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Análisis de caso: Después de descubrir que una alumna tuiteó un mensaje grosero sobre

ella, una maestra de escuela confrontó a la adolescente durante una clase sobre etiqueta en
las redes sociales. Al preguntarle a la alumna por qué pública mensajes tan nocivos que
podrían perjudicar la reputación de la maestra, la alumna respondió que en ese momento
estaba enojada. La maestra respondió que estaba muy molesta por las acciones de la
alumna, exigiendo que la alumna se disculpara públicamente por su transgresión, y la
alumna se disculpó. Una vez que la alumna se disculpó la maestra le dijo a la clase que no
permitiría que mocosos impertinentes la llamaran así.

El caso anterior es una situación de recurrencia frecuente en las instituciones educativas y


sobre todo en el ejercicio docente, en donde los estudiantes trasladan los inconvenientes del
aula hacia otras instancias que no son pertinentes y que implican una falta e incluso un
delito. Particularmente, las acciones de la estudiante dentro de las redes sociales conllevan
al escarnio público de la docente, quien desde su ética profesional debió abordar la
situación desde el debido proceso de la institución donde labora con el fin de dialogar con
la estudiante en privado, incluir a las instancias que sean pertinentes para la solución de la
situación y que de esa manera se realice un registro escrito de los acontecimientos.
Ahora bien, la forma más apropiada no es generar un cuestionamiento de forma pública,
sino llamando a la estudiante e indagando frente a los motivos que la llevaron a desarrollar
dicha acción, teniendo en cuenta lo explicado durante la clase y con el fundamento
reglamentario del por qué no se debe cometer este tipo de acciones. Por otra parte, la acción
de pedir disculpas de forma pública por parte de la estudiante es un ejercicio reflexivo
oportuno que hace parte de los métodos pedagógicos de corrección de una falta, a lo que la
docente debería dar por cerrado el caso y si bien quiere llevar a cabo una reflexión, no
referirse con palabras como “mocosos impertinentes”, ya que son expresiones despectivas
hacia los estudiantes y vuelven a significar dentro de la solución que ya se encuentra
reparada.

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