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resumen: en las siguientes líneas nos proponemos, en primer Abstract: Firstly in the following lines we aim to prove the
lugar, demostrar el origen siriochipriota de los altares taurodér- Sirian-Cypriot origin of the bull-skin-shaped shrines of the
micos de la protohistoria de la Península Ibérica exponiendo Protohistory of the Iberian Peninsula by showing the sam-
los ejemplos recogidos procedentes del mediterráneo oriental ples collected from the eastern mediterranean and compar-
y comparando sus contextos con los de los altares en forma de ing their contexts with the bull-skin-shaped shrines of the
piel de toro del Hierro I hallados hasta la fecha en españa; en Iron age I found in Spain. Secondly, it will be proven that
segundo lugar, demostrar que los tradicionalmente denomina- the traditionally named Cypriot ingots, Sirian-Cypriots for
dos lingotes chipriotas, siriochipriotas para nosotros, no son el us, are not the motif imitated by the bull-skin-shaped shrines,
motivo que imitan los altares taurodérmicos, sino que ambas but both models come from a single one stock: the crafted
ramas son el resultado de un mismo tronco común: la piel de bull-skin. Finally the identitarian character of the Phoenopu-
toro trabajada y; por último, recalcar el carácter identitario fe- nic bull-skin-shaped shrines dated from the Iron age II that
nopúnico de los altares taurodérmicos fechables en el Hierro II have appeared throughout the Iberian Peninsula coast will be
que han aparecido por toda la costa peninsular ibérica. highlighted.
Palabras claves: altares taurodérmicos, lingotes, cilindros- Key words: Bull-skin-shaped shrines, ingots, cylinder-seals,
sellos, asherah. asherah.
en los últimos veinte años el descubrimiento de importancia para entender la religiosidad fenopúnica.
numerosos altares taurodérmicos ha empezado a lle- Éstos, presentes en el caso del Hierro I, han apare-
nar en parte un vacío en las investigaciones protohis- cido en santuarios de tradición levantina cuyos datos
tóricas de la Península Ibérica que se antoja de suma apuntan hacia una continuidad cultual y cultural en-
tre los complejos religiosos del mediterráneo del este
y los santuarios orientales del mediterráneo occiden-
tal: thymiateria, huevos de avestruz, conchas, smiting
* miembro del Grupo de Investigación Historiografía y Pa-
trimonio Andaluz (HUm-402). Consejería de Cultura de la Junta gods, betilos, alabastrinos, cornamentas de animales
de andalucía. y así con una larga lista de elementos que tienen sus
Figura 5. Planta de la situación en que se halló parte del cargamento del pecio de Cabo Gelidonya (web del Institute of Nautical
archaeology).
dicha fosa, excavada en la cella del templo, sacó a la Bomford del ashmolean museum de oxford por pre-
luz no sólo a la estatuilla de pie, sino varios vasos muy sentarse también de pie sobre, según la interpretación
probablemente de uso ritual a su alrededor (Schaeffer tradicional, el mismo tipo de lingote (fig. 7). Su pro-
1971: 525 y ss.). Por su parte, en el suelo de dicha sala cedencia es desconocida pero por sus características
se encontraron restos óseos de diferentes animales en- formales se le ha otorgado un origen chipriota (Cat-
tre los que destacan los bucráneos y las cornamentas ling 1971). las constantes relaciones entre los lingo-
de toros y de otros bóvidos, así como restos óseos de tes y la isla de Chipre han sido motivo para asociar am-
cérvidos (Schaeffer 1964: 179) que denotan la realiza- bas estatuillas por parte de algunos investigadores con
ción de sacrificios de animales asociados a los altares divinidades de origen chipriota (Catling 1971; marín
presentes en la estancia. de igual manera, en otro san- 2006: 45). ambas estatuillas han sido relacionadas con
tuario situado a 50 m de éste apareció otra figura de el culto a una pareja de divinidades, siendo la mascu-
pie en una fosa de las mismas características que porta lina protectora de los trabajos en las minas de la isla y
un casco igualmente con cuernos, de ahí que se co- la femenina garante de la fecundidad de las mismas. la
nozca al templo como el del “dios cornudo” (Schaeffer primera de ellas, denominada desde su hallazgo como
1971: 533 y ss.). también aparecieron restos de anima- “el dios del lingote”, ha sido identificada con el Nergal
les por toda la estancia, entre ellos huesos de ciervos, babilónico y con el reshef sirio como dos encarnacio-
cabras y especialmente bueyes al parecer cremados y nes para una misma fuerza del mundo de los muertos
libados. en ambos casos han aparecido en el interior (Schaeffer 1971: 506-510).
de los santuarios varios lingotes votivos, si bien no es el segundo pecio fue hallado en el cabo Ulu Burun,
una particularidad de éstos, pues han aparecido igual- cerca de Kas (turquía), en 1984. en él, el equipo diri-
mente en egipto entre otros lugares (Buchholz 1988). gido por C. Pulak, del Instituto de arqueología Náu-
relacionada con el “dios del lingote”, nombre que de- tica de texas, halló un cargamento de clara proce-
signa también al santuario en el que se halló, existe otra dencia siria para la mayoría de las piezas entre el que
figura, esta vez femenina, procedente de la colección había 354 lingotes con forma de piel de toro (fig. 8),
Figura 6. Smiting god masculino del Figura 7. Smiting god femenino de diosa sobre altar. esta
“dios del lingote” representando a una hipótesis es posible gracias a los hallazgos de altares de
divinidad manifestándose sobre el altar forma taurodérmica aparecidos en la Península Ibérica
(Celestino 2008: 323-324). (Celestino 2008: 323-324).
documentándose los primeros de estaño (Bass 1986: cuanto a la procedencia del pecio, posteriores campa-
276; Pulak 1988: 4). acompañando a la ingente can- ñas y estudios han posibilitado atribuir también un ori-
tidad de lingotes de cobre y estaño había colmillos de gen sirio para la forma que dejan entrever los escasos
elefante, ánforas cananeas y vasijas de tradición si- restos encontrados, entre ellos la propia madera de ce-
ria, incienso probablemente procedente de Ugarit, ar- dro de la que estuvo hecho el barco. a esta hipótesis
mas cananeas, joyas sirias, pesas cuyos pesos equiva- viene a sumarse la opinión de quienes ven en la mayor
len al sistema sirio, sirio necef, babilónico y peyem, parte de los utensilios de uso común el origen de los tri-
anclas de un sólo orificio igual a las encontradas en Tell pulantes puesto que las herramientas, instrumentos, es-
Abu Hawam, Ugarit, Biblos, en el pecio de Cabo Ge- tatuillas, las citadas anclas, las pesas de balanza y las
lidonya y en Kition. todos estos objetos hicieron a G. lámparas de aceite son atribuibles al mundo levantino
F. Bass, excavador del pecio de Cabo Gelidonya atri- (cananeo o sirio) (Bass 1989; Pulak 2001: 14 y 49, en
buir una procedencia siria para el cargamento, no así Gestoso 2007: 30). Incluso las tablillas de contabilidad,
del barco del que no se pronuncia, atribuyendo el ori- realizadas en madera de boj, de procedencia ugarítica,
gen de los lingotes a la misma zona (Bass 1986: 295) reafirman esta hipótesis, siendo a nuestro juicio un fac-
entre otros motivos porque el único molde encontrado tor para pensar que la persona encargada de llevar las
hasta aquella fecha (y hasta el presente) ha sido el ha- cuentas en la nave estaba bajo la esfera de influencia
llado en Ugarit, como más adelante comentaremos. en ugarítica ya que el tipo de soporte de escritura a base de
Figura 8. Planta de la situación en la que se encontraba el pecio de Ulu Burun tras la campaña de 1986 (Bass 1989: 3).
Figura 10. molde ugarítico con forma de piel de toro (lagarce y lagarce 1997: 75).
no indica que los lingotes hayan sido fabricados en Chi- tratarse de un altar hacia el que ambas víctimas se es-
pre (lagarce y lagarce 1997: 76). No obstante, J. la- tarían encaminando para ser sacrificadas (fig. 11). En-
garce y e. lagarce dejan ver la posibilidad de que el tre el posible altar y el último de los animales, un pá-
metal hubiera podido ser extraído del norte de Siria, en jaro de significado incierto, y entre ambos animales un
concreto del macizo de Bassit, una prolongación de la símbolo astral representado por un conjunto de puntos
formación geológica chipriota. Sin embargo, hasta el identificable quizás con el cúmulo de las Pléyades, cie-
momento tan sólo han aparecido en dicha zona cerámi- rran el conjunto de figuras (Bordreuil y Gubel 1990:
cas helenísticas, romanas y bizantinas que apuntan a la 484, fig. 2; Lagarce y Lagarce 1997: 80, fig. 4, ima-
posibilidad de la explotación de esta zona durante esos gen inferior).
períodos (lagarce y lagarce 1997: 76-77, nota a pie 9). De especial interés dentro del campo epigráfico re-
es más, como comenta J. vidal, es probable que exis- sulta la inscripción aparecida en el sello: ṣp (Bordreuil
tieran en la propia Ugarit tanto fundidores como meta- y Gubel 1990: 484). estos dos signos, complicados de
lurgos, por lo que no había necesidad de traer el metal interpretar, deben de ser tomados en consideración se-
ya moldeado del exterior: gún el lugar en el que se encuentran inscritos. los ci-
lindros-sellos identificaban, controlaban o sancionaban
“los trabajadores del metal aparecen referidos bienes relacionando con claridad su impronta gráfica
en la documentación ugarítica bajo el apelativo de con una autoridad o individuo. No obstante, en ocasio-
nsk, literalmente ‘fundidor’. dicha categoría es po- nes se han encontrado ejemplares que por su contexto
sible que englobara las dos tareas principales relacio-
nos indican que se convirtieron también, por sí mismos,
nadas con la producción de objetos metálicos iden-
tificadas en el ámbito sirio gracias a las referencias pero sobre todo por lo que representaban, en objeto pre-
recogidas en los archivos de ebla y mari: los fundi- ciado, en una joya que intervendría en los juegos de os-
dores (SImUG / napp fum), encargados de la fundi- tentación (zamora 2006: 496). los paralelos relacio-
ción y fusión de los metales, y los metalúrgicos (tI- nables nos indican que aquellos cilindros-sellos con
BIra / qurqurrum), individuos dedicados al trabajo inscripción entendible llevan nombres de persona, con
del metal con el fin de darle su forma definitiva” (Vi- sus filiaciones y sus cargos en los casos más explícitos,
dal 2003: 103). desde el rey a los grandes magistrados ugaríticos. los
ante esta serie de datos, nos vemos en disposición cilindros-sellos del área inmediata siria también tienen
de considerar la forma de estos lingotes como propios, la misma pauta, pero en silabario mesopotámico. Si-
no sólo del mundo chipriota, sino también del mundo guiendo la opinión de J. a. zamora (2006: 496 y ss.)3,
ugarítico, y poder reinterpretar así desde la tradición si- podríamos considerar una introducción en Siria de la
ria una serie de formas aparecidas en cilindros-sellos tradición mesopotámica de los cilindros-sellos desde
hallados en ras Shamra (Ugarit) y que han sido tradi- muy antiguo por su funcionalidad, adaptándose pronto
cionalmente interpretados como lingotes dado los para- motivos gráficos locales e incorporando muy ocasio-
lelos con que se contaba hasta la aparición de los alta- nalmente textos, primero en toda el área en acadio y en
res en la Península Ibérica. Se trata de dos sellos en los el caso de Ugarit dado el éxito del alfabeto cuneiforme,
que aparecen sendas formas de piel de toro en un con- también en el signario local. en estos casos, las inscrip-
texto claramente ritual. ciones son siempre breves y difíciles, pero cuando se
en el primero de ellos, procedente del museo de leen (con, además, una cierta longitud) son claros nom-
aleppo (rS 6127), se observa a un hombre de pie bres de personajes, que se citan con su filiación y sus
afrontado a un animal estilizado al que se aproxima cargos. ¿Podríamos estar por tanto ante un antropónimo
en actitud de cogerle por los cuernos, los cuales son que nos indicase el nombre del personaje representado
de perfil curvado hacia atrás, lo que nos hace asimi- en la acción? ¿Podría interpretarse ṣp como un nombre
lar a este animal con una cabra. tras ella, otro animal derivado de la advocación ugarítica ṣpn?
de menor estatura le sigue en la misma dirección. am- en la segunda de las piezas (lagarce y lagarce
bos podrían estar siendo dirigidos hacia la pieza que se 1997: 80, fig. 4 arriba) se observa la figura de un hom-
encuentra detrás de la figura humana2, de clara silueta bre sentado sobre una silla baja que porta unos cuer-
taurodérmica y que aparece representada desde una vi- nos en su cabeza similares también, como en el primer
sión cenital para que se vea su forma. esta pieza podría
3. agradecemos a J. a. zamora lópez su amabilidad para con
2. los cilindros-sellos tienen la peculiaridad de no señalar cuál nosotros a la hora de responder a nuestras dudas sobre la inscrip-
es el comienzo y el final de la escena. ción a estudio.
Figura 11. Cilindro-sello ugarítico actualmente en el museo de aleppo (lagarce y lagarce 1997: 80).
sello, a los de una cabra, en ademán de coger a un ani- femeninas semitas (van der toorn et al. 1999: 101). Un
mal de su cornamenta y alzando amenazante la otra elemento más representado en el sello es una figura re-
mano quizás en actitud de sacrificio. Resulta sugerente dondeada a la que se le representa su contorno y que
a este respecto observar la posición en la que se en- relacionamos con un símbolo astral quizás identifica-
cuentra el animal, de nuevo una cabra según la forma ble con el Sol o con la luna. todos estos elementos nos
de sus cuernos, pues la mitad delantera de su cuerpo vuelven a hacer pensar que estamos ante la plasmación
se encuentra sobre otro elemento de forma taurodér- de un ritual sacrificial. Por último, una figura humana
mica, esta vez representado desde su cenit en horizon- bocabajo sosteniendo un objeto alargado con su mano
tal para que su forma pueda ser vista de acuerdo con cierra la escena sin que podamos hipotetizar sobre ella.
la orientación del cuerpo del animal (fig. 12). Nueva- de Chipre procede una buena muestra de cilin-
mente interpretamos esta pieza como un altar taurodér- dros-sellos en los que se aprecia la misma forma tau-
mico, acompañado esta vez de un árbol identificable rodérmica (fig. 13), de los que la mayor parte procede
con una asherah, árbol sagrado de tradición cananea y de Enkomi. las escenas representan la misma temá-
fenicia que recoge las propiedades de las divinidades tica que las procedentes de Ugarit pero no muestran
de ahí que intentar relacionar a ambas divinidades con en la Península Ibérica destacando que los tres altares
alguna advocación en concreto a partir de los signos inmuebles con forma de piel de toro trabajada más an-
aparecidos sobre ellos en los cilindros-sellos resulte a tiguos aparecidos hasta el presente en la Península Ibé-
nuestro juicio bastante complicado. Sin embargo, son rica proceden de los yacimientos de el Carambolo (Ca-
varias las aproximaciones que se han realizado a par- mas, Sevilla), Caura (Coria del río, Sevilla) y Malaka
tir de las iconografías para intentar otorgar un nombre a (málaga), todos ellos aparecidos en santuarios de clara
las divinidades representadas en ambas estatuillas. así, tradición oriental (Gómez Peña e. p.). la decisión por
para el caso de la estatuilla del “dios del lingote”, el la cual sólo incluimos a estos tres ejemplares como los
primero en proponer una advocación para la misma fue primeros viene justificada por ser los únicos que se han
su descubridor, C. F. a. Schaeffer (1971), quien pos- encontrado hasta la fecha datables entre el siglo IX y
tuló la identidad de Nergal-reshef ya que, como divi- mediados del vI a. C., antes de que se perdiese el con-
nidad supuestamente responsable de los trabajos mine- tacto con la metrópoli tiria. Curiosamente, es a partir
ros por estar sobre un lingote, relacionó a esta figura de esta desvinculación y con el cambio de poderes en
con el texto recogido en una carta procedente de los ar- el comercio mediterráneo cuando este símbolo se ex-
chivos de Tell El-Amarna del rey de Chipre a Amenofis pande por toda la Península Ibérica y desaparece en el
Iv poco tiempo después del advenimiento al trono del área del suroeste, por lo que es conveniente tratar am-
faraón, en torno a 1370 a. C. en dicha carta el rey de bos períodos por separado.
Chipre se excusa por no poder producir más cobre ya
que la mano de Nergal, su señor, había matado a toda
la población de su país. Nergal, de tradición babilónica, 2.1. el carambolo
es considerado por C. F. a. Schaeffer como la misma
advocación que el reshef sirio a partir de una lista de los restos materiales aparecidos en las primeras ex-
dioses procedente de la biblioteca de un consejero del cavaciones efectuadas en el Carambolo de la mano de
último rey de Ugarit, Hammurabi. de ahí que su des- J. m. Carriazo en 1958 dieron como resultado la iden-
cubridor le atribuyese esta identidad compartida. No- tificación de los mismos con los restos propios de un
sotros distamos mucho de aceptar esta atribución para poblado tartésico del Bronce Final para su fase inicial
dicha estatua porque, como hemos señalado anterior- según se desprendía del análisis realizado por su exca-
mente, la base no representaría un lingote sino un altar, vador. No obstante, el propio J. m. Carriazo se mostró
por lo que podríamos empezar a desmontar la hipóte- extrañado ante la riqueza del material cerámico apare-
sis de que la representación de este dios tuviera rela- cido y la modestia del fondo de cabaña en el que él con-
ción con el cobre de la isla más allá de la mera rela- sideró que se halló:
ción formal entre los altares taurodérmicos y la forma
de los lingotes que, recordemos, hasta ahora no hay por “[...] la calificación del fondo de cabaña no está
qué atribuir en exclusiva a Chipre, pues el único molde exenta de alguna vacilación. Principalmente por su ri-
encontrado hasta la fecha procede de Ugarit y en él se queza cerámica, desproporcionada a la pobreza de los
demás materiales y del sistema constructivo, y no se
han encontrado restos de cobre precisamente chipriota.
diga a la del mismo tesoro, si, como creemos, está en
a este respecto creemos que la propuesta metodoló- relación con el yacimiento” (Carriazo 1970: 58).
gica que utilizamos resulta válida, pues tanto la forma
de los altares, las representaciones holocáusticas visi- Influenciado por J. M. Carriazo, A. Blanco consi-
bles junto a ellos, su carácter exento y su relación con deró por su parte a el Carambolo como un lugar de
símbolos astrales de carácter lunisolar encajan perfec- culto tartésico al estilo de los de época geométrica y
tamente en los cilindros-sellos analizados y, por exten- orientalizante del egeo por lo rudimentario de las cons-
sión, con los smiting gods estudiados. trucciones y lo singular de sus ajuares:
entonces los templos edificios muy rudimentarios, de religiosa de la población residente, al igual que también
planta rectangular u ovalada, y sólo por la singulari-
resultan novedosos los modos de construcción emplea-
dad de sus ajuares se distinguían de las casas. […]
desde esta perspectiva creo que no es ninguna extra- dos, tanto por el uso de adobes como por la realización
vagancia apuntar a la posibilidad de que el <<fondo de edificios de planta rectangular que acerca al com-
de cabaña>> del Carambolo haya sido un lugar de plejo arquitectónico nuevamente a la tradición oriental
culto. así encontraría explicación la abundancia de (Fernández y rodríguez 2007). tal es el drástico cam-
los ajuares, la presencia entre ellos de un tesoro, y por bio que este hecho implica que ha servido a algunos in-
lo que a la cerámica se refiere, la aparición de esos va- vestigadores para basarse en él a la hora de utilizarlo
sos tan decorados y, por otra parte, de una pintura tan
como un demarcador cultural frente a la tradición cons-
poco tenaz que no resistiría mucho a las manipulacio-
nes del uso doméstico” (Blanco 1979: 95-96; la acla- tructiva de planta rectangular de la población residente
ración entre corchetes es nuestra). (Izquierdo 1998).
Pero más allá de la tradición constructiva los rasgos
Sin embargo, la interpretación que supuso un punto orientales no se limitan a esta característica. así, nume-
de inflexión fue la realizada por M. Belén y J. L. Es- rosos objetos de claro carácter religioso nos evidencian
cacena (1997). ambos investigadores de la Universi- que la tradición cultual de quienes encabezaron el uso
dad de Sevilla concluyeron tras revisar los materiales del edificio era también oriental. Ya en la reinterpreta-
aparecidos y su contexto asociado que el yacimiento de ción que del lugar hicieron m. Belén y J. l. escacena
el Carambolo no había sido un poblado tartésico, sino se llamó la atención sobre la singularidad de muchas de
un santuario dedicado a astarté, donde las principales las piezas exhumadas por J. m. Carriazo para haber sido
edificaciones, enclavadas en el denominado Caram- relacionadas con un ámbito doméstico (Belén y esca-
bolo Bajo, contarían con todas las dependencias pro- cena 1997). así, la considerada trompeta de argantonio
pias de estos enclaves sacros de carácter empórico por había sido ya reinterpretada por uno de ellos como el
su ubicación costera y su dependencia de la fundación pie de un posible thymiaterion claramente oriental (Iz-
de Ispal. Como expresa J. l. escacena (2010: 100) “no quierdo y escacena 1998), la interpretada como repisa
se trataría tanto de un poblado con su templo como de enlosada de sillares fue reinterpretada como banco co-
un templo con su poblado, matiz especialmente intere- rrido de tradición marcadamente oriental, las “piedras
sante a la hora de explicar el registro arqueológico del raras” en expresión de J. m. Carriazo fueron considera-
lugar y el de sus alrededores”. das por ellos como posibles betilos anicónicos de sobra
Fue posteriormente cuando recientes excavaciones conocidos en el mundo semita.
arqueológicas dieron la razón a ambos investigadores. tras las intervenciones realizadas por a. Fernández
debido a la intención de construir un hotel en el so- y a. rodríguez en el mismo cerro han podido ser docu-
lar antes ocupado por las instalaciones de tiro de Pi- mentados nuevos datos que siguen hablando en favor
chón, se realizó una serie de intervenciones desde 2001 de esta hipótesis. de todos ellos queremos centrarnos
a 2005 en las que se excavó la casi totalidad del ce- por la temática de este estudio en el altar, nuevo ele-
rro, saliendo a la luz un complejo sacro con cinco fa- mento a sumar a la lista de objetos de raigambre orien-
ses constructivas que desveló la existencia de dos alta- tal visibles en este santuario empórico. el complejo
res en diferentes momentos constructivos junto a otros cultual de el Carambolo ha conservado los restos de
elementos de clara tradición oriental. Se trata de los al- un ara con dos etapas constructivas pertenecientes a las
tares más antiguos encontrados hasta el presente en la fases Iv y III según la terminología asignada por sus
Península Ibérica, cada uno de los cuales pertenece a excavadores. el perteneciente a la fase Iv, hallado en
las fases Iv y III respectivamente. Su contorno eviden- la estancia a-40, fue fabricado mediante un suave re-
cia un tipo de forma aparecido repetidamente en los baje del pavimento de tierra apisonada, pintada de rojo
lingotes orientales caracterizado por el marcado alar- posteriormente y con unas dimensiones de 3,05 m de
gamiento de las extremidades y es el mismo tipo docu- largo por 1,42 m de ancho. Sus excavadores aprecia-
mentado también en la base de los smiting gods como ron cuatro reformas del mismo y un gran círculo rube-
manifestaciones divinas sobre el altar (escacena 2007: factado debido a la combustión de las ofrendas sobre
628, fig. 11). el altar (Fernández y rodríguez 2007: 120). Su forma
¿Podríamos considerar a estos altares de el Caram- imita a una piel de toro tanto en sus características for-
bolo como creaciones propias del mundo tartésico? males estilizadas como en sus características cromáti-
Como acabamos de ver, su forma no es nueva en el me- cas con la zona exterior más clara que la interior debido
diterráneo, y sí que resulta novedosa para la tradición a la menor y mayor concentración respectivamente de
pelo que ofrecen las pieles de estos animales a la hora luz parte de un santuario con cinco fases constructivas
de ser despellejados. Un dato polémico para cerrar este sucesivas en el que aparecieron dos altares taurodérmi-
apartado descriptivo es el concerniente a las cronolo- cos superpuestos, al igual que ocurre con el caso de el
gías otorgadas a esta fase del edificio, pues mientras Carambolo. también como en este yacimiento, las aras
que la cronología relativa fecha este nivel habitacional ofrecen un contorno similar a la forma de piel de toro
entre finales del siglo VIII y principios del VII a. C., dada a algunos de los lingotes orientales, con lo que se
la cronología absoluta lo hace entre el 830/810 a. C. refuerza la relación de procedencia de ambas ideas: lin-
(fecha ante quem de la fase v) y el 791 a. C. (fecha gotes y altares vinculables con el mundo siriochipriota.
post quem de la fase III) (Fernández y rodríguez 2007: la extensión de las excavaciones fue menor que en
125); por su parte, el altar de la fase III, también en- la posterior intervención de el Carambolo y en propor-
contrado en la estancia a-40 y superpuesto a aquel, fue ción a ello el número de hallazgos también, pero cabe
nuevamente construido en el pavimento. Sus excava- ser citada aquí una serie de características sobre el ori-
dores comentan que fue realizado mediante la disposi- gen oriental de estas edificaciones realizadas por sus
ción de una capa arcillosa sobre el altar previo, de en- excavadores que refuerzan nuestra hipótesis. en primer
tre 2 y 4 cm, en la cual se modeló en negativo la forma lugar observamos nuevamente una arquitectura de mu-
de la piel de toro extendida, con un tamaño superior (4 ros rectos cuya tradición en el suroeste de la Península
m de longitud por 1,90 m de anchura). también se ob- Ibérica se hallaba ausente durante los últimos siglos del
servaron huellas de combustión sobre él (Fernández y II milenio a. C. a ello se suman las medidas de las pare-
rodríguez 2007: 136-137). Para esta fase, los autores des excavadas y de sus cimientos infrapuestos, los cua-
le asignan una cronología relativa aproximada en torno les suelen tener en torno a 55 cm. de grosor, tamaño
a la primera mitad del siglo vII a. C., mientras que me- correspondiente al codo grande púnico (escacena e Iz-
diante datación absoluta el arco cronológico calibrado quierdo 2001: 147).
es de 791-506 a. C. también se encontraron bancos corridos adosados
Queda patente el origen oriental de este edificio, a la capilla como en el caso de el Carambolo quizás
cuestión no baladí si tenemos en cuenta que es el san- como asientos para la celebración de symposia o bien
tuario empórico más antiguo aparecido en la Península como mesas para colocar materiales relacionados con
Ibérica, al igual que los altares taurodérmicos. la vin- el culto y sus prácticas. de igual modo algunos frag-
culación por tanto del complejo arquitectónico con la mentos de huevos de avestruz o escarabeos (Conde et
tradición cultual oriental y con una divinidad ligada al al. 2005) nos hablan en favor de la singularidad reli-
mar es en nuestra opinión innegable. giosa de este recinto.
Por último, otro dato a valorar procede del Santua-
rio III, muy cerca del altar de forma taurodérmica. Se
2.2. Caura trata de un círculo negro de unos 20 cm de diámetro
que apareció junto al extremo superior derecho del ara
el segundo altar aquí mencionado es el del yaci- conteniendo carboncillos, huella al parecer de un ele-
miento de Caura. Muy cerca geográficamente de El mento cilíndrico de madera hincado en posición verti-
Carambolo, su ubicación sobre un promontorio justo en cal. Cuando J. l. escacena y r. Izquierdo publicaron
la antigua desembocadura del Guadalquivir (roos et al. estos datos hipotetizaron con la posibilidad de estar ante
1995) le confirió un enclave estratégico para el comer- una posible asherah (escacena e Izquierdo 2001: 134).
cio colonial. Ya antes de efectuarse excavaciones en él, también en el Carambolo apareció próximo al altar de
m. Belén planteó la hipótesis de que en el lugar po- la fase III una pequeña estructura de planta circular lo-
dría haberse ubicado un santuario empórico identifica- calizada al extremo noreste de aquél que estaba formada
ble con el Mons Cassius de la Ora Marítima de avieno por un pequeño adobe rehundido con una capa de mor-
por un ancla de piedra hallada en superficie antes de las tero a base de tierra margosa (Fernández y rodríguez
intervenciones que presentaba una tipología muy simi- 2007: 120) (fig. 15) que bien pudo haber servido para
lar a otras anclas halladas en el mediterráneo oriental colocar en ella otra asherah. de ser cierta esta interpre-
y depositadas en santuarios empóricos como ofrenda tación tendríamos un paralelo más para relacionar los
votiva en señal de agradecimiento a la divinidad por contextos religiosos en los que han aparecido estos alta-
permitir llegar a los marineros sanos y salvos a puerto res con las representaciones de los cilindros-sellos en los
(Belén 1993). dicha hipótesis se reforzó poco tiempo que, como vimos anteriormente, se representaron posi-
después al excavarse el cerro de San Juan y sacarse a la bles asherah siempre al lado de las aras. Nuevamente, a
3. cOnclusiOnes
claro entre 1200-900 a. C. trescientos años que separan como otros muchos elementos de difícil identificación
a los ejemplares orientales de los occidentales y que, dadas las condiciones de la Península Ibérica para su
como bien apuntó S. Celestino (1994) es una cuestión a conservación.
resolver, aunque autores como P. James tendrían clara la Por su parte m. C. marín realizó un análisis ex-
solución (James 1993). Independientemente de esta pro- haustivo de la evocación que sugería la piel de toro
blemática, la continuidad en la factura y en los rituales como elemento para realizar pactos y tratados ya que
asociados a los taurodermos es constante. se trata de la ofrenda más prestigiosa debido a su pre-
mención aparte merecen las explicaciones dadas cio de mercado en diferentes momentos de la Histo-
para la simbología que reflejan estos altares por parte ria en el área mediterránea (marín 2006). existen va-
de los diversos autores: rias fuentes textuales que hacen referencia al uso de
El primero en realizar una hipótesis sobre el signifi- la piel de bóvido como medio para realizar pactos, sin
cado de esta forma fue m. almagro-Gorbea. la apari- embargo las generalizaciones que hace la autora para
ción de los taurodermos aparecidos tanto en la base del entender este símbolo como un elemento que no es re-
monumento funerario de Pozo moro como en las tum- ducible a una advocación en concreto no son desde
bas ibéricas que se publicaron en el Congreso de ar- nuestra perspectiva correctas. así en algunos de los
queología Ibérica en 1992 le llevaron a hipotetizar la ejemplos utilizados para tal fin por esta autora las fe-
posibilidad de que se tratase de un símbolo relacionado chas en las que nos movemos son muy posteriores a las
con el culto dinástico vinculado a la transmisión de po- usadas por nosotros en nuestro estudio: el texto de lu-
der (almagro-Gorbea 1993-1994: 124). ciano (siglo II d. C.) sobre una costumbre escita, la tra-
Para S. Celestino, siguiendo la propuesta de m. dición de realizar acuerdos de carácter público sobre
Bendala, a pesar de que la mayoría de los ejempla- una piel de buey en época romana y el casamiento en
res de forma taurodérmica documentados hasta aquel época musulmana sobre la misma. No así para el ejem-
momento tenían una clara relación funeraria, era más plo de la fundación de Cartago vinculada al uso de la
oportuno interpretar esta forma en general, y los altares piel de bóvido, que obvia decir que es precisamente
de Cancho roano en particular, como una expresión de una colonia de tradición fenicia, en la que además las
religiosidad de carácter divino más que con una expre- referencias a los bóvidos en este caso no son vinculan-
sión del status de poder (Celestino 1994: 307). tes con un pacto. ¿Podemos así pensar que la costum-
Una tercera hipótesis que aunó ambas interpretacio- bre de usar pieles de toro tanto en época romana como
nes fue la propuesta por J. maier, quien relacionó esta en momentos posteriores sea una pervivencia de la tra-
forma con un símbolo propio del dios Baal Hadad, ad- dición fenopúnica? Quizás en este caso el bosque no
vocación para él de carácter atmosférico personificado nos deje ver los árboles y la aparente generalidad de
por un toro, de ahí el uso de la piel de este animal en los este símbolo deba de ser analizada diacrónicamente y
altares. también J. maier allende relacionó a esta ad- no sincrónicamente.
vocación baálica con la protección de las minas y de la Por su parte, J. l. escacena (2007) sostiene que la
metalurgia dada la forma de los lingotes y la relación de forma de estos altares estaría vinculada con la identifi-
los santuarios chipriotas con el trabajo del metal (maier cación táurica de la divinidad a la que estuvieron de-
2003: 97-99), siguiendo así la interpretación tradicio- dicados y con su cíclica muerte y resurrección, a ve-
nal. Por extensión de esta última asimilación, relaciona ces transfigurado en bóvido, a veces en sol, según se
dicha simbología con los monarcas sacros orientales, desprende de la mitología oriental y de las represen-
entroncando así la hipótesis divina de S. Celestino con taciones que han llegado hasta nuestros días, de ahí la
la de m. almagro-Gorbea. orientación hacia los solsticios de verano y de invierno
Para nosotros, la relación de los altares taurodérmi- de estas piezas. Si bien esta interpretación nos parece
cos con el significado divino de la piel de toro es inne- acertada, consideramos necesaria complementarla con
gable. No podemos afirmar sin embargo tan a la ligera la hipótesis propuesta por F. lópez Pardo (2006), quien
la relación exclusiva entre este símbolo y las élites po- independientemente de si se trata de un símbolo elitista
líticas, ya que conocer la idiosincracia religiosa de las o no, ve en la piel de toro un símbolo de resurrección
capas más modestas de la sociedad suele tener como que separa dos planos. debido a esto hipotetiza con la
problema la parquedad de los datos recogidos en las in- posibilidad de que esta relación vinculase a la divini-
tervenciones sobre este particular, más si cabe cuando dad baálica con el plano subterráneo y con el trabajo
las auténticas pieles, y no sus plasmaciones en barro metalúrgico visible tanto en los templos orientales (ca-
cocido o en objetos metálicos, son tan perecederas sos de Ugarit o de Enkomi) como en los de la Península
Ibérica (la muela o Malaka), por ser de la tierra de cubiertas de tumbas de época ibérica. la tradición feni-
donde se extrae el metal. así, nuevamente, la idea de la cia de esta idea de nuevo es clara si tenemos en cuenta
piel de toro como símbolo divino habría derivado en la la representación de una piel de toro sobre una estela
creación de altares de forma taurodérmica y en la ela- igualmente tallada en una tumba de Ksar es Sâad (tú-
boración de lingotes con el mismo perfil bajo la esfera nez) (fig. 17):
de influencia sacerdotal.
la idea elaborada por F. lópez Pardo es aplicable a “[...] la huella de la “piel de toro”, que conecta
la representación de la piel de toro tanto en los altares, con el mundo subterráneo, seguramente con connota-
ciones positivas de resurrección baálica (?) es la que
como lugar donde resucita la divinidad (hasta aquí nada
separa el plano inferior con el que se encuentra sobre
nuevo), como en contextos funerarios, donde el difunto la tierra, el etéreo, también el que delimita el espa-
realizaría un tránsito desde el inframundo a otro plano cio sagrado que no deberá traspasarse sin purificación
pasando por la piel de toro visible en varias bases y previa” (lópez 2006: 58).
Figura 18. Distribución de los taurodermos protohistóricos con significado religioso hallados en la Península Ibérica: 1. El Ca-
rambolo (Camas, Sevilla), 2. Huelva, 3. Belvís de la Jara (toledo), 4. alcalá de Guadaira (Sevilla), 5. Cástulo (linares, Jaén),
6. Pozo moro (Chinchilla de monte-aragón, albacete), 7. Neves (Castro verde, alentejo), 8. Cancho roano (zalamea de la Se-
rena, Badajoz), 9. los villares (Hoya Gonzalo, albacete), 10. Castillejo de los Baños (Fortuna, murcia), 11. el oral (San Ful-
gencio, alicante), 12. Coria del río (Sevilla), 13. lora del río (Sevilla), 14. villaricos (almería), 15. villajoyosa (alicante),
16. alcolea de tajo (toledo), 17. els vilars (arbeca, lérida), 18. la tallada (Caspe, zaragoza), 19. monforte del Cid (ali-
cante), 20. málaga, 21. lorca (murcia) y 22. Ca N’olivé (Cerdanyola del vallès, Barcelona).
todas estas conclusiones refuerzan si cabe nues- Península Ibérica precisamente entre el siglo IX y me-
tra idea de que los altares taurodérmicos encuentran diados del VI a. C. (fig. 18). Saber hasta qué punto unas
su origen en el mediterráneo oriental y acercan más si tradiciones plasmadas en realidades físicas (cerámicas,
cabe las características de los hallazgos realizados en altares taurodérmicos, modelos arquitectónicos) llegan
los santuarios datables entre el siglo IX a. C. y media- a traspasar las fronteras de un grupo social para ser uti-
dos del siglo vI a. C. de la Península Ibérica en que han lizadas e interiorizadas por otros es, y probablemente
aparecido este tipo de altares y la tradición religiosa ca- seguirá siendo, uno de los eternos problemas de la ar-
nanea y fenicia. queología de las identidades. Sin embargo, desde nues-
Pero no sólo son adscribibles los altares taurodér- tra óptica, resulta más sencillo científicamente poder
micos, muebles e inmuebles, encontrados durante el explicar cómo desde unos parámetros continuistas pro-
Hierro I a esta tradición oriental. en un estudio pre- piamente orientales aparecen estos elementos por las
vio (Gómez Peña e. p.) dejábamos constancia de la costas de la Península Ibérica, que explicar cómo y por
gran concentración de ejemplares en el suroeste de la qué la población residente asumió dichos elementos,
toda vez que en el suroeste de la Península Ibérica des- in the Eastern Mediterranean (c. 1500-1000 B.C.)
aparecieron en el tránsito del Hierro I al Hierro II. Por (orientalia lovaniensia analecta 23): 187-228. eu-
tanto, desde nuestra perspectiva, resulta más razonable tigeverij Peeters, leuven.
asumir como propiamente orientales estas manifesta- BUCHHolz, H.-G. y KaraGeorGHIS, v. (1973):
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