Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
TEMA 3
LOS FUNDAMENTOS DE LA PARTICIPACIÓN PÚBLICA
EN LA ACTIVIDAD ECONÓMICA
ÍNDICE:
Se denominan fallos del mercado o fallos del sector privado los defectos o
deficiencias en el funcionamiento de los mercados que conducen a que los
resultados del sistema económico (la resolución de los problemas económicos) no
sean los esperados por la sociedad.
Los fallos del mercado pueden afectar a la asignación eficiente de los recursos, al
crecimiento estable de la actividad económica o a la distribución equitativa de la
renta y la riqueza, y pueden tener distintas causas u orígenes:
Los supuestos o condiciones para la validez del teorema directo o primer teorema
fundamental de la Economía del bienestar son el cumplimiento del principio de
mercados universales, del principio de exclusión, del principio de rivalidad y del
principio de correspondencia.
1. Que exista libertad de entrada y salida del mercado para cualquier agente
económico que desee participar en el mismo, sea como oferente o como
demandante.
El libre acceso a los mercados puede fallar por estar limitado o por verse
impedido a causa de barreras técnicas, económicas o legales que, a su vez,
pueden afectar a la movilidad de los agentes económicos, de los factores de
producción o de las mercancías.
2. Que tengan presencia en el mercado todos los agentes cuyos derechos puedan
verse afectados por las decisiones que se tomen en el mismo.
Para que la competencia sea perfecta, todos los agentes económicos deben
ser "precio-aceptantes" —es decir, ningún agente debe tener una posición de
dominio de la que pueda abusar para imponer a los demás sus precios,
calidades o cantidades en los mercados—. La competencia no es perfecta
cuando en el mercado hay un único oferente (monopolio), o un único
demandante (monopsonio), o unos pocos oferentes (oligopolio) o unos pocos
demandantes (oligopsonio) —el adjetivo "pocos" hace aquí referencia a aquel
reducido número de agentes que permite a cualquiera de ellos imponer sus
condiciones de contratación—.
UMax Px
RMS = =
UMay Py
UMax UMay
UMa de la renta = =
Px Py
Los bienes Giffen o bienes respecto de los cuales se desarrollan comportamientos tipo
Giffen son un tipo especial de bienes inferiores (aquellos cuya cantidad demandada
para cada uno de los precios disminuye al aumentar la renta de los consumidores, y
viceversa) en los cuales el efecto renta es mayor que el efecto sustitución, de manera
que la cantidad demandada aumenta cuando aumenta su precio (su elasticidad-precio
de demanda es positiva, siendo su elasticidad-renta negativa). La curva de demanda de
los bienes Giffen tiene pendiente positiva.
Según su naturaleza física, las mercancías pueden ser bienes (cosas materiales o
tangibles) o servicios (cosas inmateriales o intangibles). A su vez, según su función
en el proceso productivo, las mercancías se clasifican en materias primas o
recursos naturales (producidos por la naturaleza), productos semielaborados o
intermedios (productos resultantes de la transformación de las materias primas y
que requieren nuevas transformaciones para convertirse en productos finales) y
productos finales (los que ya están preparados para ser utilizados como bienes de
consumo —es decir, para satisfacer las necesidades de consumo de los hogares—
o para ser incorporados a un proceso productivo como bienes de capital —es
decir, para producir otras mercancías por el resto de los agentes económicos—).
Los bienes privados se contraponen, en primer lugar, a los bienes públicos, que
son aquellas mercancías a las que no puede aplicarse (por razones técnicas o por
razones de rentabilidad económica) el principio de exclusión, según el cual el
acceso a las mercancías debe estar limitado a los agentes económicos que paguen
su precio (es decir: en el caso de los bienes públicos, una vez que está provisto el
bien o el servicio, no es posible excluir de los beneficios de su consumo a ningún
agente económico, con independencia de que pague o no su precio).
En segundo lugar, los bienes privados se contraponen a los bienes impuros (que
reciben en la literatura económica distintas denominaciones: "bienes públicos
impuros", "bienes privados impuros", "bienes mixtos", etc.), que se caracterizan
porque en ellos sí es técnicamente posible aplicar el principio de exclusión y
porque inicialmente su consumo es no-rival, aunque puede llegar a ser rival por
García Arias, J. (2004). Un nuevo marco de análisis para los bienes públicos: la teoría de
los bienes públicos globales. Estudios de Economía Aplicada, 22 (2), 187-212:
"Llamamos bienes públicos puros a aquellos que exhiben simultáneamente las
características de no rivalidad en el consumo e inaplicabilidad del principio de
exclusión. Con la primera de ellas queremos significar que la participación de un agente
adicional en los beneficios derivados del consumo de un bien no reduce los beneficios
obtenidos por los demás consumidores, lo que implica que el coste marginal de admitir
un usuario adicional es cero [Nótese que, aunque el coste marginal de admitir un
consumidor adicional sea cero, el coste marginal de proveer el bien es positivo, y debe
ser cubierto a la vez que se determina la cantidad del bien que se provee].
Consiguientemente, y puesto que la participación de un agente en los beneficios no
afecta a los de los demás, no es eficiente excluir a ninguno de su consumo una vez que
el bien ha sido provisto. Por su parte, la no excluibilidad implica que no es posible
(incluso aunque fuese eficiente), una vez provisto el bien, excluir de los beneficios de
su consumo a ningún agente. Por tanto, si la participación en el consumo no se supedita
al pago, los agentes no se verán incentivados a revelar sus preferencias, existiendo
incentivos para todos y cada uno de los agentes para participar como usuario gratuito
("free rider") de la provisión realizada por otros; al actuar todos los agentes de esta
forma, el sistema de mercado tiene dificultades para funcionar".
El modelo de bien público puro es la defensa nacional exterior: todos los agentes
económicos nacionales consumen ese servicio, lo quieran o no; nadie puede ser
excluido de recibir ese servicio de seguridad, incluso aunque no lo quisiera; y todos lo
consumen en la misma cantidad y calidad, sin que el consumo por un agente reste
servicio de seguridad a los demás. Similares características reúnen las boyas de
navegación y otros bienes y servicios.
Casos típicos de bienes comunales son los bancos de pesca, los acuíferos subterráneos
o el espacio exterior interplanetario en el que orbitan los satélites de comunicaciones,
los meteorológicos y los del sistema GPS.
Según su ámbito de influencia, los bienes públicos (tanto puros como comunales)
pueden considerarse globales (los que afectan simultáneamente a un número
suficientemente grande de países, a diferentes grupos socioeconómicos y a varias
generaciones de personas), internacionales, nacionales, regionales o locales; este
criterio es relevante dentro del Federalismo fiscal para determinar qué nivel de
gobierno debe asumir las competencias relativas a su provisión o garantía de
suministro o de buen aprovechamiento (o de no agotamiento, en su caso).
Ejemplos de bienes públicos puros locales son los servicios de un faro, el alumbrado
ciudadano o un espectáculo de fuegos artificiales: todos los agentes del entorno
pueden consumir simultáneamente la misma cantidad sin que nadie pueda ser excluido,
aunque no pague por ello. Ejemplo de bien público puro nacional son los servicios
diplomáticos de un Estado. Ejemplos de bienes públicos globales son la protección de
la capa de ozono, la conservación de la biodiversidad, el mantenimiento de las
pesquerías internacionales, la generación de conocimiento científico básico, el
Salvo los bienes privados, todas las demás mercancías plantean problemas para su
asignación eficiente por los mercados y pueden generar fallos de mercado.
En definitiva: existirá un fallo del mercado, que podrá ser suplido por el sector
público garantizando a todos los consumidores la prestación o el suministro de los
bienes públicos puros en condiciones asequibles de cantidad, calidad y precios y,
en paralelo, exigiendo tributos a toda la ciudadanía para que todos contribuyan a
financiar ese gasto público que beneficia a todos.
A su vez, las alternativas de provisión pública de los bienes públicos puros pueden
consistir en la producción por el propio sector público o en el apoyo público a su
producción por agentes privados; en cada caso, esa decisión por la producción pública
Es lo que sucede, por ejemplo, con la señal de televisión por cable. El consumo por un
abonado adicional no es rival del consumo de los demás, ni tiene coste marginal
relevante para el oferente; sin embargo, habrá personas que, estando interesadas en
consumir ese servicio, no se abonarán porque el precio del abono es superior a la
En los casos de bienes impuros de consumo rival por congestión (como, por
ejemplo, los servicios recreativos de un club náutico), si el tamaño del grupo de
usuarios es reducido, puede plantearse la producción privada mediante la
constitución de una asociación particular. Son los denominados "bienes de club",
en los que el uso puede llegar a ser rival por congestión, pero cabe suponer que
el tamaño reducido del grupo permite alcanzar acuerdos privados de reparto.
Las externalidades en sentido amplio son los efectos que la actividad de un agente
económico (en un mercado) provoca en otro u otros agentes (en el mismo o en
diferente mercado).
Las externalidades son pecuniarias cuando los efectos se limitan al interior del
propio mercado; y se llaman económicas, o externalidades en sentido estricto,
cuando afectan a un mercado distinto a aquél en el que se generan —es decir,
cuando afectan a agentes que no están en el propio mercado en el que se
ocasionan—.
4. Gasto público para favorecer actividades que minoren las externalidades, como
investigación, reciclaje, educación, etc.
1. Monopolio legal. Es el originado por una decisión de los poderes públicos, sea
mediante una concesión administrativa (generalmente para asegurar el
abastecimiento de la mercancía estancada en el monopolio o por razones de
seguridad como en el caso de la venta de explosivos) o sea por la explotación de
una patente (concedida para estimular la investigación, el desarrollo y la
innovación) o un derecho de autor.
Sea cual sea la naturaleza jurídica (pública o privada) de la empresa que gestione
el monopolio natural, si la política económica consistiera en la fijación de un precio
máximo de venta inferior al coste medio, eso le supondría pérdidas a la empresa
(denominada generalmente "déficit tarifario"). Como ninguna empresa puede
mantenerse permanentemente en situación de pérdidas, las Administraciones
públicas se verán forzadas a complementar la regulación de precios con una
política presupuestaria compensatoria (ya sea mediante subvenciones, mediante
exenciones fiscales o mediante ambas medidas) para evitar la quiebra de la
empresa. Y eso implicaría que, en definitiva, el conjunto de la sociedad (que
contribuye mediante el pago de impuestos) estaría gastando recursos públicos en
Por otra parte, si el monopolio natural se gestiona por una empresa privada se
pueden plantear problemas adicionales de ineficiencia ya que serán agentes
privados los que tomarán las decisiones relativas a los costes empresariales (por
ejemplo, los sueldos de los directivos del monopolio, los precios de los bienes y
servicios suministrados por empresas amigas o la contratación de personas
innecesarias pero vinculadas de alguna manera a los directivos), a sabiendas de
que posteriormente esos sobrecostes serán soportados por los contribuyentes
(encubiertos en el "déficit tarifario").