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Si tuviéramos que definir el evangelio, quizá muchos de nosotros, los que por años hemos estado

involucrados en asuntos de iglesia, diríamos inmediatamente “son las buenas nuevas de


salvación”, y ciertamente, eso es así, el evangelio que le fue encomendado a los apóstoles y
discípulos, es claramente eso, buenas noticias de salvación, sin embargo, y como hemos estado
estudiando en nuestra iglesia local, tenemos que tener claro, cual es el motivo por el cual surgen
esas buenas noticias, además, de la necesidad de tener claro porqué ocupamos salvación.

Acá, a nuestro continente, el evangelio que nos llegó, ciertamente anuncia las buenas noticias de
salvación “acepta a Cristo como tu salvador” han expresado muchos por años (yo también), luego,
las personas pasan al frente, realizan una oración y listo…sin embargo, eso está bastante alejado
de la forma en que los discípulos, y el mismo Jesús anunciaron el evangelio, “arrepiéntanse y
conviértanse, para obtener perdón y salvación”

Hechos 3:19 Así que, arrepentíos y convertíos para que sean borrados vuestros pecados; para que
vengan de la presencia del Señor tiempos de consuelo.

Marcos 1:15 El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos, y creed en el


evangelio.

Mateo 3:8 Haced, pues, frutos dignos de arrepentimiento.

2 Corintios 7:9-10 {pero} ahora me regocijo, no de que fuisteis entristecidos, sino de que fuisteis
entristecidos para arrepentimiento; porque fuisteis entristecidos conforme a {la voluntad de} Dios,
para que no sufrierais pérdida alguna de parte nuestra. Porque la tristeza que es conforme a {la
voluntad de} Dios produce un arrepentimiento {que conduce} a la salvación, sin dejar pesar; pero
la tristeza del mundo produce muerte.

Ahora, la pregunta es… ¿arrepentirnos de qué?... la respuesta rápida sería…”de los pecados”, sin
embargo, hay algunas personas que no encuentran la necesidad de ese arrepentimiento, ya que
sienten que no son “tan malos” como otros, tienen buenas obras y eso los hace sentir que todo
está bien, o quizá preguntan ¿Cuándo pequé, porqué tengo yo que arrepentirme?, pues bueno,
donde hay buenas noticias, desgraciadamente también hay malas noticias, y es que la escritura
nos muestra la condición de todos los hombres ante el Señor…pecadores, absolutamente todos los
hombres, y merecedores de recibir la ira de un Dios Santo, veamos…
Romanos 5:12 Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre y por el pecado la
muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron.

Romanos 3:23 Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios.

Romanos 3:10-18 Como está escrito, No hay justo, ni aun uno; No hay quien entienda, No hay
quien busque a Dios.

Salmos 14:2-3 Jehová miró desde los cielos sobre los hijos de los hombres, Para ver si había algún
entendido, Que buscara a Dios. Todos se desviaron, a una se han corrompido; No hay quien haga
lo bueno, no hay ni siquiera uno.

Esa es la condición del hombre ante el Señor, al pecar Adán, para Dios, ahí todos pecaron, el resto
de la humanidad quedó bajo la maldición del pecado, muertos espirituales para con Dios,
separados de él, y no solo separados, sino enemigos de Dios….el asunto de esto, es que Dios no
estaba obligado a salvar a nadie después de dicha transgresión, Dios pudo decidir dejar a la
humanidad en sus pecados sin ninguna solución, él pudo simplemente dar la espalda al hombre,
así como el hombre le dio (en Edén) la espalda a él, y lo sigue haciendo hasta el día de hoy…eso
sería justo.

Las malas noticias son esas, que a causa del pecado, la humanidad está bajo la ira de Dios y el
juicio de condenación eterna es seguro…no hay justo, no hay bueno, no hay nadie merecedor.

Las buenas noticias, es por gracia (regalo inmerecido) de Dios, él no nos dejó en perdición (aunque
pudo haberlo hecho), nos dio vida espiritual nuevamente para poder voltearnos a él, nos dio a
Cristo, para que todo el que en el crea no se pierda, sino que tenga vida eterna…eso es amor, pero
creer no es solamente decir creo, es reconocer nuestra condición de pecadores ante el Señor,
pedir perdón de forma genuina por ofender constantemente al Señor, arrepentirnos de nuestros
pecados (cambiar de camino), y en agradecimiento por haberme aceptado en Cristo, vivir piadosa
y santamente para él, reconociéndolo en todos nuestros caminos y dependiendo cada día de su
gracia para seguir adelante.

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