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CUADERNOS

PENSAR EN PÚBLICO
NÚMERO 2

ITINERARIOS URBANOS
PARÍS, LA HABANA, BOGOTÁ: NARRACIONES , IDENTIDADES
Y CARTOGRAFÍAS
CUADERNOS
PENSAR EN PÚBLICO
NÚMERO 2

ITINERARIOS URBANOS
PARÍS, LA HABANA, BOGOTÁ: NARRACIONES, IDENTIDADES
Y CARTOGRAFÍAS

NICOLÁS GUALTEROS TRUJILLO


EDITOR ACADÉMICO
Reservados todos los derechos
Pontificia Universidad Javeriana
Nicolás Gualteros T., ed., Mónica Therrien,
Erika Castañeda Sánchez, Liliana Gómez,
Marcela Gómez Mendoza

Editorial Pontificia Universidad Javeriana


Transversal 4a N.° 42-00, primer piso,
edificio Rafael Arboleda, S.J.
Bogotá, D.C.

Dirección:
Selma Marken Farley

Coordinación editorial:
Alfredo Duplat Ayala

Coordinación de autoedición:
Fernando Serna Jurado

Corrección de estilo:
Rodrigo Malaver

Diagramación:
Sonia Montaño Bermúdez

Primera edición 2006

Número de ejemplares: 500


Fotomecánica e impresión: Javegraf
Contenido

PRESENTACIÓN ......................................................................... 9
NICOLÁS GUALTEROS TRUJILLO

INTRODUCCIÓN ...................................................................... 15
MONIKA THERRIEN

EL SURGIMIENTO DE LA CIUDAD MODERNA


EN WALTER BENJAMIN ........................................................... 23
ERIKA CASTAÑEDA SÁNCHEZ

CINCO NOTAS AL MARGEN DE UN DEBATE AUSENTE


SOBRE LA CIUDAD HISTÓRICA O ¿LA HABANA SOÑANDO
CON EL TRAUMHAUS? ............................................................ 47
LILIANA GÓMEZ

LA POLÍTICA DE LA MIRADA: REPRESENTACIONES


DEBOGOTÁ EN LAS GUÍAS TURÍSTICAS DE LOS TREINTA ............. 77
SANDRA MARCELA GÓMEZ MENDOZA

LA CIUDAD CREADA: ALGUNAS PAUTAS PARA DEFINIR


EL SENTIDO DE PERTENENCIA A BOGOTÁ
EN LA ACTUALIDAD ................................................................ 107
NICOLÁS GUALTEROS

COLABORADORES ................................................................. 159

ÍNDICE TEMÁTICO ................................................................. 163


PRESENTACIÓN*

LA CIUDAD: UNA PRÁCTICA INVESTIGATIVA

Uno de los principales valores del quehacer investigativo y


científico está en la posibilidad de divulgar entre la comunidad
académica y la sociedad en general, las reflexiones, los progre-
sos y las preguntas surgidas de la tarea de construir conocimien-
to. Al poner (se) en común, al ser desplegado, el ejercicio acadé-
mico en tanto práctica reflexiva, evidencia su compromiso
incesante con develar la complejidad, riqueza y fluidez de lo dado,
de lo conocido. Alumbra aquello que la mayoría de las veces se
escapa a nuestra conciencia. El valor de desplegar el conoci-
miento es doble: por un lado, acerca el universo y sus mundos al
nivel de la comprensión, lo cual no es equivalente, por fortuna, al
nivel del control; por otro, brinda una respuesta, un remedio, a
las contingencias, preguntas y deseos que emergen en la vida
cotidiana, en los encuentros humanos comunes y corrientes. Es
el ofrecimiento para un mejor comprender y comprendernos, para
un mejor preguntarnos.
Bajo este propósito se hace entrega de los Cuadernos Pensar
en Público Número 2, Itinerario urbanos. París, La Habana,
Bogotá: narraciones, identidades y cartografías, en el que se

* Nicolás Gualteros Trujillo. Pontificia Universidad Javeriana –Instituto de Estudios Sociales y Cultu-
rales PENSAR.
10 CUADERNOS PENSAR EN PÚBLICO NÚMERO. 2

encuentran, se cruzan, a veces se sobreponen y otras se distan-


cian, cuatro reflexiones dedicadas a comprender las diferentes
dinámicas que han configurado las ciudades modernas, así como
las vivencias, los sentidos y las historias que se han ido tejiendo a
lo largo de este proceso y que serán determinantes para su futu-
ro. Los artículos de este Cuaderno se caracterizan por ser el
resultado de procesos investigativos rigurosos y sistemáticos –
muchos de ellos transdiciplinares en sus desarrollos, epistemologías
y metodologías–, los cuales, al ser reunidos en un mismo volu-
men, dan origen a un lugar de intercambio en el que se objetiva el
desafío propio al diálogo entre saberes, en este caso la arquitec-
tura, la psicología, la filosofía, la historia, la antropología y los
estudios culturales.
Si rastreara las condiciones que han hecho posible el desarro-
llo de este Cuaderno, me encontraría al final de las pesquisas con
el Semillero de Jóvenes Investigadores del Instituto Pensar de la
Pontificia Universidad Javeriana. A través de los diferentes even-
tos que son parte de este Semillero, ha sido posible consolidar
una incipiente comunidad académica de investigadores, reunida
en torno a objetos de estudio comunes. Por ello, además de una
cercanía cronológica, reflejada en la semejanza de edades que se
da entre los autores de este volumen, también nos acerca un
interés común: las ciudades modernas.
En torno a esta categoría se han construido las preguntas eje
de los artículos incluidos en este volumen. Los dos primeros
artículos parten de la obra de Walter Benjamin, particularmente
de sus reflexiones sobre la ciudad moderna desarrollados a par-
tir de la obra de Charles Baudelaire, y nos ofrecen herramientas
conceptuales necesarias para analizar diversos fenómenos que
acontecen en las ciudades contemporáneas. Así, en El surgi-
miento de la ciudad moderna en Walter Benjamín, Erika
Castañeda indaga por la manera en que la nueva lógica espacial
y temporal, propia del capitalismo industrial configura las ciu-
dades modernas.
ITINERARIOS URBANOS. PARÍS, LA HABANA, BOGOTÁ: NARRACIONES, IDENTIDADES Y CARTOGRAFÍAS 11

En Cinco notas al margen de un debate ausente sobre la ciu-


dad histórica o ¿La Habana solando con el Traumhaus?, Liliana
Gómez centra su interés en La Habana, analizando las transfor-
maciones y configuraciones urbanas en varios momentos políti-
co-históricos: 1959, Revolución;1982, declaración de La Habana
como patrimonio cultural por parte de la unesco; 1995,
promulgación de la ley de inversión extranjera que fomenta la
transformación de La Habana en ciudad-museo; y 2005, año en
que se desarrolló un proyecto por el cual se construirán 100.000
viviendas de techo ligero. El análisis de estos momentos coyun-
turales se realiza a la luz de la noción Traumhaus –dreamhouse–
de Walter Benjamin, y las categorías de ciudad-museo y su
correlato: el patrimonio cultural; nociones utilizadas para ilustrar
el vínculo museo-mercado-historia, propio de la modernidad.
En relación con las tipologías y procesos urbanos generados
por las nuevas formas comerciales e industriales propias de la
modernidad, Marcela Gómez, en su artículo La política de la
mirada. Las representaciones de Bogotá en las guías turísticas de
los años treinta”, analiza las implicaciones de pensar y diseñar
una ciudad al servicio de un mercado turístico que se desea pro-
mover en aquella década. Sus reflexiones no están lejanas a las
discusiones que se dan en torno a una práctica presente actual-
mente en muchas ciudades: el mercadeo urbano. Hoy, y de ma-
nera semejante a lo que ocurría hace ochenta años, se realizan
renovaciones urbanas y mapas turísticos que hacen de las ciuda-
des una mercancía atractiva al capital extranjero.
En mi artículo: La ciudad creada: Algunas pautas para defi-
nir el sentido de pertenencia a Bogotá en la actualidad, realizo
un acercamiento a la pregunta ¿de qué manera la construcción
del sentido de pertenencia de los habitantes de Bogotá está me-
diada por su relación con espacios urbanos significativos? Ini-
cialmente se problematiza la relación sujeto-espacio, no vista úni-
camente en términos de contenido-continente, sino a través de
una perspectiva alternativa que reconoce la creatividad y la vida
12 CUADERNOS PENSAR EN PÚBLICO NÚMERO. 2

cotidiana como elementos fundamentales para acercarse a la ciu-


dad como objeto de estudio. A través de categorías como la ciu-
dad-museo, la ciudad cotidiana o la ciudad planeada, se muestra
cómo el ejercicio de habitar en la ciudad, se torna fundamental
para comprender la expresión sentido de pertenencia y la riqueza
de lo que usualmente es designado como lo urbano.
Este volumen de los Cuadernos Pensar da cuenta entonces,
de un proceso que se originó hace cerca de dos años, cuando en
el Programa de Jóvenes Investigadores del Instituto Pensar se
tomó la decisión de consolidar un grupo que vinculara a jóvenes
académicos interesados en pensar la ciudad, adoptándola como
objeto de estudio. Gracias a diferentes espacios de difusión como
los Foros Públicos y una serie de actividades conocidas como
Pensar en Público, se realizaron conferencias para presentar avan-
ces preliminares de los artículos que hoy se reúnen en este Cua-
derno. Con esta propuesta editorial se brindan insumos adecua-
dos para enriquecer los debates en torno a las dinámicas que han
configurado y configuran las ciudades y ciudadanías latinoame-
ricanas. El debate contemporáneo hace imprescindible pensar la
ciudad desde sus habitantes, reconociéndolos como creadores y
gestores de sus propios sentidos de realidad, de sus mundos de
vida, de sus formas de encontrarse y de construir colectivamen-
te el mundo urbano.
Y al igual que la ciudad, este Cuaderno se debe a muchos
creadores y gestores: al Director del Instituto Pensar, el profesor
Guillermo Hoyos, asiduo promotor de nuestro Programa de Jó-
venes Investigadores; a la profesora Carmen Millán de Benavides,
quien con su apoyo constante a los integrantes de este programa,
hizo posible el desarrollo de este volumen; a las invaluables con-
tribuciones de la profesora Monika Therrien tanto para este volu-
men como en el desarrollo de mi experiencia como joven investi-
gador; a las autoras que aportaron sus trabajos a este volumen, y
quienes desde un comienzo apoyaron y confiaron en esta inicia-
tiva; a los demás integrantes del equipo Pensar, especialmente a
ITINERARIOS URBANOS. PARÍS, LA HABANA, BOGOTÁ: NARRACIONES, IDENTIDADES Y CARTOGRAFÍAS 13

Luz Stella Sierra de Arango y Silvia Bohórquez, así como a los


miembros del equipo de Jóvenes Investigadores: Mercedes López,
Camila Aschner, Mónica Cantillo, Ana María Gómez, Gabriel
Eljaiek y Fernando Esquivel.

Bogotá 2005
INTRODUCCIÓN*

Mi intención concreta, después de leer los artículos que com-


ponen este texto, es la de localizar los análisis y los aportes que
los autores ofrecen a los estudios urbanos contemporáneos, un
campo consolidado más no así sus perspectivas, los diálogos
disciplinares y el sujeto/objeto que clama su atención: la ciudad.
Mi interés es el de señalar hacia dónde se orientan en esta
oportunidad los puntos críticos que suponen un estudio del ám-
bito urbano, un proceso de conocimiento basado en valoracio-
nes, teorizaciones, experiencias, imaginerías y la textualidad, ins-
critas en las urbes y que los autores delatan como escenarios de
producción y de construcción de realidades que nos instan a cues-
tionar lo que damos por sobreentendido cuando nos referimos a
la ciudad.
Cuatro son los aspectos cruciales que identifico en los artícu-
los como aportes para abrir los debates y explorar su aplicabilidad
en otros territorios y tiempos: la necesidad de controvertir la no-
ción de ciudad y su ambivalencia o contraposición frente a la de
espacio urbano, las representaciones y prácticas en tanto cues-
tionan la ciudad como hecho real, la vida cotidiana y el habitar en
tanto construcciones modernas capitalistas, y la identidad y au-
toridad en tanto estrategias para nominar lo que define y caracte-
riza a la ciudad. Una muy breve revisión de la historiografía urba-

* Monika Therrien. Subdirectora Instituto Colombiano de Antropología e Historia, ICANH. Docente


Universidad Javeriana.
16 CUADERNOS PENSAR EN PÚBLICO NÚMERO. 2

na más reciente en la que se alude a estos aspectos ayuda a escla-


recer y profundizar en las contribuciones que hacen con este
libro, Nicolás Gualteros, Erika Castañeda, Liliana Gómez y Sandra
Gómez con este libro.

CIUDAD Y ESPACIO URBANO


Un hecho recurrente de la última década, hasta convertirse en
un evento anual, es la noticia de prensa donde se reitera que más
de la mitad de la humanidad ya vive en ciudades muchas de las
cuales superarán en los próximos años los 10 millones de habi-
tantes Es indiscutible que, como presagio y a la vez como conse-
cuencia, los estudios alrededor de este fenómeno se han amplia-
do hacia diversos campos, distintos al demográfico y urbanístico,
y se han multiplicado las perspectivas para entenderlo.
En las ciudades colombianas estas transformaciones han sido
perceptibles. Una vez más nos encontramos con migraciones sig-
nificativas de poblaciones rurales a los distintos entornos urbanos
con las cuales emergen viejos y nuevos conflictos. Conflictos que
han tomado otros sentidos dentro del proceso paralelo de cambios
en las políticas administrativas, de ordenamiento territorial y de las
ideologías que las gobiernan, al promulgarse una nueva constitu-
ción que reconoce las múltiples expresiones pluriétnicas y
multiculturales. Esto se ha evidenciado en la alterización de los
espacios urbanos: donde las maneras en que han sido y son usados
hacen visibles a esos otros antes no reconocidos y donde hay una
intencionalidad de invertir jerarquías entre quienes han dominado y
quienes han sido subyugados con ellos.
En la historiografía reciente encontramos estas percepciones
materializadas en una serie de estudios donde la ciudad es el esce-
nario de una variedad de fenómenos sociales que involucran a esos
actores, antes invisibilizados, con experiencias subjetivas o en los
que fragmentos de la experiencia urbana son referidos a categorías
más amplias –urbanismo, sistemas urbanos o urbanización–, ana-
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lizados bajo nociones más abstractas como modernidad/


posmodernidad y capitalismo, temas y reflexiones compiladas en
obras como la de Pobladores Urbanos por Julián Arturo (1994) y
en Pensar la ciudad por Fabio Giraldo y Fernando Viviescas (1996).
Como referentes para la historia urbana, estos textos avanza-
ron en la discusión sobre la ciudad en tanto sitio o como proceso,
y la orientaron a expandir sus enfoques hacia temas como la
formación de clases, el conflicto social, la construcción de co-
munidades barriales y donde la oposición hombre/mujer fue exa-
minada para incluir el género como otra categoría de análisis.
También contribuyeron con reforzar la idea de la ciudad como
una experiencia mediada por valores simbólicos y metafóricos,
muy en la línea de Donald (1999) quien recalca que es con la
imaginación como entendemos la cultura urbana moderna. Bajo
estos preceptos, la ciudad moderna se convierte en una locación
donde sus atributos son continuamente modelados en la interacción
entre lugares concretos y espacios imaginarios.
No obstante, estamos refiriéndonos a textos que marcaron la
pauta hace una década y es inevitable que la reflexión y el debate
alrededor de los estudios sobre las urbes continúe. Es el caso de
esta presente compilación de artículos, en la que también se exa-
minan diversos aspectos de interés para la historiografía urbana
contemporánea, pero bajo enfoques que llevan a controvertir una
vez más las nociones de ciudad y de lo urbano. Así, para dar
respuesta a esa cada vez más frecuente figura retórica de citar a
la ciudad entre comillas, se la cuestiona en tanto objeto en el cual
discurren hechos sociales y espaciales, analizados con base en
relaciones causa-efecto. Como clama Preziosi (1990), hay que
olvidar a la ciudad como una categoría objetivada, pues como tal
ha impedido acercarnos a las topologías subjetivas como ele-
mentos constitutivos de la vivencia urbana que le otorgan senti-
do; mientras que Shields (1996) nos recuerda que no existe esta
división entre ciudad real y representada: la “ciudad” no es más
que representación, con lo que se hace explícito que la “ciudad”
18 CUADERNOS PENSAR EN PÚBLICO NÚMERO. 2

no es ese recipiente perenne por el cual transitamos y por el que


somos transformados.

REPRESENTACIONES Y PRÁCTICAS
Uno de los aspectos criticables del uso del término de ciudad
es la necesidad de definirla mediante recursos como el de agregar
adjetivos que ayudan a describirla pero no a problematizar su
significado. De esta manera, se ha logrado utilizar la nominación
de “ciudad” sin delatar que es una categoría que en estas cir-
cunstancias se convierte cada vez más vaga e incluso vacía de
sentido. No quiere decir que resolvemos todo con denunciar su
carácter de representación, un tropo común de los estudios cul-
turales y urbanos, hay un compromiso en los autores de este
texto por abordarlo desde las experiencias mismas de quienes
constituyen y practican la ciudad pero así mismo revelando su
carácter de producción.
Si algo han señalado los estudios anteriores, es que este cam-
po de las representaciones y la legibilidad de las formas urbanas
no admite una decodificación directa, como lo señala Shields
(1996), aunque la ciudad “eluda definiciones y nuestros intentos
de asirla” no quiere decir que desestimemos la posibilidad de abor-
darla a partir de estas reflexiones. Por el contrario, y como lo
demuestran por ejemplo Nicolás Gualteros y Sandra Marcela
Gómez, se hace cada vez más necesario desentrañar el complejo
y ambivalente poder de representación (Balandier, 1994), toman-
do en cuenta el juego entre imágenes, imaginerías y textualidad
con que se produce la ciudad. Para ello, resulta interesante dete-
nerse a reflexionar sobre las metodologías a las que apelan am-
bos autores y con las cuales revelan las formas con que se recubren
los sentidos de esas imágenes y textos.
Una de las maneras de delatar los vacíos de sentido de la
noción de ciudad, es la de presentar un mapa de ésta y esperar a
que reiteradamente los habitantes o turistas identifiquen nuevos o
ITINERARIOS URBANOS. PARÍS, LA HABANA, BOGOTÁ: NARRACIONES, IDENTIDADES Y CARTOGRAFÍAS 19

viejos hitos históricos para dar cuenta de la ciudad como cam-


biante, adjetivo interesante pero ajeno en tanto a los referentes
vivenciados. Por ello, Gualteros acude a la estrategia de presen-
tar un “mapa” vacío que en su producción lleva a sus habitantes
a reflexionar sobre la construcción de aquello que define el ser
bogotano. Sandra Gómez ratifica que esta construcción no es
social (en tanto participativa y colectiva), sino un artificio ideal
en el que unos cuantos individuos, en este caso productores de
guías de la ciudad, delinean los lugares por los cuales transitar
para crear sentidos de pertenencia aparentes hacia la ciudad y en
donde además, con un toque de blanqueamiento, transforman en
sus textos a las minorías étnicas o sociales en un espectáculo
folclórico que pretende ocultar la amenaza que para ellos repre-
sentan. O cuando, mediante estratagemas materiales como los de
la iluminación (otra forma de blanqueamiento) de los pasajes
parisinos, la miseria de los otros es opacada, como bien los des-
cribe Castañeda.
Aun cuando ahora es común realizar este examen a las repre-
sentaciones en tanto producción, no siempre su análisis deriva en
observar las prácticas que las asimilan o las controvierten en los
ámbitos no representacionales de la circulación y consumo. Afor-
tunadamente aquí llegamos a aproximarnos a estos escenarios,
en el caso de Gualteros conocemos los sentidos dados a los ma-
pas de la ciudad a través de los testimonios de sus propios pro-
ductores, donde los hitos, más allá de la oficialidad, son expresa-
dos como aquel lugar o espacio donde concurren las rutinas que
marcan el habitar en y la ciudad. Así mismo, Castañeda nos re-
fiere a esas formas de circulación de las imágenes de los habitan-
tes de la ciudad, al abordar la poética y las descripciones
impresionistas de Baudelaire, que tanto cautivaron a Walter Ben-
jamín, para mostrar la condición moderna capitalista de los suje-
tos constituidos en la industrialización (pero más aún por la na-
rrativa misma).
20 CUADERNOS PENSAR EN PÚBLICO NÚMERO. 2

VIDA COTIDIANA Y HABITAR


En este sentido nos llama la atención Reguillo (2000), cuando
señala que los estudios de la cotidianidad, orientados a entender
la instauración y desarrollo de las sociedades modernas capitalis-
tas, en su posibilidad de razonar, nombrar y elaborar problemas
respecto a lo cotidiano, devienen en una lógica circular, donde
los conceptos que emanan para su análisis son asumidos como
naturales y contrapuestos a los tiempos y espacios de excepción.
No obstante, esas rutinas que garantizan nuestras vidas prácticas
sí pueden llegar a hacerse conscientes y despojarse de su natura-
lidad al confrontarlas en espacios alterizados, lo que no implica
oponerlos a un escenario de excepcionalidad. Es en ellos que de
una manera práctica construimos nuestro conocimiento e
interactuamos con el ambiente físico, lo que al ponerlo en térmi-
nos de Heidegger supondría una forma de ser en el mundo, de
habitarlo.
De esta manera, habitar el mundo, en este caso la ciudad, ha
de considerarse como un ejercicio práctico y cognitivo, que im-
plica, al ser indagado, ocuparse de lo no representacional, pues al
enfocarse en las experiencias extraordinarias u objetos de repre-
sentación, se subyuga la relevancia y se contribuye a crear la
oposición frente a las rutinas y hábitos. De este modo, una onto-
logía de la práctica significa abordar la representación y lo no
representacional: en cómo el cuerpo mediante la expresión,
intersubjetividad y poética, se liga al espacio (Obrador Pons,
2003), como bien lo ejemplifican Castañeda con el tiempo de la
máquina y de la lúdica y las cartografías analizadas por Gualteros.
Habitar en y la ciudad requiere hacer inteligible el ser urbano
en términos de las rutas, relaciones, contextos, redes y prácticas:
donde la rutinización garantiza la existencia del ser, por encima
de las metanarrativas del ser, y donde encontramos los discursos
cotidianos para nombrar la vida. No obstante, en un contexto de
espacios alterizados en los que se invierten las jerarquías y los
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usos de ellos, percibidos por lo general como de acelerados cam-


bios, aparecen nuevos discursos en busca de explicitarlos y
fundamentarlos, que, como lo analiza Liliana Gómez para La Ha-
bana, abre las puertas para los discursos totalitarios o intoleran-
tes, centrados o bien en la recuperación de un pasado ideal perdi-
do o en degradación, potenciado por una nostalgia temporoespacial
que impregna el imaginario de los cubanos de Miami, o bien en la
potenciación del ideario de las relaciones horizontales de la revo-
lución castrista.

IDENTIDAD Y AUTORIDAD

En el campo de los bienes patrimoniales o de los hitos históri-


cos, este proceso discursivo ha fortalecido una serie de debates,
desde los mismos fenómenos de renovación de los espacios ur-
banos. Éstos van desde reformular los criterios con que se deci-
de qué huellas físicas pueden contribuir como testimonios para la
memoria histórica de la ciudad, o de cuestionar qué es y que no
puede ser hito o patrimonio y a quienes se quiere representar,
hasta cómo y cuáles barrios, zonas o hitos intervenir para rehabi-
litarlos y convertirlos en sostenibles, en tanto son apropiados y
no degradados.
Es así como, el ámbito del patrimonio como instrumento del
mundo moderno para crear símbolos representativos de memo-
rias compartidas –nacionales, locales o globales–, se convierte
en la arena de las disputas por definir, nombrar y localizar aquello
que ha de fundamentar una identidad y que la materializa en bie-
nes con los cuales se pueda expresar sentido de pertenencia. La
posibilidad de postular unos bienes como patrimoniales es la es-
trategia para otorgar legitimidad y autoridad a quien la realice,
caso de Eusebio Leal, Historiador de la Ciudad (de La Habana) o
de Acevedo Latorre y Valencia Restrepo, artífices de dos de las
guías de Bogotá de la década de 1930.
22 CUADERNOS PENSAR EN PÚBLICO NÚMERO. 2

En efecto, en palabras de Deriu (2001), nos enfrentamos con


“el problema de las políticas de lo que ha de ser visible y de lo que
ha de esconderse” y con ello, volvemos a nuestro punto inicial: la
imposibilidad de reconocer a la ciudad como objeto estructural o
estructurante, como texto transparente para ser leído, como re-
presentación desligada de las prácticas no representacionales,
como bien patrimonial admirable o ideal, utópico, de identidades
auténticas.
Como lo señalé al comienzo, estos son tan solo algunos de los
aspectos que atraviesan los artículos a continuación y que, reite-
ro, contribuyen a formular nuevos debates sobre un ámbito de
estudio, como el urbano, que dadas las circunstancias no hará
sino aumentar y diversificarse.

OBRAS CITADAS
Arturo, Julián (comp). Pobladores urbanos. 2 vols. Bogotá: TM edi-
tores, ICANH, 1994.
Balandier, Georges. El poder en escenas. Barcelona: Ediciones Paidós,
1994.
Deriu, Davide. “Opaque and Transparent”. Writings on Urban
Representations and Imaginations. Journal of Urban History,
27.6 (2001): 794-803.
Donald, James. Imagining the Modern City. Londres: Athlone, 1999.
Giraldo, Fabio y Fernando Viviescas (comps). Pensar la ciudad. Bo-
gotá: TM editores, Cenac, Fedevivienda, 1996.
Obrador Pons, Pau. “Being-on-holiday. Tourist Dwelling, Bodies and
Place”. Tourist studies, 3. 1 (2003): 47–66.
Preziosi, Donald. “Oublier La Città”. Strategies. 3 (1990): 260-267.
Reguillo, Rossana. “La clandestina centralidad de la vida cotidiana”.
La vida cotidiana y su espacio-temporalidad. Coor. A. Lin-
dón. México y Barcelona: Anthropos, 2000.
Shields, Rob. A Guide to Urban Representation and What to do About
It: Alternative Traditions of Urban Theories. Re-presenting the
City: Ethnicity, Capital and Culture in the 21 st Century
Metropolis. A.D. King (ed). Basingtoke: MacMillan, 1996.
EL SURGIMIENTO DE LA CIUDAD MODERNA
EN WALTER BENJAMIN*

Antes de dar inicio al presente texto, considero pertinente hacer


una breve aclaración acerca de la forma en que he interpretado la
obra de Walter Benjamin. En primer lugar, busqué alejarme de la
perspectiva nostálgica que se ha ido desarrollando alrededor de la
obra de este autor, (pues gracias a esta nostalgia) y en la cual, la
manera en que este filósofo ha abordado el tema de la experiencia,
ha sido leída como una pérdida total del aura y de los valores que
ella representa. He querido trabajar desde un ángulo diferente la
problemática que Benjamin expone en sus textos, así, en lugar de
continuar con esa lectura nostálgica por el detrimento en el que
parecen haber caído los valores de la tradición, intenté plantear el
problema del surgimiento de la ciudad moderna desde una pers-
pectiva de tensión entre los valores de la tradición y las nuevas
dinámicas generadas por el auge del desarrollo tecnológico.
El problema central que planteo en este texto es cómo se va
construyendo la ciudad moderna, en relación con la nueva lógica
espacial y temporal que se implementa con el crecimiento de la
industria. Esto será analizado a partir del trabajo que Walter
Benjamin realiza sobre la obra de Charles Baudelaire; dicho estu-
dio comprende dos ensayos: el primero, escrito en 1938 se titula
El Segundo Imperio en Baudelaire; el segundo, titulado Sobre

* Erika Castañeda Sánchez. Pontificia Universidad Javeriana, Instituto de Estudios Sociales y Cultura-
les PENSAR.
24 CUADERNOS PENSAR EN PÚBLICO NÚMERO. 2

algunos temas en Baudelaire, fue redactado a finales de 1939, un


año antes del fallecimiento del filósofo alemán.

LA TEMPORALIDAD MODERNA

Uno de los fenómenos sociales y económicos más importan-


tes que se desarrolló desde finales del siglo XVII hasta el siglo XIX,
fue el cambio del capitalismo mercantil al capitalismo
industrializado. Mientras que en el primero la ganancia obtenida
podía calcularse sólo en el momento del intercambio de la mer-
cancía, en el segundo el lucro puede ser previsto desde que inicia
la producción de los objetos dispuestos para la venta. Es de esta
manera que el proceso productivo empieza a cobrar cada vez
más relevancia, pues las ganancias se incrementarán en la medi-
da en que el tiempo de producción disminuya, debido a esto el
sistema económico imperante ejercerá un estricto control sobre
el tiempo requerido para producir las mercancías. Lo anterior
hace que uno de los objetivos más importantes del capitalismo
sea reducir el tiempo necesario para la elaboración de mercan-
cías y con esto disminuir los costos de la producción.
Al control del tiempo y el espacio, dentro de la producción
capitalista, le corresponde un disciplinamiento corporal, que se
extiende más allá de la dinámica de la fábrica, para hacerse visible
también en la multitud que deambula por las calles de las ciuda-
des industrializadas.
Benjamin desarrolla este fenómeno de disciplinamiento que
lleva al habitante de la ciudad a convertirse casi en un autómata,
a partir de dos elementos: inicia mostrando cómo los gestos y
movimientos que pueden ser observados en la multitud están re-
lacionados con el adiestramiento del que es objeto el obrero den-
tro del proceso de producción capitalista, y cómo esta relación
se acentúa más cuando en dicho proceso se hace uso de los
avances de la técnica. Luego, muestra cómo la lógica temporal
que se observa en la fábrica pasa a ámbitos de los que no partici-
ITINERARIOS URBANOS. PARÍS, LA HABANA, BOGOTÁ: NARRACIONES, IDENTIDADES Y CARTOGRAFÍAS 25

pa únicamente el obrero, uno de estos que también es devorado


por la lógica temporal impuesta por el capitalismo es el juego de
azar. Lo anterior quiere decir que la temporalidad que el capitalis-
mo industrializado ha ido implementando no es sólo una caracte-
rística de las nuevas relaciones laborales que se imponen con la
Revolución Industrial, sino que se extiende a todas las dinámicas
de la ciudad.
Este problema será presentado a continuación a partir de dos
autores que Walter Benjamin cita para dar cuenta de este fenóme-
no: en primer lugar, se realizará una breve reconstrucción de la
referencia a Marx, en su reflexión sobre la transformación del
obrero en autómata a través de su trato con la máquina. Luego,
desde Baudelaire, se desarrollará lo relacionado con la lógica tem-
poral que para Benjamin es característica de la ciudad moderna.
Para concluir con una corta reflexión sobre el tipo de experiencia
que se genera bajo estas condiciones.

MARX Y LA MAQUINARIA
Marx en su estudio sobre la producción capitalista, dedica un
apartado al uso de la máquina bajo esta forma de producción. El
filósofo inicia mostrando por qué con el empleo de este nuevo
elemento no se busca ayudar al obrero a desarrollar de forma
más eficiente su trabajo, sino que, por el contrario, la finalidad
que se desea con el uso de la maquinaria no tiene nada que ver
con los intereses del obrero:
Su finalidad, como la de todo otro desarrollo de la fuerza
productiva de trabajo, es simplemente rasar las mercancías, y
acortar la parte de la jornada en que el obrero necesita trabajar
para sí, y, de este modo, alargar la parte de la jornada que
entrega gratis al capitalista. Es, sencillamente, un medio para
la producción de plusvalía. (Capital, 302)
La afirmación de Marx es contundente, la producción de
plusvalía es el principal objetivo de todo avance tecnológico que
se pone al servicio de la fabricación de mercancías. Para llegar a
26 CUADERNOS PENSAR EN PÚBLICO NÚMERO. 2

este aumento en la plusvalía se requiere que el ritmo de la pro-


ducción que se obtiene con la máquina no dependa del obrero
(299 – 301). Marx desarrolla esta afirmación a partir de la distin-
ción que hace entre herramienta y máquina. La primera, está di-
rectamente relacionada con el hombre, un trabajo en el que se
haga uso de herramientas dependerá de la destreza del individuo
que las maneja. El nivel tanto en términos cualitativos como cuan-
titativos en este tipo de producción depende de las habilidades del
obrero. La máquina, por el contrario, no depende del sujeto que
la opera, la relación se invierte totalmente haciendo que sea el
hombre el que dependa de aquella.
Para Marx en toda máquina pueden distinguirse tres elementos:
en primer lugar tenemos una maquina herramienta y un mecanis-
mo de transmisión, estos dos son internos a la máquina; en segun-
da instancia está la fuente de movimiento, ésta puede ser interna o
externa a la máquina. La función que tiene el mecanismo de trans-
misión es la de regular y controlar la energía que proviene de la
fuente de movimiento, necesaria para el funcionamiento de la má-
quina, dicho mecanismo define el tipo de movimiento que se re-
quiere y la velocidad del mismo, lo distribuye y lo transporta a la
máquina herramienta, la cual finalmente moldea el objeto que se
trabaja. Como vemos, la relación entre la fuente del movimiento y
la máquina herramienta está mediada y controlada por un mecanis-
mo interno a la máquina (el mecanismo de transmisión). Si tene-
mos en cuenta que en algunas ocasiones el hombre ocupa el sitio
de la fuente del movimiento, este sujeto vendría a ser totalmente
controlado por la máquina, ya que es ésta la que posee el mecanis-
mo que regula la fuerza motriz ( 303).
En el trato con la máquina, el obrero se convierte en parte de
ella, y una parte no necesaria, ya que puede ser sustituida en
cualquier momento por una mejor fuente de movimiento. A pesar
de ello, Marx afirma que sin importar el lugar que ocupe el obrero
en el proceso productivo mediado por el desarrollo tecnológico,
sea como fuente de movimiento o como vigía de la producción,
ITINERARIOS URBANOS. PARÍS, LA HABANA, BOGOTÁ: NARRACIONES, IDENTIDADES Y CARTOGRAFÍAS 27

siempre deberá comportarse como un autómata, pues su labor


estará subordinada al desenvolvimiento maquínico que alcance el
aparato que cuida. Ahora bien, teniendo en cuenta lo dicho, nos
es fácil entender por qué Benjamin acude a este filósofo para
hablar acerca del disciplinamiento que puede observarse en la
multitud:
La pieza trabajada alcanza un radio de acción sin contar con la
voluntad del obrero. Y se sustrae a este con igual obstinación.
‘Es común a toda producción capitalista –escribe Marx– que
no sea el obrero el que se sirve de las condiciones de trabajo,
sino al revés, que éstas se sirvan del obrero; pero sólo con la
maquinaria cobra esta inversión una realidad técnica palpable’
En el trato con la máquina aprenden los obreros a coordinar
‘su propio movimiento al siempre uniforme de un autómata’.
( Sobre algunos temas en Baudelaire 147)
Entendiendo que la principal finalidad que tiene el implemento
de los avances tecnológicos dentro de los procesos de produc-
ción es el aumento de plusvalía, que se obtiene disminuyendo el
valor de la fuerza de trabajo, podemos comprender por qué con
el despliegue tecnológico no se busca ayudar al obrero a realizar
mejor su trabajo, sino que la relación es totalmente contraria, es
la máquina la que se servirá del obrero, a tal grado que lo convier-
te en su apéndice. El hombre pasa a ser la parte de un mecanismo
que lo supera y dentro del cual no tiene ninguna autonomía, pues
su trabajo en la máquina está dirigido por la máquina misma, es
ésta la que regula el movimiento e impone su propio ritmo.

BAUDELAIRE Y EL TIEMPO VACÍO


El tiempo de la producción es un tiempo homogéneo total-
mente ajeno al trabajador, en el que se hace abstracción de la
especificidad del trabajo que éste realiza. Según Benjamin, en la
fábrica, frente a la máquina, el obrero inicia un movimiento que
repetirá durante toda la jornada de trabajo, por tanto, nunca
llega a consumar ninguna labor por completo; la actividad rea-
28 CUADERNOS PENSAR EN PÚBLICO NÚMERO. 2

lizada por el obrero es fragmentada en pequeños movimientos


iguales que no tienen ninguna conexión entre sí, pues cada uno
es la copia exacta del anterior. La jornada laboral transcurre
entonces, como un tiempo ajeno a la voluntad del trabajador,
está por tanto, vaciada de contenido, es como lo presenta Susan
Buck Morss refriéndose a la temporalidad que se desarrolla en
la ciudad: “el tiempo infernal repetitivo –espera eterna marcada
por una secuencia ‘discontinua’ de ‘repeticiones’” (122). Cuan-
do se inicia el trabajo, se emprende también la espera para fina-
lizarlo. Pero ésta es una espera eterna, porque en el trabajo del
obrero nunca puede concluirse lo que se ha comenzado, sim-
plemente se agota el tiempo de trabajo que empieza nuevamente
al día siguiente. Benjamin está interesado en mostrar cómo a la
alienación corporal le corresponde otra alienación de tipo tem-
poral. Así, esta forma mecánica de actuar que se genera en el
obrero cuando entra en contacto con los procesos industriales
de producción, puede ser observada igualmente en otros perso-
najes de la multitud. Este filósofo considera que en el juego de
azar se hace posible apreciar una actitud similar a la observada
en los trabajadores cuando entran en relación con las máquinas
(Benjamin, Sobre algunos temas en Baudelaire 145–149). A pro-
pósito de un poema de Baudelaire, Benjamin advierte que el jue-
go aparece como una fragmentación de partidas que no se co-
nectan entre sí, esta actividad se convierte entonces, en otro
mecanismo que se apodera de toda la vida de quienes participan
en ella.
Al igual que en el proceso de producción, en el juego el tiem-
po transcurre como algo por completo ajeno a la voluntad del
jugador, es un “tiempo infernal, en el que discurre la existencia de
los que no acaban nada de lo que acometieron” (Benjamin, Sobre
algunos temas en Baudelaire 132). En el juego todas las partidas
están desconectadas entre sí, tal fragmentación no permite que
se lleve a cabo una misma jugada. El tiempo del juego se revela
entonces como algo totalmente discontinuo, no tiene ni un antes
ITINERARIOS URBANOS. PARÍS, LA HABANA, BOGOTÁ: NARRACIONES, IDENTIDADES Y CARTOGRAFÍAS 29

ni un después, es sólo el momento de la partida, aislado de todo lo


anterior y de lo que sigue también.
El juego, a pesar de ser una actividad sin finalidad alguna,
aparece en Baudelaire como una forma de llenar el tiempo vacío
en el que discurre la vida del hombre moderno. Esto puede pare-
cer un contrasentido, ya que antes he dicho que esta actividad
está vaciada de contenido, sin embargo, el juego crea una especie
de ilusión que oscurece por completo la naturaleza misma de esta
actividad.
Veamos entonces cómo se teje en Baudelaire esta conexión
entre un tiempo que devora la vida, y el estupefaciente que le crea
al jugador la ilusión de alejarlo de esta destrucción:

EL RELOJ
¡Reloj!, Dios siniestro, horroroso, impasible,
en el cual el dedo nos amenaza y nos dice: Acuérdate’
los vibrantes dolores de tu corazón lleno de horror
se plantarán pronto como en un blanco:

El placer vaporoso huirá hacia el horizonte


igual que una sílfide en el fondo de los bastidores
cada instante te devora un fragmento de delicia
a cada hombre otorgada para toda su estación

Tres mil seiscientas veces por hora, el segundero


murmura ¡Acuérdate! –Rápido con su voz
de insecto, ahora dice: ¡Yo soy el antes,
y he chupado tu vida con mi trompa inmunda!

¡Recuerda! ¡Acuérdate! ¡prodiga Esto memor!


(Mi gaznate de metal habla todas las lenguas.)
30 CUADERNOS PENSAR EN PÚBLICO NÚMERO. 2

¡Los minutos, mortal retozón, son ganas


que no se deben abandonar sin extraer el oro!

¡Acuérdate que el tiempo es un jugador ávido


que gana sin trampear, en todo lance! ¡Es la ley!
El día disminuye; la noche aumenta: ¡Acuérdate!
La sima tiene siempre sed; la clepsidra se vacía.

Tan pronto sonará la hora en que el divino azar,


en la cual la augusta virtud, de tu esposa todavía virgen,
en la cual el arrepentimiento mismo (¡oh, el último refugio!)
en la cual todo te dirá: ¡Muere viejo descuidado; es demasiado
tarde!
(Flores del mal 225)

EL JUEGO
En las butacas ajadas las cortesanas viejas,
pálidas, las cejas pintadas, el ojo zalamero y fatal.
moneando, y haciendo de sus escuálidas orejas
caer un tintineo de piedra y metal;

alrededor de los verdes tapices rostros sin labios,


labios sin color, mandíbulas sin dientes,
y dedos crispados por una infernal fiebre,
escarbando el bolsillo vacío o el pecho palpitante;

bajo de sucios techos una hilera de pálidas arañas


y de enormes quinqués proyectando sus destellos
sobre las frentes tenebrosas de poetas ilustres
que vienen a desparramar sus sangrientos sudores;
he aquí el negro cuadro en que un sueño nocturno
ITINERARIOS URBANOS. PARÍS, LA HABANA, BOGOTÁ: NARRACIONES, IDENTIDADES Y CARTOGRAFÍAS 31

vi desarrollarse bajo mi ojo clarividente.


Yo mismo, en un rincón del antro taciturno,
me vi recodado, frío, mudo, envidiando,

envidiando a estas gentes la pasión tenaz,


de esas viejas putas la fúnebre alegría,
¡y todos gallardamente traficando en mi cara,
uno con su viejo honor, la otra con su belleza!

Y mi corazón se horrorizó de envidiar a más de un pobre


hombre
corriendo con su fervor al abismo abierto,
y que, harto de su sangre, preferiría en suma,
¡el dolor a la muerte y el infierno a la nada!
(Flores del mal 264)
En el primer poema citado, Baudelaire hace evidente el vacío
de ese tiempo infernal que consume la vida de la multitud. El
reloj, ese Dios siniestro, que antes no era más que una máquina
para medir el tiempo, se convierte en el tiempo mismo, en otras
palabras, el tiempo es la medida del tiempo. Este fenómeno es
causado por las nuevas dinámicas de producción impuestas por
el sistema capitalista. Como lo considera Benjamin, este ritmo del
tiempo es el que le ha tocado padecer al trabajador asalariado
(Benjamin, Sobre algunos temas en Baudelaire 152).
De esta manera, cuando el tiempo es percibido esencialmente
como un objeto que puede ser medido y controlado, todo lo que
acontece dentro de él se dispersa, se hace también susceptible de
ser analizado, fragmentado, la vida se convierte entonces en un
sin fin de momentos que no se conectan entre sí.
Esta máquina infernal apresa la vida de todo sujeto dentro de
una red temporal que va fechando-regulando cada momento, tanto
para controlar lo que ha sido como para mostrar lo que hace
falta. Encontramos por otro lado que el aviso del segundero
32 CUADERNOS PENSAR EN PÚBLICO NÚMERO. 2

‘acuérdate’ no puede ser visto como un llamado a la memoria


para traer al presente algo que se encuentre en el pasado, es, por
el contrario, la llamada de atención por una labor no cumplida,
pero que tampoco puede ser concluida, es la espera eterna por
algo que nunca llega ha finiquitarse. Lo anterior es lo que para el
filósofo alemán sucede con el obrero, éste, sentado frente a la
máquina, repite el mismo movimiento de forma mecánica, espe-
rando a terminar una jornada de trabajo totalmente vacía, ya que
en ella el trabajador no ha logrado consumar ninguna actividad,
pues únicamente debe comportarse como un autómata durante el
tiempo que ha acordado con su patrón.
Este control dogmático del tiempo nos cubre a todos, nadie
–según el poeta– logra escapar a tal destrucción. Dicho fenó-
meno es lo que comúnmente se llama hastío, aburrimiento, fi-
nalmente es el spleen del que habla Baudelaire en otros de sus
trabajos, el cual se caracteriza por ser una espera que no termi-
na (Buck- Morss, 122). A pesar de haber avanzado lo suficiente
durante el día, aunque la novedad haya aparecido cientos de
veces, el vacío sigue latente, después de todo la sima siempre
tiene sed.
El tiempo vacío que, para algunos, trae riqueza, es a pesar de
ello mortal monotonía para todos. Hasta para quienes aumentan
su capital con esta forma infernal de regular la vida, porque el
segundero nos está mostrando a todos que estamos a puertas de
una vejez vacía, sin experiencia, siempre, hasta el último mo-
mento, dentro de la eterna lógica en la que nada se consuma.
En el segundo poema, el juego se presenta como la ilusión que
parece detener la espera. La pasión por el azar acapara la vida de
los jugadores en su totalidad. Pero la intención que tienen estos
hombres no es la de redimir el tiempo liberando el deseo, por el
contrario, buscan matar el tiempo, haciendo del deseo una obse-
sión momentánea e inmediata. El jugador quiere hacer caso omi-
so del señalamiento del segundero, para con esto liberarse del
hastío, pero aun así no lo logra, pues termina hundiéndose cada
ITINERARIOS URBANOS. PARÍS, LA HABANA, BOGOTÁ: NARRACIONES, IDENTIDADES Y CARTOGRAFÍAS 33

vez más en una temporalidad discontinua, fragmentada, en la que


nada se concluye.
En los rostros de los jugadores descritos por Baudelaire no se
percibe la tranquilidad de quien ha superado la espera; su expre-
sión, por el contrario, es índice del desgarramiento de quien ha
sido engañado y no se ha dado cuenta; un gesto casi macabro de
quien ha acabado con su vida y aún no lo sabe, pues lo único que
puede sentir es una fiebre infernal, que no le permite detenerse.
Estos individuos trafican con su vida o, por lo menos, con lo que
queda de ella hasta agotarla por completo.
Sin embargo, el observador, el poeta, que nota la oscura ma-
raña que se teje alrededor del juego, envidia la fijación de estos
hombres y se horroriza al darse cuenta de esto, el hombre que
advierte este infortunado cuadro, sabe que en el fondo, le gusta-
ría verse tan destruido como los jugadores, en cierta medida es
como si prefiriera hacer parte de la actividad ilusoria que le aleja
de ese tiempo destructivo, que surge como una desbandada de
segundos que se lleva por delante todo lo que encuentra a su
paso. Pero no puede hacerlo porque mientras que el jugador no
se ha dado cuenta de la naturaleza del juego, el poeta sí es cons-
ciente de esta trampa.

ESPACIOS URBANOS
Hacia el siglo xix en Europa ya se habían implementado gran-
des cambios en la industria, con lo que la producción de mercan-
cías aumentó en gran número. Este fenómeno de aceleración en
la producción se originó desde finales del siglo xvii, y continuó
en ascenso en el posterior siglo. Pero en el siglo xix ya no se da
únicamente importancia a la producción, sino que se hace nece-
sario crear nuevas estrategias para incrementar también el con-
sumo. El manejo del espacio cobró gran importancia para el de-
sarrollo de proyectos que sirvieran a tal finalidad. Así se originaron
los pasajes, las primeras construcciones diseñadas para que el
34 CUADERNOS PENSAR EN PÚBLICO NÚMERO. 2

consumo adquiriera el ritmo que ya había alcanzado la produc-


ción de bienes. Dada la enorme relevancia que tienen los pasajes
para la organización del espacio urbano, me dedicaré, en primera
instancia durante este apartado, a presentar un breve seguimiento
de este fenómeno del comercio parisino, en el cual señalaré cómo
van apareciendo los pasajes en la capital francesa, para luego
hacer un corto análisis del papel que juegan estas construcciones
en la modificación del deseo del hombre de ciudad. Después de
esto pasaré a señalar las formas en que emerge el ideal de la
ciudad luz.

LOS PASAJES
Durante las primeras décadas del siglo xix París no contaba
con aceras amplias, por tanto, los peatones corrían el peligro de
ser arrollados por los coches, teniendo en cuenta esto, en parti-
cular lo que se observaba a la salida del teatro Ópera, hacia 1821
algunos empresarios se dan a la tarea de construir el primer pasa-
je, aprovechando para esto las estructuras que separaban al tea-
tro del boulevard que estaba al lado. Este nuevo espacio construi-
do para la seguridad de los peatones era un paso estrecho, con
estructura de madera, techo de vidrio, en el que se encontraban
tanto apartamentos como galerías (Benjamin, The arcades project).
Once años después de que apareciera el primer pasaje, el alza del
comercio textil contribuyó al aumento de estos espacios dedica-
dos ahora en su totalidad al comercio. Las bodegas en las que
eran almacenados los grandes stocks de mercancías salen a la luz
pero de forma diferente, pues el objetivo ya no es guardar lo
producido en la fábrica, sino exhibirlo, para lo cual la alianza
entre arte y decoración juega un papel muy importante pues los
pasajes son, ante todo, los centros en los que tanto el lujo de la
mercancía como su forma de hacerse visible atraen al consumi-
dor. Benjamin describe los pasajes a partir de una cita traída de
una guía ilustrada de París:
ITINERARIOS URBANOS. PARÍS, LA HABANA, BOGOTÁ: NARRACIONES, IDENTIDADES Y CARTOGRAFÍAS 35

Esos pasajes, una nueva invención del lujo industrial, son pa-
sos, techados de vidrio y enlosados de mármol, a través de
bloques de casas cuyos propietarios se han unido para seme-
jantes especulaciones. A ambos lados de esos pasos que reci-
ben su luz de arriba, discurren las tiendas más elegantes, de tal
modo que un pasaje es una ciudad, incluso un mundo en pe-
queño. (Sobre algunos temas en Baudelaire 174)
Visto de esta manera, un pasaje llega a ser más que un espacio
para el intercambio de mercancías. En tales construcciones to-
das las dinámicas de una ciudad son reformuladas para que se
desarrollen en espacios limitados. Encontramos también que, con
el incremento de estos nuevos espacios, París se iluminó 24 ho-
ras al día, pues los pasajes no dependían de la iluminación natu-
ral, estos fueron los primeros sitios en los que apareció la ilumi-
nación de gas, que con el tiempo fue evolucionando hasta la
iluminación eléctrica y, por último, la luz de neón.
En los pasajes que surgieron hacia 1833, se sustituyó la ma-
dera por el hierro, este nuevo elemento fue utilizado básicamente
en edificaciones temporales, entre las que se cuentan no sólo los
pasajes sino también las estaciones de trenes y los pabellones de
exposición (Sobre algunos temas en Baudelaire 174); estas cons-
trucciones, como nos lo dice el autor, “servían para finalidades
transitorias”. Una de las ventajas que ofrece este material para tal
propósito es que las piezas fabricadas con hierro son montables,
lo que facilita sus futuras modificaciones. Es como si de antema-
no se supiera que en la ciudad deben generarse espacios mutantes,
cuya permanente transformación ha de ser regulada por la finali-
dad que el mercado impone.
Todas las innovaciones técnicas y las nuevas dinámicas que
surgieron en estos espacios, hacían de ellos construcciones tan
lujosas y tentadoras que resultaba imposible negarse a su se-
ducción. Y aunque en algunas ocasiones los pasajes eran vistos
únicamente como el lugar privilegiado para el intercambio de
mercancías, no obstante, Benjamin nota que este asunto es más
complejo. En el pasaje quedan expuestos los deseos de la multi-
36 CUADERNOS PENSAR EN PÚBLICO NÚMERO. 2

tud. Bajo la iluminación artificial, encerrados en las modernas


estructuras metálicas, se hicieron públicos los deseos de todo
el que transitaba por las calles de París. Al respecto, Susan
Buck-Morss comenta: “todo lo deseable, desde sexo hasta sta-
tus social, podía transformarse en mercancía, como un feti-
che-en-exhibición que mantenía subyugada a la multitud, aun
cuando la posesión personal estuviera muy lejos de su alcance”
(98). Por supuesto, el poder adquisitivo de la gran mayoría de
la población parisina no les permitía acceder a la mercancía
expuesta en los pasajes, aun así, todos, hasta aquellos que no
contaban con el dinero suficiente para entrar efectivamente en
el juego del intercambio, quedaban presos de la seducción de
los pasajes, pues sus deseos también estaban allí exhibidos. La
importancia de la mercancía dependía del grado en que fuera
capaz de representar el deseo de cada individuo y, al tiempo que
esto sucedía, el deseo también se cosificaba, se convertía en un
objeto en el mercado. Las reglas del intercambio exigen la
objetivación del deseo y si en las nuevas dinámicas de consumo
éste deviene mercancía entonces debe plegarse a las exigencias
de la masa, en especial, a la de “adueñarse de los objetos en la
más próxima de sus cercanías” (Benjamin, obra 22). Podemos
recordar aquí lo ya trabajado a propósito del juego, veíamos
que quienes participaban de esta actividad terminaban devora-
dos por ella, aunque, en principio, los jugadores buscaban ha-
cer caso omiso del señalamiento del reloj, dando rienda suelta a
su pasión por el azar, lo que les llevaba a convertir el deseo en
una obsesión momentánea e inmediata. En el pasaje ocurre algo
similar, aquí no sólo se comercia con los deseos de cada indivi-
duo, sino que también se produce el hastío que puede generar
un recorrido en medio de objetos que ya no devuelven la mira-
da, pues los artículos expuestos en las vitrinas no tienen aura,
son objetos que no muestran su origen al consumidor. Es como
si aparecieran por arte de magia, pues todo el proceso produc-
tivo que los ha hecho posibles desaparece cuando son exhibi-
ITINERARIOS URBANOS. PARÍS, LA HABANA, BOGOTÁ: NARRACIONES, IDENTIDADES Y CARTOGRAFÍAS 37

dos en una vitrina, se desvanece dentro del juego del intercam-


bio y, así como los jugadores no podían notar lo que había
sucedido con sus vidas, los consumidores tampoco han adver-
tido que son presas de una dinámica vacía que ha hecho de sus
deseos objetos propicios para oxigenar la lógica del mercado.
Los pasajes de París contribuyeron a crear la ficción de la
Ciudad Luz, la capital en la que los sueños y fantasías de sus
habitantes dependían de las especulaciones del comercio. Una
ciudad que, haciendo uso de diferentes estrategias de iluminación
y distribución del espacio buscó, por todas las formas posibles,
hacer invisible la miseria a la que habían sido relegados la mayo-
ría de parisinos.

PARÍS, LA ‘CIUDAD LUZ’


Hacia 1847, en Francia se logra el derrocamiento del Rey Luis
Felipe, gracias a la alianza entre la burguesía y la clase obrera,
logrando establecer de esta manera un Estado Republicano. Este
Gobierno Provisional instauró un estado en el que primaban los
intereses de la burguesía. Bajo este gobierno, algunos de los más
importantes representantes de la clase obrera fueron encarcela-
dos. La pequeña burguesía quedó endeudada con el estado, vién-
dose obligada a renunciar a algunas de sus propiedades; se
incrementaron también los impuestos, lo que trajo lamentables
consecuencias para la población campesina.
Esto y otras medidas represivas por parte de la nueva Repú-
blica contra las clases menos favorecidas, llevaron al pueblo fran-
cés nuevamente a las revueltas callejeras, lo cual hizo que el Go-
bierno Provisional no se sostuviera por mucho tiempo. El 10 de
diciembre de 1848, los campesinos que veían en la República al
recaudador de impuestos (Marx, Luchas de clases 242), junto
con la clase obrera y los demás afectados por las medidas de este
gobierno, subieron al poder a Luis Bonaparte, quien supuesta-
mente defendería los intereses de sus electores, sin embargo,
38 CUADERNOS PENSAR EN PÚBLICO NÚMERO. 2

esto no fue así, con la caída de la República Democrática Fran-


cia empezó el periodo conocido como el II Imperio.
Una de las primeras medidas de Luis Bonaparte fue la
reubicación en cargos públicos a algunos de los ministros del
Rey Luis Felipe. Al séptimo día después de posesionarse el nuevo
presidente, confirmó el impuesto a la sal que, junto con el im-
puesto al vino, afectaban más gravemente a la población campe-
sina. Medidas como éstas, dejaban claro que los compromisos
que Bonaparte había adquirido con la burguesía aristocrática,
hacían que su principal interés fuera defender los intereses de
esta clase, aboliendo de esta manera algunas de las instituciones
democráticas instauradas con la República anterior. Ahora, no
sólo el campesinado y la clase obrera se veían afectados por las
medidas del nuevo presidente, sino que éstas afectaban también a
la burguesía republicana. Como se puede observar, el enemigo de
Bonaparte era mucho más fuerte que el de los gobiernos anterio-
res, por tal motivo las estrategias utilizadas por el nuevo Estado
para hacer frente a sus oponentes debían ser más represivas aun-
que menos evidentes, para lo cual fue de gran utilidad el
planeamiento urbanístico de París.
Bonaparte dejó en manos de Haussman el diseño de la capital
francesa. Bajo el poder otorgado a este urbanista, París ahora
convertida en la Ciudad Luz, se transformaba también en una
ficción cuyo objetivo era hacer invisibles las condiciones misera-
bles en las que vivían gran parte de los habitantes de la capital
francesa.
La obra emprendida por Haussman, guiada por su deseo de
estructurar de una forma más organizada la ciudad, hace que
cambie por completo la imagen de la misma. Si antes el espacio
urbano era un híbrido en el que se podían encontrar construccio-
nes que albergaban tanto a burgueses como a obreros a la vez, y
en donde también se observaban locales comerciales y viviendas
en un mismo sector, obstruyendo la especialización de cada zona,
ahora la ciudad sería comprendida como un organismo vivo don-
ITINERARIOS URBANOS. PARÍS, LA HABANA, BOGOTÁ: NARRACIONES, IDENTIDADES Y CARTOGRAFÍAS 39

de cada una de sus partes debe adquirir una forma y una función
específica. Desde este enfoque la burguesía ya no tendría que
vivir cerca a las clases inferiores: “Los más ricos migrarán hacía
el oeste, hacia el margen derecho del Sena; el mundo del trabajo
se concentrará en el este, porque los operarios buscaban una
mayor proximidad al atelier” (Ortíz, 28). Con la nueva imagen de
la ciudad, la calle y los centros dedicados al comercio adquirirían
más relevancia, debido a que son los sitios con una mayor afluencia
de habitantes y deberían, por tanto, ampliar sus dimensiones.
La transformación de París llevada a cabo por este artista de
la demolición, como se autodenominaba Haussman, estaba am-
parada en el código de salud pública, en el que se asociaba el
hacinamiento con el surgimiento de enfermedades, lo que se re-
solvería en parte con las nuevas políticas de urbanización, que
contribuirían a una mayor circulación del aire. Sin embargo, es-
tos no eran los únicos intereses, ni siquiera los más importantes,
contemplados en la organización del nuevo París. Los sucesos
que llevaron al derrocamiento de los gobiernos anteriores al II
Imperio fueron hechos violentos, enfrentamientos callejeros en
los que la organización espacial que tenía la antigua ciudad facili-
taba la construcción de barricadas que impedían a la fuerza pú-
blica disolver los amotinamientos (Ortíz 29-30). Esta empresa
urbanística denominada como embellecimiento estratégico, bus-
ca obstruir cualquier levantamiento en contra del estado, así, la
construcción de calles mucho más amplias que favorecen el ca-
llejeo por fuera de los espacios comerciales, también tienen como
finalidad hacer imposible la revuelta callejera. Por otro lado, se
incorporan calles que procuran un más fácil acceso desde los
cuarteles a los barrios obreros, con lo que se logra actuar rápida-
mente en el momento en que los habitantes de estos barrios oca-
sionen problemas.
La nueva empresa urbanística creaba la ilusión de un decidido
apoyo por parte de Estado al progreso de la ciudad, sin embargo,
con las nuevas disposiciones espaciales se obstruía cualquier in-
40 CUADERNOS PENSAR EN PÚBLICO NÚMERO. 2

tento por revelar la pobreza generada por la forma de producción


capitalista.
París quedó totalmente iluminada con el nuevo desarrollo ur-
banístico, se creo así una imagen diferente para esta ciudad, en la
que ya no había cabida para la revuelta callejera. La pobreza,
junto con cualquier brote de levantamiento contra el Estado, fue
desplazada a espacios donde pudiera ser controlada fácilmente
sin perturbar el orden instaurado en la capital.
La planeación uniforme que Haussman tenía en mente, a la par
con el despliegue de plazas públicas y monumentos, hicieron de
París un territorio hostil, en el que se reprimía cualquier cambio
que no estuviera contemplado en el desarrollo urbanístico impues-
to por el Estado. Siguiendo a Benjamin, podríamos afirmar que en
la ciudad construida bajo las disposiciones del artista de la demoli-
ción se generaba una belleza cruel, que seguía el canon de orden y
rigurosidad que buscaba instaurar el II Imperio. Las nuevas aveni-
das de la ‘Ciudad Luz’, siempre iluminadas, se desplegaban en
línea recta, sin ningún tipo de curva, las fachadas de las casas no
podían de ningún modo parecerse a las de la ciudad antigua, pues
esto era visto como una forma de desafiar el diseño oficial que el
Estado había impuesto (Benjamin, The arcades project 132).
El antiguo París de moderadas dimensiones se transformó en
una ciudad que alcanzó proporciones gigantescas que desafiaban
las leyes de la naturaleza, en este nuevo espacio sus absurdas
dimensiones no sólo aceleraban el movimiento de la gran urbe,
sino que buscaban proyectar la grandeza y solidez del nuevo go-
bierno. Por último, podemos decir que la obra de Haussman pue-
de entenderse como la empresa guiada por una estética totalita-
ria, que impone los intereses del Estado por encima de los derechos
e intereses de los habitantes de la ciudad.
En este momento, después de haber recogido algunas de las
formas espaciales y temporales que pueden ser observadas en la
ciudad moderna, nos es posible hacer un breve análisis de la ex-
periencia que se genera bajo estas condiciones.
ITINERARIOS URBANOS. PARÍS, LA HABANA, BOGOTÁ: NARRACIONES, IDENTIDADES Y CARTOGRAFÍAS 41

LA EXPERIENCIA DEL HABITANTE


DE LA CIUDAD MODERNA

Baudelaire es para Benjamin el sujeto en el que se hace posible


la experiencia a pesar de las condiciones ya descritas; la ciudad,
y los sujetos que la habitan, como observamos, han sido pro-
ducidos dentro de la lógica del mercado, bajo un régimen tempo-
ral y espacial semejante, tanto la comunicación como el pensa-
miento resultan innecesarios, lo que se impone es la velocidad de
la información y la novedad.
Por tal razón, la concentración y sobre todo el tiempo para la
contemplación no son algo que se les pueda pedir a los lectores
con los que Baudelaire cuenta, la lectura de la lírica les presenta-
ba demasiadas dificultades, y Baudelaire no es ajeno a ellas, sin
embargo no cede ante la empresa de crear la última obra lírica
memorable de su época Las flores del mal, y hacer de ésta un
trabajo totalmente diferente comparado tanto con sus predeceso-
res, como con el de sus contemporáneos, pues aunque Baudelaire
haya construido su obra bajo los cánones clásicos de la lírica, en
ésta irrumpe la modernidad. El problema que parece plantear
Baudelaire es cómo hacer de Las flores del mal un documento en
el que se refleje la experiencia de lo moderno.
En cierta medida, en esta obra se hace evidente una tensión
entre una forma que choca contra un contenido que parece no
corresponderle; estos poemas, dedicados a mendigos, vagos,
prostitutas, asesinos, borrachos, etc., son los que dan evidencia
de la oscura fragilidad que encierra la Ciudad Luz.
Tal y como lo lee Benjamin, París, siempre que aparece en
Las flores del mal, lleva el sello de la desesperanza y el duelo
(Sobre algunos temas en Baudelaire 101) y así es como se ex-
presa en el poema titulado A una que pasa:
La calle ensordecedora a mi alrededor aullaba
Alta, delgada, de luto riguroso, dolor majestuoso
una mujer pasó de una mano fastuosa
42 CUADERNOS PENSAR EN PÚBLICO NÚMERO. 2

levantando, balanceando el festón y el dobladillo


ágil y noble, con su pierna de estatua.
Yo bebía crispado como un extravagante,
En su ojo, cielo lívido donde germina el huracán,
La dulzura que fascina y el dolor que mata.
(Baudelaire, Flores 256-58)
Es de esta forma como Baudelaire caracteriza al personaje
más importante de las calles de París, la multitud; el poeta sabe
que en el color de su vestido se evidencia ese lado negativo y
tortuoso que se esconde en las lujosas construcciones parisinas.
En este poema el filósofo alemán advierte que el poeta siem-
pre vio la ciudad a través de esa masa amorfa cuya fascinante y
aterradora presencia llena las calles de París; por otro lado, ese
confuso sentimiento que le producía la multitud, le impactaba
con tal fuerza, que le era imposible registrarlo rápidamente, de
forma que no podía preparar su mente y su cuerpo para el próxi-
mo impacto, es por ello que ante el shock producido por esa
mujer de luto riguroso, el poeta se paraliza, su cuerpo se contrae,
y su mente quedaba absorta ante tal situación. El poeta más que
impactado es afectado por el shock, por tanto no puede registrar-
lo o describirlo, esta ambigua sensación entre terror y fascina-
ción generaba en él una extraña distancia ante aquello que le cho-
caba; por su puesto, esta es la percepción de la ciudad propia de
quien, viviendo en ella, no ha podido desarrollar plenamente sus
mecanismos de defensa; Baudelaire ha creado su obra desde esta
tensión producida por el terror que le provoca aquello que le atrae,
la modernidad.
El poeta ha erigido la modernidad como tema central de su
obra, ya que considera que el arte debe dar cuenta no sólo de la
belleza de su época, sino también de la constitución heroica que
tiene el hombre moderno, por tal razón quien busque dar cuenta
de los fenómenos de su época –considera Baudelaire–, disfrazan-
do sus personajes con vestimentas y actitudes de otros tiempos,
ITINERARIOS URBANOS. PARÍS, LA HABANA, BOGOTÁ: NARRACIONES, IDENTIDADES Y CARTOGRAFÍAS 43

lo único que muestra, es la pereza y mediocridad de quien ejecuta


la obra (Pintor de la vida moderna 361).
Así mismo, Baudelaire nota que las condiciones hostiles a las
que los hombres deben enfrentarse en esta época, hacen de ellos
sujetos más grandes y sublimes que los héroes de otros tiempos,
para el poeta el héroe es el verdadero sujeto de la modernidad
(Benjamin, Sobre algunos temas en Baudelaire 92). Pero la belle-
za y heroicidad propia de estos hombres están marcadas por el
signo de la muerte, y aunque éste se hace presente en todos los
aspectos de su vida, es mucho más evidente en la moda, en el
traje oscuro que se populariza entre la multitud y que el poeta
analiza de la siguiente manera:
(…) ¿acaso no tiene su belleza y su encanto primitivo ese traje
tan martirizado? ¿No es el traje necesario de nuestra época,
sufriente y llevando incluso sobre los hombros negros y ma-
gros el símbolo de un perpetuo duelo? Observen que el traje
negro y el redingote no sólo tienen su belleza política que es la
expresión de la igualdad universal, sino también su belleza
poética, que es la expresión del alma pública; –un inmenso
desfile de enterradores, enterradores políticos, enterradores
enamorados, enterradores burgueses. Todos nosotros celebra-
mos algún entierro. (…) más aún que en el color. Esos pliegues
gesticulantes que juegan como serpientes alrededor de una
carne mortificada, ¿no tienen su gracia misteriosa? (Baudelaire,
Pintor de la vida moderna 131)
Para Baudelaire, esa ropa que cubría los cuerpos martirizados
de los sujetos que desfilaban por las calles de París, era la expre-
sión del dolor y la fragilidad que marcaba su época –el desem-
pleo, la pobreza–, así como las condiciones bajo las cuales se
desarrollaba el trabajo en las fábricas, hacían de estos hombres
sujetos hermosos y miserables a la vez. En esto reside el encanto
que el poeta nota en la multitud, en esta ambigüedad que deja al
descubierto toda la fragilidad y miseria de la que es capaz la mo-
dernidad y sin embargo, son estos elementos oscuros los que
constituyen su belleza particular.
44 CUADERNOS PENSAR EN PÚBLICO NÚMERO. 2

Aunque en principio, para el poeta el puesto del héroe siempre


está vacante –y ha sido ocupado por diversos sujetos en diferen-
tes situaciones: basureros, prostitutas, asesinos, obreros etc., todo
aquel que haya hecho parte de la multitud–, Benjamin apunta que
el poeta al final de su vida reconoce que es necesario más que
una constitución heroica para ser un héroe moderno. Se necesita
ser capaz de heroizar la época y esto sólo lo logra quien puede
hacer visible la belleza de su momento histórico, esa belleza que
muchos ni siquiera pueden advertir, pues están empeñados en
divulgar en sus obras un ideal de belleza que ellos mismos han
creado a partir de figuras clásicas, pero que no tiene un referente
histórico concreto, el héroe moderno de Baudelaire sabe que “(…)
para que toda modernidad sea digna de convertirse en antigüe-
dad, es necesario que se haya extraído la belleza misteriosa que la
vida humana introduce involuntariamente” (Pintor de la vida
moderna 362), y así como el poeta ha encontrado en Constantin
Guys su prototipo de héroe, Benjamin encuentra en Baudelaire a
su propio héroe, pues éste ha sacado a relucir de una forma muy
particular la belleza de los fenómenos modernos, la belleza que le
corresponde a una sociedad mortificada por una lógica del tiem-
po y el espacio que le ha creado unas condiciones de existencia
sumamente hostiles.
Para el filosofo alemán, Baudelaire mantiene una distancia tem-
poral frente al shock que hace que en los personajes a los que
éste ha dedicado su obra se actualice el París del siglo XIX, pero
más allá de esto, en la obra que Baudelaire ha realizado, se hace
posible la experiencia de lo moderno.

OBRAS CITADAS
Baudelaire, Charles. “El pintor de la vida moderna”. Salones y otros
escritos sobre arte. Madrid: La balsa de la medusa, 1999.
_______. Las flores del mal, Trad. M.B.F. Barcelona: Libros Río Nue-
vo, 1979.
ITINERARIOS URBANOS. PARÍS, LA HABANA, BOGOTÁ: NARRACIONES, IDENTIDADES Y CARTOGRAFÍAS 45

Benjamin, Walter. “La obra de arte en la época de su reproductibilidad


técnica”. Discursos interrumpidos. Madrid: Taurus, 1973.
————. “Sobre algunos temas en Baudelaire”. Poesía y Capitalis-
mo. Iluminaciones II . Madrid: Taurus, 1991.
————. The arcades project, Cambridge, Mass.: First Harvard
University, 2002.
Buck-Morss, Susan. Dialéctica de la mirada. Walter Benjamin y el
proyecto de los pasajes.Madrid: Visor, 1995.
Marx, Carlos. El Capital: crítica de la economía política. Vol.1.
México: Fondo de Cultura Económica, 1959.
Marx, Carlos. “Las luchas de clases en Francia de 1848 a 1850”. Car-
los Marx y Federico Engels. Obras escogidas. Vol I. Moscú:
Editorial Progreso, 1973.
Ortíz, Renato. Modernidad y espacio, Benjamin en París. Bogotá:
Editorial Norma, 2000.
CINCO NOTAS AL MARGEN DE UN DEBATE
AUSENTE SOBRE LA CIUDAD HISTÓRICA
O ¿LA HABANA SOÑANDO
CON EL TRAUMHAUS?*

Al observar la metamorfosis de las ciudades contemporáneas,


buscando un lugar en las geografías imaginadas de América Lati-
na, emerge entonces –sobre todo– la ciudad de La Habana. La
capital cubana, marcada por diversas rupturas urbanas, cambia
la idea de ciudad del proyecto moderno. La Habana Vieja propone
un modelo-otro de patrimonio cultural urbano haciendo visible la
dimensión ambivalente del concepto mismo.
Aparentemente, el patrimonio cultural urbano despliega su
ambivalencia conceptual dentro de la lógica de la industria cultu-
ral que lo define como mercancía, y por los mecanismos mismos
de la institucionalización en relación al proyecto socialista. Al in-
troducir cinco notas al debate sobre la ciudad histórica –un deba-
te más bien ausente sobre La Habana–, intento dibujar las ruptu-
ras urbanas que definen la metamorfosis de la concepción de
ciudad, caracterizando a La Habana en sus momentos político-
históricos en los años 1959, 1982, 1995 y 2005. A partir de su
estado actual de ruina como consecuencia de las políticas urba-
nas, algunos momentos de la metamorfosis serán visibles defi-

* Liliana Gómez. FREIE UNIVERSITÄT BERLÍN


48 CUADERNOS PENSAR EN PÚBLICO NÚMERO. 2

niendo el patrimonio cultural urbano entre la destrucción de la


ciudad y la historia reconstruida de la misma que manifiesta el
modelo de la ciudad-museo.
Las cinco notas intentan recuperar algunas líneas conceptuales
para re-pensar La Habana cartografiando la ausencia del debate
sobre la ciudad histórica. El concepto del Traumhaus –dreamhouse–
de Walter Benjamin (1842-1940) guía las notas para contextualizar
la discusión sobre el patrimonio cultural, anunciando la disolución
de la ciudad acaparada por la unificación entre mercancía y museo
a través de las siguientes preguntas: ¿ El Traumhaus proclama la
pérdida de la dimensión utópica de la ciudad? ¿Está soñando La
Habana con el Traumhaus? ¿Está siendo soñada a partir de un nue-
vo sujeto histórico colectivo que podría hacer visible los momen-
tos de una modernidad de América Latina? ¿Está La Habana soñan-
do con el modelo ciudad-museo para pensar su historia conflictiva
entre fetichización y revolución?
ITINERARIOS URBANOS. PARÍS, LA HABANA, BOGOTÁ: NARRACIONES, IDENTIDADES Y CARTOGRAFÍAS 49

PRE-HISTORIA: EL TRAUMHAUS DE WALTER BENJAMIN

L’Esprit Nouveau: revue internationale d’esthétique. Paris: 24 (1924)


Cortesía de Staatliche Museen zu Berlin, Kunstbibliothek, Alemania
50 CUADERNOS PENSAR EN PÚBLICO NÚMERO. 2

Cuando releemos la revista L’Esprit Nouveau: Revue


Internationale d’Esthétique publicada entre 1920 y 1925 en París
bajo la dirección de Le Corbusier (1887-1965), podemos observar
una cierta mirada que documenta uno de los “extremos” tan carac-
terísticos de la entrada a la modernidad de la metrópoli europea. En
este tiempo Le Corbusier preparaba algunos artículos, la mayoría
de ellos publicados bajo el título de L’Art décoratif d’aujourd’hui
en el año de 1924 en la revista. Estos trabajos son clave para enten-
der la concepción del pabellón L’Esprit Nouveau, propuesto para
la Exposition Internationale des Arts Décoratifs et Iindustriels
Modernes de 1925 en París, en el cual quería mostrar cómo el
interior de la casa con sus muebles, se interrelacionaba directa-
mente con la arquitectura como espacio habitado y más allá, con
un nuevo urbanismo desplegando las condiciones de la vida de la
sociedad moderna (Le Corbusier Decorative X-XI). Un entendi-
miento-otro del espacio arquitectónico es experimentado por los
modernistas alrededor del Neues Bauen, desde Alemania y Francia,
que nace cuando en 1925 se lleva a cabo la celebración de las
exposiciones de la Exposition, partiendo de la concepción de las
artes decorativas que son todavía concebidas como folklore. Qui-
zás el último momento de las artes decorativas –el nombre mismo
lo explicita–, caracteriza lo que hasta entonces se celebraba como
concepción de la ciudad. La ciudad se entendía como iconografía
de la burguesía del siglo XIX, llevando sus formas estéticas al siglo
xx por medio de las artes decorativas y las exposiciones, todavía
cuando se vivía en un espacio parcelado por lo decorativo. Simul-
táneamente emerge lo que se define como nueva mirada, otra y
radical, del Neues Bauen. Es Walter Benjamin quien capta la simul-
taneidad de momentos extremos de una modernidad naciente por
el espacio y su fisionomía cuando observa: “Haber pasado, no ser
ya, es algo que actúa apasionadamente en todas las cosas. A ello le
confía el historiador su asunto. Se apoya en esta fuerza, y conoce
las cosas como ellas son para un instante del no-ser-ya. Monu-
mentos tales de un no ser ya, son pasajes” (831).
ITINERARIOS URBANOS. PARÍS, LA HABANA, BOGOTÁ: NARRACIONES, IDENTIDADES Y CARTOGRAFÍAS 51

Walter Benjamin es uno de los testigos de la entrada a la moder-


nidad que se manifiesta en el espacio y la ciudad, cuando esa mo-
dernidad define una nueva tipología espacial hecha visible por una
lectura de semántica cultural. Sus reflexiones sobre la filosofía de
la historia que trazan la línea conceptual de La Obra de los Pasajes
nacen de dos momentos estéticamente opuestos: Benjamin traduce
el lenguaje formal estético del espacio de la Vanguardia –superposi-
ción, penetración y entrecruzamiento– a la construcción histórico-
filosófica de una constelación política que implica un cambio radi-
cal de perspectiva de la imagen de los pasajes cuando se les concibe
en relación con un colectivo o una época (Brüggemann 592). Se-
gún este cambio de perspectiva, los pasajes emergen como
Traumgeschichte del siglo XIX –historia del sueño– introduciendo el
Traumhaus del colectivo (592), así: “(…) el interior amueblado de
las masas.” (Benjamin 871) “Mientras que en Aragon perdura un
elemento impresionista –la ‘mitología’– (…) se trata aquí de disol-
ver la ‘mitología’ en el espacio de la historia. Desde luego, esto
solo puede ocurrir mediante el despertar de un saber, aún no cons-
ciente, acerca de lo que ha sido. (Benjamín 841)
Según esta construcción, Benjamin concibe lo colectivo como
sujeto del saber. Esa constitución de un sujeto histórico y colec-
tivo abre una reflexión metodológica sobre la experiencia de la
historia (Brüggemann 593). Desde esa perspectiva, Benjamin iden-
tifica el momento del despertar constelado –Erwachen– para de-
finir un nuevo acercamiento a la historia en los precursores de
los espacios del Neues Bauen. Leyendo a Siegfried Giedion (1888-
1968), Benjamin hace visibles los espacios de los pasajes y de las
grandes estaciones como los Traumhäuser del colectivo y como
“Cristal que aparece demasiado pronto, hierro prematuro” (Ben-
jamín 865) constelando así un despertar para el siglo XX
(Brüggemann 593). Lo prematuro –das Zufrühgekommene– se
manifiesta también en las exposiciones de la Exposition de 1925
ya mencionada, donde los dos momentos extremos identifican la
entrada a la modernidad representados, por un lado, por el
52 CUADERNOS PENSAR EN PÚBLICO NÚMERO. 2

“impresionismo” de Louis Aragon (1897-1982) que juega toda-


vía con la dimensión del sueño en relación con una mitología
moderna; y, por otro lado, por la radicalidad del Neues Bauen que
desarrolló su mirada como un despertar frente a esta mitología.
Sin profundizar en la búsqueda de una nueva consciencia de his-
toria en Benjamin, quiero rescatar algunos momentos extremos
de la modernidad emergente de los cuales Benjamin parte, para
hacer visible su preocupación por la historia, no en cuanto
historiografía clásica que concibe todavía la historia como
cosificada, sino en cuanto a crítica cultural y crítica de la idealidad
de la cultura que hasta entonces se entendía como “ente en sí”,
es decir, como Dingvorstellung. El método propuesto por
Benjamin en La Obra de los Pasajes no sólo define un nuevo
entendimiento de historia –Geschichtsverständnis– sino también
concibe otra conciencia de historia –Geschichtsbewusstsein–den-
tro de la cual la cultura ya no se define como cultura cosificada.

L’Esprit Nouveau: revue internationale


d’esthétique, Paris: 20 (1924)
Cortesía de Staatliche Museen zu Berlin,
Kunstbibliothek, Alemania
ITINERARIOS URBANOS. PARÍS, LA HABANA, BOGOTÁ: NARRACIONES, IDENTIDADES Y CARTOGRAFÍAS 53

Cuando retomamos la pregunta por el Geschichtsverständnis


entra en juego otra preocupación por la historia, que se manifies-
ta con la ciudad de La Habana debido a sus múltiples rupturas y al
proyecto de la revolución. Dicha pregunta podría formularse así:
¿Refleja La Habana unos momentos extremos clave haciendo vi-
sible un entendimiento de la historia que podría dibujar la entrada
a la modernidad de América Latina aunque tan distinta a aquella
de Europa?: “[Siegfried Giedion:] Casi todas las épocas, según su
disposición interna, parecen desarrollar un problema constructi-
vo determinado: el gótico las catedrales, el barroco el castillo, y el
incipiente siglo XIX, con su tendencia retrospectiva a dejarse im-
pregnar por el pasado, el museo” (Benjamín 413).
Partimos de observaciones e inquietudes de Benjamin. La
emergencia de la tipología, o del tipo del museo como una forma
independiente de tipología urbana, se inscribe en la línea de lo que
se intenta llamar “Ilustración”. Observando la emergencia de esa
tipología y su desarrollo en cuanto nueva forma urbana, se hace
visible una cierta mentalidad de la sociedad que busca definir
todavía un proyecto de civilización, inscribiéndose en el así lla-
mado proyecto moderno. Esta consideración, observada a partir
de los fenómenos de los siglos anteriores que llamaron la aten-
ción a Benjamin, refleja lo que tiene interés para los siglos XX y
XXI, porque hace visible cómo la tipología del museo se amplifica
cuando se traduce de las exposiciones (mundiales) a la ciudad.
Benjamin comenta este cambio fundamental de la siguiente ma-
nera: “Mi análisis se centra en esta sed de pasado como tema
principal. El interior del museo aparece a su luz como un interior
que ha crecido hasta lo colosal. Entre 1850 y 1890 aparecen en
lugar de los museos las exposiciones universales. Comparar la
base ideológica de ambos” (Benjamin 413)
Con este cambio al menos cuatro fenómenos son visibles, ca-
racterizando el nuevo perfil de la ciudad moderna: primero, la ten-
dencia de exponer lo excesivo de la ciudad por un interior exterio-
54 CUADERNOS PENSAR EN PÚBLICO NÚMERO. 2

rizado; segundo, manifestar la mentalidad de la sociedad como


retrospectiva o anacronismo, haciendo visible un cambio del con-
cepto de historia; tercero, la inversión de la relación entre el interior
y el exterior dando lugar al nuevo fenómeno de la exposición; cuar-
to, representar un nuevo estilo de vida y una nueva forma de vida
por medio de las exposiciones –dos conceptos que marcan
significativamente la ciudad moderna europea. Con el cambio del
concepto de tipología del museo nace la concepción de la ciudad
como museo. Una característica común del concepto de tipología
del museo y la concepción de la ciudad como museo, sin duda, es
dada por la base ideológica marcada por una finalidad pedagógica
y racional que se inscribe en la línea de la Ilustración.
El Traumhaus en relación con la dimensión epistemológica del
despertar y soñar podría traducirse entonces en las siguientes
preguntas: por su modernidad específica para repensar el patri-
monio cultural a partir de las rupturas urbanas de 1959, 1982 y
1995, y muy recientemente con la propuesta de un “boom de
viviendas” de 2005, ¿podría pensarse que La Habana tiene un
papel revelador en cuanto “representación” de la historia y
Geschichtsverständnis del contexto cultural latinoamericano? ¿No
podría imaginarse La Habana como el Traumhaus en relación con
las otras ciudades latinoamericanas que crecieron a mega-ciuda-
des generando fenómenos urbanos muy distintos? ¿No podría
pensarse que el proyecto de la revolución representará esta rela-
ción tan específica entre tradición e historia, caracterizando la
modernidad del contexto cultural latinoamericano? Intentamos
dibujar una relación crítica entre La Habana en su contexto cultu-
ral, caracterizado por el patrimonio cultural urbano y la Revolu-
ción, y el Traumhaus de la concepción de Benjamin que se des-
pliega con la entrada a la modernidad, subsumiendo toda energía
revolucionaria bajo la mercancía y definiendo una fetichización
de la cultura moderna de la producción capitalista. Por supuesto,
una primera mirada no hace visible esta relación debido a dos
líneas discursivas aparentemente contrarias.
ITINERARIOS URBANOS. PARÍS, LA HABANA, BOGOTÁ: NARRACIONES, IDENTIDADES Y CARTOGRAFÍAS 55

Observando el estado de ruina actual de La Habana Vieja y


del Malecón Tradicional, dos áreas declaradas patrimonio cul-
tural urbano, emerge en primer lugar la pregunta por la recons-
trucción de la ciudad en cuanto reconstrucción de la historia,
una práctica reconocida. Pero con la reflexión sobre la recons-
trucción de la historia emerge igualmente la pregunta por el museo
que radica en lo que Benjamin intenta concebir con el Traumhaus.
El libro Bauen in Frankreich de Siegfried Giedion a partir del
cual Benjamin traduce algunas categorías centrales del lenguaje
formal del Neues Bauen a su pensamiento y a la búsqueda de un
nuevo Geschichtsverständnis (Brüggemann 602), revela la nue-
va experiencia del espacio captada por la categoría de
Durchdringung, tan característica para poder descifrar la rela-
ción entre la tipología del museo y la concepción del Traumhaus.
A partir de ahí, es posible ver cómo la tipología del museo gene-
ra la concepción de ciudad-museo: la ciudad moderna revela
una formación y acumulación de objetos según el principio del
museo entendiéndose como representación. Concibiendo la ca-
tegoría de Durchdringung, Benjamin “constela” lo siguiente: la
ciudad y sus tipologías “representan” el estado de la sociedad y
su mentalidad, es decir, la ciudad es la fisonomía de esa menta-
lidad. Dicho en la terminología del museo, emerge el problema
de la representación en cuanto modo de exposición y acumula-
ción de objetos: esta es la ciudad europea del siglo XIX y de ahí
nace la concepción de las exposiciones mundiales y aquellas de
las artes decorativas re-visitadas por Benjamin. El museo se
concibe como una sala o espacio de exposición y, dentro de la
búsqueda arqueológica de Benjamin: las exposiciones incluidas
en la Exposition son representaciones de objetos y estilos, for-
mas de vida y estilos de vida, modelos y ejemplares, curiosida-
des y singularidades.
Esa transposición de las exposiciones y los museos a la ciu-
dad manifiesta lo característico de la modernidad de las nuevas
metrópolis nacientes: las exposiciones desdoblan la ciudad anun-
56 CUADERNOS PENSAR EN PÚBLICO NÚMERO. 2

ciando en una dimensión estética y simbólica una nueva forma y


un nuevo estilo de vida, una nueva estética de la vida moderna.
Como estética sociológica, las exposiciones producen una cierta
correlación entre causa y efecto: las exposiciones son causa del
efecto de la estética de la ciudad. Es este fenómeno de las expo-
siciones en relación con la forma de vida el que es captado por
Benjamin cuando reclama un nuevo Geschichtsverständnis y cuan-
do observa los nuevos fenómenos de la moda y de la publicidad
dando forma a las experiencias visuales de la metrópoli. Lo más
característico de la vida en la metrópoli moderna es lo transitorio
y lo fragmentario. Benjamin observa en La Obra de los Pasajes
que es posible captar la totalidad de la “belleza” de la ciudad en
cada punto singular, en cada fragmento. Por medio de la moda,
de las exposiciones y de la publicidad es posible interactuar con
la multitud y las masas de la metrópoli. Las nuevas formas de la
ciudad –el museo y el Traumhaus– son dadas por un cambio, por
causa de un proceso de la Verdinglichung de la historia, haciendo
visible una cierta ambivalencia fundamental observada por
Benjamin como “naturaleza” del museo: “Los museos forman
parte señaladísima de las construcciones oníricas del colectivo.
Habría que destacar en ellos la dialéctica con la que responden,
por una parte, a la investigación científica y, por otra, a la soña-
dora época del mal gusto” ( 413).
Concibiendo esta nueva tipología del museo como Traumhaus
del colectivo, los pasajes también pertenecen a esa tipología cul-
tural; Benjamin identifica uno de los dilemas de la modernidad
naciente que caracteriza dicha sociedad racional y moderna. La
ciencia, la enseñanza, el progreso y la educación forman parte
del proyecto moderno, son elementos que definen un marco con-
ceptual para la emancipación social de una sociedad moderna y
una línea de dinámicas para la reconstrucción de la ciudad.
Observando La Habana Vieja y el Malecón Tradicional, con-
vertidos hoy en símbolos de la historia, se constata que la ciudad
de La Habana está definida por la dinámica de la musealización,
ITINERARIOS URBANOS. PARÍS, LA HABANA, BOGOTÁ: NARRACIONES, IDENTIDADES Y CARTOGRAFÍAS 57

instrumentalizando su historia y privando de esta manera, algu-


nas partes de la ciudad de la actualidad de las dinámicas cultura-
les espontáneas. No se trata tanto de una expresión de la perple-
jidad del entendimiento de la historia,1 sino de la lógica de una
sociedad moderna y racional que intenta educar, enseñar y desa-
rrollar a partir de un saber histórico.

1982: LA HABANA COMO CIUDAD-MUSEO

En junio de 1837 se inaugura el museo histó-


rico de Versalles –de todas las glorias de Fran-
cia. Una sucesión de salas cuyo mero recorrido
supone casi dos horas. Batallas y escenas parla-
mentarias (…) Coleccionar cuadros se convier-
te aquí por tanto en esto:
pintar cuadros para el museo
Libro de los pasajes
Walter Benjamin
En el año de 1982 cambió el panorama discursivo de La Ha-
bana dando lugar a algunas rupturas urbanas significativas de la
ciudad. En ese año en el cual La Habana es declarada patrimonio
cultural por la UNESCO, retomando algunas iniciativas y ambicio-
nes historiográficas de antes de la Revolución de 1959 y dentro
de la búsqueda de identidad cultural después de las guerras de
independencia, la ciudad se convierte en ciudad-museo. Esta nue-
va forma no sólo hace visible unos de los sueños más escondidos
de una ciudad, sino que también lo despliega en toda su raciona-
lidad cuando implementa el modelo colonial de La Habana Vieja,
que inventa desde entonces su identidad cultural.
Quiero excavar capas arqueológicas de la organización y del
desarrollo económico del proyecto de La Habana Vieja que tenía
como razón hasta el verano de 2005, iluminar el fenómeno de la
musealización y hacer visible el procedimiento y los mecanismos
del cambio conceptual de la ciudad como ciudad-museo, los cuales
reflejan el entendimiento y la consciencia de la historia.
58 CUADERNOS PENSAR EN PÚBLICO NÚMERO. 2

La política de reconstrucción de La Habana Vieja se entiende


en un sentido literal: se trata de una reconstrucción completa de
la sustancia urbana y arquitectónica. La reconstrucción del patri-
monio cultural urbano de La Habana Vieja se concibe desde la
idea de totalidad. En términos de la reconstrucción, la política del
historiador Eusebio Leal Spengler define el procedimiento de re-
construir La Habana Vieja como patrimonio cultural urbano. Co-
rresponde al historiador de la ciudad controlar todos los proce-
sos de la reconstrucción desde la concepción hasta la capitalización
del proyecto.2 Es el historiador quien guía las empresas mixtas3
del turismo, como aquella llamada Habanguanex, que se crearon
para incorporar el proyecto de la reconstrucción de La Habana
Vieja en el proyecto nacional económico de adquisición de divi-
sas, tan necesario para superar la crisis económica de Cuba, lla-
mada Periodo Especial en Tiempos de Paz, después de la derrota
del bloque socialista en 1989.
Observamos algunos detalles propios del procedimiento de la
reconstrucción de La Habana Vieja por los cuales el historiador
opera y que definen la concepción del patrimonio cultural de La
Habana Vieja como un monumento. El principio que define la acti-
vidad económica generada por el concepto del patrimonio cultural
está contenido en la Ley de la Inversión Extranjera4 aprobada en
1995 y que tiene como objetivo la regulación de la adquisición de
divisas, formulación del derecho de poder invertir desde el exterior
en el territorio de Cuba. Esto define el marco legal para poder ini-
ciar el proyecto de La Habana Vieja como capitalización del patri-
monio cultural. De ahí se puede constatar que el proyecto de La
Habana Vieja se traduce en una empresa bajo control del Historia-
dor de la ciudad, formando una especie de centro descentralizado,
que puede operar independientemente del Estado cubano debido a
una política de autofinanciación de la reconstrucción y capitaliza-
ción. Esta traducción a un modelo de ciudad autofinanciada se
percibe desde el exterior como una señal de apertura hacia un mer-
cado global. La apertura se evidencia además en lo siguiente: en
ITINERARIOS URBANOS. PARÍS, LA HABANA, BOGOTÁ: NARRACIONES, IDENTIDADES Y CARTOGRAFÍAS 59

primer lugar, la declaración de La Habana Vieja como patrimonio


cultural mundial por la UNESCO en 1982 muestra un interés interna-
cional que define un primer marco institucional para poder realizar
el proyecto de La Habana Vieja, esto es, el patrimonio cultural; en
segundo lugar, mediante la declaración hecha por una institución
internacional como la UNESCO, se formula un interés público que
redefine una parte de la ciudad –aquella nombrada como Patrimo-
nio Cultural Mundial–, introduciendo así una concepción de la ciu-
dad en tanto dimensión cultural e histórica y definiendo un cierto
orden o una jerarquía. Esta redefinición de La Habana Vieja implica
para la crítica Emma Álvarez-Tabío Albo un cierto retorno a la
ciudad tradicional y es “una necesidad tardía de legitimación cultu-
ral de la revolución” (277). En esta reconversión y búsqueda de
identidad cultural, la figura del Historiador de la ciudad emerge y
se reinventa con el proyecto de La Habana Vieja.
Las divisas generadas por las empresas mixtas de La Habana
Vieja son destinadas exclusivamente al proyecto de revitalización
de La Habana Vieja. Pero la definición del patrimonio cultural
urbano y el financiamiento del proyecto son muy particulares
pues, como ya se ha señalado, está bajo control de la Oficina
del Historiador de la Ciudad, “cabeza” de la estructura jerár-
quica responsable del proyecto de la revitalización. Todas las
comisiones de expertos que supuestamente también guían el
proyecto de La Habana Vieja y que normalmente definen cuáles
de los proyectos de edificios y de restauración que se realizan,
están subordinadas al Historiador de la ciudad, lo cual hace
imposible una intervención independiente en el proceso de la
revitalización por parte de las comisiones de expertos. Por lo
tanto, se puede entender la denominación del Historiador en un
sentido literal y programático con respecto a la definición del
entendimiento de historia.
Instituciones científicas como el Centro Nacional de Con-
servación, Restauración y Museología (Cencrem),5 por ejem-
plo, que investiga sobre la historia de La Habana, ven limitada
60 CUADERNOS PENSAR EN PÚBLICO NÚMERO. 2

su intervención en la realización de las obras de restauración y


en la definición de la línea interpretativa de La Habana Vieja
como patrimonio cultural. No tienen la posibilidad de discutir
desde una perspectiva científica un proyecto ya aprobado por
La Oficina del Historiador de La Habana Vieja. Este procedi-
miento de institucionalización del poder, definiendo que una sola
institución personalizada y representada por el Historiador pue-
da tomar decisiones sobre el proyecto de la revitalización, no
sólo redefine la “significación” del patrimonio cultural sino que
reimplanta la ciudad colonial como un modelo: la ciudad –patri-
monio cultural– se convierte en museo y el museo se convierte
en una mercancía. También se destacan dos aspectos de la
institucionalización del patrimonio cultural que definen su re-
significación: el primero, es que la imagen de la ciudad es defi-
nida por el Historiador, lo que implica que la relación entre lo
nuevo y lo viejo y la concepción del uso de La Habana Vieja y
por lo tanto la realización del concepto del patrimonio cultural,
son redefinidos según esta única versión. El segundo, es que la
financiación del proyecto se debe casi exclusivamente al sector
del turismo de modo que un uso futuro necesario y así un cam-
bio de uso para La Habana Vieja, son ya preconcebidos por esta
lógica, comprometiendo el proyecto del patrimonio cultural, es
decir, comprometiendo la búsqueda de la forma y de la imagen
de la ciudad, del patrimonio cultural y por lo tanto, en un senti-
do más amplio, del entendimiento de la historia.
La reconstrucción de La Habana Vieja como ciudad colonial a
partir de 1995 es obra de Eusebio Leal Springer, quien dentro del
proyecto de La Habana Vieja se convierte en verdadero personaje
habanero, personaliza la nostalgia de la ciudad, tan característica
para la cultura cubana al final del siglo xx (Álvarez-Tabío Albo
133-89):
Diez años después, cuando las necesidades ya no sean cultura-
les, sino puramente económicas, esta carencia de programa se
pondrá de relieve. La negación de la ciudad monumental, pri-
ITINERARIOS URBANOS. PARÍS, LA HABANA, BOGOTÁ: NARRACIONES, IDENTIDADES Y CARTOGRAFÍAS 61

mero, la recuperación de la ciudad antigua, luego, y finalmen-


te, le enésima ‘invasión’ de la ciudad, representada esta vez
por las inversiones inmobiliarias extranjeras, conducirán a la
esquizofrenia urbana. ( 277-78).
Analizo a continuación algunos aspectos del procedimiento
de la reconstrucción de la historia, en particular del modelo de la
ciudad colonial. Estos aspectos tienen que ver con la
institucionalización de las personas relacionadas con el proyecto
de La Habana Vieja y con la generación de procesos específicos
de reconstrucción que hacen visible la ambivalencia fundamental
del concepto del patrimonio cultural.
Desarrollaré uno de los aspectos que tiene que ver con la
definición y la resignificación del patrimonio cultural por el pro-
cedimiento de la institucionalización. Parte de esa redefinición
son las estrategias y la lógica del mercado del sector del turismo
cultural cuando observamos la estructuración de las empresas
mixtas, asociadas a la nueva actividad económica. Según Álvarez-
Tabío Albo, la definición del patrimonio cultural hace siempre
parte de especulaciones inmobiliarias; para él la institución de la
Oficina del Historiador de la Habana Vieja en cuanto estructura
participa en esa invasión (277-78).
La colección de arquitecturas que define el principio del patri-
monio cultural, se convierte en el diseñar arquitecturas para el
museo que se llama, desde luego, ciudad. Es esto lo que Benjamin
observa en los extremos de la modernidad naciente en la cual la
actividad de coleccionar cuadros y pinturas se convierte en “(…)
pintar cuadros para el museo” (415). De cierta manera La Haba-
na Vieja como proyecto del patrimonio cultural ya representa una
posible imagen y forma de la ciudad del siglo XXI. Debido a la
declaración de La Habana Vieja como monumento y patrimonio
cultural se la convierte en una pieza congelada y aislada del resto
del desarrollo de la ciudad. La Habana Vieja se convierte en un
objeto: ¿Se la abstrae del proceso del cambio y del tiempo? A
partir del momento en que es declarada como patrimonio cultu-
62 CUADERNOS PENSAR EN PÚBLICO NÚMERO. 2

ral, ¿no podría afirmarse que hay un proceso estructural en el


interior de la institucionalización? Con esas dudas re-emerge la
problematización por la modernidad: el procedimiento de
institucionalización descubre su “naturaleza” de la racionalidad
del proyecto moderno en cuanto racionalidad económica. En el
caso de La Habana Vieja, podemos observar que, con la declara-
ción del patrimonio cultural, esta ciudad se convierte en una zona
controlada por intereses económicos, negociando la interpreta-
ción de su “naturaleza” de patrimonio cultural y re-significándolo.
Esa institucionalización legitima las políticas para el desarrollo
urbano de La Habana Vieja.
Debe observarse que otro concepto de totalidad del modelo
de la ciudad es introducido artificialmente. En el momento del
reconocimiento como patrimonio cultural la ciudad histórica pierde
toda su historicidad, porque el tiempo es convertido en tiempo
congelado al ser musealizado como totalidad autónoma (Busquets
189). El ejemplo del desarrollo urbano de La Habana Vieja en
relación con el turismo cultural, hace visible que el modelo de la
ciudad como museo provoca una política de segregación de todo
lo que es ajeno a esta lógica económico-cultural. El modelo sólo
permite un espacio de consumo y un uso de consumo para una
población ideal –los turistas–, sin tener en cuenta que la pobla-
ción real todavía habita el centro histórico de La Habana Vieja y
no como un juego temporal puesto en escena (Alé).
El desarrollo urbano de La Habana hacia un escenario para el
tiempo libre y el turismo, se inscribe en una línea conceptual de la
ciudad imaginada por el escritor cubano Alejo Carpentier antes
del cambio de 1959. El captó una mirada emergente, caracterís-
tica, en su crónica La Habana vista por un turista cubano (1939),
cuando La Habana empezaba a adoptar el papel y las dinámicas
de una metrópoli moderna. Carpentier anota lo siguiente, ilumi-
nando la naturaleza equívoca de la cultura manifestada también
por el patrimonio cultural:
ITINERARIOS URBANOS. PARÍS, LA HABANA, BOGOTÁ: NARRACIONES, IDENTIDADES Y CARTOGRAFÍAS 63

La entrada de su puerto [de La Habana] parece obra de un


habilísimo escenógrafo. (…) donde un arquitecto ha tenido la
idea genial de instalar la estación de ferrocarril en una catedral
gótica, el turista se encuentra con una visión que no defrauda
sus ilusiones románticas; la de castillos coloniales, con fosos y
atalayas, que son una materialización tangible de imágenes im-
puestas a su espíritu por la lectura de novelas o relatos históri-
cos. (…) Una joven turista americana que se encuentra a mi
lado me hace esta pregunta adorable, alargando el índice hacia el
Morro y la Cabaña: Pero (…) ¿son castillos de verdad? (29)

1995: LA CIUDAD ENTRE UTOPÍA Y MERCANCÍA

“El Malecón monumental”, La Habana (2002). Liliana Gómez

A partir de 1995 se redefine el patrimonio cultural. En la Ley de


inversión extranjera se puede observar al margen del debate sobre
el patrimonio cultural algunos intentos discursivos nuevos: se trata
64 CUADERNOS PENSAR EN PÚBLICO NÚMERO. 2

de una preocupación por el desarrollo arquitectónico actual en re-


lación con la declaración de La Habana Vieja como patrimonio cul-
tural. Dicha preocupación va acompañada de una actividad urbana
significativa sólo a partir de 1995 y se manifiesta como crítica de la
conversión de La Habana Vieja en un museo rompiendo con toda
continuidad del desarrollo arquitectónico (Alè). Se introduce así
una crítica al debate ausente sobre la ciudad histórica pues la Re-
volución que quiere entender La Habana Vieja simplemente como
un hecho histórico (Alè). Se reclama la necesidad de enfrentar la
actualidad en sus diferentes huellas, para no seguir una trayectoria
ideológica y cultural errónea. Se pone así de manifiesto un dilema
de nuestra época: la relación entre historia e historicidad, identifi-
cada por el “hecho histórico” contrario a lo que Benjamin intentó
concebir por un nuevo Geschichtsverständnis. Se pretende conce-
bir el patrimonio cultural dentro de la lógica de una manifestación
singular e irreducible, manifestación de un proceso civilizador que
subsume todo el movimiento efímero de una historia menor. En
este sentido, el patrimonio cultural representa el progreso de la
civilización impulsado por la historia, forma característica del pro-
yecto moderno.
El concebir partes de la ciudad como un hecho histórico, nos
ubica frente al problema de una tendencia muy reciente que quie-
ro llamar “mirada retrospectiva”. Para responder a la preocupa-
ción por la historia, el arquitecto cubano Andrés Duany desde los
Estados Unidos propone el así llamado New Urbanism. Sin enfo-
carme en esta nueva corriente del urbanismo y la arquitectura,
quiero señalar la siguiente línea discursiva que redefine la ciudad-
museo dentro de los múltiples procesos globales. ¿Es posible
postular que La Habana Vieja concebida como singularidad –como
ejemplar civilizador– se convierte en museo debido a la concep-
ción del proyecto moderno en el cual los procesos de
institucionalización y la definición de los patrimonios culturales
mundiales todavía se presentan? ¿Podría postularse que el fenó-
meno de la musealización de las ciudades históricas no sólo se
ITINERARIOS URBANOS. PARÍS, LA HABANA, BOGOTÁ: NARRACIONES, IDENTIDADES Y CARTOGRAFÍAS 65

debe a la lógica del mercado definido por el turismo y el consu-


mo, sino también a una Geisteshaltung –mentalidad– que se de-
sarrolló con la cultura del consumo masivo?
La tipología del museo, como en otras exposiciones moder-
nas que reflejan la naturaleza de la ciudad-museo, manifiesta esta
ambivalencia entre educación o Ilustración y mal gusto o consu-
mo masivo: “Hay relaciones entre el gran almacén y el museo,
entre los cuales el bazar es un eslabón intermedio. La acumula-
ción de obras de arte en el museo se asemeja a la de las mercan-
cías allí donde, al ofrecérsele masivamente al paseante, despier-
tan en él la idea de que también tendría que corresponderle una
parte” (Benjamin 420).
Esa observación de Benjamin hace visible una relación impor-
tante entre el visitante y los objetos, definiendo el carácter del mu-
seo. Aparentemente el museo supera el objetivo de la enseñanza de
la cultura, y produce un aumento del consumo cultural (ilustrado).
A partir de 1972, cuando se suscribió el acuerdo sobre la protec-
ción del patrimonio cultural y mundial de la unesco, se impuso la
globalización de los valores occidentales (Busquets 195-96). Des-
de la perspectiva de la ciencia y del arte, se introdujo el valor y la
definición de monumentos y sitios arqueológicos propagando de
este modo el sistema de pensamiento de la cultura occidental (195-
96). Concibo esto como entrada a una posible re-territorialización
y re-apropiación de La Habana Vieja desde una perspectiva exte-
rior, introduciendo una política (cultural) realizada a partir de la
declaración de La Habana Vieja como patrimonio cultural en 1982.
El nuevo marco institucional define el patrimonio cultural como un
campo de batalla de intereses estratégicos.
Se puede redefinir el fenómeno del turismo cultural de la si-
guiente manera: con la conversión de la sociedad en sociedad del
espectáculo, emerge un turismo cultural masivo que produce otra
conversión, aquella de lo cultural de la ciudad en objetos de puro
consumo. Aparece una disposición fundamental que se caracte-
riza por una valoración de la ciudad como monumento (Busquets
66 CUADERNOS PENSAR EN PÚBLICO NÚMERO. 2

196). Por consiguiente, el turismo cultural redefine la historia


como mercancía fetichizándola (Busquets 196). Dentro de esos
mecanismos de redefinición, el patrimonio cultural es exaltado
como símbolo de la historia, o reducido a nada frente al peligro
de transformarse en una clase de mercancía, imagen o apariencia
cuando su uso sólo sirve a un objetivo de publicidad y se traduce
simplemente en un objeto de consumo (Busquets 196). No es un
secreto que la industria del patrimonio cultural ya descubrió este
mercado nuevo del turismo y de la inmobiliaria relacionada con
este tipo de consumo.
Pero quiero enfocar otro aspecto que no refleja el carácter
comercial de la ciudad-museo, sino que abre la posibilidad de
hacer una lectura de la ciudad-museo que revela un momento
utópico en relación con el concepto de la tradición:
¿La ciudad como instrumento didáctico? No se trata de si
debería ser tal cosa, sino más bien de que no puede ser otra
cosa. Y, por consiguiente, estamos ante el problema de la natu-
raleza de la información instructiva disponible, de cómo ha de
formularse un discurso deseable, de qué criterios deben deter-
minar el contenido ético preferido de la ciudad. (…)
En el contexto de una ciudad modelo, de una ciudad de la
mente, tampoco es concebible que unas preocupaciones sim-
plemente funcionales o simplemente formales supriman las
cuestiones referentes al estilo y a la sustancia del discurso (…)
Esto equivale a observar que en los argumentos que siguen se
supone que, en un análisis final, hay tan sólo disponibles dos
depósitos de contenido ético. Estos son: tradición y utopía, o cua-
lesquiera sugerencias de significado que nuestras nociones de tradición
y utopía todavía pueden aportar. (Rowe 119-120)
Así, se puede descifrar la dimensión social-utópica de la ciu-
dad observando sus funciones de enseñanza y saber transporta-
dos por el modelo “ciudad”, con respecto al proyecto moderno
en cuanto emancipación social. El concepto de ciudad como museo
tiene una función didáctica que se inscribe en la línea de la Ilus-
tración, no sólo para los turistas que visitan ciudades históricas,
sino también para la sociedad cuando la ciudad es entendida como
ITINERARIOS URBANOS. PARÍS, LA HABANA, BOGOTÁ: NARRACIONES, IDENTIDADES Y CARTOGRAFÍAS 67

forma de esa reclamación de emancipación social definiendo un


momento necesariamente utópico. El modelo de la ciudad-mu-
seo, representa el estado de un extremo de la ciudad: por un lado,
queda congelado y vaciado de vida y, por el otro, siendo medio
didáctico, educa para la vida y la sociedad, ofreciendo un cierto
exceso ético debido a un saber expuesto.
Históricamente debe recordarse que Napoleón I, intentó con-
vertir a Paris en un museo, concibiéndola como “(…) una suerte
de exposición habitable, una colección de recuerdos permanen-
tes para edificación tanto del residente como del visitante”, y
“como algún tipo de panorama histórico” (Rowe 123). Se puede
observar una invención de la ciudad como representación didác-
tica para la nación francesa. Esto no sólo hace visible la significa-
ción simbólica de la ciudad sino también la ciudad como repre-
sentación de la voluntad de poder de la clase dominante y con ella
la representación de la cultura. La ambivalencia de esa concep-
ción de la ciudad-museo es manifestada por una cultura imagi-
nándose como colección ecléctica de los momentos culminantes
de una historia mayor reunidos en una antología y un canon (134).
La concepción de la ciudad-museo enuncia una cultura que se
inscribe en una voluntad de la memoria que busca una represen-
tación por “gestos conmemorativos” (134). Colin Rowe y Fred
Koetter observan que el museo como institución pública nace
con el hundimiento de la idea clásica de totalidad, simultánea-
mente en la Revolución Francesa (136). La pérdida de la idea de
la totalidad cambia radicalmente la idea del saber:
Se ha sugerido que la condición del museo, en misión de cultura,
no es fácilmente superable; se ha sugerido además que su abierta
presencia es más fácilmente tolerable que su influencia subrep-
ticia, y se reconoce obviamente que la designación “ciudad museo”
sólo puede resultar repulsiva para la sensibilidad contemporá-
nea. La designación ciudad andamiaje para demostración expositiva
casi con toda seguridad introduce una terminología más digeri-
ble,(…) ¿domina el andamiaje a los artículos expuestos? ¿O
abruman los artículos expuestos al andamiaje? (134)
68 CUADERNOS PENSAR EN PÚBLICO NÚMERO. 2

Dado que se trata de un equilibrio entre estructura y aconteci-


miento, que constantemente está en peligro por causa de las fuer-
zas contrarias definidas por la moda y el estilo y por otras condi-
ciones sociales, la ciudad puede desarrollarse como andamiaje
dominante que controla todo exponiéndose a sí mismo, o como
acontecimiento permitiendo que sólo exposiciones definan la “for-
ma” de la ciudad, de modo que el andamiaje se disuelve como lo
muestra el ejemplo de Disney World o la ciudad-museo (136). El
ejemplo de Napoleón I demuestra que el objetivo pedagógico tam-
bién define la imagen de la ciudad en cuanto representación esté-
tica, convirtiendo este objetivo en una estetización y fetichización
de la ciudad cuando aquella se convierte en museo. El material
ético del cual hablan todavía Colin Rowe y Fred Koetter , y que
se nutre igualmente de lo utópico y de la tradición, pudiera ser
agotado por los procesos de un mundo globalizado, redefiniendo
por patrimonio cultural todo material ético a favor de una lógica
única del mercado, dejando atrás el modelo de enseñanza y el
paradigma de una emancipación social.

“El Malecón monumental”, La Habana 2002. Liliana Gómez


ITINERARIOS URBANOS. PARÍS, LA HABANA, BOGOTÁ: NARRACIONES, IDENTIDADES Y CARTOGRAFÍAS 69

Esta ambivalencia es captada también por Benjamin en el con-


cepto del Traumhaus caracterizado por el “deseo” que compro-
mete el proyecto moderno y le descubre una dimensión intrínse-
ca: el Traumhaus anuncia la pérdida de la utopía porque su forma
anticipa una realización de la utopía transformando la energía
utópica, que es generada constantemente por la miseria y las di-
ferentes contradicciones de las formas de vida de la constelación
del mundo, en una necesidad que es saturada por el contexto del
aquí y del ahora de la mercancía y de la ciudad como mercancía
(Hassenpflug 152). El sociólogo Dieter Hassenpflug observa en
este contexto: “We live today in an era of highly developed
consumerism in which much is done to transform the desire for
a world of beauty and security into needs which can be fulfilled
by means of purchasing products – in the form of consumer
goods” (152).6
El Traumhaus manifiesta la fusión entre mercancía y utopía,
entre mercancía y objeto expuesto tan característica para el mu-
seo naciente. Por un lado provoca el deseo del visitante y anuncia
una lógica en la cual la fantasmagoría opera y, por él evidencia su
carácter didáctico. Observando el proceso de la conversión de
La Habana Vieja en un museo, se puede constatar que el desarro-
llo de la ciudad como “(…) ciudad andamiaje para demostración
expositiva” (Rowe 136) define la ciudad-museo a favor de las
exposiciones dominantes. De ahí resulta que la ciudad se con-
vierte en un Traumhaus.

2005: ¿LA HABANA RECONFIGURADA O LA CIUDAD


SIN ATRIBUTOS?

En el verano de 2005 la política para el desarrollo urbano de


La Habana cambia radicalmente debido a una reorientación de la
economía nacional a favor de una política de la vivienda masiva,
dejando atrás el modelo de adquisición de divisas por el sector de
turismo iniciado por la Ley de la Inversión Extranjera de 1995.
70 CUADERNOS PENSAR EN PÚBLICO NÚMERO. 2

Debido a una reorientación político-económica hacia Venezuela y


China, el sector de turismo pierde importancia y con ello la prio-
ridad del sector de construcción de la revitalización de La Habana
Vieja. El proyecto de patrimonio cultural tiene que afrontar nue-
vos desafíos como la búsqueda de financiamiento. Así, la nueva
política para el desarrollo urbano se traduce en una política de la
vivienda anunciada como programa social que pretende cons-
truir 100.000 viviendas populares al año a partir de 2006
(Garcilaso).
El reajuste del plan de desarrollo urbano –muy similar al pro-
grama de viviendas masivas construidas básicamente por la mis-
ma población durante los años 1970 y 1980 antes del Periodo
Especial–, significaría un cambio de imagen y de concepción de
la ciudad contrario a lo que se intentaba discutir alrededor del
patrimonio cultural: la nueva vivienda de techo ligero –“estilo”
efímero– es concebida políticamente como una respuesta a la
escasez presente desde y antes de 1959. Al margen de esta retó-
rica oficial se está formulando justo en la ausencia del debate un
debate-otro: aquel de la crítica a esa política urbana formulada
desde la tecnología y la arquitectura. Este es quizá el último grito
para romper el silencio y salvar a La Habana pero ya no solamen-
te por el patrimonio cultural –hay consenso que por falta de re-
cursos y de tiempo ya no se puede rescatar las ruinas urbanas–,
sino por una reclamación del saber urbano y de tecnologías urba-
nas perdidos con el proyecto cultural de 1959. Permitir construir
esa cantidad y calidad de viviendas en las afueras de la ciudad,
significaría todo un cambio radical de la fisonomía urbana, con-
virtiendo la ciudad en una mancha urbana sin atributos.
¿Reconfiguraría este “boom” de vivienda el proyecto de la “ciu-
dad revolucionaria”? ¿Sería esta radicalidad de política urbana
una respuesta al debate del patrimonio cultural?
En 1928 Siegfried Giedion señaló en Bauen in Frankreich:
“Se dice que el arte anticipa pero hay que añadir a eso siendo
convencido por la indivisibilidad de los procesos de la vida: Tam-
ITINERARIOS URBANOS. PARÍS, LA HABANA, BOGOTÁ: NARRACIONES, IDENTIDADES Y CARTOGRAFÍAS 71

bién la industria anticipa, la técnica, la construcción” (Brüggemann


603). Si comprendemos con Giedion que hay una cierto Ausdruck
–“expresión”– de la ciudad, entendida como revelación provoca-
da por las construcciones, emerge una pregunta que se inscribe
en la ausencia del debate sobre La Habana: ¿Qué anticipan las
100.000 viviendas de techo ligero al año para La Habana? ¿Cómo
leer esta Geisteshaltung y Geschichtsverständnis manifestados
por esa nueva fisonomía?
Cuando en julio de 2005 se reúnen algunos de los represen-
tantes y expertos de la ciudad de diversas instituciones como la
Unión Nacional de Arquitectos, Ingenieros y Constructores Cu-
banos (UNAICC) , el Instituto de Investigaciones Económicas, el
Grupo de Desarrollo Integral de la Ciudad, el Ministerio de Cons-
trucción (MICONS), la Dirección Provincial de Planificación Físi-
ca Ciudad de La Habana (DPPFCH), entre otras, se formula una
reclamación de un saber urbano y un debate sobre la ciudad para
evadir el vacío de una posible retórica que pudiera convertir La
Habana en una pesadilla o en un Traumhaus re-significado. Tam-
bién la ausencia de un debate es una forma de la crítica.

POST-HISTORIA: RE-ESCRIBIR LA UTOPÍA DE LA CIUDAD


Con la realización de Culturas encontradas: Cuba y los Esta-
dos Unidos (Coatsworth), evento que se llevó a cabo fuera de la
isla en 2001, puede hablarse de un giro en el contexto discursivo
de la identidad cultural cubana en torno de La Habana dentro de
una nueva-vieja geografía imaginada al otro margen del debate
ausente sobre la ciudad. Tomamos esta entrada-otra para pre-
guntarnos: ¿No refleja La Habana la idea de lo auténtico? ¿No
parece sobre todo la idea de lo colonial de la ciudad como algo
auténtico e inagotable de la historia de La Habana? Hablando des-
de la perspectiva que abrió Rem Koolhaas con el concepto de
Generic City –una ciudad que ya no se define por un centro his-
tórico y que está radicalmente deliberada de la noción de historia
72 CUADERNOS PENSAR EN PÚBLICO NÚMERO. 2

caracterizando la ciudad del siglo XXI–, ¿es posible pensar la ciu-


dad contemporánea no sólo en términos de Generic City sino
también y, sobre todo, para referirse al contexto de las “ciudades
históricas” como La Habana, en términos de Generic Historic
City? ¿Se trataría de captar el fenómeno de una historia genérica
definiendo estratégicamente un modelo de ciudad? La entrada de
La Habana como patrimonio cultural en 1982 aparentemente no
define un lugar específico de ésta en relación con otras ciudades
de las Américas. En este sentido, el contra-proyecto o anti-mo-
delo de la ciudad formulado con el programa de las 100.000 vi-
viendas masivas anualmente podría significar un posible rescate,
definiendo el contexto mundial de La Habana fuera de la lógica de
la apropiación turística, entendido quizás como una crítica de la
naturaleza misma de la ciudad.
Repensamos dentro de la geografía imaginada –como punto
de partida y punto de encuentro para las “culturas encontradas”
entre Cuba y Estados Unidos–, lo siguiente: ¿Podría pensarse
La Habana y Miami dentro de una relación antagónica y/o utó-
pica? La vía tomada por las “culturas encontradas” se caracte-
riza por una denominación común de una historia urbana: la
forma que se inicia La Habana en la década de 1950 que se debe
a un mismo campo cultural de intercambio intelectual, arqui-
tectónico y urbano entre Miami y La Habana, dando lugar a una
memoria colectiva compartida con los cubanos exiliados hoy
viviendo en Estados Unidos (Coyula 118-23). ¿Podría ser que
esa memoria colectiva define una cierta Traumform –forma del
sueño–, que se manifiesta como nostalgia e ilusión? (Segre 111;
Duany 1). Además, una cierta mirada específica hacia La Haba-
na es definida en el contexto de una geografía imaginada en
forma de un nuevo Traumhaus: una relación estrecha entre La
Habana y Miami, las dos entendidas como un lugar utópico y
antagónico. De cierta manera, en la búsqueda de una identidad
cultural como cubanía , las fronteras “nacionales” de esa geo-
grafía ya están desplazándose: La Habana dentro de esa nueva-
ITINERARIOS URBANOS. PARÍS, LA HABANA, BOGOTÁ: NARRACIONES, IDENTIDADES Y CARTOGRAFÍAS 73

vieja constelación re-escribe su identidad histórica con el patri-


monio cultural.
Emerge un escenario de re-escritura: ¿Es La Habana soñada
como el Traumhaus por los cubanos exiliados desde Miami? ¿Po-
dría ser que La Habana redefiniendo el concepto del patrimonio
cultural manifestara una nueva figura de geografías imaginadas
dentro de los desplazamientos de sus habitantes? La Habana des-
cribiría sólo el lugar de una referencia histórica, de un pasado y
experiencia comunes caracterizando una reconstrucción soñada,
representaría la imagen de lo auténtico. La Habana como lugar
perdido, soñado e imaginado, buscaría definirse por la puesta en
escena de su historia mayor. Esta ciudad, vista desde la perspec-
tiva exterior, soñaría con el eje antiguo de Las Vegas-Miami-La
Habana en el cual podría retomar su rol lúdico (Coyula 77); po-
dría representar su naturaleza inventada de Generic Historic City
para el resto del mundo que todavía sueña con ella, como el últi-
mo lugar de la utopía dentro de la lógica de la Verdinglichung
misma. De ahí re-emergería la utopía pero soñada como una
cosa consumible, pre-fabricada y cómodamente realizable.
Esta dimensión podría dar también otro color a la pregunta
por la identidad cultural entre Miami y La Habana. En este senti-
do, se podría re-escribir la utopía incorporando las imágenes,
mitos e ideas del pasado a fin de que se la confronte con el pre-
sente, integrándose simultáneamente con elementos e ideas del
presente, a su realidad ideal, incorporando las prácticas sociales
de los hombres concretos no entendidos como un ideal abstracto
(Hassenpflug 150). Se podría reformular la pregunta de la si-
guiente manera: dada la relación antagónica entre Miami y La
Habana, ¿no podría pensarse que las dos ciudades formularan
respectivamente una crítica del modelo de la otra ciudad, recla-
mando desde la crítica un rompimiento con la fantasmagoría que
las está acaparando y con el soñar con el Traumhaus?
74 CUADERNOS PENSAR EN PÚBLICO NÚMERO. 2

NOTAS
1 Difícil de discutir dentro del proyecto de la Revolución que recibe un patrimonio cultural urbano de
una burguesía que fue objeto de superación cultural.
2 La Oficina del Historiador de La Habana Vieja es la institución subordinada al Historiador de La Habana
Vieja, Eusebio Leal, concebida para la restauración del municipio La Habana Vieja. La institución
fue fundada por el historiador Roig Leuchsenring antes de la Revolución.
3 Las empresas mixtas son empresas cubanas en forma de una sociedad anónima de mínimo de un
inversionista nacional, es decir cubano, y de mínimo de un inversionista extranjero.
4 La Ley de inversión extranjera se inicia en el año de 1995 en Cuba como base legal con miras a la
adquisición de divisas y a la generación de una actividad económica de inversionistas extranjeros para
superar la crisis económica de 1990. Las leyes forman una primera base para un desarrollo económico
de Cuba, relacionado al principio de mercado después de la derrota del orden económico socialista.
Son interpretadas generalmente como una abertura político-económica al mercado global y como
un ajuste económico al principio capitalista.
5 El Centro Nacional de Conservación, Restauración y Museología (CENCREM), es una institución
científica nacional y estatal que se fundó para la conservación, restauración de la ciudad y sus mo-
numentos.
6 “Actualmente vivimos en una época de consumismo muy desarrollado, en la cual se hacen muchas cosas por transformar
el deseo por un mundo bello y seguro en necesidades que pueden ser satisfechas por el consumo”. N.E.

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REPRESENTACIONES DE BOGOTÁ
EN LAS GUÍAS TURÍSTICAS DE LOS TREINTA*

Bogotá se ha convertido para muchos en imaginario de caos,


desorden e incertidumbre, al desplegadarse en múltiples capas,
fragmentos que se cruzan y tejen con la violencia, su elemento
en común. Esta ciudad que se desborda, que es imposible man-
tener bajo control, puede ser entendida como el resultado inevi-
table de la ruptura de los límites que pretendió implantar la mo-
dernidad.
La modernidad como proyecto creó un modelo específico de
lo que significaba ser ciudad, a partir de unos paradigmas elitistas,
excluyentes. Estableció unas fronteras entre los merecedores de
hacer parte de este proyecto y los otros. En este proceso, esos
otros estigmatizados bajo estereotipos de atraso y de subdesarro-
llo, fueron sentenciados a desaparecer, a ser sustituidos, o sim-
plemente fueron desplazados hacia el olvido. Señala Alejandra
Jaramillo: “La modernidad se ha encargado de crear límites que
excluyen de su “realidad” todo aquello que no se parece a ella
misma, y en esa exclusión ha ido invisibilizando las otras caras de
la ciudad” (114).

* Sandra Marcela Gómez Mendoza. Especialista en Estudios Culturales. Pontificia Universidad


Javeriana. Instituto de Estudios Sociales y Culturales PENSAR.
Este artículo se reproduce con la autorización de la Universidad Externado de Colombia. Facultad
de Administración de Empresas Turísticas y Hoteleras. Anuario Turismo y Sociedad 5.4 (2005): 96-103.
78 CUADERNOS PENSAR EN PÚBLICO NÚMERO. 2

Este ensayo se centra en el estudio de dos guías turísticas,


representaciones que muestran a Bogotá, ciudad moderna en
construcción: Bogotá: guía turística de Eduardo Acevedo Latorre,
impresa en 1933, y Santa Fe de Bogotá IV centenario, 1938:
guía ilustrada, de Ricardo Valencia Restrepo.
Para el análisis de estas guías partí de tres ejes centrales. En
primer lugar, las guías turísticas son interpretadas como una re-
presentación: en ellas se eligen elementos concretos de la ciudad
que son recreados, narrados desde un lugar de enunciación, con
una perspectiva particular desde la cual se habla ejerciendo el
poder (Hall). Al analizar cada guía se aprecia la intencionalidad
que animó su realización. No obstante, es importante aclarar, que
esa intencionalidad es entendida en este ensayo como el resultado
de prácticas sociales que responden a un contexto determinado.
Por lo tanto, se dejan a un lado las perspectivas históricas que
consideran a documentos y, en general, a las fuentes, como parte
de un relato con pretensiones de objetividad, que pretende narrar
los hechos tal como fueron: la intención de los autores de las
guías se explicita como voluntad de hacer un retrato de la ciudad
tal cual es.1
Las guías turísticas son tomadas entonces como el rostro de
un territorio deseado, como el ideal de ciudad establecido por
determinados autores, legitimados por el Gobierno y las institu-
ciones académicas que tienen el poder de hablar y de elegir. Son
el testimonio de lo que admiran, valoran, lo que desean mostrar, e
inevitablemente, son la evidencia de lo que rechazan, excluyen,
niegan. Aunque posiblemente para muchos las guías sean simple-
mente documentos banales y sin importancia, ellas adquieren otro
sentido desde los Estudios Culturales. Para esta entrada teórica,
la cultura es campo de confrontación simbólica, de lucha por el
control de significados y de negociación del poder social. Las
guías se convierten en una herramienta de difusión, como parte
de una red de poder/saber, usando los términos de Foucault, que
pretende naturalizar una visión de ser ciudad particular desde un
ITINERARIOS URBANOS. PARÍS, LA HABANA, BOGOTÁ: NARRACIONES, IDENTIDADES Y CARTOGRAFÍAS 79

lugar específico de enunciación. Las guías posicionan unas prác-


ticas sociales concretas que implican una forma de ejercer poder
sobre los otros, a partir de la posesión de un saber que a los otros
les es negado y, sobre todo, de una forma de entender y vivir la
ciudad a la cual pocos tienen acceso. Las guías son entonces
herramientas en la lucha por imponer un significado de ciudad.
En segundo término, elegí la década de los treinta como esce-
nario temporal de interpretación, teniendo en cuenta que fue a
fines del siglo XIX y en la primera parte del siglo xx cuando se
dieron importantes transformaciones urbanas en Bogotá, gracias
a las cuales se pudo hablar del paso de la aldea a la ciudad. El
proceso modernizador transformó la forma de ver y entender a
Bogotá, trajo consigo nuevas formas de relacionarse, de vivir y
habitar. Mejoraron los servicios públicos como acueducto y al-
cantarillado, se instalaron otros como la luz eléctrica y el teléfo-
no, se pusieron en funcionamiento medios de transporte masivo
como el tranvía, aparecieron automóviles en las calles, se dio
paso grandes edificios y avenidas, se construyeron parques, ala-
medas y paseos, aparecieron las salas de cine y los primeros
radios de tubos y las calles se llenaron de cafés, restaurantes,
clubes privados y almacenes. Señala Miguel Ángel Urrego: “La
industrialización y la urbanización crearon, en pocos años, una
nueva ciudad para los bogotanos. Las nuevas referencias urba-
nas, como las calles, edificios, parques, casas, etc., y la instala-
ción de los diversos servicios públicos transformaron el conjun-
to de conceptos con los cuales el habitante de Bogotá asumía su
cotidianidad” (348).
La década de los treinta marca un hito importante: el ascenso
al poder del partido liberal en cabeza del presidente Enrique Olaya
Herrera, después de 50 años de hegemonía conservadora. En
este periodo la modernización se convierte en bandera política y
en programa de gobierno. En 1930 se construye el aeropuerto de
Techo, el primero de la ciudad; en 1933 se crea el Departamento
de Urbanismo, dependencia de la Secretaría de Obras Públicas
80 CUADERNOS PENSAR EN PÚBLICO NÚMERO. 2

Municipales; entre 1934 y 1938 se edifican la represa de La Re-


gadera y la planta de tratamiento de agua de Vitelma, proporcio-
nando a la ciudad el primer acueducto moderno; en 1936 se pro-
duce el primer plan urbanístico dirigido por el austriaco Karl
Brunner; se construyeron nuevas zonas industriales y residencia-
les como el barrio Palermo; en 1934 se edifica la Biblioteca Na-
cional, y entre 1938 y 1939 el Estadio Nemesio Camacho El
Campín, entre otros. A estos cambios se suma un aumento con-
siderable en la población: el Censo Nacional de 1938 arroja una
población de 330.000 habitantes, más del doble de los que tenía
el país 20 años atrás (Jaramillo, Imagen de Bogotá en textos 116).
La elección de la década de los treinta obedeció a fines
metodológicos. Al hacer una revisión de las guías existentes so-
bre Bogotá encontré un gran vacío: se conservan varias guías del
siglo XIX, pero al llegar al siglo XX, la primera guía aparece sólo
hasta 1933.
No obstante, la carencia de fuentes entre 1900 y 1930 puso
de presente una circunstancia que se convertiría en el tercer eje
de mi trabajo: la aparición del concepto de turismo, práctica so-
cial propia del capitalismo. Las guías se dirigieron a visitantes
nacionales e internacionales, a diferencia de las antiguas guías de
forasteros dirigidas especialmente a un público local, siendo que
funcionaban como directorio.2 En 1931 se crea en Colombia el
Servicio Oficial de Turismo cuya función principal será: “Dar a
conocer dentro y fuera de Colombia los centros de turismo, las
bellezas y riquezas del país, sus puntos históricos, sus medios de
locomoción y sus posibilidades comerciales” (Ley 86 de 1931).
Bogotá en los años treinta es un territorio que apenas está
empezando a entrar al sistema capitalista, es una ciudad marginal
que lucha por ser vista.3 Dentro de esta batalla por el reconoci-
miento, el turismo se convierte para muchos en la llave mágica
que permite abrir la puerta al exterior, es el acceso al capitalismo
y, por ende, al progreso y a la modernidad. Empieza a emerger el
mito del turismo.
ITINERARIOS URBANOS. PARÍS, LA HABANA, BOGOTÁ: NARRACIONES, IDENTIDADES Y CARTOGRAFÍAS 81

LA BOGOTÁ DE LOS TREINTA


Política y periódicos… gran ruido de tranvías,
De autos y caminos desde el amanecer:
Muchachas que seducen con sus coqueterías
Y hacen a los varones la cordura perder.

Gran cantidad de apaches y pocos policías;


En las esquinas muchos avisos que leer;
Radios con oradores de mil categorías
Y en los bancos dinero que no se deja ver

Espectáculos varios en las horas nocturnas,


Clérigos y bohemios de faces taciturnas,
En los dancing los jazz-bans de piano y sagsofón (sic).

Muchachitos escuálidos que duermen en las puertas,


Agentes con sirvientas en las calles desiertas
Y más de cien maquetas buscando anfitrión.
Bogotá Moderno
Gustavo del Castillo
Para comprender la representación que emerge de las guías
turísticas, es necesario entender cómo era Bogotá en los años
treinta, cómo se estaba dando el proceso de urbanización, cómo
la ciudad se extendía para dar paso a nuevos territorios y límites.
Retomando a Samuel Jaramillo, Bogotá estaba compuesta princi-
palmente por dos grandes elementos: la ciudad central y las peri-
ferias. En la ciudad central se concentraba lo antiguo, lo colonial
presente en iglesias, antiguas casonas, etc., que convivían con
las instituciones públicas, los bancos, algunas casas residencia-
les disgregadas, y gran cantidad de comercio. En contraposi-
ción, las periferias se definían por rasgos uniformes, siendo los
lugares preferidos para las urbanizaciones residenciales. Los es-
pacios habitacionales se organizaban geográficamente de acuer-
do con la jerarquización social: existían barrios residenciales, ba-
rrios obreros y los otros, definidos por muchos comentaristas de
la época como casuchas, focos de infección moral, etc., que
podrían asimilarse a lo que hoy es un barrio pirata. Los barrios
82 CUADERNOS PENSAR EN PÚBLICO NÚMERO. 2

residenciales o urbanizaciones de clase alta se habían empezado a


desplazar del centro hacia el norte. Sus casas –mansiones o quin-
tas– eran un claro símbolo de la modernidad. Señala Valencia
Restrepo en su guía:
Los particulares han contribuido espléndidamente al progreso
material de la ciudad con la construcción de residencias priva-
das a lo largo de las grandes avenidas, residencias que en lo
general llevan el sello del buen gusto, y que a cada paso sor-
prenden por la variedad de los estilos y la amplia comodidad
de que dan idea los prados y jardines que adornan la entrada de
muchas de ellas (Santa Fe de Bogotá IV Centenario 38).
Los barrios obreros estaban en el centro y en el sur, eran ba-
rrios que habían comenzado a formarse principalmente en los años
20 como resultado de la industrialización; un ejemplo es el barrio
La Perseverancia que quedaba en las inmediaciones de la fábrica
de cerveza Bavaria. Finalmente se encontraba la periferia de los
cerros orientales: en el Paseo Bolívar, reconocido como uno de los
sitios más peligrosos e insalubres de la ciudad, donde se ubicaban
personas de clase baja. De la localización social emerge una polari-
zación geográfica que identifica el norte como el espacio de los
ricos y el sur como el de los pobres. Cada ícono de la modernidad
como las grandes avenidas, las grandes casas, los altos edificios y
las zonas residenciales, se encuentran en el centro y en el norte, el
resto es solamente mencionado en las guías como referencia nega-
tiva, evidenciando un proceso selectivo y excluyente.
En las guías turísticas de los treinta, la ciudad es perceptible
en fragmentos relacionados por funciones, no por una conexión
geográfica. En ellas se informa sobre transporte, establecimientos
de educación, teatros y lugares para espectáculos y servicios
municipales, etc. Al hacer el ejercicio de ubicarlos en el mapa
de Bogotá, emerge el mapa cultural: bancos, edificios públicos,
consulados, museos, iglesias, hoteles, cafés, almacenes princi-
pales, se ubican en el centro; los lugares de entretenimiento se
ubican especialmente sobre la carrera séptima, ninguno pasa de
la calle 6ª en dirección sur. Los hospitales y lugares de asisten-
ITINERARIOS URBANOS. PARÍS, LA HABANA, BOGOTÁ: NARRACIONES, IDENTIDADES Y CARTOGRAFÍAS 83

cia social –centros de protección infantil, dormitorios, asilos–,


se ubican de forma disgregada en el centro, desde la calle 1ª
hasta la 18, la carrera 3ª hasta la 19, con algunas excepciones
pasan el límite de la avenida Jiménez de Quesada hacia el norte.
Los grandes parques –Centenario, Independencia y Nacional
(1938)– se ubican a las afueras de Bogotá, en dirección norte.
Los centros científicos, como el Observatorio Nacional, la Aca-
demia Colombiana de Historia y las universidades están ubica-
dos en el centro, ninguna pasa de la calle 8ª. Monserrate y
Guadalupe, son los únicos habitantes de los cerros. De la calle
6ª hacia el sur, no hay nada reseñado en las guías, y en el occi-
dente, de forma aislada y distante, están el Matadero moderno,
el Cementerio Central y el Cementerio de Chapinero. Con res-
pecto a los barrios, sólo la guía de Acevedo enumera los nom-
bres de los más importantes: Chapinero, Las Aguas, San Diego,
etc., sin determinar su ubicación. Luego afirma: “A más de és-
tos hay alrededor de 20 barrios obreros y algunas urbanizacio-
nes en formación” (Acevedo 28).
El centro es el escenario por excelencia de la ciudad. En él
se encuentran los principales protagonistas de la modernidad:
comercio, ciencia y centros de poder gubernamental. El norte
es la ciudad de la clase alta que se aísla de cualquier encuentro
social no deseado –los barrios obreros y en formación, la in-
dustria, los lugares de asistencia social–, mientras el occidente
parece estar marcado por el imaginario de la muerte y el sur ni
siquiera existe.

¿QUIÉN HABLA?
Para empezar el análisis considero importante identificar
quién habla y desde dónde habla en las guías turísticas. La “Guía
de Forasteros de 1794, del Virreynato de Santafé de Bogotá es
la más antigua que se encuentra en los archivos. Esta guía,
como las que luego se harán hasta principios del siglo XIX, son
84 CUADERNOS PENSAR EN PÚBLICO NÚMERO. 2

oficiales, comisionadas por el “Superior Gobierno,” del cual hace


parte la Iglesia. Las guías eran órgano de información local,
publicaciones más parecidas a un directorio donde se enumera-
ban las diferentes secciones administrativas y organizativas en
que se dividía Bogotá, empezando por los arzobispados, pasan-
do por las audiencias, comunidades de indios, diputaciones con-
sulares, la Real Expedición Botánica, las alcaldías, instituciones
educativas como el Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosa-
rio, entre otras. Cada uno de estos registros especificaba el
nombre completo del empleado, dirección de trabajo y sueldo
que devengaba.
Las guías que empiezan a aparecer a partir de la segunda mi-
tad del siglo XIX son resultado del empeño de particulares. Este
cambio parece apuntar hacia el surgimiento o tal vez la expresión
de un grupo social autónomo que decide encargarse de este tipo
de empresa, lo que aparentemente implicaría una distancia entre
el Gobierno y dicho sector social.
Sin embargo, como señala Ángel Rama, es justamente lo
contrario. El aparente cambio de autoría en las guías se debe a
la intervención de escritores especializados, que hacen parte de
lo que Rama denomina Ciudad letrada: los religiosos, adminis-
tradores, educadores y escritores, múltiples servidores intelec-
tuales encargados de transmitir y legitimar los diferentes saberes,
significados y prácticas sociales hacen posible el ejercicio del
poder por parte del Gobierno. Escribe Rama: “Para facilitar la
jerarquización y concentración del poder, para cumplir su mi-
sión civilizadora, resultó indispensable que las ciudades, que
eran el asiento de la delegación de los poderes, dispusieran de
un grupo social especializado al cual encomendar esos cometi-
dos” (23).
Los intelectuales letrados tenían una posición social privilegia-
da que les daba voz y poder de decisión: recordemos la expresión
presidentes gramáticos, acuñada por Malcom Deas. El ejercicio de
la escritura fue también, como el del gobierno, ejercicio de poder.
ITINERARIOS URBANOS. PARÍS, LA HABANA, BOGOTÁ: NARRACIONES, IDENTIDADES Y CARTOGRAFÍAS 85

No tan visible, pero no por eso menos importante, vendría siendo,


en palabras de Rama, “el anillo protector del poder y ejecutor de
sus órdenes” (25). A partir de la letra, de lo simbólico, de los signi-
ficados, el letrado va prescribiendo los sitios importantes, los nom-
bres de las calles, de las plazas, de los espacios públicos, retomando
y legitimando sucesos y protagonistas. El letrado construye una
ciudad imaginaria que él ordena e interpreta, un laberinto de signos
que sólo son accesibles a un determinado grupo social.
La ciudad letrada se articula en Bogotá en las décadas finales
del siglo XIX y con ella el fomento de las letras, la formación de
una reducida sociedad del conocimiento. Muchos políticos y per-
sonas que ejercen públicamente puestos de alto poder en el Go-
bierno, son a su vez literatos, poetas, periodistas, historiadores,
académicos, en pocas palabras letrados. La ciudad letrada no
sólo transmite las ideas del gobierno mediante leyes y control
policial, sino también mediante expresiones escritas que se intro-
ducen más fácilmente en la cotidianidad, como los artículos de
prensa. Con este tipo de ciudad viene además una clara frontera
entre lo culto, y lo popular.4
Eduardo Acevedo Latorre, autor de Bogotá: Guía del Turista,
es ejemplo de intelectual letrado. Acevedo es un prosista recono-
cido, novelista de fama, además de geógrafo galardonado. 5
Acevedo dedica su Guía al presidente de Colombia.6 La Guía es
una publicación oficial, que muy posiblemente logró ser divulga-
da y conservada a causa de esta condición.
La guía Santa Fe de Bogotá IV Centenario 1938 Guía Ilus-
trada fue elaborada por el Director Nacional de Turismo, Ricar-
do Valencia Restrepo. En la introducción se lee:
Abre el libro una magnífica descripción de la ciudad, hecha
por el actual Secretario de la Academia Colombiana de Histo-
ria, doctor Roberto Cortazar. (...)
Sigue en el orden de la publicación un trabajo del distinguido
historiador don Daniel Ortega Ricaurte sobre las estatuas,
monumentos y bustos. (...)
86 CUADERNOS PENSAR EN PÚBLICO NÚMERO. 2

Esos dos trabajos fueron, en su orden, aprobados y aplaudidos


por la Academia Colombiana de Historia y por la Sociedad de
Mejoras y Ornato (10).
La veracidad de la información se desplaza de la individuali-
dad de los letrados a la colectividad académica. En otras pala-
bras, la verdad está en las instituciones, ellas tienen el poder de
seleccionar, catalogar y significar, ejercen un control central, ela-
boran un discurso reconocido como científico, organizado, ob-
jetivo, comprobable, que define lo que es cierto y lo que no.
Cualquier otro tipo de saber que no emerja dentro de este marco
es marginado.
Con el cambio de lo individual a lo institucional también apa-
rece un giro en el discurso: el lenguaje que define a la ciudad
modernizante, a diferencia de la antigua que proviene de la colec-
tividad academia, tiende más hacia lo cuantitativo que hacia lo
cualitativo. Lo que se afirma se basa en cifras. Así se advierte en
el prólogo de Santa Fe de Bogotá IV Centenario 1938 Guía Ilus-
trada: “Viene después un trabajo bastante completo y ordenado
sobre las distintas actividades de la ciudad. Todo él está basado
en datos estadísticos oficiales, y por consiguiente debe merecer
la confianza del público así como la merece de vuestra comi-
sión”7 (Valencia 10).
El discurso estadístico es legitimado por el gobierno mismo y
se expresa en el lenguaje específico de la estadística. Este len-
guaje es propio de la modernidad que configura la ciudad, que
habla desde la razón, que tiene pretensiones de objetividad y ve-
racidad, que habla de conquista de la naturaleza y de lo humano.
La estadística es una forma de entender la ciudad, de mirarla,
transformando un todo colectivo en un sistema de datos organi-
zados. Ahora la ciudad no sólo es abarcada en una supuesta tota-
lidad, sino que ésta es traducida a un lenguaje numérico com-
pletamente dominable, modificable por parte del gobierno.
Santa Fe de Bogotá IV Centenario 1938 Guía Ilustrada se
enuncia desde un discurso científico que tiene un lugar de legiti-
ITINERARIOS URBANOS. PARÍS, LA HABANA, BOGOTÁ: NARRACIONES, IDENTIDADES Y CARTOGRAFÍAS 87

mación y un lenguaje especializado. El discurso científico es au-


torizado y validado oficialmente desde el gobierno central.

LA CIUDAD MODERNA

En las guías de los treinta es posible reconocer la presencia de


dos tipos de ciudad. Las calificaré como ciudad antigua y ciudad
progresista. La antigua porta el susurro de la Colonia y está con-
formada por monumentos, iglesias y museos. En contraposición,
la progresista es la ciudad de las avenidas, los grandes edificios,
centros científicos, establecimientos de comercio y de industria.
Cada una maneja sus propios paradigmas, al igual que sus fronte-
ras. Estas dos ciudades conviven, se cruzan, se superponen, ge-
nerando una unión aparente que da como resultado la imagen de
la ciudad turística.

LA CIUDAD ANTIGUA
La ciudad antigua se narra desde la historia. Para Eduardo
Acevedo Latorre la historia de Bogotá comienza con los Chibchas:
La nación indígena de los chibchas, tribu ésta, la más numero-
sa y adelantada de cuantas poblaban el territorio colombiano y
la tercera en categoría de las halladas en América. Al parecer se
cree que estos indios no sabían leer; su idioma era bastante
pobre, en cambio eran muy valerosos; habitaban chozas de
mezquina construcción cubiertas con paja (21).
En primera instancia el autor aparentemente valora a los Chi-
bchas al afirmar que era la tribu más adelantada de Colombia y la
tercera en América. No podría hacer algo diferente, teniendo pre-
sente que son los habitantes precolombinos de la capital del país,
de la ciudad más importante del territorio nacional a la cual él
dedica su esfuerzo en la Guía. Sin embargo, la narración da un
giro señalando características pertenecientes al imaginario de una
cultura atrasada, más cercana a la barbarie: no sabían leer, “idio-
ma pobre”, “valerosos”, “mezquina construcción”. Más adelante
88 CUADERNOS PENSAR EN PÚBLICO NÚMERO. 2

aparece en la Guía otra referencia a los Chibchas, se trata de la


descripción del contenido de la primera sala o de la Sala de la
Conquista del Museo Nacional en la cual se hallan “objetos pre-
históricos, momias indígenas, alfarería, dijes y piezas de oro,
entre otras cosas” (99).
Para Ricardo Valencia Restrepo, la historia de Bogotá comienza
con su fundación el 6 de agosto de 1538 por don Gonzalo Jiménez
de Quesada “Licenciado en Derecho y una de las figuras de más
atrayente relieve en el teatro de la Conquista española” ( Santafé de
Bogotá IV Centenario 17). No hay ni el menor asomo de los indí-
genas en la narración de la historia; tan sólo son mencionados en la
descripción de la colección del salón: Aborígenes, del Museo Na-
cional. Surge entonces la pregunta por la invisibilización de los
chibchas, la negación a hacerlos parte de la ciudad actual.
El proceso centralizador del gobierno de Rafael Núñez (1886)
ha sido identificado como partida de la formación de nación co-
lombiana. Esto ha sido debatido por autores que coinciden en
afirmar que la formación de la nación es el resultado de la condi-
ción hegemónica de un grupo social tradicional. Señala Urrego:
La construcción de la cultura nacional, entendida ésta como
un discurso configurado con símbolos, frases, mitos, estereoti-
pos, nociones vagas, imágenes colectivas, que dan rostro a una
formación social y sentido de pertenencia a una nación, co-
rresponde a la imposición del modelo de sociedad que un
sector dominante consideró el más adecuado a sus intereses y
que para el conjunto de la sociedad aparecía como el más
“natural” (36).
La guía de Valencia pondrá sobre el tapete el papel central de
la capital de Colombia: “Bogotá seguirá siendo el crisol donde se
funden los verdaderos valores de la República y su labor de es-
parcir la luz a todo lo ancho de la nación no cesará jamás” (Santa
Fe de Bogotá IV Centenario 20).
Reconocimiento y exclusión de símbolos van definiendo el
concepto de ciudad y la sociedad que la habita. En ambas guías,
los habitantes de Bogotá son definidos como civilizados, pertene-
ITINERARIOS URBANOS. PARÍS, LA HABANA, BOGOTÁ: NARRACIONES, IDENTIDADES Y CARTOGRAFÍAS 89

cientes a una sociedad aristocrática y elegante, de buen gusto,


una sociedad de cultura. Estas características emergen de una
historia europeizante, marcada por la conquista de España y su
papel civilizador. Señala Valencia que en Bogotá se dio: “primera-
mente el sello de cultura y civilidad que le imprimió su fundador”
(19). El mapa cultural que emerge tiene a España como hegemónica
(superior) y a las naciones indígenas como subalternas (inferio-
res). Surge así una frontera racial entre los descendientes de los
españoles y los descendientes de los indígenas, donde no hay
lugar para los mestizos. Esta frontera hace eco al debate de la
raza que se dio especialmente en la década del 20 en Bogotá: “Los
debates surgen como consecuencia del cuestionamiento sobre
las aptitudes de las gentes del país para soportar el empuje de la
modernización” (Uribe 40).
Hay diferentes posiciones, desde las que defienden las teorías
venidas de Europa, según las cuales existe una evidente inferiori-
dad del hombre del trópico frente al de la zona templada, hasta las
que proponen una reivindicación de la raza india. El debate racial
se impregna de determinismo geográfico,8 y discursos biologistas
y herenciales provenientes del influjo positivista (40).
Parece que en las guías se negocia entre diferentes significa-
dos: está bien, se incorpora lo indígena pero representado a partir
de los chibchas, un pasado remoto sólo visible a partir de objetos
arqueológicos, de ruinas clasificadas en museos, imponiendo el
registro de una cultura totalmente extinta. En cambio, la cultura
española sobrevive, está fuertemente presente en los valores “po-
sitivos” de la sociedad. Esta circunstancia demuestra cómo la
historia es una herramienta política, no sólo por el hecho de na-
rrar una versión de la realidad –la oficial–, sino también porque
fija algunos sucesos, los vuelve inmodificables, fantasmas que
no tienen nada que decir del presente, que no representan ningún
riesgo, ninguna amenaza en la actualidad. Con la monumentaliza-
ción, lo indígena entra a ser parte del discurso nacional desde un
pasado momificado, inalterable, que bien da cuenta de cómo las
90 CUADERNOS PENSAR EN PÚBLICO NÚMERO. 2

cosas en el presente han cambiado, o mejor dicho, cómo han


evolucionado.
Resulta interesante contrastar la representación de la cultura
chibcha monumentalizada en guías y museos con la realidad del
indígena que vive en Bogotá en los años treinta. El indígena de las
primeras décadas del siglo xx aparentemente no tiene ninguna
relación con lo chibcha, es un ser marginal, anónimo, sin dere-
cho a la historia, presente en características negativas que lo re-
ducen a una relación de subordinación. Así, por ejemplo, en el
diario El Tiempo se publica Capacidad educativa del indio, artí-
culo en el cual se lee:
Probablemente el indio es una inteligencia dormida. En medio
de las magníficas condiciones morales que han caracterizado
siempre una deficiencia de organización mental y la falta de un
superior alcance intelectual. La verdad es que el indio ha que-
rido siempre y ha pensado poco (…) Nótase que esta inteligen-
cia limitada y no desenvuelta, ofrece sin embargo innegables
condiciones se superioridad, en lo que llamaríamos la calidad
del pensamiento. El indio sabe pocas cosas, pero lo que sabe lo
sabe mejor que nadie.
De aquí que el indio sea un obrero ideal para ciertos trabajos
rutinarios en las artes y oficios (3)9.
Además del problema de cuándo comenzar la historia de Bo-
gotá, las guías se enfrentan a la inclusión de monumentos y bus-
tos que custodian las plazas y los parques de la ciudad. Cada
escultura, cada inscripción, simboliza la existencia de “un gran
hombre”, de una “figura nacional”, de un personaje cuya memo-
ria se hace materia en la piedra y el metal que alcanzan la eterni-
dad. Señala Valencia:
Una ciudad que se precia de tal no puede prescindir de estos
signos exteriores de la historia de sus anales, y es la manera más
eficaz de trasmitir una enseñanza colectiva, bien para seguir
los grandes nombres, bien para estigmatizar los hechos deplo-
rables (Santa Fe de Bogotá IV Centenario 28).
Otro elemento protagónico de la ciudad antigua son las igle-
sias. Ellas testimonian una sociedad netamente católica y un es-
ITINERARIOS URBANOS. PARÍS, LA HABANA, BOGOTÁ: NARRACIONES, IDENTIDADES Y CARTOGRAFÍAS 91

tamento que tiene una historia y una vocación artística: “[¨P]or


grandes que fueron en otras épocas las persecuciones del poder
civil, no fue posible arrancar de la mayoría de los bogotanos sus
firmes creencias religiosas, base del orden en la marcha de la
sociedad” (Valencia 30).
En la arquitectura de las iglesias se observan diversos estilos:
dórico, barroco, románico, renacentista alemán, entre otros; se
encuentran en ellas pinturas, esculturas y retablos de reconoci-
dos artistas. Acevedo señala en su reseña de la Iglesia de San
Diego: “Esta iglesia, como las demás coloniales son verdaderos
museos” (70).
Finalmente en la ciudad antigua están los museos: el Museo
Nacional, la Quinta de Bolívar, el Museo de Pintura y Escultura y
el Museo de la Salle. Escenarios creados explícitamente para la
divulgación de la historia oficial, de los valores científicos y ar-
tísticos reconocidos por la élite, escenarios donde se encuentran
clasificados los principales símbolos de reconocimiento cultural
que se quieren imponer como metarelatos:
Sala primera o de la Conquista.
Contiene rica colección de objetos de alfarería Chibcha y
Quimbaya; ídolos y muchos objetos prehistóricos. Momias
indígenas; un armario muy interesante de craneología; dijes y
objetos de oro de diferentes tribus aborígenes. El manto que
se dice fue de la mujer Atahualpa; un estandarte de la Conquis-
ta, la cota de malla de Jiménez de Quesada, etc.
Sala segunda o de la Colonia.
Sigue sala tercera o de la Independencia. Cuarta y quinta sala
dedicada a objetos relacionados con la República y sala sexta
la forma una galería destinada a la historia natural (99).
La Bogotá antigua que representan las guías es ante todo un
rostro, muestra de la particular belleza de la ciudad, lo que supues-
tamente la hace única y diferente. Así, cada uno de los elementos
que la conforman –lo Chibcha, los monumentos, las iglesias y los
museos–, son fijados como lugares fundacionales de la ciudad,
como los únicos escenarios donde es posible reconocerse como
92 CUADERNOS PENSAR EN PÚBLICO NÚMERO. 2

perteneciente a un territorio, a un colectivo de bogotanidad. Estos


espacios son íconos de la historia de la ciudad, son la memoria,
son los elegidos para hablar de un pasado que da cuenta de lo que
es el presente. Son la evidencia de una sociedad autoritaria que se
impone como único relato posible, como afirma Achúgar: “El mo-
numento en tanto hecho monumentalizado, constituye la celebra-
ción del poder, del poder tener el poder de monumentalizar” (154).
Y justamente ese rostro de Bogotá es el de una ciudad con un
fuerte nexo con España, europea, una ciudad que institucionaliza
la herencia española como parte de la cultura tradicional, bajo un
pasado que se remite casi exclusivamente a la Colonia. Esta
hispanización de la memoria determina los “valores” –civiliza-
ción, alta cultura, etc.–, frente a otros referentes culturales como
el indígena o el afrodescendiente. Este imaginario del pasado se
articula desde una visión conservadora autoritaria que muestra
una sociedad exclusivamente católica, aristócrata, clasista, pa-
triarcal y racista. Este pasado que contribuye a la invención de la
nación niega la multiplicidad, justifica una sociedad imaginada
desde un pasado dictatorial, casi imposible de cambiar, ya escri-
to, narrado, expresado. La ciudad antigua está y estará siempre
narrada en las guías desde la academia a partir de un lenguaje
científico o de un lenguaje letrado.
García Canclini señala que para legitimar la memoria es nece-
sario ponerla en escena, teatralizarla a partir de conmemoracio-
nes, monumentos y museos. Se genera así un dispositivo de po-
der, base de las políticas culturales autoritarias, en el sentido en
que determinan un repertorio fijo compuesto de objetos valiosos,
de prácticas sociales, donde el espectáculo ya tiene establecido
un principio y un fin. Estos escenarios, de los cuales el museo es
indiscutiblemente el protagonista, se convierten en una necesidad
de la ciudad moderna. Dado que la ciudad se está construyendo
constantemente, modificándose, los museos son los únicos es-
pacios donde la justificación de lo que supuestamente somos no
corre el riesgo de enfrentarse a la duda y por ende al cambio.
ITINERARIOS URBANOS. PARÍS, LA HABANA, BOGOTÁ: NARRACIONES, IDENTIDADES Y CARTOGRAFÍAS 93

Los museos como mecanismos de “celebración del poder”


determinan el sentido de lo que es ser culto. Dice García Canclini:
“[S]er culto es aprehender un conjunto de conocimientos, en
gran medida icónicos, sobre la propia historia, y también partici-
par en los escenarios donde los grupos hegemónicos hacen que
la sociedad se dé a sí misma el espectáculo de su origen” (152).
Así, quienes no tienen acceso a los códigos de lectura, además
de ser estigmatizados como ignorantes, vivirán “la memoria” como
un arrume de objetos sin sentido, sin ninguna relación con el pre-
sente, en donde no se ven representados ni ellos mismos como
individuos, ni como colectividad: “La selección de los monumen-
tos suprime la realidad de las tierras y la de los hombres, no testi-
monia nada del presente, es decir histórico; por eso el monumento
se vuelve indescifrable, por lo tanto, estúpido” (Barthes 126).
La ciudad antigua, aunque pareciese que proviene del pasado,
emerge y se consolida desde la modernidad, desde una moderni-
dad que necesita una memoria a partir de la cual dar sentido al
presente, a los cambios, los proyectos futuros. Una modernidad
que necesita un imaginario de identidad fijo que respalde y ayude
a perpetuar un cierto orden social.

LA CIUDAD PROGRESISTA
La ciudad progresista va emergiendo con el anhelo de con-
vertirse en “gran metrópoli”, ciudad industrializada, basada en
una organización racionalista. Esta ciudad en obra, en construc-
ción permanente, que se transforma constantemente, se expande
y crece hacia el inevitable progreso. Es, en palabras de Berman,
“la tradición de lo nuevo” (309). En esta ciudad capitalista en
formación, la pequeña burguesía inaugura hábitos y por ende
subjetividades: asistir a los clubes privados, a los innumerables
cafés situados en la carrera séptima, donde “se dan conciertos a
medio día y por la tarde, bailes, entre otras atracciones, todos
montados con lujo y gusto” (Acevedo 37). Pero ante todo es la
94 CUADERNOS PENSAR EN PÚBLICO NÚMERO. 2

ciudad urbanística, la ciudad estructural, física, estética, mate-


rial, la ciudad funcional que se despliega ordenadamente en el
espacio público y privado inundado de bancos, avenidas, carros,
edificios, barrios residenciales y cemento.
La ciudad progresista para poder hablar de sí misma necesita
acudir a su contrario estigmatizado como atrasado, viejo. Estos
remanentes tradicionales y aldeanos conforman la ciudad ruina,
la ciudad que estorba la mirada del progreso, la ciudad que inevi-
tablemente debe suprimirse:
El aspecto de la ciudad en general es hermoso. Sus calles son
rectas, hay algunas angostas y están casi todas asfaltadas; sus
edificios son elegantes y bien construidos aunque se ven toda-
vía al lado de modernas construcciones, caserones antiguos de
vieja y ordinaria arquitectura pero que están destinados a des-
aparecer para dar lugar a lujosas mansiones que ya se van
viendo en muchas calles y que dan una idea del gusto y como-
didad de sus moradores (Acevedo 28-9).
El progreso se legitima mediante la construcción de una
otredad negativa, en tanto mantiene la comparación entre un an-
tes repudiado y un presente prometedor: detrás de una avenida
existió una calle angosta; detrás de un gran edificio, de una man-
sión había una choza, una casucha, etc. Sin embargo, detrás de
la riqueza subsistirá la pobreza.
Pero la ciudad ruina, la materia prima de la ciudad progresis-
ta, de repente tiene otro destino que obviamente no va a aparecer
en una guía turística y por lo tanto debe buscarse en otra fuente.
La ciudad invisible, la ciudad ruina marginada va desplazándose
espacialmente hacia las fronteras de la ciudad moderna. “Ver o
no ver, esa es la cuestión” podría ser el dilema de la Bogotá de los
treinta. Triana llegará a proponer una muralla que saque de la
vista aquello que afea, mecanismo de aislamiento que en breves
años y en Europa se convertirá en el ghetto para la población que
no pertenece a la raza superior:
Quiero indicar algo que ve todo pasajero al llegar a Bogotá por
la vía de la Sabana, y que sin embargo, lejos de remediarse, se
empeora cada día.
ITINERARIOS URBANOS. PARÍS, LA HABANA, BOGOTÁ: NARRACIONES, IDENTIDADES Y CARTOGRAFÍAS 95

[S]e están construyendo numerosas casuchas sin plan, sin esté-


tica y sin higiene. El espectáculo que se presenta al llegar a la
ciudad es algo semejante al que ofrece la aglomeración desor-
denada y sucia de un campamento de gitanos.
Ya que el plano de Bogotá y el acuerdo que reglamenta la cons-
trucción de barrios nuevos en lo referente a alcantarillado, an-
chura de calles, distribución, altura y belleza de las edificacio-
nes, etc., no se hace cumplir, por lo menos, para evitar el horrible
aspecto de la ciudad al llegar y el consiguiente concepto de
ciudad atrasada y fea que el viajero se forma, insinúa la idea de
que la empresa de ferrocarriles de Cundinamarca construya una
pared de ladrillo de cinco metros de altura, que delimite su zona
y que tape la vista del poblacho que se está construyendo (3).
Los barrios de la ciudad ruina en tránsito a ciudad invisible
son esencializados como atrasados, feos, sucios, antiestéticos.
En ellos no hay personas, no hay una comunidad, no hay conflic-
tos sociales: son casuchas, poblachos interferencias en la pano-
rámica estética del viajero. Me pregunto, qué pensará un viajero
de hoy al llegar a Bogotá por la Avenida del Dorado. Por otro
lado, al afirmarse que la existencia de esos poblachos en la ciu-
dad se debe a la falta de cumplimiento de una reglamentación, se
niegan los factores que conducen a la exclusión y al rechazo:
“ellos viven así porque quieren”, se afirmará.
Pero así como la ciudad progresista se construye desde otra
ciudad que se invisibiliza, la ciudad ruina como categoría no sería
posible sin su contraria: si no existiera el discurso de la ciudad
progresista no habría esa mirada marginal que construye la ciu-
dad ruina que invisibiliza el resto; si el mito del progreso no se
hubiera convertido en promesa de una vida mejor para campesi-
nos y grupos marginales, no se habrían dado las grandes migra-
ciones del campo a la ciudad y con ellas el surgimiento de los
barrios obreros y de los barrios piratas. Además, surge la pre-
gunta, ¿quién construiría la ciudad progresista?
Hay también una ciudad que se resiste a la clasificación, que
es presentada en las guías con una categoría decimonónica –lo
pintoresco:
96 CUADERNOS PENSAR EN PÚBLICO NÚMERO. 2

La plaza en general ofrece uno de los aspectos más pintorescos


que puedan ofrecer otras plazas de América en igual género. La
influencia de campesinos provenientes de diferentes regiones
con sus típicos trajes en mezcla con la sociedad bogotana de
todo género; la variedad de productos de todas zonas y climas;
el ir y venir de vendedores ambulantes, curanderos y todo
género de aventureros que con exageradas ponderaciones de
sus artículos buscan la manera de poderlos vender a los inge-
nuos campesinos. En el centro una rotonda dedicada a las
frutas y flores llegadas diariamente de todos los climas, acaban
de ponerle a este lugar el colorido más atrayente que pueda
ofrecer al viajero (Acevedo 85-6).
Claramente diferenciados de la sociedad bogotana aparecen
en el escenario pintoresco campesinos, vendedores ambulan-
tes, curanderos y aventureros. Además aparece la naturaleza,
pero no la naturaleza hecha parque, espacio fragmentado, dise-
ñado y construido como parte de la narrativa de la cultura del
cemento, sino expresada en frutas y flores. ¿Habrá acaso in-
corporación de la ciudad negada vista desde otra perspectiva
que le permite ser parte del relato de la ciudad moderna? Cierta-
mente sí, estamos viendo uno de los primeros indicios de lo que
se podría llamar la ciudad pintoresca. Estamos viendo cómo a
partir de la mirada del posible turista, del extranjero, la ciudad
marginada es convertida en producto de consumo, en espectá-
culo de la alteridad, de la diferencia. Estamos viendo cómo es-
cenarios y protagonistas de conflictos sociales, son reducidos
a particularidades atrayentes y coloridas. Aunque en las guías
de los treinta no está casi presente la ciudad pintoresca, des-
pués de la posguerra empieza a emerger con fuerza a partir del
discurso sobre la personalidad particular de la ciudad –que sub-
siste hasta hoy en día–, el campesino al pie del ejecutivo, la
zorra o el camión cargado de frutas en el mismo carril del Mer-
cedes-Benz, el vendedor ambulante en la puerta del museo. El
eterno contraste social que ya es inevitable ocultar y que es
narrativizado para el turista como identidad singular que hace
única y encantadora a la ciudad. Señala Alejandra Jaramillo:
ITINERARIOS URBANOS. PARÍS, LA HABANA, BOGOTÁ: NARRACIONES, IDENTIDADES Y CARTOGRAFÍAS 97

A veces se da cabida o espacio a estereotipos de lo tradicional:


campesinos en burro, hombres jugando tejo, fútbol, plaza de
flores, etc. Estas imágenes combinan el sueño moderno de la
metrópolis y la ciudad tradicional de principios de siglo, que en
cierto modo todavía existe en medio de la otra, pero se olvi-
dan los contextos de violencia, exclusión y pobreza (101).
Un ejemplo, un poco al margen de las guías mas no del dis-
curso de ciudad turística, es el siguiente fragmento de un artícu-
lo de El Tiempo de 1933, en el que un bogotano muestra cómo
puede ser transformado el significado de lo que es una ciudad
invisible hacia el de ciudad pintoresca:
Aunque el excursionismo se ha propagado en Colombia de
modo sorprendente, son muy raros los exploradores, si es que
los ha habido, que se hayan dado a la tarea de explorar Bogotá.
Para el hombre de la calle la ciudad se reduce a unos cuantos
bloques de cemento en donde funcionan los bancos y el co-
mercio, y a ciertas zonas de residencias reservadas para las
clases pudientes y para la clase media. Pero si ese mismo hom-
bre de la calle le echa un vistazo al plano de Bogotá podrá
observar que hay pequeñas ciudadelas encerradas a donde él
nunca ha llegado, barrios obreros que están fuera del radio de
sus posibles observaciones, callejuelas que trepan por la inve-
rosímil pendiente de los cerros –quién aquí sabe de la carrera
19 al este? Y todo esto es una extensión que es tres o cuatro
veces mayor que el área urbana conocida por él. A millares se
cuentan las personas que han cruzado por sus dos diagonales el
cuadrilátero de la república. Esas personas han visitado las
tribus salvajes, han bordeado abismos, han traído a nuestro
conocimiento las más extrañas narraciones. Pero si hubieran
reducido a nuestra ciudad sus excursiones, la novela de Bogotá
que hubieran hecho, sería más sorprendente aún. Cuando aquí
se dice, por ejemplo, que hay un enjambre de chicuelos que
tienen por juguete la escalera enorme de una calle, como apun-
taba algún día uno de nuestros mejores cronistas y que por ella
se tiran desnudos y mugrientos como en los viejos arrabales de
Constantinopla o en ciertas ciudades pestilentes de la India,
esto se oye como un cuento oriental. Hay suburbios en donde
la gente menuda lleva su collar para que la amarren a la pata de
una cama, o a una estaca, como a los cerdos. En otros sitios se
han inventado jaulas para que allí esos mismos chicuelos pasen
el día, mientras los padres asisten al trabajo. ¿Quién ha visto
98 CUADERNOS PENSAR EN PÚBLICO NÚMERO. 2

esto? No se explica por qué los exploradores buscan rutas


lejanas, cuando por aquí tienen programa que no ceden en
atractivo a los de un viaje por la selva. Costumbres desconoci-
das, maneras de vivir extravagantes, abismos sociales: todo a
menos de un kilómetro de la Plaza de Bolívar (Por la ciudad
desconocida 4).

¿PARA QUIÉN SE HABLA?


La representación de Bogotá turística empieza a ser más clara
cuando se indaga para el público hacia quien van dirigidas las
guías: el otro, ya sea turista, extranjero, o viajero. Ese otro que
proviene de tierras lejanas, no es cualquiera sino alguien que los
autores quieren atraer para que conozca la ciudad, es el que pro-
viene de las culturas “admiradas”, es el que posee el capital eco-
nómico para venir e invertir en la ciudad, es en suma, aquel a
quien se quiere vender la ciudad y que también es otro construi-
do, estereotipo, imaginario.
La representación de ese otro extranjero no es visible de for-
ma directa en las guías estudiadas. En ambas guías se señala que
van dirigidas no sólo al extranjero sino igualmente al turista na-
cional, y en aparente menor importancia, al bogotano que quiera
indagar y conocer más sobre su ciudad. Sin embargo, se sabe
que las guías son producidas por y para los sectores altos y me-
dios, constituidos por las personas que saben leer, pueden com-
prarlas y tienen entre sus prácticas informarse y emplear este
medio para hacerlo. No obstante, surge la pregunta por el imagi-
nario del turista que se quiere atraer: ¿quién es el posible turista de
los años treinta? Para responder fue necesario indagar en otras
fuentes oficiales de la época, como la primera revista turística
Viajes, dirigida por el Consejo Administrativo de Ferrocarriles
Nacionales, y en algunas leyes y decretos.
Inicialmente indagué por la noción de turismo vigente en la
época. Como advierte Ricardo Valencia Restrepo en su artículo
El Turismo en Colombia: “será un motivo de meditación y sor-
ITINERARIOS URBANOS. PARÍS, LA HABANA, BOGOTÁ: NARRACIONES, IDENTIDADES Y CARTOGRAFÍAS 99

presa ver cómo se pierde una fuente que se explota en todos los
rincones del mundo” (El turismo en Colombia). El turismo es
ante todo generador de riqueza, países como México y Perú,
“han hecho de sus monumentos arqueológicos sitios de especial
interés, por lo cual reciben cientos de millones de dólares” (Tu-
rismo en Colombia ). Países como Italia, Francia, Alemania y
Suiza deben en gran parte sus riquezas al fomento del turismo.
Al mismo tiempo el turismo es una oportunidad para dar a
conocer en el exterior las ventajas que tiene el país, es el escena-
rio propicio para la creación de lazos comerciales que movilizan
la inversión extranjera. Aparece la figura del turista mensajero,
ese que se consagrará en el lema publicitario según el cual turista
satisfecho trae más turistas:
No es tan sólo un ser explotable, para quienes carecen de
cierta comprensión social, a quien se encuentra una sola vez en
la vida. Los exentos de sensibilidad compleja no alcanzan ni a
sospechar que un forastero es una oportunidad para enlazar-
nos al resto del mundo, para dispersar impresiones gratas; es un
heraldo que llevará en su retina nuestro ambiente y junto con
él las gratas impresiones que hayamos podido proporcionarle.
(Odiseo )
El turismo se presenta como promotor del progreso, llave
mágica para entrar al sistema capitalista internacional. El mito
que se empieza a formar en torno al turismo tiene su correlato en
el imaginario cultural. En los diferentes escritos de la época, los
turistas, fuera de ser definidos como hombres con grandes can-
tidades de dinero, son caracterizados como sabios, civilizados,
cultos, etc. En ese sentido, el turismo es visto como promotor de
la civilización, como modelo a seguir, ejemplo educativo que en-
señará a los bogotanos, a los colombianos cómo comportarse,
mostrando los buenos modales, los correctos hábitos sociales.
A partir del significado del turismo en los años treinta, se
empieza a formar un perfil del turista al que van dirigidas las
guías: hombre de dinero, preferiblemente comerciante, prove-
niente de territorios civilizados. Dicho perfil se aclara al leer el
100 CUADERNOS PENSAR EN PÚBLICO NÚMERO. 2

Artículo 1º del Decreto 1615 de 1936, por el cual se dictan algu-


nas disposiciones relacionadas con la entrada y salida de turistas
extranjeros al territorio de la República:
Para los efectos del presente Decreto, entiéndase por turista
extranjero cualquier ciudadano del Canadá, Estados Unidos
de Norte América, de los demás países que forman el Conti-
nente Americano, así como de Alemania, Austria, Bélgica, Che-
coslovaquia, Dinamarca, España, Francia, Gran Bretaña, Ho-
landa, Irlanda, Italia, Japón, Noruega, Portugal, Suecia y Suiza
(…) (República de Colombia, Diario Oficial 285)
Este es el turista extranjero para el cual se diseñan las guías,
contrario a otro tipo de extranjero que no es deseado:
Tampoco puede decirse a priori que toda inmigración o siquie-
ra visita turística de extranjeros nos sea beneficiosa o deseable,
porque nos trae civilización, o provecho económico o ense-
ñanzas de alguna utilidad, por cualquier aspecto. No basta
poner los ojos sobre aquella oleada, o más bien riada de
inmigrantes y visitantes anónimos y famélicos, que llegan a
nuestro país mes por mes, con todas las taras y lacras indivi-
duales, sociales y raciales (…) creando así problemas sociales
nuevos o agravando los ya existentes. (…)
En fin, que proviniendo de Europa en donde todo es, en el
sentir de nuestro pueblo, superior a lo nuestro, escandalizan
a quienes contemplan tanta miseria y tanta degradación. Se
trata principalmente de turcos, eslavos y judíos, de quienes,
con excepciones bien señaladas, nada hay que aprender ni
aprovechar, y sí mucho que censurar y que temer, en razón
de lo cual se impone como medida de seguridad nacional la
limitación y selección para su entrada y permanencia en el
país (Medina).
Es importante recordar que en 1922 se había dictado una nor-
ma legal que prohibía la entrada de chinos, hindúes y otomanos al
país; en cambio se fomentaba la inmigración europea. El turismo
evidencia una geopolítica, en la que países como España, Francia,
Inglaterra, Estados Unidos, entre otros, se sitúan en una escala
superior, como ejemplos a seguir, como modelos del progreso, en
contraposición con Turquía, Rusia u otros territorios que no son
mencionados: países de África o de Asia cuyas condiciones socia-
ITINERARIOS URBANOS. PARÍS, LA HABANA, BOGOTÁ: NARRACIONES, IDENTIDADES Y CARTOGRAFÍAS 101

les son asumidas como amenazas que hay que evitar, como una
especie de contagio al cual hay que cerrarles las fronteras.

REFLEXIÓN FINAL
La autorrepresentación que hacen las guías turísticas de Bo-
gotá en los años treinta refleja el proceso de formación de lo que
se entendió por modernidad, sin la cual no era posible pensar en
ciudad, sinónimo de occidentalización, que implicaba definirse
desde lugares comunes a culturas hegemónicas y por ende desde
significados como progreso, industria, capitalismo y civilización.
Una modernidad importada que no se ajustaba a las condiciones
sociales de la ciudad pero que no por eso dejaba de ser la mejor
estrategia para pensarse a sí misma.
Esa modernidad se reconcilia con el pasado, con el único pa-
sado posible, inventado desde las academias, desde los centros
de saber y otros escenarios de legitimación. La memoria que se
inventa es eurocéntrica, fundada en los valores heredados de
España y que en algún momento visibiliza lo indígena pero
monumentalizado, como parte de un pasado ya superado. Con-
tradictoriamente, esta modernidad no es secular sino católica
puesto que esta adscripción contribuye a la imagen civilizada.
Esta modernidad permite la formación de una ciudad funcio-
nal pensada para unos pocos pero presentada como la única po-
sible y, sobre todo, como la mejor posible, en donde sólo habitan
hombres blancos que trabajan en grandes edificios, guardan su
dinero en bancos, después del trabajo van al club o al teatro, para
finalmente conducir su automóvil por las grandes avenidas hacia
el descanso en sus casas-quintas al norte de la ciudad.
Esta modernidad presenta una ciudad homogénea, sin con-
flictos, sin problemas, en donde no cabe la violencia, la pobreza,
las diferencias de clase, ciudad de catálogo en donde lo que con-
tradice la mirada del progreso es definido como aquello que va a
desaparecer o, en el mejor de los casos, como un rasgo pintores-
102 CUADERNOS PENSAR EN PÚBLICO NÚMERO. 2

co. Una ciudad llena de límites y fronteras, una ciudad reducida


al centro y al norte, en donde el oriente y occidente apenas se
mencionan y el sur no existe. La ciudad capital se proclama cora-
zón de Colombia, y mira al resto del país como a hijos pequeños
que debe guiar, reproduciendo la misma relación de subordina-
ción que generan los países desarrollados frente a los países en
vías de desarrollo, o, en teoría cultural, reproduciendo dispositi-
vos de subalternidad.
Esta modernidad convirtió a la ciudad, mediante el turismo,
en un producto de consumo sólo asequible a aquellos que po-
seen los medios económicos. Ciudad que convierte a todos en
consumidores y al resto, el que no tiene el nivel económico, en
eternos trabajadores detrás de las bambalinas, residuos, des-
perdicios. Bogotá turística, ciudad perfecta para la mirada del
extranjero, instrumento de ocultamiento que elimina las posi-
bles miradas sobre las múltiples realidades y conflictos que en
ella existen.
No debe confundirse mi posición con un alegato por la no in-
clusión en las guías turísticas de la “ciudad ruina, la ciudad invisi-
ble.” Creo, por el contrario, que incorporarla sería en cierta mane-
ra seguir el juego planteado por los autores de las guías pues se
estaría partiendo del mismo señalamiento que las construye nega-
tivamente, se estaría tratando de reivindicar una ciudad desde la
misma óptica que ya la ha construido y estigmatizado.
Creo que las guías deben estudiarse para entender que las
representaciones que en ellas se codifican reflejan y movilizan
una serie de problemáticas sociales que deben ser tenidas en cuen-
ta. He buscado con el presente análisis evidenciar las estrategias
por medio de las cuales se crean este tipo de representaciones
culturales, por denunciar cómo una narración, aparentemente
banal, construye y transmite una visión de mundo, de realidad,
ayudando a perpetuar un orden social excluyente y extremada-
mente violento.
ITINERARIOS URBANOS. PARÍS, LA HABANA, BOGOTÁ: NARRACIONES, IDENTIDADES Y CARTOGRAFÍAS 103

Mi apuesta es preguntarse qué es el turismo, qué es Bogotá y


qué la configura como ciudad. Es pensar en la posibilidad de otra
forma de ver y construir la ciudad, es pensar que existen otras
miradas que también dan cuenta de lo que es Bogotá. Es propi-
ciar un espacio para la disidencia. No podría prescribir una mira-
da en particular, primero porque no creo que haya una que sea
mejor que otra o que sea única y comprehensiva. Pero además
porque estoy convencida de que no existe representación que sea
absolutamente incluyente. Creo que al cuestionar desde las guías
turísticas las representaciones de la ciudad, preguntándose desde
dónde se habla y a quién se habla, pondría en evidencia los este-
reotipos fijos de la ciudad que imposibilitan el cambio. Creo que
si cada uno de nosotros antes de hablar, antes de dar por hecho
algo, antes de asumir al otro como al otro, nos cuestionáramos
desde dónde lo hacemos, de dónde provienen nuestros imagina-
rios, qué mundo deseamos, sería más factible asumir una posi-
ción política,10 reconocernos como parte de la ciudad, como crea-
dores de ésta y por lo tanto como potencia de acción, de cambio.
Mi apuesta es generar interrogantes a cada lector, cuál es su
ciudad, cuáles son sus límites, sus fronteras, desde dónde la mira,
desde dónde la siente. Al hacerlo, descubrirá que no existe una
ciudad sino muchas y le será posible identificar cuál ciudad sien-
te como suya, cómo la vive, cómo la construye, cómo la habita.
Creo en el poder de desear y recrear constantemente otras ciuda-
des posibles, otros relatos, otras narraciones. Es sentir que desde
mi entorno es posible crear cada día una Bogotá más humana,
una Bogotá desde los afectos, desde los encuentros, desde la
vida.

NOTAS
1 Este espíritu científico, o mejor, la intención de hacer un retrato fiel, acorde con la “verdad” se deja
entrever en las palabras que sirven de prólogo a la guía de Valencia:
Tarea ardua y difícil para una oficina con un solo hombre, que hoy se encuentra satisfecha
al ver cristalizado su esfuerzo, por el apoyo unánime que hubo de recibir de las distintas
104 CUADERNOS PENSAR EN PÚBLICO NÚMERO. 2

entidades, empresas o personas a quienes tuvo necesidad de dirigirse y que dan al texto la más
clara y limpia verdad porque se puso por cada uno de ellos un alto fervor para no salirse de
la realidad, comprendiendo que estas páginas quedarían guardando una parte de la historia
de Bogotá. (Santa Fe de Bogotá IV Centenario 14).
2 Las guías de forasteros son un antecedente de los directorios que empezaron a emerger como publi-
cación independiente a finales del siglo XIX. En la guía de Eduardo Acevedo se lee en el primer
renglón bajo el título Advertencia “La presente guía no es un directorio” (5).
3 Es de notar que con la exportación del café y con la iniciación del proceso de industrialización en las
primeras décadas del siglo XX, Colombia ingresa al Sistema Capitalista Mundial. En esta dinámica se
genera la necesidad de propiciar la inversión extranjera y la creación de lazos comerciales.
4 Los saberes especializados que se legitiman como parte de un área “ilustrada” son: artes, literatura,
historia, etc.; dejando por fuera otro tipo de saberes que igualmente implican especialización, como
el trabajo de los artesanos.
5 Se destaca por la publicación de diccionarios geográficos y atlas de Colombia. Fue condecorado con
la Cruz de Boyacá y la orden de San Carlos y recibió el premio Panamericano de Geografía en 1978.
(Catálogo Biblioteca Luís Ángel Arango)
6 Al excelentísimo señor doctor Enrique Olaya Herrera, Presidente de la República y entusiasta pro-
pulsor del turismo en Colombia, dedica atentamente este trabajo el autor.
7 Itálicas mías.
8 El debate de la raza tiene su correlato en el turismo: “En Colombia no se ha adquirido aún el hábito
de viajar. Cuando se mueve de un lugar a otro, obra por excepción. En sus presupuestos ordinarios
no figura la partida para asegurar el cambio de clima frecuente. (…) Y esta inmovilidad no sólo
implica el abandono de una de las actividades más necesarias a la formación del sentido nacionalista
y la cultura racial. Porque en un país de climas inmutables, los organismos que no se trasladan adquie-
ren una rigidez que contrasta con la elasticidad y el brío mental de las razas europeas” (Autor, Viajes
1937;N.12, s.p.).
9 Hay que tener presente que en la década del 20 en Bogotá surge la “clase obrera”, como resultado del
proceso de industrialización y modernización de la ciudad. (cursivas mías)
10 Aquí política no como prácticas y escenarios tradicionales: el voto, campaña, gobierno, sino signi-
ficados y actitud para entender el mundo, las prácticas sociales, la vida.

OBRAS CITADAS
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Achúgar, Hugo. “El lugar de la memoria. A propósito de monumen-
tos”. Cultura y Globalización. Barbero, Jesús M., Fabio López
de la Roche y Jaime Eduardo Jaramillo Eds. Bogotá: Centro de
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Valencia Restrepo, Ricardo. Santa Fe de Bogotá IV centenario, 1938:
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———, “El turismo en Colombia”. Revista Viajes. Bogotá. 1938. Págs.
V.3 Nº23
LA CIUDAD CREADA: ALGUNAS PAUTAS
PARA DEFINIR EL SENTIDO DE PERTENENCIA
A BOGOTÁ EN LA ACTUALIDAD*

Este artículo se encuentra dividido en seis apartados. En el


primero: La espacialidad humana: algunas consideraciones pre-
vias, se brindan algunos elementos para pensar la relación suje-
to-espacio, con el fin de redefinir nociones tales como habitar,
espacio o creatividad, las cuales, resultan fundamentales al
momento de indagar por el sentido de pertenencia. Igualmente,
se señala de manera breve la estrategia metodológica y las téc-
nicas de recolección y análisis de la información utilizada en la
investigación
En los cuatro apartados siguientes se desarrollan las principa-
les categorías emergentes, a partir de las cuales se ordenó y ana-
lizó la información recolectada. Así, en el apartado Ciudad pla-
neada-ciudad urbana, se explora el sentido que
contemporáneamente se le da a la noción de lo urbano y cómo
éste se relaciona con los significados que para algunos bogota-

* Nicolás Gualteros Trujillo. Pontificia universidad Javeriana, Instituto de estudios Sociales y Cul-
turales PENSAR.
Este artículo es producto de la investigación Espacios Urbanos Significativos y Sentidos de Pertenencia en
Bogotá, realizada durante el año 2004, en el marco del programa de Jóvenes Investigadores finan-
ciado y apoyado por la Vicerrectoría Académica de la Pontificia Universidad Javeriana y el Insti-
tuto de Estudios Sociales y Culturales PENSAR.. El apoyo brindado por las profesoras Carmen
Millán de Benavides, Monika Therrien, y el profesor Germán Mejía, resultó fundamental para el
desarrollo de esta investigación.
108 CUADERNOS PENSAR EN PÚBLICO NÚMERO. 2

nos y bogotanas adquieren ciertos elementos que componen el


paisaje de la ciudad. En el apartado La Ciudad Museo, se muestra
cómo las formas oficiales y reguladas de recorrer y nombrar la
ciudad se corresponden con la tarea de coleccionar lugares, alu-
diendo con ello a un ejercicio museístico por el cual los objetos
(lugares) son extraídos de sus marcos referenciales. La redefini-
ción de lo que comúnmente se entiende por vida cotidiana y su
importancia para comprender las prácticas de encuentro e inter-
cambios de sentido que ocurren en la ciudad, se exploran en La
Ciudad Cotidiana. La última categoría se desarrolla en el aparta-
do La Ciudad Recorrida, en el que se muestra cómo la noción de
recorrido ha de ser comprendida como un movimiento tanto en
el tiempo como en el espacio, en tanto proceso vivencial a partir
del cual se crean lugares de sentido.
En el sexto y último apartado, Del mundo de vida al mundo
urbano, se retoman los principales elementos que permiten cons-
truir el significado de la expresión sentido de pertenencia, y su
relación con el ejercicio cotidiano de habitar en la ciudad.

LA ESPACIALIDAD HUMANA: ALGUNAS


CONSIDERACIONES PREVIAS

Por doquier, lo espacial brinda la base


para la comprensión del mundo espiritual.
Otto Bollnow
Al iniciar con la pregunta ¿qué es el espacio?, cobran sentido
las palabras de Otto Bollnow quien afirma:
Cuando en la vida cotidiana hablamos, sin reflexionar debida-
mente, del espacio, pensamos generalmente en el espacio ma-
temático, en el espacio susceptible de ser medido, en sus tres
dimensiones, en metros y centímetros; así es como lo hemos
conocido en el colegio y como tenemos que planteárnoslo
como base cuando en la vida práctica queremos emplear rela-
ciones espaciales medibles.(23)
ITINERARIOS URBANOS. PARÍS, LA HABANA, BOGOTÁ: NARRACIONES, IDENTIDADES Y CARTOGRAFÍAS 109

El espacio suele ser reducido a los términos que permite la


geometría euclidiana: lugar medible ocupado por un cuerpo; es-
tableciendo una relación entre los objetos y el espacio en térmi-
nos de contenido-continente.
Esta forma de abordaje ha llevado a que la relación sujeto-
espacio se establezca en términos de ocupación o permanencia
en un lugar particular; los sujetos están en el espacio y se en-
cuentran en relación con él, en tanto se encuentren inmersos
dentro de una extensión geográfica delimitada; dinámica que
particularmente se expresa a través de la noción de habitar. Habi-
tar la ciudad, habitar la casa, habitar el territorio, se corresponde
con un ocupar la ciudad, ocupar la casa u ocupar el territorio,
alusión a un sujeto que se encuentra dentro de.
Sin embargo, esta forma de aproximación no es suficiente
para expresar en su complejidad la relación humana con el espa-
cio, difícil de abordar a través de lo puramente medible y
cuantificable, formulado a través de dimensiones de largo, ancho
y alto (Bollnow 29). Por el contrario, la espacialidad ha de com-
prenderse como una condición constitutiva de la existencia hu-
mana. Ekambi-Schmidt permite comprender mejor esta conside-
ración al señalar que “El ser se crea creando” (38), a lo cual se
podría añadir: creando espacios. El sí mismo se manifiesta y des-
pliega a través de la creación de espacios: “Con este concepto no
quiere decirse que la existencia humana –el Dasein– sea algo de
extensión espacial, sino que sólo es lo que es en relación a un
espacio, que necesita el espacio para poder desplegarse” (Bollnow
29). Se hace referencia a un sujeto que construye espacios y se
encarna en ellos; creación que no se limita a un ejercicio arqui-
tectónico, centrado en el levantamiento de estructuras materia-
les: formas de concreto. Se hace referencia a un sujeto que crea
estrategias por las cuales manifestar las diferentes parcelas
vivenciales que componen su mundo de vida. Se hace referencia
a un proceso autotrascendente en tanto que la posibilidad de ma-
nifestar creativamente sus mundos de vida, le permite al sujeto
110 CUADERNOS PENSAR EN PÚBLICO NÚMERO. 2

resignificar y renombrar las formas de relacionarse y encontrar-


se en diferentes ámbitos vitales y vivenciales como su familia
(casa), su comunidad (ciudad-barrio), su entorno.1
Si bien el mundo de vida, constituido vivencialmente, puede
expresarse a través del ejercicio de creación arquitectónica, esta
no es la única vía con la que se cuenta para exteriorizar el sí mis-
mo. Incluso la vulneración del espacio físico puede llevar a la crea-
ción de espacios que permitan suplir esta deficiencia. Esto se pue-
de ejemplificar de la siguiente manera: una estudiante universitaria
afirmaba que su espacio privado, había sido “vulnerado”, pues
ahora tendría que compartirlo con un familiar que había llegado a
pasar una larga temporada con su familia. Vulneración que se repe-
tía con frecuencia por la necesidad de compartir su espacio priva-
do con sus hermanas y hermanos, dado el reducido tamaño de la
casa familiar. Pasado un tiempo comprendió que las sensaciones
negativas relacionadas con la pérdida de intimidad, –desarraigo, no
pertenencia a la familia– perdían su fuerza al hallar un espacio que
favorecía su creación artística. La posibilidad de crear se tornaba
en su propio espacio y tal como ella decía: “(…) ese nadie me lo
puede quitar”.
Este ejemplo resulta útil para señalar algunas de las formas
que puede tomar la espacialización de los mundos de vida, pues
las artes en general pueden constituirse en espacios de expresión
del sí mismo y su mundo de vida. Sin embargo, la espacialización
del sí mismo no se agota en la creación de espacios surgidos de
procesos artísticos, que pueden demandar altos conocimientos
técnicos y preparación académica específica. La espacialización
alude mejor, a las diferentes estrategias que utiliza el sujeto para
expresar y exteriorizar su mundo de vida, creando espacios acordes
a sus vivencias y necesidades.
Surgen, a partir de éste proceso, espacios difícilmente medibles
o cuantificables, que hacen posible afirmar, por ejemplo que el
espacio del cocinero no es sólo la cocina sino, más bien, lo que
cocina y a quien le cocina, mezclando ingredientes como sólo él
ITINERARIOS URBANOS. PARÍS, LA HABANA, BOGOTÁ: NARRACIONES, IDENTIDADES Y CARTOGRAFÍAS 111

sabe hacerlo; el cocinero encontrará su espacio no sólo en el lugar


de la cocina sino en el proceso de encarnarse (hacerse) cocinero,
por lo que la cocina, entendida ésta como espacio físico, será un
artefacto estructural que media en el despliegue de su capacidad
creadora. La tarea de crear espacios ha de verse como una vía
privilegiada a través de la cual los sujetos encuentran sentido al
mundo externo y recrean constantemente su mundo de vida. Es-
pacios que no se concretan necesariamente en la dimensionalidad
propia del espacio euclidiano-matemático. De este modo, la creati-
vidad ha de entenderse como un proceso compuesto por las dife-
rentes estrategias que llevan al sujeto a responder y a dar cuenta de
sus necesidades vivenciales: conciencia sostenida de necesidad que
moviliza y estimula la creación espacial.
La perspectiva que se quiere plantear supone tener en cuenta
tres ideas principales:
1) La relación que el sujeto establece con el espacio no puede
reducirse a términos de continente-contenido. El espacio no
es externo al sujeto.
2) La creación de espacios no alude exclusivamente a la labor
arquitectónica.
3) Es a partir de la creación de espacios que se exterioriza el
mundo de vida constituido a partir de procesos vivenciales y
reflexivos.
A partir de lo señalado se hace necesario repensar la noción
de habitar, pues al ser usada frecuentemente para indicar la ocu-
pación que un sujeto hace de un lugar particular, sigue estando
referida a una espacialidad comprendida en términos matemáti-
co-euclidianos. Por el contrario, el habitar ha de enunciarse como
un ejercicio vivencial a través del cual el sujeto crea, reordena,
reconstruye y le da un sentido a su mundo de vida, a su entorno
y a su sí mismo. Esta idea de habitar revela un proceso que remi-
te al ejercicio de habitarse: autotrascendencia por las que se capta
el sí mismo. A partir del ejercicio de habitar-habitarse, el sujeto
otorga un sentido a su entorno (mundo externo) y a su mundo
112 CUADERNOS PENSAR EN PÚBLICO NÚMERO. 2

interno (vivencias). Habitarse indica la posibilidad que se le brin-


da al sujeto de crear espacios en los cuales desplegar su mundo
de vida; tal como anota Martin Heidegger: “Sólo si somos capaces
de habitar podemos construir” (141).
Es importante considerar ahora la manera en que este ejerci-
cio de habitar se relaciona con los espacios físicos. La relación
fundamental entre el ejercicio de habitar-habitarse y el hábitat
(ciudad/entorno), se ilustra a través del enunciado: “Como se
construye el ser, así se concibe el hábitat” (Ekambi-Schmidt 36).
El hábitat no sólo es un terreno previo destinado a ser ocupado,
sino que es creado y resignificado por el ejercicio de habitar-
habitarse. Es este ejercicio el que, en tanto acción creativa, dota-
rá al entorno de múltiples sentidos según las vivencias y necesi-
dades. Por ejemplo, y siguiendo a Ekambi-Schmidt, la casa se
constituye en un lugar privilegiado ya que su carácter cobijante y
protector de la existencia humana permiten construir un horizon-
te de sentido:
El hábitat es el primer lugar en que se tiene conciencia de
habitar, de habitarse, puesto que se afirma: me encuentro a mí
mismo, me rehago, y por tanto es en mi casa donde tengo plena
conciencia de mi ser, donde puedo captar y constatar los
desequilibrios que ha sufrido en un entorno peor adaptado y al
que uno se adapta peor porque le conoce peor. Fuera de mi
hábitat hay un universo a explorar, a descubrir; en mi casa, lo
inesperado, la aventura son excepcionales. (37)
Consideraciones cercanas a las de Gaston Bachelard, quien
en su Poética del Espacio recuerda que: “La casa en la vida del
hombre suplanta contingencias, multiplica sus consejos de conti-
nuidad. Sin ella, el hombre sería un ser disperso. Lo sostiene a
través de las tormentas del cielo y de las tormentas de la vida. Es
cuerpo y alma. Es el primer mundo del ser humano” (37).
Bachelard no hace referencia a valores arquitectónicos, a do-
taciones de mobiliario o a comodidades térmicas. No se trata de
una reflexión sobre la habitabilidad –forma en que Otto Bollnow
denomina a las condiciones estructurales puestas al servicio del
ITINERARIOS URBANOS. PARÍS, LA HABANA, BOGOTÁ: NARRACIONES, IDENTIDADES Y CARTOGRAFÍAS 113

habitar (138). La Poética del espacio no es un análisis


fenomenológico del quehacer arquitectónico o de los libros
Euclidianos. Para Bachelard, la casa es un medio destinado a com-
prender la riqueza de la espacialidad humana. La casa Bachelardiana
dice sobre el sí mismo:
Con la imagen de la casa tenemos un verdadero principio de
integración psicológica, (…) Para dar una idea de la compleji-
dad de la tarea del psicólogo que estudia el alma humana en sus
profundidades, C.G. Jung, en sus Ensayos de psicología analítica,
pide a su lector que considere esta comparación:
(…) tenemos que descubrir un edificio y explicarlo: su piso
superior ha sido construido en el siglo xix, la planta baja data
del XVI y un examen minucioso de la construcción demuestra
que se erigió sobre una torre del siglo II. En los sótanos descu-
brimos cimientos romanos, y debajo de éstos se encuentra una
gruta llena de escombros sobre el suelo de la cual se descubren
en la capa superior herramientas de sílex, y en las capas más
profundas restos de fauna glaciar. Ésta sería más o menos la
estructura de nuestra alma.
Naturalmente que Jung conoce el carácter insuficiente de esta
comparación. Pero por el hecho mismo de desarrollarse tan
fácilmente tiene sentido el tomar la casa como instrumento de
análisis para el alma humana (…) Nuestra alma es una morada.
Y al acordarnos de las ‘casa’, de los ‘cuartos’, aprendemos a
morar en nosotros mismos. (29)
Pero, ¿cómo acercarse a la ciudad teniendo como punto de
partida estas reflexiones? ¿Cómo comprender el sentido de perte-
nencia de los bogotanos hacia su ciudad a partir del habitar y los
procesos por los que se despliegan y crean espacios?
Inicialmente, resulta necesario señalar que el ser bogotano o
bogotana no ha de comprenderse como una característica que se
adquiere con el simple ocupar una extensión geográfica particu-
lar, oficialmente marcada y delimitada. Tal como se observará en
los análisis siguientes, el ser bogotano o bogotana se encuentra
estrechamente ligado al sentido de pertenencia, y por tanto a los
diversos elementos, dinámicas y fenómenos a los que éste se
refiere. Pensarse como bogotano o bogotana resulta posible en
114 CUADERNOS PENSAR EN PÚBLICO NÚMERO. 2

tanto la ciudad es condición de posibilidad para desplegar espa-


cios y crearlos a través del ejercicio de habitar-habitarse.
Para comprender la relación entre la espacialidad humana y
el sentido de pertenencia, en esta investigación se emplean car-
tografías del habitar, las cuales permitieron visualizar las for-
mas particulares de apropiar, significar y narrar el espacio-ciu-
dad. Este ejercicio cartográfico comprendió un doble proceso:
por un lado, la composición gráfica por la cual los participantes
representaban los lugares de la ciudad que para ellos adquirían
un sentido particular; y por otro, los relatos que construían en
torno a estas composiciones. Esta propuesta tenía como fin
permitir la emergencia libre y espontánea de las narraciones,
pues a través de ellas, el sí mismo se expresa, cobra un sentido
y da cuenta de su mundo construido (Goolishian y Anderson
298-300). Por ello, las cartografías del habitar realizadas por
los participantes no se limitaron a ser una réplica de las conven-
ciones oficiales con las que se suele representar la ciudad; su
trasfondo son las vivencias, los encuentros e intercambios co-
tidianos, los procesos de toma de conciencia de sí mismo, por
los cuales emergen formas particulares de nombrar y habitar en
la ciudad.2
Teniendo en cuenta el marco de la Teoría Fundamentada
(Strauss, Anselm, y Juliet Corbin), las narraciones se reunieron
en una matriz de vida urbana, compuesta por cuatro categorías
emergentes que dan el nombre a cuatro de los apartados que
componen este artículo: “Ciudad planeada-ciudad urbana”, “La
ciudad museo”, “La ciudad cotidiana” y “La ciudad recorrida”.
Sin desconocer que un ejercicio cartográfico es rico en elemen-
tos, dinámicas, vivencias o experiencias, las categorías se cons-
truyeron siguiendo las tendencias encontradas en cada uno de las
cartografías del habitar; esto es, se privilegiaron los elementos o
dinámicas principales alrededor de las cuales los participantes
componían sus relatos. Teniendo como eje central estas catego-
rías, en los apartados siguientes se analizarán y se harán visibles
ITINERARIOS URBANOS. PARÍS, LA HABANA, BOGOTÁ: NARRACIONES, IDENTIDADES Y CARTOGRAFÍAS 115

los distintos procesos y dinámicas que algunos bogotanos y bo-


gotanas plasmaron en sus cartografías del habitar, con el fin de
mostrar lo que ellos comprendían por sentido de pertenencia.

CIUDAD PLANEADA-CIUDAD URBANA

Las ciudades son un conjunto de muchas cosas: memorias,


deseos, signos de un lenguaje; son lugares de trueque,
como explican todos los libros de historia de la economía,
pero estos trueques no lo son sólo de mercancías, son
también trueques de palabras, de deseos, de recuerdos.
Las Ciudades Invisibles.
Italo Calvino
En los últimos años, particularmente en la década de los años
90, se ha presentado un resurgimiento de investigaciones y publi-
caciones que tienen como objeto de estudio a la ciudad y en las
cuales es común encontrar un uso frecuente de la noción de “lo
urbano”, para expresar aquello que le es propio a la ciudad. Alre-
dedor de esta noción se han construido expresiones tales como
“cultura urbana”, “política urbana”, “conflicto urbano”, “espacio
urbano”, “historia urbana” o “literatura urbana” entre otras, que
resultan difíciles de comprender cuando no se conoce con clari-
dad la potencia explicativa y conceptual de la noción de lo urba-
no y por qué su asociación inevitable cuando se está en la tarea
de pensar la ciudad. Resulta entonces pertinente tratar de respon-
der a la pregunta: ¿Qué estamos diciendo cuando hablamos de lo
urbano?
En principio es necesario afirmar que la mayoría de las veces
lo urbano se encuentra referido a aquello que le debe ser propio a
la ciudad, una ciudad construida y planeada siguiendo unos
parámetros transculturales y transnacionales, haciendo de ella un
paradigma ejecutado y concretado –en tanto forma de concreto–
de la modernidad y un elemento de diálogo con la globalización,
con evidentes pretensiones homogenizadoras en lo estético, lo
funcional y lo cultural. Lo urbano indica las formas ideales de
116 CUADERNOS PENSAR EN PÚBLICO NÚMERO. 2

estructurar un espacio-ciudad que ha de crear, provocar e


institucionalizar un “deber ser” del habitante de la ciudad, la ca-
pacidad de compartir una vida urbana, de ser ciudadano.
El poder económico adquiere un papel fundamental en tanto
fuerza configuradora y creadora de ciudades y ciudadanías. Los
nuevos sistemas de mercado mundial establecen retos a las ciu-
dades contemporáneas, haciendo necesario crear políticas urba-
nas que hagan posible su adaptación a los nuevos escenarios de
mercado mundial. Políticas urbanas que no sólo cumplirán un
papel determinante como constructoras de ciudades sino igual-
mente de ciudadanías, proponiendo formas reguladas de partici-
pación, mecanismo de encuentros objetivados en el espacio pú-
blico y condiciones estructurales creadoras de ciudadanos del
mundo, en tanto se cuente con la posibilidad de estar conectado
a redes globales de información (Castells).
Se encuentran algunos elementos comunes en las estrate-
gias que piensan la ciudad a partir de esta concepción de lo
urbano.3 Primero, los proyectos de nación, las formas de inter-
venir y regular el tejido social y las estrategias para que dichos
proyectos se hagan realidad, toman la forma de políticas urba-
nas. Segundo, estas estrategias remiten a un ejercicio de trans-
formación del espacio-ciudad y de las instituciones guberna-
mentales de orden local y nacional que en él actúan, con el fin
de alcanzar el deber ser impuesto por los estándares de
competitividad, producción e intercambio de información y
mercancías determinados por los mercados trasnacionales. Ter-
cero, las políticas urbanas tienen un doble propósito: por un
lado, construir, regular e imponer modelos de ciudad, y por
otro, generar y modelar formas de ciudadanía con miras a lo-
grar una identidad común. Cuarto, las diferentes estrategias de
desarrollo social y de intervención propuestas en las políticas
urbanas, al ser puestas en marcha sin discriminación en todo el
territorio nacional, evidencian que lo urbano no es una catego-
ría descriptiva de las grandes ciudades, y en consecuencia, es
ITINERARIOS URBANOS. PARÍS, LA HABANA, BOGOTÁ: NARRACIONES, IDENTIDADES Y CARTOGRAFÍAS 117

aplicable a cualquier comunidad, o ciudad, sin tener en cuenta


sus condiciones sociales, económicas y culturales.
Pero, ¿qué importancia tiene esta forma de pensar lo urbano
para comprender el sentido de pertenencia de bogotanos y bogo-
tanas hacia su ciudad? Ciertos elementos contenidos en las car-
tografías del habitar recolectadas, se constituyen en eco del de-
ber ser que han de compartir las ciudades y sus ciudadanos. En
las cartografías, los bogotanos y bogotanas quieren hacer evi-
dente cómo su relación con la ciudad se ha visto transformada
por la emergencia de algunos elementos de orden estructural di-
señados y construidos por las tres últimas administraciones, 1995-
1997, 1998-2000, 2001-2004.
Miguel Ángel Urrego señala que la instalación del tranvía en
Bogotá, hacia las dos últimas décadas del siglo XIX, transformó la
relación de las personas con la ciudad debido al surgimiento de
las nuevas rutas recorridas por el tranvía, a sus horarios y a la
posibilidad que tenían los bogotanos de desplazarse masivamente
(81). Sin desconocer que las transformaciones que generó el tran-
vía en el modo de vivir la ciudad son varias, e incluso valoradas
de forma diferente, lo que interesa es la idea de cambio en ritmos,
recorridos y en la vida cotidiana, provocados por la construcción
de un nuevo sistema de transporte en las últimas décadas de la
Bogotá decimonónica.
En la actualidad, al igual que hace más de un siglo, las trans-
formaciones estructurales de los últimos años, particularmente la
introducción del sistema de transporte masivo Transmilenio, han
llevado a que los bogotanos y bogotanas señalen el cambio es-
tructural como una de las principales características de la ciudad
en los últimos años.
Tal como se encuentra en algunas de las cartografías del ha-
bitar recolectadas:
El Transmilenio se me vino de una porque Bogotá está muy
relacionada con Transmilenio. Transmilenio es una gran revo-
lución en relación a las vías, al sistema de transporte y en la
118 CUADERNOS PENSAR EN PÚBLICO NÚMERO. 2

forma en que la gente ve a Bogotá. Para mí eso es Bogotá,


digamos. Para mí eso se me volvió un símbolo de Bogotá, para
mí es una revolución en Bogotá, ha cambiado la forma de
concebir a Bogotá (F/33).4

Fig 1. (H/26)
ITINERARIOS URBANOS. PARÍS, LA HABANA, BOGOTÁ: NARRACIONES, IDENTIDADES Y CARTOGRAFÍAS 119

En la fig.1 se resaltan dos elementos: el Transmilenio y una


vista a vuelo de pájaro del centro comercial Unicentro; el primero
representando el cambio estructural y el segundo los nuevos lu-
gares de encuentro e intercambio propios a las ciudades contem-
poráneas. En el extremo izquierdo de la cartografía se encuentra
un entramado de calles y avenidas, que representa las iniciativas
de las últimas administraciones para aumentar las velocidades en
las vías y disminuir la congestión vehicular.
Es tal el nivel de importancia de las transformaciones urba-
nas, en términos de transformaciones estructurales, que algunos
bogotanos y bogotanas las plasman en sus cartografías con el fin
de dar cuenta de su sentido de pertenencia: “(…) ese sentido de
pertenencia es como más contemporáneo o de estos últimos años
porque ha cambiado la cara de la ciudad (…) ”(M/29). Partici-
pantes que nunca o con poca frecuencia han utilizado el sistema
Transmilenio acuden a él para representar el cambio. Por ejem-
plo: “yo no lo uso mucho porque no lo tengo que usar, pero me
parece que el Transmilenio (…) mejor dicho, a partir de Trans-
milenio se cambiaron muchos conceptos del urbanismo” (M/26
Ver fig.1). Lo que se usa de la ciudad, lo que es vivenciado y
cargado de sentido no es necesariamente coherente con lo que se
propone como objeto, como lugar, como estructura para dar
cuenta de la relación con la ciudad.
Las narraciones de algunos bogotanos y bogotanas se cons-
tituyen en eco de las propuestas renovadoras y trasformadoras
que caracterizan a las políticas urbanas. Por ejemplo, que alguna
de las personas participantes afirme que el Transmilenio:
(…) es lo que más tiene sentido porque es lo que genera ciu-
dad, es un generador permanente de seguridad, además de ser
un medio de transporte, es un medio de generar ciudad en la
medida que iguala todas las clases sociales, en la medida que
permite el uso de un mobiliario urbano que antes no existía o
que si existía nadie lo veía (…) (M/36)
120 CUADERNOS PENSAR EN PÚBLICO NÚMERO. 2

es una resonancia de la misión corporativa enunciada al momen-


to de la constitución de la empresa Transmilenio en la que se
proponen como objetivos:
Mejorar la calidad de vida de los habitantes del Distrito y la
competitividad de la ciudad tanto en el plano nacional como
en el internacional, mediante la implantación del primer siste-
ma de transporte público masivo urbano de pasajeros, bajo la
modalidad de transporte terrestre automotor en el Distrito
Capital y en su área de influencia (Transmilenio).
Las transformaciones urbanas son valoradas positivamente por
la mayoría de los bogotanos y bogotanas. Sin embargo, cuando los
participantes hablan de cambio hacen referencia exclusivamente al
cambio estructural; recuerdan y resaltan el sistema Transmilenio,
la nueva red de bibliotecas públicas, las ciclorrutas, o la recupera-
ción de espacio público representado en andenes o algunas plazo-
letas, pero no se señala la manera en que estas transformaciones
cambiaron la manera de vivenciar la ciudad, de habitar en ella.
Para algunos bogotanos y bogotanas los cambios no se en-
cuentran asociados con la emergencia de nuevas posibilidades que
potencien la tarea creadora o enriquezcan sus mundos de vida.
Que el tiempo de movilización de un punto a otro de la ciudad haya
disminuido gracias a la organización del nuevo sistema de trans-
porte, es una verdad estadística, mas no se dice en que se están
gastando los minutos economizados. La construcción o recupera-
ción de andenes, de nuevos parques o bibliotecas, todos conside-
rados bajo la idea de nuevos lugares de encuentro, no están asocia-
dos a las nuevas formas de encuentro que estos lugares puedan
provocar o sugerir. ¿Estarán emergiendo nuevos lugares sin nue-
vas posibilidades de encontrarse? ¿Tantos mundos por conquistar
y tan poco tiempo?, pero las estadísticas dicen que el tiempo ha de
alcanzar ¿Dónde están estas horas? El problema no resulta ser las
horas que sobran, el problema es con qué llenarlas. Muy segura-
mente se tornan en espacios cedidos a la competitividad demanda-
da por los mercados transnacionales y con ello las políticas urba-
nas habrán alcanzado sus objetivos.
ITINERARIOS URBANOS. PARÍS, LA HABANA, BOGOTÁ: NARRACIONES, IDENTIDADES Y CARTOGRAFÍAS 121

Con las políticas urbanas es fácil captar el contenido subya-


cente a la noción de eficiencia, sin embargo, podría decirse que
se trata de mayor efectividad para estar más pronto en el parque
y que el espacio de encuentro construido con el partido de fútbol
sea más duradero; eficiencia para estar más pronto en casa y
seguir con la lectura de tal o cual libro o para ir a cine.
Centrarse en el ámbito estructural económico no es más que
una idea fragmentadora de lo urbano, que anuncia una ciudad que
se encuentra afuera del sujeto, un espacio que se propone vacío y
la tarea de los que en él habitan es llenarlo, ocuparlo bajo una pre-
misa contundente: competitividad globalizada. Esto no ha de llevar
a pensar que la infraestructura no resulta necesaria para la ciudad.

Fig 2. (F/33)

El problema subsiste en la imposibilidad de leer estas innova-


ciones en su riqueza, en su potencia para provocar, construir y
movilizar mundos de vida, procesos creativos y transformado-
122 CUADERNOS PENSAR EN PÚBLICO NÚMERO. 2

res. ¿Es tarea de los proyectos urbanos transformar no sólo for-


mas sino también sentidos? Por supuesto. No es posible hacer de
la realidad urbana una realidad axiomática; lo urbano se encuen-
tra distante de la naturaleza Newtoniana y la búsqueda de los tres
principia del mundo urbano resulta infructuosa a pesar de la in-
sistencia de tantos. La naturaleza misma de lo urbano se niega a
ser reducida a dos, tres, cuatro axiomas o leyes. Lo urbano se
caracteriza por ser incierto, móvil, fluido, anticartesiano. La con-
dición fragmentaria del cualquier planteamiento axiomático se
refleja en una ciudad fragmentada, al servicio de la certidumbre
demandada por los nuevos mercados trasnacionales.
Si bien la cartografía contenida en la fig. 2 haría suponer
que la relación con el Transmilenio es cotidiana y frecuente, re-
sulta interesante que la participante señale que nunca ha usado
este sistema de transporte y que tampoco es frecuente su rela-
ción con los museos, condición que no es limitante para ilustrar
ambos elementos. Esto podría parecer extraño, pero no lo es
tanto si se piensa en las políticas urbanas.
Los artefactos estructurales se constituyen en mecanismos a
través de los cuales se debe nombrar la relación con la ciudad,
entorpeciendo la tarea de nombrar esta relación a partir de los
elementos vivenciados, recorridos, creados. Hay algo que es ex-
terno al sujeto, que no es creado por él, pero que cumple la fun-
ción de definirlo. Se da cuenta del sujeto, o mejor, de su subjeti-
vidad, a través de lo que es externo a ella, por lo que se encuentra
fuera de su mundo de vida, de su experiencia de habitar. Tal es la
potencia de estas exterioridades que el mismo sujeto recurre a
ellas como estrategia para nombrarse a sí mismo; si las políticas
urbanas fragmentan la riqueza del mundo urbano, el sujeto se
encuentra igualmente fragmentado, en tanto se recurre a un ele-
mento ajeno a su vivencia subjetiva de la ciudad para dar cuenta
de su relación con ella.
Si el espacio se encuentra afuera del sujeto en una clara
relación de contenido-continente, cualquier transformación ur-
ITINERARIOS URBANOS. PARÍS, LA HABANA, BOGOTÁ: NARRACIONES, IDENTIDADES Y CARTOGRAFÍAS 123

bana nunca será suficiente. Pueden existir grandes construc-


ciones, modernas vías, pero estas nunca serán suficientes en
su tarea de reemplazar al ejercicio humano del habitar, que hace
posible construir y crear espacios de convivencia, de encuen-
tro y solidaridad.
Debido a la fragmentación se podría caer en una especie de
confusión ciudadana, caracterizada por mostrar, de un lado, lo
urbano reducido al ámbito estructural de la ciudad y, de otro, que
el espacio es externo al sujeto. Es algo así como afirmar que la
casa, con sus paredes, techo y ventanas, dan cuenta de la vida
familiar, o de la vida en pareja. Pensar que el libro es creado por
la reunión que en la tipografía se hace del cartón, las hojas y las
tintas, puede llevar a que el proceso creativo del autor se vea
supeditado o negado por la estructura que lo contiene. Al respec-
to resultan ilustrativas las palabras del Nobel de Física Erwin
Schrödinger tomadas de sus célebres reflexiones en torno a los
compromisos del quehacer científico:
Pues, de hecho, resultará muchísimo más difícil, probable-
mente imposible, poder explicar de forma comprensible inclu-
so la rama especializada más pequeña de una ciencia particular
evitando cualquier metafísica. Es entre otros el caso –para
mencionar un ejemplo burdo– de la innegable excepción de la
importancia más que física –por tanto trascendente– de un
gran número de hojas de pasta de papel dotadas de manchitas
negras como las que el lector tiene en sus manos. (19)
Pero si una visión fragmentadora es la que niega la conciencia
creadora, una visión que aborde el mundo urbano desde la com-
plejidad, se encuentra cerca de lo que señalan algunos de los
participantes:
(…) pueden haber dos sentidos urbanos; uno que puede ser la
productividad, la excelencia. Otro puede ser también la senci-
llez, la convivialidad entre los seres humanos (…) (M/31).
Para mí, sentidos urbanos pueden ser sitios específicos como
teatros, cines, supermercados, de la ciudad, que para uno son
importantes, que uno le da un sentido por algo. Como que hay
una carga afectiva de por medio en los lugares que uno habita.
124 CUADERNOS PENSAR EN PÚBLICO NÚMERO. 2

Y lo urbano es como la mezcla entre lo físico de la ciudad con


lo humano. Es como que algo cobra vida (F/25).
Algunos proyectos desarrollados por la administración del al-
calde Luis Eduardo Garzón, que tienen como objetivo promover
nuevos usos y funciones de las renovaciones estructurales, de-
muestran cómo el Sistema Transmilenio brinda posibilidades no
limitadas al desplazamiento. En el mes de octubre del año 2004,
se desarrolló la campaña “Libro al viento”, gracias a la cual los
usuarios del sistema Transmilenio accedían a obras de literatura
universal, que tomaban de algunos dispensadores ubicados en las
estaciones de bus, para retornarlos luego de ser leídos: “(…)
Libro al Viento quiere abrir un nuevo espacio en Transmilenio,
para llevar literatura a todos sus usuarios, quienes podrán disfru-
tar de ella con sus familias gracias a un sistema de préstamo fácil
y al alcance de todos” (Transmilenio).
Se propone entonces una forma alternativa de enunciar lo ur-
bano, la cual permite acercarse con mayor facilidad al verdadero
significado de lo que Néstor García Canclini denomina concien-
cia urbana (Ciudad espacial 158), es decir, las formas de habitar
en la ciudad y construirla en los encuentros que hace posible la
vida cotidiana.

LA CIUDAD MUSEO
Néstor García Canclini señala que los museos de la Europa
moderna, los mismos que luego se encontrarían en Latinoamérica,
contenían colecciones especializadas en las que se ordenaban,
clasificaban y categorizaban “(…) bienes simbólicos en grupos
separados y jerarquizados” (Culturas híbridas 282). A partir de
estos ordenamientos no sólo se genera una distinción entre lo
culto y lo popular, el arte y la artesanía, sino que fundamental-
mente, se creó un lugar en el cual reunir lo que era considerado
como bien nacional.
ITINERARIOS URBANOS. PARÍS, LA HABANA, BOGOTÁ: NARRACIONES, IDENTIDADES Y CARTOGRAFÍAS 125

Más allá de limitarse a reunir piezas, el museo al coleccionar


otorgaba otro significado a los objetos tomados y usufructuados
de la vida cotidiana de pueblos y comunidades; por ejemplo, los
objetos sagrados que se tornaron en objetos de arte, tal como
sucedió con muchas pinturas religiosas producidas en las colo-
nias españolas, hoy reunidas en museos de arte colonial. Para
Benedict Anderson el museo y su principio reclasificador, llevó a
que en las colonias europeas del sudeste asiático se reconstruye-
ran espacios arquitectónicos otrora sagrados, monumentos a tra-
vés de los cuales se contaría a los turistas el maravilloso pasado
sobre el que se comenzaban a erguir los estados nacientes; luga-
res con un fuerte poder de representación espiritual y cosmogó-
nico para muchas comunidades, se convertían en museos y mo-
numentos resurgiendo “(…) como insignias de un Estado colonial
secular” (254). El museo se tornó en depósito de artefactos a
través de los cuales era posible reconstruir una historia, un pasa-
do remoto y lejano en tiempos o kilómetros. Depósitos de la me-
moria hecha colecciones y catálogos.
126 CUADERNOS PENSAR EN PÚBLICO NÚMERO. 2

Fig 3. (F/25)
ITINERARIOS URBANOS. PARÍS, LA HABANA, BOGOTÁ: NARRACIONES, IDENTIDADES Y CARTOGRAFÍAS 127

El almacenamiento y clasificación de objetos, siguiendo unos


parámetros de exhibición y ordenamiento particulares, fueron
procesos dirigidos a construir un soporte icónico que permitiera
narrar una historia oficial, especie de exhibición de un pasado
remoto, de mito fundante.
Así, la categoría de análisis la ciudad museo tiene como pun-
to de partida el catálogo de lugares que adquieren el estatuto de
íconos de la ciudad: objetos de museo a los cuales se acude con
el objeto de hilar y construir una historia común, un pasado ho-
mogéneo. La ciudad museo, cuyo sentido está dado más por su
relación con hechos históricos que por la vivencia personal de la
misma, al instituirse como ícono adquiere un fuerte poder de
representación acerca de lo que los participantes conciben como
la historia e hitos oficiales de la ciudad. Por ejemplo, en la parte
superior de la fig. 2 se encuentra una lista de lugares de la ciudad
agrupados bajo la expresión “sitios de interés”: Monserrate, Plaza
de Bolívar, Parque Simón Bolívar. Igualmente, en el fragmento
de una de las cartografías del habitar, fig. 3, se representa una
muestra de los lugares característicos de lo que se conoce como
el centro histórico de la ciudad:
(…) ahí queda la Catedral, queda la Casa de Nariño, queda la
Alcaldía y ahora queda la Corte Suprema y la Corte Constitu-
cional, lo que era antes el Palacio de Justicia que lo volvieron
nada (…) tiene como todo, tiene la autoridad de la ciudad,
tiene su alcalde, el presidente y también está la Catedral que
por su historia y todo este cuento es pues muy importante para
la ciudad (…) Siento que es un lugar que tiene todo ahí con-
centrado, donde se centraliza todo, la parte religiosa de la
ciudad, la parte política, está el presidente, parte de la autori-
dad y política local, que es el alcalde y las personas que admi-
nistran justicia en la corte constitucional (F/25).
Los elementos que componen la ciudad museo tienen dos
funciones particulares: primera, adquieren un papel protagónico
al servicio del turismo. La ciudad ha de crear, elegir (o erigir), e
instaurar itinerarios a través de los cuales se narre su historia;
rutas de la memoria que permiten recobrar un pasado remoto.
128 CUADERNOS PENSAR EN PÚBLICO NÚMERO. 2

Segunda, la capacidad de reconocer la existencia de instituciones


gubernamentales como la Alcaldía Mayor, el Congreso, o el Pala-
cio de Justicia, y la capacidad de ubicarlas en el plano de la ciu-
dad, es considerada como una habilidad fundamental para
autonombrarse como ciudadano y reconocerse como pertene-
ciente a la ciudad, a la nación, pues al fin y al cabo, son lugares
que “valen la pena conocer y sentir” (Ver fig. 3).
Los museos, depósitos de colecciones por excelencia, pasan
a ser ahora una pieza, un objeto más que se agrega a la gran
colección, colección de colecciones, por la que se narra la ciu-
dad. El museo es coleccionado y por tanto su contenido adquiere
un valor secundario; ahora el museo es importante en tanto pieza
coleccionada, un componente más de la serie Museos, que se
sumará a la serie catedrales, serie plazas, serie monumentos.
Lugares que hacen posible construir la biografía de las naciones
y de las ciudades, su historia, su pasado, su contenido (García
Canclini, Culturas Híbridas 280).
Los bogotanos y bogotanas dan diferentes nombres a esta
colección: “lugares representativos”, “patrimonio”, “sitios de inte-
rés”, “íconos”, o simplemente, “centro histórico”; lo importante es
que ella esté presente en los recorridos turísticos, en las estrategias
pedagógicas para fortalecer los lazos de unión con la ciudad o en
los ejercicios en los que se piensa el sentido de pertenencia:
(…) cuando estaba en la Universidad, en el centro (…) co-
nocía a la mayoría de esos sitios y me parecen importantes
porque siento que hacen parte del sentido de pertenencia y
de la cultura de una ciudad. A mí de chiquita me llevaban
mucho a museos y como que uno a partir de ahí puede cono-
cer cosas y ver también en la ciudad las cosas bonitas que
tiene (F/33).
Estructuras físicas que no se encuentran exclusivamente al
servicio de la producción, sino también a la reproducción de me-
morias nacionales, de pasados remotos, de nostalgias idealizadas
que se establecen como paradigmas reguladores de la cotidianidad,
de las formas de encontrarse y relacionarse con y en la ciudad. Las
ITINERARIOS URBANOS. PARÍS, LA HABANA, BOGOTÁ: NARRACIONES, IDENTIDADES Y CARTOGRAFÍAS 129

colecciones museísticas tienden a imponer un ordenamiento parti-


cular y su tarea está en mantenerlo, perpetuarlo:
Las ideas de patrimonio e identidad son conceptos que tienden
(subrayamos tienden para advertir que no es una dirección fatal-
mente forzosa) a defender espacios estancos, discriminatorios,
inertes. Se diría que apuntan, tal vez sin querer y so pretexto de
afirmar una legítima diversidad, a mantener ciertas etnias y co-
munidades en estatus de marginalidad (…)
(…) el pueblo se despoja de su papel y hasta de sus afectos y
acaba cediendo las decisiones a intermediarios que asumen el
derecho de aplicar ellos mismos el sello que valoriza y consagra
el patrimonio de la posteridad. Esa es probablemente la razón
para que el arte popular, la arquitectura tradicional, la ciudad,
la calle misma (que no es casi nunca monumento pero, en
cambio, fue siempre y sigue siendo el escenario principal de la
cultura, el crisol de la civilización), todos ellos, resulten terre-
nos exótico (…) Han llegado tardíamente o no han llegado
siguiera a los inventarios de patrimonio (Salmona y Jaramillo,
69-75).
Que haya un reconocimiento de las piezas-lugares que com-
ponen la colección no supone una relación de proximidad viven-
cial con ellas. Al igual que sucede con las diferentes piezas que
componen los catálogos de los museos, la ciudad museo se com-
pone de piezas-lugares descontextualizadas y desmembradas del
paisaje de la ciudad, con las cuales sólo es posible sostener una
relación inscrita más en el conocimiento académico que en la
vivencia personal de las mismas. Reconocer el valor histórico y
cultural de una determinada pieza, no significa que se reconozca
su función en la construcción de los sentidos de realidad. Por
ello, cuando algunos de los objetos de la colección son recorda-
dos y adquieren un sentido particular en relación con las viven-
cias, pierden su poder de representación que tienen como objetos
museísticos. Las plazas, los museos o los monumentos son plas-
mados en las cartografías del habitar no sólo por los hitos históri-
cos que puedan representar, sino porque permiten recobrar pe-
queños destellos de encuentro e intercambio humano, de
convivencia o de creación. La plaza es ahora reconocida porque
130 CUADERNOS PENSAR EN PÚBLICO NÚMERO. 2

permite recobrar fiestas celebradas, amores perdidos, luces na-


videñas, viejos amigos, historias familiares, alegrías pasadas: “(…)
el Museo del Oro es más importante, pero el Museo Nacional, la
construcción como tal la tengo más presente, el Museo Nacional
por lo que le decía, porque es un panóptico, porque allá estuvo
preso mi bisabuelo (…)” (M/36).
La ciudad memorizada, la propia de la colección museística,
que debe ser conocida y enseñada en escuelas y a extranjeros por
medio de guías turísticas, no es necesariamente coherente con
los sentidos y significados que se otorgan a la ciudad vivenciada
cotidianamente. La perenne ciudad memorizada, aprendida en las
escuelas ha de conceder un lugar a la ciudad de la memoria, la de
los recuerdos vivenciales:
Esto no es un mapa (…) es como (…) De pronto que son muy
pocas las cosas que a mí me parecen significativas de Bogotá,
porque no hago alusión a ningún icono, entonces podría pare-
cer que yo no tengo una relación estrecha con Bogotá, sino que
es una relación más afectiva, no tanto con Bogotá sino con las
personas que están en Bogotá (…) Son mi familia, mis amigos
(F/25).
La ciudad de la memoria no se encuentra limitada a itinerarios
exhibicionistas, por el contrario, en ella se resaltan las formas alter-
nativas de recorrer la ciudad, formas particulares de coleccionarla.
¿Será que el ejercicio de habitar romperá las regulaciones im-
puestas por la ciudad museo y sus piezas memorables e idealiza-
das? ¿Será posible captar la complejidad del sí mismo a partir de
una subjetividad programada, deseada, esperada? El sí mismo y
los procesos que se involucran en su configuración y despliegue
no pueden ser vistos como una práctica mecánica, y por lo mis-
mo repetitiva y manipulativa, que responde a la pregunta ¿qué
hay que hacer?, ¿cómo hay que ser? Los conflictos o crisis urba-
nas relacionadas con la identidad, la violencia cotidiana o la ilegi-
timidad gubernamental, no se resuelven con que bogotanos y
bogotanas dispongan de su catálogo de lugares coherente con el
publicitado de manera oficial. Seguramente bajo el precepto de
ITINERARIOS URBANOS. PARÍS, LA HABANA, BOGOTÁ: NARRACIONES, IDENTIDADES Y CARTOGRAFÍAS 131

construir una identidad común, un “de dónde somos” y “a dónde


vamos”, se niega la emergencia de una ciudad dispuesta para
habitar en ella, para crecer en ella, para trascender en ella. Las
colecciones museográficas tienden a subrayar un ordenamiento
particular y su tarea está en mantenerlo, perpetuarlo; la
jerarquización que se hace de la ciudad y los valores que a partir
de ahí se construyen necesitan de un orden particular el cual no
resulta coherente con el despliegue libre y espontáneo de los
mundos de vida.
Por supuesto que las reflexiones en torno a la ciudad museo
no desconocen el valor histórico, arquitectónico, artístico o cul-
tural que adquieren determinados lugares de la ciudad. Mucho
menos se quiere generar una polémica ante la validez e importan-
cia de las colecciones museográficas, pues una disertación al
respecto requeriría un espacio suficiente y exclusivo para ello.5p
Lo que se resalta es la dificultad en valorar vivencialmente la
ciudad y ponerla al servicio del ejercicio del habitar-habitarse.
Esta es la tarea que nos propone García Canclini, quien al señalar
que lo propio de la hibridación cultural es el “descoleccionar”,
invita a pensar en nuevos marcos epistemológicos y metodológicos
para comprender los órdenes que contemporáneamente
“sistematizan las relaciones materiales y simbólicas entre los gru-
pos” (Culturas híbridas 288), pues ya no es posible hacerlo a
partir de marcos tradicionales, oficiales, esperados.
Al descoleccionar la ciudad se encontrarán nuevas ciudades,
nuevos horizontes de sentido. La ciudad descoleccionada es aque-
lla que se reconoce como dinámica, la que se crea y recrea sin
temor. Algunas herramientas para emprender esta tarea se en-
cuentran en la vida cotidiana, en la ciudad que se construye en
los recorridos y circuitos trazados por bogotanos y bogotanas
comprometidos con resignificar y darle un sentido diferente a lo
que usualmente toman por su realidad urbana.
132 CUADERNOS PENSAR EN PÚBLICO NÚMERO. 2

LA CIUDAD COTIDIANA

La noción de la ciudad cotidiana reúne aquellos elementos


contenidos en las cartografías del habitar, que permiten ilustrar
las prácticas de interacción y encuentro humano que se suceden
diariamente en la ciudad; prácticas que según los bogotanos y
bogotanas, se constituyen en fundamento de su sentido de perte-
nencia y de arraigo a la ciudad. La ciudad cotidiana concede un
lugar a aquellos espacios donde se juega con mayor fuerza la
constitución de lo humano (Rey 12), el entramado de relaciones
que diariamente viven los bogotanos y bogotanas.
La vida cotidiana suele ser comprendida como la serie de ac-
ciones y actividades rutinarias, repetitivas y carentes de sentido
que son desarrolladas en el día a día. Los referentes de la vida
cotidiana son descripciones sistemáticas de la serie de actos que
forman parte de los diversos ámbitos en los que se desarrolla la
vida diaria. Al momento de querer narrar, por ejemplo, la
cotidianidad del trabajo, del ámbito laboral, se realiza una des-
cripción de las tareas y responsabilidades que le son propias a
uno u otro cargo: la hora de llegada, las cuentas e informes que
toca redactar, las ventas que hay que cumplir, los objetivos a
alcanzar, y con fortuna se concederá un lugar a las caminatas
que a la hora del almuerzo rompen con la monotonía.
Pero el sentido de la cotidianidad es más amplio, pues en ella se
encuentra un lugar privilegiado para comprender las dinámicas y
procesos propios de la relación sujeto-espacio. Para Germán Rey
un acercamiento desde la psicología o desde diversas disciplinas,
como la antropología o la sociología a las prácticas de interacción
humana, marco imprescindible para comprender los procesos de
constitución de la subjetividad y del mundo de lo social, ha de
realizarse a partir de la vida cotidiana, desde los aconteceres huma-
nos comunes y corrientes (8-11). Esto es, la cotidianidad no puede
seguir siendo asumida como una realidad banal, que simplemente
se torna útil para dar cuenta de fenómenos y dinámicas sociales
ITINERARIOS URBANOS. PARÍS, LA HABANA, BOGOTÁ: NARRACIONES, IDENTIDADES Y CARTOGRAFÍAS 133

que se presupone, forman parte de realidades más amplias y com-


plejas de lo que puede ser la vida cotidiana.
Lo cotidiano, además de ser la realidad por excelencia (Berger
y Luckman 28), es el lugar en que el sujeto se pone en obra (Heller
39). Es el lugar en que acontecen las dinámicas por las que se
crean y despliegan los mundos de vida. En la vida cotidiana se
pone en obra el sí mismo; es el lugar en que se construye, negocia
y resignifican los sentidos de realidad con el fin de resignificar la
relación con el entorno y todas las parcelas vivenciales que lo com-
ponen: familia, trabajo, escuela, pareja. El lugar de la creación es-
pacial no propiamente arquitectónica, a través de la cual el sí mis-
mo se manifiesta, se encuentra en la vida cotidiana.
La vida cotidiana se ubica en el ejercicio mismo del habitar;
uno y otro, habitar y vida cotidiana, no pueden ser considerados
de manera aislada. La vida cotidiana es el lugar en que se ponen
en juego los mundos de vida, esto es, el lugar en que se
intercambian y a la vez se negocian los sentidos que se otorgan al
entorno y al sí mismo; lugar de la vivencia compartida, de la
convivencia, en que se manifiestan los sentidos de realidad cohe-
rentes con las necesidades propias al continuo ejercicio de habi-
tar-habitarse.
134 CUADERNOS PENSAR EN PÚBLICO NÚMERO. 2

Fig 4. (F/28)
ITINERARIOS URBANOS. PARÍS, LA HABANA, BOGOTÁ: NARRACIONES, IDENTIDADES Y CARTOGRAFÍAS 135

Los espacios creados por el sujeto emergen en la vida cotidia-


na, en el intercambio de sentidos de realidad, posibilitando a su
vez, el surgimiento de nuevas formas y prácticas de relación y de
encuentro humano. Y así como los espacios creados no se limi-
tan a lo arquitectónico, igualmente los referentes a partir de los
cuales se narra y se ilustra la vida cotidiana, no se hallan limitados
a las condiciones físicas, medibles y estructurales de la ciudad.
La cotidianidad no alude a los marcos referenciales propios a la
ciudad museo o la ciudad urbana, pues al no ser susceptible de
ser ubicada en una extensión geográfica particular, desdibuja las
formas de relación con la ciudad que se instauran como un deber
ser. Es por ello que pensar la ciudad desde la cotidianidad hace
necesario construir referentes novedosos que tengan el poder de
simbolizar las vivencias y sentidos que se otorgan a la ciudad y a
las diversas realidades que en ella convergen. La cartografía de la
fig. 4 muestra cómo las vivencias cotidianas son difíciles de plas-
mar siguiendo la normativa geográfica y estructural de la ciudad.
En esta cartografía se pierden elementos de uso común como el
croquis, el damero (cuadrícula formada por el cruce de calles y
avenidas, tomando la forma de un tablero de ajedrez), o el catálo-
go de lugares propios a la ciudad museo.
Para la participante que diseñó esta cartografía, lo importante
son los lugares deportivos representados a través de una llama
olímpica ubicada en la mitad de la ilustración, mostrando con ella
que lo importante no son sólo los polideportivos, las canchas, o
los clubes deportivos, sino el mundo de vida que ha sido cons-
truido gracias a ellos y en torno a ellos.
(…) sí, acá, en esta llama olímpica, esta mi universidad, mi
trabajo, mi vida (…) siempre está la parte deportiva ¿Por qué
es tan importante para mí esa parte? Porque gracias a esto
estoy donde estoy. A veces en esos estados en que tu estás mal,
que no tienes con quien hablar, no puedas contar tus cosas así
quieras hacerlo, siempre el refugio mío ha sido este y eso es lo
que a mi me ha permitido estar donde estoy. De pronto no
acudir a una botella, que en algún determinado momento lo
136 CUADERNOS PENSAR EN PÚBLICO NÚMERO. 2

hice. Realmente a estos lugares les debo mucho, demasiado


(…) (F/28).
Igualmente se encuentra una vela con una palabra en su inte-
rior: “(…) Yo le colocaría Encuentro. Es como tratando de en-
contrarte tú mismo, de ver muchas cosas que hay en tu interior
(…) ” (F/28).
Una característica particular de las narraciones que se cons-
truyen en torno a la vida cotidiana, es su capacidad para producir
nuevas maneras para nombrar la ciudad. Para examinar los pe-
queños detalles y acontecimientos que componen la vida cotidia-
na, algunos de los cuales se escapan de la conciencia de los indi-
viduos, Abraham Moles y Elisabeth Rohmer proponen construir
un “microscopio psicológico”, que permita visualizar las
microestructuras que enmarcan la red de intercambios e
interacciones vividas en el día a día y demuestren por qué las
vivencias y acontecimientos propios a la cotidianidad son “(…)
pequeñas fibras que constituyen la trama de la pantalla que de
lejos parece invisible, son los pequeños remiendos, la espuma de
los días, los detalles de las estrategias, el ‘ruido’ en los mensajes,
lo infraconsciente en relación con lo consciente, la desviación
imprevisible en relación con la norma previsible” (80).
A partir de las desviaciones de lo previsible no sólo se cons-
truyen nuevos referentes surgidos de las vivencias personales o
grupales, sino que también, la escala de valores con la que se
clasifican y se construyen los catálogos de lugares icónicos es
replanteada. Así, un nuevo sentido, difícil de generalizar y
homogenizar en términos de experiencia colectiva y regulada,
enriquecerá los valores históricos y arquitectónicos por los que
se construyen los referentes identitarios.
ITINERARIOS URBANOS. PARÍS, LA HABANA, BOGOTÁ: NARRACIONES, IDENTIDADES Y CARTOGRAFÍAS 137

Fig 5. (F/31)
138 CUADERNOS PENSAR EN PÚBLICO NÚMERO. 2

La nueva escala de valores habla de los primeros amores, de los


familiares que ya no están, de los triunfos deportivos, de la econo-
mía familiar, de los hijos, de las aventuras universitarias, del tiempo
libre. Tal como se muestra en la fig. 4, muchas experiencias no se
agotan en los referentes físicos. Cada uno de los vértices de la
cartografía, en los que se lee “la sociedad”, “la cultura”, “las opor-
tunidades” y “el entorno”, enmarcan y conceden un lugar a la
cotidianidad, a las vivencias surgidas del habitar, emergiendo for-
mas espontáneas de representar la ciudad acordes con las necesi-
dades vivenciales y los mundos de vida construidos:
Yo creo que las personas están buscando cosas parecidas a lo
que yo necesito buscar y sentir. De pronto son personas que
necesitan salir de pensar en los hijos, en los problemas, enton-
ces buscan este tipo de recreación, para cambiar un poco la
rutina (…) Cuando se están haciendo ejercicios en el parque,
la idea es salir de todo lo que uno tiene en el cuerpo, de todo lo
que uno guarda, me imagino que el cuerpo se va llenando de
todo lo que uno maneja en la semana, entonces creo que pre-
cisamente se trata de eso. En la pesca es lo mismo, se está al aire
libre, en contacto con la naturaleza, con los animales. (F/31)
(Ver fig. 5)
Las consideraciones que hacen los participantes en torno a su
experiencia cotidiana de habitar en la ciudad presentan algunas
tendencias. Para algunos de ellos, el percibir la ciudad como vio-
lenta e insegura es una condición limitante y frenadora de los
encuentros humanos propios a la cotidianidad. Se vive la ciudad
de “puertas para adentro”, reduciendo los límites significativos
de la ciudad a la casa de residencia o a la casa familiar:
(…) en Bogotá somos de puertas para adentro. Cuando uno
habla de la ciudad, de Bogotá, muchos piensan en su casa,
porque la gente en Bogotá no acostumbra salir, y eso es una
cosa centenaria, eso no es de ahora, entonces probablemente,
para alguien el sinónimo es Bogotá-casa. Pero la ciudad para
mí está alrededor de la casa, la casa no es (…) conceptualmente
no forma parte de la ciudad. (M/36)
Tengo una pelea con Bogotá porque me está pareciendo agre-
siva, por eso a veces me dan ganas de irme. Por eso pienso que
ITINERARIOS URBANOS. PARÍS, LA HABANA, BOGOTÁ: NARRACIONES, IDENTIDADES Y CARTOGRAFÍAS 139

Bogotá, si uno lo piensa en un sentido más riguroso, la culpa no


la tiene Bogotá sino la gente que vive en Bogotá. (F/25)
Se acude al miedo, traducido con eufemismos tales como
“inseguridad”, “desorden”, “caos”, “intolerancia” o “violencia”,
como estrategia para dar cuenta de las dificultades que se pre-
sentan para construir espacios de convivencia, de cotidianidad.
La ciudad es vivida de puertas para adentro, reduciéndose a una
interioridad reconocida como la casa:
Yo pienso que la gente vive la ciudad desde dentro de sí mis-
ma, desde lo que le pasa, desde su propia vida, porque la
misma situación hace que uno deba vivirla así, desde la misma
escasez de tiempo, las distancias, hace que uno no tenga mu-
cho tiempo para ponerse a pasear y disfrutar y admirar, además
que la misma situación de inseguridad hace que cuando estás
en un espacio exterior estés a la defensiva, tienes que estarlo
además, si no lo haces eres un insensato, tampoco es lo más
sano. De pronto lo más sano sería lograr un equilibrio entre lo
que está pasando afuera y tu interioridad, y de ese lado, la
familiaridad (F/35).
El “puertas para adentro” revela una especie de imposibilidad
creadora. Si bien resulta imposible escaparse de la cotidianidad,
en tanto marco en que se construyen y negocian sentidos de
realidad, también es cierto que la reducción de espacios de en-
cuentro tiende a invisibilizar los lugares alternativos que se ubi-
can en los intersticios, en las márgenes de los grandes discursos
sociales. Por fortuna, y sin importar los límites o los condiciona-
mientos que surgen del miedo, siempre se presentarán prácticas
sutiles de intercambio, localizadas en los restos de la ciudad, en
un más allá de la casa. Si bien el miedo condiciona formas de
recorrer y nombrar la ciudad, resulta difícil hallar casos extre-
mos por los cuales se imposibilite la constitución de marcos co-
tidianos, pues: “(…) privado del fluido vital de la creatividad de
sus miembros, ‘el sistema jerárquico basado en la emanación del
poder desde la cima no puede controlar la salvaje florescencia de
los acontecimientos imposibles a los que llamamos vida cotidia-
na” (Briggs y Peat 91)
140 CUADERNOS PENSAR EN PÚBLICO NÚMERO. 2

Resulta entonces necesario examinar aquellos intersticios, o


nuevos lugares de libertad, según los llaman Moles y Rohmer, en
los que se aloja la vida cotidiana, para poder “(…) reencontrar, en
un nivel de sensibilidad distinto, el contacto del hombre con su
medio ambiente y los otros que están presentes en él, descubrir
allí un perfume de libertad, encontrar lo que rompe las reglas y
resurge –plázcales o no a los emisarios de lo social– del libre
arbitrio, de lo no determinado (…)” (82). Seguramente, son es-
tos lugares los que permiten captar el sentido de lo que enuncian
algunos de los participantes: “Fíjate que hay pocos espacios que
yo ubico como lugares de sentido, porque no es el espacio físico
en sí, sino el espacio que se crea con la gente con la que yo me
siento bien” (F/35).

CIUDAD RECORRIDA, UN LUGAR PARA ENCONTRARNOS


se hace camino al andar
Antonio Machado
Generalmente la expresión “recorrer la ciudad” hace referen-
cia a los itinerarios, rutas o caminos que los bogotanos y las
bogotanas siguen con el fin de cumplir diversos objetivos: espar-
cimiento, estudio, trabajo, descanso, salud. Acceder a los múlti-
ples sentidos de realidad que se encuentran en la ciudad es posi-
ble en tanto la ciudad sea recorrida, andada, preferiblemente a
pie, según el deseo de algunos nostálgicos. Con el fin de conocer
y reconocer la colección de referentes que componen la ciudad,
algunos de estos itinerarios seguirán las rutas impuestas por la
ciudad museo. Pocos pasos serán suficientes para recobrar la
historia andando catedrales, iglesias, plazas. Pero también están
los otros recorridos, los de rutina: repetición incesante de despla-
zamientos y movimientos, no por ello menos significativos o
carentes de sentido, por ejemplo, aquellos que llevan de la casa al
trabajo y nuevamente de vuelta.
ITINERARIOS URBANOS. PARÍS, LA HABANA, BOGOTÁ: NARRACIONES, IDENTIDADES Y CARTOGRAFÍAS 141

Fig 6. (M/31)
142 CUADERNOS PENSAR EN PÚBLICO NÚMERO. 2

No obstante, más allá de un desplazamiento en el espacio tra-


ducido en coordenadas cartesianas, el recorrido ha de enunciarse
como un movimiento en el tiempo, un movimiento indicativo del
proceso que le es propio al ejercicio del habitar. Es por ello que
las cartografías del habitar no se limitan a describir las direccio-
nes que marcan el movimiento de un lugar a otro de la ciudad,
sino mejor, los procesos vivenciales y reflexivos a partir de los
cuales se crean mundos de vida. La ciudad recorrida permite
hacer visibles las huellas –referentes– que se han construido y
que permiten a bogotanos y bogotanas narrar su sí mismo. De
ahí la insistencia en señalar que se trata de un recorrido en el
tiempo y no sólo en el espacio geográfico y geométrico. El reco-
rrido está más cerca del tiempo Kairós, recordando con esto el
aguafuerte de Goya, tiempo de la creación, de la plenitud, de lo
posible que toma forma, de la cotidianidad; más allá del tiempo
Kronos, tiempo reloj, del control y la certidumbre (Hozben 475).
Por ejemplo, en la fig. 6 el participante ilustra (no con la intención
de diseñar un mapa turístico), los diversos elementos que hoy le
permiten construir no sólo la historia de su relación con la ciu-
dad, sino principalmente su propia historia. De ahí la importancia
de la ilustración de la esquina inferior izquierda en la que se lee:
“Porque un señor minero es como el que experimenta (…) un
minero (…)” (M/31)
En palabras de otros participantes:
(…) Pienso que Bogotá es el lugar en que se desarrolla mi vida,
Bogotá es mi vida, porque todo lo que hago está en Bogotá,
mis intereses primarios todos están en Bogotá, trabajo, familia,
amor, amigos, casi todo esta concentrado en Bogotá, entonces
como que Bogotá es mi vida (…)” (M/29).
(…) me gustaría (…) cuando veo esto (…) igual que en mi
vida personal me gusta ganar terreno en todos los aspectos de
mi ser que están segmentados, donde no llega mi conciencia,
donde no llega mi capacidad de voluntad, así me gustaría ganar
terreno en la ciudad (…) yo pienso que si fuera un pintor y
quisiera hacer un cuadro abstracto de la ciudad, yo tendría que
ITINERARIOS URBANOS. PARÍS, LA HABANA, BOGOTÁ: NARRACIONES, IDENTIDADES Y CARTOGRAFÍAS 143

hacer un cuadro grande en donde en cada rincón se pudieran


plasmar diferentes simbolismos, emociones experiencias, tur-
bulencias, como podría ser la décima, o el Cartucho, imagína-
te, como gris, negro, misterioso, de todas maneras lleno de
cosas muy humanas (…) la desgracia, la angustia, la ansiedad,
¡uy!, no, eso sería muy bonito (F/35).

Fig 7. (F/25)
144 CUADERNOS PENSAR EN PÚBLICO NÚMERO. 2

Es la ciudad recorrida la que permite comprender el sentido


de lo que comúnmente es denominado como lugar: huellas, mar-
cas indelebles en el tiempo que se constituyen en referentes de
sentido para nombrar el sí mismo y sus procesos creativos. Pen-
sar la ciudad recorrida sin los lugares resulta en una suerte de
imposibilidad, pues éstos se construyen en coherencia con los
sentidos que se otorga al mundo, al entorno y al sí mismo.
Los lugares no son estructuras, levantamientos arquitectóni-
cos, obras de concreto. Más aún, se ha de señalar que la condi-
ción de lugar no es un valor al servicio de la clasificación de las
obras arquitectónicas, sino por el contrario, es una propiedad de
las prácticas de encuentro e intercambio humano. Es en los en-
cuentros de la vida cotidiana que emergen los lugares, el lugar
surge con la presencia del otro, el otro es el lugar. Esto se com-
prende fácilmente con la traducción libre que Rainer Maria Rilke
realiza de los sonetos de la poetisa inglesa Elisabeth Barrett-
Browning (1806-1861). En el primer verso de la última estrofa
del soneto VII se lee:
nur wo du bist, entsteht ein Ort.
Solamente dónde tú estás nace un lugar.
Igualmente Otto Bollnow recuerda los versos de Goethe (236):
Siempre me eran el campo y el bosque, la roca y los jardines tan
solo un espacio y tú, amada, los convertiste en lugar.
Es a estos lugares a los que se refiere una participante cuando
afirma:
(…) lo que le da sentido es la forma como yo habito esos
lugares, pero si me tocara representarlos, así reclichesudo, yo le
pondría un corazón a todos. Yo podría hacer acá un gran
corazón, y es que esos lugares tienen sentido para mí es por eso,
hay afectos que están mediando esa relación con esos espacios
(F/25) (Ver fig.7).
Son los recorridos y los lugares que en la marcha se constru-
yen, los que permiten comprender las múltiples formas que pue-
de tomar la ciudad al momento de ser representada. A pesar de
los elementos comunes que el deber ser propone como normati-
ITINERARIOS URBANOS. PARÍS, LA HABANA, BOGOTÁ: NARRACIONES, IDENTIDADES Y CARTOGRAFÍAS 145

vos en los itinerarios y las rutas de la memoria, la vida cotidiana


produce suficientes desviaciones como para que las cartografías
del habitar siempre guarden un espacio para aquellos lugares de
libertad, imprescindibles al momento de narrarse, de contarse,
más allá de un simple “soy bogotano” o “soy bogotana”.
Para Marc Augé los lugares surgen de prácticas individuales o
grupales, a través de las cuales se simbolizan los “constituyentes
de la identidad compartida (por el conjunto de un grupo), de la
identidad particular (de tal grupo o de tal individuo con respecto
a otros) y de la identidad singular (del individuo o del grupo de
individuos en tanto no son semejantes a ningún otro)” (57). Las
construcciones que emergen a partir de este proceso de
simbolización son los lugares antropológicos, tal como los ca-
racteriza Augé; pues así como el antropólogo, observador y
analista, indaga por los sentidos de realidad que para él resultan
inteligibles, el lugar antropológico “es al mismo tiempo principio
de sentido para aquellos que lo habitan y principio de inteligibili-
dad para aquel que lo observa” (58).
Más aún, para Augé los lugares adquieren un sentido parti-
cular gracias a los recorridos por los que se simbolizan y se cons-
truyen referentes identitarios, eco de las cosmogonías por las que
se narran las comunidades. Es tal la fuerza creadora contenida en
los encuentros humanos, tanta la necesidad de construir lugares a
partir de los cuales narrar la experiencia trascendente del ejercicio
del habitar, que Augé señala que: “Cuando los individuos se acer-
can, hacen lo social y disponen los lugares” (114).
Pero así como las consideraciones de Augé en torno al
lugar resultan pertinentes para comprender la riqueza de la vida
cotidiana, es necesario examinar con mayor detenimiento sus plan-
teamientos en torno a los “no lugares”. Para Augé, los no lugares
son propios de la sobremodernidad, forma en que el autor nom-
bra al mundo contemporáneo; son todas las estrategias arquitec-
tónicas necesarias para el despliegue y acercamiento de todo el
mundo de acontecimientos, los espacios del anonimato:
146 CUADERNOS PENSAR EN PÚBLICO NÚMERO. 2

(…) son tanto las instalaciones necesarias para la circulación


acelerada de personas y bienes (vías rápidas, empalmes de rutas,
aeropuertos) como los medios de transporte mismos o los gran-
des centros comerciales, o también los campos de tránsito pro-
longado donde se estacionan los refugiados del planeta (41).
Para Augé la velocidad de la sobremodernidad es tal que
no hay posibilidad de crear, de desplegar el sí mismo en la infra-
estructura que aquella hace necesaria: la vida cotidiana no en-
cuentra su lugar en el ingenio arquitectónico de la sobremoderni-
dad. Sin embargo, las cartografías del habitar muestran cómo el
centro comercial emerge como lugar, haciendo difícil negar la
vida cotidiana que en él acontece, instaurándose como un refe-
rente adecuado para narrar la experiencia de habitar en la ciudad.
Y así como el centro comercial adquiere un sentido, también lo
adquieren los bares, el estadio, los supermercados, el aeropuerto,
el Transmilenio. Si bien cada uno de estos espacios posee una
función específica, son formales en sus objetivos y propósitos,
la vida cotidiana crea en ellos desviaciones, zonas de encuentro
intersticiales, que si bien no niegan sus propósitos fundacionales,
tampoco hacen posible describirlos a partir de ellos únicamente.
ITINERARIOS URBANOS. PARÍS, LA HABANA, BOGOTÁ: NARRACIONES, IDENTIDADES Y CARTOGRAFÍAS 147

Fig 8. (M/24)
148 CUADERNOS PENSAR EN PÚBLICO NÚMERO. 2

Para algunos bogotanos y bogotanas estos desarrollos arqui-


tectónicos adquieren el estatuto de lugares; zonas de convivencia
en las que se rompe, aunque sea por breves instantes, la eficacia
del mercado. Esto no significa que sean zonas libres de conflictos,
de sentidos contradictorios, de pretensiones homogeneizadoras,
pero no son eso y sólo eso. Considerar estas sutiles emergencias
de sentidos permitiría dejar de señalarlos como “espacios sin cua-
lidades” (Sarlo 15); insistencia, mirada nostálgica, que de nuevo
condiciona la subjetividad a la infraestructura que la contiene. La
imposibilidad de construir un decálogo que normalice y regule las
prácticas de comunicación, intercambio y encuentros, que
homogenice la experiencia colectiva de habitar en la ciudad o en el
centro comercial, muestra que la vida cotidiana que en ellos emer-
ge desgasta su función premeditada: “propuesta de cápsula espa-
cial acondicionada por la estética del mercado” (15). Posiblemen-
te, a mayor número de circuitos, de trayectos, de vivencias
programadas, se opone igual número de lugares de libertad, espa-
cios espontáneos e imprevisibles:
(…) en general cualquier centro comercial de Bogotá cuenta
con ese recurso: ser un espacio para que la gente comparta con
los seres que quiere, generalmente la familia, las relaciones de
pareja, porque ahí encuentra todo tipo de situaciones para ello
(…) por eso me parece que esos sitios en Bogotá tienen senti-
do (M/26).
Sí, realmente es muy importante. Unisur tiene una taberna
que me agrada mucho, hay un café al que uno puede ir a hablar,
a veces jugamos ajedrez allá y paso buena parte de mi tiempo
ahí, cuando tengo tiempo libre. Además es muy importante
por lo que le decía ahora, no tengo, cuando estoy en la casa de
mi novia, que desplazarme demasiado (…) detrás de Unisur
vive mi novia, y creo que eso lo dice todo (M/23) (Ver Fig. 8).
(…) el aeropuerto es muy vacano también, como que había
una época en la que yo iba mucho, no a viajar, sino a recoger y
dejar gente, es también como el sitio de despedida, pero tam-
bién de la fascinación de cómo llega la gente, cómo se va (…)
y pues que este año he ido mucho a llevar a mi hermano (…)
ITINERARIOS URBANOS. PARÍS, LA HABANA, BOGOTÁ: NARRACIONES, IDENTIDADES Y CARTOGRAFÍAS 149

pero también es el lugar de la despedida, y va a ser el último


sitio que vea (…) (F/23).
Al habitar el tiempo, el exceso de acontecimientos y velocidad
se desvanece como esencia definitoria de la contemporaneidad,
pues ahora se concede un lugar al sí mismo. El no lugar no es
una escala de valoración arquitectónica, es mejor un reflejo de las
dificultades y las exigencias, no sólo contemporáneas, que impli-
ca el ejercicio de habitar-habitarse. Son los pequeños destellos de
encuentro humano los que insisten en poner en entre dicho el
deber ser de los no lugares.
Pero así como se crean tantos lugares como lo permite la vida
cotidiana, tantos otros dejan de crearse por el miedo, la inseguri-
dad, la intolerancia. Los procesos se detienen, o mejor, se encie-
rran a nombre de las posibles contingencias:
(…) todos mis lugares son cerrados y es una de las cosas que
me llama la atención de Bogotá. Bogotá es una ciudad donde
yo me siento cómoda viviendo, más que Barranquilla, por los
espacios que me permite, pero la mayoría de esos son espacios
cerrados, porque afuera hay peligro. Yo no sé si eso le pasará a
más personas, que nos vamos como adaptando a las limitacio-
nes de vivir en Bogotá, son reglas para sobrevivir, es una ma-
nera de asumir los riegos de la ciudad, gracias a las bondades
que ella también ofrece. Uno sabe que tiene que ceñirse a
ciertas reglas y por eso yo me siento segura en lugares cerrados
(F/35).
(…) hay gente que piensa que su casa es más importante que el
resto de las otras cosas. Mira si yo tuviera mi casa, te prometo
que yo tampoco la pintaría, porque es que la casa no es (…)
bueno, es el centro vital del individuo como tal (…) pero
estamos es hablando de Bogotá, Bogotá es nuestra casa y esta
es la casa, el dibujo es la casa, y la unión es la casa en general.
No se puede decir que es la casa particular de X o Y personaje,
no se puede decir eso porque estamos delimitando, estamos
hablando de individualismo (…) (M/31).
Algunos autores ven cómo este proceso genera una ciudad frag-
mentada, desmembrada en pequeñas piezas, aisladas y protegidas
unas de otras, al servicio de las certidumbres. Pero es más perti-
150 CUADERNOS PENSAR EN PÚBLICO NÚMERO. 2

nente que este fenómeno se describa mejor a través de una subje-


tividad fragmentada, la cual es incapaz de intercambiar e integrar
diferentes sentidos de realidad, ubicándose de preferencia y según
la conveniencia en las certezas de la intimidad o en las velocidades
de la exterioridad. Es la imposibilidad de habitar-habitarse la que
niega la posibilidad de crear-espacios-con-otros, de construir nue-
vas formas de ciudad y ciudadanía coherentes con los valores
humanos de la convivencia, la creatividad y la cotidianidad.

DEL MUNDO DE VIDA AL MUNDO URBANO


Teniendo como punto de partida la pregunta, ¿de qué manera
la construcción del sentido de pertenencia de los habitantes de
Bogotá está mediada por su relación con espacios urbanos signi-
ficativos?, se han generado dos reflexiones. En primer lugar, al
enunciar que la creación espacial alude a un ejercicio por el cual
el sujeto crea y despliega su mundo de vida, se brinda una nueva
posibilidad para comprender lo que se ha llamado espacios urba-
nos significativos. Estos no se limitan al conjunto de creaciones
arquitectónicas propias del desarrollo estructural de una ciudad,
pues con ellos también se hace referencia a los mundos de vida
construidos a partir del ejercicio del habitar. Ya que los mundos
de vida se crean en coherencia con los sentidos que se otorgan al
entorno, al sí mismo y a los otros con quienes se comparte la
cotidianidad, el espacio es un campo de sentido referente de la
subjetividad creadora.
En segundo lugar y gracias a las cartografías del habitar, se
ha mostrado cómo lo urbano se da gracias a todas aquellas sub-
jetividades creadoras de espacios, en los cuales se pone en juego
los mundos de vida y el sí mismo. Lo urbano está ahí donde
emergen los lugares de libertad, zonas intersticiales de encuentro
e intercambio de sentidos de realidad, en las que emergen otras
ciudades, otras formas de estar juntos. El mundo urbano no se
prescribe y no se limita al mundo de concreto, pues si así fuera,
ITINERARIOS URBANOS. PARÍS, LA HABANA, BOGOTÁ: NARRACIONES, IDENTIDADES Y CARTOGRAFÍAS 151

la responsabilidad de crear, esto es, de responder a las necesida-


des vivenciales, no estaría en el sí mismo y sus relaciones coti-
dianas con los otros, sino exclusivamente en los planificadores
de las políticas urbanas y sus programas de renovación. Claro
que las innovaciones resultan favorables a los mundos de vida,
sin embargo, ¿de qué servirían las maravillas arquitectónicas si
no existe posibilidad de habitar en ellas? De esta forma nada sería
suficiente y el afuera siempre estaría afuera.
Lo urbano hace referencia, por un lado, a los sentidos que se
otorgan a los diversos elementos de la ciudad. Por otro, da cuenta
del entramado de relaciones e intercambios de sentidos de realidad
en los que se ubica la cotidianidad de la ciudad. No hay que olvidar
sin embargo, pues se correría el riesgo de caer en un idealismo
pueril, que los sentidos de realidad que configuran lo urbano no
sólo son reflejo de los mundos de vida y los recorridos vivenciales;
ellos también se encuentran determinados en parte por las formas
oficiales de recorrer, nombrar y habitar en la ciudad, esto es: rutas,
íconos, memorias, caminos, itinerarios de verdad perenne, de his-
torias actualizadas, de fronteras insalvables. Arquitectura de la ve-
locidad, de la ganancia, donde están todos y ninguno.
Los espacios urbanos significativos son algo más que una cues-
tión de orden geométrico, son expresión del ejercicio humanizante
del habitar, de los actos creativos, de los sentidos que crean reali-
dades, de las diversas formas de encontrarse y estar juntos en el
marco de la vida cotidiana; elementos todos que configuran los
referentes de sentido que permiten a bogotanos y bogotanas nom-
brarse como pertenecientes a la ciudad. Por ello, el sentido de per-
tenencia es el resultado de la manifestación de los mundos de vida
y de los horizontes de sentido, posibilidad transformadora de la
consciencia humana, condición primera para emprender la tarea
de hacerse a sí mismo y hacerse su ciudad y con su ciudad. El
sentido de pertenencia, interjuego de lugares, comunidades e inti-
midades, es narrado a partir de los espacios urbanos en los que la
ciudad se negocia, se crea, se defiende.
152 CUADERNOS PENSAR EN PÚBLICO NÚMERO. 2

El sentido de pertenencia alude no sólo a lo que une a la ciu-


dad sino también a lo que en ella ha sido creado, desde las inno-
vaciones de ingeniería al servicio de la velocidad y los mercados
trasnacionales, hasta los espacios urbanos significativos, lugares
en que acontecen las vidas humanas. El sentido de pertenencia es
la narración que da cuenta de lo creado, de lo vivenciado, de lo
normativo, de el deber ser que surge inevitable al momento de
pensarse bogotano o bogotana. Es lo que se intercambia en los
centros comerciales: sentidos, afectos, juegos; es lo que quiere
ser reconstruido en la casa: espacio que devuelve el orden al caos,
espacio sagrado en que se reitera la obra creadora de los dioses –
y esto no es un simple simulacro–, para ofrecer-ofrecernos un
lugar de amparo con qué enfrentar el mundo externo, tierra de
dragones (Eliade 36-40). Es la cotidianidad, lugar del sentido com-
partido, de la convivencia, vivencias de muchos donde se reanu-
da la incesante tarea de estar juntos, crecer juntos, crear juntos;
donde los muchos caminos, los de todos y cualquiera se tornan
posibles, donde la consciencia creadora trasciende las fronteras,
produce desviaciones; zona donde la ciudad existe, vive, se crea
y se posee; donde lo que se es y se será cobra sentido por que
hay otros con quienes desearlo.
El sentido de pertenencia es un movimiento en el tiempo y en
el espacio. Movimiento en el espacio (euclidiano) gracias a la
geografía de plazas, parques, vías, andenes, monumentos, mer-
cados. Movimiento en el tiempo gracias al habitar, a los recorri-
dos vivenciales, a los sentidos construidos, al crecimiento huma-
no. Es tiempo en el que se crece en altura, pero también se crece
en trascendencia, donde lo que se es acontece con espontanei-
dad, con la libertad suficiente para poder decir, a pesar de los que
se resisten, quién se es, quiénes somos; tiempo para habitar y
crearse un lugar en que lo posible tome forma. Tiempo para ha-
cer de la ciudad una casa, y asumir el compromiso:
ITINERARIOS URBANOS. PARÍS, LA HABANA, BOGOTÁ: NARRACIONES, IDENTIDADES Y CARTOGRAFÍAS 153

17
Hay que remodelar la casa del hombre,
podarla como se poda un árbol
e introducir en su material más sensible
el delicado injerto de la vida,
para que la casa crezca con el hombre
y también se empequeñezca con él.

Hay que humanizar la casa del hombre


y retrasar además su destino de ruinas
o de ser asolada por los bárbaros
que siempre la circundan,
enseñándole para eso a respirar con el hombre
y hasta vivir y morir con él.

O prepararla por lo menos


para que cuando el hombre caiga
o escape o se evapore, la casa del hombre conserve por un
tiempo
algo así como el duplicado de su imagen,
una transubstanciación o reminiscencia
de su corta memoria,
hasta entregarla, mejor que otros hombres,
a la publicidad subliminal
de los vientos anónimos del mundo.
(Juarroz 82)
Pero sobre todo, el sentido de pertenencia dice del sí mismo.
Restituye a la subjetividad creadora su lugar fundamental como
constructora de ciudades, de horizontes de sentido, de mundos
de vida. Reubica al sujeto en el centro, pues de él y en él nace y
154 CUADERNOS PENSAR EN PÚBLICO NÚMERO. 2

renace la ciudad; por él es posible el infinito universo del mundo


urbano, los universos donde los otros se crean y se dicen. La
humanidad vuelve a ocupar y a crear su lugar:
Supongamos que esto es una estrella. Respecto a esta estrella,
Diana está en todo el centro. Diana está en el centro de la
estrella. Acá, en cada puntita colocaría cada uno de los espa-
cios (…) A una puntica le colocaría deporte, a la otra la llama-
ría (…) sería la parte como emocional, en la otra puntica,
tendría que ver con la parte emocional. La otra dejaría lo que
es la parte económica y esta es la que no he encontrado (…) Sí,
porque de una u otra forma, directa o indirectamente, tú llegas
a un sitio por algo, no es realmente porque tú estés como
perdido (…) Todo este mapa es Diana, y alrededor de esto está
el medio en que tu estás (8/F/28). (Ver Fig 4)
En esta primera aproximación, en la que se ha apostado por
una comprensión del sentido de pertenencia a partir de herra-
mientas conceptuales alternativas como lo son la relación hom-
bre-espacio, el ejercicio de habitar –habitarse y la vida cotidiana,
se han querido establecer las condiciones que permitan dar el
siguiente paso en la tarea de construir una Bogotá contemporá-
nea que se encuentre al servicio de los mundos de vida de sus
habitantes.
Se propone construir un lugar de debate y encuentro
transdiciplinar, que reconozca en los sujetos su potencia creado-
ra de nuevas ciudades y ciudadanías, con el fin de generar estra-
tegias de intervención que trasciendan las soluciones limitadas al
orden de lo estructurar-arquitectónico y resulten adecuadas para
abordar diferentes problemáticas urbanas. Se trata de construir
herramientas que permitan acercarse, por ejemplo, a la compleji-
dad de las vivencias de las víctimas del desplazamiento forzado,
a los conflictos multidimensionales relacionados con el espacio
público, y a todos los otros fenómenos de gran relevancia social,
relacionados inevitablemente con las dificultades que tienen los
bogotanos y las bogotanas de reconocerse como autores de sus
propios mundos de vida y de sus propios sentidos de realidad.
ITINERARIOS URBANOS. PARÍS, LA HABANA, BOGOTÁ: NARRACIONES, IDENTIDADES Y CARTOGRAFÍAS 155

NOTAS
1 Se entiende por trascendencia la acción de profundización en la experiencia de algo, con el fin de
transformarlo.
2 Para la selección de los participantes se tuvieron en cuenta 3 características. 1) Se seleccionaron
adultos jóvenes: hombres y mujeres cuya edad estuviera entre los 25 y 38 años. Teniendo en cuenta
que la mayoría de investigaciones sobre Bogotá y sus habitantes, centran su interés en los jóvenes o
los adultos mayores, se concedió un espacio de reflexión en torno a este segmento poblacional con
el fin de visualizar y reconocer su importancia para el desarrollo local y su influencia en la configu-
ración de la Bogotá contemporánea.
2) Se tuvo en cuenta la paridad de género, por ello, de los 14 participantes, 7 fueron hombres
y 7 mujeres.
3) Para personas no nacidas en Bogotá, se tuvo en cuenta el número de años de permanencia
continua en la ciudad. Se fijó un mínimo de 8 años de residencia ininterrumpida en la ciudad,
pues se consideró que al cabo de este tiempo es posible construir narraciones más ricas y
complejas sobre la experiencia de habitar la ciudad. Dicho requerimiento resulta necesario,
pues tal como se verá en los apartados siguientes, los procesos de construcción de subjetivida-
des dados en el encuentro cotidiano y la misma experiencia del habitar, se complejizan y se
enriquecen a lo largo del tiempo.
3 La Ley 9ª de 1989, Ley de Reforma Urbana derivada del Plan de Economía Social adoptado por el
gobierno presidencial de Virgilio Barco, estuvo focalizada, 1) en la creación de normas para regular el
uso del suelo urbano y el crecimiento de las ciudades, estableciendo mecanismos que favorecieran la
expropiación de terrenos si estos fueran necesarios para el desarrollo del municipio; 2) en la planifica-
ción en el desarrollo y el ordenamiento urbano, redefiniendo la noción de espacio público; y, 3) en
recobrar y conservar los bienes patrimoniales, lo cual se vio reflejado en intervenciones interesadas en
la recuperación del centro histórico de Bogotá (Ricardo 174). La Política Urbana adoptada por el
gobierno de Ernesto Samper en el año 1995, Ciudades y Ciudadanía, la Política Urbana del Salto Social,
se propone: “formar un ciudadano colombiano: más productivo en lo económico; más solidario en lo
social; más participativo y tolerante en lo político; más respetuoso de los derechos humanos y por tanto
más pacífico en sus relaciones con sus semejantes; más consciente del valor de la naturaleza y, por tanto,
orgulloso de ser colombiano” (Ministerio de Desarrollo Económico 25). A nivel local, el Plan de De-
sarrollo adoptado por el Alcalde de Bogotá Luis Eduardo Garzón: Bogotá Sin Indiferencia. Un Com-
promiso Social contra la Pobreza y la Exclusión. Plan de Desarrollo Económico, Social y de Obras
Públicas para Bogotá D.C 2004-2008, tiene algunos puntos en común con la noción de lo urbano. El
Plan se encuentra estructurado alrededor de tres ejes particulares: el social, el urbano regional y la
reconciliación. El eje Urbano Regional, tiene como objetivo: “Desarrollar un entorno ambiental y
socialmente sostenible, equilibrado en la distribución de la infraestructura, los equipamientos y las
actividades, competitivo en la producción e integrado en su territorio que contribuya al crecimiento
económico la equidad y la inclusión” (Alcaldía Mayor de Bogotá 14). De nuevo lo urbano es planteado
en términos de infraestructura, equipamiento y producción.
4 La lectura de las convenciones que acompañan a cada uno de los fragmentos extraídos de las entre-
vistas se lee así: (F/33) F: Género (F: Femenino, M: Masculino); 33: edad de la persona participante.
5 Para tener una mejor comprensión en torno al origen y función de los museos y sus colecciones es
pertinente revisar: Giudieri Remo: El museo y sus fetiches Madrid: Tecnos, 1997; Burke, Peter Visto y no
visto. Barcelona: Crítica, 2001

OBRAS CITADAS
Alcaldía Mayor de Bogotá. Plan de Desarrollo Económico, Social y
de Obras Públicas para Bogotá D.C 2004-2008. Acuerdo 199
156 CUADERNOS PENSAR EN PÚBLICO NÚMERO. 2

del 3 de junio de 2004 Bogotá sin Indiferencia. Un Compromi-


so Social contra la Pobreza y la Exclusión. Bogotá: Imprenta
Distrital, 2004
—— . Decreto 440 de 2001. Por el cual se adopta el Plan de Desa-
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COLABORADORES

ERIKA CASTAÑEDA
(1974- ), diseñadora gráfica y filósofa egresada de la Pontificia
Universidad Javeriana de Bogotá (1998-2004). Docente de dise-
ño gráfico, particularmente desde los planteamientos teóricos
propios a los fundamentos de la comunicación, la teoría de la
imagen y la percepción visual. Ha desarrollado diferentes sitios
web y ha participado como en diferentes cursos de extensión en
estética y teoría de la imagen.

LILIANA GÓMEZ FAHR


(1977- ), arquitecta diplomada de la Technische Universität
Berlin con una tesis sobre la historia urbana de La Habana, Cuba
(2003). Estudió filosofía en Berlín y París (1997-2002). Para
este año académico es invitada como visiting scholar por el Center
for Latin American and Caribbean Studies de la New York
University y becada por el DAAD. En el año 2004 fundo en Berlín
la revista cultural interdisciplinaria Puntocero Magazine, de la cual
160 CUADERNOS PENSAR EN PÚBLICO NÚMERO. 2

es coeditora. Actualmente está investigando en La Freie Universität


Berlín, con el profesor Carlos Rincón, sobre los discursos urba-
nos y los modelos teóricos de las mega-ciudades, particularmen-
te en Bogotá, São Paulo y Ciudad de México.

MARCELA GÓMEZ MENDOZA


(1976- ), restauradora de Bienes Muebles de la Universidad
Externado de Colombia. Especialista en Estudios Culturales de la
Pontificia Universidad Javeriana. Trabajó como conservadora y
gestora cultural en el Museo de Arte Contemporáneo de Bogotá.
Actualmente es auxiliar de investigación en historia en el Centro de
Investigaciones de Proyectos Especiales de la Facultad de Finan-
zas Gobierno y Relaciones Internacionales de la Universidad
Externado de Colombia. Actualmente sus investigaciones se diri-
gen a comprender los procesos que enmarcan la emergencia del
turismo en Colombia.

NICOLÁS GUALTEROS TRUJILLO


(1977- ), psicólogo de la Pontificia Universidad Javeriana
(2002). Docente en las Facultades de Arquitectura y Psicología
de esta Universidad. Tutor de la Escuela de Control Social a la
Gestión Pública, desarrollado por la Veeduría Distrital y el Insti-
tuto PENSAR. Galardonado por la Vicerrectoría Académica de la
Universidad Javeriana como Joven Investigador del Instituto
PENSAR en el año 2004. Asesor de diferentes proyectos
investigativos relacionados con el desarrollo urbano y las proble-
máticas que se le encuentran asociadas: el reconocimiento de la
alteridad, la participación y la construcción de sentido de perte-
nencia entre otras.
ITINERARIOS URBANOS. PARÍS, LA HABANA, BOGOTÁ: NARRACIONES, IDENTIDADES Y CARTOGRAFÍAS 161

MONIKA THERRIEN
(1961- ), antropóloga de la Universidad de los Andes con títu-
lo de Maestría en Historia de la Universidad Nacional de Colom-
bia. Actualmente es Subdirectora del Instituto Colombiano de
Antropología e Historia, ICANH y docente de la Maestría en Res-
tauración de Monumentos Arquitectónicos de la Pontificia Uni-
versidad Javeriana. Su experiencia investigativa se ha desarrolla-
do en las áreas de consumo y cultura material, arqueología histórica
y patrimonio cultural.
ÍNDICE TEMÁTICO

Acevedo Latorre, Eduardo 21, 78, 85, 87


Achúgar, Hugo 92
Alè, Elisabetta 64
Álvarez-Tabío Albo, Emma 59, 60, 61
Anderson, Benedict 125
Anderson, Harlene 114
arquitectura 10, 50, 64, 70, 91, 94, 129
arte colonial 125
Augé, Marc 145, 146

Bachelard, Gaston 112, 113


Barthes, Roland 93
Baudelaire, Charles 10, 19, 23, 24, 25, 27, 28, 29, 31, 32, 33, 35, 41, 42,
43, 44
Bauen in Frankreich 54, 69
Benjamin, Walter 10, 11, 23, 24, 25, 27, 28, 31, 34, 35, 40, 41, 43,
44, 48, 50, 51, 52, 53, 54, 55, 56, 57, 61, 64, 65, 69,
Berger, Peter 133
Berman, Marshall 93
Bollnow, Otto Friedrich 108, 109, 112, 144
Bonaparte, Luis 37, 38
Briggs, John 139
Brüggemann, Heinz 51, 55, 71
Buck Morss, Susan 28
Busquets, Joan 62, 65
Calvino, Italo 115
Carpentier, Alejo 62
cartografías 9, 20, 114, 117, 119, 127, 129, 132, 142, 145, 146, 150
Castells, Manuel 116
164 CUADERNOS PENSAR EN PÚBLICO NÚMERO. 2

Catalina Swimming Suit Contest: Concurso de Baño Catalina. Ver


Véase
centro comercial Unicentro 119
centro histórico 62, 71, 127, 128, 155
Centro Nacional de Conservación, Restauración y Museología
(Cencrem) 59, 74
ciudad fragmentada 122, 149
ciudad letrada 84, 85. Ver también
ciudad museo 11, 12, 48, 55, 57, 64, 65, 66, 67, 68, 69, 114, 127, 129, 130,
131, 135, 140
Coatsworth, John 71
competitividad 116, 120, 121
Congreso 128
consumo masivo 65
contemporaneidad 149
Corbin, Juliet 114
cotidianidad 20, 79, 85, 128, 132, 135, 136, 138, 139, 142, 150, 151, 152
Coyula, Mario 73
creatividad 11, 107, 111, 139, 150
Cuba 58, 71, 72, 74
cultura 17, 52, 54, 60, 62, 65, 67, 78, 87, 88, 89, 90, 92, 96, 104, 115, 128,
129, 138
chibchas 87, 88, 89, 91
China 70

damero 135
Dasein 109
Diario Oficial 100
Dirección Provincial de Planificación Física Ciudad de La Habana
(DPPFCH) 71
Disney World 68
divisas 58, 59, 69, 74
doctor Baccellieri: Russi, José Raimundo. Ver Véase
doctor Russi: Russi, José Raimundo. Ver Véase
Duany, Andrés 64, 72

Ekambi-Schmidt, Jézabelle 109, 112


Eliade, Mircea 152
emancipación social 56, 66, 68
ITINERARIOS URBANOS. PARÍS, LA HABANA, BOGOTÁ: NARRACIONES, IDENTIDADES Y CARTOGRAFÍAS 165

empresas mixtas 58, 59, 61, 74


Erwachen 51
espacialidad humana 107, 113, 114
espacios urbanos significativos 11, 150, 151, 152
España 89, 92, 100, 101
Estados Unidos 64, 71, 72, 100
Estudios Culturales 77, 78

Foucault, Michael 78

García Canclini, Néstor 92, 93, 124, 128, 131


Garzón, Luis Eduardo 124
Geisteshaltung 65, 71
Generic City 72
Generic Historic City 72, 73
geometría 109
Geschichtsbewusstsein 52
Geschichtsverständnis 52, 53, 54, 55, 56, 64, 71
Giedion, Siegfried 51, 53, 55, 70, 71
globalización 65, 115
Goethe, Johann Wolfgang von 144
Goolishian, Harold 114
Goya, Francisco de 142
Grupo de Desarrollo Integral de la Ciudad de la Habana, 71
Guys, Constantin 44

Habanguanex 58
habitabilidad 112
habitar, 12, 15, 19, 20, 79, 107, 108, 109, 111, 112, 113, 114, 117, 120, 122,
123, 124, 127, 129, 130, 131, 132, 133, 138, 142, 145, 146, 148, 149, 150,
151, 152,154, 155
Hall, Stuart 78
Hassenpflug, Dieter 69, 73
Haussman, Baron 38, 39, 40
Heidegger, Martin 20, 111, 112
Heller, Agnes 133
historia urbana 17, 72, 115
historiador 50, 58, 74, 85
Hozben, Roberto 142
166 CUADERNOS PENSAR EN PÚBLICO NÚMERO. 2

ícono 82, 127


identidad cultural 57, 59, 71, 72, 73
iglesias 81, 82, 87, 90, 91, 140
ilustración 135, 142
indígenas 88, 89, 91
industria 23, 33, 47, 66, 71, 83, 87, 101
industria cultural 47
Instituto de Investigaciones Económicas Cuba 71

Jaramillo, Alejandra 77
Jaramillo, Raúl 129
Jaramillo, Samuel 80, 81
Juarroz, Roberto 153

Koetter, Fred 67, 68


Koolhaas, Rem 71

La Habana 9, 11, 21, 47, 48, 53, 54, 55, 56, 57, 58, 59, 60, 61, 62, 63, 64,
65, 69, 70, 71, 72, 73, 74
Le Corbusier 50
Leal, Eusebio 21, 58, 60, 74
LEsprit Nouveau 49, 50, 53
Leuchsenring, Roig 74
Ley de la Inversión Extranjera 58, 69
Libro al Viento 124
Luckman, Thomas 133
lugares antropológicos 145

Machado, Antonio 140


Marx, Carlos 25, 26, 27, 37
mercado 11, 35, 36, 41, 58, 61, 65, 66, 68, 74, 116, 148
mercancía 11, 24, 34, 36, 47, 48, 54, 60, 66, 69
Miami 21, 72, 73
microscopio psicológico 136
Ministerio de Construcción (MICONS) Cubano 71
modernidad 11, 17, 41, 42, 43, 44, 48, 50, 51, 53, 54, 55, 56, 61, 77, 80, 82,
83, 86, 93, 101, 102, 115
Moles, Abraham 136, 140
Monserrate 83, 127
ITINERARIOS URBANOS. PARÍS, LA HABANA, BOGOTÁ: NARRACIONES, IDENTIDADES Y CARTOGRAFÍAS 167

monumentos 40, 65, 74, 85, 87, 90, 91, 92, 93, 99, 125, 128, 129, 152
musealización 56, 57, 64
museo 11, 12, 48, 53, 54, 55, 56, 57, 60, 61, 62, 64, 65, 66, 67, 68, 69, 92,
96, 114, 125, 127, 128, 129, 130, 131, 135, 140, 155
Museo del Oro 129, 130
Museo Nacional 88, 91, 130
Napoleón I 67, 68
narraciones 9, 95, 102, 112, 117, 132, 151
Neues Bauen 50, 51, 55
New Urbanism 64

Oficina del Historiador de la Habana Vieja 61

Palacio de Justicia 127, 128


París 9, 34, 35, 36, 37, 38, 39, 40, 41, 42, 43, 44, 50
Parque Simón Bolívar 127
patrimonio 11, 21, 47, 48, 54, 55, 57, 58, 59, 61, 62, 63, 65, 66, 68, 70, 72,
73, 74, 128, 129
patrimonio cultural 11, 47, 48, 54, 55, 57, 58, 59, 61, 62, 63, 65, 66, 68, 70,
72, 73, 74
Peat, David 140
Plaza de Bolívar 98, 127
políticas urbanas 47, 116, 119, 121, 122, 151
producción capitalista 24, 25, 27, 40, 54
progreso 39, 56, 64, 80, 82, 93, 94, 95, 99, 100, 101
proyecto moderno 47, 53, 56, 62, 64, 66, 69
proyectos de nación 116

Rama, Ángel 84, 85


redes globales 116
Revista Viajes 94, 98, 99, 104
Rey, Germán 132
Rilke, Rainer Maria 144
Rohmer, Elisabeth 136, 140
Rowe, Colin 66, 67, 68, 69

Salmona, Rogelio129
Sarlo, Beatriz 148
Schrödinger, Erwin 123
168 CUADERNOS PENSAR EN PÚBLICO NÚMERO. 2

Segre, Roberto 72
sentido de pertenencia 11, 21, 88, 107, 108, 113, 114, 115, 117, 119, 128,
132, 150, 152, 153, 154
sí mismo 68, 109, 110, 111, 113, 114, 122, 130, 133, 135, 142, 144, 146,
149, 151, 152, 154
sitios de interés 127, 128
sobremodernidad 146
Strauss, Anselm 114
subjetividad 122, 130, 133, 148, 150, 151, 154
Transmilenio 117, 119, 120, 122, 124, 148
tranvía 79, 117
trasnacionales 116, 122, 152
Traumhaus 11, 48, 51, 54, 55, 56, 69, 71, 72, 73
turismo cultural 61, 62, 65
turista 62, 63, 96, 98, 99, 100

UNESCO 57, 59, 65


Unión Nacional de Arquitectos, Ingenieros y Constructores Cuba-
nos (UNAICC) 71
urbanismo 16, 50, 64, 119
urbano 11, 12, 15, 17, 20, 22, 34, 38, 47, 54, 55, 58, 59,
62, 69, 70, 71, 72, 74, 107, 108, 115, 116, 117, 120, 121,
122, 123, 124, 151, 154, 155
Uribe Celis, Carlos 89
Urrego 117
Urrego, Miguel Ángel 79, 88
utopía 66, 69, 73

Valencia Restrepo, Ricardo 21, 78, 82, 85, 88, 98


Venezuela 70
vida cotidiana 9, 12, 15, 108, 117, 124, 125, 132, 133,
135, 136, 140, 144, 145, 146, 148, 149, 152, 154

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