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Durante la segunda mitad del s. XIX, Europa se encontraba centrada en la expansión colonial y
todas las grandes potencias competían por poseer la hegemonía. Por el contrario, España se
encontraba inmersa en una aguda crisis política que culmina con el desastre del 98, la pérdida de
las últimas colonias españolas, Cuba, Puerto Rico y Filipinas. Además, el atraso industrial,
económico social había permitido la instauración de un sistema político amañado conocido como
caciquismo. Ante esta situación, la literatura española opta por dos caminos opuestos, la evasión a
mundos lejanos, concretada en el modernismo, y la reflexión crítica que define a la generación del
98.
Podemos destacar como ideas comunes al grupo la reflexión sobre la problemática de España,
aportando como solución la europeización y modernización del país. La temática existencialista
sobre el sentido de la vida, el carácter trágico del destino, etc y la renovación de los géneros
literarios. En este momento, comienza una época de experimentación genérica que se extenderá
como rasgo general a movimientos posteriores. Tiene especial relevancia el surgimiento de la
llamada novela lírica, que supone una fusión entre la poesía y la novela.
Pío Baroja fue un autor exclusivamente novelista pero de gran producción. Sus más de 70
novelas se agrupan por trilogías y destacan por los personajes que reflejan la personalidad del autor,
y su percepción pesimista y carente de sentido de la vida. Algunas de estas trilogías es La raza y
dentro de esta nos centramos en El árbol de la ciencia (1911), una de las obras que mejor
ejemplifican el pensamiento filosófico de Baroja. La obra en cuestión trata de un estudiante de
Medicina que por no encontrarle el sentido a la vida comete un acto de suicidio.
José Martínez Ruiz, “Azorín” destaca por la creación de una novela ensayística donde se aúnan
los dos géneros y en la que pierde importancia el argumento y toma relevancia el lenguaje, la
descripción de ambientes, las galerías de personajes, su idea de España y de la vida en general.
Algunas de sus obras más significativas son: La voluntad (1902), en la que su personaje contempla
cómo el paso del tiempo conduce su vida hacia la nada, mientras que, entre sus ensayos, destaca El
alma castellana (1900)
Ramón María del Valle-Inclán se encuadra generalmente en el noventayochismo y su reflexión
sobre España parte de la crítica social, siguiendo la tradición paródica española de Quevedo.
Ejemplo de ello son sus obras narrativas Relatos de La guerra carlista(1908-1909), la cual es una
serie en la que se relata el enfrentamiento entre la España liberal y el reaccionarismo carlista,
además del contraste entre el mundo rural y la ciudad, por lo que se recogen temas como el paisaje
castellano y El ruedo ibérico. Pero Valle-Inclán es eminentemente dramaturgo como observamos en
las comedias bárbaras. Su máximo esplendor llegará con el esperpento, subgénero caracterizado
por la deformación de la realidad mediante la parodia, como en su obra culmen Luces de bohemia.
Por último, Antonio Machado también es un autor difícil de clasificar, pero se suele decir que su
primer ciclo poético es modernista, con libros como Soledades y galerías y otros poemas. El paisaje
desierto en estas obras, es el estado del alma. Más adelante escribiría Campos de Castilla(1912),
una de sus obras más importantes, trata sobre la presencia de su amada y se funde con las
reflexiones sobre España y su paisaje donde el Castilla aparece como reflejo del atraso cultural y
social de España con respecto al panorama mundial.