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Complejidad e

¿Incertidumbre?
Benemérita Universidad Autónoma de Puebla

Rector
Mtro. José Alfonso Esparza Ortiz

Secretario General
Dr. René Valdiviezo Sandoval

Vicerrectoría de Investigación y Estudios de Posgrado


Dr. Ygnacio Martínez Laguna

Vicerrectoría de Docencia
M.C.E. María del Carmen Martínez Reyes

Directora de Fomento Editorial


Dra. Ana María Dolores Huerta Jaramillo

ISBN: 978-607-525-101-1
D.R. © Benemérita Universidad Autónoma de Puebla
4 sur 104, Centro Histórico
C.P. 72000 Puebla, Pue.
Primera edición octubre de 2016
Impreso en México
Este libro fue evaluado a doble ciego por tres evaluadores

Portada: Erick Noriega


Complejidad e
¿Incertidumbre?

Un nuevo aliento para


La ciudad histórica
Índice

Presentación 7

Reestructuración económica, patrimonio histórico


y turismo cultural en la planeación urbana de los
centros históricos de México
René Coulomb 19

La conservación del patrimonio en Montreal


2001-2012: balance y desafios para el futuro
Marie Lessard 41

El centro histórico de Coyoacán: la disputa


por el patrimonio urbano
Víctor Delgadillo 59

Guanajuato, la economía de la conservación-destrucción


del patrimonio para un usufructuo selectivo
José de Jesús Cordero Domínguez
Carlota Laura Meneses Sánchez 81

Planeación urbana y producción de vivienda en


el proceso de regeneración del centro histórico
de la ciudad de México (2000-2012)
Anavel Monterrubio 101

Entre la conservación y la innovación en


los Centros urbanos de Querétaro
Emiliano Duering Cufré
Carmen Imelda González Gómez 119
La recuperación del viejo Montreal y
sus barrios, un desafío para la sociedad
Michel Guenet 143

Protección y revitalización de los Centros


históricos: el Plan Urban en Almería, España
Juan Martín García
Ramona Ferre Pérez 165

Patrimonio sostenible, de la conservación


al desarrollo humano. El caso del antiguo
barrio de San José
Polimnia Zacarías Capistrán
Laura Mendoza Kaplan
Harmida Rubio Gutiérrez 185

El Mercado 5 de Mayo, una victoria merecida


Guadalupe María Milián Ávila
María de Lourdes Flores Lucero
Blanca Rosa Téllez Morales 203

Barrio de San Antonio: del límite


a la revalorización del patrimonio
Adriana Hernández Sánchez
Christian Enrique de la Torre Sánchez 223

El sistema de cargos (mayordomías)


de San Pedro Cholula,un modelo de gestión
para la conservación del patrimonio
Moisés Morales Arizmendi 239
Entre la conservación y la innovación
en los Centros urbanos de Querétaro

Emiliano Duering Cufré y


Carmen Imelda González Gómez

Introducción
La metrópoli queretana, como muchas otras de América Latina, puede
ser analizada desde la dualidad, en el entendido de que los contrastes
socioeconómicos de la población están vinculados a las características
físicas del territorio y con los imaginarios urbanos. Dicho abordaje su-
pone una abstracción de la realidad que señala procesos socioespaciales
engañosamente antagónicos, como lo son las ciudades globales frente al
desarrollo local (Borja y Castells, 2004); uso del suelo formal e informal
(Pradilla, 1996), entre otros. Ahora bien, se trata de polarizaciones que
se encuentran matizadas por un sinnúmero de factores que ponen en
duda la pertinencia de algunas perspectivas, ese el caso de la manera en
que en Querétaro se ha encaminado la planeación urbana de las nuevas
centralidades en contraposición al centro histórico, cuando de fondo
existen intereses similares de los gobiernos en ambos espacios (mapa
siguiente).

[119]
120 · Un nuevo aliento para la ciudad histórica

Centro Histórico y Centro Sur de Querétaro

Fuente: Elaboración propia, con la colaboración de: Gerardo García Juárez,


alumno de la Universidad Autónoma de Querétaro, Licenciatura en Estudios
Socioterritoriales del séptimo semestre.

La relevancia de las centralidades en la planeación urbana es, para


Jordi Borja, un tema de la conformación de la democracia urbana:
“… la articulación de los centros viejos y nuevos, el acceso y la re-
calificación de los centros históricos no solo de la ciudad central sino
también de las áreas periféricas, la creación de nuevas centralidades po-
livalentes en sus funciones y mixtas en su composición social son ele-
mentos consubstanciales de la democracia urbana.” (Borja, 2003: 126)
La propuesta para los nuevos derechos ciudadanos de Borja se refie-
re a que la posibilidad de acceso de la población a los servicios y espa-
cios públicos centrales es un factor determinante para la construcción
de la ciudadanía y la calidad de vida de la población. De manera ideal, es
posible analizar el reforzamiento de centros históricos y la creación de
nuevas centralidades como una estrategia urbana de distribución de bie-
nes y servicios públicos en las metrópolis, sin embargo el conocimien-
to empírico sobre las problemáticas actuales refleja que estas políticas
territoriales responden a un gran número de factores e intereses, que
pueden ser parcialmente develados a partir del estudio de las represen-
taciones hegemónicas.
Un nuevo aliento para la ciudad histórica · 121

No se trata entonces de analizar la fragmentación de la ciudad entre


lo viejo y lo nuevo, sino de entender las dinámicas actuales. En este
sentido, el Centro de Santiago de Querétaro y el Centro Sur constituyen
sitios privilegiados de la ciudad para la observación y análisis, ya que
reúnen una gran carga simbólica y de inversión pública y privada en la
metrópoli.
La intención de esta contribución es mostrar la relevancia de ambos
centros como espacios que aglutinan tanto tradición como moderni-
dad, pero sobre todo, la fuerza que ejercen sobre cuantiosas inversiones
de capital, en ambos, por supuesto que subyace una intencionalidad
del Estado para garantizar su permanencia. El artículo está dividido en
varias secciones, en la primera se discuten los puntos de partida o refe-
rentes teóricos que, a nuestro entender, enmarcan ambas centralidades.
Posteriormente, se realiza una caracterización de los momentos más
relevantes del desarrollo económico sucedido en Santiago de Queréta-
ro, lo que lleva a la formación de dos sub apartados más, el del Centro
Histórico y el del Centro Sur. La tercera sección, mediante el análisis de
discursos, políticas del Estado y usuarios, se hacen explícitos diferen-
tes imaginarios que pesan sobre el Centro Histórico y el Centro Sur y,
finalmente, en la cuarta sección se elaboran las conclusiones del texto.
Cabe mencionar que el artículo se fundamenta en fuentes primarias
y secundarias que han sido sistematizadas en función de la identifica-
ción de los imaginarios urbanos nutridos por los discursos oficiales.
Fuente invaluable para construir este trabajo fueron las entrevistas con
algunos actores sociales.

Los puntos de partida


Sin duda, hoy, en una época de grandes contrastes y avances tecnológi-
cos inmensos, donde los medios de comunicación transforman y am-
plían las relaciones sociales, la ciudad debe, en la medida de lo posible,
adecuarse a los nuevos usos del espacio. No podemos pensar que las
soluciones espaciales a los problemas urbanos del pasado son las más
adecuadas a nuestra época, pero tampoco debemos rechazar el conoci-
miento adquirido durante siglos. Este dilema parcialmente puede resu-
mir la justificación del diálogo acalorado entre los que defienden nuevas
y viejas soluciones a nuestros problemas urbanos.
La expresión de este conflicto eventualmente nos hace ver dos ban-
dos. Los primeros, los defensores de lo nuevo o “modernizadores”,
como los nombran Guénola Capron y Jerome Monnet (en Ramírez,
122 · Un nuevo aliento para la ciudad histórica

2003), son actores sociales que pretenden impulsar la economía y el de-


sarrollo turístico de los centros históricos, son agentes que pueden estar
asociados a grupos inmobiliarios o grupos financieros internacionales.
Los segundos, los defensores de lo viejo o “conservacionistas”, son
grupos de intelectuales e instituciones para quienes la modernización
puede ser la principal amenaza contra la identidad local. Forman gru-
pos promotores de la preservación del conjunto edilicio considerado
histórico. Los extremos de ambas posturas pueden ser fatales para la
promoción de la diversidad social en las ciudades.
Así, los centros históricos se asocian con la tradición y lo popular y,
por su parte, los nuevos centros se asocian con el desarrollo, la tecnolo-
gía y la acumulación de riqueza (Capron y Monnet en Ramírez, 2003).
Dos circunstancias son cruciales en la conformación de estos imagi-
narios, por un lado la actual creación de nodos urbanos en distintos
países, se trata de nodos que concentran una gran cantidad de actividad
empresarial y de comunicaciones; son los puntos de conexión de una
red mundial de negocios (Borja y Castells, 2004).
Por otro lado, una reciente trayectoria de algunas instituciones
encargadas de la conservación del patrimonio histórico, en la que se
incluye tradiciones y grupos enteros como parte del patrimonio a ser
preservado. Sin embargo, por extraño que parezca, tanto la concepción
de salvaguarda de los centros históricos como la formación de nuevas
centralidades urbanas nacen prácticamente al mismo tiempo. Es a partir
de los años setentas en Latinoamérica que se inicia la construcción de
nodos urbanos y la estipulación de leyes específicas de conservación del
patrimonio edilicio, en este sentido, se considera que la concepción de
lo nuevo y lo viejo de una ciudad deben ser estudiados como parte de
un imaginario social contemporáneo (Mayorga y Fontana, 2013).
Para algunos autores (Capron y Monnet. En Ramírez, 2003) el espí-
ritu de conservación radical de los centros históricos, al menos para al
caso de la Ciudad de México y Buenos Aires, esconde otros intereses,
como algunas acciones del gobierno para eliminar a los “indeseados”
de los espacios públicos centrales. Desde esta óptica, nos enfrentamos a
formas similares al higenismo de comienzos del siglo pasado, en la que
se excusa la Salud Pública, la cual asociaba la enfermedad con pobreza y
emprendieron trabajos radicales de limpieza, lo que abarcaba desde ex-
pulsar de la zona central de ciudad a ciertas personas consideradas ries-
gosas, hasta demoler viviendas aparentemente insalubres. En este caso,
las acciones en pro de la buena imagen, también sirven para erradicar a
Un nuevo aliento para la ciudad histórica · 123

los pobres, vendedores ambulantes, graffiteros y prostitutas, de los es-


pacios centrales, estas acciones pueden ser premeditadas como parte de
un proceso paulatino de gentrificación. La política patrimonial ha pro-
piciado algunos problemas además de los mencionados: “En México y
otros países latinoamericanos, la política pública local de conservación
del patrimonio histórico ha tomado un camino monumentalista, mu-
seográfico, de privilegio de la gran obra arquitectónica, abandonando a
su suerte a la obra menor, popular o al conjunto producido colectiva-
mente, anónimo, que articula y da sentido y marco social al monumen-
to” (Pradilla, 1996: 76-77).
Así, las centralidades urbanas ofrecen, por un lado, un escenario de
encuentros pacíficos y conflictivos donde se juegan apuestas de diversos
actores sociales por hacerse de mayores capitales económicos, sociales,
simbólicos y/o culturales y, por otro lado, la noción de centralidades y
su articulación, es una herramienta fundamental para la planeación ur-
bana, puesto que posibilita la distribución de espacios y servicios públi-
cos de manera ordenada en el territorio (Carrión, 2008). Por lo anterior,
es relevante discutir la noción de producción social de las centralidades.
Ahora bien, en cuanto a la producción social del espacio central se
considera que la definición de espacio presenta un problema ontológi-
co, mientras que el cómo los hombres producen socialmente el espacio
urbano y qué efectos produce éste en los hombres, son cuestionamien-
tos concretos y particulares. Es a partir de estos últimos que es posible
reflexionar sobre la esencia de las problemáticas socioterritoriales como
las que nos ocupan en esta reflexión.
En primer lugar, la espacialidad de las prácticas, se refiere a la capa-
cidad de injerencia en lo físico urbano de cada evento social (Lefebvre,
1974), conocer la transformación urbana es una forma de conocer las
prácticas sociales, en segundo lugar, las representaciones del espacio, se
refieren a la conceptualización de la ciudad que se expresa, de forma
verbal o gráfica, en documentos, planos, mapas, fotos, etc. Implica o
presupone la construcción de un imaginario urbano ya que, las relacio-
nes sociales de producción del espacio están directamente ligadas a la
ideología dominante en el lugar. Finalmente, los espacios de las repre-
sentaciones remiten a los lugares vividos por la población. Son lugares
reapropiados que muchas veces expresan la resistencia al modelo domi-
nante. Son complejos y, a su vez, contienen otros espacios.
Estos tres elementos son definidos como categorías analíticas y no
significa que puedan estudiarse como variables independientes una de
124 · Un nuevo aliento para la ciudad histórica

la otra, así, la producción física del espacio, las concepciones de ciudad


que difunden los grupos dominantes y las formas de uso y apropiación,
son prácticas indivisibles por lo que se condicionan mutuamente. Ahora
bien, las representaciones e imaginarios tienen un papel fundamental
puesto que estructuran las prácticas sociales.
Por su parte, Néstor García Canclini, la ciudad “se concibe tanto
como un lugar para vivir, como un espacio imaginado” (1999:107). Esta
caracterización permite aproximar la noción de imaginarios, en la que coin-
cidimos con el autor cuando señala que se trata de representaciones sim-
bólicas que permiten entender cómo el ciudadano percibe y usa la ciudad
y cómo elaboran de manera colectiva ciertas maneras de entenderla.
Pero a nuestro juicio, es necesario entender también cómo se mo-
difican las representaciones resultantes de las transformaciones y diná-
mica de la ciudad. En este sentido, el análisis de los imaginarios plantea
nuevos retos y formas de examinar la cuestión urbana, en el entendi-
do que la población adopta diferentes estrategias y formas de vivir de
acuerdo con sus condiciones económicas y socio-culturales, podemos
suponer que, también, cada habitante tiene formas diferentes de pensar
e imaginar sus espacios, y adoptan prácticas territoriales particulares.
Armando Silva (2003) se une a la perspectiva de Néstor García Can-
clini, sobre la definición del imaginario urbano, ya que indica que es
un elemento integrante del orden social; pero no como reflejo de la
realidad, sino como componente, en tanto que define estructuras de
significación establecidas en los procesos históricos y culturales, en los
que los habitantes dan forma y sentido a la ciudad. En este contexto, las
ciudades son imaginadas de múltiples maneras por los habitantes; res-
pondiendo a complejas relaciones de poder. Por tanto, los imaginarios
tienen un sentido práctico más allá de sus contenidos como imágenes,
porque es partir de esas construcciones que las personas definen su re-
lación con el mundo que las rodea. De esta manera, lejos de las formas
de ver del racionalismo estrecho que conceptualiza a los imaginarios
como un residuo de lo irracional, en este trabajo vemos a los imagina-
rios como una fuerza relevante para explicar a las construcciones del
mundo real, entre otros, para lo que se estudia en este trabajo, la trans-
formación reciente de las centralidades urbanas.
Resta mencionar que los imaginarios son variables en el tiempo, ya
que las construcciones mentales suelen ser transformadas por la presen-
cia de nuevas imágenes o a consecuencia de nuevos procesos sociales.
Un nuevo aliento para la ciudad histórica · 125

Caracterización del objeto de análisis: Santiago de Querétaro


Históricamente Querétaro, y en particular la capital, Santiago de Que-
rétaro, ha ocupado un lugar acertado en el sistema carretero nacional,
actualmente es cruzado por la vía carretera más transitada del país, la
Carretera 57, que articula las principales ciudades y asentamientos in-
dustriales con la zona subcontinental amplia del Tratado de Libre Co-
mercio de América del Norte (TLCAN), es también un centro de distri-
bución comercial estratégico que ejerce una atracción muy importante
sobre otras ciudades del mismo estado, de El Bajío y, sobre todo, de la
Ciudad de México.
Se trata de una ciudad con una imagen dual, por un lado, se ha con-
vertido en un ícono de las ciudades virreinales mexicanas, pero por otro
lado, sostiene un tejido industrial denso y dinámico. Durante las últimas
décadas este doble rol ha orientado parte de la economía, en el primer
caso, ha aumentado progresivamente la atención del sector terciario, los
servicios y el turismo; mientras que en el segundo caso, ha encauzado
la producción hacia procesos de manufactureros de corte globalizado,
principalmente del sector automovilístico, de bienes de capital, quími-
cos, papeleras y, recientemente de la industria aeronáutica.
La mancha urbana hasta la presente centuria había tenido una co-
rrespondencia con el crecimiento industrial, en este sentido podemos
identificar varias etapas. La primera, circa entre 1940 y 1960, con indus-
trias textiles guiando el proceso de industrialización, en estos años, la
ciudad comenzó, tímidamente, a rebasar los límites tradicionales (hacia
el norte el río Querétaro y hacia el sur La Alameda] y se comenzaron
a establecer zonas habitacionales para los operarios hacia el poniente
de la ciudad y hacia el norte. A partir de la década de 1960 y hasta me-
diados de 1970, emergió un nuevo giro industrial, alimentos y bebidas,
grandes formas se asentaron en el territorio queretano, muy cerca del
casco urbano tradicional, por la llegada de las nuevas industrias y lo
que el fenómeno conlleva, la ciudad tuvo que adecuarse a los nuevos
requerimientos, más viviendas, infraestructura, servicios y apertura de
vialidades entre otros. A partir de los años medios de 1970, la econo-
mía nacional impuso un nuevo giro, de modo que industrias vinculadas
con la rama metalmecánica y autopartes se hicieron presentes en el es-
cenario local, aunado a ello la ciudad experimentó formulas urbanas
inusitadas: crecimiento de la mancha urbana hacia los cuatro puntos
cardinales, nodos o plazas comerciales, fraccionamientos industriales,
libramientos carreteros, apertura de vialidades y, sobre todo, viviendas
126 · Un nuevo aliento para la ciudad histórica

en fraccionamientos cerrados. A partir del nuevo siglo es posible iden-


tificar otra modificación en la planta industrial, sin embargo está más
cercana a conceptos como la diversificación industrial y a la flexibilidad
del territorio, que a la especialización productiva, asimismo, es a partir
de este corte temporal que el modelo de ciudad “moderna” se conso-
lida, sin embargo, el Centro Histórico permanece como un ícono de
tradición y cultura y, en paralelo, los “otros centros”, como Centro Sur,
mantienen la atención de los nuevos y viejos residentes como de lugar
de gestión y ocio.
Esta interpretación basada en procesos económicos de largo alien-
to, en gran medida permite aclarar el fenómeno del desarrollo urbano
intensivo experimentado en Querétaro. El crecimiento sostenido del
sector industrial, la ampliación y concentración de la oferta del sector
terciario, entre otros factores, han incidido en el desdoblamiento de la
mancha urbana49, que tiende a ampliar las funciones que se “comuni-
can” con el entorno […]. En términos espaciales, podemos suponer que
lo urbano coincide con una difusión de actividades (Baigorri, 1998:12),
que forman parte de una red jerarquizada, no aislada ni independiente.

El Centro Histórico

El centro por antonomasia el espacio


e principal referencia en la ciudad […]. El centro
tradicional entra en crisis por el exceso de uso
(Mayorga y Fontana, 2013].

Según diversos documentos cartográficos, desde principios del virrei-


nato hasta mediados del siglo pasado, el ordenamiento de la ciudad tuvo
como límite natural hacia el norte, el río Querétaro y, siguiendo su cur-
so, la extensión de la mancha urbana se formó de oriente a poniente. La
condición natural topográfica ha determinado dos flujos de circulación
diferenciados mediante un bloque intermedio de manzanas que funcio-
nan como enlace, esto es, mientras que al poniente de la ciudad las ca-

49. En cuanto a superficie urbanizada, el CONAPO, da cuenta 1, 650 hectá-


reas en el año 2000, mientras que el Informe Geo Querétaro del 2006, señala
que en el primer lustro del siglo XXI la mancha urbana llegó a 5,964 hectáreas;
esto significa por un lado, un incremento anual de más de mil hectáreas y, por
otro lado, la ampliación de la superficie urbana de más de 65 por ciento en 5
años.
Un nuevo aliento para la ciudad histórica · 127

lles tienen continuidad, al oriente no se observan vías rectas que sirvan


como ejes, más bien las calles se adaptaron a las pendientes naturales.
Asimismo, la calle primaria más importante quedó establecida desde el
siglo XVI, cruza la ciudad de norte a sur, corriendo paralela al tempo
de San Francisco hasta llegar a la Garita de México en línea recta, que
coincide con el eje que divide las dos trazas de la ciudad.
El diseño de la ciudad hacia el poniente corresponde a la concepción
urbanística española, que incluye elementos característicos como: calles
ortogonales, manzanas cuadradas o rectangulares y plazas secundarias,
mientras que la configuración de calles hacia el oriente corresponde
al área que la historiografía local consigna de asentamientos indígenas
(para el siglo XVIII principalmente de mestizos), caracterizada por un
trazado irregular y como elemento urbano de identidad una sola plaza
secundaria, la de la Santa Cruz.
Calles principales calles secundarias y callejones entreverados distri-
buían a la población y a sus actividades, en la plaza principal (hoy Plaza
de Armas) se ubicaron los poderes administrativos y represivos, algu-
nas de las casas señoriales, el mercado y, sobre todo la fuente de agua
principal. La iglesia principal (San Francisco), las parroquias y conven-
tos con amplios atrios y huertos ocuparon grandes áreas en torno a la
iglesia principal. Proliferaron mercados y tianguis, hospederías y demás
aditamentos para la atención de los viajeros. Así se mantuvo la ciudad
hasta bien entrado el siglo XX, sin grandes alteraciones urbanísticas ni
poblacionales (González, 2013).
Hasta aproximadamente 1960, Santiago de Querétaro tenía una sola
centralidad, un solo centro que, si bien es cierto, en algunas partes es-
taba deteriorado, aglutinaba prácticamente todas las actividades de la
población, ideología, tiendas, bancos, escuelas, gestión, administración,
ocio, entre otras, todo en un mismo lugar… en el centro, en el casco
urbano tradicional.
El deterioro y abandono de las viejas calles y casonas se hicieron más
evidentes a partir de los años setenta, toda vez que se consolidaron tanto
la planta industrial como el proceso de crecimiento. Los símbolos de la
modernidad atrajeron a los viejos y a los nuevos habitantes hacia los su-
burbios; la antes periferia, inclusive las zonas de cultivo fueron incorpora-
das rápidamente al uso, a la especulación urbana y al crecimiento de la ciu-
dad en atención, por supuesto al modelo económico urbano-industrial.
Sin embargo, el centro urbano habitual tomó un nuevo giro, ya que
emergió nuevo contexto nacional e internacional que promovió la ree-
128 · Un nuevo aliento para la ciudad histórica

valuación del Centro Histórico, cargado de políticas de protección pa-


trimonial y de apoyo al turismo urbano. El 31 de marzo de 1981, 203
manzanas que abarcan una superficie de 4. 2 kilómetros cuadrados y que
albergan 1,400 edificios del centro fueron nombrados oficialmente como
Centro Histórico y, la ciudad, Santiago de Querétaro fue decretada como
Zona de Monumentos Históricos. Los esfuerzos para incluir a Querétaro
programas patrimoniales internacionales siguieron su curso y, por fin el 7
de diciembre de 1996, Querétaro fue declarado Patrimonio Cultural de la
Humanidad por la UNESCO (González y Hiernaux, 2015).
Desde el momento que se dio el nombramiento, su fisonomía ha
cambiado, son evidentes las mejoras de los espacios públicos donde se
realizan nutridos eventos familiares los fines de semana, también han
aumentado el número de restaurantes internacionales, bares, pequeños
teatros, galerías, entre otros efectos visibles de la gentrificación. Inde-
pendientemente de la discusión sobre las bondades o el perjuicio que
supone dicho nombramiento, lo cierto es que el Centro Histórico se
ha convertido en un territorio de referencia y un sitio emblemático que
posesionó a Querétaro en el imaginario turístico nacional e internacio-
nal y, en consecuencia ha dejado una derrama económica sumamente
importante, por supuesto que hay que señalar también la otra cara de
la moneda, el proceso paulatino de exclusión, segregación y expulsión
de los antiguos comerciantes y habitantes, incluso del comercio ambu-
lante y, en particular de los grupos de mujeres otomís que ofrecen sus
artesanías.

El Centro Sur
Antecede al plan del Centro Sur el Plan Municipal de Desarrollo Urba-
no de Querétaro de 1980, en el que se marcaba la necesidad de orientar
el crecimiento de la ciudad hacia el Norte y el Sur, con la creación y
refuerzo de tres polos, uno al norte, otro al sur y el Centro Histórico
existente.
En 1994, dos años antes de que el Centro Histórico de Querétaro
obtuviera el nombramiento de Patrimonio de la Humanidad, se inició
la planeación del Centro Sur de Querétaro. El proyecto consistía en
crear un nuevo centro urbano que distribuyera la enorme cantidad de
servicios públicos acumulados en el Centro Histórico. Esto con la do-
ble función de acercar los servicios a la población y proteger el Centro
Histórico. La manera de generar esto, era estableciendo una zona de
usos mixtos que diera cabida a visitantes, ciudadanos de Querétaro y
Un nuevo aliento para la ciudad histórica · 129

grandes empresarios del país. La forma urbana del conjunto proyectado


originalmente se apoyaba en las soluciones dadas siglos atrás; se propu-
so un frente de manzana continuo, alternado en colores y texturas, se
diseñaron andadores y plazas y se le dio énfasis a la relación de la vivien-
da con el comercio, la iglesia y el centro administrativo. Este proyecto
que inicialmente lograba claridad en la relación entre “lo viejo” y “lo
nuevo”, tampoco resultó como se esperaba.
La falta de un seguimiento estricto de la implementación del plan
parcial para el Centro Sur de Querétaro sin duda es uno de los causales
de que el conjunto se construya con estas contradicciones, sin embargo
no es el único. Las propuestas originales para el Centro Sur fueron des-
cartadas poco después de haberse concluido el proyecto, pero también el
Centro Sur fue relegado. Probablemente por la situación económica del
país, aún en el rezago generado por la crisis de 1994, repercutió en que
ICA no invirtiera en la construcción de infraestructura del Centro Sur
hasta 1998.50 Posteriormente, en el año 2001,51 se avanzó lentamente en
la construcción de infraestructura de agua potable, alcantarillado, electri-
cidad y alumbrado, también se inició la construcción del Centro Cívico.
Dicho edificio concentra espacios para la administración municipal.
En 1997 el desarrollo del Centro Sur fue marcado por la transición,
por primera vez en el estado, de un gobierno priista a uno panista. El
Licenciado Burgos (PRI) deja el poder a Ignacio Loyola (PAN), y Jesús
Rodríguez Hernández (PRI) cede la administración municipal a un pre-
sidente interino y, poco después, a Francisco Garrido Patrón (PAN).
Este último, le siguió a Loyola en la gubernatura del estado en el 2003.
El nuevo gobierno realiza la propuesta de adecuación del plan para el
Centro Sur, pero no concluye los planes, por lo que siguió siendo vi-
gente el plan de 1997.

Los imaginarios del Centro Histórico y del Centro Sur


Para entender cómo se han construido en particular los imaginarios
referentes a las centralidades urbanas, es necesario entender la dinámica
urbana a partir del conjunto de imaginarios referentes a la ciudad y, para
ello, entender también que diversos grupos de actores vehiculan ima-

50. Entonces se construyeron más de 8,000 ml de calles con infraestructura


subterránea, según el Anuario Económico de 1998.
51. El Anuario económico de ese año señala el 68 por ciento de avance en la
primera etapa de infraestructura.
130 · Un nuevo aliento para la ciudad histórica

ginarios distintos, los cuales pueden estar en conflicto en ciertos casos,


no forman grupos de actores sociales donde todos los integrantes son
homogéneos y sus discursos son cambiantes en el tiempo.
Por discurso de los agente sociales que han sido partícipes de la pro-
ducción de las centralidades de la metrópoli queretana, entendemos a la
expresión, verbal o escrita, sobre lo que se piensa de algo y, tratándose
de discursos vinculados al espacio urbano, puede considerarse al espa-
cio construido también como un discurso, ya que, de la misma forma
que un orador intenta persuadir a sus oyentes, el espacio arquitectónico,
o urbano, induce a una manera de habitar.
Fundamos nuestro análisis en que, el habla, como una práctica social,
está marcada por las luchas de poder y cada discurso de alguna manera,
expresa la visión y categorización, así como los intereses de los agentes
dentro del campo social en el que están ubicados (Bourdieu, 2002).
Desde el Estado, Querétaro en sus dos niveles de gobierno (estatal
y municipal), conforma una entidad amplia, cambiante y diversa, por lo
que no es posible identificar un discurso oficial único, sino que resulta
más adecuado hablar de varios discursos. Sin embargo, es posible de-
tectar recurrencias sobre los fines de la planeación de las centralidades
a partir de los principales Planes Parciales y en lo expresado por los
representantes del Estado en diversos medios.
A partir de los mediados del siglo pasado, insertas en un modelo de
Estado planificador, las autoridades locales emprendieron un proceso
de modernización intensiva orientado por el Estado y, en algunos casos,
impulsado directamente por sus propuestas e inversiones. Es el caso,
por ejemplo, de la modernización del sistema carretero (Arvizu, 2005).
Desde los esfuerzos de planeación de los cuarentas, se vio la necesi-
dad de industrializar la ciudad a partir de la creación de un esquema de
planeación por zonas funcionales, para las cuales el centro sería la sede
de las actividades terciarias asociadas a la vida urbana y a las necesidades
del sector manufacturero. Lo anterior implicaba la mejoría de las vías de
comunicación. En el mismo tenor, se edificaron nuevas construcciones
para residencias y para servicios en el centro de la ciudad: privó enton-
ces un imaginario de modernización, por el cual se consideraba que el
centro, aun no llamado histórico, tenía que ser transformado para seguir
desempeñando un rol esencial en el desarrollo de la ciudad.
En esa misma década, la Ley 90 o de Planificación y Zonificación
del Estado de Querétaro, fue promulgada por la legislatura el 29 de
diciembre de 1945, a partir de ella se demarcó la zonificación de Que-
Un nuevo aliento para la ciudad histórica · 131

rétaro en tres áreas que dividieron distintos grupos de la sociedad por


características socioeconómicas: al noroeste la zona industrial, al Norte
y Noreste la zona obrera, y al Sur y Suroeste la zona residencial para las
clases medias y altas (Arvizu, 2005).
A lo largo de la década de los setenta se siguió realizando obras de
preservación patrimonial, lo que permitió que la ciudad conservara una
parte importante de su legado arquitectónico. Entre otras actividades
importantes, las autoridades locales adquirieron edificios civiles signifi-
cativos preservándoles de una probable degradación sino destrucción y
habilitándoles como edificios para funciones del gobierno estatal.
Posteriormente, los esfuerzos por normar la forma urbana de
Querétaro culminan con la creación del Plan Estatal y Municipal de
Desarrollo Urbano de 1980. El gobierno local se propuso orientar el
crecimiento de la ciudad hacia el Norte y el Sur, pretendía racionalizar
la distribución de la población en el territorio municipal, facilitar las
actividades económicas, promover “un desarrollo urbano equilibrado
de los centros de población” (Plan Estatal de Desarrollo Urbano de
Querétaro, 1980).
A partir de entonces ambas centralidades, una construida y otra en
trazos sobre papel, comenzaron a perfilarse como ejes del turismo y del
mercado financiero. El propio licenciado Enrique Burgos, exgoberna-
dor del estado de Querétaro (1991- 1997), nombró representantes de la
Coordinación de Planeación del Centro Sur, que en la primera reunión
de trabajo, expusieron algunos principios generales para el diseño del
subcentro:

Visión integral de los problemas de la ciudad; quitar presión y dar


protección al Centro Histórico, formación de una red vial particu-
larmente la que favorezca la circulación Norte-Sur, planes de finan-
ciamiento para la ejecución de la obra, impulsar el turismo, crear una
alternativa regional para distintos consorcios y grupos corporativos.
[Cursivas propias].

Crear atractivos para los consorcios inversionistas en las áreas cen-


trales no necesariamente es un enfoque exclusivo pero, en la práctica,
vemos que así resultó. Esta contradicción puede ser entendida como un
indicio de que hubo diferencias entre miembros del Estado, respecto a
cuál era la finalidad del subcentro o que también existieron otros intere-
ses que no siempre fueron explicitados.
132 · Un nuevo aliento para la ciudad histórica

A pesar de que el Centro Sur fue planeado por los consultores como
un espacio urbano y polifuncional, aparentemente la inercia fijada por
la visión mercantil sobre el suelo urbano, determinó las modificaciones
hechas al plan del nuevo centro, pero también las transformaciones eco-
nómicas del Centro Histórico. La diferencia más evidente entre ambas
políticas urbanas para dichas centralidades es que el Centro Sur aún no
está consolidado, pero ambas se flexibilizaron a favor del sector privado
promotor de turismo y comercio. Particularmente sobre el Centro Sur,
es probable que el cambio de gobierno, del gobernador Enrique Burgos
al gobernador Ignacio Loyola (1997-2003), fue una causa de la pérdida
de interés en el proyecto, ya que cada gobierno busca destacar las obras
proyectadas en su administración.
Frente a las intenciones modernizadoras de las autoridades locales
al unísono con lo que se manejaba a nivel nacional, se asistió a una pro-
ducción de vivienda de calidad destinada a la nueva clase empresarial y
de mandos medios que se expandía a raíz del proceso de industrializa-
ción de la ciudad. El caso del Club Campestre cuya venta se inició en
1956, es emblemático de esta situación. A partir de esa fecha y hasta la
actualidad, se han multiplicado los fraccionamientos en torno a la ciu-
dad, siguiendo el modelo surburbano.
Para las autoridades de la época, se concebía a la ciudad de Que-
rétaro como apéndice de la ciudad de México (Como trasparece en el
2° Informe del Gobernador Gorráez Maldonado citado por Arvizu,
2005: 209). Eso explica también que las propuestas urbanísticas de los
promotores de vivienda, fueran plenamente coincidentes con las que se
estilaban en los suburbios de la ciudad de México, como es el caso de
Ciudad Satélite u otros desarrollos de la época. Este proceso de pro-
ducción habitacional ha sido ampliamente estudiado por Beatriz García
(1988) para las primeras décadas de esa fase de construcción intensiva.
Este proceso de crecimiento periférico se tuvo que acompañar de
algunas obras relevantes como la extensión de la avenida Corregidora
en los sesenta, misma que se volvió la espina dorsal de la ciudad y pro-
vocó mayores destrucciones de la morfología urbana tradicional de las
áreas centrales de Querétaro.
Sin embargo, es notorio que a todo lo largo de este proceso de subur-
banización, como ya lo mencionamos, el Centro Histórico quedó en cierta
forma integrado en las propuestas oficiales, tanto como espacio de pro-
ducción terciaria, como centro en sí, por lo que su adaptación a esa amplia-
ción de funciones obligó a su transformación principalmente por nuevas
Un nuevo aliento para la ciudad histórica · 133

construcciones, densificación de las áreas centrales y apertura de vías que


en ocasiones fracturaron colonias tradicionales sin preocuparse del valor
simbólico y social que podrían representar para la ciudad y sus habitantes.
De tal manera, el discurso de los empresarios inmobiliarios pudo
orientarse sin limitantes a la edificación de los suburbios modernos,
con proyectos de gran envergadura, siguiendo así las tendencias que
se observan en otras ciudades del país. En cierta forma, se ha podido
constatar que es el estilo de vida suburbano de las clases medias que
tiende a uniformarse a nivel nacional, y que los grupos medios y altos de
la sociedad queretana reproducen o participan de una suerte de modelo
o tipo ideal que domina a escala nacional.

Foto 1. Imagen arquitectónica de modelo tipo ideal

Fuente: https://mx.search.yahoo.com/yhs/search [09/10/2015].


Queda por observar que algunos empresarios se han apropiado del
imaginario de la gentrificación, iniciando la oferta de viviendas unifa-
miliares o de departamentos de buen nivel económico y estándares de
calidad habitacional alta, en el corazón urbano. La fuerza de estos ima-
ginarios se basas en su legitimación, por lo que la relación público- pri-
vado va más allá de cuestiones operativas. Ocasionalmente, esta relación
puede entreverse en discursos oficiales, por ejemplo, con motivo de la
inauguración de cinco mil trescientas viviendas en San Pedrito Peñuelas,
134 · Un nuevo aliento para la ciudad histórica

que fueron construidas por el grupo ICA, el entonces Secretario de


Desarrollo Sustentable Municipal, Alegre Bojórquez, dijo:

El compromiso por parte de las empresas que están invirtiendo aquí,


que han creído en Querétaro. Nos da mucho gusto que siga siendo así,
y que respondan también a la política que está siguiendo tanto gobier-
no del estado como nuestro Municipio. (…) Querétaro se destaca a ni-
vel nacional entre los mejores lugares para invertir y mejores en calidad
de vida. Por eso nos explicamos que las empresas como ICA crean y
pongan nuevamente sus ojos en Querétaro, también vemos reflejado
aquí en este fraccionamiento más de 5 mil viviendas, y hay que reco-
nocerles esa generosidad con los queretanos, con el medio ambiente.
(Boletín de prensa No. 088/2008, Jueves 21 de Febrero de 2008)

Sabemos que las principales empresas inmobiliarias en el Centro Sur


tenían el respaldo de las autoridades para realizar negocios ¿Cuál es el
modelo de hábitat que propusieron para el nuevo subcentro? El modelo
está implícito en el espacio construido y en la propaganda para su venta.
Lo primero que salta a la vista es que, hasta el momento, las bardas
perimetrales a paño de banqueta son el principal elemento constitutivo
de la imagen urbana del nuevo centro. Todas las viviendas se construye-
ron al interior de conjuntos cerrados.52
A nuestro entender, la monotonía de las bardas, en comparación a
la diversidad de casetas de vigilancia, refiere al interés, tanto de los frac-
cionadores como de los residentes, por privilegiar la circulación en au-
tomóvil. Para el peatón, el paseo junto a las bardas puede ser inhóspito,
ya que no existen servicios o elementos de interés junto a la banqueta,
experiencia que se vive de manera muy distinta desde un vehículo. Con
ello, la oferta por parte de los agentes inmobiliarios se transmite supues-
tas ventajas de la tranquilidad y seguridad el interior de los conjuntos.

52. El Reglamento General de Construcciones del Estado de Querétaro, Articu-


lo 165, es el único instrumento normativo municipal que regula la construcción
de bardas. La aprobación de la construcción de las bardas es a discreción de las
autoridades que revisen los proyectos y al parecer no existen normas de imagen
urbana, sino impuestos que se calculan por metro lineal de barda construida.
Un nuevo aliento para la ciudad histórica · 135

Resta por preguntarse cómo la población en general integra las centra-


lidades en sus imaginarios, quienes son actores residenciales en la ciudad:
para ello distinguiremos quienes residen permanentemente en la ciudad,
de quienes solo la visitan de manera regular o episódica, como turistas o
técnicos y administrativos relacionados con las empresas locales.
En el primer caso, un grupo relevante es formado de quienes vi-
ven tradicionalmente en el centro y quienes progresivamente se sienten
desplazados por actividades y personas distintas a los grupos sociales y
a los quehaceres habituales que conformaban su forma tradicional de
vivir. Es evidente que ese desplazamiento no es tan radical como en
otros contextos, ya que se puede observar todavía una mezcla social
en el Centro Histórico, reforzada por la existencia de espacios múl-
tiples (plazas, jardines y callejuelas) que se prestan a una convivencia
no conflictiva por la separación espacial y la complementariedad de las
ofertas. Situación que no se da en el Centro Sur, dada la especificidad
de usuarios que promueve el propio espacio público. Sin embargo, el
encarecimiento de las actividades en el Centro Histórico ha comenzado
a reducir las posibilidades de permanencia de los grupos sociales eco-
nómicamente más frágiles en el mencionado espacio, generándose una
nueva especialización de usuarios y procesos de gentrificación.
Para estos grupos, es evidente que el centro se sigue manteniendo
como un espacio de múltiples cualidades: como comunidad histórica,
manifiesta a través de la identidad barrial; como espacio de vida a costo
reducido por los bajos costos tradicionales de los bienes y servicios,
entre otros la vivienda, en espacios centrales; y como espacio simbólico
relevante donde se ejercen aun actividades festivas, religiosas o cívicas
que sustentan formas particulares de ocio urbano.
Por otra parte, se ha hecho evidente que una nueva población se ha
apropiado del Centro Histórico de manera muy diferente, y con estilos de
vida distanciados en todos aspectos de los que asumen los grupos tradicio-
nales esencialmente populares. Estos, grupos de ingreso medio y alto, asu-
men una visión del Centro Histórico que Carrión ha calificado de “objeto
de deseo” (Carrión, 2005) porque reúne todas las características que con-
tradicen el modelo suburbano, por lo menos en apariencia: convivialidad
entre grupos sociales: oferta patrimonial y huellas físicas del pasado con-
servado; actividades lúdicas de paga (nuevos teatros; librerías; galerías de
arte por ejemplo) y gratuitas (fiestas tradicionales), entre otras actividades.
En Querétaro es posible articular dos imaginarios a la vez: por una
parte, un imaginario suburbano relacionado con la gran oferta de vi-
136 · Un nuevo aliento para la ciudad histórica

viendas nuevas en los alrededores de la ciudad, como es el caso del


Centro Sur y, a una distancia razonable, la oferta del Centro Histórico
con restaurantes, actividades lúdicas, culturales, etc. De esta manera, se
puede observar que para muchos residentes con cierto poder adquisi-
tivo, el Centro Histórico es un espacio complementario a su espacio
residencial, articulando convenientemente funciones disímbolas gracias
a una movilidad todavía relativamente fluida entre las grandes áreas de
la ciudad. En ese sentido, se puede observar que los turistas que solo
mantienen una relación episódica y efímera con el Centro Histórico,
no son muy diferentes de esa población local con nivel económico, que
“visitan” en Centro con almas de turistas.
Se notará finalmente que para los jóvenes de grupos medios, la Pla-
za de Armas y los lugares de esparcimiento que se ubican en torno
al primer cuadro de la ciudad, se han vuelto espacios de reunión y de
convivencia.
En cambio el Centro Sur presenta otra dinámica tendiente a la
homogeneización. El espacio físico muestra algunas marcas que han
dejado los residentes en las maneras de reforzar la seguridad: algunos
residentes han aumentado la altura de las bardas, otros colocaron púas y
alambres electrificados con letreros de peligro. Siguiendo a Giglia (2002:
17), podríamos definir que: “Es oportuno considerar el tema de la se-
guridad como parte de un proceso socioespacial más complejo, que se
concreta en tres estrategias: la búsqueda de la seguridad, la de la distin-
ción hacia fuera y la de la homogeneidad hacia adentro”.
Finalmente, en la entrevista realizada a uno de los residentes del
Claustro de Santiago (fraccionamiento cerrado que forma parte del pe-
rímetro del Centro Sur), éste mostró simpatía por el discurso de las
inmobiliarias, particularmente sobre las ventajas de la tranquilidad y se-
guridad al interior de los conjuntos bardeados. En cuanto a tranquilidad
mencionó el poco ruido, la poca relación entre vecinos y las normas
internas de sociabilidad, con las que se reglamenta y restringe los even-
tos bulliciosos. La seguridad, principalmente se enfoca al control y pre-
vención de acciones delictivas de las personas consideradas extrañas al
conjunto, pero también se verifican las acciones de los residentes. Día
y noche se vigila la barda perimetral para inhibir la entrada de personas
ajenas, y se ha acordado que todo el personal de servicio al salir, debe
mostrar sus pertenencias a los vigilantes para prevenir el robo de obje-
tos pequeños valiosos. Recientemente, se aumentó el personal de vigi-
lancia para observar a los residentes, pues se han detectado pequeños
Un nuevo aliento para la ciudad histórica · 137

actos vandálicos de robo y daño a construcciones, efectuado por niños


y jóvenes colonos.
La percepción de seguridad y tranquilidad también fue declarada
por varios transeúntes durante un sondeo de opinión. Al parecer el dis-
curso de las inmobiliarias fue incorporado por los moradores de los
conjuntos cerrados, pero también por muchos de los que viven el aban-
dono y la inseguridad de las calles oscuras del Centro Sur: “Las élites
«globalizadas» buscan los confines de la civilización como estrategias
de escape […] pero lo lejano no remite solamente a un problema de
distancia física, sino también a límites entre mundos” (Hiernaux 2010).

A modo de conclusión: Conflictos


o complementariedad de los imaginarios urbanos
Este trabajo enfrentó varios obstáculos epistemológicos que fueron
parcialmente salvados. Probablemente el obstáculo que implicó más
desafíos fue la complejidad de los actores sociales. El establecer la ten-
dencia de un imaginario urbano de un grupo de personas que no es
homogéneo y cambia de opinión con el tiempo, fue una tarea ardua
que implicó algunas reducciones y pérdida de matices en la narración
de sus discursos sobre las centralidades. Intentamos mitigar los efectos
de este problema metodológico con la triangulación de diversas fuentes
primarias y secundarias, así como diversos puntos de vista. Por otro
lado, en este artículo resultó insuficiente la contextualización urbana
de ambas centralidades, ya que existen más de 400 años de diferencia
en la construcción de ellas, sin embargo, nos enfocamos a las políticas
públicas urbanas que pudieron incidir en ambos espacios. Fue necesario
reconocer que las políticas públicas urbanas, aunque expresan el discur-
so oficial, no es el único, además éste pudo generarse en un ámbito de
conflictos y desacuerdos al interior de la instancia política y, en muchas
ocasiones, no se cumplen las leyes a cabalidad. Por lo que no se equi-
pararon las políticas explícitas a los imaginarios del Estado, pero fue
de utilidad la comparación de los planes de desarrollo urbano con los
resultados construidos en cada época.
De manera general, es factible afirmar que existen ciertas afinidades
en la concepción del desarrollo urbano de Querétaro entre el Estado y el
sector inmobiliario, en el sentido de que ambos actores observan que la
ciudad tiene una propensión al desarrollo turístico e industrial, lo que, en
gran medida, provoca una inmigración con una de las tasas más altas del
país. Es así que las grandes empresas inmobiliarias, con la permisibilidad
138 · Un nuevo aliento para la ciudad histórica

de los gobiernos locales, han tenido un campo de posibilidad económica


para influir contundentemente en el destino de la metrópoli. El Centro
Histórico y el Centro Sur, desde el imaginario del Estado e inmobiliarias,
son vistos como polos de atracción. El discurso, y la aceptación del mismo
por parte de la población, sobre la tranquilidad, seguridad y belleza edilicia,
sea virreinal o contemporánea, ha sido fundamental para la reproducción
de un modelo de desarrollo urbano basado principalmente en el mercado
de tierras y en el consumo asociado al turismo. Sin duda lo laxo de las
políticas públicas urbanas han permitido un avance del sector privado en
la toma de decisiones sobre la forma urbana y, en no pocas ocasiones, la
ley que opera en la configuración de las centralidades y de la democracia
urbana, como vimos con Jordi Borja, es la de mayor ganancia.
Al respecto, señala Hiernaux (2006) que, en este contexto, los prin-
cipales conflictos sociales se dan entre los imaginarios patrimoniales
o hiper-proteccionistas, y aquellos que quieren aprovechar los centros
históricos para potenciar estilos de vida basados entre otros sobre el
consumo, sea de símbolos, sea de bienes y servicios. En Querétaro,
esta situación aún no alcanza el grado de conflicto que se observan en
otras ciudades donde en ocasiones el gentrificador o el turista son vistos
como personas non gratas53. Sin embargo a mediano o largo plazo, puede
darse una mayor evicción de la población residente de ingresos mo-
destos, así como conflictos crecientes sobre un espacio relativamente
reducido donde grupos sociales de estilos de vida muy distintos buscan
satisfactores no compatibles entre sí.
El estudio de los imaginarios permite un abordaje de la ciudad que
evidencia sus dimensiones simbólicas sin por ello nulificar la impor-
tancia de otros procesos y de las manifestaciones económicas, sociales
y físicas de las transformaciones urbanas, entre otras. En el caso de la
ciudad de Querétaro, se puede afirmar que el Centro Histórico pasó de
ser, en esencia, la ciudad misma de todos los queretanos, a un espacio
específico dentro de una compleja morfología metropolitana. En cam-
bio el Centro Sur se convirtió en la promesa de una ciudad conectada al
mundo global, evidenciando que el desarrollo local se ha fundado en la
inversión privada, cuyos representantes definen el ritmo de crecimiento
y consolidación del nuevo centro.
El Centro Sur, que pretendió ser una centralidad importante en la

53. En Barcelona, se ha podido leer en pintas en paredes la expresión en in-


glés: “tourists you are the terrorists.”
Un nuevo aliento para la ciudad histórica · 139

región, ha quedado irreversiblemente en manos de la buena voluntad de


los actuales y futuros propietarios de tierras y los inversionistas. Aunque
siempre es posible que un gobierno que enfrente el riesgo político de
una intervención en esta zona logre algunas mejorías. En cambio, el
Centro Histórico de Querétaro es “objeto de deseo” de varios grupos
no forzosamente complementarios ni tampoco totalmente antagónicos,
cuyos imaginarios distintos entre sí los empujan a valorizarlo. En este
proceso, éste puede ser a la vez “pueblo-comunidad”; sitio patrimonial;
lugar de residencia; espacio lúdico; territorio de encuentros juveniles,
entre otras formas de aprovechar y disfrutar el espacio.

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