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¿Has oído la voz de Dios?

PARTE 4

juicio; solo a través de este tipo de juicio puede el hombre ser doblegado y
completamente convencido acerca de Dios y, además, obtener un conocimiento
verdadero de Dios. Lo que la obra de juicio propicia es el entendimiento del hombre
sobre el verdadero rostro de Dios y la verdad sobre su propia rebeldía. La obra de juicio
le permite al hombre obtener mucho entendimiento de la voluntad de Dios, del propósito
de la obra de Dios y de los misterios que le son incomprensibles. También le permite al
hombre reconocer y conocer su esencia corrupta y las raíces de su corrupción, así como
descubrir su fealdad. Estos efectos son todos propiciados por la obra del juicio, porque la
esencia de esta obra es, en realidad, la obra de abrir la verdad, el camino y la vida de
Dios a todos aquellos que tengan fe en Él. Esta obra es la obra del juicio realizada por
Dios” (La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Cristo hace la obra del juicio con la
verdad). Después de leer las palabras de Dios ha de quedar claro que la obra de juicio de
Dios en los últimos días se realiza principalmente expresando la verdad, utilizando la
verdad para juzgar, purificar y salvar a la humanidad. Es decir, en los últimos días, Dios
purifica la corrupción de la humanidad expresando la verdad y llevando a cabo Su obra
de juicio, salva y perfecciona a un grupo de personas, creando un grupo de aquellos que
son de un mismo corazón y mente con Dios: el fruto del plan de gestión de 6000 años de
Dios. Este es el enfoque de la obra de juicio de los últimos días. Esta es la razón por la
cual el Salvador, Dios Todopoderoso, ha estado expresando verdades desde que vino, y
ha revelado y juzgado todo carácter corrupto de la gente. También ha estado purificando
y transformando nuestras actitudes corruptas al podarnos y tratarnos, al probarnos y
refinarnos; esto resuelve la causa raíz de la pecaminosidad del hombre, y permite que
nos despojemos completamente del pecado, nos liberemos de la influencia de Satanás y
seamos capaces de someternos y adorar a Dios. Llegados a este punto, puede que
algunas personas se sientan un poco confusas, pensando que el Señor Jesús ya redimió
a la humanidad, de modo que ¿por qué tendría el Salvador que seguir expresando
verdades en los últimos días para juzgar a la humanidad? Esto se debe a que el Señor
Jesús solo realizó la obra de redención, lo que significa que la fe en el Señor Jesús
conlleva el perdón de los pecados, o la justificación solo por medio de la fe, lo que
capacita a las personas para presentarse ante Dios en oración, comunicarse con Dios y
disfrutar de Su gracia y bendiciones. Sin embargo, el papel del Señor Jesús como
ofrenda por el pecado solo permitió el perdón de los pecados de la humanidad; no pudo
resolver el problema fundamental de la pecaminosidad del hombre. Por eso, todos los
que vivieron en la Era de la Gracia reconocieron el hecho de que, incluso después de que
se perdonaran los pecados de la humanidad, seguíamos pecando todo el tiempo. No
podíamos evitarlo, y por mucho que anheláramos despojarnos del pecado, éramos
incapaces de hacerlo. Pasábamos por la vida pecando de día y confesándonos de noche.
Por eso el Señor Jesús expresaría la verdad y realizaría la obra de juicio de los últimos
días a Su regreso, purificando por completo al hombre de sus actitudes corruptas y
resolviendo la raíz de su pecaminosidad. Así es como se salva a la gente completamente
y a conciencia. Si las personas solo experimentan la redención del Señor Jesús sin
experimentar la obra de juicio de los últimos días no pueden hacer otra cosa que no sea
reconocer cuáles de sus actos son pecaminosos. No pueden ver la causa raíz de la
pecaminosidad del hombre. Es decir, son incapaces de entender la naturaleza satánica
del hombre y sus actitudes satánicas, y mucho menos resolverlas. La única manera de
resolver el problema del carácter corrupto, que es la causa fundamental de la
pecaminosidad del hombre, es experimentar la obra de juicio de Dios. Dios Todopoderoso
dice: “Antes de que el hombre fuera redimido, muchos de los venenos de Satanás ya
habían sido plantados en su interior, y, después de miles de años de ser corrompido por
Satanás, el hombre ya tiene dentro de sí una naturaleza establecida que se resiste a
Dios. Por tanto, cuando el hombre ha sido redimido, no se trata más que de un caso de
redención en el que se le ha comprado por un alto precio, pero la naturaleza venenosa
que existe en su interior no se ha eliminado. El hombre que está tan sucio debe pasar por
un cambio antes de volverse digno de servir a Dios. Por medio de esta obra de juicio y
castigo, el hombre llegará a conocer plenamente la esencia inmunda y corrupta de su
interior, y podrá cambiar completamente y ser purificado. Sólo de esta forma puede ser
el hombre digno de regresar delante del trono de Dios. Toda la obra realizada este día es
con el fin de que el hombre pueda ser purificado y cambiado; por medio del juicio y el
castigo por la palabra, así como del refinamiento, el hombre puede desechar su
corrupción y ser purificado. En lugar de considerar que esta etapa de la obra es la de la
salvación, sería más apropiado decir que es la obra de purificación. En verdad, esta
etapa es la de la conquista, así como la segunda etapa en la obra de la salvación. El
hombre llega a ser ganado por Dios por medio del juicio y el castigo por la palabra, y es
por medio del uso de la palabra para refinar, juzgar y revelar que todas las impurezas, las
nociones, los motivos y las aspiraciones individuales dentro del corazón del hombre se
revelan completamente. A pesar de que el hombre pueda haber sido redimido y
perdonado de sus pecados, sólo puede considerarse que Dios no recuerda sus
transgresiones y no lo trata de acuerdo con estas. Sin embargo, cuando el hombre, que
vive en un cuerpo de carne, no ha sido liberado del pecado, sólo puede continuar
pecando, revelando, interminablemente, su carácter satánico corrupto. Esta es la vida
que el hombre lleva, un ciclo sin fin de pecado y perdón. La mayor parte de la humanidad
peca durante el día y se confiesa por la noche. Así, aunque la ofrenda por el pecado
siempre sea efectiva para el hombre, no podrá salvarlo del pecado. Sólo se ha
completado la mitad de la obra de salvación, porque el hombre sigue teniendo un
carácter corrupto. […] No resulta fácil para el hombre ser consciente de sus pecados; no
tiene forma de reconocer su propia naturaleza profundamente arraigada, y debe
depender del juicio por la palabra para lograr este resultado. Sólo así puede el hombre
ser transformado gradualmente a partir de ese momento” (La Palabra, Vol. I. La
aparición y obra de Dios. El misterio de la encarnación (4)). “Aunque Jesús hizo mucha
obra entre los hombres, sólo completó la redención de toda la humanidad y se convirtió
en la ofrenda por el pecado del hombre; no lo libró de la totalidad de su carácter
corrupto. Salvar al hombre totalmente de la influencia de Satanás no sólo requirió que
Jesús se convirtiera en la ofrenda por el pecado y cargara con los pecados del hombre,
sino también que Dios realizara una obra incluso mayor para librar completamente al
hombre de su carácter satánicamente corrompido. Y, así, ahora que el hombre ha sido
perdonado de sus pecados, Dios ha vuelto a la carne para guiar al hombre a la nueva era,
y comenzó la obra de castigo y juicio. Esta obra ha llevado al hombre a una esfera más
elevada. Todos los que se someten bajo Su dominio disfrutarán una verdad más elevada
y recibirán mayores bendiciones. Vivirán realmente en la luz, y obtendrán la verdad, el
camino y la vida” (La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Prefacio). Dios mismo
ha adoptado una forma carnal para venir y realizar la obra de juicio, y expresar una gran
cantidad de verdades, y está exponiendo y juzgando a las personas a largo plazo. Es la
única manera de que las personas puedan ver con claridad la verdad de su corrupción y
reconocer su propia naturaleza y esencia. Mediante este juicio, las personas también
verán la justicia y santidad de Dios, y desarrollarán así reverencia hacia Él. Solo así
podremos despojarnos poco a poco de nuestra corrupción y vivir con real semejanza
humana. Puede decirse que la única manera de lograr esto es que Dios encarnado
exprese verdades para realizar la obra de juicio. Por eso, el hecho de que Dios
Todopoderoso declare palabras, usando la verdad para realizar la obra de juicio, es tan
fundamental, tan decisivo y significativo.

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