importantes, siempre y cuando
conlleve a fomentar las prácticas. Sería ingenuo suponer que solo el capital del estado pueda
financiar todas estas obras, sin embargo deberían establecerse regulaciones para moderar sus
consecuencias, sea en cuanto acceso a ellas, o la potencial valorización que puedan generar. (De
Ávila, comunicación personal, febrero 2015).
De acuerdo con lo planteado por este autor sobre las prácticas socioculturales y la regulación
que debería tener el distrito para que las personas no pierdan sus costumbres, ha sido una
discusión que se ha generado desde hace varios años en la ciudad porque estos se sienten
excluidos. No obstante, la memoria histórica es el valor más importante para la misma ciudad,
porque sin ella se hablaría entonces de una ciudad constituida y transformada para las ganancias

37
que genera cada año a partir de las visitas y los puertos que son sus principales fuentes de
inversión.
El problema en Cartagena es que la memoria histórica se ha querido edificar como
complemento al turismo patrimonial, construyendo así una narrativa histórica hegemónica, que
desatiende temas y rasgos culturales, que por no caber dentro del imaginario turístico no son
fomentados, y son silenciados. En algunos casos, estas manifestaciones precisan de espacios
físicos dentro del Centro Histórico, afectando la expansión espacial del turismo, ya que se crea
una falsa idea sobre la realidad. (De Ávila, comunicación personal, febrero 2015)
Respecto a la economía que genera Cartagena, ésta permite a muchos de sus ciudadanos que
se vean beneficiados por la cantidad de opciones para comercializar productos en sus calles. Sin
embargo, y lo que se ha mostrado en algunos medios de comunicación, el turismo ha ocasionado
que muchas veces no se les permite transitar a los ciudadanos por ciertos lugares del Centro,
cuando se encuentran personalidades importantes, y esto es un error que se repite constantemente
en la ciudad.
Los impactos económicos son los más visibles y los más apreciados; el turismo es una fuente
de ingresos para la economía local que además genera puestos de trabajo, pero también tiene
costos económicos muy negativos en la medida en que hace un uso intensivo de infraestructuras
y atracciones turísticas, sin embargo no contribuye más que a la marginalización de la ciudad.
Además está relacionado con los cambios que la actividad turística introduce en el sistema de
valores de la población local, en comportamientos individuales, relaciones de familia, estilos de
vida colectivos, expresiones creativas, o incluso ceremonias tradicionales, destruyendo los
valores urbanos. (García, 2000, pág. 134).
La economía en los últimos cuatro años en Cartagena ha crecido considerablemente gracias al
alto flujo de cruceros que llegan a la ciudad, lo que beneficia las finanzas y a la actividad
turística que prevalece, ya que la asocia con las principales ciudades en el Caribe. El sector de
cruceros ha crecido impulsado por la industria de barcos que arriban al Corralito de Piedra. Por
ejemplo, desde el año 2010 el número de pasajeros que prefieren este medio de transporte se ha
incrementado debido a la posibilidad de conocer las embarcaciones, y esto ha contribuido a que
se tomen medidas para incentivar el arribo a sus costas.
El año pasado durante 276 días de temporada de cruceros, llegaron 212 barcos a Cartagena
que trajeron cerca de 524.000 viajeros. Como resultado esto generó 44 millones de dólares solo

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en ganancia para la capital de Bolívar. Según el informe de la Sociedad Portuaria de Cartagena,
el número de pasajeros creció un 36% respecto al año anterior, consolidando así a La Heroica
como un importante puerto de embarque para las principales líneas de cruceros en el mundo.
(Arcieri, 2014)
Según el diario El Espectador, para la temporada de Semana Santa 2015, se esperaba recibir
unos 100.000 turistas aproximadamente, de acuerdo con lo que confirmó la presidenta de Corpo
turismo Zully Salazar. De igual forma, señaló el incremento del 6,3% en el número de viajeros
con respecto a la misma temporada del año anterior. Todo esto gracias al alto componente que
genera la ciudad habitualmente y a la consagración de iglesias con las actividades religiosas para
conmemorar la Semana Mayor.

4.1.2. Prácticas socio-culturales


Los ciudadanos del Centro Histórico de Cartagena presentan prácticas socio-culturales
asociadas a la cultura, artes, danzas y entretenimiento. Por eso durante todo el año se realizan
diferentes actividades lúdicas que permiten tener una idea clara de lo que son las verdaderas
tradicionales de la ciudad. Las fiestas surgen desde los barrios más populares y llegan hasta el
centro de la ciudad donde se da la comunión de todas las clases sociales en medio de un carnaval
folclórico.
Las festividades populares más conocidas se realizan el 11 de noviembre con la
conmemoración de la Independencia de la ciudad, evento que ha promovido el impulso del
patrimonio cultural de Cartagena de Indias, para recuperar las tradiciones antiguas como los
Cabildos, desfiles festivos con disfraces y música autóctona de la región con tambores,
acordeones y bandas. Además, las fiestas abren paso al Concurso Nacional de la Belleza y las
candidatas a Señorita Colombia disfrutan de las tradiciones que emergen la ciudad.
No existe acontecimiento más común y cotidiano para el pueblo cartagenero que la
conmemoración de la gesta Independentista del 11 de noviembre de 1811. Estas fiestas surgen
con el proceso de modernización de la ciudad luego de la celebración del primer centenario de la
independencia para inaugurar las obras en ciertos espacios públicos como el parque Centenario,
el camellón de los Mártires y el Teatro Heredia. (Gutiérrez, 2000)
Los residentes de Getsemaní tienen un fuerte arraigo en el barrio que se ha intensificado con
el uso que le dan a estas fiestas patronales de la ciudad. Las comparsas y cabildos se hacen

39
presente, al igual que en gran parte de barrios populares de Cartagena, por medio de disfraces
reconocidos como los negritos que si no se les da dinero ensucian a las personas. El „azulín‟ y las
bolsitas con agua que asustan a más de un ciudadano en esta temporada de fiestas en la que el
color y la música prevalece en la ciudad.
Los orígenes del evento recrean los antecedentes a partir del desarrollo de los imaginarios
simbólicos que se ponen en escena, los actores que participan, como la música, la danza, la
penetración de los ritmos populares, y la difusión en la forma como las fiestas fueron decayendo
por el interés del Reinado Nacional y los intereses de los principales medios de comunicación.
(Gutiérrez, 2000)
Las festividades populares comenzaron en las casetas de los barrios de la ciudad,
posteriormente y gracias al posicionamiento que fueron adquiriendo empezaron las fiestas para la
sociedad en el Club Cartagena y Club Naval, pero las verdaderas se vivían alrededor de reinas y
casetas. Las muestras de arte por medio de los cabildos surgen como homenaje a los africanos
esclavizados durante la colonia en el siglo XVI. Las etnias de la ciudad realizaban sus bailes en
las plazas de los barrios populares, lo que llevó a que estos se realizaran durante las fiestas de
noviembre, en el tradicional bando y en San Diego, donde se reunían varias comparsas para
demostrar que las costumbres de la ciudad se mantenían vigentes, a pesar de las influencias del
reinado en esa época.
En el marco de las fiestas novembrinas de Cartagena, se inaugura el Concurso Nacional de la
Belleza en el año de 1934, como motivo de la conmemoración de los 400 años de la fundación
de Cartagena. Posteriormente se crea el Reinado Popular de la ciudad en 1938, donde se hacían
eventos y actividades para promover las fiestas y recoger dinero para su organización.
(Gutiérrez, 2014).
Las actividades principales del Concurso Nacional de la Belleza comienzan con obras
benéficas y visitas de las candidatas a los barrios populares de Cartagena, bailes y desfiles. Por
otro lado, los eventos más importantes a los que asisten los cartageneros son el popular Bando y
las Balleneras, en los que se conocen las favoritas a llevarse el título. Vale la pena mencionar que
la labor que realizan los organizadores del concurso busca promover la belleza de las mujeres
colombianas y eso se ha demostrado con el número de candidatas que ha participado en Miss
Universo, y recientemente Paulina Vega, como ganadora, título que no recibía el país desde hace
57 años con Luz Marina Zuluaga.

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Cartagena promueve sus festividades patronales durante todo el año, una de ellas se realiza en
febrero cuando los cartageneros le rinden tributo a la patrona de La Candelaria en El Pie de la
Popa, barrio donde se concentran la mayoría de sus actividades. Desde el 1º. de febrero con la
víspera en La Ermita comienzan las misas y procesiones que incluyen sermones, fiestas con
coros cristianos, que poco a poco fueron pasando a diferentes barrios de la ciudad.
Desde 1910, la ciudad se expande demográficamente de 10.000 habitantes pasa a 50.0000
aproximadamente en las tres primeras décadas del siglo XX. La población comienza a configurar
sus espacios en el Pie del Cerro, Lo Amador, el Papayal y la Ermita. Esa última dependía de la
iglesia de la Santísima Trinidad y en ella iban a rezar por la Virgen de la Candelaria. (Gutiérrez,
2008)
Como parte de las actividades inaugurales de estas festividades está la misa en el Cerro de la
Popa, a la que asisten más de 100 personas. Su objetivo es conmemorar la presentación del niño
Jesús ante Dios, como el rito del antiguo testamento. Según los pasajes bíblicos, la Virgen María
llevó una antorcha junto con ofrendas y por eso lleva el nombre de La Candelaria, y su imagen se
encuentra en el Convento de la Popa.
La tradición gastronómica en el marco de las festividades de la Candelaria se resume en la
realización del Festival del Frito Cartagenero, para resaltar el trabajo modesto de las humildes
vendedoras con mesas de fritos en muchas esquinas de los barrios populares y no populares de
Cartagena de Indias. En las fiestas de la Candelaria, uno de los principales escenarios de la
cocina popular es la historia de vida de las matronas del frito, cuya venta se reparte en toda la
ciudad como una red de coordenadas que marcan el caminar de los transeúntes. (Chica, 2007)
En las fiestas, la ciudad se acompaña de diferentes actos culturales y sociales que muestran
diversas agrupaciones folclóricas y eventos como la Cabalgata durante el primer fin de semana
de febrero. Estas tradiciones se unen para conmemorar a la Virgen de la Candelaria como la
patrona de los cartageneros y sus fiestas adoptan las prácticas socioculturales que se realizan
cada año en el sector del Pie de la Popa.
Cada 1º. de noviembre, se celebra Ángeles Somos, otra actividad tradicional en diferentes
sectores de Cartagena. Consiste en que los niños en los barrios populares de la ciudad salgan a
las calles a pedir alimentos en compañía de ollas y tapas, para al final del día realizar un
sancocho. Los pequeños salen vestidos de angelitos cantando: “Ángeles somos, del cielo
venimos, pidiendo limosnas para nosotros mismos”. Con esa tradicional frase los habitantes del

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barrio los reconocen, y generalmente les dan alimentos como papas, yuca, plátanos y limones,
entre otros.
Según Alberto Salcedo Ramos, en la crónica „Ángeles Somos‟, manifiesta el espíritu
expansivo y el gusto por las coplas de los habitantes de la costa Caribe, donde aún se conservan
ciertas costumbres rurales. Salcedo asegura que Cartagena y Barranquilla no son ciudades, sino
pueblos grandes donde es muy común observar que los niños en los barrios populares prefieren
consumir alimentos de las fincas y del campo, lejos de los elementos químicos que comúnmente
conocemos. (Salcedo, 2015).
Por lo general, los habitantes del barrio contribuyen con esta actividad, incentivando una
tradición que se viene gestando desde hace varios años en la ciudad. Sin embargo, algunas veces
no reciben los alimentos que los niños esperan y por eso también responden de la siguiente
forma: “No te rías, no te rías que la mochila está vacía. No te dilates, no te dilates, saca el bollo
del Escaparate”, lo que provoca sonrisas y motiva reaccione a favor del sancocho.
Salcedo Ramos además menciona que cuando aparecía el dueño de la casa y estos recibían
obsequios, los niños cantan: “Esta casa es de arroz, donde vive el Niño Dios”. Mientras que si no
les daban nada cantaban: “Esta casa tiene espinas, porque hay muchas mezquinas”. Al final de su
recorrido, la población infantil se reúne en el patio para contabilizar los alimentos obtenidos y
entregárselos a las madres, las directas responsables de la cocción del sancocho comunitario.

4.1.3. La transformación del Centro


El Centro Histórico de Cartagena ha presentado un proceso de cambio así como ocurre en
grandes ciudades del mundo. El desplazamiento de los habitantes tradicionales del centro se
inició cuando la ciudad comenzaba a recuperarse de un siglo de deterioro, con la aparición de las
primeras industrias manufactureras y el florecimiento de nuevas casas comerciales, gracias al
restablecimiento de la navegación por el río Magdalena a través del Canal del Dique, y la
construcción del ferrocarril Cartagena – Calamar.
A raíz de esto, el interés por estudiar el turismo en Cartagena comenzó hace algunas décadas,
las investigaciones permiten concluir que esta actividad se relaciona directamente con la historia
de las fortificaciones de Cartagena, cuando la ciudad comienza a tomar una forma en el siglo
pasado, y la constante llegada de personas del interior del país que les interesaba la zona

42
histórica. Ese turismo como fenómeno social se estudia en la medida en que la vocación turística
de la ciudad surge durante las primeras décadas del siglo XX. (Ávila, 2008)
Los cartageneros de las clases altas y medias, cansados de vivir en las viejas casonas
arruinadas del Centro Amurallado y alentados por la moda europea, optaron por desarrollar
nuevos barrios, donde construyeron casas en grandes lotes con jardines y patios generosos. Así
surgieron los barrios de El Cabrero, Pie de la Popa, Manga, Torices, y posteriormente
Bocagrande. El criterio de los habitantes de esa época, cobró mayor importancia que el
patrimonio arquitectónico de la ciudad, pues fueron demolidos algunos tramos de las murallas,
en aras de lo que en aquel momento se suponía era el progreso.
El Centro Histórico siguió ocupado por el comercio, se instalaron nuevas oficinas, hoteles de
arquitectura republicana, y casas arrendadas por una clase socio-económica de poco poder
adquisitivo. Muchas de estas fueron subdivididas para alquilarlas más fácilmente y otras
ocupadas por familias emigrantes de las provincias, puesto que disponían de varios cuartos para
hospedar a los estudiantes que venían a hacer sus aprendizajes en bachillerato o en
universidades. En cierta forma la urbe pasó a ser una ciudad universitaria, especialmente en el
barrio de San Diego, pertenecientes a una clase media conformada por profesionales y
empleados permanecieron hasta hace poco. (Samudio, comunicación personal, marzo 2015)
En Getsemaní ocurrió algo similar con la llegada de extranjeros al barrio popular del centro de
la ciudad. Mucho se ha hablado respecto al tema en el que se asegura que a partir de esto, los
habitantes tuvieron que irse para darle sus espacios a los turistas y ceder sus casas para el turismo
de calle. Sin embargo, los habitantes aseguran que lo cierto es que nunca se les obligó a salir, las
familias que optaron por emigrar lo hicieron por motivos personales y de seguridad.
En Getsemaní todavía sobreviven las prácticas de los residentes, la gente va, se sienta, y se
viven muchas funciones a pesar de que está en proceso de cambios. Lo local dialoga con lo
global, en la iglesia van a la misa y cuando salen encuentran turistas, gente que va a tomar
cerveza, a conversar, y a escuchar música. Los habitantes se quejan porque ya no pueden ir a la
iglesia, por los borrachos en la plaza de la Trinidad, en el uso de lo público y privado, y el
patrimonio que está de espalda a la ciudadanía porque la segrega, excluye y considera que sus
casas y calles solo son para los turistas. (Ávila, comunicación personal, febrero 2015)
La historia de la calle de la Media Luna surgió gracias al interés de invertir en una zona
negocios, asociados al entretenimiento. En un principio la calle no contaba con alumbrado

43
público y los malandros de la ciudad se reunían en las casas y estructuras abandonadas, hasta
hace algunos años cuando se interesaron por restaurar sus espacios. El comercio empezó en las
tiendas de barrios y puestos de jugos naturales que refrescaban a los turistas de las zonas, con el
paso de los años la calle pasó a tener una modalidad más nocturna que diurna por lo que la
presencia de los bares y discotecas.
En la calle de la Media Luna surgió el movimiento de Independencia de Cartagena, que hasta
hace poco sufrían de malos olores en sus esquinas. La transformación de esta famosa calle,
donde vivían las clases populares en los tiempos del dominio español eran mucho más
coloniales, pero actualmente la concurre no solo mulatos criollos, sino rubios, en su mayoría con
hablados raros y grandes morrales, que toman café en restaurantes a las 6:00 p.m cuando el sol se
oculta. (Arcieri, 2015)
Los mochileros que llegan a Getsemaní intentan volverlo lo más cercano a ellos, acogiendo
una nueva cultura en la que priman los ritmos africanos y típicos, imitando sus bailes sin tener
éxito con las cartageneras. Por otro lado, han incremento el número de hostales para los
mochileros que llegan hasta en bicicletas de países como Argentina, Chile, y Brasil. Los hostales
en su mayor parte del tiempo se encuentran llenos durante las temporadas, mientras que los
hoteles cinco estrellas tienen cuartos disponibles por los altos precios que exceden el presupuesto
de los extranjeros.
En la actualidad, en Getsemaní se están construyendo varios complejos hoteleros de alto
rango y muchas de sus casas han sido adquiridas por inversionistas foráneos y convertidos en
hoteles boutiques, bares, y pizzerías. Los habitantes de este sector a pesar del fuerte arraigo que
sienten por su barrio empezaron a ceder y no pasará mucho tiempo para que Getsemaní corra la
misma suerte del Centro y San Diego. (Samudio, comunicación personal, marzo 2015)
Estas incidencias han tenido que ver con el proceso de globalización económica y la llegada
de inversionistas a la ciudad que creen que se pueden realizar grandes proyectos de la mano de
sus actividades comerciales. Sin embargo, esto ha ido en aumento debido a la competencia en
destinos turísticos que se ofrece en el país y el estatus que representa en el mundo la posibilidad
de visitar Colombia.
El turismo de industria, actividad o experiencia, es una de las realidades más importantes de
nuestro tiempo. En la actualidad genera el mayor movimiento de poblaciones humanas, como lo
demuestran los más recientes comunicados de la Organización Mundial del Turismo, que

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informan que las cifras récord de turistas es cercana a los 900 millones en diferentes países de
Latinoamérica que viajan durante las temporadas más importantes del año. Como fenómeno
social y cultural está relacionado con el uso del tiempo libre, la apropiación del espacio, el
manejo del patrimonio, y el diseño de políticas públicas. (Ávila, 2008)
En el caso de Bocagrande, anteriormente las prácticas socioculturales demostraban que el
paseo familiar los domingos era recorrer la avenida San Martín. Todo el mundo caminaba, sobre
todo los estudiantes de la Escuela Naval de Cadetes, y las calles no eran ni sobra de lo que son
hoy en día, estaban desocupadas del comercio. Se observaban las grandes terrazas de las casas
residenciales en la avenida San Martín, donde todavía las familias se sentaban a dialogar, los
adultos, jóvenes y niños, tal cual como ocurría en barrios como San Diego y Getsemaní. A
medida que las casas se fueron comercializando, la gente de afuera empezó a llegar a Cartagena
para comprar propiedades.
Si se compara Getsemaní con San Diego, la arquitectura de las casas se diferencia en que la
importancia de los dueños se medía de acuerdo con el número de pisos de las casas. Durante la
mala época de Getsemaní en los años 80, la vitrina del barrio era la calle de la Media Luna, la
mayoría de gente que llegaba al lugar provenía de sectores marginales: las prostitutas y los
ladrones eran principalmente paisas, y esta problemática ha durado 20 años en que toda esa gente
llega por el boom del turismo que comienza a tener Cartagena y todo el que quería montar algún
negocio llegaba a estos lugares. (Taborda, comunicación personal, abril 2015)
Este fue el barrio de expansión del Centro, ya que era la única entrada por tierra firme por la
calle de la Media Luna. A las 6:00 p.m. quienes no entraban se quedaban por fuera, sobre todo el
cargamento que llegaba de los corregimientos de Santa Rosa, Villanueva, Arenal y Bayunca.
Tocaban una campana que anunciaba que no podían ni entrar ni salir y cerraban las puertas. Las
pocas veces que fue invadida Cartagena, la Media Luna tenía fuertes y puentes, cañones y
fusiles, al igual que el Castillo de San Felipe, con el fin de garantizar la seguridad por pura
estrategia militar.
Para los habitantes son falsas las afirmaciones de unos „líderes‟ que aseguran que la
gentrificación está acabando con el barrio. Publican información sin confirmar lo que realmente
sucede, dicen que se está obligando a la gente a salir para construir un barrio netamente turístico
y comercial. En Getsemaní no se está sacando a nadie, el que se va o vende es porque quiere
aprovechar la valorización que han tenido las casas en los últimos años, además la gentrificación

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no solamente se da en el centro o en Cartagena ocurre en todas partes. (Taborda, comunicación
personal, abril 2015)

4.1.4. ¿A dónde se fueron sus habitantes?


En el Centro Histórico, especialmente en San Diego, la gente comenzó a salir porque querían
convertir sus casas en el foco de inversión, lo que hoy se conoce como museos muertos. En las
casas tienen cuidanderos, las utilizan durante ciertas temporadas y luego ni se interesan por ellas,
sobretodo los extranjeros que presumen sus propiedades en el sector histórico pero no les prestan
mayor atención para su mejor funcionamiento. A Cartagena la han cambiando y los extraños que
pasan por la ciudad los sacan de sus casas, acabando con la recuperación histórica de la memoria
y las tradiciones orales, que deberían mantenerse vivas para saber de donde venimos y el
conocimiento de las generaciones.
La gente comenzó a abandonar el Centro Histórico de Cartagena, reacomodándose a las
nuevas modalidades de vida de la misma ciudad. El propietario de un predio en la zona histórica
es incapaz de resistir una oferta millonaria por su casa, con lo cual resuelve su futuro. Así que
hay que buscar soluciones que mantengan activo el Centro y que los habitantes de la ciudad
sigan concurriendo a él y lo sigan considerando como casa propia. Sacándole provecho al hecho
de que Cartagena se haya convertido en patrimonio arquitectónico, en un destino turístico de
talla mundial. (Ávila, 2008)
El problema incide en que la gente también se está yendo por la contaminación que dejan
habitantes y turistas en la ciudad. Por ejemplo, es muy común y frecuente ver basureros en las
calles del centro que duran varios días sin recogerse, lo que ocasiona disgusto y debería mejorar
para cambiar esa imagen, para evitar ese tipo de desplazamientos que ya no solamente se
presentan en el Centro Histórico, sino también en barrios residenciales de Cartagena.
Uno de los casos más recientes es el barrio Martínez Martelo, que anteriormente era
residencial y en la actualidad se está perjudicando por los problemas que inciden con su cercanía
al Mercado de Bazurto. El sector que está pegado hacia el mercado, ya no existen casas porque
hay muchos locales comerciales. Lo que afecta a quienes aún continúan en el lugar, por la
constante presencia de ratas, mosquitos, y animales que se concentran. Los carros los parquean
encima de las aceras, y los ladrones siempre están buscando sus víctimas. Se orinan, duermen en
las calles, es un espectáculo feo y a raíz de esto la gente también empieza a irse por voluntad

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propia, motivados por las afectaciones que esto les genera a su vida normal. (Navarro,
comunicación personal, abril 2015)
Por otro lado, están los altísimos precios que maneja la finca raíz no solamente en Cartagena,
sino también en varias ciudades del país, al igual que el valor del impuesto predial que muchas
veces no pueden pagar los ciudadanos. El Estado y el gobierno no es consecuente, y por eso se
presentan alteraciones de orden público, aunque los dirigentes políticos aseguren que la tasa de
desempleo hayan disminuido, los recién egresados en ocasiones no se ganan sino el mínimo que
no les da para vivir en ciudades tan costosas como las mencionadas anteriormente.
Lo que más indigna a los cartageneros es que otras personas que viven o visitan la ciudad,
hablen mal de ella, que está mal y es una olla para los turistas. La gente habla sin conocer y
suponiendo cosas que no son, pero la realidad es que hay ciertos lugares en el centro que se
convierten en una cantina pública, donde la gente hace lo que le da la gana sin importar la
presencia de las autoridades, todo se les permite y eso en parte es lo que más les gusta a los que
visitan y se quedan. Aquí la gente lo ve como un espacio libre incluso las parejas mantienen
relaciones sexuales en las calles, se fuman un tabaco con normalidad y hasta los homosexuales se
besan delante de la gente. Los habitantes de Cartagena, no se acostumbran a observar este tipo de
actos. (Díaz, comunicación personal, abril 2015)
Hace 15 años lo que pasaba era que a los cartageneros no les gustaba salir de la ciudad, no se
amañaban en ninguna otra parte. Hoy en día esto ha cambiado la mayoría está por fuera, y era
común que la gente se devolviera. Quienes salieron del centro, lo hacían por motivos también de
superación personal o por la movilización de sus familiares, hacia las universidades en el interior
del país, lo que demuestra que el verdadero cartagenero muestra ganas de progresar.
Respecto a los habitantes son aproximadamente 1.200.000 quienes residen en la ciudad y de
esos solamente 250.000 son cartageneros, pero en realidad todos los que viven en la ciudad lo
son, aunque muchas veces se quejen y no les guste aceptarlo. A las personas les debería importar
la ciudad, pero se presentan casos en que a la gente no le interesa ni cinco el bienestar de
Cartagena, hablan mal y dicen que es una ciudad sucia, congestionada, los vendedores son vivos,
y sus espacios tienen grandes intereses económicos.
Otra de las problemáticas tiene que ver con los guías turísticos callejeros, porque ellos deben
estar acreditados con una tarjeta profesional para que los ladrones no engañen a los extranjeros.
Este caso es bastante común en sectores del centro, como San Diego, Santo Domingo y San

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Pedro. Muchas veces hasta llaman a la policía porque incluso los vendedores de café se
convierten en „guías‟, quitándole el trabajo al profesional, tampoco existe una política pública
que garantice y promocione el turismo cultural para que los que llegan a Cartagena se sientan
seguros y no se dejen engañar por los ladrones que se aprovechan de ese tipo de situaciones.
Cartagena es el laboratorio del demonio porque se da de todo, hasta lo más absurdo. Es una
bomba de tiempo en la que en algún momento toda la gente de los barrios marginales va a llegar
al centro y va a acorralar a las personas, en modo de protesta a meterse a las casas que están
mejores, porque hoy el que pide limosna, ya no pide para inspirar lástima o piedad sino que
exigen, insultan y atacan, las cosas han cambiado de modo que ya los mismos habitantes son los
responsables de las problemáticas sociales. (Taborda, comunicación personal, abril 2015)
Los limosneros que piden de mil en mil, ganan más que quienes trabajan todo el día en un
horario laboral, aunque muchos no lo crean, quienes cuidan los carros en el centro, y ocupan el
espacio público, ya se apoderan de ello. A raíz de esto la administración de la ciudad ha
implementado controles para mejorar la apropiación de los espacios públicos que le pertenecen a
la ciudad aunque perjudiquen a los vendedores del comercio informal.

4.1.5. Getsemaní, como barrio tradicional en el Centro

Las calles de Getsemaní eran huecos y charcos, las casas de puertas sencillas, donde vivía
gente humilde. El cambio empezó con la vía del pedregal, que mejoró varias fachadas y los
habitantes del barrio se unieron para donar bolsas de carburo para pintar los inmuebles.
(Vitola, 2011)

En Getsemaní nació la independencia de Cartagena en 1811, se ha caracterizado por mantener


vigente las tradiciones e ideologías de sus habitantes, que se han visto envueltas en problemas
por la falta de cuidado e intereses que requiere su patrimonio cultural. Sus casas las habitaban
familias de clase de media, sin los establecimientos que hoy prevalecen en la zona. Sin embargo,
a medida que los turistas se interesaban en visitar sus espacios se fueron consolidando los bares y
restaurantes, debido al posicionamiento estratégico entre el Centro Histórico, y su lado histórico,
pintoresco y barrios como Manga y el Pie de La Popa, mucho más residenciales.
La idea de establecer el comercio en Getsemaní, se dio gracias a los primeros empresarios que
se arriesgaron en poner sus discotecas y bares y no se equivocaron. Aproximadamente hace 15
años cuando surgió la primera discoteca cerca de la plaza, y de esa forma se fue gestando la vida

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nocturna en el lugar y en el mismo centro, porque ahora Getsemaní es la zona rosa de Cartagena
y la que prefieren los extranjeros para hospedarse por los bajos precios que no pueden conseguir
en ningún otro lugar. Indiscutiblemente la presencia de hostales ha aumentado gracias a esto y
las familias que no pueden mantener sus viviendas no dudan en albergar personas durante
temporadas. (Navarro, comunicación personal, abril de 2015).
Como en todos los barrios del Centro Histórico de Cartagena, en Getsemaní está la parte
buena y la parte mala. De hecho, la comunidad se está viendo beneficiando por lo que genera el
turismo por ejemplo en la plaza de la Trinidad en la que se realizan constantemente
manifestaciones de arte y bailes, cuando hay eventos en Cartagena se presentan cabildos y
agrupaciones que representan la época de la rebelión y la esclavitud.
La modalidad de la plaza durante las tardes siempre ha sido la misma, personas de todas las
edades se sientan en las bancas incluso se forman en filas para las tertulias con sus amigos y
vecinos. Los turistas también son activos ya que participan mediante charlas, cantos o
simplemente se sientan a tocar la guitarra en compañía de una buena cerveza o un cigarrillo.
La calle de San Antonio es la principal en Getsemaní, porque la arquitectura es más evidente
en el lugar, grandes fachadas de casas coloniales. Lo que más llama la atención son sus balcones
y ventanas, que para los turistas son un espectáculo. Eso también se presenta en San Diego, por
ejemplo las casas tienen esa misma línea, a pesar de que ambos en un principio fueron barrios
pobres, las estructuras se mantienen en pie pintadas en colores fuertes. (Taborda, comunicación
personal, abril 2015)
Si se habla de los negocios, Getsemaní mantiene vigente esta modalidad mediante los cafés,
estancos y restaurantes, por ejemplo la Trattoria, es una reconocida pizzería en la ciudad, que se
encuentra en un lugar que anteriormente fue abandonado y oscuro, que incluso a las mismas
personas del barrio les daba temor pasar por allí. Esto se ha visto en varios negocios que desde
que sean buenos se quedan y ganan reconocimiento, porque hay gente a toda hora en las calles
que mantienen la cultura del barrio popular.
Sin embargo, muy pocos cartageneros conocen la época difícil que vivieron las familias en el
barrio debido al narcotráfico. Durante esos años, sus habitantes se veían afectados por los
delincuentes, drogadictos, y malandros, que extorsionaban, y la gente, sobretodo los niños y
jóvenes no podían salir a las calles como sucede ahora que es mucho más seguro. Muchas
personas en la ciudad piensan que Getsemaní por la apariencia y porque no es un barrio estrato 6,

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es un sector peligroso del centro de la ciudad. Todo lo contrario, fue peligroso por la situación de
la droga y por la gente que llegaba a consumirla en las calles, alteraba la tranquilidad de los
miembros de la comunidad.
La drogadicción abrazó las calles de Getsemaní por algún tiempo, era normal ver los carros
parqueados en la plaza de la Trinidad a esperar al comprador que revendía en el sector. Al igual
que las prostitutas en el parque o meretrices como se les llamó en algún tiempo tienen rato de
estar ahí. Sin embargo, aunque la relación de Getsemaní con las drogas y la prostitución es un
asunto añejo, en la actualidad está controlado. Por otro lado, el comercio era próspero en el lugar
durante la época del mercado en la bahía de las ánimas, la calle Larga y el Arsenal era el lugar de
las ventas de madera y carbón y allí quedaban las populares fritangas que aún se mantienen
vigentes. (Vitola, 2011)
Samir Beetar fue el personaje más temido en el barrio, por expender drogas y reclutar jóvenes,
hace aproximadamente 15 años. Lo mataron en esa misma época del narcotráfico, y cuando eso
pasó varias madres respiraron porque él se llevó a varios niños. Su familia era de los empresarios
de zapatos en el Parque Centenario y por eso llegó a este sector de la ciudad, cuando se dieron
cuenta de que andaba en malos pasos, la comunidad lo denunció.
En Getsemaní hay varios hijos de este personaje, las mujeres se rendían a sus pies porque
parecía un gitano. A él le gustaban mucho los niños y los esperaba a la salida del colegio en la
plaza de la Trinidad luego les hablaba y se los llevaba. A raíz de eso, las familias también se
fueron mudando por lo que esto les ocasionaba y el ambiente pesado en el que tenía que vivir sus
hijos, hasta convertirse incluso en habitantes de las calles. (Navarro, comunicación personal,
abril 2015)
Con todos los problemas que se presentan en el barrio, ha surgido un movimiento que busca
reivindicar el derecho a la ciudad, al barrio de los habitantes de Getsemaní, es un trabajo que se
han unido líderes locales, artistas, de esa forma se busca confrontar lo que ocasiona la
Gentrificación en el barrio, respecto a los desplazamientos y el remplazo de los habitantes por
influencias económicas.
En la Getsemanificación contrario a la gentrificación, los habitantes no tienen cohesión social
para hacer frente a los procesos, no hay una política pública para el Centro Histórico y eso se
manifiesta en los atropellos que comenten los urbanistas y quienes hacen algún tipo de obra en el
centro. Por fuera se ve la fachada pero por dentro comienzan a hacer transformaciones, que

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amenaza la infraestructura de muchas de esas edificaciones y también es patrimonio de la ciudad
y la misma declaratoria. (Ávila, comunicación personal, febrero 2015)
A medida que pasa el tiempo, a los getsemanisenses los han desplazado en todos los aspectos,
pero siempre han sabido convivir con las personas que llegan incluso de diferentes estratos
sociales. Muchos relacionan el barrio con artesanos, esclavos, negros, y es falso, porque incluso
anteriormente los extranjeros llegaban por la fiebre del oro, lo comercializaban y se lo llevaban
para España, y otros países como Cuba, República Dominicana y Estados Unidos.
Cartagena tiene una particularidad que es de todos y es de nadie, todo el mundo hace lo que
quiere, pero cartagenero es todo aquel que la habita. La ciudad está en ese estado y no habido
suficientes campañas para apoyar al cartagenero en su entorno, lo más importante en la
declaratoria de patrimonio es la gente, no solamente las grandes estructuras.
Getsemaní ha sido el único barrio en el Centro de Cartagena que a pesar de sufrir los
frecuentes problemas de la Gentrificación, sus habitantes se han interesado por establecer
políticas públicas que los proteja, comprobando así la hipótesis planteada al inicio del marco
teórico que determinaba los cambios más relevantes en el Centro Histórico y en Getsemaní,
desde los años noventa hasta la actualidad. Sin embargo, a lo largo de la investigación se
encontraron otras temas que muy pocos cartageneros conocen, a partir de los testimonios de los
residentes afectados. El propósito principal siempre ha sido respaldar la investigación para
demostrar de dónde venimos los cartageneros y cómo eran las cosas en la ciudad antes.
Adicionalmente, exponer que el Centro siempre ha estado vivo, con sus prácticas socioculturales
y sobretodo con la gente que es parte fundamental del patrimonio histórico.

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MEMORIAS HEROICAS

Cruz Villeros,

El dulce sabor de la experiencia

A sus 96 años, ella es la joya más valiosa del


Portal de los Dulces. Reconocida en Colombia y
en el exterior por sus delicias en el sector
turístico y comercial de Cartagena, ha
presenciado personajes de toda índole desde
artistas y músicos, hasta poderosos mandatarios.
Cruz Villeros recuerda la visita a Cartagena de
Bill Clinton, ex presidente de Estados Unidos,
como si hubiera sido ayer. Presenció el acto en
primera fila, así mismo recibió la invitación especial para entregarle en sus propias manos los
mejores dulces típicos de la ciudad. Conoció a semejante personalidad y lo describe como un
hombre amable, sencillo y caritativo. Clinton bailó música tradicional en la Plaza de Bolívar y en
la Plaza de la Aduana como si fuera un nativo más. Luego disfrutó de los manjares sin temor a
que estuvieran envenenados, tal vez por el origen del obsequio.
Cruz Villeros ha dedicado toda la vida a realizar los manjares más exquisitos del Portal. Al llegar
al lugar la miré de pies a cabeza, desde sus gestos al hablar, hasta sus manos temblorosas. Me
pregunté si podría conversar con ella sin problema o si se rehusaría a atender mi interés en su
historia. Me acerqué a los demás vendedores sin perderle la pista. Pregunté cuál era el puesto
más tradicional del portal. La respuesta fue unánime: el No. 10 „Dulces y Tintos: Cruz‟.

Mantiene intacta su memoria, colmada de gratos recuerdos de infancia y juventud, como cuando
debutó en el negocio antes de cumplir su primer lustro de vida. Con su hermana Andrea aprendió
el dulce arte culinario de elaborar productos artesanales típicos de la ciudad. Al comienzo su
habilidad tenía como destinatario exclusivo el paladar familiar, pero debido a la acogida de su
propuesta gastronómica obtuvo un sitio de privilegio ese sector específico del Centro Histórico.

Su avanzada edad no es una justificación para abandonar su puesto de trabajo y se rehúsa a


quedarse quieta en la casa. Todos los recuerdos de su juventud están enmarcados allí, ya que

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enviudó hace algunos años y nunca tuvo hijos. Por eso, se ha refugiado en las personas que la
rodean y que llegan todas las tardes a la plaza para adquirir alguna de sus delicias y hablar sobre
cualquier tema.

Utiliza vestidos cortos en tela fresca, estampados llamativos y flores de colores vivos que
resaltan su alegría. Sin embargo, lo que tiene de carismática lo tiene de terca y obstinada. Su
experiencia la lleva a pensar que se las sabe todas y que siempre tiene la razón. Conté con suerte
porque toda una tarde me atendió entre sonrisas y buen humor. Su temperamento fuerte la ha
ayudado a enfrentar las adversidades como no tener una familia que se preocupe por su bienestar.

Miles de visitantes han pasado por su estación y,


así como yo, se han interesado en conocer en
detalle su trabajo. Cruz Villeros está sentada,
juiciosa y atenta a quienes transitan por el lugar.
Cuida su espalda, de la que ya sufre dolores
constantes, con una almohada de grandes
dimensiones que la rebasa en tamaño. Con este
elemento lleno de plumas se siente tan cómoda
como si su cuerpo descansara en un trono. Su
piel ha sido víctima de los rayos solares, pecas y manchas en el rostro dan cuenta de ello. En su
lugar de trabajo parece recién bañada. Su pelo siempre está recogido y con maquillaje en polvo
alrededor de su cuello evita el sudor.

El perfume que utiliza es bastante fuerte, incluso lo alcanzo a percibir a varios metros de
distancia. En ese momento me invita a comprarle cualquier dulce para deleitar mi paladar. Me
decido por una cocada de arequipe con la que quedo saboreándome y con ganas de repetir. En
Cartagena, los dulces tienen algo mágico que hace que sus sabores nos transporten años atrás a
algún buen recuerdo. Por ejemplo, cuando era niño todas estas delicias de La Heroica me
encantaban aún más. De ahí que el dulce elaborado por esta experimentada mujer me hiciera
regresar en el tiempo con un solo mordisco.

Realiza gran esfuerzo para hablarme, sus venas en el cuello se van brotando mientras consolida
el discurso. Su relato me interesa cada vez más, pero al mismo tiempo me siento culpable del
sacrificio que está haciendo. No deja de observar el teléfono con el que la estoy grabando. Tiene

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problemas de visión, por lo que me mira hacia el lado izquierdo a través de sus gafas de gran
aumento. Antes podía leer el periódico y las revistas, y verse en televisión cuando le hacían
entrevistas sobre su trabajo en el Centro. Ahora depende por completo de Tomasa, su cuñada.

Desde hace 74 años, Tomasa Reyes ha sido fiel testigo de la pasión que siente Cruz Villeros por
su labor. En su compañía, llega todos los días a las 7:00 de la mañana, en un carro que las
transporta desde el sector de Madre Teresa de Calcuta, en el barrio de Villa Corelca. Tomasa es
una mujer humilde que gracias a Cruz, se enamoró de este oficio. Tiene aproximadamente 80
años, por eso usa vestido con cortes tradicionales de las mujeres de la costa Caribe. Nunca se
casó y en la actualidad se encarga de todo lo relacionado con el local.

Al igual que su maestra, ha recibido varias distinciones por parte del distrito gracias al trabajo
que han realizado en el lugar, considerándolas como parte fundamental del patrimonio cultural
de la ciudad. “Hacemos dulces de todas clase, y el toque especial se la ponemos nosotras. Eso es
lo que más le gusta a los cartageneros”, dice convencida.

Su pequeño espacio de trabajo está ubicado en la mitad


del Portal, lo que lo vuelve más llamativo y hace que
los transeúntes se interesen en él. Como en el fútbol, no
cualquiera tiene la capacidad de portar el peso del 10
pero a ella parece quedarle a la perfección ese número
en su local. Tiene pocos frascos, para proteger los
dulces del sol y el calor, así como bandejas grandes en
las que guarda aquellos que necesitan mayor
protección. Los implementos están bajo llave y son
resguardados por candados inmensos porque no hay
celadores. Es un lugar seguro, a pesar de estar ubicado
en una zona de gran afluencia turística alrededor de
bares y estancos, la gran ventaja es que siempre está
iluminado.

Dependiendo del tipo de dulce, Cruz Villeros puede tardarse un día completo en el proceso. En
su casa tiene un cuarto destinado solo para ollas y utensilios que le ayudan durante la
elaboración. Las cocadas de leche se preparan con coco rallado, en varios sabores. Las

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melcochas requieren de más tiempo, primero toca moler la panela, y luego dejarla refrescar. Los
más apetecidos son los muñequitos de arequipe, reconocidos en toda la ciudad sobretodo porque
llaman la atención de los niños; sin desconocer el impacto de los panderitos de yuca, los
cubanitos de coco, los caballitos y las bolas de tamarindo.

En abril estas mujeres aprovechan el boom del Festival del Dulce, por eso dejan a un lado lo que
las hace reconocidas y venden los más típicos a base de mango, guandú, guayaba y corozo. Los
cartageneros son quienes más compran, conocen su sazón y llegan a diario para degustar algunos
bocados típicos. Aseguran que se venden muy rápido, en una semana por ejemplo surten a sus
proveedores. Tomasa interrumpe, mientras Cruz continúa hablando. El volumen de su voz no me
deja escucharla con claridad, pero ella entiende a la perfección todo lo que pregunto sobre su
vida.

La especialidad de Cruz Villeros es la


„cariseca‟, de consecución exclusiva en el
Portal de los Dulces del Centro Histórico de
Cartagena. Es una especie de enyucado
esponjoso, hecho a base de maíz con los
mismos ingredientes. Los demás dulces los
llevan vendedores de diferentes poblaciones
del departamento, ya que les queda muy
difícil traerlos desde su casa. Durante el
tiempo de mi conversación con estas
artesanas del dulce, varios hombres se aproximaron al local buscando el sabor particular de las
carisecas.

Antes el Portal no era comercial, en el día lo visitaban trabajadores de toda clase. Era el lugar
preferido para que los lustrabotas desarrollaran su oficio, aunque también servía como
aparcadero para los coches tradicionales. Sin embargo, gracias al turismo se posicionó de tal
manera que sirvió para impulsar los negocios de los comerciantes. Hace unos años, el local de
Cruz Villeros era muy pequeño, no tenía carpa ni estantes para acomodar los implementos. Todo
le tocaba a plena luz del sol, y los alimentos caducaban por las condiciones climáticas.

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En la actualidad es un sitio organizado y de visita obligada cuando se piensa en Cartagena. En las
noches algunos visitantes confunden el rol del Portal y lo transforman en un baño público, así
que la primera tarea al día siguiente consiste en desinfectar los locales, un tema que les ha
ocasionado a los vendedores dolores de cabeza. Sin embargo, eso no ha sido un motivo para
abandonar el lugar. “Aquí nadie traslada a nadie, esto es una tradición” asegura Cruz. El valor
significativo radica en las prácticas que continúan vigentes para los cartageneros, turistas y los
vendedores, sus principales protagonistas.

Al caer la tarde, Cruz y Tomasa esperan a su conductor, quien se encarga de subir al carro a la
matrona del Portal porque no puede realizar ningún esfuerzo al movilizarse. Ella recuerda sus
épocas de juventud cuando arribaba sin ayuda a su lugar de trabajo con sus canastas llenas hasta
el tope. A pesar de que la jornada laboral ya acabó, Cruz Villeros quiere seguir activa. Se sirve
un tinto e intenta acomodar las bolsas y frascos sobre la mesa pero Tomasa se lo impide. La
regaña y le dice que descanse. Entonces cierra los ojos pero no se duerme porque está hecha de
un material resistente, del que ya no se elabora nada. Es una dama respetada por todos sus
compañeros en el lugar, no le tienen envidia porque saben que gracias a personas como ella se
han mantenido vigentes en este espacio, un pasillo que comunica la tradición con el sabor, los
colores y la alegría.

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Hernán Torres,

El lustrador ilustrado

Hernán Torres toma una revista del puesto que se


encuentra a escasos metros. La ojea con rapidez y se
queda en la página que más lo seduce. Repasa las
imágenes y lee por encima. Sin embargo, no descuida los
zapatos que pasan por el enfrente, especialmente los míos
que están llenos de polvo. Me le acerco con prudencia, le
pregunto si puedo hacerle una entrevista e
inmediatamente me ofrece el asiento.
Así me recibe en su reducido espacio de trabajo, una caja
de madera color amarilla que funciona como silla para
sus clientes. Se acomoda sobre su baúl de pinturas, que lo
hace ver pequeño. Primero saca el betún negro y un
cepillo grande, luego la panola que humedece en un
tarrito con agua para limpiar mi calzado, así comienza su
relato.
Es un hombre sencillo y eso lo manifiesta en su forma de vestir. Su estatura es promedio
colombiano aunque se ve más bajito debido a su contextura gruesa y a una barriga que da cuenta
de su buen apetito. Contrario a la nariz y las orejas pronunciadas, sus ojos son pequeños y en
ocasiones tiene la mirada triste por el recuerdo de un mal momento. Las arrugas en el rostro se
intensifican cuando sonríe y parece hacerle un guiño a su historia.
Por el color gris plata de sus canas en todo el cabello, su edad se pone en evidencia. Lleva un
pantalón vinotinto con algunos registros de las arduas horas de labor que ha permanecido
hincado a los pies de sus semejantes. Porta su argolla de matrimonio que no lo desampara nunca,
aunque pocas veces menciona a su esposa.
A diferencia de los otros lustrabotas del parque que utilizan camisa manga larga y pantalón
oscuro, él porta una camiseta amarilla a rayas y un sombrero negro, que lo protege del sol. Se le
nota la paciencia por la forma cómo tiene organizados sus elementos de trabajo. Todos están
acomodados de tal forma que le facilite la labor. Se desespera cuando no tiene clientes al frente,

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mientras que algunos de sus compañeros se la toman con calma y dejan pasar el tiempo con la
complicidad del sueño y el cigarrillo.
Su historia comienza en Chambacú, su barrio natal. A los 10 años empezó a trabajar limpiando
zapatos con su primera cajita de betunes, con pinturas de color negro y café, una panola y dos
cepillos: uno grande para botas todo terreno y otro delgado para zapatos delicados. Define el
trabajo como un hobbie, porque además de ser el medio de supervivencia, con él también tiene la
posibilidad de disfrutar de intensas charlas con quienes, sentados en su caja, se convierten en
confidentes pasajeros. El dinero obtenido en sus inicios lo invirtió en invitaciones a cine o lo
tradujo en prendas de vestir.
La humildad está en la forma cómo él se describe: un
hombre honesto que se ha ganado la vida gracias a su caja
de betunes. Dirige su mirada hacia mi zapato, pero a
medida que le voy preguntando levanta su cabeza para
responder. No se queda callado, solo hace algunas pausas
largas, y me dice que le gusta que la gente lo entreviste,
mucho más si se trata de universitarios. Hernán Torres
parece un joven al que no le han mermado las ganas de
vivir. Quiere mejorar su educación y es enfático cuando
habla de los problemas de su ciudad, sobre todo en el
manejo del espacio público en el Centro Histórico.
Su afán siempre ha sido el progreso, por eso durante el
tiempo de estudio mantuvo el interés por los libros y letras.
Una vez se ganó 38 libros en la Biblioteca de la Academia
de Historia, con el escritor cartagenero Donaldo Bossa
Herazo. Preocupado por la educación en su barrio, regaló
varios textos a los jóvenes más entusiastas. Torres tiene alma de docente y le gusta guiar a sus
vecinos por el sendero del buen manejo del idioma. Muchas veces los escucha decir „poro‟ en
lugar de „pero‟, y entonces les explica con paciencia y convicción que „poro‟ es algo que todos
tenemos en el cuerpo. Lo que nunca se ha permitido es hacerlos quedar mal delante de terceros.
Por eso, los ejemplos son personalizados y en su barrio valoran sus ganas de compartir con los
demás sus conocimientos.

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Mis zapatos cambian de color, de estar llenos de tierra, asumen un tono negro mucho más
brillante. Sigue embolándolos, pasa una y otra vez el cepillo para dejármelos impecables. Lo que
más me llama la atención de su relato, es la forma cómo recrea sus historias. “No me he creído
más que otras personas, tampoco me he inflado como muchos suelen hacer”. Utiliza la
terminología propia de los cartageneros y no hace ningún esfuerzo por disimular el acento.
Entre tanta gente que concurre a la plaza Santo Domingo, cuenta que una mañana se le acercó un
señor y le preguntó que si podía grabarlo. No le dice por dónde va a salir, ni cuál es el propósito,
sin embargo eso le hace sentir que su trabajo es gratificante. Coincidencialmente ese día tenía
traje blanco, desde la guayabera y el pantalón, hasta los zapatos. Lo que es poco común es que
un embolador que trabaja con pinturas de diferentes colores asuma el riesgo de mancharse pero
por eso despertó la curiosidad de la prensa. Lo filmaron lustrando durante varias horas y a pesar
de que no cobró, recibió una generosa propina de $ 50 mil pesos. A los pocos días supo que el
video había llegado hasta Discovery Channel, y desde entonces es común que los visitantes al
Centro Histórico de Cartagena pregunten: “¿y dónde está Hernán, el embolador de blanco?”. Él
nunca deja de sorprenderse por el impacto que tiene su oficio en los medios de comunicación.
Son muchas las anécdotas que este hombre de 68 años
tiene. Frente a la estatua del libertador Bolívar le
surgió el interés por el boxeo y el beisbol que practicó
hace varios años, locuras que se les ocurren a los
jóvenes, como él mismo asegura. En la práctica de esa
actividad física, conoció gente importante con la que
aún mantiene contacto y que le han aportado
conocimientos trascendentales. Sin embargo, ha
tenido que luchar contra el racismo que aún se vive en
la ciudad y más que eso, con la creencia de que por
ser un lustrabotas es un ignorante.
Eso le pasó en alguna oportunidad con una prima de
Luz Marina, su esposa. Una tarde la joven estudiaba
problemas de matemáticas junto a sus compañeras de
colegio. Él las encontró en el patio de su casa con un
tablero grande, cuadernos, libros y todos sus

59
implementos, junto a dos „profesores‟ recién graduados de bachillerato. Uno de ellos se postuló
con éxito en la facultad de Ingeniería Química en la Universidad de Cartagena, y por eso creían
que era experto en el tema.
Comenzaron con los problemas de regla de tres, y luego de varios minutos Hernán Torres se
percató de que había algo raro en el procedimiento, luego se dirigió a su habitación y le comentó
a su esposa lo que había visto. Ella llamó a su prima para explicarle mejor la situación. La joven,
tan pronto lo escuchó hablar, manifestó con desprecio que era imposible que un embolador de
zapatos supiera más que un joven universitario. A estas palabras, el lustrabotas respondió con un
silencio absoluto.
Las otras estudiantes alcanzaron a escuchar la explicación y le solicitaron ayuda a Torres. Él las
motivó a cambiar el procedimiento y recurrieron a la regla de tres simple: “invierte el segundo
término, y luego multiplica numerador entre numerador y denominador por denominador, el
resultado divídelo y te saldrá la respuesta”. Ellas quedaron asombradas por los términos
especializados que manejaba el lustrabotas.
A los pocos días, las jóvenes volvieron a la casa de Hernán Torres, angustiadas porque se
acercaba el examen final. Convocaron de nuevo su sabiduría matemática. La prima de Luz
Marina hizo caso omiso y conservó el procedimiento tal y como se lo había explicado el futuro
ingeniero químico. El resultado académico fue sencillo: 10 aclamado para quienes pasaron por el
aula sabia de Torres; y muchas lágrimas para la familiar política, quien finalmente perdió el
examen.
Detenemos la conversación, hablamos de ese tema. Con la voz entrecortarda y con el dolor que
demuestra en sus ojos responde de la siguiente forma: “El que sabe que es inferior es el sabio,
pero los inferiores son quienes se creen altos y están abajo, y el que está en lo alto es el que
siempre está a tu mismo nivel”.
Hernán Torres nació de siente meses porque su mamá sufrió de una apendicitis a la hora del
parto, duró un tiempo en incubadora en el Hospital de San Diego. Su educación le ha permitido
trabajar con la empresa promotora de turismo de Cartagena, y con la Notaria Tercera, gracias a
sus conocimientos de contaduría y lo poco que pudo estudiar en psicología. Por eso le gusta
interactuar con la gente y escucharlos, y eso lo pone en práctica en su trabajo.
Es gerente de su propia empresa, pero también es ayudante y se le mide a cualquier oficio que
resulte, a pesar de que el trabajo en ocasiones sea flexible, siempre trata de laborar diez horas

60
diarias. Como lustrabotas ha podido sacar adelante a sus tres hijos, y les ha inculcado valores
para que no se dejen llevar por el mal que muchas veces tienta a los jóvenes. Ha sido testigo del
repentino interés en los muchachos que deambulan por las calles y de la noche a la mañana se
vuelven „emboladores‟. Pero todo es un pretexto para conseguir dinero, gastarlo en drogas y
robar en las noches. “El verdadero embolador es el que hace el trabajo porque le gusta, además
de ganarse unos cuantos pesos, porque el sueldo no es el mejor.
Aparte de sentarse a limpiar zapatos, le gusta entablar conversaciones con empresarios y
servidores públicos de las oficinas administrativas contiguas a la plaza, que llegan todas las
mañanas al parque Bolívar. La competencia no es un tema que lo mortifique porque ha
demostrado que ya tiene sus clientes seleccionados, quienes cuando no lo encuentran prefieren
esperarlo antes de poner sus zapatos en manos desconocidas. El turismo en Cartagena siempre ha
estado presente y él da fe de ello, pero durante la época dura del narcotráfico se frenó el
comercio que llegaba de los barcos y por carretera.
La técnica que utiliza para dejar lo
zapatos brillantes está en pulirlos con
su panolita llena de manchas, por el
brillo que debe sacar. El trapito debe
estar humedecido con el betún y así
producir calor, lo enrolla en sus
dedos y comienza a pasarlo sobre la
pintura seca, hasta dejarme el
calzado como nuevo.
Hernán Torres termina de contarme las historias que se le vienen a la cabeza. Cierra el cajón con
los betunes y organiza minuciosamente cada cosa en su lugar, en un lado van los cepillos, en el
otro las pinturas y al lado las panolas. Se levanta del baúl y se sienta sobre la silla de madera en
el parque. Compra un tinto y se quita el sombrero para echarse fresco con él, observa a la gente
que transita por la plaza y vuelve a mirar a las personas de abajo hacia arriba para identificar
quién, así como yo, necesita embellecer sus zapatos.

61
Armando Franco
El cochero de paso fino
- ¡Arre!, ¡arre! Le grita Armando a
Freddy, su caballo, mientras agarra
firme las cuerdas que lo amarran. La
silla negra de su coche contrasta con
el color blanco del animal, que
evocan épocas de antaño. Sentado
sobre la parte más alta, se alista para
iniciar su primer viaje del día por las
calles antiguas del Centro Histórico
de Cartagena. Se acomoda el
corbatín negro, luego pasa su mano
derecha para arreglarse el poco cabello que le queda. A diferencia de otros cocheros que utilizan
sombrero, él no esconde las canas ni la calvicie. Su presentación personal es impecable, para él
su trabajo se convierte en un evento importante.
En la mano izquierda lleva el símbolo de estos dos amigos: un palo para acelerarlo a medida en
que el viento los guía. El constante roce de las cuerdas, es la evidencia de su relación entre amo y
animal, que le ha generado varios callos en sus manos. El animal relincha y comienza a galopar.
Tiene la mirada triste, como si su intuición le ratificara que le espera un recorrido de más de seis
horas por las calles coloniales.
El carruaje recién lavado espera los turistas. Su acolchado blanco vuelve el paseo más cómodo y
confortable, porque la idea es embarcarse en una aventura que no se encuentra en otra ciudad del
país. Armando no le roba el protagonismo a su compañero, ya que sabe que debe tenerlo de
aliado, sino ¿de qué viviría? Le causa dolor maltratarlo, aunque deba hacerlo. Pero cuando él se
baja del coche, le acaricia el cabello como si se tratara de su más preciada pertenencia. Parece
quererlo y no es arisco, como la mayoría que patean a sus dueños y a todo al que lo monte.
“Freddy es elegante, se porta bien y no es necesario gritarlo tanto”, afirma.
A las 5:00 de la tarde comienza su jornada, previamente ha memorizado ciertos datos de los
sitios más emblemáticos del Centro. Llega al parque de la Marina, cuando el sol se oculta, esa es
la señal para salir a trabajar. La mayoría de cocheros tienen que llegar temprano; sesenta son los

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afortunados, el resto de sus colegas debe parquear en Marbella, a unas cuadras del Centro
Histórico.
Tiene 62 años de los cuales 30 ha trabajado como cochero en La Heroica. No se avergüenza de
decirlo, al contrario le tiene un inmenso respeto a su profesión y trata de compartir ese
sentimiento con sus compañeros más jóvenes. En todo ese tiempo ha tenido la oportunidad de
codearse con el Jet Set. Ha paseado a importantes mandatarios como Hugo Chávez, Bill Clinton
y Fidel Castro, durante la Cumbre de Países No Alineados. Su carruaje ha sido el anfitrión de
varias celebridades, para mostrar la historia de Cartagena.
La televisión y la farándula siempre le han llamado la atención, por eso cada vez que graban una
producción en la ciudad, intenta darle relevancia a su actividad mostrándosela al mundo a través
de la pantalla chica. Además, es reconocido por varios directores del Festival Internacional de
Cine, que le han otorgado algunos papeles. Su último trabajo fue en el video El Bacalao de Julio
Iglesias, donde aparece en varias escenas con el cantante.
Es el más extrovertido y respetado dentro de su clan, a diferencia de los demás no duda en contar
sus experiencias. Habla con propiedad, critica la administración actual, especialmente por las
normas que les han impuesto y con las que se ha visto afectado. Conoce los acontecimientos
noticiosos más importantes de Colombia y del mundo porque siempre se ha interesado por la
lectura de los medios escritos, una rutina que repite todos los días después del desayuno.
A pesar de que las dinámicas del turismo han cambiado, ha luchado por mantenerse vigente con
el negocio en el que trabajado durante toda su vida. Al momento de comandar el recorrido es tan
cuidadoso que se lustra los zapatos. La camaradería es total y uno de los cocheros jóvenes le
ayuda a que su calzado brille de la mano de un betún negro y de un cepillo grande. Sin embargo,
la limpieza se efectúa de manera ágil porque tiene compromisos a las 6:00 p.m. con los
pasajeros. Para él, los servicios programados son citas impostergables.
Los fines de semana dedica horas enteras a arreglar su coche. ¡Y sí que es riguroso con el
mantenimiento! Él mismo baña al caballo, y en algunas ocasiones lo lleva hasta un lavadero
especial, en el que se encargan de pulirlo. Le arreglan el cabello y la cola, limpian sus cascos en
las patas, tal como si estuviera en un spa. No le gustan los malos olores que genera el caballo,
por tal razón utiliza trapos húmedos con desinfectante para evitar la incomodidad.

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Freddy está sediento, Armando saca un balde con
agua para complacerlo. A los pocos minutos anima
nuevamente al animal, pero este no reacciona y se
toma su tiempo. En el Hotel Santa Teresa, ya hay un
grupo aguardando por el coche. Marca la diferencia
interactuando activamente con los turistas, quienes
corresponden a su amabilidad con fotos y con
promesas de próximos viajes. Cuando oscurece, el
cochero enciende los faroles del carruaje. Uno a cada
lado y con esa atmósfera a media luz, sus visitantes se
sienten en la época de la colonia.
Los cartageneros también aprecian su trabajo, ha
cosechado grandes amistades en los lugares que
frecuenta. Recuerda la Plaza de los Coches como
escenario ideal para el gremio al que pertenece. Cuando los turistas se multiplican el acceso al
Corralito de piedra es restringido. A raíz de eso, los servicios han disminuido. Se muestra
indignado, porque sabe que por más que quiera promover los coches en Cartagena, la decisión no
está en sus manos. “Este fue el primer sistema de transporte en la ciudad, un patrimonio que ha
estado prácticamente desde su fundación”, argumenta.
Debido a las políticas implementadas por el distrito, ahora solo se les permite transitar en ciertos
sectores dentro del Centro Histórico. Desde hace algún tiempo, los policías y el tránsito de la
ciudad se han puesto en su contra, los sacan a la fuerza y no los dejan trabajar. Junio y julio son
las épocas en las que su oficio se activa más. El fenómeno se da por las excursiones y los eventos
especiales que escogen a Cartagena como su escenario perfecto. “Anteriormente el trabajo iba
hasta la media noche, hoy en día a las 11:05 pm, nos están sacando” comenta.
Prefiere viajes cortos, la duración ideal para él está entre 15 y 20 minutos, así tiene la posibilidad
de realizar varios recorridos durante la noche. Se toma un descanso, aunque su amigo de cuatro
patas y mil batallas no pueda hacer lo mismo y debe esperar para retomar su libertad. Armando
Franco saca un pañuelo blanco de su bolsillo trasero para pasarlo por su frente, se limpia el
cuello con la loción que aún está impregnada en la prenda. Aún no ha terminado la jornada
laboral, comienzan a caer unas cuantas gotas de lluvia. Sin embargo, está preparado para los

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cambios del clima, por eso saca un paraguas, ya que es de los pocos cocheros que no tiene
cobertura. Después de tantas horas que hizo para limpiar su coche, no puede permitir que se
borre su esfuerzo de toda una tarde. El uniforme que lleva debe mantenerse intacto, para no
desentonar con la buena imagen de su carruaje.

Angelina Casiani,
La palenquera de la corona de frutas

Angelina se prepara para la entrevista. Saca el labial


de su amplia falda y se pregunta ¿dónde está mi
espejo? tarda unos segundos buscándolo, tantea sus
bolsillos con insistencia hasta que lo encuentra. Abre
el espejo cuidadosamente, se mira en él, seca el sudor
de su frente con la parte roja de la falda. Se retoca el
rostro con los polvos compactos, mojando la esponja
del maquillaje con algunas gotas de sudor. Pinta sus
labios de rojo fuerte, saca pecho, demostrando que es
una mujer vanidosa y se vuelve a pasar una vez más
el labial resaltando sus pronunciados labios.

Acomoda el espacio en el que se encuentran sus


frutas, tres sillas plásticas de colores azul, rojo y
beige, que cargan grandes poncheras con jugosos
nísperos y mangos verdes que parecen recién bajados del árbol; bananos más amarillos que el
sol, y patillas finamente cortadas para una mezcla exótica de sabores. Durante 15 años, su puesto
de trabajo se ha mantenido vigente en esa imponente plaza del centro de la ciudad, aunque más
de un habitante la identifica por el derroche de su infantería que le alcanza para visitar algunas
calles en Cartagena de Indias.
En ese momento se le acerca una turista en compañía de su hijo para preguntarle con cierta
prudencia si puede tomarse una foto junto al pequeño. Se levanta de su silla, enrolla la pañoleta
tricolor con la que viste su cabeza y se protege de los cuatro kilos que debe soportar su mente.
Toma firmemente la ponchera hasta equilibrarla y luego la llena con varios gajos de banano. Se
nota el esfuerzo que tiene que hacer para subirla, sin embargo saca una gran sonrisa, simulando

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el dolor en su pierna, pues camina con cierta dificultad. Se toma varias fotos y no abandona su
expresión de felicidad. Con una mano levanta a una niña de meses que se siente plácida con ella,
mientras que con la otra se agarra la falda. Así posa para la foto.
Se vuelve a sentar y corta con habilidad el mango cuidándose de no contaminar la fruta con las
partes de su cuerpo que han estado en contacto con el dinero obtenido durante las ventas del día.
La mayoría de los mangos están maduros y normalmente la gente los prefiere biches, así que las
ganancias por ese lado han sido discretas. Saca el monedero que guarda en el delantal, para dar
vueltas a un cliente y luego lo asegura en el brasier, costumbre tradicional en las mujeres del
Caribe.
Angie, como le dicen sus compañeros, comenzó a vender frutas cuando tenía 20 años en su natal
San Basilio de Palenque- Mahates, a unos 60 kilómetros de Cartagena. Ahora, algunas décadas
después, le gusta combinar sus trajes coloridos con aretes grandes, al igual que con un collar en
pequeñas bolitas elaborado por artesanos. Lo más llamativo de sus prendas son las costuras en
los hombros, por la forma ondulada que reproduce la bandera de Colombia, diferentes a los
demás vestidos de las palenqueras en la plaza.
En los bolsillos del traje guarda varias monedas y billetes,
incluso tiene suficiente espacio para asegurar otros
implementos como el maquillaje, el celular y la cartera. Las
pulseras tampoco desentonan en su atuendo, lleva tres de
estas en cada mano y lo único que le falta para completar
son las uñas que las tiene de color negro y bastante
desgastadas. Prefiere comodidad, por eso lleva sus zapatos
de combate: unas trespuntá doradas, que le sirven para
caminar el centro y evitar el cansancio, sin ningún tipo de
tacón o plataforma como suelen utilizar las mujeres
cartageneras.
Angelina Casiani se acomoda bajo la sombra de los árboles
en el parte central del parque Bolívar. A pesar de que el sol
no esté fuerte, prefiere sentarse a trabajar y al mismo tiempo disfrutar de la brisa cartagenera. Sus
rasgos afrocolombianos a la vista, sobre todo su nariz pronunciada y sus labios carnudos, que

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pinta en diferentes tonos. Es una mujer de contextura gruesa da la impresión de poder cargar
todas las poncheras de frutas. Ella es imponente por sus brazos y sus caderas grandes.
Le hacen falta dos dientes en la parte delantera para tener el diseño perfecto. Sin embargo, eso no
es impedimento para que saque su mejor sonrisa en las fotografías que le toman los visitantes.
Sus manos se ven resecas y desgastadas, con varios cayos en sus dedos debido a su trabajo con
las frutas, pero continúa cortando mangos, poniéndolos en vasos pequeños y acomodándolos en
las sillas.
Los vendedores están asombrados porque a la plaza de Bolívar parece que no le cabe un turista
más y eso que es Jueves Santo. Una joven saca una grabadora y llama la atención de las personas
que se encuentran en las bancas del lugar. Un grupo de cuatro bailarines deleita al público con un
estilo de arte urbano que incluye ritmos como champeta, salsa y merengue. Angelina mira el
espectáculo desde lejos, moviendo sutilmente los hombros con ganas de levantarse a bailar, pero
no descuida su puesto de trabajo.
La picardía que le imprime a su relato es un sello. Resalta su humor negro que utiliza en sus
frases y dichos, haciendo reír a quienes la rodean. “Verdad que el plátano maduro quiere llegar a
verde”, le dice a una mujer que pasa cerca, coqueteándole a un vendedor de agua, insinuando
doble sentido por la forma como saca el pecho y camina sensualmente. El hombre le chifla, y
ambos se ríen demostrándole a Angelina, que tiene la razón. Su hablado palenquero representa
identidad, sabor, una cultura llena de historia y tradiciones que nunca se perderán a pesar de que
los tiempos cambien las ciudades y sus prácticas.
Ha trabajado en el Portal de los Dulces, aunque
exista gran competencia allí por la variedad de
sabores cartageneros que emergen en él. En
ocasiones frecuenta la plaza de San Pedro, donde
espera las excursiones y la cantidad de turistas.
Aprovecha y se sienta sobre las escaleras que dan
paso a la iglesia de San Pedro. Conversa con
algunos y espera a que se le acerquen los
extranjeros. Además visita el barrio popular El
Socorro, con pequeñas porcelanas que llena de
aguacates, con los que puede trabajar los domingos o días festivos.

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Los turistas la observan, desde lejos le toman fotos de manera disimulada. Sin embargo, ella se
percata de su presencia y les dice que se acerquen sin miedo para que le salga la foto mejor y de
paso le compren alguna fruta. Eso parece asustarlos, sobre todo a los estadounidenses que dejan
de tomarle fotografías y continúan con su recorrido por el centro.
En su relato cuenta todo el proceso que le implicó llegar desde su pueblo natal hasta Cartagena.
En un principio ella veía que en Palenque la mayoría de mujeres se dedicaban a vender frutas,
aguacates, limones y todo lo que encontraban. Se le acerca un señor canoso muy elegante en
guayabera blanca, que la abraza efusivamente. Angelina lo saluda con su término preferido
„caserito‟, “¿cómo está amigo mío, para dónde va tan elegante?”, el hombre le responde: “para
una reunión en compañía de una mujer”. Angelina se presenta y le dice que espera volver a
verlos.
Llega al capítulo más duro de su vida, dirige su mirada hacia los lados. Se nota la tristeza en sus
ojos y en la forma cómo narra los hechos. Con un nudo en la garganta, cuenta cuándo dejó de
estudiar, por qué sus padres dejaron de hablarle y cuál fue la razón por la que la echaron de la
casa. Respira profundo y continúa.
De su vida personal cuenta que se casó con un palenquero, que la persiguió durante varios años.
Producto de ese matrimonio nacieron sus cuatro hijos, y hoy es abuela. El hijo mayor le ha dado
cuatro nietos, y se desvive por ellos. En el poco tiempo libre que le queda, los baña, arregla,
prepara comida y hasta juega con ellos. Por eso le gusta tanto interactuar con los niños y
cargarlos cuando le pidan fotos. Nunca se niega a pesar de sus extensas jornadas de labores.
Angelina vive de lo que le compran los extranjeros, por eso asegura que el turismo es lo más
importante en una ciudad como Cartagena de Indias. A diario lleva suficiente fruta, aunque las
ventas no han estado buenas. No obstante, en temporadas como diciembre, cuando llegan los
visitantes a la ciudad le toca hacer dos viajes desde el barrio Pablo VI, donde vive desde hace 10
años con toda su familia. “Los alemanes son hueso, mientras que los gringos si compran
ensaladas a la lata, sobretodo mango y el banano” asegura. Por razones como éstas, las
palenqueras utilizan la técnica de la foto para que los turistas les compren. Eso llama la atención
de la gente en el fascinante Centro Histórico, sobre todo cuando con una cámara son capaces de
registrar un escenario como la plaza y un producto con la fruta cuidada por esta palenquera.
“Acérquense que aquí les tengo una ensaladita de fruta para que disfruten del paseo
cartagenero”, les dice a quienes pasan cerca, esperando ganarse algo. A pesar de que hay mucha

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gente en el centro urbano, muy pocos le compran la fruta, ya que prefieren refrescarse con
bebidas frías o el agua e‟coco. Dos extranjeras se aproximan y le preguntan el precio de un
mango, Angelina le responde $3.000, la mujer lo piensa, trata de convertir el monto a dólares
intentando establecer sí está caro. Le cancelan el valor solicitado y ella saca el cambio de sus
bolsillos. El sonido de las monedas es la banda sonora del instante.
La problemática de las palenqueras hoy en día tiene que ver con que se están extinguiendo. Se
nota su ausencia en las calles de la ciudad, una tradición cultural de muchos años atrás para los
cartageneros por el sabor que emiten estas mujeres. Sumado a esto no les dan un espacio
adecuado por lo que tienen que deambular por las calles, y muchas veces no solo ellas sino otros
vendedores son exiliados de las plazas y calles del centro de Cartagena.
Angelina se levanta de su silla roja para
exhibir sus frutas. Primero agarra un
recipiente pequeño, lo sube a la cabeza y
comienza a mover sus caderas de lado a
lado, con ese tumbao que la caracteriza, y
escuchando la música que bailaban los
jóvenes en la estatua del libertador Simón
Bolívar. Camina como si estuviera en el
Reinado Nacional de la Belleza y
Raimundo Ángulo la estuviera viendo desde su oficina a muy pocos metros de la plaza. Por
ahora, está convencida de que es la beldad de la fruta fresca y sabe que no hay mejor corona que
su ponchera.

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El Mimo Yen,

Imitador silencioso pero llamativo

A las 7:00 de la noche comienza el show del Mimo Yen. Con


un silbido hace que los turistas que transitan por la plaza
Santo Domingo volteen a mirar. Ese particular sonido es un
campanazo, como el tercer llamado en un escenario
tradicional para avisar que el espectáculo está por empezar.
Cuando eso pasa, la gente observa detalladamente su
actuación, incluso los policías descuidan sus funciones y se
suman al público, a ese círculo humano alimentado por la
curiosidad. Los visitantes de diferentes partes del país y
algunos extranjeros son sus principales espectadores y, al
mismo tiempo, sus víctimas predilectas.
La vestimenta que lleva no es la típica del mimo. Su atuendo
incluye una camiseta fucsia combinada con colores fuertes y
estampados llamativos. El traje se complementa con un
pantalón blanco de sudadera, con el que parece haber desarrollado una exigente rutina de
ejercicios físicos. En su rostro reina el blanco y enfatiza las cejas, que se levantan de manera casi
automática cuando realiza expresiones exageradas. Sus ojos desaparecen al momento de la
sonrisa y por eso los hace notar con retoques intencionales. No pinta su boca, aunque tiene varios
parches del maquillaje corrido, producto de los movimientos durante su intervención masiva.
Otro aspecto llamativo del Mimo Yen son las pelucas. Unas largas, otras crespas y algunas lisas
perfeccionan el arsenal artístico del personaje. Él controla el tiempo exacto para no aburrir a las
personas en el show, por eso tiene la técnica para cambiarse los pelos postizos con rapidez de
acuerdo con las características del imitado. Para las mujeres emplea las pelucas largas, mientras
que para los hombres prefiere los cabellos oscuros.
La peluca más recurrente tiene varias funciones encima y ya se le notan los años. Con trenzas de
color amarillo que parecen pegadas con goma, imita a las mujeres estilizadas. Esa es la que más
lo identifica porque las demás las cambia inmediatamente. También tiene un sombrero tipo boina
con el que da inicio a la presentación y se despide al final, tal vez como símbolo de formalidad.

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A pesar de que su bolso es pequeño, en él es capaz de cargar de todo. El rol de este objeto es
similar al de una de esas bolsas gigantes de las películas de fantasía de cuyo interior los
personajes sacan y sacan cosas. En él alcanza a albergar su maquillaje blanco y negro
principalmente, gafas temáticas de colores para imitar a las personas, las diferentes pelucas que
en ocasiones guarda en sus bolsillos traseros, por la falta de espacio y, como si fuera poco, su
sombrero favorito.
Los gestos durante sus interpretaciones son impresionantes. A veces llora, casi siempre ríe,
aunque también sufre o pone cara de amargado. En algunas ocasiones ni él mismo puede
aguantar la risa, por eso voltea la cara, sin dejar de analizar a quien está ofreciendo
involuntariamente elementos para ser el protagonista de la siguiente caricatura humana.
Detrás de este personaje está Luis Enrique Moreno, un hombre de contextura delgada que lleva
interiorizando el oficio 23 años, mucho más de la mitad de su vida. Su nombre artístico es El
Mimo Yen y su pasaporte constata que también ha caminado detrás de sus víctimas en Perú,
Ecuador y Venezuela. Yen es una moneda, un billete, y él siente que la gente lo valora como una
joya porque no solo aplauden su trabajo sino que también lo reconocen sus habilidades como
artista urbano.
Moreno escogió al mimo como personaje principal gracias a un compañero, que se dio cuenta de
su potencial histriónico y su facilidad para conectarse con los demás. Su personalidad le ha dado
para imitar desde un niño, un adolescente hasta un señor de la tercera edad, aunque estos se
asusten o molesten ante su presencia. Es un ser humano alegre, espontáneo y de buen humor que
se burla hasta de él mismo, lo que le ha servido para conservar su trabajo por la forma
descomplicada en la que asume la cotidianidad.
Su primera víctima en medio de la plaza Santo Domingo es una mujer madura, que camina con
un estilo bastante particular; mueve sus caderas sensualmente, como si estuviera coqueteándole a
alguien, sin importar que lleve una falda larga y la brisa pueda levantarla. El Mimo Yen la
observa de pies a cabeza y se le va detrás. Copia sus movimientos, exalta los ojos y la boca,
mientras la señala con el dedo pulgar para que el público la identifique. Se pone la mano en la
cintura, saca pecho y exagera la cola tratando de convertirse en un clon de ella. Luego la mujer
se voltea para adivinar cuál es la razón de tanta hilaridad colectiva sin percatarse de su
protagonismo. Tan pronto se entera de su exhibición, responde con una sonrisa y se aleja.

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Como si no fuera suficiente con él, aparece otro mimo en la plaza, la diferencia es que este sí
está vestido todo de negro, con la cara pintada de blanco, y unas lágrimas azules, lo que despierta
la curiosidad de la gente. Ambos realizan un show improvisado y comienzan a saltar, saludan a
las personas, algunos se ríen, a otros no les gusta. Al poco tiempo, este cómplice y colega
espontáneo sabe que no está en su lugar y desaparece en el horizonte después de unos segundos.
El Mimo Yen le da una vuelta a plaza, pero siempre mirando al público. Las caras de los
espectadores cambian constantemente. A veces no pueden contener la risa ocasionada por los
gestos del artista, y a veces muestran temor por su cercanía, porque los conduzca hasta el círculo
humano en alguna de las plazas y los imite.
De repente pasa un hombre con un bronceado especial. Lleva una camiseta tipo esqueleto,
bermuda roja y chanclas para clima caliente. A pesar de que ya es de noche, usa sombrero, lo que
permite calificarlo como turista del interior del país. El señor camina con la barriga hacia delante
intentando transportar los litros de cerveza consumidos durante el día. Abre las piernas como
ganso y por sus características es una víctima potencial del Mimo Yen. Solo hasta el final se da
cuenta de lo sucedido y aunque no sonríe, aprueba la labor del artista con un choque de manos.
Nuevamente se cambia de sombrero, comienza a chiflar, y se desplaza hasta donde está un
hombre con los brazos cruzados, en una postura relajada por el cansancio. Imita su cara a la
perfección como si tuviera en la boca el sabor de un limón amargo, luego le toca el hombro por
el lado izquierdo y sale corriendo por el derecho, respondiendo a esos impulsos repentinos que a
veces le dan.
Luis Enrique Moreno saca unos lentes grandes de color verde que lleva en su bolso, mira a un
señor calvo que pasa por una esquina de la plaza. El mimo camina simulando pasos cortos.
Incluso recurre a un manos libres tal como el que tiene en su poder el imitado. Los espectadores
se dispersan. Ya no hay tantas personas como al principio del espectáculo, tal vez porque lleva
varios minutos imitando.
Los turistas y los cartageneros le tienen afecto a su trabajo por los sentimientos y la forma cómo
se expresa. Él crea una idea diferente de la gente y los hace olvidar la rutina del trabajo, lo que
también da buenos resultados monetarios. No recibe malos gestos ni carterazos, aunque asegura
que no todos los espectadores tienen buen humor. Algunos se asustan y a veces le dan palmadas
por equivocación. Lo ignoran o lo miran mal, pero sabe cómo manejar ese tipo de situaciones y
su arma letal es esa sonrisa que le cambia el mal genio a cualquier transeúnte.

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Él le ha aportado su arte urbano al Centro Histórico, como una cultura tradicional que se ha
mantenido. A lo largo de los años, este tipo de personajes como el Mimo Yen se han establecido
en las mágicas calles de la ciudad, rebuscándose el sustento de la única forma en que lo saben
hacer: imitando desde los gestos, el caminado de las personas, hasta el movimiento de las manos;
una ejecución artística a la altura de los grandes. Su permanencia en la Heroica se debe a las
ganancias de un trabajo que no encuentra en ninguna otra ciudad.
La gente identifica al Mimo Yen y algunos saben su nombre por los videos que aparecen en
Youtube. Vive en Bogotá, pero visita constantemente la ciudad durante temporadas altas como
noviembre por las fiestas, y enero por las vacaciones. Además le interesa la escritura y en un
futuro no descarta la posibilidad de hacer algo en teatro, o incluso en la televisión. Sueña con
ganar más reconocimiento nacional y que más gente lo reconozca.
Respecto a los extranjeros, Luis Enrique Moreno asegura que le ha ido muy bien, aunque ha
tenido algunos casos que se han convertido en verdaderos retos profesionales, sobre todo cuando
se produce el cruce de culturas. En otros países, la gente no está acostumbrada a estas
manifestaciones que pueden originar malas interpretaciones. Cuando le ocurre algo similar, él ya
sabe cómo debe actuar y tiene claro que el espectáculo debe continuar, así sea en otra parte.
La competencia es permanente pero solo le preocupa cuando el otro lo rebasa en calidad. Por esa
razón el otro mimo que llegó a la plaza duró pocos minutos. La presencia de músicos y
guitarristas no lo opacan, cada quien tiene su espacio y saben a qué atenerse. Ellos están atentos
a las parejas de turistas que se encuentran en una velada romántica, que esperan una canción bajo
la luna de Cartagena.
Termina su presentación y lanza el
último sonido. Se quita el sombrero en
medio de la plaza, hace una venia y
está listo para recibir el pago por su
acto. En ese momento la gente tienta
sus bolsillos, y aunque algunos se
esquivan y se alejan, él obtiene buenas
propinas. Se dirige a los que están
sentados en las sillas de los
restaurantes de la plaza, y comienzan a

73
pedirle fotos, sobretodo a las familias con niños. Les agradece con una sonrisa o asustándolos de
forma jocosa.
Tan pronto se desocupa la plaza, llega un grupo de bailarines callejeros de música urbana. El
rostro de Luis Enrique Moreno es de satisfacción total, se le nota cuando las personas le
retribuyen ya sea con dinero o haciéndole un gesto de agrado. Acomoda sus cosas, guarda sus
pelucas y el sombrero en su pequeño bolso y descansa por unos minutos. Su maquillaje blanco se
corre por las gotas de sudor. Siente que necesita un descanso y un tiempo prudencial para el
retoque de pintura porque otra presentación maratónica está a punto de comenzar.

Miguel Ángel Olaya

Una pieza extinta de colección

“Cuando termine este collar, capaz ya me he extinto, seré una pieza para el futuro,” asegura con
una risa burlesca.
Miguel Ángel Olaya transita como un turista más por
las calles de Cartagena. Su estilo de vida es relajado y
no se preocupa por saber qué le tiene preparado el
destino. Él disfruta cada momento y tiene muy claras
sus prioridades: familia y trabajo. No le inquieta la
presentación personal, por eso utiliza abarcas
cómodas para evitar el cansancio de su larga jornada.
Los Taironas son sus padres, por eso les rinde
homenaje a través de la utilización de trajes largos,
anchos y frescos. No se queja por las altas
temperaturas de la ciudad, más bien soluciona el calor
buscando lugares sombreados y en los que corra libre
la brisa que le hace mover el cabello largo y rizado.
Aunque haya nacido en el interior del país su tono de piel se ha oscurecido, ya que lleva varios
años en la costa Caribe.
Para él los artesanos están en vía de extinción. Los collares, anillos, pulseras y cadenas que crea
a diario, están inspirados en culturas como la Azteca y la Tairona, con elementos en plata y

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bronce que resaltan el valor de la vida. Le llama la atención investigar esas técnicas. Por medio
de la joyería, rescata el arte que se ha perdido desde la conquista, volviendo a aplicar las ideas de
los ancestros. Por eso su fuente principal son los museos donde observa las muestras artísticas, y
así comienza a transformar un simple alambre en collar vistoso adornado por piedras preciosas.
Su amor por las artes tradicionales de Colombia lo conduce a tenerle pavor a la denominada
“Invasión China”.
Ha pasado 20 años entre pinzas, piedras y artesanías. Miguel Ángel Olaya ingresó a la
universidad para estudiar Ingeniería Industrial, pero luego de algunos semestres, la abandonó. En
esta forma de ganarse la vida encontró la tranquilidad y la libertad que no tenía en otros trabajos.
La idea le surgió gracias a los mismos artesanos que observaba en las calles, y así se llenó de
valor para decirles a sus padres lo que realmente quería hacer. En el arte obtuvo autonomía,
tiempo para su familia y la posibilidad de alejarse de las rutinas laborales. “Lo más caro en la
vida es el tiempo, tener control sobre él es costoso, la gente puede ganarse lo que quiera, pero
¿qué tanto controla su tiempo?” asegura con precisión.
Él mismo es el modelo de su trabajo, utiliza sus productos. Es fiel creyente de la religión
católica, en ambas manos lleva varias manillas que realizó hace algún tiempo, así como su
escapulario que nunca lo desampara. En su maletín personal carga sus implementos, un termo
con agua y su portacomida para el almuerzo. La caja está llena de alambres, nylon, piedras, y
semillas. Cuando se desocupa saca alguno de estos para encontrar esa idea que se le viene a la
cabeza. Según él, sus artesanías son subjetivas, como algunos les gusten a otros les disgustan.
El trabajo le genera grandes beneficios, como la oportunidad de conocer ciudades de toda
Sudamérica. Con una simple mochila llena de sueños que aún están por cumplirse, se ha
aventurado a exhibir su ingenio en otros parajes. Ha visitado lugares desde la Guajira hasta
Buenos Aires, Argentina, y de esa forma ha conocido distintas culturas para representarlas en sus
trabajos con artesanías. Espacios de exposición y ferias artesanales en la Plaza Francia y San
Telmo, en Buenos Aires, donde se reúnen jóvenes de Latinoamérica que llegan con la ilusión de
dar a conocer sus productos.
Lleva cinco años de relación sentimental con su esposa que también es artesana. La conoció en
uno de sus tantos viajes y se fueron a vivir a Cartagena. Se dividen el trabajo de tal manera que
estén en lugares diferentes. El puesto de Miguel Ángel ocupa gran espacio sobre la acera que
conduce hacia la calle Santo Domingo. Collares en diferentes colores, piedras, y atrapa sueños

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están dispuestos sobre una alfombra negra que los protege de rayones y descuidos. Su mochila de
color amarillo tiene detalles de sus dioses inspiradores, no la suelta para nada, por el valor
simbólico que le representa. La bicicleta es una gran aliada para su trabajo, le sirve para
movilizarse por todo el Centro Histórico, así como mostrador para algunos productos que le
ofrece al público.
Se muestra preocupado, está atento a que no se le aparezcan los policías fantasmas. Durante sus
años de ejercicio ha tenido incidentes con las personas que custodian el espacio público de La
Heroica y le ha tocado salir corriendo con los objetos que le caben en las manos, defenderse con
sus pinzas porque los golpean, perdiendo una producción entera de meses. Pero todo está
asociado con la administración distrital, que en los últimos años los ha perjudicado, no
encuentran espacios apropiados para ellos. “No puede ser que se apoye más al comercio foráneo
que al verdadero productor, siento que me roban en mi casa”, argumenta Olaya con desilusión.
Miguel Ángel agarra una piedra de color gris, que brilla con la luz del sol. La limpia por varios
segundos con un pañuelo blanco, luego comienza a tallarla con sus pinzas para hacer un collar.
Empieza agarrando un alambre largo, mide con exactitud el pedazo que debe utilizar para no
malgastarlo para sus futuros trabajos. Entre bromas y charlas, no se desconcentra, tiene muy
claro lo que quiere hacer. Se muestra dudoso para escoger la pieza que más combine con su
nueva creación. A pesar de que la mayoría de collares son parecidos, tienen la misma línea
creativa de diseño, el adorno es lo que los diferencia. Por ejemplo utiliza elementos de animales
como el jaguar, el gato y el tigre, para imitarlos en sus trabajos.
Se suelta el cabello largo, y luego de unos minutos vuelve a amarrarlo, parece que el calor de la
ciudad comienza a molestarlo. No puede quedarse quieto, camina alrededor de la alfombra donde
tiene sus productos. Cuando suelta el collar, lo pone en un lugar estratégico sobre su alfombra,
para que resalte ante los demás. Posteriormente, me pregunta cuál es la letra que más me gusta.
Le respondo tal vez la J, la inicial de mi nombre. Saca más alambre y me dice que me hará un
detalle: un separador de páginas, por ser periodista y seguidor de las letras. Se demora menos de
5 minutos, sabe como manipular las pinzas a la perfección y no incurre en errores que puedan
atrasarlo, o cortarse algún dedo.
Su empresa, como él mismo denomina su oficio, se mueve gracias al turismo, el nacional
difícilmente valora tanto el trabajo como el extranjero. Se ha ganado uno que otro insulto
gratuito porque los posibles compradores que consideran exagerados los montos asignados a sus

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productos. Su especialidad es la técnica y resalta su arte con iconografías, pinturas y variaciones
para aplicarlos con soldaduras y fuegos. Gracias a esto, surgen espirales y colmillos en diferentes
formas, hechos con semillas resistentes. En su estación de trabajo también resaltan las mochilas
guayu en colores fuertes como naranja, azul, amarillo y rojo, que también llaman la atención de
los transeúntes del lugar. Casi nunca se auto promociona, como lo hacen otros comerciantes
aledaños a la plaza, para garantizar un buen día de trabajo, simplemente organiza bien los
productos sobre la alfombra, y estos se venden por si solos.
Aprovecha la destreza que tiene en sus manos para
tejer manillas de diferentes colores. Utiliza hilos para
crear collares que se complementan con semillas. Este
proceso de elaboración para Miguel Ángel es un poco
más complicado porque a veces debe comenzar en su
casa, pero terminar en su puesto de trabajo, lo que no
le gusta porque se descuida de sus principales labores.
Continúa hablando, pero jamás suelta pinzas porque
sabe que en el algún momento puede llegar ese
comprador que se interese por su obra artística. Su
mayor preocupación es que en unos años su trabajo se
acabe por completo, lo único que le da aliento para
continuar es que la gente valore sus piezas artísticas.
En unos meses planea retomar sus viajes, esta vez le gustaría volver a Perú, porque es un país
histórico como el nuestro. A la gente le llama mucho la atención todo lo que tiene que ver con las
artesanías que allá particularmente no se encuentran. Tiene claro que en Cartagena difícilmente
se pueda quedar, porque como el asegura: “esta es una ciudad donde se ve claramente la línea
entre los ricos y los pobres, a pesar de las grandes entradas y ganancias”.
Termina el collar, y lo muestra orgulloso. Lo agarra con cuidado, para él todas su creaciones son
obras de arte. Cada pieza tiene un significado importante y una razón. Se da cuenta que le faltan
varios años para extinguirse, por ahora deberá conservar sus ideas en sus artículos.

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CONCLUSIONES

De acuerdo con los resultados obtenidos en una extensa investigación sobre los cambios del
Centro Histórico de Cartagena, se pudo concluir que las principales modificaciones se deben al
creciente aumento del turismo en los últimos años. El entorno de la ciudad, sus mágicas plazas,
calles e imponentes estructuras han motivado la generación de nuevos espacios asociados al
comercio, y de esta forma beneficiar la economía de la ciudad, pero afectando a la comunidad.
Respecto a la hipótesis planteada al inicio del trabajo, sobre el nuevo ritmo de vida que han
tenido que adaptar los cartageneros, por influencias de tipo turísticas, económicas y comerciales,
se pudo comprobar que el desplazamiento de los habitantes del Centro hacia otros sectores de la
ciudad, se debe a la valorización de sus casas, el aumento de los servicios y al ruido que generan
las discotecas, bares y locales dedicados al comercio. El antiguo barrio residencial y tranquilo
quedó en el pasado.
Las dinámicas que se viven en la actualidad en el Centro Histórico también han cambiado. A
partir del testimonio de los habitantes tradicionales se pudo establecer que antes los lazos entre
vecinos eran mucho más sólidos. La imagen clásica en los barrios estaba determinada por
pobladores sentados a las afueras de sus hogares compartiendo horas enteras durante la tarde.
Todos se conocían, a diferencia de lo que se vive hoy en día en las calles, con los jóvenes
extranjeros que llegan a la ciudad para divertirse.
El turismo en Cartagena de Indias siempre ha existido, mucho más en el Centro Histórico. Sin
embargo, en los últimos años el costo de la vida se ha incrementado de manera considerable en
este lugar. Según esto, se logró establecer que un nativo difícilmente puede habitar en la parte
colonial de la ciudad, ya que no pueden adquirir las casas antiguas. Generalmente los dueños de
estas propiedades, no viven en la capital del departamento de Bolívar y solamente las visitan
durante temporadas, un factor determinante para los cartageneros que no tienen compañía a sus
alrededores.
Otra de las variables tiene que ver con el proceso de reconstrucción de las casas y estructuras
caídas, espacios que generan interés en las grandes compañías que buscan invertir en el sector
inmobiliario de la ciudad. Anteriormente las estructuras perdían el uso del que podían sacarle
gran provecho, pero gracias a esto, surgieron políticas públicas por parte del distrito para la
adecuación del patrimonio y la valorización de dichos sectores.

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Se ha demostrado que la ciudad durante temporadas altas, cambia radicalmente,
especialmente el Centro Histórico se convierte en un sector intransitable para los cartageneros,
que prefieren no visitarlo en fechas como diciembre y enero. Esto deja ver que los habitantes son
excluidos de sus propios espacios, y solamente pueden hacer uso del encanto del Centro, cuando
los visitantes abandonan la ciudad.
Los relatos de los personajes fueron útiles para establecer que ellos han vivido todo el proceso
de cambios en el Centro Histórico. Con ayuda de las bases teóricas y conceptuales, encontradas
durante el proceso de investigación se tuvo una idea inicial para posteriormente sacar
conclusiones. De estos se pueden mencionar lo que los vuelve personajes importantes.
Cruz Villeros, la dulcera con más experiencia en el Portal de los Dulces, que llegó a muy
temprana edad para comercializar los manjares más deliciosos del lugar. Hernán Torres, el
lustrador de zapatos preferidos por los cartageneros en el parque Bolívar, con sus dichos
coloquiales ha tenido la oportunidad de transmitir su conocimiento a varios visitantes que llegan
a Cartagena. Armando Franco, el cochero más solicitado para embarcarse en una mágica
aventura por el Corralito de Piedra, se encarga de transportar a las personas a la antigua época de
la colonia. Angelina Casiani, la dulce palenquera que no se cansa de sonreír. La cara más alegre
del parque Bolívar, con su particular hablado autóctono. El Mimo Yen, el personaje a quien
todos le huyen para evitar caer en sus juegos. Este le saca una sonrisa hasta el transeúnte más
amargado en la plaza Santo Domingo. Por último, Miguel Ángel Olaya, el artesano de mano
firme, que no cambia las calles coloniales por ningún otro escenario porque ha encontrado en la
ciudad el trabajo ideal para su vida.
Estos seis personajes fueron fundamentales para retomar la historia del Centro de la ciudad,
para dar a conocer que las prácticas de los cartageneros a pesar de todo se mantienen intactas y
aunque pasen años no se perderán. Sus narraciones demuestran que no han cambiado su esencia
para habitar estos sectores. Esta problemática además es contradictoria, porque los oficios de los
personajes tradicionales han sido desplazados por la modernidad, y el turismo. Sin embargo, son
tan emblemáticos para los visitantes, que al mismo tiempo los buscan para tomarse fotos con
ellos, y conocer detalles históricos de la ciudad. Sus memorias quedan plasmadas en este
producto periodístico que busca servir para futuras investigaciones relacionadas con este
problema que afecta a los cartageneros.

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ANEXOS
Fotografías que muestran algunos cambios en el Centro Histórico de Cartagena:
El parque Centenario, anteriormente en mal estado:

Luego de varios procesos de recuperación, así se ve el parque hoy en día:

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El monumento de la India Catalina, anteriormente se encontraba a la entrada del Centro.

Debido a las obras realizadas para el sistema de transporte público Transcaribe, el monumento
fue trasladado al sector de Chambacú:

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El monumento de la plaza de la Aduana anteriormente se encontraba en la parte central

Hace unos años, fue trasladado a pocos metros para ampliar el espacio a los visitantes

86
La bahía de Chambacú, anteriormente estaba llena de tiendas que generaba basuras

La nueva cara de esta zona que se encuentra a pocos metros del Centro.

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Vista desde Chambacú, hacia el Castillo San Felipe

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