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ENSEÑANZAS I 21

SESIÓN 4
SANANDO EL CORAZÓN

Duración: 1 hora

Objetivo:
Llevar a las personas a identificar las heridas de su corazón y a recibir la sanidad,
a través de la Cruz.

Fundamento bíblico:
“El ánimo del hombre soportará su enfermedad, mas ¿quién soportará el ánimo
angustiado?” (Proverbios 18:14).

INTRODUCCIÓN
Las heridas más profundas que puede padecer el ser humano son las del alma;
pues casi siempre son producidas por las personas más cercanas (familia,
amigos, parejas, etc.) y tocan fibras muy sensibles. Dios creó al hombre para
que amara y para que fuera amado, no para que experimentará el sufrimiento,
la traición, o el rechazo.

Las heridas que tocan el corazón son tan fuertes que ni el tiempo puede
borrarlas, están tan arraigadas en lo íntimo del ser, que en muchas ocasiones
la memoria no las percibe. Son más fuertes que las heridas físicas, es probable
que usted haya escuchado la expresión: “Lo que me dijo, me dolió más que un
golpe”.

DESARROLLO DEL TEMA

Entendiendo nuestra naturaleza

Sabemos que en esencia el hombre es espíritu, alma y cuerpo, es decir, un ser


tripartito. En el alma se encuentran la mente, las emociones y la voluntad.

- La mente nos hace conscientes del mundo que nos rodea, recibiendo y
procesando toda la información percibida por nuestros sentidos.

- Las emociones son nuestra reacción personal a todo lo que nos rodea. Son
las que le dan color a la vida, si las emociones se ven afectadas, se convertirán
en el mayor martirio de la persona.

- La voluntad es la que determina nuestros actos, tiene la última palabra.


Por ejemplo, cuando alguien oye la Palabra de Dios, el mensaje llega a su
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mente donde se procesa la información, luego pasa a los sentimientos, donde


encuentra diferentes tipos de reacción. Pero la decisión final, sea correcta o
incorrecta, la toma la voluntad.
Es importante aclarar que Dios respeta tanto la voluntad del hombre, que
jamás interferirá en las decisiones que tome. Dios no quiere llenar Su Reino
de autómatas o de personas obligadas, sino de personas libres que le amen y le
sirvan con todas sus fuerzas, con todas sus ganas y con todo su corazón.

¿CUÁNDO SE GENERAN LAS HERIDAS EN EL CORAZÓN?


Muchas heridas quizás se produjeron antes de que naciéramos. Cuando una
persona es engendrada, pasa a ser como la extensión de sus padres, tanto en el
carácter como en sus principios. Todo lo que los padres hayan experimentado en
el momento de la concepción, de una u otra forma, condicionará las emociones
del hijo. Por otro lado, los padres transmiten a sus descendientes las maldiciones
o las bendiciones que hayan heredado de sus antepasados.
Otras heridas pueden producirse en la niñez, por falta de afecto familiar,
carencia de amor, estímulo y reconocimiento. Estas heridas dejan un gran vacío
en el corazón y se hacen más profundas con el paso de los años. Por eso muchos
intentan llenar los vacíos con cosas secundarias o incluso incurriendo en graves
pecados. Otros llegan al matrimonio creyendo que vivir con otra persona los
hará olvidarse de todo lo que sufrieron de niños; sin embargo, lo único que
logran es ahondar el dolor.
Cada experiencia vivida se almacena en el cerebro. Cuando pensamos o actuamos,
pequeños impulsos de electricidad pasan entre las células del cerebro y forman
senderos que funcionan como si fueran alambres, por los cuales corren dichos
impulsos. Cada acontecimiento en nuestra vida produce nuevos senderos. Entre
más se repite una experiencia, más marcado es el sendero. Por eso, cuando
una persona es menospreciada, rechazada, abusada y maltratada en su niñez,
al convertirse en adulto, traduce lo sufrido en pensamientos de condenación
y derrota, convenciéndose de que vienen de Dios. Sin embargo, Dios siempre
llega a nosotros con pensamientos que nos conducen, sin condenarnos, a un
sincero y voluntario arrepentimiento.
Cualquier abuso, ya sea verbal, físico, sexual o social, que el ser humano sufra,
desde el vientre, marcará su vida para siempre. Las heridas son puertas abiertas
por las que Satanás entra para subyugar a la gente.
El enemigo introduce en las personas a sus espíritus impuros e inmundos:
temor, inseguridad, sentimiento de inferioridad, duda, resentimiento, vicios,
depresión, etc. A través de la amargura y el dolor de experiencias pasadas.
La estrategia del diablo es que lo ignoren, su astucia es pasar desapercibido.
Mientras permanezca oculto, sin ser detectado, podrá controlar fácilmente las
vidas. Sin embargo, al ser desenmascarado pierde todo su poder.
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¿QUÉ ES EL RECHAZO?
El rechazo es la falta de aceptación. Significa no ser admitido; ser contradicho
en lo que se expresa, propone u ofrece; es no hallar cabida o no encontrar un
lugar en algún grupo.

La causa más común de un corazón herido es, precisamente, el rechazo, que


tiene su origen en la falta de amor. Cuando un niño nace debe tener a sus padres
para que lo llenen de afecto.

La estrategia de ciertos grupos, entregados a prácticas del ocultismo, para


destruir emocionalmente a alguien, es aislarlo a los pocos meses de haber
nacido. Lo separan de la madre, lo llevan a cuartos oscuros y le niegan todo el
afecto que necesita. Al no recibir amor, tampoco puede darlo y con el tiempo se
convierte en una persona agresiva, violenta, rebelde, depresiva, triste, amargada
y aislada.

A Dios le plació que en el seno familiar se estableciera el amor como base. El


rechazo se produce cuando uno de los padres, o ambos, no brindan al bebé el
afecto que necesita.

CAMBIOS NECESARIOS PARA LA RESTAURACIÓN


Somos conscientes de que en la sociedad actual, la relación entre padres e hijos
es cada vez más distante, esto solamente produce dolor, resentimiento y rebeldía
en el corazón de los hijos. Muchos padres piensan que su única obligación
es proveer lo económico, y privan a sus hijos de aquello que más necesitan,
el cariño que les da la seguridad para enfrentar cualquier adversidad que se
presente en esta vida.

Al mismo tiempo, muchas mujeres que han tenido que enfrentar las presiones
de un matrimonio tormentoso, viven irritadas continuamente consigo mismas,
y se desahogan con sus hijos, haciendo sus días demasiado difíciles.

Es fundamental que los padres traten de crear puentes de comunicación con sus
hijos y, a la vez, fortalecer los lazos de amistad con ellos.

Para que el Señor pueda traer una restauración total a cada corazón herido es
necesario tener en cuenta los siguientes aspectos:

• Identificar las posibles causas del rechazo:


Se requiere que el Espíritu Santo traiga revelación de aquellas cosas de las
que no somos conscientes, o que no tenemos presentes, para poder llegar
a la raíz del rechazo.
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• Enfrentar el pasado:
Con ayuda de Jesús, podemos enfrentar cualquier cosa que nos haya
marcado en el pasado, sabemos que el amor de Él es la medicina para
cada herida.

• Aceptar el amor de Dios:


El rechazo produce múltiples vacíos, debemos entender que el único
capaz de llenar esos vacíos es Jesús. Recibir Su amor nos hace sentirnos
aceptados y parte de la familia de Dios.

JESÚS VIVIÓ EL RECHAZO POR USTED


Por amor a nosotros, Jesús sufrió diversos tipos de rechazos a lo largo de Su
vida:

• Fue rechazado desde antes de nacer


José quiso abandonar a Jesús y a María, durante el embarazo, porque
sabía que no era el padre de Jesús. Dios intervino milagrosamente para
que esto no sucediera (Mateo 1: 19-20).

• Fue rechazado al poco tiempo de su nacimiento


Un rey se asustó al saber que Jesús provenía de la realeza y quiso matarlo,
por eso su familia tuvo que huir a Egipto (Mateo 2:16).

• Fue rechazado por los judíos


Líderes religiosos, políticos y todo el pueblo rechazaron a Jesús, durante
su vida pública (Juan 1:11).

• Fue rechazado por Sus discípulos


Los amigos más cercanos a Jesús se llenaron de temor al ver que era
apresado y llevado a juicio. Uno lo traicionó, otro lo negó y los demás
huyeron. Ocurrió así para que se cumpliera la profecía: “Heriré al pastor
y las ovejas se dispersarán” (Zacarías 13:7).

• Fue rechazado por uno de los ladrones crucificados junto a Él


Aún uno de los ladrones, quien estaba a punto morir, habló de manera
cínica a Jesús, menospreciándolo y rechazándolo, incluso en el momento
de su muerte (Mateo 23:39).

• Fue rechazado por su Padre Celestial


El dolor más grande de Jesús fue cuando experimentó el abandono del
Padre Celestial.
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La sensación de que el Padre le daba la espalda, produjo en Él una terrible


sensación de angustia. Sus palabras en aquellos momentos fueron: “Dios
mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?” (Salmos 22:1).

La santidad es un concepto muy importante para la sanidad interior.


Debemos comprender que aunque todo el mundo nos dé la espalda, Dios
tiene la respuesta justa para nosotros.

Jesús vivió el abandono del Padre porque estaba tomando nuestro lugar,
llevando sobre los hombros la maldad del mundo entero. Si hay algo que
Dios no soporta, es el pecado, justamente porque Él es Santo. Jesús se hizo
pecado por nosotros, para que usted y yo fuéramos hechos justicia en Él.

“En ti esperaron nuestros padres, y tú los libraste” (Salmos 22:4). El


Antiguo Testamento está lleno de testimonios de siervos de Dios que
obtuvieron la victoria, gracias a que esperaron en Dios con paciencia.

NACIMOS CON UN PROPÓSITO


“Pero tú eres el que me sacó del vientre; El que me hizo estar confiado desde que
estaba a los pechos de mi madre” (Salmos 22:9).

Nuestro nacimiento no fue una equivocación, todo fue planeado por Dios. Él
es un Dios paternal y maternal que puede suplir cualquier vacío emocional
causado por el abandono de un padre: “Desde el vientre de mi madre tú eres
mi Dios” (Salmos 22:10b). Dios no es nuestro Dios solamente ahora; ahora es
cuando lo conocimos, pero Él siempre ha sido nuestro Dios.

Desde el vientre de nuestra madre el Señor nos ha puesto Su sello, y hoy nos
dice: “Tú eres mi hijo y yo soy tu Dios”. Entonces sabemos que Él es nuestro Dios
y nuestro verdadero Padre.

Dios quiere darnos consuelo, de la misma manera en la que una madre consuela
a sus hijos: “Y mamaréis, y en los brazos seréis traídos, y sobre las rodillas seréis
mimados como aquel a quien consuela su madre, así os consolaré yo a vosotros
y en Jerusalén tomaréis consuelo” (Isaías 66:12b).

El proceso real de sanidad interior comienza con el quebrantamiento, Dios


quiere tomar el lugar de nuestra madre y padre, para llenar todos los vacíos que
hay en nuestra vida:

“Y no llaméis padre vuestro a nadie en la tierra, porque uno es vuestro Padre, el


que está en los cielos” (Mateo 23:9).

“Aunque mi padre y mi madre me dejaran, con todo Jehová me recogerá”


(Salmos 27:10).
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Cuando comienza el proceso de sanidad, la persona puede ver el fruto de


manera inmediata: “y veréis, y se alegrará vuestro corazón, y vuestros huesos
reverdecerán como la hierba; y la mano de Jehová para con sus siervos será
conocida, y se enojará contra sus enemigos” (Isaías 6:14).

PASOS HACIA LA RESTAURACIÓN


• Perdonar de todo corazón a quienes nos han ofendido:
El perdón no es una emoción sino una decisión personal de pasar por
alto las ofensas que hayan sido cometidas en nuestra contra. El perdón
debe incluir a aquellos que han dejado las heridas profundas en nuestro
corazón y es el principio de la restauración.

El Señor dijo: “y cuando estéis orando, perdonad, si tenéis algo contra


alguno; para que también vuestro padre que está en los cielos os perdone
a vosotros vuestras ofensas, porque si no perdonáis, tampoco vuestro
padre que está en los cielos perdonará vuestras ofensas” (Marcos 11:25).

• Renunciar a todo lo que ha producido amargura, resentimiento, odio,


rebeldía, etc.
Nuestro corazón es nuestro mayor tesoro, no podemos guardar en él
sentimientos o recuerdos incorrectos que nos desvíen de los caminos
de Dios, Jesús enseñó: “todo escriba docto en el reino de los cielos es
semejante a un padre, que saca de su tesoro cosas nuevas y cosas viejas”
(Mateo 13:52).

Haga una limpieza de su corazón y saque todo lo viejo; reserve sólo


aquellas cosas nuevas y que edifican, especialmente la Palabra de Dios.

• Perdonarnos y aceptarnos a nosotros mismos:


No deje que sus pensamientos le acusen, ni que los errores que cometió
en el pasado le condenen. San Pablo dijo: “de modo que si alguno está
en cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron, he aquí todas son
hechas nuevas” (2 Corintios 5:17).

“Ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús”


(Romanos 8:1).

• Restaurar la relación personal con Dios:


Volverse a Cristo de todo corazón es un paso fundamental. Jesús dijo:
“venid a mí todos los que estéis trabajados y cargados (...) y hallaréis
descanso para vuestras almas” (Mateo 11:28-29).
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CONCLUSIÓN

PREGUNTAS DE REFLEXIÓN
Identifica cuáles han sido las posibles causas de las heridas en tu vida (Por
ejemplo, cuando alguien cercano te abandonó).

Escribe los nombres de las personas que te han herido.

Recuerda los pasos para la restauración:


1. Perdonar de todo corazón a aquellos que te han ofendido
2. Renunciar a todo lo que ha producido amargura, resentimiento, odio y
rebeldía
3. Perdonarte a ti mismo
4. Volverte a Dios con todo tu corazón

MINISTRACIÓN

Durante la ministración cada asistente debe:


a. Perdonar a quienes lo hayan herido (recordar que el perdón es una
decisión personal).
b. Renunciar a todo lo que ha producido amargura en su corazón.
c. Aplicar lo que la sangre de Jesús hizo por ellos.
d. Recibir el amor incondicional del Padre celestial.

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